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BONILLA, Heraclio1. “El campesinado indígena y el Perú en el contexto de la Guerra con Chille”.

En STERN, Steve (compilador). Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes,


siglos XVIII al XX. Lima: IEP, 1990, pp. 209-218. Commented [CGCE1]: Colocar la fuente siguiendo el
sistema de citado que utilizas. En nota de pie de página,
Uno de los temas más controversiales entre los historiadores que han investigado la colocarás una breve reseña del autor
Guerra del Pacífico (1879-1883) es el carácter de la participación del campesinado durante la
Campaña de la Breña (1881-1883). En efecto, unos señalan que la movilización indígena fue
nacionalista, mientras que otros plantean que no había motivaciones nacionalistas sino fue una
continuación de las fracturas sociales del orden colonial que la república peruana no había podido
cerrar. En este último grupo se encuentra la propuesta de Heraclio Bonilla, quien presenta, en
este artículo, los límites de las tesis de Nelson Manrique y Florencia Mallon, en cuyas
investigaciones consideran que el campesinado asumió un compromiso nacional durante el
contexto de la Guerra con Chile. Commented [CGCE2]: Introducción a la reseña: postura,
planteamiento y partes de la fuente académica
Antes de presentar sus críticas, Bonilla sintetiza el proceso peruano entre 1821 y 1879
en cuatro aspectos: a) carácter nacional y soberano del Estado inconcluso por la forma en que
se logró la independencia –impuesta desde fuera-, la conveniencia de la clase dominante, y la
anarquía política producto de las luchas entre los caudillos por el poder; b) economía precaria
por la crisis de los sectores mineros y agrícolas, éxodo de capitales de inversión y poca
circulación de los bienes en el mercado interno; c) desperdicio del boom guanero, que solo sirvió
para expandir la burocracia y centralizar las ganancias en grupos económicos –financistas,
terratenientes costeños y comerciantes-, que lograron controlar el Estado, pero que no integraron
a los sectores subalternos en un proyecto de nación. Es así que el Perú que entró a la guerra en
1879 era uno fragmentado en lo económico, social y político, y en el que no hubo una
preocupación por las élites gobernantes por integrar a los sectores bajos a la nación, ni tampoco
estos últimos se sintieron en la necesidad de hacerlo; se priorizaron, en todo caso, la filiación
étnica territorial o unidades que operaban bajo la conducción de un jefe.

Tras este contexto, Bonilla cuestiona los planteamientos de Mallon y Manrique sobre la
conciencia nacional del campesinado. En primer lugar, para el historiador, es difícil aceptar que
este grupo haya trascendido su conciencia como grupo social –como lo señala Manrique-, ya
que en otras realidades, es la burguesía la que históricamente ha dirigido el proceso nacionalista
de un país. Sin embargo, el caso peruano parece ser la excepción a este planteamiento teórico,
ya que sería el campesinado el que inició este nacionalismo ante la ausencia de una burguesía
que lo hiciera. Ante esto, Bonilla se pregunta cómo conciliar esta singularidad con lo teórico, que
hasta ese momento ha demostrado lo contrario; no basta con decir –en palabras de Manrique-
que “no es evidentemente la realidad la que se equivoca” (213).

En segundo lugar, Bonilla critica la generalización de la conciencia nacional del


campesinado. Las investigaciones de Manrique y Mallon se enfocan en la sierra central, de
manera específica en el Valle de Mantaro, región que tuvo un desarrollo bastante particular por
diversos factores: vinculación mercantil a Lima que permitió la especialización de diversas
comunidades; poca presencia de grandes propiedades que representaran explotación y dominio;
y rápido proceso de mestizaje de la población indígena. Sin duda, estos elementos le dan un
cariz único a la participación del campesinado durante la campaña de la Breña, los cuales no se
repiten en localidades más alejadas y con un mayor componente indígena.

En tercer lugar, Bonilla se pregunta si el levantamiento indígena frente al invasor chileno


puede considerarse un nacionalismo genuino o uno espontáneo. Para ello, se apoya en un

1
Es Doctor en Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima) y cuenta con estudios
en el Instituto de Historia Social y Económica en la Universidad de Burdeos (Francia). Actualmente, se
desempeña como profesor asociado y coordinador de Posgrados en Historia de la Universidad Nacional
de Colombia, desde 1997. Ha escrito diversos libros y artículos sobre la historia económica, social y política
de Perú y América Latina, de los que destacan las más recientes como Metáfora y realidad de la
independencia en el Perú (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2001); (con Gustavo Montañez) Colombia
y Panamá. La metamorfosis de la nación en el siglo XX (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004);
y El futuro del pasado. Las coordenadas de la configuración de los Andes (Lima: Fondo Editorial del
Pedagógico san Marcos/Instituto de Ciencias Humanas, 2005).
episodio similar que sucedió en China: el campesinado se movilizó contra la agresión japonesa;
en este contexto, resalta también cómo es que el odio representa una forma rápida de acceder
a una conciencia nacional. No obstante, debido a la complejidad y duración, el nacionalismo
chino no podría considerarse espontáneo. No se podría concluir lo mismo para el Perú, pues las
evidencias mostradas por Manrique y Mallon no son tan claras sobre el comportamiento del
campesinado indígena; en todo caso, faltaría averiguar qué significado tienen para los
campesinos palabras como “patria”, “país” o “nación”.

En cuarto lugar, Bonilla no está convencido de que la ocupación de las haciendas de los
terratenientes como castigo por su colaboracionismo con los chilenos sea una manifestación del
nacionalismo del campesinado; tampoco le queda claro la transición de este nacionalismo
campesino a un ataque abierto contra toda la clase propietaria. Sobre los dos temas, más
reflexiona acerca del primero: ¿no podría ser acaso una “reparación de viejos agravios, con la
ventaja adicional, de camuflar esta revancha, en medio del caos general, bajo el manto de una
sanción moral a una conducta poco decorosa? (213). Para aclarar esta ambigüedad, Bonilla
sugiere que se podría haber investigado las relaciones entre terratenientes y campesinos en el
contexto de las haciendas afectadas, y compararlas con las que no fueron.

Finalmente, Bonilla reflexiona sobre la desaparición del nacionalismo campesino tras la


guerra del Pacífico a partir de las investigaciones de Manrique y Mallon. Por un lado, Manrique
señala que este nacionalismo se atomizó al adquirir un carácter plenamente local. Por otro lado,
Mallon encontró dos situaciones: en el Valle de Mantaro, hubo un arreglo en favor del
campesinado al crearse demarcaciones distritales que favorecieran sus intereses en relación con
el Estado; en cambio, en el sur, los campesinos estuvieron con mayor disposición para agruparse
con asociaciones o partidos regionales que respaldaran y concretizaran sus intereses. Por todo
esto, Bonilla cree que la ausencia de una clase externa al campesinado, que liderara ese
nacionalismo incipiente, es la razón central del fracaso por convertirlo en un proyecto de largo
alcance para el país. Commented [CGCE3]: Deben explicar, al detalle, cada
parte/idea/tema central de la fuente académica, utilizando
En conclusión, el nacionalismo campesino parece ser que obedeció únicamente al sus propias palabras
contexto de la guerra y a las extorsiones del ejército chileno; sin esta, este sentimiento
desapareció, por lo que es síntoma, para Bonilla, que carecía de algún fundamento sólido.
Además, el caso de la sierra central es única por su particularidad –integrada económicamente
a Lima, campesinado “menos indio” y participante activo en el mercado interno-, por lo que no se
puede asegurar que esto se haya repetido ni en otras regiones ni en otros sectores subalternos,
como los coolíes y negros. Agrega también que tampoco se sabe qué significan los conceptos
de “nación”, “patria” o “país” que los campesinos utilizaron para justificar sus actos: estos no
necesariamente significaron una adscripción nacional, motivo por el cual es necesario identificar
estas expresiones en un contexto cultural de los Andes. Y por último, ante la idea de un
nacionalismo que siempre ha estado relacionado con una burguesía en ascenso que cuenta con
un mercado integrado y un Estado capaz de transformar su conciencia de clase en ideología
nacional, ¿cómo entender el surgimiento de un nacionalismo en el Perú sin que se cumplan estas
condiciones? Mallon y Manrique proponen que es posible que se dé un nacionalismo
precapitalista dirigido por el campesinado, pero ¿en qué se basan para la emergencia y
reproducción de este sentimiento?, ¿a qué apunta este nacionalismo? Parece que ese
nacionalismo identificado con la idea de “consolidar la autarquía de las comunidades y consolidar
los particularismos” (Manrique citado en Bonilla 217) es más un tribalismo. Para sustentar esto,
Bonilla cita estudios del campesinado y nacionalismo en Europa, Asia y África, y encuentra que,
en la mayoría de casos, los campesinos fueron pasivos e indiferentes ante las corrientes
nacionalistas; y cuando la integración nacional del campesinado se produjo, fue por factores
externos, como al empuje del Estado-nación (Japón) o construcción de ferrocarriles, educación
o conscripción militar (Francia). Commented [CGCE4]: Conclusión a la que llega el autor

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