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La palabra castigo viene del verbo transitivo c astigar, derivado del latín
castigare, que significa penalizar, infligir daño, humillar.
Los padres castigan en busca de “controlar" la conducta del niño. Sin
embargo, no se dan cuenta del resultado a largo plazo. Puede ser que
detengan la conducta temporalmente, mientras los niños son pequeños, o
cuando están en su presencia. Pero no están atendiendo a la necesidad o
creencia que se esconde detrás de ese comportamiento.
Sería lo mismo que pretender solucionar el dolor de una persona con cáncer
con algún analgésico. No solamente no están atendiendo y corrigiendo el
problema, sino que además estarán provocando que cada día se convierta en
algo mayor, muchas veces con consecuencias altamente destructivas y
dañinas.
Algunas de las consecuencias a largo plazo del castigo son:
1. Retraimiento: afectando su autoestima o la imagen que tienen de ellos
mismos: “soy una mala persona”; o volviéndose escurridizos: “ para la
próxima no me agarrarán”.
2. Resentimiento: “los adultos son injustos. No puedo confiar en ellos”.
3. Rebelión: “les voy enseñar de lo que soy capaz”.
4. Venganza: “esta vez me ganaron, pero la próxima vez me vengaré”.
Por lo tanto, el castigo conlleva a que los niños no se hagan cargo o se
responsabilicen de su comportamiento, echándole la culpa a otros; enseña que
los errores son malos, generadores de culpa y castigo; enseña a solucionar los
problemas con violencia; enseña a no respetar a los otros ni a sí mismo.
Aunque para algunos padres sea difícil de admitir, muchas veces castigan con
el único propósito de “hacer pagar al niño por lo que hizo ”. Tal cual una
sanción o condena. Como una descarga de sus propios sentimientos de
venganza, que sólo buscan herir. O simplemente porque no saben qué otra
cosa hacer. En este sentido, el castigo, tiene un carácter meramente
punitivo, se enfoca es en el pasado. No enseña ninguna habilidad esencial para
la vida hacia el futuro, lo cual es fundamental en cuanto a disciplina se trata.
La palabra disciplina proviene del latín disciplina, la cual a su vez proviene del
verbo discere, que significa “aprender”, y del latín d iscípulo que se utiliza
para referirse a aquél que abraza, sigue, defiende, modela, las enseñanzas de
su maestro.
El mundo interno del niño, conformado por sus emociones, creencias,
necesidades, será el verdadero impulsor de su conducta. Por eso, una
Disciplina Positiva, basada en el respeto hacia la individualidad de su Ser,
atiende es a ese mundo interno. No a la conducta como tal, sino a la creencia
o necesidad que se encuentra detrás de esa conducta.
De esta forma, estaremos enseñando al niño a buscar en su interior la fuerza
motivadora que impulse su conducta, a ser el guardián de sí mismo, es decir, a
interiorizar la norma porque cree, confía y está convencido de ella, de sus
beneficios para él y los demás; a diferencia del sistema de castigos y
recompensas, que enseña a tener motivadores externos, y a falta de ellos, no
aparecerá la conducta esperada.
Ya sé, debes estar pensando, “a mi bastante que me castigaron y aquí estoy,
soy una persona de bien, con buenas costumbres, buenos valores, un miembro
útil de la sociedad . “
El castigo siempre deja secuelas. Por muy imperceptibles que parezcan.
Porque principalmente te dañan energéticamente. Te desconectan o te alejan
de tu Ser.
En este punto te invito revises amorosamente tu mundo interior y sabrás de
lo que hablo. Es como si cada castigo pusiera una cortina sobre esa lámpara
(que es tu verdadero Ser), hasta tal punto que ya no puedes sentir ese calor…
ese brillo… esa chispa…. que nos dan la alegría y el entusiasmo por vivir. Esa
chispa que te hace sentir toda tu grandeza. Entonces, te desconectas de tus
emociones, y puedes pensar que estar molesto, rabioso, frustrado, temeroso,
no es bueno, por lo tanto, no debe ser expresado.
Y aquí comienza un verdadero viacrucis en tus habilidades para comunicarte,
para defenderte en forma asertiva ante los demás. Sientes vacíos que no
sabes de dónde vienen. Tienes poca confianza en tí mismo. Fumas, bebes,
pero como éstas conductas son socialmente aceptadas, no pasa nada. O
actúas desde la violencia ante situaciones de estrés. O eres codependiente
en una relación de pareja. O tienes cualquier otra adicción. Y aquí puedo
seguir haciendo una lista interminable de conductas limitantes e
insatisfactorias, que tienen su verdadero origen en la interpretación que tu
niño interior hizo de su interacción con sus padres.
Pues con todo esto quiero decirte, que sí es posible todo lo contrario. Es
posible vivir una vida en la que nos sintamos plenos. No se trata de que vamos
a ser perfectos. Pero sí felices. Y todo comienza en el hogar. Enseñarle a los
niños habilidades y herramientas con las cuales ellos aprendan a
responsabilizarse de sus acciones, enfrentar en forma proactiva los
conflictos o problemas, ver los errores como oportunidades de aprendizaje,
desarrollar la empatía por el otro, desarrollar una conciencia social, y en fin,
tomar conciencia que dentro de ellos reposa un puerto seguro en el cual
siempre pueden reconfortarse en situaciones de estrés, creo que es lo más
poderoso que como padres podemos hacer para contribuir a construir un
mundo mejor.
Autor:
María Carolina Zambrano @porunanuevatierra.
BIO María Carolina Zambrano:
Certificada internacionalmente para educar a padres en Disciplina Positiva.
(www.positivediscipline.com). Coach Profesional. Experta en Programación
Neurolinguistica.
Enlaces a perfiles sociales: https://www.instagram.com/porunanuevatierra/
Etiquetas: Padres, Educación, Hijos, Crianza Respetuosa.
Categoría: FAMILIA.