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Sobre el derecho a distorsionar la realidad

Partiendo por afirmar que mi intención no es escribir una apología a las drogas, me
permitiré reivindicar nuestro derecho a distorsionar la realidad en la que vivimos. 1
A primeras, ¿cuál es esa realidad que vivimos? Mi tesis es que nuestra realidad actual
resulta tan insatisfactoria y apremiante, que es posible hablar de una necesidad de
distorsionarla y desfigurar los límites que la conforman. ¿Por qué? Porque en una sociedad
cuyas relaciones intersubjetivas se intermedian por el dinero*, en cuyo seno el valor de una
persona de mide por su capacidad adquisitiva y productiva y las estructuras de dominación
mantienen a la mayoría de la población en un estado de constante enajenación, entonces al
menos deberíamos tener el derecho a ser nosotros quienes decidamos la forma de evasión.
Justamente aquella es una de las funciones posibles que cumplen las sustancias
generalmente ilícitas y normalmente denominadas como “drogas”. En específico, me estoy
refiriendo a aquellas drogas que tienen efectos sobre los sentidos y afectan la normal
percepción del entorno. Dado sus efectos, son perfectas vías de escape de la realidad y
cumplen la función de inmersión dentro de otros mundos ajenos a la existencia cotidiana
del hombre y mujer esquizoide del siglo 21.
Respecto a este punto, son importantes los fundamentos acerca de por qué la necesidad de
evadir y especialmente por qué hacerlo a través de medios que terminan siendo lo mismo
que la televisión, internet y los medios masivos de comunicación en general, es decir,
enajenantes. Sobre esto, hay que decir que evadir es claramente no la solución a los
problemas y grandes crisis espirituales que actualmente vivimos, en todos los planos, pero
ya que las grandes transformaciones que necesitamos como solución necesitan ser
sostenidas durante largo tiempo, es que concibo a ciertas drogas (descartando aquellas que
objetivamente conllevan un peligro para la salud humana) como parches para
momentáneamente hacer de esta realidad un lugar un poco mejor.
Terminando por aclarar que no se trata de pasársela constantemente en un estado de
enajenación voluntaria a través de sustancias, considero pertinente también referirme a otra
forma de distorsionar la realidad, que, aunque parecería obvia, no son tan obvias las
consecuencias de asumirla como un poderosos vehículo hacia otros mundos.
Muchas veces se habla de que leer es la forma más barata de viajar, y si bien esto es cierto,
no representa todas las consecuencias de concebir a la literatura y al arte en general como
formas de transformas el entorno que nos rodea. La inmersión en un libro no solo nos
presenta la oportunidad de entrada a un universo completamente nuevo, sino que también la
de extraer aquel universo y traerlo al nuestro. De manera explícita, me gustaría acuñar el
término de “artisificar” la realidad, como manera de expresar al arte en general como una
forma de concebir y vivir nuestra vida de manera distinta: más interesante, apasionada,
sagrada. Vivir como si nuestra existencia fuera una historia de una novela, como si nuestros

1
Por derecho entiendo una bandera de lucha; una reivindicación, no un derecho propiamente jurídico.
amores y desamores fueran versos de un poema o como si estuviéramos en el show de
Truman y hubiera un guion detrás, cámaras, luces y escenarios preparados para darle un
mayor sentido de espectacularidad y teatralidad a las cosas.
Puede parecer ridículo o una utopía, dada la triste realidad que es la vida moderna, pero ¿no
será más absurdo dejarse llevar en el gris y monótono de la monocolor existencia en el siglo
21? Artisificar la vida quiere decir, al revés de aquello que describía Baudelaire en su
Spleen, observar en la vida cotidiana los detalles que aparentemente se nos presentan como
insignificantes y como parte del aburrido espectáculo del diario vivir y mirar con más
calma; con detenimiento, que la realidad aparente esconde detalles valiosos, esconde
guiones de películas y pasajes de novelas, esconden momentos “de película” y momentos
de sincronización perfecta y como el disco de the pólice, sincronicidad.
Invertir el spleen implica una actitud literaria frente a la vida, y cinematográfica y poética.
Implica que ante el vacio y aburrimiento que a veces es la realidad, es posible distorsionar
los márgenes y desdibujar los contornos que separan la realidad de la ficción, y ficcionar la
vida, ficcionarla para hacer de la existencia una historia de cuentos borgeanos.

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