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Las relaciones con los demás pueden ser un aspecto extremadamente satisfactorio de la vida.
Esto está afirmado en Salmo 133:1. Desafortunadamente, todos sabemos por experiencia
personal que existe otro lado en esta historia. Probablemente se han derretido más lágrimas
sobre malas relaciones que en cualquier otra cosa. Es extremadamente raro encontrar a alguien
que su lucha más grande no ha sido con otra gente. Nada puede afectar nuestro caminar con
Dios y nuestro servicio para Cristo más que la manera en que nos relacionamos con los
miembros de la familia. En su pasaje clásico sobre relaciones matrimoniales piadosas, Pedro
ilumina el hecho de que el seguir sus directivas es asunto de preocupación para Dios (I Pedro
3:1, 4, 7).
Cualidades de Pacificadores
Diligencia – Muchas personas harán lo que sea necesario para avanzar en sus profesiones, pero
no tienen voluntad de hacer el mismo esfuerzo en el hogar. Al enfrentar la vida familiar, son
perezosos, esperando que buenas relaciones familiares se desarrollarán automáticamente.
Tienen la fantasía de los cuentos de hadas que un hogar piadoso y pacífico es el resultado de
magia o suerte en vez de esfuerzo laborioso. Como resultado, sus familiares se despedazan por
un laberinto de conflictos sin resolución. Según Pablo, mantener la paz adentro o afuera de la
familia requerirá diligencia y dedicación (Ef. 4:3). Tenés que tener voluntad de hacer todo
esfuerzo y entregarle el todo.
Humildad – Las palabras “con toda humildad” encontradas en Ef. 4:2 enseñan una segunda
característica del pacificador. La actitud de Dios hacia la humildad y su opuesto el orgullo se
destaca en muchos pasajes de la Escrituras. Isaías nos dice que Dios escoge morar en una
manera única con el contrito y humilde de espíritu (Is. 57:15). (También 1 Ped. 5:5; Sant. 4:6;
Lu. 18:14; Mat. 23:12; Prov. 16:5, 15:33, 29:23.) Nadie puede leer estos pasajes y dudar que el
orgullo es un impedimento en nuestra relación con Dios. La gente orgullosa tiende a tratar a los
miembros de la familia sin respeto.
Paciencia – Por ser una persona paciente lenta para enojarse o enfadarse, no sobre-reacciona a
desacuerdos. Su conducta calmada quita el encendedor de conflictos potenciales (Pr. 15:18).
Bajo presión, la persona paciente desvía o mitiga las ofensas con su compostura (Ecl. 10:4). No
muestra inmediatamente su irritación al ser atacado (Pr. 12:16). No regresa maldad por maldad.
Al contrario, dedicándose a Aquel quien juzga con justicia, busca responder de una manera que
agrada a Dios y ayuda a otras personas (I Pedro 2:21-23).