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I{ernân Vidal torna tal vez demasiado al pie de la letra las declara-
ciones de ortodoxia de los cronistas, que le hacen percibir estas obras
como un modo de expresi6n hegèmônico. Se trata efectivamente de
escritosdirigidos, en la inmensa mayoria de los casos,a la autoridad,
y de escritos que se inscriben en un régimen de censura "temâtica" y
en un sistema cle valoraciôn oÊcial de la historia como verdad ûtil y de
condena de la ficciôn colno menfira inritil y peligrosa.
tCôrno encaja esto entonces con un fenômeno que esui cobrando
cada vez mâs irnportancia en la literatura latinoamericana actual?
Queremos hablar, segfin la expresidn de Roa Bastos (1984), del
"resurgimiento en la narrativa del género de las crdnicas."a Este
"resurgimiento" se observa en los tres planos, sintâctico, semântico y
pragmâtico, del texto novelesco (o lirico-épico). En efecto, ilustramos
en otras ocasiones (Poupeney Flart, 1987) la presencia de rasgos
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[Episodio del cura Pedro Portillol ... asi permitiô Dios se perdiesen los dineros
y él muri6 en la jornada laceradamente y el gobernador y todos lo que
hicieron la fuerza murieron a cuchillo sin que ninguno saliese vivo de la
jornada, que fue permisi6n de Dios. (54-55)
Uniuersité de Montréal
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NOTAS
"By the sixteenth century fiction, whether in poetry or prose, was unequivocally
called lying; to the ascetic critics of the Counter-Reformation, Garcilaso and
Montemayor were morally reprehensible liars who planted the seeds of error in
fertile young minds ... The poetic mode, since it was expressly designed for this
pleasant lying at least deceived no one. Prose, however, the vehicle for legal
documents, for sermons, for history, was considered to have been abused by
those who made it carry the falsehood of fiction" (Wardropper 4).
"... It is not enough that an historical account deal in real, rather than merely
imaginative events; and it is not enough that the eccount represents events in
its order of discourse according to the chronological sequence in which they
originally occurred. The events must be not only registered within the chrono-
logical framework of tleir original occurrence but narrated as well, that is to
say, revealed as possessing a sûucture, an order of meaning, that they do not
possess as mere sequence" ( Wlute 5).
Cf. Poupeney Hart, Catherine, "l,a Crdnica de Indias: intentos de tipolog{a," en
"Variaciones modernas en torno a la Crdnica de Indias."
"No es casual ni arbitrario el hecho que marca profundamente el carâcter de la
literatura latinoamericana actuâ-I, el mâs resaltante y novedoso: el resurgimiento
en la narrativa del género de las crdnicas. En la antigua tradicidn dela Crdnica
colonial - que inaugura de algrin modo nuestra literatura hispanoamericana
desde el descubrimiento y la conquista - resurge hoy en oposici6n simétrica la
Crdnica de Ia liberacidn como la objetivaciôn, en una vuelta completa, del tiempo
histdrico en su realidad no cumplida. Las narraciones mâs significativas asumen
este carâcter de cr6nicas del proceso de liberaci6n (en todos los planos: cultural,
politico, social, comunicacional) que se escriben en la conjunci6n focal de
historia, realidad e imaginacidn" (20).
6 La expresi6n es de L. Sainz de Medrano Arce (I9).
6 Es lo que parece sugerir la presencia - provocativa - del motivo ficciones en Ia
obra de J.L. Borges, y es lo que expresa muy claramente estâ toma de posici6n
de G. Garcla Mârquez en El olor de Ia gtnyaba (1982): "Con el tiempo descubrl
que uno puede inventar o imaginar lo que le da la gana, pero corre el riesgo de
decir mentiras, y las mentiras son mâs graves en La literatura que en la vida real
... creo que la imaginacidn no es sino un instrumento de elaboraci6n de la
realidad. Pero la fuente de creaciôn ql fin y al cabo es siempre la realidad. Y la
fantasia, o sea la invenci6n pura y simple, a lo WaIt Disney, sin ningûn asidero
en la realidad, es lo rnâs detestable que pueda haber" (42).
E. O'Gorman, Lvlt. Precisa rnâs lejos el historiador mejicano: "la novela no era
primariamente lectura <ie divertimiento o pasatiempo, debia ante todo ser
instructiva; los libros de verdad no se escriben para satisfacer una necesidad de
tipo cient{fico, pues ello ser1a, por sI solo vana curiosidad; por lo contrario, y al
igual que la noveia, el Iibro de historia es también primariamente una narraci6n
de hechos y acontecimientos ejemplares cuya lectura debia resultar de provecho
y edificacidn" (rvIu).
Las declaraciones en este sentido son incontables, a ambos lados del Atlântico.
Sdlo mencionaré a F. Esteve Barba (16): "Como la escritura existJa, Ia epopeya
qued6 a cargo de historiadores ...;" R.Chang Rodriguez (130): "[Mateo Rosas
de Oquendo] desmonta la épica de la conquista tal y como fue elaborada en
crdnicas, relaciones y cartas;" A. Carrefio (512), que opone término a término
novela picaresca y Crdnica de Indias: "La picaresca ... es la crdnica del paupe-
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rismo; la Crdnica, el drgano oficial del poder: religioso y cultural. l-a picaresca
denuncia; Ia Cr6nica exalta, idealiza;" A. Cornejo Polar (14): "Serla errdneo ...
extraer de estos hechos una condenacidn global del género crorÉstico y de sus
autores. En el fondo las cr6nicas se limitan a reproducir, en los términos que
especlficamente les corresponden, lo que es un suceso histdrico insoslayable: la
conquista;" H. Vidal, finalmente, observa que "Todo agente imperial que aspira
a ser escuchado por la burocracia superior que valida sus depredaciones entre
los pueblos sojuzgados debe ajustar las estrategias de sus discursos a las preten-
siones épicas del Estado, en este caso el espafiol y la Corona. Ya que esta
burocracia, la del Real y Supremo Consejo de Indias, nunca residi6 en América,
interpelarla a la distancia en sus mejores condiciones posibles, a través de
documentos legales, era prioridad fundamental para el conquistador" (18). Por
otra parte reconoce que, muy temprano con Bernal D{az, se "altera[n] aspectos
estructurales de la épica para democratizarla" (54).
9 "En términos generales, cabe afi.rmar que los textos que pueden llamarse
fuentes hist6ricas, han recibido de manos de nuestros historiadores un tratâ-
miento, ciertâmente serio, de crltica intensa; pero orientado de una manera
insuficiente. Se encuentra fundamentalmente una actitud de considerarlos como
- para usar una metâfora expresiva - minas de donde extraer ciertos datos y
noticias. Lo menos que hoy puede decirse a este respecto es que es una posiciôn
absolutamente ineficaz, si s6lo fuera porque esos textos son tarnbién susceptibles
de la consideracidn como totelidades" (x).
10 En el sentido que le da White a la palabra plot, y en el sentido tradicional.
ll Enrique Pupo-Walker (1982-b), sisternatizando los intereses manifestados por
M. Bataillon yJJ. Arrom, y concentrândose sobre los escritos del Inca Garcilaso,
concede una importancia muy particular a este aspecto.
OBRAS CITADAS