Autoestima y asertividad

Lo que pasa en el mundo de la ingeniería, lo enseñamos en Mineria® 1

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Temario
Objetivo............................................................................................................3

Introducción.....................................................................................................3

1. Elementos básicos de la autoestima.............................................................4

2. Vivir conscientemente.................................................................................11

3. Autoaceptación..........................................................................................14

3.1 ¿Qué hacer con el miedo?.................................................................15

4. Asertividad.................................................................................................17

Conclusiones..................................................................................................18

Fuentes de consulta........................................................................................19

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Objetivo
Al finalizar el tema el participante será capaz de: Adquirir los conocimientos
básicos sobre la autoestima así como del discernimiento para percatarse de
cómo es su actuar en el ámbito cotidiano.

Introducción
La mayoría de las personas afirman que tienen tantos problemas que no pueden
salir adelante y que no logran tener un equilibrio emocional deseado, es muy
cierto que no todos cuentan con las mismas oportunidades ni con el mismo grado
de autoestima ni preparación intelectual, sin embargo, es factible persuadir
que muchas veces se tiende a engrandecer las dificultades. En éste curso se
abordarán los elementos básicos de la autoestima ya que ésta es un factor
fundamental en el desempeño exitoso escolar, académico, laboral, profesional
y personal, por lo que estudiarás las principales aproximaciones a su significado
así como su utilidad en el contexto en el que se desenvuelve diariamente.

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Elementos básicos de
1. la Autoestima

En el ámbito de la vida diaria, nos desenvolvemos dentro de un gran espectro

de situaciones: estableciendo relaciones interpersonales todo el tiempo, con
las más variadas circunstancias en la escuela, trabajo, relación de pareja,
relaciones familiares, etcétera. Así mismo, establecemos contacto con una
infinidad de sistemas: sociales, económicas, políticos, culturales, regionales,
lingüísticos. Dentro de todos estos ámbitos, siempre subyace un elemento que
permite desenvolvernos con seguridad o con inseguridad, dicho elemento lo
tienen todas las personas y sirve como indicador fundamental para sentirse con
valía suficiente para expresarse y comportarse dentro de cualquier ámbito, por
competitivo que sea, se trata de la autoestima.

La forma en la que se ve la vida, el logro que se es capaz de sentir y que se

pueden alcanzar o los dramas que se experimentan por no atreverse a realizar
algo, acercarse a alguien, o conseguir lo que se desea por sentirse inseguro,
son un reflejo de la visión interna que se tiene de uno mismo, por lo que, la
autoestima, puede ser la clave del éxito o del fracaso.

De acuerdo a Nathaniel Branden, “Aparte de los problemas de origen biológico,

no conozco una sola dificultad psicológica, desde la angustia y la depresión, el
miedo a la intimidad o al éxito, el abuso del alcohol o de las drogas, el bajo
rendimiento en el estudio o en o en el trabajo, hasta los malos tratos a las mujeres
o a la violación de menores, las disfunciones sexuales o la inmadurez emocional,
pasando por el suicidio o los crímenes violentos que no sea atribuible a una
autoestima deficiente”

Existe la tendencia a hacer juicios sobre las situaciones o personas que nos
rodean “esto no me gusta” “aquello sí me gusta” “esa persona me cae bien”
“aquella persona me cae mal” “ésta situación es muy difícil “todo está muy
complicado ahora” etcétera.

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Sin embargo, de los juicios que se hacen todos los días, el más importante, es el que
se hace sobre uno mismo. “No sirvo para esto” “No sirvo para nada” “Ya debería
haber aprendido a hacer…” “Siempre me pasa lo mismo” “Seguramente le
caigo mal por eso…” ejemplos como éstos, pasan por la mente todos los días y
pueden minar de manera severa la valía y el sentido de seguridad en uno mismo,
sólo porque se cree que son verdad. Se requiere construir una autoestima sana
para vivir con mayor plenitud todas las circunstancias de la vida.

De acuerdo con Nathaniel Branden la autoestima tiene dos componentes.

En otras palabras la autoestima es la suma de la confianza y el respeto por

sí mismo. Refleja el juicio implícito que cada uno tiene de su habilidad para
enfrentar los desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y
del derecho a ser feliz (respetar y defender los intereses y necesidades).

“Desarrollar la autoestima es ampliar nuestra capacidad de ser felices”

Por lo anterior se pueden mencionar tres conceptos de autoestima:

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Visto esto, en cada persona se puede desarrollar un sentido de confianza y

respeto, ya que es parte inherente de la naturaleza. La capacidad de pensar por
uno mismo y el hecho de estar vivo, da derecho a esforzase, buscar, perseguir y
obtener la propia y legitima felicidad.

Todos deberían contar con un alto grado de autoestima, pero muchos

experimentan sentimientos de inseguridad, culpa, dudas sobre su propia valía
o fortaleza y talento, una sensación de que “No soy suficiente”, sin embargo
la mayoría de las veces éste tipo de sentimientos se niega, no se aceptan y la
persona vive auto-engañada en un mundo irreal en que cree que no pasa nada
y que simplemente, tiene que vivir como los demás. Nada más falso. Se requiere
darse cuenta del valor ante cada circunstancia de la vida que parezca “difícil”
y enfrentarla para seguir adelante. En las circunstancias estresantes o difíciles
de la vida cotidiana, puede ser muy fácil olvidarse de los conceptos positivos
de uno mismo, sin embargo, la autoestima es un asunto de “grado”, es decir,
nadie carece por completo de ella y cualquier persona puede desarrollarla en
cualquier momento. Puede que no se este del todo satisfecho con uno mismo
pero siempre se puede mejorar el concepto y pensamiento acerca de uno
mismo, recordando el valor propio. 

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De esta forma puede darse cuenta de que el hecho de cultivar la autoestima les
interesa a todos. No se necesita llegar a odiarse o a estar fastidiado de sí mismo
para aprender a quererse más; tampoco sentirse inferior a nadie para desear
salir adelante y progresar, ni tener que sentirse infeliz para poder vivir con mayor
entusiasmo y alegría el tipo de vida que se tiene. Es necesario hacer una labor
constante para mejorar el auto-concepto y elevar la autoestima, de forma que
se puedan enfrentar dificultades con mayor fortaleza y seguridad, si se cuida el
auto-concepto se siente una mayor confianza y flexibilidad para hacer frente a
las dificultades que pueden llevar a sentimientos de derrota o a claudicar en el
logro de las metas.

Por lo anterior, la idea que se tiene de sí mismo eleva la autoestima, es decir:

a) Entre más alta sea la autoestima, se sentirá con mayor confianza

para establecer relaciones más sanas puesto que lo semejante se atrae
hacia sí, la salud llama a más salud, el dinero llama dinero, y la vitalidad
y el ánimo surgen de forma genuina en el individuo en lugar de la
sensación de vacío interior o el buscar aprovecharse de los demás o
manipularlos para obtener beneficios personales.

b) Se está más inclinado a tratar a los demás con respeto,

comprensión y buena voluntad, ya que se dejará de percibir como
amenaza, se dejará de sentirse “extraños y asustados en un mundo
que nunca hicimos” (poema de A. E. Housman), porque el respeto por
uno mismo es la base del respeto por los demás.

c) Se siente más alegría por el simple hecho de ser quien es, de

despertar por la mañana, de vivir dentro de su cuerpo.

De acuerdo a las ideas anteriores se puede mencionar que:

“La autoestima, en cualquier nivel, es una experiencia íntima; reside en el

núcleo de nuestro ser. Es lo que yo pienso y siento sobre mí mismo, no lo
que otros piensan o sienten sobre mí.”

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De la frase anterior se puede decir que la absoluta individualidad de las personas

se muestra cuando reflexionan que nadie, absolutamente nadie, puede pensar
por uno, nadie puede sentir igual, nadie puede respirar por uno, nadie puede
imponer a quién amar, o de quién se debe enamorar; nadie puede imponer la
fe y nadie puede determinar lo que se hace con nuestra vida. Si se reflexiona
con detenimiento, se puede sentir sumamente afortunado de darse cuenta
que es uno mismo quien puede usar libre y responsablemente su criterio para
decidir qué opiniones forjarse acerca de cada aspecto de la vida. Así mismo,
se es un juez interno que juzga cada una de sus acciones: sea un juez justo, que
no sobre-castigue o imponga juicios tan severos de sí mismo que no se permita
vivir en equilibrio, ni haga un juez arbitrario que no se percate de las acciones
que puede mejorar cada día.

Siguiendo con la idea de la individualidad, considere que puede ser amado por
su familia, pareja, amigos pero no amarse a sí mismo. Puede ser admirado por los
colaboradores en el trabajo, o por los socios del negocio o por los compañeros
y aun así, no sentirse valorado y creer que carece de valores. Incluso, puede
proyectar una imagen de mucha seguridad y aplomo que engañe a todo el
mundo, y en el fondo, temblar en secreto por sentirse inútil.

Se puede buscar el reconocimiento de los demás y llenar sus expectativas y no

las propias; puede obtener altos honores o premios, le pueden aplaudir mucho,
pueden darle miles de “likes” en las redes sociales y tener cien mil “amigos”,
puede salir en la tele o tener un “extraordinario” puesto de trabajo, puede ser
adorado por millones de personas y sin embargo, sentir secretamente cuando
está solo, que no ha logrado nada, despertar cada mañana con una deprimente
sensación de fraude y vacío interno.

Así como el aplauso de los otros no nutre la autoestima, tampoco lo hacen

las posesiones materiales. Ni el coche, ni la marca de la ropa que se usa, ni el
tipo de pareja que se tiene ni el matrimonio, ni la paternidad o maternidad, ni
el número de conquistas, ni las cirugías estéticas que se hagas, nada de ello
contribuye a una verdadera autoestima.

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Lo anterior, puede hacernos sentir mejor con respecto a sí mismo sólo por un
tiempo, o más cómodos en determinadas situaciones; pero comodidad no es
sinónimo de autoestima y nada de eso resuelve de fondo. La construcción de
una autoestima sana, tiene que ver con que nadie puede generar la experiencia
de que se es apto y capaz para enfrentar la vida y nadie puede hacer que
confié en sí mismo, salvo uno mismo. La autoestima es una mente que confía en
sí misma, no es competitiva ni comparativa.

“Nadie puede hacernos felices, salvo, nosotros mismos”

Alfonso Ruíz Soto.

Por otro lado la arrogancia, la jactancia y la sobrevaloración de las capacidades

reflejan más bien una autoestima equivocada, es un “ego” enfrascado, inseguro
de sí mismo y no, como se cree, una gran autoestima. El ego siempre busca el
reconocimiento fuera, porque no lo tiene dentro. Es interesante ver cómo hasta
en los refranes populares se ve reflejada esta verdad “Dime de qué presumes y
te diré de qué careces”.

Lejos de un ego enaltecido, la importancia de una autoestima sana reside en

el hecho de que es el cimiento de la capacidad para responder de manera
activa, positiva y asertiva ante las oportunidades que se presentan en el entorno:
trabajo, amor, amigos, familia, sociedad, incluso, la diversión. Extrañamente es
también la base de la serenidad de espíritu que hace posible el disfrute de la
vida.

De esta manera se pueden mencionar algunos rasgos en la autoestima.

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2. Vivir conscientemente

Un factor importante para vivir conscientemente es la mente ya que es un

componente máximo de la vida. Los logros son el reflejo de la capacidad de
pensar. Una vida llena de éxitos depende del uso adecuado de la inteligencia,
es decir, del uso que se haga de las actividades y objetivos que se establezcan
así como de los desafíos que se enfrentan.

A lo largo de un día se requiere elegir miles de veces el nivel de conciencia con

que se funciona, se tiene que escoger entre pensar y no pensar de tal forma
que con el paso del tiempo se va adquiriendo una noción del tipo de persona
que se es, de acuerdo con las elecciones que se hacen, la racionalidad y la
integridad que se muestre ante todo lo que se haga. Uno tiene el libre albedrío
de decidir cómo actuar ante determinadas circunstancias. Puede que no sea
tan sencillo pero se debe practicar, estar más atentos a las emociones con las
que se toman decisiones o con que se resuelven las cosas.

Por lo tanto, la autoestima no depende de las características con que se nace,

sino del modo en que se usa la conciencia en las elecciones que se hacen
con respecto al conocimiento de las cosas, a la honestidad de la relación con
la realidad y el nivel de la integridad. Una persona de gran inteligencia y gran
autoestima no se sentirá “más” adecuada para la vida ni “más” merecedora
de felicidad que otra con gran autoestima pero con una inteligencia no tan
espectacular.

Vivir conscientemente implica respetar los hechos de la realidad, los hechos del
mundo interior así como los del mundo exterior a diferencia de tener una actitud
equivalente a: “No quiero ver esto ni considerarlo, no quiero ni pensarlo… “.
Vivir conscientemente es vivir responsablemente para con la realidad. Esto no
significa que nos tenga que gustar lo que vemos, ni que se esté de acuerdo.
Hay que reconocer lo que es y lo que no es, aceptar que los deseos, miedos o
rechazos por circunstancias o personas, no alteren los hechos.

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“Si comprendes, las cosas son como son, si no

comprendes, las cosas son como son”
Alfonso Ruíz Soto

Esta forma de vivir consciente trae consigo resultados en contraposición al

hecho de vivir inconscientemente. Por ejemplo:

• Pensar, aunque resulte difícil, contra no pensar.

• El conocimiento, aun cuando sea un desafío, contra el

desconocimiento.

• La claridad, se obtenga o no con facilidad, contra la oscuridad o la

vaguedad.

• El respeto por la realidad, ya sea agradable o dolorosa, contra la

huida de la realidad.

• El respeto por la verdad contra el rechazo de la verdad.

• La independencia contra la dependencia.

• La actitud contra la actitud pasiva.

• La voluntad de correr riesgos adecuados, aunque despierten miedo,

contra la falta de voluntad.

• La honestidad con uno mismo contra la deshonestidad.

• Vivir en el presente y de acuerdo con él, contra replegarse en la

fantasía.

• Enfrentarse a uno mismo contra evitarse a uno mismo.

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• La voluntad de ver y corregir los errores, contra la perseverancia en el

error.

• La razón contra el irracionalismo.

Uno de los aspectos más importantes de vivir conscientemente es la

independencia intelectual. Nadie puede pensar a través de la mente de nadie
más. Se puede aprender de los demás, pero el verdadero conocimiento implica
comprensión por uno mismo, y no se trata de mera repetición o imitación.
Se tienen dos alternativas: ejercitar nuestra propia mente, o dejar en otros la
responsabilidad del conocimiento y aceptar sus convicciones de manera
incondicional.

Hablar de “pensar de forma independiente” es útil porque la redundancia tiene

mucho valor. Con frecuencia, la gente llama “pensar” al mero reciclaje de
opiniones ajenas, no al verdadero pensamiento reflexionado y analizado por uno
mismo. Pensar con independencia sobre nuestro trabajo, nuestras relaciones,
los valores de nuestra vida es parte de “vivir conscientemente”.

Por lo tanto, cuanto más conscientemente se vive la vida, más fe se tiene en

la mente y más respeto mi valor como individuo. Cuanta más fe tengo en mi
mente y más respeto mi valor, más natural me resulta vivir conscientemente. Esta
relación existe entre todas las conductas que sirven de apoyo a la construcción
de la autoestima.
 

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3. Autoaceptación

La autoaceptación es una condición previa para empezar a cambiar uno

mismo. Al aceptar lo que se siente y lo que se es, en cualquier etapa de la vida,
se puede permitir ser plenamente consciente de la naturaleza, de las elecciones
y acciones.

Hay que tener en cuenta que “aceptar” no significa necesariamente “gustar”;

no significa que no se puede imaginar o desear cambios o mejoras. Significa
experimentar, sin negación ni rechazo, que un hecho es como es; por ejemplo,
aceptar que nuestro cuerpo es como es el día de hoy. Si lo acepta y se da
cuenta de que así es en este momento, puede percatarse de que se comienza
a relajar un poco, y tal vez se sienta más cómodo con sí mismo, y más genuino.
Aunque no le guste o no le cause placer todo lo que vea cuando se mira en un
espejo, puede decir: “Ese soy yo, en este momento. No lo niego. Lo acepto”. Eso
es respeto por la realidad, respeto por usted.

Puede practicar esto todas las mañanas durante dos minutos y al poco tiempo
comenzará a experimentar la relación entre la autoaceptación y la autoestima:
una mente que honra a la vista se honra a sí misma.

También existe otro descubrimiento importante: no sólo se mantiene una relación

más armoniosa consigo mismo, no sólo desarrolla su autoconfianza y su auto
respeto, sino que, si existen aspectos de su sí mismo que no le gustan, y tiene
posibilidades de cambiar, se siente más inclinado a realizar esos cambios, una
vez que haya aceptado los hechos tal como son ahora.

“No nos sentimos inclinados a cambiar aquellas cosas cuya realidad

negamos”.
 

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3.1. ¿Qué hacer con el miedo?

Una vez que se acepta como se es y toma consciencia de lo que se piensa

y siente, hay ocasiones en las que el miedo se apodera de uno y no se sabe
qué hacer. Supóngase a una persona que va a entrar en una fiesta en la que
conoce a muy poca gente, o va a pedir trabajo se siente inseguro o tímido. Esta
persona se encuentra angustiada y trata de combatir su ansiedad como hace
la mayoría: poniéndose más tenso, conteniendo la respiración y diciéndose “No
tengo miedo” “No seas tímido”. Esta estrategia no funciona; en realidad, le
hace sentir peor puesto que ahora su cuerpo envía a su cerebro señales de
alerta y emergencia, ante las señales de peligro, se responde “combatiendo”
su inquietud de manera aún más fuerte, con tensión, con privación de oxígeno,
y quizá con irritación y autorreproches. En ese instante se acciona una guerra
con sí mismo, puesto que nunca se aprendió que existía otra estrategia mucho
más eficaz: la de auto aceptación, con la que se deja de combatir la sensación
de angustia y se sumerge en ella, se acepta. Quizá se diga: “Bueno, pues tengo
miedo” luego respire profundamente. Concentrado en su respiración aunque
al principio le cueste trabajo, tal vez le resulte difícil durante unos minutos pero
se persevera, y observa su miedo, se convierte usted mismo en testigo que mira
de lejos la escena, sin identificarse con ella.

“Sí tengo miedo, tengo miedo... pero eso no es motivo para volverme
inconsciente. Continuaré usando mis ojos. Continuare viendo.” “Miedo,
venté conmigo, vamos adelante”

Puede incluso “hablar” con el miedo, invitándolo a que le diga la peor cosa
imaginable que pueda ocurrir, de modo que se pueda afrontarla y también
aceptarla; ésta es una estrategia que tiende a apartar las fantasías tormentosas
y se induce a una realidad, mucho más benévola. Quizá se dé cuenta de cuándo
y cómo comenzó ese miedo, quizá se aprecie más profundamente que no tiene
fundamento y que es, en realidad, una respuesta obsoleta sin relevancia real en
el presente.
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Quizá el miedo no desaparezca en todas las ocasiones pero a veces sí lo hará,

a veces sólo disminuirá, pero se sentirá relativamente más relajado y libre de
actuar con eficacia ante cada situación. 

Cuando una persona tiene miedo, es inútil aconsejarle que se “relaje”, pues esa
persona no sabe cómo traducir el consejo a conducta. Pero si se le dice que
respire suave y profundamente, o que imagine cómo se sentiría si no tuviera
que combatir el miedo, o cómo se sentirá dentro de un año cuando ya haya
resuelto, en esa situación, se le está proponiendo algo que puede llevar a la
acción, es decir, algo que sí puede lograr.

La persona piensa en abrirse al miedo para permitirle entrar, observarlo sin llegar
a identificarse con él y por último, proyectar lo peor que podría sucederle y
afrontarlo:

“Siento miedo, y no puedo afrontar ese hecho, pero yo soy más que mi
miedo”.

Mírelo más pequeño y cómo disminuye de tamaño. Al mismo tiempo, se puede

hacer una escena mental de qué sería lo mejor que podría suceder con ésta
situación o después.

No hay que identificarse con el miedo. Diga: “Reconozco mi miedo y lo acepto”

Cuando se aprende a aceptar el miedo, se deja de considerarlo como una
catástrofe y entonces deja de ser amo. Uno ya no se siente torturado por fantasías
que pueden guardar poca o ninguna relación con la realidad, se es libre para
ver a la gente y a las situaciones tal y como son, se siente más eficaz, tiene más
control sobre su vida y por lo tanto, la autoconfianza y respeto por uno mismos,
aumentan.
 

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4. Asertividad

El ser asertivo es tener la habilidad personal de expresar de mejor manera

las opiniones, sentimientos o pensamientos, por ello, se muestran algunas
características que definen a la persona asertiva.

Características de la persona asertiva:

• Tiene claros sus objetivos.

• Se siente confiados y aptos para la vida. Confían en su capacidad

de pensar, entender y tomar decisiones.

• Abiertos para la crítica y reconocen sus errores.

• Muestran congruencia (armonía entre lo que dice y lo que se hace).

• Manejo menos ansioso e inseguro frente a las adversidades.

• Capacidad de conservar el equilibrio y la dignidad en situaciones de

estrés.

• La felicidad humana, el bienestar y el progreso son sus objetivos.

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Conclusiones
La autoestima no depende de nadie y nadie la puede quitar o dar. Se
construye internamente, acabo de pequeñas acciones en las que se es más
consciente, se auto acepta y se actúa con propósito en todas las áreas de la
vida.

La autoestima saludable implica no sólo tener relaciones y valoraciones

gratificantes consigo mismo, sino también la capacidad de relacionarse de
manera asertiva con los otros y contar con la fortaleza necesaria para arriesgarse
y luchar.

Por otro lado cuando se habla de una baja autoestima también es importante
analizar si la persona es asertiva o no, tener baja autoestima está frecuentemente
relacionado con no tener un comportamiento asertivo. La autoestima y la
asertividad tienen una relación muy estrecha ya que sin una es complicado que
la otra pueda estar fortalecida.

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Fuentes de
consulta
Branden, Nathaniel. Cómo mejorar su autoestima. Paidós. Ibérica.

Branden, Nathaniel. Los seis pilares de la autoestima. Paidós. México.

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