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Cómo funciona el cerebro en situaciones críticas

El cerebro en situaciones críticas posee una manera de responder diferente a la que


utilizamos día a día, activa un sistema neuronal de respuesta ultra rápida que pone en
marcha una serie de respuestas comportamentales y hormonales que tienen como objetivo
sobrevivir. Este modo de funcionar nos viene dado, es innato y es diferente del que
utilizamos día a día de manera consciente.

Es decir, nuestro cerebro es el encargado de supervisar que todo lo que hagamos salga bien:
es el órgano que tiene la mayor parte de responsabilidad en la dinámica de nuestras
funciones corporales y comportamientos. En muchas circunstancias, nuestro cerebro
funciona de manera consciente y procedimental (poniendo en marcha funciones ya
aprendidas, como andar y hablar).

Sin embargo, ese modo de funcionar no es el único disponible en el cerebro. En situaciones


críticas, donde detecta un riesgo o amenaza para la vida, el cerebro funciona con otras redes
neuronales encargadas de poner en marcha el sistema de supervivencia. Nuestro cerebro
está preparado para tomar decisiones de forma inmediata en el caso de identificar un
peligro inminente.

En este sentido, tenemos un sistema de redes neuronales diseñadas para funcionar como
sistema de alarma y es este sistema el encargado de tomar decisiones en situaciones
críticas. Este sistema de alarma no es perfecto y en ocasiones puede empujarnos a tomar
decisiones equivocadas o poco ajustadas. Por todo ello, pasaremos a ver cómo funciona el
cerebro en situaciones críticas y qué consecuencias puede traer la activación del sistema de
alarma y supervivencia.

Sistema límbico cerebral: el sistema de encender la alarma


El cerebro humano posee un sistema neuronal encargado del procesamiento emocional y de
las respuestas relacionadas con el miedo y la ansiedad; hablamos del sistema límbico,
ubicado en el lóbulo temporal. En el sistema límbico, poseemos una estructura dedicada
específicamente a la detección y procesamiento del peligro: la amígdala cerebral. La
amígdala está conectada con diferentes áreas cerebrales y tiene capacidad de poner en
marcha comportamientos rápidos e intensos.

Prácticamente todas las especies de mamíferos poseen una reacción innata de huida-lucha-
parálisis frente a estímulos peligrosos y esta reacción es desencadenada por la amígdala. La
reacción de alarma puede ser “encendida” de manera consciente al darse cuenta de que
existe un peligro grave, o bien, de manera inconsciente mediante un “atajo” cerebral.
Dicho de otro modo, existe la posibilidad de que antes de que nos demos cuenta ya se haya
encendido el sistema de supervivencia y que la amígdala ponga en marcha diferentes
respuestas.

Las posibles respuestas del cerebro en situaciones críticas


En primer lugar, el cerebro en situaciones críticas puede dar la orden de huir, y esta orden
no será meditada. Es decir, nuestro cerebro no preguntará si creemos que es adecuado huir
o permanecer en la situación. Por ello, la respuesta en momentos de peligro puede empeorar
la situación, porque tomamos decisiones a modo de reflejo sin medir las posibles
consecuencias.

La función de la huida es simplemente alejarnos del peligro para buscar refugio y ayuda, y
en una situación crítica puede llevarnos a escapar de un sitio sin detectar los peligros a los
que nos enfrentamos al elegir esa opción, como cruzar una calle sin mirar el tráfico o saltar
por un balcón.

Otra respuesta posible es la lucha o pelea (en inglés fight) y es la respuesta mediante la cual
el individuo lo da todo por su vida o por eliminar el estímulo peligroso. Cuando sistema
simpático se activa esta respuesta de lucha se elevan notablemente los niveles de adrenalina
en sangre y se genera una respuesta de estrés aguda que hace que los músculos sean más
resistentes, la piel menos sensible y que los pulmones tengan mayor capacidad. Todo ello
se traduce en una mayor resistencia y fuerza.

En tercer lugar, otra de las respuestas puede ser la parálisis o perplejidad, es decir perder la
capacidad de reacción, esconderse y no poder hacer nada. La parálisis -como respuesta-
busca que la amenaza pase sin reparar en nuestra presencia. Así mismo, es muy importante
tener presente que si se desata esta respuesta, la persona no tiene capacidad de activar su
sistema locomotor (del movimiento muscular) y, por ello, se queda inmóvil.

De este modo, el cerebro en situaciones críticas posee un sistema de supervivencia que es


activado de manera ultra rápida e inconsciente, en milisegundos, y puede llevarnos a dar
una respuesta poco acertada en dicha situación. De hecho, muchas veces la respuesta de
alarma aumenta el peligro y es por ello que existe todo un grupo de profesiones encargadas
de entrenar a las personas para que sepan actuar en una emergencia.

Consecuencias de activar el sistema de alarma y supervivencia


La consecuencia segura e inmediata de pasar por una situación crítica, una vez finalizada la
misma, es el agotamiento físico y emocional. Este cansancio extremo es resultado del
desgaste que provoca pasar por una situación de peligro o extrema delicadeza y puede durar
más de un día, e incluso puede mantenerse a pesar de dormir y descansar. Esto ocurre
porque todos los recursos neuronales y físicos se destinaron a sobrevivir y a superar la
situación y lo último que tiene lugar es la recuperación de la energía perdida.

Otra posible consecuencia, además del agotamiento, es la huella que deja la situación
crítica en nuestra memoria. Esto ocurre porque la amígdala y el hipocampo (estructura
encargada de fijar los nuevos aprendizajes y crear recuerdos) trabajan juntos. Así, la
amígdala activa al hipocampo de manera tan intensa que hace que el recuerdo quede fijado
con mucha fuerza. Por este motivo, las situaciones críticas tienden a recordarse durante
toda la vida y con una buena cantidad de detalles.
Así mismo, otra de las posibles consecuencias de la activación del cerebro en situaciones
críticas puede ser el Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT). Esta condición se
desarrolla cuando el nivel de activación física es extremadamente alto y la emoción
principal es el miedo intenso, aunque no siempre que se pasa por una situación crítica se
desarrolla TEPT.

Por otro lado, este síndrome requiere de terapia psicológica especializada ya que se
caracteriza por flashbacks de lo ocurrido, momentos de mucha tristeza y la percepción de
una amenaza constante en el entorno más cercano.

Por último, es importante recordar que el cerebro puede aprender a responder de manera
más adaptativa a situaciones críticas o de peligro. El entrenamiento, los protocolos de
actuación en emergencias y las estrategias de defensa personal son elementos claves que
pueden ayudarnos a mejorar nuestra respuesta de supervivencia.

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