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Administración General

ADMINISTRACION GENERAL

Lectura “EL CORCHO”

Hace años, un supervisor visitó una escuela de secundaria. En su recorrido observo algo que le llamo
la atención: una maestra estaba atrincherada detrás de su mesa-escritorio, los alumnos estaban en
enorme desorden; el cuadro era caótico.
Decidió entrar y presentarse:
– Buenos días, soy el Supervisor de turno. ¿Algún problema?
– Estoy abrumada, señor; no sé que hacer con estos chicos …… no tengo laminas, el Ministerio no
me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni que decirles…..
El Supervisor, que era un educador nato, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con
aplomo se dirigió a los chicos:
– ¿Qué es esto?
– Un corcho, señor, gritaron los alumnos sorprendidos.
– Bien. ¿De dónde sale el corcho?
– De la botella, señor. lo coloca una maquina…; del alcornoque, señor…; de la madera…; de …,
respondían animosos los niños.
– Y que se puede hacer con la madera?, continuaba entusiasta el supervisor-educador. sillas…, una
mesa…, un barco…
– Bien tenemos un barco. ¿Quien lo dibuja? ¿ Quien hace un mapa en la pizarra y coloca el puerto
más cercano para nuestro barquito? Escriban a que provincia pertenece el puerto, ¿ Y cual es el
puerto más cercano a éste? ¿A que país corresponde? ¿ que poeta conocen que haya nacido allí?
¿nació algún deportista importante o político, o…? ¿ que produce esa región? ¿ alguien conoce
alguna canción de ese lugar…? ¿alguno estuvo allí para que nos cuente qué vio, que visito, que le
gustó… ? Y comenzó una tarea de Geografía, Historia, Música, Economía, Literatura, Religión,
Física, Biología, Química, etc…
La Maestra quedo impresionada. al terminar la clase le dijo conmovida:
– señor, nunca olvidaré lo que me enseño hoy, Muchas Gracias.
paso el tiempo. el supervisor volvió a la escuela y busco a la maestra.
estaba acurrucada detrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden……..
– Señorita…. ¿Que paso? ¿ No se acuerda de mi?
– Si, señor, ¡ Como Olvidarme! ¡ que suerte que allá vuelto!. No encuentro el corcho . ¿Donde lo
dejo?

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El 1 de marzo de 1997, Greg estaba en Bossier City, Louisiana, adonde había viajado desde su casa
en Kentucky para asistir a mi conferencia de dos días sobre liderazgo.

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Cuando la conferencia concluyó, abordó un avión y se dirigió a St. Louis en la primera etapa del
viaje de regreso a su casa, pensando con entusiasmo en la forma de poner en acción el entrenamiento
sobre liderazgo que había recibido.

Cuando llegó al aeropuerto en St. Louis para tomar su conexión a Lexington, se sorprendió al
descubrir que su vuelo estaba atrasado debido al mal tiempo en Kentucky. Cuando la demora se
transformó en la cancelación del vuelo, Greg tuvo que quedarse a pasar la noche en St. Louis. En
realidad, no le dio mucha importancia al percance. Estaba acostumbrado a viajar y sabía que tales
situaciones suelen presentarse. A la mañana siguiente, tomó el primer vuelo que lo sacó de St. Louis.

Solo cuando aterrizó en Lexington se dio cuenta de la magnitud del problema causado por el mal
tiempo.

Mientras conducía desde el aeropuerto rumbo al norte, hacia Cynthiana, empezó a ver los efectos
de la lluvia torrencial que había hecho que su vuelo fuera cancelado. Cuando supo que el río Licking,
que pasaba por Cynthiana se había desbordado, empezó a preocuparse por su tienda. Se fue
directamente hacia allá, esperando encontrarse con que todo estaba bien. La distancia de treinta
millas se le hicieron una eternidad.

Cuando finalmente llegó, encontró que toda el área estaba inundada. A doscientos metros de su
tienda, pudo ver únicamente el techo y el letrero: PAYLESS FOOD CENTER. El resto estaba bajo
agua.

Desmoralizado, se dirigió a su casa, pero ni siquiera pudo llegar cerca.

Durante tres días vivió con su hermana en Lexington, esperando que el nivel del agua bajara y
pensando qué podría hacer. Llamó a su agente de seguro para descubrir que las cosas se ponían peor.
Tenía todos los seguros imaginables, menos el de inundación. El seguro no le servía de nada.

Entre esto y aquello, transcurrieron cinco días hasta que pudo entrar a la tienda. Cuando abrió las
puertas, se encontró con una devastación total.

Ahí estaba, parado en medio de quinientos mil dólares en mercadería y bienes totalmente destruidos.
La caja registradora electrónica estaba llena de agua sucia, y una cámara frigorífica de quinientas
libras donde acostumbraba tener las bolsas de hielo, había sido alzada por el agua y lanzada sobre
uno de los mesones de la tienda. Era la clase de situaciones que hace que cualquiera persona desee
salir de allí, cerrar las puertas y no volver jamás.

«Hasta ese punto, no tenía salida», recuerda Greg. Al darse cuenta que la tragedia había hecho
fracasar su negocio, pudo haberse dado por derrotado.

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«Pude haberme declarado en bancarrota, pero rehusé hacer eso. Fue en ese momento que recordé
los principios sobre liderazgo que había aprendido solo unos días atrás. No es lo que me suceda a
mí, sino lo que sucede en mí. No es el tamaño del problema, sino cómo manejo el problema. Cuando
caigo, tengo que levantarme. Estaba decidido a superar esa experiencia».

Se aseguró que el edificio estuviera aun estructuralmente sólido aunque el interior no sirviera para
nada. Todo lo que había adentro hubo que retirarlo, a mano.

Fue necesario hacer veintidós viajes de camión para limpiar completamente el interior de basura.

Fue necesario reemplazar todas las cajas registradoras. Hasta el piso hubo que ponerlo nuevo. Greg
y su personal trabajaron incansablemente de la mañana a la noche. Después de una inversión de un
millón de dólares, la tienda pudo ser abierta nuevamente y todo ocurrió en nada menos que en
dieciséis milagrosos días.

La tienda permaneció cerrada solo veintiún días después de la inundación.

Lo importante en la vida es no darse por vencido, sino volver a empezar. Con Dios siempre hay un
día para un nuevo comienzo. El hace nueva todas las cosas y nos invita a cambiar nuestra actitud.

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