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Comentario de texto

Michael Donvito

“ Sobre el papel de los instrumentos de participación, y deliberación


ciudadana, en relación con los diálogos ciudadanos de Chile”

Habiendo leído el prologo de la obra escrita por Francisco Soto, y


Yanina Welp, relativo a los diálogos ciudadanos, comentaremos a
continuación el texto citado, y sacaremos las debidas conclusiones
al respecto. En primer lugar, quiero agradecer al Dr Josep Castella
Andreu, por una introducción muy clara sobre las controversias de
los instrumentos participativos, y los artículos de la comisión de
Venecia concerniente la situación de Venezuela. Ahora bien, el
prologo escrito por el Dr Castella, que introduce el libro de Soto, y
Welp, ofrece informaciones relevantes a la hora de calificar la
importancia de la democracia participativa, dentro de un marco de
democracia representativa. Concretamente, la pregunta a la que se
intenta contestar a través de éste comentario es si cabe la
existencia de la deliberación ciudadana, para los procesos de
reforma, aunque no esté contemplada en el procedimiento de
reforma constitucionalmente establecido, y para los procesos de
sustitución de una constitución por otra. Como el prólogo nos
advierte, en Chile, ya se han adoptado medidas que favorecen la
intervención ciudadana, más allá del clásico referéndum de
ratificación ( democracia directa ). Se trata de foros participativos,
denominados “diálogos ciudadanos”, creados a partir de la iniciativa
de la presidenta Michelle Bachelet, que permiten una mayor
participación de los ciudadanos chilenos para debatir sobre los
hipotéticos contenidos de una nueva constitución. Aquí, el texto de
Castella, tras una análisis de la experiencia chilena, logra
identificar dos supuestos, en los que pueden operar los
instrumentos deliberativos, o de democracia participativa:
procedimiento de reforma constitucional, y el procedimiento para la
creación de una nueva legalidad constitucional, dentro del cual se
insertan los diálogos ciudadanos en Chile. Esta distinción es muy
importante ya que la democracia deliberativa adquiere
connotaciones diferentes, según se trate de una revisión
constitucional, o el cambio de régimen político. En el primero, no
suscita mucha controversia, en la medida en que, según las
palabras de Castella, logre confluir con el procedimiento de
reforma, constitucionalmente establecido. Es decir, aunque el
procedimiento de reforma sólo contemplaría la participación del
pueblo mediante referéndum, previa aprobación del proyecto por el
parlamento, nada obsta a que puedan aplicarse estos novedosos
medios de participación, a través de debates, foros, opiniones de
expertos, juristas, etc.. En el segundo, es mucho más complejo, y
discutible, como apunta Castella. El cambio de régimen político, no
es lo mismo que una modificación de la constitución. Si en una
revisión constitucional, se admiten los instrumentos deliberativos
como formas complementarias para ampliar la legitimación social
de la revisión, en el caso del cambio de una constitución por otra,
puede ser arriesgado la adopción de estos medios participativos
como determinantes para el arranque de una nueva “norma
normarum”. Es por esta razón que se admite la democracia
deliberativa, tanto para la reforma, como para el cambio
constitucional, siempre cuando sea un medio complementario de la
democracia representativa, y no vulnere en ningún momento la
función primordial del parlamento ( reforma ), y la asamblea
constituyente ( cambio de constitución ). En relación al texto “las
enseñanzas del tiempo transcurrido, o de cómo la democracia
representativa sigue siendo imprescindible” escrito por el mismo
profesor, estamos de acuerdo que el modelo de democracia
representativa debe ser prioritario, y hasta el momento representa
la forma de democracia más adecuada para nuestros tiempos. Si
queremos emplear la democracia participativa, ella debe tener una
función orientadora, fuente de mayor legitimación social, pero
dejando la competencia para la adopción de las decisiones
determinantes al parlamento, o la asamblea constituyente, y en su
caso al referéndum de ratificación. La razón es que, a diferencia de
la antigua Grecia, nuestros países se caracterizan por un elevado
numero de ciudadanos, de etnias, creencias, diferentes, que impiden
que las decisiones puedan ser tomadas por ellos de forma directa,
salvo el referéndum que sí cabe en el modelo de democracia
representativa, siempre cuando sea un medio que complementa las
instituciones representativas ( por ejemplo, en España, como en
Italia, o en otros países, cabe referéndum de ratificación al final de
un procedimiento de reforma constitucional, para dar la ultima
palabra al pueblo. Los resultados del referéndum son determinantes
para la aprobación o no del proyecto de reforma, previamente
aprobado por el parlamento). Si admitiéramos lo contrario, es decir,
si dejáramos que sean los ciudadanos a decidir sobre los asuntos de
un país, sea a través de la deliberación, sea a través de
referéndums, dejando al margen el modelo representativo, ello
conllevaría graves riesgos para una correcta organización del
estado, como por ejemplo, decisiones contradictorias entre si ( por
ejemplo, SI a la defensa del estado, y NO a la guerra ), o decisiones
tomadas sin la debida preparación política ( Lamentablemente, la
grave desconfianza de los ciudadanos hacia la política, provoca un
desinterés por parte de ciertas parcelas de la población sobre los
conocimientos políticos ). Ahora bien, los instrumentos
participativos, como nos indica el texto, no pueden dar lugar en
ningún caso a decisiones determinantes, a diferencia de la
democracia representativa, y directa. Tienen carácter, como hemos
dicho anteriormente, orientador para la revisión, o cambio
constitucional. Al final, y al cabo, la decisión sobre la reforma, o
reemplazo constitucional, corresponde al parlamento o asamblea
constituyente , mediante su aprobación, y al referéndum hecho al
final de todo el procedimiento. Si se piensa bien, descubrimos que
tiene una lógica, y una razón de ser. Las deliberaciones, los debates,
los consejos de los expertos, cobran sentido, en la medida en que
preparan para la decisión determinante, es decir, que tengan valor
preparatorio, orientador, y no vinculante. En caso contrario, dejar
que las decisiones de reforma, o cambio, sean competencia por
ejemplo de los foros participativos, seria una autentica locura. Ello
ralentizaría el procedimiento, sin llegar a ningún sitio, dejando
decisiones tan importantes como la reforma, o creación de una
nueva constitución, en las manos de debates caóticos de miles de
ciudadanos. Por lo que concierne las experiencias que se han ido
concretando en algunos países sobre la utilización de estos
novedosos medios de participación, el prólogo indica claramente
que hasta la fecha han sido pocos los estados que han recurrido a
la democracia participativa para el caso de la reforma. En cambio,
para el caso de la creación constitucional, no faltan ejemplos de
países que sí han estado utilizando mecanismos participativos para
la elaboración de la nueva constitución. El texto menciona el caso
2011 de Islandia, cuando una comisión elegida de ciudadanos
redactó una propuesta de constitución, que fue aprobada por
referéndum, pero fue desautorizada por el nuevo parlamento. En
este caso, el modelo representativo, y la democracia directa
( referéndum ) siguen teniendo competencia para aprobar, y
desautorizar. No se reconoce pues facultad a los instrumentos
participativos, como la comisión de ciudadanos, para decidir sobre
el fondo del asunto. Pero sí contribuye a reforzar la legitimación
social del reemplazo constitucional, aumenta la relación entre las
instituciones y el pueblo, permite un dialogo que vaya más allá de
los partidos, aunque manteniendo una relación con ellos. Otro caso,
analizado por la comisión de Venecia, es relativo a Venezuela, donde
se convocan elecciones para la asamblea constituyente. Aquí, el
pueblo participa de forma indirecta en la elaboración de la
constitución, mediante la elección de los que serán los miembros
de la asamblea redactora, con competencia para aprobar el
proyecto de la nueva constitución. Claro está, que la constitución
que se pretende en Venezuela nada tiene que ver con el modelo
democrático anterior. La participación del pueblo venezolano tiene
connotaciones más bien plebiscitarais, es decir, se utiliza la
participación del pueblo como medio para justificar, legitimar, el
nuevo régimen político de Nicolás Maduro. Por ultimo, el más
significativo es el caso de los diálogos ciudadanos de Chile, que
como comentábamos al principio, representan un medio de
participación, propulsado por la presidenta Bachelet, para crear una
mayor interacción entre la gente chilena, y los políticos. Lo que más
me ha sorprendido es su carácter voluntario, sin regulación expresa
en la ley fundamental, pero sí compatible con ella. Voluntario,
porque la participación en estos foros es espontánea, dependiendo
de la voluntad e interés de cada ciudadano. Así lo expresa Castella:
“En esto el procedimiento ha sido bottom-up: grupos espontáneos
de ciudadanos en cada ciudad y pueblo ( denominados <<
Encuentros locales autoconvocados >>, ELA ), luego a nivel
provincial y, luego, regional. Un comité de sistematización iba
ordenando las propuestas a lo largo del proceso, y al final del
mismo, el Consejo de observadores redactó y presentó a la opinión
publica las << Bases ciudadanas >> ( 2017 )”

En definitiva, contestando a la pregunta planteada al inicio del


comentario, no discrepamos de las constataciones de Castella, y
afirmamos que sí caben instrumentos participativos, como los foros,
asesoramiento de expertos, juristas, comisiones de ciudadanos que
presentan propuestas, sea para la reforma, que para la creación
constitucional, pero que deben respetar las debidas condiciones, y
son:

1) Complementar el modelo representativo, sin menoscabarlo, a


través de una función preparatoria, orientadora, sin competencia
para dar lugar a las decisiones determinantes.
2) No tener carácter plebiscitario, como medio para legitimar
políticas antidemocráticas, o autoritarias.
3 En la medida de lo posible, ser respaldados por una regulación
expresa que los contemple. En el caso de Islandia 2011, la falta de
un procedimiento claro, unos pasos a seguir, ha sido una de las
causas del fracaso de la propuesta de la comisión de ciudadanos
islandés. Por eso, no estoy de acuerdo que la utilización de estos
medios se haga al margen del procedimiento de reforma
constitucionalmente establecido, o que no esté al menos regulado
en la constitución para el caso de reemplazo constitucional. En
materias tan importantes como estas, la regulación es condición
indispensable para el cumplimiento de uno de los principios mas
importantes de todo estado de Derecho: seguridad jurídica.

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