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NRC: 1922

INTEGRANTES:
 PEREYRA MORALES, Valeria Alexandra

CURSO:
 GESTION DE LA INFORMACION

PROFESOR:
 CHIABRA DONOSO, CARLOS ENRIQUE

AÑO:

2018
Profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el autor, que se
había doctorado con una tesis sobre las memorias de los soldados medievales,
nos presenta ahora un ensayo divulgativo para determinar los principales hitos
de la historia del Homo sapiens, desde su aparición hace 200.000 años hasta el
momento actual. Naturalmente, un relato de este tipo lleva consigo señalar sólo
los acontecimientos más relevantes, dejar largos periodos casi en blanco y
asignar un holgado espacio a la interpretación personal de los hechos. Al mismo
tiempo, si quiere garantizarse un público amplio, debe echar mano de unos
recursos expositivos que combinen las abundantes lecturas con un lenguaje
directo y desenfadado, lo que constituye sin duda uno de los principales
atractivos de la obra.

Dividida en cuatro partes, la primera nos enfrenta con los orígenes del mundo
(campo para la física, la química y la biología), con la aparición sobre la Tierra del
género Homo, con su evolución hasta llegar al triunfo del Homo sapiens sobre
otras especies humanas (que quedaron extinguidas) y animales (a la
aniquilación de muchas de las cuales contribuyó de forma efectiva como
mayor serial killer de la Tierra), mientras se producía una "revolución cognitiva"
con la creación de un lenguaje ficcional como fundamento de su superioridad (el
punto "en el que la historia declaró su independencia de la biología").

La segunda parte trata de la revolución neolítica, aquí llamada “revolución


agrícola”, es decir, ese momento que transformó la sociedad de cazadores-
recolectores nómadas en otra de agricultores y pastores sedentarios, hace unos
10.000 años. Ahora bien, este escalón del progreso humano se complementó
con la aparición de organizaciones complejas para ordenar la producción y la
distribución de los acrecentados bienes, lo que conllevó inevitablemente la
jerarquización de los grupos, de modo que las clases superiores (reyes,
sacerdotes, administradores, grandes propietarios) tendieron a la discriminación
y la opresión de las masas de trabajadores. Aquí el autor abre un espacio para el
estudio del patriarcado, es decir, del predominio del hombre sobre la mujer, que
las sucesivas ideologías han tratado de legitimar como el “orden natural de las
cosas”, que ni es orden ni es natural, sino una forma más del dominio histórico
de los grupos más poderosos sobre los más débiles.

La tercera parte ya nos lleva a la edad moderna, al periodo de la primera


globalización y de la aparición de los grandes imperios mundiales, como el
español o el británico. Imperios que tienen su base en la ambición, es decir, en
el dinero, por mucho que se disimule bajo la capa de la "pesada carga del
hombre blanco" de evangelizar, de civilizar o de democratizar a otros pueblos.
Aquí entre un largo y lúcido discurso sobre el papel de las religiones, en el que
se hace una discreta apología de los politeísmos (que conllevan una abundante
dosis de tolerancia) y se clama contra el fanatismo de los monoteísmos
(insistiendo más, es cierto, en el cristianismo y el islam que en el judaísmo por
razones obvias) y sus productos: la intolerancia para los que no acepten su
verdad única, los antagonismos internos, las guerras santas. Con algún ejemplo
verificable: los emperadores romanos mandaron menos cristianos a los leones
en tres siglos que los cristianos a otros cristianos a la muerte en sólo 24 horas,
las del día de San Bartolomé, tan celebrado por los (supuestamente caritativos)
magnates católicos, incluyendo el Papa de Roma.

El último apartado se dedica a la "revolución científica", aunque no se limita a


este episodio situado tradicionalmente en el siglo XVII europeo, sino a todos los
hallazgos de los últimos 500 años en el terreno de la ciencia. Esta laxitud
conceptual le permite hacerse cargo igualmente de los grandes avances
tecnológicos desde los generados por la revolución industrial hasta los más
recientes de la ingeniería genética, como la recreación de un cerebro humano
dentro de un ordenador o la búsqueda, si no de la inmortalidad, sí al menos de
la “a mortalidad” implícita en el Proyecto Gilgamesh y otras posibilidades
abiertas a los modernos Frankensteins. Y también de las limitaciones de este
nuevo poder del hombre, que acelera el deterioro climático, que agrede a su
propio hábitat, que se obsesiona por las cifras de la macroeconomía, pero al
mismo tiempo se despreocupa de la felicidad cotidiana de millones de
individuos.

Es imposible que nadie esté completamente de acuerdo con todas las


afirmaciones de este libro aparte del propio autor. Faltan ingredientes, como la
aportación del espíritu griego a la cultura universal, la influencia del
Renacimiento en la génesis de la revolución científica en sentido estricto, el
valor de las utopías como motores del progreso humano… Hay acentos y énfasis
que no todos pueden compartir: la equiparación como constructos semejantes
de los mitos religiosos y la Declaración de los Derechos del Hombre, la
minimización de los conflictos bélicos actuales (máxime estando Gaza tan cerca)
… Sin embargo, no se puede tener todo en la vida, especialmente si se trata de
un libro de 500 páginas sobre la historia universal.

Por el contrario, su ensayo resulta original y provocativo en numerosos aspectos


y propone muchas cuestiones dignas de meditación. Lo más sugestivo es quizá
su relativismo (la inexistencia de verdades absolutas suplidas por meras
convenciones) y su ateísmo implícito: todas las religiones son meras ficciones, la
naturaleza es el reino de la crueldad y no de la ética, "la belleza de la teoría
de Darwin es que no necesita suponer la existencia de un diseñador inteligente",
como lo es la belleza de la teoría de Laplace en relación con el universo.
Algunos de los argumentos que Harari somete a consideración del lector son:

 que los sapiens prehistóricos llevaron a las otras especies del género
homo, como los neandertales, a la extinción;

 que los sapiens son los responsables de la práctica extinción de la mayor


parte de la megafauna original en Australia y América cuando llegaron allí;

 que la revolución agrícola, que comenzó con la promesa de mejorar las


condiciones de vida, resultó en realidad una trampa para la mayoría de las
personas, aunque multiplicó la población humana;

 que la agricultura se originó en al menos cinco sitios independientes


distintos y no en uno solo;

 que el hombre no domesticó el trigo, sino que el trigo ha conseguido que


el hombre cuide de él y se extienda por todo el globo, en lugares donde
nunca hubo;

 que eran más felices los recolectores-buscadores que los agricultores;

 que la dieta de los recolectores-buscadores era más variada que la de los


agricultores;

 que el dinero es un sistema basado en la confianza mutua; no se trata de


que uno crea en el dinero, sino de que uno crea que los demás creen en el
dinero;

 que los sistemas políticos y económicos son en realidad religiones más


que teorías o ideologías económicas;

 que el imperio ha sido el sistema político de más éxito de los últimos


2000 años;

 que el dinero, los imperios y las religiones son los poderes que unifican el
mundo;

 que gran parte del éxito de la especie Homo sapiens se debe a su


capacidad de cooperar a gran escala, lo que logra principalmente a través de
los poderes unificadores (dinero, imperio y religiones);

 que el tratamiento de los animales domesticados es uno de los peores


crímenes de la historia;

 que la gente no es mucho más feliz hoy que en épocas pasadas, 6 y


 que los humanos están actualmente en proceso de convertirse en dioses
a causa de nuestra capacidad de crear la vida.

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