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Introducción
Al prestar atención a los problemas de las parejas, me encontré con que éstas manifestaban la misma
clase de aberraciones del pensamiento (distorsiones cognitivas) que mis deprimidos y ansiosos pacientes. Al
igual que mis pacientes, tendían a fijarse en lo que estaba mal en sus matrimonios y a descuidar o no querer
ver lo que estaba bien.
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Debido a la fuerza de los sentimientos y las esperanzas, la dependencia y los significados simbólicos
decisivos que atribuyen a los actos mutuos, los cónyuges son propensos a interpretarlos mal. Cuándo
ocurren los conflictos, a menudo por una mala comunicación, los cónyuges parecen estar más
dispuestos a acusarse mutuamente que a pensar en el conflicto como en un problema que puede
solucionarse. Los cónyuges pierden de vista aquellos aspectos positivos que su pareja les aporta y
representa. En última instancia, llegan a dudar de la propia relación y pierden así la oportunidad de
desenredar los nudos que deforman el mutuo entendimiento.
Es importante que las parejas reconozcan que tienen opciones, que no son meras víctimas de una
mala relación. Pueden y deben hacerse responsables de ella.
A menudo, los cambios en uno de los integrantes pueden producir cambios notables en el otro.
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Filosofía rectora del libro:
- Las parejas pude superar sus dificultades si reconocen que una gran parte de sus frustraciones,
decepciones y enojos no arranca de una incompatibilidad sino de malentendidos fruto de
conversación equivocadas e interpretaciones prejuiciosas.
- EL malentendido es a menudo un proceso activo que se origina cuando uno desarrolla una imagen
distorsionada del otro.
- Cada uno debe asumir la plena responsabilidad de mejorar la relación
- Pueden ayudarse a sí mismos, a cada uno de ellos y a la relación si adoptan una actitud de “ sin culpa
ni reproche”
- Los actos de su pareja que usted atribuye a algún rasgo malévolo se explican mejor en función de la
autoprotección o intentos de prevenir el abandono.
Cuando se frustran las grandes expectativas de los cónyuges, estos son propensos a llegar a conclusiones
negativas del estado de ánimo de su pareja y al estado del matrimonio (“ya no le intereso”). Al confiar en lo
que equivale a una adivinación del pensamiento, el cónyuge desilusionado deriva en conclusiones
condenatorias sobre la causa del disgusto.
Como consecuencia de esas explicaciones puede ocurrir que el cónyuge ofendido ataque a su pareja o se
aleje de ella. Es muy probable que ésta a su vez se sienta injustamente castigada y se desquite
contraatacando o retrayéndose, y así empieza el círculo vicioso de ataque y revancha.
Antes de percatarse de que hay un malentendido, inconscientes de que interpretan mal a sus
parejas, los cónyuges les atribuyen en forma equivocada motivaciones viles.
La manera en que un cónyuge percibe e interpreta lo que el otro hace puede ser mucho más
importante para determinar el bienestar matrimonial que los actos mismos.
Para evitar esas ideas falsas, conviene entender cómo funciona la mente cuando nos frustramos o
decepcionamos. Nuestro sistema mental nos predispone a malinterpretar o exagerar el significado del
comportamiento de la otra persona, a dar explicaciones negativas cuando estamos decepcionados y a
proyectar una imagen negativa sobre los demás. Entonces actuamos de acuerdo con esas interpretaciones
erradas y atacamos la imagen muy negativa que hemos proyectado.
El método cognitivo
La terapia cognitiva demostró que los cónyuges pueden aprender a ser más razonables el uno con
respecto al otro: si adoptan una actitud más humilde, menos segura en cuanto a la exactitud de la
lectura de los pensamientos y a las conclusiones negativas resultantes; si controlan la precisión de
dicha lectura y si consideran algunas explicaciones posibles de lo que hace su pareja.
Ambos deberían darse cuenta de que sus conclusiones podrían ser incorrectas y su cólera
injustificada o al menos exagerada.
Los principios cognitivos que la terapia cognitiva incorpora son:
● Nunca podemos conocer el estado de ánimo, las actitudes, los pensamientos y sentimientos de los
otros.
● Confiamos en señales, a menudo ambiguas, para que nos informen acerca de las actitudes y deseos
de los demás.
● Usamos nuestro propio sistema de códigos, que puede ser defectuoso, para descifrar dichas señales.
● Al confiar en nuestro propio estado de ánimo en un momento particular, podemos equivocarnos en
nuestro método de interpretar la conducta de los demás, es decir, en nuestra forma de descifrar.
● El grado en que creemos en nuestra exactitud para adivinar los motivos y actitudes de otras personas
no está en relación con la verdadera precisión de nuestra opinión.
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La terapia cognitiva se concentra en el modo en que los integrantes de la pareja se comprenden el uno al
otro, lo hacen mal o dejan de hacerlo, así como en el modo en que se comunican. El método cognitivo está
previsto para remediar esas distorsiones y el déficit en el pensamiento y en la comunicación.
La esencia de la terapia cognitiva matrimonial consiste en investigar, con las parejas en conflicto,
las expectativas irreales, las actitudes contraproducentes, las explicaciones negativas injustificadas y
las conclusiones ilógicas.
El pensamiento invisible
Nuestro juicio sobre lo que siente la gente respecto a nosotros, debe basarse por lo común en hechos que
no son observables en forma directa. Dado que esos estados internos están fuera del alcance de nuestros
sentidos, confiamos en nuestras suposiciones sobre lo que podemos observar tanto en nuestras inferencias
(nuestra lectura del pensamiento ajeno) como en lo que observamos directamente. Automáticamente
consideramos las conjeturas como hechos. Lo adecuado es verificar las suposiciones preguntando el otro
qué siente.
Cuando estamos trastornados o emocionados, es probable que las interpretaciones de los
pensamientos y sentimientos de otras personas se basen más en nuestros estados internos, nuestros
miedos y expectativas, que en una evaluación razonable del otro ser.
Muy a menudo nuestro modo de pensar en la vida diaria es similar al que se descubre en
trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad: llegamos a un juicio repentino basado en el
leve hilo de una prueba o de ninguna.
El modo de pensar de la gente se embrolla cuando esta pasa de la interpretación específica a las
generalización por ejemplo: de---> está enojado conmigo a -----> siempre está furioso conmigo.
Lo que comienza como una inferencia se transforma en un hecho tan real como la observación
original.
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matrimonio, más que cualquier otro vínculo íntimo, presenta oportunidades constantes para que se produzca
una mala lectura de las señales.
Prejuicios
Algunos de los malentendidos que acosan a los matrimonios tienen sus raíces en el modo rígido de pensar
que sirve de base a toda clase de prejuicios. Las expectativas, observaciones y conclusiones preconcebidas
que forman un prejuicio reflejan una estructura mental conocida técnicamente como tendencia cognitiva
negativa. El prejuicio puede torcer no solo nuestras interpretaciones de los demás, sino también de nosotros.
Las parejas pueden ser razonablemente objetivas con respecto a las motivaciones que atribuyen a otras
parejas, pero en las mismas situaciones atribuyen erróneamente móviles negativos a sus propias parejas.
Reaccionan entre sí como si tuvieran un trastorno psíquico. EN sus pensamientos acerca del otro aparece la
suspicacia, como la que se observa en ansiosos o depresivos.
Según ellos, sus creencias son reales, sus mentes están abiertas. En realidad tienen la mente cerrada y una
visión cerrada en lo que al compañero se refiere.
Los hostiles por ejemplo no se dan cuenta de que su visión del compañero puede estar distorsionada por
el estado de ánimo y las ideas de los dominan.
Las creencias para ellos no son una mera conclusión sino la realidad.
Los cónyuges pasan de una predisposición positiva en los comienzos a una negativa. Entonces lo que
hace cualquiera de los dos se interpreta en un aspecto negativo.
Lo que más distingue a los matrimonios desavenidos de los satisfactorios no es tanto la ausencia de
experiencias agradables sino la gran cantidad de experiencias desagradables o las que se interpretan como
tales. Las mejoras vienen acompañadas mas por una reducción de encuentros desagradables que por un
aumento de los sucesos desagradables.
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Del mismo modo que una terapia cognitiva puede ayudar a los pacientes que sufren de ansiedad clínica o
depresión a comprender su forma errónea de pensar, los mismos principios pueden contrarrestar los
malentendidos y prejuicios en matrimonios desavenidos. Pero primero importa comprender la base de esos
problemas del pensamiento y aprender a identificarlos. Luego, las parejas pueden examinar sus
interpretaciones y sus mutuas opiniones, y corregirlas conforme a eso, antes de permitir que los
pensamientos negativos estropeen su felicidad.