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ROTH, Joseph (1938). La cripta de los capuchinos.

La cripta de los capuchinos es la novela del declive de Austria como estado soberano, el finis Austriae, simbolizado en el joven Trotta, heredero de
una familia humilde ennoblecida por Francisco José, y por la cripta a la que alude el título, el panteón de la familia imperial austríaca. Pocos días
antes de que los nazis entren en Viena, Trotta baja a la cripta a confesar su fracaso.

Hacía varias semanas que no leía ningún periódico, y las charlas de mis amigos, que se alimentaban de ellos y de noticias y rumores, pasaban por mis
oídos sin causar el más mínimo efecto, como las olas del Danubio, cuando a veces me sentaba en el muelle de Francisco José o en el Paseo de Isabel.
Estaba desconectado, completamente desconectado; estar desconectado de los vivos quiere decir algo así como ser extraterritorial. Yo era un
extraterritorial entre los vivos.

También me parecía superfluo el nerviosismo de mis amigos en esta tarde de viernes, hasta el momento en que apareció en el umbral de la puerta del
café un hombre joven vestido de una forma extraña. Llevaba polainas de cuero, camisa blanca y una gorra de tipo militar que a mí me recordó en
seguida una bandeja de cama y una caricatura de nuestras antiguas gorras austríacas, es decir: ni siquiera una gorra prusiana (porque los prusianos no
llevaban en la cabeza ni gorras ni sombreros, sino cascos). Alejado del mundo y del infierno que el mundo representaba para mí, yo no estaba en
situación de distinguir las nuevas gorras y los nuevos uniformes. Podía haber camisas blancas, azules, verdes o rojas; pantalones negros, marrones,
verdes o lacados en azul; botas y espuelas, cueros, correajes y cinturones, y espadas en vainas de todo tipo: en cualquier caso, hacía ya tiempo, desde
que volví de la guerra, me había decidido a no diferenciarlos, a no reconocerlos, y por esto me sorprendió más que a mis amigos la aparición de
semejante figura, que parecía emerger de los lavabos situados en el sótano, pero que en realidad había entrado por la puerta de la calle. Durante unos
minutos llegué a pensar que los lavabos, que yo conocía bien y que estaban situados en el sótano, se habían trasladado repentinamente afuera, y que
uno de los hombres que servían allí había entrado para anunciarnos que todas las plazas estaban ocupadas. Pero el hombre dijo:
— Compatriotas, el gobierno ha caído, y un nuevo gobierno del pueblo, un gobierno alemán, está en marcha.

Fuente: http://www.historiacontemporanea.com/pages/bloque3/totalitarismos-y-virajes-hacia-la-guerra/fuentes_literarias/la-cripta-de-los-capuchinos

Última versión: 2018-06-11 06:51 - 1 dee 1 -

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