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La pregunta por el proyecto conductor “de la entidad del ente que sustenta y sobrepasa
inicialmente toda la historia de la metafísica, reconoceremos el carácter metafísicamente
necesario y definitivo de la doctrina del eterno retornod e lo mismo. La determinación de la
conexión de esta doctrina con el pensamiento fundamental de la voluntad de poder hace que la
filosofía de Nietzsche aparezca como la eminente posición histórica final de la metafísica
occidental”(12). Se parte de la necesidad de confrontación en la cual y para la cual la metafísica
occidental, en cuanto a totalidad de una historia acabada, se retrotrae a lo esencialmente sido,
es decir, a su definitivo carácter futuro. (…)
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La voluntad de poder es la esencia del poder mismo. Consiste en la sobrepotenciación del poder
que lleva al acrecentamiento de sí mismo que queda a su disposición. La voluntad no es algo que
éste fuera del poder sino la orden de detentar el poder que domina en la esencia del mismo.
(…). Pensar el ser, la entidad del ente, como voluntad de poder significa: comprender el ser
como un desligarse del poder en su esencia, de modo tal que el poder que ejerce el poder
incondicionadamente poner al ente, en cuanto a lo objetivamente eficaz, en una preeminencia
exclusiva frente al ser y deja que éste caiga en el olvido”. (13)
La voluntad de poder es la esencia del poder mismo. Consiste enla sobrepotenciación del poder
que lleva al acrecentamiento de sí mismo que queda a su disposición. La voluntad no es algo que
estéfuera del poder sino la orden de detentar el poder que domina en laesencia del mismo. La
determinación metafísica del ser como vo-luntad de poder queda impensada en cuanto a su
contenido decisivoy cae presa de malentendidos mientras se ponga al ser sólo comopoder o sólo
como voluntad y se explique la voluntad de poder enel sentido de una voluntad como poder o de
un poder como volun-tad. Pensar el ser, la entidad del ente, como voluntad de poder signi-fica:
comprender el ser como un desligarse del poder en su esencia,de modo tal que el poder que
ejerce el poder incondicionadamentepone al ente, en cuanto a lo objetivamente eficaz, en una
preemi-nencia exclusiva frente al ser y deja que éste caiga en el olvido.
Introducción
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esta una caracterización del ámbito pensante del que nace la doctrina y una descripción de
la “forma” que presenta”: y segundo, cuestionar “en qué medida con esta doctrina se adopta
una posición fundamental”.
“Todos hablan de mí, pero nadie piensa en mí”. (AHZ, 2007: 102)
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En el caso de las demostraciones nietzscheanas, ha sido cómodo abandonar el
pensar sin comprometerse, cosa que les ha sucedido a quienes han tratado de buscar la
demostración en las ciencias naturales, como un extravío –reconocido- del propio
Nietzsche. Heidegger expresa un rechazo hacia las demostraciones “científico-naturales”
del pensamiento del eterno retorno de lo mismo en Nietzsche, a las que considera que a
pesar de sus pretensiones de objetividad, no aciertan con el objeto, con la “cosa que tratan”.
Una cita confirma su punto de vista: “Preguntamos: ¿Dejando de lado completamente la
cuestión de su acierto y de su «bondad», es esta demostración una demostración
«científico-natural»? ¿Qué tiene de «científico-natural»? Respuesta: absolutamente nada”.
(N 2000: 301).
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mostrando que el modo como es el ente en su totalidad resulta de lo que se denomina
como la constitución de la totalidad del mundo. La constitución de esta totalidad
fue presentada anteriormente en las demostraciones de la doctrina del eterno
retorno.
“Del carácter general de la fuerza se desprende la finitud (el carácter cerrado) del
mundo y su devenir. De acuerdo con esta finitud del devenir, resulta imposible que
el suceder universal continúe y se aleje hacia el infinito. Por lo tanto, el devenir del
mundo tiene que volver sobre sí” (N 2013: 300). Con respecto a este punto, esclarece
hasta cierto punto la relación entre la “voluntad de poder”, ¿cuáles son sus límites, si
la voluntad de poder corresponde, a un querer que quiere siempre el querer, que
corresponde a un acrecentamiento?, así como a la conexión entre “voluntad de
poder” y “eterno retorno de lo mismo”, a partir de la pregunta por el tiempo.
“Ahora bien, el devenir del mundo transcurre en un tiempo sin fin (infinito), tanto
hacia adelante como hacia atrás, tiempo que tiene un carácter real”. No existe una
forma de equilibrio en un estado de quietud, situación que no ha sido alcanzada y
que tampoco puede existir en absoluto. “Por lo tanto, el devenir del mundo, al ser
finito y al mismo tiempo volver sobre sí, es un devenir constante, es decir, eterno.
Pero puesto que este devenir del mundo, en cuanto devenir finito, acontece
constantemente en un tiempo infinito, y puesto que no acaba una vez que ha
agotado sus posibilidades finitas, desde entonces ya tiene que haberse repetido, más
aún, tiene que haberse repetido una infinidad de veces y seguirse repitiendo del
mismo modo en el futuro. Dado que la totalidad del mundo es finita en cuanto a las
formas de su devenir, pero a nosotros nos resulta prácticamente inconmensurable,
las posibilidades de su variación de su carácter general son solo finitas, pero para
nosotros tienen siempre la apariencia de infinitud, puesto que son inabarcables, y
por lo tanto la apariencia de algo siempre nuevo. Y puesto que la conexión de
efectos entre los procesos del devenir individuales, finitos por su número, es
cerrada, cada proceso, en su vuelta atrás, arrastra todo lo pasado y, al actuar hacia
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adelante, simultáneamente lo empuja. Esto implica: todo proceso del devenir tiene
que volver a traerse a sí mismo; él y todo lo demás retorna como lo mismo. El eterno
retorno de la totalidad del proceso del devenir tiene que ser un retorno de lo
mismo.” (N 2013: 300).
El retorno de lo mismo solo sería imposible, afirma Heidegger, si pudiera evitarse, de tal
manera que el mundo en su totalidad se resistiera al retorno de sí mismo. Sin embargo, esta
suposición va en contra de la constitución fundamental del mundo en su totalidad como un
caos de la necesidad. “Permanece, por lo tanto, lo que ya había resultado como algo
necesario: el carácter del devenir, y esto quiere decir aquí al mismo tiempo el carácter del
ser del mundo en su totalidad en cuanto eterno caos de la necesidad es el eterno retorno de
lo mismo” (N 2013: 301).
2. Relación entre filosofía y ciencia con respecto a la doctrina del eterno retorno
Los conceptos de fuerza, finitud, igualdad, retorno, devenir, espacio, tiempo, caos y
necesidad; no tienen relación con la “ciencia natural”, dado que desde el ámbito científico,
dichos conceptos están sustraídos del ámbito de su preguntar y su forma de demostrar. De
hecho, no podría decirnos algo a menos que implique la pregunta por la ciencia misma, lo
que ocurriría en el campo de la filosofía. La siguiente cita es pertinente: “(…). El que toda
ciencia en cuanto tal, es decir en cuanto la ciencia que es, le sean inaccesibles sus conceptos
fundamentales está en conexión con el hecho de que ninguna ciencia puede decir algo sobre
ella misma con sus propios medios científicos” (N 2013: 302).
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Por el contrario, el fundamento de la ciencia tiene que ser aquello que la filosofía
fundamenta: la cognoscible verdad del ente en cuanto tal. Por tanto, una ciencia que es filosófica,
se pregunta por la verdad del ente, y se mueve en el interior de las posiciones
fundamentales respecto del ente y hace que éstas se vuelvan efectivas en su trabajo (N
2013: 302). Una ciencia de vuelve filosófica cuando adquiere el ámbito de pensar propio de
una filosofía, siendo su ámbito el que permita abordar el preguntar científico; y en la
medida en que la fuerza interrogativa de la ciencia, se dirija
con el pensamiento a sus propios orígenes, con el fin de determinar los pasos en su
quehacer.
En principio, las reflexiones anteriores no parecen haber dado cuenta del proceso
demostrativo del eterno retorno ni del razonamiento detrás de su demostración. Este
proceso ha consistido en partir de un conjunto de proposiciones sobre las constituciones
del ente en su totalidad, del que salieron elementos sobre el modo de ser del ente, y con
esto, una necesidad del eterno retorno en su totalidad. Lo que intenta esclarecer Heidegger
es que a diferencia de la ciencia, que trata un determinado ámbito del ente y un determinado
respecto de éste, la filosofía piensa en la totalidad en el que todos los entes estén –de
antemano y necesariamente- incluidos. La lógica y actitud pensante de la filosofía es
totalmente diferente.
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determinación de la totalidad del mundo como totalidad que retorna como lo mismo se
vuelve visible la esencia del mundo como eterno caos de la necesidad?” La forma que adopta
la demostración son parte del despliegue de un proyecto, dado que las tesis de ésta se
encuentran en el proyecto del ente en su totalidad en dirección del ser como lo que retorna
eternamente como lo mismo. Esta interpretación es caracterizada por Heidegger, como el
núcleo del pensamiento nietzscheano como pensamiento metafísico.
“(…). Se decide a favor de las dos opciones, tanto de la voluntad de deshumanización del
ente en su totalidad como el de la voluntad de tomarse en serio la esencia del hombre como
un “estar en el ángulo”. Nietzsche se decide en favor de la unión de ambas voluntades.
Nietzsche se decide en favor de la unión de ambas voluntades, Exige al mismo tiempo la
suprema humanización del ente y la extrema naturalización del hombre (N, 2000: 308)”.
1 “El hombre es comprendido como “el que está en un ángulo” (Ecken-steher) (N, 2000: 307).
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En consecuencia son importantes: el ángulo desde el hombre ve y desde dónde se
determine el lugar de tal ángulo; el horizonte de la posible deshumanización del ente en su
totalidad; cómo la visión del ente en su totalidad dice algo sobre el ángulo en el que se sitúa
el hombre.
Pensar el pensamiento más grave equivale a aquello que es pensado no puede separarse
de cómo es pensado, que el que está determinado por el cómo, y que también, inversamente,
el cómo está determinado por el qué. Una demostración del eterno retorno de lo mismo
tiene que determinarse exclusivamente a partir de la pregunta por la esencia propia de este
pensamiento de los pensamientos.
Por último, la inseparabilidad del cómo del pensar y el qué de lo que debe pensarse, implica
también una distinción entre el contenido doctrinal teórico de un pensamiento y su efecto
práctico, puesto que el pensar del pensamiento, exige que el hombre, penetre en el ejercicio
del pensar mismo, se determine a sí y determine su ángulo desde lo pensado,
simultáneamente.
Bibliografía
Heidegger, Martin. Nietzsche, traducción de Juan Luis Verma, Barcelona, Ediciones Destino,
2000. (N)
Nietzsche, Friederich. Así habló Zarathustra, traducción de Andrés Sánchez Pascual. Madrid,
Alianza, 2007. (AHZ)