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INDICE

INTRODUCCION............................................................................................................................. 2

LA REFORMA AGRARIA ................................................................................................................. 3

1. ANTECEDENTES ................................................................................................................. 3

2. LA REFORMA DE LA EDUCACION ...................................................................................... 5

3. LA INTERVENCION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ................................................ 6

4. LA POLITICA EXTERIOR...................................................................................................... 7

5. LECCIONES DE LA REFORMA AGRARIA............................................................................. 8

6. REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL .................................................................... 9

CONCLUCIONES ........................................................................................................................... 10

DECRETO LEY N° 17716……………………………………………………………………………………………………….11


INTRODUCCION

LA REFORMA AGRARIA PERUANA fue una de las más radicales de América del Sur. Las
condiciones internas para su realización se presentaron en los años cincuenta del siglo
recién pasado y fueron varias: (a) las migraciones del campo a la ciudad se
incrementaron significativamente, y en las clases urbanas acomodadas apareció el
temor a la formación de ‘cinturones de pobreza’ que empezaban a rodear las principales
ciudades; (b) las recurrentes y masivas manifestaciones reivindicativas de campesinos,
muchas de las cuales culminaron en la toma de tierras de las haciendas; (c) una extrema
concentración de la propiedad de la tierra, la pobreza omnipresente de la población
rural y la difusión de relaciones laborales precapitalistas, particularmente en la sierra;
(d) la necesidad de ampliar los mercados para una industria en gestación, que no podía
desarrollarse en un medio rural con esas características. La clase política conservadora,
reacia a la idea misma de una reforma agraria, se vio obligada a aplicar alguna forma de
intervención para modificar la estructura de la propiedad. Así, en las décadas de 1950 y
1960 una serie de hechos dieron inicio a la transformación del campo peruano.

La Reforma Agraria significó un proceso de modernización del país. Esta potenció


un proceso que ya se venía dando desde los años 50 y que Jürgen Golte había
descrito como el "desborde popular", en su estudio "Los caballos de Troya de los
conquistadores"(trabajo inscrito en la órbita del grupo que trabajaba con José
Matos Mar). Ello significaba el colapso de la República Aristocrática en el Perú y
un proceso de modernización que se expresó en la posibilidad de movilización
de un gran contingente de personas que se dirigieron a las grandes ciudades de
la costa para acelerar su dinamismo económico, además de la formación de una
cultura que se mueve entre la tradicional y la moderna.

La Reforma Agraria desencadenó una fuerza modernizadora sin precedentes en


el país, liberando a una mayor cantidad de personas del confinamiento de las
grandes haciendas y dotando a los procesos productivos de la economía en el
Perú de una fuerza nunca antes vista.Pero, además, cuando Sendero Luminoso
pone en marcha su aventura demencial se encuentra con la oposición de los
campesinos que ya habían pasado por ese proceso de modernización social. De
hecho, sin la Reforma Agraria, el desenlace de la lucha contra sendero pudo
haber sido muy distinto.
LA REFORMA AGRARIA

1. ANTECEDENTES

La Reforma agraria es un conjunto de normas legales tanto económicas como


sociales y legislativas. Estas tienen como propósito reestructurar la propiedad y
producción de las tierras.

La reforma agraria es considerada como la culminación de una larga lucha de los


campesinos por la tierra. El ideal que seguía era dar en propiedad a cada familia
campesina un área de cultivo que le sirviese para mantenerse y además producir
para el mercado nacional. La aplicación general de la reforma agraria consistía
en estatizar las tierras más productivas; expropiar, repartir y formar cooperativas
con las tierras de importancia secundaria. La necesidad de mantener los niveles
de producción demandaba que tras la expropiación de las tierras se continuara
con las economías de escala, la parcelación de las haciendas hubiera conducido
a la ruina de una industria agrícola.

En 1963, durante el gobierno de Ricardo Pérez Godoy y Nicolás Lindley, se


promulgó la Ley de bases para la Reforma Agraria. En 1964, durante el mandato
de Belaunde Terry, se publicó la Ley de Reforma Agraria, pero no incorporo las
extensas posesiones del norte peruano y tuvo inconvenientes para ser ejecutada.

El 24 de junio de 1969, durante el gobierno de Juan Velazco Alvarado, se


promulgó el Decreto Ley N° 17716, con el cual se inició el proceso. Esta se ejecutó
en su mayoría en la costa y en la sierra ya que había mayor población y por lo
tanto más áreas de uso agropecuario.

En su discurso con motivo de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria el 24


de junio de 1969, el general Juan Velasco Alvarado precisó los objetivos de la
misma, plasmados en los considerandos de la ley. En uno de los pasajes enfatizó
que la reforma agraria debería «poner fin a un injusto ordenamiento social que
ha mantenido a la pobreza y en la iniquidad a los que labran una tierra siempre
ajena y siempre negada a millones de campesinos» y que debía cancelar los
sistemas de latifundio, reemplazándolos «por un régimen justo de tenencia de la
tierra que haga posible la difusión de la pequeña y mediana propiedad en todo
el país». La reforma agraria se incluía en una propuesta estratégica más amplia:
«la reorientación de los recursos de capital hacia la industria…cuyo futuro
depende decisivamente de la creación de un cada vez mayor mercado interno de
alto consumo diversificado», conscientes del «inevitable destino industrial de
nuestra patria».

Este decreto se basa en un conjunto de normas que busca fundamentalmente


solucionar dos problemas principales:
 La concentración de la propiedad de la
tierra y la baja productividad agrícola.

La ley era más radical que las anteriores, pues no


sólo consideraba expropiable a las haciendas
tradicionales, sino a todo predio mayor de 150 ha
(tierra de cultivo bajo riego o equivalente) y a
predios menores que hubiesen incurrido en una
serie amplia de causales.

No era sólo que el gobierno mostraba su decisión


de afectar en primer lugar a los ‘barones’, sino que
además era la señal de que estaba dispuesto a
afectar aún a las empresas muy modernas, que no
sólo eran agrícolas sino que como industrias tenían
un peso importante en las economías regionales.

Sin embargo, el gobierno militar fue cuidadoso en subrayar que respetaban la


propiedad privada, y que por lo tanto los predios afectados serían expropiados,
no confiscados. Para tal efecto, el Poder Ejecutivo fue autorizado para emitir
bonos de la deuda agraria para financiar las expropiaciones.

El órgano encargado de dirigir la política de reforma agraria fue el Ministerio de


Agricultura, mientras que la ejecución estuvo a cargo de la Dirección General de
Reforma Agraria y Asentamiento Rural.

La reforma agraria fue aplicada en la costa y en la sierra. Aun cuando no alcanzó


a ser aplicada en la selva, en los años del gobierno militar se dieron dos normas
importantes desde el punto de vista del acceso a la tierra y de seguridad de la
tenencia. En 1974 el gobierno militar promulgó la Ley de Comunidades Nativas y
Promoción Agraria de las Regiones de la Selva Alta y Selva Baja, para regular el
acceso a la tierra en la región amazónica. La mayor contribución de esta ley fue
el reconocimiento del derecho de los asentamientos indígenas a la propiedad
legal de sus tierras. Esta ley (DL 20653) declaraba la tierra comunal indígena
como inalienable, imprescriptible e inembargable. Sin embargo, reconocía
derechos sobre la tierra solo a las comunidades nativas, es decir, a los
asentamientos locales y no a los pueblos indígenas en tanto pueblos originarios.

Según el censo agropecuario de 1972, el área de tierras de cultivo y de pastos


naturales del país era de 18.8 millones de hectáreas. De este total, el 38.3% fue
reformado. Pero estas cifras no reflejan el real alcance que tuvo la reforma
agraria, dada la gran diferencia en la calidad de los suelos expropiados y los
niveles de capitalización de las regiones.
Pese a todos los problemas, la implementación de la reforma logró quebrar la
dominación tradicional de los terratenientes sobre las comunidades, que era el
mayor factor que jugaba en contra de estas. Es difícil evaluar el avance
experimentado por los campesinos de manera cualitativa ya que la reforma abrió
ámbitos de decisión que habían estado fuera del alcance de las comunidades; lo
mismo ocurre con una comparación entre los salarios percibidos antes y después
de la reforma. Sin embargo, se puede ver que hubo una ampliación de los
servicios sociales de salud, educación y vivienda proporcionados por las
empresas.
Una de las críticas más duras a la reforma es que fue ‘anti comunera’, porque
formó empresas cooperativas con los antiguos trabajadores de hacienda en vez
de devolver la tierra a las comunidades campesinas que habían sido desplazadas
hacia tierras más pobres.

2. LA REFORMA DE LA EDUCACION

La reforma educativa fue dirigida por el general Alfredo Carpio Becerra. La


educación fue considerada como un factor decisivo para la consolidación de las
reformas estructurales, para una verdadera transformación de la sociedad era
necesaria una reforma educativa. En tanto la reforma educativa obedecía a las
transformaciones sociales que quería llevar a cabo del régimen, las metas de la
reforma educativa estuvieron ligadas a la política nacional de desarrollo y la
orientación política estatal. Es así que se promulga la Ley General de Educación
en 1972.

Desde el gobierno se hizo una crítica a los métodos tradicionales de enseñanza


que reproducían las relaciones de poder al poner énfasis en la superioridad
cultural de grupos dominantes. Como una transformación en la educación debía
estar seguida por una transformación en la sociedad, uno de los pilares de la
reforma fue la democratización de la educación, orientado al beneficio de la
población indígena, al buscar mayor igualdad en el acceso a las oportunidades
educativas.

Esta reforma creó en el Perú la educación inicial y especial, así como también el
bachillerato público y la enseñanza bilingüe para el quechua-hablante,
promoviendo la construcción de escuelas en varias zonas del país. Los
planteamientos de la reforma educativa fueron premiados en su oportunidad
por la Unesco El debate sobre la situación de la educación en el país se expandió
a la sociedad donde hubo una toma de conciencia sobre la ineficacia de las
instituciones educacionales.

La visión de la educación que se tenía en el gobierno incluía no solo al trabajo


realizado en los centros educativos, sino que se extendía a todo lo que influyera
en la formación de individuos. Así, hubo un énfasis en la necesidad de incorporar
a la comunidad al proceso educativo, lo que se vio reflejado en la creación
organismos como los Núcleos Educativos Comunales, cuyo principal motor era
incentivar la movilización y participación popular en la educación. La integración
de la comunidad en los esfuerzos educativos iba más allá de la escuela, se veía la
obra educativa como una responsabilidad colectiva.

Aunque la reforma puso por primera vez a la educación como parte importante
del discurso político, no hubo una correspondencia entre la participación social
planteada y la naturaleza de la reforma educativa en cuanto no lograron
consolidarse canales de participación fuertes. Además, las medidas planteadas
por la reforma tuvieron oposición tanto técnica como política. Sin embargo, el
legado dejado por la nuclearización educativa y los programas de educación
formal logró redefinir el papel de la educación en la sociedad.

3. LA INTERVENCION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En contraste con las otras reformas llevadas a cabo por el Gobierno


Revolucionario de las Fuerzas Armadas, la reforma de medios de comunicación
no estuvo contemplada en los documentos iniciales de la revolución29 si bien
desde inicios del régimen la prensa, la radio y la televisión sufrieron acciones
transformadoras.

El plan del gobierno militar hacia los medios de comunicación fue el de


expropiarlos y dárselos a otras instituciones. En el caso de la prensa, la gestión
de los periódicos fue a parar a sectores sociales organizados; la publicidad estuvo
sujeta a normas de control sin precedente. En tanto a la radio y la televisión, la
Ley de Telecomunicaciones de 1971 le dio potestad al Estado para participar en
la producción y supervisión de contenido por lo que estos medios tuvieron que
tuvieron que dar espacio a la presencia del Estado y la programación cultural y
educativa que este promovía. A diferencia de otros gobiernos militares en la
región, Velasco no buscó crear su propio órgano de expresión, sino que prefirió
transformar el sistema y poner a los medios a trabajar a su servicio.30 Si bien la
intervención Estatal en los medios tuvo gran alcance, en la práctica el gobierno
concentró su influencia en la prensa escrita, nacionalizando las
telecomunicaciones y encargando su administración a empresas públicas.31

En 1974, se confiscaron los medios de comunicación. Así, a la clausura de los


diarios Expreso, Extra, la revista Caretas y las radioemisoras Radio Noticias y
Radio Continente, se sumó la presión a los canales de televisión privados para
que vendieran el 51% de sus acciones al Estado (1971). Asimismo, en julio del
mismo año se expropiaron los periódicos La Prensa, El Comercio, Última Hora,
Ojo por medio del Decreto-Ley Nº 20681.

4. LA POLITICA EXTERIOR

Durante el gobierno de Velasco hubo una variación en la actitud tradicional del


Perú en cuanto a acción internacional e iniciativas. El gobierno revolucionario
logró revalorizar la imagen internacional del país, rompiendo el aislamiento
tanto político como diplomático en el que se había encontrado el país y
enfrentándose al que consideraban "imperialismo", aunque sin terminar de
romper las relaciones de dependencia que había con Estados Unidos.

Las tensiones con los Estados Unidos no se limitaron a la controversia de la IPC,


también hubo desacuerdos en torno a la tesis de las 200 millas. LA nueva política
exterior apuesta por el no alineamiento y el tercermundismo. Siguiendo la línea
de autonomía que era promovida por el gobierno, se establecen relaciones con
los países socialistas.3

La política intervencionista del Estado, si bien extiende las capacidades de


negociación del Estado, afectarán a la inversión extranjera. Según se iban
obteniendo reacciones positivas en el exterior y la aprobación del pueblo
favorecía al proyecto nacionalista, las medidas en política exterior comenzaron
a radicalizarse. La posición antiimperialista del gobierno se complementó con
una mayor acción regional.

La posición que asume Perú frente a los poderes imperialistas es respondida con
progresivo un aislamiento político en la región. Desde la caída del régimen de
Allende en 1973, evento que afectará los lazos bilaterales entre ambos países,
Perú se ve asilado en medio de gobiernos totalitarios de derecha. El contexto
latinoamericano de entonces sirve para alimentar los miedos a un conflicto
bélico que se traducirán en el armamentismo del gobierno de Velasco, aún en
medio de una situación económica desfavorable.

5. LECCIONES DE LA REFORMA AGRARIA

La reforma agraria es aún un tema controvertido, pues muchas de las personas que se
beneficiaron, así como de las que resultaron perjudicadas, todavía están activas. Sus
críticos subrayan el hecho de que:

(1) el agro se descapitalizó (con lo que se perdió parte de la infraestructura, de la


maquinaria y del conocimiento empresarial acumulado);

(2) la agricultura y la ganadería retrocedieron desde el punto de vista técnico (tanto en


software cuanto en hardware);

(3) no resolvió el problema de la extendida pobreza rural (aun hoy día 72,5 por ciento
de la población rural es pobre, y 40,3 por ciento extremadamente pobre; véase, en el
anexo, el cuadro 1);

(4) hubo falta de coherencia del modelo económico que, por un lado, distribuía las
tierras y, por el otro, subsidiaba las importaciones alimentarias que deprimían los
precios de los productos que ofrecían esos mismos beneficiarios de la reforma agraria.

Estos argumentos no son necesariamente rechazados por los defensores de la reforma


agraria, quienes dan prioridad a otros logros que más que compensarían los impactos
adversos mencionados, entre ellos:

(1) la reforma agraria fue un acto de justicia redistributiva, que permitió el acceso directo
a la tierra 4 Santos Granero, Fernando y Frederica Barclay: La frontera domesticada:
Historia económica y social de Loreto, 1850-2000. Lima: Pontificia Universidad Católica
del Perú, 2002, pp. 313-314. 14 FERNANDO EGUREN a un gran número de pobres
rurales;

(2) desplazó de la sociedad rural a los terratenientes tradicionales, eje del poder
“gamonal”, sustento de un orden semifeudal reaccionario y antimoderno;

(3) vinculado a lo anterior, dio un golpe definitivo a las relaciones serviles a las que
estaban sometidos centenares de miles de campesinos;

(4) contribuyó a democratizar la sociedad rural, e hizo así posible la incorporación de


millones de peruanos a la colectividad política y a la condición ciudadana. Aun hoy,
después de más de tres décadas, la posición respecto de la reforma agraria
implementada por el Gobierno Militar del general Velasco es utilizada para caracterizar
a las personas a partir de la opción ideológica neoliberal dominante.

Quienes defienden la reforma agraria son ubicados en el campo de los “estatistas”,


“populistas”, “cepalistas”, “antimodernizadores” y de los que tienen escasa fe en el
mercado. En resumidas cuentas, se los sitúa en el campo de lo obsoleto. En el Perú,
todavía la Constitución de 1979 consideraba que la reforma agraria era un proceso
permanente. La Constitución de 1993, promulgada por el Gobierno de Fujimori,
simplemente borró el término del texto. Aunque no puede esperarse una nueva reforma
agraria en el país, dado que la que se aplicó fue bastante radical y que hoy día no hay
mucha tierra que redistribuir, es útil rescatar las lecciones que pueden extraerse de ella
—algunas son obvias—, sobre todo en provecho de otras experiencias de reforma
agraria que están seguramente por venir en otros países:

a) Aprovechar los contextos favorables. En el caso peruano contribuyeron un conjunto


de factores externos (la Guerra Fría, la Revolución cubana, el apoyo estadounidense y
de organismos internacionales) e internos (emergencia de poderes urbanos,
debilitamiento de la clase terrateniente, intensos movimientos campesinos) para que la
reforma agraria se instalase sólidamente en la agenda política. b) Lograr una fuerte
voluntad política. Era indispensable: (a) una férrea voluntad política para que la reforma
agraria sea ejecutada; así como,

(b) una correlación de fuerzas políticas favorable (que el presidente Belaunde no tuvo
en 1964). La ausencia de ambas condujo a que un gobierno autoritario asumiese esta
tarea (en vista de las condiciones favorables mencionadas en el párrafo anterior).

c) La victoria sobre la pobreza no es un resultado natural. La redistribución de la tierra


entre campesinos pobres no trae como inevitable consecuencia ni el desarrollo
económico ni la derrota de la pobreza.

d) Debe garantizarse la difusión del know how empresarial. La pérdida del personal
técnico y gerencial que laboraba en las haciendas más modernas fue, cuando estas se
convirtieron en cooperativas de producción, una de las REFORMA AGRARIA Y
DESARROLLO RURAL EN EL PERÚ 15 razones principales para que ellas fracasasen. No
hubo una política decidida de formación de cuadros técnicos que reemplazasen a los
desplazados.

e) Las asociaciones de productores —cooperativas y otras— no deben ser impuestas,


sino creadas voluntariamente por ellos. La formación de asociaciones para la producción
—como las ya citadas CAP— requiere de una serie de condiciones para que tengan éxito.
Una de ellas es que deben surgir como respuesta a las necesidades de los propios
productores. En el caso del Perú, fue un modelo empresarial impuesto desde el
Gobierno Central. No hay nada inherente ni esencial a estas asociaciones que las hagan
mejores que otras formas de organización.

f) El apoyo estatal es indispensable. El apoyo del Estado es indispensable para la


ejecución de la reforma agraria y en los primeros años de realizada. Este soporte debe
ser económico, técnico y social, y ser sensible a las diferencias culturales.

g) Mayor atención a las señales del mercado. Buena parte del acceso a los factores de
producción estaban controlados por el Estado. Se abusó de los subsidios, que fueron
indiscriminados. Estos pueden ser importantes, pero solo si están bien orientados y si
tienen como referencia alguna propuesta estratégica.

h) Mayor coherencia en el modelo económico. Por un lado se distribuían tierras, pero


por otro las políticas tenían un sesgo finalmente pro industrial y pro urbano.

6. REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO RURAL

Establecer la conexión entre la reforma agraria y el desarrollo rural es una preocupación


relativamente reciente. Las reformas agrarias de la segunda mitad del siglo pasado
buscaron, es cierto, una distribución más equitativa de la tierra, pero respondieron
sobre todo a una estrategia de desarrollo urbano-industrial, en relación con la cual al
sector agrario le correspondía una posición subordinada, como proveedor de alimentos
baratos —el principal bien salario— para las ciudades, como generador de divisas
(gracias a la comercialización externa de productos de exportación hoy llamados
tradicionales), como abastecedor de insumos para la industria, y también como mercado
de los bienes industriales.

CONCLUCIONES
En síntesis, podemos decir que la reforma llevada a cabo por el gobierno de Velasco significó un
proceso tanto democratizador como modernización de la sociedad peruana, a pesar de lo que
digan los comentaristas de extrema derecha. De hecho, el enfoque de la derecha extrema y
dominante en el Perú está entorpeciendo la comprensión que necesitamos tener respecto del
proceso político de este país.

La reforma agraria peruana resultó radical en términos de redistribución de tierras, pero esa no
fue una condición suficiente para lograr el desarrollo rural. La reforma agraria ha dejado de ser
en el Perú un tema de agenda política y social. El fracaso de las empresas asociativas —CAP y
SAIS— y su posterior parcelación en unidades familiares consolidaron un campo con
abrumadora mayoría de pequeña agricultura. Sin embargo, el Estado no ha realizado mayores
esfuerzos para que esta sea viable en un contexto de liberalización de los mercados. Antes bien,
las políticas neoliberales se han orientado a estimular una agricultura que requiere de
inversiones imposibles de lograr no solo por la pequeña sino también por gran parte de la
mediana agricultura, y a orientar la producción hacia los mercados externos. Ello ha estimulado
también una concentración, todavía moderada, de la propiedad de la tierra, particularmente en
la costa, así como una concentración de la inversión. Hay un proceso de consolidación de una
nueva polarización, basada en la combinación de tierras y capitales.

Mientras lo anterior sucede básicamente en la costa, una parte importante del gasto público
orientado a las áreas rurales de las otras regiones —selva y sierra— tiene por propósito principal
aliviar la pobreza con transferencias antes que contribuir a la implementación de una estrategia
de desarrollo rural, con lo que ayudaría a consolidar las grandes distancias en el desarrollo
socioeconómico interregional.

Buena parte del “problema de la tierra” en el Perú está hoy referido más a las amenazas a los
derechos sobre los recursos de las poblaciones rurales pobres que a problemas propiamente
redistributivos. Las tierras comunales están amenazadas por los denuncios de grandes empresas
mineras y por las externalidades ambientales negativas; las de las poblaciones nativas, por
intereses madereros, petroleros y mineros, pero también por inmigrantes en busca, ellos
mismos, de mejorar su suerte; las de los pequeños agricultores, por las reglas implacables de un
mercado en el que están involucrados en inferioridad de condiciones. En este contexto, el
desarrollo rural es un objetivo inalcanzable.

El mercado no puede resolver estos problemas, pues en muchos casos forma parte de ellos. Su
resolución pasa por una intervención sostenida del Estado para reorientar el proceso de
modernización del campo en el contexto de un modelo global de desarrollo incluyente y
equitativo.

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