Вы находитесь на странице: 1из 13

CATHERINE POUPENEY HART

La Crlnica de Indias entre "historia" y


"ficciôn"

Ln. abundanteproducci1nnarratiaa ùzspiradapor las peripeciasdel "Encuen-


tro" (1492) ) susconsecuencias tendiô a organizarsem el Imperio espafr,olen
to'moal ejehistoria/ficciôn,historia ae'rdadera/historiasmentirosas,aalordndose
el primer término del binomio. Si estos turtos - las crônicas de Indias -
parecie'ronremiti'r al discu'rsohistoriogrdfico por el empefrnde aeracidad que
manifestaban,o proaeyeronestemismodiscursode aaliosasfumtes docummta-
les, han sufrido posteriotmmte un p'rocesode 'reclasifcaci1n debida a La
euoluoiôndel conceptode aerdad historiogrdfica - y del de lite'ratura - y a la
necesidadpa'ra las letras nacionales,continmtales, de sefi,alarseun orige:n.Del
mismo modo, pe'ro sin caer en el anacronismo, se podria reconsiderar La
percepci1nde estostextls clmo modo de expresi1nhegemdnico,comoexaltaci1n
de una gesta.En estape'rspeotiua,mds que 'intentar &ce'rcarnos a los textoscon
c'rite'riosestéti.cos,tzos ha i,nte'resadoPregnû.arnls si los "mecanismosde
subuersiôn"p'ropiosde cie'rtafaceta del discursolitera'rio no estarian presmtes
1a en las crdnicas, si no serîan éstasel resu,ltadode una "reLaciônenmo,scara-
da con el poder,"y quépapel desempeftariaenloncesel binomio historia/ftociôn,
en los procesosde enm.ascaramiento \ de fisuras de la mdsca'ra.

Ha hecho correr mucha tinta el problema de la determinaci6n


genérica o discursiva de la enorrne producci6n textual iniciada en
1492 e inspirada por el "Encuentro" de Europa y América. Mâs que
sobre la pertenencia a géneros de hecho mal delimitados, la discusidn
se centrô, desde el principio, en torno al eje historia/ficciôn. Sin
embargo, dada la extrerna latitud creativa que se permitia el discurso
historiogrâfico de la época (es decir que la prosa de imaginacidn, con
la que compartia los mismos recursos retôricos, podia ser parte
integrante, con derecho, de la historia), habr(a que precisar que se
inicid la polémica en torno a la clasificacidn de las cr6nicas mâs bien
en funci6n del binomio historia verdadera/historia mentirosa,r dotando
de una tonalidad claramente moralizante un debate que estâ rnuy lejos
de su conclusidn.

JDIos HIspÂNIcos Vol XV 3 Primavera l99I


504

En la época reciente, la postura de varios criticos ha sido "relegar


a la literatura todo texto con aspiraciones a la historia, que no llena
los requisitos de una moderna concepciôn de la historiografia," segrin
la constatacidnde W. Mignolo (1981, 358), que menciona a Menéndez
y Pelayo, R6mulo Carbia, Alfonso Reyes, E. Anderson Imbert, dentro
de esta corriente de proponentes de la clasificaci6n de las cr6nicas
como textos literarios un poco por defecto. Importantes trabajos sobre
literatura hispanoamericana publicados hace menos de diez aflos
sitrian, en cambio, los textos mencionados en el discurso historiogrâfr-
co. Es el caso de Mignolo (1981), quien sintetiza primero:

... de acuerdoa la epistemologiadel momento en que se inscribenlos textos


de la historiografiaindiana, muchosde ellosse inscribenexplicitamenteen la
formaci6n discursivahistoriogrâfica.Desdeeste punto de vista es impropio
tomarloscorno"cr6nicas"y como género literario. En cambio,tal clasificaciôn
no es impropia si se considera que cuando se la hace el concepto de
historiografia ha cambiado y la formaci6n ha sufrido una clara reactualizaci6n
de sus reglas. (363)

En el fundamental "Cartas, cr6nicas y relaciones del descubrimiento


y la conquista" (1982), enfoca W. Mignolo la prosa narrativa del
periodo colonial desde una perspectiva tipol6gica. Considera alli una
familia textual unida por una comunidad de referente (el descubri-
miento y la conquista de las Indias), por "fronteras cronolôgico-ideol6-
gicas" (la colonia, 1492-1793), y escindida segrin una linea divisoria,
borrosa a veces, entre formaciones discursivas (historia, ciencia,
literatura, etc.) que integran dinâmicamente tipos discursivos, como la
relaci6n, la carta, el diario, etc. Estos tipos remiten claramente a la
historia mientras que una categoria de textos "mixtos" (la A'raucana,
el Carne'ro, El l-a.zarillo de ciegos caminl.ntes, etc.) se constituye en el
margen entre la historia y'otras formaciones discursivas.
En este trabajo, Mignolo no parece considerar la "crônica" mâs quç
como uno de los tipos discursivos de la formaci6n historiogrâfrca que
narra la conquista y la exploraci6n de América. Por otra parte, si
tomamos en cuenta otra acepci6n pertinente del término y, en
particula\ las tres especies bâsicas de la representaciôn histdrica
ev oc adas po r H a y d e n Wh i te (1 9 8 7 ) - anal es, crôni ca, hi stori a
propiamente dicha - los textos de la conquista superan probablemente
(en una proporci6n que se irâ determinando) las "limitaciones" de las
dos primeras categorîas. En efecto, si los analesconsisten en una lista
de acontecimientos organizados en secuencia cronolôgica, la crdnica
conserva este orden colno principio organizador del discurso pero
enfoca un dominio mâs amplio, organiza su material por tôpicos, tiene
505

un tema central. Sin embargo, la crônica, segrin White (y ahi veo la


diferencia con muchos de los escritos que nos interesan), parece
querer contar una historia, aspira a la narratividad, pero su intento se
malogra. Termina in medias 'res,en el presente mismo del cronista,
deja las cosas sin_soluci6n, sin revelar (constituir) el sentido de la
cadena de eventos, como es el caso enla historia.z Tomando en cuentâ
la pertinencia de esas distinciones, seguimos, sin embargo, una
prâctica generalizada en la critica hispanoamericana al adoptar el
término de crônicas para designar textos muy variados, Pero que,
ademâs de remitir directamente a esa realidad problemâtica que
constituyen las Indias, presentan rasgos estructurales comunes tales
como el pacto referencial (o contrato de informaci6n), el eje cronolo-
gia/topologia, y la dimensidn ilocutoria del lenguaje - su carâcter de
escritura para Ia acci6n.3
Otro proponente reciente de la clasificacidn de las crdnicas de
Indias dentro del discurso historiogrâfico, Hernân Vidal, adopta una
postura similar a la de Mignolo pero la expresa de una forma mâs
polémica, haciendo intervenir la dimensi6n ideol6gica de estos
escritos:

Los textos mâs significativos del periodo no pueden ser considerados


literatura, en el sentido privativo del término: la elaboraciôn de mundos
ficticios mediante un lenguaje autorreferente. Son teslimonios que exPresan
la experiencia hist6rica real, tanto de los conquistaclores como de los vencidos.
Ellos fueron el humus del que se nutrid la visidn ideolôgica del proceso
imperialista espaiiol que mâs tarde serviria de fundamento Para la literatura
c olonia l h i s p a n o a m e r i ca n a . (17)

I{ernân Vidal torna tal vez demasiado al pie de la letra las declara-
ciones de ortodoxia de los cronistas, que le hacen percibir estas obras
como un modo de expresi6n hegèmônico. Se trata efectivamente de
escritosdirigidos, en la inmensa mayoria de los casos,a la autoridad,
y de escritos que se inscriben en un régimen de censura "temâtica" y
en un sistema cle valoraciôn oÊcial de la historia como verdad ûtil y de
condena de la ficciôn colno menfira inritil y peligrosa.
tCôrno encaja esto entonces con un fenômeno que esui cobrando
cada vez mâs irnportancia en la literatura latinoamericana actual?
Queremos hablar, segfin la expresidn de Roa Bastos (1984), del
"resurgimiento en la narrativa del género de las crdnicas."a Este
"resurgimiento" se observa en los tres planos, sintâctico, semântico y
pragmâtico, del texto novelesco (o lirico-épico). En efecto, ilustramos
en otras ocasiones (Poupeney Flart, 1987) la presencia de rasgos
506

formales tipicos de la crônica en obras tan dispares como el Canto


gmeral de Pablo Neruda, o EL hablador de Mario Vargas Llosa; se
conoce también la insistencia de Gabriel Garcia Mârquez (1983) en el
carâcter germinal (en una filiacidn temâtica) para las "novelas de hoy"
de los testimonios de Col6n, Pigafetta y otros. Por fin, otro gran
creado4 Alejo Carpentier, en una conferencia titulada muy expresiva-
mente, "I-a novela larinoamericana en visperas de un nuevo siglo"
(1984), proclama que "el novelista latinoamericano habrâ de ser el
nuevo cronista de Indias de esta época profundamente atormentada,
llena de mutaciones ..." (48), poniendo asi de relieve el carâcter de
"escritura con vista a la acci6n" propio de los textos cronisticos. Por
eso declara Roberto GonzâIez Echevarria (1984) que

el edificio de la narrativaamericana,como una visidn onirica estâal revés,su


cronologia es regresiva.No fluye ininterrumpida la narrativa de América
desdesus comienzoshastael presente,desdeel texto de Col6n al de Sarduy,
pongamospor caso,sino que, por el contrario, los escritoresmodernoi han
regresadoa las fuentes colonialespara investirlasde una calidad literaria e
iniciadora que sus autoresjamâs se propusieron darles.(10)

Aun tomando en cuenta este fen6meno muy peculiar de creaci6n


de precursores (que inviste a los textos de "nuevas" cualidades), y
considerando la previsi6n de algunos - Roa Bastos, en particular - de
que esta cr6nica que esrâ resurgiendo lo hace en oposici6n simétrica
a la del periodo colonial, nos parece interesante examinar los textos
antiguos a la luz de una observacidn de Ana Pizarro (1987), mâs
orientada hacia un principio de evoluci6n, hacia una perspectiva de
continuidad en las letras americanas:

Si le discourslittéraire du continent latino-américaina été un instrument de


domination, c'est en son sein'même qu'il a développé les mécanismesde
subversion.Lénonciation est alors devenue contradictoire,plurielle, et le
discoursa découvertlesvirtualitésde I'esthétiqueen une proposition "ladina"
sournoise... en un rapport masquéau pouvoir. (51)

Nos preguntamos, pues, si estos "mecanismos de subversidn" no


estarian presentes ya en las cr6nicas, si no serian éstas el resultado de
una "relaciôn enmascarada con el poder," y qué papel desempeflaria
entonces el binomio historia/ficcidn, en los procesos de enmascara-
miento y de frsuras de la mâscara. -lrazaré un bosquejo tentativo de
la cuestiôn, orienuindome con los trabajos recientes de algunos criticos
importantes de este nuevo boom - "el boom de Io retrospectivo"5 -
507

tales como Walter Mignolo, Enrique Pupo Walke4 Beatriz Gonzâlez,


Beatriz Pastor, y mâs particularmente Rolena Adorno, antes de seflalar
el caso concreto de una crônica: la Crdnica de la expedici1nde Pedro d,e
Ursûa y Lope de Agrirre, realizada al fin de la gran oleada de explora-
ciones y conquistas del nuevo continente (1560-1561), y escrita por
uno de sus miembros, Francisco Yâzquez, testigo de una de las mâs
famosas rebeliones de la historia colonial hispânica, la de Lope de
Aguirre.
Que la crônica haya podido y pueda aparecer como expresidn
hegem6nica es inevitable cuando, mâs allâ de cualquier contenido
explicito, se contrasta la abundancia de escritos empeflados en dar
cuenta de la realidad, con la suma escasezde novelas, victimas de la
censura ofrcial de la irnaginaci6n (y de la autocensura). Efectivamente,
con el motivo de no distraer a los indios "de su evangelizaciôn y de las
lecturas devotas en que debian concentrarse" (Martinez 24-25), una
serie de medidas fueron tomadas a partir de 1531 para impedir la
importaci6n de "libros de materias profanas y fabulosas". Si las
prohibiciones relativas a la circulacidn de libros de entretenimiento no
se cumplieron - como lo expuso definitivamente Irving Leonard hace
tiempo ya - las restricciones afectaron en cambio la impresi6n en
América de obras prof,anas y, sobre todo, marcaron la literatura de
imaginaci6n con un signo negativo del que las posturas asumidas (a
veces agresivamente) por muchos creadores latinoamericanos podrian
aparecer en parte como una supervivencia.6
Esta hostilidad a la novela que manifiestan los decretos es también
una expresiôn de la "profunda aspiraci6n ética que inspir6 a todo el
movimiento humanista" espaf,ol,7y se ejerciô con mâs safla - como es
bien sabido - contra las novelas de caballerias que, con un mundo de
fantasia que atraia a tantos, llegaron a encarnar el polo negativo de
la antinornia Mentira (patraiias, lâbulas vanas) / Verdad (ûril).
En contraste con esasobras que conocieron una circulaci6n dificil
o simplemente no se produjeron en el suelo americano, una cantidad
prodigiosa de textos fueron escritos, que han sido valorados explicita-
mente, de parte de productores y lectores, por su verdad, por su grado
de adecuaci6n a la realidad evocada. El cronista se valia, por cierto, de
las novelas de caballerias como punto de referencia externo, apelando
a la experiencia de lectura de "cosas nunca oidas, ni vistas, ni arin
sofladas" de su pûblico potencial (véase Adorno). Jugaba sobre el
atractivo de la novedad, del exotisrno, de las aventuras, propio del
mundo caballeresco, y lo rechazaba después ("pues no cuento los
disparatesde los libros de Arnadis"), poniendo de relieve la autentici-
dad de sus propuestas.Contrastaba también, en ocasiones,su discurso
de europeo con el de los pueblos indigenas - "toda esta gente de
508

indios son grandes amigos de novelas y muy mentirosos" nos dice


Cabeza de Vaca (l l4) - y finalmente, hacia resaltar el carâcter ûnico
de su testimonio, la verdad que emanaba de su posicidn privilegiada,
oponiéndola al error en que estaban los otros contadores de la historia
(el ejemplo m:is notorio siendo ciertamente el de Bernal D(az del
Castillo, dedicado a rectificar los escritos de G6mara y Cortés).
Que este empeflo de veracidad haya sido puesto al servicio de una
causa - el reconocimiento de los méritos del cronista, la justificacidn
de su actuaci6n y de la empresa colonizadora en la que esta actuacidn
se inscribe - explica que esos textos que manifrestan la "visi6n de los
vencedores" hayan sido percibidos como discurso hegemdnico, como
exaltaci6n de una gesta, la "epopeya de América," segrin la expresi6n
de Jean Franco (20).8 Sin embargo, no nos parece personalmente que
presentan las cr6nicas ningûn "rasgo constitutivo del género."
Recordaré esas caracteristicas, segrin las define el anâlisis contrastado
de la epopeya y la novela propuesto por M. Bakhtine:

l) sert d'objet à l'épopée le passénational épique, le passéabsolu ...


2) sert de sourceà l'épopée la légendenationale (et non pas une expérrence
personnelle ...
3) Le monde épique est coupé du temps présent, c'està dire du temps de
I'aède (de I'auteur et de sesauditeurs),par la distanceépique absolue.(14)

Ya aludi a ese "boom de lo retrospectivo" que se esui manifèstando


tanto en las declaraciones y en las creaciones de los grandes escritores
de ficcidn latinoamericanos, como en la edicidn - o reedici6n - en
colecciones populares en particular, de crdnicas "europeas" y {'mes-
tizas" que favorecen un mejor aprecio de la "visi6n de los vencidos;"
permiten también estas ediciones reconsiderar y matizar una percep-
ciôn a veces monolitica del discurso narrativo de los "vencedores."
Los que se dirigieron a lâ autoridad colonial o metropolitana lo
hicieron con una finalidad explicita de informacidn ritil al servicio del
rey, como lo manifiesta la transformaci6n de la expresi6n "deseoso (o
con deseo) de servir a Dios y al Rey" en sintagma fijo, dado su uso
sistemâtico de parte de los enunciadores que califican asi sus propias
motivaciones y las de sus superioresjerârquicos:

En el afio de 1559siendovirrey y presidentedel Perû el Marquésde Caf,ete,


tuvo noticia de ciertasprovinciasque llaman Amagua y Dorado y con deseo
de servir a Dios y a su Rey, encomend6y dio poderes muy bastantesa un
Caballeroamigo suyo llamado Pedrode Ursûa,para que fuesea descubrirlas
dichasprovincias ... (Vâzquez49)
509

Sin embargo, no cabe la menor duda de que los redactores de


relaciones, hojas de servicio, cartas, tomaban la palabra, en la mayoria
de los casos, en una perspecriva de reivindicacidn y en una tonalidad
de disconformidad con el nuevo orden establecido: por lo tanto, sus
escritos no se vieron todos, ni mucho menos, recompensados por la
atencidn de las autoridades o por el éxito editorial.
Las que si conocieron una fortuna inconcebible hoy fueron las
epopeyas en verso evocadoras de la conquista: La Araucana, por
ejemplo, tuvo 23 ediciones entre 1550 y 1650; elArauco domndo saliô
a la imprenta en Lima en 1596, cuando no se registraba ninguna
publicacidn de otros libros profanos (Martinez 36).
Contrasta en particular la abundancia de las evocaciones poéticas
de los indigenas, con la escasezde las descripciones etnogrâficas en
circulaciôn. La idealizacidn épica del indio se habia revelado, en
efecto, un instrumento particularmente adecuado para la ideologia por
lo que implicaba de escapismo, de presentaciôn convencional - y como
victima - de los pueblos aut6ctonos, de disoluci6n de la alteridad. La
historia etnogrâfica - obra sobre todo de los misioneros - al evocar las
costumbres locales, hablaba en cambio de una supervivencia y de
dimensiones tabires de la experiencia humana, como las prâcticas
"mâgicas" y los comportamientos sexuales "nef,andos" - sodomia, por
supuesto, y tarnbién adulterio (Adorno 6-8). Es inirtil quizâ recordar
que La Histo'ria natu'ral 1 moral de las Indias de Acosta se public6 -
debido sin duda a una justilicaci6n considerable de sus temas, en una
perspectiva de ritil entretenimiento - pero que la obra de Sahagrin,
Historia de las cosasde la Nueua Espana fue victima de la censura, asi
como la Apologéticahistoria de las Indias y la Histo'ria de las Indias de l-as
Casas.
Nos encontramos, pues, como lo sugiere R. Adorno, en una
situacidn parad6jica de inversi6n de los criterios de valoraci6n de la
historia con respecto a la Êcci6n: la Mentira controlable se ve
recompensada mientras que se condena la Verdad, eco de facetas de
la realidad destinadas a ser borradas en el discurso oficial.
Blanco de la censura en muchos casos,las crdnicas fueron también
victimas de las criticas de los historiadores que las consideraban como
documentos, o segrin la caracterizaci6nde E. O'Gorman, como "minas
de donde exlraer datos y noticias,"epero siempre con cierta condes-
cendencia, con reticencias debidas a la presencia de elementos
obviamente frccionales.
Anticipando las propuestas de Foucault (13-15), y la famosa
oposiciôn documento/monumento, el historiador mexicano proponia
hace cincuenta af,os ya que se examinaran por fin los textos como
5r 0

totalidades. Es asi como, tomando en consideraciôn las teorias


historiogrâficas medievales y renacentistas que condicionaron la
escritura y autorizaban la materia imaginativa como complemento de
la narraci6n de eventos, y en el contexto actual de cuestionamiento de
la representaci6n histdrica que estâ realizando la meta-historia, se estâ
llevando a cabo una reevaluaci6n de la ficcidn en la crdnica, poniendo
de relieve su carâcter central y no por esto menos hist6rico.l0
Se estân estudiando en particular los procedimientos de ficcionaliza-
ci6n a lo largo del relato: ficcionalizaci6n del hablante (minima en
Yâzquez, pero que alcanza la mitificaci6n en el caso del Cortés de las
tres primeras cartas) y, eventualmente, de su destinatario, dramatiza-
ciôn del diâlogo (rasgo particularmente llamativo), ficcionalizaci6n del
espacio (América construida como botin en el discurso ideolôgico,
corno utopia o infierno en las voces disonantes), juegos con la
temporalidad, como la presencia de numerosas analepsis y prolepsis
que tejen una fuerte red de premoniciones en la relaci6n de Yâzquez.
Este procedimiento, por el recuerdo constante del fen6meno de
mediaci6n que ocasiona, contradice el prop6sito explicito de linea'ridad,
de transparencia, pero pone de relieve el valor de ejemplo - jus-
tificaci6n moral de la escritura - del relato de los eventos. Encontra-
mos asi al principio del texto:

Partido el gobernador Pedro de Ursria de su astilleropara la ciudad de Lima,


para acabar de aderezar su jornada, por la poca posibilidad que tenia, en
especial de dineros, a esta causa se detuvo por allâ cerca de aiio y medio y
estuvo en harto poco de desbaratar la dichajornada (que para él fuera harto
mejor como adelante se dirâ) ... (51)

[Episodio del cura Pedro Portillol ... asi permitiô Dios se perdiesen los dineros
y él muri6 en la jornada laceradamente y el gobernador y todos lo que
hicieron la fuerza murieron a cuchillo sin que ninguno saliese vivo de la
jornada, que fue permisi6n de Dios. (54-55)

Se esui poniendo de relieve otra modalidad de la ficcionalizaci6n en


la historia: la del relato intercalado, que abarca segmentos mâs o
menos amplios de la narrativa global.rr Este procedimiento posibilita
la inserci6n de fâbulas-mitos indigenas, de cuentos populares medieva-
les, de relatos de milagros y apariciones, de anécdotas que valoran la
actuaci6n del hombre humilde, "verdadero sujeto del proceso histôrico
y cultural" (Pupo Walker 1982-a: 180).
La cr6nica de Vâzquez es una de las mâs largas y complejas de la
docena de relaciones contemporâneas de la rebelidn de Lope de
Aguirre contra las autoridades metropolitanas y coloniales. Aunque la
motivacidn de la escritura parezca haber sido aqui menos la autojusti-
511

ficaci6n - no habiéndose comprometido su autor con los amotinados


- que la denuncia de la insuûciencia de castigos infligidos a los
culpables de sedicidn y a los que permitieron que alcanzara tanta
amplitud, algunas f,acetasde la obra, discordantes con las declaraciones
reiteradas de ortodoxia de parte de Vâzquez, no dejan de sorprender
al lector un poco atento.
Dentro del marco convencional de la Crônica (moderna, con su
alternancia de narracidn y de comentario - informe geogrâfico,
etnogrâfico, etc. - pero también medieval, con su galeria de retratos
contra-ejemplos), Vâzquez nos propone el relato de transgresiones
absolutas y de castigos ejemplares donde se reafirma la adhesidn a un
orden, turbado un instante por el mal. Es ésta, por lo menos la
interpretacidn que ofrece Beatriz Pastor de este texto:

Muerto el rebelde, en cuya caraccerizacidn se condensaban ficcionalmente


todo el conflicto y la crisis de un orden, - cuya destrucci6n aparecia inequivo-
cadamente identificada con el caos y el mal - la obra se cierra con la
restauracidn ficticia del orden establecido. (424)

Al mismo tiempo, sin embargo, cumpliendo el deseo de Aguirre y


en contra de los edictos que condenan su memoria, la cr6nica de
Yâzqtrez contribuye a perpetuar el recuerdo de los eventos, y la voz
misma de la rebeli6n contra los valores y las instituciones mâs
sagradas: el Rey, Dios, la Iglesia, el respeto a la vida (y la carne)
humana. Algunos motivos, sin duda poco ajenos al viejo fondo de
cuentos y canciones populares, aunque no estén sistemâticamente
elaborados, nos hacen vivir la fascinaci6n que ejerce la transgresidn:
el monstruo (togro, vampiro? es decir el indio caribe, por supuesto,
pero sobre todo Lope de Aguirre, matador potencial de niflos
pequeiios y muy real de adultos, ,Ant6n Llamoso, su brazo derecho,
chupador de sesos humanos, y, en el discurso de A$uirre, el Rey
mismo), la bruja (la hermosa dofra Inés, "responsable"de la perdicidn
de todos), el espiritu (el "bulto" que anuncia el asesinato de Ursria, y
los "espiritus de los hombres muertos" (123) de los que Aguirre se ve
tristemente acompafrado). Por otra parte, la presencia de anécdotas -
casi relatos intercalados - de las que cierto carâcter d,e mise en abymc
subraya el narrador mismo, nos perrniten entender las implicaciones
politicas de esta fascinaci6n y percibir la comunidad profunda de vistas
e n tre el ex pedic io n a ri o -c i u d a d a n o m o d e l o , autocal i frcado como
"hombre de bien y de verdad" (170), Yâzquez, y el diab6lico Aguirre,
otro olvidado de la expansi6n territorial espaiiola. Es el caso en
particular del episodio de Pedro Portillo, relato singular de una cadena
de castigos,que nos transporta a una noche oscura, una iglesia aislada
5r2
(circunstancia por lo menos inusitada) y nos Presenta el cuento del
burlador burlado, en el marco de una auténtica Puesta en escena - con
un personaje entre bastidores - evocada con detalles de sombras y de
luces:

... el clérigo se arrepintid de lo que habia prometido y no quiso dar los


dineros, y vista por el gobernador la ruindad de éste, movido de extrema
necesidad busc6 manera para sacârselos,y entre él y ciertos soldados suyos
concertaron lo que diré.
En aquella saz6n estaba D. Juan de Vargas soldado de la dicha jornada ...
herido de una o dos cuchilladas y retirado en la iglesia de dicho pueblo; el
cual con D.Hernando de Guzmân y letc.l por concierto hecho con el
gobernador una noche muy oscura a la media noche desnudo, en camisa y
con una vela encendida fue en casa del dicho clérigo y llam6 a la puerta a
muy grande priesa dando grandes golpes fingiendo alteraci6n, y le dijo que
Don Juan de Vargas se estaba muriendo, que le rogaba por el amor de Dios
que fuese luego a confesar, y el clérigo entendiendo trataba verdad, sali6
luego de su casa medio desnudo a mucha priesa y llegando a la iglesia que
estaba algo fuera de la conversaci6n del pueblo, los soldados arriba dichos
estaban escondidos con arcabuces y lanzas, y cogieron al clérigo dentro de la
iglesia, y el gobernador que lo estaba mirando encubiertamente, y el clérigo
con temor que le matarian le hicieron firmar una libranza de dos mil pesos
que ellos traian hecha Para un mercadeç en cuyo poder el clérigo tenia sus
dineros y asi desnudo como estaba, sin le dejar volver a su câsa y aquella
noche contra su voluntad le llevaron a los Motilones y alli le hicieron dar todo
lo demâs que le quedaba, que serfan otros tres mil pesos' Este clérigo, segrin
era fama, habia hurtado toda esta hacienda a su cuerPo' tratando mal su
persona asf en el comel' como en el ves[ir por ahorrarlo, y asi permitid Dios
se perdiesen los dineros y él muri6 en la jornada laceradamente y el
gobernador y todos los que hicieron la fuerza murieron a cuchillo sin que
ninguno saliese vivo de la jorriada, eue fue permisidn de Dios. (53-54)

Como lo nranifiesta claramente este pasaje, se aleja el cronista del


informe puntual y transParente que es su prop6sito declarado. Son
otras voces, pues, las que se expresan por los diferentes medios
râpidamente evocados, otros niveles de realidad los que se manifrestan,
y en este sentido se puede decir que la cr6nica de Indias, cuyo
surgimiento fue, por otra parte, contemporâneo del de la novela
mod ern a, m anif ies t a pot enc ialidades q u e s e v e r ân plenamente
desarrolladas en la narrativa hispanoamericana actual.

Uniuersité de Montréal
513

NOTAS

"By the sixteenth century fiction, whether in poetry or prose, was unequivocally
called lying; to the ascetic critics of the Counter-Reformation, Garcilaso and
Montemayor were morally reprehensible liars who planted the seeds of error in
fertile young minds ... The poetic mode, since it was expressly designed for this
pleasant lying at least deceived no one. Prose, however, the vehicle for legal
documents, for sermons, for history, was considered to have been abused by
those who made it carry the falsehood of fiction" (Wardropper 4).
"... It is not enough that an historical account deal in real, rather than merely
imaginative events; and it is not enough that the eccount represents events in
its order of discourse according to the chronological sequence in which they
originally occurred. The events must be not only registered within the chrono-
logical framework of tleir original occurrence but narrated as well, that is to
say, revealed as possessing a sûucture, an order of meaning, that they do not
possess as mere sequence" ( Wlute 5).
Cf. Poupeney Hart, Catherine, "l,a Crdnica de Indias: intentos de tipolog{a," en
"Variaciones modernas en torno a la Crdnica de Indias."
"No es casual ni arbitrario el hecho que marca profundamente el carâcter de la
literatura latinoamericana actuâ-I, el mâs resaltante y novedoso: el resurgimiento
en la narrativa del género de las crdnicas. En la antigua tradicidn dela Crdnica
colonial - que inaugura de algrin modo nuestra literatura hispanoamericana
desde el descubrimiento y la conquista - resurge hoy en oposici6n simétrica la
Crdnica de Ia liberacidn como la objetivaciôn, en una vuelta completa, del tiempo
histdrico en su realidad no cumplida. Las narraciones mâs significativas asumen
este carâcter de cr6nicas del proceso de liberaci6n (en todos los planos: cultural,
politico, social, comunicacional) que se escriben en la conjunci6n focal de
historia, realidad e imaginacidn" (20).
6 La expresi6n es de L. Sainz de Medrano Arce (I9).
6 Es lo que parece sugerir la presencia - provocativa - del motivo ficciones en Ia
obra de J.L. Borges, y es lo que expresa muy claramente estâ toma de posici6n
de G. Garcla Mârquez en El olor de Ia gtnyaba (1982): "Con el tiempo descubrl
que uno puede inventar o imaginar lo que le da la gana, pero corre el riesgo de
decir mentiras, y las mentiras son mâs graves en La literatura que en la vida real
... creo que la imaginacidn no es sino un instrumento de elaboraci6n de la
realidad. Pero la fuente de creaciôn ql fin y al cabo es siempre la realidad. Y la
fantasia, o sea la invenci6n pura y simple, a lo WaIt Disney, sin ningûn asidero
en la realidad, es lo rnâs detestable que pueda haber" (42).
E. O'Gorman, Lvlt. Precisa rnâs lejos el historiador mejicano: "la novela no era
primariamente lectura <ie divertimiento o pasatiempo, debia ante todo ser
instructiva; los libros de verdad no se escriben para satisfacer una necesidad de
tipo cient{fico, pues ello ser1a, por sI solo vana curiosidad; por lo contrario, y al
igual que la noveia, el Iibro de historia es también primariamente una narraci6n
de hechos y acontecimientos ejemplares cuya lectura debia resultar de provecho
y edificacidn" (rvIu).
Las declaraciones en este sentido son incontables, a ambos lados del Atlântico.
Sdlo mencionaré a F. Esteve Barba (16): "Como la escritura existJa, Ia epopeya
qued6 a cargo de historiadores ...;" R.Chang Rodriguez (130): "[Mateo Rosas
de Oquendo] desmonta la épica de la conquista tal y como fue elaborada en
crdnicas, relaciones y cartas;" A. Carrefio (512), que opone término a término
novela picaresca y Crdnica de Indias: "La picaresca ... es la crdnica del paupe-
514

rismo; la Crdnica, el drgano oficial del poder: religioso y cultural. l-a picaresca
denuncia; Ia Cr6nica exalta, idealiza;" A. Cornejo Polar (14): "Serla errdneo ...
extraer de estos hechos una condenacidn global del género crorÉstico y de sus
autores. En el fondo las cr6nicas se limitan a reproducir, en los términos que
especlficamente les corresponden, lo que es un suceso histdrico insoslayable: la
conquista;" H. Vidal, finalmente, observa que "Todo agente imperial que aspira
a ser escuchado por la burocracia superior que valida sus depredaciones entre
los pueblos sojuzgados debe ajustar las estrategias de sus discursos a las preten-
siones épicas del Estado, en este caso el espafiol y la Corona. Ya que esta
burocracia, la del Real y Supremo Consejo de Indias, nunca residi6 en América,
interpelarla a la distancia en sus mejores condiciones posibles, a través de
documentos legales, era prioridad fundamental para el conquistador" (18). Por
otra parte reconoce que, muy temprano con Bernal D{az, se "altera[n] aspectos
estructurales de la épica para democratizarla" (54).
9 "En términos generales, cabe afi.rmar que los textos que pueden llamarse
fuentes hist6ricas, han recibido de manos de nuestros historiadores un tratâ-
miento, ciertâmente serio, de crltica intensa; pero orientado de una manera
insuficiente. Se encuentra fundamentalmente una actitud de considerarlos como
- para usar una metâfora expresiva - minas de donde extraer ciertos datos y
noticias. Lo menos que hoy puede decirse a este respecto es que es una posiciôn
absolutamente ineficaz, si s6lo fuera porque esos textos son tarnbién susceptibles
de la consideracidn como totelidades" (x).
10 En el sentido que le da White a la palabra plot, y en el sentido tradicional.
ll Enrique Pupo-Walker (1982-b), sisternatizando los intereses manifestados por
M. Bataillon yJJ. Arrom, y concentrândose sobre los escritos del Inca Garcilaso,
concede una importancia muy particular a este aspecto.

OBRAS CITADAS

ADoRNo,RoLENA. "Literary Productionand Suppression:Readingand Writing


about Amerindians in Colonial Spanish America." Dis'ltositio XI, 26-29
( 1986) :l- 25 .
BAKHTINE,MIKFIAIL."Epopée et roman." Recherches bLtenmtionalesà la lumière
du marxisrne76 (1973): i-39.
CABEZADE VACA,ALVARNUNEZ.!{aufragios ) comentarios.Madrid, 1984.
CARPENTIER, ALEJO. "La novela latinoamericana en visperas de un nuevo
siglo." Historia ) Jicciôn en la narratiaa hisptlmamericana-Coloquio de Yale.
Caracas,1984. l9-48.
CARRENO,ANTONIO. "Naufragios, de Alvar Nuflez Cabeza de Vaca: una retôrica
de la crdnica colonial." Reaistallteroamericana14 (1987)':499-516.
CI{ANG RoDRicUEZ, RAQUEL."Poesia y autobiografia: pretendientes coloniales
en El cancioneropenklno del siglo XVII." Reaistade crîtica literaria latinoamenca-
n a." X[,21 - 22 ( 1985) : 127- 35.
coRNEJo Pol-AR,ANToNIo. "El indigenismo y las literaturas heterogéneas: su
doble estatuto socio-cultural." Reaistade crîtica literaria latitLoamericana.IY
7-B (1978-79): 7-21.
ESTEVEBARBA,FRANCISCo. Historiogru.fîaindiana. Madrid, 1964.
FOUCAULT,MICHEL.Larcltéologtedu saaoir. Paris, 1969.
5 r5
FRANco, ym.t. Historia de la literahtra hispanoatnericana.Barcelona, 1987.
cARcIA trlÂnqur,z, cABRIEL.EI olor de la guayaba. Conaersaciones con Plinio Apuleyo
Mendoza. Barcelona. 1982.
-. In soleda.dde Améica. Brindis por la poesia.Cali, 1983.
GONZALEZ,BEATRIZ."Narrativa de la 'estabilizaciôn' colonial: Peregrinacidn de
Baftolorné l-orenzo (1586) de José de Acosta, Infortunios de Alonso Ramirez
(1690) de Carlos de Sigùenza y G6ngora." Ideologiesand Literahtre II, I
(Spring 1987): 7-52.
C,oNZALEZECHEVARRL\,ROBERTO."Introduccidn" a Historia 1 Jtcciôn. en la
narra.lir a. hispanoamericana-C oloqu,iode Yale. Caracas, I 984.
LEoNARD,IRVING.Booksof the Brarre. New York, [949] 1964.
MARTfNEZ,JoSÉ LUIS. El libro en Hispanoaméica. Oigen. 1 desarrollo. Madrid,
1986.
MIGNOLO,wALTT,R."El Metatexto l{istoriogrâfico y la Historiografia Indiana."
Modent. La.nguageNotes96,2 (1981): 358-402.
-. "Q21ta5,cr6nicas y relaciones del descubrimiento y la conquista." Historia
de Ia literatura hispanoamericana: época colortial. Ed. Luis Ifiigo Madrigal.
Madrid, r982. 57-116.
-. "LÀ lengua, la letra, el territorio (o la crisis de los estudios literarios
coloniales)." DispositioXI, 28-29 (i986): 137-160.
O'GORIUAN, EDMUNDO."Estudio Prelirninar" a la Historia nahnal 1 moral de las
Indias de José de Acosta. México, 1940. IX-LXXVI.
PASTOR, BEATRIZ. Discursonarratiuo de la conqu,istade América. La Habana, 1983.
PIZARRO,eNe. "Amérique Latine: le discours romanesque et I'espace du
politique," I*s calùersdu CEDAF l-2-3 (Mars 1987): 48-59.
POUPENEY-FIART, CATIfERINE.Relations de I'expéd.itiortMalaspina aux cortt'i.nsde
I'Empire espagtol. Léchec du aryage, Longueuil, 1987.
-. Variabiorrcsrnodentasen tonn a la Crdnica de Indias. Cahiers du GRAL 15.
Montré al, 19 89 .
PUPOWAIKER, ENRIQUE.ltt. aocacidnliteraria del ltensamierûohishjrico en América..
Desarrollo de la prosa deJicciôrt: siglos XVI, XVII, XVIII, XIX. Madrid, 1982.
-. Historia, creaciôn 1 profecia en los textosdel Inca Garcilaso de la Vega.
Ma drid . 19 82 .
ROABASTOS,AUGUSTO."La narrativa paraguaya en el conr.exto de la narrar.i-
va hispanoamericana actual." Ileaista de crttica literaria latinoamericana X,
19 ( i98 4): 7-2 1.
SAINZDE MEDRANOARCE,LUIS. "Reencuentro con los cronistas de Indias."
ArLalesde literatura hispanoamencana 6 (1977): 19-38.
vÂzQULZ, FRANCISCo.El Do'rado: Crdrica de Ia expediciîn de Pedro de (lrsua 1
Lol.tede Àguirre. Madrid, 1987.
vIDAL, HERNÂN.Socio-Histona de la Literahna Colorùal Hispanoameric&n&: tres
lectu.rasorginicas. Minneapolis, 1985.
WARDROPPER, BRUCE."Don Quixote: Story or History." Modern.Philolog 63,
I (1 96 5): l-ll.
WHITE, I{AYDEN. Tlrc Content of Form. Narratiue Discourseand Histoical Repre-
sentation.Baltimore, 1987.

Вам также может понравиться