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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL

"EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD: LA NECESIDAD DE SU APLICACIÓN"


TESIS DE POSGRADO

MIRIAN ANDREA GARCÍA AGUILAR


CARNET 12818-04

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, MAYO DE 2014


CAMPUS CENTRAL
UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL

"EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD: LA NECESIDAD DE SU APLICACIÓN"


TESIS DE POSGRADO

TRABAJO PRESENTADO AL CONSEJO DE LA FACULTAD DE


CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

POR
MIRIAN ANDREA GARCÍA AGUILAR

PREVIO A CONFERÍRSELE

EL GRADO ACADÉMICO DE MAGÍSTER EN DERECHO CONSTITUCIONAL

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, MAYO DE 2014


CAMPUS CENTRAL
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
RECTOR: P. EDUARDO VALDES BARRIA, S. J.
VICERRECTORA ACADÉMICA: DRA. MARTA LUCRECIA MÉNDEZ GONZÁLEZ DE PENEDO
VICERRECTOR DE DR. CARLOS RAFAEL CABARRÚS PELLECER, S. J.
INVESTIGACIÓN Y
PROYECCIÓN:
VICERRECTOR DE MGTR. LUIS ESTUARDO QUAN MACK
INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA:
VICERRECTOR LIC. ARIEL RIVERA IRÍAS
ADMINISTRATIVO:
SECRETARIA GENERAL: LIC. FABIOLA DE LA LUZ PADILLA BELTRANENA DE
LORENZANA

AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


DECANO: DR. ROLANDO ESCOBAR MENALDO

VICEDECANO: MGTR. PABLO GERARDO HURTADO GARCÍA

SECRETARIO: MGTR. ALAN ALFREDO GONZÁLEZ DE LEÓN

DIRECTORA DE CARRERA: MGTR. AIDA DEL ROSARIO FRANCO CORDÓN

NOMBRE DEL ASESOR DE TRABAJO DE GRADUACIÓN


DRA. AYLIN BRIZEIDA ORDÓÑEZ REYNA

TERNA QUE PRACTICÓ LA EVALUACIÓN


MGTR. ANGELICA YOLANDA VASQUEZ GIRON
MGTR. EDGAR ORLANDO RUANO GODOY
MGTR. SET GEOVANI SALGUERO SALVADOR
 
 

INDICE

Introducción .......................................................................................................... 1

CAPÍTULO 1: Control de Constitucionalidad ..................................................... 5


1.1) Supremacía Constitucional ............................................................................. 5
1.2) Origen de la Supremacía Constitucional ......................................................... 9
1.3) Control constitucional de las leyes ................................................................ 14
1.4) Sistemas del control constitucional de las leyes ........................................... 18
1.4.1) Control político ..................................................................................... 18
1.4.2) Control judicial ..................................................................................... 20
1.4.3) Control político ..................................................................................... 18
1.5) Particularidades del control de constitucionalidad ......................................... 25
1.5.1) ¿Quién debe ejercer el control de constitucionalidad? ........................ 25
1.5.2) ¿Sobre qué normas debe realizarse el control de constitucionalidad? 27
1.5.3) ¿Control de oficio? .............................................................................. 28
1.5.4) Bloque de constitucionalidad ............................................................... 29
 

CAPÍTULO 2: Control de Convencionalidad .................................................... 31


2.1) Formulación del control de convencionalidad ............................................... 31
2.2) Fundamento jurídico ...................................................................................... 38
2.3) Particularidades del control de convencionalidad ......................................... 43
2.3.1) ¿Quiénes deben ejercer el control de convencionalidad? ................... 43
2.3.1.a) Control de convencionalidad en sede internacional o control
concentrado ............................................................................................... 43
2.3.1.b) Control de convencionalidad ejercido por jueces domésticos o
control difuso ............................................................................................. 46
2.3.2) ¿Sobre qué normas debe realizarse el control de convencionalidad ... 50
2.3.3) ¿Control de oficio? .............................................................................. 54
 
 

CAPÍTULO 3: Sistema interamericano de protección de derechos humanos


.............................................................................................................................. 57
3.1) Sistema interamericano de protección de derechos humanos ...................... 57
3.1.1) Comisión interamericana de derechos humanos ................................. 59
3.1.2) Corte interamericana de derechos humanos ....................................... 62
3.2) Jurisprudencia de la Corte interamericana de derechos humanos en materia
de control de convencionalidad ............................................................................ 64
3.2.1) Caso Myrna Mack Chang versus Guatemala ...................................... 64
3.2.2) Caso Tibi versus Ecuador ................................................................... 69
3.2.3) Caso Almonacid Arellano y Otros versus Chile ................................... 73
3.2.4) Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y Otros)
versus Perú .................................................................................................... 78
3.3) Jurisprudencia de tribunales nacionales o domésticos en materia de control de
convencionalidad .................................................................................................. 81
3.3.1) Corte Suprema de Justicia de Argentina ............................................. 82
3.3.2) Corte Constitucional de Colombia ....................................................... 87
3.3.3) Tribunal Constitucional de Chile .......................................................... 91
3.3.4) Corte de Constitucionalidad de Guatemala ......................................... 94

CAPÍTULO 4: Análisis de la aplicación del control de convencionalidad por


tribunales internacionales y nacionales ........................................................ 106
4.1) Hallazgos con relación al control de convencionalidad por tribunales
internacionales ................................................................................................... 106
4.2) Hallazgos con relación al control de convencionalidad por tribunales
nacionales .......................................................................................................... 107
4.3) Análisis de la aplicación del control de convencionalidad por tribunales
internacionales y nacionales .............................................................................. 109

Conclusiones .................................................................................................... 112


Listado de referencias ..................................................................................... 115
Cuadros de cotejo ............................................................................................ 124
RESUMEN

El control de convencionalidad consiste en verificar la adecuación de las


normas jurídicas internas que se aplican a casos concretos a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y a los parámetros interpretativos acuñados
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Los Estados partes suscriptores de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos que han reconocido la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, deben aplicar el control de
convencionalidad dada la obligatoriedad que conllevan los compromisos estatales
por medio de los cuerpos normativos internacionales.

La aplicación del control de convencionalidad reconoce de forma más


amplia los derechos humanos de las personas, pues dicho reconocimiento deriva
directamente de los tratados internacionales en materia de derechos humanos. De
ahí que la necesidad del control de convencionalidad permita que los magistrados
nacionales (y otros funcionarios públicos) verifiquen no solamente la
compatibilidad de las normas ordinarias con la Constitución, sino que además,
dicha compatibilidad también se ejerza entre la legislación interna a las normas
convencionales.

Los Estados partes deben cumplir con los compromisos internacionales


asumidos a través de la ratificación de tratados en materia de derechos humanos,
de lo contrario, recaen en responsabilidad internacional.
 
INTRODUCCIÓN

El control de convencionalidad ha sido desarrollado jurisprudencialmente en


la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y su aplicación se hace
necesaria para que los jueces nacionales (y demás autoridades públicas) velen
por la efectiva protección de los derechos humanos.

La protección de los derechos humanos inicia con la aplicación del control


de constitucionalidad de las leyes, el cual consiste en el análisis jurídico que el
juez constitucional debe realizar entre la Constitución y la normativa ordinaria,
resguardando los principios y garantías que de la primera se derivan, a partir de
este examen de compatibilidad se protegen los derechos fundamentales que en la
norma suprema imperan. Sin embargo, dicho reconocimiento no se agota ahí, ya
que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos ha influido en las
instituciones locales para adaptarlas a los pronunciamiento y directrices emitidos
por tribunales internacionales1, ejemplo de ello es la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte Europea
de Derechos Humanos y Tribunal de la Unión Europea, que de forma directa o
indirecta obligan a los Estados a acatar sus disposiciones legales como su
jurisprudencia.

El reconocimiento de los derechos humanos se ha extendido a la aplicación


del control de convencionalidad, a través del cual se ejerce el “examen de
compatibilidad de las normas nacionales con los tratados internacionales”2; es
decir, el juez nacional debe velar porque las normas jurídicas internas se adecúen
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos y a la jurisprudencia que ha
emitido el Tribunal Interamericano, para el efecto que los derechos humanos no se
vean mermados por la falta de observancia de las obligaciones convencionales a

                                                           
1
Pérez Serrano, Gloria. Derechos humanos y educación social. Revista de Educación. Número
336. 2005. P. 19. 
2
Serrano, Sandro. Criterios de aplicación del DIDH. Revista jurídica de Flacso. 2011. P. 4. 

1
las que se ha adherido un Estado que ha reconocido la competencia contenciosa
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

A lo largo de la investigación se establecen las particularidades más


importantes que el juez nacional debe tomar en cuenta para llegar a realizar el
control de convencionalidad, tal como lo ha prescrito la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y, para tal efecto, se hace un recorrido jurisprudencial que
abarca las sentencias más importantes que ha emitido el Tribunal Interamericano.
En ese mismo sentido, se exponen sentencias emitidas por los Tribunales
Constitucionales a nivel de Latinoamérica -específicamente Argentina, Colombia,
Chile y Guatemala-, para establecer la recepción de la aplicación del control de
convencionalidad.

Finalmente, se expone el análisis de la aplicación del control de


convencionalidad por el Tribunal Interamericano y por los Tribunales
Constitucionales, expresándose los hallazgos que se determinaron conforme al
estudio de las sentencias que se analizaron oportunamente.

En virtud de la temática desarrollada en la presente tesina, la pregunta de


investigación va dirigida a establecer: ¿Cuál es la importancia de realizar el control
de convencionalidad en los fallos dictados por el juez nacional? Ello, atendiendo al
desarrollo progresivo que se ha dado en la esfera de los derechos humanos, cuya
protección deviene directamente de los Estados, los que están llamados a cumplir
con sus obligaciones internacionales, siendo una de estas el cumplimiento de las
disposiciones convencionales que emite el máximo Tribunal Interamericano como
lo es la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Por lo anterior, el objetivo general de la investigación es analizar la


importancia de realizar por parte del juez nacional el control de convencionalidad y
el control de constitucionalidad. Como objetivos específicos se disponen: a)
Estudiar los elementos fundamentales o las particularidades que deben concurrir

2
para realizar el control de convencionalidad; b) Analizar la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto del control de
convencionalidad; y c) Analizar los fallos de los máximos órganos de justicia
constitucional de Latinoamérica referentes al control de convencionalidad.

Como elementos de estudio se abarcarán temas como el control de


constitucionalidad y el control de convencionalidad. Así también se hace un
análisis de la jurisprudencia nacional e internacional, en materia de aplicación del
control de convencionalidad, el cual resulta interesante para llegar a responder la
pregunta de investigación con la cual se da inicio al presente trabajo.

El aporte de la investigación consiste en establecer las motivaciones que ha


tomado la Corte Interamericana sobre Derechos Humanos para llegar al origen y
creación del control de convencionalidad, de manera que los jueces no solamente
deben basar sus sentencias sobre el derecho interno vigente, sino que, además,
deben de conocer el derecho internacional en materia de derechos humanos,
específicamente en cuanto a las disposiciones convencionales y la jurisprudencia
que el propio tribunal interamericano ha emitido.

Para la realización de la investigación y para el cumplimiento de su fin, se


recurrió a la modalidad de tesis monográfica de tipo jurídico descriptiva, jurídico
comparativa y jurídico proyectiva, debido a que la investigación se realizó a través
de un estudio basado en bibliografía, analizando la importancia que genera la
aplicación del control de convencionalidad por parte de los jueces nacionales.

Tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, en el desarrollo del


presente trabajo de investigación, se tomó como base lo siguiente: a) Recopilación
de la doctrina consistente en bibliografía, fuentes electrónicas y demás
documentación relacionada con los temas desarrollados; b) Recopilación de
información legal a nivel nacional e internacional; y c) Realizado lo anterior, se
procedió a integrar toda la información recabada, a la presentación de la

3
investigación y, por último, la redacción de las conclusiones y recomendaciones a
efecto de responder la pregunta de investigación.

Se espera que el presente trabajo de investigación sea de utilidad para


todas aquellas personas que deseen investigar sobre este tema y para obtener
una mejor comprensión sobre la institución del control de convencionalidad. Todo
lo anteriormente expuesto dentro de la presente introducción, se expone a
continuación.

4
CAPÍTULO 1
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

1.1) SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

En el marco del Derecho Constitucional se ha concedido especial


importancia a uno de los procedimientos más eficaces que protegen la libertad y la
dignidad de la persona dentro de un estado democrático de derecho, siendo el
principio de la supremacía de la Constitución y su secuela instrumental del control
de constitucionalidad.3

A partir de ello, la ley fundamental se preceptúa como la norma máxima en


el ordenamiento jurídico, lo cual permite el establecimiento de una jerarquía
normativa que propugna por la estabilidad del sistema, la seguridad de los
individuos y el desarrollo de las relaciones sociales.4

Allan R. Brewer-Carías refiere que en el mundo contemporáneo, el signo


más característico del estado de derecho o del estado sometido al derecho, lo
constituye la existencia de un sistema de control judicial de los actos estatales, el
cual es aplicable no solamente a los actos administrativos, a través del control
contencioso administrativo, sino también a las leyes y demás actos estatales de
similar rango, mediante el sistema de justicia constitucional.5

Sigue manifestando el referido autor, que la justicia constitucional, o bien, la


posibilidad de control judicial de la constitucionalidad de las leyes y demás actos
estatales, procede de concebir a la Constitución como norma fundamental y
suprema, que “debe prevalecer sobre toda norma o acto estatal; lo que implica el

                                                           
3
Badeni, Gregorio. Derecho constitucional. Buenos Aires. Editorial Ad-Hoc. 1993. P. 187.
4
Loc. cit.
5
Brewer-Carías, Allan R. La justicia constitucional como garantía de la Constitución. Revista del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. México. P.
25.

5
poder de los jueces y de ciertos órganos constitucionales en ejercicio de sus
funciones jurisdiccionales, de controlar la constitucionalidad de los actos estatales,
incluidas las leyes, declarándolos nulos cuando sean contrarios a la
Constitución.”6

Al respecto Manuel García Pelayo prescribió:

“La Constitución, en tanto que como norma fundamental positiva, vincula a


todos los poderes públicos incluidos el Parlamento, y por tanto, la ley no
puede ser contraria a los preceptos constitucionales, a los principios de que
éstos arrancan o que se infieren de ellos, y a los valores a cuya realización
aspira. Tal es lo que configura la esencia del Estado constitucional de
derecho (…).”7

Néstor Pedro Sagüés, citado por el autor Miguel Ángel Ekmekdjian, afirma
que las normas que integran la Constitución formal tienen jerarquía superior a las
restantes normas que integran el ordenamiento jurídico positivo del Estado. Ello
se deriva del carácter fundamental que poseen dichas normas, puesto que tienen
la esencia de la estructura del Estado y esta no puede ser desnaturalizada por una
norma de carácter ordinario.8

La Constitución es la ley fundamental del Estado que representa la base o


el cimiento sobre la cual nace toda la estructura política y jurídica, y es suprema,
porque está por encima de todas las demás normas jurídicas que conforman el
ordenamiento del Estado.9 Sus preceptos recogen los principios básicos que
inspiran la organización social y los valores superiores que guían y limitan el orden

                                                           
6
Ibid. P. 26. 
7
García Pelayo, Manuel. El status del Tribunal Constitucional. Revista Española de Derecho
Constitucional. No. 1. Madrid. 1981. P. 18.
8
Ekmekdjian, Miguel Ángel. Tratado de derecho constitucional. Tomo I. Buenos Aires. Ediciones
Depalma. 1993. P. 31.
9
Gabino Ziulu, Adolfo. Derecho constitucional. Tomo I. Principios y derechos constitucionales.
Buenos Aires. Ediciones Depalma. 1997. P. 97.

6
jurídico10, los cuales deben entenderse como aquellos objetivos máximos que la
voluntad popular aspira a practicar y en ejercicio del poder constituyente se
plasmaron en el texto constitucional.11

La importancia con la que se ha llegado a determinar la presencia de la


supremacía de la Constitución en el mundo jurídico, es que su reconocimiento
recae en la organización normativa interna que debe ejercerse en un estado
constitucional de derecho. Asimilar que la Constitución es la norma suprema del
Estado, basta para el reconocimiento de los derechos y garantías fundamentales
que protegen a los individuos en la sociedad.

La supremacía de la Constitución implica que es la norma suprema que


está por encima del ordenamiento jurídico y que prevalece sobre cualquier otra
norma o acto estatal cuando sean contrarios a las disposiciones que de aquella
emanan. Dicha supremacía no solamente hace referencia a sus disposiciones
legales sino también incluye los principios y valores que inspiran su primacía, pues
estos confluyen para la adecuada aplicación e interpretación del texto
constitucional sobre todo acto judicial o administrativo.

El Tribunal Constitucional de Guatemala ha expresado que el principio de la


supremacía constitucional implica que en la cúspide del ordenamiento jurídico se
encuentra la Constitución Política, la cual es vinculante para gobernantes y
gobernados a efecto de lograr la consolidación del estado de derecho.12 Ello
encuentra asidero legal en las disposiciones establecidas en los artículos 44, 175
y 204 del texto constitucional, en los que se indica:

“Artículo 44. Derechos inherentes a la persona humana. Los derechos y


garantías que otorga la Constitución no excluyen otros que, aunque no
                                                           
10
Cordón Aguilar, Julio César. El Tribunal Constitucional de Guatemala. Guatemala. Corte de
Constitucionalidad. 2009. P. 15.
11
Loc. cit.
12
Corte de Constitucionalidad. Sentencia de fecha 12 de febrero de 1997. Expediente No. 221-94.
Gaceta jurisprudencial No. 43.

7
figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana. El
interés social prevalece sobre el interés particular. Serán nulas ipso jure las
leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que
disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la Constitución
garantiza.” “Artículo 175. Jerarquía constitucional. Ninguna ley podrá
contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o
tergiversen los mandatos constitucionales son nulas ipso jure”. “Artículo
204. Condiciones esenciales de la administración de justicia. Los
tribunales de justicia en toda resolución o sentencia observarán
obligadamente el principio de que la Constitución de la República prevalece
sobre cualquier ley o tratado.”

El autor Gregorio Badeni ha externado que la legalidad y la estabilidad


jurídica de la supremacía de la Constitución se expresan en sentido material y en
sentido formal. La supremacía material hace especial relación al contenido de la
Constitución, y se traduce en el sentido que no es posible sancionar las normas
jurídicas que sean opuestas a las disposiciones y objetivos de la norma suprema.
En tanto que la supremacía formal fortalece la supremacía material, pues
determina los requisitos procedimentales que deben de ajustarse a toda norma
para que sea sancionada y promulgada en el orden jurídico. La primera establece
que la Constitución es la base del ordenamiento jurídico. La segunda establece
que el procedimiento para la sanción de las normas debe ajustarse a la
Constitución, porque de ella deriva su validez externa.13

Ello resulta importante para el carácter supremo de la Constitución, a la cual


se encuentra sujeto todo el ordenamiento jurídico, pues su vigencia deviene
directamente de este instrumento político y si alguna norma se opone a su
mandato o resulta incompatible con sus disposiciones, es nula de pleno derecho.14

                                                           
13
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 176.
 

8
La supremacía de la Constitución limita el ejercicio del poder público, cuyas
normas sólo serán válidas y jurídicamente obligatorias cuando sus disposiciones
no sean opuestas a la norma fundamental.

La superioridad de la norma fundamental sobre cualquier otra normativa de


carácter ordinario, cuyas disposiciones son de aplicación general, obliga a que
gobernados y gobernantes la observen para el legítimo ejercicio de sus derechos y
libertades fundamentales. Dicha observancia deviene a partir de la promulgación y
vigencia de las normas en el mundo jurídico, ya que como bien se mencionó
anteriormente, las normas no pueden aplicarse cuando sean contrarias a la
Constitución; lo cual se extiende desde el momento en que cobran vigencia, ya
que es preciso que hayan pasado por el proceso legislativo que la norma suprema
desarrolla para que nazca a la vida jurídica con todos sus efectos, contrario sensu,
inmediatamente procede su inaplicabilidad y su expulsión del orden jurídico.

La Constitución prevalece sobre toda norma jurídica y actos estatales,


siendo estos nulos de pleno derecho cuando sean opuestos a las disposiciones,
principios y valores constitucionales en virtud de la supremacía que la caracteriza.
Para tal efecto, todos los actos judiciales y administrativos deben de estar
fundamentados en la norma suprema del Estado.

1.2) ORIGEN DE LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

La instauración del origen de la supremacía de la Constitución ostenta


relevancia para su concepción, pues a partir de ello se le aprecia como la norma
normarum del ordenamiento jurídico.

Sus antecedentes inician en la época del constitucionalismo liberal con las


primeras Constituciones. En Atenas durante el “siglo de Pericles” [siglo V a. de C.],
estuvo vigente la acción denominada “graphé paranomón”, a través de la cual los
ciudadanos atenienses podían actuar como acusadores contra el autor de una

9
moción que pretendiera lesionar las leyes fundamentales de la polis. Un tribunal
podía anular la propuesta ilegal y castigar al autor con severas penas. Sin
embargo, con el tiempo dicha institución se transformó en un instrumento protector
de los abusos de la autoridad pública, convirtiéndose en un obstáculo para
modificar las leyes y en una amenaza para la libertad de palabra; uno de los
atributos más importantes de la democracia ateniense.15

Durante la Edad Media, en el año de 1283, el fuero de Aragón -Privilegium


Generale Aragorum- creó la institución denominada “justicia de Aragón”, la que
era la encargada de velar por el estricto cumplimiento de las normas previstas en
el Fuero. Su titular era un funcionario nombrado por el rey; no obstante, en la
práctica cumplía su misión de defensa de las leyes, adquiriendo autonomía propia,
que en ocasiones se convirtió en un obstáculo para el monarca, pues le impedía el
ejercicio de abusos de poder.16

Otro antecedente se produce en el siglo XVII, en la sentencia del juez inglés


Edward Coke, al resolver en 1610 el caso del Doctor Thomas Bonham, médico
inglés que ejercía su profesión en Londres y quien había sido sancionado con las
penas de arresto y multa por el Real Colegio de Médicos, por no tener autorización
para ejercer tal profesión. Ante dicha sanción, Bonham recurrió al juez Coke,
expresando que la sanción que le había impuesto violaba un postulado
fundamental del common law, que establecía que nadie podía ser al mismo
tiempo juez y parte. Su argumentación se basaba en que la multa que le había
sido aplicada por el Colegio de Médicos quedaba en poder de este. Por su lado, el
Colegio de Médicos argumentó la existencia de disposiciones legales que lo
facultaban para reglamentar el ejercicio de la profesión y castigar con prisión y
multa las infracciones. El juez Coke le dio la razón a Bonham sosteniendo que en
muchos casos el common law, en virtud de sus principios fundamentales, limitaba
las leyes del Parlamento y estas debían de ser consideradas inválidas.17
                                                           
15
Gabino Ziulu, Adolfo. Op. cit. P. 99.
16
Loc. cit.
17
Loc. cit.

10
En Inglaterra se proclamaron el Agrement of the People o Pacto Popular
(1647) y el Instrument of Goverment o Instrumento de Gobierno (1653). Dichos
documentos establecían claramente la diferencia entre los poderes de la nación y
los poderes del Parlamento inglés, con lo cual se implementó la importancia hacia
los poderes de la nación sobre los del Parlamento, en virtud de ser la nación la
que elige a las autoridades y representa a la Constituyente.

Posteriormente se menciona la doctrina elaborada en el derecho inglés, la


que fue conocida y desarrollada en América del Norte antes de la Constitución de
los Estados Unidos de 1787. En el año de 1765, la Asamblea de Massachusetts
había sostenido que la Stamp Act, o impuesto de sellos, aplicada en las trece
colonias de Norteamérica, por decisión del Parlamento inglés, para contribuir a los
gastos ocasionados por la Guerra de los Siete Años era inválida. En esa
oportunidad la Asamblea utilizó los fundamentos del juez Coke, descalificando la
Stamp Act por considerarla una ley contraria a la razón natural.18

El relato de la evolución jurídica de la supremacía constitucional permite


establecer que fue desarrollada inicialmente en el continente europeo por el juez
Edward Coke; sin embargo, más tarde también fue desarrollada en el continente
americano generando importantes aportes para el mantenimiento de tal principio.
Así, el antecedente más próximo se le debe a la Constitución de los Estados
Unidos de América de 1787, que en su artículo VI establece: “Esta Constitución,
las leyes de los Estados Unidos que en su consecuencia se dicten, y todos los
tratados celebrados o a celebrarse bajo la autoridad de los Estados Unidos, serán
la ley suprema del país, y los jueces en cada Estado estarán sujetos a ella, no
obstante cualquier disposición en contrario contenida en la Constitución o en las
leyes de cualquier Estado”.

En el año de 1803, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de


América, al resolver el caso “Marbury vs. Madison”, expuso magistralmente la

                                                           
18
Loc. cit.

11
doctrina de la supremacía de la Constitución. El caso tuvo origen en el año de
1796, durante el último trayecto de la presidencia de John Adams, que fue
postulado para la reelección por el Partido Federalista, pero perdió la votación al
ser superado por dos candidatos del Partido Republicano, Thomas Jefferson, a
quien le correspondía la presidencia, y Aaron Burr, quien ocuparía la
vicepresidencia. Ante el cambio de gobierno, Adams promovió diversas
designaciones de jueces, las cuales algunas fueron notificados y otras no.
Jefferson al asumir la presidencia le ordenó a su Secretario de Estado, James
Madison, que no realizara las notificaciones pendientes, con el objetivo de no
perfeccionar los nombramientos realizados por John Adams. Ante esa situación,
cuatro de los afectados -siendo uno de ellos William Marbury- se presentaron a la
Suprema Corte pidiendo que se intimara al gobierno para que realizara las
correspondientes notificaciones de la designación obtenida de conformidad con la
Judiciary Act de 1789. La Suprema Corte al emitir su fallo consideró que la
Judiciary Act al ampliar sus atribuciones originarias previstas en la Constitución
eran inconstitucionales y, con el voto del magistrado John Marshall, se estableció
que si un acto legislativo está en conflicto con la Constitución es deber del tribunal
rehusarse a aplicarlo, ya que si de tal forma no lo aplica, se destruye el
fundamento básico del constitucionalismo.19

El fallo “Marbury vs. Madison” es considerado como el verdadero acto


inicial en el cual se aplica el principio de la supremacía de la Constitución, pues
como se observa, el Juez John Marshall consideró que la Constitución era la ley
suprema del Estado y que todo acto contrario a ella, como lo es en este caso un
acto legislativo, debía necesariamente inaplicarse para resolver el caso concreto.
Pues el acto mismo constituye no solamente una contradicción con la norma
suprema sino que sus alcances vulneran los derechos fundamentales que en ella
se consagran; por tal motivo, no puede haber ninguna norma, reglamento o acto
que contradiga el texto constitucional, ya que procedente deviene su expulsión del
ordenamiento jurídico.

                                                           
19
Loc. cit.

12
En la doctrina moderna, la supremacía constitucional nace gracias al abate
francés Emmanuel Sieyés, quien expuso dos nociones importantes: el poder
constituyente y la representación política. Conforme a estas dos instituciones
surge la superioridad de la Constitución, la cual, según Sieyés, es obra de la
nación, la que por no poder ejercer su poder directamente lo ejecuta a través de
sus representantes o diputados constituyentes, quienes a través de la Constitución
organizan jurídica y políticamente al Estado.20

Con todo el recorrido que jurídicamente versa sobre la supremacía


constitucional se instituye que la norma suprema del Estado es la Constitución, la
que debe ser una verdadera norma de normas y cuyo acatamiento debe ser
ejecutado por gobernados y gobernantes. Para tal efecto, los actos del poder
público están en la obligación de observar siempre la preeminencia de las
disposiciones constitucionales sobre cualquier otra norma de carácter ordinario,
pues, como norma suprema, en ella se establecen las disposiciones
fundamentales del Estado.

Según Gregorio Badeni, el principio de la supremacía de la Constitución se


sintetiza en los siguientes puntos: “1) la Constitución es una ley superior y
fundamental; 2) un acto legislativo es ley si está de acuerdo con la Constitución; 3)
si un acto legislativo está en conflicto con la Constitución, no es ley porque carece
de validez jurídica; 4) los jueces solamente pueden aplicar aquellos actos que
están de acuerdo a la Constitución, y; 5) los jueces deben abstenerse de aplicar
los actos legislativos que no reúnan las condiciones para ser calificados como
leyes.”21

Esa síntesis parece adecuada conforme a lo que se ha venido estudiando,


pues es así como la Constitución debe conceptualizarse; es decir, como ley
superior y fundamental en todo acto de carácter público que deviene procedente
                                                           
20
Bertrand Galindo, Francisco. et. al. Manual de derecho constitucional. Tomo I. San Salvador.
Talleres Gráficos UCA. 1992. Pp. 134 y 135.
21
Badeni, Gregorio. Op. cit. Pp. 177 y 178.

13
su aplicación. Se observa que tal es la importancia de la Constitución que su
supremacía no solamente inicia desde la concepción de un acto legislativo que ha
de nacer a la vida jurídica, sino que también, debe tomarse en cuenta que la
aplicación de ese acto jurídico solo procede cuando su adecuación sea conforme
a la Constitución.

1.3) CONTROL CONSTITUCIONAL DE LAS LEYES

El control constitucional de las leyes emana a partir de dos vertientes que


fueron concebidas: la primera, en el continente americano y, la segunda, en el
continente europeo. La concepción del control constitucional de las leyes es la
misma; sin embargo, poseen ciertas características en el ámbito de su aplicación.

En Estados Unidos de América el control de constitucionalidad de las leyes


fue adoptado desde los inicios del constitucionalismo, en tanto que en América
Latina su disposición apenas fue adoptada en el siglo pasado. En Europa, se
proclama su inicio después de la Revolución Francesa pero se abandona durante
el siglo XIX, adoptándose nuevamente en el siglo XX, posterior a la Segunda
Guerra Mundial.22

Es el constitucionalismo norteamericano el que hace plena la noción de


justicia constitucional. Dicha concepción nace con la aplicación del derecho natural
de John Locke y Edward Coke al conceder a la Constitución el carácter de la ley
de leyes, ley inmutable; fórmula que fue plasmada en pactos y cartas de las
colonias americanas y, posteriormente, fue formalizada como ley fundamental en
un documento solemne conocido ahora como la Constitución de los Estados
Unidos de América de 1787. A partir de dicho instrumento, se consagró como
cláusula de supremacía a aquel principio según el cual la Constitución es la ley

                                                           
22
Brewer-Carías, Allan R. Nuevas reflexiones sobre el papel de los tribunales constitucionales en
la consolidación del Estado democrático de derecho: defensa de la Constitución, control del poder
y protección de los derechos humanos. Revista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. México. P. 70. 

14
suprema del país que debe aplicarse a pesar de cualquier disposición contraria en
las Constituciones o leyes de los estados miembros.23

Allan R. Brewer-Carías menciona que la cláusula de supremacía, las


limitaciones constitucionales impuestas al Congreso y el poder conferido a la
Suprema Corte para “resolver cualquier causa, en derecho y equidad” (artículo III,
Sección 2, de la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787),
juntamente con los antecedentes de la ley suprema del sistema constitucional
británico, son los raigambres que llevaron a adoptar el control judicial de la
constitucionalidad.24

Ese control de constitucionalidad de las leyes quedó establecido por


primera vez en el caso Marbury versus Madison en 1803, en el que el principio de
la supremacía de la Constitución fue el principal argumento para el efectivo
ejercicio del control judicial de constitucionalidad de las leyes.25 Para tal efecto, el
Chief Justice Marshall entró a examinar la cuestión para determinar si la Suprema
Corte, conforme a la Constitución, podía dictar writs of mandamus a los
empleados públicos que les había sido conferida por la Ley Judicial de 1789.
Conforme a ello consideró que “no estaba previsto en la Constitución”, por lo que
decidió “investigar la posibilidad de que una jurisdicción así conferida pudiera
ejercerse”; desarrollando la supremacía de la Constitución conforme al
cuestionamiento “si un acto incompatible con la Constitución podía o no llegar a
convertirse en ley de la Nación.”26

En esa misma línea jurídica el Chief Marshall en su análisis determinó:

“¿Para qué fin están limitados los poderes, y para qué fin tal limitación se
pone por escrito si dichos límites pudieran ser trasgredidos, en cualquier

                                                           
23
Artículo VI de la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787.
24
Brewer-Carías, Allan R. Op. cit. P. 70.
25
Ibid. P. 71. 
26
Loc. cit.

15
momento, por aquellos a quienes se busca restringir? La distinción entre un
gobierno con poderes limitados y otro con poderes ilimitados desaparece si
esos límites no obligan a los individuos sobre quienes se imponen, y si los
actos prohibidos y aquellos permitidos tienen la misma obligatoriedad.”27

Por lo que siguió exponiendo:

“(…) O la Constitución es una ley suprema soberana, que no puede ser


modificada por medios ordinarios, o está en el mismo nivel que los actos
legislativos ordinarios y, al igual que éstos, puede ser modificada cuando le
plazca la legislatura. Si la primera parte de la alternativa es cierta, entonces
un acto legislativo contrario a la Constitución no es una ley; si la última parte
es cierta, entonces las constituciones escritas no son sino intentos absurdos
por parte del pueblo de limitar un poder por naturaleza ilimitable.”28

Finalmente el Chief Marshall concluyó:

“(…) la Constitución es superior a cualquier acto ordinario de la legislatura;


la Constitución, y no tales actos ordinarios, deben regir el caso al que
ambos se aplican. [Lo contrario significaría otorgar] a la legislatura una
omnipotencia real y práctica (…); significaría lo mismo que prescribir
limitaciones y declarar que éstas pueden ser trasgredidas a voluntad (…) lo
que, en conjunto, socavaría el fundamento mismo de todas las
constituciones escritas.”29

Después de este análisis interesante que se hace en la doctrina


norteamericana su impacto en el mundo jurídico fue tal que a partir de esta
verificación de compatibilidad entre la norma constitucional y demás leyes

                                                           
27
Ibid. P. 72.
28
Loc. cit.
29
Ibid. P. 73.

16
ordinarias, se instituye la supremacía constitucional y el control judicial de la
constitucionalidad de las leyes.

En el siglo XIX, en América Latina, se extendió tanto la aplicación del


principio de la supremacía de la Constitución como el control constitucional de las
leyes. En el continente europeo tuvo injerencia después de la Primera Guerra
Mundial a través de la concepción impulsada por Hans Kelsen en la Constitución
de 1920, así como en la Constitución de Checoslovaquia de ese mismo año.

En la aplicación de la supremacía de la Constitución y del control judicial de


la constitucionalidad de las leyes, Hans Kelsen estableció que un tribunal
constitucional especializado debía tener como atribución exclusiva conocer y
decidir respecto de las cuestiones constitucionales y, concibió que la norma
constitucional era el fundamento de validez de todas las normas de un orden
jurídico, las que son determinantes en su origen y contenido. De ahí, la necesidad
de la creación de un órgano estatal especializado que conociera todas las
controversias sobre la conformidad o no de las normas jurídicas inferiores con las
de mayor jerarquía que les sirven de fundamento, es decir, la Constitución.30

Hasta aquí se han descrito los antecedentes jurídicos que hacen surgir los
sistemas constitucionales de las leyes, a través de los cuales se promueve un
efectivo procedimiento que permite la aplicación de la supremacía de la
Constitución sobre todo el ordenamiento jurídico interno de un Estado y sobre los
actos de gobierno que emanan del poder público.31

Es imprescindible la importancia que conlleva la aplicación de la


supremacía de la Constitución y conforme a ella el ejercicio del control judicial de
la constitucionalidad de las leyes, cuyo examen de compatibilidad deviene siempre
procedente para salvaguardar los derechos fundamentales que en ella se
                                                           
30
Sierra, José Arturo. Derecho constitucional guatemalteco. Guatemala. 2000. Pp. 153 y 154.
31
Quiroga Lavié, Humberto. Curso de derecho constitucional. Buenos Aires. Ediciones Depalma.
1993. P. 19.

17
consagran. Así pues, todo juez o tribunal constitucional está llamado a realizar
esta verificación, proclamando a la Constitución como la norma suprema y
fundamental del Estado, pues sin ella los actos contrarios no pueden cobrar
vigencia en el mundo jurídico y por tanto son nulos de pleno derecho.

1.4) SISTEMAS DE CONTROL CONSTITUCIONAL DE LAS LEYES

La doctrina y el derecho comparado han propuesto y aplicado en los


sistemas de control constitucional de las leyes dos grandes clasificaciones, a
saber: el control político y el control judicial.32

1.4.1) CONTROL POLÍTICO

Históricamente, los sistemas de control político precedieron a los sistemas


judiciales, adoptándose el control político en las Constituciones francesas de 1852
y 1946. Así, en la Constitución de 1852 se estableció que todas las leyes debían
ser sometidas al Senado previo a su promulgación para que se determinara su
constitucionalidad. De igual manera el Senado podía anular los actos sometidos
por el gobierno o a petición de los particulares, por ser inconstitucionales.33

En el sistema político el ejercicio del control de constitucionalidad de las


leyes y la función de vigilar por el cumplimiento de la supremacía de la
Constitución, le corresponde a un órgano ordinario o especial de carácter político.
Según lo expresa Gregorio Badeni, “Si bien el análisis de la concordancia entre
una norma inferior y otra superior es una tarea técnica y esencialmente jurídica,
los efectos de una declaración de constitucionalidad o inconstitucionalidad son de

                                                           
32
Néstor Pedro Sagués ha expuesto otras clasificaciones en cuanto a los diversos sistemas de
control constitucional de las leyes, para mejor ilustración véase: Sagués, Néstor Pedro. Recurso
extraordinario. Tomo I. Buenos Aires. Editorial Astrea. 2002. Pp. 29 a 85. También se hace una
amplia explicación en: Bidart Campos, German J. Jurisdicción constitucional. Buenos Aires. Editor,
S.A., 1989. Pp. 125 a 128.
33
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 187.

18
naturaleza política por las consecuencias que deparan para la conformación del
orden jurídico.”34

Esta filosofía nace a partir de la concepción de que el pueblo es el único


creador de la ley como titular de la soberanía, y que los jueces únicamente deben
aplicar sus disposiciones. En tal virtud, al órgano político, en representación del
pueblo, se le encomienda la tarea de tutelar la constitucionalidad de las leyes.35

El sistema de control político responde a una democracia constitucional


sustentada en la consolidación de las instituciones públicas para evitar los
regímenes monárquicos absolutos. Conforme a esta concepción, se protegían los
derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos para que el órgano que
los promulgara interviniera en las decisiones políticas del Estado, y al ejercer el
control de las leyes se limitaba el ejercicio autoritario de la monarquía, la que,
podía afianzarse de ejercer la promulgación de las leyes y, al mismo tiempo,
derogarlas a su propio beneficio pero en perjuicio de la ciudadanía, pues se
prevenía la afectación de los derechos y garantías.36

German J. Bidart Campos afirma que el sistema político ubica al control


constitucional de las leyes fuera de la administración de justicia, ya que sólo funge
como tal cuando existe un órgano contralor, como ejemplo de ello se puede
mencionar el Consejo Constitucional en la Constitución de Francia de 1958. Así
también agrega, que a veces se involucra en el sistema de control político a aquel
sistema en que faltando el órgano especializado el control se involucra
espontánea y difusamente a través de los procesos políticos de opinión pública,
electorado, comicios, medios de comunicación social, entre otros.37

                                                           
34
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 186.
35
El control constitucional. Revista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México. México. P. 15.
36
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 189.
37
Bidart Campos, German J. Op. cit. P. 125.

19
En síntesis, queda claro que el sistema de control político persigue que la
constitucionalidad de las leyes sea ejercido por medio de un órgano político ajeno
al Poder Judicial como lo es el Poder Legislativo o el Poder Ejecutivo, ya que en
vista que lo que se pretende con la constitucionalidad de las normas es la
preeminencia de las disposiciones constitucionales sobre cualquier otra norma, y
siendo que estas últimas son aprobadas por el Legislativo o Congreso, su
naturaleza es la de ser un acto político. De esa cuenta, en este sistema el control
constitucional de las leyes no lo asume la administración de justicia sino que se
faculta a otro órgano estatal. En el derecho constitucional moderno, puede
mencionarse que en la Constitución Francesa de 1958 se instituyó que el sistema
de control político sería ejercido por el Consejo Constitucional.

En Guatemala, un ejemplo del poder político se encuentra establecido en el


artículo 183 literal h) de la Constitución Política, en el cual se hace referencia a la
facultad que goza el Presidente de la República de vetar las leyes aprobadas por
el Congreso, y en el artículo 272 literal h) de la misma norma suprema, se
establece la opinión de la Corte de Constitucionalidad sobre el veto que ha
realizado el Ejecutivo alegando la inconstitucionalidad de una ley.

1.4.2) CONTROL JURISDICCIONAL

En el sistema de control jurisdiccional de las leyes, la función de contralor le


corresponde al Organismo Judicial a través de los órganos jurisdiccionales -sea
con funciones comunes u ordinarias, o con funciones específicas únicamente para
conocer la constitucionalidad o no de las leyes-.

Helio Juan Zarini afirma que el control jurisdiccional está a cargo del Poder
Judicial, atribuyéndose a los tribunales de justicia la competencia de determinar si
las leyes vulneran o no las disposiciones constitucionales. Agrega que: “En este
sistema jurisdiccional no se trata de que los jueces juzguen la oportunidad, la
eficacia o la conveniencia de una norma jurídica o de un acto; tampoco es el

20
gobierno de los jueces, como se ha dicho, por el cual los magistrados sustituirían
al poder político del legislador, elegido por el pueblo. Lo que en realidad hacen los
jueces, cuando declaran la inconstitucionalidad de una ley, es determinar si es o
no contraria a la constitución y aplican ésta como ley suprema del Estado, y no el
derecho que la contradice.”38

Según Gregorio Badeni “El control de constitucionalidad no consiste en


analizar las bondades o defectos de una ley, así como tampoco su utilidad o
conveniencia, que son funciones reservadas a los órganos políticos. Consiste,
simplemente, en verificar jurídicamente si media o no oposición con los principios
contenidos en la Constitución.”39

Conforme a este sistema de control jurisdiccional, la función de los jueces


consiste en aplicar la Constitución y de abstenerse de aplicar la norma que lesione
los derechos de los individuos y colisionen con la Constitución.40

El control jurisdiccional de constitucionalidad de las leyes le es


encomendado al Poder Judicial a través de los tribunales de justicia, de modo que
son los jueces quienes en el ejercicio de su cargo están obligados a analizar en
cada caso concreto si estos constituyen una oposición o una vulneración en las
disposiciones constitucionales. En todo caso, debe prevalecer la Constitución
sobre toda norma o acto cuando sus disposiciones se vean mermadas, y dejen en
estado de indefensión los derechos fundamentales que garantizan la efectiva
tutela a los particulares.

Según el órgano que ejerza el control constitucional, pueden distinguirse


dos sistemas jurisdiccionales: a) sistema continental-europeo o concentrado, y; b)
sistema norteamericano o difuso.41

                                                           
38
Zarini, Helio Juan. Derecho constitucional. Buenos Aires. Editorial Astrea. 1992. Pp. 69 y 70.
39
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 190.
40
Badeni, Gregorio. Op. cit. P. 191.

21
a) Sistema continental-europeo o concentrado: El aporte fundamental que
originalmente le dio nacimiento a este sistema se le debe al emblemático
Hans Kelsen, quien sostuvo que este control es esencial para el
mantenimiento de la supremacía constitucional, no solo como un
procedimiento reglado sino también como norma sustantiva.42

Con este sistema jurisdiccional se crea un tribunal constitucional que se


convierte en una especie de legislador negativo para anular las leyes y los
actos públicos que son inconstitucionales. Su característica esencial es que
es un órgano concentrado; es decir, es un tribunal especializado
independiente de los demás órganos estatales, cuya función primordial es
el ejercicio del control constitucional de las leyes.

El tribunal constitucional ejerce dos tipos de control constitucional: 1) control


preventivo o remedial: El control se ejerce por medio de opiniones o
dictámenes de disposiciones legales o proyectos de ley, suspendiendo la
aplicación de una ley. 2) Control a posteriori o reparador: La
inconstitucionalidad de la norma constituye un recurso para quien considere
que sus libertades y garantías fundamentales han sido transgredidas,
siempre que se le haya otorgado la legitimación para hacerlo.43

                                                                                                                                                                                 
41
  Carlos Santiago Nino expone que el sistema de control de constitucionalidad presenta
básicamente tres variaciones que se pueden ejemplificar a la luz de los órdenes jurídicos inglés,
continentales-europeos y norteamericano. a) En el sistema jurídico británico (como en el de
Holanda y en el de países escandinavos) no hay un control judicial de constitucionalidad. Es decir,
que ningún juez interno ‐ni aun  el tribunal superior constituido por la Cámara de los Lores‐ puede
descalificar una ley dictada por el Parlamento, y mucho menos una norma jurídica inferior, sobre la
base de que ella viola la Constitución, que en el caso de Gran Bretaña el derecho es
consuetudinario y no documentado. En el caso Bonham se intentó promover la idea de que en
algunos casos el common law podría controlar una ley del Parlamento, la que podría ser declarada
nula por ser contraria al derecho y a la razón, sin embargo, dicha idea no se impuso. Más tarde, el
jurista británico William Blackstone afirmó que el Parlamento es el único que tiene la potestad para
hacer, confirmar, extender, restringir, abrogar, repeler, revivir y explicar las leyes; de tal forma que
los actos emanados por el Parlamento no pueden ser discutidos por ninguna otra autoridad. Ello se
expresa a través del principio de absoluta soberanía del Parlamento. Nino, Carlos Santiago.
Fundamentos de derecho constitucional. Buenos Aires. Editorial Astra de Alfredo y Ricardo
Depalma. 1992. P.659.
42
Ibid. P. 660.
43
Sierra, José Arturo. Op. cit. P. 155.

22
El autor Geovani Salguero Salvador, citando a Javier Pérez Royo, indica
que el sistema concentrado adquiere las siguientes características: “a) El
control se confía a un tribunal constitucional distinto de los tres poderes
clásicos del Estado; b) Es un control concentrado por cuanto el tribunal
constitucional es el único juez de la ley; c) El tribunal constitucional sólo
actúa a instancia de parte; d) La legitimación para recurrir al tribunal
constitucional se configura de manera restrictiva y en general no pueden
acceder los ciudadanos; e) Las vías a través de las cuales se accede
dependen de la legitimación para recurrir. Si quien recurre es un órgano
político la vía es el control abstracto. Si quien recurre es un órgano judicial,
la vía es el control concreto o sea que si en el curso del proceso se suscita
la duda sobre la constitucionalidad de la ley aplicable al caso y de cuya
validez depende el fallo; f) La sentencia del tribunal constitucional tiene
fuerza de ley porque es legislador negativo; y g) La sentencia del tribunal
constitucional es constitutiva y por ende tiene efectos ex nuc.”44

Con dichas características se tiene una mayor ilustración sobre el control


jurisdiccional concentrado respecto de las partes legitimadas para
intervenir, así como que el efecto principal de este planteamiento es la
expulsión del ordenamiento jurídico de la norma impugnada, cuyos efectos
van dirigidos hacia la generalidad.

b) Sistema norteamericano o difuso: Su característica esencial es que el


control constitucional de las leyes le corresponde a cualquier juez o tribunal,
es un control a posteriori. El sistema norteamericano adquirió su
reconocimiento explícito con el fallo de la Suprema Corte en el leading case
“Marbury versus Madison”.45

                                                           
44
Salguero Salvador, Geovani. El control de constitucionalidad de las normas jurídicas. Guatemala.
2011. Pp. 22, 23.
45
Al respecto el juez Marshall argumentó que: “hay sólo dos alternativas demasiado claras para ser
discutidas, o la Constitución controla cualquier ley contraria a ella, o la Legislatura puede alterar la
Constitución mediante una ley ordinaria. Entre tales alternativas no hay términos medios: o la
Constitución es la ley suprema inalterable por medios ordinarios o se encuentra en el mismo nivel

23
La constitucionalidad de las leyes se ejerce por los jueces al dictar la
sentencia y resuelven inaplicar una norma de rango inferior por vulnerar las
disposiciones constitucionales. Básicamente, la norma deja de regir para el
caso en concreto que conoce el juez, quedando vigente, y sin necesidad de
su exclusión, en el ordenamiento jurídico. Sus efectos únicamente se
prolongan para las partes que intervienen en el proceso, adquiriendo un
carácter vinculante a través de la regla del stare deciris.

Geovani Salguero Salvador, citando a Ricardo Haro, señala como


características de este sistema las siguientes: “1. Se exige una causa o
proceso judicial. 2. La impugnación constitucional se plantea
incidentalmente, es decir, como defensa o excepción dentro de una acción
ordinaria. 3. Debe ser efectuada a petición de parte legitimada
procesalmente. 4. Que asimismo acredite un interés concreto en la
impugnación. 5. Los requisitos 3 y 4 descartan lógicamente el control de
oficio de constitucionalidad por los tribunales; tanto en la legislación como
en la doctrina judicial de los países en que se aplica el sistema difuso, se ha
consolidado la prohibición a los tribunales de conocer y decidir ex officio la
inconstitucionalidad de una norma o acto estatal. 6. Por otra parte, y
siguiendo a la doctrina de la Corte Suprema de los Estados Unidos, se han
excluido del control jurisdiccional de constitucionalidad las llamadas
cuestiones políticas, por considerarlas no justiciables. 7. En este sistema, la

                                                                                                                                                                                 
que las leyes y de tal modo, como cualquiera de ellas, puede reformarse o dejarse sin efecto
siempre que al Congreso le plazca. Si es cierta la primera alternativa, entonces una ley contraria a
la Constitución no es ley; si en cambio, es verdadera la segunda, entonces las constituciones
escritas son absurdos intentos del pueblo para limitar un poder ilimitable por naturaleza… Si una
ley contraria a la Constitución es nula, ¿obliga a los tribunales a aplicarla no obstante su invalidez?
O bien, en otras palabras, no siendo ley ¿constituye una norma operativa como una ley válida? Sin
lugar a dudas la competencia y la obligación del Poder Judicial es decidir qué es ley; si dos leyes
entran en conflicto entre sí el Tribunal debe decidir acerca de la invalidez y aplicabilidad, del mismo
modo, cuando una ley está en conflicto con la Constitución y ambas son aplicables al caso, de
modo que la Corte debe decidir conforme a la ley desechando la Constitución o conforme a la
Constitución desechando la ley. La Corte debe determinar cuál de las dos normas en conflicto
gobierna el caso. Esto constituye la esencia misma del deber de administrar justicia. Luego, si los
tribunales deben tener en cuenta la Constitución y ella es superior a cualquier ley ordinaria, es la
Constitución y no la ley la que debe regir el caso al cual ambas normas se refieren”. Santiago Nino,
Carlos. Op. cit. P. 664.

24
declaración de inconstitucionalidad sólo produce efectos entre las partes
litigantes en el proceso, es decir, que no produce efectos erga omnes, sino
sólo inter partes.”46

1.5) PARTICULARIDADES DEL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

En este apartado se procederá a desarrollar las particularidades que


permiten el efectivo ejercicio del control constitucional de las leyes, respecto de
quién debe ejercer el control constitucional, sobre qué normas debe realizarse la
constitucionalidad y si este debe hacerse de oficio.

1.5.1) ¿QUIÉN DEBE EJERCER EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD?

La doctrina determina que, de acuerdo a los sistemas de control de


constitucionalidad de las normas, su ejercicio dependerá si se trata del sistema
político, o bien, del sistema jurisdiccional.

En el sistema de control político, según Helio Juan Zarini, su ejercicio está a


cargo de las propias Cámaras Legislativas o de órganos diferentes a los judiciales.
En tanto que el control jurisdiccional está a cargo del Poder Judicial.47

Gregorio Badeni afirma que el control político asigna a un órgano de


naturaleza política, ordinario o extraordinario, el ejercicio del control de
constitucionalidad de las normas. En cambio, en el sistema de control judicial, esa
función la ejerce el Organismo Judicial, común o específico. A su vez, se
subdividen en difusos o concentrados, según exista o no pluralidad de órganos
encargados de ejercer la función judicial.48

                                                           
46
Salguero Salvador, Geovani. Op. cit. P. 20.
47
Zarini, Helio Juan. Op. cit. Pp. 68 y 69.
48
Badeni, Gregorio. Op. cit.P. 186.

25
German J. Bidart Campos explica que el control político deja afuera la
administración de justicia, y sólo es tal cuando existe un órgano contralor como el
Consejo Constitucional de Francia. El sistema judicial sitúa al control en el área de
la administración de justicia, y se subdividen en jurisdicción difusa, si está a cargo
de todos y cualquier tribunal, y en jurisdicción concentrada, si exclusivamente está
a cargo de un organismo judicial o es un órgano ajeno al poder judicial, como lo es
un Tribunal Constitucional.49

Tal como se observa, básicamente hay dos órganos a quienes se les ha


delegado el ejercicio del control constitucional de las leyes. Así, cuando se ejerce
el control político se faculta al Senado o a las Cámaras Legislativas para
determinar la supremacía de la Constitución sobre cualquier norma o acto para la
existencia de una verdadera simetría en el orden jurídico. En cuanto al ejercicio
del control judicial, se encomienda al Poder Judicial la facultad de velar por la
supremacía de la Constitución. Sin embargo, cuando el sistema judicial es
concentrado, su ejercicio se proclama a la Corte Suprema, o bien, a un órgano
externo de la administración de justicia, es decir, a un Tribunal Constitucional. Al
contrario, cuando el control judicial es difuso, dicha facultad la ejercen los jueces
de todos los niveles que forman parte de la administración de justicia.

Con lo anterior se evidencia que el examen de compatibilidad que debe


ejercerse entre la norma suprema y las normas ordinarias o actos del poder están
siempre sujetos a un control que permite establecer la preeminencia de la
Constitución, y que los sujetos a quienes se les ha encomendado dicha facultad
deben observar siempre su aplicación para el mantenimiento del orden
constitucional y protección de los derechos fundamentales de los particulares. Su
inobservancia hace recaer en que los actos aprobados sean contrarios a las
disposiciones constitucionales, y en cualquier momento están sujetos a su
inaplicación en el caso en concreto o a su expulsión dentro del ordenamiento
jurídico interno del Estado, ello dependerá los efectos de la decisión asumida, si

                                                           
49
Bidart Campos, German J. Op. cit. P. 125.

26
se dirigen únicamente para quienes intervienen en un proceso o para todos los
habitantes cuando se dirija a la generalidad.

1.5.2) ¿SOBRE QUÉ NORMAS DEBE REALIZARSE EL CONTROL DE

CONSTITUCIONALIDAD?

Para Carl Schmiit “La protección de la Constitución involucra todos los


medios, instrumentos e instituciones que el Poder Constituyente ha estimado
necesarios para mantener a los poderes políticos dentro de sus atribuciones, lo
que permite un desarrollo armónico de sus actividades y repercute en el respeto
de los derechos fundamentales de la persona.”50

Afirma German J. Bidart Campos que: “En cuanto al ámbito constitucional


protegido, el control puede recaer sobre cualquier contenido de la constitución, o
limitarse al área de los derechos individuales, o sustraerse a determinadas
cuestiones que, en su caso, se denominan políticas.”51

El origen del control de constitucionalidad de las leyes se genera a partir de


la concepción del principio de la supremacía constitucional, a través del cual se
afirma que en la cúspide de todo ordenamiento jurídico está la Constitución; norma
suprema que establece los derechos y garantías fundamentales de los individuos,
quienes al resultar lesionados en sus derechos por una norma inferior a la
Constitución o por un acto del poder público pueden solicitar que se examine la
compatibilidad entre la norma apelada y la Constitución. De tal forma, que ese
examen de compatibilidad, permite establecer al juez o magistrado si una norma
de carácter ordinario e inferior a la Constitución está vulnerando los intereses de
quien planteó la inconstitucionalidad.

                                                           
50
El control constitucional. Op. cit. P. 14. 
51
Bidart Campos, German J. Op. cit. P. 126. 

27
El control de constitucionalidad de las leyes debe realizarse sobre toda
norma que forme parte del ordenamiento jurídico del Estado; es decir, quienes
practiquen el control de constitucionalidad están obligados a verificar cuando una
norma ordinaria es contraria al texto constitucional. En consecuencia, ese examen
de constitucionalidad recae sobre cualquier norma que se encuentre vigente en el
Estado y si es contraria a la norma suprema, deviene su inaplicación o expulsión
del ordenamiento jurídico, según corresponda.

1.5.3) ¿CONTROL DE OFICIO?

La autora Verónica García Christensen ha determinado que el control de


constitucionalidad debe ejercerse de oficio por la autoridad a quien se le ha
encomendado su práctica. Dicha posición la acuñe al principio iura novit curia, ya
que si bien es cierto que el juez debe limitarse a resolver lo que le ha sido pedido
por las partes, esa limitación no impide la aplicación del principio iura novit curia,
por medio del cual el juez conoce el derecho. Asimismo, el ejercicio del control de
constitucionalidad de las leyes no depende de la voluntad de quienes intervienen,
pues no es optativo para las partes velar por la supremacía de la Constitución52,
sino que dicha atribución es para el juez.

La función contralora de constitucionalidad se hace imprescindible para los


jueces, para verificar si las normas jurídicas a aplicar se adecuan a la Constitución
a fin de velar por la supremacía constitucional; función que les corresponde de
oficio en todos los casos que sean sometidos a su consideración y no únicamente
a aquellos en los que hay petición de parte interesada.

El control de constitucionalidad de las leyes debe ser ejercido de oficio por


el juez atendiendo al principio iura novit curia, ya que el juez conoce el derecho y
está en la obligación de observar la norma suprema del Estado, pues es a partir

                                                           
52
García Christensen, Verónica. Control judicial de constitucionalidad de oficio: un nuevo
paradigma. Pp. 3 y 4.

28
de ella que nace todo el orden jurídico. Dicho ello, aun cuando hay una trasgresión
o vulneración de derechos y no sea solicitado el ejercicio de control constitucional
de las leyes, el juez de igual manera tiene como función velar por el cumplimiento
de la Constitución, pues esta facultad no es discrecional ni optativa, sino es una
obligación de todo juez velar por la supremacía constitucional.

1.6) BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD

Con el desarrollo del derecho procesal constitucional moderno se ha venido


utilizando de forma progresiva la institución denominada bloque de
constitucionalidad, cuyo contendido configura la incorporación de nuevos derechos
humanos al ordenamiento jurídico.

La expresión de bloque de constitucionalidad fue acuñada a mediados de la


década de los setentas por Luis Favoreu53, quien la utilizó para explicar una
Decisión del Consejo Constitucional Francés, en la que se aplicó a nivel
constitucional la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789 y el Preámbulo de la Constitución francesa de 1946, ya que el texto de la
Constitución francesa de 1958 carecía de un reconocimiento expreso de derechos
fundamentales.54

El bloque de constitucionalidad se refiere a aquellas normas y principios


que, sin estar formalmente en el contenido del texto constitucional, sirven como
parámetro para ejercer el control de constitucionalidad de las leyes, ya que han
sido integrados a la Constitución por otras vías y por mandato de la propia
Constitución55. Con este reconocimiento se desarrollan o complementan el
catálogo de los derechos fundamentales.

                                                           
53
Carpio Marcos, Edgar. Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las
leyes. P. 81.
54
Loc. cit. 
55
Arango Olaya, Mónica. El bloque de constitucionalidad en la jurisprudencia de la Corte
Constitucional de Colombia. P. 79.

29
La función esencial del bloque de constitucionalidad es integrar el derecho
internacional de los derechos humanos para garantizar la coherencia de la
legislación interna con los compromisos internacionales del Estado y, al mismo
tiempo, servir de complemento para el reconocimiento de los derechos humanos
en la legislación nacional.56

En esencia, el bloque de constitucionalidad permite que el control


constitucional de las leyes no se vea limitado únicamente en cuanto al texto formal
de la Constitución, sino que también, puedan ser parámetro de constitucionalidad
todas aquellas disposiciones normativas que aun cuando no son parte del texto
supremo reconocen derechos humanos, en especial, los tratados internacionales
en materia de derechos humanos.

El bloque de constitucionalidad permite que los jueces al ejercer el control


de constitucionalidad de las leyes puedan realizarlo sobre las diferentes
disposiciones normativas que protegen los derechos fundamentales, ya que con
ello se amplía el catálogo de dichos derechos y se protege la dignidad de las
personas.

                                                           
56
Corte de Constitucionalidad. Sentencia No. 1822-2011. 

30
CAPÍTULO 2
CONTROL DE CONVENCIONALIDAD

2.1) FORMULACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD

El control de convencionalidad es una institución del derecho procesal


constitucional que ha venido desarrollándose pretorianamente en el seno de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
   
Como primer antecedente, se tiene que el Magistrado Sergio García
Ramírez, ex Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos -en
adelante Corte IDH o Tribunal Interamericano- en su voto concurrente razonado
proferido en la sentencia del Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala57, utilizó por
primera vez en el alto Tribunal Interamericano la expresión denominada “control
de convencionalidad”, y al respecto manifestó: “…No es posible seccionar
internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte sólo a uno o algunos de sus
órganos, entregar a estos la representación del Estado en el juicio –sin que esa
representación repercuta sobre el Estado en su conjunto- y sustraer a otros de
este régimen convencional de responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del
“control de convencionalidad” que trae consigo la jurisdicción de la Corte
Internacional.58” (Subrayado añadido).

Es a partir de este momento en que se inicia a utilizar el término “control de


convencionalidad”, al que posteriormente le siguieron varios fallos en el mismo
sentido, y finalmente dio lugar a que se consolidara como control de
convencionalidad.

                                                           
57
Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Sentencia de fondo, reparaciones y costas,
25 de noviembre de 2003, serie C, número 101. Voto concurrente razonado del Juez Sergio García
Ramírez. Párrafo 27.
58
Loc. cit.

31
Siguiendo la misma línea jurídica, el 07 de diciembre del año 2004, en el
Caso Tibi vs. Ecuador59, el mencionado magistrado nuevamente vuelve a sostener
que la tarea de los jueces trasnacionales se asemeja a la de los Tribunales
Constitucionales, ya que estos últimos inspeccionan los actos impugnados
-disposiciones de alcance general- a la luz de las reglas, los principios y valores de
las leyes fundamentales, indicado además que: “La Corte Interamericana, por su
parte, analiza los actos que llegan a su conocimiento en relación con normas,
principios y valores de los tratados en los que funda su competencia contenciosa.
Dicho de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la
´constitucionalidad´, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve
acerca de la ´convencionalidad´ de esos actos.”60

En el Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala61, la Corte Interamericana llevó a


cabo el “control de convencionalidad”62 entre el Pacto de San José y el Código
Penal de Guatemala y consideró que el Código Penal infringía los postulados de
dicho Pacto, por lo que dispuso que el Estado de Guatemala debía modificar la
norma punitiva que permite la pena de muerte en determinadas circunstancias, y
que mientras no cumpliere con tal mandato jurisdiccional “El Estado deberá
abstenerse de dictar la pena de muerte y ejecutar a los condenados por el delito
de plagio y secuestro (…)”.63

En el voto razonado elaborado en el Caso López Álvarez vs. Honduras64, al


analizar la duración razonable del proceso penal, de nuevo el Juez García
Ramírez indicó que el Tribunal Interamericano es el “órgano que debe de verificar
la compatibilidad entre la conducta del Estado y las disposiciones de la

                                                           
59
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas, 07 de septiembre de 2004, serie C, número 114.
60
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Voto concurrente razonado del Juez Sergio García Ramírez.
Párrafo 3.
61
Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala. Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 15
de septiembre de 2005, serie C, número 133.
62
En este caso no se utilizó expresamente la frase “control de convencionalidad”.
63
Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala. Párrafo 132.
64
Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Sentencia de fondo, reparaciones y costas,01 de
febrero de 2006, serie C, número 141.

32
Convención -es decir, el órgano que practica el control de convencionalidad-, debe
de explorar las circunstancias de jure y de facto del caso.”65

En el Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile66, la Corte Interamericana


“en pleno” se ocupó de la figura del control de convencionalidad -haciendo una
referencia exclusiva a los delitos de lesa humanidad-, y para tal efecto sostuvo
que: “La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley, y por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en
el ordenamiento jurídico. Pero cuando el Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato
del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar para que los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde su inicio carecen de
efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de
´control de convencionalidad´ entre las normas jurídicas internas que aplican a los
casos concretos y a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta
tarea el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también
la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última
de la Convención”.67 (Subrayado añadido).

Posteriormente, en el voto razonado pronunciado en el Caso Vargas Areco


vs. Paraguay68, el ex magistrado García Ramírez precisó que el Tribunal
Interamericano “tiene a su cargo el ´control de convencionalidad´ fundado en la
confrontación entre el hecho realizado y las normas de la Convención Americana”,
pudiendo “confrontar los hechos internos -leyes, actos administrativos,
resoluciones jurisdiccionales, por ejemplo- con las normas de la Convención y
resolver si existe congruencia entre aquellos y estas, para determinar, sobre esa
                                                           
65
Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Voto razonado del Juez Sergio García Ramírez.
Párrafo 30.
66
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Sentencia de excepciones preliminares,
fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre de 2006, serie C, número 154, párrafo 124.
67
Loc. cit. 
68
Corte IDH. Caso Vargas Areco vs. Paraguay. Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 26 de
septiembre de 2006, serie C, número 155.

33
base, si aparece la responsabilidad internacional del Estado por incumplimiento de
sus obligaciones de la misma naturaleza.”69(Subrayado añadido).

En el Caso de los Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú70, el 24 de


noviembre de 2006, todos los jueces del Tribunal Interamericano abordaron la
cuestión del control de convencionalidad.71 Posteriormente, el Juez Cançado
Trindade añadió conceptos en el mismo asunto cuando se ocupó de la solicitud de
interpretación de la sentencia. En el caso citado, la Corte no se refirió a “una
especie” de control, sino que directamente lo calificó como “control de
convencionalidad”, lo cual hace presumir que la terminología utilizada quedó a
partir de ese momento configurada.

En cuanto a la solicitud de interpretación de la sentencia72, que realizó el


Juez Cançado Trindade, en su voto disidente, refirió la necesidad de un análisis
del control de convencionalidad de la dimensión constitucional y de la dimensión
supranacional del derecho. Enfatizó que la necesidad de agotamiento de los
recursos efectivos del derecho interno integra la propia protección internacional de
los derechos humanos. Sostuvo que el artículo 2 del Pacto de San José, al
imponer esa obligación de “armonización” entre el derecho nacional y el
internacional, abre el camino para una “constitucionalización” de una convención
supranacional.

El 20 de septiembre de 2007, en el Caso Boyce y otros vs. Barbados73, la


Corte se ocupó nuevamente de esta temática74, observando que en la jurisdicción

                                                           
69
Ibid. Párrafo 7. 
70
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú.
Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, sentencia 24 de noviembre
de 2006, serie C, número 158. Voto razonado del juez Sergio García Ramírez, párrafo 128.
71
Loc. cit. 
72
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso. Solicitud de Interpretación de la
Sentencia. Voto concurrente razonado del Juez Cançado Trindade. Párrafo 11.
73
Corte IDH. Caso Boyce y otros vs. Barbados. Sentencia de 20 de noviembre de 2007, Serie C,
número 169.

34
interna se había hecho un análisis puramente constitucional de la cuestión
litigiosa, en la cual no se tomaron en cuenta las obligaciones que tiene el Estado
conforme al Pacto de San José. Se expuso que, de conformidad con la
Convención de Viena sobre los Tratados75, el Estado debió cumplir de buena fe
con sus obligaciones convencionales, “…y no podrá invocar disposiciones de su
derecho interno como justificación para el incumplimiento de dichas obligaciones
convencionales…”.76 En esa ocasión, el Tribunal señaló que la jurisdicción interna
no se debió limitar a evaluar si la norma local era constitucional o no, ya que la
Corte de Justicia del Caribe (último órgano doméstico), debió también decidir si la
ley de Barbados violó o no la Convención Americana77.

En el Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá78, sobre el cual se estudió un


asunto referido a la desaparición forzada de personas, el Tribunal Interamericano
manifestó que a través de lo que se denomina “control de convencionalidad”, cada
juzgador debe velar por el efecto útil de los instrumentos internacionales, por
ende, el derecho doméstico debe adecuar sus normas al Pacto de San José.

Asimismo, la Corte interpretó que la adecuación de los preceptos locales


“… implica la adopción de medidas en dos vertientes, a saber: i) la supresión de
las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las
garantías previstas en la Convención o que desconozcan los derechos allí
reconocidos u obstaculicen su ejercicio; y ii) la expedición de normas y el
desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas
garantías.”79

                                                                                                                                                                                 
74
Se trataba de una sentencia que dispuso la pena de muerte de dos personas y una norma del
derecho interno de Barbados, no permitía a los Tribunales que declaren la inconstitucionalidad de
la máxima sentencia.
75
Artículo 26. Pacta sunt servanda. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido
por ellas de buena fe. Convención de Viena sobre el derecho de los tratados.
76
Corte IDH. Caso Boyce y otros vs. Barbados. Párrafo 77.
77
Ibid. Párrafo 78. 
78
Corte IDH. Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas, Sentencia de 12 de agosto de 2008, serie C, número 186, párrafos 180 y
181.
79
Loc. cit.

35
En el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México80, la Corte introduce
nuevas disposiciones del control de convencionalidad que deben ejercer las
jurisdicciones nacionales. Al respecto se indicó: “Este Tribunal ha establecido en
su jurisprudencia que es consciente que las autoridades internas están sujetas al
imperio de la ley y, por ello, están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en
el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado es Parte de un tratado
internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluido sus
jueces, también está sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la
aplicación de normas contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados
a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer
ex officio un ´control de convencionalidad´ entre las normas internas y la
Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea,
los jueces y órganos judiciales vinculados a la administración de justicia deben
tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del
mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención
Americana.”81 (Subrayado añadido).

Con la jurisprudencia emitida por la Corte IDH que anteriormente ha sido


expuesta, se aprecia el desarrollo progresivo y cronológico que ha ido teniendo el
control de convencionalidad, que poco a poco fue manifestándose en las
sentencias proferidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por
primera vez con el voto razonado concurrente del juez Sergio García Ramírez en
la sentencia Myrna Mack vs. Guatemala, y que simultáneamente fue
propagándose ya en el pleno del Tribunal Interamericano.

Los diferentes pronunciamientos emitidos en la sede interamericana, deben


interrelacionarse entre sí para efectuar una interpretación conjunta del control de
                                                           
80
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Sentencia de 26 de noviembre de
2010, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, Serie C. No. 220.
81
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Párrafo 225. 

36
convencionalidad, el cual se presenta como una herramienta práctica para la
elaboración del ius commune en la región, en particular, en materia de derechos
fundamentales.82

Conforme a la jurisprudencia emanada del alto Tribunal Constitucional, se


colige que el control de convencionalidad consiste en el examen de compatibilidad
que deben ejercer los jueces nacionales entre las leyes internas y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos -en adelante Convención, Convención
Americana, CADH o Pacto de San José-, debiendo velar porque subsistan las
disposiciones contenidas en la Convención cuando se garanticen y protejan de
mejor manera los derechos fundamentales. En el caso de haber una contradicción
entre las normas internas y la Convención tiene que aplicarse esta última, de tal
forma que sus disposiciones no se vean mermadas por la falta de observancia de
los Estados que la han suscrito.

Lo anterior tiene relación directa con la disposición legal contenida en el


artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, en el
sentido que un Estado debe cumplir de buena fe las obligaciones internacionales
que ha adquirido, no pudiendo alegar el incumplimiento de un tratado en
aplicación de su normativa interna.

Se concluye que es una obligación internacional la aplicación del control de


convencionalidad y su inobservancia conlleva responsabilidad internacional para
los Estados partes, lo cual también implica que siempre ese examen de
compatibilidad tiene que ejercerse de oficio por los jueces nacionales o
domésticos. Todo ello fue implementado por la Corte IDH, cuyo fundamentado
jurídico emana directamente de la aplicación de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos o Pacto de San José.

                                                           
82
Sagüés, Néstor Pedro. Obligaciones internacionales y control de convencionalidad. Revista del
Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad de Talca. Número 1. Chile. 2010. P.
119.

37
2.2) FUNDAMENTO JURÍDICO

El punto de partida que utiliza la Corte Interamericana de Derechos


Humanos para dejar asentado el criterio sobre el control de convencionalidad tiene
cabida en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados, a partir de los cuales el ejercicio del
control de convencionalidad constituye una obligatoriedad para los Estados partes.

El artículo 1.1 de la CADH establece el contenido sobre la obligación de los


Estados partes de respetar los derechos que ahí se disponen:

“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los


derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno
ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas
o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.”

Así también, el artículo 2 establece el deber de los Estados partes de


adoptar disposiciones de derecho interno, al indicar:

“Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no


estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter,
los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus
procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención,
las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer
efectivos tales derechos y libertades.”

Sobre ese aspecto la Corte IDH ha expresado en el Caso Almonacid


Arellano vs. Chile que:

38
“(…) cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la
Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado,
también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos
de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin (…).83

“En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que ´según el
derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser
cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el
derecho interno´. Esta regla ha sido codificada en el artículo 27 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969.”84

En igual sentido, en el Caso La última tentación de Cristo vs. Chile ha


precisado:

“En el derecho de gentes, una norma consuetudinaria prescribe que un


Estado que ha ratificado un tratado de derechos humanos debe introducir
en su derecho interno las modificaciones necesarias para asegurar el fiel
cumplimiento de las obligaciones asumidas. Esta norma es universalmente
aceptada, con respaldo jurisprudencial”.85

Por último, la Corte IDH ha prescrito:

“(…) que la obligación de respetar los derechos no se agota con la


existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento
de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta

                                                           
83
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Párrafo 124. 
84
Ibíd. Párrafo 125.
85
Corte IDH. Caso La última tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile. Fondo,
Reparaciones y Costas, sentencias de 5 de febrero de 2001, Serie C, Número 73, Párrafo 87.

39
gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz
garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos”.86

Los Estados partes que integran el sistema interamericano de derechos


humanos -en adelante sistema interamericano o sistema IDH- están llamados a
aplicar internamente las disposiciones establecidas tanto de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos como en la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados. Es por ello que deben adecuar su legislación normativa
atendiendo a las obligaciones internacionales suscritas y en cumplimiento para la
consolidación del estado de derecho, que tiene como una de sus características
esenciales la protección y el reconocimiento de los derechos humanos de los
individuos, lo cual se ve fortalecido en la aplicación de la Constitución como en la
aplicación de los tratados internacionales en materia de derechos humanos.

En la aplicación de los tratados internacionales en materia de derechos


humanos, la Corte Interamericana ha reiterado constantemente en su
jurisprudencia que todo tratado en vigor obliga a las partes y que debe ser
cumplido por ellas de buena fe, según el principio del Pacta Sunt Servanda, así
también que una de las partes no puede invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento de un tratado, tal como se recoge en
la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.87

El Tribunal Interamericano mediante Opinión Consultiva 14/94, de fecha 09


de diciembre de 1994, se ha pronunciado sobre la responsabilidad internacional
por la expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención Americana88,
así como la interpretación de los artículos 1 y 2 de la misma Convención. Al
respecto consideró que, la obligación de dictar las medidas legislativas o de otro
                                                           
86
Corte IDH. Caso de la Masacre Pueblo Bello Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas,
sentencia de 31 de enero de 2006, Serie C, Número 140, Párrafo 87.
87
Mac- Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. P. 158.
88
Corte IDH. Responsabilidad Internacional por Expedición y Ampliación de Leyes Violatorias de la
Convención (Arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva
OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994, serie A, No. 14.

40
carácter que fueran necesarias para hacer efectivos los derechos y libertades
reconocidos en la Convención Americana no pueden dictarse cuando sean
violatorios, debiendo adecuar la normatividad inconvencional existente, lo que
encuentra su fundamento en el “(…) derecho internacional, según el cual las
obligaciones deben ser cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su
incumplimiento el derecho interno; reglas que han sido consideradas como
principios generales del derecho y han sido aplicadas, aún tratándose de
disposiciones de carácter constitucional, por la Corte Permanente de Justicia
Internacional y la Corte Internacional de Justicia, y han sido codificadas en los
artículos 26 y 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de
1969.”89

Derivado del análisis del control de convencionalidad, la Corte


Interamericana también ha involucrado a cualquier autoridad pública y no
solamente al Poder Judicial para el efectivo ejercicio de tal control convencional,
toda vez que es el Estado el que debe responder a la aplicación de la normativa
internacional, y no solamente un órgano estatal en concreto. Al respecto, Sergio
García Ramírez ha expresado:

“Para los efectos de la Convención Americana y del ejercicio de la


jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana, el Estado viene a
cuentas en forma integral, como un todo. En este orden, la responsabilidad
es global, atañe al Estado en su conjunto y no puede quedar sujeta a la
división de atribuciones que señale el Derecho interno. No es posible
seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte sólo a uno o
algunos de sus órganos, entregar a éstos la representación del Estado en el
juicio -sin que esa representación repercuta sobre el Estado en su conjunto-
y sustraer a otros de este régimen convencional de responsabilidad,

                                                           
89
Corte IDH. Responsabilidad Internacional por Expedición y Ampliación de Leyes Violatorias de la
Convención (Arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Párrafo 35.

41
dejando sus actuaciones fuera del ´control de convencionalidad´ que trae
consigo la jurisdicción de la Corte internacional.”90

Conforme ello emana la idea que el aparato estatal es uno solo, por lo que
la aplicación del control de convencionalidad le corresponde a todas las
autoridades y órganos nacionales, independientemente si pertenecen a los
poderes Legislativo, Ejecutivo o Judicial. Con lo cual deviene otro de los
fundamentos contenidos en el artículo 29 del Pacto de San José, en la medida que
todos los órganos estatales están obligados a observar y aplicar los tratados
internacionales en derechos humanos como la jurisprudencia emanada de la Corte
Interamericana, a efecto de garantizar y tutelar los derechos fundamentales.

En el artículo 68.1 de la Convención Americana, se establece que los


Estados partes se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en
que sean partes. Dicha disposición conlleva ´eficacia directa´91 para todos los
Estados que han reconocido expresamente su jurisdicción, pues su jurisprudencia
en casos concretos es aplicable no solamente para el Estado demandado sino
para todos aquellos Estados que forman parte del sistema interamericano de
protección de derechos humanos, siempre que hayan reconocido la competencia
de la Corte IDH, pues es la Corte Interamericana el único órgano jurisdiccional del
sistema interamericano cuya función esencial es la aplicación e interpretación de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos.92

En síntesis, puede observarse los dos cuerpos internacionales en materia


de derechos humanos que efectivizan la aplicación del control de
convencionalidad cuyo ejercicio le corresponde a los Estados partes, los que no
pueden dejar de cumplir las obligaciones internacionales que les atañen. Así

                                                           
90
Corte IDH. Voto concurrente razonado del Juez Sergio Ramírez en sentencia Caso Mirna Chang
vs. Guatemala.
91
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. P. 159.
92
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. P. 160.

42
tampoco, pueden invocar disposiciones normativas internas a efecto de no aplicar
las disposiciones convencionales, las cuales prevalecen sobre el ordenamiento
jurídico interno de los Estados, incluso, tienen mayor relevancia sobre la
Constitución, ya que su carácter de protección de derechos humanos les otorga
esa preeminencia sobre el derecho interno.

2.3) PARTICULARIDADES DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD

En este apartado se exponen los aspectos más importantes para el efectivo


ejercicio del control de convencionalidad, tales como a quién le corresponde
ejercerlo, sobre qué normas debe recaer y si la convencionalidad debe hacerse de
oficio.

2.3.1) ¿QUIÉNES DEBEN EJERCER EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD?

Como punto primordial, es menester hacer mención de las dos


manifestaciones del control de convencionalidad. Así pues, los autores Néstor
Pedro Sagüés y Humberto Nogueira Alcalá han indicado que puede ser “control de
convencionalidad en sede internacional” y “control de convencionalidad ejercido
por los jueces domésticos”. En tanto que Eduardo Ferrer Mac-Gregor, hace la
distinción al referirse a “control concentrado de convencionalidad” y “control de
constitucionalidad difuso”.

2.3.1.A) CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN SEDE INTERNACIONAL O CONTROL


CONCENTRADO:

Humberto Nogueira Alcalá refiere que el control de convencionalidad en el


plano externo al Estado, constituye la competencia que se le ha asignado a un
tribunal internacional o supranacional para que establezca cuando los Estados
partes, a través de su legislación normativa o actos internos, contradicen o

43
vulneran el derecho convencional, generando responsabilidad internacional para el
Estado.93

Eduardo Ferrer Mac-Gregor expresa que el control de convencionalidad de


carácter concentrado obedece a las facultades inherentes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, al resolver los casos contenciosos
sometidos a su consideración como guardián e intérprete final de la Convención
Americana.94

En la esfera internacional, prescribe Claudio Nash Rojas, es la Corte IDH la


encargada de ejercer propiamente el control de convencionalidad, consistente en
la expulsión de aquellas normas contrarias a la CADH, a partir de casos concretos
que se someten a su conocimiento.95

En el sistema interamericano de protección de derechos humanos, la Corte


Interamericana de Derechos Humanos ejerce jurisdicción vinculante y cuyas
decisiones irrecurribles constituyen obligaciones para los Estados96, ya que el
control de convencionalidad es la razón de ser de la Corte; es decir, ejerce un
control de compatibilidad entre la norma infringida y el Pacto de San José. En
caso de establecerse una infracción a los derechos fundamentales de la persona,
sea por acción u omisión, la responsabilidad internacional recae sobre el Estado97,
como a los órganos nacionales y a sus autoridades, entre los que se incluyen a los
jueces de todos los niveles.

                                                           
93
Nogueira Alcalá, Humberto. Los desafíos del control de convencionalidad del corpus iuris
interamericano para los tribunales nacionales, en especial, para los tribunales constitucionales. P.
344.
94
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad en el estado constitucional.
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. México. P.
173.
95
Víctor Bazán y Claudio Nash. Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales. El control de
convencionalidad. Centro de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile.
2011. P. 57.
96
Loc. cit.
97
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. P. 132.

44
El ejercicio de control de convencionalidad consistente en la verificación de
compatibilidad entre la debida aplicación de la normativa interna y el Pacto de San
José es la natural competencia que la Corte Interamericana realiza en sede
internacional, y así lo ha expuesto Sergio García Ramírez en un voto concurrente
razonado:

“…la tarea de la Corte se asemeja a la que realizan los tribunales


constitucionales. Estos examinan los actos impugnados -disposiciones de
alcance general- a la luz de las normas, los principios y los valores de las
leyes fundamentales. La Corte Interamericana, por su parte, analiza los
actos que llegan a su conocimiento en relación con normas, principios y
valores de los tratados en los que funda su competencia contenciosa. Dicho
de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la
´constitucionalidad´, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve
acerca de la ´convencionalidad´ de esos actos. A través del control de
constitucionalidad, los órganos internos procuran conformar la actividad del
poder público -y, eventualmente, de otros agentes sociales- al orden que
entraña el Estado de Derecho en una sociedad democrática. El tribunal
interamericano, por su parte, pretende conformar esa actividad al orden
internacional acogido en la convención fundadora de la jurisdicción
interamericana y aceptado por los Estados partes en ejercicio de su
soberanía.”98

En ese sentido, le corresponde a la Corte IDH el ejercicio del control


concentrado de convencionalidad, el cual debe ser aplicado subsidiariamente,
cuando a nivel interno se han agotado todos los mecanismos de defensa y los
controles jurisdiccionales han fallado, no logrando la restitución de los derechos
humanos conculcados, por lo que la persona recurre al sistema interamericano de
protección de derechos humanos para que dichos derechos sean reparados.

                                                           
98
Corte IDH. Voto concurrente razonado de Sergio García Ramírez en el caso Tibi vs. Ecuador.
Párrafo 3.

45
Dicho de otra manera, se acude al sistema interamericano de protección de
derechos humanos sólo si la jurisdicción interna del Estado no ha podido subsanar
el derecho considerado vulnerado por parte del individuo y quien habiendo
agotado los medios de impugnación sigue siendo afectado, recurriendo a la
protección de sus derechos humanos en el plano internacional.

2.3.1.B) CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EJERCIDO POR JUECES DOMÉSTICOS


O CONTROL DIFUSO:

Sobre esta modalidad, el autor Juan Carlos Hitters ha inferido que debe
aplicarse primero el control de constitucionalidad por el juez local, quien también
debe de llevar a cabo el control de convencionalidad, con lo cual la norma debe
analizarse primero por los cuerpos judiciales internos y luego, si aún subsiste el
agravio, por el más alto cuerpo de justicia del país.99

Refiere así también Víctor Bazán que el control de convencionalidad en


sede nacional está a cargo de los magistrados locales (se involucra también a las
demás autoridades públicas), el cual consiste en la obligación de velar por la
adecuada aplicación de las normas jurídicas internas a casos concretos a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y a los patrones interpretativos
que el Tribunal Interamericano ha efectuado al respecto. Es decir, “se efectúa una
interpretación de las prácticas internas a la luz o al amparo del corpus iuris100
capital en materia de derechos humanos acerca del cual aquel ejerce competencia
material.”101

El control de convencionalidad ejercido por los jueces domésticos o control


difuso corresponde su aplicación a los jueces y tribunales nacionales, y consiste
                                                           
99
Hitters, Juan Carlos. El control de constitucionalidad y control de convencionalidad.
Comparación. (Criterios fijados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos). Revista del
Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad de Talca. Número 2. Año 7. 2009. P.
119.
100
La expresión corpus juris de los derechos humanos es un aporte de la Corte IDH a la doctrina
internacional.
101
Víctor Bazán y Claudio Nash. Op. cit. P. 24.

46
en aquel examen de verificación que debe realizar el juez para determinar la
compatibilidad entre los actos y la Constitución, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y la jurisprudencia que la Corte IDH ha acuñado sobre la
propia Convención ADH.

El ejercicio de compatibilidad que debe ejercerse entre el derecho interno y


el derecho convencional implica que los Estados Partes reconozcan la fuerza
normativa de tipo convencional que se involucra a los criterios jurisprudenciales
emitidos por la Corte IDH, como órgano internacional que los interpreta.102 Ello
quedó establecido formalmente, por primera vez, en la sentencia Almonacid
Arellano y otros vs. Chile, de fecha 26 de septiembre de 2006, en la que se
expresa:

“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley, y por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando el Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como
parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les
obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención no
se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y
que desde su inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el
Poder Judicial debe ejercer una especie de ´control de convencionalidad´
entre las normas jurídicas internas que aplican a los casos concretos y a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea el Poder
Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención”103.

                                                           
102
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. P. 134.
103
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Sentencia de excepciones preliminares,
fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre de 2006, serie C, número 154, párrafo 124. 

47
La obligación de ejercer el control de convencionalidad por parte de los
jueces nacionales fue reiterado uniformemente en diferentes fallos emitidos por la
Corte IDH, tales como en el Caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú,
Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá, y Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México.

En dichos fallos se establece que los jueces y la administración de justicia,


en todos sus niveles, están obligados a ejercer el control de convencionalidad
entre las normas internas y la Convención Americana, teniendo también en cuenta
la interpretación que de la misma ha realizado la Corte, última intérprete de la
Convención.

El objeto que los jueces y tribunales nacionales realicen el control de


convencionalidad posibilita el descargo de casos para la Corte IDH, y que los
mismos puedan ser conocidos internamente por los Estados Partes a efecto que el
derecho conculcado sea reparado a nivel nacional.

La obligación de aplicar el control de convencionalidad interno ya existía


previamente al Caso Almonacid Arellano vs. Chile; sin embargo, es en esta
sentencia que la Corte IDH denomina a ese examen de compatibilidad que deben
ejercer los jueces nacionales como “control de convencionalidad”.

Los órganos estatales que ejercen jurisdicción están obligados a ejercer el


control de convencionalidad, lo cual se incluye a los jueces ordinarios de todas las
instancias, al Tribunal Constitucional, a los órganos que ejercen jurisdicción
electoral, y a todo juez especial que determine el ordenamiento jurídico nacional.
Dichos jueces deben aplicar el objeto y fin de la Convención, el respeto y la
garantía de las normas convencionales.104

                                                           
104
Nogueira Alcalá, Humberto. Op. cit. P. 348.

48
Al ejercerse el control de convencionalidad, los jueces siempre deben velar
por el principio de progresividad y favor persona; aplicando la norma convencional
que otorgue una mayor protección a los derechos fundamentales, los cuales
encuentran su fundamento en las normas interpretativas contenidas en el artículo
29 literal b) de la Convención Americana105, y en el artículo 5º. del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.106

Por otra parte, la Corte IDH ha expresado que los jueces nacionales deben
conocer y aplicar el derecho convencional conforme al principio iura novit curia,
por ser no solamente derecho internacional ratificado y vigente, sino que también
por ser derecho interno. Es decir, que el juez en todo momento debe ejercer ex
officio el control de convencionalidad sin que le sea solicitado, en virtud que el juez
conoce el derecho, el que se conforma por las normas de carácter interno y
normas de carácter internacional, y así deberá aplicarlo, sin olvidar las
interpretaciones convencionales que en el ámbito de su competencia ejerce la
Corte IDH.107

Al respecto el autor Alberto Lucchetti, citado por Nogueira Alcalá, ha


indicado: “y para cumplir con este mandato el juez del Estado parte debe agudizar
al máximo su imaginación con el propósito de encontrar el o los caminos a tales
fines, tomando como punto de partida la interpretación ya dada a esos derechos y
garantías por la Corte Interamericana y, de más está decir, que la interpretación

                                                           
105
Artículo 29 literal b) CADH. Normas de Interpretación. Ninguna disposición de la presente
Convención puede ser interpretada en el sentido de: Limitar el goce y ejercicio de cualquier
derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los
Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados.
106
Artículo 5º. PIDCP: 1. Ninguna disposición del presente Pacto podrá ser interpretada en el
sentido de conceder derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para emprender actividades o
realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos y libertades reconocidos
en el Pacto o a su limitación en mayor medida que la prevista en él.2. No podrá admitirse
restricción o menoscabo de ninguno de los derechos humanos fundamentales reconocidos o
vigentes en un Estado Parte en virtud de leyes, convenciones, reglamentos o costumbres, so
pretexto de que el presente Pacto no los reconoce o los reconoce en menor grado.
107
Nogueira Alcalá, Humberto. Op. cit. P. 350. 

49
de los jueces de un Estado parte debe estar en estricta consonancia con lo
prescrito en el artículo 29 de la Convención Americana”108.

Este mecanismo innovador que la Corte IDH ha implementado en su


jurisprudencia debe ser acogido con obligatoriedad por los jueces y tribunales
domésticos en sus sentencias, aplicando tanto las normas nacionales como las
normas convencionales, pues la tutela de los derechos fundamentales debe
asegurarse mediante la aplicación de la Convención Americana. A su vez, ello ha
permitido que los Estados Partes realicen una innovación en el ordenamiento
jurídico nacional retirando las normas inconvencionales y mejorando las
condiciones estructurales que garantizan la efectividad de los derechos a nivel
nacional.109

Dicho lo anterior, el Estado debe implementar mecanismos adecuados para


que los jueces nacionales ejerzan el control de convencionalidad, pues todos ellos
deben aplicar el derecho interno y el derecho convencional para la efectiva
protección de los derechos fundamentales y evitar acudir al Sistema
Interamericano de Protección de Derechos Humanos, a efecto que el Tribunal
Interamericano determine que el Estado ha vulnerado o no dichos derechos. Con
ello, también se ve fortalecido el Estado de Derecho.

2.3.2) ¿SOBRE QUÉ NORMAS DEBE REALIZARSE EL CONTROL DE

CONVENCIONALIDAD?

Sobre esta temática, la Corte IDH no ha señalado expresamente sobre qué


normas debe recaer el control de convencionalidad110; sin embargo, en Almonacid
                                                           
108
Nogueira Alcalá, Humberto. Op. cit. P. 351.
109
Nogueira Alcalá, Humberto. Op. cit. P. 352.
110
Al respecto Hitters indica: “En puridad de verdad, la Corte no ha hecho una descripción de qué
tipo de preceptos locales deben ser controlados, por lo que consideramos que cualquier regla de
alcance general y abstracto mal aplicada (ley, decreto, ordenanza, actos administrativos,
constituciones provinciales y nacional), tiene que estar incluida en el concepto aludido.” Hitters,
Juan Carlos. Control de constitucionalidad y control de convencionalidad. Comparación. (Criterios
fijados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos). Op. cit. P. 120.

50
Arellano y Trabajadores cesados del Congreso, sentencias emitidas por el
Tribunal Interamericano, refieren que el control de convencionalidad debe
realizarse tanto entre las leyes y las normas jurídicas internas que son
incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Es decir,
que cualquier norma jurídica doméstica o nacional (sea ley, decreto, reglamento,
ordenanza, resolución, etc.), debe de someterse al control de convencionalidad.
Asimismo, en los Estados Partes donde la jurisprudencia emanada de la Corte
Suprema de Justicia o del Tribunal Constitucional debe ser acatada por los
juzgados y tribunales inferiores, esta también reviste materialmente condición de
norma, por lo que también debe de realizarse el control de convencionalidad.111

Otro aspecto importante de mencionar, es que la Constitución también


comprende otra de las normas sobre la cual debe recaer el control de
convencionalidad. En ese sentido, la compatibilidad entre las normas
convencionales con la Constitución debe realizarse al aplicar aquella norma que,
de mejor manera, proteja a la persona humana; de tal forma que en el caso que
una norma brinde mayor protección, esta deberá elegirse. Dicha aplicación deberá
hacerse de conformidad con el principio pro persona y no necesariamente de
acuerdo al reconocimiento que un Estado parte le otorgue al derecho internacional
respecto a su derecho interno.

En Opinión Consultiva 4/84 de fecha 11 de enero de 1984112, el Tribunal


Interamericano consideró: “siempre que un convenio se refiera a ´leyes internas´
sin calificar en forma alguna esa expresión o sin que de su contexto resulte un
sentido más restringido, la referencia es para toda la legislación nacional y para
todas las normas jurídicas de cualquier naturaleza, incluyendo disposiciones
constitucionales.” (Subrayado añadido).

                                                           
111
Sagüés, Néstor Pedro. Op. cit. P. 124.
112
Corte IDH. Opinión Consultiva OC 4/84.Propuesta de modificación a la Constitución Política de
Costa Rica relacionada con la naturalización, solicitada por Costa Rica el 19 de enero de 1984,
serie A, No. 4, párrafo 14.

51
Con la anterior opinión consultiva emitida por la propia Corte IDH, se
aprecia que dicho tribunal puede ejercer el control de convencionalidad sobre toda
norma que forma parte del ordenamiento jurídico interno cuando sus disposiciones
son contrarias a la Convención Americana. A manera de ejemplo, se menciona el
caso conocido como La Última Tentación de Cristo vs. Chile, en el cual la Corte
decidió que el Estado debía “modificar su ordenamiento jurídico interno, en un
plazo razonable, con el fin de suprimir la censura previa…”.113 Agregó que: “se
comprometió la responsabilidad internacional del Estado, en virtud que el artículo
19 número 12 de la Constitución establece la censura previa en la producción
cinematográfica y, por lo tanto, determina los actos de los Poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial114, violando así el derecho a la libertad de pensamiento y de
expresión consagrado en el artículo 13 de la Convención Americana.”115

Sin embargo, como lo afirma Néstor Pedro Sagués, el control de


convencionalidad no será fácil de aplicar en aquellos Estados en los cuales los
tratados internacionales tienen el mismo rango legal que las normas internas, o
que son superiores a las normas nacionales, pero no a la Constitución. Ello
repercute porque en el control de convencionalidad el Pacto de San José
prevalece sobre la Constitución.116 Sigue manifestando el referido autor, que dicha
cuestión parte del supuesto que, axiológicamente, el bien común internacional
(regional) prevalece sobre el bien común nacional, lo cual obliga a que la
Convención Americana sobre Derechos Humanos deba preferirse sobre la
Constitución. En todo caso, el Estado que no asuma el compromiso para adoptar
la supremacía de los tratados internacionales puede denunciar el Pacto de San
José.117

                                                           
113
Corte IDH. Caso La Última Tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile. Sentencia de
fondo, reparaciones y costas, de 05 de febrero de 2001,serie C, No. 73, punto resolutivo 4.
114
Corte IDH. Caso La Última Tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile. Párrafo 72.
115
Corte IDH. Caso La Última Tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile. Párrafo 73.
116
Sagüés, Néstor Pedro. Op. cit. P. 124.
117
Sagüés, Néstor Pedro. Op. cit. P. 125.

52
El control de convencionalidad recae sobre toda la normativa interna, en la
cual se incluye a la Constitución, con el objeto de hacer prevalecer a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y, a partir de ello, efectuar ese
examen de compatibilidad, en el cual el juez deberá determinar si una norma de
carácter interno se ajusta a las disposiciones convencionales. Además, deberá
también tomar en cuenta la jurisprudencia que la propia Corte IDH ha emitido
sobre la Convención, ya que todo Estado parte está obligado por la doctrina que la
Corte ha sentado, aun cuando no ha sido parte en un determinado caso.

El parámetro para ejercer el control de convencionalidad por parte del


juzgado o tribunal nacional para juzgar el derecho interno o local es la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, así como las sentencias y las opiniones
consultivas de la Corte IDH. Además, deben incluirse los tratados internacionales
que conforman el corpus iuris en materia de protección de derechos humanos, y la
interpretación que de los mismos ha realizado el Tribunal Interamericano.

El ex Magistrado Sergio García Ramírez en su voto razonado en el Caso


Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú118, expresó: “… la Corte
Interamericana ha tenido a la vista la aplicabilidad y aplicación de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José. Sin embargo, la misma
función se despliega, por idénticas razones, en lo que toca a otros instrumentos de
igual naturaleza, integrantes del corpus juris convencional de los derechos
humanos de los que es parte el Estado: Protocolo de San Salvador, Protocolo
relativo a la Abolición de la Pena de Muerte, Convención para Prevenir y
Sancionar la Tortura, Convención de Belém do Pará para la Erradicación de la
Violencia contra la Mujer, Convención sobre Desaparición Forzada, etcétera.”

                                                           
118
Corte IDH. Voto razonado del Juez Sergio García Ramírez a la sentencia en el caso
Trabajadores cesados del Congreso vs. Perú, de fecha 24 de noviembre de 2006, párrafo 2.

53
En ese mismo sentido, en la Opinión Consultiva OC 16/99119 el Tribunal
Interamericano sostuvo: “El corpus juris del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos está formado por un conjunto de instrumentos internacionales de
contenido y efectos jurídicos variados (tratados, convenios, resoluciones y
declaraciones). Su evolución dinámica ha ejercido un impacto positivo en el
Derecho Internacional, en el sentido de afirmar y desarrollar la aptitud de este
último para regular las relaciones entre los Estados y los seres humanos bajo sus
respectivas jurisdicciones.”

Con todo ello, claramente la Corte Interamericana deja claro que también es
importante tener en cuenta como parámetro del control de convencionalidad no
solamente la Convención Americana sobre Derechos Humanos, sino que también
el resto de los tratados internacionales que forman parte del corpus iuris
interamericano en materia de derechos humanos, pues con ello se vienen a
garantizar aún más los derechos fundamentales.

2.3.3) ¿CONTROL DE OFICIO?

Como bien se ha mencionado con anterioridad, la Corte IDH ha expresado


que “…los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de
constitucionalidad, sino también ‘de convencionalidad’ ex officio entre las normas
locales y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes.”120 Así también
se señala que: “Esta función no debe quedar limitada exclusivamente por las
manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque
tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros

                                                           
119
Corte IDH. Opinión Consultiva OC 16/99. El derecho a la información sobre la asistencia
consular en el marco de las garantías del debido proceso legal, solicitada por los Estados Unidos
Mexicanos, de fecha 01 de octubre de 1999, serie A, No. 16, párrafo 115.
120
Corte IDH. Caso Almonacid y Otros vs. Chile. Párrafo 128.

54
presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de
acciones.”121

Conforme a lo manifestado por la Corte IDH debe entenderse que los


jueces y tribunales nacionales tienen que ejercer el control de convencionalidad de
oficio, sin necesidad que sea solicitado por alguna de las partes intervinientes.
Pues, como también es deber de los jueces domésticos el ejercicio del control de
constitucionalidad, en ese sentido de la misma manera tiene que realizarse el
control de convencionalidad.

Para Eduardo Ferrer Mac-Gregor el control difuso de convencionalidad


debe ser ejercido por los jueces nacionales, independientemente si es invocado
por las partes en el caso en concreto que esté conociendo.122

Víctor Bazán precisa que la declaración de anticonvencionalidad, es decir


cuando el juez deja de aplicar una ley interna por ser contraria al Pacto de San
José, es una cuestión de derecho y no de hecho, por lo que la oficiosidad no
quebranta el derecho de igualdad de las partes en el proceso, ni tampoco se
afecta el derecho de defensa.123

De igual manera afirma el autor aludido, que la aplicación ex officio del


control de convencionalidad: “Tampoco implica que el juez falle extra petita ni
soslaye el principio de congruencia, en tanto el sentenciante se atiene a las
cuestiones planteadas y a las circunstancias fácticas invocadas en el proceso y,
para dilucidar la litis, solo sujeta la selección del derecho aplicable a su
concordancia con la CADH (que, cuando menos, debería ostentar cotización

                                                           
121
Loc. cit.
122
Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad en el estado constitucional.
Pp. 175 y 176.
123
Víctor Bazán y Claudio Nash. Op. cit. P. 35.

55
constitucional), tarea en la que válidamente podría moverse con independencia de
las pretensiones de las partes.”124

En definitiva, se hace necesario que los jueces nacionales como parte del
aparato estatal están obligados a cumplir con las responsabilidades
internacionales a las que el Estado se ha adherido, dentro de las cuales se
encuentra la de ejercer tanto el control de constitucionalidad como el control de
convencionalidad ex officio, a manera de proteger y garantizar los derechos
fundamentales, sin necesidad que su verificación sea solicitada por las partes que
en el caso en concreto intervienen.

                                                           
124
Ibid. P. 36 

56
CAPÍTULO 3
SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS

3.1) SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS

El sistema interamericano de protección de derechos humanos constituye


un mecanismo para la promoción y protección de los derechos fundamentales de
los individuos cuando han sido violados por los Estados y no han sido reparados
en el ámbito interno.125

El sistema interamericano nace con la aprobación de la Declaración


Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, primer documento
internacional de derechos humanos de carácter general, suscrito en la Novena
Conferencia Internacional Americana en Bogotá, Colombia en 1948, en la cual no
se reguló ningún dispositivo para promover o vigilar su observancia.126 En la
misma Conferencia también se ratificó la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, la que proclamó los derechos fundamentales del individuo sin
distinción de raza, nacionalidad, credo, sexo, y se estableció que uno de los
derechos fundamentales de los Estados consiste en respetar los derechos de la
persona humana.127

En 1959 en Santiago, Chile, en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros


de Relaciones Exteriores, se creó la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, cuyo Estatuto fue aprobado en 1960 y reformado por la Segunda
Conferencia Extraordinaria en Río -1965- en la cual se amplió la competencia de
la referida Comisión. En Buenos Aires -1967- la Tercera Conferencia
Interamericana Extraordinaria aprobó el Protocolo de Reformas a la Carta de la
                                                           
125
Ordoñez Reyna, Aylín. Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos.
Guatemala. Corte de Constitucionalidad. 2005. P.5.
126
Claudio Grossman. et. al. Manual internacional de Derechos Humanos. Costa Rica. Editorial
Jurídica Venezolana. 1990. P. 78. 
127
Ordoñez Reyna, Aylín. Op. cit. P. 8.

57
Organización de los Estados Americanos -en adelante OEA-, en la que se
reconoció a la Comisión IDH como uno de los órganos permanentes de la OEA,
previendo la necesidad de adoptar una convención regional en materia de
derechos humanos. El 5 de diciembre de 1985 se adoptó el Protocolo de
Cartagena de Indias, en el cual se introdujo nuevas reformas a la Carta de la
OEA.128

La Conferencia Internacional Especializada sobre Derechos Humanos en


San José, Costa Rica, en 1969, adoptó la Convención Americana sobre Derechos
Humanos o Pacto de San José, estableciéndose dos instituciones encargadas de
promover el respeto a los compromisos contraídos, siendo estos: la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Así también, la Asamblea General de la OEA en San Salvador, El
Salvador, en 1988, adoptó un Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (Protocolo de San Salvador).129

El sistema interamericano está integrado por dos órganos principales


encargados de realizar la promoción y protección de los derechos fundamentales,
a saber: la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Al respecto
Thomas Buergenthal ha expresado: “Los sistemas interamericanos de protección
de los derechos humanos se basan en dos fuentes legales distintas: una emanada
de la Carta de la OEA, y la otra basada en la Convención Americana de Derechos
Humanos. El sistema basado en la Carta se aplica a los 35 Estados miembros de
la OEA. El sistema de la Convención sólo es legalmente obligatorio para los
Estados que forman parte de ésta.”130

                                                           
128
Claudio Grossman. Op. cit. P. 78. 
129
Loc. cit.
130
Buergenthal Thomas. Derechos Humanos Internacionales. México. Ediciones Gernika, S.A.
1996. Página 194.

58
En ese sentido Aylín Ordoñez Reyna, citando a los tratadistas Ernesto Rey
Cantor y Angela Margarita Rey Anaya, ha señalado que: “… la Organización de
los Estados Americanos es un organismo regional y que el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos es un conjunto de reglas o principios
contenidos en instrumentos internacionales que reconocen los derechos humanos
que se aplican en los Estados Americanos que se han organizado
regionalmente…”.131

A partir de lo antes expuesto, se observan los antecedentes que dieron


lugar a la creación del sistema interamericano de derechos humanos, el cual
constituye el conjunto de normas jurídicas que se basa en dos instrumentos
internacionales esenciales, que reconocen y protegen los derechos fundamentales
inherentes a los individuos que pertenecen a cada uno de los Estados miembros
de la Organización de los Estados Americanos.

3.1.1) COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Una vez creada la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el


Consejo de la OEA aprobó su Estatuto el 25 de mayo de 1960. La Comisión se
rigió por su Estatuto original hasta que en noviembre de 1965 la Conferencia
Interamericana Extraordinaria celebrada en Río de Janeiro, Brasil, resolvió
modificarlo en el sentido de ampliar las funciones y facultades de la Comisión.132

En la actualidad, el Estatuto que rige el funcionamiento de la Comisión es el


aprobado en el Noveno Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de
la OEA en La Paz, Bolivia en 1979.133

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es un órgano de la


Organización de los Estados Americanos creado para promover la observancia y
                                                           
131
Ordoñez Reyna, Aylín. Op. cit. P. 10.
132
Organización de los Estados Americanos. http://www.oas.org/es/cidh/mandato/que.asp
133
Loc. cit. 

59
defensa de los derechos humanos y servir como órgano consultivo de la
Organización.134

La Comisión IDH se integra por siete miembros elegidos a título personal


por la Asamblea General de la Organización, debiendo ser personas de alta
autoridad moral y reconocida versación en materia de derechos humanos. La
duración de su mandato es de cuatro años, renovables por un período adicional.
La Directiva se encuentra conformada por un Presidente, Primer Vicepresidente, y
Segundo Vicepresidente con mandato para un año, pudiendo ser reelectos una
sola vez para un período de cuatro años.135

La Comisión IDH tiene como principal función la promoción en la


observancia y defensa de los derechos humanos en las Américas. El Estatuto de
la Comisión establece sus funciones y atribuciones, haciendo una distinción entre
las atribuciones respecto de los Estados partes de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos de aquellas referidas de los Estados miembros de la
Organización que no son parte en la Convención Americana. Conforme a los
Estados que no son parte, la competencia de la Comisión se basa en las
disposiciones de la Carta de la OEA y de la práctica de la Comisión IDH. Y
respecto de los Estados que sí son parte de la Convención, la competencia de la
Comisión emana de dicho instrumento.

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 18 del Estatuto de la Comisión IDH,


tiene asignada las siguientes atribuciones:

a) estimula la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de América;


b) formula recomendaciones a los gobiernos de los Estados para que adopten
medidas progresivas en favor de los derechos humanos, dentro del marco de
sus legislaciones, de sus preceptos constitucionales y de sus compromisos

                                                           
134
Comisión IDH. Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Artículo 1.
135
Ibid. Artículo 2.

60
internacionales, y también disposiciones apropiadas para fomentar el respeto
a esos derechos;
c) prepara los estudios o informes que considere convenientes para el
desempeño de sus funciones;
d) solicita que los gobiernos de los Estados le proporcionen informes sobre las
medidas que adopten en materia de derechos humanos;
e) atiende las consultas que, por medio de la Secretaría General de la
Organización, le formula cualquier Estado miembro sobre cuestiones
relacionadas con los derechos humanos en ese Estado y, dentro de sus
posibilidades, prestar el asesoramiento que le soliciten;
f) rinde un informe anual a la Asamblea General de la Organización, en el cual
se tenga debida cuenta del régimen jurídico aplicable a los Estados partes en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos y de los Estados que no
son partes;
g) practica observaciones in loco en un Estado, con la anuencia o a invitación
del gobierno respectivo, y;
h) presenta al Secretario General el programa-presupuesto de la Comisión para
que éste lo someta a la Asamblea General.

De conformidad con el artículo 19 del Estatuto, la Comisión tiene que: ejercer


las funciones de diligenciar las peticiones y otras comunicaciones de acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 44 al 51 de la Convención; comparecer ante la Corte IDH
en los casos previstos en la Convención; solicitar a la Corte IDH que tome las
medidas provisionales que considere pertinente en asuntos graves y urgentes que
aún no estén sometidos a su conocimiento cuando se haga necesario para evitar
daños irreparables a las personas; consultar a la Corte acerca de la interpretación de
la Convención Americana o de otros tratados sobre la protección de los derechos
humanos; someter a la consideración de la Asamblea General proyectos de
protocolos adicionales a la Convención Americana, con el fin de incluir
progresivamente en el régimen de protección de la misma otros derechos y

61
libertades; y por último, someter a la Asamblea General propuestas de enmienda a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

3.1.2) CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

En la Novena Conferencia Internacional Americana celebrada en Bogotá,


Colombia en 1948, se adoptó la Resolución XXXI llamada “Corte Interamericana
para Proteger los Derechos del Hombre”, considerándose que la protección de
dichos derechos debía “ser garantizada por un órgano jurídico, como quiera que
no hay derecho propiamente asegurado sin el amparo de un tribunal competente”.
En la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en 1959,
en la cual se creó la Comisión IDH, se encomendó al Consejo Interamericano de
Jurisconsultos la elaboración de un proyecto sobre la creación de una Corte
Interamericana de los Derechos Humanos. Por último, mediante la Convención
Americana sobre Derechos Humanos se creó la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en 1969, estableciéndose y organizándose el tribunal hasta
que entró en vigencia dicho tratado.136

La Corte Interamericana de Derechos Humanos es una institución judicial


autónoma, cuyo objetivo consiste en la aplicación e interpretación de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.137

La Corte IDH se encuentra integrada por siete jueces nacionales de los


Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos, elegidos a
título personal de entre juristas de la más alta autoridad moral, con reconocida
competencia en materia de derechos humanos, para lo cual deben reunir las
condiciones requeridas para el ejercicio de las más elevadas funciones

                                                           
136
Organización de los Estados Americanos. http://www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/intro.asp
137
Corte IDH. Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Artículo 1.

62
judiciales.138 Los jueces son electos para un período de seis años, pudiendo ser
reelectos por una sola vez.139

La Corte ejerce función jurisdiccional o contenciosa y consultiva, con el


objeto de resolver conflictos de violación a los derechos humanos o interpretar la
Convención u otros instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos.

La competencia de la Corte IDH es facultativa, en virtud que solo los


Estados partes que han reconocido su competencia pueden ser sujetos de juicio
ante dicha Corte.140 Así también, sólo los Estados partes y la Comisión tienen el
derecho de plantear un caso ante la Corte, debiendo agotar el correspondiente
trámite administrativo en la Comisión. La Corte tiene facultades para emitir
cualquier medida provisional cuando así sea necesario, para el efecto de evitar
daños a alguna persona. En el procedimiento contencioso que se instaura en la
Corte IDH por violaciones a los derechos humanos es necesario acudir al Estatuto
y Reglamento de la Corte.

Hasta aquí se han establecido los dos órganos más importantes del sistema
interamericano para la protección de los derechos humanos, cuyas competencias
se encuentran bien delimitadas conforme a sus propios estatutos.

Al hacerse referencia al sistema interamericano, se ha determinado que la


Corte IDH ha conocido de aquellos casos en los que los Estados partes han
violado los derechos humanos de los individuos y, para el efecto, han ejercido en
sus sentencias el control de convencionalidad, estableciendo si se ha incumplido
con el examen de compatibilidad que los jueces nacionales deben ejercer entre la
normativa interna y la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto

                                                           
138
Corte IDH. Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Artículo 4.
139
Corte IDH. Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Artículo 5.
140
Organización de los Estados Americanos. Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Artículo 62. 

63
de San José. Cuando los jueces no ejercen dicho control, es la Corte IDH quien
establece la responsabilidad internacional de los Estados de acuerdo a los
compromisos que han suscrito para adecuar las disposiciones convencionales a la
normativa jurídica interna.

A partir de lo anterior, se hace indispensable que los Estados partes


apliquen el control de convencionalidad entre sus disposiciones internas y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, a efecto que en el ámbito
interno los derechos humanos trasgredidos sean reparados y no llegue el
conocimiento de dicha violación a instancias del sistema interamericano y, en todo
caso, se declare responsabilidad internacional para Estado que ha incumplido.

3.2) JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


EN MATERIA DE CONTROL DE CONVENCIONALIDAD

A continuación se desarrollan cuatro fallos emitidos por la Corte


Interamericana de Derechos Humanos en materia de control de convencionalidad,
los cuales han sido seleccionados atendiendo que, a partir de los mismos, dicho
Tribunal analiza y aplica lo que ha denominado como control de convencionalidad.
Con estos fallos se hace una reseña jurisprudencial a partir del inicio hasta la
concreción del control de convencionalidad en sede internacional.

3.2.1) CASO MYRNA MACK CHANG VERSUS GUATEMALA

ANTECEDENTES DEL CASO:

El 19 de junio del año 2001, la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos sometió ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos una
demanda contra el Estado de Guatemala, la cual se originó mediante denuncia

64
Número 10,636 recibida en la Secretaría de la Comisión el 12 de septiembre de
1990.141

La Comisión IDH presentó la demanda conforme al artículo 51 de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, a efecto de que la Corte IDH
decidiera si el Estado de Guatemala había violado los artículos 4 (Derecho a la
Vida), 8 (Garantías Judiciales), 25 (Protección Judicial) en conjunción con el
artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en perjuicio de Myrna Elizabeth Mack Chang y sus
familiares por la ejecución extrajudicial de Myrna Mack Chang en la Ciudad de
Guatemala.142

Según la Comisión, el Estado de Guatemala fue responsable de la privación


arbitraria del derecho a la vida de Myrna Mack Chang, en virtud que el asesinato
de la víctima fue perpetrado como consecuencia de una operación de inteligencia
militar que obedeció a un plan previo y cuidadosamente elaborado por el alto
mando del Estado Mayor Presidencial. Dicho plan consistió en seleccionar a la
víctima de manera precisa debido a su actividad profesional, siguiendo con
asesinar brutalmente a Myrna Mack Chang y, por último, se encubrió a los autores
materiales e intelectuales del asesinato, se entorpeció la investigación judicial y se
dejó en la medida de lo posible el asesinato inmerso en la impunidad. La Comisión
agregó que el Estado de Guatemala no utilizó todos los medios a su disposición
para realizar una investigación seria y efectiva que sirviera de base para el
esclarecimiento completo de los hechos, el procesamiento, juzgamiento y sanción
de todos los responsables, tanto autores materiales como intelectuales, dentro de
un plazo razonable.143

En sentencia de 25 de noviembre de 2003, de fondo, reparaciones y costas,


la Corte Interamericana de Derechos Humanos POR UNANIMIDAD declaró que el
                                                           
141
Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Párrafo 1.
142
Ibid. Párrafo 2.
143
Ibid. Párrafo 4.

65
Estado de Guatemala violó el derecho a la vida consagrado en el artículo 4.1, los
derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los
artículos 8 y 25, así como el artículo 5.1, todos en relación con el artículo 1.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

En la misma sentencia se analizó la competencia del Estado de Guatemala


y lo relativo al control de convencionalidad de la siguiente manera:

COMPETENCIA:

La Corte IDH al verificar la competencia del Estado demandado, estableció


que Guatemala es Estado parte en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos desde el 25 de mayo de 1978 y reconoció la competencia contenciosa
de la Corte IDH el 09 de marzo de 1987.144

APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

El presente fallo constituye el primer antecedente a partir del cual se plasma


lo que se denomina control de convencionalidad. En el desarrollo de la sentencia,
como posteriormente lo realiza la Corte Interamericana en otros fallos, aun no se
establece plenamente lo que constituye el ejercicio del control de
convencionalidad, es más, nada se dice sobre la referida temática, sino que es en
el voto concurrente razonado del Juez Sergio García Ramírez que se hace
mención de ello.

Al respecto del control de convencionalidad, García Ramírez inicia


explicando sobre las restricciones o salvedades en la declaración admisoria por
parte del Estado, y estableció:

                                                           
144
Ibid. Párrafo 5. 

66
“También es interesante, a mi juicio, formular algunas consideraciones
sobre la contradicción o por lo menos la discrepancia que en ocasiones
existe entre ciertas declaraciones del Estado, formuladas por conducto de
representantes calificados para emitirlas, y las posibles declaraciones que
hagan otros órganos, a los que la legislación interna atribuye competencia
para resolver cuestiones contenciosas. Esto, visto desde el ángulo del
Derecho nacional, responde al principio de separación de poderes, que
asigna a cada uno de éstos determinadas facultades específicas, que los
otros no pueden asumir o sustituir. Empero, este asunto requiere
precisiones desde el ángulo del Derecho internacional, de la
responsabilidad internacional del Estado y de las atribuciones resolutivas de
un tribunal internacional, que son inatacables --cuando así lo dispone la
norma internacional soberanamente reconocida por el Estado parte en un
tratado, como en efecto sucede a la luz de la Convención Americana-- y
deben ser cumplidas por aquél, en mérito de sus compromisos
convencionales.”145

Como lo menciona el juez García Ramírez en su voto concurrente


razonado, el Estado que se ha adherido a la Convención Americana y ha
reconocido la competencia de la Corte IDH, debe observar tanto la normativa
nacional como la internacional. En ese sentido, el Estado es uno y por ende actúa
como un todo al conocer y tramitar los casos judiciales que ante este sean
sometidos en los tribunales de justicia, ya que independientemente de las
funciones que se le han asignado a cada uno de los poderes estatales, siempre
actúan en representación del Estado.

De tal manera que cada uno de los poderes estatales deben ejercer sus
funciones en concordancia y en armonía con los demás, aun cuando existe la
separación entre tales poderes, puesto que de no ser así el Estado recae en

                                                           
145
Corte IDH. Voto concurrente razonado Juez Sergio García Ramírez en caso Mirna Chang Vs.
Estado de Guatemala. Párrafo 26.

67
responsabilidad internacional y trae como consecuencia la vulneración de los
derechos humanos de sus ciudadanos.

Así también sigue manifestando García Ramírez:

“Para los efectos de la Convención Americana y del ejercicio de la


jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana, el Estado viene a
cuentas en forma integral, como un todo. En este orden, la responsabilidad
es global, atañe al Estado en su conjunto y no puede quedar sujeta a la
división de atribuciones que señale el Derecho interno. No es posible
seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte sólo a uno o
algunos de sus órganos, entregar a éstos la representación del Estado en el
juicio --sin que esa representación repercuta sobre el Estado en su
conjunto-- y sustraer a otros de este régimen convencional de
responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del ´control de
convencionalidad´ que trae consigo la jurisdicción de la Corte
146
internacional.”

Tal como se observa, hasta aquí se menciona la locución control de


convencionalidad; sin embargo, el Juez García Ramírez no explica qué es o en
qué cosiste dicho control. Aunque el estudio del control de convencionalidad en
esta sentencia no es profundo, el solo hecho de mencionarlo ya constituye un
antecedente para su futura aplicación en la Corte IDH. Además, es importante
mencionar que cuando el caso en concreto es conocido a instancias de la Corte
IDH, se sanciona al Estado parte que ha incurrido en la violación y no al órgano
estatal que debía reparar esa transgresión, pues el Estado es un todo y su
responsabilidad internacional no puede seccionarse y sancionar solamente a uno
de sus órganos; por lo que, es manifiestamente importante la actuación en
conjunto de todos los órganos estatales a efecto de satisfacer las necesidades de
sus habitantes.

                                                           
146
Ibid. Párrafo 27.

68
Como bien ya se ha mencionado, esta sentencia constituye uno de los
primeros antecedentes a partir de la cual se inicia con la aplicación del control de
convencionalidad; de esa cuenta, en los subsiguientes fallos se apreciará el
desarrollo progresivo de dicha institución.

3.2.2) CASO TIBI VERSUS ECUADOR

ANTECEDENTES DEL CASO:

El 25 de junio del año 2003, la Comisión IDH sometió ante la Corte IDH una
demanda contra el Estado del Ecuador, la cual se originó en la denuncia No.
12,124, recibida en la Secretaría de la Comisión IDH el 16 de julio de 1998.147

La Comisión presentó la demanda con base en el artículo 61 de la


Convención Americana, con el objeto que la Corte decidiera si el Estado de
Ecuador había violado los artículos 5.1 y 5.2 (Derecho a la Integridad Personal),
7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 7.5 y 7.6 (Derecho a la Libertad Personal), 8.1, 8.2, 8.2.b, 8.2.d,
8.2.e, 8.2.g y 8.3 (Garantías Judiciales), 21.1 y 21.2 (Derecho a la Propiedad
Privada) y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, todos ellos en
conexión con el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de la misma,
en perjuicio del señor Daniel David Tibi.

La Comisión señaló que el Estado no otorgó al señor Tibi la posibilidad de


interponer un recurso contra los malos tratos supuestamente recibidos durante su
detención ni contra su detención preventiva prolongada, la cual se alegó como
violatoria de la propia legislación interna, y que tampoco existió un recurso rápido
y sencillo que se pudiera interponer ante un tribunal competente para protegerse
de las violaciones a sus derechos fundamentales. Todo ello, según la Comisión,
constituye una violación de las obligaciones establecidas en el artículo 2 de la

                                                           
147
Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador. Párrafo 1.

69
Convención Americana, las cuales imponen al Estado dar efecto legal interno a los
derechos garantizados en los artículos 5, 7, 8 y 25 de dicha Convención.148

Conforme a los hechos alegados en la demanda, el señor Daniel Tibi era


comerciante de piedras preciosas. Fue arrestado el 27 de septiembre de 1995,
mientras conducía su automóvil por una calle de la Ciudad de Quito, Ecuador.
Según la Comisión, el señor Tibi fue detenido por oficiales de la policía de Quito
sin orden judicial. Luego fue llevado en avión a la ciudad de Guayaquil,
aproximadamente a 600 kilómetros de Quito, donde fue recluido en una cárcel y
quedó detenido ilegalmente por 28 meses. La Comisión agregó que el señor
Daniel Tibi afirmó que era inocente de los cargos que se le imputaban y fue
torturado en varias ocasiones, golpeado, quemado y asfixiado para obligarlo a
confesar su participación en un caso de narcotráfico. Además, cuando el señor
Tibi fue arrestado, se le incautaron bienes de su propiedad valorados en un millón
de francos franceses, los cuales no le fueron devueltos cuando fue liberado el 21
de enero de 1998.149

En sentencia de 7 de septiembre de 2004 de excepciones preliminares,


fondo, reparaciones y costas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos POR
UNANIMIDAD declaró que el Estado de Ecuador violó el derecho a la libertad
personal consagrado en los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 7.5; los derechos a la
libertad personal y a la protección judicial consagrados en los artículos 7.6 y 25, el
derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5.1, el derecho a las
garantías judiciales consagrado en el artículo 8.1, 8.2, 8.2.b, 8.2.d, 8.2.e, 8.2.g; el
derecho a la propiedad privada consagrado en el artículo 21, todos ellos en
relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana. Asimismo, el Estado de
Ecuador inobservó las obligaciones previstas en los artículos 1, 6, y 8 de la
Convención para Prevenir y Sancionar la Tortura.

                                                           
148
Ibid. Párrafo 2.
149
Ibid. Párrafo 3.

70
Dentro de las consideraciones que la Corte IDH tomó en cuenta para llegar
a resolver el caso Tibi versus el Estado de Ecuador fueron los siguientes:

COMPETENCIA:

La Corte IDH estableció que el Estado de Ecuador es parte de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos desde el 28 de diciembre de
1977 y reconoció la competencia contenciosa de la Corte IDH el 24 de julio de
1984. El 09 de noviembre de 1999 el Ecuador ratificó la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.150

APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

La sentencia del caso Tibi versus Ecuador también fue uno de los primeros
fallos en los cuales el juez García Ramírez hace mención del control de
convencionalidad. Al igual que la sentencia emitida en el caso Myrna Mack Chang
versus Guatemala, el Tribunal aún no se pronunciaba sobre la materia en
mención, sino que únicamente es el referido juez quien aborda la temática a través
de su voto razonado. En ese sentido, inicia manifestando que:

“Como se ha dicho con frecuencia, la jurisdicción interamericana no es ni


pretende ser una nueva y última instancia en el conocimiento que se inicia y
desarrolla ante los órganos nacionales. No tiene a su cargo la revisión de
los procesos internos, en la forma en que ésta se realiza por los órganos
domésticos. Su designio es otro: confrontar los actos y las situaciones
generados en el marco nacional con las estipulaciones de los tratados
internacionales que confieren a la Corte competencia en asuntos
contenciosos, señaladamente la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, para establecer, a partir de ahí, orientaciones que posean amplio
valor indicativo para los Estados partes en la Convención, además de la
                                                           
150
Ibid. Párrafo 5.

71
eficacia preceptiva --carácter vinculante de la sentencia, como norma
jurídica individualizada-- que tienen para el Estado que figura como parte
formal y material en un proceso.”151

De lo anteriormente expuesto, queda claro que la Corte IDH no es una


instancia revisora de los actos jurisdiccionales que desarrollan los jueces
nacionales, puesto que únicamente tiene competencia para examinar si los actos
que han sido conocidos en los tribunales nacionales se ajustan a las disposiciones
convencionales, y a partir de ahí establecer si un Estado parte ha incumplido con
la obligación de observar las normas establecidas en la Convención Americana,
incurriendo en responsabilidad internacional para el caso que hubiere violado los
derechos fundamentales.

Continúa expresando el ex magistrado García Ramírez:

“En cierto sentido, la tarea de la Corte se asemeja a la que realizan los


tribunales constitucionales. Estos examinan los actos impugnados --
disposiciones de alcance general-- a la luz de las normas, los principios y
los valores de las leyes fundamentales. La Corte Interamericana, por su
parte, analiza los actos que llegan a su conocimiento en relación con
normas, principios y valores de los tratados en los que funda su
competencia contenciosa. Dicho de otra manera, si los tribunales
constitucionales controlan la ´constitucionalidad´, el tribunal internacional de
derechos humanos resuelve acerca de la ´convencionalidad´ de esos actos.
A través del control de constitucionalidad, los órganos internos procuran
conformar la actividad del poder público --y, eventualmente, de otros
agentes sociales-- al orden que entraña el Estado de Derecho en una
sociedad democrática. El tribunal interamericano, por su parte, pretende
conformar esa actividad al orden internacional acogido en la convención

                                                           
151
Corte IDH. Voto razonado Juez Sergio García Ramírez en caso Tibi Vs. Ecuador. Párrafo 2.

72
fundadora de la jurisdicción interamericana y aceptado por los Estados
partes en ejercicio de su soberanía.”152

A partir de este análisis que realiza el juez Sergio García Ramírez es que se
inicia a definir el control de convencionalidad, haciendo una relación directa e
inmediata con el control de constitucionalidad que realizan los tribuales
constitucionales. Así pues, el tribunal interamericano es el encargado de realizar el
control de convencionalidad; es decir, examina que los actos que llegan a su
conocimiento, tales como normas, principios y valores, se ajusten a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y a otros tratados internacionales en materia
de derechos humanos, ya que el actuar de la Corte IDH deriva a partir de esta, por
lo que es su deber verificar si las disposiciones convencionales no han sido
mermadas por los Estados Partes.

Con el voto razonado ya aludido puede indicarse que este es el momento


inicial de lo que verdaderamente constituye el control de convencionalidad, ya que
se hace un silogismo entre la actuación de los tribunales nacionales y del tribunal
interamericano, a partir de lo cual a cada uno se le atribuye su campo de
aplicación, siendo el de los tribunales nacionales el ordenamiento jurídico interno y
el del tribunal interamericano el ordenamiento convencional, que incluye todos los
tratados en materia de derechos humanos y la jurisprudencia que de los mismos
ha emitido la Corte IDH.

3.2.3) CASO ALMONACID ARELLANO Y OTROS VERSUS CHILE

ANTECEDENTES DEL CASO:

El 11 de julio de 2005, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 50 y


61 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Comisión IDH
sometió ante la Corte IDH una demanda contra el Estado de Chile, la cual se
                                                           
152
Ibid. Párrafo 3.

73
originó en la denuncia No. 12,057, recibida en la Secretaría de la Comisión el 15
de septiembre de 1998.153

La Comisión presentó la demanda con el objeto que la Corte decidiera si el


Estado de Chile había violado los derechos consagrados en los artículos 8
(Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en
relación con la obligación establecida en el artículo 1.1 (Obligación de Respetar
los Derechos) de la misma, en perjuicio de los familiares del señor Luis Alfredo
Almonacid Arellano. Asimismo, la Comisión solicitó a la Corte que declarara si el
Estado de Chile incumplió con la obligación emanada del artículo 2 (Deber de
adoptar disposiciones de derecho interno) de la Convención.154

Los hechos expuestos por la Comisión en la demanda se refirieron a la


presunta falta de investigación y sanción de los responsables de la ejecución
extrajudicial del señor Almonacid Arellano, a partir de la aplicación del Decreto
Ley No. 2,191, Ley de Amnistía, adoptada en 1978 en Chile, así como a la
supuesta falta de reparación adecuada a favor de sus familiares.155

En sentencia del 26 de septiembre de 2006 de excepciones preliminares,


fondo, reparaciones y costas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos POR
UNANIMIDAD declaró que el Estado de Chile incumplió sus obligaciones
derivadas de los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y violó los derechos consagrados en los artículos 8.1 y 25 del mismo
tratado.

Al respecto la Corte IDH entró a examinar lo siguiente:

                                                           
153
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y Otros Vs. Chile. Párrafo 1. 
154
Ibid. Párrafo 2.
155
Ibid. Párrafo 3.

74
COMPETENCIA:

La Corte IDH estableció que Chile es Estado parte en la Convención


Americana sobre Derechos Humanos desde el 21 de agosto de 1990 y reconoció
la competencia contenciosa de la Corte en esa misma fecha. En ese momento
declaró que reconocía la competencia de la Corte conforme a lo dispuesto en el
artículo 62 de la Convención, solamente respecto a los “hechos posteriores a la
fecha del depósito de este instrumento de ratificación o, en todo caso, a hechos
cuyo principio de ejecución sea posterior al 11 de marzo de 1990”.156

APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

En esta sentencia la Corte Interamericana “en pleno” hace un análisis de la


aplicación del control de convencionalidad. Este precedente es considerado el
más famoso sobre esta temática, pues es a partir de la misma que la Corte IDH
hace un aporte a la comunidad regional respecto a qué es lo que se considera
como control de convencionalidad y como los Estados partes están obligados a tal
ejercicio. Para el efecto, estableció que:

“La descrita obligación legislativa del artículo 2 de la Convención tiene


también la finalidad de facilitar la función del Poder Judicial de tal forma que
el aplicador de la ley tenga una opción clara de cómo resolver un caso
particular. Sin embargo, cuando el Legislativo falla en su tarea de suprimir
y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención Americana, el Judicial
permanece vinculado al deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de
la misma y, consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier
normativa contraria a ella. El cumplimiento por parte de agentes o
funcionarios del Estado de una ley violatoria de la Convención produce
responsabilidad internacional del Estado, y es un principio básico del
derecho de la responsabilidad internacional del Estado, recogido en el
                                                           
156
Ibid. Párrafo 5.

75
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en el sentido de que todo
Estado es internacionalmente responsable por actos u omisiones de
cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de los derechos
internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención
Americana.”157

La Corte IDH hace alusión a que el Poder Judicial, como parte del aparato
estatal, debe inaplicar aquellas normativas internas contrarias a la Convención
Americana, ya que es deber del Estado reconocer las disposiciones
convencionales a las que está sujeto. Ello es así, pues si ha reconocido la
competencia de la Corte no está de más recordarle que es deber de los
funcionarios públicos verificar las disposiciones de la Convención Americana, la
que tiene preeminencia sobre el derecho interno, caso contrario, deviene la
responsabilidad internacional.

Así también, en esta sentencia se hace referencia a lo que con anterioridad


se manifestó en el voto razonado concurrente del Juez Sergio García Ramírez en
la sentencia de Myrna Mack Chang versus Guatemala, en la cual se indica que
aun cuando ha sido uno de los órganos estatales el que ha incumplido con la
aplicación de las disposiciones convencionales, es el Estado en su conjunto el que
debe de asumir la responsabilidad internacional y no solamente el órgano que ha
fallado; por lo que, los efectos de los fallos y de cualquier actuación del poder
público están sujetos a los compromisos internacionales que los Estados han
suscrito.

Siguiendo con ese orden de ideas, en la referida sentencia se continúa


manifestando que:

                                                           
157
Ibid. Párrafo 123.

76
“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado
un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como
parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les
obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no
se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y
que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el
Poder Judicial debe ejercer una especie de ´control de convencionalidad´
entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder
Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana.”158

Interesante resulta el razonamiento de la Corte IDH, ya que a partir de este


fallo se define en concreto qué es el control de convencionalidad y cómo debe ser
aplicado por los jueces nacionales. De tal manera, que ese ejercicio de
compatibilidad debe realizarse en todos los casos judiciales así como se realiza el
control de constitucionalidad, limitándose el control convencional a la verificación
entre las normas jurídicas internas y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Además, señala la Corte, que debe tomarse en cuenta la interpretación
que el Tribunal Interamericano haga respecto de dicha Convención. Ello, es
manifiestamente importante porque el juez nacional debe ejercer tanto el control
de constitucionalidad como el control de convencionalidad, lo cual hace que dichos
funcionarios respeten siempre los derechos humanos de los ciudadanos como
garantía de un estado democrático de derecho.

Por último indica la Corte:

                                                           
158
Ibid. Párrafo 124.

77
“En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que ´según el
derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser
cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el
derecho interno´. Esta regla ha sido codificada en el artículo 27 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969.”159

La obligación de los jueces nacionales consiste en ejercer el control de


convencionalidad; función que no puede dejarse de aplicar invocando un Estado
parte sus disposiciones internas, pues desde el momento en que ratificó la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y reconoció la competencia de
la Corte, sus obligaciones deben ser cumplidas de buena fe. Por lo que, el control
de convencionalidad siempre debe ejercerse por aquellos Estados que han
reconocido la competencia contenciosa del Tribunal Interamericano.

En esta sentencia se puede observar que la Corte Interamericana ilustra el


contenido del control de convencionalidad y la obligatoriedad que tienen los
Estados partes que han reconocido la competencia contenciosa de la Corte, ya
que también hay normas de carácter internacional que apoyan el fiel cumplimiento
de la Convención Americana y de demás tratados internacionales en materia de
derechos humanos.

3.3.4) CASO TRABAJADORES CESADOS DEL CONGRESO (AGUADO ALFARO Y


OTROS) VERSUS PERÚ

ANTECEDENTES DEL CASO:

El 4 de febrero del año 2005, de conformidad con lo dispuesto en los


artículos 50 y 61 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la
Comisión Interamericana sometió ante la Corte Interamericana una demanda
contra el Estado del Perú, la cual se originó en las denuncias Números 11,830 y
                                                           
159
Ibid. Párrafo 125.

78
12,038, recibidas en la Secretaría de la Comisión el 18 de octubre de 1997 y el 10
de julio de 1998, respectivamente.160

La Comisión presentó la demanda con el fin de que la Corte decidiera si el


Estado de Perú era responsable por la violación de los artículos 8.1 (Garantías
Judiciales) y 25.1 (Protección Judicial) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, así por el incumplimiento de lo dispuesto en los artículos 1.1
(Obligación de Respetar los Derechos) y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de
Derecho Interno) de la misma. Los hechos expuestos en la demanda se refirieron
al supuesto “despido de un grupo de 257 trabajadores cesados del Congreso
Nacional de la República del Perú, quienes formaban parte de un grupo de 1117
trabajadores que fueron despedidos a través de Resoluciones del Congreso de 31
de diciembre de 1992.”161

En sentencia del 24 de noviembre de 2006 de Excepciones Preliminares,


Fondo, Reparaciones y Costas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
POR UNANIMIDAD declaró que el Estado violó en perjuicio de las 257 víctimas
los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los
artículos 8.1 y 25 de la Convención, en relación con la obligación general de
respetar los derechos y el deber de adoptar disposiciones de derecho interno
establecidos en los artículos 1.1 y 2 de la misma.

En las consideraciones que la Corte IDH estimó pertinentes se estableció lo


siguiente:

COMPETENCIA:

                                                           
160
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso Vs. Perú. Párrafo 1. 
161
Ibid. Párrafo 2.

79
La Corte determinó que el Estado de Perú es parte de la Convención
desde el 28 de julio de 1978 y reconoció la competencia contenciosa de la Corte el
21 de enero de 1981.162

APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

De acuerdo a este caso, el Tribunal Interamericano en pleno aborda el


contenido del control de convencionalidad, y para el efecto estableció:

“Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la


Convención Americana, sus jueces también están sometidos a ella, lo que
les obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado
o anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y
fin. En otras palabras, los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo
un control de constitucionalidad, sino también ´de convencionalidad´ ex
officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente
en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones
procesales correspondientes. Esta función no debe quedar limitada
exclusivamente por las manifestaciones o actos de los accionantes en cada
caso concreto, aunque tampoco implica que ese control deba ejercerse
siempre, sin considerar otros presupuestos formales y materiales de
admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones.”163

El presente fallo constituye uno de los precedentes que ha definido en


concreto el actuar de los jueces nacionales o domésticos frente al efectivo
ejercicio del control de convencionalidad, ya que establece la obligación de los
jueces nacionales de velar no solamente por la aplicación del control de
constitucionalidad sino que también deben ejercer el control de convencionalidad,
el que debe ejecutarse de oficio sin necesidad que haya petición de parte
                                                           
162
Ibid. Párrafo 4.
163
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Párrafo
128.

80
interesada, ya que se trata de disposiciones convencionales sobre las que un
Estado parte se ha obligado a observarlas. En ese sentido, el Estado parte al
aplicar el control de convencionalidad vela por el “efecto útil” de la Convención
Americana, es decir con el cumplimiento de sus disposiciones y de la
interpretación que al respecto ha realizado el Tribunal Interamericano.

En síntesis, el control de convencionalidad ha surgido en el seno del


Tribunal Interamericano y cuya aplicación no resulta una tarea fácil para los jueces
nacionales, quienes además tienen que ejercer el control de constitucionalidad.
Sin embargo, los Estados partes que han ratificado la Convención Americana y
han reconocido la competencia contenciosa de la Corte IDH, tienen la obligación
de realizar dicho examen de compatibilidad, el cual no es más que verificar si las
normas internas se ajustan a las normas de la Convención Americana como a la
interpretación que de la Convención la propia Corte ha ejercido. Asimismo, dicho
control debe ser siempre de oficio, pues es parte de las obligaciones
internacionales a las que un Estado se ha sometido y ello ha quedado así
establecido en la jurisprudencia del alto Tribunal Interamericano, último intérprete
de la Convención.

Luego de haber mencionado los anteriores fallos emitidos por la Corte IDH,
es importante que los operadores estatales hagan una interpretación armónica de
estos, para el efecto que la aplicación del control de convencionalidad se ejerza tal
y como ha sido expuesto en la jurisprudencia de la Corte y, que los Estados le den
fiel cumplimiento a la aplicación de la Convención Americana de Derechos
Humanos, a partir del cual se genera la obligatoriedad de la aplicación del control
de convencionalidad.

3.3) JURISPRUDENCIA DE TRIBUNALES NACIONALES O DOMÉSTICOS EN MATERIA


DE CONTROL DE CONVENCIONALIDAD

81
En ese apartado se exponen las sentencias emitidas por los tribunales
nacionales o domésticos en materia de control de convencionalidad, las cuales
han sido seleccionadas atendiendo a los Tribunales Constitucionales que las han
dictado, los que ya están aplicando el control de convencionalidad. Los Tribunales
Constitucionales seleccionados, se debe a que han sido los precursores que, a
nivel de Latinoamérica, han ejercido en sus sentencias la materia que se estudia.

3.3.1) CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

En cuanto a la aplicación del control de convencionalidad por el Tribunal


Constitucional de Argentina, las dos sentencias relevantes que le han dado
entrada a este instituto jurídico es el Caso Mazzeo, Julio Lilo y otros s/Recurso de
casación e inconstitucionalidad, de fecha 13 de julio de 2007, y el Caso Videla,
Jorge Rafael y Massera, Emilio Eduardo s/ Recurso de casación, de fecha 31 de
agosto de 2010.

CASO MAZZEO, JULIO LILO Y OTROS. RECURSO DE CASACIÓN E

INCONSTITUCIONALIDAD:

Con fecha 13 de julio de 2007, la Corte Suprema de Justicia de la Nación,


por mayoría, dictó el fallo dentro de la causa seguida a Santiago Omar Riveros en
la que el Juez de Primera Instancia dictó sobreseimiento definitivo a favor de
Riveros por haber participado presuntamente en hechos de homicidio, privación
ilegítima de la libertad, torturas, lesiones y violaciones de domicilio, en distintas
épocas y con la concurrencia de personas que formaban parte de las Fuerzas
Armadas y de Seguridad del Estado, por haber sido beneficiado con la figura del
indulto por medio del decreto 1002/89.

Diecisiete años después, un grupo de personas solicitó la declaración de


inconstitucionalidad del decreto 1002/89. En su oportunidad, el Juez Federal
actuante declaró la invalidez constitucional de tal decreto y privó de efectos el

82
sobreseimiento sobre la base que los delitos imputados se subsumían como
delitos de lesa humanidad, los cuales son imprescriptibles, y añadió que el Estado
argentino ya formaba parte del derecho internacional imperativo, es decir del ius
cogens, por lo que el Poder Ejecutivo Nacional al dictar el indulto resultaba
inconciliable con los compromisos internacionales.

Por su parte, la Cámara Federal resolvió acoger el recurso interpuesto por


la defensa y revocar el auto apelado. Contra tal decisión, se presentaron recursos
de casación e inconstitucionalidad. La Sala de la Cámara Nacional de Casación
Penal resolvió con lugar el recurso y declaró inconstitucional el decreto 1002/89,
sobre la base que el mencionado decreto fue dictado con posterioridad a la
aprobación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención
sobre la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes y la
Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, y que (…) “la
solución que mejor realiza el valor justicia, resulta de acordar a las víctimas,
familiares y sociedad el acceso a la jurisdicción a los efectos de que se
investiguen los graves hechos -calificados de lesa humanidad- que motivaron las
actuaciones, garantizando a las partes sometidas a jurisdicción, como en todo
proceso, el pleno respeto de sus derechos constitucionales (…)”.164

Notificado de lo resuelto por la Sala de la Cámara Nacional de Casación


Penal, la defensa técnica de Santiago Omar Riveros dedujo Recurso
Extraordinario Federal. Al respecto, la Sala al realizar el análisis del caso en
concreto tomó en consideración el antecedente refrendado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el caso Almonacid Arellano y otros vs.
Chile conforme al párrafo 124 en el que estableció que: “…el Poder Judicial debe
ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas
internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no
solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la

                                                           
164
Considerando 21.

83
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana.” Conforme a
ello y otros argumentos, la Sala de la Cámara Nacional de Casación Penal declaró
inconstitucional el decreto del Poder Ejecutivo 1002/89 que dispuso el indulto del
recurrente y procedente el recurso extraordinario, y se confirmó la sentencia.

ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

Con la sentencia anteriormente desarrollada se esgrime cómo el Estado


argentino hace uso del control de convencionalidad ante el examen de
compatibilidad entre el decreto de indulto y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana sobre Derechos Humanos. A partir de la invocación y análisis de
dicho precepto jurisprudencial se inaplica la norma que vulneró los derechos de
las víctimas para este caso en concreto, ya que de lo contrario, el Estado
argentino incumplía con sus obligaciones internacionales en materia de derechos
humanos.

Claro está la observancia de todos los jueces de examinar no solamente la


constitucionalidad de las normas sino que también la convencionalidad de estas,
sobre la base de proteger la dignidad y los derechos humanos de las personas. En
este caso en particular, dicha protección se ve reflejada sobre la tutela judicial
efectiva en la que se garantizan los derechos tanto del imputado como los de las
víctimas, y el acceso de estas a la jurisdicción.

Es importante mencionar que el Tribunal Constitucional argentino


únicamente transcribe los pasajes jurisprudenciales de la Corte IDH para el caso
objeto de convencionalidad, pero no entra a evaluar el fondo del asunto,
observándose una fundamentación bastante limitada. No obstante, constituye un
avance muy importante para la jurisprudencia argentina, ya que el Tribunal
Constitucional ha observado las obligaciones convencionales a las que está sujeto
y cuya aplicación permite que la jurisdicción ordinaria la observe como parte de las
facultades que le han sido otorgadas.

84
CASO VIDELA, JORGE RAFAEL Y MASSERA, EMILIO EDUARDO S/RECURSO DE
CASACIÓN:

Con fecha 31 de agosto de 2010, la Corte Suprema de Justicia de la Nación


dictó la sentencia en la que se tenían como partes a Videla, Jorge Rafael y
Massera, y Emilio Eduardo.

Los hechos que dieron inicio al conocimiento del caso fueron los que dieron
lugar a la sentencia de la Cámara Nacional de Casación Penal que rechazó los
recursos de casación deducidos por las defensas de dos miembros de la cúpula
de las Fuerzas Armadas, quienes fueron los responsables de la comisión de
crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar que dirigieron. Como
consecuencia de esa decisión, quedó firme el pronunciamiento de la Cámara de
Apelaciones en cuanto a que declaró la inconstitucionalidad parcial del decreto
2741/90 del Poder Ejecutivo Nacional, por el cual fueron indultadas las penas que
se les habían impuesto. Contra esa decisión, las defensas de los imputados
interpusieron sendos recursos extraordinarios. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación confirmó la sentencia apelada.

Entre otros argumentos presentados por la defensa, se discutía sobre la


intervención ex officio de las autoridades estatales para hacer cumplir la sanción
impuesta a los responsables de las violaciones de los derechos humanos y
declarar la inconstitucionalidad del decreto que concedió el indulto a los
imputados.

Al respecto, la Corte Suprema precisó que las obligaciones asumidas por el


Estado argentino en el sistema interamericano de protección de derechos
humanos y la jurisprudencia de la Corte Interamericana son pauta de
interpretación para los poderes constituidos argentinos en el ámbito de su
competencia, y que el tribunal internacional ha considerado que el Poder Judicial
debe ejercer una especie de control de convencionalidad entre las normas

85
jurídicas internas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, tomando
en cuenta el tratado y la interpretación que del mismo ha hecho el propio Tribunal
Interamericano.

Así también, hace referencia a la sentencia dictada por la Corte


Interamericana en el caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y
otros) vs. Perú, en el que se subraya que los órganos del Poder Judicial deben
ejercer no solo un control de constitucionalidad, sino que también de
convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención Americana.

ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

En la presente sentencia se hace referencia a la obligación que tienen los


poderes constituidos para aplicar los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, y que el Poder Judicial debe ejercer el control de
convencionalidad que ha nacido en el seno de la Corte IDH. De tal manera que
sobre esa base, se hace referencia a la sentencia dictada en el caso Trabajadores
Cesados del Congreso; sin embargo, tampoco se entra a conocer a fondo de lo
que verdaderamente comprende el ejercicio del control de convencionalidad,
limitándose el Tribunal Constitucional a transcribir los pasajes importantes de la
jurisprudencia emanada por la Corte IDH. Una vez más se hace necesario tomar
en cuenta todos los parámetros que el Tribunal Interamericano ha establecido
para el efectivo ejercicio del control de convencionalidad de las normas, y que al
hacer alusión a un caso conocido por aquél no es realizar dicho control sino que lo
importante es hacer el análisis entre las normas convencionales y las normas
internas, a manera de aplicar las que brinden mayor protección a los derechos
humanos.

86
3.3.2) CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

En el caso de la Corte Constitucional de Colombia, se trae a colación una


de las sentencias más relevantes en cuanto a la aplicación del control de
convencionalidad, la cual ha sido emitida dentro la Causa 442/2011 referente a la
acción pública contra los artículos 220 y 221 de la Ley 599 de 2000.

SENTENCIA C-442/2011:

Con fecha 25 de mayo de 2011, la Sala Plena de la Corte Constitucional de


Colombia dictó la sentencia C-442/2011165, mediante la cual se planteó una acción
pública de conformidad con el artículo 241 de la Constitución Política solicitando la
inexequibilidad de los artículos 220 y 221 de la Ley 599 de 2000, por la cual se
expide el Código Penal por vulnerar los artículos 20, 29 y 93 constitucionales y los
artículos 9 y 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Se indica que tanto la Corte Constitucional, como la Corte Interamericana de


Derechos Humanos, han señalado que las disposiciones penales que restringen la
libertad de expresión, además de ser necesarias y excepcionales deben ser
expresas, precisas, previas, y estar plasmadas en una ley. Narran que
recientemente la Corte IDH declaró que la ley penal argentina que tipificaba los
delitos de injuria y calumnia era contraria a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos por no ser precisa e inequívoca en detallar los elementos
constitutivos del ilícito, y permitía la persecución a ejercicios legítimos de este
derecho, como críticas negativas sobre hechos y personas.

Consideran que los artículos 220 y 221 de la Ley 599 de 2000 son tan
imprecisos, ambiguos y amplios al tipificar los delitos de calumnia e injuria, que
son preceptos de la ley argentina declarados violatorios de la Convención pues
tiene una redacción similar y que por lo tanto resultan inconstitucionales. Explican
                                                           
165
Puede consultarse en: http://www.corteconstitucional.gov.co/RELATORIA/2011/C-442-11.htm

87
que la actual redacción de los delitos de injuria ("imputación deshonrosa") y de
calumnia ("imputar una conducta típica") permite que críticas, opiniones negativas,
o discursos impopulares o chocantes, sean perseguidos penalmente porque “para
los ciudadanos no hay certeza jurídica sobre lo que está sancionado y lo que está
permitido”. Estiman que la supuesta imprecisión y vaguedad entran en
contradicción con los límites a la libertad de configuración del Congreso de la
República “en violación al artículo 29 constitucional, según el cual las conductas
descritas como delitos, deben respetar el principio de legalidad, y estar descritas
clara e inequívocamente.”

La Corte Constitucional de Colombia, al realizar un análisis de las normas


impugnadas, esgrima los tipos penales de injuria y calumnia e indica que estos
constituyen medidas de protección penal de los derechos fundamentales a la
honra y al buen nombre, ya que dichos derechos han sido reconocidos por las
disposiciones constitucionales y por tratados internacionales en materia de
derechos humanos -refiriéndose al Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y a la Convención Americana sobre Derechos Humanos-.

El Tribunal Constitucional sigue indicando que: “(…) la jurisprudencia


emanada de la Corte IDH es un criterio relevante para fijar el parámetro de control
de las normas que hacen parte del ordenamiento interno colombiano,
precisamente porque establece el alcance de distintos instrumentos
internacionales de derechos humanos los cuales a su vez resultan relevantes al
examinar la constitucionalidad de disposiciones de rango legal al hacer parte del
bloque de constitucionalidad. Dentro de esta línea argumentativa esta Corporación
ha sostenido que la jurisprudencia de la Corte IDH contiene la interpretación
auténtica de los derechos contenidos en la CADH, instrumento internacional que
integra el parámetro de control de constitucionalidad (…).”166

                                                           
166
Se citan las sentencias Sentencias C-360 de 2005 y C-936 de 2010.

88
Se hace alusión a la sentencia C-370 de 2006, en la que se reconoció el
carácter vinculante de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en los siguientes términos: “Por su relevancia como fuente de Derecho
Internacional vinculante para Colombia, por tratarse de decisiones que expresan la
interpretación auténtica de los derechos protegidos por la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, la Corte transcribirá algunos de los apartes más
relevantes de algunas de las Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos relativas a estándares sobre justicia, no repetición, verdad y reparación
de las víctimas de los graves atentados contra el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.” Y en la nota número
54 de la sentencia se indica que: “En definitiva la línea argumentativa adoptada
por la Corte Constitucional resulta concordante con la postura de la Corte IDH, la
cual en distintas sentencias ha señalado el carácter vinculante de su
jurisprudencia como interpretación auténtica de la CADH, sobre lo cual hace
acotación de la sentencia dictada en el “Caso Almonacid Arellano vs. Chile” y la
sentencia dictada en el “Caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú”,
estableciéndose el ejercicio del control de convencionalidad.”

Por último indica que el caso Kimel vs. Argentina -sentencia dictada por la
Corte IDH- “aunque constituye un precedente significativo en torno al alcance de la
libertad de expresión y del principio de legalidad en la tipificación de los delitos de
injuria y calumnia, esta decisión no puede ser trasplantada automáticamente al
caso colombiano en ejercicio de un control de convencionalidad que no tenga en
cuenta las particularidades del ordenamiento jurídico interno, especialmente la
jurisprudencia constitucional y de la Corte Suprema de Justicia que han precisado
notablemente el alcance de los elementos normativos de estos tipos penales, a lo
cual se hará alusión en un acápite posterior de esta decisión.”

89
ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

Desde la presentación de la acción pública se observa que los


interponentes hacen referencia tanto a la legislación nacional colombiana como a
la legislación internacional en materia de derechos humanos, lo cual llama la
atención porque efectivamente denota el avance y el ingreso que ha tenido el
sistema interamericano de derechos humanos en aquél país. A partir de este
esbozo que se hace, también se consideró que la Corte Constitucional de
Colombia está obligada a realizar un análisis no solamente de los derechos
humanos vulnerados en la Constitución Política sino que también de aquellos
vulnerados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

La Corte Constitucional de Colombia destaca puntos bien importantes a


mencionar, tales como: a) reconoce la interpretación auténtica de la jurisprudencia
del Tribunal Interamericano y que la misma tiene carácter vinculante; b) transcribe
pasajes relevantes de los fallos en el Caso Almonacid Arellano vs. Chile y en el
Caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú, y hace acotación
directamente a que los órganos del Poder Judicial deben ejercer una especie de
control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención
Americana; y c) establece el ejercicio de un control de convencionalidad.

Se colige, entonces, que el Tribunal Constitucional de Colombia como


Estado parte del sistema interamericano de derechos humanos y habiendo
reconocido la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, aplicó tanto el control de constitucionalidad como el control de
convencionalidad de las normas con la finalidad de proteger los derechos
humanos vulnerados.

Esta sentencia también constituye un aporte muy importante para la


jurisprudencia colombiana, en virtud de habérsele otorgado el reconocimiento a la
aplicación del control de convencionalidad que obliga la Corte IDH y la Convención

90
Americana, lo cual también obliga a que los jueces de todos los niveles observen
su aplicación.

3.3.3) TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE CHILE

El Tribunal Constitucional chileno, en el período comprendido del 2006 al


2010, hace mención de la jurisprudencia de la Corte IDH en sentencia de 2008
mediante el rol número 986.

CASO AARÓN VÁSQUEZ, ROL NÚMERO 986:

En el caso relacionado en el proceso penal promovido contra Aarón David


Vásquez Muñoz, en un primer momento, se le imputaron los delitos de lesiones
graves, gravísimas y de lesiones menos graves. Posteriormente, se reformalizó la
imputación por el delito de homicidio calificado con premeditación conocida. En el
primer juicio oral se le condenó, por el delito de homicidio simple, con la pena de
tres años de presidios menor en su grado medio en régimen semicerrado (el
tiempo que comprende la pena de presidios es de sesenta y un días a cinco años.
Según el artículo 56 del Código Penal chileno, el tiempo de presidios en su grado
medio es de quinientos cuarenta y un días a tres años). En contra de dicha
sentencia, el Ministerio Público y el querellante interpusieron recurso de nulidad.
La Sala de la Corte de Apelaciones decidió acoger el recurso de nulidad,
disponiendo la realización de un nuevo juicio oral por un tribunal no inhabilitado.
En el segundo juicio oral se condenó a Vásquez Muñoz como autor del delito de
homicidio calificado con el agravante de alevosía, aplicándosele la pena de siete
años de internación en régimen cerrado.

Contra dicha sentencia el condenado interpuso recurso de nulidad; sin


embargo, el artículo 387 del Código Penal determina que la resolución que fallare
un recurso de nulidad no será susceptible de recurso alguno, tampoco será
susceptible de recurso alguno la sentencia que se dictare en el nuevo juicio que se

91
realizare como consecuencia de la resolución que hubiera acogido el recurso de
nulidad. De esa cuenta, la defensa plantea acción de inaplicabilidad por
inconstitucionalidad por estimar vulnerados sus derechos constitucionales ante la
ausencia de un recurso como garantía mínima del debido proceso.

El Tribunal Constitucional, al entrar a analizar el caso en concreto, indicó


que se razonaría únicamente en torno a la constitucionalidad de la aplicación de la
norma cuestionada en el caso concreto y en el estricto marco del conflicto de
constitucionalidad planteado; por tanto, no formulará opinión acerca de la
constitucionalidad en abstracto del precepto impugnado ni tampoco de otras
disposiciones de la normativa de enjuiciamiento criminal, especialmente la relativa
al régimen de recursos.167

Sigue manifestando el referido Tribunal que la eventual inaplicación de todo


el inciso impugnado tendría como consecuencia, además, que el artículo 380
numeral 2º. no impugnado, que establece: “La inadmisibilidad sólo podrá fundarse
en haberse deducido el recurso en contra de resolución que no fuere impugnable
por este medio o en haberse deducido fuera de plazo”, perdería sentido y
aplicación, privando a la Corte Suprema de la facultad de declarar inadmisibles
recursos dirigidos en contra de resoluciones no recurribles, por encontrarse
afectas a la limitación establecida en el precepto que se cuestiona.168 Así también,
se menciona que la inconstitucionalidad planteada afectaría la sentencia y no al
artículo 387 ni a su aplicación, y que el condenado tuvo la posibilidad de recurrir
en contra de la primera sentencia, facultad otorgada en los artículos 344 y 341 del
Código Procesal Penal.169

Establece el Tribunal Constitucional que resultaría plenamente procedente


el recurso de queja previsto en el artículo 545 del Código Orgánico de Tribunales,

                                                           
167
Considerando Noveno.
168
Considerando Décimo Primero.
169
Considerando Décimo Quinto.

92
respecto de faltas o abusos graves cometidos al dictar la resolución de carácter
jurisdiccional y sobre la cual no procede recurso alguno.170
Finalmente, el Tribunal Constitucional chileno rechazó el requerimiento
interpuesto por el condenado. Con el voto disidente de los Ministros Hernán
Vodavic Schnake y Mario Fernández Baeza, quienes acogieron el requerimiento
interpuesto y manifestaron que el derecho al recurso del imputado criminal se
encuentra expresamente reconocido en tratados internacionales ratificados por
Chile, los que se encuentran vigentes y establecidos en los pasajes conducentes
de las normas que protegen dicho derecho en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, la Convención Interamericana de Derechos Humanos, y la
Convención de los Derechos del Niño. Indican que son normas jurídicas vigentes y
obligatorias y constituyen parámetro de constitucionalidad.

Asimismo, en el fallo emitido se evoca lo resuelto en el caso Herrera Ulloa


vs. Costa Rica, en cuya sentencia la Corte Interamericana de Derechos Humanos
expresa: “(…) Para que haya una verdadera revisión de la sentencia, en los
términos de dichos instrumentos internacionales, es preciso que el tribunal
superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer del
caso concreto.” Por lo que establecen que el precepto impugnado priva de todo
recurso al imputado en contra de la sentencia condenatoria, produciendo efectos
contrarios a las disposiciones constitucionales.

ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

Al analizar la sentencia en su conjunto, se advierte que el Tribunal


Constitucional chileno, no obstante la ratificación que ha hecho sobre tratados
internacionales en materia de derechos humanos, la inconstitucionalidad
examinada se queda muy limitada al no ejercer el control de convencionalidad ex
officio, al que está comprometido, sino que únicamente realiza el control de
constitucionalidad, no respetando las normas internacionales en materia de
                                                           
170
Considerando Trigésimo Noveno.

93
derechos humanos que debió haber tomado en cuenta al restringir el derecho a un
recurso al condenado. A todas luces, el Tribunal Constitucional se queda muy
corto en su razonamiento, pues efectivamente se observa que la disposición penal
impugnada sí vulnera la garantía del debido proceso porque el condenado está en
todo su derecho a que su sentencia sea revisada ante la inconformidad que sobre
la misma se haga valer y, al respecto, este fallo daba mucho a desarrollar a efecto
de proteger los derechos fundamentales. En ese sentido, la Corte Constitucional
de Chile como guardián e intérprete último de la Constitución debe velar por su
debida aplicación y hacer valer aquéllas normas que protegen los derechos
humanos contenidos en tratados internacionales.

Es con el voto disidente de los Ministros Hernán Vodavic Schnake y Mario


Fernández Baeza que se configura, aunque no en su totalidad, el control de
convencionalidad de las normas, pues estos hacen alusión a las normas
internacionales en materia de derechos humanos que protegen el acceso a un
recurso que tiene derecho el condenado que ha solicitado el examen de
constitucionalidad de la norma que le afecta.

Así también, ha de tomarse en consideración que mediante la sentencia


proferida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Almonacid
Arellano de 2006 el Tribunal Constitucional debe ser consciente de aplicar el
control de convencionalidad, el cual le fue impuesto mediante dicha sentencia,
debiendo realizar el examen de compatibilidad entre las normas aplicadas en un
caso concreto y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

3.3.4) CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD DE GUATEMALA

A continuación se procede a exponer cuatro sentencias dictadas por la


Corte de Constitucionalidad. En la primera de ellas se hace referencia sobre la
doctrina del bloque de constitucionalidad y, en las restantes, se estudia lo
referente al control de convencionalidad.

94
Expediente No. 1822-2011:

Con fecha 17 de julio de 2012, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala


dictó la sentencia dentro de la acción de inconstitucionalidad general parcial
promovida contra del artículo 201 Bis del Código Penal en el cual se tipifica el
delito de tortura, por la omisión legislativa de incluir: “el castigo”, “cualquier tipo de
discriminación”, “o con cualquier otro fin”, como finalidades del delito de tortura, y
“la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular la personalidad
de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor
físico o angustia psíquica”, supuestos contenidos en el artículo 1 de la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, y en
el artículo 2 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.

Entre los fundamentos jurídicos de la impugnación, el exponente se basa en


lo siguiente: “La suscripción y ratificación de esos tratados internacionales en
materia de derechos humanos conlleva a que el Estado de Guatemala reconozca
y acepte la definición de la tortura con todos sus elementos de tipicidad,
incluyendo la finalidad de castigo, discriminación y cualquier otro fin, y la
aplicación de métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o disminuir
su capacidad; por ello, el compromiso del Estado de Guatemala es establecer el
delito de tortura dentro de su legislación penal con todos los elementos del tipo
penal en la definición internacional, lo cual debe cumplirse respetando los
elementos de tipicidad y la definición establecida por las convenciones. El artículo
201 Bis del Código Penal que establece el delito de tortura contraviene el artículo
46 constitucional debido a su colisión con los artículos 1, 2, numeral 1, y 4,
numeral 1 de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes; 1, 2, 6 de la Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura; 2 y 5 numeral 2, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. La omisión de elementos esenciales en la tipificación de la
tortura en el ordenamiento nacional es una grave violación a derechos
constitucionales y normas internacionales.”

95
En el ejercicio del control de constitucionalidad de las leyes, el Tribunal
Constitucional recurre a la aplicación del bloque de constitucionalidad para dar una
respuesta adecuada ante la acción planteada, y al respecto indicó que:

“…para dar respuesta a la problemática acerca de la recepción en el orden


interno de los tratados en materia de derechos humanos, otros ordenamientos han
acudido a la figura del bloque de constitucionalidad, el que ha sido parte de
anteriores pronunciamientos de la Corte de Constitucionalidad (verbigracia los
expedientes 90-90, 159-97, 3004-2007, 3878- 2007, auto de 4 de octubre de 2009,
expediente 3690-2009, 1940-2010 y 3086-2010, entre otros), aunque en ninguno
de éstos se ha definido su contenido y alcances. Ello implica realizar el análisis
confrontativo que requieren acciones de inconstitucionalidad como ésta, por el que
se posibilite verificar si en el ejercicio de la función legislativa, existe conformidad
en adecuación de tipos penales con no sólo conforme a normas de la Constitución
Política de la República de Guatemala, sino también con los estándares
internacionales en materia de derechos humanos que impulsaron los compromisos
estatales para la tipificación de la tortura, cuestión que ha sido consentida por la
doctrina y la jurisprudencia constitucional extranjera por la figura del "bloque de
constitucionalidad", institución que ha permitido realizar dicha integración de la
Constitución material, pues de no advertirse lo anterior, la omisión relativa
determinada implicaría, por sí sola, contravención de los artículos 44, 46 y 149 de
la Constitución Política de la República.”

Finalmente, la Corte de Constitucionalidad resolvió declarar con lugar la


acción de inconstitucionalidad por omisión legislativa del delito de tortura por no
contener los tipos penales previstos en la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura.

96
ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

Al realizar un análisis de la sentencia anteriormente indicada, se hace un


estudio de la figura denominada bloque de constitucionalidad, la cual no es objeto
de estudio en la presente investigación pero es a través de esta que el Tribunal
Constitucional hace énfasis a la recepción de los tratados internacionales en
materia de derechos humanos en el ordenamiento jurídico guatemalteco. Así
pues, determina que los instrumentos internacionales en materia de derechos son
parámetro para ejercer el control constitucional del derecho interno, es decir, que
los jueces al aplicar las normas jurídicas a un caso en concreto deben verificar su
adecuación no solamente a la Constitución Política sino también a dichos tratados
internacionales. Directamente no se entra a aplicar la figura del control de
convencionalidad pero sí se hace referencia de la convencionalidad de los
derechos humanos en el derecho interno, debiéndose adecuar la legislación
interna a los parámetros del derecho internacional.

Una vez que el Tribunal Constitucional incorpora los tratados y convenios


internacionales en materia de derechos humanos a la legislación guatemalteca,
puede aplicarse el control de convencionalidad que debe ejercerse entre la
normativa ordinaria y las disposiciones de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Por tal motivo es que se consideró pertinente analizar esta
sentencia para posteriormente analizar cómo la Corte de Constitucionalidad ha
ejercido el control de convencionalidad.

Expediente No. 3687-2011:

El Tribunal Constitucional, con fecha 16 de agosto de 2012, profirió la


sentencia dentro de la acción de amparo en única instancia promovido por el
Ministerio Público por medio de la Fiscalía de la Sección Contra el Crimen
Organizado, Unidad Contra la Trata de Personas, contra la Corte Suprema de
Justicia, Cámara Penal.

97
Los antecedentes que dan inicio a la acción promovida se basan en que el
Tribunal Primero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente
del departamento de Guatemala -Liquidador-, dictó sentencia condenatoria contra
Gloria Elizabeth Girón Velásquez, declarándola autora responsable del delito de
Trata de personas y “ Conspiración ”. La procesada impugnó el fallo condenatorio
mediante recurso de apelación especial por motivos de fondo, el que la Sala
Tercera de la Corte de Apelaciones del ramo Penal, Narcoactividad y Delitos
Contra el Ambiente, no acogió. Contra la resolución anterior, la condenada
interpuso recurso de casación por motivo de forma ante la Corte Suprema de
Justicia, Cámara Penal, que en sentencia de 24 de mayo de 2011 se declaró
procedente, ordenándose el reenvío de las actuaciones a la Sala recurrida para
que emitiera nueva sentencia.

Contra dicha sentencia se planteó acción de amparo en única instancia,


argumentando el interponente que se violaron derechos constitucionales porque la
decisión del Tribunal de Casación es incongruente con las constancias procesales,
pues inadvierte que el fallo impugnado se encontraba debidamente fundamentado,
conforme a los hechos acreditados a la procesada por el tribunal de sentencia, los
que se enmarcan en el delito de Trata de personas en grado de consumación, de
donde el acto reclamado sí causa agravio al no tomar en consideración Convenios
y Tratados Internacionales ratificados por Guatemala.

El Tribunal Constitucional al analizar el caso en concreto estimó que el


Tribunal de Casación no observó los límites establecidos en el artículo 442 del
Código Procesal Penal y determinó: “Cabe precisar que, al emitirse nuevamente la
sentencia de casación, el tribunal impugnado debe realizar el pertinente control de
convencionalidad para no incurrir en violación del Protocolo para prevenir, reprimir
y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños que complementa
la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional, de la cual el Estado de Guatemala es parte. En dicho fallo, resolvió
otorgar el amparo solicitado por el Ministerio Público, por medio de la Fiscalía de

98
la Sección Contra el Crimen Organizado, Unidad Contra la Trata de Personas
contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal.

Expediente No. 2151-2011:

En sentencia de fecha 23 de agosto de 2011, la Corte de Constitucionalidad


dictó el fallo contenido en la apelación de sentencia de amparo dictada por la
Corte Suprema de Justicia, Cámara de Amparo y Antejuicio, en la acción
constitucional promovida por el Procurador de los Derechos Humanos, en
patrocinio de Jorge Oswaldo Quinto Carrera, contra la Sala de la Corte de
Apelaciones de Familia.

Ante la Juez Séptimo de Primera Instancia de Familia del departamento de


Guatemala, Azucena Seraida Peña López promovió juicio oral de relaciones
familiares contra Jorge Oswaldo Quinto Carrera, pretendiendo poder compartir
libremente con sus menores hijos en determinados días del año. El demandado
contestó la demanda en sentido negativo e interpuso la excepción perentoria de
falsedad en los hechos expuestos en la demanda y, afirmó que la actora casi no
ha demostrado interés en sus hijos y que ella tiene un comportamiento violento,
razón por la cual se opone a que la demandante se relacione con ellos, ya que
puede perjudicar la salud física y emocional de los niños. La juez ordenó que se
escuchara a los menores de edad y solicitó la intervención de la psicóloga adscrita
al juzgado, audiencia en la cual, uno de los hijos de la demandante indicó que no
deseaba relacionarse con su progenitora y la otra hija manifestó que deseaba
verla hasta cuando tuviera más de dieciocho años de edad.

En sentencia de fecha 14 de junio de 2011, se declaró con lugar la


demanda relacionada y, como consecuencia, se ordenó que la actora se
relacionara con sus hijos, en forma alterna, en un horario de nueve a dieciocho
horas, los domingos y los demás días de asueto; asimismo, ordenó que la familia
continúe con terapia psicológica para el bienestar de los menores. El demandado

99
apeló, sustentado en que existen suficientes elementos probatorios para haber
declarado sin lugar la demanda promovida en su contra. La autoridad impugnada,
en resolución de 2 de septiembre de 2010 confirmó la sentencia apelada.

La Corte de Constitucionalidad en su razonamiento, respecto a las


obligaciones convencionales que para el Estado dimanan por haber ratificado la
Convención sobre los Derechos del Niño, consideró: “De manera que de no
advertirse aquella actitud con el alcance proteccionista que preconiza la norma
convencional internacional precitada, es procedente el otorgamiento del amparo
con el objeto de que los tribunales de jurisdicción ordinaria reencausen su
actuación de acuerdo con los fines y valores del instrumento normativo
internacional en mención, y realicen, respecto de la aplicación de la preceptiva
contenida en la legislación interna, un correspondiente control de
convencionalidad en sus resoluciones, con el objeto de no soslayar, en aquella
labor de aplicación, obligaciones que dimanan de normativa de superior jerarquía.”

Así también, sigue manifestando el Tribunal Constitucional: “Inicialmente,


esta Corte parte de que la realización del control de convencionalidad entre
normas de derecho interno y las de un instrumento normativo internacional, es un
control que debe realizar ex officio todo juez dentro de sus respectivas
competencias y de acuerdo con las regulaciones procesales correspondientes. La
viabilidad de realización de este tipo de control ya ha sido determinada, por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en varios de sus fallos, citándose, a
manera ejemplificativa, los casos Almonacid Arellano y otros vs. Chile [sentencia
sobre excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre
de 2006, Serie C, No.154, § 124], Trabajadores cesados del Congreso (Aguado
Alfaro y otros) vs. Perú [sentencia sobre excepciones preliminares, fondo y
reparaciones y costas, 24 de noviembre de 2006, Serie C, No. 158, § 128] y La
Cantuta vs. Perú [sentencia sobre el fondo, reparaciones y costas, 29 de
noviembre de 2006, Serie C, No. 162, § 173]. En ese sentido, en el primero de los
casos citados (Almonacid Arellano y otros vs. Chile) el tribunal interamericano

100
precisó que: ´La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están
sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar
porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin´ [Loc. Cit. § 124]. En el caso
del control de convencionalidad que debe hacerse en las resoluciones judiciales
en las que puedan verse afectados derechos e intereses de menores de edad, es
la realización de dicho control lo que evidencia una correcta observancia de lo
regulado en los artículos 44 y 46 de la Constitución, y lo que impone que
preceptos normativos tales como los contenidos en los artículos 167, 168, 219,
253, 256, 260, 262 y 278 del Código Civil tengan que interpretarse a la luz de los
fines que se pretenden alcanzar con lo regulado en los artículos 3.1, 3.2, 4, 8.1 y
9.3 de la Convención sobre los Derechos del Niño, por ser este instrumento
convencional internacional, norma de superior jerarquía que el Código Civil.”
Conforme a lo anteriormente considerado, el Tribunal Constitucional otorgó
el amparo solicitado por el Procurador de los Derechos Humanos en patrocinio de
Jorge Oswaldo Quinto Carrera.

Expediente No. 3334-2011:

En sentencia de fecha 14 de febrero de 2012, se resolvió la acción de


inconstitucionalidad general parcial del numeral II de la resolución contenida en el
punto Quinto, del acta número 21-2009, que contiene la sesión pública ordinaria
celebrada el 6 de mayo de dos 2009 por el Concejo Municipal de Santa Catarina
Palopó, departamento de Sololá, promovida por el Procurador de los Derechos
Humanos.

El Procurador de los Derechos Humanos objetó el numeral impugnado, en


el que se acordó: “II) Reservar las siguientes informaciones contenidas dentro del

101
Manual de Procedimiento: 1.- Directorio de empleados y servidores públicos,
incluyendo número de teléfono y direcciones de correo electrónico oficiales no
privados; 2.- Número y nombre de funcionarios, servidores públicos, empleados y
asesores que laboran en el sujeto obligado (Municipalidad), y todas sus
dependencias, incluyendo: salarios, honorarios, dietas, bonos, viáticos o cualquier
otra remuneración económica que perciban por cualquier concepto. 3.- Informes
finales de las auditorías gubernamentales o privadas, conforme a los períodos de
revisión correspondientes”. Con base a ello, el accionante indica que la normativa
impugnada viola los preceptos contenidos en los artículos 2º., 5º., 30, 44, 152,
154, 155, 171, 175, 204 y 274 de la Constitución.

La Corte de Constitucionalidad considera: “Por otra parte, este tribunal no


podría soslayar que al analizarse disposiciones normativas como la impugnada
por el Procurador de los Derechos Humanos, debe realizarse, además, un
adecuado control de convencionalidad de aquella disposición, pues por regularse
en ésta situaciones que restringen el derecho de acceso a la información pública,
debe determinarse si aquella regulación guarda coherencia con el respeto al
derecho internacional de los Derechos Humanos. Esta labor de control ya fue
realizada por esta Corte -solo que respecto de una resolución judicial- en la
sentencia de veintitrés de agosto de dos mil once (Expediente 2151-2011), y en
congruencia con ella, se afirma que al realizar esta labor de control de normativa
jurídica de derecho interno guatemalteco, deben tenerse en cuenta instrumentos
internacionales que tengan relación con dicha normativa, y la exégesis que
respecto de estos últimos ha realizado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. En ese sentido, el control de convencionalidad de la normativa
impugnada debe realizarse a la luz de lo dispuesto en el artículo 13 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y en función de lo que respecto
de este último puntualizó la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la
sentencia de diecinueve de septiembre de dos mil seis (Caso Claude Reyes y
otros Vs. Chile, fondo, reparaciones y costas, párrafo 86), cuando en dicho fallo se
indicó que ´el actuar del Estado debe encontrarse regido por los principios de

102
publicidad y transparencia en la gestión pública, lo que hace posible que las
personas que se encuentren bajo su jurisdicción ejerzan el control democrático de
las gestiones estatales, de forma tal que puedan cuestionar, indagar y considerar
si se está dando un adecuado cumplimiento de las funciones públicas´.

Al resolver, la Corte de Constitucionalidad estableció vicio de


inconstitucionalidad, por confrontar la regla establecida en el artículo 30 de la
Constitución; por inconformidad convencional, por confrontar lo establecido en el
artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y; por
ilegalidad reglamentaria, por violar lo establecido en el artículo 10, numerales 3),
4) y 23) de la Ley de Acceso a la Información Pública. Por último declaró con lugar
la acción de inconstitucionalidad promovida.

ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD:

Con las últimas tres sentencias aludidas, se establece que la Corte de


Constitucionalidad de Guatemala ya está ejerciendo el control de
convencionalidad al cual está comprometido por el mandato legal establecido en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Parece adecuado el
razonamiento que el Tribunal Constitucional realiza en estas sentencias respecto
al control de convencionalidad, en virtud que el actuar de la Corte ya no se limita
únicamente al texto constitucional sino que se hace alusión a normas
convencionales que brindan mayor protección de los derechos fundamentales de
los individuos.

En las dos primeras sentencias se refleja que el control de


convencionalidad se ejerce sobre resoluciones judiciales, en tanto que en la última
de estas, se realiza sobre un acto de gobierno. Es por ello que el criterio
jurisprudencial de la Corte Interamericana ha sido que los jueces y demás
autoridades públicas deben ejercer el control de convencionalidad, pues si se

103
observa tanto la normativa interna como las disposiciones convencionales se evita
la vulneración de los derechos fundamentales.

El pleno ejercicio del control de convencionalidad es una obligación que le


corresponde a los Estados partes que han reconocido la competencia contenciosa
de la Corte Interamericana, y quienes ejercen jurisdicción no pueden desatender
las normativa jurídica. En el Estado Guatemala, la obligación de los jueces es
atender la supremacía de la Constitución, la cual está fundamentada en los
artículos 44, 175 y 204 de la norma suprema. En el artículo 44 de la Constitución
se reconocen otros derechos aun cuando no figuran en el mismo texto
constitucional, y en el artículo 46 de la misma ley, se contempla la preeminencia
del derecho internacional en materia de derechos humanos sobre el derecho
interno; así también, ello se complementa con la sentencia no. 1822-2011 de la
Corte de Constitucionalidad, a partir de la cual se reconoce el bloque de
constitucionalidad, y se amplía el catálogo de los derechos humanos en el Estado.

Congruente con lo anterior, es que la Corte de Constitucionalidad a través


de la sentencia mencionada establece el reconocimiento que se le deben dar a los
tratados y convenios internacionales en materia de derechos humanos, por su
función de proteger los derechos de las personas. Entonces, los funcionarios
públicos llamados a ejercer el control de convencionalidad no pueden obviar las
resoluciones dictadas por la Corte Interamericana ni por la Corte de
Constitucionalidad, pues en atención al principio iura novit curia y que el control de
constitucionalidad como el control de convencionalidad deben ejercerse de oficio,
están obligados a observar y atender cualquier normativa que han de aplicar al
estudiar el caso en concreto que sea sometido a su conocimiento.

En las sentencias indicadas se establece que el Tribunal Constitucional


ejerce tanto el control de constitucionalidad de las leyes como el control de
convencionalidad, con lo cual se cumplen con los compromisos internacionales
que el Estado de Guatemala ha suscrito. Sin embargo, es de hacer notar que la

104
verificación del control de convencionalidad no puede llegarse a ejercer a
instancias de la Corte de Constitucionalidad sino que dicha obligación es para
quienes ejercen la jurisdicción y, por ende, debe ejercerse en cualquier instancia
en que se esté ventilando un proceso judicial. El guardián de la Constitución ya fijó
su postura en cuanto al control de convencionalidad, así que quienes están
obligados a ejercerlo deben acatarla.

105
CAPÍTULO 4
ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR
TRIBUNALES INTERNACIONALES Y NACIONALES

4.1) HALLAZGOS CON RELACIÓN A LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE


CONVENCIONALIDAD POR TRIBUNALES INTERNACIONALES

Como bien se estudió oportunamente, la figura del control de


convencionalidad nace en la sede de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, iniciando su aplicación con un voto razonado concurrente del ex
Magistrado Sergio García Ramírez, quien le da especial mención a la
responsabilidad de los Estados Partes que han reconocido la competencia de la
Corte IDH, y quienes deben observar las disposiciones convencionales en
aplicación y defensa de los derechos humanos.

La aplicación del control de convencionalidad fue produciéndose


progresivamente y fue hasta en el caso conocido como Almonacid Arellano y
Otros versus Chile, que la Corte Interamericana en pleno desarrolla qué debe
entenderse por control de convencionalidad y cómo debe ser aplicado por los
jueces nacionales.

En las subsiguientes sentencias dictadas por el Tribunal Interamericano se


han ido integrando nuevas disposiciones en cuanto a la aplicación del control de
convencionalidad. Ello merece especial atención, en vista que antes de la creación
de dicho control, la misma Corte IDH mantenía el criterio que le correspondía a
esta realizar el examen confrontativo entre la Constitución Nacional y la
Convención Americana; empero, ello ahora también le corresponde a los
Tribunales Nacionales en defensa de los derechos humanos.

El control de convencionalidad responde a la importancia que se le debe


dar, en todo ámbito, a los derechos humanos en aras de proteger la dignidad

106
humana. En concordancia con ello, el Tribunal Interamericano ha expresado qué
normas deben aplicarse para el efectivo ejercicio del control de convencionalidad,
estableciéndose la Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros
tratados internacionales en materia de derechos humanos, y los criterios que la
propia Corte ha emitido en cuanto a dichas disposiciones convencionales.

Con ello, la Corte IDH mantiene un criterio unificado para que los Estados
Partes consideren las normas a aplicar, como la jurisprudencia que ha emitido, y
que los Estados mantengan un ius commune ante la protección de los derechos
humanos.

4.2) HALLAZGOS CON RELACIÓN A LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE


CONVENCIONALIDAD POR TRIBUNALES NACIONALES

En cuanto a la aplicación del control de convencionalidad por los Tribunales


Nacionales, en este trabajo de investigación se ha hecho referencia a su
aplicación por parte de los Tribunales Constitucionales de Argentina, Colombia,
Chile y Guatemala. Para el efecto, he de mencionar cómo las Cortes
Constitucionales han resuelto los casos en aplicación del control de
constitucionalidad y el control de convencionalidad.

El control de constitucionalidad, como una garantía de defensa del orden


constitucional, desde su regulación en las Constituciones Nacionales ha sido
aplicado por parte de los jueces constitucionales tomando en consideración que
las disposiciones normativas ordinarias no sean contrarias con las normas
constitucionales, en virtud de ser la Constitución la ley suprema de un Estado y
sobre la cual debe versar todo acto jurisdiccional, estando los jueces sometidos a
esta. En ese sentido, los Tribunales Constitucionales han tenido a bien realizar
ese examen de compatibilidad, el cual puede realizarse a solicitud de quien se
considere agraviado o, como ya se mencionó oportunamente, puede hacerse ex
officio a fin de garantizar los derechos humanos de los habitantes.

107
En cuanto al control de convencionalidad, por ser una institución jurídica de
reciente creación, su aplicación se ha ido dando de forma progresiva en aquellos
países que se han adherido a la competencia contenciosa de la Corte IDH y el
cumplimiento de la aplicación de las normas convencionales resulta obligatorio
para estos.

Al haberse examinado las sentencias expuestas, se observa que los


Tribunales Constitucionales hacen referencia a la jurisprudencia del Tribunal
Interamericano, sobre lo cual hasta este momento ha tenido una buena recepción;
sin embargo, ello no es suficiente porque, para que exista un verdadero control de
convencionalidad, se debe entrar a conocer a fondo las normas convencionales
que se estiman vulneradas en la aplicación de normas ordinarias, tal como sucede
en el examen de constitucionalidad de las leyes. Es precisamente ese análisis
confrontativo que debe realizarse, pues es necesario establecer si efectivamente
las disposiciones normativas locales son contrarias a las convencionales en los
casos concretos sometidas al conocimiento de las Cortes Constitucionales.

En ese sentido, debe realizarse el análisis de cada norma convencional que


se considere vulnerada, y dicho análisis no solamente debe ejercerse a solicitud
de quien ha resultado agraviado, sino que el juez constitucional tiene que verificar
ello como garantista de los derechos humanos y en virtud del principio iura novit
curia, según el cual el juez conoce el derecho, por lo que no necesita rogación
alguna para que efectivamente se proceda a examinar la constitucionalidad y la
convencionalidad de las normas.

Es importante tomar en consideración que dicho análisis de compatibilidad


debe ser efectuado por todos los jueces sin importar su grado o jerarquía,
atendiendo a que todos los jueces son constitucionales y, por ende, deben
propiciar y aplicar las disposiciones convencionales, ya que también sobre estas
se genera la recepción de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos y cuyas normas están vigentes y son obligatorias para quienes ejercen

108
la jurisdicción. Así pues, el juez al conocer un caso en concreto tiene que verificar
si efectivamente una norma ordinaria está afectando las normas constitucionales y
las normas convencionales y, como consecuencia, aplicar aquélla que sea más
favorable para la persona, atendiendo el principio pro persona como garantía al
respeto de su dignidad y sus derechos humanos.

El control de convencionalidad tiene que ser efectuado en todos los casos


jurisdiccionales, y no basta con que se transcriban los pasajes más importantes de
la jurisprudencia que la Corte IDH ha proferido, sino que es necesario la aplicación
y verificación de las normas que protegen los derechos humanos así como
analizar el porqué, en todo caso, hay una vulneración de derechos; es decir, que
los jueces están obligados a motivar sus resoluciones y en ese sentido, deben
entrar a conocer el fondo del asunto y realizar el análisis de las actuaciones y no
solamente limitarse a transcribir pasajes jurisprudenciales, pues el examen de
compatibilidad es evaluar la aplicación de las leyes a un caso concreto.

En virtud de la progresividad que ha experimentado la aplicación del control


de convencionalidad y su relativa reciente emergencia como nuevo instituto
jurídico, se espera que su aplicación cada vez vaya trascendiendo y con ello hacer
efectivo el ius commune que la Corte IDH pretende para garantizar los derechos
humanos de los particulares.

4.3) ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR


TRIBUNALES INTERNACIONALES Y NACIONALES

A nivel constitucional y en protección de los derechos humanos, la


aplicación del control de convencionalidad merece tal importancia en todo caso
jurisdiccional. Es por ello, que en el presente apartado se hace una relación de la
aplicación del control de convencionalidad en sede internacional y nacional. Dicho
análisis se obtuvo a partir de las sentencias que fueron expuestas en el capítulo III
de esta investigación, en el cual se estudiaron los fallos emitidos por la Corte

109
Interamericana de Derechos Humanos y por los tribunales nacionales de
Argentina, Colombia, Chile y Guatemala, todos en materia de control de
convencionalidad.

En la jurisprudencia del Tribunal Interamericano y en la jurisprudencia de


los Tribunales Constitucionales se ha observado que la aplicación del control de
convencionalidad a nivel internacional se fue dando de manera progresiva, por lo
que de igual manera está pasando a nivel interno, ya que los Estados partes están
adoptando su aplicación de igual forma. Pero lo importante es que ya se están
tomando en consideración los criterios que la Corte IDH ha tomado en cuenta al
dictar sus sentencias.

Al analizar los fallos emitidos por los tribunales constitucionales de


Argentina, Colombia, Chile y Guatemala se aprecia que ninguno aplica lo que
verdaderamente es el control de convencionalidad, en el sentido de como lo ha
expresado el alto Tribunal Interamericano, en cuanto a que los jueces nacionales
no solamente deben efectuar control de constitucionalidad sino que también el
control de convencionalidad, realizando un análisis confrontativo entre las normas
nacionales con las disposiciones convencionales.

Dicha aplicación no resulta del todo fácil para los Estados partes, ya que
internamente en estos ha sido discutible lo relativo a la recepción que se le ha
dado a los tratados internacionales en materia de derechos humanos, en el
sentido que si tales tratados jerárquicamente son superiores a la Constitución u
ocupan el mismo lugar que la Constitución. Sin embargo, lo importante para la
aplicación del control de convencionalidad, es tomar en cuenta la disposición
normativa que reconozca un derecho humano que mejor protege al individuo
conforme al principio pro persona, ya que, al considerar dicho principio, la norma
interna o convencional a aplicar es la que ofrece mayor protección.

110
Es indispensable para los jueces nacionales aplicar la disposición normativa
que brinde mayor protección y no solamente tomar en cuenta la supremacía que
se le ha querido dar a los tratados internacionales en materia de derechos
humanos. En vista de ello es que los jueces deben entrar a considerar tanto el
derecho interno como el derecho internacional.

A nivel internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha


indicado de forma clara cómo los tribunales nacionales deben aplicar el control de
convencionalidad. Así también, dicho Tribunal ya está aplicando el control de
convencionalidad en las decisiones emanadas de su sede.

Lo importante es que la obligación de aplicar el control de convencionalidad


por parte de los jueces nacionales permanece latente en virtud de los
compromisos internacionales a que se han adherido; sin embargo, la posibilidad
de efectuar ese control aún enfrenta reticencias, pues los pronunciamientos que
han acogido esa forma de control son exiguos, tal como se observó en las
sentencias analizadas, en las que en algunas de ellas solamente se menciona la
locución de control de convencionalidad, pero no se realiza el ejercicio profundo
que conlleva.

Lo prudente sería y es como se ha venido haciendo, que su aplicación dé


inicio por los Tribunales Constitucionales e irse aplicando seguidamente en la
jurisdicción ordinaria, a efecto de mantener un criterio unificado al momento de
emitir las sentencias respectivas y hacer especial referencia al derecho humano
que proteja al individuo conforme al derecho interno, los tratados internacionales
en materia de derechos humanos, y los criterios emitidos por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

111
CONCLUSIONES

1) Los Estados partes del sistema interamericano de derechos humanos y


aquéllos que han reconocido la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos están obligados a darle fiel
cumplimiento a las disposiciones normativas de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, así como adecuar su ordenamiento jurídico a
dichas obligaciones convencionales a través de medidas legislativas o de
otro carácter, tales como las resoluciones judiciales que deben aplicar los
tribunales constitucionales y ordinarios.

2) Los Estados partes del sistema interamericano de derechos humanos


deben aplicar como estándares mínimos aquéllos consagrados en los
convenios internacionales en materia de derechos humanos; normas de
jerarquía constitucional y, por ende, forman parte del bloque de
constitucionalidad.

3) Los Estados partes del sistema interamericano deben cumplir todo tratado
en vigor de buena fe y sin alegar sus disposiciones de carácter interno, de
conformidad con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.

4) Una de las obligaciones ante la suscripción y reconocimiento de las


disposiciones establecidas en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados es la
aplicación del control de convencionalidad, dado la obligatoriedad que
conlleva haber asumido compromisos estatales por medio de esos cuerpos
normativos internacionales.

5) La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que el


control de convencionalidad debe ser aplicado por todos los jueces, quienes
deben realizar un estudio y análisis jurídico para establecer si las normas
convencionales son compatibles con la Constitución Nacional y con la

112
legislación ordinaria de un Estado. Ese compromiso surge de la necesaria
observancia de un tratado que es norma vigente en los Estados americanos
partes.

6) El control de convencionalidad es una tarea que le corresponde a todos los


jueces nacionales o comunitarios, el cual debe ser aplicado ex officio para
el caso en concreto que se esté ventilando ante el órgano jurisdiccional.

7) La necesidad de aplicación del control de convencionalidad tiene por objeto


proteger y garantizar la efectividad de los derechos humanos de los
justiciables; de tal manera, que se proceda a una correcta aplicación de los
convenios internacionales en materia de derechos humanos, así como la
jurisprudencia que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
emitido respecto de estos.

8) La finalidad de la aplicación del control de convencionalidad concentrado,


es decir, ejercido por el Tribunal Interamericano, permite establecer un ius
commune regional interamericano, a efecto de que los Estados partes
apliquen los estándares mínimos en materia de derechos humanos.

9) Los Estados partes deben aplicar las disposiciones contenidas en la


Convención Americana sobre Derechos Humanos para no incurrir en
responsabilidad internacional por violación de derechos humanos.

10) Son escasos los pronunciamientos que han sido emitidos por los
Tribunales Constitucionales en cuanto a la aplicación del control de
convencionalidad en sede nacional.

11) A efectos de propiciar un efecto en cascada, se advierte que la aplicación


del control de convencionalidad debe producirse de forma progresiva,
iniciando dicha tarea con los Tribunales Constitucionales para
seguidamente ser implementado por los tribunales ordinarios, pues son

113
aquéllos los que fijan los criterios para la interpretación de la norma
constitucional y a la cual debe sujetarse la jurisdicción ordinaria.

114
LISTADO DE REFERENCIAS

Referencias bibliográficas:

1) Badeni, Gregorio. Derecho constitucional. Buenos Aires. Editorial Ad-Hoc.


1993.

2) Bertrand Galindo, Francisco. Manual de derecho constitucional. Tomo I.


San Salvador. Talleres Gráficos UCA. 1992.

3) Bidart Campos, German J. Jurisdicción Constitucional. Buenos Aires.


Editor, S.A., 1989.

4) Buergenthal Thomas. Derechos Humanos Internacionales. México.


Ediciones Gernika, S.A. 1996.

5) Cordón Aguilar, Julio César. El Tribunal Constitucional de Guatemala.


Guatemala. Corte de Constitucionalidad. 2009.

6) Ekmekdjian, Miguel Ángel. Tratado de derecho constitucional. Tomo I.


Buenos Aires. Ediciones Depalma. 1993.

7) Gabino Ziulu, Adolfo. Derecho constitucional. Tomo I. Principios y


derechos constitucionales. Buenos Aires. Ediciones Depalma. 1997.

8) García Christensen, Verónica. Control judicial de constitucionalidad de


oficio: un nuevo paradigma.

9) Grossman Claudio. Manual internacional de Derechos Humanos. Costa


Rica. Editorial Jurídica Venezolana. 1990.

115
10) Mac- Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad.
Diálogo entre la Corte Interamericana de Derechos Humanos y los jueces
nacionales.

11) Mac-Gregor, Eduardo Ferrer. El control difuso de convencionalidad en el


estado constitucional. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. México.

12) Nogueira Alcalá, Humberto. Los desafíos del control de convencionalidad


del corpus iuris interamericano para los tribunales nacionales, en especial,
para los tribunales constitucionales.

13) Ordoñez Reyna, Aylín. Sistema Interamericano de Protección de


Derechos Humanos. Guatemala. Corte de Constitucionalidad. 2005.

14) Pérez Serrano, Gloria. Derechos humanos y educación social. Revista de


Educación. Número 336. 2005.

15) Quiroga Lavié, Humberto. Curso de derecho constitucional. Buenos


Aires. Ediciones Depalma. 1993.

16) Sagüés, Néstor Pedro. Obligaciones internacionales y control de


convencionalidad. Revista del Centro de Estudios Constitucionales de
Chile, Universidad de Talca. Número 1. Chile. 2010.

17) Santiago Nino, Carlos. Fundamentos de derecho constitucional. Buenos


Aires. Editorial Astrar de Alfredo y Ricardo Depalma. 1992.

18) Sierra, José Arturo. Derecho constitucional guatemalteco. Guatemala.


2000.

116
19) Víctor Bazán. Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales. El
control de convencionalidad. Centro de Derechos Humanos, Facultad de
Derecho, Universidad de Chile. 2011.

20) Zarini, Helio Juan. Derecho constitucional. Buenos Aires. Editorial Astrea.
1992.

Referencias normativas:

1) Constitución Política de la República de Guatemala de 1985.

2) Convención Americana sobre Derechos Humanos.

3) Convención de Belém do Pará para la Erradicación de la Violencia contra la


Mujer.

4) Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.

5) Convención de los Derechos del Niño.

6) Convención para Prevenir y Sancionar la Tortura.

7) Convención sobre Desaparición Forzada.

8) Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

9) Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

10) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

117
Otras referencias:

1) Arango Olaya, Mónica. El bloque de constitucionalidad en la jurisprudencia


de la Corte Constitucional colombiana. 2004. Páginas 88-102.

2) Bazán, Víctor. Control de convencionalidad, aperturas dialógicas e


influencias jurisdiccionales recíprocas. Revista Europea de Derechos
Fundamentales. Número 18. 2011. Páginas 63-104.

3) Brewer-Carías, Allan R. La justicia constitucional como garantía de la


Constitución. Revista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. México. Páginas 25-62.

4) Carpio Marcos, Edgar. Bloque de constitucionalidad y proceso de


inconstitucionalidad de leyes. Revista jurídica. Lima. 2004. Páginas 79-114.

5) Castilla, Karlos. El control de convencionalidad: Un nuevo debate en


México a partir de la sentencia del caso Radilla Pacheco. Anuario Mexicano
de Derecho Internacional. Volumen XI. 2011. Páginas 593-624.

6) Celotto, Alfonso. Formas y modelos de justicia constitucional. Un vistazo


general. Páginas 1-14.

7) Cerra Nolasco, Eduardo. El control de constitucionalidad. Análisis de la


doctrina de la Corte en los 10 años de vigencia constitucional. Revista de
Derecho, Universidad del Norte. Volumen 2. 2001. Páginas 162-179.

8) Corte de Constitucionalidad. Sentencia de fecha 12 de febrero de 1997.


Expediente No. 221-94. Gaceta jurisprudencial No. 43.

118
9) Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Sentencia de
excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre
de 2006, serie C, número 154, párrafo 124.

10) Corte IDH. Caso Boyce y otros vs. Barbados. Sentencia de 20 de


noviembre de 2007, Serie C, número 169.

11) Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Sentencia de
26 de noviembre de 2010, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, Serie C. No. 220.

12) Corte IDH. Caso de la Masacre Pueblo Bello Vs. Colombia. Fondo,
Reparaciones y Costas, sentencia de 31 de enero de 2006, Serie C,
Número 140,

13) Corte IDH. Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá. Excepciones


Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 12 de agosto de
2008, serie C, número 186, párrafos 180 y 181.

14) Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Sentencia de fondo,
reparaciones y costas, 01 de febrero de 2006, serie C, número 141.

15) Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Sentencia de fondo,
reparaciones y costas, 25 de noviembre de 2003, serie C, número 101,
párrafo 27.

16) Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala. Sentencia de fondo,
reparaciones y costas, 15 de septiembre de 2005, serie C, número 133.

17) Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y
otros) vs. Perú. Sentencia de excepciones preliminares, fondo,

119
reparaciones y costas, sentencia 24 de noviembre de 2006, serie C,
número 158. Voto razonado del juez Sergio García Ramírez, párrafo 128.

18) Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Sentencia de excepciones preliminares,
fondo, reparaciones y costas, 07 de septiembre de 2004, serie C, número
114.

19) Corte IDH. Caso Vargas Areco vs. Paraguay. Sentencia de fondo,
reparaciones y costas, 26 de septiembre de 2006, serie C, número 155.

20) Corte IDH. Responsabilidad Internacional por Expedición y Ampliación de


Leyes Violatorias de la Convención (Arts. 1 y 2 Convención Americana
sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de
diciembre de 1994, serie A, No. 14.

21) Corte IDH. Opinión Consultiva OC 4/84. Propuesta de modificación a la


Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización,
solicitada por Costa Rica el 19 de enero de 1984, serie A, No. 4, párrafo 14.

22) Corte IDH. Opinión Consultiva OC 16/99. El derecho a la información sobre


la asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso
legal, solicitada por los Estados Unidos Mexicanos, de fecha 01 de octubre
de 1999, serie A, No. 16, párrafo 115.

23) Dighero, Herrera, Saúl. El control de la constitucionalidad de las leyes en


Guatemala. Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. 2002.
Páginas 223-256.

24) Ferrer Mac-Gregor, Eduardo. El control difuso de convencionalidad en el


estado constitucional. Revista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM. México. Páginas 151-188.

120
25) García Pelayo, Manuel. El status del Tribunal Constitucional. Revista
Española de Derecho Constitucional. No. 1. Madrid. 1981. Páginas 11-34.

26) Henríquez Viñas, Miriam Lorena. Jerarquía de los tratados de derechos


humanos: análisis jurisprudencial desde el método de casos. Revista del
Centro de Estudios Constitucionales. Número 2. Chile. 2008. Páginas 73-
119.

27) Hitters, Juan Carlos. Control de constitucionalidad y control de


convencionalidad. Criterios fijados por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Revista del Centro de Estudios Constitucionales. Número 2.
Chile. 2009. Páginas 109-128.

28) Hitters, Juan Carlos. ¿Son vinculantes los pronunciamientos de la


Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? (control de
constitucionalidad y convencionalidad). Revista Iberoamericana de Derecho
Procesal Constitucional. Número 10. 2008. Páginas 131-156.

29) Quinche Ramírez, Manuel Fernando. El control de convencionalidad y el


sistema colombiano. Revista Iberoamericana de Derecho Procesal
Constitucional. Número 12. 2009. Páginas 1-24.

30) Quinche Ramírez, Manuel Fernando. El control de constitucionalidad y el


control de convencionalidad. Revista Centro de Estudios Políticos.
Colombia. Páginas 163-190.

31) Quiroga León, Anibal. Las sentencia de la Corte Interamericana de


Derechos Humanos y la cosa juzgada en los tribunales nacionales. Revista
del Centro de Estudios Constitucionales. Volumen 4. Revista Número 002.
Santiago, Chile. 2006. Páginas 393-413.

121
32) Sagués, Nestor Pedro. Obligaciones internacionales y control de
convencionalidad. Revista del Centro de Estudios Constitucionales. Número
1. Chile. 2010. Páginas 117-136.

122
CUADROS DE COTEJO

Sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en


materia de control de convencionalidad.

Cuadro 1: Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala

Cuadro 2: Caso Tibi vs. Ecuador

Cuadro 3: Caso Almonacid Arellano vs. Chile

Cuadro 4: Caso Trabajadores Cesados del Estado vs. Perú

123
CUADRO DE COTEJO 1

Indicadores Control de convencionalidad Responsabilidad internacional


del Estado 

“Para los efectos de la Convención Americana


y del ejercicio de la jurisdicción contenciosa de El Estado de Guatemala fue responsable por
la Corte Interamericana, el Estado viene a violación del artículo 4 de la Convención
Caso
cuentas en forma integral, como un todo. En Americana en perjuicio de Myrna Mack Chang,
Myrna Mack
este orden, la responsabilidad es global, atañe y de los artículos 5, 8 y 25 de la misma en
versus
al Estado en su conjunto y no puede quedar perjuicio de sus familiares, todos en relación
Guatemala
sujeta a la división de atribuciones que señale con el artículo 1.1 de la Convención
el Derecho interno. No es posible seccionar Americana.
internacionalmente al Estado, obligar ante la
Corte sólo a uno o algunos de sus órganos,
entregar a éstos la representación del Estado
en el juicio --sin que esa representación
repercuta sobre el Estado en su conjunto-- y
sustraer a otros de este régimen convencional
de responsabilidad, dejando sus actuaciones
fuera del “control de convencionalidad” que
trae consigo la jurisdicción de la Corte
internacional.” 1

                                                           
1
 Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 25 de noviembre de 2003, serie C, número 101.
Voto concurrente razonado del Juez Sergio García Ramírez. 

124
CUADRO DE COTEJO 2

Indicadores Control de convencionalidad Responsabilidad internacional


del Estado 
El Estado violó el Derecho a la Libertad Personal
“En cierto sentido, la tarea de la Corte se asemeja a la consagrado en el artículo 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5 de la
que realizan los tribunales constitucionales. Estos Convención Americana sobre Derechos Humanos, en
examinan los actos impugnados --disposiciones de relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del
Caso alcance general-- a la luz de las normas, los principios y señor Daniel Tibi.
los valores de las leyes fundamentales. La Corte
Tibi
Interamericana, por su parte, analiza los actos que El Estado violó los Derechos a la Libertad Personal y a
versus llegan a su conocimiento en relación con normas, la Protección Judicial consagrados en los artículos 7.6 y
Ecuador principios y valores de los tratados en los que funda su 25 de la Convención Americana sobre Derechos
competencia contenciosa. Dicho de otra manera, si los Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma,
tribunales constitucionales controlan la en perjuicio del señor Daniel Tibi.
“constitucionalidad”, el tribunal internacional de
derechos humanos resuelve acerca de la El Estado violó el Derecho a la Integridad Personal
“convencionalidad” de esos actos. A través del control consagrado en el artículo 5.1, 5.2 y 5.4 de la
de constitucionalidad, los órganos internos procuran Convención Americana sobre Derechos Humanos, en
conformar la actividad del poder público --y, relación con el artículo 1.1. de la misma, e inobservó las
eventualmente, de otros agentes sociales-- al orden que obligaciones previstas en los artículos 1, 6 y 8 de la
entraña el Estado de Derecho en una sociedad Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar
democrática. El tribunal interamericano, por su parte, la Tortura, en perjuicio del señor Daniel Tibi.
pretende conformar esa actividad al orden internacional
acogido en la convención fundadora de la jurisdicción El Estado violó el Derecho a las Garantías Judiciales,
interamericana y aceptado por los Estados partes en consagrado en el artículo 8.1, 8.2, 8.2.b, 8.2.d, 8.2.e y
1
ejercicio de su soberanía.” 8.2.g de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma,
en perjuicio del señor Daniel Tibi.

El Estado violó el Derecho a la Propiedad Privada,


consagrado en el artículo 21 de la Convención
Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma.
 
                                                           
1
 Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 07 de septiembre de 2004, serie C, número 114. 

125
CUADRO DE COTEJO 3

Indicadores Control de convencionalidad Responsabilidad internacional


del Estado 

“La Corte es consciente que los jueces y


tribunales internos están sujetos al imperio de la El Estado de Chile incumplió sus obligaciones
ley y, por ello, están obligados a aplicar las derivadas de los artículos 1.1 y 2 de la
disposiciones vigentes en el ordenamiento Convención Americana sobre Derechos
Caso jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
Almonacid Arellano Humanos, y violó los derechos consagrados en
tratado internacional como la Convención los artículos 8.1 y 25 de dicho tratado, en
y otros Americana, sus jueces, como parte del aparato
versus perjuicio de la señora Elvira del Rosario
del Estado, también están sometidos a ella, lo Gómez Olivares y de los señores Alfredo,
Chile que les obliga a velar porque los efectos de las Alexis y José Luis Almonacid Gómez.
disposiciones de la Convención no se vean
mermadas por la aplicación de leyes contrarias a
su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de
efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer una especie de “control de
convencionalidad” entre las normas jurídicas
internas que aplican en los casos concretos y la
Convención Americana sobre Derechos
Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe
tener en cuenta no solamente el tratado, sino
también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana, intérprete última
de la Convención Americana.”1

 
                                                           
1
 Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre
2006, serie C, número 154, párrafo 124. 

126
CUADRO DE COTEJO 4
 

Indicadores Control de convencionalidad Responsabilidad internacional


del Estado

“Cuando un Estado ha ratificado un tratado El Estado de Perú violó, en perjuicio de las


Caso Trabajadores internacional como la Convención Americana, sus víctimas los derechos a las garantías
Cesados del jueces también están sometidos a ella, lo que les judiciales y a la protección judicial
Congreso obliga a velar porque el efecto útil de la consagrados en los artículos 8.1 y 25 de la
versus Convención no se vea mermado o anulado por la
Convención, en relación con la obligación
Perú aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones,
objeto y fin. En otras palabras, los órganos del general de respetar y garantizar los derechos
Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de y el deber de adoptar disposiciones de
constitucionalidad, sino también “de derecho interno establecidas en los artículos
convencionalidad” ex officio entre las normas 1.1 y 2 de la misma.
internas y la Convención Americana,
evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales
correspondientes. Esta función no debe quedar
limitada exclusivamente por las manifestaciones o
actos de los accionantes en cada caso concreto,
aunque tampoco implica que ese control deba
ejercerse siempre, sin considerar otros
presupuestos formales y materiales de
admisibilidad y procedencia de ese tipo de
acciones.”1

                                                           
1
  Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Sentencia de excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas, sentencia 24 de noviembre de 2006, serie C, número 158. 

127
 

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