Вы находитесь на странице: 1из 5

TRASTORNOS DE PERSONALIDAD

La CIE-10 distingue los trastornos específicos y las transformaciones de la personalidad:

1. Trastornos específicos

Se caracterizan por aparecer en la infancia o la adolescencia (antes de los 16 ó 17 años), por persistir
en la madurez y por no ser consecuencia de otros trastornos mentales o cerebrales. El diagnóstico
apunta a la detección, mediante la entrevista (también hay pruebas diseñadas con propósitos
diagnósticos) del conjunto de dimensiones comprometidas.

2. Transformación de la personalidad

Surge en la adultez después de la recuperación clínica de una situación estresante grave (campos
de concentración, secuestros, amenaza de asesinato, cautiverio) o de una enfermedad psiquiátrica.
En ambos casos el individuo conceptúa que su autoimagen se encuentra en condición catastrófica y
muestra evidencia de deterioro personal, laboral y/o social.

CUADRO Nº 1

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD: CIE-10

F60.0 Paranoide

F60.1 Esquizoide

F60.2 Disocial

F60.3 Inestabilidad emocional

.30 Tipo impulsivo

.31 Tipo límite o borderline

F60.4 Histriónico

F60.5 Anancástico (obsesivo-compulsivo)

F60.6 Ansioso (con conducta de evitación)

F60.7 Dependiente

F60.8 Otros

F60.9 Sin especificación


CATEGORIZACIÓN POR GRUPOS

1. Grupo excéntrico

Incluye los Trastornos de Personalidad: esquizoide, esquizotípico y paranoide. Los modelos de


inadaptación se caracterizan por la propensión al aislamiento y a la cautela, pero los pacientes
denotan comportamiento peculiar menos aparatoso que los del grupo dramático y evolucionan con
menor tensión subjetiva que la experimentada por los del grupo ansioso. El esquizotípico tiende a
presentar síntomas psicóticos; el paranoide destaca por su conducta suspicaz y defensiva.

1.1 Trastorno esquizoide de la personalidad (DSM-IV: 301.20; CIE-10: F60.1). Condición de


infrecuente observación en la práctica clínica, que se manifiesta en la niñez y la adolescencia
(más en varones) y cuya prevalencia está aumentada en los parientes de esquizofrénicos y de
personalidades esquizotípicas.

1.1.1. Diagnóstico. En este modelo prevalece el distanciamiento de las relaciones sociales y


el impedimento para expresar las emociones en situaciones interpersonales. Cuatro o
más de las siguientes siete características orientan el diagnóstico: falta de deseo y de
disfrute para las relaciones íntimas, incluyendo el relativo a ser parte de una familia;
elección frecuente de actividades solitarias; escaso o ningún interés para tener
experiencias sexuales con otras personas; dificultad para derivar placer en las escasas
actividades que realiza; carencia de amigos íntimos, aparte de sus familiares; indiferencia
ante los halagos o críticas de los demás; y frialdad emocional o aplanamiento de la
afectividad

1.2 Trastorno paranoide de la personalidad (301.0; F60.0). Quienes padecen este trastorno tienen
frecuentemente parientes enfermos con esquizofrenia crónica o con trastornos de ideas
delirantes persistentes (trastorno delusional) de tipo paranoide. En la población general la
prevalencia es de 0.5 a 2.5% y en pacientes hospitalizados varía de 10 a 30% El trastorno
empieza en la niñez o la adolescencia y compromete más a los varones, quienes despliegan
conducta rara o extravagante, suelen ser solitarios, hipersensibles, pobres en rendimiento
académico, ricos en fantasías peculiares, ansiosos para sus relaciones sociales y excéntricos
en pensamiento y lenguaje.

1.2.1. Diagnóstico. La exagerada e injustificada suspicacia, la desconfianza de la gente -cuyos


motivos se conceptúan malévolos-, la sensibilidad exagerada y la afectividad restringida
son los síntomas distintivos. Cuatro o más de las siguientes características son
pertinentes para el diagnóstico: sospechas, sin suficiente base, de ser explotado o
engañado por otros; preocupación con dudas injustificadas sobre la lealtad y veracidad
de amigos o asociados; resistencia a confiar en otros, con temor infundado de dar
información que pudiera ser usada en su contra; percibir amenazas u ofensas ocultas en
comentarios o sucesos triviales (por ejemplo, el vecino ha colocado temprano la basura
con alguna intención); rencor persistente ante insultos, injurias o bagatelas que no se
olvidan; percepción de ataques a la reputación (no notados por otros), con rápidas
reacciones de cólera o de contraataque; cuestionamiento injustificado sobre la fidelidad
del cónyuge o compañero(a) sexual. El cuadro no ocurre como manifestación exclusiva
durante el curso de una esquizofrenia, de un trastorno del estado de ánimo con síntomas
psicóticos o de otro trastorno psicótico, ni se debe a los efectos fisiológicos directos de
una condición médica general.

1.2.2. Aspectos clínicos. El rasgo central arraigado e inflexible es la persistente e inapropiada


desconfianza de los otros. Como ingredientes asociados se pueden apreciar aislamiento
social y un estilo de vida con hipervigilancia combativa. Unos pacientes son
emocionalmente distantes y cohibidos, algunos son lábiles y propensos a iniciar
argumentaciones y peleas físicas, otros son muy litigantes. Rara vez funcionan
adecuadamente en situaciones sociales, pero trabajan bien si su actividad no requiere
mucha cooperación de otros. Los síntomas evolucionan con intensidad variable, según
se relacionen con la presencia o ausencia de estresores ambientales. Algunos pacientes
tienen alto riesgo de esquizofrenia.

1.2.3. Tratamiento. Las personalidades paranoides tienen dificultad para someterse a


psicoterapia individual, aunque algunos se benefician de la relación psicoterapéutica
cargada de una intimidad distinta a la que ellos temen y evitan; sin embargo, rara vez
adquieren insight psicológico y no son buenos candidatos para psicoterapia de grupo.

1.2. Trastorno esquizotípico de la personalidad (301.22). Trastorno más frecuente entre los
parientes biológicos en primer grado de esquizofrénicos, a pesar de lo cual son muy pocos los
que desarrollan esquizofrenia. Con una prevalencia que gira alrededor del 3% de la población
general, empieza generalmente en la adultez temprana y sigue un curso relativamente estable.
El enfermo denota, sobre todo, distanciamiento de las relaciones sociales acoplado con pobreza
para reaccionar emocionalmente en situaciones interpersonales.

1.2.1. Diagnóstico. Es fundamental reconocer el déficit interpersonal y social manifestado por


la angustia que provocan las relaciones interpersonales íntimas y por la incapacidad para
establecerlas, así como la conducta excéntrica y las distorsiones perceptivas y cognitivas.
Los diferentes contextos en los cuales se presenta este trastorno están indicados por
cinco o más de las siguientes nueve características: ideas de referencia (excluyendo
delusiones de referencia); creencias extrañas o pensamiento mágico que tienen efectos
sobre el comportamiento y son inconsistentes con las normas subculturales (por ejemplo,
supersticiones, creencia en la clarividencia, la telepatía o el "sexto sentido"; en niños y
adolescentes, fantasías o preocupaciones extravagantes); experiencias perceptivas
insólitas, incluyendo ilusiones corporales (presencia de fuerzas extrañas o de personas
que no están presentes); extravagancia del pensamiento y del lenguaje (por ejemplo,
vaguedad, lenguaje metafórico, elaborado excesivamente, estereotipado); suspicacia o
ideación paranoide; afecto inapropiado o constreñido; conducta peculiar, extraña o
excéntrica; carencia de amigos íntimos o confidentes, salvo parientes en primer grado;
ansiedad social desmedida que no se atenúa con la familiaridad, sino que tiende a
relacionarse con temores paranoides y no con juicios negativos sobre sí mismo. No
ocurre exclusivamente durante el curso de una esquizofrenia, de un trastorno afectivo
con síntomas psicóticos, de otro trastorno psicótico o de trastorno del desarrollo, sino que
constituye una manera de ser.

1.2.2. Aspectos clínicos. Son importantes tres aspectos de disfunción: aislamiento social,
relación inadecuada en la interacción cara a cara y ansiedad social o sensibilidad
exagerada. Las otras características representan síntomas psicóticos, aunque más
tenues y menos floridos que en las psicosis mayores: pensamiento mágico, ideas de
referencia, ilusiones recurrentes, lenguaje raro y suspicacia o ideación paranoide. Los
primeros son parecidos a los síntomas negativos de la esquizofrenia y los últimos pueden
considerarse como síntomas positivos atenuados de psicosis. Además del retraimiento
social hay excentricidad en la apariencia e ideación, restricción afectiva con pobre
relación, suspicacia con ideas de referencia y, a veces, lenguaje peculiar.

1.2.3. Tratamiento. La psicoterapia ayuda para que el enfermo acepte su estilo de vida solitario.
Para la sintomatología aguda se emplean neurolépticos, cuando los síntomas
prominentes son psicóticos, y antidepresivos si son depresivos.

2. Grupo ansioso
Comprende los Trastornos de Personalidad por dependencia, evitación y obsesivo compulsivo. El
comportamiento anómalo se da, esencialmente, en los modelos de relación que el paciente mantiene
permanentemente con otros, ya que poseen estructuras de personalidad relativamente bien
integradas y, a pesar del trastorno, funcionan con aceptable éxito adaptativo.

3. Grupo dramático

Considera los Trastornos de Personalidad antisocial, histriónico, fronterizo (borderline) y narcisista.


La inadaptabilidad prevaleciente de los individuos de este grupo se debe a que la organización de la
personalidad reposa en un lecho de profundos problemas con sistemas psicodinámicos complejos y
permanentes, que dan lugar a modelos de relación fijos e inflexibles, intensos e inapropiados.

3.1 Trastorno antisocial de la personalidad. (301.7; F60.2). Bastante conocido con otros nombres
que frecuentemente los médicos, estudiantes y legos usan con premura: personalidad disocial,
sociopática, amoral, asocial, antisocial, psicopática. En la CIE-10 figura como trastorno disocial
de la personalidad (F60.2).

Aunque se admite que el trastorno está relacionado con los niveles socioeconómicos inferiores,
ocurre también, y con frecuencia, en los estratos superiores, sólo que en éstos se minimizan u ocultan
tales conductas. Los parientes biológicos en primer grado sufren del trastorno con más frecuencia
que la observada en la población general. La prevalencia de 1 a 3% (para mujeres y varones,
respectivamente) en las muestras comunitarias, aumenta de 3 a 30% en las clínicas; y las cifras son
aún mayores en grupos de prisioneros y consumidores de drogas.

3.1.1. Diagnóstico. Corresponde a personas que hacen caso omiso a y violan los derechos ajenos,
como lo indica la presencia de tres o más de las siguientes siete características: incapacidad
para ajustarse a las normas sociales relacionadas con la ley, por lo que hay repetición de
actos que justifican reclusiones; engaño constante, expresado en mentiras repetidas, uso de
nombres falsos o explotación de otros por placer o beneficio personal; impulsividad o
incapacidad para realizar proyectos futuros; irritabilidad y agresividad, como se evidencia por
repetidas reyertas y asaltos; desconsideración temeraria por la seguridad propia y ajena;
irresponsabilidad consistente, demostrada por repetidos fracasos para mantener un trabajo
permanente y honrar las obligaciones económicas; carencia de remordimiento, según lo
indica la racionalización o indiferencia por los actos cometidos de robos y lesiones. El
diagnóstico es apropiado sólo para los individuos que al menos tienen 18 años, y cuya historia
revela que desde antes de los 15 presentaron síntomas de conducta disocial* bajo la forma
de trasgresión de las normas sociales fundamentales y de los derechos de otros (agresión a
personas y animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo, quebrantamiento de la ley).
El diagnóstico es correcto cuando no ocurre exclusivamente durante un episodio de
esquizofrenia o maníaco.

* Trastorno de conducta (312.8) en el DSM-IV y trastorno disocial (F91) en la CIE-10.

3.1.3. Tratamiento. La psicoterapia requiere de mucha dedicación del paciente y del médico.
Generalmente, los médicos muestran poca disposición para tratar este tipo de enfermo y éste
tampoco tiene disposición para emprender la tarea. En pocos hospitales especializados se
tratan personalidades antisociales y delincuentes con el objetivo de cambiar las
características de la personalidad. En los casos que se les administra tratamiento,
generalmente, se debe a la presencia de otros trastornos psiquiátricos agregados.

Para este trastorno se tiene a dos grandes ejemplos como lo es Abimael Guzmán y Hitler, ambos
causaron revolución,

Вам также может понравиться