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UNIVERSIDAD NACIONAL SAN AGUSTÍN DE AREQUIPA”

FACULTAD DE PRODUCCIÓN Y SERVICIOS


ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA DE TELECOMUNICACIONES

Alumna: Carmencita Yasmin Linares Cuba


Curso: Metodología del trabajo intelectual universitario
Profesora: Lic. Roberto Valdivia
CUI: 20182369
El hábito de la lectura

Para conseguir que una persona que no lee cambie de modo de ser, hay que prestarle

ayuda en muy diversas formas. El sistema de valores de su cultura tiene que ofrecerle

algo a cambio de la lectura. El sistema económico debe reforzar la utilidad de su lectura.

El sistema de educación actúa ya probablemente así, y la familia encomiará quizá también

su afición a la lectura, aunque no se puede dar esto por sentado.

En los inicios del siglo XIX era muy difícil conseguir libros, para el lector corriente le

resultaba difícil encontrar una tienda en la cuál pueda observar libros y asocionarse con

personas que pudieran asesorarle.

El cambio de los hábitos y actitudes ante la lectura es un asunto individual, pero forma a

la vez parte de un grupo y actúa como un ser social. Debido a que observadores científicos

han estudiado la adopción de nuevas prácticas por grupos de personas. Incluso cuando las

circunstancias resultan ideales para el cambio, no todo el m u n d o cambia al mismo

ritmo. De hecho, hay quienes no cambian en absoluto. Es éste un hecho que procede tener

m u y presente al concebir una campaña encaminada a incitar a la gente a cambiar de

actitud.

La edad no es un factor determinante cuando se trata de desarrollar el hábito de la lectura.

En la época moderna, los estudios sobre las personas de edad indican que, si no han leído

cuando estaban en la mitad de la vida, no lo harán tampoco cuando tengan mucho tiempo

libre en la ancianidad.

Ralph C. Staiger 1979 Pág. 37-41

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