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Todos hemos oído hablar de los minerales o cristales naturales. Los encontramos a diario sin
necesidad de acudir a un museo. Una roca y una montaña están constituidas por minerales, tan
cristalinos como el azúcar de un terrón, un trozo de porcelana o el oro y el brillante de un anillo. Sin
embargo, sólo en ocasiones el tamaño de los cristales es lo suficientemente grande para llamar
nuestra atención, como es el caso de estos bonitos ejemplares:
Si bien el lector puede continuar sin problemas con la lectura de estas páginas, es posible que
alguien se haga preguntas sobre cuál ha sido el desarrollo histórico de nuestro conocimiento
primigenio sobre los cristales, y para ello le ofrecemos el apartado que podrá consultar a través de
este enlace.
Los griegos llamaron cristal al cuarzo, κρνσταλλοσ (crystallos = frío + goteo), es decir,
carámbanos de extraordinaria dureza y muy fríos. Pero la formación de cristales no es exclusiva de
los minerales, y los encontramos también (aunque no necesariamente de modo natural) en los
compuestos llamados orgánicos, e incluso en los ácidos nucléicos, en las proteínas, en los virus...
El estado cristalino de la materia
es el de mayor orden, es
decir, aquel en donde las
correlaciones internas son
mayores y a mayor rango de
distancias. Y esto se refleja en
sus propiedades que son
anisotrópicas y discontínuas.
Suelen aparecer como entidades
puras, homogéneas y con
formas geométricas definidas
(hábitos) cuando están bien
formados. Sin embargo, aquí una
vez más, "el hábito no hace al
monje" y su morfología externa
no es suficiente para evaluar la
denominada cristalinidad de un
material.
La secuencia de fotografías
animadas (incluidas en el
recuadro de la izquierda)
muestra, de modo repetitivo,
el proceso de crecimiento de
cristales de lisozima (una
proteína muy estable) desde un
medio acuoso. La duración del
proceso real, que en su pantalla
es de escasos
segundos, corresponde
aproximadamente a unos 30
minutos.
Con todo ello, nos preguntamos, ¿cuál es la peculiaridad que diferencia a los cristales de otros
tipos de materiales?. Pues bien, la denominada estructura cristalina está caracterizada
microscópicamente por la agrupación de iones, átomos o moléculas según un modelo de
repetición periódica, y el concepto de periodicidad es sencillo de entender si pensamos en los
motivos de una alfombra oriental, dibujos de la Alhambra, una formación de tipo militar...
Si nos fijamos con detenimiento, en estos dibujos hay siempre una fracción de los mismos que se
repite. Pues bien, en los cristales, los átomos, los iones o las moléculas se empaquetan dando
lugar a motivos que se repiten desde cada 5 Angstrom hasta las centenas de Angstrom (1
Angstrom = 10-8 cm), y a esa repetitividad, en tres dimensiones, la denominamos red cristalina. El
conjunto que se repite, por traslación ordenada, genera toda la red (todo el cristal) y lo
denominamos celdilla elemental ó celdilla unidad. Para generalizar, su contenido (átomos,
moléculas, iones), o sea el motivo que se repite, puede describirse por un punto (el punto reticular)
que representa a todos y cada uno de los constituyentes del motivo. Por ejemplo, cada soldado
sería un punto reticular. En la materia condensada, un monocristal es un dominio, generalmente
poliédrico, de un medio cristalino.
Pero hay ocasiones en las que la repetitividad se rompe, no es exacta, y precisamente esa
característica es lo que diferencia a los cristales de los vidrios o en general de los llamados
materiales amorfos (desordenados o poco ordenados)...
Modelo atómico en un material ordenado (cristal) Modelo atómico de un vidrio
En la estructura cristalina (ordenada) de los materiales inorgánicos, los motivos repetitivos son
átomos o iones enlazados entre sí, de modo que generalmente no se distinguen unidades aisladas
y de ahí su estabilidad y dureza (cristales iónicos, fundamentalmente)...
Estructura cristalina de un material inorgánico: el alfa-cuarzo
En las proteínas también existen unidades moleculares, como en los materiales orgánicos, pero
mucho más grandes. Las fuerzas que unen estas moléculas son también similares, pero su
empaquetamiento en los cristales deja muchos huecos que se rellenan con agua no ordenada y de
ahí su extrema inestabilidad.
Estructura cristalina de una proteína: AtHal3.
Se muestran los grandes huecos que deja el empaquetamiento cristalino
Los distintos modos de empaquetamiento en un cristal dan lugar a las llamadas fases polimórficas
(fases alotrópicas para los elementos), que confieren a los cristales (a los materiales) distintas
propiedades. Por ejemplo, de todos son conocidas las distintas apariencias y propiedades del
elemento químico Carbono, que se presenta en la Naturaleza en dos formas cristalinas muy
diferentes, el diamante y el grafito:
El grafito es negro, blando y un lubricante excelente, lo que sugiere que sus átomos deben estar
distribuidos (empaquetados) de un modo que puedan entenderse sus propiedades. Sin embargo,
el diamante es transparente y muy duro, por lo que debe esperarse que sus átomos estén muy
fijamente unidos. En efecto, sus estructuras sub-microscópicas (a nivel atómico) dan cuenta de sus
diferencias...
Diamante, con estructura muy compacta
Grafito, con estructura atómica en láminas
En el diamante, cada átomo de carbono está unido a otros cuatro en forma de una red
tridimensional muy compacta (cristales covalentes), de ahí su extrema dureza y su caracter
aislante. Sin embargo, en el grafito los átomos de carbono están distribuidos en forma de capas
paralelas separadas entre sí mucho más de lo que se separan entre sí los átomos de una misma
capa. Debido a esta unión tan debil entre las capas atómicas del grafito, los deslizamientos de
unas frente a otras ocurre sin gran esfuerzo, y de ahí su capacidad lubricante, su uso en lapiceros
y su utilidad como conductor.
Y, hablando de conductores, en los cristales metálicos los átomos de metal se estructuran de forma
que hay electrones deslocalizados que dan cohesión al conjunto y que son responsables de sus
propiedades eléctricas.
Un cuasicristal es una estructura "ordenada", pero no totalmente periódica como lo son los cristales
típicos. Los patrones de repetición (formados por conjuntos de átomos, etc.) de los materiales
cuasicristalinos pueden llenar todo el espacio disponible de forma contínua, pero carecen de la
propiedad de repetición exacta por translación. Además, en lo que a la simetría se refiere, mientras
que los cristales, de acuerdo con las leyes de la cristalografía clásica, pueden poseer ejes de
rotación de orden 2, 3, 4 y 6, solamente, los cuasicristales muestran también otros órdenes
de simetría de rotación, como por ejemplo, ejes de orden 10.
A los lectores avanzados les referimos al contenido de las páginas preparadas por Paul J, Steinhardt
en la Universidad de Princeton.
El Premio Nobel de Química de 2011 se otorgó a Daniel Shechtman por el descubrimiento de los
cuasicristales en 1984.
Hay, obviamente, muchas preguntas que el lector se habrá hecho si ha llegado hasta este punto, y
una de las más obvias es: ¿cómo llegamos a conocer la estructura interna de los cristales?.
Pero la respuesta a esta pregunta, y a otras más, será objeto de otros apartados de estas páginas.
Le animamos a consultarlas!.