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1. Trastornos específicos
Se caracterizan por aparecer en la infancia o la adolescencia (antes de los 16 ó 17 años), por persistir
en la madurez y por no ser consecuencia de otros trastornos mentales o cerebrales. El diagnóstico
apunta a la detección, mediante la entrevista (también hay pruebas diseñadas con propósitos
diagnósticos) del conjunto de dimensiones comprometidas.
2. Transformación de la personalidad
Surge en la adultez después de la recuperación clínica de una situación estresante grave (campos
de concentración, secuestros, amenaza de asesinato, cautiverio) o de una enfermedad psiquiátrica.
En ambos casos el individuo conceptúa que su autoimagen se encuentra en condición catastrófica y
muestra evidencia de deterioro personal, laboral y/o social.
CUADRO Nº 1
F60.0 Paranoide
F60.1 Esquizoide
F60.2 Disocial
F60.4 Histriónico
F60.7 Dependiente
F60.8 Otros
1. Grupo excéntrico
1.2 Trastorno paranoide de la personalidad (301.0; F60.0). Quienes padecen este trastorno tienen
frecuentemente parientes enfermos con esquizofrenia crónica o con trastornos de ideas
delirantes persistentes (trastorno delusional) de tipo paranoide. En la población general la
prevalencia es de 0.5 a 2.5% y en pacientes hospitalizados varía de 10 a 30% El trastorno
empieza en la niñez o la adolescencia y compromete más a los varones, quienes despliegan
conducta rara o extravagante, suelen ser solitarios, hipersensibles, pobres en rendimiento
académico, ricos en fantasías peculiares, ansiosos para sus relaciones sociales y excéntricos
en pensamiento y lenguaje.
1.2. Trastorno esquizotípico de la personalidad (301.22). Trastorno más frecuente entre los
parientes biológicos en primer grado de esquizofrénicos, a pesar de lo cual son muy pocos los
que desarrollan esquizofrenia. Con una prevalencia que gira alrededor del 3% de la población
general, empieza generalmente en la adultez temprana y sigue un curso relativamente estable.
El enfermo denota, sobre todo, distanciamiento de las relaciones sociales acoplado con pobreza
para reaccionar emocionalmente en situaciones interpersonales.
1.2.2. Aspectos clínicos. Son importantes tres aspectos de disfunción: aislamiento social,
relación inadecuada en la interacción cara a cara y ansiedad social o sensibilidad
exagerada. Las otras características representan síntomas psicóticos, aunque más
tenues y menos floridos que en las psicosis mayores: pensamiento mágico, ideas de
referencia, ilusiones recurrentes, lenguaje raro y suspicacia o ideación paranoide. Los
primeros son parecidos a los síntomas negativos de la esquizofrenia y los últimos pueden
considerarse como síntomas positivos atenuados de psicosis. Además del retraimiento
social hay excentricidad en la apariencia e ideación, restricción afectiva con pobre
relación, suspicacia con ideas de referencia y, a veces, lenguaje peculiar.
1.2.3. Tratamiento. La psicoterapia ayuda para que el enfermo acepte su estilo de vida solitario.
Para la sintomatología aguda se emplean neurolépticos, cuando los síntomas
prominentes son psicóticos, y antidepresivos si son depresivos.
2. Grupo ansioso
Comprende los Trastornos de Personalidad por dependencia, evitación y obsesivo compulsivo. El
comportamiento anómalo se da, esencialmente, en los modelos de relación que el paciente mantiene
permanentemente con otros, ya que poseen estructuras de personalidad relativamente bien
integradas y, a pesar del trastorno, funcionan con aceptable éxito adaptativo.
3. Grupo dramático
3.1 Trastorno antisocial de la personalidad. (301.7; F60.2). Bastante conocido con otros nombres
que frecuentemente los médicos, estudiantes y legos usan con premura: personalidad disocial,
sociopática, amoral, asocial, antisocial, psicopática. En la CIE-10 figura como trastorno disocial
de la personalidad (F60.2).
Aunque se admite que el trastorno está relacionado con los niveles socioeconómicos inferiores,
ocurre también, y con frecuencia, en los estratos superiores, sólo que en éstos se minimizan u ocultan
tales conductas. Los parientes biológicos en primer grado sufren del trastorno con más frecuencia
que la observada en la población general. La prevalencia de 1 a 3% (para mujeres y varones,
respectivamente) en las muestras comunitarias, aumenta de 3 a 30% en las clínicas; y las cifras son
aún mayores en grupos de prisioneros y consumidores de drogas.
3.1.1. Diagnóstico. Corresponde a personas que hacen caso omiso a y violan los derechos ajenos,
como lo indica la presencia de tres o más de las siguientes siete características: incapacidad
para ajustarse a las normas sociales relacionadas con la ley, por lo que hay repetición de
actos que justifican reclusiones; engaño constante, expresado en mentiras repetidas, uso de
nombres falsos o explotación de otros por placer o beneficio personal; impulsividad o
incapacidad para realizar proyectos futuros; irritabilidad y agresividad, como se evidencia por
repetidas reyertas y asaltos; desconsideración temeraria por la seguridad propia y ajena;
irresponsabilidad consistente, demostrada por repetidos fracasos para mantener un trabajo
permanente y honrar las obligaciones económicas; carencia de remordimiento, según lo
indica la racionalización o indiferencia por los actos cometidos de robos y lesiones. El
diagnóstico es apropiado sólo para los individuos que al menos tienen 18 años, y cuya historia
revela que desde antes de los 15 presentaron síntomas de conducta disocial* bajo la forma
de trasgresión de las normas sociales fundamentales y de los derechos de otros (agresión a
personas y animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo, quebrantamiento de la ley).
El diagnóstico es correcto cuando no ocurre exclusivamente durante un episodio de
esquizofrenia o maníaco.
3.1.3. Tratamiento. La psicoterapia requiere de mucha dedicación del paciente y del médico.
Generalmente, los médicos muestran poca disposición para tratar este tipo de enfermo y éste
tampoco tiene disposición para emprender la tarea. En pocos hospitales especializados se
tratan personalidades antisociales y delincuentes con el objetivo de cambiar las
características de la personalidad. En los casos que se les administra tratamiento,
generalmente, se debe a la presencia de otros trastornos psiquiátricos agregados.
Para este trastorno se tiene a dos grandes ejemplos como lo es Abimael Guzmán y Hitler, ambos
causaron revolución,