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José: "Oye Pedro, mi terminal se ha descompuesto y tengo todavía muchas cosas que hacer en la casa,
que te parece si me abres la puerta de la gerencia de programación para sacar el terminal del gerente y
poder avanzar con la gran carga de trabajo que tengo para la noche? Además, él me ha autorizado a
usarlo cuando quiera."
Pedro sin ponerle demasiada atención a lo que el gran trabajador de José decía le acompaño al primer
piso para abrir la puerta y sacar el terminal que le solicitaban.
Pedro: "Vea Señor José, cuando salga de la oficina, dejara cerrando, por favor."
José: "No Te preocupes Pedro, todo quedara en orden”
Narrador:
José tenía la mente completamente alucinada, ante la inminencia de su tan esperada recompensa. En
forma atolondrada salió de la oficina del gerente de programación y poco le faltó para derribar a Julia, la
encargada de la limpieza de las oficinas. Sin siquiera disculparse, José bajó las gradas a toda velocidad y al
salir por la puerta se despidió de Pedro.
Julia quedó muy disgustada con la actitud de José, que se unía a una cadena de detalles que para ella
hacían de este analista de sistema un tipo antipático y desagradable.
Julia, por su parte, llevaba 18 años en la empresa. Había entrado a trabajar el mismo año que Hugo
Martínez, quien era la sazón del auditor general de la empresa y con ella unía una amistad alimentada por
sus buenos modales. Hugo siempre se interesaba por sus problemas y hasta alguna ocasión le había
ayudado en obtener una mejoría en su remuneración. Basada precisamente en esa amistad Julia resolvió
hablar cuanto antes con el auditor para informarle de la sospechosa y desatinada actitud de José Ruiz.
Mientras tanto, José volaba en dirección a su casa. Tan pronto llegó hizo todos los preparativos. Módem,
terminal, anotaciones... y su programa bomba.
EI programa bomba era el que iba a borrar toda la secuencia de pagos que José daría esa noche; es decir,
borraría todos los números de cuenta creados y todos los procesos realizados.
"Manos a la obra" gruño en forma desacostumbrada el analista y estuvo trabajando por espacio de una
hora.
A la madrugada siguiente, nuestro José se levantó antes que sonara el despertador y hecho un bólido
salió catapultado hacia su oficina donde tenía que llegar antes que su gerente de programación, para
devolver la terminal.
Al llegar se encontró con Esteban, un compañero del departamento.
José: "Ha llegado el gerente?
Esteban: "No, no ha llegado todavía."
José: "Yo, ayer tuve que usar el terminal del gerente porque el mío se ha dañado y tengo mucha carga de
trabajo."
Narrador:
El desasosiego bullía dentro de José y no le permitía controlar sus reacciones, ni percatarse de la forma en
que lo observaba Esteban.
José: "Esteban, ábreme la puerta para colocar dentro la máquina."
Narrador:
Acto seguido desconectó la transmisión de llamadas a su casa y se dijo así mismo.
"Estoy en Suiza!"
Mientras tanto, Julia se encontraba en la oficina de su amigo, Hugo Martínez, el auditor general,
refiriéndose al encontrón de la noche con el maleducado de José. Hugo la escuchaba atentamente
mientras sorbía su taza de café caliente. Luego llamó a su colega, el jefe de seguridad, le narró lo sucedido
y al final añadió:
Hugo: "Esto me huele mal, pero no perdamos el tiempo. Haz una revisión de operaciones en el
departamento de Jairo Potes que yo iré a conversar con el gerente de programación."
Hugo ataba cabos con la ocasión anterior, en la que tanto sobre Potes como sobre Ruiz se había levantado
una sombra de duda.
Después de conversar por unos minutos con el gerente de programación recibió una llamada del jefe de
seguridad.
Jefe de seguridad: "Oye Hugo, existe un registro de control en la base de datos que muestra una
inconformidad con los datos registrados el día de ayer y el desbalance es grueso. Es de un millón de
dólares y no ha existido ninguna transacción por ese monto el día de ayer, puesto que todas las
transacciones mayores de 10.000 dólares requieren de la firma del contralor. Que opinas?”
Hugo: "Bueno, gracias por avisarme. Tengo una leve idea de que se trata. Ahora no te puedo decir nada,
luego te llamo".
Narrador:
Durante el transcurso del viernes y el sábado, tanto el jefe de seguridad como Hugo estuvieron
contrastando valores de diferentes cuentas y llegaron a la conclusión de que se había desvanecido un
millón de dólares de la empresa. Aunque no podían culpar a nadie, para ambos el responsable era José
Ruiz, quien con su comportamiento extraño levantaba todas las sospechas en su contra... pero no habían
pruebas, porque la bomba de tiempo había hecho su trabajo.
Al día siguiente, domingo, José se encontraba con sus maletas, esquíes, botas y abrigos de invierno en el
aeropuerto en la fila de pasajeros con rumbo a Zurich.
Sin que él se percatara se le acercaron por ambos lados dos rostros que creyó desafortunadamente
reconocer: el jefe de seguridad y Hugo Martínez, quien rápidamente le tomó del brazo.
Hugo: "Dime, José, que ibas a hacer con todo ese dinero?”
Narrador:
José sintió que se le hundían los pies y casi desvanecido le contesto: "Pero ...era simplemente perfecto ...
Como lo descubriste?
Narrador:
Sólo resta decir que el buen criterio del auditor había dado resultado y los controles del sistema habían
jugado un buen papel. Además, y como ya lo dijo Eliot Ness en su momento: ¡El crimen no paga!.
PEDIDO:
Determine los controles que fueron utilizados cuándo y de qué tipo, cuáles de ellos fueron eficaces y
cuáles debieron ponerse en práctica para evitar que ocurra el ilícito.
INVOLUCRADOS:
José Ruíz, William, Narrador, Pedro, Esteban, Hugo, Jefe de Seguridad