G
GRUPO INSOLVENTE*. En la segunda
mitad del siglo XX una gran corriente de
pensamiento económico se orienta hacia la
búsqueda de sistemas y técnicas encami-
nadas a gravitar sobre el proceso político
indagando de qué modo se podía influen-
ciar sobre el crecimiento y sobre el desarro-
llo económico. Por un lado se supera lo que
podría ser la herencia de ciertas ideologías
políticas bajo la influencia de una técnica,
todavía mecanicista y luego doctrinaria y
científica que se introducía vigorosamente
en los sistemas productivos modificando
sus esquemas económicos y gerenciales.
Una penetrante especialización iba a
irrumpir rápidamente llenando el vacío de
las ideologías industriales. Simultánea-
mente los planos de la vida administrativa
acusaban igualmente importantes refor-
mas desarrollando una mejor articulación
en todo su contexto. Los viejos atributos de
los parlamentos clásicos pierden eficacia
con fenómenos caracterizados por la crea-
ción de nuevos órganos administrativos,
más complejos y con más amplias faculta-
des. El fenómeno de la "parafiscalidad" cu-
bre gran parte de los presupuestos nacio-
nales absorbiendo un fuerte espacio dentro
de las cifras del producto bruto interno de
cada país.
Simultáneamente, un progresivo proce-
so de concentración de la estructura indus-
trial y procesos de subdesarrollo interno de
cada país aportan importanes elementos
para valorizar la gravitación que en la eco-
* CARLOS R. OBAL
nomía moderna va asumiendo la dimen-
sión de la empresa. Esta tendencia progre-
siva ha sido permanente y estimulada por
el mejoramiento no sólo de las técnicas de
producción, sino también por el desarrollo
del transporte, las comunicaciones, el de-
senvolvimiento primario de la energía,
agregados a una cada vez más acentuada
internacionalización del capital financiero
y de las empresas productoras de bienes y
servicios. Novísimos procesos de innova-
ción y de cambio traducen la mecánica de
producciones estandardizadas y mejoras
técnicas comerciales de las fuerzas econó-
micas y financieras. Es en el seno de este
proceso donde el fenómeno de las socieda-
des por acciones se acentúa como un instru-
mento del desarrollo de la economía indus-
trial moderna. Y si bien el modelo de las
consolidaciones registra un largo historial,
cabe señalar que el desarrollo económico de
los últimos años ha introducido importan-
tes reformas al instituto jurídico de la so-
ciedad accionaria. La ola de fusiones de em-
presas que hoy caracteriza a los grandes
países industriales, asumida como una for-
ma de la concentración, ha facilitado esas
reformas, y muchos países se encuentran
en la tarea de adecuar la disciplina legisla-
tiva de las sociedades para adaptarla entre
otras necesidades, a las exigencias de los
movimientos "masas" que caracteriza la
presencia de bolsas y mercados difusores
de la propiedad accionaria.
Es en este contexto donde la presencia de
los grupos organizados como forma de cola-
boración empresaria contribuye a mejorar
las técnicas de producción social y adquie-
ren relevancia dentro de la estructura glo-
bal de la producción. En esa categoría de los
grupos empresarios algunas legislaciones
han legislado sobre una figura de "grupos
insolventes" que aparece encuadrada den-
tro de regímenes especiales y sometidas a
reglas que la distancian tanto del régimen
de los arts. 256 a 262 de la Ley de Concur-
sos N2 19.551 como de la quiebra, como se
verá más adelante.
La regulación y encuadramiento de los
grupos insolventes es una exigencia de las
relaciones modernas de la empresa produc-
tora de bienes y servicios y de la banca, co-
mo distribuidora de recursos financieros.
Por lo menos en esa dirección ha reglado el
régimen que se dictó en Italia en 1979 ba-
jo las normativas de la Ley N9 95 que suje-
ta a un procedimiento de administración
extraordinaria a las empresas que tengan
un nivel determinado de deudas con enti-
dades financieras, institutos de previsión
social o de asistencia social.
La caracterización que hace de este régi-
men Bernardino Libonatti lo presenta co-
mo un "claro cambio de rumbo en la políti-
ca legislativa en lo que concierne al tema de
los procedimientos concúrsales".
Podrían caracterizarse ciertos atributos
del régimen, según el autor citado, del si-
guiente modo: a) La crisis de la empresa y
más bien el desequilibrio del empresario,
no son afrontados con la intención particu-
lar de atender a los acreedores ni satisfacer
la "par conditio creditorum".
b) Lo que caracteriza al régimen especial
es el saneamiento, la reorganización de los
complejos empresariales; o más terminan-
temente, la reorganización de la empresa a
fin de llegar a un saneamiento económico.
Hay una orientación encaminada a some-
ter el grupo insolvente a un criterio de aco-
modamiento a las exigencias de la empresa
como centro de producción social.
c) El procedimiento tiene la permanente
vigilancia de un administrador por un perí-
odo no superior a dos años y existiendo un
plan de reactivación aprobado por la auto-
ridad respectiva.
d) El pasivo de las sociedades sometidas
al régimen de administración extraordina-
ria, dice la ley 95, puede estar garantizado
en todo o en parte por el Estado en cuanto
aquél provenga de deudas con entidades fi-
nancieras contraídas para la financiación
de su gestión corriente y para la reactiva-
ción y abastecimiento de establecimientos,
inmuebles y equipos industriales.
e) La caracterización del procedimiento
se orienta mediante reconducción que va
dirigida a la continuidad de la actividad
productiva de la empresa en crisis, a fin de
defender del modo más enérgico todos los
valores residuales (técnicos, comerciales,
productivos, ocupacionales) cuya recupe-
ración, al menos parcial, se considera rea-
lizable por medio déla gestión extraordina-
ria temporalmente limitada, cuyo costo fi-
nanciero puede ser asumido por la colecti-
vidad.
f) El enfoque implica un cambio de rela-
ción a los efectos de la insolvencia y en re-
lación a la quiebra según la ley italiana de
1942. Esta disponía que la continuidad de
la empresa debía constituir una hipótesis
excepcional (Art. 90 Ley de Quiebras).
g) La Ley 95 se orienta en cambio a pre-
cisar un mecanismo dirigido a conservarla
actividad empresaria teniendo en cuenta el
interés de los acreedores pero sin sostener
pura y exclusivamente las finalidades me-
ramente liquidatorias. En la Ley el interés
de los acreedores como materia atendible
es marginal, porque los intereses de la em-
presa, es decir su protección y el de los tra-
bajadores, asumen posición predominante.
h) La Ley 95 parte de la existencia de una
insolvencia reversible con la que se trata de
justificar la apertura del procedimiento de
administración controlada en lugar de la
quiebra. Se pone en cuestionamiento una
situación según la cual el organismo pro-
ductivo, aun en crisis, no merece de por sí
ser di suelto.
Entre otras motivaciones no ha sido aje-
na al régimen la conciencia del costo social
de la creación de una empresa y la pérdida
que trae aparejada su desaparición. Se po-
ne igualmente en cuestionamiento que el
único parámetro para evaluar la eficiencia
de la empresa pudiera ser la producción de
utilidades para quien la ha organizado. Por
lo demás el costo de una quiebra crea vaci-
lación con respecto a la conveniencia y ne-
cesidad colectivas de la disolución. El sim-
ple respeto de los intereses de los acreedo-
res no resulta ser ni aparece como el mejor
instrumento para satisfacer las generales
necesidades de la colectividad. Por lo de-
más el procedimiento de la administración
extraordinaria ofrece más seguridades a
 los acreedores (al continuar la empresa)
que la quiebra.
Sin embargo, no toda empresa en crisis
se hace acreedora de las ventajas del régi-
men de la liquidación extraordinaria. Sola-
mente son admitidas al sistema las empre-
sas insolventes que tengan deudas con en-
tidades financieras o institutos de previ-
sión social o asistencia social superior a cin-
co veces el capital resultante del último ba-
lance aprobado o igual a veinte millones de
liras, de las cuales mil millones por lo me-
nos hayan sido facilitadas por financiacio-
nes. No se tienen en cuenta la dimensión de
la empresa ni su número de operarios. Se
atiende fundamentalmente su deuda fi-
nanciera y a los márgenes de financiación.
Hay en esta concepción también una espe-
cie de interés derivado de la naturaleza de
la entidad financiera proveedora de medios
económicos ofinancieros o sociales. Losins-
titutos de previsión social y asistencia so-
cial cumplen una función sostenida por re-
cursos provenientes de los trabajadores de
modo que queda justificada esa protección.
En ''cfinitivaj dice Libonatti, los crite-
rios adoptados por la Ley 95 presumen que
es interés de "a colectividad que el ahorro
no s" estanque y cuando el ahorro a través
de sus canales típicos ha financiado una
cierta empresa bien puede la crisis de la
misma ser enderezada según orientaciones
que se consideren más adecuadas a las exi-
gencias de la colectividad, con preeminen-
cia sobre otros intereses de carácter pura-
mente individual. Tanto el procedimiento
de quiebra como el de administración ex-
traordinaria agrega, tienen sus costos. Y
según los casos se elige el costo que en aten-
ción a las circunstancias, la colectividad
puede estar más dispuesta a soportar.
En síntesis, el régimen de la continua-
ción de la empresa es sólo por un período li-
mitado. Deja previsto un programa previo
con un plan de saneamiento y arbitra ga-
rantías del Estado por las deudas contraí-
das en la reestructuración. Pero en todo es-
to no juega un interés primordial vinculado
al resurgimiento de la sociedad, de su es-
tructura originaria, sino más bien a la
transferencia a terceros de los complejos
productivos eficientes. Puede el adminis-
trador realizar arreglos empresariales que
sin embargo no imponen necesariamente
una reestructuración de los esquemas for-
males. La finalidad es la transferencia del
establecimiento y no una reestructuración
de su organización formal.
El programa del administrador debe ser
coherente con la política industrial oficial,
indicándose oportunamente los estableci-
mientos que habrán de transferirse previa
reactivación.
La crisis de la empresa ya no puede ser
regulada por la disciplina de la quiebra so-
lamente. Así como tampoco únicamente
por la renta, con ser atributo esencial. La
verificación del estado de insolvencia tam-
bién se debe pergeñar por la falta de pago
de los salarios. La administración extraor-
dinaria sólo es admitida cuando el empre-
sario es ya insolvente; cuando la crisis se
presenta insuperable por los solos recursos
de la empresa.
El régimen hace distinciones en casos de
ciertas empresas controladas. El art. 3 de
la ley dice que se hallan igualmente sujetas
al procedimiento de la administración ex-
traordinaria las empresas que en estado de
insolvencia patrimonial y no teniendo una
deuda de la índole general (entidades fi-
nancieras, instituto de previsión social,
etc.) se hallen controlando a una sociedad
sometida al procedimiento de administra-
ción extraordinaria o bien estén siendo con-
troladas por esta úiltima, o sujetas a la mis-
ma dirección, o finalmente hayan concedi-
do créditos o garantías en una cierta medi-
da ala sociedad en administración extraor-
dinaria. La fórmula elegida por la ley para
incluir a las empresas controladas ofrece la
posibilidad de examinar cuestiones contin-
gentes sobre la materia distinguiendo si-
tuaciones que dentro o fuera del régimen se
prestan a interpretaciones diversas. Un
concepto de "dirección unitaria" sobre el
grupo viene a fortalecer la división o di stin-
go que hace la ley de esa dirección con inde-
pendencia de la propia situación financiera
y la insolvencia que da origen al sistema.
El concepto de "grupo" adquiere una re-
levancia autónoma y eso quizás sea una de
las más importantes caracterizaciones del
régimen. La autoridad de aplicación del
sistema puede exigir en determinadas cir-
cunstancias balances consolidados al gru-
po. Simultáneamente se abre a considera-
ción un importante capítulo sobre socieda-
des de control y sociedades controladas; in-
solvencia manifestada y la omisión del pa-
go de los intereses por un tiempo determi-
nado.
 En definitiva y por encima de la liquida- supuesto legislado, va de suyo que la expe-
ción compulsiva del patrimonio social, la riencia actual demuestra que la cuestión
administración extraordinaria procura la ofrece una fertilidad que excede en mucho
tutela y defensa de ciertos valores no como los límites de la legislación italiana. Pensa-
alternativa, sino como objetivo principal mos, por lo demás, que la consideración de
encaminado a través de la conservación de los grupos insolventes —así como la de la
la empresa, el saneamiento, la reactivación administración delegada en sentido am-
y la búsqueda de nuevos arreglos empresa- plio—podría ser materia importante a con-
riales para los complejos industriales que siderar en una próxima reforma de la ley de
caen bajo el régimen. La circunstancia de sociedades y de concursos.
que el procedimiento de la administración
extraordinaria sea de carácter administra- BIBLIOGRAFÍA BÁSICA — Libonatti, Bernardino, II
Gruppo insolvente, Nardini Editare, Firenze, 1981 —Sandu-
tivo y no judicial, suscita la necesidad de lli, M.; V "amministrazione straordinaria"' delle impresa in
examinar la función del Estado y los órga- crísi, Nápoli, 1979 — Blaise, Jean Bernard; Ententes et con-
nos de administración. centrations économiques, Sirey, París, 1983—Baralo,J.P.,Le
Con posterioridad al dictado de la Ley holding régimejuridique et fiscal, Tec y Doc Laovisier, París,
95, sus disposiciones sufrieron diversas re- 1982 — Poggi Gianfranco, A evolufáo do estado moderno, Edi-
tores Zahar, Río de Janeiro, 1981 — Pepe, Federico; 7íoí-
9
formas como se advierte en la Ley n 445 de dings'gruppi e bilanci consolidatti, Editore A. Giuffré, Mila-
agosto de 1980, de la cual surge una am- no, 1974.
pliación del ámbito de la ley. Aunque las re-
laciones casi siempre claudicantes de un GRUPOS DE EMPRESAS (V. en este
grupo insolvente en función de su pasivo fi- Apéndice Agrupamientos de Sociedades y
nanciero parecieran ser una constante del Empresas).