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EL PASTOR: SU VOCACIÓN, CARÁCTER, Y VIDA

PERSONAL
Dios tiene un plan para la vida de cada uno de Sus hijos. Hay
casos excepcionales en que Dios revela Su plan a un individuo así
como lo hizo a Jeremías. Antes que te formase en el vientre te
conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las
naciones (Jer.1:5). Siendo que Él es el soberano, omnisciente Dios
y no se limita por el tiempo en Su conocimiento, no es difícil
entender que Él conoce nuestra vida del principio al fin aún antes
de su comienzo. Lo que sí es difícil comprender es que nos haya
escogido para ciertas tareas antes que naciésemos. Pablo dice:
Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que
yo le predicase entre los gentiles . . .(Gál.1:15,16).
Con frecuencia citamos Efesios 2:8,9 pero no seguimos con
el versículo 10. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que
nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Ef.2:8-10, énfasis mío).
Encontraremos la vida abundante solamente al seguir el plan que
Él nos ha trazado. Dios no llama a todos Sus hijos a ser pastores,
pero sí, llama a algunos. Aquellos llamados son Sus pastores
designados de los rebaños locales.
Algunos entran en la obra pastoral con motivos erróneos e
inaceptables. Su mira está puesta en las cosas terrenales. Puede
ser por el consejo de los familiares o de los de su iglesia (aún de su
pastor) quienes perciben en cierto joven el potencial para el
ministerio; es un error común en la cultura américa latina. O
puede ser el deseo de una persona ociosa de encontrar una manera
fácil de ganar la vida y considerarse un profesional. Aún puede ser
el deseo de elevar su posición social y verse un líder, algunos se
gozan de la aclamación del público y el poder de mandar a otros.
Ninguna de éstas son razones dignas para justificar el anhelo de ser
pastor ni tendrán la bendición de Dios.
La obra pastoral obedece a un llamamiento divino. Uno tiene
que ser llamado por Dios y preparado por Dios para pastorear una
porción de la Iglesia de Cristo. Pablo lo expresó bien: Pablo,
apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del
Señor Jesucristo nuestra esperanza (1 Tim. 1:1). Cristo exhorta a
Sus discípulos: . . .rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe
obreros a su mies (Mat. 9:38). La iniciativa tiene que ser de Dios.

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