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RESUMEN1

El amor entre un hombre y una mujer, en la medida que madura, invita a la


unión. Esa es la dinámica natural de aquel amor que supere la sola atracción y
el mero afecto sensible. Cuanto más pleno es el amor, menos se satisface con
el encuentro pasajero, sino que inclina a la formación de un destino o vida en
común. Lo enamorados, en la medida en que se aman, sienten la invitación a
"irse a vivir juntos" aunque quizá ahora para algunos lo es menos, la unión
constituida por quienes se llaman "esposos" no se puede confundir con el
simple hecho de vivir juntos. El amor que alcanza su plenitud busca
perpetuarse. El deseo de que el amor dure "para siempre" es algo natural en
quienes han alcanzado ese grado de amor que no busca solamente
"relacionarse", sino que impulsa a salir de sí mismos para darse y acoger al
otro, buscando su bien como algo propio.

El único medio que el ser humano tiene de perpetuar su amor es a través de un


acto en el que compromete la capacidad de amar ante el otro para toda la vida
es mediante el matrimonio, donde se aplica bases históricas del principio
constitucional. Los esposos lo son sólo y exclusivamente en virtud de ese acto
de donación que les "compromete" radicalmente el uno respecto al otro. Y ese
compromiso radica sobre su propio amor: el consentimiento matrimonial es un
acto de amor que empeña el amor de manera definitiva. Los amantes son los
que se quieren, los esposos son los que, además, quieren quererse, es decir,
comprometen libremente su amor presente y futuro.

El acto de donación de sí mismo es un acto soberano, el acto de libertad por


excelencia, por el que cada ser humano ejercita su capacidad más radical: la
de decidir sobre su propio futuro mediante la constitución de una unión
definitiva con una persona del otro sexo, adquiriendo una nueva identidad: la
de ser esposo/esposa.

La antropología de inspiración cristiana, por contraste, considera al hombre


como un ser libre, con autodominio, dueño de sí y de su futuro, capaz de
comprometerlo en un acto de libertad: la entrega de sí mismo. El ser humano
es el único ser capaz de hacer entrega de todo lo que podrá ser en el futuro en
un acto de presente, que es el más sublime y soberano, porque en él se pone
de manifiesto ese dominio radical de la persona humana sobre su propio
destino.

El hombre es y puede ser lo que quiere ser gracias a su libertad. La capacidad


de decisión sobre el futuro tiene distintos niveles; la mayor parte de las
decisiones de futuro implican a la persona desde fuera: amistades, profesión,
ambiente social, lugar de residencia, etc. Hay, en cambio, una decisión que
afecta intrínseca y radicalmente a la persona. La entrega de la propia persona
es el acto de dominio más absoluto y profundo de que es capaz el ser humano;
en él se manifiesta toda la grandeza y la misma razón de ser de la libertad
humana. El magisterio de la Iglesia ha arrojado más luz sobre esta capacidad,
indicando que el ser humano ha sido creado por amor y para amar y sólo se
encuentra a sí mismo desarrollando esa capacidad mediante un compromiso
de toda la vida, en el .
El compromiso debe ser un acto plenamente libre. El varón y al mujer, pese a
amarse como tales, son libres de comprometer ese amor o de no hacerlo.
Puede no convencerles por completo su compañero o puede no entusiasmarles
la idea de constituir una unidad total con el otro que implique el propio futuro.
Son ellos y sólo ellos los únicos que tienen poder de decisión sobre sí mismos.
Nadie excepto ellos (ni el Estado, ni los familiares, ni las circunstancias)
pueden interferir en sus vidas y "comprometerles". Sin libertad no hay
compromiso auténtico, ni se puede fundar la unidad conyugal, pese a las
apariencias. En este momento de la libertad entendida como inmunidad de
coacción y como disposición soberana sobre sí mismos en la donación de sí y
en la aceptación del otro se centra la constitución de la unión conyugal, sólo
cuando el varón y la mujer, porque se aman, quieren ejercitar radicalmente y
por completo su libertad comprometiéndose mutuamente, se funda el
matrimonio.

El fin del monopolio sacramental, la afirmación de la unión civil


de naturaleza laica, la igualdad de los cónyuges, la
reglamentación del divorcio, la filiación adoptiva, la patria
potestad compartida, la autorización de métodos
contraceptivos en el seno de la unión matrimonial, son algunas
de las otras características del matrimonio civil, evoluciones a
las cuales se han sistemáticamente opuesto los defensores de
la visión residual de tipo canónico-sacramental.

El nuevo matrimonio rinde homenaje a la modernidad también


por la abolición de la jerarquías y de los privilegios de las
sexualidades (heterosexual/homosexual) que el matrimonio
heterosexual llevaba aparejado. La unión entre personas del
mismo sexo radicaliza también la laicidad pues obliga al
instituto civil del matrimonio a disociarse completamente del
antiguo instituto canónico del sacramento.

La apertura del derecho al matrimonio para las parejas del


mismo sexo nos obliga a asumir sin cortapisas los principios
jurídicos de la modernidad en materia de derecho de la familia.
De ahora en adelante no podemos seguir pretendiendo que las
instituciones familiares están fundadas en un orden natural que
trasciende la voluntad individual.
Los argumentos que se utilizan contra la igualdad para las
parejas homosexuales no son novedosos, se han usado contra
los matrimonios interraciales, contra la libre disposición del
cuerpo por las mujeres, contra el sufragio universal, contra el
Estado de bienestar. Todas estas evoluciones fueron también
consideradas por los conservadores como situaciones
apocalípticas. Pero solamente los conservadores tienen un
miedo irracional de la modernidad.

Aporte al tema:

https://www.youtube.com/watch?v=qNKzk20akgw
Solo hasta el minuto 5

Cuestionario:
 ¿En qué fecha y por quien fue promulgada el ultimo código de derecho
canónico?
El Código de Derecho Canónico vigente es el de 25 de enero de 1983, con entrada en
vigor el 27 de noviembre, por Juan Pablo II.

 ¿Qué se puede decir sobre las uniones de hecho del mismo sexo?
Hay otras relaciones entre adultos que implican compromiso, cariño e
interdependencia emocional y financiera, impliquen o no un componente sexual. Si
el gobierno ve conveniente tratar sus preocupaciones a través de uniones civiles o
parejas registradas, se debería hacer de manera que no redefina radicalmente el
matrimonio. El matrimonio debe mantenerse como una institución de sexos
opuestos.

 ¿Qué es el matrimonio?

El matrimonio es una alianza establecida por Dios por la cual un hombre y una mujer
entran en un consorcio permanente de toda la vida.
 ¿Cuál es la “forma canónica (o eclesiástica)” de un matrimonio?

Los católicos tienen la obligación de casarse en la presencia de su obispo o párroco, o


de un sacerdote o diácono propiamente delegado, y en presencia de dos testigos.
Esta es la “forma canónica” y es necesaria para que el matrimonio sea válido.
Conclusiones

 La nulidad del matrimonio canónico no es una figura muy recurrida


debido a que, así como un día la Iglesia tuvo gran control en el
tema del matrimonio, lo ha ido perdiendo a lo largo de la historia y
en la actualidad la poca información con la que cuentan las
personas, hace que lo consideren un trámite muy costoso y
tardado, siendo ésta una idea errónea.
 El matrimonio moderno implica mayores riesgos que en la
antigüedad, por la complejidad y vertiginosidad de los cambios y
desafíos nuevos.
 El matrimonio exige una doble dosis de paciencia, sabiduría y
coraje para mantenerlo en niveles significativos y gratificantes.
 El matrimonio es huella del amor y gracia de Dios, y por ende un
vivo testimonio del plan original de Dios para el hombre. Esa es
una razón fundamental para sostenerlo vívidamente, cueste lo que
cueste.
 La iglesia cristiana hoy más que nunca debe enseñar acerca de la
santidad y permanencia del matrimonio; aparte de ministrar a los
Descasados de hoy.

Bibliografía

Libros

P. J. Viladrich, Matrimonio y sistema matrimonial de la Iglesia. Reflexiones


sobre la misión del derecho matrimonial canónico en la sociedad actual, en Ius
Canonicum 27 (1987), 499.
P. J. Viladrich, La definición del matrimonio, en Matrimonio. El matrimonio y su
expresión canónica ante el III Milenio, Pamplona, EUNSA, 2000, 205-312.
Artículos
http://dadun.unav.edu/handle/10171/39154
http://dadun.unav.edu/handle/10171/45944
http://dadun.unav.edu/handle/10171/17297

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