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Laclau sociedad
Laclau muestra que la identidad plena del sujeto político y la estructuración
completa de la sociedad son fenómenos de carácter imposible debido a la
carencia de estabilidad causada por la presencia del antagonismo social: la falta
es, así, el rasgo predominante tanto del sujeto como de la sociedad. Bajo esta
premisa emprende su desconstrucción del modelo sustancialista del sujeto
portador de una identidad universal y del orden social de índole cerrado y
estable. Opuestamente, propone pensar un sujeto que, inmerso en la
precariedad de una sociedad conformada por puras diferencias identitarias,
articula, mediante una serie de operaciones de equivalencias de sentido,
identidades parciales y contingentes a través de la producción de un
significante capaz de representar la diversidad de éstas en una unidad de
significación hegemónica.
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LA IMPOSIBILIDAD DE LA SOCIEDAD1
Ernesto Laclau
(1983)
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Aparecido originalmente como “The Impossibility of Society” en el Canadian Journal of Political and Social Theory
(Vol. 7, Nº 1 y 2, Hiver-Printemps, 1983). Republicado en “Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo”,
Nueva Visión, Buenos Aires,1990 2da. Ed., 2000, pág. 103-106.
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Parecería, por lo tanto, que los dos marcos estructurales que habían dado
previamente sentido al concepto de ideología se han disuelto, y que el concepto
mismo, en consecuencia, debería ser eliminado. No creo, sin embargo, que ésta sea una
solución satisfactoria. No podemos abandonar enteramente el concepto de falsa
representación, precisamente porque la misma afirmación de que la identidad y
homogeneidad de los agentes sociales es una ilusión no puede formularse sin introducir el
supuesto de una representación falsa. La crítica a la naturalización del sentido y a la
esencialización de lo social es una crítica a la falsa representación de su verdadero
carácter. Sin esta premisa, toda deconstrucción carecería de sentido. Parece, por lo
tanto, que podríamos mantener el concepto de ideología y la categoría de falsa
representación en la medida en que invirtamos su contenido tradicional. Lo ideológico
no consistiría en la falsa representación de una esencia positiva, sino exactamente en lo
opuesto: consistiría en el no reconocimiento del carácter precario de toda positividad,
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