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E l via je de A na

H istor i as de inmigrac ión


con t adas por jó v enes
Í ND I CE :

I.- PRESEN T AC I ÓN

I I .- PRÓLOGO

I I I .- PRIMERA PARTE

1.- A na, la llegada.


2.- La vida de A na. H istorias de mi fam ilia. E n la Unive rsi d a d .
3.- Migra c i o n es.
4.- España, país de e migra c i ó n .
5.- Ra zones para emigra r.
6.- C ulturas e inm igración.

IV.- SEGUNDA PARTE

1.- Karima, la vecina del sur. C uento de Marruecos.


2.- La señora Wong, el señor Wong y el joven H u. Cuento chino.
3.- La ve rd a d e ra historia de Katy y Cristín. Cuento africano.
4.- Said: el hombre que no conoce fro n t e ras. C uento Bere b e r.
5.- El encuentro. C uento Africano. Canción africana.
6.-.El exilio. La historia de A lba Lucía.
7.-. Carta al pro f eso r.

V.- Aclarando conceptos

VI.- B i b l i ogr a f í a

VI I.- Agr adec i m i en tos


PRESEN T AC I ÓN

"… tenemos que hacer m ucho por conocernos, por conve rsa r, por
construir va l o res com unes y compartir nuestras experiencias …
como lo hacemos tú y yo ahora."
Kari ma - Marruecos.

Este libro es la consta tación de que es posible plasmar la razón y el corazón por-
que en él se entrem ezclan los datos y los hechos, es decir, la forma y el fo n d o
de las h istorias de jóvenes in migrantes en su ave n t u ra de viajar traspasando las
f ro n t e ras de sus países de origen.

E sc r i to y narrado desde la persp e c t i va de género, Luz y su equipo han logra d o


una excelente melodía narra t i va, utilizando como instrum entos musicales a
j ó venes de muchas partes del planeta que aportan notas de su visión del
m undo, de la realidad cotidiana y su día a día en España.

U na línea de trabajo por la que está apostando el Consejo de la Juventud de


España (CJE), es la colaboración con asociaciones que aglutinan a los dive rsos
c o l e c t i vos i nm igrantes juveniles en n uestro país. Las y los jóvenes somos el
p rese n t e, pero también la llave del futuro, por lo que tene mos que hacer un
esf u e r zo por encontrarnos y construir u na sociedad donde todo el mundo
pueda participar. Así, es una prioridad para el CJE abordar la in migra c i ó n
como un aspecto tra n sve rsal en toda n uestra labor y activ idad, en todos n ues-
t ros posicionam ientos y re i v i n d i c a c i o n es, en todos nuestros esfuerzos y en
n u est ras espera n zas de u na sociedad más justa .

E sp e ramos que este libro ofrezca un punto de vista mu y interesante y enrique-


cedor de la in m igración en nuestro país. Pensamos que un buen tex to de re f e-
rencia que haga re f l ex i o n a r, es la m ejor for mación para com enzar a tra b a j a r.

G racias por todo y disfruta d l o .

Comisión Pe r m a n e n t e
Consejo de la Juventud de España
PRÓLOGO

M e han pedido las auto ras y el Consejo de la Juventud de España,


que escriba u n prólogo, y casi bastaría con decir que el libro es
e n t retenido, emocionante, un instru mento de descubrimiento y
re f l exión, escrito con corazón y con razón. Bastaría con eso para animar a su lec-
t u ra, pero diré u nas cuantas cosas más.

H ablar de in migración hoy por hoy, si sólo nos fijamos e n lo que aparece e n los
medios de com unicación, en las políticas de in migración, en las frías esta d íst i-
cas o en las sesudas conclusiones que los invest iga d o res ex t raen de ellas, es
hablar de un problema. Así es como nos lo prese n tan, y a todos los i nm igra n t es
como si fueran una especie de com unidad homogénea, u nos “otros” que son
todos iguales.

D esde los despachos, se hacen proyecciones de futuro sobre la in migración; se


determina cómo tienen que vivir o malvivir los inm igrantes en este país; se ini-
cian y n unca acaban polé micas sobre la multiculturalidad o la interc u l t u ra l i d a d;
se diseñan programas que los convierten en usuarios y no en ciudadanos con
d e re c h os. Se dibuja para ellos un mapa del m undo en el que son un núm ero
más en el contingente o en el naufragio de u na patera, un inm igrante en la cola
p a ra solicitar un perm iso, u n niño intentando seguir la clase en un idioma que
no conoce, o u n expulsado a su país de origen cuyo mayor delito ha sido tra b a-
jar de manera irregular y haberse quejado por ello. Es el mapa de "los otros, los
i n m igrantes", u n dibujo que acabaría con cualquier espera n za, si no fuera por-
que la espera n za es como en la historia de A lba Lucía, mantenida y alim enta d a
co n sta n t e m e n t e.

Pe ro este libro am plía el mapa del mu ndo que les habían dibujado a Ka r i m a ,
Said, Cristin o A lba Lucía, o m ejor dicho, re p roduce el su yo propio. Por el m éto-
do más si mple, el más lógico pero el m enos utilizado: conocerlos. Y es ve rdad
que ellos fueron un n úmero del contingente, o estuvieron en la cola para soli-
c i tar un per miso y también que tra b a j a ron irreg u l a r m e n t e. Pe ro, además, las
h istorias de la in migración - ayer las de n uestros padres, hoy las suyas -, son his-
torias de vidas, de perso n as, de desarraigo, de duro trabajo, de espera n za y de
i l u si o n es, a veces frustra d as, a veces conseguidas. Tene mos que pregu n ta r, te ne-
mos que conocer y apre n d e r, porque los estereotipos son sólo eso y no re f l e j a n
más que nuestro miedo. Miles de personas de difere ntes orígenes, re l igi o n es,
c u l t u ras, idiomas han elegido este país para vivir, resp e tando sus leyes y dis-
f r u tando de sus dere c h os, es decir para ser sus ciudadanos.
¿Choque cultural o con vivencia enriquecedora?. Depende de to d os, de la PRESENTACIÓN DE LAS AUTORAS:
vo l u n tad rea l de construir va l o res comu nes, de poner a prueba los principios

T
constitucionales que hablan de la igualdad y de que la espera n za de los in mi-
grantes sea también la nuestra, de que apro vechemos la oportu nidad de que odo empezó cuando desde el Consejo de la Juventud de la Comunidad
esta sociedad sea mas dinámica y crezca y madure como lo hace una perso n a , de Madrid y el Consejo de la Juventud de España, nos pro p usi e ro n
cuando se beneficia de los conocim ientos que otra le tra n s m i t e. escribir u n libro para jóve n es, sobre in migración. Como en el inicio de
Este es un libro de con ve rsa c i o n es, de diálogos entre perso n as, que puede cam- cualquier pro y e c to, estu vi mos mucho tiem po dándole vueltas a la forma y
biar la percepción de las cosas de quien lo lea. No perjudica la salud, sino to d o sob re todo a lo que queríamos conta r. H ablar de in m igración y de juventud era
lo contrario. un re to importa n t e, sí, pero qué contar y cómo narrarlo... ése era el ve rd a d e ro
p roble ma. Intuiti vam ente sabíamos que no res u l taría fácil elegir la persp e ct i va .
E sp e ro que disfrutéis con él pero, sobre todo, os ani mo a que, como hicieron sus ¿ H ablábam os de los jóvenes i n m igrantes? ¿I nvestigábam os sobre la
a u toras, conozcáis a las perso n as. Sólo así se hace realidad la convive n c i a . c u l t u ra?¿ Trabajábamos sobre los proble mas de la llegada? ¿ sobre los conflictos
de la acogida? Miles de preg u n tas que volvían una y otra vez en ta rdes de re u-
niones interm inables que, finalmente, ter minaban siendo improvisadas tertu-
lias a las que siem pre se u nía u n amigo o amiga atraída por el fragor de la dis-
A na María Corra l cusión y la buena mano en la cocina.
Responsable del Depart
amento
de Migraciones de UGT
Las conversaciones...

El prim er criterio llegó a los pocos días. Si realmente queríamos cono-


cer a las personas jóvenes que han in migrado, la m ejor for ma de hacerlo era
e n co n t rarnos y dialogar. Así, tendríamos la oportunidad de rom per la fro n t e ra
q u e, simbólicamente, se está construyendo entre ellos "los in migrantes" y nos-
o t ros "los autóctonos".

Poco a poco fuimos conociendo a Karima, Cristin, Alba, H u... Los


e n c u e n t ros se fueron sucediendo a través de am igos com unes y asociaciones de
i n m igra n t es. E n muchas ocasiones, el conta c to fue dire c to y se ncillo, abord á n-
doles en bares, peluquerías, tiendas... o en la calle: oye... ¿te importaría que te
h i c i e ra u na entre v ista?

La pri mera resp u esta siem pre era de duda: ¿qué te puede interesar de
m i vida?,- nos contesta ron más de una vez. Pe ro detrás de la sorpresa, la sonri-
sa y la complicidad.

Quedábamos en sus casas, en las nu estras... muchas veces surgía la


i n v i tación a com er o a tomar u n té en u n café conocido. Y en todas las ocasio-
n es, terminabamos saltándonos el guión, que llevábamos pre p a rado, para
seguir al hilo libre de los pensam ientos. Cada conve rsación es la historia y la
experie ncia de una persona, en el que, sin duda, adquiere im portancia su pro-
y e c to migra torio y su cultura, pero que en ningún caso re p rese n ta a un colecti-
vo o a un país de origen. Cree mos que esto es muy importa n t e. C uando leas familias que también e migra ron a Ale mania y que no dudaron en compartir sus
estas páginas podrás escuchar a jóvenes que han venido de lejos, con vidas, re c u e rdos. Con ve rsaciones entre fotografías y cafés. H istoria del pasado que hoy
p e n sa m i e n tos y va l o res a veces difere n t es, y a los que les u ne el deseo de ser se repiten con la llegada de las personas inmigra n t es. U na situación tan dife-
reconocidos y tra tados como personas con nombre pro p i o . rente y tan sim ilar a la ve z .

Al comenzar a escribir, nos encontramos con horas y horas de gra b a- É sta es la historia de A na, tan real como las de las personas que entre-
c i o n es. Todas las e ntre v istas son m uy interesantes pero, debido a la limita c i ó n v ista m os. E n su historia están presentes las voces de m uchos españoles que via-
del espacio, he mos tenido que hacer una selección, escogiendo aquellas con- j a ron en busca de una vida m ejor. Al fin y al cabo, ¿quién no ha empre n d i d o
ve rsaciones en las que se ha tra tado la in m igración desde distintas persp e c t i vas viaje?
ideológicas o vita l es. Todos los encuentros que hemos mantenido han consti-
tuido una fuente valiosa de infor mación que están reflejadas en las distintas
partes del libro: El profesor...

En estas páginas conve rsaréis con Cristin, H u, Alba Lucía, Said... y Es el único personaje que no es com pletamente real. Fu e em ergi e n d o
escucharéis las voces silenciosas de Yasm in, O mar, Lidia... que nos re l a tan la de los re c u e rdos de am igos que vivieron el exilio para lu ego vo l ver y contribuir
h istoria de un viaje que, como el de todos nosotros, no tiene fin. Son histo r i as con su trabajo a la democracia. Su testimonio es la suma de muchas voces que,
de in migración narradas por jóve n es. a lo largo de estas páginas, cobra vida para responder a n uestras pregu n tas.
O b v i a m e n t e, este libro no es un tex to teórico como los que he mos manejado
p a ra trabajar y que tenéis en la bibliografía y, sin embargo, era im portante acla-
Ana... rar conceptos y situaciones. Q ueríamos encontrar el nexo entre la em igra c i ó n
de A na a A lemania y la in m igración actual. E l profesor nos facilitó enor me-
Conocíamos a A na por su trabajo si ndical en i nm igración. Re a l m e n t e m ente la construcción de este puente y aunque nació en n uestra imaginación,
cuando, aquel día, después de la reunión quedamos a com er en casa, no podí- p ro n to se con virtió en una persona con un pensam iento y posicionamiento ide-
amos imaginar que de aquel encuentro surgiría la protago n ista de este libro . ológico propio. E l profesor nos enseñó a re f l exionar sobre la situación de las
A na es una mujer tranquila de grandes ojos negros inquietos y observa do res. p e rsonas que emigran y lo que es más importa n t e, a posicionarnos, porque nos
Suele re f u gi a rse en el calor del silencio y la escucha, del que surge con u na son- de mostró con sus enfados y rotu ndas afirmaciones que nadie puede quedar al
risa cuando te diriges a ella. Nu nca rehuye una resp u esta y sus contesta c i o n es m a rgen, cuando hablamos de D erechos H umanos y de convivencia. Tal vez, un
son fir mes y con vincentes. Sin e mbargo, ese tono de voz pausado, esas manos día, coincidamos con él en algún curso o, quién sabe, veamos sus fotografías en
en las que siem pre aparece un cigarrillo y su for ma de sonre í r, dem uestran que una ex p osi c i ó n .
las con vicciones también pueden defenderse desde el resp e to y el diálogo. Y
Ana trabaja, trabaja mucho... porque es va l i e n t e, ta n to como las pro p u estas que
ha defendido año tras año, a pesar de que, en m uchos momentos, pare c i e ra n Los cuentos...
no encontrar escucha. A veces me gusta pensar que su voz y su discurso calan
como la lluvia fina del norte, tranquila y sigilosa... y siempre en la búsqueda de Son un regalo... algunos surgi e ron en la conve rsación, otros los selec-
la ve rdad. cionó A m paro con ese sentido lúdico y fantástico qu e tiene de mirar la vida.
Pidió ay uda a amigos y buscó en bibliotecas... Ella quería que e n cada cuento
Fue en el postre, com iendo helados de todos los sabores cuando est u v i e ra prese n t e, ta n to el sentido del hu mor como la particular interpre ta c i ó n
co m e n zamos a contar historias de n uestras fa m i l i as. A na habló de Za m o ra, del de las distintas culturas. A l igual que las entre v istas, no pudimos incluir to d os
v i a j e, del regreso... todos de alguna forma em igra m os, dijo. Y así nació el viaje sus cuentos pero os in vitamos a escuchar, prob a r, leer, ve r, com partir..., las can-
de A na, en esa com ida que se prolongó hasta la noche. D ías después, le pedía c i o n es, los cuentos, las comidas de otros pueblos... y a asombra ros, como noso-
perm iso para escribir su historia. Una historia que se com pletó con la de otras t ras, de la riqueza cultural que las personas in m igrantes nos aporta n .
El fotógrafo...

Las fotografías de cada capítulo se corresponden a las personas entre-


v istadas y a personas que han inmigrado. Juancho, con su moto y su cámara ,
realizó una i mportante labor al tra tar de capturar en imágenes cada ex p resi ó n
y cada rost ro. En muchas ocasiones, mientras con ve rsába m os, él estaba pre-
sente; pero su forma de esta r, oculto tras el objetivo de la cámara, lo hacía invi-
sible ante n uestros ojos. Su testimonio ha sido una aportación valiosa en este
l i b ro.

Las correctoras...

D a cierto pudor trasladar las voces de las personas al papel, y es mucho


más difícil aún transcribir las sensaciones que percibes cuando hablas con sin-
ceridad con otra persona. Cada entre v ista fue un momento ú nico e irre p e t i b l e.
La sensación de crear un espacio de confianza entre dos personas que no se
conocen es difícil de ex p l i c a r. No r m a l m e n t e, los pri meros instantes eran u n
ta n to tensos pero, al cabo de u nos m in utos, la conve rsación se hacía tan fluida
y tan cercana, que tenías la i mpresión de encontrarte en u na burbuja de crista l .
Al apagar la gra b a d o ra el tono volvía a su curso de relación cordial, como si las
p a l a b ras y las emociones hubieran quedado presas de la cinta, como el mago de
la lámpara maravillosa. Por esta razón, en ningún caso la transcripción ha sido
fácil y la ayuda de Clara y Martina ha sido importante para dar coherencia al
texto.

De Clara, compañera de Sandra, son las prim eras correcciones y los pri-
m e ros consejos... y Martina es la persona que ha supervisado las pruebas fina-
les y a la que agradecemos la paciencia ante los cambios y los re t rasos. Y si
hablamos de un m undo global, tendre mos que decir que Martina nos ay udó
desde la distancia, gracias a la Red. En estos m eses se han sucedido los corre os
electrónicos y las llamadas de teléfono. Desde estas líneas, le agradecemos sus
p a l a b ras de ánimo, sus críticas precisas y el magnífico trabajo de corre c c i ó n .

Las autoras...

D e nosotras, no hay m ucho que decir... tan sólo que debe mos las gra-
cias a todas las personas que nos han cedido sus palabras y han hecho posible
este libro. Como A na, cada una de nosotras tenemos el senti miento de haber
e m p rendido un largo viaje, cu yo destino conservamos en secre to.
PRIMERA PARTE
En casa, m is padres siempre hablaban español, a no ser que viniera
v isi ta. Mi madre intentaba, ade más, enseñarnos su idioma, sentándonos algu-
nas ta rdes frente a los pocos libros que había traído en su maleta, cuando se
m a rchó de Za m o ra. A mis her manos y a m í nos intrigaba su manera de hablar
de España, y también nos atraía la idea de ser a la vez de dos países tan dife-
re n t es.

Desde que llegamos a Madrid, m i madre dice que se siente apátrida en


esta ciudad, como fuera de lugar. Cuando marchó para A le mania, era m uy dis-
t i n to. E lla re c u e rda, hoy, una España difere n t e, quizás parecida a lo que era
Za m o ra e n aquellos tiem pos: u na provincia de mentalidad m uy cerrada en la
que el progreso parecía estar reñido con el paso del tiem po.

Cuando se fue, necesitaba aire, dice, aire nuevo. Ahora el aire n uevo
de Madrid le inquieta. Todo ha cambiado mucho y esta ciudad es hoy, como el
1. Ana: la llegada Berlín de los 60. ¡Crisol de culturas! –dice mi padre con grandilocuencia, m ien-
t ras se leva n ta del sillón... A m i madre eso parece darle igual. Está sum ida en
u n proceso de tra n sfor mación, de adaptación a esta nu eva vida. La veo como
u n camaleón que no puede cambiar de color aunque lo intente con todas sus
30 de septiembre de 2000 f u e r zas.

No sé mu y bien por qué he decidido estudiar Periodismo. Será por Pa ra ella, irse a Alemania, en aquellos tie mpos, fue una válvula de esca-
seguir los pasos de m is padres. No es que ellos sean periodistas: m i madre era p e, un espacio en el que ponerse pantalones o ir en motoc i c l e ta no significaba
e n f e r m e ra y m i padre trabajaba e n una fábrica. Lo que creo es que, incons- que la señalaran como si del m ismísimo demonio se hubiera tratado.
c i e n t e m e n t e, m e he matriculado en esta carre ra como pu nto de partida para
reconstruir la historia de m i familia y, así, em pezar a com prender la mía. Sigo sin conocer bien los motivos que lleva ron a m i padre a sugerir la
Ne c esi to saber… idea de vo l ver a España. Sólo re c u e rdo que lo com entó un día, mientras comí-
a m os. La m esa en m i casa era sie mpre u n ra ro compendio entre platos espa-
ñoles y ale manes. Ese día habíamos comido una hum eante sopa de pata ta que
nos había sacado los colores a todos… Nos disponíamos a hincarle el diente al
1 de octubre de 2000 guiso de carne (de la re c e ta de la abuela), cuando mi padre an unció que esta b a
pensándose lo de vo l ver a España… Se hizo el silencio. El tro zo de pan que tenía
Mañana comienzan las clases y estoy preocupada. H ace unos pocos en la boca se me pegó a la garga n ta (allí el pan es m ucho más compacto que el
meses volvi mos a España. A ún m ezclo palabras del alemán mientras hablo en de aquí). Pe ro él, enseguida le restó im portancia al asunto .
castellano… H ay muchas cosas que no entiendo, no encuentro mi sitio, me
p i e rdo hasta en m i propia habitación… A ve c es, cuando me despierto, en esos -¡Algú n día teníamos que vo l ver! ¿No? - dijo alegre -, además A na va a
segundos en los que aún no has abierto los ojos, siento que estoy en m i cuarto e m p e zar la unive rsidad y creo que es un buen mom ento para un cambio…
de Alemania, con mi mesita blanca y mis estantes re p l e tos de juegos de niña.
Cuando al fin consigo abrir los ojos, el desconcierto me pu ede. No es mi habi- Lo cierto es que no sé si era un buen mom ento. Al menos, al venir de
tación. No es mi casa, la de siem pre. Éste es mi país, el país de m is padres, pero un país de la Unión Europea, no tuve proble mas para con validar los estudios
aún me siento perdida. E l otro, también es mi país. que había cursado en A lemania. Mis amigos m e decían que lo iba a tener muy
fácil, que aquí seguro que se exigía menos… ¡Sie mpre con la m isma cantinela tan cariñosos! No sabría cómo explicarlo. Aquí enseguida cogen confianza…
de aquí y allí! ¡h asta los hay que se abra zan cuando llegan a clase! ¡Pe ro si se vieron el día ante-
rior! No sé, todo es difere n t e.

U no de los suplicios a los que tendré que acostu mbrarm e es a comer


2 de octubre de 2000 en la cafetería. ¡No hay ni una sola salchicha! Si esto pasara en Ale mania podría
a r m a rse toda u na pro t esta… gente con pancartas gritando: ¡salchichas, salchi-
H oy he tenido m i pri mera clase. Bueno, en realidad era una prese n ta- chas…! Bueno, a lo mejor no ta n to, pero es que lo de com er un bocadillo de to r-
ción, pero ya he e mpezado a sentirm e un bicho ra ro. H ay estudiantes que se tilla grasi e n to me parece un horro r. Mientras que aquí parece que los cocineros
conocen de antes, que fueron al m ismo instituto o que son del m ismo barrio… hacen tortillas con todo lo que se encuentran a su paso, allí hay miles de clases
Los hay también que vienen de fuera, de otras pro v i n c i as, y que se reú nen para de salchichas distintas. Mi madre se niega a buscar com ida alemana en los
se n t i rse m enos desorientados… pero yo... s u p e r m e rc a dos. Dice que si se está aquí, se está aquí y se com e lo de aquí…
Pe ro, si allí cocinaba platos españoles ¿por qué no puede hacer lo m ismo, pero
¿Y tú de dónde eres? –m e pre g u n tan de repente–. al revés? Creo que tiene una relación m uy ex t raña con este país…

- ¿Yo? - En ese mom ento m e qu edo en blanco, no sé si decir que No to m ucha diferencia en las clases, en los compañeros, en el ambien-
vengo de A le mania o que soy española -. te de estudio… H ay un profesor de filosofía que parece estar perdido siem pre
en sus pensam ientos. A veces me siento identificada con él.
-¿D e dónde? ¿E res de Madrid?
El profesor de litera t u ra nos ha contado que todo buen re l a to es la his-
- No, vengo de Alemania. toria de un apre n d i za j e, que es como u n viaje. Me gustaría escribir algo sobre
m i familia, sobre m i viaje… Así mataría dos pájaros de un tiro, como dice m i
- ¡Pe ro si eres morena! p a d re.

Uhm m m m m, sólo puedo encogerme de hombros… Ya estamos con los


est e re ot i p os, como si aquí no hubiera rubios. Me siento un poco cohibida.
¿Cómo voy a explicarles que vengo de Alemania, sin más? Les tendría que con- 11 de octubre
tar mi vida y la de m is padres y, pri mero, no me apetece y, segundo, ta m p oco
en m i fam ilia son m uy dados a contar los motivos que les lleva ron a e migra r. El profesor de filosofía nos ha pro p u esto hacer n uestro prim er tra b a j o
Sólo tengo retazos de mi historia e inmensas lagunas. Ad e m ás, estoy segu ra de de in vestigación. Yo, cómo no, he pensado enseguida en mi historia… ¡Qué
que la historia de m is padres está ligada a la historia de España, a la de pesada soy! Cuando lo ha sugerido en clase, u na gran sonrisa m e ha ilum inado
Alemania y a la de varios sitios… al devenir económ ico, a muchos sucesos… la cara. H a debido de pensar que soy to n ta o algo así, ¿qué persona normal se
¿Alguna vez conoceré todas esas cosas? Q uizás debería relacionar todo lo que va a alegrar ta n to de que le manden un trabajo de clase?
he estudiado con la realidad: con mis padres, con m i vida e n Alemania y con la
vida que comienzo aquí en España. Al dar las once, ha salido tan rápido del aula que casi no me ha dado
tie mpo a recoger mis cosas. Le he perseguido por los pasillos y se me han ido
cayendo las cosas de entre las manos: apu ntes, bolis, el abrigo… La cabeza no
se m e ha caído de casualidad. Al fin he dado con su despacho y, con el entu-
6 de octubre de 2000 siasmo, hasta se m e ha olvidado llamar a la puerta .

Ya llevamos unos días de clase y sólo he hablado con un com pañero . - ¡Menuda carre ra de obstáculos! – ha dicho sorprendido, m ientras se
Sin e mbargo, la gente se com porta de manera distinta a m is amigos de allí, ¡son se n taba detrás de una montaña de libros que casi no dejaban ver su cabeza –.
- Sí…, ya… es que soy u n poco desastre. Q uería pregu ntarle sobre el 19 de octubre
trabajo.
Hoy m e ha llegado una carta desde Ale mania. Es de mi am iga Á ngela.
- Preg u n ta, preg u n ta sie mpre, aunque no encuentres las resp u estas… Sus padres también son españoles que se fueron más o m enos en las m ismas
c i rc u n stancias qu e los m íos. D ice que m e echa de menos y que allí ya hace bas-
E l profesor es una persona taciturna que parece estar siempre e n las tante frío. Aquí el clima es difere n t e, más seco, creo. E l aire por las mañanas es
n u b es. Suele llevar una cartera de cuero llena de papeles, la camisa abierta y, m enos… espeso. Yo también la echo m ucho de menos. Es una sensación ra ra la
enci ma, esa chaqueta de lana que creo que tiene más años que las cosas que se de estar en un sitio y sentir que tienes ta n tas cosas e n otro lugar que está lejos.
t raj e ron m is padres de Ale mania. Algo de lo que no me había dado cuenta, hasta
que decidimos vo l ve r, es que los alemanes, al m udarse, no dejan nada. Mi tía, H e contestado a Á ngela contándole cómo es mi fa c u l tad y lo distintos
que se vino a vivir a Madrid desde Za m o ra, dice que en la otra casa dejó algu- que me parecen los compañeros de clase a mis am igos de siempre. Creo que
nas cosas, como los sillones de la abuela o un armario que h e visto en algu na m e he tirado más de m edia carta hablando del ruido que hay en las cafeterías,
fo to… ¡Mis padres se lo tra j e ron todo! Pe ro todo, to d o… de que mi madre parece otra persona desde que nos vinimos, de m i nueva casa
y hasta de m i profesor de filosofía y del trabajo que nos ha mandado. La ve rd a d
- ¿Pu edo hacer el trabajo sobre in migración? – preg u n to a bocajarro –. es que no sé por dónde voy a empeza r.

- Mm m m, sí, pero debes pararte a pensar en qué es lo que quieres. Eso


es como si m e dices que quieres hacer un trabajo sobre la felicidad. Estaría mu y
bien pero, sin un guión pre vio, quizás te quedases en lo más tópico.

- Quiero comprender la historia de m i familia a través de la historia de


la gente que está llegando a este país. Mis padres se fueron a Alemania y, hasta
hace u nos meses no decidieron vol ve r…

- Ya, ¿y no te sería más fácil preg u n tarles simplemente?

- ¡No! Esa no es m i intención. Q uiero indagar, com para r, conocer…

- Bien, eso está bien. La ve rdad es que no tengo m ucho tie mpo. Puedes
e m p e zar por coger u na cámara, una gra b a d o ra y un lápiz. Sal a la calle, pre-
g u n ta, escucha las conve rsaciones ajenas, acércate a l ugares a los que, quizás,
n unca habrías ido… Com enza remos por ahí… Luego ya te iré dando unas pau-
tas para que leas cosas sobre el tema, ¿te parece? Me tengo qu e marc h a r.

- Sí. Creo que está bien, ¿pero qué tipo de preg u n tas debo hacer?

- ¿Es que crees que te lo voy a decir to d o?

Vaya resp u esta la suya…


sueños y contra d i c c i o n es. Me gusta cuando con ve rsamos de la partida, del des-
a r raigo, de la ex t ra ñ e za ante lo desconocido, la ave n t u ra, las sorpresas de la vida
cotidiana, los esfuerzos por formar parte de la com unidad. Sus ex p e r i e n c i as
hablan de las mías en A lemania y del regreso a España. Es com plicado com en-
zar de nuevo en otro país, incluso en aquel que te vio nacer. Por todo lo que vivi-
mos y aprendimos y porque su pro y e c to es nuestro destino, es necesario
co m e n zar un camino que nos lleve al encuentro .

Como leyéndom e el pensam iento, la voz de mi madre llega desde la


o t ra habitación… “¿Te acu erdas de la maleta de cuero? Creo qu e está arriba,
p e ro llévate un paño porque debe de estar hecha un desastre ”. Un gru ñido su rge
de detrás de las hojas del periódico. De tres en tres subo las escaleras que m e
l l e van al trast e ro. D ebajo de cajas im posibles, libros del colegio y montones de
ropa vieja, resc a to la maleta con la que viajamos al regresar de A lemania.
D espués de li mpiarla de polvo, la arrast ro dando trompicones por los escalones
2. Historias de mi fami lia - En la Universidad h asta llegar a m i cuarto. Cierro la puerta y, arrodillada ante ella, me dispongo a
estudiar su interior. Estoy dispuesta a todo, hasta a enfre n tarme con algú n que
o t ro pequeño visitante con patas. Con dificultad, desato las corre as, abro las
Historias de mi familia... h e b i l l as, leva n to la tapa y meto la cabeza en su interior. ¿Qué queda de aquellos
a ñ os?

16 noviembre 2000

Todas las semanas llegaban cartas de España. No t i c i as, re c u e rdos, m en-


sajes que nos vinculaban con la familia y los am igos de los que nos separa b a n
c i e n tos de kilóm etros. Yo era m uy pequeña para darm e cuenta del significado
de la palabra emigración y de las consecuencias que ésta tendría para las miles
de personas que parti mos hacia los países ricos del norte de E uropa.

Mi padre acaba de leer la cifra de ex t ra n j e ros irregu l a res. Leva n ta la


v ista del periódico y com enta en voz alta… “ Esto es tre me ndo, entonces era n
o t ros tiem pos, las condiciones en las que viajamos eran muy diferentes a las de
hoy ”.
I n stantes del pasado y del presente se cruzan en mi cabeza y murmu-
ro en voz baja: a pesar de lo mucho que ha cambiado el mu ndo en los últi mos
a ñ os, creo que nuestra situación no fue tan desigual a la que puedan vivir las
p e rsonas que in m igran hoy a n uestro país.

C i e r ro los ojos y re co r ro los rost ros de los amigos y am igas que vienen
de lejos. Sin dificultad puedo reconocerm e en sus mira d as, en sus vive n c i as,
En la Universidad... a c e rca a la ve n tana dándom e la espalda y observa con aire distraído lo que ocu-
r re en el cam pus.
- ¿ H as decidido li mpiar la casa?
- Escuche, - le digo -. H aré ese trabajo y necesito su ay uda. H e sido e mi-
El viejo profesor sonríe sin dejar de curiosear entre los objetos que se grante española hasta hace poco tiem po y no llego a entender lo que ocurre en
e n c u e n t ran en la caja de za p a tos… este país. Quiero entre v istar a los jóvenes que son in migrantes como yo, escu-
charles… tomo resp i ración y prosigo. Pe ro antes necesito que me aclare algunos
- ¿Este es el pasaporte de tu padre? ¿Y estas cartas? Pe ro chiquilla… ¡si co n c e p tos, ¿e ntiende? Tengo demasiadas preg u n tas y pocas resp u estas.
me has traído la memoria histórica de la familia! ¿Qué quieres que haga con
esto? No pretenderás que abramos un m useo, ¿ve rdad? Ya hemos tenido bas- - Entiendo, - contesta con media sonrisa, se vuelve a sentar y reclina el
tantes problemas para consegu ir editar el periódico del aula como para meter- cuerpo en el respaldo del sillón y, bajando la voz, contin úa - ¿H as leído "La
nos en más ave n t u ras. Ad e m ás, no hay pres u p u esto… ¿Y esto? - dice m ientras i n m igración explicada a m i hijo", de Sam i Nair? ¿Y a Paja res, Carlos Gimenez,
me m uestra la fo to de mi madre con mi her mano y m i carrito de bebé. A mani, A ntonio Izquierdo, al Colectivo I O E…? H ay auto res m uy buenos, que
seg u ro te ayudarán a re f l exionar y a compre n d e r. La m ejor com pañía es un
Pa rece estar disfrutando poniéndom e nerviosa. No le ha gustado que buen libro y ahora, si no te i mporta, buenas ta rd es.
me prese n ta ra sin avisar en su despacho de la Unive rsidad ni que le espera ra
aquí, "y menos si yo no estoy", me ha dicho enfadado, " no m e gusta que hus- Es uno de los mejores prof eso res de la unive rsidad y sé que le necesito.
meen entre mis papeles". Pe ro fue él quien dijo que hiciéramos un trabajo de
i n vestigación y que no quería tonterías de niñatos ya que estábamos en prim e- - ¡Claro que estoy leyendo! ¡Por eso exijo resp u estas! Ne c esi to re f l ex i o-
ro de carre ra. " A ver si hacéis algo serio", dijo. " A ver si m e sorprendéis con algo nar con usted. Usted dijo que pregu n t á ra m os, que siempre preg u n t á ramos au n-
inteligente y personal". que no encontráramos la resp u esta… y tengo m iles de pregu n tas…

H acer me u n sitio para colocar mi caja en la m esa llena de papeles, Algo que he dicho ha dado en el blanco. Alza los bra zos y m e increpa:
l i b ros, cajetillas de tabaco y bolígra fos ha sido todo u n triunfo ¿cómo puede tra-
bajar en m edio de ta n to desorden?, au nque no sé de qué m e ex t raño, yo soy -¿N unca te das por vencida? Siénta t e, siénta t e, pero te advierto que sólo
igual… y pensar que llevo cerca de dos horas esperándole, para que me tra t e será hoy. Estoy trabajando en un libro y no tengo tie mpo, no tengo tiempo: ni
como si fuera una absurda. u n minuto de tiempo. Sólo hoy, ¿entiendes? Sólo hoy… vamos a ve r... ¿por
dónde quieres e mpezar? Me quedo pensativa, m iro a m i alrededor y preg u n to
E l profesor se coloca las gafas, coge entre las manos un recorte del A BC d esco n c e r ta d a:
de mil nove c i e n tos sese nta y lee la noticia, dejando salir de sus labios un soni-
do ininteligible, al m ismo tiem po que suelta u na bocanada de humo. Le obser- - ¿No escribe en ordenador?
vo callada. Leva n ta la vista y me interpela…
- Uffffffffffff, - se m ete la cabeza entre las manos y mur mura -. ¿Por qué
- ¿Y bien? ¿Qué quieres qu e haga con todo esto? me tienen que ocurrir estas cosas? No, no entiendo esos chismes… m e pro d u-
cen urticaria, ¿podemos em pezar ya?
- Voy a hacer el trabajo de in vestigación como usted me pidió y lo haré
sob re la situación de los jóvenes in migrantes en España.

- M uy bien, - me contesta -, es una buena idea. La situación de la in mi-


gración en España es muy com plicada, tiene usted m ucho trabajo por delante
se ñ o r i ta, así que ya puede recoger sus cosas e irse a tra b a j a r.
Con un movi miento de la mano, me indica que puedo re t i ra r m e. Se
Desde el Paleolítico hasta nu estros días, los seres humanos nos hemos
d esp l a zado por los territorios y continentes, por mu y distintas ra zo n es. Es una
pena que no estudiéis más historia en el colegio. ¿Re c u e rdas las civiliza c i o n es
m editerráneas? En la antigüedad Cartago, Grecia y Roma orga n i zaban flujos
m igratorios como método para ex p o r tar el "excedente" social que se acum ulaba
en sus fro n t e ras interiores. Así, se aseguraban de que mantenían el "orden polí-
tico". Con el descubrim iento de A mérica, miles de personas em igra ron a los
n u e vos territorios y Estados Unidos del Norte su rge en gran m edida como res u l-
tado de las sucesivas olas de inm igra c i ó n .

En el siglo XIX, un pu ñado de países inician la conquista de gran parte


del planeta. Cuando no los ocupaban, se establecían en los territorios a tra v és
de su supuesta superioridad económica y social. Exportaban personas y nego-
c i os, asolando los sistemas sociales y económ icos de las zonas en las que se esta-
blecían. D e esta forma, Europa corregía prob l e m as, como el exceso de población
3. Migraciones. o de pobre za, y se enriquecía económicam ente a costa de los países que colo-
n i zaba. Fíjate que, en gran medida, el origen de la situación de pen uria que
padecen los países del sur se encu entra en ese mom ento h istórico.

E stamos sentados en el rincón del despacho, junto a la ve n tana. É l en - ¿Después de las colonizaciones no vo l v i e ron a sucederse grandes des-
el sillón de ore j as, yo en una vieja silla de madera. Mis ojos vagan por el des- p l a za m i e n tos de perso n as?
pacho. U na lámpara de pie nos pro p o rciona una luz tenue en las últimas horas
de la ta rd e. Las estanterías re p l e tas de libros, carpetas y papeles amonto n a d os - Sí, entre 1850 y 1914 unos diez millones de personas europeas se des-
en difíciles equilibrios parecen al macenar años de docencia. H ay ceniceros en p l a zan en busca de trabajo ta n to dentro de Europa como hacia ultra m a r. A ños
todos los rincones. Me siento bien en la calidez del despacho, entre las fo tos en d esp u és, al term inar la Segu nda Guerra Mundial, los países de E uropa Centra l
blanco y negro distribuidas por paredes y esta n t e r í as. Son re t ratos de difere n t es y Occidental hacen un llamam iento a los países de la E uropa Meridional,
é p oc as. Me gustaría que m e hablara de ellas, pero temo que vuelva a ponerse Tu rquía, Marruecos y T únez para que en víen tra b a j a d o res que les ayuden a su
h u raño. Él no está dispuesto a ponerlo fácil, así que soy yo la que tengo que reconstrucción y a leva n tar su economía. Mira, ¿ves esa fo to de la pared? Sí
co m e n za r. esa... el grupo de hombres frente a la fábrica... Es de aquella época: tra b a j a d o-
res turcos en A lemania.
- Pa rece que nu nca antes hubieran existido las m igra c i o n es... -
co m e n to tím idam ente -. - Usted habla de colonizaciones y de la reconstrucción de E uropa... pero
el tipo de em igración es el mismo, ¿no?
E l profesor deja escapar u na bocanada de humo y com ienza a hablar
con calma. - No es una mala preg u n ta, A na. Digamos que en la colonización la per-
sona que e migraba, es decir, que salía del país, quería montar su propio nego-
- El fenómeno de la em igración es tan antiguo como el nacimiento de cio o tener sus propias tierras. Claro que no sie mpre era posible y m uchos ter-
la humanidad. Los movim ientos m igra torios se han ido sucediendo de fo r m a m inaban trabajando para los que habían llegado antes y habían tenido más fo r-
co n stante a lo largo de la historia. tu na. En cambio, después de la Segunda Guerra Mu ndial, las personas em igra-
ban sabiendo que trabajarían para otros. Los países ricos establecían conve n i os
por los cuales los gobiernos re c l u taban a personas para tra b a j a r, por u n tiem po
determ inado. Se llamaban tra b a j a d o res invita d os. A ntes de salir del país firma-
ban un contra to donde quedaban señaladas las condiciones de trabajo. En prin- - Prof eso r, hay algo que no entiendo. Usted habla de cierre de fro n t e ras,
cipio, los países que los llamaban, lo hacían esperando que los traba j a do res de control de la llegada de perso n as. ¿Es que no tenemos derecho a ir donde
regresa ran a su país una vez term inado el contra to. ¿E ntiendes? q u e ra m os?

- Creo qu e sí, y... ¿ahora? - ¡Ufffff, A na! H ay muchas cosas que yo tampoco comprendo; te advier-
to que no hay resp u estas fáciles, incluso en algu nos casos no hay ni siquiera res-
- Pues ahora, todo es u n poco más confuso. A partir de 1973 com ienza p u esta. A ve r... En 1948 todos los países adscritos a las Naciones Unidas ra t i f i c a n
una época difícil para la economía. Los gobiernos de los países ricos deciden la D eclaración de los D erechos H u manos en la que se reconoce que toda perso-
que ya no necesitan más traba j a do res, y que es mejor que los que están vuel- na tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar al
van a sus casas porque el índice de desempleo está creciendo, comienza la cri- suyo. Sin e mbargo, en la Declaración, no se incluye la obligación por parte de
sis del estado de bienestar y la situación económica no es m uy positiva. Así que los países a los que llegan de per mitirles la entrada ni de reconocer su resi d e n-
"muchas gracias por todo y adiós". Las fro n t e ras se cierran cada vez más, es cia legal.
d e c i r, que em pieza una política rest r i c t i va en materia de in migración. E n los
años ochenta, países como España, Portugal, Grecia, Italia... comienzan a des- - Pe ro, corríjame si me equivoco… Estamos en la época de la globaliza-
pegar económ icam ente. Los inm igrantes de los países del Sur qu e antes tenían ción, en la que la información y las m ercancías viajan a toda velocidad y entra n
como destino A lemania, Francia o Inglaterra cambian su pro y e c to y fijan su sin ningún problema en todas partes. Si usted utiliza ra el ordenador lo entende-
m i rada en estos últi mos. - E l profesor suspira -. ría. Yo puedo conve rsar con m is am igos ale manes a través de internet, puedo
acceder a infor mación de cualquier pu nto del planeta, comprar com ida i mpor-
- Mira, todo esto lo explican muy bien auto res como Pa j a res o el tada, escuchar música... y sin embargo, ¿las personas no pode mos viajar dónde
C o l e c t i vo IO E. Lo cierto es que éste es un momento difícil. Por una parte, q u e ra m os?
E u ropa sigue necesitando traba j a do res ex t ra n j e ros: hay, como si dijéra m os, una
especie de llamada encubierta. Los traba j a do res autóctonos no quieren desem- - No tengo ordenador pero conozco perfectamente los avances de las
peñar ciertos trabajos porque están mejor situados que en épocas anteriores. n u e vas tecnologías, muchas gra c i as. Y con resp e c to a la capacidad de trasl a d a r-
P u estos de trabajo en la agricultura, en la construcción, en el servicio dom ésti- se, no es sólo la información y las mercancías lo que se m ueve sin obstáculos,
co o en el sector servicios se quedan vacantes y es necesario que vengan perso- ¡también el dinero! El capital cuenta con todas las facilidades para viajar a gra n
nas de fuera a ocuparlos. Y por otra parte, existe la necesidad de contro l a r, en velocidad atra vesando fro n t e ras y continentes, mientras que los seres humanos
las fro n t e ras, la entrada masiva de perso n as. V ivi mos tie mpos complicados. ven obsta c u l i zado su derecho a desplaza rse con libertad y fijar su residencia en
cualquier lugar del planeta .

- Prof eso r, sigo sin entender. La globaliza c i ó n . . .

- Escucha A na: vivimos en una gran paradoja. T ienes que pensar a esca-
la planetaria. La globalización tiene dos caras contra p u estas: por una parte pro-
p o rciona grandes beneficios económicos y por otra, marginación de gra n d es
contingentes humanos. E n este marco, el Pri mer Mu ndo tiene una enor me res-
ponsabilidad con resp e c to a los terc e ros países. Se debe actuar en términos de
justicia social ya que la in migración hacia los países del Pri mer M undo e ncuen-
t ra una de sus ra zones en el e mpobre c i m i e n to de los países del Sur pro voca do
por la colonización y los procesos políticos y económicos posteriores, de los que
los países del Norte son los máximos resp o n sab l es.

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- Entonces deberíamos abrir las fro n t e ras y perm itir la entrada y salida
l i b re de perso n as. . .

E l profesor sonríe con cierto aire de nosta lgi a . . .

- O jalá todo fuera tan sencillo... Ningún país puede perm itirse u na aper-
t u ra com pleta de las fro n t e ras, aunque la aspiración de la humanidad es ser ciu-
dadanos y ciudadanas del mundo... Hoy por hoy, esto es un sueño. Pe ro escu-
cha... - el profesor inclina su cuerpo hacia delante y me mira fijamente -, y aun-
que hoy por hoy esto es u na utopía, no lo es la creación de leyes justas que regu-
len los flujos m igra torios y velen por la acogida y el resp e to a los dere c h os
humanos de las personas que llegan a este país - se apoya nuevamente en el res-
paldo de su sillón y continúa -. Tenemos que dar grandes pasos para que la inm i-
gración, por cauces legales, sea posible e intentar encontrar el equilibrio entre
las ex p e cta t i vas de las personas que desean in migrar y el núm ero de perso n as
que pueda aceptar cada país. Es necesario regular los flujos migra torios con 4. España país de emigración
leyes que vayan más allá de la vigilancia policial de las fro n t e ras. D ebemos ve l a r
p o rque las personas que llegan a estos países tengan n uestros m ismos dere c h os,
p a ra participar como ciudadanos y ciudadanas en la sociedad.

Es de noche... las luces del cam pus se han encendido hace tiem po. El
Historias de mi fami lia...
despacho está lleno de humo. El profesor se le va n ta con dificultad de su sillón.
- Pe ro queríais quedaros. . .
- Será m ejor que lo dejemos por hoy A na. Pásate por la biblioteca de la
- Tu madre sí, desde el principio, para ella era u n cambio m uy im por-
U n i ve rsidad y llévate algunos libros, tienes que leer A na. T ienes que leer...
ta n t e. No sólo viajaba de una ciudad pequeña como Za m o ra al centro de la
E u ropa próspera sino que, ade más, escapaba de las barre ras que le im ponía
- M uy bien - contesto -, buenas noches.
la sociedad. Piensa que estamos hablando de la España de los años sesenta en
la que el destino de la mujer se lim itaba a ser buena esposa y madre. Sólo se
Despacio recojo la mochila, m iro de reojo la caja que dejé al llegar
concebía que una m ujer tra b a j a ra si era para ayudar a la familia. E m igrar le
encima de la m esa y, sin tocarla, m e dirijo hacia la puerta.
dio la posibilidad de estudiar y de trabajar en lo que quería. Yo quería lo que
muchos españoles, ahorrar todo lo que pudiera y montar algún tipo de nego-
Sonriendo, atravieso el campus. Me gusta el viejo pro f eso r.
cio al vo l ver a España. Antes de irnos, trabajaba en u na fábrica e n España.
E ran tie mpos difíciles y hubo despidos masivos. Sin trabajo y sin futuro, la
a ve n t u ra de qu edarse parecía mas peligrosa que el riesgo de irse. Las noticias
llovían de Alemania. Las cartas de los amigos animaban a intentarlo. Tra b a j o
seg u ro y el salario, al cambio, res u l taba ve n tajoso... y en cualquier caso sie m-
p re podías vol ver...

Los primeros años fueron durísimos. H orarios im posibles de los que


acababas baldado, y nada de salir, no nos podíamos permitir gastar nada, lo
máxi mo era el encuentro con los paisanos... así conocí a tu madre. Luego lle-
gásteis vosot ros, el futuro en España era incierto y el tiempo del regreso fue En la Universidad...
quedando cada vez más lejano.
- A yer hablaba usted de los tra b a j a d o res in vita d os... y continuam ente se
dice que España ha pasado de ser país de em igración para con ve r t i rse en país
de in migra c i ó n . . .

- A ve r, por partes. E mpiezo por aclararte el tér mino "tra b a j a d o res i nvi-
tados". Ayer te comentaba que en Europa, en el siglo que acabamos de dejar,
después de la Segunda Guerra Mu ndial, los países destro zados por la contienda
so l i c i ta ron "mano de obra ex t ra n j e ra" que ayudara a reconstruirlos de las ruinas.
E ran los "tra b a j a d o res in vitados", como tus padres.

La E uropa próspera concebía la inmigración desde la persp e c t i va de la


t e m p o ralidad. Tra b a j a d o res a los que no se pedía cualificación y que se adapta-
ban durante el tiem po necesario a las condiciones más duras, con capacidad
p a ra vivir en distintos lugares y si n grandes ex ige n c i as.

En estas circ u n sta n c i as, los gobiernos no se plantearon la necesidad de


d esa r rollar políticas de integración, ni la insta u ración de los derechos cívicos o
p o l í t i cos. Los in migrantes eran concebidos exc l u si vamente en térm inos labora-
l es. Pe rsonas jóvenes que, si n cargas fa m i l i a res, se habían desplazado exc l u si-
vame nte a tra b a j a r. Se orga n i zaban en grupos de su misma nacionalidad y, en
muchos casos, el aislamiento del resto de la población era tan ex t remo que vo l-
vían sin conocer el idioma y sin haber salido prácticam ente de su l ugar de tra-
bajo y de su resi d e n c i a .

- Sí, mi padre me ha comentado algo de esto. Decía que los primeros años
f u e ron muy duros... pero no acudirían sólo españoles, ¿verdad?

- No, claro. F íjate que entre 1950 y 1973, se calcula que hubo un movi-
m i e n to de entre veinte y tre i n ta m illones de perso n as. A la llamada acudiero n
nacionales asentados en las colonias que querían vo l ve r, re f u gi a d os, tra b a j a d o-
res del Te rcer Mundo, personas del sur de Europa y, claro, miles de españoles.
Por eso, se dice constantemente que he mos sido durante m ucho tiem po un país
de emigra c i ó n .

- ¿Qué ocurrió para que la in migración cambiara de te mporal a estable?

- Con la crisis económ ica de 1973, los gobiernos deciden detener la


llegada de trabajadores no cualificados y reducir la población in m igrante. Se
congelan los per m isos y las renovaciones de los contratos de trabajo. E uropa
am uralla sus fronteras con políticas de control de flujos m igratorios y endu- - E ntonces, i magino que los españoles recibían ay uda del gobierno...
reci m iento de las m edidas de acceso al país, y dificulta la consecución de la
residencia estable. Los efectos fueron contrarios a los que se deseaban. - En 1956 se creó el I nstituto Español de Em igración, organismo autó-
M uchas personas, ante el cierre de las fronteras y el incierto futuro que les nomo adscrito al Ministerio de Trabajo. D esde este Instituto se canalizaban las
esperaba en su país de origen, decidieron instalarse definitivam ente con sus o f e r tas y demandas de trabajo, se asistía a los in m igra n t es, se proc u raba el man-
fam ilias en E uropa. t e n i m i e n to de la unidad familiar y se fo m e n taba el ahorro y la entrada de dine-
ro al país. E l papel del Estado, para asegurar la tutela de las personas que habí-
- H ay u n salto histórico que se m e pierde ¿España no estaba m uy ais- an emigrado y la entrada de divisas, fue muy importante… y también interesa-
lada de Europa…, si no había de mocra c i a . . .? do: digamos que gara n t i zaba que el dinero de los in migrantes se invirtiera en la
p rosperidad del país.
- Exa c to. Muchas personas se habían exiliado por causas políticas des-
pués de la Guerra Civil, pero en 1946 se leva n ta la prohibición de em igrar decre- - Por eso m i padre y m uchas personas que re c u e rdan aquella época
tada por el gobierno y se comienzan a promocionar las salidas orga n i za d as. dicen: "No es lo m ismo que cuando nosotros fui mos, entonces nos marc h á b a-
D u rante la década de los años 50 y 60, miles de tra b a j a d o res españoles se diri- mos de for ma orga n i zada".
gen a A m érica y a E uropa, principal mente a Suiza, A lemania y F rancia. U na
gran parte lo hace bajo la tutela del Estado. Los españoles salían y pro p o rc i o- - ¿Sabes? La m emoria de los pueblos es m uy frágil. Cuando las situa-
naban al país un ingreso importante de divisas que servía para promocionar la ciones han sido difíciles nos cuesta vo l ver la vista atrás. - E l profesor se m e
i n d u st r i a l i zación y el desarrollo económico. Esto supuso que un 7% de perso- queda m irando pensativo y contin úa -. Es cierto que el ayer y el hoy son muy
nas activas e ncontra ran trabajo lejos del hogar. d i f e re n t es, entre otras cosas porque España es ahora una democracia, fo r m a-
mos parte de la U nión Europea y el momento económico, aunque difícil, no
tiene nada que ver con los años en los que em igra ron tus padres; pero si las con-
diciones no son las mismas, los inm igrantes que vienen hoy a España lo hacen
más o me nos por las mismas ra zones por que las que nosotros e migrábamos
e n to n c es. A veces pienso que si fuéramos capaces de re co rd a r, sería más senci-
llo ponernos e n su lugar y entender su situación. Si re co rd á ra m os, estoy segu-
ro de que les sentiríamos más próximos, nos preocuparía más que se gara n t i-
za ran sus derechos como ciudadanos y su bienesta r. Pe ro en lugar de hacerlo,
nos obstinamos en buscar diferencias y crear barre ras que lo único que hacen
es obsta c u l i zar la con vive n c i a .

Se leva n ta y mira por la ve n tana, absorto en sus pensamientos, mien-


t ras sujeta el cigarrillo entre los dedos. No m e atre vo a rom per el silencio, hay
m ucha tristeza en sus palabras... Se acerca a la estantería llena de libros y coge
una fo to en marcada. Alarga sus manos y m e la muestra. U na pareja camina por
la montaña en un día de sol. Las flores contrastan con los picos nevados y la cla-
ridad del cielo.

- Es m i mujer, Paloma, fue años después de la G uerra Civil, tuvimos


que huir a Francia, por los Pirineos. Ese día hacía un sol ra d i a n t e. Yo esta b a
m u e r to de miedo, pero ella cam inaba como en un día de cam po, cogía flores,
c a n taba... Nos guiaron hasta la fro n t e ra y por suerte no nos detuvieron. Los años

Fundación Largo Caballero


que siguieron fueron mu y difíciles, aunque recibi mos ayuda de com pañeros
ex i l i a d os. Compartíamos una casa con otros dos matrimonios y fue allí, en
Francia, donde nacieron m is dos hijos, aunque ellos casi no se acuerdan porq u e
en cuanto pudimos, nos vo l v i m os. ¿Te puedes creer que el pequeño ha suspen-
dido siem pre francés en el colegio? ¿Ves? Si lo piensas, a lo largo de la vida de
una persona o de su fam ilia siem pre se encuentra u n pro y e c to de m igra c i ó n . . .

¿Sa b es, A na? Por m uchas fro n t e ras que leva n t e m os, los seres humanos
seguirán desplazándose en busca de una vida mejor. E n el n uevo siglo, los hijos
y las hijas de la envejecida Europa serán de todas las partes del mu ndo, y será
mejor que luchemos por gara n t i zarles un futuro de igualdad en el que todos y
todas sean ciudadanos con plenos dere c h os.

5. España país de inmigración

Historias de mi fami lia...

- Mamá, creo que m i hermano se ha enamorado de m i amiga A lba


Lucía.
- ¿Esa ch ica tan dulce que viene de Colombia?

- Sí, ¿no es fantástico?

Mi madre se ríe con una sonora carc a j a d a .

- ¡A y, A na! Ya le puedes decir que tenga paciencia porque tu hermano


es de ar mas to m a r.
En la Universidad... es del colectivo IO E. Son unos sociólogos estupe ndos: Walter Ac t is, Miguel
Á ngel Prada y Carlos Pe reda... Mira, te leo: "E ntre 1975 y 1997 el nú mero de
Desde el jardín de la U nive rsidad observo la luz encendida en la ve n- residentes ex t ra n j e ros en situación legal experimentó un cre c i m i e n to nota b l e,
tana del pro f eso r. Es ta rde y sigue trabajando. Me preg u n to cuándo descansa. pasó de 165.000 hasta casi 610.000, lo que supone una tasa de incre m e n to del
A y e r, cuando en su clase de filosofía nos habló del compromiso personal y de 10%. E n tér minos re l a t i vos, los residentes en situación regular equivalen al
los va l o res, me e mocioné de ve rdad. Me i mpresiona la fuerza y la capacidad que 1,5% del to tal de la población española en 1997".
tiene para defender sus ideas y tra n s m i t í r n osl as. A veces siento que, re a l m e n-
t e, le im porta m os. Al ter minar, estuve a pu nto de leva n tar me y de ponerm e a - Pues le pareceré to n ta, ¿pero son m uchos o pocos? Es que a m í me
aplaudir como u na loca, y hasta de gritar "bra vo", como en la ópera… Menos pasa como a usted, no m e aclaro con los núm eros. . .
mal que Sandra, que m e conoce bien, m e sujetó del bra zo. Pe ro cuando nos
a c e rcamos para darle las gracias volvió a su carácter huraño de siem pre. - Bien, en prim er lugar tienes que saber que la cifra de ex t ra n j e ros que
residen en España es mu y pequeña si la com paramos con la de otros países
Llamo a la puerta con suavidad... El profesor está sentado en su viejo e u ropeos como Francia (6,4%) o A le mania (9,6%) y, además, sólo una parte
sillón, con u n libro entre las manos y el cigarrillo, hum eando, en el cenicero... p rocede del Te rcer M undo. E xiste u n núm ero importante de ex t ra n j e ros que
vienen del Pri mer M undo y también están re tornando muchos españoles que
- ¿Profesor? - No leva n ta la vista de las pági nas -. ¿Profesor?, - re p i to más e m igra ron. Es decir, que la población ex t ra n j e ra es de origen m uy dive rso.
fu erte -. H e traído café y galletas.
- Sé lo del re torno... O sea, lo que quiere decir es que no es u na cifra
- No desistes, ¿ve rdad? tan desorbitada como en principio pensamos todos. . .

- No, pro f eso r... - E xa c to, no sólo no es una cifra tan i mportante sino que, además, cier-
tos secto res laborales no están cubiertos y reclaman tra b a j a d o res de origen
- Siéntate, venga - dice suspirando. Se quita las gafas y se frota los ex t ra n j e ro. Pe rdona que sea tan pesado con los auto res pero es que hay estudios
ojos -. A ver qué se te ha ocurrido hoy. m uy buenos sobre este tema ¿Ves ese libro que está a punto de caerse de ese
montón? A ve r, acércamelo y evita que se estrelle contra el suelo... Sí, es
Me siento en la silla de madera frente a él y com ienzo . . . “ I n m igración y ciudadanía en E uropa”, de Miguel Pa j a res. E n él nos dice que en
E u ropa hay una población de 376, 4 millones de habitantes y de ellos sólo un
- Pro f eso r, ¿cuántas personas de origen ex t ra n j e ro hay en España? 3,5% son residentes ex t ra co m u n i ta r i os. Se re f i e re a reside ntes legales, porq u e
los que se encuentran en situación irregular no se pueden conta b i l i zar de fo r m a
- ¿Q uieres el nombre de to d os? p recisa. Y sin e mbargo, tal y como dice Joaquín Leguina, "las previsibles va r i a-
ciones demográficas de la U nión Europea conducen a considerar la in migra c i ó n
- ¡Profesor ha hecho usted un chiste! ¡No m e lo puedo creer! - Me echo p ro veniente de terc e ros países como una necesidad económica fundada en el
a reír m ientras él sonríe -. descenso de la población activa, el en ve j e c i m i e n to de la población y el au men-
to corre l a t i vo del costo de las prestaciones sociales, junto a la escasez de fuerza
- Bien... no podemos decirlo con exactitud porq u e, en primer lugar, tie- de trabajo en algunos secto res prod u ct i vos, ta n to de mano de obra cualificada
nes que diferenciar entre in migrantes que tienen permiso de trabajo y los que como no cualificada".
se encuentran en situación de irregularidad. Pa ra que te hagas una idea, a prin-
cipios de 1.999 había en España 190.643 ex t ra n j e ros con perm iso de tra b a j o . Lo i m portante es saber qu e la llegada de personas ex t ra n j e ras a
U mm m mm, tu viejo profesor no lo sabe todo. Sobre todo no sabe de cifras: E u ropa se ha ido moderando, hasta el pu nto de esta b i l i za rse en algunos paí-
tengo una cabeza horrible para los números, ¿m e acercas ese libro que está s e s. E n los últi mos años la entrada está siendo mayor e n los países meridio-
sob re la m esa? El pri mero del montón de la izquierda… ¡Exa c to! Vamos a ver... nales como España, pero no se tra ta n i m ucho m enos de una invasión. E l pro-
fesor se leva n ta y gesticula con fuerza. ¡No es un a invasión! Lo que ocurre es tórica, como es el caso de A m érica Latina. O la proxi midad geográfica y el pasa-
que estamos alim entan do el m iedo de la gente con arg u m e n tos absu rd os, con do cultural, como en el caso de Marruecos. O la existencia de redes fa m i l i a res
i mágenes terribles de la llegada, ¿co mpren des? Nos e mpeñamos en hablar de y de am igos: si conoces a alguien en este país, sabes que te ayudarán, que no
a valan chas y de diferencias culturales cuando la in migración no es u n pro- estás solo. Piensa en tus padres. Segura m e n t e, el hecho de que ya hubiera espa-
ble ma, es una realidad. Nos em peñ amos en hacer de ella u n proble ma y lo ñoles en Alemania les animó a trasl a d a rse allí. Las redes de amigos y fa m i l i a res
será, si no se diseñan políticas adecuadas para la acogida y la con viv e n c i a funcionan como correas de transm isión de la información... ¿Sabes qué influye
i n t e rc u l t u ral. Lo será, si no nos hace mos todos responsables de trabajar por también? El clima, ¡de ve rdad! El otro día m e lo decía u na alumna colombiana,
un futuro de e ncuentro. - Vu e l ve a to rcer el gesto y prosigue -, A menazas, ries- la pobre estaba congelada y comentaba con gracia que si llega a elegir I nglaterra
gos, in vas i o n e s... ¡tonterías!, ¡todo tonterías!... Me enfada la cerrazón , sobre en lugar de España no sale viva. Bueno... quiero decir que influ yen m uchos fa c-
todo cuando no se manejan cifras objetivas y se alim entan fa n tasmas absur- tores... ¿Y que por qué ahora? Pues porque se nos percibe como parte de la
d os... - D eja caer los bra zos y vuel ve a senta rse -. La ú nica medicina para el E u ropa próspera, porque hay trabajo en determ inados sectores, porque vivi mos
m iedo es la educación y la infor mación... pero sobre todo E D U C AC IÓ N, E D U- en democracia... A na, la realidad no se puede explicar como si fuera una regl a
C AC IÓ N, E D U C AC I Ó N … de tres...

Es ve rdad que en deter minados lugares y mom entos puede haber una
co n c e n t ración i mportante de personas ex t ra n j e ras esperando una oferta de tra-
bajo, y que pueden darse situaciones muy difíciles e i njustas para los pro p i os
i n m igrantes que se ven abocados a vivir en situaciones infra h u m a n as. H abría
que pregu n ta rse si estas situaciones no se pueden pre ver con una política labo-
ral y social orientada a la orga n i zación de sistemas de acogida e información y,
sob re todo, a gara n t i zar los derechos de estos traba j a do res. A na, una pregu n ta . . .
¿dónde están los inmigrantes? ¿Cuántos estudiantes del Te rcer Mundo hay en
la Unive rsidad? Piensa sobre ello A na, piénsalo...

- De acuerdo. ¿Le puedo contestar mañana? Escuche: estoy pre p a ra n-


do las entre v istas y m e gustaría saber de qué países proceden las perso n as
ex t ra n j e ras que llegan...

- ¿Actualm ente? Po rque esto ha ido cambiando a lo largo de los años. . .


p e ro el A nuario de Migraciones de 1977 de la D irección de O rdenación de las
M igraciones del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales señalaba que el núm e-
ro de residentes ex t ra n j e ros por países eran: Marruecos 14,32%, Reino Unido
12,68%, A lemania 8,51%… Bueno, no sigo. Lo im portante que tienes que saber
es que la mayoría procede de Europa, de A mérica el 22,5% y de África el
18,33% y ahora saca tus propias conclusiones. . .

Me quedo pensativa.

- ¿Y por qué España?

- ¿Y por qué no? Es difícil decir por qué un destino u otro. Median
muchos facto res como la lengua y los re f e rentes cultura l es, o la me moria his-
c h o r i zo y el jamón que me había metido la abuela… ¡casi m e m uero de la ve r-
g ü e n za! Por si había necesidad, m e dijo después. Y mira, pues al final nos vino
mu y bien porque no puedes imaginarte el hambre que pasamos.

Lo tenía todo. T odo m enos libertad para elegir m i destino. Y elegí


e m igrar.

6. Razones para emigrar

Historias de mi familia...

- Aunque no lo creas yo era u na mujer m uy moderna para aquellos


t i e m p os. Escandalizaba a los vecinos conduciendo la vespa enfundada en mis
p a n talones de sastre. ¡Sí yo, tu madre! No me pongas esa cara, que yo ta m b i é n
fu i joven. ¿Q ué os pensáis, que nacimos con el delantal puesto y con una sar-
tén en la mano? Estás m uy equivocada, que también tuve diecisiete años y m is
n o v i os... Pe ro esto no se lo cuentes a tu padre que ya sabes lo celoso que es. . .
Bueno, pues un sacerdote m e habló de la posibilidad de trabajar en el hospita l
m i l i tar de Fran kfurt. Ne c esi taban enfer meras y allí podría estudiar. ¿Alemán?
¿ Yo? Pe ro hija, lo que yo sabía era un poco de inglés que me habían enseñado
las monjas en el colegio de señoritas. Lo más difícil fue con vencer a Car mencita
y a Mary Pili, porque yo sola no m e iba y ellas erre que erre con que no, sobre
todo Mary Pili, que por aquella época andaba con Carlitos More n t e, el de la
fábrica de galletas. Las tres semanas anteriores a n uestra salida fueron una to r-
t u ra. Nuestra partida se con virtió en u n acontecimiento en Za m o ra y tu abuelo
andaba re zongando y malhumorado y sólo hablaba para decir gritando: "¡Si la
niña no tiene ningu na necesidad, lo tie ne todo, todo… el piano, la vespa... hasta
el ajuar!" To tal, que nos fuimos y allí estábamos las tres en autobús camino a Fundación Largo Caballero
Ale mania con n uestros sombre r i tos, los cuellitos de puntilla y los guantes bien
co l oc a d os, la maletita debajo del asiento y los bocadillos de tortilla y pimientos
p a ra el viaje… C uando al llegar abro la maleta delante de todas y encue ntro el
En la Universidad... Le miro con sorpresa. N unca le había escuchado hablar así...
Realm ente debe de ocurrirle algo. ¿La pri mave ra? Pe ro si aú n fa l ta . . .
- ¿Ya has hecho alguna entre v ista? - Me preg u n ta el pro f eso r. Esta ta rd e
p a rece estar de buen hu mor... hasta diría que de u n hu mor primave ral -. - ¿Pe ro se consulta a la fa m i l i a?

- ¿Todo bien? -preg u n to con cautela -. - La decisión sie mpre es personal pero las redes fa m i l i a res, obviam en-
t e, influ yen. Incluso, la familia puede opinar sobre quién es el más apto para
- U m m m m m m - contesta; este hombre es u n enigma -. Bien, bien... e m igra r. Las causas son muchas, la oportu nidad para influir, la vo l u n tad de cam-
¿alguna pregu n ta? biar la vida, de unirse o re agr u p a rse con la fam ilia que ya em igró, estudiar, aspi-
rar a u na profesión mejor, ahorrar lo suficiente como para montar un negocio a
- Sí... ¿por qué em igra m os? la vuelta, hacer posible que los hijos estudien... Otras ve c es, las situaciones de
i n estabilidad social, la fa l ta de derechos hu manos fundamentales y gara n t í as
- La ve rdad es que la prim era resp u esta que nos viene a la me nte es que d e m oc r á t i c as, países en guerra…
las personas emigran por ra zones económicas o de supervivencia. Las situacio-
nes de pen uria o de pobre za, el deseo de aspirar a u na vida m ejor no sólo para So l tando el humo con cuidado y evitando mirar me me dice. . .
ellos sino para la familia qu e dejan atrás, así como la fa l ta de derechos hu ma-
n os, la re p resión política, la guerra y la violencia, son facto res im portantes que - A na, cuéntame lo que tú has observa d o . . .
condicionan el pro y e c to migra torio. F íjate que, para m uchos países, la e migra-
ción se ha con vertido en el signo de la prosperidad... o la única salida ante situa- Trago saliva, m e pongo roja y comienzo a narrarle el resu men de mis
ciones de violencia... Tal vez ésta es la visión más inm ediata y más amplia- a n ota c i o n es.
mente aceptada por la sociedad. Una visión que relaciona al ex t ra n j e ro, sobre
todo en el caso de las personas procedentes del Te rcer M undo, con la pre c a r i e- - La familia es una razón importa n t e. ¿Leo lo que m e dijo u na mujer
dad y la penuria material, cuando la lectura que deberíamos re a l i zar es la que de República D om in icana? "Los hijos, que puedan estudiar y aspirar a un futu-
se hace desde la justicia social y el derecho de todo ser humano a ser libre y ro m ejor. Aun que es difícil ex p l i c a r l e s, sobre todo a los peque ños, porque no
vivir en condiciones dignas. H ay más ra zones que justifican que se e mpre n d a a c e p tan que nos aleje mos de su lado. Sabes qu e pueden sentirse abandon a-
un largo viaje hacia un destino i ncierto. d os, pero un día va l o rarán el esfuerzo que hici mos por ellos. Y sabes qu e se
quedan en buenas manos. La abuela, la her mana mayor... tal vez las tías. Y
E l profesor se para, enciende otro cigarrillo y continúa... con el dinero que ahorramos podremos gara n t i zar que vayan a la u nive rs i d a d
y cuenten con un futuro que nosotros no tuvimos. No es fácil separa rse de
- Cuesta explicar la razón exa c ta, poner palabras a los hechos y al e l l os. Llamas sie m pre que puedes: ¡no sé qué haría sin el teléfono! Los en ví-
m o m e n to en que se comenzó a hablar del pro y e c to de in migra r. A veces la idea os, las fo tos y paqu etes que mandas por medio de los conocidos... No cortar la
s u rgió como una posibilidad que se abre entre m uchas. Si m e lo perm ites, hay co municación y a ver si los puedes tra e r. Cuan do esté instalada en una casa...
algo vital en las ra zones de la in migración... Com enza ron a hablar de ello como Me gustaría que estudiaran aquí."
si se tratara de u n sueño que hace tiempo estaba escrito. Surgi e ron las le yendas
del pasado fa m i l i a r, un momento de cambio, u na carta llega de Europa, noticias ¿Sabía usted qu e las mujeres qu e e m igran se con vierten en las prin-
de un amigo o pariente re l a tando las oportu nidades que le ha brindado el país cipales sostenedoras de los n úcleos fa m i l i a res? La responsabilidad con los
al que llegó hace unos m eses, la re f e rencia a los tiempos de la colonización… o su yos es tan i m portante qu e no pu eden permanecer quietas. Creo que, por
tal vez una casualidad se cruza en el destino y señala el cam ino. Es difícil re co r- e sta razón, aceptan situaciones de contra tación con grandes proble mas de
dar el mom ento en que la idea com enzó a concre ta rse. Un día comenza ron a i nsegu ridad legal y medidas que rayan en la ex p l o tación. Es mu y injusto que
hablar de ello con los suyos, y a partir de entonces… es difícil que haya vuelta dependan de la vo l u n tad de los contra tantes para que se realice el pago de la
a t r ás. seguridad social que les gara n t i zará la contin uidad legal y el acceso al per m i-
so de residencia y trabajo.
E l profesor m e m ira sonriendo y m e ex p l i c a: C uando el choque entre el senti miento de libertad e igualdad lucha con
todo lo que te rodea, la in migración es una forma de eludir la confro n tación e
- E n muchos casos, es difícil reg u l a r i zar su situación. Tal y como están iniciar un cam ino de búsqueda que per mita encontrar resp u estas. El viaje de
a h o ra las cosas, para que u na persona regule su situación tienen que coincidir estas jóvenes es im portante para crear movi mie ntos de cambio en la sociedad
muchos facto res: que pueda acceder al Régime n General, que tenga la oferta de de origen. En muchos casos, la fam ilia apoya a las hijas en sus deseos de supe-
t rabajo, el visado... que esté abierto el plazo de admisión... Lo irónico de la situa- ración, aún sabiendo que, el cruzar la fro n t e ra entre sociedades tan difere n t es,
ción, es que hay muchos in migrantes en situación irregular que podrían dejar las llevarán a contradicciones difícil mente negociables.
de estarlo, porque tienen trabajo y posibilidades de contra tación, pero se les
pone muchísimos obstáculos para que lo consigan. - No olvides la reagrupación fa m i l i a r. H ay muchos jóvenes que e migra n
p a ra re u n i rse con sus fa m i l i as. El padre o la madre emigró en prim er lugar, y
Y en cuanto al te ma de las m ujeres, ¿a que no sabes que en E uropa se una vez establecido, la pareja y los hijos se reú nen con él o ella. No r m a l m e n t e,
estima qu e hay más de un millón de em pleadas domésticas procedentes de la esta no es una decisión propia. En estos casos, es la familia la que toma la deci-
i n m igración? Fíjate que son la solución para las m ujeres del Primer Mundo que sión por los más pequeños y los hijos jóve n es. Teniendo en cu enta que el con-
t rabajan fuera del hogar. La fa l ta de re p a r to de responsabilidades entre el hom- c e p to de juventud que existe en España no es el mismo en todos los lugares del
b re y la mujer en las ta reas dom ésticas y la ausencia de servicios públicos, m undo, puede haber un prim er mom ento de desconcierto al adapta rse a las
hacen necesario que una persona, interna o externa, se responsabilice de las cost u m b res y modelos de relación. Si están e n edad escolar, el espacio del aula
ta reas dom ésticas, y del cuidado de niños y ancianos. fa c i l i tará las cosas. Tal vez, por eso, es más fácil acerc a rse a am igos y am igas que
e m igra ron como ellos…
El caso español es mu y esclare c e d o r. Se explica en parte por la incor-
p o ración de las mujeres al m ercado de trabajo, el en ve j e c i m i e n to de la pobla- Bu eno A na estoy im presionado. Pa rece que lo hubieras pre p a ra do. . .
ción y la ause ncia de una red pública de escuelas infantiles y facilidades en los
co n venios laborales en las compatibilidades del trabajo dom éstico… Pe rdo n a -¿ E sto me vale para nota en su asignatura? - E l profesor se ríe -.
A na. Contin úa...
- No te apro ve c h es, ¿eh? Una cosa es que esté bien y otra m u y distin-
- O tras ve c es, es el espíritu de ave n t u ra el que marca el pro y e c to m igra- ta es que apruebes m i asignatura... Por cierto, A na... hoy m e han re s p o n d i d o
torio. El futuro se muestra como u n libro abierto. Se reciben noticias de parien- de u na editorial: m e publican el libro e n el que estoy trabajando desde hace
tes y amigos que e migra ron, o se tiene acceso a la infor mación a través de la dos años.
televisión y la radio de países europeos en los que se vive con mayor libertad y
d e m oc racia. Promesas de n uevas oportu nidades que, poco a poco, se van con-
cretando a través de efím eros conta c tos llenos de ex p e cta t i vas. Conocer m undo,
salir de lugares con pocas posibilidades de cambio o cre c i m i e n to, rom per con la
t radición o tal vez con lazos fa m i l i a res de masiado agobiantes... No siem pre es
fácil defi nir las ra zones por las que los seres humanos rompen lo establecido en
busca de n uevos sueños…

Pa ra m ujeres jóvenes en cuyos países no se ha llegado a la igualdad


legal y, m ucho menos, a la igualdad social, el viaje supone la ru ptura con u n
patrón de com porta m i e n to que lim ita sus posibilidades de cre c i m i e n to perso-
nal, intelectual y social. La religión y las costu mbres sociales se con v ierte n
en barre ras que modelan sus aspira c i o n e s, a veces hasta lí m ites difíciles de
e n t e n d e r.
C l a ro que con el tie mpo, te ibas haciendo a su for ma de vivir y ter mi-
naba pareciéndote todo nor mal. Luego aprendías mucho de su for ma de orga-
n i za rse, porque son muy serios, muy puntuales… No sé, tal vez mas fríos que
n osot ros, pero buena gente. ¡Y los electrodom ésticos! Tu p a d re se pasa la vida
diciendo que no hay nada como lo de allí. Fíjate en la tosta d o ra y en la cafete-
ra. ¡O ye, que fu ncionan como el pri mer día! To tal hija, que no somos tan dife-
rentes como puedas pensar. Y ahora déjame que me voy a poner guapa para ir
de paseo con Carmen, a ver si me da u n poco el sol”.

7. Convivencia y cultura

Historias de mi familia...

L e va n ta lentamente la vista del ganchillo dejan do reposar las manos


so b re su re ga zo. Se ajusta las gafas que resbalan por su nariz y suspira re s-
pondiéndom e con voz queda: “Mira qu e estás pesada, hija, ¿pero por qué te
ha dado por indagar justamente ahora? A veces m e pre g u n to qué es lo que
pasa por tu cabeza. ¿Q uieres vo l ver? ¿No estás bien? Si lo sabes todo, si estu-
viste allí... no sé qué más puedo conta r t e. ¡Me das un a gu erra...! Claro que es
d i f e re n t e, sobre todo al principio. De vivir e n una ciudad pequeña como
Za m o ra donde conoces a todo el m un do a dese nvo l verte en una ciudad ta n
g rande co mo era Frankfurt… Y las compras, la com ida, el idio ma… E l ale mán
no se aprende en un día y el no poder com u nicarte y ex p resarte era lo peor.
E n el hospital tenía u na compañera de tur no que era italiana y nos en tendía-
mos de maravilla. E lla en su lengua y yo en la m ía. Comparándolo con hablar
en ale mán , era coser y canta r.

Me enfadaba la imagen que tenían de los españoles. A veces u nas pre-


g u n tas te hacían sentir fa tal: que si teníamos lava d o ra en casa o carritos de
n i ñ os, que si los niños habían estudiado o que si las mujeres no podíamos salir
solas a la calle… ¡Pe ro éstos se creen que estamos en la pre h istoria y que no
sabe mos nada!, pensaba yo. ¡Po rque no conozcas u n idioma no quiere decir que
seas to n ta! Yo entiendo que cuando nos veían bajar del autob ú s, con las male-
tas de cartón y esas caras de perd i d os, diéramos cierta pena, pero de ahí...
En la Universidad... lo que cre e m os. C uando u na persona llega a un país nuevo, lo hace con el baga-
je cultural del lugar donde ha sido educada. Por eje mplo, con unas costumbres
Cuando llegué, el profesor estaba mirando la cartilla que yo utilizaba en y hábitos como la for ma de ali mentarse, de vest i r, de entender a la fa m i l i a . . .
el colegio alemán... Repasaba las hojas donde escribí m is primeras re d a c c i o n es Pe ro esto no suele res u l tar problemático. Cuando vamos a otro país, lo hacemos
de geografía e histo r i a . con la persp e c t i va de for mar parte de la n ueva sociedad, por lo que solemos
estar abiertos a n uevas persp e c t i vas. Intentamos sumarnos al nuevo ento r n o . . .
- Pasa, pasa... ya eras una niña m uy aplicada de pequeña...
- Y ento n c es, ¿se olvidan de todo lo que son?
Me re c u e rda al cuaderno que tenían m is hijos en Francia, ¿ves? Pa íses
tan diferentes y sin embargo . . . - ¿Cómo nos vamos a olvidar? ¿Lo hiciste tú cuando regresaste de
A lemania? ¿Crees que te puedes quitar la identidad y dejarla dobladita en la
- Ento n c es, ¿Por qué se habla del choque de culturas, del miedo a ser aduana? Piensa que, cuando llegamos a otro país, no depositamos en la fro n t e-
asi m i l a d os, del resp e to cultura l? ra n uestro pasado. Los va l o res, creencias y costumbres con las que nos identifi-
camos son un equipaje preciado que habla de lo que somos y de dónde parti-
E l profesor deja la cartilla dentro de la caja y enciende un cigarrillo. m os. Esto no quiere decir que estemos cerrados a otros apre n d i za j es. E n el viaje
Nu nca he visto a nadie fu mar ta n to. . . y en la llegada, en la medida en que con vives con personas de otras culturas
con otras costumbres y formas de vivir, vas incorporando, e incluso tra n sfo r-
- Espera, espera... Pri mero vamos a definir qué entendemos por cultu- mando, tu propio modo de vivir y tus ideas. También la sociedad de acogida se
ra y después vamos a todo lo demás, ¿de acuerdo? Cultura son las cre e n c i as, los enriquece con la cultura que traen las personas que e migran, con la m úsica, la
va lores, las costumbres y conductas que com parten las personas de u na socie- gast ro n o m í a . . .
dad. Estas cosas suelen ay udar a adapta rse al medio y se transm iten de genera-
ción e n generación. Todo es bastante com plicado, pero de for ma res u m i d a - Sin e mbargo, tengo la sensación de que al prin cipio existe m iedo a
debes tener claro que el marco cultural nos sirve para interpre tar la re a l i d a d , que las personas que llegan puedan cambiar sus costu mbres y va l o res de to d a
p a ra relacionarnos con los demás y, obviamente, sobre las pautas cultura l es la vida...
construimos nuestra identidad.
- Es cierto que existe miedo a lo desconocido, a lo difere n t e, a perder la
E l profesor estudia m i gesto para ver si lo he entendido todo. Yo afirmo m emoria, las tra d i c i o n es... Pe ro esto es u n erro r. Lo ú nico que hace el encuen-
con la cabeza: lo entiendo, y él contin úa... t ro entre personas de otras culturas, es enriqu ecer nuestra sociedad y n uestras
v i d as. Estoy fir mem ente con vencido de ello. E l no aceptarlo nos lleva a caer en
- H ay algo que es muy, mu y im porta n t e. Las culturas no son inm uta- actitudes estereotipadas e inamovibles que nos colocan en grupos separados y
bles ni cerra d as. Evolucionan y cambian, porque las personas que las sostienen exclu yentes: " Ellos son... y nosotros somos". Eso nos impide dialogar y acerc a r-
i n t e ractúan con la realidad y con otros grupos. Lo que quiero decir es que no nos a la construcción de espacios comunes de convivencia.
son patrones cerrados y que nos tienen que ay udar para evol u cio n a r...
Ad e m ás, au nque no lo quera m os, estamos conectados con las culturas
- De acuerdo... pero la creencia de que existe un choque cultural entre las de todo el planeta. Es la era de la aldea global. La televisión, internet, la pre n-
p e rsonas que e migran y el país de acogida está muy extendida. Prof esor, ¡es que a sa, el mercado... No podemos cerrarnos a la nueva realidad. ¿No decías tú que
veces le pregu n to algo y usted se va por las n ubes...! hablabas por m edio de un chisme de esos con estudiantes de medio mu ndo?
¿Cómo se llama? ¿Chat? ¿Y de que habláis? Bueno, mejor no me lo digas. La
- Mira A na, hay que tener cierto m étodo. Si no te explico qué es cultu- comunicación, el encuentro cultural entre personas de muy distinta proc e d e n-
ra luego no vas a entender que no hay, necesariam ente, choque de culturas. cia es u n hecho m uy positivo. Cuando hagas las entre v istas te darás cuenta de
H az el fa vor de intentar seguir mi ra zo n a m i e n to, ¿de acuerdo? A ve r, ¿por dónde que son m uchos más los puntos que tenemos en com ún que los que nos dife-
iba? Sí, puede ocurrir que haya un choque cultural, pero es menos frecuente de rencian, y cuando existen discre p a n c i as, lo que tenemos que hacer es llegar al
consenso de va l o res comu nes. N ingu na cultura es inamovible, ni la de la socie- ve rsa n d o . E ra u n gran re l a to r, te transm itía con ta n ta pasión lo ocurrido que
dad re c e p to ra ni la de las personas que llegan. consegu ía que vivieras a través de sus re c u e rdos. T ú me re c u e rdas a él, en cier-
ta for ma se parecía a ti, aunque no hacía ta n tas preg u n tas, - me dice sonriendo
- Pe ro pro f eso r, si una persona vive de una forma m uy diferente en su -. Le gustaba observa r.
p a ís, ¿res u l tará difícil conservar sus costumbres cuando llega a u n lugar com-
p l e tamente difere n t e? El profesor se leva n ta y colocando las manos extendidas sobre el cris-
tal, continúa en u n susurro:
- A l principio, al llegar, m uchas cosas son ex t ra ñ as, otras en cambio,
aso m b ran de lo parecidas que son a las de su país. D istintas for mas de coci- - A l vo l ver del exilio, me e ncerré en este despacho: algo se rompió en
n a r, fiestas, distintos va l o res acerca de la familia, los mayore s. D istinta fo r m a m í, sentía que el viaje había llegado a su fin... y él, de algu na manera, fue m i
de hacerte adulto, tal vez distinta percepción de los jóve n e s. Pe ro, nor mal- tabla de salvación... Tenía una for ma de pensar m uy lúcida; siem pre me decía:
m e n t e, la mayor parte de las costumbres y va l o res de las personas que e mi- “todavía nos queda m ucho”...Cuando pienso en él, re c u e rdo el poema de
g ran no chocan con la cultura de la sociedad re c e p to ra ni con el estado de B recht..." H ay hombres que luchan toda la vida... Estos son los i mpresc i n d i-
d e re c h o . b l es..." - Se vuelve hacia mí y prosigue -. A na, cuando hablamos de que deben
a d a p ta rse a n uestras costumbres, parece que hubiéramos conseguido ser una
H ay costumbres que se mantendrán o que prestarán a la sociedad de sociedad perfecta, sin injusticias ni desigualdades. Y no es así, debemos seguir
acogida y otras que serán im posibles de llevar a cabo. A ve r, por ejem plo, el otro luchando por una sociedad mejor, ¿entiendes? E l camino continúa y, esta ve z ,
día me hablabas de tu am iga Karima. E lla practica el Ramadán y no tiene com- d e b e remos andarlo conjunta m e n t e, los que estamos y los que llegan.
plicación para integrarlo en su vida diaria, ¿ve rdad? Pa ra Kari ma su religión es
i m p o r tante y no prescindirá de ella aunque aquí sea m inoritaria. Esto no tiene H ay que ser críticos con los va l o res y costumbres que atentan contra el
por qué constituir u n problema, ¿no? Mientras, otras situaciones sí pueden ser resp e to y la dignidad de las perso n as. Escucha, guárdate estas dos palabras: "res-
co n f l i ct i vas, como la aplicación de los artículos de la Ley de Familia islám ica, p e to" y "crítica" y guárdalas en la caja de los D erechos H umanos, porque son
que discri mina a la mujer. En este caso hay u n conflicto cultural y debe mos éstos los que deben servirte de re f e re n c i a .
hacer que pre valezcan los D erechos H umanos y la Constitución, a la vez que se
p ro m u e ve el resp e to cultural, pero con estos lím ites. Este es el marco que debe Y ahora, es ta rd e. T ienes que marcharte ya.
guiar nuestra con vivencia. Escucha A na, todas las culturas son positivas, a la
vez que todas tienen aspectos con los que debe mos ser críticos, sobre todo si se Recojo mi abrigo y m i mochila. D ejo la fotografía sobre la mesa y m e
v u l n e ran los derechos de las perso n as... y cuando existe un conflicto deben pre- dirijo a la puerta. Cuando poso mi mano sobre la manilla, su voz me detiene de
valecer los marcos jurídicos que amparan los D erechos H umanos. n u e vo:

- Pe ro... - A na, una última cosa. A la vez que pedimos a las personas que llegan
a nu estro país que respeten n uestros va l o res, también debe mos gara n t i zarles los
E l profesor se leva n ta trabajosamente y con dificultad recoge una fo to- m ismos dere c h os. No puede haber integración e n aspectos socioculturales sin
grafía enmarcada de la pared. Las manos de largos dedos, manchados de tinta que se produzcan a todos los nive l es, es decir, no se puede reclamar a nadie que
de la pluma sostienen la fotografía en la que el rost ro de un hombre mayor me adopte los va l o res que consideramos fundam entales de nuestra sociedad de
m i ra sonriente desde el crista l . D e recho, si se les niegan derechos sociales, civiles, labora l es, que también son
f u n d a m e n ta l es. Sólo con una apu esta fir me a fa vor de la igualdad de dere c h os
- Fue u n gran amigo m ío. A ntropólogo, profesor de la Un ive rs i d a d . puede pre t e n d e rse la integración. Los m ismos dere c h os, las m ismas obligacio-
S i e m p re viajan do, siem pre pre g u n tando, sie m pre i nvestigando. Me enseñó nes; no lo olvides. . .
casi todo lo que sé... ¡hasta los secre tos de la fo tografía! “Es como atrapar ins-
tantes ”, m e decía. Siem pre que volvía del ex t ra n j e ro venía a ve r m e. Se sen- C i e r ro la puerta del despacho y m e ade ntro por los pasillos silenciosos
taba en el mismo sitio en el que estás tú ahora y pasábamos horas y horas con- de la Unive rsi d a d .
En la Universidad...

Como todas las mañanas me he subido al metro en Arg ü e l l es. Cuando


los tres hombres han entrado en el metro con las guita r ras y las flautas, y les he
escuchado cantar "la muralla", u n río de sensaciones ha recorrido mi espalda.
Me preg u n taba qué pensaría el resto de las personas que llenaban el vagón. U n
chico joven ha comenzado a aplaudir y, de for ma contagiosa, le hemos seguido
los demás. H ay veces en que la vida te depara estas sorpresas.

Como esta mañana no tenía clase a prim era hora y estaba m uy con-
t e n ta, he comprado bollos en la cafetería y he subido corriendo al despacho del
p rof eso r. La puerta estaba abierta y, desde fuera, se escuchaba el barullo de
cajas que se mueven y objetos que caen. E m pujé la puerta y m e quedé para d a
en el quicio, cuando descubrí al viejo profesor amontonando los libros, los pape-
les y las fotografías en las cajas.
9. Ciudadanía e inmigración
- ¿Q ué está haciendo? ¿Se muda de despacho?

- ¡A h! E res tú, A na, ¿qué haces aquí tan te mpra n o?


Historias de mi fami lia...
- Traía bollos y café para invitarle a desayu nar, ¿pero qué diablos hace?
Los días antes de venirnos a España, orga n i zar todo fue u na ve rd a d e ra
De pro n to m e doy cuenta de que se está pre p a rando para irse y una
l oc u ra. Mi madre andaba desesperada, intentando con vencer a m i padre para
bocanada de desolación m e in va d e. E l profesor leva n ta el cuerpo de la caja en
que no se tra j e ra todo de Alemania. Después, tuvi mos que orga n i zarlo todo en
la que estaba metiendo libros, se vuelve hacia mí y, sonriendo, me dice:
cajas y maletas. Mi madre nos re co rdaba, u na y otra vez, que cuando llegaro n ,
sólo llevaban una maleta y el bolso. Y ahora, fíjate: los muebles, los electro d o-
- Me voy un tiempo A na, quizás u nos meses para ter minar el libro y
mésticos y ¡Los hijos! C uando se pone así, es mejor dejarle espacio porque si te
quién sabe, com enzar de nuevo, como tú. Au nque no lo cre as, yo también tengo
d esc u i d as, term inas en u na maleta con el resto de la ropa y los libros... No se
sueños y estoy pensando que tal vez u n tiem po fuera de este re f u gi o . . . Ya es hora
ponían de acuerdo en qué era prioritario. Pa ra mi padre, cada cosa tiene su sen-
A na, ya es hora . . .
tido y su lugar. Mi madre, mucho más práctica, optaba por llevar lo im presc i n-
dible e intentar vo l ver a e mpeza r...Eso es lo que nos decía, pero mi her mano y
- Pe ro profesor, usted sabe que le necesitamos aquí. Además tiene que corre-
yo sabíamos que le costaría vo l ver a comenzar de n uevo, y qu e se sentiría en
girme el trabajo. Aún tenemos muchas cosas de las que hablar.
t i e r ra de nadie: entre los re c u e rdos de ayer en España, de ayer en Ale mania, y
la vida de hoy. Arriba, se ntados en la azotea, mirando el ata rdecer que caía
- A na, no soporto los melodra m as. Y no me voy para siem pre, así que
sob re los tejados de la ciudad, dejábamos vagar los pensam ientos. Nos despedí-
intentemos evitar que esto parezca a u na escena de "Lo que el viento se llevó"
amos del presente para saludar al futuro. Noso t ros los viajeros, los in m igra n t es,
y ayúdame a poner orden, que m e duelen todos los huesos. . . E stoy m uy mayor
los que salimos al encuentro . . . .
yo...U m m m m m, ¡por cierto! A ntes de marcharme quiero comentarte algo. ¿Me
haces el fa vor de vaciar esa estantería? C uidado con las fotogra f í as.Eso es, sí en
esa caja...
- Yo también quería preg u n tarle algo sobre la igualdad de dere c h os. si e m p re si no existe un marco legal que haga posible la igualdad. A na, ningu na
¿Re c u e rda lo que me dijo de la integración y de los derechos de los in migra n- sociedad de mocrática puede soportar la existencia de ciudadanos de prim era y
tes? A yer estuve en una conferencia de A na María del Corral en la que habló de de segunda clase y, en conciencia, ninguno de nosotros debería soportar que
d e rechos laborales e in migración y de la regulación de contingentes en el marco nadie que viva en nuestro entorno, sufra discri minación por tener o no los
l abo ra l . p a p e l es. Y ahora ay údame a ter minar todo esto .

- U m m m m m - susurra el profesor m ientras aparta los papeles del Cuando nos he mos qu erido dar cuenta eran las cuatro de la ta rd e. La
sillón para poder senta rse -. ¿Y? mañana ha transcurrido entre cajas, fotografías y re c u e rdos. Cuando todo esta-
ba más o menos en orden nos hemos parado en la puerta para contem plar por
- Pues pensaba que, si las fro n t e ras no pueden cerra rse, si miles de per- última vez el despacho. En las paredes quedan las huellas de los marcos, la
sonas deambulan en situación ilegal y no parece que se les vaya a dar una sali- p a p e l e ra re p l e ta de papeles y cajetillas va c í as, las cajas amontonadas y el viejo
da digna, si el ser inmigrante parece ser sinóni mo de miseria, si. sillón desgasta d o .

- ¿No decías qu e estabas opti m ista? Mira A na, el fenóm eno de la in mi- - Pro f eso r, debería usted dejar de fumar.
g ración es u n te ma m uy com plejo pero se puede n dar salidas. H abrá solucio-
nes si todas las person as tomamos conciencia de qu e ésta es una realidad que - No me des la ta b a r ra A na, haz el fa vor... ¡Oye A na! Vamos a hacernos
debe ser tra tada desde criterios de justicia social. A yer te expliqu é que la solu- una fotografía aquí en el despacho.
ción no es abrir las fro n t e ras, pero sí flex i b i l i zar la entrada para gara n t i zar que
se haga de for ma legal. Fa c i l i tar por todos los m edios la re g u l a r i zación de las Tal vez un día...
p e rsonas que están viviendo en nuestro país y llegar a oto rgar los derechos de
ci u dada n ía.

- ¿Por qué es tan importante la ciudadanía?

- Po rque tener carta de ciudadanía es lo que te per m ite participar con


plenos derechos en la com unidad. E l no tener la ciudadanía te restringe los
d e rechos labora l es, sociales, cultura l es...Y el estar en u na situación de irreg u l a-
ridad te coloca dire c tam ente en los márgenes de la sociedad. En la exc l u si ó n .
¿Entiendes?... Siempre te hablo de Derechos H umanos porque me parece m uy
i m p o r tante su unive rsa l i zación y su defensa. Cuando negamos a una persona el
acceso a la educación, al trabajo, a la salud o a la participación, por el hecho de
no tener papeles, le estamos negando estos dere c h os. U nos D ere c h os
Fu n d a m e n tales que nuestro país ha asum ido y ratificado en todas las con ve n-
ciones y que, sin embargo, no aplicamos.

- Pero se está haciendo un esfuerzo por la acogida de los inmigrantes...

- Bueno, hay muchas personas que l uchan por conseguir la igualdad.


Pe ro somos todos y cada u no los que debemos ser conscientes de que los cam-
bios dependen de que trabajemos juntos, y que lo hagamos desde el ento r n o
cotidiano hasta el político. La acogida de las personas inmigrantes fra c asa r á
SEGUNDA PARTE
Una m ujer joven me sonríe abierta m e n t e.

- ¿Karima?

Le invito a tomar un café en la Fil moteca Española. Es un lugar muy


a coge d o r.

- Estoy en Ramadán - m e contesta -, pero m e acompaña con gusto.

- ¿No te importa? - Preg u n to ex t rañada. Se ríe negando con la cabeza -.

- No, de ve rdad, estoy acostumbrada.

Al subir por la calle Santa Isabel, el gato de mi her mana m e saluda


desde el balcón de la corrala. Es ta rde de primave ra.
1. Karima: la vecina del Sur.
Kari ma es m uy delgada, ta n to que da la impresión de que desapare c e-
rá como u n suspiro, de un momento a otro, dentro de su abrigo. Los ojos y el
pelo negro. La tez un poco morena. Si no fuera por el acento y la dificultad en
23 de octubre. Plaza de Lavapiés. Madrid. e n co n t rar las palabras, pensaría que nació en el Barrio de Lava p i és. Nos situa-
mos en un rincón del café del antiguo Cine Doré. La m esa es de már mol y las
Conocí a su her mana hace dos años en un intercambio juvenil con sillas de hierro, antiguas. Se sienta en el borde de una de ellas, como si no qui-
M a r r u e cos. Nos guió en el recorrido por las callejuelas de Fez. A llí, entre el si e ra que el cuerpo se abandonase del todo, como si tuviera que estar en guar-
bullicio de los puestos, los olores y los colores, me fue abriendo las claves para dia. Se sorprendió cuando le pedí que m e dejara hacerle una entre v ista, pero
ente nder la historia, las costumbres y la situación de su país. A l ata rd e c e r, antes accedió cuando le expliqué mi interés por su pro y e c to migra torio. Coloco la gra-
de vo l ver al alberg u e, nos sentamos en un café y conve rsamos acerca de los b a d o ra enci ma de la mesa.
l a zos que u nen n uestros pueblos. Ella, que es u na gran conta d o ra de cuentos,
nos relató la historia de Wallada, pero esa es otra histo r i a . - ¿Te importa?, - preg u n to. Sé que los pri meros m in utos van a ser difí-
ciles para ella. Y para mí. I ntentando rom per el hielo le cue nto un poco de m i
H emos quedado a las diez de la mañana en la plaza de Lava p i és. Me h istoria, de mi interés por orde nar mis re c u e rdos, por conocer, por entender lo
t raerá u na carta de su her mana, "henna", té y un cuento que me ha pro m e t i d o que está ocu rriendo. Ella asiente con seriedad y prom ete que intentará ay udar-
escribir sobre su país. m e, aunque quizás su historia no sea re p rese n ta t i va. Le aclaro que no quiero
hacer u n estudio sociológico, tan sólo conocerla, con ve rsa r. Sonríe -.
E sp e ro junto a la entrada del metro, observando el ir y venir de la
ge n t e. En este rincón de Madrid, personas con dive rsas culturas con viven con - ¿Sabes qué m e gustó cuando me llamaste? Q ue te interesa ras por m í
los vecinos de toda la vida. Mi abuela se sorprende mucho del cambio: dice que como persona. D emasiadas veces nos clasifican como marro q u í es, como si el
las tiendas, la calle, los cafés, los colegios, resta u rantes y hasta las asociaciones, hecho de pertenecer a u n pueblo significara que todos fuéramos iguales, y
p a recen res u rgir del sueño en un barrio que vuelve a poblarse con las voces que somos tan diferentes y tan iguales como lo es un ser humano de otro ser huma-
llegan de todas partes del mundo. Aunque a mí, la ve rdad, m e sorpre n d e no. Siento que soy marroquí, m i herencia, mis re c u e rdos, lo que aprendí… se lo
m e n os. E n Alemania era habitual encontrarnos con personas de m uchas cultu- debo básicam ente a m i familia, a mi religión y a Fez, la ciudad donde nací. Y
ras difere n t es... en esta zona de Madrid, me siento a gusto . m e enorgullezco de ello. Pe ro me temo que con de masiada frecuencia las per-
sonas me juzgan sin conocerm e y esto m e entristece, ¿com prendes?
Me in vade cierto senti miento de culpa y le pido disculpas. Echa la cabe- Nada más for mular la preg u n ta, me doy cuenta de que éste es un te ma
za para atrás y se ríe. difícil de hablar. Estoy leyendo mucho sobre el tema de la legalización y sé que
los papeles marcan la vida de las personas que em igran. Y es com prensible: la
- ¡Pe ro si no tienes la culpa! Tengo muchos am igos y amigas españoles, d i f e rencia entre tener papeles o no tenerlos es ta n ta como la línea que divide el
gente joven como yo, y m e gusta este país, en general la gente es mu y amable hacer realidad el derecho a vivir con dignidad, de la angustia de vivir con
y abierta . m iedo: miedo a ser ex p u lsa d os, a ser contra tados en situaciones into l e rab l es, a
se n t i rse exc l u i d os.
- No llevas m ucho tie mpo aqu í, ¿ve rd a d?
Karima se pone m uy seria, tensa la espalda y com ienza a hablar mu y
- No, dos años. Una her mana mía trabajaba en una ciudad del Sur. Po r ba j i to.
mediación suya, me ofre c i e ron colaborar con u na agencia de turismo. H ablo
á rab e, español, inglés y francés… pero la oferta que me hicieron era dem encial - Soy una persona en trámite. Me negaron el permiso de Régimen
y, además, yo no tenía papeles. Así que decidí venir a Madrid y seguir estu- G e n e ral y el Permiso de Residencia. A hora, estoy esperando la regu l a r i za c i ó n .
diando. En Marruecos estudié Filología Á rabe y cuando llegu é aqu í no tuve pro- Lo que significa que no puedo tra b a j a r, no puedo alqu ilar sola una vivienda, no
blemas para seguir con m is estudios en la EMSI. ¿La conoces? Es la Escuela de puedo afiliar m e en u n sindicato… es como si estuviera en u na sala de espera .
M e d i a d o res Interc u l t u ra l es. Como si alguien te dijera "ahora te quedas aquí quietecita y lo único que te per-
m i to hacer es esperar". No tengo permiso de residencia, pero no me considero
- Me impone preg u n tarte esto, pero… imagino que ilegal, soy una persona en trám ite, porque yo he cu mplido con todo. Me pre-
e m igraste por ra zones económicas. - Karima se ríe, abre muchos los ojos y niega senté en la prim era oferta y m e lo denegaron. Me presenté en la segu nda y m e
gesticulando con las manos…-. lo denegaron de n uevo, y he vuelto a prese n ta r m e. Ahora estoy en el segu ndo
re c u rso y a la espera de la reg u l a r i zación. No puedo tra b a j a r. Estoy estudiando…
- !Nooooo, nooo¡ - Contesta -. Mi fam ilia no tiene proble mas económ i- Pe ro para mí, ser ilegal es absurdo.
cos. Tengo mucha suerte. Marruecos es un país política y económ icamente
mu y, mu y difícil. La situación es mu y complicada porque prácticam ente no Los estudios que curso no me exigen papeles, pero tampoco m e pro-
existe la clase media, ¿entiendes? Mi fam ilia, gracias a D ios, no tiene prob l e m as. p o rcionan un título oficial, de lo contrario, tam poco podría estudiar. Pe ro escu-
V i vo aquí con el dinero que m e en vían, por eso puedo seguir estudiando y no cha, y esto quiero que quede mu y claro, yo no me considero u na persona ile-
paso necesidades. Yo soy mu y afortunada, no todas las personas están en la gal. Ningún ser humano es ilegal. El problema no está en mí, ni en las perso n as
misma condición. Mira, cuando term iné la carre ra ocurrió algo que m e hizo que no tene mos papeles. Me vas a perdonar si te digo algo… Creo que este país
p e n sa r. Yo vi vía como en una bu rbuja, mis padres son mu y libera l es. Estudiaba, no está pre p a rado para recibir a personas que vienen de fuera. No hay una polí-
hacia m i vida… Pe ro al acabar los estudios, ocurrió algo que me hizo desperta r tica de inm igración. A veces tengo la sensación de estar en manos del aza r. No
del sueño en que había vivido. Me uní a una asociación de personas para d as sabes por qué te deniegan el perm iso, no sabes cuándo se abrirá u n proceso de
p a ra reclamar al gobierno la creación de puestos de trabajo. Paral i zaron la pro- regulación, no entiendes qué es lo que ocurre: es desconcerta n t e. En dos oca-
t esta. Bu eno, fue difícil. Son cuestiones políticas. No hay libertad de ex p resi ó n . siones m e ofre c i e ron trabajar en pro y e c tos que yo consideraba interesantes y
Sentía que m e ahogaba, ¿entiendes? Entonces com encé a cuestionar me no pude acceder a ellos porque sólo podía acceder a ofertas en el sector servi-
muchas cosas, a mirar a mi alrededor y a buscar mar abierto, me sentía como cios: e n el trabajo doméstico, en la hostelería o en la construcción.
esos pececitos de colores que venden en peceras re d o n d as. Ne c esi taba cre c e r
como persona, y la idea de venir a España fue haciéndose cada vez más fuerte. E stoy tan seria que Kari ma intenta rom per el hielo y com enta entre
risas:
- ¿Y el perm iso de residencia y de trabajo? ...
- Pa ra que yo consiga u n perm iso, debo prese n tar me a u n oficio que no
ex ist e, que no lo pueda desempeñar ningún desem pleado, español, com unita-
rio o no comu nitario. ¡Ya lo tengo: bailarina del vientre! - Reímos las dos -.
- Todo esto es com plicado Karima. E l índice de dese mpleo en España h o m b res se rigen de forma distinta por la M udawana, la Ley de Fam ilia... No sé
es m uy alto y tú sabes que, hasta hace pocos años, éramos los españoles los que Karima, me parece muy difícil que sea posible llegar a la igualdad desde un
buscábamos trabajo en Europa y en Latinoamérica. La situación ha cambiado y m a rco religioso como es el Islam...
hay puestos de trabajo que quedan va c a n t es. A lgu nos estudios plantean que los
fl ujos m igra torios se dirigen a determ inados países, como España, porque éstos Karima suspira, imagino que ha tenido que contestar miles de veces a
reclaman tra b a j a d o res para deter minados sectores. F íjate lo que ocurre con la esta preg u n ta. Con gesto de paciencia, comienza a hablar me despacio.
agr i c u l t u ra o con la construcción… Ad e m ás, las mujeres españolas nos he mos
i n co r p o rado al m ercado de trabajo, la población es u na de las más enve j e c i d as - Mira A na, ¿has leído a Mernissi, ve rdad? Pues ella lo explica muy
de E uropa y necesitamos ayuda para cuidar a los padres. bien. El pro f e ta fu e un re volucionario que en su época defendió y dio dere c h os
a las mujeres que éstas no tenían. ¿T ú sabías que la m ujer del pro f e ta era
- Yo lo entiendo; pero entiende tú también, que yo quiero trabajar en lo co m e rciante? Él trabajaba para ella. El pro f e ta, en muchos casos, pedía consejo
que m e he for mado. H e estudiado, hablo cuatro idiomas, estoy pre p a rada y cre o a Fátima. El proble ma es que las palabras del pro f e ta han sido interpre tadas de
que puedo aportar m ucho a las personas de este país. ¿Tengo que li mitarm e a for ma errónea. H ay que leer de nuevo el Corán, hay que leerlo con mirada de
desem peñar el trabajo que me adjudique el Ministerio del Interior? Todos los m u j e r. ¿Cómo te lo explico? E l Islam es la claridad, la paz. Las reglas del Islam
t rabajos son necesarios, todos son im porta n t es, pero también es i mporta n t e son mu y sencillas, están pensadas para pro p o rcionar tranquilidad interior y
poder elegir. Que sea la ley la que te limite… es m uy duro, ¿entiendes? Yo equilibrio en el ex t e r i o r, pero la tradición, las nor mas de los hombres, lo com-
puedo vo l ver a Marruecos, mi fam ilia se pondría mu y contenta y no tendría pro- p l i c a ron todo. Es como si el tie mpo no hubiera pasado, interpre tan y aplican las
b l e m as, pero no quiero. Y además para una m ujer, allí, es m uy difícil… e n se ñ a n zas olvidando que fue escrito en una época concre ta ¿entiendes? E l
m undo árabe y su tradición es algo muy distinto al Islam.
- A hora que hablas de la mujer, me gustaría preg u n tarte qué opinas de
Fátima Mernissi, Safaa Fafthi, Farida Benlyazid, Moufida T latli... cineastas, - Pe ro Karima, tú eres musulmana y, sin e mbargo, eres una m ujer libre,
esc r i toras, que están introduciendo u n nuevo discurso sobre la mujer ára b e. E n i n d e p e n d i e n t e, vistes de forma occidental, viajas sola, vas abriendo tu camino
España no son m uy conocidas aún, pero, en Alemania, tuve la oportunidad de sola y eres la responsable de tu vida...
leer cosas suyas.
- Yo fui educada de una forma m uy abierta. Mi madre fue u na m ujer
- Todo ha cambiado mucho en los últimos veintici nco años, au nque aún mu y va l i e n t e, m uy moderna para Marruecos. Cuando era joven, llevaba mini-
queda mucho por hacer. Pe ro yo creo que e n nuestros países cada vez somos falda, se casó con el hombre que amaba, en una época en que había que acep-
más las m ujeres, sobre todo las mujeres jóve n es, las que aspiramos a la igual- tar el marido que te designaba la familia, y fue a la ceremonia vestida de blan-
dad... y a la libertad. co. Mis padres me enseñaron a decir lo que pienso y defender lo que creo, dis-
c u to abiertam ente con ellos y con mis her manos, esto no es habitual en una
- Karima, no hace ta n to tiem po que en E uropa las m ujeres tene mos los familia marroquí. Desde m uy pequeñas nos educan para ocuparnos de la fa m i-
mismos derechos que los hombres. Mi madre no pudo estudiar y tenía que lia; a los chicos, aunque sean más pequeños, les dicen "tú eres el hombre de la
pedir perm iso prácticamente para todo a m i padre. Y en España, no es hasta mil casa" y ellos saben que deben ser resp e ta dos. Pe ro yo creo que esto no es justo .
n o ve c i e n tos setenta y cinco cuando se hace obligatoria la escuela m ixta. Cuando Soy m usul mana, resp e to m i religión, pero creo que las m ujeres debemos ser
íbamos los ch icos y las chicas ju ntos al colegio en Ale mania, m i madre se sor- l i b res. ¡Ah! Esto no lo conseguire mos en u n día o en dos, hay qu e ser pacientes,
p rendía mucho, porque ella re co rdaba que en España eso h ubiera sido impen- ir cambiando las m enta l i d a d es, las costumbres, las leyes como la Mudawa n a . . .
sa b l e, en sus tiem pos... Y fíjate, que tan sólo han pasado setenta años desde que Pe ro hay que hacerlo desde el marco del Islam.
las m ujeres podemos vota r. Aún hoy, sigue habiendo m uchos problemas sin
reso l ver: violencia contra las mujeres, discri minación en el trabajo, en la parti- - Estás haciendo u na re volución... - Sonrío -.
cipación política... todavía tenemos m uchos obstáculos por ve n c e r, pero nos
a m p a ra la Ley. La Constitución vela porque hombres y mujeres tengamos los - Fue mi madre quien hizo la re vol ución, yo sólo me he lim itado a
mismos dere c h os, mientras que en el mundo árabe la vida de las m ujeres y los seguir sus pasos. Ahora las mujeres vamos a la Uni ve rsidad, queremos tra b a j a r,
ocupar puestos políticos... pero todavía fa l ta mucho. Nuestras costu mbres sitú- Karima sonríe y exc l a m a:
an a la mujer en el margen, en lo privado, y cuando u na m ujer dice que no,
e n tonces se con vierte en la oveja negra. Por ejemplo, si vas por la calle con ro p a - ¡Tendré que quedar me soltera! ¡No encontraré quien m e quiera! - Se
oc c i d e n tal, la gente te grita " mujer, tápate"; o si quieres ascender en tu tra b a j o , ríe abiertamente -. No, ahora en serio, es importante educar a los chicos y las
aunque seas muy buena, difícil mente lo consigues, sólo por ser m ujer; y si tie- chicas en igualdad. Ad e m ás, creo que las chicas que van al colegio en España,
nes novio, lo normal es que se enfade si llevas va q u e ros o si te pintas, y esto no están viviendo otra realidad m uy distinta a la de los países ára b es. E llas están
es lo peor: según n uestra Ley, la mujer puede estar divo rciada sin que ella esté a p rendiendo el papel de la mujer en la de mocracia. Por eso, cuando hay u n con-
de acuerdo, o sin entera rse siquiera. U n día puede llegar u na carta que te diga f l i c to porque los padres no las dejan seguir estudiando o se han enamorado de
que tu marido ha decidido dejarte y, eso, sin consulta r t e. Esto m e parece horri- u n chico, hay que apoyarlas, hablar con su familia y hacerle comprender que
b l e. También dice la Ley que los hombres pueden tener más de una esposa, las cosas evo l u c i o n a n .
p e ro el Corán sólo lo per mite si concurren una serie de circ u n sta n c i as. H ay nor-
mas que tienen que ser cambiadas. - ¿Y el velo?

- ¿H ay m ucha diferencia entre las m ujeres occidentales y musulmanas, - ¿Q ué pasa con el ve l o?


según tú?
- ¿Crees que se debe prohibir el velo en los colegios? ¿No crees que lle-
- Creo que u na m ujer lo es en cualquier parte del mu ndo, pero las varlo es una forma de discri minar a las niñas, de hacerlas diferentes al resto de
m u j e res occidentales son muy abiertas. En mi sociedad, u na m ujer debe ser sus com pañeras?
tí mida, debe estar en casa antes que el hombre. Una mujer no puede llegar a
las doce de la noche diciendo que estaba con sus amigas, debe pedir perm iso - ¿Cómo vas a prohibir el velo? ¡Sería u na crueldad! ¿Por qué os pre o-
antes de salir por la hora en la que va a regresa r. Yo, aquí, noto que la m ujer ha cupa ta n to que nos tape mos el cabello?
conseguido la libertad básica que nosotras, aún, no tenemos.
- ¡T ú no lo llevas Karima! - Kari ma apoya los codos encima de la mesa
- Pe ro Karima, segú n el Islam no puedes casarte con u n hombre que no y m e m ira fijamente. Detrás de la imagen frágil que ofrece en un pri mer
tenga las m ismas cree ncias que tú, y por lo que me cuentas será difícil... m o m e n to, se esconde una m ujer con una clara determ inación -.

- El velo es el traje oficial del Islam, A na, y yo lo resp e to muchísimo.


C uando salgo a la calle a hacer algún recado o a casa de una amiga, cuando vo y
a la Mezquita o algu na celebración, m e pongo la ch ilaba y el pañ uelo. Y tengo
muchas am igas que van con el velo y la chilaba. Lo ve rd a d e ram ente i mporta n-
t e, es que sea la mujer quien lo decida, que no se le imponga. Si quiero ex p re-
sar el resp e to a mi religión, ¿por qué he de dejar de hacerlo? Por cierto, ¡tú esta-
rías m uy guapa con chilaba! El que yo tape mi cuerpo, no quiere decir que ta p e
m i m ente. ¿Crees que soy más re volucionaria y más moderna porqu e no llevo
“ Mi abuela nació en Egipto y se fue a vivir con velo? No es cierto. ¿Contra tarías antes a u na m ujer sin velo qu e a u na mujer con
mi abuelo a Marruecos, donde tuvieron siete velo? ¿Por qué? ¿Es que el velo le im pide ser una buena profesional?. ¿Sabes?
hijos. Sin embargo, hasta su muerte, la llamar
on C reo que en la sociedad occidental está todo visto. El cuerpo de la m ujer no
siempre la Egipcia, porque a los pueblos les cues- llama la atención ¡Si es que a veces los vestidos no tienen ni cuarto de m etro!
Noso t ros tene mos otra forma de entender el cuerpo... y creo que la resp e to. Me
ta mucho olvidar que un día viniste de fuera. ”
g u staría que la resp e tasen también y que no pensaran que por el hecho de lle-
Yazmin var velo, yo no soy libre.
H ace mucho tiempo que el café se quedó helado encima de la m esa, c u l t u ra? E ntonces todos los españoles os com portaríais de la misma for ma y no
no he podido probarlo porque m e da ve rgü e n za que Kari ma no pueda comer ni es así. Si un español roba, nadie piensa que todos los españoles son ladro n es,
b e b e r. Karima preg u n ta: “¿no te bebes el café?” Se leva n ta y, acercándose a la ¿por qué cuando lo hace u na persona in migrante se sacan conclusiones fa lsas?
b a r ra, le pide al camare ro que nos traiga otro café y u n tro zo de pastel. Me preocupa que se nos vea como grupos homogéneos. T ú eres española y no
hay nadie que sea exa c tamente como tú, ¿ve rdad? ¿Por qué entonces se dice
- No sé..., - le digo vacilante -. que los marroquíes son todos de una determ inada for ma? Normalmente se dice
que son ladrones y que sirven para la construcción; que los latinoam ericanos
- No seas to n ta y cambia la ci nta, que se está acabando,- me dice son- son vagos, y que trabajan en la agricultura y en el servicio doméstico; que los
riendo -. chinos son obedie ntes y que trabajan en los resta u ra n t es. Son estere o t i p os. A
lo mejor se prese n tan aquí diez marroquíes y lo único que tengo que ver con
Sumerjo la cucharilla en la ta r ta. ellos es que tenemos una nacionalidad, que petenece mos a un país. Puede que
cada u no de ellos tenga una manera distinta de vest i r, de sentir, de pensar... No
-¿Y el Ra m a d á n ? podemos utilizar la cultura, como si pudiera explicarlo todo. Es cierto que, las
p e rsonas que habitamos un país, com partimos va l o res comu nes. Vosot ros, los
- El mes del Ramadán es el más querido para m i alma, lo qu iero m uchí- esp a ñ o l es, tenéis un marco de convivencia que se basa en la libertad, la justicia
simo. La gente es más hu mana, existe u n halo de espiritualidad en todas partes, y el resp e to. Las personas que llegamos de fuera te ne mos que intentar com-
es como si el país estuviera conectado. H ay más felicidad en la casa de los p render y sumarnos a estos va l o res: ¡compartirlos! Yo soy de otra cultura, soy
pobres, hacemos visitas a la fam ilia, no hay violencia... ¡O jalá el Ramadán dura- musulmana, pero el hecho de tener otra religión no me i mpide creer en estos
ra dos o tres m eses! Aquí es difere n t e. va l o res y desearlos para mi país.

I n st i n t i vamente aparto el plato de ta r ta a u n lado de la m esa, ella son- - Estoy de acuerdo Karima. Cuando estábamos en A lemania m e enfa-
ríe y lo vuelve a colocar delante de m í. daba cuando daban por supuesto que a todos los españoles nos gustan los toros
o que sabemos bailar sevillanas. Mi madre era una patosa y ni la sevillana ni la
- No es porque tenga problemas para practicar el ay uno, eso no es un j o ta. E n cuanto a mi padre, pues no le gustaban ni los toros, ni el fútbol. Cre o
p roblema, ade más, todos m is am igos m e resp e tan. Es que m e siento como u na que hay que luchar contra la tendencia a pensar que todas las personas de una
go ta de arena en u n océano. Echo de m enos a mi fam ilia, el olor de las com i- c u l t u ra son exa c tam ente iguales. E m itir juicios sobre las personas por su origen,
d as, las celebra c i o n es, el bullicio al caer la ta rd e, cuando se rompe el ayu no y religión o cultura, sin haberlas conocido, es una for ma cruel de discriminarlas.
nos reunimos para com er... ¿Sabes?. La religión me da tranquilidad, creo qu e es
una religión justa, por lo menos para mí... - A na, no quiero que pienses que m e siento discriminada por las per-
sonas españolas. ¡Estoy discrim inada por las leyes españolas! Es ve rdad que, a
- E nto n c es, ¿crees que las religiones nos alejan? ve c es, m e ocurren hechos desagra d a b l es, pero entonces creo que es por igno-
rancia... La ignorancia es atrevida. Un día iba en el metro y una mujer m e pre-
- Noooo, los principios de todas las religiones son básicamente los mis- guntó cuántas paradas fa l taban para llegar a u na estación. Al notar mi acento ,
m os. No sé cuál sería la pri mera, pero creo que todas intentan enseñarnos a me dijo" T ú no eres de aquí, ¿ve rdad? Y cuando le contesté que había nacido en
vivir de acuerdo con unas reglas básicas. M a r r u e cos, m e m iró toda sorprendida y dijo: "¡pero si no eres morena de piel!
¡Cómo! ¿Que eres marroquí?" Ves, la pobre mujer no sabía que e n Marruecos,
- ¿Y el choque cultura l? existen muchos tonos de piel, lo mismo que aquí hay personas de ojos claros y
o t ras de ojos negros, ¿no?
- ¿Dónde está el choque? No hay choque cultu ral, hay problemas de
co n v i vencia. No siem pre la cultura tiene que ver con el com porta m i e n to de una - Karima, pero aunque tú no te sientas discriminada, sabes que los
p e rsona. Si me emborracho, ¿es cultura? Si soy amable con los ve c i n os, ¿eso es res u l tados de las encuestas que se hacen sobre la actitud de los españoles ante
los ex t ra n j e ros son decepcionantes. . .
- Quizás sea porque España no ter minaba de salir de la e migra c i ó n “¡dialoga con migo para que podamos caminar ju ntos...!” Creo que los jóve n es
cuando entró en la inm igración y se encontró con un colectivo m uy importa n- somos la llave del futuro, tenemos que hacer u n esfuerzo por encontra r n os, por
te de ex t ra n j e ros, especialm ente de marro q u í es. H a sido un cambio mu y brus- c rear alianzas y construir una sociedad en la que todos podamos participar.
co, de repente entramos m uchos… asusta m os. Las personas tienen una idea
mu y equivocada de la inmigración, y entiendo que tengan m iedo. Si en mi casa - ¿Quién tiene que hacer el esfuerzo para fa vorecer la integra c i ó n ?
a p a re c e, de re p e n t e, m ucha gente, también sentiría inquietud. Piensan que
vamos a robar u n puesto de trabajo, que tenemos costumbres mu y difere n t es, - Odio la palabra integración, es como si tuviera que re c h a zar algo que
que qu eremos im poner nuestra for ma de pensar. Y nada de esto es cierto. Pa ra soy. Pre f i e ro la palabra incorporación. Este es u n proceso muy lento, no es de
romper el m iedo hay que encontra rse y con ve rsa r. un día, ni u n mes, ni un año. El esfuerzo, lo tenemos que re a l i zar en las dos
d i recciones: la sociedad de acogida y las personas que llegamos. Ser parte de la
Karima se queda en silencio unos insta n t es, como buscando las pala- sociedad, para unos es u n proceso muy rápido, otros ta rdan toda la vida. H e
b ras que ex p resen mejor lo que quiere decir, y conti núa: v isto casos de personas que, au nque viven desde hace años en España, siguen
siendo inm igra n t es. Es u n esfuerzo personal tu yo y de los de más. Pa ra mí fue
- A na, nosotros los m usul manes somos gente mu y abierta, m uy hospi- fácil, desde el prim er momento m e sentí a gusto en las calles, con la comida,
talaria. Cuando vivía en Marruecos no m e daba cuenta de lo to l e rantes que encontré amigos... participo en una asociación. Puede ser por lo que he vivido,
so m os. En mi ciudad, H ara c h e, hay una iglesia que todos resp e tamos y a la que por los que m e han ayudado o tal vez porque me gusta mucho este país. Pe ro
n unca se nos ocurriría dañar. Si alguien viene a m i casa y bebe alcohol, yo com- de ve rdad qu e hay gente que no se entera de que está viviendo aquí; ni siquie-
p ro lo que creo que le agrada. Si com es cerdo, yo no m e escandalizo. No juzgo ra teniendo el D N I son españoles. Su cabeza está en el país de origen y aunque
a las personas por sus costumbres, por su cultura o por su religión, ¿me com- hayan pasado años siguen com portándose y pensando como si estuvieran allí.
p rendes? No entiendo por qué m e pueden juzgar antes de conocerm e. Me gus- Por eso creo que el esfuerzo tiene que venir de las dos partes. Lo triste es cuan-
taría que cada persona que llegara a este país no tuviera la desdicha de sentirse do te esfuerzas por participar en la sociedad y la Ley no te da la oportunidad de
i n f e r i o r. A veces las miradas te dicen: "tú eres difere n t e, eres inmigrante", y ser uno más. Yo no tengo papeles, no puedo.
e n tonces pienso: "sí, tienes razón, pero además de ser in migra n t e, soy muchas
más cosas, soy mujer, licenciada en Filología, soy joven, musulmana, m e gusta Karima esconde la cara entre las manos, extiendo la mía y aprieto su
leer… No puedes definir me sólo por ser e migrante porque si lo haces, m e estás bra zo... Kari ma - le digo -.
l i m i tando". A lgún día yo podré ser ciudadana en esta sociedad, tra b a j a r, vota r,
hacer oír mi vo z . . . - Pe rdona A na, es que no te puedes imaginar lo terrible que es no saber
si te concederán el per miso, son muchas noches sin dor mir, las colas, la confu-
- Entiendo perfectamente lo que dices Karima, mi familia emigró y sión. Te sientes como si no le im porta ras a nadie y nadie te explica qué es lo
puedo com prender lo que sientes. A ve c es, m e siento responsable de lo que que ocurre, ta rdan meses en reso l ver tu ex p e d i e n t e... Es muy duro, este país no
oc u r re con las personas que venís a nuestro país. ¿Q ué les dirías a los jóve n es está pre p a rado para acoger a in m igra n t es.
esp a ñ o l es?
Despeja el aire con las manos y m e pide que cambiemos el ru mbo de
- No quiero que te lleves una i mpresión equivocada. Tengo am igos la conve rsación. Rebusco en mi cabeza una preg u n ta que pueda ser positiva:
españoles que me cuidan, que se preocupan porque conozca gente. E n genera l ,
la gente aquí es muy amable e intenta ay udar me. A ntes, al ve n i r, he preg u n ta- - ¿Q ué crees que aporta la inm igración a este país?
do el camino a una mujer y m e ha acompañado conve rsando hasta la plaza. El
p roblema es cuando se deja correr la i maginación y las personas juzgamos sin - Ay udamos al bienesta r, a la economía pero, además, la presencia de
co n oc e r. Ento n c es, es cuando sientes el re c h a zo, e inconsciente mente te pro t e- i n m igrantes hace que todos y todas nos abramos al m undo. La con vivencia con
ges y creas la distancia con el otro. Yo creo que tene mos que hacer mucho por p e rsonas de diferentes culturas te ayuda a romper las fro n t e ras de la razón y del
co n oc e r n os, por con ve rsa r, por construir va l o res comunes y com partir nuestras alma. Con vivir con una persona que ha venido desde tan lejos, te hace sentirte
ex p e r i e n c i as..., como lo hace mos tú y yo ahora. A los jóvenes españoles les diría más cerca de los seres hu manos. Tener u nos vecinos maravillosos que te cuen-
tan historias del otro lado del mu ndo es como viajar con ellos a lugares desco-
nocidos llenos de olores, de colores y de sabores... La cultura es un océano y si
tienes la oportunidad de sum ergirte en él, navegarás con rumbo a lugares des-
conocidos del mu ndo.

- ¿Y qué te ha aportado el viaje de in migración a ti?

- El ser como soy. Es como salir de u n agujero para entrar en elm undo.
D esconocía cómo vivía; aquí he aprendido muchas cosas que antes no sabía,
por ejemplo, el tema del Sáhara. Estar aquí es ver tu entorno desde la dista n c i a
y con otras herra m i e n tas que no son las que te han dado, las que has tenido de
pequeña. Creía que atacaban a n uestro país. ¡H e crecido ta n to! ¡No puedes ima-
ginarte!

Es tarde, apenas he mos sentido que han pasado cuatro horas desde que
iniciamos la conve rsación. E n la cafetería comienzan a montar las mesas para 2. El señor Wong, la señora Wong y el joven Hu.
la comida, y el chico de la barra nos mira con gesto de que debemos ir leva n-
t á n d o n os. No sé m uy bien cómo corresponder a la generosidad de Karima, que
me ha regalado no sólo su experiencia y sus pensamientos, sino que ha hecho Pa ra el señor Wong, u na con ve rsación re q u i e re tie m po y tra n q u i l i d a d .
el esfuerzo de traducirm e sus vive n c i as, m iedos e ilusiones. Me llevo muchas U n tiem po que tra n sc u r re sin in terrupciones en el rin cón de su resta u ra n t e,
resp u estas pero también más pregu n tas, más dudas, más sentim ientos encon- e n el centro de Madrid. E l té de loto, servido en los pequeños recipie ntes bajo
t rados... Es u na m ujer realmente sorprendente: detrás de la calidez de su mira- la tenue luz de las lam parillas, calienta n uestras manos en esta noche des-
da, de los gestos tí midos, está vibrando la vitalidad de u na persona que busca a p a c i b l e.
un lugar en el m undo.
En un principio y tras una cálida acogida, nos observa con curiosidad,
Karima me mira divertida y m e dice: m i e n t ras deja que los silencios se adueñen del ambiente. No parece tener prisa
y, a pesar de n uestros tím idos intentos, la conve rsación no ter mina de arra n c a r.
- C uando m e pre g u n tan de dónde soy, con testo: “Soy la vecin a del Y es que, en esta ocasión, ni Sandra - que m e está echando una mano - ni yo,
S u r ”. E nton ces pre g u n tan: “ ¿D e A ndalucía? ” “ No, no, de u n país m u y cer- sabemos muy bien por dónde em peza r.
cano al tuyo ”. “ ¿De Portugal? ” “ No, no, - les contesto -, del Su r, del otro lado
del estrecho... soy tu vecin a del Sur ”. H ay cierto misterio en torno a la com unidad C hina. Las re f e rencias que
tenemos sobre sus costumbres, relaciones y va l o res son muy escasas. Lo cierto
es que constitu yen un gru po m uy aislado. Tal vez la causa sea que, cuando las
p e rsonas vienen de China, encuentran rápidamente apoyo entre fa m i l i a res y
a m igos, y se integran en una red social que no suele mantener muchos conta c-
tos con la sociedad re c e p to ra. Otras ra zones im porta n t es, son el desconoci-
m i e n to del idioma y las dificultades para encontrar trabajo cuando no conocen
a nadie que pueda introducirles en el mercado laboral. En la mayoría de los
c asos, son contra tados dentro del circ u i to que sustentan en la red de hostelería,
co m e rcio o ta l l e res.
No r m a l m e n t e, las personas que emprenden viaje lo hacen con u n con- e co n o m ista y si no tengo contactos, no tengo clientes y si no tengo clientes
ta c to previo, y contraen u na deuda que se comprom eten a pagar en el tra n s- ,¿cómo voy a hacer el tra b a j o? "
c u rso de los prim eros años de estancia en nuestro país. Éste no fue el caso del
señor Wong. Llegó hace más de cuare n ta años, desde u n pueblo cercano a El señor Wong ha vivido mucho. Ha visto nacer a sus cuatro hijos y sus
Shangai. Por aquellos tie mpos, la prese ncia de personas procedentes de China cinco nietos. Todos son matrimonios mixtos y sin ningún proble ma de integra-
e ra excepcional y él no se sintió diferente en una sociedad cuya idea del ex t ra n- ción. " Na c i e ron aquí" – dice, m ientras nos sirve n uevamente té -. Todos fuero n
j e ro oriental era un ta n to ex ó t i c a . educados en colegios españoles para ir después a la Unive rsidad. El señor Wo n g
se queda pensativo y continúa diciendo: "No hablan nuestra lengua, ni pra c t i-
V ino en los años cincuenta con u na beca de estudios en Ciencias can el budismo. Su madre lo intentó durante muchos años. Les hablaba para
E co n ó m i c as, que el Gobierno le concedió gracias a que Franco tenía u na buena que no perd i e ran el idioma y les explicaba nuestras costu mbres pero, poco a
relación con un dirigente de su país. E n principio, pensaba re tornar una ve z poco, fueron ganando las costumbres de los grupos de amigos. Son va l o res que
h u b i e ra finalizado sus estudios, pero el destino decidió que term inara esta b l e- no puedes i mponer. Noso t ros somos dos abuelos con muchos re c u e rdos del
c i é n d ose, llamara a la que poco después fue su mujer para formar una fa m i l i a pasado y ellos ya son parte del futuro, de otra for ma de vida. En cierto sentido,
y olvidara la idea del regreso. D ice que nu nca se ha sentido ex t ra n j e ro, quizás m e alegro, porque les va muy bien: no tienen problema de trabajo, hablan dos
por su carácter e mprendedor o porq u e, como afirma, "España es u n país de idiomas y tienen fam ilia. Los nietos quieren a su abuela, una gran conta d o ra de
mezcla que hace que no te sientas así. No es como en Inglaterra o en Ale mania. c u e n tos, pero no creo que viajen a China n unca. Todo esto queda m uy lejos.
Allá te sientes antes chino que ale mán, o más chino qu e inglés. En España no Pa ra nosotros es necesario conservar la tradición dentro de la familia. Decimos
me siento diferente… y te diré que, hace cuare n ta años, añoraba mi país pero , que uno tiene que mirar por uno m ismo; una vez que te cuidas a ti m ismo tie-
sin embargo ahora, m e siento español". A pesar de ello, reconoce qu e la situa- nes que cuidar a tu familia; u na vez que cuidas a la fam ilia debes cuidar a tu
ción ha cambiado mucho, desde ento n c es. "La comu nidad china ha cre c i d o pueblo; después del pueblo cuidas al país y después del país, cuidas al m undo.
mucho. Al principio había, sobre todo, personas chinas de Taiwán. Luego, hace Lo prim ero es alegra rse uno m ismo, si uno no se alegra… Pe ro, como te decía,
ya veinte años, vinieron de la parte continental. Cada día hay más y más. Se cal- ellos son parte de otro mu ndo. Me da un poco de pena, pero así es la vida…
cula que hay unos cuare n ta mil chinos e n España. Sólo los de Taiwán llegan casi Cuando las personas se casan, deben tener la misma m entalidad. Si una espa-
a cinco m il perso n as. M uchos, nos reunimos en asociaciones. Tengo apu nta d as ñola se casa con un chino, al principio se atraerán por las difere n c i as, por la
u nas cuare n ta y ta n tas de distintos sectores, en toda España. La que fu ndé yo variedad, pero llega u n momento, cuando te haces mayor, en el que es difícil
en 1978 es la Asociación de Resta u rantes C hinos en España. E n ellas, damos co n v i v i r. Por eso, es necesario tener las m ismas ideas, o com partir los mismos
clases a los que llegan, para que aprendan español, al menos las primeras pala- va l o res " .
b ras i ndispensables. Y en Madrid, hay dos colegios que enseñan chino a los
hijos de españoles chinos, para que no se pierda el idioma, porque luego no se Lo afir ma con cierta tristeza, mientras sigue comentando: "E n China la
entienden con los padres y se olvidan de su origen ”. religión es libre. H ay budismo y confucianismo. El confucianismo no es una
religión, es una ética de vida. La religión mayoritaria es la budista pero ta m b i é n
Le explico al señor Wong que entiendo que las personas que vienen de hay católicos y prot esta n t es”.
Latinoam érica o de los países más próxi mos a España nos pre f i e ran como país
de destino, pero m e res u l ta difícil com prender por qué eligen nuestro país aque- - ¿Com parten usted y la señora Wong la misma religión, señor Wo n g?,
llos que vienen de u n lugar tan lejano y tan distinto como es China. El señor - preg u n to -.
Wong sonríe, despreocupado. "Es por el tema del visado y por la red, - afir ma -.
Es im portante tener conocidos aquí, también se elige España por la fa c i l i d a d - No, yo soy católico y m i mujer es budista, pero no tenemos prob l e-
con la que pueden entrar en el país… Cuando una persona viene de allí es por- m as. E lla re za y re a l i za sus ritos en casa y en el templo. Por cierto, no ta rda r á
que ya tiene fa m i l i a res aquí, que le han in vitado a ve n i r. No r m a l m e n t e, como en vol ve r, - nos dice -, está en el pequeño tem plo budista en el que hace sus ora-
no conoce a nadie más, trabaja en u n resta u ra n t e, en una tienda o en un ta l l e r ciones por u na am iga que las dejó, hace ahora u n mes. Además están orga n i-
de confecciones en el que trabaja su familia. Luego, poco a poco, se va situan- zando una fiesta a la que, sin duda, estarán ustedes in vita d as, - añade -.
do, porque es m uy difícil salirte del circ u i to si no tienes contactos. Mira, yo soy
Como si le estuviera escuchando, la señora Wong aparece por la puer- E l viejo tonto que trasladó la montaña.
ta. Su marido se leva n ta, le ay uda a quita rse el abrigo y le trae un té con li món, Cuento chino.
p a ra que entre e n calor. Lleva el pelo recogido. E l vestido de corte occidenta l
con detalles orienta l es, la hacen mu y elegante. Al senta rse, sonríe y la dulzura
de sus palabras crea un espacio de inti midad entre las personas que esta m os
se n tadas alrededor de la m esa. E lla habla español con dificultad y cuando no
e n c u e n t ra las palabras, se vuelve con suavidad, buscando la atención de su
marido. A ntes de comenzar a con ve rsa r, él le explica en su idioma que esta m os
haciendo u n libro para jóvenes españoles. Ella asiente y sonríe. Mira hacia la
graba do ra y aprieta el botón con decisión.

Son muchos años ju ntos, desde que él le prop uso viajar a España y
formar una fam ilia, y la vuelta es cada vez más re m o ta. A pesar de la dista n c i a ,
el señor Wong y la señora Wong conservan muchas de sus tra d i c i o n es, sobre
todo las fa m i l i a res. Pa ra ellos, es im portante que en las fechas trasc e n d e n ta l es
se encuentren todos re u n i d os. A pesar de su e mpe ño y del cuidado con el que
p re p a ran cada u na de las celebra c i o n es, sienten que sus hijos están m uy lejos
ya de la m emoria de ese otro, que fue su país.

C uando la señora Wong decidió re u n i rse con él, estudió las costu mbres
y las creencias religiosas españolas, para poder com prender y sentirse como
una más en la com unidad. “Pe ro,- intenta aclarar con su vacilante español -,
res u l ta que no encontré m uchas diferencias entre los mensajes de las distintas
re l igi o n es. Tal vez en la forma de pra c t i c a r l as, porque el budismo se vive desde
el interior. Y al re f e r i rse al interior, habla de ella y de su hogar. Aunque si ha de
ser sincera, la práctica budista le ofrece la posibilidad de vivir más vidas y,
teniendo en cuenta que todo pasa m uy rápido, es mejor conservar su religión y
así tener la oportunidad de vivir m uchas vidas y de term inar todo lo que queda
aú n por re a l i za r, pero sin ren unciar a adoptar la parte positiva del cristianismo.
En el mundo de la señora Wong, el equilibrio entre O riente y Occidente se cons-
tru ye sobre su continua y particular re f l exión interior.

Suele participar en las reuniones del te mplo, donde coincide con las
p e rsonas que conoce. “Es un templo mu y activo, un centro de encuentros y fies-
tas, pero en el que también re a l i zamos acciones de apoyo", - afirma -. " H ay que
tener en cuenta que, por tradición, la comu nidad china es m uy solidaria.
N u est ros grupos son un re f e rente im porta n t e, sobre todo para las perso n as
recién llegadas, - añade -. A ún queda m ucho por hacer en este m undo nuestro ,
p e ro con paciencia y confiando...”

Y en ese insta n t e, como si hubiera leído nuestro pensam iento, com en-
zó a narrar el cuento del viejo to n to. . . .
Todas son h istorias interesantes: la del joven H u es u na pequeña historia de un
gran viaje.

“ Me sorpre ndiste cuando entraste en el local de nuestra asociación,


con la gra b a d o ra en la mano, empapada de lluvia y con esa cara de desconcier-
to, ante toda la gente que te m iraba. Tienes que entender que todavía no hablo
bien tu idioma y por la forma en la que m e educaron, m e cuesta hablar de mí.
Por eso, porque m e cuesta ta n to, te pediré que no m e interrum pas. Y para sen-
tir me más cómodo, he querido que habláramos aquí, e n m i casa, porque escu-
chando a mis padres e n el salón hablar en m i lengua, es como si nunca hubié-
ramos partido. Como si yo no fuera un ex t raño en otro país.

Llegué en el año 1995. Atra vesar la M uralla China es asomarse al


m undo desconocido y ex t raño de Occidente. D urante siglos, la Gran Muralla ha
re p rese n tado, para nosotros, la protección ante el ex t e r i o r. No sólo es un espa-
cio físico, también es algo que te protege en tu vida interior. Por eso, partir hacia
E u ropa era, para m í, dar u n paso enor m e. A ti te costará entenderlo, pero es así.
Si e n to que hay que tener una gran fuerza y una gran convicción para atra vesa r
la m uralla pero, u na vez que te has decidido, ninguna fro n t e ra es lo suficiente-
m ente fuerte para detenerte.

Pasó un tiem po hasta que mis padres pagaron la deuda del viaje y
p u d i e ron abrir la tienda de todo a cien, y viajamos para reu nirnos con ellos. E l
prim er problema que te encuentras, al llegar, es el idioma ¡No puedes imagi-
narte lo difícil que es estudiar español! Yo aprendí las prim eras palabras en una
asociación africana en la que se im partían clases de alfa b e t i zación para in mi-
gra n t es, pero el pro f eso rado no era de origen chino. ¡I magínate lo solo que pue-
des sentirte al no poder comunicarte! E xisten asociaciones chinas, lo sé, pero
no hay bastantes pro f eso res y esto es un obstáculo muy gra n d e... Mira, m i
m a d re, por eje mplo, a pesar de llevar diez años aquí, sigue teniendo muchas
d i f i c u l tades con el idioma. En la tienda se ex p resa con gestos y cuando hay pro-
b l e m as, la ayudamos mis hermanos y yo. Y fuera de la tienda, se relaciona con
familias chinas también. E n cuanto a las noticias, se infor ma por los periódicos
en chino que se reparten en los com erc i os.

Todo eso no fa c i l i ta la integración. Venimos y trabajamos allí donde


podemos esta b l e c e r n os. Las redes chinas de ay uda fu ncionan y tra b a j a m os
m ucho. Una vez, escuché en u na conferencia que los inm igrantes vienen a tra-
“ El mundo es un conjunto de costumbres que
anv
bajar duro, y ésta es la realidad. Trabajamos y tra b a j a m os, todas las horas que
cambiando... como la vida. ” sean necesarias y no gastamos prácticame nte nada. Aquel profesor decía que
Chunhui Cun los inmigrantes suponían un gasto mínimo para el Estado español y creo que es
c i e r to. Lo que quiero decir, es que es problemático salir del circ u i to e integra r-
se en el mercado laboral. Los hijos trabajamos ayudando a los padres, pero esto
no es C hina y llega un mom ento en que tienes tus propios sueños y los quieres
re a l i za r, y para lograrlo, creo que la mejor salida es la educación. Con educa-
ción, podemos aspirar a diseñar nuestro futuro de otra for ma. Pa ra los padres,
es difícil de entender, porque dan u na gran im portancia a la fam ilia y a la tra-
dición; m e educaron de u na for ma mu y estricta, resp e tando n uestras cre e n c i as.
Mi fam ilia, de orientación budista, me enseñó a vivir el mu ndo interior con
mucha intensidad.

A veces pienso que nos construimos una barre ra parecida a la M ura l l a


China, que nos aísla del ex t e r i o r. Tal vez, por eso, te ha sido tan complicado
hablar con personas de m i país. Por ejemplo, a mí, no sabes lo que m e cuesta
ex p resa r m e, incluso cuando necesito ayuda. Es como si estuvieras en tu pro p i o
mu ndo dentro del m undo. Pe ro al inmigra r, al llegar a otro país, tienes que
hacer un esfuerzo por salir de ti m ismo y encontrarte con los demás. Sobre to d o , 3. La verdadera historia de Katy y Cristín, lejos de África.
n osot ros, los hijos de los que llegaron, debe mos encontrar un camino para sen-
tirnos parte de esta sociedad. Conozco a am igos que han re tornado y se sienten
mal, porque las cosas allí ya no son como las dejaron y las cosas aquí no son
como las imaginaron. Ya no pertenecen a ningún lugar. N uestros padres vo l ve- 29 de diciembre
rán cuando se hagan m uy mayores. Es la tradición: vo l verán al lugar en el que
n a c i e ron. Pe ro nosotros, los jóve n es, vo l ve re mos cada vez menos. Echare m os Katy y C ristín son ve rd a d e ram ente grandes y no me re f i e ro solamente
raíces aquí y necesariam ente tendremos que aprender a cohabitar con todo el a sus cuerpos, sino también a su interior. Pa rece que con su caminar lento y su
mu ndo. Pa ra que la barre ra se abra, pie nso que es necesario crear espacios de sonrisa siem pre acompañándolas, desafían el mundo. Su piel es del color del
co n v i vencia que ayuden a eliminar el m iedo. Incluso el conflicto es m ejor que chocolate y sus palabras tienen siempre ese sabor. Aunque son her manas, son
la ignorancia: Sí hay difere n c i as, sí surgen conflictos pero pode mos hablar de m uy diferentes: Cristín es de sonrisa estruendosa y de fluidez al conve rsa r.
ello y discutir, encontra remos una solución. Y, sobre todo, ¡ex ist i remos! El pro- Katy, pausada, silenciosa, escucha a su her mana como si no conociera la histo-
blema real aparece cuando nos hacemos i nvisibles o cuando nos ignoran. Pa ra ria. Se asombra y disfruta del re l a to como quien oyera cuentos de ultra m a r. Así
poder conocernos, es necesario encontra r n os. Creo que éste es un re to. Te pare- se llamará el libro de su vida, " El libro de la ve rd a d e ra historia de Katy y Cristín".
cerá una tontería, pero a la tienda de mis padres se acercan personas m uy Páginas con sabor a chocolate dulce, chocolate amargo, chocolate blanco y
m a y o res, conve rsamos como podemos y, poco a poco, vamos formando parte si e m p re agua, m ucha agua como el mar que las separa de los su yos.
del barrio. Sin embargo, ésta no es la única convivencia posible. Noso t ros que-
remos participar de vuestros mismos espacios. ¿Q uién debe dar el paso? C re o Así m e las describió Sarah y, la ve rdad, son tal y cómo dijo.
que todos: unos y otros, los que llegamos y los que estábais. A l fin y al cabo,
t e n e m os, tú y yo, m ucho más pu ntos en com ún, que va l o res que nos separan ”. La gra b a d o ra colocada sobre la m esa regist ra nuestro silencio. Senta d a
f rente a ellas, m e m uevo inquieta. Los m in utos van caye ndo u no tras otro sin
que yo pueda articu lar palabra... Ellas no parecen tener prisa, sus cuerpos re l a-
jados en los sillones se pre p a ran para la dura jornada de trabajo que les espera
esta noche en la fábrica. Con sus largos trajes y su tocado en el pelo, me obser-
van, tra n q u i l as. Esos rost ros bellísi mos parecen decir me: “no tengas prisa, dis-
f r u ta este mom ento de paz”.
Me siento incómoda y no m e atre vo a comenzar la entre v ista . “ No te vayas Cristín" - le dijo el médico -, "eres la m ejor enferm era que
I n t e n tando encontrar un hilo de razón, que m e dé seguridad, traigo a m i m ente tengo". Pe ro ella, a pesar de que era u n trabajo i mportante por el que era res-
la lección del viejo profesor: crear un espacio de confianza, iniciar la conve rsa- p e tada y apreciada, a pesar de las lágrimas de su madre y de lo que le costa b a
ción con preg u n tas sencillas que ayuden en la prim era toma de conta c to, y con- se p a ra rse de los suyos, de que se le rom pía el alma al dejar aquellas tierras
ti nuar subrayando y apoyando con indicaciones para que el entre v istado no se extensas por las que podía cam inar descalza y resp i rar el aire tra n sp a rente y
si e n ta perdido. cálido, a pesar del miedo a lo desconocido, ella decidió seguir los consejos de su
hermano, y con los ahorros de los últimos años comprar el billete de avión que
H an pasado diez minutos cuando, ya nerviosa, trago saliva y articulo la llevaría, lejos, muy lejos de África. Atrás dejaba a su peque ño, del que cuida-
u na preg u n ta va c i l a n t e : rían sus her manas como a sus propios hijos, y por el que trabajaría día y noche,
si era necesario.
-¿Cuándo llegásteis a España?
Su her mano ocupaba un buen puesto en una agencia de viajes y su
Como si en ese m ismo instante hubiera caído un rayo en m edio del amigo, un señor em presario mu y importa n t e, le había asegurado que España
c u a r to de esta r, Cristín se sienta, decidida. Inclina su cuerpo hacia delante y, e ra un buen país. " Una mujer como tú, intelige nte, con estudios y va l i e n t e,
mirándome fijam ente, rasga el aire con su voz. nunca tendrá proble mas para encontrar trabajo, ganarás m ucho y al cambio tu
familia vivirá muy bien". Podría ayudar a toda la familia y asegurar un buen
- Mujer ¿quieres saber m i ve rdad? ¿Toda la ve rdad? - sus manos pal- f u t u ro al pequeño. Su familia era gra n d e. Apenas sí podía re co rdar el nombre
mean con fuerza sobre sus muslos -. Po rque si quieres saberla yo te la voy a con- de todos los sobrinos y pri mos. No eran buenos tie mpos, au nque en Camerún
tar - m e señala con su dedo advirtiéndom e -. Prométem e que la escribirás como no hay pobre za, pero tampoco hay grandes lujos, y un poco de dinero ex t ra no
yo te la cuento para que esta historia m ía no se olvide. Con mi vida puedes escri- vendría mal. Cam erún es un buen país. Buena educación, buenos médicos,
bir un libro más grande que la propia Biblia. Un libro de una m ujer africana que l i b e r tad, mucho aire y sol. Pe ro algo le dijo que el futuro estaba en otro sitio,
ha llorado mucho y ha luchado sie mpre. m uchos paisanos habían partido ya. Era hora de hacer lo que debía hacer.

Katy subraya las palabras de su hermana asi ntiendo con la cabeza. Sus Tal vez hubiera sido más fácil ir a Francia. Cam erún había sido colonia
ojos y su boca sonríen con intensidad, m ientras las manos descansan sobre su f rancesa, conocía a la gente y el idioma. Gente abierta, que no discrim inaba a
rega zo. las personas por el color de su piel. E l pasado les unía porque durante m uchos
años habían habitado su país. “Por las calles de París podías cam inar, sin miedo
- Ella te contará la ve rdad,- mur m ura -, te dirá toda la ve rdad. a que te detuviera la policía y tu color no im portaba a la hora de encontrar tra-
b a j o”. Pe ro aquel hombre trajeado y bien plantado, le había dicho que la re c i b i-
- ¡Enciende la gra b a d o ra!, - me ordena -. ría en el aero p u e r to y le buscaría trabajo. Viviría en Madrid en una buena casa
y no tendría problema, porque él y su m ujer se encargarían de todo. A cambio
D u rante las tres horas que siguieron no volví a articular palabra. No del fa vor, su hermano le regalaría un recorrido por los países de A frica.
f u e ron necesarios los consejos del viejo pro f eso r. Las palabras de Cristín sur-
gi e ron con todo el ím petu de una historia personal por la dificultad y las ganas La noche anterior a su viaje hicieron una gran fiesta para celebrar que
de vivir. A su lado, su hermana coreaba la narración, subrayando, cabeceando Cristín e mprendía una nueva vida.
o exclamando, cada poco tie mpo, u n rotundo "esta es toda la ve rdad". A ve c es,
cuando Cristín no encontraba la palabra exa c ta, la m iraba y ésta le ofrecía su Bajó las escaleras del avión, observando con curiosidad a su alre d e d o r.
ayuda para com pletar la frase que había quedado inacabada y, después, vo l v í a Con el equipaje en una mano y el pasaporte fuertem ente aferrado en la otra ,
a abandonar su cuerpo al encanto de la escucha. at ra vesó las puertas de llegada. Pe rsonas que se abra zan, familias que se re ú-
nen, amigos que se encuentran, grupos de turistas. Se le arruga el estómago
Lo que no i maginó Cristín es que nadie la estaría espera n d o . . . m i e n t ras con la mirada busca su nombre en los carteles que se alzan en manos
de los desconocidos. Poco a poco los viajeros y sus acompañantes van aleján-
dose de la pu erta de salida. E l hall se queda desierto. E lla se ve en la in mensi- p a l a b ra de español. H ay días que está tan cansada que se queda dor m ida en la
dad de su soledad, en un país desconocido. Espera y espera, quieta y silencio- silla de la cocina. Intenta no molesta r, no ocupar espacio, que no se note que
sa, en aquella puerta, con el te mor de que si se separa unos metros, el bullicio ex ist e. Sabe que su sola prese ncia disgusta a aquella mujer que grita a to d as
y el ruido la engullirá y el empresario no la encontrará. Espera. H an pasado dos h oras. Si la echa de esa casa, ¿a dónde irá? No conoce a nadie en este país y le
h o ras y nadie ha venido a buscarla. Le pide ayuda a una azafata para que llame a t e r ra la idea de ve rse errando sola por las calles. M uchas veces piensa en vo l-
al n úm ero de teléfono que le entregó su her mano, en caso de prob l e m a . ve r, pero ha dejado su trabajo ¿y qué pensarán los su yos? Todos confían en ella
y no puede regresar con el m iedo en el rost ro. Ella es valiente y orgullosa, no
La azafata le explica en francés que u n señor ha contestado a la llama- q u i e re vo l ve r, aunque en esa casa le digan que no hay sitio para ella. No la quie-
da y la vendrá a buscar pro n to. Pa rece ser que hubo una confusión sobre la hora ren y se lo de mu estran en todo momento. La obligan a guardar sus cosas en la
del aterrizaje del avión. No tiene nada que te mer. La espera continúa cuando, m a l e ta, en el baño de abajo, y se ducha con agua fría porque desconoce cómo
por fin, el em presario trajeado aparece segu ido de su esposa. Cristín sonríe y poner el calenta d o r. Cuando los señores se re t i ran a su dor mitorio, extiende las
a b re los bra zos esperando un saludo y palabras de bienvenida. Pe ro la mujer del m a n tas en el sofá y refugia su cuerpo en el calor. Allí, en la oscuridad, trae a su
e m p resario no sonríe, no parece alegra rse de ver a Cristín. E n lugar de abra- m ente los re c u e rdos de Á frica y le pide a aquél que dio la vida a los hombres, a
zarla, la mira con dure za y, parándose a u n m etro de ella, le grita con decisión los árboles y a los animales, que se la lleve para siem pre o le enseñe una sali-
que no hay sitio en su casa, que todo ha sido un lam entable error y que Cristín da. Una de dos, la que quiera, pero que lo haga ya.
debe vo l ver a su país": ¿T ienes el billete de vuelta, ve rdad? Po rque si no, no te
habrían concedido el visado: pues lo m ejor es que vu elvas hoy mismo a tu país, U n día vino el frío. H abía oído hablar de él pero n unca lo había senti-
aquí no es posible que te quedes", le dice en u n mal fra n c és... Cristín la mira do. Cuando vino el frío una sensación sombría se metió por sus huesos y la inva-
a t ó n i ta. Deja caer su cuerpo sobre su gran maleta y rompe a llora r. Llora y llora dió toda, su miéndola en u n miedo terrible. Pensó que estaba enfer ma, que el
con ta n ta fuerza que la gente que pasa se detiene a conte mplar a la mujer afri- frío se la comería por dentro y jamás vo l vería a ver a los su yos. Se envolvió con
cana que, sentada sobre su gran maleta, llora sin consuelo. todo lo que llevaba, un vestido encima de otro, hasta con ve r t i rse en una mon-
taña incapaz de move rse. El señor la encontró debajo de u n montón de ro p a ,
Sigue llorando. A su alre d e d o r, viajeros llegados de distintos lugares dis- hecha un ovillo en una esquina del sofá, llorando y sola.
cuten con el em presario y su mujer. La m ujer comenta con gritos y aspavientos
que se tra ta de u n lamentable erro r, no hay sitio para alojar en su casa a la m ujer Llaman de Camerún. “¿Estás bien? ” - preg u n ta su madre -. La señora ,
africana. Las palabras y gritos del e mpresario y de su mujer se confunden con f rente a ella, la m ira fijam ente. No se atre ve a hablar y estalla en sollozos col-
los sollozos de Cristín. Por fin, u n hombre le preg u n ta en su idioma por lo ocu- gando el teléfono.
rrido. El hombre es de Camerún; una vez ha comprendido la situación se vuel-
ve, decidido, y am enaza al empresario con den unciarlo a la policía si no cum- D ías después llaman a la pu erta. E lla está sola, tiene frío y no quiere
ple con lo prometido. El em presario indica a Cristín que se levante y que coja a b r i r. Se queda escuchan do silenciosam ente. “¡C ristín, Cristín!”, exclama u na
la maleta. La gente aplaude a la comitiva que se aleja hacia la salida. Se alejan voz al otro lado de la puerta. “¡Cristín!” - grita la voz -. Abre u na re ndija para
por los pasillos del aero p u e r to, la mujer con el rost ro descom puesto por la ra b i a , m i rar quién conoce su nombre. U na m ujer le son ríe y le grita con alegría, en
el em presario serio y Cristín arrast rando su gran maleta. su idioma “¡Vengo de parte de tu madre! ¡D éjam e pasar! Pe ro Cristín no quie-
re abrir. T iene ve rg ü e n za de que cuente cómo vive. La mujer em puja la puer-
La casa es gra n d e, de dos plantas, con varios dor mitorios y salida al jar- ta con deter m inación “¿Pe ro qué te pasa? ¡¡¡Cielos, com o estás!!! Criatura ,
dí n. D urante los seis meses siguientes, trabaja en aquella casa si n salir a la calle p a reces una vieja... mira tu piel, - m ur mu ra con tristeza - y tu pelo apagado...
ni una sola vez, porque la señora teme que se pierda o que enferm e. Se leva n- ¿Por qué no te cuidas? ¿Q ué ocurre aquí?” C ristín se toca la cara cuarteada por
ta a las siete de la mañana y se acuesta cuando los señores se re t i ran del salón. el frío. “¿No te han dado cre ma para la piel? ¿No sabías que con este cli ma la
No habla con nadie y ex t raña la calidez de las relaciones de su tierra. Si llaman n e c e s i tas? Criatura, ven, cu énta m e …”. Sentadas en el sofá, Cristí n la m ira con
a la puerta y los señores no están, abre la rendija con cuidado, asoma el dedo d e sc o n f i a n za: tie ne ta n to m iedo que no se atre ve a hablar. Pe ro la mujer no
índice y señala que no se puede entra r. La señora ha dado órdenes de que no p a ra de gritar en su idioma, trayéndole el calor de su tierra y su gen te. Poco a
deje pasar a nadie y, ade más, para qué intentar explicar más si no entiende ni poco, las palabras van volviendo y le cue nta todo, todo, todo. Lo cuenta de
go l p e, llorando como u na cata ra ta. El vestido, en el que li m pia sus lágrimas t rabajo y alquila u na casa que, en poco tiem po, se llena de paisanos: no qu iere
term ina em papado y salado. C uando term in a, la m ujer la abra za y le dice dul- que ningu na persona de su país pase por la experiencia que ella vivió al llegar.
cem ente: “Cristín ahora m ismo te vas de aquí, aquí no te quieren, criatura ”. Se
l e va n ta y repite gritando con indign ación: “¡Aquí no te quieren!” A toda prisa El trabajo no dura m ucho. Los meses pasan y se acaba el dinero, no
recogen las cosas y las m eten en la maleta. Escapan de aqu ella casa dejan do tiene papeles. La tra b a j a d o ra social no puede hacer nada, “es ilegal”. E lla no
la puerta abierta, corrien do por las calles de la urbanización m ientras grita n q u i e re caridad. No ha venido a pedir, no quiere que le regalen nada, quiere tra-
como niñas. La gente que pasa sonríe al ver a las dos mujeres africanas corre r b a j a r. No quiere que la trate n como a u na pobre mujer. Son tiem pos duros en
calle abajo, arrast rando u na gran maleta . los que aprende a cocinar con agua y poco más. Sus paisanos tampoco tienen
t rabajo pero se las van arreglando y, por fin, la amiga de una amiga le fa c i l i ta
Cristín observa fascinada todo lo que ve: la gente, las casas, las perso- u n trabajo en u na casa gra n d e.
nas… esto es España, piensa, esto es España.
La vida e mpieza a sonreírle y al poco tiem po llegará su hermano tra-
La m ujer com parte piso con tres chicas y dos hombres de Camerún. yendo a su hijo... Ahora Cristín tiene dos niños, vive con su hermana y sus hijos
Una sabe español y le encuentra trabajo a Cristín, como interna en una buena en un piso de Fu e n l a b rada. Trabaja por las noches en una fábrica de papel. E l
casa, para cuidar a u n hombre mayor. É l es una buena persona. Su hijo le quie- t rabajo es duro, m uchas horas de pie. Por las mañanas limpian u na casa en
re y, por medio de su amiga, le explica a Cristín que debe cuidar a su padre día Madrid, pero es trabajo y u n contra to. Cristín tiene m uchos amigos. Camina con
y noche. Le pagará ochenta m il pesetas al m es. Cristín ríe, contenta: como no seguridad por las calles de Madrid. Sus hijos estudian en un buen colegio, el
tiene gastos, podrá ahorrar y enviar dinero a su familia. mayor será m édico y la pequeña maestra. Cuando pu ede va a cursos, a to d os
los cursos que puede, porque quiere seguir aprendiendo. Ya son seis años en
Todos los días va a la compra con una u nidad de cada cosa en la bolsa. España aunque a ella le parece que ha sido toda u na vida...
U na pata ta, un huevo, una cebolla, un poquito de arroz en un papelito... Cuando
llega al mercado, enseña el huevo y con los dedos indica la cantidad. Los ten- Un día dejará de trabajar y vo l verá a Camerún, se quitará los za p a tos
d e ros y las mujeres que com pran le gritan: “¡H u-e-vo!” E lla lo re p i t e. Es gente p a ra caminar por la orilla del río y nu nca, nunca, vo l verá a tener frío. Y cuan-
amable que la saluda al llegar y habla con ella. “Vas aprendiendo”, - le dicen con do llegue la noche, los parientes y vecinos se reunirán para escuchar la ve rda-
sonrisas -. Le ayudan a encontrar las palabras que nombran el m undo y, como d e ra historia de Cristín lejos de Á frica.
es lista, pro n to aprende el idioma.

Y luego, el hombre enferma. Es m uy mayor y a veces quiere hacer


cosas ex t rañas como salir en pijama a la calle o ducharse vestido. Cristín le tiene
cariño y le cuida pero, cuando le dice que se quiere casar con ella y tener
muchos hijos, se apena. “No puede ser”, le dice con cuidado para no hacerle
“ Busqué trabajo a través de la tr abajadora
daño, “es usted mayor y yo sólo tengo veintiún años” ¿entiende? “Pe ro yo te
social. En todos los trabajos decían que sí y,
q u i e ro”, le dice el hombre, “ y nos casaremos en una iglesia m uy gra n d e ”.
cuando yo iba y me veían, me decían que no. La
H acerle entender que no puede ser le da m ucho dolor de cabeza, tiene que cuarta vez que me pasó le dije a la señora que
re p e t í rselo muchas ve c es. U n día el hombre tiene m ucha fiebre, u na ambu lan- me iba a contratar que no lo entendía, que me
cia le traslada hospital y no vuelve más. Cristín espera sola e n la casa du ra n t e había dicho por teléfono que sí y ahora decía
muchos días hasta qu e, por fin, su hijo le dice que se ha ido para sie mpre. F u e que no. Me contestó diciendo que no tenían cos-
feliz en esa casa. tumbre de ver personas negras en casa...”

Cristín tiene que com enzar de n uevo, pero ahora ella se siente más Anastasia Saa Zeabda
seg u ra: sabe español, se mueve por las calles, tiene am igos... Consigue un bu en
C uento africano

4. Said. El hombre que no conoce fronteras.

Cuando Sandra me habló de Said, pensé que hablaría con uno de esos
j ó venes que aparecen diariam ente en las noticias de la sección nacional del
periódico. Pe rsonas re t ratadas, sin nombre, que nos m iran mudas desde las
l e t ras i mpresas en negro. El titular señala con frialdad cuántos detenidos, cuán-
tas vidas perd i d as, cuántos tra b a j a d o res en situación irreg u l a r. A pesar de ex is-
tir un código deontológico que desaprueba el tra ta m i e n to discrim inatorio a las
p e rsonas por su origen, las grandes hojas de papel impreso nos informan fría-
m ente de cifras: personas a las que perc i b i re mos como una de las ta n tas esta-
dísticas que nos invaden.

El protago n ista anónimo de u na de las secciones dom inicales, se pre-


se n taría en mi casa al m ediodía. Marroquí, estuvo e n situación irregular dura n-
te años y trabaja ahora legal mente en n uestro país. Un joven que había cruza-
do las fro n t e ras en las condiciones más ex t rao rd i n a r i as, que conocía las dificul-
tades del trabajo en el campo, la calle, el no tener papeles... y que se obstinaba
una y otra vez en reclamar los m ismos derechos que los ciudadanos españoles.
Un hombre que, a pesar de todos los obstáculos, no conocía las fro n t e ras.

La cocina está hecha u n desastre, pero el res u l tado no es malo. Me he


( C o n tado por A msata D ieye) pasado toda la mañana hablando con mi madre por teléfono, para hacer u n tris-
te pollo al horno y u na ensalada. Pensé que, alrededor de u na m esa, la conve r-
sación sería más tranquila y, sobre todo, se me notarían m enos los nervios. Si
m e quedo cortada, sie mpre puedo excusarm e diciendo que tengo que ir a bus-
car algo a la cocina
A l abrir la puerta me encuentro a dos chicos sonriendo, con unas o t ra orilla, de lo que es Marruecos, entraban sólo con el pasaporte. Venían por-
enormes barras de pan y una botella de zumo de naranja en las manos. que sabían que encontrarían trabajo. Se quedaban u n par de meses o el tiem po
que fuera y luego, se volvían. El trabajo en el campo era duro, pero se venía por
D espués de unos instantes un poco incómodos en que les invito a necesidad. C uando se im puso el visado, en el año 91, se desencadenó la inmi-
p asa r, lanzando m iradas de au xilio a Sandra que parece e ncontra rse com pleta- gración irregular y, desgra c i a d a m e n t e, la gente e mpezó a morir en el Estre c h o .
me nte tranquila, ponemos la m esa entre todos y, mientras servimos la comida,
co m e n zamos a conve rsa r. Es Said quien habla, haciendo de tra d u c tor de su Said habla despacio para asegu ra rse de que le entiendo bien.
primo que hace dos meses que se encuentra en España y no conoce nuestro
idio m a. - ¿Sabes? A m i pueblo, en Marruecos, si llegan personas de otras partes,
guiris como dicen en aquí, les invitas, porque hay hospitalidad. Aquí yo no he
L l e vamos un tiem po comiendo y charlando, cuando surge el tema de v isto esto. C uando entré en España, quien me recibió fue u n familiar m ío en
la acogida de las personas inmigra n t es. . . G e rona. D espués de compartir un par de meses habitación, tuve que ir me a otra
ciudad, a buscar trabajo. Luego estuve durm iendo en la calle. Como se m e había
- ¿Conoces la Ley de E xtranjería? - preg u n to nerviosa -. Said sonríe. caducado el visado, no podía buscar alojam iento: podrían haber llamado a la
Sonríe todo el tie mpo y m e m ira abriendo mucho sus ojos negros. Sonríe, a policía y haberm e devuelto a m i país. Pe ro luego encontré trabajo en el campo.
pesar de que lo que está diciendo es m uy difícil de asu mir.
- Pe ro Said, m e ha dicho Sandra que tú estudiabas en Marruecos ¿por
- ¿Cómo no la voy a conocer? Es lo prim ero que apre ndemos al llegar qué viniste?
a E uropa: todo lo que nos está ve tado. Sí, la conozco y no es u na Ley de
I n m igración, es una ley policial, concebida para controlar la situación, pero no - No vine por proble mas económicos. Yo estuve en el movi miento estu-
p a ra fa c i l i tar la acogida y la integración de las personas in m igra n t es. La des- diantil en Marruecos en el 90. Como allí no hay ta n ta libertad, pues me ficha-
igualdad está institucionalizada por u nas leyes que sitúan los derechos de los ron en las pro t estas que hacíamos. Tengo amigos a los que han echado de la uni-
i n m igrantes mu y por debajo del resto de la población. Segú n esta ley, las per- ve rsidad o que han sido detenidos. Pe ro no sólo vine por proble mas políticos,
sonas ex t ra n j e ras con per miso de residencia y trabajo, somos ciudadanos con no te cre as, vine aquí para tra b a j a r, para hacer m i vida y ser indepe ndiente de
d e rechos lim ita d os. Sabes lo que consigue la Ley? Que este mos legalm ente dis- mi fa m i l i a . . .
c r i m i n a d os...y los que tenemos permiso, tenemos suerte... Pa ra los que están en
situación irregular es mucho peor: viven en el m iedo continuo. E res “ilegal” y - ¿Y O mar?
cuando estás en esa situación, intentas hacerte invisible. Q ue no te vean, que
no te denuncien, que no te ex p u lse n . . . - Él, al principio, quería irse a Francia. Tenía un visado para visitar ese
p a ís. H a estudiado filología fra n c esa…Pe ro al venir aquí y estar con su herma-
Said habla con pasión m ientras su primo le mira tranquilo. no, decidió quedarse.

- ¿Más pollo?, - preg u n to -. No sé, me siento en la obligación de hacer - ¿H as tenido dificultades para tra b a j a r?
a l go . . .
- E n el año 92, estuve trabajando en el campo. Fue la prim era vez que
- No, tengo bastante gra c i as. Me ha dicho Sandra que estás haciendo sufrí de ve rdad, porque yo no pensaba que podrían ocurrirme cosas así. Po r
e n t re v istas... ejem plo, entrabas en un bar y si notaban que eras de otra parte, no te servían.
En las discotecas te decían: “¿eres socio?” Luego, para alquilar una casa lo
- Sí, m e gustaría saber cuándo llegaste a España... m ismo, si eres un " moro", no quieren alquilarte nada. Yo n unca había visto ta l
co m p o r ta m i e n to. ¡F íjate cuántas casas vacías en las ci udades! Pe ro como no
- E n m il nove c i e n tos nove n ta y dos. Aquí vive un pri mo mío, pero q u i e ren alquilar a in migra n t es, nos quedamos en la calle.
cuando él llegó, las cosas eran m uy difere n t es. Ento n c es, los inmigrantes de la
Yo empecé a trabajar allí, en el campo, y me construí una chabola, e m b a rgo, los em presarios se quejan porque hay puestos que se quedan sin
como m is compañeros: la mayoría dor m íamos en chabolas de plástico y made- c u b r i r.
ras para protegernos del frío y de la lluvia. El agua, la cogíamos de los sistemas
de riego. Aunque esa vida era difícil, me acostu mbré también. E n el 93, el - Claro, trabajo precario hay bastante en todo el mu ndo. E l problema es
Gobierno abrió los cu pos Estuve trabajando con u n pequeño. e mpresario. Me e n co n t rar un trabajo en el que te paguen lo que te corresponde por el tra b a j o
o f reció todo, trabajo, todo. Estuve viviendo en un cortijo, que no tenía ni agua que desem peñas. Mira, volví a la hostelería. Estuve poco tie mpo porque m e
ni luz y por el que querían cobrarnos 5.000 pesetas al m es, así que pensé que h i c i e ron u n contra to de li mpiaplatos en un hotel resta u rante de tres estre l l as,
mejor volvía a m i chabola. ¡cuando en realidad lo que hacía era ser re c e p c i o n ista! H ablo y entiendo
cinco idiomas: castellano, fra n c és, inglés, árabe y bere b e r. Me com unico bien
- ¿Por qué no nos cuentas u n poco en qu é has tra b a j a d o? con la gente y hacía rese r vas. Pe ro me tenían contra tado como ay udante de
cocina. Cuando llegó el momento de re n o var el contra to, no llegamos a un
- Cogiendo ve rd u ras de todo tipo: pim ientos, pepinos, calabacines, a c u e rdo porque yo insistí en que m e contrataran de ayudante de cocina, si iba
tomates… E n el ve rano, hay un m es de recogida de melón y sandía. Pe ro, re a l- a trabajar en cocina o de re c e p c i o n ista, si iba a trabajar de re c e p c i o n ista. Y de
m e n t e, el trabajo máxi mo en el campo no dura un año, dura u nos m eses. Las n u e vo... el finiquito. Y lo de la construcción no fue m ucho mejor: el encarga d o
ú nicas que ofrecen trabajo todo el año son las grandes em presas, que hacen nos gritaba. Le dije que nos tratara con resp e to, que nos considera ra como per-
varias siembras, porque les meten abonos…y luego ex p o r tan. ¡Allí sí que sufrí! so n as, pero no hubo manera y a la semana siguiente, m e fui. Y todo eso en u nos
E st u ve cobrando 3.500 pesetas, por n ueve horas de trabajo diario. ¡Pe ro tra b a j o , pocos años de residencia, ves A na, no he tenido tiem po de aburrirm e. . .
t rabajo, no te creas!, - añade, sonriendo -.
Yo le miro asombrada... Said sigue viviendo en E l Labora torio. Desde su
-¿Y de ah í te viniste a Madrid? llegada a España, han pasado más de diez años y continúa en unas condiciones
m uy pre c a r i as. No creo que yo fuera capaz de soportar una situación así.
- Estuve trabajando de te mpore ro en unos sitios y en otros. En el sur
p r i m e ro, para luego subir a Castilla, a trabajar en la ve ndim ia y luego a re coge r
la aceitu na cerca de Ocaña, con u n am igo m ío. Es entonces cuando yo entreg u é
mis papeles para la reg u l a r i zación.Y después ocurrió lo de E l Ejido y pensé que
tenía que bajar. D ejé el trabajo y fui para allá para apoyar a mis com pañeros,
p o rque creo que era importa n t e. Y después m e fui a H uelva, a recoger la fresa ,
antes de vo l ver a Madrid. No encontraba vivienda y me ofre c i e ron una habita-
ción en E l Labora torio, en Lava p i és.

¿Sabes? E l día que me llamaron para decirme que ya tenía los papeles,
no m e lo podía cre e r. Creía que n unca llegaría ese momento. Bajé a Al mería y
al vo l ver a Madrid, ya con perm iso de residencia, m e puse a trabajar en la hos-
telería. C uando los dueños vieron que yo valía, porque cocinaba bien, m e dije-
ron que me quedara de cocinero, pero cobrando lo mismo que lo que cobra b a
de ay udante. E nto n c es, yo les dije que m i con venio no me perm itía efectuar
ese trabajo y me contesta ron que si no aceptaba el trabajo, me darían el fini- “ Vine aquí para hacer cosas, para hacer mi vida y
q u i to. Acepté el finiquito y m e fui, porque creo que si quieres tra b a j a r, encuen- ser independiente de mi familia, para vivir en otra
t ras sie mpre tra b a j o . cultura, trabajar, conocer cosas... ”
Said
- Dicen que hay demasiadas personas in migrantes y poco trabajo y, sin
-¿ H a m erecido la pena todo esto? ¿Y para O mar, que llega ahora , ¿cre es p a r t es, A na. Sólo así sere mos capaces de construir una sociedad más equita t i va
que m erece la pena? p a ra todas y to d os. Mira... u na idea que lanzo al aire: creo que deberíamos tener
c e n t ros I nterc u l t u rales donde todas las personas pudiéramos aprender de las
- No sé qué decirte… Nosot ros, los bere b e res, no tene mos tierra: somos d i f e rentes culturas que convivi mos en este país. Este tipo de experiencia se está
gente libre.. Éramos u na población nómada que se fue quedando en distintos l l e vando a cabo en otros países europeos con buenos res u l tados y creo que nos
si t i os, antes de que llegaran los árabes: Argelia, Marruecos, T únez, Libia… ayudaría a aprender a re l a c i o n a r n os.
Tenemos un idioma propio - las letras bere b e res son las letras tijinar y se escri-
ben de izquierda a derecha -, tenemos unas costumbres pro p i as, u na forma de - Pe ro cuando alguien de tu tierra te pide ayuda...
vestirnos que nos distingue de los de más. Últimam ente, la mayoría son musul-
m a n es. Y en cuanto a si ha merecido la pena... - Said m ira a su pri mo que guar- - Los m usul manes somos m uy hospita l a r i os, ya te lo he dicho, y n ues-
da silencio - O mar se siente una persona libre. Creo que lo ú nico que desea, es t ra religión nos obliga a ay udar. Si viene alguien y te pide ayuda, pues le ayu-
que le traten así, como u na persona libre. Le gustaría hacer su vida, aquí en d as. Y eso es así, ta n to si eres bereber como si eres ára b e. Es cuestión de cre-
España o en otro lado, tener una casa como los demás, formar u na familia y ya e n c i as. Tiene que ver u n poco con la religión islám ica: si eres musulmán siem-
está, y vivir una vida normal y tener oportunidades, como la gente de aquí. Ser p re te acercarás más a otro musul mán, aunque sea alguien de la India que poco
un ciudadano de prim era clase como tú, como cualquiera . . . tiene que ver con tus propias tra d i c i o n es.

- Said, antes hablabas de los pre j u i c i os. . . - ¿Q ué es tener otra cultura? ¿La cultura no cambia?

- Sí, es terrible cuando somos juzgados de for ma estereotipada. ¡No La cultura cambia segú n las perso n as. Pe ro la n uestra es una cultura
todos los colombianos se dedican a la droga, ni los moros son tal, ni las mujeres l i b e ral, de libertad, con resp e to a la autodeterm inación, a los derechos de las
i n m igrantes son prost i t u tas! Se escucha de todo: que nuestra cultura es cerra d a , m u j e res… No es una cultura cerrada que re c h a za la integración. Es u na socie-
qu e no qu ere mos adapta r n os, que va mos sie m pre ju ntos, que somos dad libre, sé que te cuesta entenderlo y para entenderlo de ve rdad, deberías
s u c i os. . . . p e ro todo esto está fundamentado en ideas fa lsas. Es fácil decir, cuan- verlo y vivirlo allí.
do una persona de origen marroquí com ete un acto delictivo, que todos somos
l a d ro n es... Pe ro lo mismo podríamos decir de los españoles. . . No se puede gene- -¿La cultura en ti ha cambiado?
ra l i zar de esta . m a n e ra, no deberíamos creer en las ideas pre co n c e b i d as.
C u a n tas más personas de distintas culturas habite mos en u n país, más dinám i- M i ra, A na, para u nas cosas soy crítico pero en otras me re a f i r m o .
co y más rico será este país... . Las orga n i zaciones que ay udan a los inmigra n- Real mente ahora m e siento multicultural. Puedo estar en la casa de un cata l á n
tes deberían también trabajar en la sensibilización de la gente de aquí, ¿no y sé lo que le gusta y me gusta verlo, en la casa de un andaluz igual, com emos
c re es? c h o r i zo, bebemos vino, y me siento parte de ellos. Lo importante es saber cómo
co m u n i ca rse, cómo adapta rse a otras culturas, por ejemplo en la forma de
- Tal vez sea porque las personas inm igrantes for máis re d es. . . co m e r, de dive r t i rse, de re l ac i o n a rse. En m i pueblo, se vive de otra manera, pero
hay que aprender a viajar, a conocer. Eso vale para todas las personas que e mi-
- ¿Te re f i e res a los guetos? Si la sociedad del país al que vamos no se gra m os, seamos de dónde seamos.
relaciona con las personas in m igra n t es, lo normal es que estas personas bus-
que n un entorno que las acepte. Pa ra evitar los guetos, hay que hacer posible la - Said, ¿por qué crees que las personas tienen ta n to miedo al Islam?
i n t egración: son cuestiones políticas y todavía en España no existe una ve rda-
d e ra integración del in migra n t e. Pe ro, a veces me preg u n to: si nosotros debe- - La cultura islám ica es u na cultura de paz, quiero repetirlo. E l gra n
mos integrarnos a esta sociedad, ¿no debería el Gobierno hacer un esfuerzo para fallo es la interpre tación que hacen algu nos del Islam, ta n to en nuestros países
que las personas autóctonas también den un paso hacia la con vivencia y no nos como e n Occidente. Y se confunden Islam y fu ndam entalismo, que son cosas
reciban como ciudadanos de 2 ª clase? E l esfuerzo debe estar presente en las dos bien distintas...
- La cultura islámica es, para mí, la se nsación de sentirte bien contigo “¿Es que yo no soy persona?, - contesté, alzando la voz -”. E l resto te lo puedes
mismo. Uno de los pilares de nuestra religión es que no se deben decir m enti- imaginar: nos dio m iles de explicaciones sobre tra tados internacionales y acuer-
ras, hay que proc u rar decir la ve rdad, sie mpre. Otra cosa, es el resp e to a las per- dos entre países; ra zones económicas y de seguridad. Y allí en m edio de aquel
sonas y otro que tu religión te marque las pautas de tu vida. Eso es lo que me to r rente de palabras y entre mis compañeros, com prendí que los Dere c h os
da el Islam. Como yo lo entiendo, es la paz, la con vivencia entre los pueblos y U n i ve rsales eran todavía privilegio de unos pocos...
el resp e to a todos los principios, ideologías y religiones del m undo.
-¿ Te acu erdas de algu n a cosa qu e te pasara de peque ño, de u n a
- Constantem ente escuchamos en la televisión noticias re l a c i o n a d as ca n ció n?
con chavales jóvenes de Marruecos, ¿por qué e migra n ?
- Están ilusionados… Mira, piensa en lo que supone para ellos ver a los - Las madres cuando cogen a sus niños en bra zos, les cantan una nana
que vuelven a sus pueblos, de vacaciones: e mpiezan a contar cosas de los paí- que dice "duérmete niño hasta que se pre p a re tu cena". Pe ro ahora ya no nos
ses en los que viven, llegan en coche, sus hijos traen vídeojuegos, hace n rega- podemos dor mir, A na. H ay que trabajar juntos...
los a todo el m undo... Los jóvenes piensan que España es u n paraíso, y que sólo
por llegar, van a vivir de maravilla. Luego, claro, al llegar aquí, se encuentra n Es ta rde ya. Nos despedimos en la puerta con la prom esa de que pro n-
con otra realidad... to ire mos a casa de Said y de su primo.

-¿ Te gustaría decirles algo a los jóvenes españoles? - Somos ge nte hospitalaria, A na, acuérd a t e...- m e dice -, y nos gusta re c i-
bir en nuestra casa.
- A los jóvenes de cualquier parte, les aconsejaría que hablaran, habla-
ran y hablaran. Que no nos tengan miedo, porque somos como ellos. H ay que
p regu n ta r, abrir puertas, comunicarse. Eso es la integración. El miedo pro voca
re c h a zo y el re c h a zo pro voca xe n o fobia, violencia y guerra. Tenemos que inten-
tar aceptarnos con n uestras diferencias y n uestros va l o res com unes, sólo así
co n seg u i remos luchar ju ntos y juntas por la igualdad de derechos y, sobre to d o ,
por el derecho de ciudadanía, en España prim ero y en Europa después.

Said parece re co rdar algo que le marcó, porque de re p e n t e, su mira d a


se n ubla, a la vez que intenta sonreír...

- Te cuento lo que m e pasó hace poco tiempo... Una O NG alemana in vi-


tó a una asociación de la que for mo parte a un intercambio sobre la U nión
E u ropea. Unos de los ponentes nos estuvo hablando de los derechos de los ciu-
dadanos de la U.E. y de que el Tra tado de Maastricht definió el concepto de ciu-
dadanía europea, que oto rga a todas las personas el derecho a circular libre-
me nte y a residir en el Estado m iembro de su elección. Cuando terminó de
hablar y nos miró, diciendo: “¿A lguna preg u n ta?”, yo levanté la mano y dije:
“ E n to n c es, ¿yo puedo circular libre mente?” “ Claro,- me contestó -. Puedes ir a
cualquier país m iembro de la U.E.” “¿Por el simple hecho de ser persona?, -
seguí preg u n tando -”. “- Sí, sí eso es, - dijo él -.” “¿Au nque no sea residente legal?,
- insistí -”. Se hizo u n silencio en la sala y todos m iramos al hombre, espera n d o
una resp u esta. Carraspeó, y algo turbado, me miró diciendo: “No, tú no puedes”.
Cuento berebe r
Dicen que los bere b e res hablan sin añadir nu nca u na palabra más de
las estrictam ente necesarias. Silenciar sus propios asuntos y los de los demás
constituye todo u n principio moral.

No ta: Traducido del tex to bereber de H ans Stum me (Märchen der Schlub von Ta ze r walt", Leip zig 1895).
F uente: C uentos popula res de los Bere b e res de U we To p p e r. Ve rsión española de Jesús Rey-Joly. Libros
de los Malos T ie mpos. Miraguano ediciones. 1997. Madrid.
Tr y well lleva a sus espaldas quince años en España y u nos estudios en el África
p rofu nda, como él la llama, que no com enza ron hasta que tuvo la suficiente
edad para toc a rse la oreja derecha con el bra zo izquierdo...- com enta María -.

¿Qué quieres decir con que se tenía que tocar la oreja? - preg u n to ex t ra-
ñada a María, mientras me la toco sin dificultad -.

-Bueno, tiene que ver con la colonización: para re t rasar la e ntrada en


el colegio de niños del país, les obligaban a hacer esta prueba. Las perso n as
d e sa r rollamos an tes la cabeza que los bra zos, así que tenían que esperar a ser
m a y o res para en trar en el colegio.

Después vendrían los años pasados en un colegio inglés de la capital de


Z i m b a b we, la formación musical, luego el grupo de jazz que montó con sus her-
m a n os, u n tutor argentino y, final mente, la llegada a este país. España esta b a
5. El encuentro más cerca de Europa y de las posibles giras m usicales: conciertos con la banda
de jazz, la posibilidad de estudiar español y luego el graduado escolar. “Es más
fácil iniciar los estudios desde el principio que convalidarlos en la trama buro-
"¡H azm e re í r, haz me reír!", - gritan los niños -. Se hace u n silencio crática de este país”. H ace un año que term inó magisterio y ahora continúa con
solem ne que se rom pe con las sonoras carcajadas de los cuatro para comenza r los estudios de pedagogía m ientras trabaja y graba su tercer disco.
de n uevo con: "mami haz me re í r, hazm e reír". Colocados delante de nosotras,
con las manos a la espalda y aguantando la resp i ración, m iran seriam ente a su - Es una vida realm ente emocionante... Imagino que ta n to como la
m a d re, que sin decir palabra, sólo con la ex p resión de su rost ro, consigue que tu ya, María.
estallen en risotadas y saltos. "Ya está, ¿eh? Prometisteis ser buenos, así que
dejadme hablar con Ana que m e va a hacer una entre v ista para un libro". Esto - No creas; ríe María, m i vida es m uy normal. Estudié ciencias de la
no parece lo suficientemente importante como para prescindir de su madre por educación, conocí a Tr y well en un concierto y com enzamos a salir como cual-
unas horas. Los dos niños intentan captar su atención como pu eden: se suben quier pareja. Creo que la vida de él sí es excepcional porque cada paso de su
enci ma, im itan elefantes que escalan por el sofá, re c u e rdan prom esas incu m- vida es como un viaje...
p l i d as... Me siento completam ente malvada, pero no nos queda más re m e d i o
que refugiarnos en el dor m itorio de la pareja: él, del sur de Á frica; ella, del norte - Me da re p a ro preg u n ta r t e, pero i magino que a tu fam ilia todo esto le
de España. debió ser com plicado, porque os conocéis en unos años en los que en España
aún no había muchas personas ex t ra n j e ras.
- Nada ex t rao rdinario, - comenta María ante m i obstinado intento de
e n co n t rar un resquicio de conflicto cultural -. Somos una pareja normal, he mos - A l principio, en la fam ilia y entre los amigos surgen los m iedos nor-
construido un hogar no mu y diferente a cualquier otro hogar, africano o espa- males a lo desconocido, a lo distinto, al re c h a zo social. Con el tiempo, esto cam-
ñol, y no creo que entre nosotros ex ista una convivencia distinta a la del resto bia, se despejan las dudas, los temores. Somos una fam ilia muy n umerosa y,
de las fam ilias de n uestro entorno. Las difere n c i as, las marca el exterior: es e n t re to d os, somos u na pareja más.
d e c i r, son los demás los que nos re c u e rdan que somos u na pareja for mada por
u n africano y una española. H ay una especie de e mpeño por creer que esto es Dos cabezas curiosas se asoman por la ve n tana del dor m itorio. E l
algo ex t raño o, incluso, problemático. Sin embargo, cuando cierro los ojos en la mayor tiene ocho años y el pequeño cinco. H acen muecas y golpean la ve n ta-
noche y despierto por la mañana, no m e hago preg u n tas sobre el lugar en el que na para llamar la atención. María se leva n ta y, con gestos, les indica que tienen
nació, sólo siento que estoy con la persona con la que quiero compartir los días. que permanecer en silencio. Esto n uevam ente pro voca risas y desapare c e n
corriendo por el jardín. Vu e l ve a senta rse en la cama con las piernas cruza d as - Las relaciones fa m i l i a res son mu y ex t e n sas, es difícil sentirse solo. Es
y u n almohadón entre los bra zos para contin uar. o t ra for ma de vivir en la comunidad. Lo que una persona hace re p e rcute en
toda la familia y, a la in ve rsa, lo que le ocurre a u no de sus m iembros, es res-
- V iajé a Zi mbabwe hace u nos años, a la aldea dónde nació él y e n la ponsabilidad de to d os. Tal vez por eso, la educación y el cuidado de los hijos es
que vivió su madre y vive u na hermana. En el ex t remo del continente africano, compartido por todos los fa m i l i a res. La hermana de Tr y well fue madre de dos
en un rincón re m o to y perdido, m e encontré como en casa. Aunque es difícil niños e n España y casi se vuelve loca, me decía que si estuviéramos en África
de cre e r, su fam ilia es como la tu ya o la mía. Se reú nen por las noches a cenar si e m p re tendría ayuda, siempre habría alguien junto a ella, y eso a pesar de que
y a charlar, cuentan cuentos, canciones, como nosotros en ve rano, cuando son terrible mente respetuosos con el espacio individual de cada uno y son dis-
vamos al norte... Creo que las relaciones humanas las establece mos sobre las tantes en la demostración del afecto. Tal vez, lo que más te puede ex t ra ñ a r, es
mismas bases. el papel de la m ujer africana: ocupa u n segu ndo plano en las relaciones socia-
les y a la vez constitu ye el tronco de u nión de la familia. Bueno, en realidad, no
María resp i ra profundamente ante la ex p resión de mi rost ro que deno- nos ex t raña ta n to, ¿no crees que suena conocido? De cualquier for ma, la
ta incredulidad. influencia de la etapa colonial, sobre todo en las ciudades, ha hecho que se esté
e volucionando e n la m isma dirección que occidente.
- A ver cómo te lo explico para que no creas que te estoy contando un
c u e n to... El ser hu mano es el mismo aquí que en el punto más re m o to del con- - H e escuchado sin interru mpirla pero no puedo evitar re f l exionar en
tine nte africano, son las circ u n stancias las que cambian, pero no nosotros. Ta l voz alta .
vez por eso no me sentía ex t raña o, lo que es más importa n t e, en ningún
m o m e n to m e hicieron sentir ex t ra n j e ra. E n cuanto llegas, todo te en vuelve: el - África está m uy lejos geográfica y cultura l m e n t e. Tiene que haber
a i re, los sonidos, los olores… te ay udan a identificarte con el país. Tienes la sen- situaciones que no entiendas o que sean diferentes a tu manera de vivir.
sación de que todo sucede como debe ser y te puedo asegurar que no tiene
nada que ver con la i magen que tene mos de África… Bueno, algu na vez por la - Sí claro, las for mas de saludarse, el transcurrir del tie mpo, las cuida-
noche soñaba con ta m bo res -María se ríe y despeja el aire con las manos, como das normas de educación, no sé, el se ntim iento de pertenecer a una comu ni-
alejando una tontería que se le ha cruzado el pe nsam iento, pero creo que esto dad... En Z imbabwe la tradición es animista, conceden vida a los objetos, las
es exceso de imaginación. p l a n tas, los ani males, pero aún así, nada de esto se interpone entre las perso-
n as, cuando tú quieres establecer una relación. Es accesorio, todo tiene u na
- Las costu mbres, las cre e n c i as. . . i m p o r tancia tan re l a t i va. Somos más iguales de lo que podemos i maginar.

- Es cierto que hay otro concepto de la fam ilia, del tiempo... la re l a c i ó n E stamos en una casa de una sola planta en un pueblecito lejos de
con la natu ra l e za te pro p o rciona un sentido distinto del espacio y de la liber- Madrid. A lo largo de los años han vivido en diferentes lugares hasta encontra r
tad... Pe ro nada tan diferente que no lo puedas compre n d e r. Por ejem plo, las la que parece ser su vivienda definitiva. "Un troc i to de África" - dijeron riendo
relaciones humanas son m uy solidarias. A llí el resp e to por los mayores es m uy los her manos de Tr y well cuando vieron la llanura que se extiende delante del
gra n d e. Ellos son los tra n s m iso res de la cultura y de las tradiciones del pasado, j a rdín -. Con cierta pere za despierto a María de su ensoñación e intento devo l-
dicen que cuando un anciano m uere, una parte de la m emoria desapare c e. verla a la realidad de aquí. H ace tie mpo que no mira la gra b a d o ra, los niños jue-
gan y se resp i ra cierta paz.
Resc a ta los re c u e rdos del viaje para colocarlos uno tras otro como si
f u e ran un camino que m e guiara al otro continente. Inclina su cuerpo hacia - M e conta ron unas chicas de Cam erún que existe u na leyenda afri-
delante y, con gran sere nidad, m e transm ite sus sensaciones sobre el paisaje, la cana que cuenta cómo cada ser tien e asignado u n espíritu que cuida de su
construcción abierta de las casas, el tiem po que se ta rda en pre p a rar las com i- v ida, es bonito, ¿ve rdad? I magino que tus hijos conocerán el país de su padre
das y las m iles de actividades que se enlazan, en los días de u n poblado sin luz y su cultura .
ni agua... Pasa de puntillas por la situación política, la re p e rcusión de la coloni-
zación, la i ndependencia del país, las m igraciones a las ciudades... y contin úa... María responde resu e l ta . . .
- Sí, esa creencia esta extendida en m uchos países de Á frica. Es como y los bra zos bien abiertos: "No todos los niños son blancos como tú". No esta b a
si cada uno tuviéramos asignado u n espíritu que se encarga de protegernos; a hablando para to d os, ¿comprendes? Estaba hablando para un grupo de niños y
ve c es, siento la necesidad de creerlo. E n cuanto a si los chicos conocen la cul- n i ñ as, pero no para m is hijos. O por ejem plo, en todos los libros que se escriben
t u ra de su padre... pues, no, no m ucho. Intentamos transmitirles el sentido de sob re solidaridad o resp e to, suelen re l a tar historias donde el niño de otro país
la m úsica, pero porque los dos la vivimos como parte esencial de nuestras vidas, s u f re m uchísi mo: se supone que esto te con mueve y reaccionas para ay udarle.
también el resp e to a la natura l e za. Llamamos a la fam ilia siem pre que pode mos Pe ro, en pri mer lugar, estamos hablando contin uam ente de los otros, ¿entien-
p e ro mira - dice con determinación -, tienen amigos aquí, viven aquí... Á frica des? Noso t ros somos solidarios con los "otros". Y en segu ndo lugar, la i magen
está m uy lejos para los niños. Lo que deseo para mis hijos es que no sean dife- que estamos transmitiendo de "los otros niños" es tristísima y, además, no es
rentes a los demás niños. D eseo la igualdad. real… -subraya las palabras con fuerza-. ¡Es que no es real! Siem pre son histo-
rias terribles de niños y niñas que sufren y sí es cierto que existe la injusticia y
U n senti miento de cautela nos in unda a las dos. E lla baja la mirada y situaciones ex t re mas pero esta es tan sólo una cara de la moneda, ¿por qué no
tensa el cuerpo. H emos llegado a un punto de la conve rsación en la que las dos hablamos nu nca de la otra parte de la vida del continente africano?¿Por qué no
sabe mos que caminaremos de pu ntillas sobre las palabras. E n su rost ro se lee la a p roxi marnos con palabras como cooperación o intercambio? ¿Es que no tene-
p reocupación y la deter m inación. Sé que ha pensado mucho sobre ello y tiene mos problemas aquí? O...¿Cómo no somos capaces de ver cuanta riqueza cul-
las ideas mu y claras. t u ral, social y humana p ueden tra n s m i t i r n os?

- Creo que es im portante que los niños vivan la igualdad, porque lo son, Sé que m e está i nvadiendo el síndrom e de la persona occidental que se
todos lo somos. No entiendo el e mpeño en resa l tar las difere n c i as, incluso de siente culpable por la for ma en que nos posicionamos con el resto del planeta . . .
i n ve n t á r n osl as. Todo esto ter m ina en estereotipos y pre j u i c i os, en que te juz- I n t e n tando salir de la situación de tensión que he creado, vuelvo la cabeza hacia
guen por rasgos que no dicen nada, que no tie ne n ninguna im portancia, como la ve n tana y preg u n to por sus hijos:
el lugar de origen, la cultura o el color de tu piel… Los prejuicios pueden deter-
minar la posición qu e tienes que ocupar en la sociedad, pueden infl uir en lo - Pe ro tus hijos son estupendos. . .
que los de más piensen de ti y en cómo se relacionan contigo. Esto, que es ta n
sencillo, no termina de com pre n d e rse y, muchas ve c es, intentándolo hacer María se ríe y se le pone esa cara entrañable de madre - madrísima -.
bien, lo hacemos mal.
- ¿Q ué voy a decir yo? Lo que diría cualquier madre: son listos, tra v i e-
- ¿A qué te re f i e res? H ay cierto conflicto entre el resp e to a la difere n c i a sos, alegres... ¡son mara v i l l osos!
y la igualdad. Comparto contigo que la mayoría de las ve c es, cuando se subra-
ya lo difere n t e, estamos encasillando a las personas de acuerdo con la i magen - Y se les ve m uy felices. No m e re c u e rdo a m í m isma tan segura a su
p reconcebida que tenemos, o las estamos excluyendo, apartándolas de nosotros, edad - re c u e rdo el complejo que tenía con aquellas tre n zas atadas por lazos de
colocándolas en otro sitio... co l o res y los dientes con apara to -.

- Me re f i e ro exa c tamente a esto: creo que las personas queremos ex is- - Creo que lo son. Intento trabajar la autoestima, que se sientan org u-
tir a los ojos de los demás y que se nos reconozca por lo que somos, sólo por llosos de cómo son. No es fácil cuando el mundo exterior transmite una i magen
eso. Debe mos empezar a construir un mu ndo en el que todos y todas este mos d istorsionada de las personas que tienen un color de piel difere n t e. Sie mpre hay
i n c l u i d os, que no sea exc l u y e n t e. A ve r, te pongo un ejem plo. ¿Sabes lo difícil alguien que se encarga de re co rdarles que son difere n t es. Y nadie puede ima-
que me res u l ta encontrar cuentos que hablen también para m is hijos? Cuentos ginar lo que está ocurriendo en su interior cuando contin uam ente les obliga-
en los que los protago n istas sean ni ños negros, en los que les pasen cosas estu- mos a identificarse con un modelo distinto o que es negativo. Sé que son feli-
pendas N iños con los que se puedan identificar... Un día me rega l a ron un libro c es. Tienen amigos y u na energía desbord a n t e. . .
p recioso con unas ilustraciones de niños de todos los colores, en el que se
hablaba de que todos somos diferentes pero iguales. Todo iba bien hasta que lle- En ese momento el pequeño entra en la habitación y, con un gra n
gamos a la última página en la que un niño blanco decía con una gran sonrisa sa l to, se abalanza sobre su madre que, entre cosquillas y caras de enfado, con-
sigue convencerle para que vuelva al jardín. Sonrío. Tienen una energía a prue- Q u i e ro que vivan sin temor, que vivan una vida normal, seguros. El miedo es
ba de adultos… Continúo tirando de la cuerda; sé el esfuerzo que está haciendo algo que tienes presente de for ma silenciosa. Puede que, en mucho tiempo, no
María para hacer me compre n d e r. Elige las palabras con cuidado y, a cada paso, oc u r ra nada, pero siem pre existe el temor, es algo que está dentro de ti. No quie-
coloca u na sensación positiva. No quiere cometer el mismo error y dar sólo una ro que se sientan condicionados por el temor a ser discrim inados, quiero ve r l os
ve rsión de su historia, porque la suya es una historia feliz. c recer libres. Mi papel es ofrecerles u n entorno de seguridad, que crezcan en la
co n f i a n za. Pe ro porque no hablemos de ello, no deja de ex ist i r. A veces pienso
- Los telediarios y los periódicos nos ofrecen una infor mación parc i a l que ignorar la discri minación es admitirla, es ser su cóm plice. Todos debería-
de la realidad de las personas que in migran y esto está i nfluyendo conti nua- mos ser guardianes y no per m itir que esto ocurra. E l peligro a hacerte se ntir "el
mente en n uestras perc e p c i o n es. o t ro" existe en la calle, en el m etro, en la escuela. ¿Pe ro cómo combatirlo sin
condicionar su vida? Eso es lo complicado. ¿Cómo darles instru mentos para
- E n casa no se ven los telediarios y no entran los periódicos, porq u e d e f e n d e rse, a la vez que se está intentando que vivan desde la confianza? Yo soy
si e m p re que sale una persona negra se la ve en una situación durísima. A ve c es la guardiana del m iedo... es como si fuera su vigía. Estoy alerta para que ellos
p ro voco un aislam iento de la i magen ex t e r i o r, porque no quiero que los niños puedan crecer en paz.
se vean reflejados en un m undo que se ve sólo desde la persp e c t i va de u n color,
y porque me toca integrar el otro lado de la película. Es como los negativos de E stamos mu y serias las dos. Es difícil hablar de sentim ientos que te
las fotograf í as, en blanco y negro. No hay fotografía si no integramos toda la a t raviesan tan pro f u n d a m e n t e.
gama de colores. N uestra vida tiene todos los colores, todas las posibilidades.
Eso es lo que intentamos com partir. - El mundo entero es u n conjunto de colores. Imagino que te ndre m os
que cambiar los planteamientos.
- Pe ro María, eso es como decir que os aisláis del m undo y el encuen-
t ro es inevita b l e. Además no debe ser fácil crear las imágenes positivas… -Sí, pero re p i to, no subrayando las diferen cias sino buscando lo que
nos hace iguales. C uando eres niño, lo que quieres es ser uno más, tener am i-
- Pa ra que tengan re f e rentes positivos, como el de su padre o el de sus gos, jugar, compartir, ser igual a to d os, ya seas rubio, flaco, africano, more n o ,
t í os, hablamos de personas que conoce mos o de personas de éxito. Me inve n to n e g ro, latino, gordo, blanco... No es divertido que te se ñale n com o el "otro " .
c u e n tos. Me he pasado la vida reescribiendo los cuentos para que se sintiera n C uando te hacen sentir difere n t e, ter m inas tenien do una gran capacidad para
uno más. El ser su madre m e ha dado la oportunidad de contar la vida desde el ponerte en la piel del que tien es enfre n t e. U n día, Tr y well estaba e n un con-
o t ro lado. Yo re i n t e r p re to los cuentos, las leyendas, el mundo… para ellos. c i e r to y se refirió a u n co mpañero como "el holandés". E l mayor, que tenía seis
Pongo el color negro donde no ex ist e, lo dibujo, lo explico de n uevo para que a ñ os, escuchó a su padre y se enfadó mucho. "¿Q ué pasa, qu e no tiene un
e n c u e n t ren su lugar, y creo que no lo hago mal. Tal vez debería escribir... -las n o m b re?", - le dijo -. O si alguien insu lta a u n com pañero refiriéndose a él
dos re í m os, pero yo pienso que es una buena idea. Esta mujer tiene la capaci- co mo gordo o cuatro ojos, se en fadan m uchísi mo...
dad de nombrar lo que no se ve con una tranquilidad y un sentido del humor
que m e hace sonre í r. H ablamos mucho con los niños sobre lo que no com- - María, ¿y como te gustaría imaginar el futuro? ¿Cómo crees que será?
p renden - sigue María -, como cuando les preg u n tan de dónde son o cuándo han
venido a este país. Ellos vienen a casa ex t ra ñ a dos, porque no entienden las pre- - Un futuro en el que las personas no sean juzgadas por el color de su
gu n tas. Genera l m e n t e, los problemas los arreglamos con sentido del humor y piel o su origen. Un futuro en el que no te sientas ex p u esto a las miradas del
dosis ex t ra de sentido com ún. Si un niño les preg u n ta por el color de su piel, m undo. U n futuro sin miedo. Un futuro en el que todos estemos prese n t es. Un
co n t estan que bebieron m ucho colacao, que no se queman en ve rano, y bro- f u t u ro con toda la gama de colores.
meamos sobre ello.
Me cuesta mucho ex p resar lo que m e transmite esta mujer cálida y
- ¿Por qué el miedo? va l i e n t e... Desde el jardín llegan las risas y el sonido de los juegos. La casa es
m uy luminosa y espaciosa, por todas partes hay re c u e rdos de Á frica, instru-
-Está desterrado. Nunca, n unca hablamos de racismo o discrim inación. m e n tos musicales, juguetes,… los perros que se enredan en las piernas. Las dos
sali mos como de un sueño cuando Tr y well exclama "¡Hombre!", al aparecer por - Pe ro imagino que el hecho de em igrar ha contribuido a lo que tú eres...
la puerta del dor mitorio. Abre los bra zos y me saluda cariñosam ente. A hora que
no me oye María, tengo que decir que es m uy, m uy elegante y m uy guapo… Al - Sí, mucho. Ser in migrante m e ha e nseñado a observa r, a escuchar.
llegar bromeamos con eso. María dice que todo el espacio del ar mario, lo ocupa Tienes tu concepto de la realidad, tus va lores, a la vez que aprendes a resp e ta r
él. Al verle aparecer con el abrigo marrón, la cartera en la mano y esa gran son- y con vivir. Eso no quiere decir que te fundas y desapare z c as. T ú haces tu apor-
risa, sólo se me ocurre pensar que el espacio del ar mario está bien em pleado… tación, tienes que hacer el esfuerzo por adaptarte a esta realidad dando algo de
ti. C uando llego a u n lugar, instintiva m e n t e, paso mucho tiem po observando. Ir
- ¡Cuánto bueno! - dice riendo-. a África es aprender de n uevo. E n las ciudades las diferencias son menos, pero
en la aldea re c u p e ro el lenguaje de la infancia, las formas de saludar...
- Estamos hablando de África - comenta María -.
- Entonces África también está aquí...
P regu n to si no le im porta que le haga unas preg u n tas y él contesta que
está e ncantado. Se sienta en el borde de la cama. El tiem po de la ta rde se acaba. - Está en mí, en m is re c u e rd os, en la composición de la música. F íjate
P ro n to llegarán los baños y la cena; hay que apro vechar los últimos instantes de que todas las canciones que com pongo tienen que ver con el traslado, con el
"intim idad". Tr y well com enta que cuando no encuentra manera de hablar con m o v i m i e n to; hablan del viaje, de em igrar a otro país, y de re c u e rdos de
María, porque los niños están sie mpre encima reclamando su atención, tiene Á frica… - nada más llegar a Madrid, tuve la oportunidad de escucharle canta r,
prácticamente que pedir cita para hablar con ella. " ¡No entienden que ade más en u n pequeño café, una canción construida sobre el sonido de un tren que se
de ser su madre, es m i com pañera…! " Las dos nos echamos a reír ante la cara aleja -. Con mi música inten to mostrar el África que yo conozco. H ace que la
de desconsuelo que pone. Tr y well habla con esa voz tan personal y María escu- gente conozca la otra cara del in migra n t e, las ricas raíces del pueblo africano.
cha en silencio.
- Pe rdona que insista Tr y well, pero la diferencia entre tener la nacio-
- E res ciudadano español, tienes el D N I, ¿te sientes parte de este país? nalidad española o no tenerla es abismal. La vida de muchas personas está con-
dicionada por los papeles, ¿tú te sientes inmigra n t e?
- Me siento español y africano, argentino… británico. Soy el resu l ta do
de todas las culturas que he vivido. E n mi caso no es una cultura pura m e n t e - Llegué hace quince años a España y, au nque la situación era mucho
africana, yo he tenido muchas m ezclas de culturas. No he perdido mis raíces de m ejor que la de ahora, no fue fácil. Tengo trabajo, una casa, una vida cómoda,
Z i m b a b we, pero en m í, integro u na fusión de todas las culturas. p e ro de la misma for ma podría tener las dificultades que tienen m uchas perso-
nas que vienen hoy a este país. Por eso, si escucho hablar de los inmigra n t es
- Pe ro la cultura del país, los va lores... como "los otros", yo digo: " yo soy in migrante". Soy parte de los "otros" porq u e
en mí también hay u n in migra n t e.
- Es que no eres la cultura, sino lo que vas aprendiendo de ella: son las
ex p e r i e n c i as, los va l o res por lo qu e vas optando. ¿Q ué es ser africano? ¿Qué es - Sé que esto es difícil de contestar: Tr y well, ¿tú te sientes difere n t e?
ser español? Cuando estoy en España, m e siento de este lugar; cuando voy a
África formo parte de allí. Ser in m igrante es un papel, una idea, es algo abs- Tr y well se ríe y, con m ucha tranquilidad, contesta:
t racto. Yo soy el mismo en todos los sitios y aprendo de to d os. No he cambiado
nada por tener el D N I español. ¡Hombre, claro que todo es más fácil! No tengo - La diferencia siempre la perciben los otros, no tú. Sólo cuando me
los problemas que tenía al principio para tra b a j a r, buscar u na vivienda, vota r. m i ro al espejo me digo: "tienes la piel negra". Todo lo demás es igual.
Tengo derechos como ciudadano, que no tendría sin el D NI y esto es m uy, pero
que m uy im porta n t e. Pe ro m i for ma de sentir y de ser, no es distinta aquí que María le interru mpe para contarme la situación in ve rsa…
en Á frica, son papeles. Pertenecemos al lugar en el que está nu estra vida en
cada i nsta n t e. - Cuando estuve en Á frica, la mayoría de las ocasiones era la ú nica per-
sona blanca, pero yo no me daba cu enta, no lo piensas. Re c u e rdo una vez que
viajaba a la aldea, en un autob ú s. E n u na parada se subió un hombre blanco. C uento africano
H abía m ucha gente, pero aquel hombre recorrió todo el autobús hasta llegar a
mi lado y decir me hola en inglés. “¿Por qué se dirige a mí?” Me pregunté. Ta rd é
u n poco en encontrar la resp u esta. “¡Ahhhhhhh, porque soy blanca...!” Éra m os
los ú nicos blancos, pero yo no m e sentía difere n t e, es algo que no piensas. Son
los demás quienes te re c u e rdan que lo eres. Por lo me nos yo me sentía un ele-
m e n to más del entorno que mis ojos veían, y claro, no me veía a m í misma, ni
por supuesto me percibía como distinta a nadie.En este caso fue este señor el
que m e re co rdó cómo era yo.

- Si pudieras hablar con los jóve n es, ¿qué les dirías?.

- Que con ve rsen. Creo que esto es i mporta n t e. Cuando te acercas a per-
sonas que vienen de otros países, descubres que no hay ta n tas difere n c i as. Las
v i vencias que te puede transmitir una persona que ha em igrado vale más que
todas las teorías. Los educadores tenemos un papel primordial en los cambios
soc i a l es. Debe mos guiar a la juve ntud y a la sociedad hacia el desarrollo de m en-
tes más críticas con la infor mación manipulada que manejamos a diario. Hoy
día está de moda hablar de la interc u l t u ralidad. Tendríamos que analizar si, de
ve rdad, nos encontramos con u n pro f eso rado pre p a rado para transmitir esos
va lores, sí se ha contado con los educadores o profesionales inm igrantes ex p e r-
tos en la materia o si es que se va a tra b a j a r, solamente, desde un enfoque teó-
rico, de las supuestas necesidades de los inm igra n t es.

- A m í me gustaría decir a los jóvenes - añade María -, que no se dejen


co n tagi a r, los prejuicios son contagiosos y contra ellos debemos va c u n a r n os. A
los jóvenes que sientan el duro peso de las consecuencias de ello, les diría que
t raten de fo r talecer su interior. El i nsulto o el prejuicio no pertenecen al agra-
viado, sin e mbargo, sí dice mucho del que los e mite.

Los niños asoman la cabeza por la puerta. Ahora sí que ya no hay más
p r ó r rogas. Es ta rd e, tienen hambre y el ra p to dura demasiado. Me vuel vo hacia
Tr y well y le digo:

- H ablas de conocer otras culturas. ¿Qué es lo más importante que has


a p rendido en España?

G u a rda silencio por unos insta n t es. María y yo le observamos ex p e c-


ta n t es. Ac e rcándose a m í y rodeándome con cariño con los bra zos, m e dice…

- H e aprendido a abrazar.
Au tora: Olga V illa
CANCIÓN DE JOSEPH SIA NKO P E
MUNYIK A YA BA NU BOSE (UN MUNDO PA R A TO D OS )
Disco ZIMBA BWE Mestizaje de ritmos étn icos. Seve ral Reco rds.

M i ro al cielo,
p a ra conte mplar las estre l l as.
Mi corazón está lejos,
en esta noche oscura .
Me preg u n to
que con todas las cosas
tan bellas que nos ro d e a n
por qué tene mos ta n tas guerras.

H ay un lugar
p a ra todos en el mu ndo
Como lo hay para las estre l l as 6. El exilio. Relato de Alba Lucía, de Colombia.
que alumbran el cielo.

A l salir la luna, Cuan do la O NG llegó al corazón de la selva colombiana hicieron un


me traslado mentalm ente a casa, cu idadoso estudio de la situación de la com u nidad i ndígena. Pusieron todo el
donde se encuentra dur miendo mi hijo. interés en observar sus tra d i c i o n e s, entender su historia e integra rse en la
Duer m e en u n mundo que desconoce, colectividad. E n poco tie m po, el equipo estaba pre p a rado para ofrecer su
su m undo está lleno de inocencia. diagnóstico.

El info r m e, re a l i zado rigurosa m e n t e, confir mó que las casas en las que


N d a karinga pezhuru ndika vivían los indígenas no reunían las condiciones de salubridad e higiene sufi-
bone n yenyeji cientes: paredes carcomidas por la humedad, su elos plagados de hierbas, v e n-
Z huba laka n ga ra m i ra moyo tanas ro tas que dejaban pasar el frío y el calor ex t remo, puertas roídas por la car-
wangu wa kenda k ure coma. Las enre d a d e ras, raíces y musgo agrietaban las construcciones como si la
se l va quisiera aprisionarlas en el follaje salvaje y hacerlas suyas.
Ndoso bhuza kuti nezwinu zose zu
Z wa ka wanda indaba tine wo n d o . La O NG holandesa contrató a u no de los m ejores arq u i t e ctos, especia-
l i zado en cooperación al desarrollo, y durante seis duros meses de trabajo dise-
M u n y i ka mu nokwana banu bose ñ a ron una vivienda que se adapta ra perfectamente ta n to al m edio ambiente,
sé n yenyeji jipo pe zhuru. como a los usos y costumbres de aquellos que serían sus habita n t es. Estudiaro n
sus necesidades y tuvieron presente todas las va r i a b l es, de forma que, no solo
Wa ka bhuda M we j i no se altera ra el ecosistema, sino que las viviendas resist i e ran las peores situa-
N d i kayeya mwanangu k usha ciones climatológicas y el paso de los años. “Una casa para los hijos de vuestros
wa kab e r i re re hijos y los hijos de estos”, dijo el arq u i t e c to m uy seriam ente.
M u n y i ka yasinoziba.
Una vez finalizado el pro y e c to llegó el día en que debía ser prese n ta d o Son las doce de la noche. Sandra y yo estamos sentadas en el balcón de
a la com unidad. E l equipo preparó grandes carteles con dibujos donde se ex p o- m i casa con las piernas entre los barro t es, balanceándolas al aire. H ace una
nía con claridad y sencillez la for ma de la vivienda, los materiales en que se noche m uy bue na para ser febre ro y estamos agotadas de ta n to estudiar. Sandra
construirían y las fu nciones de cada espacio. Los esqu emas incluían re t ratos a come u na naranja mientras distraídamente observa el ir y venir de la calle.
carboncillo de los indígenas.
- ¿Y dónde conociste a A lba L ucía? - Me pre g u n ta vol viéndose hacia
S e n tados en círcu lo, al lado del árbol m ilenario, todos los hombres y m í. Sabemos prácticam ente todo la u na de la otra. D esde que llegué a la u ni-
m u j e res de la com u nidad escuchaban al equipo con u n respetuoso sile ncio. ve rsidad nos he mos hecho i nseparables y se sorpre nde cuando descubre que
Fu e ron tres horas de infor mación cuidadosam ente co mentada e n la que hicie- tengo otra vida fuera de la fa c u l tad y de su alcance -.
ron re f e rencia a la for ma de vida de la comu nidad y a los beneficios de este
tipo de construcción. - ¡Pe ro si te lo conté! Fue por el trabajo de filosofía en el que estoy entre-
v istando a personas que han em igrado, como yo. La conocí e n la Plaza de
A l ter minar, el arq u i t e c to preguntó si había alguna duda. La mujer más España. Estábamos sentadas en el mismo banco y e mpezamos a con ve rsa r.
anciana, la porta d o ra de la palabra de la comunidad, se levantó lentam ente y
dirigiéndose a los ex t ra n j e ros les dio las gracias por su narración. Los miembros - U m m m m m m m m - murm ura, siguiendo el recorrido de un tro zo de
del equipo agra d e c i e ron sus palabras sonriendo com placidos por el trabajo bien piel de naranja que desciende hasta el suelo de la calle -.
hecho. La anciana, con gran serenidad, prosiguió:
- Te gustará A lba Lucía, ya lo ve r ás. Trabajaba con com unidades indí-
- Las casas tiene n vida. El techo es la cabellera, cae cuando enve j e c e. ge n as, realizó estudios de A ntropología e hizo varias investigaciones en
Las ve n ta n as, los ojos, se cierran cuando llega el tiem po del sueño. Las pare d es, Colombia. Tenía una vida con un trabajo esta b l e, una cómoda casa, estudios,
la piel, se agrieta con el paso de los años. Las puertas, la boca, guarda silencio a m igos... H asta que un día, sin habérselo pro p u esto, sin haberlo querido, sin
en el adiós. Las casas nacen, viven y mueren. Re tornan a la selva. Nos señalan haberlo ni siquiera imaginado, tuvo que salir del país protegida por la Cruz Ro j a
la hora de la partida cuando fallecen. Ni la tierra, ni la madera, ni las plantas y la policía. No pudo tra e rse más qu e una pequeña maleta con lo i mpresc i n d i-
nos pertenecen. La selva nos deja vivir en u n lugar por u n tiem po deter mina- b l e. Lo que no dejó atrás son sus re l atos. C uenta las cosas de for ma que vives
do. Cuando el tie mpo ha acabado, la selva se apropia de n uevo de lo que es cada insta n t e, sie ntes los olores, las risas, los colores… y siem pre se está riendo.
suyo. La madera, la techu mbre, regresa dor mida a la tierra que la engendró para Ríe abiertamente a la menor oportunidad. Me encanta escucharla hablar a
vo l ver a re tornar muchos años después. -La anciana guardó silencio un i nsta n- pesar de que hay días en los que el sinsentido de lo que vive le ate naza la gar-
te para luego continuar hablando con calma-. Las casas se están muriendo. La ga n ta. ¡Sandra! ¿Me estás escuchando?
se l va nos dice que debe mos partir.
- ¡Que sí, que te escucho! Estaba pensando. ¿Por qué tuvo que abando-
Los hombres y m ujeres de la com unidad se leva n ta ron pacíficamente nar el país con ta n ta prisa? ¿Q ue ocurrió? Es que te da por ponerte literaria y
y alejándose del árbol m ilenario regresa ron a sus quehaceres. Semanas des- no me cuentas lo importa n t e, ¿qué le obligó a venir a España?
p u és, la comu nidad se encaminaba a u n nuevo lugar de la selva para construir
n u e vas casas y habita r l as. A lba Lucía, que participó como m iembro del equipo - Va l e, ¿así que m e pongo literaria? Te cuento: A lba trabajaba en el
en este programa de cooperación al desarrollo, me lo contaba entre risas. a y u n ta m i e n to con colectivos de mujeres. La situación en Colombia está mu y
mal. Las guerrillas, el ejérc i to, los para m i l i ta res, la i njusticia social… Es u n país
- ¡Q uise que me traga ra la selva! Después de ta n tos m eses… y no pue- que vive a caballo del m iedo. U na mañana, cuando ella iba a tra b a j a r, la inten-
des i maginarte lo que tra b a j a m os. Pe ro a nadie se le ocurrió preg u n tar a las per- ta ron secuestra r. Estaba en una lista am enazada de m uerte. La gente que pasa-
sonas de la comunidad qué es lo que querían. ¿Te i maginas qué ridículo? ba por la calle im pidió que se la lleva ran en u na furgo n e ta y no regresa ra. En
¡D elante de toda esa gente hablando y hablando y ellos nos escucharon dura n- ve i n t i c u a t ro horas volaba a u n país en el que no conocía a nadie. Atrás queda-
te horas sin decir nada! ban su fam ilia, sus her manos, sus cosas, sus libros, la ropa, el toc a d iscos, las car-
tas, las fotograf í as... su vida.
Por u nos instantes las dos guardamos silencio. Abajo, en la calle, u na España. Siem pre hay alguien que le re c u e rda que es ex t ra n j e ra. Me entra una
mujer baja de un coche, una niña pasea a su perro, una pareja se besa en u na indignación que no puedes imaginar. No puede vivir en su país, se ve obligada
esquina… y en otro lugar del planeta… a huir y en vez de apoyarla, se tiene que ganar u n sitio aquí centímetro a cen-
t í m e t ro. Me parece m uy injusto .
- ¡A y! - Sandra m e toca el hombro -.
- Si te pones tan seria vamos a term inar gritando las dos... - Sandra me
- ¡Ehh hhh! - Me dice -. Sigue conta n d o . o f rece un gajo de naranja y me dice que contin úe -. Venga, sigue contando, ¿le
g u sta España?
- Bueno, es mu y, mu y va l i e n t e, llegó a España como exiliada. Dura n t e
dos meses tuvo ayuda oficial: una vivienda com partida y un poco de dinero . - U m m m, ¡creo que sí! Me contaba que cuando llegó le chocaban
C uando acabó se puso a trabajar como ayudante de albañil. E lla lo cuenta rién- m uchas cosas... Estuvo duchándose agachada debajo del grifo de la bañera
d ose, porque n unca había hecho nada así. ¿Te imaginas que mañana desperta- d u rante días porque en su país no hay manillas como las de aquí. H asta que le
ras en u n país distinto, sola y teniendo que buscarte la vida sin conocer nada? d i j e ron cómo hacer para que el agua saliera por la ducha, sonreímos-. Y cuan-
Yo creo que no sabría... do le decían "venga" al despedirse de u na persona, ella entendía que le decían
" ven " y no ter mi naba n unca de irse. Otra de las cosas curiosas que me contó es
- Bueno, tú has e migrado, ¿no? que envió gel de baño a su madre porque en Colombia utilizan jabón en pasti-
lla. En una carta, su madre le daba las gracias por la cre ma, pero le decía que
- Sí, pero con m i familia. No tiene com paración, y fue por vo l u n tad pro- p refería no utilizarla porque se le hacían burbujas todo el día en la piel... ¡Cre í a
pia, no porque nos obligaran a abandonar el país. Imagino que se debe estar pre- que era crema de manos! No sé, te cuenta todo con m ucho sentido del humor.
g u n tando por qué le ha ocurrido a ella. Eso es lo que m e más me im presi o n a . Me dice que los españoles tenemos una for ma de hablar m uy brusca y que
H a vuelto a em peza r, ¿entie ndes? Tiene una fuerza tre menda y la vo l u n tad de si e m p re tiene la sensación de que estamos enfa d a d os. Pe ro creo que si no fuera
conseguir re a l i zar sus sue ños… ¡Sandra! ¡H az el fa vor de atarte el za p a to porq u e por todas las barre ras que le ponemos, podría vo l ver a vivir de nuevo .
se te va a caer! ¡O ye! ¿Me estás escuchando?
M i ra, h E escrito un tex to precioso sobre su llegada a España. C reo que
Sa n d ra se vuel ve y sonríe. te va a gusta r. A hora estudiamos u n ra t i to y luego lo lees, ¿vale? Yo lo llevo
fa tal... m e quedan todavía tres temas.
- Que sí, que sí te escucho. Es que cuando me cuentas esto no sé mu y
bien cómo re a c c i o n a r. Me pongo nerviosa, m e dan ganas, no sé, de grita r, de Me despere zo y me leva n to del suelo. Sandra, que lleva tiem po m ira n-
hacer algo A na, ¿pero qué es exa c tamente ser un ex i l i a d o? do la calle con la cabeza m etida entre los barrotes del balcón, lanza un gru ñido
al no poder sacarla.
-Pues tener que salir de tu país porque tu vida corre peligro, porq u e
s u f res persecución o son vulnerados tus derechos humanos fundam enta l es. - ¡No puedo salir de los barrotes! -Me dice angustiada…-.
Pa ra que le dieran el estatus de refugiada, Alba Lucía ha tenido que demostra r-
lo y pasar por un ve rd a d e ro infierno. Aún así, las ay udas que el gobierno le ha - Eso te pasa por estudiar ta n to, ¿ves? La cabeza se te ha llenado de
p roporcionado han sido sólo por un tiempo y muy li mita d as. cosas aprendidas de memoria y se te ha hinchado como u na pelota. U mm m m,
no sé si dejarte ahí el resto de la noche. ¿Sabes? Lo único sensato que has dicho
- ¿Y puede trabajar? hoy es que deberíamos hacer algo para cambiar la situación de las personas que
e m igran. A lo mejor, si piensas sobre ello, tu cabeza vuelve a re c u p e rar su ta m a-
- Sí, tiene los papeles de residencia y trabajo, pero mira Sandra, ella dice ño nor mal y puedes salir…
que la hacen sentir y se siente ex t ra n j e ra. Tiene los papeles, sí, pero hay m uy
pocos trabajos a los que pueda opta r. H a vi vido situaciones m uy difíciles en
L a historia de A lba Lucía

El ve rano me obliga a salir me invita a re co r rer este Madrid tan nues-


t ro pero tan ajeno. C ada día m e parece que la dive rsidad es más notoria. No lo
digo solo por los turistas de Gran V ía y Plaza España. Ahora me detengo en los
rost ros, en las pieles, esa manía antigua que aprendí de mi abuela de descobijar
la piel y hacer juegos con lo que me dicen los ojos, las manos, los cuerpos, sin
d e c i r. Así coincidí con ella m ientras nos per mitíamos el placer del agua al lado
de aquella gran fuente. Tenía la sonrisa plena como solo la tienen las m ujeres a
los 20 años, pero los han usado bien y son m uchos los caminos marcados en la
vida y en la m emoria. Se destacaba entre los demás por el colorido de su ro p a
y el bullicio de sus pulseras cuando leva n taba la mano para decir adiós a quien
le saludaba. Eso me condujo a pensar que nos veríamos otras ve c es. Vivíamos
en la misma zona y com partíamos el gusto por aquella fuente; la seguí viendo
y, nueva m e n t e, aquel im pulso a descobijar pieles para encontrar historias me
“ Siempre pensé que no iba a salir de Colombia regaló una amiga.
p e ro hubo un momento de crisis por las circ u n s-
tancias políticas... Me ví en una situación muy Me abrió su corazón y su cómoda, construyó el día a día con sus re c u e r-
difícil y tuve que ve n i r. De algunos amigos ni me dos convirtiendo en re l a to aquello que había quedado allí, lejos en la geogra f í a ,
alcancé a despedir. . . p e ro siem pre presente e n su corazón. A lba Lucía venía de Colombia. Debo con-
fesar qu e mi cultura general no me ofrecía mucha infor mación sobre esta esqui-
Colombia tiene, a pesar del desequilibrio social,
na de Sudam érica, pero ese m ismo desconocim iento m e perm itió recibir to d o
gente mu y linda. La calidez de nuestra gente hace lo dicho. Con la sorpresa de un niño cuando conoce el mar, y digo el mar por-
más bella Colombia... Yo pienso que la gente es la que A lba lo im itaba en su quietud aparente pero in mensidad interna. H abía
que embellece los sitios, allá donde estés...” nacido en Cali, a dos horas del mar y vino a España. Ella lo decía contu ndente
Laura y seria, como si allí se le quedara la vida: "La decisión se im puso sola, en mi país
co n v i ven las ganas de vivir y el absoluto desprecio por la vida". Y como a ella
ganas de vivir le sobraban, una ta rde salió de casa y no pudo regresa r. La situa-
ción tocó lí mites: las amenazas por su trabajo político y el compromiso de su
familia por el trabajo comunitario les obligaron a dejar sus sueños, sus cons-
t r u c c i o n es. Los días de persecución le habían enseñado que la violencia y el
miedo para l i za, genera senti mientos de im potencia, divide. Y así, dejó en casa
el libro abierto, su apara to de m úsica encendido, las fotografías en blanco y
n egro de rost ros y lugares añorados que, para d ó j i c a m e n t e, hoy le dan color a
sus re c u e rdos. Y partió sin despedidas, pre p a rat i vos, ni beca o bolsa turística
como pensó algún día en su época de estudiante, en su amada Fa c u l tad de
H u m a n i d a d es. Vendría a E uro p a .

“Mirá, ¡que susto tan verriondo!”, dice con frecuencia reclinando su


c a b e za sobre mi hombro. A la vez, m e ofrece una bebida de color marrón, dul-
zona, en la que aparecen como trofeos pedacitos de piña y granos de maíz y una
f r u ta exótica llamada lulo; las acom paña con em panadas.
Inu ndan el aire las letras de una melodía que es himno en casa de A lba: C uando le digo que m e hable de su viaje dice:

A m í dem e un aguard i e n t e, - E l viaje fue largo y agota d o r, noviembre se veía perfilar en sus pri me-
un aguardiente de caña, ros días y Cali se alegraba con las notas de salsa que inundan sus calles porq u e
de las cañas de mis va l l es, allí, a pesar de la tragedia y el desangre, se sueña y se baila.
y el anís de m is monta ñ as.
En su maleta traía ade más de toda la con vicción de abrirse espacios,
No m e dé trago ex t ra n j e ro, poca ropa adecuada para el viento inclem ente y gris que ofrece Barajas en un
que es caro y no sabe a bueno, día de otoño. Este fue su prim er re mezón; su cuerpo, acostumbrado a la tibieza
p o rque yo quiero siem pre, de 30 grados centígra d os, sintió, como una cascada de agua fría, el viento que le
lo de m i tierra prim ero . llegaba hasta los huesos. La soledad que antes le res u l taba cómplice, ahora le
as u staba. Sus pies parecían no responderle a seguir, sus manos echaban de
¡ Ay! ¡Q ué orgulloso m e siento , menos sus pertenencias, y se abra zaba a sí misma como si algú n demonio se
de haber nacido en mi pueblo! e m p e ñ a ra en re co rdarle lo evidente. Estaba sola, no conocía a nadie, tan solo
tenía la dirección de una fam ilia que conoció una amiga suya con anterioridad,
A m í cánteme un bambuco, y a ella le pareció que podían ay udarla. Se decidió y llamó. V inieron a buscar-
de esos que llegan al al ma, la, y ahora su conflicto era cómo narrar a quien no conoce mayor sobresa l to en
c a n tos que ya me alegra b a n , su vida que el de los atascos en fin de semana y el desagrado de quien pierd e
cuando apenas decía mama. la vez en el supermercado, que su país no gara n t i za la libertad de pensamiento ,
la crisis económ ica se agudiza, las posibilidades de vivir dignamente se agota n
Lo de más será bonito , y hay u na sombra que se apodera poco a poco de aquel paisaje rico en dive rsi-
p e ro el corazón no salta, dad de flora y fauna, la violencia es desm edida, la degradación del conflicto del
como cuando a mí m e canta n d esp l a za m i e n to fo r zado tiene cifras escandalosas y cada vez tiende a aum enta r,
u na canción Colombiana. que el conflicto político armado en Colombia es el más antiguo del continente
y es el único aún sin solución a la vista . . .
¡ A y! ¡Q ué orgulloso me siento ,
de haber nacido en mi patria! La ta rde caía y el desconcierto aum entaba. E n su país, las calles y las
p u e r tas se reconocen con nú meros. Aquí, la originalidad de los nombres que tie-
Y para mí una muchacha, nen las calles, le arrancan sonrisas.
a p e r l a d i ta, morena,
o una rubia de ojos claros, Esa familia le acogió, le permitió quedarse, se hizo u na más de ellos. Le
de suave piel monta ñ e ra . a ve rgo n zaba su comodidad ante las pen urias de otros com patriotas y dice:

M uchachas m úsica y trago - Au nque cada u no cu ente la feria según como le vaya en ella, no quie-
de la sierra o de mi llano. ro perder de vista que no i mporta qué nos haya motivado a venir aquí, n uestras
ausencias y añora n zas son las mismas.

Canción: "SOY COLOMBIA NO " En aquella casa todo le parecía ajeno, ex t raño. Su cuerpo se acostum-
Au tor: Ra fael Godoy bró a n ue vas sensaciones que generan las esta c i o n es. Los olores, los colores, las
Ritmo: Bambuco t ex t u ras eran otras, pero su m ente joven y su disponibilidad para contin uar se
a co m o d a ron, dieron el salto .
Con lo que n unca media es con el tono alto y “las con ve rsaciones en lia. La últi ma carta sie mpre la lleva en su bolso con una fo to en compañía de su
m o n to n e ra” que tenemos en los bares. E lla, con su tono suave, escucha y sie m- m a d re, de cuando fueron a conocer el mar.
p re espera ser escuchada; habla de tal modo que parece que las palabras dan-
zan, se re c rea en las descripciones, en los deta l l es. H e redó de su madre sus grandes ojos negros, qu e parecen ocupar el
to tal de su cara. Ríe alboro tada y dice:
Cuando puede, habla y habla sin cansancio, como si este ejercicio le
re co n c i l i a ra consigo y con sus m elancolías. Aunque dice que a Colombia vo l ve- -¿Me creerías si te digo que mi país es muy rico? Fíjate, esta playa está
rá de paseo, siente que, día a día, se ha ido convirtiendo en u n ser entre dos en el Pacífico, su arena es marrón. Mi madre construía con migo túneles en el
mu ndos y, au nque ama el otro, pre f i e re quedarse en este, no se siente i nfiel a espacio que dejaban pasar las olas e n su vaivén y jugábamos a que u na emisa-
su patria, solo considera que a su edad hay que estar donde hay oportunidades ria acuática, vestida con un traje rojo lu minoso de mil bolsillos, llevaba mensa-
y aquí se las ha ido construyendo. j es, poesías de mujeres entrañables o biografías de mujeres reconocidas en la
h istoria de m i país, a otras playas.
At eso ra escritos y papeles m ulticolores en viados por am igos y am igas
a España. Me sorprende que en la época de la infor mática todavía haya quien Sus ojos se llenan de lágrimas, re t i ra lentamente el cabello que ha caído
p re f i e re asaltar la intimidad del buzón con una carga de letras amonto n a d as sob re su rost ro al agachar la cabeza, y re c i ta de me moria un poe ma dicie ndo en
p a ra contar lo que pasa al otro lado del océano. Le en vían frases bellas y senti- tono bajo y suave: “e ra la preferida de las tres”.
d as, y ambas lamentamos que los seres humanos seamos capaces de decir esto
sólo ante algo tan infranqueable como la ausencia y la dista n c i a .

SE SIENTE BIEN
[...] Te envió un mensaje de optimismo y esper
anza por una nueva vida, sé (a pro p ós i to de las m ujeres que queremos vivir )
que sos una mujer fuerte. Oye, no olvides las sabias palabras de la canción de la
Orquesta Cubana NG La Banda: "Oye, quítate lo malo, échalo pa’ llá". Te envió un Qué bien se siente oír me la vo z ,
regalito que espero te guste y te sea útil, es una forma de hacer presencia en la dis- m i rar a lo ojos,
tancia. Ahí escondido va un pedacito de Cali, del Cali lindo que nos enamora [...] so n reir a los hombres si n m iedo a censuras,
so n reírle a las mujeres
[...] Desde que te fuiste he sentido que he aprendido muchas cosas con
os, v sin que me digan loca.
incluso he podido ver claramente la cara de mis miedos, entender los tuyos.
Seguramente mañana podremos tomar distancia peroecruerda que todos tenemos Q ué bien se siente tener un cuerpo,
misiones, tú eres una franca incit
adora de vida [...] ex p resarm e en él y con él sin purita n is m os,
con la convicción certera de que es m ío,
con la dicha inm ensa de ser mujer.
Es usuaria de internet como cualquier jove n de su edad, pero sus
manos vuelan, adornando hojas, haciendo ta r j e tas, pegando flores para conta r Q ué bien se siente ro zar el codo de alguien
cómo es la Madre Patria o la Madrast ra, como ella la llama cuando sabe de injus- y saber que se está viva ,
ticias hacia personas cerc a n as. o dar un beso en la m ejilla
al comenzar el día.
Su madre le en vía cartas cada m es contándole de su trabajo como
e n f e r m e ra; la suya en Colombia, la m ía en Alemania; la de ella ahora, la mía Qué bien m e siento siendo lo que soy,
a n t es. Tal vez n unca se crucen pero con ve rgen e n habernos enseñado a ambas au nque no a todos les guste mi identidad,
el amar a los demás. También cuenta noticias de su país y del resto de su fa m i- como por ejem plo:
Mi for ma de sentir Ter minar la unive rsidad y subsistir con el escaso dinero de la beca de
( p o rqu e siento en plenitud) la cual disfruta, es una de sus mayores pre oc u p a c i o n es. Pasa su tie mpo entre
m i forma de pensar c u rsos, eve n tos de mujeres e inmigración, a veces consigue asistir a lugares
(por tener cere b ro de m ujer) donde le hablen de los dos temas. E n los otros, ella se encarga de vo l ver el
m is ilusiones binom io re f l exión obligada.
(por esta ra ra imaginación)
mis risas Trabaja por horas para nivelar su pre s u p u e sto y poder en viar a su
(qu e más bien son carc a j a d as) m a d re algún dinero qu e le per m ita seguir pagando el correo y el lujo de lla-
mi cuerpo m a rse de vez en cuando; A lba Lucía persiste en la idea de que su madre y su
(que es como el de cualquier m ujer, fam ilia no conozcan de las pen urias y melancolías qu e ella tiene aqu í.
aunque no m uy "im presi o n a n t e " ) P re f i e re com partirlas con sus amigas y am igos de aquí y de allí; los de aquí le
mis manos apoyan y acom pañan, creo que los de allí miran este país a través de sus ojos
( p o rque se atre ven a hacer de to d o y su palabras.
y tocar to d o) .
En fin, Tiene u n amor del cual no habla mucho, pero le trastorna su cotidia-
en fin, nidad. Esto lo percibo cuando hace, entre bromas e indignación, u na larga lista
se siente bien de diferencias y sim ilitudes de tener u n novio en España a uno en Colombia.
p o rque m e invade la dulce sensación
de saberse hu mana, de ser m ujer y estar viva - A na, ustedes...
(au nque muchos m e quiera n
co n vencer de lo contra r i o) . Le interru mpo diciéndole: “ no m e llam es de usted “.

¡Se siente mu y bien...! - Vos me entendés, el peso de la cultura - y ríe... -. Ustedes son más
l ibres, tienen unas relaciones más independientes, posibilidades de viajar, estu-
María Q uetza l d i a r, pero a las mujeres de aquí, allí y más allá, nos fa l ta estar en cargos de poder,
e n tonces ve rdad e ram ente todas y todos tendríamos relaciones equitat i vas.

Cada día la pobre za tiene rost ro de mujer, la inmigración ta m b i é n .


Cuando quedo con Alba Lucía para tomar café, y descargarnos de nues- Bueno, estoy m uy seria. En conclusión, en Colombia el panorama nos pone en
t ros triunfos y pesares, coincidimos en anotar que cada día el paisaje humano o t ra realidad, los jóvenes siguen creyendo en que aquel conflicto en mara ñ a d o
es más di ve rso. Hombres de diferentes nacionalidades que van y vienen, muje- se ter minará y aportan soluciones desde las asociaciones; los de aquí son afo r-
res jóvenes que recogen niños y cuidan ancianos. Ejérc i tos que aparecen y des- t u n a d os, encontra ron su país en la democracia, sus preocupaciones pueden ser
a p a recen al paso raudo del m etro, esta serpiente metálica, ruidosa, que aloja en más unive rsa l es.
sus andenes "econom ía subterránea", música en C D , guita r ras, flautas, quenas,
voces andinas que consiguen que Alba Lucía adivine títulos de canciones y la El calendario nos ubica n uevamente en julio; hace u n año que conoz-
nacionalidad de los artistas; me preg u n to, ¿por qué no dejarnos per mear por sus co a Alba Lucía, ha sido un año intenso de abrir mi corazón para albergar otras
n otas, su dulzura, su tesón por la vida? Ahora están en n uestras casas, m erc a- p e rso n as, otras historias que conozco por m edio de ella. El próximo jueves será
d os, tra n sp o r t es, institutos, u ni ve rsidades y un sin n úmero de lugares más. su cum pleaños. Le preg u n to entusiasmada: “¿qué nos vas a ofrecer? ” Alba se
a p res u ra a decir que no está acostumbrada a ofre c e r, ni invitar el día de su cum-
Educan a n uestros hijos e hijas atendié ndoles, acompañándoles, y dán- p l e a ñ os, allí eres el hom enajeado, tú no pagas; pero m i abuelita decía: "donde
doles el amor que tienen guardado para los hijos que algú n día vendrán con la f u e res has lo que vieres". H e ahorrado y lo celebra re m os.
ganancia del trabajo que les brindamos.
El próximo cum ple quiero pasarlo en Colombia. ¿Te animas a ve n i r - Cali es la Capital del Valle del Cauca, A na, esto es solo un pedacito de
con migo? Mi gente te encantará, son cálidos, hospita l a r i os, abren sus casas con Colombia. Podríamos ir a Bogotá y buscar el resta u rante donde alm uerzan los
tan solo unas cuantas historias bien contadas del lugar del que tu proc e d as, eres del cuartel de las feas de la novela de Betty la Fea. ¡Qué ex i ta zo!. Ir a Medellín y
su amiga en 10 m in utos. Si vas a zonas pobres del cam po, compartirán su esca- ver el metro, las esculturas de Botero y tomar cafecito caliente. Ir a Pe re i ra y ve r
sez contigo, te verás siempre rodeada de niños y niñas, y las mujeres pre p a ra- el Zoológico y el viaducto, una gran construcción de ingeniería. Ir a Popayán y
rán para ti sus m ejores platos; ellas te explicarán cómo pre p a ra r l os, ellos cómo que veas com unidades indígenas que conservan su propia lengua y costumbres.
c u l t i va r l os. Iríamos a Cali, - me dice -. Ir al mar, al Pacífico o al Atlántico, tú decides. A na, porfa, aterrízam e que m e
cogió la ta rde para ir a lim piar a casa de la señora Isabel. Algú n día te diré: “ que
Se leva n ta como un resorte y comie nza a cantar y bailar moviendo las m e cogió la ta rde para ir a la oficina ”. Será lum inosa, con adornos que abre tra-
c a d e ras con un contoneo que in vita a seguirla. ído de todos los lugares que visitaré y fotografías de la gente que se ha benefi-
ciado de nuestros pro y e c tos de coopera c i ó n .

E sta es mi tierra bonita , Y tendré tiempo propio para mostrarle España a m i madre, senta r m e
mi tierra preciosa, mi Valle del C auca, con ella en Plaza Mayor a com er tortilla de patatas, claro que pre f i e ro que V icky
al centro Tulúa, Buga que es miel, nos in vite a su salón tibio y acogedor a com er la qu e su madre prepará, ¿la
al norte Cartago y Obando, re c u e rdas? Es aqu ella mujer mezcla de razón y magia. Tiempo para apre n d e r
B u e n a ve n t u ra en el mar, de Lore to su gran capacidad de escucha y seguir compartiendo con ella el gusto
Se rca a Pa l m i ra, Florida, A mai me y Cerrito , por los colores; de Te resa, su dulzura, su capacidad de asombro. De Yolanda, su
como un pueblo andaluz, alegría, su em peño. D e Sara, su calidez y sonrisa. De Pilar, su originalidad y dis-
P ra d e ra junto a Candelaria, G inebra , ponibilidad. D e Juana, Felisa, Lola, Lore to, E va, Estrella, Raquel, Maria Luisa,
Sevilla, el Dovio y Za r za l . . . Rosa, Sil via y Triny su preocupación por las mujeres.

Me seguiré construyendo como u n puzzle, aprendiendo de la solidari-


Por Yumbo se m ete uno a Vijes. . . dad del padre E nrique, la señora Merc e d es.

Español@s to d @s, compañer@s to d @s.


Y entrando al sur por Jamundí,
Valle del Lili dominando el Plan. Y de ti A na, com o de Lu z y Sandra, llevarlas siem pre con m igo, que
¡ Ay mi Caliiiii! queden en m i piel y pueda confiar y com prom eter m e como voso t ras. ¿Cómo
Y quedo oliendo a café, te suena el voso t ras con este acento Colom biano? Vendrá m i fam ilia y ve r á
quedo sabiendo a guara p o , e sto, vendrá m i her mano con su compañera y an helo que reconozcan y sepan
el fruto sabor del caña, buscar las oportunidades que hay aquí para ellos y sus hijos. Vendrán m is
y el río Cauca dejó la monta ñ a . sobrinos y disfrutarán de la tranquilidad de pasear sin m iedo, tendré sus
manos rodean do m i cuello, co m erán chuches i mpensables en C ali y fre sas
Gr upo Niche i n a l c a n zables por el precio. Me regocijaré con el encuentro siem pre gra to de
c o m p a t r i o tas qu e también viven bajo este m ismo cielo azul de Madrid, o en
cualquier rincón de la penínsu la o en las islas; seguiré in ve n tando cualquier
disculpa para reu nirm e con Á ngela, Jorg e, G usta vo, D anery, Leyla, Beatriz y
m uchos más, a com er frijoles y plátanos fritos. Ve ndrá René, aquel amor del
qu e nu nca te hablé pero sospechabas su existencia, en m uchas ocasiones
pensé contarte de nosotros ,pero te mí que pensaras que eso significaba para
ti contar m e tus amores y desamores y para un a española su v ida privada es
su vida privada. A hora te lo digo como parte de mis sueños de futuro .
Construiré con él, tendré hijas con nombres de diosas N e rea, D iana, Ixc h e l l , 7. C arta al prof esor
Sué,... sí, se llamará Sué, definitivam en te es la qu e más m e gusta .
Estimado profesor:
P rese nciaré la llegada i m parable de ho mbres y m ujeres buscando
n u e vas fro n t e ras y la m irada atrás de los españoles que también fueron inm i-
gra n t es. Continuaré yendo por las calles buscando rost ros que me sonrían y los
Desde hace tiempo me ronda la extraña sensación de tener una
e n co n t raré, estoy segura de ello, y podré sentir y decir alto: conversación pendiente con usted. Una conversación sobre el final de un
libro que no terminamos de escribir. I magino su expresión ante lo extra-
ño de esta idea (que también a mí me sorprende), pero piense que el día en
Alba que, en su despacho, comenzamos a nombrar con palabras el sentido de la
L ucía migración, usted y yo contrajimos una deuda con las personas que nos ayu-
L i b re
daron a reconocernos en este viaje. Ahora usted está lejos. Ni siquiera
conozco la dirección de correo donde puedo enviarle estas cuartillas.

Profesor, cuando le vi alejarse y acumular sus cosas, que difícil-


mente cabían en el maletero de su viejo coche, no quise ver que se trataba
de una verdadera despedida. Al atardecer del día siguiente, subí a su des-
pacho, abrí la puerta y un joven profesor, sentado en su mesa, me recibió
con sorpresa. Ya sabe, uno de estos nuevos docentes pragmáticos, preocu-
pados por hacer de nosotros profesionales eficientes y preparados para
competir en el mercado. Y no le digo que no sea agradable, que lo es, e
intenta poner el máximo interés en la preparación de sus clases.Pero me
desconcierta tanta seguridad y tan poca capacidad para cuestionarse lo que
está pasando. Odio decir esto, pero le echo de menos y, si quiere que sea
realmente sincera, me enfada el no poder seguir reflexionando con usted.
Detrás de cada historia, de cada noticia, de cada decisión política van sur-
giendo nuevas preguntas. Preguntas que llevan a otras y a otras más.
Profesor, usted me enseñó a pensar. Me enseñó a leer, a observar ... Con
usted aprendí a cuestionarme la realidad de un mundo que hasta entonces
asumía como inamovible, regido por el pensamiento único. El problema
está ahora en averiguar cómo seguir y actuar. El encuentro con Said, Hu,
Karima, Cristin, Alba... la toma de conciencia de lo que realmente está
sucediendo en una sociedad que condena a las personas a la ilegalidad, me
hace posicionarme, porque no podemos ser indiferentes a lo que les ocurre
a los seres humanos. Tal y como usted me dijo un día, cada uno de nos-
otros debemos tomar las riendas de nuestro destino y comprometernos con
el mundo en el que vivimos. Profesor, usted no sólo me enseñó a pensar,
sino que con su marcha me demostró que es necesario actuar y luchar por
lo que creemos.

Estas cuartillas son el resultado del trabajo de estos meses. Creo


que es un trabajo sencillo. He intentado reproducir las conversaciones del
despacho, escribir los recuerdos de los últimos tiempos en Alemania y la
memoria de mi familia. Encontrará las historias que me contaron los jóve-
nes que vinieron a España. Estas pocas cuartillas, que comenzaron como
un ejercicio de clase, hoy son, para mí, el mapa que me lleva al encuentro
de aquellos que, como yo, vinieron de lejos para formar parte de este país.

Si el azar, algún día, le lleva estos pensamientos, recuerde que el


final de este libro aún no está escrito.

Profesor, esté donde esté, gracias.

Ana
ACLARANDO CONCEPTOS
Cuando Ana le pregunta al profesor cuántos inmigrantes hay en Internacional del Trabajo, ha recomendado al Gobierno español que adapte su
España. (Pág. 42) n o r m a t i va interna al contenido del con venio sobre libertad si ndical de la OI T,
que no establece ninguna restricción para el ejercicio de este derecho para los
D a tos sobre la presencia de ciudadanos ex t ra n j e ros en España. t raba j a do res irregu l a res, tra b a j a d o res de hecho.
Suelen darse cifras globales que inclu yen ta n to a los ciudadanos de régim en
co m u n i tario como a los sometidos a la normativa de ex t ranjería. Los últi mos
d a tos consolidados, el 31 de D iciembre de 2000, hablan de un to tal de 895.720 Ya con Karima, cuando habla de que no pudo acceder a un per-
resi d e n t es, de los que 419.874 pertenecen al régimen comu nitario (bien por ser miso de régimen general y menciona lo de la bailarina de vien-
originarios de países de la U E o del E E E (Espacio Económico Europeo), o por tre. (Pág. 67)
e n co n t ra rse en alguno de los supuestos de expedición de ta r j e ta de resi d e n t e
co m u n i tario) y 475.846 están acogidos al régim en de ex t ranjería. En la actual normativa de ex t ranjería, para que se conceda un permiso
de trabajo y residencia, se tienen en cuenta dos ele mentos fundamentales: pri-
m e ro, que la oferta de trabajo haya sido gestionada por los Servicios Públicos de
Cuando el profesor le explica que es difícil regularizar la situa- E mpleo, sin que se haya encontrado ningún trabajador dispuesto a cubrirla. En
ción. (Pág. 50) caso de ser así, se expide un certificado de gestión negativa de la oferta. Con
este certificado, el em presario, puesto que es él quien prese n ta la solicitud y no
Con la nueva normativa en materia de ex t ranjería, LO 4 / 2000 refor- el trabajador ex t ra n j e ro, podrá solicitar el perm iso. Pe ro e ntra entonces en juego
mada por la L O 8 / 2000 y su regl a m e n to de desarrollo RD 864 / 2001, las posibi- el segundo elemento, que es la situación nacional de em pleo, u n concepto jurí-
lidades de reg u l a r i zación para personas que se encuentran ya en España son dico abstra c to y que, en su ma, per mite denegar una solicitud por el hecho de
básicamente dos: personas que sí tuvieron perm iso pero que lo perd i e ron al no que en todo el territorio español figuren demandantes de em pleo para esa acti-
poder re n o varlo y se han pasado dos años en situación irreg u l a r. Y los supues- vidad. Por eso Karima bromea con lo de la bailarina del vientre.
tos de arraigo para los que acrediten una permanencia continuada en España
de cinco años, sin per miso de residencia, o de tres, si en este último caso con- En cuanto al contingente, del que habla Karima cuando dice que sólo
c u r re u na situación excepcional y acre d i tada de arraigo (incorporación al mer- podría haber trabajado en agricultura, en construcción o en servicio dom éstico,
cado de trabajo y vínculos fa m i l i a res con residentes ex t ra n j e ros o españoles). es un siste ma de regulación de flujos que e n la anterior normativa identificaba
los secto res en los que hacían fa l ta tra b a j a d o res (y que eran principal mente
estos tres) y que per mitía la reg u l a r i zación de quienes ya estaban aquí a tra v és
También con el profesor, antes de empezar el diálogo con de este m étodo, pero con el inconveniente de que tenían que vo l ver a su país
Karima, cuando hablen de los derecho fundamentales protegi- de origen a recoger el visado.
dos por tratamientos internacionales. (Pág. 56)

En España rige la doctrina de la configuración legal de dere c h os, mar- Historia de Cristín. (Pág. 88)
cada principalm ente por la Sentencia del Tribunal Constitucional 115 / 87, a ra í z
de u n re c u rso de inconstitucionalidad interpuesto contra la LO 7 / 85, la prim e- Cristín dice en su historia que estuvo en situación irreg u l a r. Es prob a-
ra ley de ex t ranjería. Sentencia que establece que hay derechos qu e pueden ser ble que Cristín llegara a España con u n visado de turista que le perm itiera esta r
d isf r u tados por españoles y ex t ra n j e ros, sea cual sea la situación administra t i va en España durante tres meses, gracias a u na carta de in vitación de las perso n as
de éstos; derechos que solo pueden ejercer los españoles y los ex t ra n j e ros con que fueron a recogerla. Pe ro este tipo de visado no habilita para tra b a j a r.
per m iso; y derechos que se rese r van a los españoles. Así, por ejem plo, en la LO Por otra parte, las condiciones de vida de Cristín son las típicas de quienes tra-
8 / 2000 los derechos de asociación, reunión, manifestación, sindicación, huelga, bajan en servicio dom éstico de manera irreg u l a r, y más si están internas. El
a pesar de estar incluidos en tra tados y con venios internacionales ra t i f i c a d os miedo a salir al ex t e r i o r, por si la policía las detecta, se une a las condiciones de
por España, no pueden ser ejercidos por ex t ra n j e ros en situación administra t i- este trabajo, una relación laboral especial cu yos derechos y protección social es
va irreg u l a r. E n este sentido, resp e c to al derecho de sindicación, la O rga n i za c i ó n inferior a la que disfrutan el resto de traba j a do res.
Historia de Cristín cuando, después de morir el señor, la traba-
jadora social le dice que no puede hacer nada porque es irre-
gular. (Pág. 91 )

E n la nue va nor mativa de ex t ranjería, L O 4 / 2000 re formada por la LO


8 / 2000, se señala, resp e c to al acceso de los ex t ra n j e ros en situación irreg u l a r,
que éstos tienen derecho a los servicios y prestaciones sociales básicas. La
ausencia de una normativa esta tal de servicios sociales que ar monice las pres-
taciones y servicios de las Com unidades Autónomas (es u na com petencia tra n s-
ferida), im pide predeterm inar qué servicios y prestaciones reúnen el carácter
de básicos. La práctica genera l i zada en las comunidades autónomas es esta b l e-
cer como re q u isi tos, para el acceso a presta c i o n es, la residencia legal, dura n t e
u n periodo de tie mpo determinado.

En la historia de Said, cuando le preguntan si conoce la Ley de


Extranjería. (Pág. 94)

E n co n t ra rse irregular mente en España, por no haber obtenido o tener


caducado el docum ento que autorice a permanecer si n haber solicitado la re n o-
vación, y encontra rse trabajando irregular mente sin haber obtenido per miso de
t rabajo, son dos supuestos que se encue ntran inclu idos entre las infra c c i o n es
gra ves en materia de ex t ranjería. Y en ambos supuestos puede opta rse por apli-
car como sanción, en lugar de la multa (50.001 hasta 1.000.000 de pesetas), la
expulsión del territorio, con la correspondiente prohibición de entrada por un
período de entre tres y diez años. Esto le podría haber pasado a Said y esta pro-
hibición de entrada sería anotada en el siste ma infor mático Sche ngen, para que
f u e ra válida también para el resto de los países de la Unión.

En la historia de Trywell, cuando el dice que es español. (Pág. 112 )

La nacionalidad española por residencia (residencia en situación adm i-


n ist ra t i va regular) se obtiene a los diez años; a los cinco para los que hayan
obtenido asilo o refugio; o a los dos años cuando se trate de nacionales ibero a-
m e r i c a n os, A ndorra, F ilipinas, G uinea Ecuatorial, Portugal o Sefa rd í es. Será
necesario sólo u n año, por ejem plo, para el que, al tie mpo de la solicitud, lle-
va re un año casado con español o española. Tr y well podría haber conseguido la
nacionalidad, ta n to por la residencia de diez años como por su matrimonio con
M ar ía.
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AGRA D EC I M I EN TOS

i n és, rosa, nina, andrea, jonatan, eva ,


s u e, rené, virgelina, jorge, iván, ca m i lo,
m ª fernanda, milena, carmen, a l b e r t ,
p e p e, oscar, stefany, adalgiza y vitelio,
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kari ma, carlitos, nuria, wilson, rosa ,
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