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EL PROBLEMA DEL

CONOCIMIENTO

Mg. Jorge Luis Rodríguez Chávez

TARAPOTO - PERÙ

2 017 - II
FG
PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO


CAPACIDAD:
Analiza los problemas de la teoría del conocimiento.

1º. SITUACIÓN PROBLEMÁTICA / RECOJO DE SABERES

REFLEXIONA Y COMPARTE...
¿Qué problema nos sugiere la
imagen?
¿Siempre es certero conocer?
¿Es el mundo tal y como lo
percibimos? ¿Por qué?

2º. INFORMACIÒN BÁSICA

1. PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO


La expresión «problema del conocimiento» puede genéricamente ser sustituida por expresiones como «la
posibilidad del conocimiento» o «las condiciones de posibilidad del conocimiento». Pero, ¿qué es lo
problemático del hecho cognitivo?; ¿cuál es el problema de este hecho? Desde Platón hasta nuestros días
es, con pocas excepciones, constante el consenso en torno a esta idea: tal como el conocimiento se manifiesta
en sus procedimientos (procesos de obtención) y logros (contenidos expresos), resulta imposible explicarlo
suponiendo que parte de cero; en consecuencia, la posibilidad del conocimiento no parece explicable sin un
conocimiento previo.
De hecho, la expresión «problema del conocimiento» puede desglosarse en dos clases o grupos de
preguntas:
 cuestiones sobre el proceso: las que se refieren al origen, estructura y funciones tanto de las facultades
u órganos que constituyen el sistema cognitivo como de los resultados cognitivos del ejercicio de sus
funciones (percepciones, enunciados, teorías);
 cuestiones sobre el producto: las que se refieren a la veracidad, verdad y validez tanto del sistema
cognitivo considerado en su estructura general como de los resultados cognitivos del ejercicio de sus
funciones (percepciones, enunciados, teorías). Se incluirían aquí por tanto las cuestiones de justificación
y de fundamentación —en la medida en que puedan o deban considerarse distintas, cosa que acaso no
sea razonable en todos los estratos del saber.
Al primer grupo pertenecen preguntas sobre la morfología y fisiología de la capacidad cognitiva en lo
que atañe tanto a su base orgánica (órganos sensoriales, centros cerebrales...) como a la llamada
«estrictamente intelectual» (el esquema categorial aristotélico sustancia-accidente en el supuesto de que
fuese objetivamente válido para toda lengua natural) o a los resultados de ambas.
Al segundo grupo pertenecen preguntas sobre el "buen" (i. e., "verdadero", "veraz") uso de las facultades
cognitivas, sobre el concepto y los criterios de verdad (sean empíricos o formales), así como las teorías de la
fundamentación de la verdad o veracidad (sean estrictamente formales, trascendentales, onto-teológicas,
pragmatistas, convencionalistas...), tanto de la facultad en sí misma como de los resultados del ejercicio de
sus funciones.

2. POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO


Tendremos que determinar si el conocimiento es posible, es decir, si el sujeto puede o no aprehender el
objeto, si nuestras facultades nos suministran datos que nos permitan una representación adecuada de
la realidad o, por el contrario, si el hombre no puede tener ninguna seguridad respecto del conocimiento
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de las cosas del mundo externo o interno. Para tratar de resolver ésta dificultad, han surgido varios
sistemas filosóficos:

a. El Dogmatismo
EL DOGMATISMO es la primera escuela y la más antigua ellos pensaban que conocer NO ES
PROBLEMA ya que se da absolutamente la posibilidad de adquirirlo y NO HAY DUDA, prevalece la
confianza en la razón humana.
Están convencidos de que el conocimiento es posible. Por eso lo dan como un hecho. Suponen que
sí se puede dar una relación entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. No se interesan por
hacer una justificación de éste problema, ni determinan la forma como nuestras facultades conocen,
ni la manera como los objetos nos son dados. Según la concepción del dogmatismo, los objetos de
la percepción y los objetos del pensamiento nos son dados de una misma manera: directamente en
su corporeidad.

b. El Escepticismo
Toma una actitud contraria al dogmatismo. El sujeto no puede aprehender el objeto. En efecto, los
sentidos nos engañan, el hombre comete muchos errores, estamos sometidos a las contradicciones,
a la diversidad de opiniones entre los hombres respecto a una misma cosa hace que no podamos
tener ninguna seguridad respecto de nuestros conocimientos; nuestras facultades cognoscitivas están
sometidas al engaño. El sujeto cognoscente depende de factores externos que impiden llegar al
objeto.
El escéptico podría recurrir a la duda como un escape, podría formular el juicio de que el conocimiento
es imposible.

c. El Relativismo
Para el relativismo el conocimiento si es posible, dado que podemos tener algún grado de certeza.
Pero lo que niega de hecho es que podamos llegar a obtener verdades universales, absolutas,
inmutables. En efecto, nuestro conocimiento siempre es relativo, es decir dependiente de factores y
circunstancias especiales. Hay muchas circunstancias que afectan al sujeto cognoscente. La actitud
relativista queda formulada así por Protágoras “El hombre es la medida de todas las cosas, de las
que son en cuanto que son y, del que no son en cuanto que no son”. Lo que significa que las cosas
son para cada cual lo que cada cual quiera pensar de ellas. Cada cual elabora su propia verdad.

d. El Subjetivismo
Esta corriente establece que NO HAY RESPUESTAS NI VERDADES absolutamente válidas ni
universales para todo y que nos satisfaga a todos, por lo que afirman que la VERDAD y el
CONOCIMIENTO van a tener una validez limitada de acuerdo a las características y factores en los
que se encuentre el sujeto que conoce, y de acuerdo también a las experiencias y circunstancias que
se presenten, es como van a determinar e interpretar su verdad.

e. El Pragmatismo.
El escepticismo presenta una actitud esencialmente negativa. Formula la negación de la posibilidad
del conocimiento. El escepticismo adquiere un cariz positivo en el pragmatismo moderno. El
pragmatismo, al igual que el escepticismo, desecha el concepto de la verdad considerado como
concordancia.
El pragmatismo cambia el concepto de la verdad en cuanto que es originado por una peculiar
concepción de lo que es el ser humano. Dentro de tal concepción el hombre no es primordialmente
un ser especulativo y pensante, sino un ser práctico, un ser volitivo.
Afirma la posibilidad del conocimiento. Mas el conocimiento queda subordinado a la acción, la que se
convierte en fundamento de la verdad y de la certeza. El hombre antes de ser teórico, es un ser
práctico; de ahí que todo el valor de nuestro conocimiento es en base a la acción. Es verdad lo que
útil y provechoso al hombre.
Expresa que el CONOCIMIENTO no debe de servir sólo para conocer la verdad, si no para que el ser
humano sepa conducirse y desarrollarse en la realidad. Por lo que la verdad se fundamenta en la
vinculación y concordancia de las ideas del hombre con sus fines prácticos; así que consideran lo
práctico, así que consideran a lo verdadero en la medida en que sea útil y valioso para la vida humana.
William James, filósofo americano, el cual se considera como fundador del pragmatismo y a él se
atribuye su denominación. Otro exponente importante de esta corriente es el filósofo inglés Schiller
quien le da el nombre de humanismo. También en Alemania con Friedrich Nietszche quien, partiendo
de una valoración naturalista y voluntarista del hombre, propone que “la verdad no es un valor teórico,
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sino tan sólo una expresión que designa la utilidad y expresa aquella función del juicio que conserva
la vida y sirve a la voluntad del poder”; lo mismo se expresa de manera tajante y paradójica en lo
siguiente: “La falsedad de un juicio no constituye una objeción contra ese juicio. La cuestión es hasta
qué punto estimula la vida, conserva la vida, conserva a la especie y tal vez incluso educa a la
especie”.

f. El Criticismo.
El subjetivismo, el relativismo y el pragmatismo son, fundamentalmente formas de escepticismo.
Como ya se ha dicho, la antítesis del escepticismo es el dogmatismo; pero existe una tercera posición,
que desarrolla la antítesis hasta llegar a una síntesis. Esta posición intermedia entre el escepticismo
y el dogmatismo es el criticismo. Esta posición comparte con el dogmatismo una gran confianza en la
razón humana; se parte de la propuesta de que es posible el conocimiento humano, de que existe la
verdad, pero mientras esta noción induce al dogmatismo a aceptar con ligereza todas las afirmaciones
de la razón humana, si poner límites al conocimiento, el criticismo, cercano al escepticismo, propone
la confianza en cuanto al conocimiento humano en general y al mismo tiempo la desconfianza hacia
todo conocimiento determinado. El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y
establece criterios rigurosos, cuestiona los motivos y pide cuentas a la razón humana; su proceder no
es dogmático ni escéptico, sino reflexivo y crítico.
Para Hume “el criticismo es una media entre la temeridad dogmática y la desesperanza escéptica”
El verdadero fundador del criticismo es Kant, cuya filosofía se llama pura y simplemente “criticismo”.
Kant llego a ésta posición a partir del dogmatismo y el escepticismo, posturas éstas que considera
exclusivistas; una tiene una confianza absoluta en la razón humana, y la otra una gran desconfianza
hacia la razón pura que se adopta sin previa crítica. Para Kant, el criticismo supera esos
exclusivismos; se trata según Kant de “aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes
de las propias afirmaciones y objeciones, y las razones en que las mismas descansan, método que
da esperanza de llegar a la certeza”. Esta posición parece madura en comparación con las otras
cuando Kant dice lo siguiente, “El primer paso en las cosas de la razón pura, el que caracteriza la
infancia de la misma, es dogmático. El segundo paso es escéptico y atestigua la prudencia del juicio
ya instruido por la experiencia. Pero es necesario un tercer caso, el del juicio maduro y viril”.

3. EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.


Cuando tratamos el problema del origen del conocimiento queremos saber si todo conocimiento se
origina en la experiencia o en la razón; si el hombre viene de por sí dotado de ciertos conocimientos o,
por el contrario, requiere del concurso de las facultades sensibles e intelectivas a la vez.
Para entender este problema, partiremos de un juicio por todos conocido: "Los metales se dilatan con el
calor". Analicemos lo que nos suministra nuestra propia experiencia acerca del origen de este juicio. En
la formación de este juicio intervienen ante todo, nuestros sentidos. En efecto, mediante el sentido del
tacto obtenemos la sensación de calor y mediante la vista verificamos la dilatación del metal. Pero al
mismo tiempo percibimos una relación, o sea una conexión entre la acción del calor y el hecho de que el
metal se dilate. La dilatación sigue a la acción del calor, a saber, es causada por el calor.
Vemos, pues, que en la formación del juicio: "los metales se dilatan por el calor", intervienen dos
elementos: uno proveniente de los sentidos y el otro del pensamiento. Surge, pues, el problema, ¿cuál
de estos elementos es definitivo en la formación del juicio mencionado? En otras palabras, ¿dónde tiene
su origen el conocimiento? ¿Acaso en la experiencia que proporcionan los sentidos o en los elementos
que elabora el pensamiento? Además, procede esta otra pregunta: ¿En cuál de los elementos citados se
funda la validez del conocimiento? Las respuestas a estos problemas fueron muy diferentes a lo largo de
la historia del pensamiento filosófico.
Para tratar de responder esta cuestión será necesario admitir que el ser humano tiene la capacidad de
conocer de alguna forma al objeto. Para explicar de qué forma se puede conocer han surgido diferentes
teorías sobre el origen del conocimiento.
a. El racionalismo.
Se denomina racionalismo a la doctrina epistemológica que sostiene que la causa principal del
conocimiento reside en el pensamiento, en la razón. Afirma que un conocimiento solo es realmente
tal, cuando posee necesidad lógica y validez universal. El planteamiento más antiguo del racionalismo
aparece en Platón. Él tiene la íntima convicción de que el conocimiento verdadero debe distinguirse
por la posesión de las notas de la necesidad lógica y de la validez universal.

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Para los racionalistas el conocimiento sólo merece este nombre cuando es lógicamente necesario y
universalmente válido. Cuando juzgamos, a partir de la razón, que una cosa tiene que ser
precisamente como es y no podría ser de otro modo, y que así es siempre y en todas partes, estamos
entonces ante un verdadero conocimiento.
Evidentemente, una forma específica de conocimiento ha servido de modelo a la interpretación
racionalista del conocimiento y son las matemáticas, puesto que se trata de una forma de
conocimiento fundamentalmente conceptual y deductivo. En especial en la geometría, todos los
conocimientos se derivan de axiomas y conceptos supremos; de manera que el pensamiento se
desarrolla con absoluta independencia de la experiencia, siguiendo sus propias leyes.
Los planteamientos más antiguos del racionalismos los encontramos en Platón, quien estaba
profundamente convencido de que la experiencia no puede llevarnos a un saber autentico; lo que
proporcionan los sentidos no es una Episteme, sino una Doxa, no un saber, sino una mera opinión.

b. El Empirismo.
Frente a la tesis del racionalismo, el empirismo (del griego Empereimía = experiencia) opone la
antítesis: la única causa del conocimiento humano es la experiencia. Según el empirismo, no existe
un patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón,
sino exclusivamente de la experiencia, el conocimiento procede de la experiencia, del contacto directo
con la realidad. El espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo conocimiento.
Para el empirismo no existe un caudal de ideas situado a priori en el pensamiento humano. La
conciencia cognoscente no extrae sus contenidos de la razón, sino de la experiencia. Así como vimos
que los racionalistas se formaron principalmente en las matemáticas, los empiristas se formaron en
las ciencias naturales.
Desde la antigüedad nos encontramos con ideas empiristas primero con los sofistas y más tarde con
los estoicos y los epicúreos, pero no es sino hasta la época moderna en que John Locke en el siglo
XVII combate decididamente la teoría de las ideas innatas. John Locke dijo: “La noción que a través
de los sentidos adquirimos de las cosas exteriores, aunque no sea tan cierta como nuestro
conocimiento intuitivo, merece el nombre de conocimiento”. Y después afirmo: “Ningún conocimiento
humano puede ir más allá de su experiencia”.

c. El Intelectualismo.
Surge como mediador entre el racionalismo y el empirismo, sostiene que tanto el pensamiento como
la experiencia intervienen en la producción del conocimiento.
Al igual que el racionalismo sostiene que existen juicios lógicamente necesarios y universalmente
válidos, que se establecen sobre las bases no solamente de objetos ideales, lo que también es
admitido por el empirismo, sino también sobre objetos reales.
En la edad media se desarrolló esta teoría principalmente por Santo Tomás de Aquino, cuya tesis
fundamental establece que “el conocimiento de nuestro entender es el producto de nuestros sentidos”.
Para Santo Tomás, se comienza por recibir imágenes concretas de las cosas sensibles; a partir de
esto existe un “entendimiento activo”, que extrae de las “imágenes esenciales”; el “entendimiento
potencial” recibe estas impresiones y procede a juzgar sobre las cosas. Formando así los conceptos
esenciales, por medio de otras operaciones del entendimiento, se obtienen conceptos supremos y
generales, como los que se contienen en las leyes lógicas del pensamiento. De igual manera, los
principios supremos del conocimiento radican originalmente en la experiencia. Siguiendo a
Aristóteles, Santo Tomás declara que “el conocimiento de los principios se nos da por medio de la
experiencia”.

d. El Apriorismo.
Un segundo intento de intermediación entre el empirismo y el racionalismo es el apriorismo. Esta
posición considera también a la experiencia y al pensamiento como fuentes del conocimiento, pero el
apriorismo se maneja en un dirección contraria al intelectualismo: Para esta corriente nuestra manera
de conocer presenta elementos “a priori”; esto es , independientes de la experiencia; esta postura se
comparte con el racionalismo; pero mientras éste considera los factores a priori como contenidos de
conceptos perfectos, para el apriorismo los conceptos son formas del conocimiento y solamente
reciben su contenido de la experiencia; es en esta posición que el apriorismo se separa del
racionalismo y se acerca al empirismo.

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Los elementos a priori se conciben como recipientes vacíos, que son llenados por la experiencia. Hay
un principio fundamental del apriorismo que dice: “Los conceptos desprovistos de las intuiciones están
vacíos; las intuiciones son ciegas sin los conceptos”. A primera vista, este concepto parece coincidir
con el axioma fundamental del intelectualismo aristotélico- escolástico; puesto que se coincide en
admitir un elemento racional y uno empírico en el conocimiento humano. Sin embargo, se define la
relación entre ambos elementos en un sentido totalmente diferente.
El intelectualismo concibe el elemento racional como derivado del empírico: todos los conceptos
proceden de la experiencia; el apriorismo rechaza abiertamente esta derivación al considerar que el
elemento a priori no deviene de la experiencia, sino del pensamiento, es de naturaleza racional. De
cierta manera, esto identifica las formas a priori con los hechos mismos, con la materia empírica, y
los asimila al conocimiento. En el apriorismo el pensamiento no se considera como una simple
capacidad receptiva y pasiva frente a la experiencia, como en el intelectualismo, sino como un proceso
espontáneo y activo.
Se considera a Emmanuel Kant como el fundador del apriorismo, y dice: "No hay duda alguna de que
nuestro conocimiento comienza con la experiencia. (...) Mas, si bien, todo nuestro conocimiento
comienza con la experiencia no por eso originase todo él en la experiencia”.

4. EL CRITERIO DE VERDAD
Si la verdad surge en nuestro entendimiento cuando éste conoce la realidad, podemos definirla como
adecuación entre el entendimiento y la realidad. Pero la conquista de la verdad supone tiempo y esfuerzo,
pues nadie nace sabiendo: de hecho, millones de hombres han muerto sin saber que la Tierra da vueltas
en torno al Sol, o penando incluso lo contrario. Por esa innegable dificultad, la validez que otorgamos a
nuestro propio conocimiento admite grados: podemos dudar de su verdad, considerarla probable o estar
completamente seguros de ella. Los tres grados citados constituyen, respectivamente, la duda, la opinión
y la certeza. Cuando la filosofía, las ciencias o una persona cualquiera buscan un criterio de verdad, una
señal que garantice haber encontrado la verdad, suelen poner ese criterio en la certeza.
La duda consiste en fluctuar entre la afirmación y la negación de una determinada proposición, sin
inclinarse hacia un extremo de la alternativa más que hacia el otro (no sé si Marta es hija única). Por
encima de la duda está la opinión: adhesión a una proposición sin excluir la posibilidad de que sea falsa
(creo que Marta tiene dos hermanos, pero no estoy seguro). Por tanto, es un asentimiento débil. El
hombre se ve obligado a opinar porque la limitación de su conocimiento le impide alcanzar siempre la
certeza (mañana puede llover o no llover; este enfermo puede mejorar o empeorar). El futuro es casi
siempre opinable, pues está abierto a diversas posibilidades, igual que todo aquello que depende de la
libertad humana. Pero eso no significa que todas las opiniones valgan lo mismo. Si así fuera, se ha dicho
maliciosamente que habría que tener muy en cuenta la opinión de los tontos, pues son mayoría. Séneca
aconsejaba que las opiniones no debían ser contadas sino pesadas.
Por fortuna, no todo es opinable. Lo que se conoce de forma inequívoca no es opinable sino cierto. Y no
se debe tomar lo cierto como opinable, ni viceversa: no puedes opinar que la Tierra es mayor que la
Luna, ni asegurar con certeza que el capitalismo es el mejor sistema económico. Si la duda y la opinión
no son criterios de verdad, la certeza sí lo es. La certeza se fundamenta en la evidencia, y la evidencia
no es otra cosa que la presencia patente de la realidad. La evidencia puede ser inmediata o mediata. Es
mediata cuando no se da en la conclusión sino en los pasos que conducen a ella: no conozco a los
padres de Antonio, pero la existencia de Antonio evidencia la de sus padres, la hace necesaria. La
existencia de Antonio, al que veo todos los días, es para mí una certeza inmediata; la existencia actual
o pasada de sus padres, a los que nunca he visto, también me resulta evidente, pero con una evidencia
no directa sino mediata, que me viene por medio de su hijo.
La condición limitada del hombre hace que la mayoría de sus conocimientos no se realicen de forma
inmediata. Son pocos los hombres que han visto las moléculas, los fondos marinos, la estratosfera o
Madagascar. La mayoría de los hombres tampoco han visto jamás, ni verán nunca, a Julio César o a
Carlomagno. Sin embargo, conocen con certeza la existencia de esas y otras muchas personas y
realidades. Su certeza se apoya en un tipo de evidencia mediata: la proporcionada por la garantía que
nos merece un conjunto unánime de testigos: en un caso, la comunidad científica; en otro, las imágenes
de todos los medios de comunicación; y si se trata de hechos o personajes del pasado, los testimonios
elocuentes de la historia y de la arqueología. Ello pone de manifiesto que la certeza se apoya en la
evidencia y en la tradición y autoridad cualificadas, y por eso se dice que la evidencia, la tradición y la
autoridad son criterios de verdad.
Antes de enfocar el problema del criterio de verdad, aclararemos el término de "verdad". En la vida diaria
hablamos de "oro verdadero", de "amigo verdadero", de "cuadro hermoso", etc. En todos estos casos
queremos afirmar que lo que es, "es". Y en eso cabalmente consiste la verdad.

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La historia de la filosofía nos expone numerosos criterios de verdad que adoptan los diferentes sistemas
filosóficos. Se pueden dividir en: a) Criterios externos y b) Criterios internos. Estos a su vez se subdividen
en: interno-subjetivos e interno-objetivos.

a. Teoría Correspondentista
La teoría de la verdad como correspondencia es quizás la teoría de la verdad más extendida. Según
esta teoría, la verdad consiste en una relación de adecuación o concordancia entre el entendimiento
que conoce y lo real conocido como realidad; junto con la expresión de un lenguaje (Lenguaje
apofántico que llamaba Aristóteles), lenguaje propio de la ciencia, que expresa la verdad del
conocimiento.
No obstante en la actualidad, la no aceptación de un conocimiento metafísico de lo real, hace que
esta teoría se considere referente a una oración o expresión lingüística que es verdadera cuando lo
que dice es el caso.
Ludwig Wittgenstein sostiene en su Tractatus logico-philosophicus que el lenguaje -como serie de
proposiciones lógicas- es una figura de la realidad.
Según la versión tomista de la adecuación, es el intelecto el que debe adecuarse a la realidad
(asimetría adecuacionista): debemos pensar las cosas conforme a lo que son. Así, la proposición
"llueve" será verdadera si, efectivamente, llueve en el momento en que se profiere; la proposición
"Dios existe" será verdadera si Dios existe, etc.

b. Teoría Coherentista
Las teorías coherentistas de la verdad afirman que una proposición es verdadera si es coherente con
el resto de las proposiciones del sistema del que forma parte. Así, la proposición «3 + 5 = 8» es
verdadera en la medida que es coherente con las reglas de la matemática elemental. Sin embargo,
este criterio no permite establecer la verdad de las reglas del sistema y, por tanto, sólo puede aplicarse
a los elementos de un sistema de reglas previamente establecido.
Una conocida objeción a la teoría coherentista es la que formuló Bertrand Russell: dado que tanto
una creencia como su negación guardarán coherencia con al menos un conjunto de creencias,
creencias contradictorias pueden ser juzgadas ciertas de acuerdo con la teoría coherentista. Pero
dado que ambas no pueden ser verdaderas al mismo tiempo (por ser contradictorias), se sigue que
la teoría no puede ser válida.
La mayoría de los teóricos de la coherencia no analizan todas las creencias posibles, sino sólo
aquellas que las personas realmente sostienen. En este caso, el problema principal de la teoría de la
coherencia de la verdad es cómo especificar este conjunto particular, dado que la verdad de las
creencias que realmente se tienen sólo puede determinarse por medio de la coherencia.

c. Teoría del Consenso


Las teorías del consenso sostienen que la verdad requiere un procedimiento o acuerdo previo, o
conocimiento previo de pautas, o en algunas versiones, que podría llegar a ser acordado por algún
grupo específico, siendo de especial relevancia el diálogo como aprendizaje de las condiciones de
"igualdad de habla".
Es muy difícil encontrar un filósofo que sostenga una teoría del consenso pura o, en otras palabras,
un tratamiento de la verdad que esté basado en el consenso real de una comunidad real sin más
calificativos. Las teorías puras del consenso son temas frecuentes de discusión, porque sirven de
puntos de referencia para discutir teorías alternativas.

d. Teoría pragmática
La teoría pragmáticas de la verdad afirman que una proposición es verdadera si resulta útil o funciona
en la práctica. Así, la proposición "En verano hace calor" es verdadera si constituye una buena guía
para la acción, esto es, si resulta útil para cualquier persona que la considere verdadera. Hay que
entender el criterio de utilidad como una apelación a comprobar en la práctica la verdad de las
proposiciones. Si sucede tal y como la proposición indica, entonces es verdadera. Así pues, según la
teoría de la utilidad, sólo podremos establecer la verdad de una proposición cuando la comprobamos
en la práctica. Esta exigencia no se produce en la teoría de la correspondencia, en la que una
proposición es verdadera si se corresponde con los hechos, aunque éstos no puedan comprobarse.
Como es obvio, la comprobación de una proposición está sujeta a ciertas limitaciones: primero ha de
ser verificable; además, la verificación no es infalible.

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e. Teoría Deflacionaria
La teoría deflacionaria de la verdad es una familia de teorías que comparten la afirmación de que las
aseveraciones que predican la verdad de una proposición en realidad no le atribuyen una propiedad
llamada verdad a dicha proposición o enunciado de la misma forma que se atribuye una propiedad a
un objeto cualquiera.
Las teorías que sostienen que la verdad es una propiedad de los portadores de verdad, tal como
interpretar que "algunas manzanas son rojas" equivale a afirmar que "el rojo es una propiedad de
algunas manzanas", se las llama teorías robustas (o inflacionarias) de la verdad.
Para tales teorías, la tarea es explicar la naturaleza de esa propiedad. Los criterios de verdad definen
qué se entiende por "verdad" y nos ayudan a decidir si una proposición es verdadera o falsa. Hay
diferentes criterios de verdad, aplicables a distintos tipos de proposiciones. Tales han sido
tradicionalmente las teorías acerca de la verdad.
En la actualidad algunos filósofos rechazan la idea de que la verdad es un concepto robusto en este
sentido. Desde este punto de vista, decir «"2 + 2 = 4" es verdad» es no decir más que «2 + 2 = 4», y
eso es todo lo que hay para decir acerca de la verdad. Estas posiciones son llamadas teorías
deflacionistas de la verdad (porque el concepto ha perdido valor) o también teorías
desentrecomilladoras (para llamar la atención a la mera «desaparición» de las comillas de citación en
casos como el del ejemplo de arriba). La preocupación más importante de estas visiones es aclarar
esos casos especiales donde parece que el concepto de la verdad tiene propiedades peculiares e
interesantes.
Desde este punto de vista, la verdad no es el nombre de alguna propiedad de las proposiciones —
algo sobre lo que uno podría tener una teoría. La creencia de que la verdad es una propiedad es sólo
una ilusión causada por el hecho de que tenemos que predicar "es verdad" en nuestro lenguaje. Como
la gran parte de los predicados nombran propiedades, nosotros asumimos de forma natural que "es
verdad" también lo es. Pero, de acuerdo con los deflacionistas, las declaraciones que parecen decir
la verdad realmente no hacen más que indicar estar de acuerdo con la declaración.

f. Teoría Constructivista
El constructivismo sostiene que la verdad es construida por procesos individuales y sociales sin
correspondencia biunívoca con las relaciones con el entorno. El conocimiento «no se recibe
pasivamente, ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación, sino que es construido
activamente por el sujeto cognoscente». «La función del conocimiento es adaptativa, en el sentido
biológico del término, tendiente hacia el ajuste o la viabilidad». «La cognición sirve a la organización
del mundo experiencial del sujeto, no al descubrimiento de una realidad ontológica objetiva».
Existe una exigencia de socialidad, en los términos de «una construcción conceptual de los “otros”»;
en este sentido, las otras subjetividades se construyen a partir del campo experiencial del individuo.
Según esta tesis, originada en Kant, la primera interacción debe ser con la experiencia individual.
Partiendo de la definición kantiana entre fenómeno y noúmeno el conocimiento es una construcción
mental. Todos los tipos de experiencia son esencialmente subjetivos, y aunque se puedan encontrar
razones para creer que la experiencia de una persona puede ser similar a la de otra, no existe forma
de saber si en realidad es la misma.

5. SOBRE LA ESENCIA DEL CONOCIMIENTO


Hablar de la esencia del conocimiento es plantear el problema de la relación sujeto-objeto. Hemos
entendido el conocimiento como una actividad del sujeto, por la cual pretende captar el sentido de los
objetos. El estudio de esa relación entre los dos elementos del conocimiento, su naturaleza y sus límites,
es lo que se han planteado algunos sistemas para elucidar la esencia del conocimiento.

a. El Objetivismo:
Para esta corriente, el objeto es el elemento decisivo entre los dos miembros de la relación
cognoscitiva; entonces el objeto determina al sujeto; el sujeto asume de cierta manera las propiedades
del objeto, reproduciéndolas en sí mismo. Esto supone al objeto como algo totalmente definido que
se presenta a la conciencia cognoscente. En esto reside la idea central del objetivismo; los objetos
están dados como una estructura completa; la conciencia no hace más que reconstruir esa estructura.
Para Husserl: “El reino de la verdad se divide, objetivamente, en distintas esferas. No está en nuestro
albedrío el modo y el punto de deslinde entre las esferas de la verdad.”
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b. El Subjetivismo:
El subjetivismo busca el fundamento del conocimiento en el sujeto, ubicando la esfera de las Ideas y
todo el conjunto de principios del conocimiento en el sujeto, que se convierte así en el punto del que
pende, la verdad del conocimiento. Se debe señalar que cuando se habla de sujeto, no significa un
sujeto concreto, individual, sino un sujeto de índole superior, trascendente.

c. El Realismo:
Es aquella postura epistemológica que afirma que existen cosas reales, independientes de la
conciencia. Esta posición tiene diversas modalidades:
 Realismo ingenuo: Llamado así porque no se encuentra influido por ninguna reflexión crítica acerca
del conocimiento; el problema esencial del sujeto y el objeto no existe para él; tampoco distingue
entre la percepción, que es un objeto de la conciencia y el objeto percibido y el objeto percibido, no
entiende que las cosas no nos son dadas en sí mismas, en su corporeidad, sino sólo como
contenidos de la percepción con los objetos, atribuye a unos las propiedades de los otros.. Así las
cosas son exactamente tal y como las percibimos. Son propiedades de las cosas en sí mismas,
independientemente de la conciencia que las percibe.
 Realismo Natural: Esta influido por reflexiones críticas respecto del problema del conocimiento, lo
que se evidencia en que no se identifica el contenido de la percepción y el objeto, sino que discrimina
uno del otro: Sin embargo establece que los objetos responden exactamente a los contenidos de la
percepción.
 Realismo Crítico: Para esta forma de realismo no es conveniente que las cosas converjan en los
contenidos del la percepción; sino más bien al contrario, que las cualidades o propiedades que
percibimos sólo por uno de los sentidos, existen únicamente en nuestra conciencia y surgen cuando
determinados estímulos externos actúan sobre los órganos de nuestros sentidos y se configuran
como reacciones de la conciencia, dependiendo naturalmente de ella misma, por lo que no tiene
carácter objetivo, sino subjetivo; sin embargo, es conveniente suponer en las cosas algunos
elementos objetivos y causales que nos den la pauta para explicar la aparición de estas cualidades.
De acuerdo con Hessen de que “la existencia del mundo real no descansa en el razonamiento
lógico, sino en la vivencia inmediata, en la experiencia que genera la voluntad”

d. El Idealismo:
El idealismo en el sentido epistemológico, sostiene que no existen cosas reales, independientes de
la conciencia; dado que se eliminan los objetos reales, quedan solamente dos clases de objetos: los
de la conciencia, que equivales a las ideas como imágenes y a los sentimientos; y los objetos ideales,
que son las entelequias de la lógica y de las matemáticas que llevan en sí, su principio y su fin.
El idealismo considera los objetos reales como objetos de la conciencia, o bien los mismos como
objetos ideales; de ahí resulta las dos formas del idealismo:
 Idealismo subjetivo o psicológico: Considera que toda la realidad se encuentra encerrada en la
conciencia del sujeto; así que las cosas son solamente contenidos de nuestra conciencia y por lo
tanto al dejer de ser percibidas dejan de existir; puesto que no poseen un ser independiente de
nuestra conciencia, que es lo único real.
 Idealismo objetivo o lógico: Parte de la conciencia objetiva de la ciencia, de acuerdo al método
de las obras científicas; así que el contenido de esta conciencia no es un complejo de procesos
psicológicos, sino la suma de pensamientos, de juicios. Dicho de otra manera, no hay nada
psicológicamente real, sino lógicamente ideal, como en un encadenamiento de juicios.

e. El Fenomenalismo:
En el tema del origen del conocimiento se encuentran frente a frente el racionalismo y el empirismo y
por lo que se refiere a su esencia se enfrentan el realismo y el idealismo; pero tanto como al origen
como a la esencia del conocimiento se han dado intentos para reconciliar estas posiciones opuestas.
Aquí nuevamente Kant, quien intentó mediar entre el realismo y el idealismo, lo mismo que entre el
racionalismo y el empirismo, donde su filosofía se presenta como un apriorismo o trascendentalismo;
pero como una mediación entre el idealismo y el realismo, se presenta como un fenomenalismo.
Conforme a esta teoría no conocemos las cosas como realmente son, en sí mismas, sino como se
nos aparecen.

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Para el fenomenalismo existen cosas reales , pero su esencia permanece desconocida para nosotros;
sólo podemos saber qué son las cosas; pero no lo que son.
De esta manera coincide con el realismo al admitir la existencia de las cosas reales; pero también
coincide con el idealismo en tanto que limita el conocimiento a la conciencia, a todo lo que es aparente,
de donde se deduce la imposibilidad del conocimiento auténtico de la realidad.

III- CONOCIMIENTO DE FUENTES

¿QUÉ PODEMOS CONOCER?

Mario Bunge. “Buscar la Filosofía en las Ciencias Sociales”

La tercera pregunta tiene tres posibles respuestas: todo, algo y nada. La primera respuesta constituye el
punto de vista de los fundamentalistas -religiosos y filosóficos, políticos y económicos- de que algunos
textos, si se interpretan de manera correcta, contienen todo lo que la humanidad puede o necesita
conocer. Esta tesis es falsa. Sabemos, por ejemplo, que nunca obtendremos un conocimiento exhaustivo
del pasado ni del presente, porque la mayoría de los hechos no se registran nunca, algunos documentos
se han destruido o perdido y otros se inventan, así como debido a la visión más o menos miope y sectorial
de los cronistas contemporáneos.

Lo opuesto al dogma de la omnisciencia -el nihilismo o la anarquía epistemológica (o escepticismo


radical)- también es falso, pues sucede que sí poseemos un considerable cuerpo de conocimientos
matemáticos, científicos, tecnológicos y humanísticos, que además están en expansión. La sola mención
de la lógica, la física, la química, la biología, la historia, la ingeniería y hasta la medicina es prueba
suficiente.

Entonces nos quedamos con la respuesta escéptica moderada de que podemos conocer algo. No todo,
porque nuestras fuentes son limitadas (por ejemplo, nuestros archivos no son completos), nuestros recursos
(especialmente los humanos) con frecuencia son pocos, nuestra curiosidad no siempre es lo suficientemente
sostenida, nuestro cerebro no siempre está a la altura de la tarea y algunas veces también porque ciertos
mitos filosóficos se atraviesan en el camino. Uno de esos mitos es la idea -sostenida por Vico, Dilthey,
Weber, Habermas y algunos pragmatistas- de que el hombre puede entender sólo lo que él produce, en
particular herramientas, ideas e instituciones sociales; la naturaleza, por ser extraña a las ideas y a los
propósitos, no es transparente al entendimiento humano. Esto es falso, porque, de hecho, a) sabemos
mucho más de la naturaleza que de la sociedad y b) las ciencias naturales son necesarias (aunque
insuficientes) para conocer cómo funcionan los agentes y los artefactos sociales (ya sean físicos o sociales).
El mito filosófico dual es que tal vez nunca llegaremos a conocer cómo piensan o sienten otras personas,
porque la experiencia subjetiva es privada; forma parte del dogma empirista de que el conocimiento es
experiencia. Este principio es falso, porque existe algo llamado conocimiento por descripción, además del
conocimiento por familiarización. En particular, podemos obtener conocimiento conceptual acerca de la
experiencia subjetiva: de esto trata la psicología. Naturalmente, yo no puedo sentir, percibir o pensar
exactamente de la misma manera que usted. Sin embargo, puedo tener una idea aproximada de cómo
siente, percibe o piensa usted, porque todos los cerebros humanos normales y todas las experiencias
humanas primarias son similares. De todos modos, el propósito de la indagación científica no es revivir las
experiencias de las personas, sino entender algunas de ellas, así como hechos inaccesibles a la experiencia.

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FORMACIÓN GENERAL

IV- ACTIVIDAD DE APLICACIÒN

1. ¿Cuáles son los problemas del conocimiento? ¿Qué respuestas se han dado a cada una?
2. ¿Con cuál de las ideas estás de acuerdo? ¿Por qué?

IV.- BIBLIOGRAFÍA

 Alvarracín, G. P. (2000). Bases epistemológicas de la educomunicación: definiciones y perspectivas de su


desarrollo. Editorial Abya Yala.
 Bunge, M. (1999). Buscar la filosofía en las ciencias sociales. Siglo XXI.
 Muñoz, J. (1999). La teoría evolucionista del conocimiento. Editorial Complutense.
 Romeo, S. R. (1996). Teoría del conocimiento. Ediciones AKAL.
 Salmerón, F., & Filosóficas, U. N. A. de M. I. de I. (2000). Ensayos de filosofía moderna y contemporánea. UNAM.
 Sanguineti, J. J. (2005). El conocimiento humano: una perspectiva filosófica. Ediciones Palabra.
 TEORIA DEL CONOCIMIENTO. (s.d.). . Recuperado Abril 13, 2011, a partir de
http://www.robertexto.com/archivo11/conocimiento.htm
 Teoría del conocimiento. (s.d.). . Recuperado Mayo 1, 2011, a partir de http://html.rincondelvago.com/teoria-del-
conocimiento_4.html
 Verdad - Wikipedia, la enciclopedia libre. (s.d.). . Recuperado Mayo 1, 2011, a partir de
http://es.wikipedia.org/wiki/Verdad#Teor.C3.ADas_actuales_acerca_de_la_verdad
 Vega, J. R. A. (2003). Filosofía mínima. Editorial Ariel.
 YouTube - MATRIX. La elección de Neo. Pastilla roja o azul. Tu eliges. (s.d.). . Recuperado Abril 13, 2011, a partir
de http://www.youtube.com/watch?v=bxyZ5mFIv8A&feature=related
 Epistemología - Teoría del conocimiento - Monografias.com. (s.d.). . Recuperado Mayo 1, 2011, a partir de
http://www.monografias.com/trabajos/epistemologia2/epistemologia2.shtml

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