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Sébastien Perrot-Minnot *
Resumen
* Académico Correspondiente.
Introducción
En 1927, en Folsom, Nuevo México (Estados Unidos), una excavación arqueo-
lógica reveló una punta de proyectil entre las costillas de una especie extinta de
bisonte. Quedó demostrado así, después de décadas de violentas controversias,
que el ser humano ya vivía en América durante la “Era de Hielo”. Nuevos
horizontes se abrían para la investigación científica… Hoy en día, el pobla-
miento inicial del continente americano representa uno de los temas más deba-
tidos, en el vasto campo de los estudios de la América precolombina.
Las evidencias actuales, proporcionadas por varias disciplinas, indican
que el Homo sapiens rebasó los limites orientales de Asia en el Pleistoceno
Superior, durante la glaciación de Wisconsin (aproximadamente 80,000-11,000
años atrás). Su migración lo condujo a Beringia, una masa continental que unía
entonces el noreste de Asia y el noroeste de América. Con toda probabilidad,
nuestra especie empezó a colonizar el continente americano, más allá de Berin-
gia, después del “Último Máximo Glacial”, ocurrido hace unos 21,000 años, y
antes de 15,000 cal BP (años antes del presente, según dataciones por radiocar-
bono calibradas). 1 Por cierto, si tomamos en cuenta las dataciones rigurosas y
drial DNA Provides High-Resolution Time Scale of the Peopling of the Americas”.
Science Advances, vol. 2, No. 4, e1501385, 2016
2 Goebel, et al., op. cit.; Michael R. Waters, Steven L. Forman, Thomas A. Jennings,
Lee C. Nordt, Steven G. Driese, Joshua M. Feinberg, Joshua L. Keene, Jessi Halligan,
Anna Lindquist, James Pierson, Charles T. Hallmark, Michael B. Collins y James E.
Wiederhold. “The Buttermilk Creek Complex and the Origins of Clovis at the Debra
L. Friedkin Site, Texas”. Science, vol. 331, No. 25, 2011, pp. 1599-1603.
3 Dillehay et al., op. cit.
10 Sébastien Perrot-Minnot
7 Michael R. Waters y Thomas W. Stafford, Jr.: “Redefining the Age of Clovis: Im-
plications for the Peopling of the Americas”. Science, vol. 315, No. 5815, 2007, pp.
1122-1126; Waters et al., 2011, op. cit.
8 Es decir, para el autor, la región que abarca desde el istmo de Tehuantepec (México)
a la zona del Darién (Panamá).
12 Sébastien Perrot-Minnot
Figura 2: Ubicación
de sitios paleoindios
de América Central
mencionados en el
artículo. Fondo de
mapa: d-maps.com.
dencia aducida parece muy frágil. La presencia del ser humano en América
Central antes de la “era Clovis” tampoco ha podido ser esclarecida por estu-
dios paleoambientales.
ren que el ser humano empezó a colonizar el Nuevo Mundo (más allá de
Beringia) entre 21,000 y 15,000 cal BP, y con más probabilidad, alrededor
de 16,000 cal BP. 28 Por cierto, resulta difícil de concebir que individuos se
hayan lanzado a esta aventura antes de 17,000 cal BP, cuando mantos de
hielo invadían todavía la costa del Pacífico del sureste de Alaska y de Cana-
dá, y las tierras interiores canadienses 29 (Figura 5). Si consideramos que
Monte Verde (Chile) fue ocupado hacia 14,500 cal BP, podemos concluir
que la migración del Homo sapiens del norte al sur del continente fue bas-
tante rápida. En este esquema, el hombre descubrió necesariamente América
Central hace más de 14,500 años.
28 Goebel et al., op. cit.; Fagundes et al., op. cit.; Llamas et al., op. cit.
29 Hoffecker y Elias, op. cit.
El poblamiento inicial de América Central 19
33 Erlandson, et al., 2008, op. cit.; Erlandson y Braje, op. cit.; Mackie et al., op. cit.;
Michael F. Rondeau. “Finding Fluted-point Sites in the Arid West”. PaleoAmerica,
vol. 1, No. 2, 2015, pp. 209-212.
34 David G. Anderson y Thaddeus G. Bissett. “The Initial Colonization of North
America: Sea Level Change, Shoreline Movement, and Great Migrations”. En,
Mobility and Ancient Society in Asia and the Americas, M. D. Frachetti y R. N.
Spengler III, eds. (New York: Springer Press, 2015), pp. 59-88.
35 Robert L. Kelly y Lawrence C. Todd. “Coming into the Country: Early Paleoindian
Hunting and Mobility”. American Antiquity, vol. 53, No. 2, 1988, pp. 231-244;
Haynes, op. cit.; Donald K. Grayson y David J. Meltzer. “Clovis Hunting and Large
Mammal Extinction: a Critical Review of the Evidence”. Journal of World Prehistory,
vol. 16, No. 4, 2002, pp. 313-359; Nicole M. Waguespak y Todd A. Surovell. “Clovis
Hunting Strategies, or How to Make out Plentiful Resources”. American Antiquity,
vol. 68, No. 2, 2003, pp. 333-352; Todd A. Surovell y Nicole M. Waguespack. “Hu-
man Prey Choice in the Late Pleistocene and its Relation to Megafaunal Extinctions”.
En, American Megafaunal Extinctions at the End of the Pleistocene. Vertebrate Pa-
leobiology and Paleoanthropology (G. Haynes, ed.), pp. 77-105. Dordrecht, Springer,
2009; John D. Speth, Khori Newlander, Andrew A. White, Ashley K. Lemke y Lars E.
Anderson. “Early Paleoindian Big-game Hunting in North America: Provisioning or
Politics?”. Quaternary International, doi: 10.1016/j.quaint.2010.10.027. 2010.
36 Surovell y Waguespack, op. cit.; Speth et al., op. cit.
El poblamiento inicial de América Central 21
42 Kelly y Todd, op. cit.; Juliet E. Morrow y Toby A. Morrow. “Geographic Variation
in Fluted Projectile Points: A Hemispheric Perspective”. American Antiquity, vol.
64, No. 2, 1999, pp. 215-231; Ranere, op. cit.; Goebel et al., op. cit.
43 Meltzer, op. cit., pp. 213, 280.
El poblamiento inicial de América Central 23
abiertas que las de hoy (sin tomar en cuenta el impacto antrópico). 44 Los
ecosistemas correspondientes albergaban una megafauna variada, que resul-
taba de una mezcla de especies originarias de Norte y Sudamérica. 45 Sin
embargo, en América Central, la población de grandes mamíferos era talvez
menos densa que en América del Norte, debido a las limitaciones impuestas
por la topografía y el medio ambiente tropical. 46
Ya que las precipitaciones eran más bajas, y los ríos y puntos de agua
dulce, menos numerosos, la búsqueda del vital líquido debía ser un motivo
de preocupación mayor. Uno de los entornos donde era posible abastecerse
ampliamente en agua era la alta montaña, ya que ésta se cubría de nieve y
hielo; la sierra volcánica centroamericana poseía, incluso, glaciares. 47 Esto
podría explicar, al menos en parte, la presencia de campamentos paleoindios
a más de 3,000 m de altitud, en Guatemala. 48 Las tierras altas brindaban
también apreciables oportunidades para la cacería. La misma representaba,
sin duda, una valiosa fuente de alimentos. Pero como la caza mayor era, al
parecer, menos abundante en América Central que en América del Norte,
podemos suponer razonablemente que los primeros habitantes del istmo
recurrieron menos a la cacería, y modificaron en consecuencia sus estrate-
gias de subsistencia; Anthony Ranere considera que la explotación de espe-
cies animales acuáticas y de plantas pudo experimentar un desarrollo tem-
prano, en América Central. 49 Por lo demás, la región ofrecía profusos yaci-
mientos de rocas sedimentarias y volcánicas duras, que podían ser aprove-
50 Ibid.
51 Dillehay et al., op. cit.
52 Meltzer, op. cit., pp. 253, 302, 303
53 Pearson, 2002; Pearson, 2004; Michael K. Faught. “Paleoindian Archaeology in
Florida and Panama: Two Circum-Gulf Regions Exhibiting Waisted Lanceolate
Projectile Points”. En, Paleoindian Archaeology: A Hemispheric Perspective, J.
Morrow y C. Gnecco, eds. (Gainesville: University Presses of Florida, 2006), pp.
164-183.; Perrot-Minnot, 2012, op. cit.
54 Ranere, op. cit.
55 Collins y Ayala, op. cit.; Hugo G. Nami. “Paleo American Finds from Venezuela:
Evidence to Discuss the Spread of Fell Points and the Peopling of Northern South
America”. Cadernos do Ceom, vol. 29, No. 45, 2016, pp. 212-219.
56 Zeitlin, op. cit.; Schobinger, op. cit.
El poblamiento inicial de América Central 25
Discusión
57 Pearson, 2002; Pearson, 2004; Faught, op. cit.; Nami, op. cit.
58 Jaimes, op. cit.; Pearson, 2004
59 Waters et al., 2011, op. cit.
26 Sébastien Perrot-Minnot
Agradecimientos