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Reiteramos que la violencia contra las mujeres es una de las formas de violencia que
afecta y ha afectado a lo largo de la historia al grupo humano más amplio, entre todos los
que sufren violencia a partir de sus características naturales o culturales.
Las mujeres no son sólo anuladas y violentadas físicamente, sino que, incluso antes de
esa violencia física, e incluso si no es ejercida, las distintas formas de aniquilación
simbólica ya han actuado preparando a las personas para aceptar el statu quo reinante
entre mujeres y varones, y además incitándolas a considerar que son así por mandato
natural o divino, y que por ende son inevitable.
Conceptos
La Actitud filosófica:
Toda persona es pensamiento pero el mismo no se da cuenta de esta realidad natural; el
pensar corporal o física; por ejemplo, si tú dices intuyo significa que algo percibes de ti o de
fuera de ti pero al mismo tiempo ya lo estas sintiendo, y esto que sientes o que lo tienes lo
empiezas a pesar en ti; esto es una actitud filosófica.
Modelo conductual:
Entiende que tanto la conducta normal como anormal es aprendida, de manera que los
factores heredados son secundarios. Desde este modelo la víctima, percibida como una
persona desequilibrada, es la responsable de originar problemas.
Modelo cognitivo:
Las cogniciones son formas de expresión verbal como imágenes basadas en
actitudes o supuestos desarrollados desde experiencias tempranas.
Modelo psicodinámico:
Concibe al hombre dominado por fuerzas instintivas, enfatizando sus logros
como lo más importante.
Modelo interaccional comunicacional:
Desde esta aproximación, la conducta violenta guarda una estrecha relación con actitudes
de hostilidad, con el estado emocional de ira, con los trastornos de personalidad, con la
presencia de factores precipitantes como son el consumo de sustancias, con la percepción
de vulnerabilidad de la víctima y con el refuerzo de conductas violentas previas.
Perspectivas filosóficas
Según mi opinión tradicionalmente se ha pensado siempre que las mujeres son mujeres
sin más, mientras que los varones, para ser verdaderamente hombres, tienen que ganarse
ese título, que sólo pueden concederle otros hombres, por cierto, mediante un plus, un
algo más que los eleva a ese codiciado estatus: la virilidad, la hombría.
En El Segundo Sexo
Desde mi punto de vista esta perspectiva explica las relaciones mujer/varón mediante la
noción de alteridad en su doble sentido, explicitándolas en función de la dialéctica
hegeliana de las conciencias, la llamada dialéctica del Amo y el Esclavo en la
Fenomenología del Espíritu.
Nos invita a darnos cuenta de que los discursos teóricos sobre la igualdad, ya sea que se
afirme o que se demande, han servido para ocultar la desigualdad cultural e histórica, en
la experiencia concreta, afectando particularmente a los grupos de personas que se
encuentran en los niveles más bajos de la escala social, o que sufren un mayor grado de
marginación y subordinación.