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Marc Ribé
El término bypass espiritual fue acuñado por John Welwood hace más de treinta años.
Welwood explica el origen del problema: Una confusión entre el plano absoluto y el
plano relativo de la realidad. En el plano absoluto todos somos consciencia y amor
puros, no hay división ni lucha, todo es perfecto tal y como es. Muchas personas a lo
largo de la historia han coincidido al describir su experiencia en el plano absoluto.
Personas de diferentes épocas, culturas y tradiciones espirituales que han tenido la
experiencia de la no dualidad, la consciencia pura, la totalidad… Otras personas, sin
haberse bañando en el océano de lo absoluto, han tenido destellos, chispas, intuiciones
de esta experiencia de plenitud y unidad de todo con todo en la que se trasciende el ego
y se llega al ser.
Si somos honestos nos damos cuenta que en el plano relativo funcionan la personalidad
condicionada y el ego. Si no aceptamos esto tendremos problemas vitales importantes.
De hecho, incluso los que han tenido experiencias de lo absoluto, en el plano relativo a
menudo han continuado con problemas emocionales, egoicos y de personalidad sin
resolver.
Pongamos un ejemplo. Una persona con graves problemas de ira sin resolver se
incorpora a un grupo espiritual cuyo mensaje es “tu eres amor, todo es amor”. Es un
grupo sincero y bien intencionado en el que se siente segura, envuelta de mensajes
positivos y de un cálido compañerismo. Sin embargo el tiempo pasa y por más que se
repite a sí misma “todo es amor, yo soy amor” su problema de ira no resuelto sigue
latente saliendo de vez en cuando a la superficie en forma de explosiones de rabia.
Cuando esto pasa se siente muy culpable y vive una contradicción interna desgarradora,
una escisión entre su realidad (el problema de ira) y su ideal (todo es amor) lo cual la
hace vivir en un estado de violencia interior continua. Este es un ejemplo común de
bypass espiritual.
El problema de esta persona no es la ira. La ira es una emoción común a todos los seres
humanos. El error es no contactar con la ira para poder gestionarla de manera adecuada.
El error es intentar saltársela y negarla, algo que nunca funciona. Nuestra vida, nos
guste o no, transcurre en el plano relativo y condicionado.
Héctor Ibáñez
Dentro del camino llamado "espiritual", algunas veces nos olvidamos de una de las
miradas más profundas en este camino: El Desapego. Elevamos esta sensación con
miedo, hasta que nos aferramos a lo que nos da la ilusión de estar a salvo, evitando así
los momentos de silencio, reflexión o des-aprendizaje.
Tanto de forma inconsciente como muchas otras veces de manera consciente, huimos de
aquello que nos provoca sufrimiento, dolor o mal estar. En la apertura del camino
espiritual nos encontramos con lo que reprimimos, lo que nos da miedo, el dolor que
guardamos en nuestro interior. Si en esta experiencia intentamos reprimir el miedo que
de forma natural podemos sentir al descubrirnos, podemos usar estas creencias o
prácticas para evadirnos, por ejemplo:
De forma general en muchos casos la persona evita hablar de sí mismo, así se evade y
comienza a hablar de los demás.
Tal vez hay muchos conceptos que aumentan en exceso el camino espiritual. La
espiritualidad no es un intenso y profundo Nirvana o un subidón de paz interior. La
espiritualidad es un camino emocional, profundo e interior, un despertar de la llama que
arde en cada uno de nosotros, una llama que nos regala la luz y el calor para contemplar
y experimentar la consciencia que nace en nosotros.
Los "debería" y los "tengo que", nos hacen juzgar la vida y sobre todo a nosotros
mismos desde una visión auto-degradante. Empezamos a ver lo que es bueno y malo,
espiritual o no, alejándonos de nuevo del profundo sentido de la espiritualidad, la que
comprende que todo sendero contribuye a la conciencia y al despertar.
Hasta aquí, podemos resumir que la principal causa del bypass espiritual es el miedo al
dolor y cuanto más lo reprimimos o lo evitamos, más oscuro de vuelve. Por si fuera
poco, también esperamos a que el dolor se valla sólo y lo dramatizamos, comenzando
así a sufrir.
Dejemos la frase de: "Para sanar cualquier dolor, primero tenemos que entrar en
él" Si caminamos con el dolor, nos dejamos sentir en él, expresamos y tomamos
conciencia de él, automáticamente se hace más liviano, llegando a poder ser libres a
través del dolor que intentábamos reprimir y luego, vemos que era más grande el miedo
y la ilusión de este, que el propio dolor.
Me gustaría subrayar que cuando hablo de "dolor", me refiero a aquello que preferimos
no ver y sentir, lo que decidimos reprimir, desde una experiencia hasta un pensamiento.
Como hemos visto, la evasión espiritual son un conjunto de creencias y actitudes para
no enfrentar nuestro dolor. Es como negar nuestro "lado oscuro".
En muchas ocasiones, el bypass espiritual se da en los senderos que luchan contra el ego
y desean fervientemente erradicarlo. Uno de los primeros movimientos puede ser
contemplar el ego como otra oportunidad más para aprender e integrar en nuestro ser.
Dentro de la evasión del dolor, se encuentra una evasión más sutil: Evitar reconocer
nuestra vulnerabilidad, es decir, nuestra corporalidad humana, nuestra infancia, nuestra
inocencia, etcétera. Vemos la vulnerabilidad como debilidad y nada tiene que ver.
Contemplamos esto de manera negativa y al mismo tiempo, cogemos una posición
negativa ante nuestra negatividad, entrando de nuevo en el bypass de represión
emocional.
La rabia, el miedo, el asco... las tachamos de negativas, tal vez porque nos dan miedo
expresarlas y no nos permitimos sentirlas, pero sin embargo todos las sentimos. El
conflicto llega cuando tenemos miedo de la rabia, miedo del miedo, asco de la rabia,
rabia de tener miedo... Y esto, que comienza como una pequeña bola de nieve, va
girando y girando, hasta que se hace incontrolable, surgen momentos de ira, depresión,
estrés, enfermedades... No son las emociones, es lo que decidimos hacer con las
emociones lo que nos lleva a callejones oscuros, de aquí la gran necesidad de abordar el
Bypass Espiritual.
Desde que me atreví y me permití abrirme a sentir, cada vez que estoy hablando con
alguien, siento la misma sensación, pero ya no es incómoda, ahora es como el recuerdo
de que puedo elegir, huir de lo que la vida me regala, o aceptarlo y usarlo para seguir
caminando.