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Se preocupa por las diferentes etapas del desarrollo educativo y separa por
edades la educación con el fin de colocar los conocimientos en espiral. Habla
también de la globalidad de las unidades, ya que cada aprendizaje debe formar
parte de otro o dar pie a otro.
Tomemos en cuenta que el hombre, para Comenio, es sabio, bueno, y tiene una
inteligencia con la cual él puede percibir el conocimiento de las cosas y de Dios.
Es por esto que tenemos un esquema del universo y estamos dotados de sentido
porque siempre estamos en una búsqueda constante de aprender para llegar a
una perfección y a ser felices. No obstante, la formación de la persona se debe
dar en la infancia, porque es en el momento en que el individuo aún no tiene bien
estructurados los roles que le marca la comunidad, pero de forma paradójica en
la adolescencia es donde más se debe hacer énfasis ya que ahí es cuando se
reafirman los conocimientos de la etapa anterior.
Depende de los padres que los individuos tengan, es la educación que estos van
a recibir frente a la sociedad. Los maestros son los principales moderadores para
dicha formación. Por eso todos los hombres deben ser bien preparados y
educados en su vocación.
Comenio decía: "El hombre es la criatura postrera, la más absoluta, la más
excelente de todas las criaturas”.
Lo principal era que el hombre se conociera a sí mismo como criatura de Dios
ya que se plantea que está hecho a su imagen y semejanza y con esto da un
panorama de lo dichoso que se puede ser al encontrarse en esta vida.
Para Comenio había que inculcar buenas costumbres y el arte de formar estas
costumbres, para él todas las virtudes deben ser enseñadas, en primer lugar, se
deben enseñar la prudencia, templanza, fortaleza y justicia. Estas se aprenden
del espíritu y es necesaria la disciplina para prevenir las malas costumbres. La
piedad es un don de Dios que viene del cielo, considerando doctor y maestro de
ella, al Espíritu Santo.
Según Comenio la disciplina más rigurosa no debe emplearse con motivo de los
estudios sino para la corrección de las costumbres que se hablaban
anteriormente.
Para este hombre, el único modo de que el individuo tiene para ser un hombre
genérico y logre alcanzar la perfección es que no quede hombre sin llegar al
saber erudito, el saber sabio, y es la escuela el vehículo por excelencia que está
en condiciones históricas y tecnológicas de transmitirlo.
A través de sus obras, desarrolló un método didáctico. Inició los textos ilustrados
para niños, con figuras de animales y acciones, graduados de fácil a difícil para
que el alumno pudiera entender con mayor facilidad. Fue el primero en presentar
la unión de la pedagogía con la didáctica. Buscando a través de esto una
progresión moral e intelectual del alumno.
Tiene otra obra muy importante llamada “Orbis Pictus” (1658) donde plasma un
mundo visible a través de dibujos, para el aprendizaje de latín. (Primer libro
ilustrado para niños)
Todo cuanto tiene existencia, existe para algo y está dotado de los órganos y
elementos necesarios para obtener su determinado fin. El Hombre tiene las
aptitudes, para la inteligencia. Comenio dice que todos fuimos creados para un
fin, y que todos guardamos en nuestro interior las aptitudes para lograr la
grandeza. El entendimiento del hombre al venir a este mundo, ha sido
comparado con una semilla o germen; en el cual, aunque en el momento no
exista la figura de la hierba o árbol, en realidad de verdad hay en él un árbol o
hierba.
El hombre en un principio nace sólo con una simple aptitud, y poco a poco ha de
ser enseñado a sentarse, tenerse en pie, andar y mover las manos para servirse
de ellas, es decir, todos los que nacieron hombres necesitan la enseñanza,
porque de esa forma serán hombres, no bestias feroces. Se deduce que hay que
dar una buena enseñanza desde que se nace, ósea desde el útero materno, para
que todas esas aptitudes que se tienen sean empleadas en cosas útiles y no se
desvíen por las cosas vanas, curiosas, y nocivas. Así pues, cuanto más instruido
se este, más se sobresaldrá y más hombre se será.
El motivo por el que se elige una edad tan temprana es porque todo lo nacido,
mientras está tierno fácilmente se dobla y conforma; si se endurece resiste el
intento. Es decir, durante la juventud es más fácil adquirir conocimientos que en
edades adultas, cuando no poseemos una capacidad intelectual como la del
principio. Es muy peligroso no inculcar en el hombre las sanas normas de la vida
desde la misma cuna, porque el alma del hombre, en cuanto los sentidos
exteriores empiezan a ejercer su función, no puede permanecer quieta, no podrá
contenerse; de forma, que si no se emplease en cosas útiles se entregaría a
otras vanas y nocivas cosas, y como ya hemos observado, perder estas
costumbres sería, o imposible o, por lo menos, dificilísimo.
Los hombres necesitan formación, que deben impartir sus padres, pero como el
ser humano es una especie rara, es preciso que aquellos hombres que sepan,
puedan, o estén sin ocupaciones para entregarse a la enseñanza de los suyos y
sean personas escogidas, notables por el conocimiento de las cosas y por la
ponderación de costumbres, se encarguen de educar al mismo tiempo a los hijos
de otras personas. Y estos formadores de la juventud se llamaron Preceptores,
Maestros, Profesores; y los lugares destinados a estas comunes enseñanzas:
Escuelas, Estudios literarios, Auditorios, Colegios, Gimnasios, Academias, etc.
Debe formarse a niños y niñas todos por igual. En primer lugar, porque todos los
que han nacido hombres lo fueron con el mismo fin principal, para ser criaturas
racionales. Todos, por lo tanto, han de ser preparados en las letras, la virtud y la
religión. No hay ninguna razón para que el sexo femenino deba ser excluido de
los estudios científicos, ya que está igualmente dotado de entendimiento ágil y
capaz de la ciencia y también destinado a elevadas misiones, puesto que
muchas veces han sido las mujeres elegidas para el gobierno de los pueblos,
para dar consejos a los Reyes y los Príncipes, para la ciencia de la Medicina y
otras cosas saludables para el humano linaje.
En las escuelas hay que enseñar todo a todos, pero esto no quiere decir que sea
necesario que todos posean conocimientos acabados y laboriosos sobre todas
las ciencias y artes, quiere decir, que es preciso que en las escuelas se instruyan
conceptos básicos, por llamarlos de alguna manera, en ciencias y artes, se
cultiven los idiomas, se formen las costumbres con suma honestidad y se adore
a dios.
También es necesario para Comenio que el maestro encargue al que vea más
despierto, en el cuidado y la instrucción de dos o tres más tardos; aquél en el
que observe un buen natural, pueda vigilar y regir a otros de peor índole. Así se
proveerá a unos y otros, atendiendo, desde luego, el Profesor para que todo se
haga conforme a los dictados de la razón.
No requiere otra cosa el arte de enseñar, que una ingeniosa disposición del
tiempo, los objetos y el método. Si podemos conseguirla, no será difícil enseñar
todo a la juventud escolar, cualquiera que sea su número. Intentemos, pues, dar
a las escuelas una organización que responda al modelo del reloj,
ingeniosamente construido y elegantemente decorado.
Para buscar un método con el que se lleve a cabo una enseñanza y aprendizaje
adecuados, como se menciona en esta obra, es preciso buscarlo en la
Naturaleza, porque el proceso de enseñanza-aprendizaje es un acto natural, al
igual que nadar es un acto natural en los peces.
Un solo Preceptor rige una sola escuela o, mejor, una sola clase.
Se encomienda el mismo y único trabajo a todos los oyentes, con lo cual todos
serán educados al mismo tiempo sin dificultad y conducidos a la meta.
Se enseñan todos los conocimientos y lenguas con el mismo y único método.
Y todo por sus indisolubles grados, de modo que lo de hoy sirva para afianzar
lo de ayer y abrir el camino a lo de mañana.
DE LA DISCIPLINA ESCOLAR
Será conveniente que todo formador de la juventud conozca bien el fin, la materia
y la forma de la disciplina, para que no ignore por qué, cuándo y de qué manera
debe emplear una beneficiosa severidad. En primer lugar, debe hacerse constar
que la disciplina sólo ha de aplicarse a los que se apartan del recto camino. Hay
que aplicarla sin pasión, ira u odio, para la corrección de costumbres.
No debe emplearse la violencia, sino que puede usarse unas veces palabras y
públicas amonestaciones; otras, alabando y ensalzando a otros.
Es preciso hacer sentir la disciplina, más severa y rigurosa a los que cometan
faltas contra las costumbres.