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No las damas, amor, no gentilezas que crédito me da por otra parte,

de caballeros canto enamorados; hará mi torpe estilo delicado,


ni las muestras, regalos y ternezas y lo que va sin orden, lleno de arte;
de amorosos efectos y cuidados; así de tantas cosas animado,
mas el valor, los hechos, las proezas la pluma entregaré al furor de Marte;
de aquellos españoles esforzados, dad orejas, señor, a lo que digo,
que a la cerviz de Arauco no domada que soy de parte de ello buen testigo.
pusieron duro yugo por la espada.
Chile, fértil provincia y señalada
Cosas diré también harto notables en la región Antártica famosa,
de gente que a ningún rey obedecen, de remotas naciones respetada
temerarias empresas memorables por fuerte, principal y poderosa;
que celebrarse con razón merecen; la gente que produce es tan granada,
raras industrias, términos loables tan soberbia, gallarda y belicosa,
que más los españoles engrandecen: que no ha sido por rey jamás regida
pues no es el vencedor más estimado ni a extranjero dominio sometida.
de aquello en que el vencido es
reputado. Es Chile norte sur de gran longura,
costa del nuevo mar, del Sur llamado;
Suplícoos, gran Felipe, que mirada tendrá del este a oeste de angostura
esta labor, de vos sea recibida, cien millas, por lo más ancho tomado;
que, de todo favor necesitada, bajo del polo Antártico en altura
queda con darse a vos favorecida: de veinte y siete grados, prolongado
es relación sin corromper, sacada hasta do el mar océano y chileno
de la verdad, cortada a su medida; mezclan sus aguas por angosto seno.
no despreciés el don, aunque tan pobre,
para que autoridad mi verso cobre. Y estos dos anchos mares, que
pretenden,
Quiero a Señor tan alto dedicarlo, pasando de sus términos, juntarse,
porque este atrevimiento lo sostenga, baten las rocas y sus olas tienden,
tomando esta manera de ilustrarlo, mas es les impedido al allegarse;
para que quien lo viere en más lo tenga: por esta parte al fin la tierra hienden
y si esto no bastare a no tacharlo, y pueden por aquí comunicarse:
a lo menos confuso se detenga Magallanes, señor, fue el primer hombre
pensando que, pues va a vos dirigido, que, abriendo este camino, le dio
que debe de llevar algo escondido. nombre.

Y haberme en vuestra casa yo criado,


Por falta de piloto, o encubierta Alonso de Ercilla y Zuñiga- la
causa, quizá importante y no sabida, araucana_1De diez y seis caciques y
esta secreta senda descubierta señores
quedo para nosotros escondida; es el soberbio Estado poseído,
ora sea yerro de la altura cierta, en militar estudio los mejores
ora que alguna isleta removida que de bárbaras madres han nacido:
del tempestuoso mar y viento reparo de su patria y defensores,
encallando en la boca, la ha cerrado. ninguno en el gobierno preferido;
otros caciques hay, mas por valientes
Digo que norte sur corre la tierra, son éstos en mandar los preeminentes.
y baña la del oeste la marina;
a la banda del este va una sierra Sólo al señor de imposición le viene
que el mismo rumbo mil leguas camina; servicio personal de sus vasallos,
en medio es donde el punto de la guerra y en cualquiera ocasión cuando conviene
por uso y ejercicio más se afina: puede por fuerza al débito apremiallos;
Venus y Amor aquí no alcanzan parte, pero así obligación el señor tiene
sólo domina el iracundo Marte. en las cosas de guerra dotrinallos
con tal uso, cuidado y diciplina,
Pues en este distrito demarcado, que son maestros después desta dotrina.
por donde su grandeza es manifiesta,
está a treinta y seis grados del Estado En lo que usan los niños en teniendo
que tanta sangre ajena y propia cuesta: habilidad y fuerza provechosa,
este es el fiero pueblo no domado es que un trecho seguido han de ir
que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, corriendo
y aquel que por valor y pura guerra por una áspera cuesta pedregosa,
hace en torno temblar toda la tierra. y al puesto y fin del curso resolviendo,
le dan al vencedor alguna cosa:
Es Arauco, que basta, el cual sujeto vienen a ser tan sueltos y alentados
lo más deste gran término tenía que alcanzan por aliento los venados.
con tanta fama, crédito y conceto,
que de un polo al otro se extendía, Y desde la niñez al ejercicio
y puso al español en tal aprieto los apremian por fuerza y los incitan,
cual presto se verá en la carta mía; y en el bélico estudio y duro oficio,
veinte leguas contienen sus mojones, entrando en más edad, los ejercitan;
poséenla diez y seis fuertes varones. si alguno de flaqueza da un indicio,
del uso militar lo inhabilitan,
y el que sale de las armas señalado
conforme a su valor le dan el grado.
arma común a todos los soldados,
Los cargos de la guerra y preeminencia y otros a la manera de sayetes,
no son por flacos medios proveídos, que son, aunque modernos, más usados;
ni van por calidad, ni por herencia, grevas, brazales, golas, capacetes
ni por hacienda y ser mejor nacidos; de diversas hechuras encajados,
mas la virtud del brazo y la excelencia, hechos de piel curtida y duro cuero,
ésta hace los hombres preferidos, que no basta a ofenderle el fino acero.
ésta ilustra, habilita, perficiona
y quilata el valor de la persona. Cada soldado una arma solamente
ha de aprender, y en ella ejercitarse,
Los que están a la guerra dedicados y es aquella a que más naturalmente
no son a otros servicios constreñidos, en la niñez mostrare aficionarse;
del trabajo y labranza reservados desta sola procura diestramente
y de la gente baja mantenidos: saberse aprovechar, y no empacharse
pero son por las leyes obligados en jugar de la pica el que es flechero,
de estar a punto de armas proveídos, ni de la maza y flechas el piquero.
y a saber diestramente gobernallas
en las lícitas guerras y batallas. Hacen su campo, y muéstranse en
formados
Las armas dellos más ejercitadas escuadrones distintos muy enteros,
son picas, alabardas y lanzones, cada hila de más de cien soldados;
con otras puntas largas enhastadas entre una pica y otra los flecheros
de la fación y forma de punzones; que de lejos ofenden desmandados
hachas, martillos, mazas barreadas, bajo la protección de los piqueros,
dardos, sargentas, flechas y bastones, que van hombro con hombro, como digo,
lazos de fuertes mimbres y bejucos, hasta medir a pica al enemigo.
tiros arrojadizos y trabucos.
Alonso de Ercilla y ZuñigaSi el escuadrón
Algunas destas armas han tomado primero que acomete
de los cristianos nuevamente agora, por fuerza viene a ser desbaratado,
que el contino ejercicio y el cuidado tan presto a socorrerle otro se mete,
enseña y aprovecha cada hora, que casi no da tiempo a ser notado;
y otras, según los tiempos, inventado, si aquél se desbarata, otro arremete,
que es la necesidad grande inventora, y estando ya el primero reformado,
y el trabajo solícito en las cosas, moverse de su término no puede
maestro de invenciones ingeniosas. hasta ver lo que al otro le sucede.

Tienen fuertes y dobles coseletes, De pantanos procuran guarnecerse


por el daño y temor de los caballos, cercan una cuadrada y ancha plaza
donde suelen a veces acogerse, en valientes estacas afirmados,
si viene a suceder desbaratallos: que a los de fuera impide y embaraza
allí pueden seguros rehacerse, la entrada v combatir, porque, guardados
ofenden sin que puedan enojallos, del muro los de dentro, fácilmente
que el falso sitio y gran inconveniente de mucha se defiende poca gente.
impide la llegada a nuestra gente.
la-araucana_1Solían antiguamente de
Del escuadrón se van adelantando tablones
los bárbaros que son sobresalientes, hacer dentro del fuerte otro apartado,
soberbios cielo y tierra despreciando, puestos de trecho a trecho unos
ganosos de extremarse por valientes; troncones
las picas por los cuentos arrastrando, en los cuales el muro iba fijado
poniéndose en posturas diferentes, con cuatro levantados torreones
diciendo: “Si hay valiente algún cristiano, a caballero del primer cercado,
salga luego adelante mano a mano”. de pequeñas troneras llena el muro
para jugar sin miedo y más seguro.
Hasta treinta o cuarenta en compañía,
ambiciosos de crédito y loores, En torno desta plaza poco trecho
vienen con grande orgullo y bizarría cercan de espesos hoyos por de fuera:
al son de presurosos atambores; cuál es largo, cuál ancho, y cuál estrecho,
las armas matizadas a porfía y así van, sin faltar desta manera,
con varias y finísimos colores, para el incauto mozo que de hecho
de poblados penachos adornados, apresura el caballo en la carrera
saltando acá y allá por todos lados. tras el astuto bárbaro engañoso
que le mete en el cerco peligroso.
Hacen fuerzas o fuertes cuando
entienden También suelen hacer hoyos mayores
ser el lugar y sitio en su provecho, con estacas agudas en el suelo,
o si ocupar un término pretenden, cubiertos de carrizo, yerba y flores,
o por algún aprieto y grande estrecho; porque puedan picar más sin recelo:
de do más a su salvo se defienden allí los indiscretos corredores,
y salen de rebato a caso hecho, teniendo sólo por remedio el cielo,
recogiéndose a tiempo al sitio fuerte, se sumen dentro, y quedan enterrados
que su forma y hechura es desta suerte: en las agudas puntas estacados.

Señalado el lugar, hecha la traza, De consejo y acuerdo una manera


de poderosos árboles labrados tienen de tiempo antiguo acostumbrada,
que es hacer un convite y borrachera y el franco y libre término pasado,
cuando sucede cosa señalada: es de ley imposible revocarse,
y así cualquier señor, que la primera y así como a forzoso acaecimiento,
nueva de tal suceso le es llegada, se disponen al nuevo movimiento.
despacha con presteza embajadores
a todos los caciques y señores. Hácese este concilio en un gracioso
asiento de mil florestas escogido
haciéndoles saber como se ofrece donde se muestra el campo más
necesidad y tiempo de juntarse, hermoso
pues a todos les toca y pertenece, de infinidad de flores guarnecido:
que es bien con brevedad comunicarse; allí de un viento fresco y amoroso
según el caso, así se lo encarece, los árboles se mueven con ruido,
y el daño que se sigue en dilatarse, cruzando muchas veces por el prado
lo cual, visto que a todos les conviene, un claro arroyo limpio y sosegado,
ninguno venir puede que no viene.
la-araucana_2do una fresca y altísima
Juntos, pues, los caciques del senado, alameda
propóneles el caso nuevamente, por orden y artificio tienen puesta
el cual por ellos visto y ponderado, en torno de la plaza y ancha rueda,
se trata del remedio conveniente; capaz de cualquier junta y grande fiesta,
y resueltos en uno y decretado, que convida a descanso, y al sol veda
si alguno de opinión es diferente, la entrada y paso en la enojosa siesta:
no puede en cuanto al débito eximirse, allí se oye la dulce melodía
que allí la mayor voz ha de seguirse. del canto de las aves y armonía.

Después que cosa en contra no se halla, Gente es sin Dios ni ley, aunque respeta
se va el nuevo decreto declarando aquel que fue del cielo derribado,
por la gente común y de canalla, que como a poderoso y gran profeta
que alguna novedad está aguardando; es siempre en sus cantares celebrado:
si viene a averiguarse por batalla, invocan su furor con falsa seta,
con gran rumor lo van manifestando y a todos sus negocios es llamado,
de trompas y atambores altamente, teniendo cuanto dice por seguro
porque a noticia venga de la gente. del próspero suceso o mal futuro.

Tienen un plazo puesto y señalado Y cuando quieren dar una batalla


para se ver sobre ello y remirarse: con él lo comunican en su rito:
tres días se han de haber ratificado si no responde bien, dejan de dalla,
en la definición sin retratarse; aunque más les insista el apetito;
caso grave y negocio no se halla son hombres que de súbito se aíran,
do no sea convocado este maldito; de condición feroces, impacientes,
llámanle Eponamón, y comúnmente amigos de domar extrañas gentes.
dan este nombre a alguno si es valiente.
Son de gestos robustos, desbarbados,
Usan el falso oficio de hechiceros, bien formados los cuerpos y crecidos,
ciencia a que naturalmente se inclinan, espaldas grandes, pechos levantados,
en señales mirando y en agüeros, recios miembros, de nervios bien
por las cuales sus cosas determinan; fornidos;
veneran a los necios agoreros ágiles, desenvueltos, alentados,
que los casos futuros adivinan: animosos, valientes, atrevidos
el agüero acrecienta su osadía, duros en el trabajo y sufridores
y les infunde miedo y cobardía. de fríos mortales, hambres y calores.

Algunos destos son predicadores No ha habido rey jamás que sujetase


tenidos en sagrada reverencia, esta soberbia gente libertada,
que sólo se mantienen de loores, ni extranjera nación que se jatase
y guardan vida estrecha y abstinencia: de haber dado en sus términos pisada,
éstos son los que ponen en errores ni comarcana tierra que se osase
al liviano común con su elocuencia, mover en contra y levantar espada:
teniendo por tan cierta su locura, siempre fue exenta, indómita, temida,
como nos la Evangélica Escritura. de leyes libre y de cerviz erguida.

Y éstos que guardan orden algo estrecha El potente rey Inga, aventajado
no tienen ley, ni Dios, ni que hay en todas las antárticas regiones,
pecados; fue un señor en extremo aficionado
mas sólo aquel vivir les aprovecha a ver y conquistar nuevas naciones,
de ser por sabios hombres reputados; y por la gran noticia del Estado
pero la espada, lanza, el arco y flecha a Chile despachó sus orejones;
tienen por mejor ciencia otros soldados, mas la parlera fama de esta gente
diciendo que el agüero alegre o triste la sangre les templó y ánimo ardiente.
en la fuerza y el ánimo consiste.
Pero los nobles Ingas valerosos
En fin, el hado y clima desta tierra, los despoblados ásperos rompieron,
si su estrella y pronósticos se miran, y en Chile algunos pueblos belicosos
es contienda, furor, discordia, guerra, por fuerza a servidumbre los trujeron,
y a sólo esto los ánimos aspiran; a do leyes y edictos trabajosos
todo su bien y mal aquí se encierra: con dura mano armada introdujeron,
haciéndolos con fueros disolutos donde por algún tiempo reposaron.
pagar grandes subsidios y tributos.
Pues don Diego de Almagro, adelantado,
Dado asiento en la tierra y reformado que en otras mil conquistas se había
el campo con ejército pujante, visto,
en demanda del reino deseado por sabio en todas ellas reputado,
movieron sus escuadras adelante: animoso, valiente, franco y quisto,
no hubieron muchas millas caminado, a Chile caminó determinado
cuando entendieron que era semejante de extender y ensanchar la fe de Cristo;
el valor a la fama que alcanzada pero llegando al fin deste camino,
tenía el pueblo araucano por la espada. dar en breve la vuelta le convino.
la-araucana_3
Los promaucaes de Maule, que supieron A sólo el de Valdivia esta vitoria
el vano intento de los Ingas vanos, con justa y gran razón le fue otorgada,
al paso y duro encuentro les salieron y es bien que se celebre su memoria,
no menos en buen orden que lozanos; pues pudo adelantar tanto su espada;
y las cosas de suerte sucedieron éste alcanzó en Arauco aquella gloria
que llegando estas gentes a las manos, que de nadie hasta allí fuera alcanzada:
murieron infinitos orejones, la altiva gente al grave yugo trujo
perdiendo el campo y todos los y en opresión la libertad redujo.
pendones.
Con una espada y capa solamente,
Los indios promaucaes es una gente ayudado de industria que tenía,
que está cien millas antes del Estado, hizo con brevedad de buena gente
brava, soberbia, próspera y valiente, una lucida y gruesa compañía
que bien los españoles la han probado; y con designio y ánimo valiente
pero con cuanto digo, es diferente toma de Chile la derecha vía,
de la fiera nación, que, cotejado resuelto en acabar desta salida
el valor de las armas y excelencia, la demanda difícil o la vida.
es grande la ventaja y diferencia.
Viose en el largo y áspero camino
Los Ingas, que la fuerza conocían por hambre, sed y frío en gran estrecho;
que en la provincia indómita se encierra pero con la constancia que convino
y cuan poco a los brazos ganarían puso al trabajo el animoso pecho,
llegada al cabo la empezada guerra, y el diestro hado y próspero destino
visto el errado intento que traían, en Chile le metieron, a despecho
desamparando la ganada tierra, 455 de cuantos estorbarlo procuraron,
volvieron a los pueblos que dejaron, que en su daño las armas levantaron.
el cual divide a Penco del Estado,
Tuvo a la entrada con aquellas gentes que del Nibiquetén, copioso río,
batallas y reencuentros peligrosos y de otros viene al mar acompañado;
en tiempos y lugares diferentes, de donde con presteza y nuevo brío,
que estuvieron los fines muy dudosos; en orden buena y escuadrón formado
pero al cabo por fuerza los valientes paso de Andalicán la áspera sierra,
españoles, con brazos valerosos, pisando la araucana y fértil tierra.
siguiendo el hado y con rigor la guerra,
ocuparon gran parte de la tierra. No quiero detenerme más en esto,
pues que no es mi intención dar
No sin gran riesgo y pérdidas de vidas pesadumbre;
asediados seis años sostuvieron, y así pienso pasar por todo presto,
y de incultas raíces desabridas huyendo de importunos la costumbre;
los trabajados cuerpos mantuvieron, digo con tal intento y presupuesto,
do las bárbaras armas oprimidas que antes que los de Arauco a
a la española devoción trujeron servidumbre
por ánimo constante y raras pruebas, viniesen, fueron tantas las batallas,
criando en los trabajos fuerzas nuevas. que dejo de prolijas de contallas.

Después entró Valdivia conquistando Ayudó mucho el inorante engaño


con esfuerzo y espada rigurosa, de ver en animales corregidos
los promaucaes por fuerza sujetando, hombres que por milagro y caso extraño
curios, cauquenes, gente belicosa; de la región celeste eran venidos:
y el Maule y raudo Itata atravesando, y del súbito estruendo y grave daño
llego al Andalién, do la famosa de los tiros de pólvora sentidos,
ciudad fundó de muros levantada, como a inmortales dioses los temían
felice en poco tiempo y desdichada. que con ardientes rayos combatían.

Una batalla tuvo aquí sangrienta, Los españoles hechos hazañosos


donde a punto llegó de ser perdido; el error confirmaban de inmortales,
pero Dios le acorrió en aquella afrenta, afirmando los más supersticiosos
que en todas las demás le había acorrido: por los presentes los futuros males;
otros dello darán más larga cuenta, y así tibios, suspensos y dudosos,
que les está este cargo cometido: viendo de su opresión claras señales,
allí fue preso el bárbaro Ainavillo, debajo de hermandad y fe jurada,
honor de los pencones y caudillo. dio Arauco la obediencia jamás dada.
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De allí llegó al famoso Biobío Dejando allí el seguro suficiente
adelante los nuestros caminaron; a dar leyes, mandar, y ser temido,
pero todas las tierras llanamente, viéndose de su trono derribado
viendo Arauco sujeta, se entregaron; y de mortales hombres oprimido,
y reduciendo a su opinión gran gente, de adquirir libertad determinado,
siete ciudades prósperas fundaron: reprobando el subsidio padecido,
Coquimbo, Penco, Angol y Santiago, acude al ejercicio de la espada,
la Imperial, Villa- Rica y la del Lago. ya por la paz ociosa desusada.

El felice suceso, la vitoria, Dieron señal primero y nuevo tiento


la fama y posesiones que adquirían ( por ver con qué rigor se tomaría),
los trujo a tal soberbia y vanagloria, en dos soldados nuestros, que a
que en mil leguas diez hombres no tormento
cabían, mataron sin razón y causa un día;
sin pasarles jamás por la memoria disimulóse aquel atrevimiento,
que en siete pies de tierra al fin habían y con esto crecióles la osadía;
de venir a caber sus hinchazones, no aguardando a más tiempo,
su gloria vana y vanas pretensiones. abiertamente
comienzan a llamar y juntar gente.
Crecían los intereses y malicia
a costa del sudor y daño ajeno, Principio fue del daño no pensado
y la hambrienta y mísera codicia, el no tomar Valdivia presta enmienda
con libertad paciendo, iba sin freno: con ejemplar castigo del Estado;
la ley, derecho, el fuero y la justicia pero nadie castiga en su hacienda.
era lo que Valdivia había por bueno, El pueblo sin temor desvergonzado
remiso en graves culpas y piadoso, con nueva libertad rompe la rienda
y en los casos livianos riguroso. del homenaje hecho y la promesa,
como el segundo canto aquí lo expresa.
Así el ingrato pueblo castellano
en mal y estimación iba creciendo,
y siguiendo el soberbio intento vano,
tras su fortuna próspera corriendo; SEGUNDA PARTE
pero el Padre del cielo soberano
atajó este camino, permitiendo CANTO II
que aquel a quien, él mismo puso el
yugo, Pónese la discordia que entre los
fuese el cuchillo y áspero verdugo. caciques de Arauco hubo sobre
la elección del Capitán General, y el
El Estado araucano, acostumbrado medio que se tomó por el consejo
del Cacique Colocolo, con la entrada que antes dejará el sol de darnos lumbre:
por engaño los bárbaros que no, es su condición fijar la rueda,
hicieron en la casa fuerte de Tucapel, y la y es malo de mudar vieja costumbre;
batalla que con el más seguro bien de la Fortuna
los españoles tuvieron. es no haberla tenido vez alguna.

Muchos hay en el mundo que han Esto verse podrá por esta historia:
llegado ejemplo dello aquí puede sacarse,
a la engañosa alteza desta vida, que no bastó riqueza, honor y gloria
que Fortuna los ha siempre ayudado con todo. el bien que puede desearse
y dádoles la mano a la subida, a llevar adelante la vitoria;
para después de haberlos levantado, que el claro cielo al fin vino a turbarse,
derribarlos con mísera caída, mudando la Fortuna en triste estado
cuando es mayor el golpe y sentimiento el curso y orden próspera del hado.
y menos el pensar que hay mudamiento. la-araucana_6
La gente nuestra ingrata se hallaba
No entienden con la próspera bonanza en la prosperidad que arriba cuento,
que el contento es principio de tristeza; y en otro mayor bien que me olvidaba,
ni miran en la súbita mudanza hallado en pocas casas, que es contento:
del consumidor tiempo y su presteza; de tal manera en él se descuidaba
mas con altiva y vana confianza ( cierta señal de triste acaecimiento)
quieren que en su fortuna haya firmeza; que en una hora perdió el honor y estado
la cual, de su aspereza no olvidada, que en mil años de afán había ganado.
revuelve con la vuelta acostumbrada.
Por dioses, como dije, eran tenidos
Con un revés de todo se desquita, de los indios los nuestros; pero olieron
que no quiere que nadie se le atreva, que de mujer y hombre eran nacidos,
y mucho más que da siempre les quita, y todas sus flaquezas entendieron;
no perdonando cosa vieja y nueva; viéndolos a miserias sometidos
de crédito y de honor los necesita: el error inorante conocieron,
que en el fin de la vida está la prueba, ardiendo en viva rabia avergonzados
por el cual han de ser todos juzgados, por verse de mortales conquistados.
aunque lleven principios acertados.
No queriendo a más plazo diferirlo
Del bien perdido, al cabo) qué nos queda entre ellos comenzó luego a tratarse
sino pena, dolor y pesadumbre? que, para en breve tiempo concluirlo
Pensar que en él Fortuna ha de estar y dar el modo y orden de vengarse
queda, se junten a consulta a difinirlo:
do venga la sentencia a pronunciarse, Millarapué, aunque viejo, el cuarto vino
dura, ejemplar, cruel, irrevocable, que cinco mil gobierna de contino.
horrenda a todo el mundo y espantable.
Paicabí se juntó aquel mismo día,
Iban ya los caciques ocupando tres mil diestros soldados señorea.
los campos con la gente que marchaba: No lejos Lemolemo dél venía,
y no fue menester general bando, que tiene seis mil hombres de pelea.
que el deseo de la guerra los llamaba Mareguano, Gualemo y Lebopía
sin promesas ni pagas, deseando se dan priesa a llegar, porque se vea
el esperado tiempo que tardaba, que quieren ser en todo, los primeros;
para el decreto y áspero castigo gobiernan estos tres mil guerreros.
con muerte y destruición del enemigo.
No se tardó en venir, pues, Elicura
De algunos que en la junta se hallaron que al tiempo y plazo puesto había
es bien que haya memoria de sus llegado,
nombres, de gran cuerpo, robusto en la hechura,
que, siendo incultos bárbaros, ganaron por uno de los fuertes reputado:
con no poca razón claros renombres, dice que ser sujeto es gran locura
pues en tan breve término alcanzaron quien seis mil hombres tiene a su
grandes vitorias de notables hombres, mandado.
que dellas darán fe los que vivieren, Luego llegó el anciano Colocolo;
y los muertos allá donde estuvieren. otros tantos y más rige éste solo.

Tucapel se llamaba aquel primero Tras éste a la consulta Ongolmo viene,


que al plazo señalado había venido; que cuatro mil guerreros gobernaba.
éste fue de cristianos carnicero, Purén en arribar no se detiene:
siempre en su enemistad endurecido: seis mil súbditos, éste administraba.
tiene tres mil vasallos el guerrero, Pasados de seis mil Lincoya tiene,
de todos como rey obedecido. que bravo y orgulloso ya llegaba,
Ongol luego llegó, mozo valiente: diestro, gallardo, fiero en el semblante,
gobierna cuatro mil, lucida gente. de proporción y altura de gigante.

Cayocupil, cacique bullicioso, Peteguelén, cacique señalado,


no fue el postrero que dejó su tierra, que el gran valle de Arauco le obedece
que allí llegó el tercero, deseoso por natural señor, y así el Estado
de hacer a todo el mundo él solo guerra; este nombre tomó, según parece,
tres mil vasallos tiene este famoso, como Venecia, pueblo libertado,
usados tras las fieras en la sierra. que en todo aquel gobierno más florece,
tomando en nombre dél la señoría, con el calor del vino y la comida.
así guarda el Estado el nombre hoy día.
El audaz Tucapel claro decía
Este no se halló personalmente que el cargo del mandar le pertenece;
por estar impedido de cristianos; pues todo el universo conocía
pero de seis mil hombres que el valiente que si va por valor, que lo merece:
gobierna, naturales araucanos, ” Ninguno se me iguala en valentía;
acudió desmandada alguna gente de mostrarlo estoy presto si se ofrece,
a ver si es menester mandar las manos. ( añade el jactancioso) a quien quisiere;
Caupolicán el fuerte no venía, y a aquel que esta razón contradijere…”
que toda Pilmaiquén le obedecía.
Sin dejarle acabar dijo Elicura;
Tomé y Andalicán también vinieron, ” A mí es dado el gobierno desta danza,
que eran del araucano regimiento, y el simple que intentare otra locura,
y otros muchos caciques acudieron, ha de probar el hierro de mi lanza”.
que por no ser prolijo no los cuento. Ongolmo, que el primero ser procura,
Todos con leda faz se recibieron, dice: “Yo no he perdido la esperanza
mostrando en verse juntos gran en tanto que este brazo sustentare,
contento. y con él la ferrada gobernare”.
Después de razonar en su venida,
se comenzó la espléndida comida. De cólera Lincoya y rabia insano
responde: “Tratar deso es devaneo,
Al tiempo que el beber furioso andaba que ser señor del mundo es en mi mano,
y mal de las tinajas el partido, si en ella libre este bastón poseo”.
de palabra en palabra se llegaba “Ninguno, dice Angol, será tan vano
a encenderse entre todos gran ruido: que ponga en igualárseme el deseo:
la razón uno de otro no escuchaba, pues es más el temor que pasaría,
sabida la ocasión do había nacido; que la gloria que el hecho le daría”.
vino sobre cuál era el más valiente la-araucana_5
y digno del gobierno de la gente. Cayocupil, furioso y arrogante
la maza esgrime, haciéndose a lo largo,
Así creció el furor, que derribando diciendo: ” Yo veré quién es bastante
las mesas, de manjares ocupadas, a dar de lo que ha dicho más descargo:
aguijan a las armas, desgajando haceos los pretensores adelante,
las ramas al depósito obligadas; veremos de cuál dellos es el cargo;
y dellas se aperciben, no cesando que de probar aquí luego me ofrezco,
palabras peligrosas y pesadas, que más que todos juntos lo merezco”.
que atizaban la cólera encendida
“Alto, sús que yo aceto el desafío y ser en opinión grande tenidos,
(responde Lemolemo), y tengo en nada pues que negar al mundo no podemos
poner a nueva prueba lo que es mío, haber sido sujetos y vencidos?
que más quiero librarlo por la espada: Y en esto averiguarnos no queremos,
mostrar ser verdad lo que porfío, estando aún de españoles oprimidos:
a dos, a cuatro, a seis en la estacada; mejor fuera esa furia ejecutalla,
y si todos quistión queréis conmigo, contra el fiero enemigo en la batalla.
os haré manifiesto lo que digo”. la-araucana_7
“¿Qué furor es el vuestro, ¡oh
Purén, que estaba aparte, habiendo oído araucanos!,
la plática enconosa y rumor grande, que a perdición os lleva sin sentillo?
diciendo, en medio dellos se ha metido, ¿Contra vuestras entrañas tenéis manos,
que nadie en su presencia se desmande. y no contra el tirano en resistillo?
Y ¿quién a imaginar es atrevido Teniendo tan a golpe a los cristianos,
que donde está Purén más otro mande? ¿volvéis contra vosotros el cuchillo?
La grita y el furor se multiplica: Si gana de morir os ha movido,
quién esgrime la maza, y quién la pica. no sea en tan bajo estado v abatido.

Tomé y otros caciques se metieron “Volved las armas y ánimo furioso


en medio destos bárbaros de presto, a los pechos de aquellos que os han
y con dificultad los despartieron, puesto
que no hicieron poco en hacer esto: en dura sujeción, con afrentoso
de herirse lugar aún no tuvieron, partido, a todo el mundo manifiesto;
y en voz airada, ya el temor pospuesto, lanzad de vos el yugo vergonzoso,
Colocolo, el cacique más anciano, mostrad vuestro valor y fuerza en esto:
a razonar así tomó la mano: no derraméis la sangre del Estado
que para redimirnos ha quedado.
“Caciques, del Estado defensores,
codicia de mandar no me convida “No me pesa de ver la lozanía
a pesarme de veros pretensores de vuestro corazón, antes me esfuerza;
de cosa que a mí tanto era debida; mas temo que esta vuestra valentía
porque, según mi edad, ya veis, señores, por mal gobierno el buen camino tuerza;
que estoy al otro mundo de partida; que, vuelta entre nosotros la porfía,
mas el temor que siempre os he degolléis vuestra patria con su fuerza:
mostrado, cortad, pues, si ha de ser desa manera,
a bien. aconsejaros me ha incitado. esta vieja garganta la primera.

¿Por qué cargos honrosos pretendemos, “Que esta flaca persona, atormentada
de golpes de fortuna, no procura y es que en una provincia poderosa,
sino el agudo filo de una espada, en la milicia tanto ejercitada,
pues no la acaba tanta desventura. de leyes y ordenanzas abundosa,
Aquella vida es bien afortunada no hubiese una cabeza señalada
que la temprana muerte la asegura; a quien tocase el mando y regimiento,
pero a nuestro bien público atendiendo, sin allegar a tanto rompimiento.
quiero decir en esto lo que entiendo. la-araucana_8
Respondo a esto que nunca sin caudillo
“Pares sois en valor y fortaleza; la tierra estuvo, electo del senado.;
el cielo os igualó en el nacimiento; que, como dije, en Penco el Ainavillo
de linaje, de estado y de riqueza fue por nuestra nación desbaratado,
hizo a todos igual repartimiento; y viniendo de paz, en un castillo
y en singular por ánimo y grandeza se dice, aunque no es cierto, que un
podéis tener del mundo el regimiento: bocado
que este gracioso don, no agradecido, le dieron de veneno en la comida,
nos ha al presente término traído. donde acabó su cargo con la vida.

“En la virtud de vuestro brazo Pues el madero súbito traído,


espero que puede en breve tiempo (no me atrevo a decir lo que pesaba),
remediarse; que era un macizo líbano fornido
mas ha de haber un capitán primero, que con dificultad se rodeaba:
que todos por él quieran gobernarse; Paicabí le aferró menos sufrido,
éste será quien más un gran madero y en los valientes hombros le afirmaba;
sustentare en el hombro sin pararse; seis horas lo sostuvo aquel membrudo,
y pues que sois iguales en la suerte, pero llegar a siete jamás pudo.
procure cada cual de ser más fuerte”.
Cayocupil al tronco aguija presto,
Ningún hombre dejó de estar atento de ser el más valiente confiado,
oyendo del anciano las razones; y encima de los altos hombros puesto
y puesto ya silencio al parlamento lo deja a las cinco horas de cansado;
hubo entre ellos diversas opiniones: Gualemo lo probó, joven dispuesto,
al fin, de general consentimiento mas no paso de allí; y esto acabado,
siguiendo las mejores intenciones, Angol el grueso leño tomó luego,
por todos los caciques acordado duró seis horas largas en el juego.
lo propuesto del viejo fue acetado.
Purén tras él lo trujo medio día
Podría de alguno ser aquí una cosa y el esforzado Ongolmo más de medio;
que parece sin término notada, y cuatro horas y media Lebopía,
que de sufrirlo más no hubo remedio. con el gobierno, mando, y todo cuanto
Lemolemo siete horas le traía, a digno general era debido,
el cual jamás en todo este comedio hasta allí justamente merecido.
dejó de andar acá y allá saltando
hasta que ya el vigor le fue faltando. Ufano andaba el bárbaro contento
de haberse más que todos señalado,
Elicura a la prueba se previene, cuando Caupolicán a aquel asiento,
y en sustentar el líbano trabaja; sin gente, a la ligera, había llegado:
a nueve horas dejarle le conviene, tenía un ojo sin luz de nacimiento
que no pudiera más si fuera paja. como un fino granate colorado,
Tucapelo catorce lo sostiene, pero lo que en la vista le faltaba,
encareciendo todos la ventaja; en la fuerza y esfuerzo le sobraba.
pero en esto Lincoya apercibido
mudó en un gran silencio aquel ruido. Era este noble mozo de alto hecho,
varón de autoridad, grave y severo,
De los hombros el manto, derribando amigo de guardar todo derecho,
las terribles espaldas descubría, áspero y riguroso, justiciero;
y el duro y grave leño levantando, de cuerpo grande y relevado pecho,
sobre el fornido asiento lo ponía: hábil, diestro, fortísimo y ligero,
corre ligero aquí y allí mostrando sabio, astuto, sagaz, determinado,
que poco aquella carga le impedía: y en casos de repente reportado.
era de sol a sol el día pasado,
y el peso sustentaba aún no cansado. Fue con alegre muestra recebido,
aunque no sé si todos se alegraron:
Venía aprisa la noche, aborrecida el caso en esta suma referido
por la ausencia del sol; pero Diana por su término y puntos le contaron.
les daba claridad con su salida, Viendo que Apolo ya se había escondido
mostrándose a tal tiempo más lozana; en el profundo mar, determinaron
Lincoya con la carga no convida, que la prueba de aquél se dilatase
aunque ya despuntaba la mañana, hasta que la esperada luz llegase.
hasta que llegó el sol al medio cielo,
que dio con ella entonces en el suelo. Pasábase la noche en gran porfía
que causó esta venida entre la gente:
No se vio allí persona en tanta gente cuál se atiene a Lincoya, y cuál decía
que no quedase atónita de espanto, que es el Caupolicano más valiente;
creyendo no haber hombre tan potente apuestas en favor y contra había:
que la pesada carga sufra tanto: otros, sin apostar, dudosamente,
la ventaja le daban juntamente hacia el oriente vueltos aguardaban
si los febeos caballos asomaban. Por entre dos altísimos ejidos
la esposa de Titón ya parecía,
Ya la rosada Aurora comenzaba los dorados cabellos esparcidos
las nubes a bordar de mil labores, que de la fresca helada sacudía,
y a la usada labranza despertaba con que a los mustios prados florecidos
la miserable gente y labradores, con el húmido humor reverdecía,
y a los marchitos campos restauraba y quedaba engastado así en las flores,
la frescura perdida y sus colores, cual perlas entre piedras de colores.
aclarando aquel valle la luz nueva, la-araucana_9
cuando Caupolicán viene a la prueba. En el carro de Faetón sale corriendo
del mar por el camino acostumbrado:
Con un desdén y muestra confiada sus sombras van los montes recogiendo
asiendo del troncón duro y ñudoso, de la vista del sol, y el esforzado
como si fuera vara delicada, varón, el grave peso sosteniendo,
se le pone en el hombro poderoso. acá y allá se mueve no cansado,
La gente enmudeció, maravillada aunque otra vez la negra sombra espesa
de ver el fuerte cuerpo tan nervoso; tornaba a parecer corriendo apriesa.
la color a Lincoya se le muda,
poniendo en su vitoria mucha duda. La luna su salida provechosa
por un espacio largo dilataba;
El bárbaro sagaz de espacio andaba, al fin, turbia, encendida y perezosa,
y a toda prisa entraba el claro día; de rostro y luz escasa se mostraba;
el sol las largas sombras acortaba, paróse al medio curso más hermosa
mas él nunca descrece en su porfía; a ver la extraña prueba en qué paraba,
al ocaso la luz se retiraba y viéndola en el punto y ser primero,
ni por esto flaqueza en él había; se derribó en el ártico hemisfero.
las estrellas se muestran claramente,
y no muestra cansancio aquel valiente. Y el bárbaro, en el hombro la gran viga,
sin muestra de mudanza y pesadumbre,
Salió la clara luna a ver la fiesta venciendo con esfuerzo la fatiga,
del tenebroso albergue húmido y frío y creciendo la fuerza por costumbre.
desocupando el campo y la floresta Apolo en seguimiento de su amiga
de un negro velo lóbrego y sombrío: tendido había los rayos de su lumbre;
Caupolicán no afloja de su apuesta, y el hijo de Leocán, en el semblante
antes con mayor fuerza y mayor brío más firme que al principio y más
se mueve y representa de manera constante.
como si peso alguno no trujera. la-araucana_11
Era salido el sol, cuando el inorme
peso de las espaldas despedía, la prueba al parecer impertinente
y un salto dio en lanzándole disforme, en que Caupolicán se señalase,
mostrando que aún más ánimo tenía: y en esta dilación tan conveniente
el circunstante pueblo en voz conforme dándole aviso, a la elección llegase,
pronunció la sentencia y le decía: trayendo así el negocio por rodeo
” Sobre tan firmes hombros descargamos a conseguir su fin y buen deseo.
el peso y grave cargo que tomamos”.
Celebraba con pompa allí el senado
El nuevo juego y pleito difinido, de la justa eleción la fiesta honrosa,
con las más cerimonias que supieron y el nuevo capitán, ya con cuidado
por sumo capitán fue recibido, de dar principio a alguna grande cosa,
y a su gobernación se sometieron; manda a Palta, sargento, que, callado,
creció en reputación, fue tan temido de la gente más presta y animosa
y en opinión tan grande le tuvieron, ochenta diestros hombres aperciba
que ausentes muchas leguas dél
temblaban Fueron, pues, escogidos los ochenta
y casi como a rey le respetaban. de más esfuerzo y menos conocidos;
entre ellos dos soldados de gran cuenta
Es cosa en que mil gentes han parado, por quien fuesen mandados y regidos,
y están en duda muchos hoy en día, hombres diestros, usados en afrenta,
pareciéndoles que esto que he contado a cualquiera peligro apercibidos:
es alguna fición y poesía: el uno se llamaba Cayeguano,
pues en razón no cabe que un senado el otro Alcatipay de Talcaguano.
de tan gran diciplina y pulicía
pusiese una elección de tanto peso Tres castillos los nuestros ocupados
en la robusta fuerza y no en el seso. tenían para el seguro de la tierra,
de fuertes y anchos muros fabricados,
Sabed que fue artificio, fue prudencia con foso que los ciñe en torno y cierra,
del sabio Colocolo, que miraba guarnecidos de pláticos soldados
la dañosa discordia y diferencia usados al trabajo de la guerra,
y el gran peligro en que su patria andaba, caballos, bastimento, artillería,
conociendo el valor y suficiencia que en espesas troneras asistía.
deste Caupolicán que ausente estaba, la-araucana_12
varón en cuerpo y fuerzas extremado, Estaba el uno cerca del asiento
de rara industria y ánimo dotado. adonde era la fiesta celebrada;
y el araucano ejército contento,
Así propuso, astuta y sabiamente, mostrando no tener al mundo en nada,
para que la elección se dilatase, que con discurso vano y movimiento
quería llevarlo todo a pura espada; y en los vedados límites entraban.
pero Caupolicán más cuerdamente
trataba del remedio conveniente. El puente, muro y puerta atravesando,
miserables, los gestos afligidos,
Había entre ellos algunas opiniones algunos de cansados cojeando,
de cercar el castillo más vecino; mostrándose marchitos y encogidos;
otros, que con formados escuadrones pero dentro las cargas desatando,
a Penco enderezasen el camino: arrebatan las armas atrevidos,
dadas de cada parte sus razones, con amenaza, orgullo y confianza
Caupolicán en nada desto vino, de la esperada y súbita venganza.
antes al pabellón se retiraba,
y a los ochenta bárbaros llamaba. Los fuertes españoles salteados,
viendo la airada muerte tan vecina,
Para entrar al castillo fácilmente corren presto a las armas, alterados
les da industria y manera disfrazada, de la extraña cautela repentina,
con expresa instrucción que plaza y gente y a vencer o morir determinados,
metan a fuego y a rigor de espada, cuál con celada, cuál con coracina,
porque él luego tras ellos diligente salen a resistir la furia insana
ocupar los pasos y la entrada, de la brava y audaz gente araucana.
después de haberlos bien amonestado,
pusieron en efeto lo tratado. Asáltanse con ímpetu furioso
suenan los hierros de una y otra parte:
Era en aquella plaza y edificio allí muestra su fuerza el sanguinoso
la entrada a los de Arauco defendida, y más que nunca embravecido Marte;
salvo los necesarios al servicio de vencer cada uno deseoso,
de la gente española, estatuida buscaba nuevo modo, industria y arte
a la defensa della y ejercicio de encaminar el golpe de la espada
de la fiera Belona embravecida; por do diese a la muerte franca entrada.
y así los cautos bárbaros soldados
de heno, yerba y leña iban cargados. La saña y el coraje se renueva
con la sangre que saca el hierro duro:
Sordos a las demandas y preguntas ya la española gente a la india lleva
siguen su intento y el camino usado, a dar de las espaldas en el muro;
las cargas en hilera y orden juntas, ya el infiel escuadrón con fuerza nueva
habiendo entre los haces sepultado cobra el perdido campo mal seguro,
astas fornidas de ferradas puntas; que estaba de los golpes esforzados
y así contra el castillo, descuidado cubierto de armas, y ellos desarmados.
del encubierto engaño, caminaban la-araucana_13
Viéndose en tanto estrecho los al bramar de la res desamparada,
cristianos, que de lejos sin orden conocieron
de temor y vergüenza constreñidos, del pueblo y moradores apartada,
las espadas aprietan en las manos como los araucanos cuando oyeron
en ira envueltos y en furor metidos; del valiente español la voz osada,
cargan sobre los fieros araucanos partiendo más de ciento presurosos
por el ímpetu nuevo enflaquecidos; del lance y cierta presa codiciosos.
entran en ellos, hieren y derriban,
y a muchos de cuidado y vida privan. No porque tantos vengan temor tiene
el gallardo español, ni esto le espanta,
Siempre los españoles mejoraban antes al escuadrón que espeso viene
haciendo fiero estrago y tan sangriento por mejor recibirle se adelanta:
en los osados indios, que pagaban el curso enfrena, el ímpetu detiene
el poco seso y mucho atrevimiento; de los fieros contrarios, que con tanta
casi defensa en ellos no hallaban; furia se arroja entre ellos sin recelo,
pierden la plaza y cobran escarmiento: que rodaron algunos por el suelo.
al fin de tal manera los trataron
que afuera de los muros los lanzaron. De dos golpes a dos tendió por tierra,
la espada revolviendo a todos lados:
Apenas Cayeguán y Talcaguano aquí esparce una junta, y allí cierra
salían, cuando con paso apresurado adonde ve los más amontonados;
asomó el escuadrón caupolicano igual andaba la desigual guerra
teniendo el hecho ya por acabado; cuando los españoles bien armados
mas viendo el esperado efeto vano abriendo con presteza un gran postigo
y el puente del castillo levantado, salen a la defensa del amigo.
pone cerco sobre él, con juramento
de no dejarle piedra en el cimiento. Acuden los contrarios de otra parte,
y en medio de aquel campo y ancho llano
Sintiendo un español mozo que había al ejercicio del sangriento Marte
demasiado temor en nuestra gente, viene el bando español y el araucano;
más de temeridad que de osadía la primera batalla se desparte,
cala sin miedo y sin ayuda el puente, que era de ciento a un solo castellano:
y puesto en medio dél, alto decía: vuelven el crudo hierro no teñido
“Salga adelante, salga el más valiente: contra los que del fuerte habían salido.
uno por uno a treinta desafío, Arrójanse con furia, no dudando,
y a mil no negaré este cuerpo mío”. en las agudas armas de juntarse,
y con las duras puntas van tentando
No tan presto las fieras acudieron las partes por do más pueden dañarse:
cual los cíclopes suelen, martillando arriban a Purén, plaza segura,
en las vulcanas yunques, fatigarse, cubiertos de la noche y sombra escura.
así martillan, baten y cercenan,
y las cavernas cóncavas atruenan. Mientras esto en Arauco sucedía,
la-araucana_14 en el pueblo de Penco, más vecino
Andaba la vitoria así igualmente: que a la sazón en Chile florecía,
más gran ventaja y diferencia había fértil de ricas minas de oro fino,
en el número y copia de la gente, el capitán Valdivia residía,
aunque el valor de España lo suplía; donde la nueva por el aire vino,
pero el soberbio bárbaro impaciente que afirmaba con término asignado
viendo que un nuestro a ciento resistía, la alteración y junta de Estado.
con diabólica furia y movimiento
arranca a los cristianos del asiento. El común, siempre amigo de ruido,
la libertad y guerra deseando,
Los españoles, sin poder sufrillo, por su parte alterado y removido,
dejan el campo, y de tropel corriendo se va con este son desentonando:
se lanzan por las puertas del castillo, al servicio no acude prometido,
al bárbaro la entrada resistiendo, sacudiendo la carga y levantando
levan el puente, calan el rastrillo, la soberbia cerviz desvergonzada,
reparos y defensas preveniendo: negando la obediencia a Carlos dada.
suben tiros y fuegos a lo alto,
temiendo el enemigo y fiero asalto. Valdivia, perezoso y negligente,
incrédulo, remiso y descuidado,
Pero viendo ser todo perdimiento hizo en la Concepción copia de gente,
y aprovecharles poco o casi nada, más que en ella, en su dicha confiado;
de voto y de común consentimiento el cual, si fuera un poco diligente,
su clara destruición considerada, hallaba en pie el castillo arruinado,
acuerdan de dejar el fuerte asiento; con soldados, con armas, municiones,
y así en la escura noche deseada seis piezas de campaña y dos cañones.
cuando se muestra el mundo más quieto
la partida pusieron en efeto. Tenía con la Imperial concierto hecho
que alguna gente armada le enviase,
A punto, estaban y a caballo cuando al cual a Tucapel fuese derecho,
abren las puertas, derribando el puente donde con él a tiempo se juntase:
y a los prestos caballos aguijando resoluto en hacer allí de hecho
el escuadrón embisten de la frente, un ejemplar castigo, que sonase
rompen por él hiriendo y atropellando, en todos los confines de la tierra,
y sin hombre perder, dichosamente porque jamás moviesen otra guerra.
la-araucana_16
Pero dejó el camino provechoso,
y, descuidado dél, torció la vía,
metiéndose por otro, codicioso,
que era donde una mina de oro había,
y de ver el tributo y don hermoso
que de sus ricas venas ofrecía,
paró de la codicia embarazado,
cortando el hilo próspero del hado.

A partir (como dije) antes, llegaba


al concierto en el tiempo prometido,
mas el metal goloso que sacaba
le tuvo a tal sazón embebecido;
después salió de allí, y se apresuraba
cuando fuera mejor no haber salido.
Quiero dar fin al canto, porque pueda
decir de la codicia lo que queda.

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