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Representaciones
sociales en las revistas juveniles.
Silvia Lamadrid Alvarez
Socióloga, Magister en Ciencias Sociales, Candidata a Doctora en Historia de Chile.
Becaria CONICYT para estudios de doctorado. Profesora del Departamento de
Sociología de la Universidad de Chile
Resumen
Introducción
El propósito de este artículo es revisar las representaciones sociales de los cuerpos de
las y los jóvenes chilenos en ese momento de cambio acelerado que fueron los años
sesenta del siglo XX. Así como se reconoce el carácter sociocultural de los cuerpos, se
utilizan también los conceptos de género, definidos como construcción sociocultural de
las identidades y relaciones entre los sujetos sexuados en cada sociedad y momento
histórico, y estructuras de diferenciación social y poder, que se entretejen con otros
sistemas de distinción.
Las diferencias biológicas entre los cuerpos de hombres y mujeres han sido
magnificados y construidos por las culturas, reforzadas para establecer su carácter
binario e intraspasable, donde lo masculino se construye por oposición a lo femenino y
las relaciones sexuales son expresión de una relación de dominación de los hombres
sobre las mujeres (Bourdieu, 2000). Es la construcción arbitraria de lo biológico,
especialmente de la reproducción biológica, el fundamento de la división de la actividad
sexual, la división sexual del trabajo y de ahí todo el cosmos. Esta “sociodicea
masculina” tiene su fuerza en que “legitima una relación de dominación inscribiéndola
en una naturaleza biológica que es en sí misma una construcción social naturalizada”
(Bourdieu, 2000).
Desde otra perspectiva, los cuerpos, tal como son territorios donde se inscriben los
mandatos del orden, son también campos de lucha, en que los sujetos proponen y
cuestionan. El cuerpo es moldeado por el contexto social y cultural del actor, siendo “el
vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de la relación con el
mundo” (Le Breton, 2002, p. 7), pero a la vez “a través de él el hombre se apropia de la
sustancia de su vida y la traduce en dirección de los demás por intermedio de los
sistemas simbólicos que comparte con los otros miembros de su comunidad” (Le
Breton, 2002, p. 8). El proceso constante e interactivo de socialización tiene sus
momentos más fuertes en la infancia y adolescencia, cuando los sujetos van
aprendiendo y reaccionando, situándose en su propia trama de sumisión o rebeldía, y
proseguirá toda la vida, según los roles que asuma y las transformaciones sociales y
culturales en las que se vea inmerso (Le Breton). En ese proceso, los medios de
comunicación participan en la socialización de las y los jóvenes con sus
representaciones de la juventud y su corporalidad; las que, a su vez, son procesadas por
el público lector.
En Chile fue una década signada por las crisis y la presión por el desarrollo.
Políticamente, tras un gobierno de derecha, en 1964 el Partido Democrata Cristiano 1
había ganado la presidencia con un programa de profundos cambios, la nacionalización
parcial del cobre, la Reforma Agraria y la Promoción Popular, abriendo espacios de
participación social a sectores sociales como los campesinos y pobladores, hasta el
momento excluidos de los beneficios del estado de compromiso, y estableciendo con
ellos redes de clientelismo político.
Estas reformas fueron insuficientes para dar salida a la crisis del modelo de sustitución
de exportaciones, incapaz de satisfacer las demandas sociales en ascenso, provocando la
radicalización de las luchas sociales. A las luchas sindicales se agregaron a partir de
1967 los jóvenes, los pobladores y los campesinos. El emblemático movimiento
estudiantil por la Reforma Universitaria irrumpió con fuerza; sus banderas de lucha,
articuladas a través de los partidos de izquierda, apuntaban a la democratización de las
universidades, y remitían a cambios estructurales, buscando la toma del poder político –
el gobierno. Pero en estos movimentos no se cuestionó el autoritarismo en las relaciones
dentro de la clase y sus organizaciones, ni menos al interior de la familia.
1
Partido de centro, vinculado a los Partidos Democrata Cristianos europeos.
En la conservadora sociedad chilena, tendencias de crítica cultural, como los beatniks o
la nueva ola francesa y posteriormente el hippismo, tenían eco sólo en los sectores con
mayor capital cultural, siendo blanco fácil de las críticas en el sentido de confundir y
distraer a las masas de la lucha de clases, a través de la cual se alcanzarían los cambios
pivotales.
A mitad de los cincuenta había llegado a Chile, desde Estados Unidos, el rock & roll,
movimiento musical que inició la irrupción de lo juvenil. Duramente cuestionado en su
misma cuna, porque desafiaba las barreras raciales y el puritanismo con su expresión
corporal evidentemente sexual. “El mensaje era fundamentalmente cultural, se
transmitía como actitud (rebelde), apariencia (vestuario, peinado y gestos) y teniendo
como eje el amor universal (de la pareja y de todos) y, como lenguaje, nuevas
expresiones y ritmos musicales” (Salazar & Pinto, 2002, p. 151).
Acá emergió un movimiento musical que absorbió las formas sin reflexión
contracultural, incluyendo el uso del inglés para nombrarse y cantar. La influencia
norteamericana se complementó con la europea, llamandose la nueva ola. Este
movimiento fue un éxito de mercado de tal magnitud, que permitió una proliferación de
intérpretes, compositores, comentaristas musicales –los discjockeys- y de revistas
especializadas2.
“No creemos en la juventud mala. La maldad está en la piel. Es una pose como
cualquier otra. Bastará ‘poner de moda’ la bondad, la cultura, la camisa limpia y el
gesto galante para cambiar un modo de actuar reñido con los valores humanos. 5”
Las revistas Rincón Juvenil y Ritmo de la juventud fueron la expresión dirigida a los
jóvenes del magazine, género emergido en el siglo XX, producto del desarrollo de la
industria cultural, formando parte de los procesos de modernización en el ámbito
cultural. Fueron la vía por la cual la modernidad se incorporó a la vida cotidiana,
permeándola del carácter de la época. A través de las revistas se accedía, muchas veces
visualmente, a nuevos temas, lugares y personajes, expandiéndose y complejizándose el
imaginario social (Santa Cruz, 2005).
2
Además de las citadas, El musiquero y Radiomanía.
3
Nombre también tomado de los angry young men ingleses.
4
Rebelde sin causa, The wild one, Jailhouse Rock, etc.
5
Ecran, 1403, 17/12/1957. Tomado de Historia Social de la Música Popular en Chile, p. 624.
Abordaban temas del espectáculo y la entretención (música popular, cine, teatro,
televisión), y también problemas sicosociales propios de la adolescencia y juventud. La
Editoral Zig-Zag, propiedad de empresarios democratacristianos, empezó a publicar
Rincón Juvenil el 16 de Diciembre de 1964; la Editorial Lord Cochrane, recientemente
creada por el grupo Edwards, lanzó la revista Ritmo en Septiembre de 1965.
Se puede sostener que los procesos de urbanización, las migraciones campo ciudad, la
ampliación de las posibilidades de educación formal y la movilidad social ligada a las
nuevas fuentes de trabajo en la industria y servicios públicos, habían creado nuevas
generaciones de ciudadanos. El interés de estos medios era “civilizar” a estos jóvenes,
transmitiéndoles el habitus de las clases medias urbanas.
“queremos mostrar a los adultos que la juventud no es una etapa pasajera, sino un
estado de ánimo, activo y pleno de energías; que el twist y el “surf” son
expresiones de vitalidad; que el cantante romántico está simplemente poniendo en
música y palabras los deseos de ternura y compañerismo de muchos jóvenes, y que
la juventud, en toda época, ha sido como deber ser: una respuesta diferente ante
los desafíos de una época que es también diferente en cada generación” 6.
6
Rincón Juvenil N° 1. Editorial: “Amigo o Amiga:”. Santiago, 16 de Diciembre de 1964, p. 2.
7
Ritmo Nº1, 9 de Septiembre de 1965
de ambos sexos se reunían, paseaban, bailaban, estudiaban, se divertían en sus hogares,
en las calles y plazas, durante el año escolar, o en las playas y en el campo en las
vacaciones. Las revistas convocaban a la comunicación, a plantear con serenidad sus
demandas a los padres, para demostrar su madurez y ser escuchados. La familia era el
espacio natural de afecto y protección, carente de reales conflictos, aparte de estas
tensiones menores.
Tal vez esta última era una de las omisiones más llamativas 8. Se obviaba la principal
actividad laboral de las mujeres jóvenes en esa época y se omitía la presencia de estas
trabajadoras dentro de los hogares de la clase media, con las complejas consecuencias
que ello tenía para las relaciones de género.
Se establecía así un sentido común muy propio de la época: la sociedad chilena era una
sociedad de clase media. El origen de las diferencias sociales no era problematizado, y
se insistía en la posibilidad de la movilidad social producto del esfuerzo en el trabajo y
en el estudio; existían oportunidades para todos, aún cuando algunos tendrían que
esforzarse más, pero el mundo era así:
“que la vida es injusta y que el hombre de nuestros tiempos, trata por todos los
medios de hacer justicia, pero es una batalla difícil de librar, ya que no hay
justicia ni en la naturaleza misma… Como ves todo es injusto, la vida misma; así
es que si tratas de ir haciendo justicia por ti misma en todos los pequeños detalles,
terminarás agotada y sola”9.
Los géneros se regían por la lógica binaria: había dos géneros y los hombres eran
diferentes de las mujeres, sin sustentar la distinción principios religiosos. Se trataba de
una diferencia complementaria y supuestamente no jerárquica. Los muchachos debían
prepararse para asumir responsabilidades de proveedores familiares, y las chicas para
ser excelentes dueñas de casa; no había alusiones a que uno u otro fuera más valioso en
la familia o en la sociedad, ambos roles eran igualmente necesarios.
8
En el Censo de 1960 aparecían 181.394 mujeres trabajando en casa particular, constituyendo el 34% de
la fuerza de trabajo femenina, y localizándose el 47% en la provincia de Santiago; dentro de ellas, el 64%
tenía menos de 24 años. En 1970 figuraban en el Servicio de Seguro Social 143.200 personas que
imponían por este trabajo; ANECAP calculaba que el total en país era entre 350 y 400.000 personas
9
Ritmo N° 106, “Conversando”, Santiago, 12 de Septiembre de 1967, p.56.
“Aunque parezca ridiculo, aun existe la desigualdad de los sexos”. “Muchas
chiquillas de mi edad pueden confirmarlo. Y estoy segura de que ellas, como yo,
encuentran que esta situación es absurda e inosostenible”…
“¿Y qué decir de la DIFERENCIA que hace la mamá entre nosotras, las
chiquillas, y nuestros hermanos?” “¿No es indignante?”10
Aunque el consejo de la revista a las lectoras era buscar apoyo en la mamá u otras
mujeres adultas para evitar las diferencias de trato en la familia, revela que había,
soterrado y casi avergonzado, voces femeninas juveniles que resentía la desigualdad.
En Rincón Juvenil optaron por Los Beatles. Aunque la beatlemanía se había iniciado en
el mundo en 1963, el grupo impactó en Chile al año siguiente: recién en agosto de 1964
sus canciones ocuparon los primeros lugares en las listas de popularidad, y se creó el
programa radial El Club de los Beatles12. El estreno ese mismo invierno de la película A
Hard days’s night contribuyó a consolidarlos como los más populares del año; la foto de
portada está tomada de esa misma filmación (González et al, 2009).
10
Rincón Juvenil Nº 11, 25 de febrero de 1965. p 13.
11
“Tu vestido no sólo debe estar a la moda, sino, más que nada, muy ordenado, limpio y cuidadosamente
aplanchado”. (Rincón Juvenil Nº 11, “La página de Bambi”, 25 de febrero de 1965, p.20.)
12
El fan club llegó a tener 25.000 miembros (González et al, 2009).
Los Beatles resultaron ser, en términos de imágenes, un fuerte cambio respecto a los
rockeros originales, de gestos sensuales, iracundos y desbordados. A diferencia de esa
imagen machista y rebelde, los Beatles habían sido uniformados por su manager en
ordenados ternos sin solapa, con corbatas y botas, y mantenían en escena una actitud
sobria. Pero eso mismo, combinado con el pelo largo peinado sobre la frente y los
rostros afeitados y juveniles, producía un conjunto levemente andrógino, que se alejaba
de la imagen masculina tradicional y los hacía “atractivamente vulnerables” (Cura,
2009). A diferencia de Sinatra o Presley, cantantes líderes, los Beatles tenían una imagen
colectiva y colaborativa, alternando la voz principal y tocando a la vez sus instrumentos,
acercándose a la tendencia femenina a trabajar en grupos colaborativos más que en
estructuras jerárquicas, señalada por investigadoras feministas como Deborah Tannen y
Carol Gilligan. En cierto modo, las muchachas se podían ver reflejadas en los Beatles,
que tenían estas resonancias de sensibilidad femenina en un mundo de dominio
masculino (Cura).
El pelo largo de los Beatles en esos años era una absoluta excentricidad. Dos años
después, la misma revista realiza un reportaje preguntando ¿Por qué los jóvenes usan el
pelo largo?13, motivada por la extensión que había alcanzado el fenómeno.
“La verdad es que durante el último par de años han aumentado cada vez más las melenas
a lo Sansón. La tradición del pelo semilargo, escobillado hacia atrás, o con partidura al
lado muy corto encima de las orejas con gomina o brillantina ha cedido su lugar a largos
mechones que caen sobre la frente y sobre el cuello, sin llegar, es cierto, a las frondosas
cabelleras tipo beatle”14RJ 94
13
Rincón Juvenil Nº94, escrito por Fernando Rivas Sánchez (www.memoriachilena.cl)
14
la reacción en 1966, podemos darnos cuenta de cuán rupturista fue la portada de Rincón
Juvenil.
Por otro lado, la imagen de los Beatles conectaba con valores tradicionales en el registro
que podríamos llamar étnico/clasista. Dada la conformación de las sociedades
iberoamericanas, producto de la conquista europea, desde la colonia quedó instalada la
superioridad masculina europea (Lamadrid, 2009). Las poblaciones de nuestros países
son más o menos mestizas, y las clases dominantes no escapan a esta mezcla, pero la
impronta de vincular lo blanco con lo deseable permanece. El grupo inglés resultaba
perfecto, aunque en su propia sociedad estaban lejos de los peldaños más altos de la
escala social15. Incuestionablemente europeos, y artistas, sus excentricidades podían ser
toleradas, dando espacio a la audacia de la revista.
¿Por qué fue elegida esta joven como imagen fundacional de Ritmo? Ella nunca fue la
cantante más popular de la nueva ola; ese lugar lo había ocupado hasta 1963 Fresia
Soto. De origen peruano, estudiaba pedagogía en inglés; tenía una bonita figura, cabello
15
Pocos en Chile estaban en condiciones de percibir el acento scouse de Liverpool de los fab four, muy
distinto del Oxbridge de las clases altas.
negro, grandes ojos oscuros y la piel morena. Es posible suponer que la irreprochable
blancura de María Teresa16 la hizo mejor candidata a primera portada17.
En el año 1965 la cantante más popular era Cecilia 18, figura fundamental de la nueva
ola19, con una gran voz y expresividad. Descendiente de italianos, aprobaba en rasgos
étnicos, pero sus particularidades como intérprete la habían estigmatizado como
problemática: era altamente expresiva, cercana a la tradición italiana del canto gritado.
Las críticas apuntaban a sus gestos en escena, muy bruscos para la delicada sociedad
chilena, a tal punto que algunas autoridades en Viña del Mar le exigieron no repetirlos
en el escenario del Festival, que ganó ese mismo año20. María Teresa se adecuaba
mucho más a la expresión corporal de la femineidad que la revista deseaba promover.
En el análisis de la relación de las jóvenes con las fotografías, Cure apunta a la situación
de ellas en la Norteamérica de post guerra, sometidas al estricto control paternal y
dedicadas a las responsabilidades domésticas, similar a la de las chilenas en 1960. Para
las muchachas, que permanentemente recibían advertencias para controlar su
comportamiento sexual (y el de sus parejas masculinas), el tocadiscos y la radio les
permitieron disfrutar de la compañía de sus cantantes favoritos en la intimidad de su
propio dormitorio. Las revistas aportaron el material gráfico para que, así fuera en la
fantasía, pudieran desplegar su emocionalidad y sexualidad en un entorno seguro, sin la
16
española de nacionalidad aunque residente en Chile desde pequeña (Ritmo)
17
Fresia Soto fue portada de Ritmo Nº 61, la primera portada en colores, pero con lentes cosméticos
celestes, y en el Nº 72 con sus ojos oscuros.
18
Portada Ritmo Nº 11
19
“En los años de su reinado (1963-1965), fue ella quien lideró las listas de ventas y popularidad de la
prensa y la radio; sus fans se agolpaban por multitudes en las radios, teatros y estadios donde se
celebraban sus conciertos; y su nombre encabezó varias de las principales giras organizadas por el país en
aquellos años” www.musicapopular.cl. Visitado 30/1/11.
20
“Compitiendo con la canción "Como una ola", de la chilena María Angélica Ramírez, la cantante se
trenzó en una aguda polémica con las autoridades edilicias de la época al contravenir la recomendación de
no interpretar su característico beso de taquito, gesto escénico inspirado en la técnica futbolística y
considerado por entonces inapropiado para ser ejecutado por una señorita como ella. A esta trasgresión se
sumó una polémica: pese a ganar la competencia, su actuación final en esa versión del festival se realizó
entre abucheo de un sector del público que reprobó la decisión del jurado. Lejos de amilanarse, la
cantante de Tomé respondió con muecas, gestos burlones y uno que otro beso de taquito”
www.musicapopular.cl. Visitado 30/1/11.
presión riesgosa de la demanda masculina por ir más allá en las caricias, que tantas
contradicciones provocaban a las corresponsales de las secciones de consultas.
21
Ritmo N°143 28 de Mayo de 1968
Las primeras representaciones gráficas distintas y que presentaban mayor flexibilidad
corporal y de los cabellos fueron de cantantes y jóvenes extranjeros. En el Número
Especial de Rincón Juvenil de septiembre de 1965 fueron presentadas todas las
expresiones musicales de moda: indistintamente nuevaoleros y neofolkloristas, todos
vestían parecido, y resaltaban las fotos del reportaje La agitada historia de los
“beatniks”, en que, además de ocupar el espacio urbano parisino con despreocupación,
sentados en el suelo, y bailando en la acera, tanto hombres como mujeres vestían ropas
sueltas, usando éstas pantalones y zapatos de taco bajo. Muchos de los varones tenían el
pelo largo y ninguno estaba peinado. Estas novedades muy lentamente fueron
incorporadas por los jóvenes nacionales, distinguiendo los cuerpos de los y las jóvenes
respecto de los adultos.
Los varones abandonaron los ternos y los colores oscuros por jeanes y camisas o
suéteres con más colorido22 y dejaron la gomina yel corte militar; las muchachas ya no
usaban laca en sus peinados y los vestidos fueron más sueltos y cortos, aumentando el
uso de pantalones.
Aparentemente, los cambios que las revistas presentaban eran de influencia extranjera.
Pero no sólo en las ropas y cabellos estaban cambiando los jóvenes chilenos.
Probablemente los estudiantes de la elite católica que se tomaron la Universidad
Católica en 1967 aún usaban ternos y cabellos peinados. Pero al año siguiente, cuando
la lucha por la Reforma Universitaria se extendió a todo el país, los y las jóvenes no
sólo usaban ropas distintas a sus padres, sino también desplegaron su corporalidad en
lugares y comportamientos hasta ese momento prohibidos. Los deseos de quienes
aspiraban a ‘poner de moda’ la camisa limpia y el gesto galante no se compadecían con
los conflictos que tensionaban la sociedad chilena, y que llevarían luchas que pondrían
en primer plano a los y las jóvenes en los años siguientes.
Bibliografía
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Madrid: Cambridge University Press. 1998.
22
“Chaquetas claras, o de colores vivos, más bien largas; pantalones delgados en celeste, amarillo o
blanco; camisas amarillas, rosadas, rojas o celestes.” Rincón Juvenil Nº 94, 5 de Octubre de 1966.
23
El primer conjunto en aparecer con cabello largo, Los Larks, usaban originalmente peluca (Ritmo Nº
96, portada).
Correa Sutil, Sofía, Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo, Figueroa Caravagno, Consuelo, et al.
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http://www.alsurdetodo.cl/revista.php?nrorevista=1&narticulo=6
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Lamas (comp.) El género: La construcción cultural de la diferencia sexual. México:
PUEG.
Sitios visitados:
www.memoriachilena.cl
www.musicapopular.cl.
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