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Introducción
1. La Ley 21/1987 modificó el Código Civil el materia de adopción y la Ley 35/1988
reguló por primera vez las técnicas de reproducción asistida, permitiendo a las mujeres
acceder a la maternidad en solitario.
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2. «Madres solteras por elección: Proyectos familiares y políticas públicas» (Banco
de Santander / Universidad Complutense de Madrid, años 2008-2009) y «Monoparen-
talidad por elección: Estrategias de autodefinición, distinción y legitimación de nuevos
modelos familiares» (Ministerio de Ciencia e Innovación, 2010-2012).
3. Se realizaron un total de 71 entrevistas en profundidad a informantes representati-
vos de diversas formas familiares. Del total, 13 eran mujeres que encabezaban hogares
monoparentales y seis de ellas eran madres solteras por elección que habían accedido
a la maternidad a través de técnicas de reproducción asistida, una mediante adopción
internacional y seis después de una separación o divorcio.
4. «Famílies d’avui. Un estudi sobre les noves famílies a l’àrea de Barcelona» (IPEC/
CIIMU, años 2009-2011).
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6. Jociles y Rivas distinguen hasta siete roles asociados a la figura del «padre» en los
discursos de las MSPE: 1) genitor, hombre con el que una mujer mantiene relaciones
sexuales con fines reproductivos; 2) donante, hombre que dona su material genético a
través de relaciones sexuales o mediante técnicas de reproducción asistida; 3) padre,
hombre al que la ley reconoce el deber y el derecho de ejercer la paternidad por su re-
168 Nuevos contextos de filiación
lación jurídica con la madre, presuponiéndose que es la pareja de la mujer y, por tanto,
el genitor del hijo de la misma; 4) padre real, el hombre que siendo o no el genitor/
donante, e independientemente del vínculo jurídico con la madre, ejerce las funciones
asignadas al rol paterno de acuerdo al modelo tradicional; 5) progenitor o padre bioló
gico, hombre que ha procreado al hijo/a; 6) referente masculino, hombre que se erige
como modelo de las atribuciones asignadas socialmente al género masculino, y que es
independiente de las figuras de genitor/donante/padre/padre real/padre biológico, 7)
pareja, acompañante sexual de la madre, en donde cabe o no la asunción del rol pater-
no del hijo/a de la mujer.
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[Porque ¿el padre quién sería, la persona que está con él todo el tiempo
o el padre biológico?] ¡La pregunta del millón! Este niño no tendrá pa-
dre, si alguna vez estoy con una persona estaré con una persona, y pue-
de hacer las funciones de… pero tiene abuelo, tiene tío, pero padre no
tiene, y nunca dejaría que un hombre le hiciera de padre. Que estuviera
conmigo, que lo protegiera, que lo quisiera, todo eso sí pero la respon-
sabilidad de padre, pero la responsabilidad de padre no está, está la de
la madre y punto (Valentina, 39 años, soltera, funcionaria, un hijo de
dos años mediante reproducción asistida).
170 Nuevos contextos de filiación
El otro día coincidimos con unos amigos que me decían: «tú no dejas
entrar en nada», y no es un tema de que no deje entrar en nada, es que
he tomado la decisión de tenerlo, no tengo que mojar a nadie ni nadie
me tiene que robar el protagonismo que yo tengo ahora, oye, que yo he
tenido el hijo y no porque esté o no esté con otra persona…
Yo lo que veo además con estos comentarios y con las amigas que ten-
go es que tengo yo incluso menos faena que ellos. Porque mis amigas,
aparte de tener que cuidar un bebé, tienen que estar pendientes del ma-
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rido, que no hace nada, que no se ocupa de la casa, que tienen que pre-
pararle la comida, que tienen que tener la ropa planchada… ¡y tienen
más faena que yo! Yo estoy más libre, porque solo tengo una niña, ¡no
tengo un marido que cuidar! (…) Con lo cual ya te digo, yo, amigas que
tengo, con pareja y estoy yo mucho más tranquila y mucho más feliz
que ellas (Nines, 41 años, soltera, sindicalista, una hija de tres meses
mediante reproducción asistida).
En estos argumentos vemos que, por una parte, hay un esfuerzo por
presentar casos concretos que desmitifiquen la pareja como el estado
ideal para la procreación, sirviéndose de ejemplos cercanos en los que
son las mujeres las que asumen la mayor parte del trabajo doméstico y
de crianza, haciendo una crítica explícita a la desigualdad que se da en
las relaciones de género en el seno del matrimonio y el emparejamien-
to. En este sentido, la ausencia de padre es vivida de forma ambiva-
lente, evidenciando la contradicción provocada por la coexistencia de
la norma patriarcal de los discursos emancipatorios para las mujeres.
Así, el proyecto de la maternidad en solitario, aunque sea voluntaria-
mente elegido, provoca una «frustración inicial», en el sentido de que
puede interpretarse personal o socialmente como un «fracaso» desde
el discurso social que impone el emparejamiento, también se vive
como una liberación. Esto resulta subversivo en una sociedad donde el
amor romántico se ha convertido en la base predominante de la vida
doméstica y social y donde las relaciones de pareja son dotadas de una
gama de significados sin precedentes respecto a nuestros deseos de
identidad personal, realización emocional, satisfacción sexual y segu-
ridad existencial (Langford en Esteban, 2011, p. 39), en una sociedad
donde el amor juega un papel primordial en la perpetuación de un
orden social jerarquizado. Según Esteban, el pensamiento amoroso,
entendido como una determinada ideología cultural surgida de la mo-
dernidad que produce símbolos y normas que orientan formas de con-
ducta y conforman las identidades sociales y de género, es un modelo
emocional hegemónico sobre el que se construye un orden social des-
igual que institucionaliza una determinada manera de entender el ma-
trimonio y la familia. Esta ideología concibe al individuo sin pareja
como carencial, al mismo tiempo que sentimentaliza a las mujeres,
que son vistas como incompletas, dependientes; imponiendo una for-
ma de relación donde el amor de las mujeres, entregado libremente, es
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explotado por los hombres. Así, el amor romántico es una trampa para
las mujeres (op. cit., p. 53), y quizá, por este motivo, estas prefieren
«simplificar», es decir, separar la vida romántica de la familiar.
¿Qué tengo de bueno que en pareja no tendría? Pues que las decisiones
las tomo yo y no me tengo que pelear con nadie. Que igual, en muchas
discusiones no nos pelearíamos, porque si tienes una forma de pensar
similar, no discutes, no hay puntos de vista demasiado diferentes. Pero
las decisiones sobre mi hija, la educación, o… si ahora toca un castigo,
si ahora no toca… las decisiones del día a día las tomo yo, no me las
cuestiona nadie —me equivocaré más o menos, eh— pero a mí eso me
lo pone fácil (Vera, 39 años, divorciada, economista, madre de una hija
de dos años mediante reproducción asistida).
hijos, una independencia que resulta ser una de las ventajas más resal-
tadas por las MSPE. «No tienes la presión de tener que compartir»,
añade Vera, quien se separó de la pareja con la que había convivido
durante los últimos diez años. En este sentido y como resulta evidente,
el concepto de «madres solteras» tampoco muestra la variedad de si-
tuaciones en las que se produce la maternidad como proyecto autó-
nomo, ya que no pocas mujeres deciden cumplir su deseo de ser ma-
dres después de separarse, o incluso se separan de sus parejas porque
estos no quieren asumir las responsabilidades que conlleva la paterni-
dad, o bien porque ellas, si bien los pueden considerar como compa-
ñeros sentimentales, no quieren establecer lazos permanentes con
ellos mediante la descendencia compartida. Nines, que tuvo una hija a
través de TRA, explica así su decisión de ser madre en solitario, des-
pués de tener varias relaciones de pareja que no colmaban sus expec-
tativas. Por este motivo se decide por las técnicas de reproducción
asistida:
Si tienes un hijo con una persona y no lo ves claro, a ver ¡lo vas a tener
para toda la vida! Ese vínculo con esa persona. Si tú tienes un hijo con
alguien, es que… lo vas a tener que aguantar ¡siempre! ¡Siempre! Que
dices: «bueno, pero tú ya tienes la niña». Sí, ya tienes la niña pero te es-
tás peleando porque se la lleva los fines de semana, porque se lo da todo,
por esto, por lo otro… Y son continuas peleas, contantes… Y dices, «yo
cuando quiera tener un hijo, lo tengo que tener claro ¡que esa persona es
la persona! ¡Es el padre que yo quiero!» (Nines, 41 años, soltera, sindi-
calista, una hija de tres meses mediante reproducción asistida).
Yo siempre había tenido muy claro que quería ser madre, y siempre
había dicho que si en el momento de ser madre no tenía pareja, que lo
haría sola. Lo tenía muy claro, pero cuando al final me decidí a comen-
zar el tratamiento, nada más comenzar a hacerme las pruebas y después
comenzar con el tratamiento, me vinieron estos miedos tan típicos: ¿sa-
bré ser madre? ,¿me las arreglaré sola?, ¿mi entorno lo entenderá?
(Mensaje de Kukies en el foro MDS, 20 de noviembre de 2010).
Aunque hace muchos años que quiero ser madre, tenía la esperanza de
que se diesen las condiciones ideales para serlo. Es decir, un trabajo
estable, un sueldo que no fuese mileurista y una pareja estable. Y tanto
esperar, para nada… porque, justo ahora, no tengo trabajo, ni sueldo de
ninguna clase y mucho menos una pareja estable. Tuve que pensarlo
mucho antes de tomar alguna decisión. Solamente tenía dos opciones: o
renunciar a la maternidad, o afrontarla en solitario. Elegí la segunda,
porque la primera opción no me la podía ni plantear. Y bueno, a partir
del momento en el que tomé la decisión, comenzaron los miedos, las
dudas y la sensación de vértigo constante. Tengo claro que quiero ser
madre (otra cosa es si lo podré ser o no) pero el miedo no me lo quito
de encima (mensaje de Shundari en el foro MDS, 20 de noviembre de
2010).
Una de estas chicas [del grupo de madres] tiene un hijo de cinco años y
vino expresamente porque su hijo le preguntaba por qué no tenía padre.
Entonces vino y éramos 15 y le dijo: «mira, todos estos niños no tienen
padre» ¿no? Y bueno, no es aquello de «consuelo de tontos» ¿no? Pero
pienso que ellos vean que no son diferentes (Aina, 41 años, soltera, ad-
ministrativa, un hijo de un año mediante reproducción asistida).
Las madres solteras por elección catalogan como muy positivas las reac-
ciones de la sociedad «en general» ante sus proyectos de familia. Pero
lejos de provocar indiferencia, elemento que serviría como indicador de
la normalización social de este nuevo modelo de familia, la maternidad
en solitario por elección no deja indiferente a nadie. Las reacciones va-
rían entre dos polos: la admiración, que se suele expresar calificando de
«valientes» a estas madres; o la crítica, normalmente expresada median-
te reproches en torno a lo que se considera un agravio para sus hijos: la
privación de un padre. Estas críticas se suelen vehicular en torno a acu-
saciones de egoísmo. El extremismo en las reacciones sociales, unido a
la curiosidad que despierta la vida privada de estas madres y el trato di-
ferencial del que son objeto en el ámbito sanitario,7 demuestra que la
7. La exigencia por parte de algunas clínicas de que las mujeres que acuden solas se
sometan a un test psicológico (Jociles y Rivas, 2009) y el hecho de que la Seguridad
Social, al contrario de lo que sucede con las parejas con problemas reproductivos, no
les sufrague estos tratamientos o bien privilegie a las parejas, dando a entender que las
madres solteras no acuden a las TRA por necesidad, sino por capricho. Una de nuestras
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[¿Qué opinión crees que tiene la sociedad de las mujeres que como tú
decidís dar este paso en solitario?] Que somos supervalientes. Yo, todo el
mundo… no conozco a nadie… y de hecho, cada vez pienso que… mu-
chas [mujeres], gente mayor me dicen «porque en mi tiempo no habían
estos adelantos, si no yo lo hubiera hecho». La gente piensa que… los
hombres no sé. Porque bueno, mis amigos están supercontentos, y me
admiran, y sobre todo me admiran los que tienen hijos porque piensan
«jo, qué trabajo y estás sola», ¿no? Y la gente mayor, bueno, las compa-
ñeras como yo, todas supercontentas y animándome ¿eh? Y la gente ma-
yor, todo el mundo… o sea, la palabra general es «eres muy valiente». Y
te admiran, es verdad que te admiran, yo en ningún momento nadie me
ha… Y además yo no tengo ninguno reparo de explicar qué fue, como fui
al banco de semen a buscar semen… y me preguntan y yo no tengo nin-
gún tipo de problema de explicar que soy madre soltera y que tengo un
hijo de un señor, de un chico, que es el 1.250, ¿no? (Aina, 41 años, solte-
ra, administrativa, un hijo de un año mediante reproducción asistida).
entrevistadas, Aina, explicó que en la clínica le preguntaron por qué quería ser madre,
algo que según ella nunca ocurriría en el caso de una madre que acude en pareja a un
tratamiento de RA.
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sea, que cada mujer es valiente, pues porque ¡a ver! No dejas de traer a
un niño adentro tuyo y una responsabilidad, ¿no? (Vera, 39 años, divor-
ciada, economista, madre de una hija de dos años mediante reproduc-
ción asistida).
Referencias bibliográficas
Bock, J. S. (2000), «Doing the right thing? Single mothers by choice and the
struggle for legitimacy», Gender and Society, 14 (1), pp. 62-86.
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