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Velázquez, las Hilanderas

La fábula de Aracne, o Las Hilanderas. S. XVII (1657).


Barroco español. Tema mitológico. Museo del Prado.
Óleo sobre lienzo. Escena de taller.
En el primer plano tenemos a una serie de mujeres
hilando en la rueca y preparando hilos. Al fondo se
observa a tres mujeres, vestidas como nobles,
contemplando un tapiz en el que aparece representado
un motivo mitológico. Esto es sólo apariencia, ya que
lo que en realidad se representa en el cuadro es una
alegoría de Las Parcas, la representación de la fábula de
Aracne. Ésta era una joven famosa por ser una buena
tejedora, que retó a la diosa Atenea (inventora de la
rueca) a un duelo de tejido. Así según esta
interpretación, Aracne sería la joven que se representa de espaldas al espectador, tejiendo su tapiz que es el
que está representado al fondo de la estancia, mientras que la diosa aparecería camuflada como la anciana
que vemos en el primer plano, por lo que el pintor para darnos pistas de quien en realidad es, deja ver su
pierna que no se corresponde con la edad del rostro de la mujer. La escena del fondo se correspondería con el
final de la fábula, ya que Atenea, representada con sus atributos guerreros aparece enfrente de la joven,
ataviada con un vestido de plegados clásicos, levantando la mano para castigarla y condenarla a tejer
eternamente bajo la forma de la araña. Estas dos figuras parecen formar parte del tapiz que se encuentra al
fondo de la estancia, pero según esta interpretación, estarían situadas justamente delante de él.
En esta composición observamos el equívoco velazqueño, pues representa varios momentos de la misma
narración y prescinde de cualquier tipo de jerarquización de las figuras, con lo que el espectador carece de
cualquier referencia que le aclare el verdadero orden y significado del cuadro. Compositivamente destaca la
simetría que se observa, ya que la obra se articula a base de gestos paralelos invertidos.
La profundidad la consigue con la captación de la perspectiva aérea, conseguida por el juego de luces
laterales y frontales que recuerdan a lo que años más tarde van a realizar los pintores impresionistas. Por
ultimo respecto a la pincelada, se va haciendo más líquida, lo cual también es producto de un cambio en la
imprimación previa al lienzo. En muchas ocasiones, se esfuma la forma. Muchas figuras, están construidas
solamente con color, que cada vez se hace más transparente.
Hay quienes además, buscan en este cuadro otros significados ocultos y simbólicos. Podría tratarse de una
alegoría política, en la que la hilandera de más edad representaría la obediencia al poder establecido,
mientras que el torno representa la velocidad y variabilidad de los mandatos. También podría tratarse de una
Apología de las Bellas Artes, que demostraría la superioridad de la pintura sobre la artesanía. La
dignificación de la pintura era una cuestión bastante discutida por los artistas, ya desde siglos anteriores.
Es un pintor plenamente barroco, pero no por el movimiento de sus figuras, sino por el sentido de la
profundidad del que dota a sus obras, en la búsqueda de la personalidad del individuo, en el progresivo
difuminado de las líneas y en la constante distensión de fuerzas que llenan sus composiciones, ya que la vista
se ve impulsada a moverse a grandes tirones, de un lado a otro.
Probablemente entre sus aportaciones características más destacadas tengamos que destacar el desarrollo de
la perspectiva aérea, es decir, la sensación óptica de la luz que parece circular por la tela. La distancia no
viene marcada tan sólo por el empequeñecimiento de los objetos o la tendencia a un punto de fuga, sino
también por la visión de ese aire que difumina el fondo. Un segundo aspecto sería la consecución de la
profundidad visual en el cuadro por la multiplicación de los planos de representación que, combinada con la
perspectiva aérea y con los múltiples focos de luz, tanto interior como exterior, hacen de sus obras
estructuras complejas que se alejan y al tiempo se acercan al espectador gracias a sus primeros planos, que
bien nos invitan a entrar o suponen un punto de vista similar al nuestro, haciendo que el espacio pictórico sea
una prolongación del espacio real. Un tercer aspecto lo supondría la pincelada suelta y menuda que acaba por
difuminar las formas.
Las Hilanderas, constituye junto con “Las Meninas” la culminación del estilo velazqueño.
Su pintura evoluciona desde el más puro academicismo de la más tangible realidad a la cada vez mayor
descomposición de la forma. Su evolución hizo que fuese el pintor español más completo de su tiempo.
Velázquez consigue anticiparse al Impresionismo en 250 años.
CONTEXTO DE LAS MENINAS

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