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ROMANTICISMO INGLÉS

Inglaterra es considerada la cuna del Romanticismo, al igual que el


Renacimiento había surgido en Italia, el Barroco en España o el
Neoclasicismo en Francia. El Romanticismo comenzó en Inglaterra casi
al mismo tiempo que en Alemania. Con una fuerte tradición
prerromántica ya en el siglo anterior, la literatura inglesa de la primera
mitad del XIX se caracteriza por sus grandes poetas y por la novela
histórica.
En el siglo XVIII ya habían dejado sentir un cierto apego escapista por la
Edad Media y sus valores de falsarios inventores de heterónimos
medievales como James Macpherson o Thomas Chatterton, pero el
movimiento surgió a la luz del día con los llamados Poetas lakistas
(Wordsworth, Coleridge, Southey), y su manifiesto fue el prólogo
a la segunda edición de lasBaladas líricas (1800), escrito por los poetas
ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, aunque ya lo
habían presagiado en el siglo XVIII Young con sus Pensamientos
nocturnos o el originalísimo William Blake.
En este prólogo a las Baladas líricas, se destaca la importancia del
sentimiento y la imaginación en la creación poética y se rechazan las
formas y los temas literarios convencionales. El romanticismo, que surge
como una reacción contra el racionalismo de la ilustración y el
clasicismo, confiere prioridad a los sentimientos, a la fantasía, la
imaginación y el sueño. El principal motivo conductor de la literatura
romántica inglesa es el choque entre la realidad y el deseo. El fracaso y
la incapacidad de luchar con el mundo real llevan la literatura romántica
hacia la evasión a tiempos pasados o lugares remotos, a menudo
exóticos.
Vuelven la mirada a la literatura medieval, la nobleza se interesa por las
ruinas medievales transformando sus propiedades en castillos a la
usanza gótica. Miran al pasado del que provienen sueños de nostalgia y
recuerdo de lo que fue. Muchos de los románticos ingleses provienen de
regiones que fueron víctimas del capitalismo expansivo inglés: Escocia,
País de Gales, Irlanda. Ensalzan a héroes populares, inadaptados,
mendigos, vagabundos y aventureros, y cantan la naturaleza, la humilde
aldea, las ruinas evocadores de tiempos pasados.
El periodo romántico en Inglaterra va de 1790 a 1830. En él quedan las
huellas de la Revolución francesa y aquella tendencia hacia la vuelta a la
naturaleza, en la poesía, que ya apuntaban Thomson, Cowper, Crabbe,
Gray y Burns y que representa uno de los rasgos principales del
romanticismo. El placer que proporcionan los lugares intactos y la
creencia en la inocencia de los habitantes del mundo rural se observa
por primera vez como tema literario en la obra Las estaciones(1726-
1730), del poeta escocés James Thomson. Esta obra se cita a menudo
como una influencia decisiva en la poesía romántica inglesa y su visión
idílica de la naturaleza, una tendencia liderada por el poeta William
Wordsworth.
Los escritores ingleses de principios del XIX rechazan la sociedad
burguesa e industrializada, para evadirse en el paisaje rural, el pasado
histórico o países exóticos. Su nuevo lenguaje literario está basado en el
sentimiento y lo irracional, la subjetividad y la libertad del artista frente
a toda regla. El desencanto generalizado de los románticos con la
organización social se plasmó a menudo en la crítica concreta de la
sociedad urbana. Ya Rousseau había afirmado que las personas nacen
libres, pero la civilización las encadena. Este sentimiento de opresión se
expresó con frecuencia en la poesía, como revela la obra del visionario
inglés William Blake (1757-1827), quien en su poema Milton (1808)
habla de los “oscuros molinos satánicos” que comenzaban a desfigurar
la campiña inglesa; o el largo poema de Wordsworth El preludio (1850),
que alude a “las sofocantes y atestadas guaridas urbanas donde el
corazón humano enferma”.
El gusto por la vida rural se funde generalmente con la característica
melancolía romántica, un sentimiento que responde a la intuición de
cambio inminente o la amenaza que se cierne sobre un estilo de vida.
Esta vuelta a la naturaleza se convertirá ahora en programa estético de
un innovador: el culto a la naturaleza, así como la primacía de la
voluntad individual sobre las normas sociales de conducta, la preferencia
por la ilusión de la experiencia inmediata en cuanto opuesta a la
experiencia generalizada, y el interés por lo que estaba lejos en el
espacio y el tiempo.
El Romanticismo inglés arranca en 1798 con las Baladas líricas,
compuestas por William Wordsworth (1770-1850) y Samuel
Coleridge (1772-1834). Cuatro de las composiciones del tomo son de
Coleridge, mientras que las diecinueve restantes son de Wordsworth. El
prólogo de esta obra está considerado como el manifiesto del
Romanticismo inglés; sus poesías, de lenguaje sencillo. Estos dos
jóvenes poetas se vieron impulsados a la actividad creadora por la
Revolución Francesa, algunos de cuyos ideales fueron la afirmación de la
libertad, el espíritu y la unidad sincera de la raza humana.
Wiliam Wordsworth (1770-1850) cree que ni hay un lenguaje especial
para la poesía, ni asuntos que para ella estén reservados. Se puede
hablar en verso de todo lo que forma parte de la conversación,
empleando el mismo lenguaje que el coloquial. Acostumbrado a vivir y a
componer sus versos en plena naturaleza, no en su gabinete de estudio,
transmite en su poesía un profundo sentimiento hacia ella. Empezó su
vida bajo la influencia y los entusiasmos juveniles de la Revolución
francesa, pero la nueva tiranía y los horrores de la revolución fueron
desengañándole, hasta convertirse en un conservador por
convencimiento, que no desea más revolución ni más reforma que la
poética por él representada: cultura, amor a la naturaleza y a lo
humilde.
Tras viajar por Francia y Alemania, se instala definitivamente en el Lake
Discrict de Inglaterra, en el distrito o comarca de los lagos, donde
murió. Esta región dio el nombre a los llamados poetas lakistas, que
compusieron entre 1798 y 1815 los primeros poemas de tendencia
claramente romántica. Considerados parte del movimiento romántico, ni
siguieron ninguna escuela de pensamiento o práctica literaria conocida
por entonces. Formaron este grupo, junto a William Wordsworth (1770-
1850), Samuel Taylor Coleridge (1770-1834) y Robert Southey (1774-
1843). Vivieron junto a los lagos del Noroeste de Inglaterra, en la zona
de Lake District (Cumbria), inspirándose en los encantos de su
naturaleza. Fue Thomas Gray (1716-1771) el primer poeta que llamó la
atención sobre esta hermosa región. Otros poetas y escritores visitaron
la región de los lagos o tuvieron amistad con otros que residían allí.
Entre ellos están Percy Bysshe Shelley (1792-1822), Sir Walter Scott
(1771-1832), Nathaniel Hawthorne (184-1865), John Keats (1795-
1812).
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), poeta, crítico y filósofo inglés,
fue, junto con su amigo William Wordsworth, uno de los fundadores del
Romanticismo en Inglaterra y uno de los lakistas. Sus obras más
conocidas son Lyrical Ballads(1798), con su famosa Rima del anciano
marinero, Kubla Khan (1816), ambientada en un oriente antiguo y lleno
de ritos mágicos, y Christabel (1816), cuento con aire de cuento gótico.
El mérito de Coleridge como poeta radica en haber rechazado los
lugares comunes y la literatura artificial de su tiempo, haber consultado
la naturaleza, y llamado la atención sobre la Edad Media. Si Wordsworth
se inspira en las cosas sencillas de la vida cotidiana, Coleridge recurre al
pasado como un tiempo misterioso y fantástico.
El Romanticismo inglés alcanza su máximo esplendor con Lord Byron,
Shelley y Keats, conocidos como los poetas «satánicos», por su rebeldía
y su inadaptación a la sociedad de la época. Los tres tuvieron una
muerte prematura lejos de Inglaterra tras una vida atormentada y
errante. Estos poetas románticos de la segunda generación fueron
revolucionarios hasta el final de su carrera, a diferencia de Wiliam
Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge y Walter Scott, que cuando
llegaron a una edad madura renunciaron a sus ideales de juventud.
Lord Byron (1788-1824) logró una enorme fama en su tiempo, en
parte por su escandalosa existencia, en parte por sus extensas
obras. Lord Byron es uno de los ejemplos de una personalidad en lucha
trágica contra la sociedad. Fue el prototipo del poeta romántico y fue
tenido en vida por el primero de los poetas de su tiempo, pasando a ser
considerado más tarde como de segundo orden, mientras Shelley y
Keats, que él oscurecía, ganaban cada día más en la estimación de la
crítica: ya no se decía en Inglaterra, por este orden, Bayron, Shelley y
Keats, sino Shelley, Byron, Keats, y para muchos, Shelley, Keats,
Bayron. Sus primeras composiciones poéticas son plenamente
románticas, como Las peregrinaciones de Childe Harold (1812), que
narra los viajes del melancólico protagonista por el sur de Europa, o El
corsario, leyenda en verso con héroe individualista y rebelde. Su obra
maestra es el extenso e incompleto Don Juan(1819), sobre el famoso
conquistador. En ambos poemas buscó su inspiración en Andalucía.
Logró inspirar a un poeta como Núñez de Arce, en su poemita La última
lamentación de Lord Byron. Se le discuten la imaginación y el
sentimiento, pero no su regia ironía.
Así como Byron fue lo que podría llamarse un poeta popular, al alcance
de todos los lectores, no lo fueron ni Shelley ni Keats, pero sobre todo
Keats.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822), amigo y compañero de viajes de
Lord Byron, abandonó a su esposa y a su patria para recorrer Europa y
murió ahogado en un naufragio. Fue un hombre de imaginación
desbocada, ateo acérrimo y declarado, revolucionario, socialista
violento, que ponía la poesía al servicio de sus ideas demoledoras de la
sociedad en que vivía, siendo hijo de un acaudalado baronet. Los que le
conocían lo describen como un alma candorosa, un hombre noble, lleno
de encanto personal, un idealista soñador que no predicaba por odio
alguno. Pudo hacer y pensar lo que quiso gracias a una pensión paterna.
Al poeta excepcional es al que rinde hoy fervoroso homenaje la crítica, y
menos a lo que pensara, creyera o se figurara creer. En su obra plasmó
un gran idealismo, matizado por una profunda melancolía. En
su Prometeo liberado (1920) expresa sus dos ideas principales: que el
enemigo era la tiranía de gobernantes, las costumbres y las
supersticiones, y que la bondad inherente del ser humano eliminaría, el
mal del mundo y lo elevaría al reino eterno del amor trascendental.
Entre sus obras más famosas se encuentran Ozymandias, Oda al viento
del Oeste, A una alondra y La máscara de Anarquía, poemas líricos que
destacan por su musicalidad y abundantes metáforas. También compuso
una elegía tituladaAdonais (1821), inspirada por la muerte de Keats
y escrito en su honor, el más joven de los grandes románticos. A Byron
lo entienden todos, mientras que a Shelley serán siempre muchos los
que no puedan seguirle sin perderse.
Percy Schelley estuvo casado con Mary W. Shelley (1797-1851),
autora del relato de género gótico Frankenstein o El moderno Prometeo.
John Keats (1795-1821), uno de los principales poetas británicos del
romanticismo, murió a los veinticinco años de edad, habiendo sido
objeto de burlas y desprecios por una parte de sus contemporáneos,
para quedar luego clasificado entre los inmortales de todos los países.
Tan improbable creyó haber alcanzado la gloria que, al morir, mandó
que se grabara en su tumba este epitafio: “Aquí yace alguien cuyo
nombre fue escrito en el agua”. Lo que dejó escrito ha formado escuela
de mayor importancia que las de sus contemporáneos.
Su fama se debe a sus poemas breves, recogidos en sus Odas: Oda al
ruiseñor (1819), Oda a la melancolía (1819), Oda a la indolencia (1819),
así como Lamia y otros poemas (1819). El primer verso de su poema
mitológico Endymion: un romance poético (1817) caracteriza a este
poeta: A thing of beauty is a joy for ever (“un objeto bello es un placer
perpetuo”). La poesía de Keats es, por encima de la de los demás
románticos, una respuesta a las impresiones sensoriales desprovista de
toda filosofía moral o social.
La narrativa histórica es uno de los géneros románticos preferidos, por
la atracción hacia tiempos pasados y el deseo de evasión. Su creador es
Walter Scott (1771-1832) comenzó su carrera literaria como poeta,
pero su producción poética fue decayendo, debido al genio de lord
Byron, y casi cesó en absoluto a partir de 1814. Poseía un amplio
conocimiento de las leyendas y las baladas medievales. Tras una labor
de recopilación de antiguas baladas de su Escocia natal, escribió una
serie de poemas narrativos en los que glorificaba las virtudes de la
sencilla y vigorosa vida de su país en la Edad Media.
Sus traducciones de romances góticos alemanes, en 1796, le crearon
una cierta reputación como traductor, que aumentó cuando publicó su
edición de las baladas Juglaría de la frontera escocesa, entre 1802 y
1803. Su primer poema extenso, El canto del último juglar (1805),
obtuvo un notable éxito, y después de él escribió una serie de poemas
narrativos románticos, de la que forman parte Marmion (1808), La dama
del lago (1810), Rokeby (1813) y El señor de las islas(1815).
Sus novelas, ambientadas en la Edad Media principalmente, tienen un
tono rebelde y nacionalista. Tuvieron gran éxito y fueron imitadas en
toda Europa. Promovieron un amplio interés por las tradiciones de
Escocia, y en el resto de occidente el culto a los valores y la historia
medieval, que caracterizó al romanticismo. Numerosos compositores
pusieron música a sus textos, entre ellos Donizzetti, que escribió la
ópera Lucia di Lamermoor basándose en su novela, y Schubert. Sus
personajes y héroes no están idealizados, sino que son presentados con
realismo en episodios y situaciones de la vida diaria. De las numerosas
novelas que escribió destacan Ivanhoe y Quintin Durward, cuyos
protagonistas, muy del gusto romántico, luchan contra la tiranía o la
opresión.
La obra y figura de Walter Scott contribuyó a la introducción del
romanticismo en España e Hispanoamérica a través de los escritores,
literatos y políticos españoles que, por defender ideas liberales, tuvieron
que marcharse al exilio huyendo del absolutismo de Fernando VII. Entre
los muchos escritores que recibieron su influencia pueden destacarse los
españoles José de Espronceda, Larra, la cubana Gertrudis Gómez de
Avellaneda, el venezolano José Antonio Echevarría y el ecuatoriano José
Joaquín Olmedo.

En Inglaterra, al igual que en Alemania, el Romanticismo comienza
siendo prorrevolucionario, pero se vuelve conservador cuando
comienzan las luchas contra Napoleón, para dar un nuevo viraje hacia
los primitivos ideales revolucionarios una vez pasada la guerra.
En Inglaterra, la antítesis entre Clasicismo y Romanticismo había
perdido su razón de ser desde la segunda mitad del siglo XVIII porque
no había sino literatura romántica.
«El Romanticismo inglés arrancaba en lo esencial de la reacción de los
elementos liberales contra la revolución industrial, mientras el francés
procedía de la reacción de los estratos conservadores contra la
revolución política. La conexión del Romanticismo con el
prerromanticismo fue en Inglaterra mucho más estrecha que en Francia,
donde la continuidad entre ambos movimientos se vio totalmente
interrumpida por el clasicismo del período revolucionario. En Inglaterra
hubo entre el Romanticismo y la revolución industrial triunfante por
completo, la misma relación que entre el prerromanticismo y los
estadios preparatorios de la industrialización de la sociedad. El Deserted
Village, de Goldsmith, Satanic Mills de BLake, yAge of Despair, de
Shelley, se expresa un temperamento esencialmente idéntico. El
entusiasmo de los románticos por la naturaleza es tan inconcebible sin
la separación de la ciudad frente al campo como su pesimismo sin el
abandono y la miseria de las ciudades industriales. Son completamente
conscientes de lo que está ocurriendo, y ven muy bien lo que significa la
transformación del trabajo humano en mera mercancía. [...]
Después de la terminación de la lucha contra Napoleón, Inglaterra, si no
agotada en modo alguno, queda por lo menos debilitada y desorientada
en lo intelectual; o sea, en unas circunstancias especialmente propicias
para hacer que la sociedad burguesa sobrase conciencia de lo
problemático de las bases de su existencia. El Romanticismo más
juvenil, la generación de Shelley, Keats y Byron, es el mantenedor de
este proceso. Su humanitarismo sin concesiones constituye su protesta
contra la política de explotación y opresión; su modo de vida
inconvencional, su ateísmo agresivo y su carencia de prejuicios morales
son las distintas formas de su lucha contra la clase que dispone de los
medios de explotación y opresión. El Romanticismo inglés, incluso en
sus representantes conservadores, en Wordsworth y Scott, es en cierto
modo un movimiento democrático tendente a la popularización de la
literatura.» [Arnold Hauser: Historia social de la literatura y el arte.
Madrid: Ediciones Guadarrama, 1968, vol. II, p. 398-399]

INGLATERRA Y ESPAÑA - INFLUENCIAS

Edward Young y Samuel Richardson, jalones decisivos en el desarrollo


de la poesía nocturna y la novela sentimental, eran bien conocidos en
España antes de 1800. Cuando llegó el romanticismo, los escritores
españoles ya los habían leído y asimilado. Su influjo se ejerció a través
de los neoclásicos y prerrománticos. En las disputas entre Böhl de Faber
y Joaquín de Mora (1814) se designa a los románticos como ossiánicos,
lo que se repetirá en el semanario El Europeo (1823-1824). Hasta 1826,
Lord Byron apenas se menciona en España. En 1825 Blanco White se
refería a él como desconocido todavía en España. Larra no lo menciona
y Espronceda lo empieza a imitar tardíamente (1837).
Más repercusión tuvo en España Walter Scott, como creador de la
leyenda versificada y de la novela histórica fue imitado. Su popularidad
fue inmensa y hasta el neoclásico Alberto Lista se rindió a ella. Se
observa influencia de Ivanhoe sobre Los bandos de Castilla, de López
Soler, y sobre Sancho Saldaña, de Espronceda.
«España estuvo aún más de moda, si cabe, en Inglaterra que en
Francia. Y no es de extrañar si se tiene en cuenta la estrecha vinculación
de ambos países durante la guerra de la Independencia [1808-1814],
así como la llegada a Londres de un núcleo extenso y permanente de
emigrados liberales, entre los que había hombres de gran talla
intelectual. Todo ello suscitó un gran interés por la cultura española, que
se manifestó de diversas maneras: viajes, traducciones, estudios
hispánicos, temas españoles, y hasta la creación de una cátedra de
español en la Universidad de Londres (1828), que regentó inicialmente
Alcalá Galiano.» (Navas-Ruiz 1973: 64-65)

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