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La autoficción: simulacro de teoría o

desfiguraciones de un género*
Fecha de recepción: 17 de abril de 2017
Fecha de aprobación: 07 de junio de 2017

Resumen
El objetivo de esta contribución es ofrecer una visión crítica y un Diana Diaconu
balance del estado actual de la reflexión sobre la autoficción en el
ámbito hispanoamericano. Con este propósito ubico y analizo los
Profesora e investigadora del
principales lugares cficados. Finalmente, indico algunos caminos a Departamento de Literatura de la
seguir para la crítica, direcciones inexploradas o abandonadas antes Universidad Nacional de Colombia,
de tiempo y que considero valiosas para una teoría de la autoficción. sede Bogotá. Su último libro es:
Recuperar la perspectiva sociocultural, que permite emprender la Fernando Vallejo y la autoficción.
búsqueda del significado del género, ofrecería, además, la ventaja Coordenadas de un nuevo género
de hacer posible un análisis de las particularidades del género narrativo (2013).
dndiaconu@unal.edu.co
autoficcional en América Latina —tarea urgente y crucial de la
teoría y la crítica literarias contemporáneas.
*Este artículo de reflexión hace parte
Palabras clave: autoficción, narrativa hispanoamericana de una investigación más amplia,
desarrollada gracias a la Beca de
contemporánea, teoría y crítica literarias, debates actuales. Excelencia 2016 del Gobierno de
México, otorgada a través de la
Secretaría de Relaciones Exteriores. El
texto integral se publicará en un libro
de próxima aparición.
Citar: Diaconu, D. (enero-junio de 2017). La autoficción: simulacro de te-
oría o desfiguraciones de un género. La Palabra, (30), 35 – 52. doi: https://doi.
org/10.19053/01218530.n30.2017.6964

35 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 35-52
Autofiction: Mock Theory or
Disfigurement of a Genre
Abstract
The aim of this contribution is to provide a critical overview of the current state of reflection on autofiction in
Hispanic America. With this purpose I locate and analyze the main clichés in theoretical and critical proposals
about autofiction today, attempting to demonstrate the ways in which they distort the current landscape of
autofictional theory, still under construction. The task of censoring the clichés of criticism implies analyzing
erroneous readings which tend to blur fundamental statements about the nature of autofiction, while rescuing
the essential meanings that have been neglected or mystified. Finally, I point out some future challenges for
criticism, based on unexplored or prematurely abandoned directions which I consider to be valuable for a
theory of autofiction. To recover the sociocultural perspective, which inquires into the meaning of the genre,
will also make it possible to analyze the particularities of the genre in Latin America; an urgent and crucial
task for contemporary theory and literary criticism.

Keywords: autofiction; Hispanic American contemporary narrative; literary theory and criticism,
current debate.

L’autofiction: simulacre de théorie ou


défiguration d’un genre.
Résumé
L’objectif de cette contribution est d’offrir une vision critique et un bilan de l’état actuel de la réflexion sur
l’autofiction dans le domaine hispano-américain. Ainsi, on situe et analyse les lieux communs des principales
théories et critiques sur l’autofiction, tout en nous demandant dans quelle mesure celles-ci déformeraient
le panorama actuel d’une théorie de l’autofiction toujours en processus de construction. Signaler les lieux
communs de la critique passe d’abord par l’analyse de lectures erronées qui s’éloignent des approches
fondamentales sur la nature de l’autofiction, ensuite par l’opération qui permet de récupérer les sens essentiels,
souvent oubliés ou mystifiés. Finalement, on indique des possibles chemins pour la critique, des directions
inexplorées ou abandonnées qu’on considère fort importantes pour une théorie de l’autofiction. La réflexion
est déterminé par un champ littéraire (Bourdieu) spécifique. Nous mettons en rapport les possibilités du genre
et la prise de position (Bourdieu) représentée par l’oeuvre et un dialogue avec d’autres postures existantes.
Cette perspective socio-culturelle permet de réaliser une analyse des particularités du genre d’autofiction en
Amérique Latine- devoir urgent et nécessaire de la théorie et la critique littéraire contemporaine.

Palabras clave: autoficción, narrativa hispanoamericana contemporánea, teoría y crítica literarias,


debates actuales.

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

Para Iván Padilla, primer lector de estas páginas, un cálido agradecimiento.

Introito (con invocación de la De malentendido en malen- estos congresos celebrados últi-


musa) tendido: problemas de recep- mamente. En el mundo entero,
ción diligentes y beatos arqueólogos
Sin duda, vivimos el momento del género descubren yacimien-
de la autoficción. Atrás quedan Los numerosos eventos y pu- tos y reliquias “autoficcionales”
congresos y simposios, mesas blicaciones sobre la autoficción por doquier. ¿Cervantes?, ¿las
redondas, recopilaciones y an- pueden crear la engañosa sen- monjas?, ¿Berceo o los prime-
tologías, antologías de antolo- sación de que el género se en- ros balbuceos autoficcionales?,
gías dedicadas, todas, a la mini- cuentra en el foco de reflexión ¿los griegos? Los orígenes de la
ficción: glorias pasadas. Hoy en de importantes teóricos del autoficción desaparecen traga-
día, la atención de buena parte mundo entero y que, por tanto, dos por la noche de los tiempos.
de la crítica está puesta en el la reflexión teórica sobre el gé-
monstruo bicéfalo rodeado de nero se está desarrollando cada Sin embargo, una vez se logra
misterio. Su poderío se extien- vez más. Los congresos se suce- sortear las distorsiones de la
de como un tumor que amenaza den vertiginosamente citando a perspectiva debidas a la euforia
con devorar ávidamente toda especialistas de todo el mundo del momento de efervescen-
la literatura contemporánea; es (¿de todo el mundo?, digamos cia que estamos viviendo, el
más, en un incontrolable im- que de todo el mundo occiden- panorama actual que se puede
pulso transgenérico, amenaza tal): en septiembre de 2002, en vislumbrar obliga a abandonar
nada más y nada menos que al la Universidad de Saint-Étien- la visión optimista. Las pocas
arte contemporáneo. El nombre ne; en mayo de 2008, en la Uni- propuestas sólidas existentes
mágico de la nueva y disforme versidad de Lausana; en febrero quedan desenfocadas por una
deidad, autoficción, resuena en de 2009, en la Universidad de recepción viciada, a menudo,
todas partes. El oráculo vaticina Bremen; en junio de 2012, en la por la descontextualización. El
que pronto, ni en el rincón más Universidad de Borgoña; en oc- afán de ampliar la validez de
remoto del planeta se podrá es- tubre de 2013, en la Universidad unas propuestas nacidas en unas
cribir tesis, libro, artículo crítico de Alcalá. Desde hace dos años, circunstancias concretas, con-
o reseña sobre la literatura con- también los organizan universi- virtiéndolas en verdades uni-
temporánea, sin rendirle tributo. dades latinoamericanas: en oc- versales, hace que dichas pro-
tubre de 2013, la Pontificia Uni- puestas pierdan nitidez, queden
Varias décadas hace que sobre versidad Católica del Perú; y en desdibujadas. Muchas de las
el asunto corren ríos de tinta y junio del 2014, la Universidad primeras postulaciones del gé-
saliva y, sin embargo, permane- de Rosario. Se les añaden nu- nero eran seguramente parciales
cemos como bajo un mal em- merosas mesas redondas y me- e incompletas, muy necesitadas
brujo: mientras más se escribe, sas de trabajo de muchos otros de matizaciones, pero certeras
menos claro queda qué se en- congresos con temáticas cada dentro de su contexto; ahora se
tiende por autoficción. ¿Cuá- vez más abarcadoras. Tal es el ven convertidas en falsedades
les son sus señas de identidad? vértigo que produce tanto even- de alcance universal. Siguiendo
Como en una especie de nebu- to, que algunos críticos empie- a Lejeune (1994), en cuanto a la
losa, una tras otra se van esfu- zan a ver el mundo al revés y importancia otorgada al pacto
mando las pocas certezas que dejan entender en sus textos de lectura, Lecarme enuncia en
hubo en un comienzo sobre el que el auge de la autoficción es una verdad de reducido alcan-
género. consecuencia directa de todos ce, pero firme: “La autoficción

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es, en el fondo, un dispositivo No se trata de defender aquí, rechazo del género de la novela,
muy sencillo: un relato cuyo de manera dogmática, un punto como modelo narrativo caduco:
autor, narrador y protagonista de vista, sino de observar críti- de manera obvia, esto trae con-
comparten la misma identidad camente las contradicciones en sigo la exploración de nuevos
nominal y cuya clasificación que incurren las propuestas teó- caminos para expresar al sujeto
genérica indica que se trata de ricas que amplían las fronteras contemporáneo, con los retos
una novela” (p. 227).1 de la autoficción según sus con- y problemas que le imponen la
veniencias, sin criterios sólidos, crisis del mundo moderno y del
Sin embargo, al poco tiempo, ni hipótesis interpretativa cohe- posmoderno.
esta sencilla verdad, que era rente. A menudo, lo hacen invo-
un buen punto de partida, cae cando la flexibilidad (versus la De ahí la aparición de replan-
en el olvido y críticos de todo “rigidez teórica”) como valor teamientos que matizan los su-
el mundo empiezan a designar en sí, sin reconocer que también puestos iniciales del género, sin
como autoficciones obras que la flexibilidad adquiere valor traicionar el sentido de su pacto
proponen pactos narrativos solamente dentro de un contex- específico. Puede ocurrir, por
distintos, que generan horizon- to cultural determinado: su va- ejemplo, que la identidad nomi-
tes de expectativas igualmente lor no es intrínseco. Para evitar nal entre autor, narrador y prota-
diversos. Pozuelo Yvancos (en este tipo de desenfoques, al ha- gonista no sea un requisito sine
Casas, 2012)2 lo advierte y hace cer sin embargo un uso flexible qua non y absoluto de la auto-
unas correcciones de fondo a la de los conceptos teóricos, con- ficción sino en la medida en que
crítica española, muy dada últi- cebiré aquí el género literario dicha identidad es expresión y
mamente a convertirlo todo en en el espíritu de Bajtín: como consecuencia natural del pacto
autoficción. Pero en la misma un organismo vivo, nacido no de lectura propio del género.
recopilación donde se reprodu- solamente en el contexto estre- Así se explica que la crítica más
ce el artículo de Pozuelo Yvan- cho de la historia literaria, sino, reciente lea Los detectives sal-
cos, y sin ninguna aclaración, sobre todo, en el más amplio, vajes de Roberto Bolaño como
se incluye un capítulo que con- cultural y social, como respues- una autoficción, a pesar de que,
tradice la visión del profesor de ta a una necesidad histórica. Por al menos en términos estricta-
la Universidad de Murcia.3 En tanto, ningún rasgo de índole te- mente formales, no hay identi-
vez de abrir un espacio propi- mática o formal puede ser eter- dad nominal entre autor, narra-
cio para el debate, entre todos y no en un género pensado en su dor y personaje. Sin embargo,
desde múltiples puntos de vista, devenir constante, como suce- cabe plantear la rebeldía de Bo-
la teorización de la autoficción sión sin fin de reformulaciones. laño ante el género de la novela
se ha convertido en un diálogo En el caso del género autofic- y la consiguiente propuesta de
de sordos. cional, la necesidad expresiva un pacto de lectura novedoso,
mayor a la que responde, y que que cuestiona las convenciones
marca toda nuestra época, es el

1
La traducción es mía.
2
El artículo fue publicado originalmente en 2010, en su libro Figuraciones del yo en la narrativa. Javier Marías y E. Vila-Matas.
3
Se trata del capítulo “Perspectivas hispánicas” del libro La autoficción. Reflexiones teóricas (Casas, 2012). Los tres artículos
que lo componen ya habían sido publicados, se concibieron con otros propósitos y resultaron incorporados abusivamente
a esta antología. Los primeros dos autores ni siquiera pretenden abordar la autoficción, mientras que el tercero parece
“adaptar” rápidamente el texto al tema de la antología. En los tres, el interés que puedan tener sus reflexiones es ajeno o
tangencial a la problemática que la antología pretende enfocar, por tanto, no pueden aportar realmente a la reflexión sobre
la autoficción.

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

novelescas y la tradicional con- la figura de un escritor “difícil contenidista (lo cual la haría
cepción del autor4. de descifrar, extraño para él dependiente de la contrastación
mismo” (2014, p. 54), produce con la realidad extraliteraria),
A menudo se relaciona dicha también, a través de sus múlti- arremetiendo contra lo que le
rebeldía de Roberto Bolaño ples y fugaces narradores, otro parece ser una concepción ex-
con su vocación revolucionaria, efecto de sentido cuya impor- traliteraria y apriorística, en re-
aunque creo que se precisaría tancia en la obra es crucial: la lación con el texto, de la identi-
subrayar que entendida como “identidad cambiante” (2014, p. dad del sujeto.
una posición romántica revi- 52) del sujeto contemporáneo.
sitada, una posición más ética Sin embargo, en realidad Leje-
que política. Se trata de una Este ejemplo demuestra que une (1994) advierte con mucha
actitud vital, de la que surge el un género en devenir, sin una lucidez las limitaciones de las
constante desafío del discurso preceptiva rígida, pese a que definiciones tanto contenidistas
hegemónico, y también de la li- plantea todo tipo de problemas como formales del género, y su
teratura oficial, es decir, de una genéricos, no autoriza a incluir propuesta de definición, según
respuesta necesaria, literaria y en un mismo saco todas las ma- el pacto de lectura, integra estos
vital a la vez, y no de una mera nifestaciones literarias del yo o criterios, pero también los supe-
experimentación estética. Así, en primera persona. Desde lue- ra. Perfectamente consciente de
se establece un pacto autofic- go, a la plasticidad del género que la “prueba de verificación”
cional sin que se dé la identidad se suma el autismo del medio con “la realidad”, en virtud de
nominal entre autor, narrador académico que tiende a favore- la cual se podría concluir la
y personaje, porque lo que se cer la recepción errónea de los referencialidad de un escrito
cuestiona es precisamente una textos pioneros fundamentales. autobiográfico, no pasa de ser
concepción de las figuras del Hace ya más de dos décadas una utopía en el caso de la rea-
autor y del narrador que Rober- que, el mismo Pozuelo Yvancos, lidad interior que enfoca princi-
to Bolaño considera anticuada, en Poética de la ficción (1993), palmente este género, Lejeune
caduca. Dinamitando al sujeto había aclarado un malentendido demuestra que, incluso si este
concebido como fuente de la recurrente en la recepción de la cotejo con la realidad fuera po-
verdad y del texto, Roberto Bo- propuesta fundamental de Leje- sible, no constituiría un criterio
laño se propone transgredirlo5. une, tergiversación cuya grave suficiente para definir la auto-
Para Angélica Tornero, por po- consecuencia es la confusión biografía en su particularidad.
ner un ejemplo, Los detectives del pacto autobiográfico con el El contenido verdadero es pro-
salvajes de Roberto Bolaño “es pacto referencial. En los oríge- pio de todos los textos referen-
una autoficción, que no se de- nes de este equívoco, se hallan ciales, incluso los científicos;
fine conceptualmente, sino que muchas de las lecturas de la de ninguna manera es exclusivo
se expresa como acto perfor- crítica deconstruccionista que, de la autobiografía.
mativo que Bolaño llevó a cabo con su fijación en lo textual, se
para constituirse; es decir, su es- convierte a menudo en un neo- Resulta entonces imprescindi-
critura es constituyente de suje- formalismo más. Por ejemplo, ble analizar, de cerca, qué tipo
tos y no está constituida por un cuando reduce, como Paul de de verdad enfoca la autobiogra-
sujeto” (2014, p. 54). La propia Man (1991), la propuesta de fía y cómo la expresa, porque,
forma de la obra, que engendra Lejeune a una vuelta al enfoque de hecho, el pacto referencial

4
Ver Chihaia, M., “Bolaño y yo. Las dos caras de la autoficción en la obra de Roberto Bolaño” en Toro, V. y Schlickers, S.,
Luengo, A. (eds), 2010, pp. 141-153, Tornero, A. (2014), etc.
5
Ver Chihaia, M., “Bolaño y Drácula. Cuatro modelos para hablar del autor” en Hennigfeld, U. (ed.), 2015, pp.155-170.

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es más propio de la biografía Para Lejeune (1994), lo defini- el contrato de Lejeune es un
que de la autobiografía. Por tan- torio del género es el “contrato” fenómeno histórico: implica un
to, la referencialidad no puede que establece con el lector, al contexto social, cultural, dentro
ser el criterio que contribuya a que le propone una determinada del cual es válido. Por fuera de
deslindar el género autobiográ- manera de leer como la apro- este, es nulo o sin sentido. Por
fico de este otro género vecino. piada y pertinente. De modo tanto, una definición pertinente
Lejeune nos hace ver también que, en su concepción y con sus de la autobiografía requiere un
que, si los planteamientos con- mismas palabras, la autobiogra- enfoque que tenga en cuenta la
tenidistas caen en este error, los fía vendría a ser “un modo de relevancia del aspecto pragmá-
de corte formal no son menos lectura tanto como un tipo de tico, y que permita entender el
equivocados porque, al consi- escritura” (p. 87). El lector de contexto en el que se cierra el
derar solamente el nivel tex- la autobiografía debe aceptar pacto, para desentrañar su sig-
tual, analizando unas técnicas que no la puede leer como si de nificado.
y unos procedimientos descon- una novela se tratara, sino que
textualizados, no son capaces el texto que se dispone a leer re- A continuación de este “mal-
de deslindar la autobiografía de clama una lectura diferente. No entendido original” viene otro,
otro género vecino, a saber: la se trata de que la autobiografía más grave aún, que confunde el
novela de asunto autobiográfi- tuviera la pretensión absurda pacto autoficcional con uno re-
co (pp. 49-87). La propuesta de de imponerle dictatorialmente ferencial, cuando ya con Lejeu-
Lejeune es de índole totalmente al lector su verdad, vista como ne queda claro que ni siquiera el
distinta, pues supera con creces definitiva y absoluta. Sino que pacto autobiográfico es un pacto
las definiciones que proponen el contrato consiste en hacer referencial. De aquí se deduce
una serie de requisitos formales aceptar al lector que la lectura que, con más razón aún, no lo es
o temáticos y parecen fórmulas apropiada para este texto es la el pacto autoficcional, que apela
algebraicas del tipo A(utor)= que, a diferencia del pacto no- declaradamente a las posibili-
N(arrador)= P(ersonaje) o, en velesco, considera pertinentes dades expresivas de la ficción
el caso de la autoficción, la más las categorías verdadero/falso, a la hora de verbalizar verdades
sofisticada, propuesta por Ge- así la contrastación con la rea- del yo. Desde luego, tampoco
nette (1993, p. 71): lidad no se pueda realizar o no las concibe como verdades re-
confirme lo afirmado por el tex- ferenciales. Su lectura literal
to autobiográfico. constituye un grave error de re-
cepción.6 Por ende, el malenten-
Lo que el contrato autobiográ- dido aclarado hace décadas por
fico requiere del lector es fe en Pozuelo Yvancos sigue prolife-
la intención del texto de decir la rando como si nada hubiese pa-
y, al mismo tiempo, verdad y no en la incomproba- sado y, hoy en día, da pie a uno
ble verdad de los hechos. Re- de los lugares comunes más re-
quiere que el lector reconozca iterados y quizás más dañinos,
la importancia de la apuesta si se considera su capacidad
por decir la verdad, y que, por de desenfocar el todavía frágil
. ejemplo, no la considere un as- concepto de autoficción, pues
pecto irrelevante. Desde luego, orienta la discusión teórica ha-

6
En el caso de la obra de Fernando Vallejo, he estudiado este aspecto en “La Virgen de los sicarios frente a la «sicaresca».
Un problema de recepción” (Diaconu, 2013, pp. 237-264)

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

cia un rumbo totalmente errado. fantástico y a la vez tan real, el raíz de un caso concreto, cómo,
Este equívoco desemboca, por que ayer vaticinaba la muerte en determinadas circunstancias,
ejemplo, en la conexión errónea de la literatura latinoamericana, el espacio autobiográfico puede
de la autoficción con la narrati- hoy nos habla de la autoficción. invadir también parte del cam-
va testimonial, independiente- po de la novela, de manera que
mente de si los dos géneros son Miremos entonces de cerca los obras concebidas como ficción
confundidos o contrapuestos lugares comunes en las pro- terminan siendo leídas según las
tajantemente.7 Otro “clásico” puestas teóricas actuales sobre leyes del pacto autobiográfico.
mal leído es, a mi modo de ver, el tema que nos ocupa: Por consiguiente, la propuesta
Doubrovsky, al que también se de Lejeune es todo lo contrario
le clasifica erróneamente, según 1. El mito fundacional de una definición rígida y pe-
lo explico más adelante. trificada: es flexible, porque es
En el principio, fueron las casi- histórica. El concepto mismo de
Los estudios avanzan solo llas vacías de Lejeune (1994). “contrato” implica el reconoci-
aparentemente, o mejor dicho Magnificadas por una visión miento de su dependencia del
se multiplican, porque no es- exagerada y unilateral, que las contexto cultural y social en el
tán orientados en la dirección transforma en útero materno, que se cierra y adquiere validez.
correcta. No se puede hablar las famosas casillas nos quitan Entonces, la definición de Le-
todavía de una teoría de la au- hoy toda perspectiva: no per- jeune no es nada esquemática,
toficción, cuyo desarrollo es su- miten ver que la esencia de la al contrario: es flexible y mati-
perficial, sino de un compendio propuesta de Lejeune no está en zada, y por eso cuando se hace
de lugares comunes y de vicios el esquema, sino en los comen- demasiado énfasis en el famoso
recurrentes de recepción. El tarios que lo matizan. En las ca- cuadro, en realidad se está trai-
aparente fenómeno de eferves- sillas se dejan encerrar y siste- cionando el verdadero espíritu
cencia no pasa de ser una fiebre matizar los aspectos temáticos y de su propuesta.
editorial y congresil: en vez de formales, es decir el “momento
construir ladrillo por ladrillo, técnico” del pacto autobiográ- ¿Y el padre? Como padre de
empezando la casa desde aba- fico. Sin embargo, la novedad la autoficción, muchos críticos
jo, una teoría del género, hoy y la esencia de la definición de proponen a Doubrovsky, aun-
en día, el discurso sobre la au- Lejeune están en otra parte: en que, a mi modo de ver, con-
toficción es de otra índole, no el protagonismo que adquiere el funden al padre con el padrino.
precisamente benigna, y crece aspecto pragmático. Doubrovsky no es el inventor,
en todas las direcciones. Pare- sino un autor que reflexiona
ce ser una de estas célebres e Al definir la autobiografía, Le- sobre el género y propone un
interminables conferencias del jeune no le destina una sola término inspirado para designar
famoso profesor Lucius J. Be- casilla, sino toda una zona en una realidad ya existente. Como
rry de Estados Unidos, inspira- el mapa que dibuja el cuadro, siempre ha pasado, el fenómeno
do personaje que inventa Jorge una zona que, desde luego, se literario es anterior a su teoriza-
Volpi (2004) para ponerle en la mueve con la historia. A conti- ción. Volveré sobre este asunto.
boca todos los lugares comunes nuación, Lejeune amplía toda-
sobre la nueva narrativa latinoa- vía más esta zona, mostrando, a Otro tipo frecuente de error de
mericana. El profesor Berry, tan recepción son las falsas diacro-

7
Este tipo de enfoque es recurrente. Valga aquí como ejemplo el artículo que firma Gilberto D. Vásquez Rodríguez en la últi-
ma antología publicada sobre la autoficción (Casas, 2014, pp. 79-105). Nótese que, siendo profesor de la misma Universidad
de Murcia, Vásquez Rodríguez ignora totalmente los planteamientos de Pozuelo Yvancos.

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nías y “evoluciones del géne- venciones y su larga tradición Después de haber dedicado va-
ro”. Casi siempre se le ubica al idealista. De este malestar nace rios años al estudio de la tra-
“padre” en el capítulo “Autofic- el impulso para innovar, para yectoria de Fernando Vallejo,
ción y autobiografía”, dedicado explorar otros caminos. En el del camino por el que llega a la
a la prehistoria del género y a fondo, lo que quiere escribir autoficción, a raíz de este caso
los próceres. Por ejemplo, en Doubrovsky no es una autobio- concreto, he podido conven-
la introducción8 al libro La au- grafía, sino una novela diferente cerme también de que el nuevo
toficción. Reflexiones teóricas que le permita sortear estas li- género autoficcional nace como
(Casas, 2012) se puede leer: mitaciones del género. una reacción frente al pacto no-
“en un primer momento, por lo velesco y a las convenciones
tanto, la autoficción nace muy En la literatura latinoamerica- de la novela, y no como una
apegada a la autobiografía en na, un ejemplo revelador en variante de la autobiografía. Se
tanto que expresión experimen- este sentido es el caso de Ro- origina así una nueva “serie lite-
tal de esta. Poco después, a me- berto Bolaño. Tanto su deseo de raria” (en Vollek, 1992, p. 260),
diados de los ochenta, empieza transgredir las pautas del géne- en términos de Tyniánov, una
a vincularse también a la nove- ro novelesco, como el infinito mutación de la novela, nuevo
la […]” (p. 17). En realidad, el cansancio que le provocaban engendro que se desprende de
texto de Doubrovsky, incluido las autobiografías, son notorios. su tradición (y no de la tradición
en la misma antología, demues- Sin embargo, según observa autobiográfica), como conse-
tra lo contrario. El autor se re- Matei Chihaia (2010), el recha- cuencia de complejas transfor-
fiere a su “novela Fils” (p. 50), zo tajante de lo autobiográfico maciones histórico-culturales.
cita a Michel Leiris a propósito y, sobre todo, de lo memorialís- Su aparición responde a la ne-
de sus escritos que define como tico, de una parte y, de otra, la cesidad de preservar el carácter
“la negación de una novela” (p. distancia categórica que toma inacabado y el espíritu crítico y
48) y deja entender el contexto de la literatura de consumo, es- autocrítico, según Bajtín, pro-
en el que surge su propuesta au- crita desde el punto de vista de pio de la novela, en una época
toficcional: el deseo, la necesi- un “nosotros” conformista, deja en que las convenciones sofo-
dad que siente de explorar otra abierta una tercera posibilidad, can el género, convirtiéndolo en
manera de narrar, que permita que a menudo coincide con la presa fácil de la industria cultu-
“decir (sobre sí mismo y, de salida por la que opta el discur- ral y del consumo masivo. Los
paso, sobre el otro) la verdad” so autoficcional: “el momento resguardos más eficaces ante la
(p. 48). Desde luego, no se trata autobiográfico dentro de la fic- manipulación ideológica y la
de una verdad referencial sino ción sirve para constituir un na- banalización generalizada están
de una verdad interior, relativa, rrador individual, para evitar el sugeridos por el propio nombre
movediza, múltiple. peligro de perderse, de sumirse de la autoficción y son altamen-
en el “nosotros” pantanoso de te subversivos: la imaginación,
Igual que Doubrovsky, más de las novelas escritas al gusto del que burla toda censura, y las in-
un narrador contemporáneo gran público” (p. 142). No es sondables profundidades del yo
ha sentido un malestar frente otro el sentido del rechazo ve- –es decir, dos elementos esen-
a la novela como género poco hemente de Fernando Vallejo ciales, al mismo tiempo, para
apto para expresar esta clase de por la novela en tercera persona problematizar las relaciones
verdades, por su carga de con- y con narrador omnisciente.

8
La introducción se titula “El simulacro del yo: la autoficción en la narrativa actual”, y forma parte, según se aclara en una nota
al pie, del proyecto “Figuraciones del yo y representación autoficcional en narrativa, cine, teatro y novela gráfica en el marco
de la teoría de los géneros” (Casas, 2012, pp. 9-42).

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

complejas entre la escritura y la de nombres. En última ins- apuestan por enlazar con esta
experiencia–. tancia el escritor es como gran tradición de manera crea-
un portero que deja o no dora, enriquecedora, crítica, a
Fernando Vallejo empieza su deja entrar gente, que abre menudo conflictiva también, re-
indagación artística en el cine, y cierra comillas. Puede formando y reinventando el gé-
del que se desengaña pronto. tener frases bien hechas, nero, y no siguiendo sus pautas
Según narra en el tercer tomo de pero nunca será un gran al pie de la letra, como meros
El río del tiempo, Los caminos género. Entonces, el gran epígonos.
a Roma (de 1988), al poco tiem- género de la literatura te-
po de presentarse en el famoso nía que ser la novela. (Dia- La “salida” que finalmente en-
Centro Experimental de Cine conu, 2013, pp. 351-352)9 contrará Fernando Vallejo es
de Roma, donde no lo reciben, la autoficción, sin duda uno de
pierde todo respeto por este arte Al enfocar el fenómeno desde los nuevos caminos más pro-
que le parece más bien efímero una altura que permita abarcar metedores de la literatura lati-
y agotado, demasiado pobre en todo el campo literario lati- noamericana del posboom. Pero
recursos expresivos, demasiado noamericano, se puede obser- antes de dar con el género que
convencional, en breves pala- var que muchos de los nuevos le permitiera expresar las ver-
bras, “un embeleco del siglo narradores del así llamado dades de su yo (entendido no
xx” (Ospina, 2003). Pronto, y posboom sienten la misma ne- en su dimensión psicológica,
por razones muy parecidas, se cesidad de desprenderse de la sino fenoménica, como manera
desencanta también del género gloriosa (pero también anqui- de relacionarse el sujeto con la
biográfico, dentro del cual se losada) tradición novelesca in- realidad), se tendrá que desen-
sitúan sus comienzos literarios mediatamente anterior, la gran cantar del pacto referencial, en
y al que había recurrido en un novela de los sesenta, para re- el que, en un primer momento,
primer momento, deseoso de conectar el discurso literario ve la única alternativa al género
romper con el código literario con la realidad y con la verdad. “manido” de la novela. No tarda
enajenante en el que se había Se diría que las nuevas voces en advertir sus limitaciones se-
convertido el género de la nove- de la narrativa latinoamericana veras a la hora de tratar la reali-
la. En palabras del propio autor: buscan, cada una, su “salida del dad: por eso, en su concepción,
archivo” (González Echevarría, tanto el cine, como la biografía,
Alguna vez […] intenté ha- 2011, p. 259); es decir, la ma- e incluso la autobiografía, son
cer de la biografía un gran nera de desprenderse y de dejar géneros superficiales, anecdó-
género de la literatura. atrás el discurso americanista ticos. Conviene entonces echar
Pensaba que se podía ha- entendido como discurso hege- mano, nuevamente, de las pa-
cer de la biografía un gran mónico. Pero esto no significa labras del propio escritor para
género que desbancara la que se aparten de la novela para invalidar de una vez por todas
novela. Y no se puede, la dedicarse a cultivar otros géne- las hipótesis según las cuales la
biografía es un género me- ros literarios, sino para asimilar autoficción sería una variante
nor. Una gran biografía es realmente esta tradición, en la (posmoderna) de la autobiogra-
una gran biografía, nunca cual reconocen el gran género fía:
será un gran libro. La bio- literario, pese a todos sus vicios.
grafía está llena de abrir y Muchas de las nuevas voces de El gran género de la lite-
cerrar comillas, de fechas, la narrativa latinoamericana ratura es la novela. Lo que

9
La entrevista se realizó durante el Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla (18 de enero de 2008).

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pasa es que este camino En realidad, cuestionándola, la modernidad y la entrada en la
de la novela en tercera invitándola a renovarse, no a así llamada posmodernidad.
persona y con un narra- desaparecer, reivindicando las
dor omnisciente, que sabe funciones sociohistóricas y cul- A pesar de ser contrarias, ambas
todo lo que les pasa a los turales de la ficción. tesis desmontadas por Alberca
personajes, que repite sus proceden de enfoques conteni-
diálogos, es un género que Y por fin, otro lugar común que distas y de corte formal, que en
ya está muerto. Además de es casi un mito: la creencia –in- un primer momento de euforia
que este planteamiento es sensata e injustificada– de que, lo ven todo nuevo, para luego
falso, va en contra de la a diferencia de otros géneros tener que reconocer que todo
realidad porque la mente literarios, la autoficción tiene lo había hace tiempo ya. Por
es muy caótica y las con- una fecha exacta de nacimiento: eso, es frecuente la afirmación
versaciones son irrepeti- 1977. Muy buenos contraargu- de que fue Doubrovsky quien
bles y a las personas no mentos se encuentran en el li- llenó las casillas vacías de Le-
las conocemos, casi ni la bro de Manuel Alberca (2007), jeune, en 1977. Pero no menos
propia. Es un género ma- El pacto ambiguo. De la novela frecuentemente se lee que, en
nido, un camino trillado, autobiográfica a la autoficción realidad, hace rato que las casi-
muy recorrido y que no va (pp. 140-163), que desmonta llas de Lejeune no están vacías.
para ningún lado. Enton- dos mitos de un solo tiro: este El problema de fondo de este
ces empezó a aparecer otro y su contrario, igualmente fal- tipo de planteamientos es el
género al que yo llegué no so, según el cual el origen de la abandono de la visión histórica,
por reflexión sino por ins- autoficción se perdería en la os- clave para el enfoque de todo
tinto y por rechazo al otro, curidad de los tiempos. Desde género literario.
al que conocía muy bien luego, la existencia de relatos
porque era la literatura que con las características forma- Ahora bien, recurriré nueva-
leía de niño, y que me gus- les de la autoficción o de textos mente a las palabras de Fer-
taba. Apareció una nueva que ficcionalizan el yo autorial nando Vallejo para demostrar
novela basada en la vida se puede comprobar en épo- con su testimonio que, si bien
del autor, pero esta novela, cas muy remotas, pero una vez la autoficción es un fenómeno
de las llamadas de autofic- más este tipo de enfoques de- contemporáneo, 1977 no es la
ción, distaba mucho de ser muestra sus insuficiencias para fecha de nacimiento del géne-
una autobiografía o un li- dar cuenta del género. Alberca ro, sino la fecha de su bautismo
bro de memorias. (Diaco- advierte que, si aparentemente y del comienzo de la reflexión
nu, 2013, p. 350). estos textos son semejantes, en teórica sobre la autoficción:
el fondo son muy diferentes: “[…] yo nunca he leído muchos
La reflexión espontánea de remiten a unos conceptos de textos de análisis literario sobre
Fernando Vallejo, en la mis- sujeto y de individualidad muy esto que llaman el pacto auto-
ma entrevista, muestra la clara distintos de los que están detrás biográfico, o la autoescritura.
conciencia del autor de que el de las autoficciones actuales. Yo no los leo porque ¿para qué?
nuevo género autoficcional re- Además, el amplio desarrollo Yo lo estaba haciendo antes de
presenta una toma de posición que conoce el género en pocos que ellos reflexionaran sobre
(Bourdieu, 1997) ante la nove- años permite deducir que esta- esto” (Diaconu, 2013, p. 351).
la existente, se deriva de ella, mos ante un fenómeno directa-
surge del diálogo con ella, así mente relacionado con la época 2. El mal francés
sea negándola, aparentemente. contemporánea, con la crisis de

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

Para quienes consideran, como de Bajtín, su “forma arquitec- ción que supone, pues resulta
el profesor Berry, que el proge- tónica” (1989, p. 60), y no so- completamente inverosímil que
nitor de la autoficción es Dou- lamente su “forma composicio- tantos escritores latinoamerica-
brovsky, no cabe duda tampoco nal”. Pero la propuesta queda nos estén cultivando un género
de que se trata de un género na- truncada cuando, al abordar la inventado por unos lejanos, o
cido en Francia y rápidamente evolución del género, se preten- incluso, para ellos, desconoci-
“exportado” a todo el mundo de explicar su aparición con la dos franceses, llámense Mon-
gracias a la globalización, es obra de un ilustre antepasado: taigne o Doubrovsky.
decir, de la “internacionaliza- Montaigne.
ción” del fenómeno. La idea del nacimiento de sen-
Muchos años después, el error dos géneros en Francia tiene de-
La idea del nacimiento del gé- se repite al enfocar esta vez el trás una concepción del género
nero en Francia no es nueva (ni género de la autoficción: el pro- literario realmente anacrónica,
tampoco muy resistente), pero genitor es ahora nuestro con- según la cual este es el inven-
convence a la mayoría de los temporáneo, Doubrovsky, pero to de un solo individuo genial.
críticos. Quizás no solo conven- Francia sigue siendo la cuna. Nada se nos dice sobre las nece-
ce, sino que también conviene: Según la introducción a la Bre- sidades expresivas de la época,
situar el nacimiento del género ve historia del ensayo hispa- a las que obedece su aparición,
en un país lejano, como hacían noamericano (Oviedo, 1991), sobre las posibilidades expresi-
los libros de caballerías con sus Montaigne era el “iniciador” (p. vas nuevas, inexistentes en los
tramas increíbles, es una mane- 17) del ensayo y Francia su país demás géneros, que el nuevo
ra simplista, fácil, de tratar un de “nacimiento”, aunque “tuvo género aporta. ¿Qué necesidad
asunto tan complejo como el un crecimiento e importancia histórica, cultural y existencial
surgimiento de un género. Y de mayores en Inglaterra […]. De conlleva la aparición de la au-
paso, una maniobra hábil que Inglaterra, el género se disemi- toficción? ¿Cómo participa este
consiste en pasarles la pelota a nó rápidamente en otras lenguas individuo genial de la cultura de
los teóricos franceses. Varios […]” (p. 19). El final de la in- su época? Las verdaderas pre-
críticos nos informan, de ma- troducción es abrupto y deja en- guntas, difíciles de contestar,
nera escueta, que esta novedad tender que el género fue impor- quedan soslayadas por este tipo
posmoderna nos llega de Fran- tado a América Latina. En los de planteamiento. La respuesta
cia, lo mismo que antes se había mismos términos, se nos cuenta solo puede resultar de un pers-
afirmado sobre el ensayo, géne- hoy la evolución del género de picaz estudio del contexto cul-
ro moderno. Ciertos vicios de la la autoficción, en la introduc- tural y del campo literario en el
crítica parecen ser hereditarios. ción de una de las antologías que se enfrentan las diferentes
Un trabajo de referencia sobre más recientes: La autoficción. propuestas antagónicas.
el ensayo hispanoamericano10 Reflexiones teóricas (Casas,
propone, hasta cierto punto, un 2012). Nada ha cambiado en 3. La muerte de la autobio-
planteamiento prometedor en su el fondo. A pesar de que, leída grafía
intento de definir el espíritu del en América Latina, esta expli-
ensayo como género, su mane- cación, rápida y convencional, Según el profesor Berry (y su
ra propia y única de enfocar la revela todavía mejor sus insufi- prolija descendencia), la auto-
realidad; es decir, en términos ciencias y el absurdo de la situa- biografía ha muerto. Es un lu-

10
Se trata del estudio de José Miguel Oviedo (1991) “Introducción. Naturaleza y orígenes de un género” en Breve historia del
ensayo hispanoamericano.

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gar común afirmar que, en la sofocada por una retórica anti- 4. El relato médico
posmodernidad, el género mo- cuada y convencional. Deducir
derno de la autobiografía se ve de esto que toda autobiografía Con la vasta experiencia que
reemplazado por la autoficción. concibe la verdad del sujeto tiene, el profesor Berry sabe
Definitivamente no se puede como única, indiscutible y de- que el momento técnico, en jer-
poner un signo igual entre au- finitivaes un grave error. Varios ga incomprensible, no puede
toficción y posmodernidad, a no críticos sepultan así precipita- faltar en la exposición. Infligir
ser que lo hagamos por destacar damente un género versátil, que al lector una buena lección de
la suerte que corrieron ambos goza todavía de buena salud. humildad, lograr que se sienta
conceptos: muy prometedores lego, que se esfuerce, que se
en un comienzo, acabaron des- Declarar la muerte de la auto- aburra, que se vuelva a empe-
dibujándose hasta quedar va- biografía, argumentando que la ñar en redondear algún senti-
cíos de todo contenido preciso. autoficción desplaza a la auto- do, para finalmente tener que
biografía, igual que la posmo- aceptar en su foro interior que
La idea tuvo una amplia acogida dernidad desplaza a la moder- no comprendió absolutamente
a pesar de ser totalmente falsa, nidad, es definitivamente una nada. El maestro Genette y sus
ya que nace de una visión mani- manera demasiado esquemática discípulos (Colonna, Darrieu-
quea que opone rígidamente la y facilista de encarar problemas ssecq) nos hablan de análisis
autoficción a la autobiografía, muy complejos. Autobiografías paratextual, peritextual, epi-
asociándolas a los binomios, no como la de Sartre (Las pala- textual, aderezado con un toque
menos esquemáticos, posmo- bras, 1966) y, más reciente- metatextual y, para concluir, con
dernidad vs. modernidad, pre- mente, la de Juan Goytisolo, en la infaltable proyección inter-
sente vs. pasado. Se le superpo- dos tomos, Coto vedado (1985) textual. Las últimas antologías
ne la interpretación errónea de y En los reinos de taifa (1986), sobre la autoficción abundan
unas muy citadas afirmaciones prueban que el género tiene más en planteamientos inspirados
de Doubrovsky.11 Si bien Dou- recursos y vigencia de lo que al- en Genette y la narratología
brovsky concibe la autoficción gunos teóricos de la autoficción (Toro, Schlickers, Luengo, Gil
como un género que, a dife- dejan entender. Fácilmente, se Guerrero, etc., en Toro, Schlic-
rencia de la autobiografía, res- puede demostrar que estos tex- kers, Luengo, 2010; Champeau,
ponde a un nuevo concepto de tos autobiográficos, convertidos citado en Casas, 2012; Roger,
verdad y a unas necesidades ya en nuevos clásicos a pesar en Casas, 2014). Sin embargo,
culturales distintas, siendo apto de su corta edad, no pecan por esta vía lleva invariablemente
para expresar verdades íntimas, ninguno de los vicios que le a un callejón sin salida: si bien
múltiples, contradictorias, mo- censura Doubrovsky a la auto- las observaciones sobre dife-
vedizas como el yo del sujeto biografía tradicional, no son en rentes técnicas o procedimien-
contemporáneo, no se debe ol- absoluto retóricos, ni conven- tos literarios puedan ser, en sí,
vidar que su término de referen- cionales, sino todo lo contrario; pertinentes, la mirada miope y
cia no es la autobiografía sino y, sin embargo, no por esto son descontextualizadora los aísla
un tipo determinado de autobio- autoficciones. y absolutiza hasta convertirlos
grafía: la autobiografía clásica, en piedra de toque para decidir

11
Nótese que la cita no procede de un texto de reflexión teórica, sino que acompaña, como paratexto aparecido en la contra-
portada, la novela Fils (1977). La reproduzco aquí en la traducción de Manuel Alberca: “¿Autobiografía? No. Es un privilegio
reservado a las personas importantes de este mundo, en el ocaso de su vida, y con estilo grandilocuente. Ficción, de acon-
tecimientos y hechos estrictamente reales; si se quiere, autoficción, haber confiado el lenguaje de una aventura a la aventura
del lenguaje” (Alberca, 2007, p. 146).

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

si una obra es o no una autofic- Schlickers & Luengo, 2010, pp. do, en Casas, 2014, pp. 65-77)
ción. 51-71; Champeau, en Casas, o por lo metaliterario y la inter-
2012, pp. 261-281). Todavía textualidad (Roger, en Casas,
Por tanto, se pierde de vista que más grave me parece que eleven 2014, pp. 227-245), con total
cada uno de estos procedimien- este procedimiento hasta confe- olvido de que estos fenómenos
tos, lejos de encarnar el espíritu rirle estatuto de criterio de toda no son exclusivos de la autofic-
del género, es apenas una de sus una antología y lo entronicen ción, si bien su análisis resulta
manifestaciones concretas, una en el propio título, como ocu- casi siempre revelador en toda
posibilidad, entre otras, que tie- rre en el libro que editan Toro, obra literaria.
ne el texto para cerrar el pacto Schlickers y Luengo (2010) con
de lectura propio de su género. el término de “auto(r)ficción”, Cuando lo metanarrativo, meta-
En la medida que ningún proce- al que justifican así: “…nos pa- discursivo, metaficcional, me-
dimiento literario es exclusivo rece arbitrario clasificar tan sólo taliterario, etc., se convierten
de ningún género, el análisis aquellos textos con homonimia en las únicas metas del crítico,
de aquellos resulta, desde lue- completa como autoficcionales. igual que ocurre, en otros casos,
go, totalmente insuficiente para […] Para no simplificar las co- con lo intertextual, paratextual,
abordar la autoficción. La mira- sas demasiado, añadimos una peritextual, epitextual, etc., la
da descriptiva reduce el análi- «r» en la palabra compuesta, autoficción se ve convertida en
sis al inventario de los “juegos para incluir aquellos relatos fic- juguete y su lectura en una acti-
autoficcionales”, acompañado cionales en los que hay una ‘in- vidad lúdica, aparentemente en-
a menudo por alguna propues- tromisión’ del autor in corpore tretenida, pero realmente poco
ta de tipología, para finalmente o in verbis en el mundo narra- creadora. El endotexto parece
llegar a conclusiones modestas, do” (pp. 20-21). ¡Como si la in- que todavía no existe, pero no
si no directamente irrelevan- trusión del autor –tan frecuente tardarán en inventarlo: nuestro
tes. El comentario parecería en el realismo decimonónico– optimismo se basa en la existen-
seguir una orden médica, una fuera lo mismo que la identidad cia del peritexto. La autoficción
fórmula, una receta, puesto que nominal entre autor, narrador y se ve tratada por una serie de
cualquier sobresalto o sorpresa personaje! críticos como si fuera paciente
le son ahorrados al lector. Pero en silla de odontólogo u otras
además, esta mirada conlleva Abordar la autoficción con pre- veces paciente psiquiátrico.
también una visión estática de supuestos de la teoría de la re- Todo parece anunciar nuevos
lo que es el género, que impide cepción, evitaría confusiones capítulos en la teoría de la au-
tomar el pulso de su auténtica de este tipo, porque permitiría toficción de tipo: “Autoficción
vida para concebirlo como un tomar conciencia de la manera y odontología” o “Autoficción
paradigma en marcha, como ya tan diferente, incluso opuesta, y psicoanálisis”. Pura medicina,
sugería Tyniánov. en que se prefigura el lector en o si prefieren, puras “fantasías
las narraciones autoficcionales, textuales” para recordar el buen
No obstante, se ven a menudo de una parte y, de otra, en aque- humor de Fernando Iwasaki,
propuestas que consideran la llas narraciones donde se dan que tanta falta les haría a este
presencia de la metalepsis como intrusiones del autor y que a tipo de estudios desangelados.
un síntoma suficiente para poner menudo son en tercera persona
el diagnóstico irrevocable de y con narrador omnisciente. En Pero el profesor Berry, como
“autoficción”, o para incluir un otros planteamientos, es recu- cualquier especialista de hoy
artículo en una antología sobre rrente la obsesión fetichista por bien entrenado para hablar en
el género (Schlickers, en Vera, los paratextos (Arroyo Redon- los congresos, sabe que la im-

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portancia de este momento es …Carmen Martín Gaite, muy invocados últimamente.
vital también de cara a la ca- Jorge Semprún, Francis- Sin embargo, en este tipo de
tarsis final, ya que en el último co Umbral, Enrique Vi- planteamientos hay un gran ol-
punto vienen las infaltables la-Matas, Javier Marías, vido: no se tiene en cuenta que
listas de autores, donde el pú- Antonio Muñoz Molina, no hay manera de contestar las
blico siente con alivio que se Javier Cercas, Antonio preguntas, tan recurrentes e
le devuelve el sentido y toma Orejudo, Gonzalo Hidal- insistentes, a veces, ¿quiénes
apuntes precipitadamente. Por go Bayal, Luisgé Martín, son los autores de autoficcio-
fin se entera de quiénes son. Y Marta Sanz, Manuel Vi- nes?, ¿fulanito de tal escribe
así, de la abstracción más abs- las, en España; César Aira, autoficción, sí o no?, sin haber
trusa del discurso médico, ate- Sylvia Molloy, Ricardo reflexionado, seria y profunda-
rrizamos de repente en medio Piglia, Félix Bruzzone, mente, sobre la concepción del
del concreto más anecdótico: Patricio Pron, Alan Pauls, género, de la cual la respuesta
unos nombres que designan con Daniel Guebel, Laura Al- depende totalmente. Vírgenes
precisión estricta (y estrecha) coba, Washington Cucur- de teoría, las listas de autores
a los autores que “cometieron” to, en Argentina; Mario son un saco roto, en el que cabe
autoficciones. Levrero en Uruguay; Ser- todo: cualquier híbrido entre
gio Pitol, Mario Bellatin, novela y autobiografía, cual-
5. Las listas de autores Margo Glantz, Angelina quier “figuración” de un yo. En
Muñiz-Huberman, Alejan- esta óptica, resulta hasta difícil
No suelen faltar, en las propues- dro Rossi, Julián Herbert, distinguir la autoficción de la
tas de hoy, las largas enumera- Guillermo Fadanelli, en literatura.
ciones de nombres de autores. México; Fernando Vallejo,
Pero el criterio de selección, a Daniel Jaramillo,12 en Co- La idea con la que acaba el bre-
menudo demasiado amplio y lombia; Patricia de Souza ve recorrido teórico sobre el
laxo, convierte estas listas en el en Perú; Pedro Juan Gutié- género que nos propone el libro
momento más arbitrario de mu- rrez en Cuba; Rodrigo Rey La autoficción. Reflexiones teó-
chos estudios: verdaderas listas Rosa en Guatemala; Luis ricas (Casas, 2012), en su in-
de reclutamiento para enrolar a Barrera Linares en Vene- troducción, es sintomática para
autores con trayectorias de lo zuela, entre otros muchos, este tipo de planteamiento: “el
más dispares bajo una dudosa han practicado la autofic- propio término autoficción alu-
bandera. Razón por la cual, las ción en sus distintas mo- de, pues, a un hibridismo que
famosas e infaltables listas tam- dalidades (pp. 10-11). admite todas las gradaciones y,
poco pasan de ser un saludo a por ello, resulta extremadamen-
la bandera. Consideremos un Semejantes enumeraciones, te lábil como concepto” (p. 11).
ejemplo extraído de una pro- muy frecuentes en los estudios Pero si la autoficción ocupa un
puesta muy reciente: el estudio de hoy, podrían ser producto espacio tan “amplio” y bajo este
introductor titulado “La auto- de un desdén de la teoría, muy término “encuentran acomodo
ficción en los estudios hispáni- propio de la época posmoder- textos de muy diversa índole”
cos: perspectivas actuales” de na: el afán de dejar de lado las (p. 11), entonces hablar de un
la recopilación El yo fabulado. abstracciones y las generalida- pacto autoficcional carece por
Nuevas aproximaciones críticas des para privilegiar los textos y completo de sentido, es más,
a la autoficción (Casas, 2014): los casos concretos, propósitos ¿qué sentido tiene seguir ha-

12
Supongo que se trata de una errata y el texto se refiere al escritor colombiano Darío Jaramillo Agudelo.

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

blando todavía de la autoficción mientos teóricos sobre la narra- no tendría por qué ser necesa-
como género?, ¿cómo se puede tiva al campo de la poesía (Lau- riamente rígida; tampoco es
defender paralelamente la idea ra Scarano, Ana Luengo), de las huyéndole a la precisión como
de que todos los textos anali- artes visuales (Sabine Schlic- se supera la estrechez de miras.
zados pertenecen a una misma kers, Javier Ignacio Alarcón), En la visión de Fernando Cabo
“serie literaria” en el sentido de escénicas (Vera Toro, José-Luis Aseguinolaza, el concepto de
Tyniánov y, por tanto, los textos García Barrientos), etc., o adop- autoficción se amplía hasta es-
críticos que los enfocan pueden tando sin las debidas precaucio- fumarse: biografía, ensayo, crí-
ser reunidos en una antología nes categorías creadas en estos tica literaria, todo cabe dentro
sobre la autoficción? otros campos, para estudiar la de lo que el crítico llama “los
narrativa. Así, por ejemplo, ejercicios autoficcionales, o
En realidad, en estos tipos de Fernando Cabo Aseguinolaza como se quiera denominarlos”
planteamientos la idea misma (2014) aplica a la autoficción el (p. 40). Su visión se corrobora
de género se esfuma, siendo re- concepto de “teatralidad”, na- en un estilo insinuante, alusivo,
emplazada por la palabra “con- cido en el campo de la historia hasta cabalístico, abundante en
cepto”, que funciona más como del arte, con el fin de incorporar palabras como “algo” y “cosa”,
palabra que como concepto. a la reflexión la perspectiva de para no tener que nombrar lo in-
Resultados muy parecidos a “quien contempla- o lee” (p. 31) nombrable: la autoficción, que
los enfoques formales o temáti- y el propósito implícito de su- permanece envuelta en un velo
cos de la autoficción producen perar las visiones “restrictivas” de misterio. Al final, el crítico
aquellos planteamientos que accediendo así a una “amplia”. llega a referirse al “estallido
pretenden ofrecer una mirada Pero ¿qué necesidad real hay autoficcional de la novela con-
muy abarcadora, la cual, sin de acudir a un concepto crea- temporánea” (p. 41): con esta
embargo, resulta borrosa, ya do para estudiar fenómenos de explosión postrera, el concepto
que se ignoran las posibilidades otros campos, cuando la teoría queda definitivamente pulveri-
expresivas de cada género o de de la recepción trata de manera zado.
cada arte en particular, actuali- específica y matizada el asun-
zadas en campos específicos de to del lector prefigurado por el La indefinición del concepto
producción de sentido. Algunas texto? ¿No será que se trata de acarrea otro problema recurren-
de estas propuestas proceden un afán muy contemporáneo de te en muchos estudios sobre la
del campo de los estudios cul- promover la interdisciplinarie- autoficción: la indefinición de la
turales y su visión se debe a una dad contra viento y marea, ven- propuesta, ya que se renuncia de
impaciencia por rebasar toda ga o no al caso? antemano a la visión coherente
frontera y al culto, a mi modo y a la toma de posición, con el
de ver, exagerado, que se le Peor aún es la falsa creencia pretexto de “iluminar” ciertos
rinde a la interdisciplinariedad. de que la única alternativa a aspectos, ofrecer unas “claves”.
Como si los estudios literarios este tipo de enfoques demasia- El autor apunta unas ideas que,
no fueran, de todos modos, in- do amplios y, por tanto, desen- en sí, hasta podrían ser valiosas,
terdisciplinarios, por su misma focados e imprecisos, sería la pero que se le entregan al lector
naturaleza. O bien, se trata de vuelta a una definición “estre- sueltas, como un rompecabezas,
estudios que identifican apre- cha”, “estricta” o “cerrada”, a como si fuera este quien debiera
suradamente el sujeto narrativo un planteamiento contenidista, articular el sentido y tomar una
con el sujeto dramático y has- que concibe la verdad como posición, y no el autor. El estu-
ta con el yo lírico, trasladando referencial. No: una definición dio de Fernando Cabo Asegui-
de manera imprudente plantea- rigurosa, según criterios claros, nolaza (en Casas, 2014), “Tea-

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tralidad, itinerancia y lectura: propuesta de Manuel Alberca; es clave, debe emerger un sen-
sobre la tradición teórica de la sin embargo, a mi modo de ver, tido central en la obra, que no
autoficción” (pp. 25-43), deja la presenta en su versión más puede ser captado si no se in-
al lector esperando en el lugar pobre, insistiendo precisamen- daga el significado cultural del
equivocado y tan despistado te en sus puntos débiles, en vez género. Pese a que la palabra
como Lönnrot, el detective bor- de destacar sus aportes. A pesar “ambiguo” confunde y entra
gesiano de “La muerte y la brú- de las vacilaciones de su plan- en conflicto con la misma idea
jula” ante los mensajes esotéri- teamiento13 y de las categorías de pacto15, a mi parecer, las
cos del criminal Red Scharlach. muy discutibles que propone mejores páginas del estudio de
Teatralidad: “La primera letra (“autoficciones biográficas”, Manuel Alberca se escriben te-
del Nombre ha sido articulada”. “autoficciones fantásticas”, niendo plena conciencia de que
Itinerancia: “La segunda letra “autobioficciones”, etc.), en su la autoficción propone un nuevo
del Nombre ha sido articulada”. intento de esbozar una tipolo- pacto de lectura, bien definido,
Lectura: “La última de las letras gía de la autoficción, Manuel pero ambivalente. Desde mi
del Nombre ha sido articulada”. Alberca reconoce la importan- punto de vista, es fundamental
La nueva deidad Autoficción si- cia del pacto específico para la no confundir este pacto con uno
gue siendo el gran misterio, el definición del género, y prueba ambiguo, en el sentido de inde-
Nombre Secreto, el impronun- de ello es el mismo título de su terminado, que abarca obras en
ciable Nombre de Dios… libro: El pacto ambiguo. De la las que se mezclan, de cualquier
novela autobiográfica a la au- manera y en cualquier propor-
En conclusión, las llamadas toficción. Si bien hay pasajes ción, el pacto novelesco y el au-
definiciones “amplia” y “estre- confusos, donde se incurre en tobiográfico.
cha” de la autoficción no son contradicciones, para Alber-
dos caminos posibles, sino dos ca, el pacto autoficcional es un La causa principal del desenfo-
definiciones mal enfocadas, nuevo pacto de lectura y no una que provocado por todos estos
dos planteamientos equivoca- hibridación del pacto ficcional lugares comunes, que he ana-
dos, que conducen a conclusio- novelesco y el autobiográfico, lizado aquí, es el olvido de un
nes falsas. Ninguna de las dos en cualquier grado.14 aspecto esencial: el significado
definiciones es preferible a la cultural de un género, que solo
otra: seguimos sin alternativa Es más, en últimas, el pacto au- puede ser alumbrado entendien-
viable. En la introducción a la toficcional ni siquiera se define do a fondo el contexto en el que
antología de 2014, Casas reto- por la mezcla que respeta ri- surge. En una de las últimas
ma esta idea de las dos clases gurosamente las proporciones, antologías sobre el género, La
de definiciones, defendiendo sino por la tensión que se gene- autoficción. Reflexiones teóri-
también la definición “amplia” ra entre los dos pactos antitéti- cas (Casas, 2012), se opta por
e intentando una imposible de- cos y se mantiene a una intensi- el camino contrario al que creo
fensa de la “operatividad del dad máxima a lo largo de toda la que deberían seguir en la actua-
término” de autoficción, pese obra, sin resolverse en ninguno lidad los estudios teóricos sobre
a su “labilidad conceptual” (p. de los dos sentidos contrarios. la autoficción. Al final de la in-
9). Para argumentar, invoca la De esta tensión constante, que
13
En su estudio aparecen, a menudo, los términos “novela autoficticia” y “autoficción” usados indistintamente, lo cual implica
no reconocer la diferencia entre ambos pactos o considerar que no se trata de un asunto esencial.
14
Cfr. “El relato autoficticio guarda una equidistancia simétrica con respecto a la novela y la autobiografía […]” (Alberca, 2007,
p. 130)
15
Ver mis comentarios al respecto en Diaconu (2013, p. 48, nota 20), donde justifico mi preferencia por el término “ambivalen-
te” en vez de “ambiguo”.

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La autoficción: simulacro de teoría o desfiguraciones de un género
Diana Diaconu

troducción, se concluye con la y condena el estudio crítico a del sentido, sino que los valora
siguiente idea: permanecer en un callejón sin como exhibiciones gratuitas,
salida porque no le permite su- alabando excesivamente su alto
La antología se cierra con perar el nivel descriptivo, para grado de complejidad.
una bibliografía teórica emprender la búsqueda del
sobre la autoficción y otras significado. Al contrario, nos La consecuencia directa es que
nociones afines o colin- adentra en una selva tupida de la lectura de estos estudios se
dantes. Por esta razón, se observaciones sobre toda cla- convierte en una verdadera tor-
han evitado las referencias se de malabarismos formales y tura. Más que nunca, haría falta
a trabajos críticos que, aun de juegos con la visibilidad del reírse sabiamente de la autofic-
siendo de gran interés, se autor, como si estos tuvieran ción, tema actual, apasionante y
limitan exclusivamente al algún valor intrínseco y fuera atractivo, del que se ha apode-
estudio de obras, autores o meritorio confundir por confun- rado un discurso teórico de una
periodos literarios (p. 42). dir, cultivar la ambigüedad por seriedad estéril, abstracta y con-
el amor al arte. En última ins- formista, volviendo los textos
El grave error de la descontex- tancia, todo esto ocurre porque indeseables, verdaderos que-
tualización de la obra produ- el enfoque no permite indagar braderos de cabeza. Recuperar
ce tanto el “discurso médico” la escritura como un conjunto la risa en el sentido de Bajtín y
como las “listas de autores”, complejo de recursos formales el placer del texto del que trata
necesarios para la construcción Roland Barthes.

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