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en las Escrituras
lj en la historia
Kenneth A. Strand
EDITOR
El reposo sabático ha formado parte signifi
cativa de la tradición judeocristiana desde la
antigüedad. Sin embargo, los anales históricos
revelan que durante los primeros siglos de nues
tra era otro día, el domingo, primer día de la
semana, fue, de algún modo adquiriendo re
levancia en el culto cristiano. Las fuentes do
cumentales del siglo V registran que se realiza
ban ceremonias religiosas tanto en sábado como
en domingo. A la vez se iba haciendo cada
vez más hincapié en el reposo dominical, lo cual acabó determinando una
generalizada suplantación del sábado por el domingo en toda Europa.
Este reemplazo se completó en el siglo VI. Con la Reforma protestante del
siglo XVI surgieron en Europa varios puntos de vista sobre ese reposo
«sabático»* dominical. Los reformadores más prominentes «desabati-
zaron» el domingo y hasta llegaron a la conclusión de que cualquier día
de la semana resultaba adecuado para los oficios religiosos. No obstan
te, mantuvieron el domingo para realizar los servicios religiosos semanales
por razones puramente prácticas: ser el día observado tradicional y co
múnmente.
El presente volumen consigna con detalle el relato de los cambios históri
cos, desde los primeros registros bíblicos hasta la actualidad. Además, hay
varios capítulos dedicados a perspectivas teológicas actuales sobre el sába
do y el domingo. Este libro está dividido en tres secciones: Parte I, «El sá
bado y el domingo en el período bíblico»; Parte II, «El sábado y el domin
go en la historia de la iglesia cristiana»; y Parte 331, «Teología del sábado». En
cierto sentido, cada parte es un todo en sí misma, aunque ha sido dispuesta
de modo que el volumen pueda ser leído con provecho de principio a fin.
El sábado en las Escrituras y en la historia no solo es una obra fundamental
de referencia, por toda la información que ofrece, sino que además su lectu
ra resulta placentera para todos los interesados en este tema tan relevante.
* En español «sabático» en sentido de «reposo» se usa casi exclusivamente en «año sabático».
En otros idiomas (por ej., sabbath en inglés, sabbaten francés) el concepto de «sabático» se
aplica especialmente al día de reposo religioso semanal, y el sábado tiene un nombre de
origen y sentido diferente en el lenguaje corriente ( Saturday, sammedí). Conviene tener
esto en cuenta al leer una traducción de un texto referido al día de reposo.
El sábad о
en las Escrituras y en la historia
C lási cos del
Kenneth A. Strand
EDITOR
O
GEMA EDITORES
IA D PA
Título ilc In obra original en ingles: Ihe Sabbath in Scripture and History
(O 19S2 General Conference of Seventh-day Adventist
E l sábado en las E scrituras y en la historia
es una coproducción de
O
IADPA
Inter-American Division Publishing Association®
2905 NW 87 Ave. Dorai, Florida 33172, EE. UU.
tei. 305 599 0037 - fax 305 592 8999
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Vicepresidente Editorial Francesc X. Gelabert
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Vicepresidente de Finanzas Saúl Ortiz
Traducción
Cantábriga, SC
Edición
J. Vladimir Polanco
Diseño de la portada
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Diagramación
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' Copyright © 2014
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reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación), su tratamiento infor
mático y su transmisión, ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia o por cualquier otro medio,
sin permiso previo y por escrito de los editores.
En las citas bíblicas, salvo indicación en contra, todos los destacados (cursivas, negritas) siempre
son del autor o el editor.
ISBN: 978-1-61161-294-3 tapa dura
ISBN: 978-1-61161-389-6 rústica
Impresión y encuadernación
Panamericana Formas e Impresos S.A.
Impreso en Colombia
//j;
C lásicos del ^ A dventismo
VI
Parte III: Teología del sábado
Capítulo XIV.................................................... ............................................365
El sábado en la teología judía moderna (Roy Branson)
Capítulo X V ..................................................... ............................................383
Teologías contemporáneas del sábado (Hans K. LaRondelle)
Capítulo XVI.................................................... ............................................409
Reflexiones sobre una teología del sábado (Raoul Dederen)
Apéndices
Apéndice A ...................................................................................................................... 429
La semana planetaria en el occidente romano (S. Douglas Waterhouse)
Apéndice B .......................................................................................................................455
El sábado y el domingo entre los siglos II y V (Kenneth A. Strand)
Apéndice C .......................................................................................................................469
Sobre tener en más estima un día que otro: Romanos 14: 5,6
(Raoul Dederen)
Apéndice D ................................................... .....................................477
Los «sábados» de Colosenses 2:16,17 (Kenneth H. Wood)
Apéndice E ........................................ .....................................483
Nota sobre Hebreos 4: 4-9 (Roy Graham)
Apéndice F ........................................ .....................................487
El «día del Señor» en el siglo II (Kenneth A. Strand)
Apéndice G ....................................................................................................................497
Joseph Bates y la teología sabática adventista del séptimo día
(C. Mervyn Maxwell)
Apéndice H ....................................................................................................................515
El sábado en un mundo redondo
(Raymond R Cottrelly Lawrence T. Geraty)
Vil
Prefacio
Han transcurrido muchos años desde la publicación de la monumental
cuarta edición del libro History ofthe Sabbath and First Day of the Week [His
toria del sábado y del primer día de la semana], de J. N. Andrews y L. R.
Conradi (publicado en 1912 por la Review and Herald Publishing Asso
ciation). Esa importante obra lleva mucho tiempo agotada y los ejemplares
de segunda mano se ponen a la venta muy de tarde en tarde.
Por lo tanto, se ha sentido de la necesidad de producir un nuevo libro
que aborde exhaustivamente los dos días principales del culto cristiano.
Esta necesidad se ha visto amplificada por el hecho de que, desde 1912, ha
salido a la luz una cantidad considerable de nueva información que mere
ce atención.
La obra actual difiere de la de Andrews y Conradi en al menos dos as
pectos significativos. En primer lugar, representa un empeño colectivo de
casi veinte especialistas, cada uno de los cuales aborda una porción limi
tada del tema en su conjunto. Este hecho por sí solo comprende implica
ciones obvias en lo que respecta a la autoridad y la fiabilidad de esta nueva
publicación.
En segundo lugar, el presente libro trata ciertas áreas importantes no
abordadas, o cubiertas solo de forma muy somera, por Andrews y Conradi.
Por ejemplo, en el presente volumen se dedica un capítulo entero (el capí
tulo 4) al tipo de observancia judía del sábado que fue contemporánea con
el surgimiento de la iglesia cristiana, y tres capítulos (los capítulos 14-16)
presentan perspectivas teológicas. Además, diversos apéndices amplían y, a
la vez, profundizan la cobertura, como también lo hace la cantidad conside
rable de datos recién investigados tratados en varios de los capítulos.
En un sentido muy real, esta publicación es una obra pionera, porque los
autores se han esforzado en sondear las fronteras del conocimiento. Como
ocurre inevitablemente cuando uno se adentra en territorios ignotos, el te
rreno no cartografiado deja lagunas de conocimiento. Estas tienen que ser
resueltas por el historiador con una reconstrucción tan plausible como per
mitan los datos. Precisamente en tales casos, puede surgir en ocasiones lige
ras diferencias de opinión, pero tales diferencias no son medulares ni cru
ciales para la significación de la imagen de conjunto que se presenta.
Debería observarse, además, que una obra de múltiple autoría de esta
naturaleza da como resultado, inevitablemente, cierta duplicación o solapa-
miento del material. El editor y la editorial han puesto todo su empeño en
IX
minimizar tal duplicación, insertando referencias cruzadas en lugares apro
piados del texto. Cuando el material duplicado ha sido esencial para la línea
argumental particular del autor, se ha mantenido, aunque a veces de forma
sustancialmente reducida.
Puede que al lector le parezca que este volumen es excepcionalmente
grande, y lo es, no cabe duda. Sin embargo, la riqueza de material del tema
es aún mayor, y los autores se han atenido a las limitaciones de páginas que
se les impusieron. No obstante, su empeño ha sido tocar todos los puntos
esenciales. Además, han escrito de tal forma que se logre un equilibrio entre
amplitud y profundidad de cobertura. Para el lector que esté interesado en
información adicional, las muy detalladas notas de cada capítulo proporcio
nan referencia a abundantes fuentes que pueden ser exploradas.
Por comodidad, se ha dividido el texto principal en tres secciones (véase
la Introducción, página xxvii).
Deseo expresar mi profunda gratitud a cada uno de los autores y a mu
chas otras personas que, como lectores, participantes en el proceso de pro
ducción o de otras formas, han desempeñado un papel vital a la hora de
hacer posible este volumen.
Entre esas «muchas otras personas», varias merecen mención especial.
El genio y la inspiración de este volumen de autoría múltiple vinieron de
Raymond F. Cottrell cuando era editor de libros de la Review and Herald
Publishing Association. El puso en marcha el proyecto y se encargó del
mismo en sus etapas iniciales. Aunque el Dr. Cottrell se jubiló mucho
antes de la finalización del proyecto, en su retiro ha seguido aportándole su
útil consejo y preparó, sobre la marcha, uno de los capítulos y uno de los
apéndices.
El largo y tedioso proceso de verificación ha estado en las capaces manos
de Shirley Welch, que también ha colaborado en diversos aspectos adicio
nales del proceso editorial. La Señorita Welch también es responsable de la
simplificación del método de citas de fuentes y de la lista de abreviaturas
que aparece al comienzo del volumen.
Jeanne James, mi secretaria, dio a todo el manuscrito una lectura crítica y
verificó en especial la necesidad de referencias cruzadas. Además, la Sra. James
pasó muchas horas mecanografiando reiteradas veces la copia manuscrita.
En último lugar, si bien no menos importante, debe hacerse mención de
Raymond H. Woolsey, quien sucedió al Dr. Cottrell como editor de libros
de la Review and Herald; asumió con entusiasmo la responsabilidad de este
x
proyecto y le dio su apoyo generosamente con su tiempo y su pericia. De
hecho, los últimos años Woolsey viene dando su atención capaz, cuidadosa
y constante a una multitud de detalles, grandes y pequeños, necesarios para
Li culminación satisfactoria de este volumen, y su continua disposición a
;iyudar y alentar al editor y a los autores del volumen se agradecen muy
pro fundamente.
A todos los anteriores y a todos los demás que han desempeñado cual
quier papel en hacer posible este volumen, expreso mi profundo reconoci
miento y mi gratitud.
Kenneth A. Strand
Editor
XI
Nota sobre esta edición en español
A menudo, traducir un texto de una lengua a otra conlleva más que una
inct.i conversión de las palabras. En el caso que nos ocupa ha sido necesa-
i ii i, .ulcinás, realizar las siguientes adaptaciones:
• l,n las citas bíblicas, utilizar, de entre todas las traducciones de prestigio
disponibles en español, aquella que se aproximase más a la manera en
l.i que vertía los versículos oportunos al inglés la versión utilizada por
lo s autores en cada caso. No obstante, el lector debe ser consciente de
que aunque hay varias traducciones excelentes de la Biblia al español, al
inglés y a muchos otros idiomas, no siempre resulta posible encontrar
una versión que transmita exactamente los mismos matices que otra
ilaila, en el mismo idioma o en cualquier otro.
• C'liando al traductor le constaba la existencia de una versión española
equivalente de la bibliografía citada en el original inglés, se ha citado
directamente de aquella, y, cuando en el original figuraba la fecha de
publicación de un cierto libro, en la traducción figura la fecha de publi-
i ai ion de la edición española correspondiente.
• l'ln el caso de los libros citados en el original inglés a cuya versión
española el traductor no tenía acceso (por ejemplo, por no existir tal
versión), se ha conservado siempre el título original (normalmente en
inglés).
• Esta obra tiene un cierto nivel de erudición y, en ocasiones, hace uso de
vocablos hebreos, árameos, griegos y latinos. La versión original emplea
niempre transcripciones aproximadas al alfabeto latino, en cursiva, a la
hora ile representar vocablos de las tres primeras lenguas apuntadas
anteriormente. Con el fin de facilitar el estudio a los lectores que co
nozcan esas lenguas, la dirección editorial de esta versión en español
decidió que en esta traducción se utilicen tipografías especializadas que
representen fielmente el alefato hebreo (con la puntuación masorética
correspondiente) y el alfabeto griego. Los vocablos así representados
Micmpre van seguidos por una transcripción a caracteres latinos dotados
Mmenudo de diversos signos diacríticos encima o debajo de la letra
oportuna, que sirven para diferenciar entre sonidos parecidos. En es-
tWN transcripciones no se representan los acentos politónicos griegos.
XIII
Cuando el lector vea tales tipografías especializadas, debe saber que
representan un añadido, o una sustitución, de lo que en la versión ori
ginal se representaba mediante una transcripción menos completa. A
continuación se explican las equivalencias entre los signos originales y
los transcritos, y se presenta también una equivalencia fonética aproxi
mada de los mismos.
El alefato hebreo.
Transcripción y pronunciación aproximada
Conso Nom Trans
nante bre cripción Pronunciación aproximada
Más o menos equivalente a una hache muda, como
X álef en honesto
.a b B, como en burro
bet V francesa o inglesa, como en very
a b
2 g G, como en gato
guímel Un sonido algo más suave que la pronunciación
3 g castellana de la g de gente, similar a las erres guturales
francesas o alemanas
i d D, como en dátil
dálet El sonido consonante inicial del artículo inglés the
i d
n hei h H aspirada, como en el inglés house
i vav w W inglesa, como en window. Es una semivocal más o
menos equivalente a u
r záyin z S con vibración de las cuerdas vocales, como las de la
palabra inglesa houses
n je* h ] castellana, como en juicio
T, parecido a taza, pero pronunciada poniendo la len
gua inmediatamente detrás de los incisivos Superiores,
¡3 tet t al comienzo del paladar, como el sonido final del
ihglés asked
yod y Y, como en ya, o i, como en Israel
k K, como en kilo
kaf El sonido fuerte del grupo ch en alemán, como en
k Buchy parecido a la jota castellana
b lámed 1 L, como en león
a mem m M, como en mesa
3 nun Í1 N, como en novia
X IV
Conso Nom Trans
nante bre cripción Pronunciación aproximada
0 sámej s S sin vibración de las cuerdas vocales, como en sal
Hache fuertemente aspirada. En realidad, es un soni
'J áyin c
do gutural áspero sin equivalencia en español
2 P P, como en pan
pe F, como en fuego
2 P
Una especie de ese silbante, como la onomatopeya
X tsade s para imitar el sonido bucal de una serpiente que se
defiende
p i° f <7 como en queso
resh r R no inicial, como en cara
sin s S sin vibración de las cuerdas vocales, como en sal
2? shin s El sonido inicial de la palabra inglesa shell
n t T interdental, como en taza
tau El sonido consonante inicial de la palabra inglesa
n t thing, como una zeta castellana
Observaciones básicas:
1. En hebreo no hay distinción entre mayúsculas y minúsculas.
2. Como indica la tabla anterior, el puntito central, denominado daghes
lene, encontrado en el seno de las consonantes 2,3,*n,2,B yn, confiere
un sonido suave a las consonantes 2,3,*T,2,B yn, respectivamente.
3. Normalmente, un puntito puesto dentro de cualquier otra consonante
recibe el nombre de daghesforte. Dicho signo no altera el sonido de la
consonante, pero sí la dobla. Así, 2 se transcribe tt.
4. Un puntito puesto dentro de la consonante H recibe el nombre de map-
piq. Se da al final del posesivo femenino y otorga a las palabras que
acaban en H una pronunciación final de j castellana, transcrita, depen
diendo de la vocal que anteceda, por los grupos áh, ah, eA, y ó*1.
5. Si se dan al final de una palabra, las consonantes 2, Q, 3, B y 2, se escri
ben *“[, E, 1 , *“] y 'p, respectivamente.
6. Debe prestarse especial cuidado de no confundir los pares de letras 2 y
2,3 y3,T y*1,n y n, C2 y 2 ,0 yC,D y 2í, y 8]. Lo mismo ocurre
con 1,T, ^ y ]. Los parecidos entre todas esas letras son pura coincidencia.
XV
7. Con la única excepción de ciertos valores semivocales que se atribuían a
!1, *1y \ el alefato carece de vocales. La forma correcta de articular las con
sonantes escritas se aprendía de manera consuetudinaria. En época tardía,
los masoretas, expertos en la conservación y transmisión de los textos sa
grados, añadieron encima, dentro o debajo de las consonantes un conjunto
de puntos y rayas que venían a representar, entre otras cosas, las vocales con
las que se pronunciaban las palabras. Los correspondientes valores vocáli
cos se sintetizan en la tabla siguiente, en la que se usa 1 como consonante
convencional.
Trans
Tipo Vocal Nombre cripción Ejemplo
tsere malé é ÍrP2 [bêtô]9la casa de él
Extralargas
C p î I T p n p [hboq-côIâm]} estatuto
qametsjatuf o
1
perpetuo
1 qibuts u □ pO [sullam], escalera
XVI
Trans
Tipo Vocal Nombre cripción Ejemplo
Cuando marca el fin de una sílaba, no se
Extrarreducida
Observaciones básicas:
1. Obsérvese que aunque la vocal jtreq se escriba siempre igual en hebreo,
puede ser larga o corta dependiendo del contexto en el que aparezca, y
que se transcribe de dos maneras distintas.
2. El sonido teórico á (denominado en algunas gramáticas qamets gadol
malé y resultado de una qamets seguida por una álef) es muy raro en he
breo, y no suele considerárselo una vocal propia. Así, la primera palabra
de Ose. 10:14, EX¡2*1 («y se levantará») se transcribe wsqá^m.
El alfabeto griego.
Transcripción y pronunciación aproximada
Mayús M inús Transcripción Pronunciación
cula cula Nombre hispánica aproximada
A a alfa a A, como en ave
B p beta b B, como en burro
r Y gam m a X G, como en gato
A 6 delta d D, como en d átil
E e epsilon e E breve
Z c zeta z El sonido ds, como en adscripción
H n eta é E larga
El sonido consonante inicial de la
0 e teta th palabra inglesa thing> como una
zeta castellana
I i iota i I, como en ir
K K cappa k K, como en kilo
A X lambda l L, como en león
M V mi m M, como en mesa
N V ni n N, como en novia
E i xi X X, como en xilófono
XVII
Mayús Minús Transcripción Pronunciación
cula cula Nombre hispánica aproximada
0 0 ómicron 0 O breve
n P*
TT p P, como en pan
P p ro r R, como en ratón o como en cara
2 o sigma s S, como en sal
T Ttau t T, como en taza
Como la ü alemana o la u francesa,
l) ípsilon y
Y u en diptongos losarticula
se como una i disponiendo
labios para decir u
<t> <t> fi / F, como en fuego
X X ji j J castellana, como en juicio
La pronunciación culta al princi
m + psi ps pio de psicología
Q 0) omega ó O larga
Observaciones básicas:
1. Aparte del alfabeto, hay otros signos en la escritura griega que conviene
conocer. Entre ellos, destacan los llamados espíritus suave y rudo (’y \
respectivamente). Ambos se aplican a vocales o diptongos iniciales. El
segundo puede aplicarse también a una p inicial. El primero equivale
a una pausa en la pronunciación y no se pronuncia ni se transcribe; el
segundo represeñta una aspiración de la letra afectada y, salvo en el caso
de la p, se transcribe por h.
2. La sigma final se representa con q. S u transcripción es la misma en cual
quier caso.
3. En el griego arcaico había otras letras que no aparecen reflejadas en la
tabla anterior.
4. La letra u, como último componente de los diptongos au, cu y rju, se
pronuncia como la u. El diptongo ou se pronuncia u.
5. La y delante de las guturales y, k , x y £ se pronuncia como si fuese una
v. Así, ayye^oc; [aggelos] se pronuncia “ánguelos”. De ahí viene la palabra
española ángel’.
XVIII
Lista de abreviaturas
XIX
MB Mäshafä Birban («Libro de la luz»)
MGH Monumenta Germaniae historica
Cap Capitularia regnum francorum
Cone Concilia
Ep Epistolae
Ep sei Epistolae selectae
L Leges
LL Libelli de Ute
SS Scriptores
NCE New Catholic Encyclopedia
NIC New International Commentary
NPNF Nicene and Post-Nicene Fathers
PG J. Migne, ed., Patrologia graeca
PL J. Migne, ed., Patrologia latina
PO Patrologia orientalis
PS Patrologia syriaca
SBL Diss Ser Society of Biblical Literature Dissertation Series
SC Source's chretiennes
SDABSSB Seventh-day Adventist Bible Students*Source Book
SDB Seventh Day Baptists in Europe and America
TDNT Gerhard Kittel, ed. Theological Dictionary o f the New Testament
TDOT G. J. Botterweck y Hehmer Ringgren, eds., Theological Dictionary
o f the Old Testament
THAT Ernst Jenni y Claus Westermann, eds., Theologisches Handwörter
buch zum Alten Testament
TM Texto masoretico
TWAT G. J. Botterweck y Hehmer Ringgren, eds., Theologisches Wörter
buch zum Alten Testament
VT Vetus Testamentum
ZAW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft
ZDMG Zeitschrift der deutschen
XX
Sobre los autores
Daniel Augsburger, exprofesor de historia de la teología en el Semina
rio Teológico Adventista del Séptimo Día, en Berrien Springs, Michigan,
EE. UU. Se incorporó al cuerpo docente de la Universidad Andrews en
1942 (denominada entonces Emmanuel Missionary College) y después
tuvo el cargo de director del Departamento de Lenguas Modernas du
rante diecinueve años. En 1976 se incorporó al profesorado del Semina
rio tras haber sido miembro varios años del Departamento de Religión de
la facultad. En 1950 obtuvo el título de Doctor en Filosofía de la Universi
dad de Estrasburgo, Francia. Para su doctorado en teología escribió una
tesis sobre Juan Calvino y su relación con el código mosaico. También fue
secretario de la Sociedad Estadounidense para la Investigación de la Refor
ma coordinó durante varios años sus congresos primaverales, celebrados en
Kalamazoo, Michigan.
Samuele Bacchiocchi, se desempeñó como profesor del Departamento
de Religión de la Universidad Andrews desde 1974, fue el primer no ca
tólico en obtener un doctorado de la Pontificia Universidad Gregoriana
de Roma en más de cuatro siglos de historia. Obtuvo el doctorado en la
Gregoriana en 1974 y se le concedieron dos medallas por sus logros aca
démicos allí. Nacido en Roma, Bacchiocchi estudió en Newbold College en
Inglaterra y en la Universidad Andrews, seguido por cinco años de servicio
para la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Etiopía, donde fue director
del Departamento de Teología del Ethiopian Adventist College; en esa
institución también enseñó religión e historia. Su posterior trabajo doctoral
en la Pontificia Universidad Gregoriana abordó el sábado y el domingo en
la iglesia primitiva y acabó plasmándose en 1977 con la publicación de su
From Sabbath to Sunday [Del sábado al domingo]. También publicó otras
obras sobre el mismo tema.
Roy Branson, trabajó como decano asociado de la facultad de teología de
la Universidad de Loma Linda. Fue profesor de ética cristiana durante seis
años en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Univer
sidad Andrews. Obtuvo un doctorado en Filosofía en la Universidad de
Harvard en 1968 con una tesis sobre «Teorías de pluralismo religioso y los
Padres fundadores de los Estados Unidos». Es editor de S'pectrum, «revista
XXI
trimestral de la Asociación de Foros Adventistas». Es autor de numerosos
artículos en una amplia variedad de revistas y también de un artículo sobre
el judaismo en la Encyclopedia ofBioethics [Enciclopedia de bioética]. En
1976 coeditó, con Robert Veatch, Ethics and Health Policy [Etica y normas
de salud] (Ballenger Press).
Raymond F. Cottrell, exeditor de libros de la Review and Herald
Publishing Association, en Washington, D.C., desde 1970 hasta 1976. An
tes había sido editor asociado de libros y editor asociado de la Review and
Herald, órgano oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Pasó die
ciocho años como profesor de Biblia en China y en el Pacific Union Colle-
ge, en Angwin, California. Realizó investigaciones especiales en estudios de
la Biblia y obtuvo un doctorado en Teología de la Universidad Andrews en
1972. Es autor de BeyondTomorrow [Más allá de mañana] y Reason andFaith
[Razón y fe], así como de numerosos artículos en revistas; también realizó
diversas aportaciones al Comentario bíblico adventista del séptimo día.
Raoul Dederen, profesor emérito de teología y exdirector del Departa
mento de Teología del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día,
trabajó de pastor y profesor durante diecisiete años en Bélgica y Francia
antes de incorporarse al profesorado del Seminario en 1964. Su servicio en
Francia incluyó la cátedra del Departamento de Teología del Seminario
Adventista Francés de Collonges-sous-Saleve, cercano a la ciudad suiza
de Ginebra. En 1963 culminó un programa doctoral en la Universidad de
Ginebra. El Dr. Dederen es un autor activo y tiene reputación internacional
como experto en estudios ecuménicos.
Walter B. Douglas, de Granada, en las Indias Occidentales, fue profe
sor de los departamentos de Historia de la Iglesia y de Misión Mundial del
Seminario Teológico Adventista; se incorporó al cuerpo docente del Semi
nario en 1969. Sus estudios doctorales concluyeron en 1972 en la McMas-
ter University, de Hamilton, Ontario, Canadá, y se centraron en el puritan
ismo del siglo XVII. La investigación de su tesis conllevó un nuevo enfoque
de la interpretación de la historia de la Iglesia Anglicana de 1660 en adel
ante. Antes de incorporarse al profesorado del Seminario, el Dr. Douglas
trabajó activamente para la confesión adventista del séptimo día en las In
dias Occidentales y Canadá.
Lawrence T. Geraty, presidente emérito de la Universidad La Sierra,
fue profesor de historia de la antigüedad en el Seminario Teológico Ad
ventista del Séptimo Día y también conservador del Museo Arqueológico
Siegfried H. Horn en la Universidad Andrews. Se incorporó al profesorado
del Seminario en 1966; además de enseñar en el Departamento de Antiguo
XXII
Testamento, ha dirigido varias de las expediciones arqueológicas de la uni
versidad a Hesbón Jordania. Geraty obtuvo su doctorado en Filosofía en la
Universidad de Harvard en 1972, especializándose en la arqueología sirio-
palestina. Ha recibido numerosas distinciones, así como premios, becas y
becas de investigación de universidades, organizaciones arqueológicas
y departamentos del gobierno y tiene mucha demanda como conferen
ciante en el campo de la arqueología bíblica.
Roy E. Graham, exrector de la Universidad Andrews, en Berrien
Springs, Michigan, EE. UU., fue también profesor en el Departamento de
Teología del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día, a cuyo pro
fesorado se incorporó en 1976. Su servicio anterior incluye trabajo pastoral
y la inspección educativa en nombre de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día en Gran Bretaña, así como la presidencia de la Asociación del Sur de
Inglaterra de la Iglesia Adventista, con sede en Watford (cerca de Londres).
De 1971 a 1976 fue director de Newbold College, en Bracknell, Berkshire,
Inglaterra. Su doctorado en Teología lo obtuvo en la Universidad de Bir-
mingham, Inglaterra, en 1978. Su tesis fue «El papel y la influencia de
Elena G. de White en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con particular
referencia al ecumenismo y a las relaciones raciales».
Gerhard F. Hasel, natural de Alemania, fue decano del Seminario
Teológico Adventista del Séptimo Día y profesor de Antiguo Testamento
y de Teología Bíblica. Antes de incorporarse al profesorado del Seminario
en 1967, trabajó como pastor en Nueva Inglaterra y como profesor en el
Departamento de Religión del Southern Missionary College, en College-
dale, Tennessee. Es autor de numerosos artículos y libros eruditos, incluy
endo el popular Oíd Testament Theology: Basic Issues in the Current Debate
[Teología del Antiguo Testamento: Cuestiones básicas en el debate actual]
(1972,1975) y N ew Testament Theo/ogy: Basic Issues in the Current D e
bate [Teología del Nuevo Testamento: Cuestiones básicas en el debate ac
tual]. Su tesis doctoral ha sido publicada por la Andrews University Press
con el título The Remnant: The History and Theology of the Remnant Idea
From Génesis to Isaiah [El remanente: Historia y teología de la idea de re
manente del Génesis a Isaías].
RobertM.Johnston, profesor emérito del Seminario Teológico Adventis
ta, a cuyo cuerpo docente se incorporó en 1972. Obtuvo su doctorado en
Filosofía de la Hartford Seminary Foundation en 1977. Su tesis se tituló
«Interpretaciones parabólicas atribuidas a los tanaítas»; es especialista en
judaismo antiguo y cristianismo primitivo. Antes de su nombramiento como
miembro del profesorado del Seminario, el Dr. Johnston trabajó como
xxiii
misionero en el Lejano Oriente durante doce años. Fue catedrático del De
partamento de Teología del Korean Union College, en Seúl, Corea, y deca
no en funciones de la Gradúate School of Religión en el Philippine Union
College de Manila, Filipinas.
Sakae Kubo, ya jubilado, fue director del Newbold College, en
Bracknell, Berkshire, Inglaterra, tras haber sido decano de la Facultad de
Teología en Walla Walla College, College Place, Washington, durante los
dos años anteriores. Al comienzo de su carrera, Kubo pasó varios años dedi
cado al trabajo pastoral en Hawái y en California. De 1955 a 1978 estuvo
relacionado con la Universidad Andrews, en Berrien Springs, Michigan, en
su Departamento de Religión y en el Seminario Teológico Adventista como
profesor del Departamento de Nuevo Testamento y como bibliotecario del
Seminario. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago en 1964. Es
autor de numerosos artículos y libros: su Readers Greek-English Lexicón of
the New Testament [Diccionario griego-inglés para lectores del Nuevo Tes
tamento] es una herramienta de referencia de uso generalizado y es coautor
con Walter F. Specht del popular y aplaudido libro So Many Versions?
[¿Tantas versiones?] (1975).
Hans K. LaRondelle, exprofesor del Departamento de Teología del
Seminario Teológico Adventista, a cuyo cuerpo docente se incorporó en
1967 hasta 1991. Antes se había dedicado al trabajo pastoral para la Iglesia
Adventista del Séptimo Día en Holanda, su tierra natal, durante aproxima
damente catorce años. Obtuvo su doctorado en Teología en teología sistemáti
ca en la Universidad Libre de Amsterdam en 1971, y su tesis, titulada Per-
fection and Perfectionism [Perfección y perfeccionismo], ha sido publicada
por la Andrews University Press. Su libro Christ Our Salvation [Cristo,
nuestra salvación] (1980) fue muy popular sobre la misma temática general.
Escribió también Las profecías delfin y El remanente.
C. Mervyn Maxwell, exprofesor de Historia de la Iglesia y catedráti
co del Departamento de Historia de la Iglesia del Seminario Teológico
Adventista del Séptimo Día, a cuyo cuerpo docente se incorporó en 1968.
Obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago en 1966. Su tesis se
titula «Las homilías de Crisóstomo contra los judíos: Traducción al inglés
con introducción y notas». Antes de incorporarse al cuerpo docente del
Seminario, el Dr. Maxwell trabajó de pastor y luego de profesor de religión
y decano en el Union College de Lincoln, Nebraska. Ha escrito numerosos
artículos y varios libros, incluyendo TellIt to the World [Dilo al mundo] (1976),
libro de texto sobre la historia del adventismo y las famosas obras sobre
Daniel y Apocalipsis Dios revela elfuturo (2 tomos).
XXIV
W. G. C. Murdoch, sirvió como decano del Seminario Teológico Ad
ventista del Séptimo Día y sirvió en diversos puestos educativos, incluyen
do la dirección de Newbold College en Inglaterra y la dirección de Avon-
dale College en Australia. También trabajó como profesor de teología en el
Seminario desde 1953. Mientras realizaba estudios de posgrado en EE. UU.
y Gran Bretaña, obtuvo su doctorado en Filosofía en la Universidad de
Birmingham, en Inglaterra. Su tesis se tituló «Tertuliano como montañis
ta». Al Dr. Murdoch se le entregó en 1972 el Medallón de Reconocimiento
al Mérito, la mayor distinción educativa en la Iglesia Adventista del Sépti
mo Día, por su contribución a la formación del cuerpo pastoral adventista.
Walter F. Specht, fue decano de la Facultad de Teología de la Universi
dad de Loma Linda. Su trabajo anterior incluyó trabajo pastoral para la
Iglesia Adventista del Séptimo Día en Montana, Oregón y Oklahoma.
También fue decano durante varios años del Departamento de Religión en
La Sierra College, en Riverside, California, seguido por el decanato del
Departamento de Nuevo Testamento del Seminario Teológico Adventista
del Séptimo Día de 1966 a 1976. Obtuvo su doctorado en la Universidad
de Chicago en 1995 en el campo del Nuevo Testamento y la literatura cris
tiana primitiva; sus escritos incluyen aportaciones al Comentario bíblico ad
ventista del séptimo día y la coautoría con Sakae Kubo del aplaudido libro So
Many Versions? [¿Tantas versiones?] (1975).
Kenneth A. Strand, exprofesor de los departamentos de Historia de la
Iglesia y Nuevo Testamento del Seminario Teológico Adventista del Sép
timo Día, Universidad Andrews. Habiendo recibido su primera formación
en su Estado natal de Washington, y tras varios años de trabajo pastoral
en la Asociación de Michigan de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, se
incorporó al cuerpo docente del Seminario en 1959. También fue editor de
la revista erudita Andrevos University Seminary Studies. Completó su docto
rado en la Universidad de Michigan en 1958. Es autor o editor de unos
veinticinco libros sobre temas de estudios de la Biblia e historia de la iglesia,
así como autor de numerosos artículos en revistas eruditas y publicaciones
religiosas. Dos de sus publicaciones son obras de referencia habituales
sobre Biblias antiguas en alemán y ha escrito varios libros y artículos que
abordan el libro neotestamentario de Apocalipsis.
Werner K. Vyhmeister, ya jubilado, fue profesor en el Departamento de
Misión Mundial del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día. Nacido
en Chile, recibió su primera formación en su tierra natal, después de lo
cual realizó estudios de posgrado en Estados Unidos. Luego volvió a Chile,
donde obtuvo un doctorado en Historia en la Universidad de Chile, en
xxv
Santiago, en 1968, con una tesis que abordaba las relaciones Iglesia-Estado
en la Inglaterra isabelina. Antes de incorporarse al profesorado del Seminario
en 1975, el Dr. Vyhmeister había sido vicedirector académico de la Univer
sidad Adventista de Chile, en Chillán, Chile, y después fue vicedirector
académico de la Universidad Adventista del Plata, en Argentina. También
enseñó historia de la iglesia y estudios de la Biblia en ambas facultades.
S. Douglas Waterhouse, es profesor emérito del Departamento de Re
ligión en la Universidad Andrews, a cuyo cuerpo docente se incorporó en
1963. Tras pasar sus primeros años en Hawái y realizando estudios univer
sitarios en California, desarrolló estudios de posgrado en la Universidad
Andrews, en la Universidad de Chicago y en la Universidad de Michigan.
Obtuvo su doctorado en Filosofía en la Universidad de Michigan en 1965.
Su tesis se tituló «Siria en la época amarniense: Zona fronteriza entre im
perios enemigos». También ha efectuado mucha investigación sobre los an
tecedentes históricos del simbolismo de la Biblia, especialmente los sím
bolos de los libros de Daniel y Apocalipsis.
Kenneth H. Wood, exeditor de la Adventist Review, órgano oficial de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se incorporó a la plantilla de esa revis
ta como editor asociado en 1955, cuando se denominaba Review and He
raldo y ascendió al cargo de editor en 1966. Antes de eso, trabajó de pastor,
evangelizador y dirigente de departamentos de la iglesia durante diecisiete
años. En 1979 la, Universidad Andrews le concedió el título de Doctor en
Filosofía y Letras. Además de innumerables artículos de revista, es autor de
MeditationsforModerns [Meditaciones para gente moderna] y Relevant Reli
gión [Religión relevante] y coautor con Miriam Wood de His Initials Were
F.D.N. [Sus iniciales eran F.D.N.]. También es presidente de la junta del
Patrimonio Elena G. de White.
XXVI
Introducción
Un día semanal de oficios especiales de culto viene formando parte sig
nificativa de la tradición judeocristiana desde la antigüedad. En los tiempos
del Antiguo Testamento, ese día, denominado «reposo», era el séptimo día
de la semana, llamado sábado. Era un día de descanso de las actividades
seculares, un día para prestar atención más exclusivamente a inquietudes
espirituales, incluyendo la asistencia a encuentros religiosos.También servía
de recordatorio de la creación, ya que conmemoraba el descanso divino el
séptimo día de la semana de la creación (Gén. 2:1-3).
En el cristianismo más primitivo se evidencia una actitud sabática simi
lar, ya que también los primeros cristianos observaban ese reposo del sépti
mo día como recordatorio de la creación. Según lo expresó una fuente cris
tiana del siglo IV d. C., «oh Señor todopoderoso, tú creaste el mundo por
Cristo y señalaste el sábado en recuerdo de ello, porque en ese día descan
saste de tus obras, para la meditación en tus leyes».1
Unos investigadores modernos, J. N. Andrews y L. R. Conradi, afirma
ron con acierto que si ese día semanal de descanso y de culto hubiese sido
observado con fidelidad por todos los seres humanos «como Dios lo orde
nó, nunca habría habido, jamás podría haber habido un ateo, un infiel, un
agnóstico ni un idólatra en el mundo».2
Los anales históricos revelan que durante los primeros siglos cristianos
otro día, el domingo, primer día de la semana, también llegó a tener impor
tancia en el culto cristiano. Se lo consideraba un recordatorio de la resurrec
ción de Cristo. Aunque al principio era considerado por los cristianos un
día de trabajo con un gozoso rito de recuerdo, este nuevo domingo cristiano
acabó adquiriendo el aspecto de reposo, similar al reposo atribuido al sépti
mo día, el sábado. Aunque las fuentes del siglo V de la era cristiana revelan
1. Constituciones apostólicas, 7.36 (ANF 7:474). Véanse el análisis y las citas adiciona
les del Apéndice B.
2. J. N. Andrews y L. R. Conradi, History of the Sabbath and First Day of the Week,
4a ed. (Washington, D.C., 1912), p. 11.
XXVII
que había en la época ritos religiosos tanto el sábado como el domingo, el
nuevo énfasis en el aspecto de reposo del domingo acabó llevando a la sus
titución del sábado por el domingo de forma generalizada en toda Europa.
Esta sustitución fue fundamentalmente un cambio del siglo VI en adelante.
No deja de tener su interés que en Etiopía se observaran tanto el sábado
como el domingo como «días de reposo».
Con la Reforma protestante del siglo XVI surgieron en Europa varios
puntos de vista sobre ese sábado dominical. Los reformadores más promi
nentes «desabatizaron» el domingo y hasta llegaron a la conclusión de que
cualquier día de la semana sería satisfactorio para los oficios de culto. No
obstante, mantuvieron el domingo para tales oficios religiosos por razones
puramente prácticas: por ser el día observado tradicional y comúnmente.
Sin embargo, algunos de los primeros reformadores del continente euro
peo y, en especial, los puritanos ingleses del siglo XVII reforzaron el con
cepto de un «sábado» dominical. Además, hubo una mayor observancia del
séptimo día como día de reposo, tanto en el continente europeo como en
Inglaterra. Y en la actualidad —y a lo largo y ancho del mundo— hay, por
supuesto, distintos tipos de observancia dominical, así como un número
significativo de observadores del séptimo día como día de reposo.
El presente volumen consigna con bastante detalle el relato de los cam
bios históricos, desde los primeros registros bíblicos hasta la actualidad.
Además, hay varios capítulos dedicados a perspectivas teológicas actuales
sobre el sábado y el domingo.
Por comodidad, el texto principal está dividido en tres partes: Parte I,
«El sábado y el domingo en el período bíblico»; Parte II, «El sábado y el
domingo en la historia de la iglesia cristiana»; y Parte III, «Teología del
sábádo». En cierto sentido, cada parte es un todo en sí misma, aunque ha
sido dispuesta de modo que el volumen pueda ser leído con provecho de
principio a fin. (El Prefacio da información adicional sobre el propósito, el
alcance y el contenido de esta publicación).
Debería mencionarse que aunque este volumen aborda el día de reposo
fundamentalmente desde la perspectiva cristiana y en la historia cristiana,
dos capítulos están dedicados a las actitudes sabáticas de los judíos: el capí
tulo 4, que trata sobre la observancia judía del sábado en la época del surgi
miento de la iglesia cristiana, y el capítulo 14, que da perspectivas teológicas
de autoridades judías importantes de la actualidad. Con respecto a este, de
bería observarse que algunas de estas autoridades judías, especialmente Abra-
xxviii
ham Joshua Heschel, han influido considerablemente en el pensamiento de
diversos autores cristianos que tratan la teología del sábado.
Se espera que esta publicación sirva no solo como herramienta de referen
cia general, sino también como fuente de lectura placentera e informativa para
todos los interesados en el asunto vital del día semanal cristiano de culto.
Kenneth A. Strand
Editor
XXIX
E l s Ab a d o y e l d o m in g o
EN EL PERÎODO BÎBLICO
P arte i
Capítulo I
El sábado en el Pentateuco
Gerhard F. Hasel
el trabajo.7 Se dice que los israelitas adoptaron el sábado de los herreros ceneos
en la época de Moisés. La evidencia de un día ceneo de Saturno es demasiado
tenue como para recomendar esta hipótesis.8«La teoría del origen ceneo es
meramente un intento de explicar una incógnita por medio de otra».9
Se desarrolló una hipótesis agrícola para el origen del sábado con base en
la unidad hamustum de Babilonia; se trata de un supuesto período de cin
cuenta días compuesto de siete semanas más un día, a partir del cual se re
construyó un calendario de pentecontadas.10 Sin embargo, no hay evidencia
generalmente aceptada para un supuesto calendario semítico de penteconta
das, y ni siquiera hay ninguna prueba clara en apoyo de la posición de que el
liamustum fuese un período de cincuenta días.11
La más prominente de las hipótesis sociológicas sostiene que el sábado se
originó a través de una adaptación de los días de mercado, que se repetían a
7. En la erudición moderna fue propuesto por vez primera por A. Kuenen, The Reli
gion of Israel (Londres, 1874), 1:276; mientras que el aspecto ceneo fue añadido
por B. D. Eerdmans, «Der Sabbat», Vom Alten Testament (Festschrift fur K. Marti)
(Giessen, 1925), pp. 79-83, y apoyado por K. Budde, «The Sabbath and the Week»,
Journal of Theological Studies 30 (1928-29): 1-15; idem, «Antwort auf Johannes
Meinholds ‘Zur Sabbatfrage’», ZAW A% (1930):138-145; L. Köhler, «Der Deka
log», Theologische Rundschau Neue Folge I (1929): 163-165; W. W: Cannon, «The
Weekly Sabbath», ZA W 49 (1931):325-527; H. H. Rowley, «Moses and the De
calogue», BulletinyJohn Rylands Library 34 (1951—52):81-118; idem, Worship in
Ancient Israel (Filadelfia, 1967), pp. 45,46,90, 91; W. H. Schmidt, Alttestament-
licher Glaube und seine Umwelt (Neukirchen-Vluyn, 1968), p. 84.
8. Véanse las críticas de Meesters, op. eit., pp. 53-57; Kiker, op. cit., pp. 5-14; De Vaux,
loe. cit. Sobre la hipótesis de la fase lunar, véanse D. Nielsen, Die altarabische Mon
dreligion und die mosaische Überlieferung (Estrasburgo, 1904), pp. 52-58; J. Hehn,
Siebenzahl und Sabbat bei den Babyloniern und im Alten Testament (Lipsia, 1907),
pp. 58-62,112-114; cf. Negretti, op. cit., pp. 71-81.
9. H. Ringgren, Israelite Religion (Filadelfia, 1966), p. 202.
10. Desarrollado por H. Lewy y J. Lewy, «The Origin of the Week and the Oldest West
Asiatic Calendar», Hebrew Union College Annual 17 (1942-1943):l-152,y apoyado
por J. Morgenstern, op. cit., pp. 135-141. Obsérvese la reacción crítica deTur-Sinai,
op. cit.,p. 16; K. Balkan, «The Old Assyrian Week», Studies in Honor of Benno Lands
berger, ed. H. C. Güterbock y Th. Jacobsen (Chicago, 1965), pp. 159-174.
11. Entre las reacciones negativas a las hipótesis astrológicas y agrícolas figuran las
siguientes: Meesters, op. cit., pp. 16-57; De Vaux, loe. cit.; Kiker, op. cit., pp. 31-35;
Rordorf. op. cit., pp. 23,24; Robinson, op. cit., pp. 16,17; B. E. Shafer, «Sabbath»,
IDBSup. (NashviUe, 1976), p. 760; J. D. Segal, «Intercalation and the Hebrew
Calendar», VT1 (1957):250-307; J. A. Brinkman, «Note on Old Assyrian Lamustum»,
Journal of Near Eastern Studies 24 (1965):118-120; B. Z. Wacholder, «Sabbatical
Year», IDBSup. (Nashville, 1976), p. 762.
4 El sábado en las E scrituras y en la historia
intervalos de tres, cuatro, cinco, seis, ocho o diez días.12 Sin embargo, no hay
evidencia alguna de que tales ciclos de días de mercado existiera en Israel
ni entre sus vecinos del Próximo Oriente. También resulta curioso que en
las sociedades posteriores en las que se conocen tales ciclos de días de mer
cado no haya evidencia alguna de un ciclo recurrente de días de mercado
de siete días.13
Algunos estudios recientes han intentado explicar el origen del sábado en
conexión con el número siete en textos de Mesopotamia o de Ugarit.14 Sin
embargo, no hay evidencia alguna de que la secuencia periódica de siete años
o de siete días conduzca al origen de la semana o el sábado recurrentes.15Asi
mismo, no hay indicación alguna de que exista un vínculo entre una estruc
tura séptuple y el sábado bíblico.16
La búsqueda del origen del sábado que empezó hace un siglo no se ha
visto coronada por el éxito. Ni una sola hipótesis ni una tentativa de combi
nación de hipótesis ha conseguido proporcionar una solución concluyente a
la búsqueda de los orígenes del sábado.17Puede concluirse que, desde el pun
to de vista de la investigación religioso-histórica, el sábado es exclusivo de la
religión bíblica.
12. Con cierta variación, H. Webster, Rest Days (Nueva York, 1916), pp. 101-123; M.
P. Nilsson, Primitive Time Reckoning (Lund, 1920), pp. 323-334; M. Weber, An
cient Judaism (Glencoe, Illinois, 1952), p. 151; E. Jenni, Die theologische Begrün
dung des Sabbatgebotes im Alten Testament (Zürich, 1956), pp. 12,13.
13. Rordorf, op. cit., p. 22; F. Mathys, «Sabbatruhe und Sabbatfest», Theologische Zeits
chrift 28 (1972):257; H.-J. Kraus, Worship in Israel (Richmond, Virginia, 1966), p. 82;
Robinson, op. cit, p. 12; F. Stolz, «sbt aufhören, ruhen natf», TH AT2:869.
14. Propuesto por vez primera por W. A. Heidel, The Day ofYahweh: A Study of Sacred
Days and Ritual Forms in the Ancient Near East (Nueva York, 1929), pp. 438,439,
y elaborado por Kraus, op. cit., pp. 81-87; Kornfeld, loe. cit.; Kiker, op. cit.y pp. 50,
51,67-131; J. Guillén, «Nuevas aportaciones al estudio del sábado», Estudios bíbli
cos 26 (1967):77-89; ídem, «Motivación deuteronómica del precepto del Sabat»,
Estudios bíblicos 29 (1970):73-99; ídem, Motivación deuteronómica del descanso sa
bático (Madrid, 1971), pp. 121-144; F. Stolz, “Sabbat, Schöpfungswoche und Her
bstfest», Wort und Dienst 11 (1971):159-175; Negretti, op. cit.y pp. 31-91; Lemaire,
loc. cit.y esp. pp. 167-170.
15. Schmidt, loc. cit.
16. Con Ringgren, loc. cit.y y Robinson, op. cit.y p. 10, contra Negretti, op. cit.y pp. 33,
41-43, y Kraus, op. cit.y pp. 85-87. También presentan críticas importantes De
Vaux, op. cit.y p. 478; Meesters, pp. 66-80; Andreasen, op. cit.y pp. 113-121, y G. J.
Botterweck, «Der Sabbat im Alten Testament (II)», Theologische Quartalschrift 134
(1951):454.
17. Véanse Meesters, op. cit.y pp. 1-83; Kiker, op. cit.y pp. 1-66; Andreasen, op. cit.y
pp. 1-16, Robinson, op. cit.y pp. 6-24; Shafer, op. cit.ypp. 760,761.
El sábado en el Pentateuco 5
ser humano. La creación tiene lugar con referencia al tiempo, al que pertene
ce la dualidad de los días de trabajo y el día de reposo. Este es el «séptimo
día», el sábado. El cese del trabajo por parte de Dios, su descanso, en el sép
timo día no se necesita porque se cansase ni hartase (cf. Isa. 40: 28) sino por
su función como Modelo del hombre.
El hombre es la «imagen de Dios» (Gén. 1: 26-28) y es enseñado por el
ejemplo de su Modelo a actuar en el uso de la secuencia del tiempo (cf. Exo.
31:17; 16:23-26; 20: 8-11).
El mandamiento del sábado en Exodo 20 también afirma el “descanso”de
Dios en el séptimo día, pero elige el verbo hebreo nuah (vers. 11; cf. Deut.
5:14), mientras que Exodo 31:17 y Génesis 2:3 emplean el verbo sabai. En
los textos sobre el sábado, el verbo nuah significa «reposar, tomarse un
descanso»5960y, junto con la idea de Exodo 31:17 de que Dios «quedó renova
do» {nps)™ forma parte del vocabulario del sábado que expresa la identifica
ción más íntima que Dios hace de sí mismo con el ser humano. Dios descan
sa el séptimo día de la semana de la creación para proporcionar un día de
encuentro en el descanso con la corona de la creación, el hombre, hecho a su
imagen. Los tres textos (Gén. 2:1-3; Exo. 20:11; 31:17) que abordan el sá
bado de la creación afirman que el mundo ya no está siendo creado, porque
Dios descansa del trabajo de la creación el séptimo día; un día de descanso en
contraposición con los días de la creación. Estos textos conectan el descanso
de Dios con la institución del sábado. El sábado semanal tiene «su legitima
ción en el sábado primigenio (Ursabbat) de la creación».61 Al descansar
el sábado, el hombre participa del descanso de Dios, encontrándose con
su Creador.
59. F. Stolz, «nu mfh ruhen», THAT, 2:43, 44. Véanse Jenni, op. cit., p. 20, y A. R.
Hulst, «Bemerkungen zum Sabbatgebot», Studia bíblica et semítica: Theodoro Chris
tiana Vriezen (Wageningen, 1966), pp. 162,163, quienes intentan determinar, res
pectivamente, si Génesis 2:2-3 es anterior a Exodo 20: 11 o si Exodo 20: 11 es
anterior a Deuteronomio 5: 11. Sobre el tema del descanso, véase G. von Rad,
«There Remains Still a Rest for the People of God: An Investigation of a Biblical
Conception», The Problem of the Hexateuch and Other Essays (Nueva York, 1966),
pp. 94-102, esp. 100-102.
60. El verbo nps, «exhalar», o «tomar aliento, refrescarse» (CHAL, p. 242), se usa en el
Antiguo Testamento únicamente en Exodo 23:12; 31:17; 2 Samuel 16:14. Sobre
nps, véase Jenni, op. cit., pp. 20,21. Wolff, «Day of Rest», p. 501; idem, Anthropology
of the OT, p. 138, sugirió que Dios debía descansar porque había quedado exhausto
de su obra de creación. Esto va contra el contexto de Exodo 31:17 y contra el tema
del descanso de Dios en el Antiguo Testamento.
61. Jenni, op. cit.yp. 23.
12 El sábado en las E scrituras y en la historia
el sábado, séptimo día de la semana, es aquel día preciso que Dios ha separa
do del resto tic los días. La separación del séptimo día de los seis días de
trabajo es un don del Creador para toda la humanidad. Debería recalcarse
que Dios, no el hombre, ha separado este séptimo día. El séptimo día es el día
de Dios para la humanidad en su conjunto y no meramente su día para Israel.
Precisamente por la separación del séptimo día realizada por Dios con
respecto a los seis días y a su atribución de santidad al mismo69 se habla de un
«santo sábado» (Exo. 16:23; 31:14,15; 35:2; cf Isa. 58:13). La santidad del
sábado no surge de que el hombre lo guarde, sino de un acto de Dios.
Al hombre se le ordena que “santifique”el sábado (Exo. 20:8; Deut. 5 :12)70
absteniéndose de trabajar (Exo. 20: 10; Deut. 5: 14).7172El mandato de no
«profanar» (/*/, hit)12 el sábado (Exo. 31: 14, etc.)73 es equivalente al manda
miento de santificarlo.
El Pentateuco tiene varias instrucciones específicas relativas a las activi
dades prohibidas el sábado. Exodo 16: 23 prohíbe cocer y cocinar en sábado,
indicando descanso también de las tareas cotidianas de las mujeres. Exodo
34: 21 ordena el reposo sabático también en las temporadas de la siembra y
la siega, lo que indica que el sábado no se santifica únicamente en épocas de
actividad normal. Exodo 35: 3 manda que no se encienda ningún fuego y
Números 15: 32 que no se recoja leña. Estas prohibiciones específicas ilus
tran los aspectos amplios de la santificación del sábado. No obstante, los sa
cerdotes no profanan el sábado cuando disponen los panes de la proposición
(Lev. 24: 8) y ofrecen sacrificios adicionales (Núm. 28: 9).
En resumidas cuentas, el Creador santificó el séptimo día separándolo
de los seis días laborables y, así, ha provisto un don para toda la humanidad de
todos los tiempos. La persona que santifica el sábado, séptimo día de la semana,
sigue el patrón arquetípico del Modelo (Gén. 2:3) y se encuentra con él ese día
de reposo. Reconoce a su Dios como Creador, acepta su don y participa en el
reposo de Dios. El sábado «es un constante recordatorio del Creador, [y] del
origen y la meta de la creación [...]. Cada sábado otorga de nuevo a cuantos se
encuentran bajo el dominio regio [de Dios] la libertad [de la lucha por la exis
tencia] que pertenece a los hijos de Dios; aunque al principio con una medida
limitada, es dada con la promesa renovada de un completo cumplimiento».74
69. Westermann, op. cit., p. 236.
70. Cf. Jer. 17: 22,24,27; Eze. 20: 20; 41:24; Neh. 13: 22.
71. Cf. Exo. 16: 23; Isa. 58:13; Jer. 17: 22,24; Neh. 13:15-22.
72. F. Maass, «hllpi. entweihen», THAT 1:571-575, esp. 573.
73. Isa. 56:2,6; Eze. 20:13,16,21,24; 22: 8; 23: 38; Neh. 13:17-18.
74. W. Vischer, «Nehemia, der Sonderbeauftragte und Statthalter des Königs», Probleme
biblischer Theologie: Gerhard von Rad zum 70. Geburtstag (Munich, 1971), p. 609.
14 El sábado en las E scrituras y en la historia
£1 sábado y el maná
El don del maná es la ocasión de renovar el don mayor: el sábado. El
sustantivo sábado' (sabbál) aparece sin previo aviso en la Biblia por vez pri
mera en Exodo 16: 25 enmarcado en el relato del milagro del maná.75 Se ha
señalado con acierto que el sábado ya aparece antes de la llegada de Israel al
monte Sinaí;76 es decir, el sábado ya se observaba antes de que se ordenase
oficialmente su santificación en el Decálogo.77
El marco de la aparición del sábado durante el viaje de Israel por el de
sierto es la murmuración de toda la congregación israelita (Exo. 16: 1-3).78
Dios reveló a Moisés que llovería pan del cielo; había que recoger una por
ción en cada uno de los cinco primeros días, pero el sexto día «será el doble
de lo que recogen cada día» (vers. 5).
Siguiendo esta instrucción «el sexto día recogieron el doble de pan» (vers.
22; este versículo y los de la siguiente exposición siguen la fraseología de la
versión inglesa RSV). Moisés explicó al pueblo: «Esto es lo que ha ordenado
el Señor: “Mañana es un día de descanso solemne [sabbátón],79 un santo
sábado [sabbat-qódes] para el Señor; coced lo que queráis cocer y hervid lo
que queráis hervir, y todo lo que os sobre, guardadlo hasta la mañana"»
75. Se proporcionan exposiciones de Exodo 16: 23-30 desde varias perspectivas en
Meesters, op. cit.y pp. 115-118; Andreasen, OT Sabbathy pp. 67-69,129,130; Ne-
gretti, op. cit.y pp. 173-224.
76. Jenni, op. cit.y p. 20.
77. Los eruditos críticos que trabajan con la teoría de la división de fuentes (véase la
larga lista de Negretti, op. cit.y p. 174, n. 47) nunca han dado con una división exac
ta del capítulo en fuentes (Childs, op. cit.y p. 274). Ha habido intentos recientes
de explicar la forma actual de Exodo 16 sin recurrir a la crítica literaria (véanse B.
Jacob, Das zweite Buch der Tora [Jerusalén, s.f.], pp. 647ss.; U. Cassuto, A Com-
mentary on the Book ofExodus [Jerusalén, 1967]; E. Galbiati, Da struttura letteraria
delVEsodo [Milán, 1956]) que es posible que resulten más fructíferos. Hasta los
críticos literarios señalan ahora que Exodo 16 contiene elementos primitivos
(B. J. Malina, The Palestinian Manna Tradition [Leiden, 1968], pp. 3-41), pero no
hay ningún acuerdo en cuanto a qué es primitivo.
78. El motivo literario de la murmuración es investigado por G. W. Coats, Rebellion
in the Wilderness (Nashville, 1968).
79. El sustantivo sabbátón significa «festividad sabática» (P. Jollon, Grammaire de
Thébreu bibliquey2a ed. [Roma, 1947], p. 808; CHALyp. 360; KByp. 948) aquí y en
Exodo 31: 15 y Levítico 23: 24 y 39, pero con s'nat significa «año sabático» (Lev.
25: 5); en la expresión Sabbát Sabbátón significa «sábado de gran solemnidad»
(Exo. 35: 2; Lev. 23: 3; 25: 4), que puede ser el Día de la Expiación (Lev. 16: 31;
23: 32). Según se usa Exodo 16:23 en relación con sabbat-qódes, «santo sábado»,
parece intensificar o acotar‘sábado’de alguna manera (Meesters, op. cit.y p. 116; K.
Elliger, Leviticus [Tubinga, 1966], pp. 305,306; Negretti, op. cit.ypp. 270-272).
El sábado en el Pentateuco 15
nadie salga de su lugar el séptimo día (vers. 29). 2. El sábado es el día que
sigue al sexto día. «El sexto día recogieron el doble». «Mañana es un día de
descanso solemne, un santo sábado para el Señor» (vers. 22,23). El «séptimo
día» es el sábado (vers. 26). 3. Un mandamiento divino que ordena la obser
vancia del sábado (vers. 28). 4. El sábado es «santo» (vers. 23; cf, Gén. 2:2,3;
Exo. 20: 11). 5. El sábado es un día de «reposo» (vers. 23, 29, 30). Reposo
significa abstención de trabajar. En este caso, significa abstención de recoger
comida, de ocuparse en la procura de la subsistencia. Dios había hecho am
plias provisiones para el sustento. La prohibición del versículo 29 de quedar
se en la propia casa el sábado no tiene contextualmente nada que ver con las
fases de la luna,85 sino que está pensada para impedir que la generación del
desierto recoja maná (vers. 27-29). Se expresa un interés tanto religioso («san
to») como humanitario («reposo»). 6. El sábado es una «festividad sabática»
(,s abbátónf6 y no un día de tabúes, ayuno ni luto. Tiene un «halo festivo»,87
es un día en el que no se ha de pasar hambre. Israel ha de comer «porque hoy
es un sábado para el Señor» (vers. 25). El sábado es el día especial de Dios y
está diseñado para llevar gozo, felicidad y satisfacción a quien lo observa. 7.
El sábado es un campo de pruebas de la relación del hombre con Dios. Al
gunos israelitas salieron «o por incredulidad o por curiosidad»88 a recoger
maná (vers. 25-27). En este sentido se oye la represión de Dios: «¿Hasta
cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes?» (vers. 28).
Negarse a guardar el sábado, séptimo día de la semana, significa negarse a
obedecer la voluntad de Dios expresada en sus mandamientos y sus leyes. El
sábado tiene el carácter de una prueba de obediencia y de fe.89 Dios demanda
de sus fieles un estilo de vida particular.90
Exodo 16 contiene nociones clave relativas al origen, el propósito, la fun
ción y el significado del sábado. Revela que la institución era conocida antes
de la promulgación de la ley en el monte Sinaí y antes de su aparición en el
desierto de Sin, según indican tanto el material incidental en el que es pre
sentado en Éxodo 16 como la queja divina por la desobediencia del pueblo.
85. Contra los que procuran vincular las prohibiciones con hipótesis astrológicas,
véanse las notas 4, 6-9.
86. Véase la nota 79.
87. Childs, op. cit.y p. 290.
88. Noth, Exodusyp. 136.
89. C. F. Keil y F. Delitzsch, The Pentateuch (Grand Rapids, Michigan, 1952), 2:69.
90. Que esto haya de verse como «el lado restrictivo del día apartado para Dios»
(Childs, op. cit.y p. 290) es debatible.
El sábado en el Pentateuco 17
El sábado y el Decálogo
Pasamos ahora al mandamiento del sábado del Decálogo en Éxodo 20 y
Deuteronomio 5. Una exposición del mandamiento del sábado en el Decá
logo implica, en primer lugar, una breve ojeada a las principales tendencias en
el estudio reciente del propio Decálogo,91 en la medida en que estas tenden
cias han influido en el debate sobre la interpretación y el significado del
mandamiento del sábado.
Sondeo de tendencias. Los estudios críticos recientes sobre el Decálogo
han estado dominados por la crítica de las formas liderados, en lo que respec
ta a las leyes del Antiguo Testamento, por A. Alt,92 quien defendía que la
ley casuística surgió de la justicia secular y la ley apodíctica a partir de un
marco ritual. Sus puntos de vista dominaron la especialidad durante dos dé
cadas, hasta que fueron complementados, ampliados y modificados por la
tesis de G. Mendenhall en el sentido de que hay similitud entre la forma del
Decálogo y los tratados estatales hititas.93 Esto fue afinado por una avalancha
de estudios.94 La oposición a estos supuestos paralelos sigue siendo intensa,
91. Hay numerosas exposiciones críticas; los siguientes estudios dan una visión gene
ral de estos empeños críticos: Köhler, op. eit, pp. 161-184; Rowley, «Moses and the
Decalogue», pp. 81-118; J. J. Stamm, «Dreissig Jahre Dekalogforschung», Theolo
gische Rundschau Neue Folge 27 (1961): 189-239,281-305; A. S. Kapelrud, «Some
Recent Points of View on the Time and Origin of the Decalogue», Studia theolo-
gica 18 (1964):81-90; J. P. Hyatt, «Moses and the Ethical Decalogue», Encounter
26 (1965):199-206; A. Jepsen, «Beiträge zur Auslegung und Geschichte des De
kalogs», ZAW T9 (1967):277-304; J. J. Stamm y M. E. Andrew, The Ten Com
mandments in Recent Research (Naperville, Illinois, 1967); E. Nielsen, The Ten
Commandments in New Perspective (Naperville, Illinois, 1968); E. Zenger, «Eine
Wende in der Dekalogforschung?» Theologische Revue 3 (1968):189-198; H. Ca-
zelles, «Les Origines du Decalogue», Eretz Israel 9 (1969): 14 -19; A. J. Phillips,
Ancient Israel's Criminal Law (Oxford, 1970).
92. El ensayo de Alt de 1934 está traducido como «The Origins of Israelite Law», en
Essays on Old Testament History and Religion (Oxford, 1966), pp. 79-132.
93. G. Mendenhall, «Ancient Oriental and Biblical Law», Biblical Archaeology 17
(1951):26-46; idem, «Covenant Forms in Israelite Tradition», Biblical Archaeology
17 (1954):50-76.
94. K. Baltzer, The Covenant Formulary (Filadelfia, 1971); W. Beyerlin, Origins and
History of the Oldest Sinaitic Traditions (Oxford, 1965), pp. 12-14, 49-67; D. R.
Hillers, Covenant: The History of a Biblical Idea (Baltimore, 1969), pp. 48-56, 61,
62, 70; W. L. Moran, «Moses und der Bundesschluss am Sinai», Stimmen der
Zeit 70 (1961-62): 120-133; H. B. Huffmon, «The Exodus, Sinai and the Credo»,
Catholic Biblical Quarterly 27 (1965):101-113; M. G. Kline, The Structure of Bibli
cal Authority (Grand Rapids, Michigan, 1972), pp. 113-130; y otros.
18 El sábado en las E scrituras y en la historia
eruditos han mantenido que era positiva.100 No hay ningún acuerdo en cuanto
a la fraseología de la versión hipotética, aunque a menudo se cree que se remon
ta a tiempos mosaicos, junto con el resto de lo que ha dado en llamarse «decá
logo primitivo» (Urdekalog).101Por ejemplo, H. H. Rowley sugiere que el man
damiento original del sábado era: «Seis días trabajarás y harás toda tu labor;
pero el séptimo día es un sábado para el Señor tu Dios».102 La propuesta de G.
Fohrer es: «Acuérdate del día del sábado».103 H. Gese defiende «Acuérdate del
día del sábado para santificarlo»,104 pero K. Rabast cree que estaba formulado
de manera negativa: «No harás ningún trabajo en sábado».105 En vista de tan
insuperables problemas metodológicos y de juicios tan subjetivos, es prudente
proseguir en función del contexto del Decálogo (y del mandamiento del sába
op. cit., p. 201; E. Nielsen, Ten Commandments, pp. 88,89; Meesters, op. cit., p. 101;
Negretti, op. cit., pp. 142,143.
100. R. H. Charles, The Decalogue (Edimburgo, 1923), p. XLVIII; O. Procksch, Theologie,
p. 85; Rowley, «Moses and the Decalogue», p. 114; H. Graf Reventlow, Gebot und
Predigt im Dekalog (Gütersloh, 1962), pp. 12, 54-59, 63; Andreasen, OT Sabbath,
pp. 84-89; G. Fohrer, Geschichte der israelitischen Religion (Berlin, 1969), p. 187.
101. Entre los eruditos críticos que afirman o permiten que el Decálogo pueda ser
mosaico figuran: H. Ewald, Geschichte des Volkes Israel bis Christus, 2a ed. (Gotinga,
1853), 2:22, 23; T. K. Cheyne, «Dr. Drivers Introduction to the Old Testament
Literature», Expositor 5 (1892):109; W. R Paterson, «Decalogue»,^ Dictionary of
the Bible, ed. J. Hastings (Edimburgo, 1908-1909), 1:581; E. Kautzsch, «Religion
of Israel», Hastings, tomo extra, p. 634; S. R. Driver, The Book of Exodus (Cambrid
ge, 1911), p. 415; G. A. Smith, The Book of Deuteronomy (Cambridge, 1918), p. 85;
Köhler, op. cit., p. 184; P. Volz, Mose und sein Werk, 2a ed. (Tubinga, 1932), pp.
20-27; Procksch, Theologie, pp. 89,90; A. Weiser, Introduction to the Old Testament
(Londres, 1961), pp. 120,121; Botterweck, op. cit., pp. 140,141; Rowley, «Moses
and the Decalogue», p. 83; Kapelrud, loc. cit.; Hyatt, loc. cit.; Beyerlin, op. cit., pp.
49-67,145-157; Stamm y Andrew, op. cit., pp. 23-27; T. C. Vriezen, The Religion
of Ancient Israel (Londres, 1967), pp. 142, 143; W. Eichrodt, Religionsgeschichte
Israels (Berna, 1969), pp. 21-23; J. Bright, A History of Israel, 2a ed. (Filadelfia,
1972), p. 142. J. K. Kuntz, The People of Ancient Israel (Nueva York, 1974), p. 113;
y, entre muchos otros, los enumerados por Andreasen, «Recent Studies», p. 455,
n. 10.
102. Rowley, «Moses and the Decalogue», pp. 113,114.
103. Fohrer, loc. cit.
104. H. Gese, Vom Sinai zum Zion (Múnich, 1974), p. 67; véanse también R. Kittel,
A History of the Hebrews (Londres, 1895), 1:244, 245; Mowinckel, op. cit, pp. 4, 5;
Stamm, op. cit., p. 200; Hyatt, op. cit., p. 202; cf. Andreasen, OT Sabbath, p. 85:
«Recuerda [Observa] el día del sábado [para santificarlo]» no da certidumbre de
si incluir o no «para santificarlo».
105. Rabast, citado por Stamm y Andrew, op. cit., p. 20.
20 El sábado en las E scrituras y en la historia
106. Con A. Dillmann, Exodus und Leviticus, 2a ed. (Lipsia, 1880), pp. 219, 220;
E. König, «Neueste Verhandlungen über den Dekalog», Neue Kirchliche Zeitschrift
17 (1906):565-584; R. Kittel, op. cit., pp. 235,236; W. Möller, Grundrissfür alttes-
tamentliche Einleitung (Berlin, 1958), pp. 52-54,107-110; G. C. Aalders,yi Short
Introduction to the Pentateuch (Londres, 1949); Buber, op. cit., pp. 80-82,119-144;
A. Neher, Moses and the Vocation of the Jewish People (Nueva York, 1959); A. Eber-
harter, DerDekalog (Münster, 1930); K. A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testa
ment (Chicago, 1966), pp. 98, 99; M. H. Segal, The Pentateuch (Jerusalén, 1967),
pp. 39, 40; R. K. Harrison, Introduction to the Old Testament (Grand Rapids, M i
chigan, 1969), pp. 569,570; y otros.
107. Obsérvense las incisivas observaciones de Kitchen, op. cit., pp. 130-135.
108. Véanse las leyes cortas (Nos 9,10,15,16, 33-37) al lado de las largas en el código
legal de Lipit-Ishtar, del siglo XIX a. C. (ANET, pp. 160,161); cf. leyes largas (№ 9),
cortas (N‘)S10,11), largas (Nos 12-14), etcétera, en el código legal de Eshnunna, c.
1925 a. C. (ANET, pp. 162,163). Puede observarse lo mismo en el famoso Código
de Hammurabi, de finales del siglo XVIII a. C. (ANET, pp. 166-177).
109. № 3,4,9,14,15,16,17,18,46. Véase ANET, pp. 189-191.
110. Nos 5,6,13,45,47.
111. Por ejemplo, las Nos 43 (corta), 14 (larga), 45 (corta), 46 (larga), 47 (larga). Hay
estudios minuciosos de las leyes hititas en E. Neufeld, The Hittite Laws (Londres,
1951); J. Friedrich, Die hethitischcn Gesetze (Leiden, 1959).
El sábado en el Pentateuco 21
Las palabras clave que formulan el mandamiento del sábado son (1) el
día de sábado’(tt-yóm hassabát) en los versículos 8 y 11, y (2) las expresiones
para santificarlo’(tqadctso) en el versículo 8 y ‘lo santificó’(yqaddséhü) en el
versículo 11. Esta armazón externa de la introducción A y la conclusión D
agrupa todo el mandamiento, aunque tanto A como D conservan su propia
identidad. La razón de que el hombre guarde el sábado es que Dios lo había
santificado en la creación. En consecuencia, una idea central fundamental del
mandamiento del sábado gravita en torno a su santidad, que ya ha sido obje
to de discusión en conexión con el sábado de la creación. La santidad del
sábado y la bendición del sábado provienen de actos de Dios. El manda
miento de santificar el sábado significa (1) aceptar el don de Dios para el
hombre, (2) seguir el patrón del Modelo divino, (3) reconocerlo como Crea
dor y (4) participar del reposo de Dios. También significa cese de la actividad
del trabajo en el que el hombre está inmerso durante los seis días designados
para tal trabajo. El vínculo entre el mandamiento del sábado y la creación11516
es tan estrecho que la creación obrada por Dios en seis días seguidos por su
reposo en el séptimo día sirve de motivación para el séptimo día de la sema
na, el sábado del cuarto mandamiento.
La palabra introductoria acuérdate’(zäkör)Ub comporta un gran peso para
el significado total' del mandamiento del sábado. La raíz hebrea zkr tiene
aspectos retrospectivos y futuros.117Tanto la retrospección como la prospec
ción son parte del significado de la primera palabra del mandamiento del
sábado en Exodo 20.
El aspecto retrospectivo de recordar se centra en el pasado. Desea traer
algo a la memoria. Así, indica que el sábado «no es introducido por vez pri
mera en el Sinai; ya está ahí [...]. Sin embargo, no es introducido por vez
primera ni siquiera en el desierto de Sin, donde se encuentra el maná. Tam
bién aquí se proclama como algo que ya está en existencia».118Varios eruditos
115. Afirmado con acierto, entre otros, recientemente de nuevo por Childs, op. cit
p. 416, pero cuestionado por algunos debido a los problemas de datación susci
tados por la crítica literaria. Véanse Reventlow, op. cit., pp. 38, 60; Hulst, op.
cit., pp. 159-161.
116. Este qal infinitivo absoluto hace de imperativo intenso. Cf. R. J. Williams, He-
brew Syntax: An Outline, 2a ed. (Toronto, 1976), p. 39, sec. 211; J. D. Watts,
«Infinitive Absolute as Imperative and the Interpretation of Exodus 20: 8», ZAW
74 (1962):141-145.
117. Hay estudios recientes importantes: P. A. H. de Boer, Gedenken und Gedächtnis in
der Welt desAT (Leiden, 1962); B. S. Childs, Memory and Tradition in Israel (Na-
perville, Illinois, 1962); W. Schottroff, «Gedenken» im Alten Orient und im Alten
Testament (Neukirchen-Vluyn, 1964); idem, «zkr gedenken», THAT 1:507-518.
118. M. Buber, op. cit., p. 80.
El sábado en el Pentateuco 23
por Moisés a los israelitas (Deut. 5: 1). En consecuencia, el texto actual del
Decálogo de Deuteronomio 5 lo presenta como una versión oral posterior a
la escrita de Exodo 20.
En función del contexto, la estructura de Deuteronomio 5:12-15 parece
la siguiente:
A Introducción Guardarás el sábado para santificarlo, como Jehová,
tu Dios, te ha mandado (vers. 12, RV95).
B1 Mandato Seis días trabajarás y harás toda tu obra (vers. 13),
C1 Motivación pero el séptimo día es de reposo paraJehová, tu Dios (vers. 14a).
B2 Mandato Ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo,
ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo,
ni el extranjero que está dentro de tus puertas (vers. 14b),
C2 Motivación para que tu siervo y tu sierva puedan descansar como tú.
Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto,
y que Jehová, tu Dios, te sacó de allá con mano fuerte
y brazo extendido (vers. 14c-15a),
D Conclusión por lo cual Jehová, tu Dios, te ha mandado que guardes
el sábado (vers. 15b)..
.Esta separación del sábado con su propia santidad para un servicio para
Dios incluye la actividad en el culto comunal. La adoración (actividad ritual)
forma parte de la institución del sábado, según indica Levítico 23:1-3. Este
pasaje contiene muchos temas que ya han aflorado, como «sábado para Jeho-
vá» (véanse Exo. 16:23,25; 20:10; 31:15; 35:2); «seis días trabajarás; pero el
séptimo día es un sábado de descanso solemne» (Exo. 23: 12; 31: 15; 34: 21;
35:2); y «no harás obra alguna» (Exo. 20:10; Deut. 5:14).148 Su significación
estriba en el hecho de que el sábado figura enumerado entre las fiestas sagra
das, las «fiestas solemnes de Jehová» (Lev. 23: 2). Se proclama que el sábado,
como las otras «santas convocaciones» del calendario festivo anual,149 es una
“santa convocación” (vers. 2)150que pertenece a las «fiestas solemnes» de Dios
(vers. 2). El sábado pertenecía a los días festivos en que la congregación se
reunía para adorar como una asamblea festiva. Levítico 23: 1-3 reivindica
que en la historia antigua de Israel, el sábado era un día de gozoso descanso
del trabajo semanal y un momento de adoración solemne y festiva de Dios.
Sábado y señal
Exodo 31: 12-17 contiene un texto excepcionalmente fecundo sobre el
sábado.151 Antes de que analicemos algunas de las nuevas ideas expresadas
por vez primera en este pasaje, es preciso que nos fijemos en su marco con
textual. Las instrucciones para la observancia del sábado, presentadas en
148. Los pasajes del Decálogo son idénticos en la forma, pero las palabras están orde
nadas al revés.
149. Véase el estudio en Kiker, op. cit.ypp. 101-112.
150. Esta expresión aparece ocho veces en Levítico 23 y tradicionalmente se entiende
que significa «asamblea festiva». Algunos eruditos han propuesto el significado
de «tiempo festivo»; véanse J. Morgenstern, «Two Compound Technical Terms
in Biblical Hebrew», JBL 43 (1924):314-320; E. Kutsch, «jpND», 7AW 65
(1953):247-253; P. Katz, «¡TlND in der griechischen und lateinischen Bibel», ZAW
65 (1953):253-255.
151. Sobre toda la perícopa, véanse Meesters, op. cit., pp. 124-125; Negretti, op. cit.ypp. 291-
295. La muy debatida cuestión de la erudición crítica en cuanto a si la idea del sábado
como «señal» es anterior (véase C. A. Keller, Das Wort OTH ais «Offenbarungszeichen
Gottes» [Basilea, 1946), pp. 140,158, n. 69) o posterior (véase W. Eichrodt, «Der Sabbat
bei Hesekiel: Ein Beitrag zur Nachgeschichte des Prophetentextes», Lex tua vertías:
Festschriftfur Hubert Junker, ed. H. Gross y E Mussner [Tréveris, 1961], pp. 65-74) a
Ezequiel 20 es respondida más recientemente en función del análisis de la historia de
las tradiciones: Ezequiel 20 refleja tradiciones antiguas (véanse Jenni, op. cit.y pp. 30,
31; G. Fohrer, Die Hauptprobleme des Buches Ezechiel [Berlín, 1952], pp. 151,152; W.
Zimmerli, Ezechiel [Neukirchen-Vluyn, 1969), parte l,p. 447; Andreasen, OT Sabbath,
pp. 42,43; Mathys, op. cit.ypp. 253,254).
30 El sábado en las E scrituras y en la historia
Éxodo 31:12-17, siguen a las instrucciones de Yahveh (Éxo. 27: 20; 31: 11)
para el santuario y su ritual (25:1-31:11). Ambas forman parte de la misma
comunicación oral de Yahveh a Moisés (25:1; 30:11,17,22,34; 31:1,12) en
el monte Sinaí. La comunicación divina había explicado con detalle el traba
jo que había que hacer relativo a la construcción del santuario. Las instruc
ciones relativas al sábado, que aparecen en la conclusión, (1) conectan el sá
bado y el santuario (cf. Lev. 19:30),152 (2) especifican detalles sobre el sábado
revelados por vez primera y (3) recuerdan al pueblo los límites del trabajo:
«seis días trabajarás; pero el séptimo día es un sábado de descanso solemne,
santo para Jehová; cualquiera que haga obra alguna el sábado será ejecutado»
(Exo. 31: 15).153154El contexto actual indica que el sábado, que había sido in
cluido como uno de los Diez Mandamientos (Exo. 20: 8-11), es explicado
oficialmente a Moisés en sus múltiples aspectos en el monte Sinaí.
Muchos de los aspectos asociados con el sábado en Exodo 31:12-17 ya son
conocidos. La creación realizada por Dios en seis días y el reposo el séptimo día
del versículo 17 son conocidos por Génesis 2: 2,3 y Éxodo 20:11. El manda
miento de “guardar” {samar) el sábado de los versículos 13,14 y 16 se encuentra
en Deuteronomio 5:12,15, igual que el mandato de “observarlo”(vers. 16; Deut.
5:12). La santidad del sábado de los versículos 14 y 15 nos lleva a Génesis 2: 3;
Exodo 16:23; 20:8 {f. Éxo. 35:2; Deut. 5:12). La identidad del séptimo día con
el sábado se presenta tanto en Éxodo 16:26 y 29 como en 20:10, y la idea del
sábado como una «fiesta sabática» {sabbátón)m ya es conocida en Éxodo 16:23.
La declaración de que el sábado «es una señal entre mí y vosotros por
vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico»
(Éxo. 31:13) es completamente nueva. Estas palabras vuelven a aparecer en
forma similar155 en Ezequiel 20: 12,20. Éxodo 31: 13 especifica que la «se
ñal» ( ó/)156 es «entre mí y vosotros», es decir, entre Dios y su pueblo.157 El
152. Childs, Exodus, p. 541.
153. El asunto del sábádo y la pena de muerte para los violadores no puede ser tratado
con detalle (Éxo. 31:14,15; 35: 2,3; Núm. 15: 32-36). Véanse Andreasen, O TSa
bbath, pp. 150-157; Meesters, op. cit., p. 125; Negretti, op. cit., pp. 283-285; Schulz,
op. cit., pp. 42-46,55-63.
154. Véase la nota 79.
155. Andreasen, OT Sabbath, p. 42, n. 1 (p. 210) argumenta contra la dependencia lite
raria directa de Ezequiel con respecto a Éxo. 31: 13, porque el material se usa de
forma diferente en los dos lugares.
156. Para estudios clave recientes sobre el uso de la palabra ót, «señal» en el Anti
guo Testamento, véanse F. Stolz, « ót Zeichen», THAT, 1:91-95; F. J. Helfmeyer,
«ni* oth», TDOT, 1:167-188.
157. Así, acertadamenteJenni, op. cit.,p. 31; Andreasen, OT Sabbath, p. 210; Wolff, Anthro
pology, p. 142; ídem, «Day of Rest», pp. 504,505; Mathys, op. cit., pp. 252,255.
El sábado en el Pentateuco 31
hecho de que el sábado haga de señal externa, visible y perpetua entre Dios y
su pueblo forma parte esencial del significado del sábado como señal. Pero las
funciones de señal del sábado van mucho más allá.
La naturaleza misma de una “señal” es que apunta a algo más allá de sí
mismo. La “señal” sirve para propiciar un entendimiento o para motivar un
tipo de comportamiento.158Una señal puede impartir conocimiento sobre la
actividad de Dios en la conformación de la historia.159Puede motivar a la gen
te a creer en Dios, adorarlo y así producir y confirmar la fe.160 Una señal
puede hacer de memorial que evoque el recuerdo.161 Puede servir de marca o
señal de separación.162 Puede poner en algo más allá de sí misma, confirmar
lo o corroborarlo y, así, ser una señal de confirmación.163 Por último, puede
haber señales del pacto entre Dios y su pueblo elegido.164
Varias de estas funciones de las señales forman parte de la naturaleza de
señal del sábado.165 Con frecuencia se ha hecho hincapié en que el sábado es
una «señal de observancia»,166 que exhorta a cumplir un deber167 y trae a la
mente una obligación.168 En Exodo 31:13 el sábado es «una señal entre mí y
vosotros» y recalca de forma muy natural la obligación y el deber de la comu
nidad del pacto de Dios de guardar el sábado «santo a Jehová» (vers. 15).
El sábado es también una «señal de separación».169Se ha mencionado que
una de las funciones de una “señal” (’dt) es propiciar el conocimiento y el
entendimiento.170 El sábado como «señal de separación» imparte a hombres
de diferentes religiones o confesiones el conocimiento de que existe una re
lación peculiar o singular entre Dios y el pueblo que santifica el sábado, «por
medio del cual el mundo entero ha de reconocer la existencia de esta relación».171
El sábado es una «señal de reconocimiento» que distingue al pueblo de Dios
158. Helfmeyer, op. cit., p. 171.
159. Éxo. 7: 3, 5; 8: 18,19, 22, 23; 10: 2; 13: 8,14; Deut. 6: 20; Jer. 44: 29; Eze. 14: 8.
160. Núm. 14:11,22,23; Deut. 1:22-46; 4:34; 11: 3; 13:1-3; 26: 8; 29:2,3; Jos. 24:17;
Sal. 65: 8 (9); 78: 43; 86:17; Isa. 7:11.
161. Éxo. 13: 9,16; Núm. 17: 25; Deut. 6: 8; 28: 46; Jos. 4: 6; Isa. 55:13; Eze. 14: 8.
162. Gén. 4: 15; Éxo. 8: 19; 12: 13; Núm. 2:2; Jos. 2: 12; Job 21: 29.
163. Éxo. 3:12; Jue. 6:17; 1 Sam. 2: 34; 10: 7,9; 2 Rey. 19: 29; 20: 8; Isa. 7:11,14.
164. Gén. 9:12.13,17; 17:11.
165. Éxo. 31: 13,17; Eze. 20:12,20.
166. Véase L. Köhler, en KByp. 23. Esto se recoge en HALAT, p. 25. Jenni, op. cit.yp. 31;
Eichrodt, «Der Sabbat bei Hesekiel», p. 65; Negretti, op. cit., p. 93; Füglister,
op. cit.yp. 11.
167. KB, p. 23.
168. CHAL, p. 7.
169. Jenni, op. eit., p. 31.
170. Helfmeyer, op. cit.y p. 171.
171. Noth, Exodus, p. 241.
32 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y en la h is t o r ia
de los que lo rodean.172 Igual que la señal puesta por Dios sobre Caín no lo
avergonzó (Gén. 4: 15),173 sino que lo separó del resto de los hombres y ga
rantizó su existencia futura,174 el sábado es una señal dada al creyente que lo
separa del resto de los hombres y garantiza su existencia futura. Como tal, el
sábado es una marca distintiva.
Aparte de ser una «señal de observancia» y una «señal de separación», el
sábado es una «señal de recuerdo».175Ya se ha reconocido que el aspecto re
trospectivo de “recuerdo”forma parte del mandamiento del sábado en Exodo
20. El sábado hace de «señal de recuerdo» porque retrotrae la memoria del
hombre al origen del sábado como séptimo día de la semana de la creación,
en el que Dios «descansó y quedó renovado» (Exo. 31:17; cf. Gén. 2: 3; Exo.
20:11). Es, así, una señal que rememora al Creador y a la creación. El recuer
do no solo incluye el pasado, sino que actualiza176 este conocimiento en una
acción presente y futura: «guardar el sábado, observando el sábado a lo largo
de sus generaciones» (vers. 16). El pueblo de Dios recuerda las acciones mi
sericordiosas de liberación177y el plan divino de la redención.
El sábado también es una «señal de conocimiento».178 Esto se explicita en
Exodo 31:13: «esta es una señal [...] para que sepáis [ládaat]». La señal sirve
el propósito del conocimiento.179 El sábado es una señal que imparte a Israel el
conocimiento (1) de que Yahveh es su Dios180y (2) que su Dios “santifica” a su
pueblo181 convirtiéndolo en un pueblo santo,182 es decir, un pueblo separado
para un pacto especial con él.183 Por lo tanto, la santidad del pueblo de Dios se
deriva de su relación con el Dios santo y no de ninguna cualidad intrínseca del
pueblo. Entra en escena el simbolismo redentor del sábado.
172. Ib a
173. G. von Rad, Genesis (Filadelfia, 1961), p. 103.
174. Esta comparación no desea pasar por alto las distinciones éntre los sujetos impli
cados, ni infravalorar otras diferencias. Cf. Westermann, op. cit., pp. 423-427.
175. Esto resulta evidente por el presente contexto y coincide con la teología del re
cuerdo encontrada en el Pentateuco. Cf. G.J. Botterweck, «Gott erkennen» im Spra
chgebrauch des Alten Testaments (Bonn, 1951), pp. 87, 88.
176. Helfmeyer, op. cit., pp. 186-188.
177. Stolz, « dt Zeichen», col. 92.
178. Sobre la función de «señal de conocimiento», véase Helfmeyer, op. cit., pp. 171-175.
179. Jenni, op. cit., p. 31.
180. La historia de las plagas, con la culminación en la muerte de los hijos primogéni
tos egipcios, son «señales» (Exo. 7: 3,5; 8:18-23; 10:2; 18: 22) mediante las cuales
Israel puede conocer el poder y la ayuda de su Dios.
181. Cf. Lev. 20: 8; 21: 8; 22: 32; Eze. 37: 28.
182. Exo. 19: 6; Lev. 19: 2,3; Deut. 7: 6.
183. Lev. 18: 1-5; 19: 2, 3; 20: 26; 22: 31-33.
El sábado en el Pentateuco 33
207. Wolff, «Day of Rest», p. 505: «El sábado se convierte en un acontecimiento esca-
tológico en medio de la existencia provisional del ser humano».
208. K. Barth, Church Dogmatics (Edimburgo, 1958), III/l, 98; idem, III/4, 51-59;
J. Brown, «Karl Barths Doctrine of the Sabbath», Scottish Journal ofTheolovy 19
(1966):409-425.
209. Unger, op. cit., p. 59.
210. Kutsch, Verheissung und Gesetzyp. 76.
Capítulo II
El sábado en los libros proféticos
e históricos del Antiguo Testamento
Gerhard F. Hasel y W. G. C. Murdoch
El énfasis sobre el sábado expresado por los profetas cuyos escritos nos
han llegado y por los autores inspirados de la literatura histórica del Antiguo
Testamento se basa en un concepto de pacto en el que Yahveh es el Señor del
pacto e Israel su pueblo del pacto. Su enseñanza sobre el sábado también está
arraigada en su conocimiento de Dios como Creador de los cielos y la tierra
y en su reposo en el sábado de la creación para conmemorar una obra acaba
da.1 Los temas de la creación, el pacto, la señal, la santificación, el reconoci
miento de Dios como Señor, la liberación de la servidumbre y la nueva crea
ción, que son perfectamente conocidos por el Pentateuco,2 reaparecen con
aplicación a la comunidad israelita en su accidentada historia. El futuro de
Israel depende de la obediencia o la desobediencia a la ley divina y, en parti
cular, al sábado. Así, la observancia del sábado se relaciona en último término
con una cuestión de vida o muerte para la comunidad y el individuo; aborda
con intensidad la esencia misma de la existencia del hombre, ya sea relacional,
liberada, gozosa y redentora, o lo contrario.
El sábado en los libros proféticos
Es nuestro propósito investigar en primer lugar el sábado en los escritos
proféticos. Aparte de la aparición de este asunto en los tres profetas mayores,
también está presente en los profetas menores Amos y Oseas.
El sábado en los profetas del siglo VIII
Amos. Un dicho del profeta Amos contra los comerciantes malvados y los
pecados del mercado contiene una referencia explícita al sábado. Cita a los que
pisotean a los necesitados y acaban con los pobres de la tierra:
1. T. C. Vriezen, An Outline of Oíd Testament Theology, 2a ed. (Oxford, 1970), p. 64,
donde se señala también que «el hecho de que Dios santificara el séptimo día en
la creación ha de ser explicado de alguna manera: Dios, quien señala los días, los
meses y los años, instituyó el sábado desde el comienzo».
2. Véase el capítulo “El sábado en el Pentateuco”, pp. 1-36.
38 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
( cf Deut. 16: 16; 2 Crón. 8: 13). 13 Los «novilunios» ( hódes) son, presumible
í
mente, días mensuales de festividad.1314 Los «sábados» (sabbdt) son los días
semanales de culto y reposo.15 La secuencia de «fiestas, novilunios y sábados»
no es un orden descendente16 ni un orden ascendente17 de festividades, sino
una secuencia de festividades de frecuencia de celebración creciente: anual
(fiestas), mensual (novilunios), semanal (sábados). La frase final, y todas sus
solemnidades' (vfkól mó'adáh)ypuede referirse colectivamente a los días y las
ocasiones de festividad incluidos o no incluidos en la secuencia anterior.18
Hay aquí prueba indiscutible, junto con Amos 8:5, de celebración del sábado
en el reino septentrional de Israel en el siglo VIII a. C. Sin embargo, no hay
ninguna prueba de que el sábado en esa época fuese un día de “luna nueva"
celebrado solo una vez al mes19 ni ninguna especie de «día tabú».20
En Oseas, como también en Amos, la mención del sábado no se produce
en el contexto de una exhortación positiva. Ambos profetas condenan el uso
indebido o el descuido del sábado, respetivamente. En el mensaje de Oseas,
los sábados, según parece, se habían deteriorado, convirtiéndose en días de
«sus placeres» (vers. lia), que, con las otras fiestas, no eran sino «días de fies
13. W. Rudolph, Hosea (Gütersloh, 1966), p. 71, seguido por N.-E. A. Andreasen,
The Oíd Testament Sabbath: A Traditio-Historical Investigation, SBL Diss. Ser. 7
(Missoula, Montana, 1972), p. 61.
14. El Antiguo Testamento revela poco detalle sobre el día de la luna nueva y su ce
lebración (cf. 1 Sam. 20: 5-11,18-23; Sal. 104: 19; Isa. 1: 13). Véase H.-J. Kraus,
Worship in Israel (Richmond, Virginia, 1966), pp. 76-78.
15. El hecho de que aquí haya una vav antes del término sabbáí parece indicar que la
secuencia de tres fiestas separadas recurrentes, concretamente «fiestas, novilunios
y sábados» ha llegado a su fin. Esto estaría reñido con el punto de vista de que
las «fiestas» sean un sustantivo colectivo que se refiera tanto a novilunios como a
sábados (véase Robinson, op. cit.y pp. 53-55). Véase también Eze. 45: 17, donde
también hay una vav que conecta las tres celebraciones de festejos de «fiestas
solemnes, y lunas nuevas y sábados», pero no hay ninguna vav antes de «todas las
fiestas solemnes».
16. Wolff, Hosea, p. 38; Rudolph, Hosea, p. 71.
17. Robinson, op. c i t pp. 53,62.
18. Andreasen, loe. cit.yentiende que mó éd es una referencia exhaustiva que abarca tam
bién «fiestas, novilunios y sábados». Aunque esto es posible, es menos probable en
vista de nuestra amplia enumeración de días de festejo anual, mensual y semanal.
19. Pese a reiterados intentos en esa dirección (cf. Lemaire, op. cit.\ Robinson, op.
cit.)ysigue siendo válida la observación de R. de Vaux en cuanto a estas tentativas:
«Sin embargo, una cosa es cierta: es inútil intentar encontrar el origen del sábado
relacionándolo de alguna manera con las fases de la luna».— Ancient Israel: Its Life
andInstitutions (Londres, 1961), p. 480.
20. Contra Wolff, Hoseay p. 38. El reposo sabático no tiene nada que ver con ningún
tabú.
El sábado en los libros proféticos e históricos del Antiguo Testamento 41
ta de los baales» (vers. 13). Yahveh, el amante de Israel, concibió que las di
versas ocasiones de fiestas religiosas, incluyendo el sábado, reflejasen la rela
ción de pacto entre él y su pueblo. Si esa relación se rompe, debe divorciarse
de su pueblo (vers. 2) y «pondrá fin»21 a esos días festivos, incluyendo el sába
do, que es la señal del pacto.
Isaías. El profeta evangélico Isaías tiene una enseñanza sobre el sábado
excepcionalmente rica. El sábado aparece por vez primera en Isaías 1: 13:
«No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sába
dos, asambleas... no aguanto reuniones y crímenes» (PER). Ya se ha presen
tado el uso de las expresiones novilunio’ y sábado’. El tercer término,
asambleas’,22 resulta inusual,23 pero quizá lo mejor sea entenderla como una
expresión similar a «todas sus solemnidades» en Oseas 2: 11, es decir, como
una referencia a las asambleas festivas, incluyendo novilunios y sábados, pero
yendo mucho más allá, como resulta evidente por Levítico 23. Esto implica
que los novilunios y los sábados no son idénticos a las asambleas. Este térmi
no está en aposición con las expresiones anteriores. Si se reconoce esto, no se
puede hablar de un «orden ascendente —novilunio (mensual), sábado, con
vocatoria de asambleas (anuales)—».24 En vez de ello, debe tomarse «novilu
nios, sábados» conjuntamente como una secuencia de fiestas dentro del año
de frecuencia de celebración creciente: novilunio (mensual) y sábado (sema
nal). La expresión convocatoria de asambleas’, que incluyen el sábado sema
nal (Lev. 23:1-3), la Pascua (vers. 4-15), la fiesta de las Semanas (vers. 15-22;
Núm. 28: 26; Deut. 16: 10), el primer día del séptimo mes (Lev. 23: 23-25),
21. En hebreo hay un llamativo juego de palabras tanto en Oseas 2:11 como en Amos
8: 5 entre el verbo sbt (en hifilsegún se usa aquí,‘poner fin”) y el sustantivo $abbát>
“sábado”. Se ha visto una y otra vez que la estrecha asociación entre ambos indica
una relación entre el verbo sbt y el sustantivo sabbát (cf. Gén. 2:1-3; Exo. 16: 30;
31: 17; Lev. 23: 32; 25: 2; 26: 34, 35; 2 Crón. 36: 21). Véanse también R. North,
“The Derivation of Sabbath”, Bíblica 36 (1955): 186; Stolz, op. cit., cois. 864, 865.
22. Esta expresión sigue a las dos primeras sin conjunción en el TM. Así, la traduc
ción «y el convocar asambleas» (RV95) es inexacta y no está apoyada por elTM .
23. Se ha reivindicación que el término miqra\ “asamblea”, es una abreviatura de
miqrá qódes, “santa asamblea”, en el sentido de un “día de fiesta” en el que no ha
bía de hacerse trabajo alguno (véase E. Kutsch,“j7"lNQ”, ZA W 65 [1953]:247-253).
Pero esto tiene tan poco sentido (véase H. WilderbergeryJasaja 1-12 [KAT X/l;
Neukirchen-Vluyn, 1972], p. 34) como la pretensión de que la tercera frase en su
totalidad sea una interpolación posterior (contra F. Schwally, “Miscellen”, ZAW
11 [1891]:257; K. Marti, Das Buch Jesaja [Tubinga, 1900], p. 12; J. Morgenstern,
“Two Compound Technical Terms in Biblical Hebrew”,/RL 43 [1924]:316; con
Wildberger, loe. cit.\ Andreasen, op. cit., p. 58).
24. Véase Robinson, op. cit., p. 62.
42 El sábad o en las E s c r it u r a s y e n l a h is t o r ia
sostiene acertadamente que este texto sobre el sábado constituye una prueba
de la observancia del sábado como día de reposo en tiempos preexílicos.87
Era un día de reposo semanal.88
El relato del golpe de Estado encabezado por el sumo sacerdote Joiada en
2 Reyes 11: 4-12 (2 Crón. 23: 4-11) sugiere «que a finales del siglo IX se
observaba regularmente el sábado».89 El cambio de la guardia en el templo
era, sin duda, un acontecimiento semanal (1 Crón. 9: 24,25) que tenía lugar
cada sábado (vers. 32).90 El monarca gobernante visitaba el templo el sábado,
presumiblemente con fines de adoración, y el atrio del templo se llenaba de
gente (2 Crón. 23: 1-15).
El sábado también es mencionado en relación con el rey Acaz (735 [732]-
715 a. C.).91 así como la eliminación de una estructura92 usada los sábados
(2 Rey. 16:17,18).
El sábado en la obra del cronista. El cronista93 se refiere al sábado en varios
contextos.94 Se afirma que los coatitas se ocupaban de la preparación del pan
para cada sábado (1 Crón. 9:32) y de que se sacrificasen holocaustos en el tem
plo los sábados, los novilunios y las fiestas señaladas (23:31; 2 Crón. 2: 4; 8:13;
87. F. Bohn, Der Sabbat im Alten Testament und im altjüdischen religiösen Aberglauben
(Gütersloh, 1903), p. 11; K. Budde, “Antwort auf Johannes Meinholds ‘Zur Sa-
bbatfrage’”, ZA W 48 (1930): 140; W. W. Cannon, “The Weekly Sabbath”, ZAW
49 (1931):326; G. J. Botterweck, “Der Sabbat in Alten Testament”, Theologische
Quartalschrift 134 (1954):137,138; Lemaire, op. cit., pp. 163,164; Stolz, “raw sbt
aufhören, ruhen”, col. 866.
88. Es ir mucho más allá de la evidencia sugerir que el sábado en esa época era un
día de plenilunio (Robinson, op. cit., p. 33). La secuencia “novilunio” - “sábado”
no da apoyo para esto, porque sigue el orden natural de frecuencia de celebración
creciente (véase la nota 83).
89. J. Gray, I & I I Kings: A Commentary (Filadelfia, 1963), p. 516.
90. El cambio mensual de los comandantes del ejército (1 Crón. 27: 1), instituido al
comienzo de la monarquía, no está relacionado con el sábado (véase Robinson, op.
cit., 90), porque los porteros del santuario/templo no eran idénticos con aquellos
p.
y cambiaban cada semana el sábado (9: 17-32). Solo los levitas y los sacerdotes
podían entrar en el templo (2 Crón. 23: 4,6).
91. En cuanto a las fechas, véase E. R. Thiele, A Chronology of the Hebrew Kings (Grand
Rapids, Michigan, 1977), p. 75.
92. Para una exposición detallada de las palabras oscuras, véanse Meesters, op. cit.,
p. 146; Andreasen, O T Sabbath, p. 52 nn. 2,3; Robinson, op. cit., pp. 99-108.
93. Se piensa que es el autor de 1 y 2 Crónicas, Esdras y Nehemías.
94. 1 Crón. 9: 32; 23: 31; 2 Crón. 2: 4; 8: 13; 23: 4, 8; 31: 3; 36: 21; Neh. 9: 13,14;
10: 32-34; 13: 15-22.
54 E l sábad o en l a s E s c r it u r a s y e n l a h is t o r ia
31: 3)95 desde la época de Salomón en adelante. Los porteros del templo que
cambian cada sábado son sacerdotes y levitas (2 Crón. 23: 4,8).
El capítulo final de 2 Crónicas contiene una referencia singular al sába
do: «Para que se cumpliera la palabra de Jehová, dada por boca de Jeremías,
hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su
asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos» (36: 21,
RV95). Nos desviaría demasiado exponer las diversas opiniones sobre los
«setenta años» y temas afines,96 pero está claro que el autor concebía el
exilio como un tiempo de ajuste de cuentas o compensación por el descui
do en la observancia de los sábados.97 Hay aquí una estrecha asociación de
los temas de tierra y sábado, reposo y sábado, redención y sábado, restitu
ción y sábado, y pacto y sábado.
El sábado en Nehem ías. La oración de penitencia de Nehemías
9: 6-37 menciona el «santo sábado» (vers. 14) como un don de Dios por
intermediación de Moisés. Lo que ha dado en llamarse código de Nehe
mías (10: 31-40), que imponía obligaciones sobre la comunidad que estaba
sellada por un pacto, prohíbe comercio alguno durante el sábado (vers. 31).
Es probable que esta normativa fuese consecuencia de las prácticas señala
das en Nehemías 13: 15-22,98 pero no cabe duda de que se arraiga en las
leyes del Pentateuco que ordenan la observancia del sábado. Evidentemen
te, cuando Nehemías llegó a Jerusalén, encontró una actitud laxa hacia la
observancia del sábado.99 El precepto contra la compraventa en sábado
95. Se trata de un orden de frecuencia decreciente en 1 Crónicas 23: 31; es decir,
semanal (sábados), mensual (novilunios) y posiblemente anual (fiestas señaladas)
(cf. 2 Crón. 8: 13). 2 Crónicas 2: 4 demuestra este orden de frecuencia decrecien
te de sacrificios en su secuencia de holocaustos diarios (por la mañana y por la
tarde), semanales (los sábados), mensuales (los novilunios) y anuales (las fiestas
señaladas). El cronista siempre presenta la secuencia de más a menos frecuente,
mientras que otros escritos del Antiguo Testamento prefieren el orden de menos
a más frecuente. Véase la nota 83.
96. Son puntos de vista representativos A. Orr, “The Seventy Years of Babylon”,
VT 6 (1956):304-306; C. F. Whitley, “The Term Seventy Years of Captivity”,
VT 4 (1954):60-72; ídem, “The Seventy Years Desolation—A rejoinder”, VT7
(1957):416-418; O. Plóger, “Siebzig Jahre”, Festschriftfür F Baumgártner zum 70.
Geburtstag,, ed. L. Rost (Erlangen, 1959), pp. 124-130; B. Z. Wacholder, “Sabbati-
cal Year”, IDBSup (Nashville, 1976), pp. 762,763.
97. J. M. Myers, II Chronicles (Garden City, 1965), pp. 222,223; P. R. Ackroyd, Exile
andRestoration (Filadelfia, 1968), pp. 240-243.
98. J. M. Myers, Ezra-Nehemiah (Garden City, 1965), p. 178.
99. B. E. Shafer, “Sabbath”, IDBSup (Nashville, 1976), p. 761.
El sábado en los libros proféticos e históricos del Antiguo Testamento 55
100. La expresión yóm qódes solo aparece aquí en el Antiguo Testamento. Aunque se
llama «santo» al sábado en varias ocasiones (Exo. 16: 23; 31: 14,15; Lev. 27: 23;
Isa. 58:13), aquí no se refiere al sábado.
101. C. F. Keil, The Books ofEzra, Nehemiah, and Esther (ed. reimpresa, Grand Rapids,
Michigan, 1952), p. 252.
102. Myers, Ezra-Nehemiahy p. 178.
103. La frase «profanando [...] el sábado» resulta familiar por Ezequiel 20: 16,21,24;
22: 8; 23: 38. Su idea está presente en Éxodo 31:14; Isaías 56: 2,6.
104. Traducción de Myers, Ezra-Nehemiah, p. 210.
Capítulo III
El sábado en el período intertestamentario
Sakae Kubo
El período intertestamentario saca a la luz nuevas facetas relativas a la
historia del sábado. En primer lugar, aparte del propio mandamiento del sá
bado (Éxo. 20: 8-11; Deut. 5: 12-14; Lev. 23: 3), el Antiguo Testamento
proporciona sorprendentemente pocas afirmaciones concretas en cuanto a la
manera de observar el día.1 Las fuentes intertestamentarias nos llevan más
allá de tales pasajes y hacen de transición entre el Antiguo Testamento y el
período rabínico. Además, estas fuentes dan información sobre la observan
cia del sábado en tiempo de guerra y en situaciones en las que los judíos eran
súbditos de potencias extranjeras. Aunque tales situaciones estuvieron pre
sentes en el Antiguo Testamento, no contamos con información similar en él
referente a la observancia del sábado en conjunción con ellas. Otro aspecto
adicional del sábado que aparece por vez primera durante ese período es la
presentación, especialmente por parte de Filón de Alejandría, de un tipo de
teología del sábado necesario por los contactos judíos con la sociedad hele
nística. Otras facetas incluyen el contenido del ritual sabático y los puntos de
vista de sectas judías sobre el sábado.
La observancia del sábado
Los trozos de cerámica del siglo V a. C. encontrados en Elefantina, en
Egipto, mencionan el sábado cuatro veces.2 Uno de ellos meramente men
ciona el sábado, y nada puede deducirse de ellos, salvo que había cierto cono
cimiento del sábado. Un segundo trozo de cerámica va dirigido a una tal
Islah, a la que, según Rosenthal,3 se le dice que salga al encuentro de «una
barca mañana sábado, no vaya a ser que [las verduras] se estropeen/echen a
1. En los capítulos 1 y 2 se destacan textos como Exodo 16: 29, Jeremías 17: 22,
Isaías 58:13 y Nehemías 13:15-22.
2. Bezalel Porten, «The Religión of the Jews of Elephantine in Light of the Hermo-
polis Papyri »Journal ofNear Eastern Studies 28 (1969): 116-121.
3. Franz Rosenthal, ed., An Aramaic Handbook, Porta Linguarum Orientalium
n.s.,X (Wiesbadcn, 1967), 1/1, pp. 12,13, traducido por Porten, op. cit., p. 116.
58 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y e n l a h is t o r ia
perder (rqy lp mhr bsbh Imh hn ybd). Válgame YHH, si no, ¡te quitaré la
vid[a] (npsk[y] lkh)\». El tercer trozo de cerámica se refiere a algo, quizá
la expedición de pescado, que se realizaba antes del sábado. El cuarto tiene la
frase «Me voy y no volveré hasta la víspera (del sábado) ('rwbh)».
Porten también analiza el nombre Sabetai, que se encuentra cuatro veces
en los papiros árameos de Elefantina-Siena y una vez en un sarcófago. Según
Tcherikover, ese nombre era dado, especialmente en Egipto, a niños nacidos
en sábado durante el período helenístico, pero más tarde a otros sin esta con
notación. Aún después, durante el período romano, el nombre cambió a
Sambación y también era dado a egipcios. Su explicación de esto es que el
sábado causó una profunda impresión en los no judíos, de modo que muchos
adoptaron su observancia sin hacerse judíos.4 Porten cree que tres casos de
aparición de este nombre pertenecen a no judíos que se sintieron atraídos por
la observancia del sábado.5 Si esto es así, resultaría sumamente significativo,
dado que Tcherikover encuentra este fenómeno solo en el período romano.
Si Porten tiene razón, tenemos a no judíos observando el sábado ya en el
siglo V a. C., y esta práctica probablemente prosiguió durante el período
helenístico.
En cuanto a la mención del sábado en los trozos de cerámica, concluye:
«A primera vista, el caso de la persona que escribió a Islah para que saliera al
encuentro de la barca el sábado, no fuera a ser que las verduras que enviaba se
estropeasen/echasen a perder, recuerda a los contemporáneos de Judea que
llevaban cereales, vino e higos ajerusalén en sábado (Neh. 13: 15). Por otro
lado, la inquietud por la conservación de las verduras y la amenaza contra la
visa de Islah, a no ser que saliera al encuentro de la barca en sábado, pueden
implicar alguna situación extraordinaria y dan testimonio indirecto de la ob
servancia regular del sábado. La posible expedición de pescado y la llegada
del individuo antes del sábado pueden indicar una negativa deliberada a pro
fanar el sábado viajando o expidiendo un objeto en ese día».6
En ese mismo artículo, Porten intenta demostrar que los judíos no eran
tan sincretistas en su culto como se ha sostenido con anterioridad. El único
caso claro de esto lo encuentra en la adoración de AnatYHW, que él atribu
ye a la adoración de cuerpos celestes introducida durante los días de Manasés
Es una traducción muy diferente de la dada por A. Dupont-Sommer en «L’ostracon
araméen du Sabbat», Semítica 2 (1949):31.
4. Corpus papyrorum judaicarumy ed. Victor A. Tcherikover en colaboración con
Alexander Fuks, 3 tomos (Cambridge, 1957-1964), 1:95. Véase también su expli
cación completa sobre las personas de nombre Sambación (3:43-56).
5. Porten, op. cit., pp. 117,121.
6. Ibíd.ypp. 117,118.
El sábado en el período intertestamentario 59
(2 Rey. 21: 5; 2 Crón. 33: 3, 5). Cree que el culto de Bet-el pertenece a los
árameos, que tenían un acuartelamiento en Siena, en estrecha proximidad a
los judíos.7
Una práctica que se pone claramente de manifiesto en el período rabínico
y que no se menciona en el Antiguo Testamento salta a la vista por vez pri
mera en el libro de Judit, que es datado entre 150 y 125 a. C. por la mayoría
de los eruditos. La heroína «ayunaba durante toda su viudez, a excepción de
los sábados y las vigilias de los sábados, los novilunios y sus vigilias, las solem
nidades y los días de regocijo de la casa de Israel» (8:6, JER). Aun en su luto,
se abstenía de ayunar esos días, dado que se consideraba que el sábado y las
fiestas eran días de regocijo. También montó un cobertizo en la azotea de su
casa en la que llevaba puesta la ropa de su viudez, pero el sábado y los días de
fiesta los pasaba en su casa vistiendo prendas diferentes (vers. 5). Aunque se
considera que el relato es ficticio y se diga que tiene lugar en los días de Asi
ria, refleja, a pesar de todo, costumbres y prácticas del período en el que
fue escrito.
El libro de Jubileos, que pretende ser una revelación dada a Moisés en
Sinaí, está datado aproximadamente en la misma época de Judit. Aquí, por
vez primera, tenemos una serie de prohibiciones relativas al sábado, y es un
precursor de las leyes rabínicas posteriores sobre el sábado. También se han
encontrado fragmentos de este libro en Qumrán, y se cree que formaban
parte de la literatura de la secta que vivía allí. Según Frank Cross, «los con
tactos concretos en teología, terminología, peculiaridades de calendario e
intereses sacerdotales entre las ediciones de Enoc, Jubileos y los Testamentos
de Leví y Neftalí encontrados en Qumrán, por una parte, y las obras demos
trablemente sectarias de Qumrán, por la otra, son tan sistemáticos y detalla
dos que debemos situar la composición de estas obras en una única línea de
tradición».8
Así las cosas, cuando Dios reveló a Moisés en Sinaí el sábado que Israel
abandonaría su ley, sus mandamientos y sus juicios y se descarriaría «en cuan
to a novilunios, sábados, fiestas, jubileos y ordenanzas» (Jub. 1:14,15), Biet-
enhardt9 considera que esto es una diatriba contra el calendario y las fiestas
de Israel que eran diferentes de las de Qumrán.
7. /¿6/.,pp.l20,121.
8. Frank Moore Cross, Jr., The Ancient Library of Qumrán and Modern Biblical Stu-
dies, ed. rev. (Garden City, Nueva York, 1961), p. 199.
9. Hans Bietenhardt, «Sabbatvorshriften von Qumrán im Lichte des rabbinischen
Rechts und der Evangelien», en Qumran-Probleme: Vortráge des Leipziger Sympo-
sions über Qumran-Probleme vom 9. Bis 14. Oktober 1961 (Berlín, 1963), p. 54.
60 E l sábado en las E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
pasajes que parecen similares sin serlo. Incluyen: 10: 19, «Que no hable de
asuntos de labor y trabajo que haya que hacer por la mañana», lo que suena
similar a la prohibición de decir que se hará algo en sábado y que se empren
derá un viaje en sábado con fines de compraventa; 10: 23, «Y que no beba
agua a no ser que esta esté en el campamento», que es similar al mandato de
Jubileos 50: 8 que prohíbe beber agua sin haberla extraído uno mismo el
sexto día (pero, de hecho, esto parece más estricto). Según Rabin, el Docu
mento Sadoquita es más liberal, al permitir la extracción de agua en cualquier
lugar dentro del campamento. Los rabíes prohíben la extracción de un curso
de agua aun dentro de un patio, pero permiten esto de un pozo dentro de
la casa.13
Hay algunos elementos adicionales que van más allá de los encontrados
en Jubileos. Entre estos figura el hecho de que el trabajo debería cesar el
viernes «desde el momento en que el globo solar está separado de la puerta
[de la ciudad] por su propia plenitud» (10: 15,16). Según Charles, esto sig
nifica «inmediatamente antes de que el sol toque el horizonte».14Un hombre
no puede extraer agua en sábado, pero si un hombre está «en un sendero y
“baja a darse un baño”, que beba donde se encuentre, pero que no introduzca
agua en ninguna [vasija]» (11:2). No debe golpear a una bestia; si es terca, no
debe sacarla de su casa (11: 6,7).
Prohibiciones adicionales no encontradas en Jubileos son:
1. «Que ningún hombre hable palabra lasciva o malvada» (10:18).
2. «Que no preste nada a su vecino (o: presione a su vecino para que le reem
bolse nada)» (10:18).
3. «Que no derramen sangre (o: disputen) por propiedad y ganancia» (10:18).
4. «Que ningún hombre camine por el campo en sábado para hacer el trabajo
que requiere <después> de que el sábado termine» (11: 20,21).
5. «Que no camine por “el perímetro de su ciudad por encima de” mil codos»
( 10: 21 ).
6. «Y que lo que esté tirado (literalmente: perdido) en el campo, [que no lo]
coma» (10:23).
7. «Que no envíe a un prosélito (o: gentil) “a hacer lo que requiere” en sába
do» (11: 2).
8. «Que ningún hombre se ponga (en sábado) ropa sucia o la que se haya
almacenado, a no ser que esta haya [sido lavada] en agua o esté frotada con
incienso» (11: 4).
13. Rabin, op. c i t p. 53.
14. APOTy2:826.
62 El s á b a d o en l a s E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
9. «Que ningún hombre vaya tras una bestia (en sábado) para que paste
“fuera de su ciudad” más de “dos mil codos”» (11: 5,6).
10. «[Que no abra] en sábado una vasija sellada con brea» (11: 9).
11. «Que ningún hombre porte medicamentos para salir y [entrar] en sába
do» (11:10).
12. «Que ningún hombre recoja en la casa en que mora una piedra ni polvo»
( 11: 11).
13. «Que “el pedagogo15no cargue con el niño pequeño”para salir o entrar en
sábado» (11:11).
14. «Que ningún hombre meta prisa en sábado a su esclavo o sirvienta (ju
díos) o [al trabajador contratado]» (11:12).
15. «Que ningún hombre asista a una bestia de parto en sábado. Aunque esta
deje caer a su cría recién nacido en una cisterna o un pozo, que él no
mantenga vivo (a la cría) en sábado» (11:13,14).
16. «Que ningún hombre [pase tiempo] en un lugar cerca de gentiles el sá
bado» (11:15).
17. «Que ningún hombre profane el sábado por propiedad o ganancia en
sábado. Pero que todo hombre viviente (literalmente: toda alma de hom
bre) que caiga en un lugar lleno de agua o en un lugar [del que no se
pueda subir], [súbalo] cualquier hombre con una escalera o una cuerda o
cualquier instrumento» (11:15-17).16
18. «Que ningún hombre ofrezca en el altar en sábado salvo el holocausto del
sábado; porque así está escrito: “aparte de tus ofrendas del sábado”»
(11:17,18).
Se coincide en que la secta de Qumrán generalmente tenía una visión
más estricta de la observancia del sábado que el resto de los judíos. Josefo
15. El texto hebreo es enigmático. Charles lo traduce «nodriza» {APOT, 2:827), mien
tras que S. T. Kimbrough, Jr. («The Concept of Sabbath at Qumran», Revue de
Qumran 5 [1964-1966]:495) lo traduce «padre adoptivo». Samuel Belkin (Philo
and the Oral Law [Cambridge, Massachusetts, 1940], p. 203) sugiere que la secta
permitía su carga, pero solo por el progenitor.
16. Charles traduce esto: «Y si cualquier persona cae en un lugar de agua o en un lugar
de ... no lo subirá por medio de una escalera ni de una cuerda ni de un instru
mento».— APOT\ 2:828. Kimbrough (op. cit.) sigue a Rabin con esta explicación:
«El texto está sumamente corrompido. Literalmente, es: «Pero todo ser humano
que caiga en un lugar lleno de agua, o en un lugar ..., que no se le haga salir es
calando». He aceptado la propuesta de Rabin, Ginzberg y Dupont-Sommer para
evitar la inhumanidad de la regla tal como figura. Por supuesto, esto es solo una
conjetura».— Página 497. Cómo se acepte esto afectará, naturalmente, el propio
juicio que se tenga de la severidad de la secta.
El sábado en el período intertestamentario 63
apoya esto cuando escribe: «Son más estrictos que todos los judíos en la abs
tención del trabajo el séptimo día; porque no solo preparan su comida el día
anterior para evitar encender una hoguera en ese, sino que no se atreven a
quitar ningún recipiente ni tan siquiera ir a defecar».17 Kimbrough discrepa
de este juicio y presenta su propia tesis de que el Documento Sadoquita nos
da una «prueba precisa en cuanto a la naturaleza de la tradición judía “nor
mativa” en una fase muy temprana». Acepta la evaluación de G. F. Moore de
que el rigor de las leyes «no era particularmente sectario», sino que «era el
carácter de la Halajá más antigua en general».18
Una de las diferencias más llamativas entre el Documento Sadoquita y
Jubileos es el hecho de que no se menciona en absoluto la pena de muerte por
la profanación del sábado. En vez de ello, aquel pone: «Pero todo el que se
descarríe y profane el sábado y las ocasiones señaladas no será ejecutado,
porque corresponde a los hombres guardarlo; y si sana de ello, lo guardarán
por un período de siete años, y después se presentará ante la asamblea»
(12: 4-6). En esto parece ser más liberal incluso que el judaismo rabínico, que
mantenía la pena de muerte, pero recalcaba que la transgresión debía ser un
acto completo de trabajo o ser realizada con arrogancia a pesar de la adver
tencia de testigos.19
Otras diferencias entre ambos documentos son: (1) El Documento Sa
doquita no menciona el encendido de una hoguera en sábado, aunque es
probable que esto se dé por sentado basándose en Exodo 35: 3 y Números
15: 32-35 y la orden de comer solo lo que se ha preparado el día anterior;
(2) Jubileos prohíbe viajar por mar —lo que no se menciona en el Documen
to Sadoquita—, así como montar sobre un animal, sacrificar una bestia o un
ave, atrapar un animal, un pájaro o un pez y entrar en batalla.
Según Bietenhardt, el Documento Sadoquita es más estricto que la praxis
rabínica en lo siguiente: el momento del comienzo del sábado; hablar una
palabra insensata u ociosa; la distancia que se permite andar en sábado; la
apertura de una vasija sellada con brea; portar medicamentos; recoger una
piedra o polvo dentro de la casa; introducir a un niño pequeño en la casa o
sacarlo de ella; auxiliar a un hombre que se haya caído en el agua.20
Tras mencionar que el reposo sabático ha de incluir a la propia familia, a
los vecinos, a los libertos y a los esclavos, así como a las bestias de uno, Filón va
más allá de cuanto se ha mencionado hasta ahora. El Documento Sadoquita
17. Josefo, Guerrajudaica 2.8.9 (todas las citas de Josefo son de la LCL).
18. Kimbrough, op. cit., pp. 484,486.
19. Véanse las pp. 98-100.
20. Bietenhardt, op. cit., pp. 56-60.
64 El sábado en las E scrituras y en la historia
prohíbe a un hombre comer lo que está tirado en el campo (10: 23), pero
Filón dice que el sábado «se extiende también a todo tipo de árboles y plan
tas; porque no está permitido cortar ningún brote ni ninguna rama, ni siquie
ra una hoja, ni arrancar fruto alguno».21
La observancia del sábado en situaciones de conflicto
Aunque en realidad está incluido en la sección anterior, tratamos este
aspecto de la observancia del sábado por separado debido a su prominencia
durante este período. Sorprendentemente, no se mencionan casos tales en el
Antiguo Testamento aunque hubo situaciones de conflicto durante los que
el pueblo de Dios tuvo que vivir bajo gobernantes extranjeros, como en Egip
to, Asiria y Babilonia. Los israelitas también se enzarzaron en guerras duran
te ese período, pero nada se dice sobre este aspecto, aunque los rabíes deba
tieron la marcha de Josué alrededor de Jericó, y Alger E Johns parece pensar
que Nabucodonosor atacó Jerusalén específicamente los sábados porque, pre
sumiblemente, sabía que no lo resistirían entonces.22
No oímos nada sobre problemas con el sábado durante la opresión egip
cia antes del éxodo. Presumiblemente, la mayoría de los israelitas olvidó las
leyes de sus antepasados. Sin embargo, el sábado parece haber tenido gran
importancia para los judíos de la diáspora en Egipto durante el período pto-
21. Filón, Moisés 2.4 (todas las citas de Filón son de la LCL).
22. En cuanto al ataque de Josué contra Jericó, Moshe David Herr («The Problem
ofWar on the Sabbath in the Second Temple and the Talmudic Periods», Tarbiz
30 [1960-61]:ix [el artículo hebreo original está en las pp. 242-256 y 341-356])
dice: «La respuesta de que Dios lo permitió explícitamente presenta una dificultad
aún mayor. Hay otros que añaden que Josué destruyó Jericó para no beneficiarse
de la profanación del sábado. Ciertamente, la propia leyenda de la conquista de
Jericó en sábado se encuentra en un midrás tanaíta, pero no tenemos constancia
alguna de ningúri taná ni de ningún amorá que preguntase por qué Josué profanó
el sábado. Por otra parte, Pirqoi ben Baboi, que vivió en Babilonia hacia el año
800 e . c . afirma explícitamente que entrar en batalla en sábado es obligatorio, igual
que hacían Josué y los reyes de Israel en los tiempos de la Biblia. Estas opiniones
se expresaban, como es sabido, para combatir los puntos de vista caraítas de que
en sábado estaba prohibida toda guerra [...]. Esta extraña contención en las opi
niones de los sabios rabínicos no es causa de asombro, dado que encontramos un
ejemplo más extremo en el conflicto con los caraítas y sus seguidores en la obra
Emunot Wede ot de Se adya (siglo X), en la que afirmó, en contradicción con el mi
drás, que Josué jamás peleó en sábado, ni mucho menos, para quitarse de encima
a sus oponentes «con humo», actitud típica adoptada en una polémica».
Para los ataques de Nabucodonosor contra Jerusalén en sábado, véase Alger F. Johns,
«The Military Strategy of Sabbath Attacks on the Jews», F7T3 (1963):482-486.
El sábado en el período intertestamentario 65
lemaico. Los tres nombres hebreos más populares durante este período fue
ron Sabetai, Simón y José.23 El primero lo recibía un niño nacido en sábado.
También se ha hecho mención del hecho de que muchos no judíos tomaban
este nombre y de que gentiles que tenían de nombre Sambación (una corrup
ción del nombre) guardaban el sábado sin hacerse judíos. No obstante, en un
entorno completamente gentil, no resultaba fácil que un judío mantuviese su
fidelidad. Hay un caso de un hombre en la finca de Apolonio, en Filadelfia,
probablemente gerente de una empresa de construcción, que no trabajaba los
sábados. «Deberíamos recordar la tremenda cantidad de trabajo llevada a
cabo por los nuevos colonos de Filadelfia, el ritmo de la obra, y el rigor de
capataces como Apolonio o Zenón, para valorar la firmeza de un judío que
observaba el sábado en tales condiciones».24
La vida para un judío podía ser muy difícil trabajando a las órdenes de
capataces extranjeros, y casi imposible en un ejército extranjero. Josefo reseña
una carta de Dolabela, gobernador de Siria, quien escribió a Efeso hacia 44
a. C. dando instrucción en cuanto a la insistencia de los judíos de que «no
pueden hacer servicio militar porque no pueden portar armas ni marchar en
los días de sábado». En este caso les otorgó exención del servicio militar y les
permitió seguir sus costumbres ancestrales.25 Los papiros han demostrado
con claridad que los judíos sirvieron como soldados en Egipto en el período
ptolemaico e incluso antes en el período persa, como indica la guarnición
judía de Elefantina. Esto continuó hasta el período romano, cuando el ejér
cito ptolemaico quedó abolido.26 Pero no hay indicación alguna de proble
mas con el sábado. Quizá en una situación de paz podían hacerse componen
das o los judíos consintieron. Hay un relato de que se hizo que entraran en el
ejército por la fuerza y se les obligó a luchar en sábado contra sus propios
paisanos. Nicanor quiso atacar a Judas y creyó que podía hacerlo «sin expo
nerse, en día de descanso». Los judíos que se vieron forzados a incorporarse
a su ejército intentaron disuadirlo, rogándole que respetase «ese día, honrado
y santificado por el que todo lo ve». Cuando Nicanor preguntó quién ordenó
tal cosa, contestaron: «El Señor vivo, el soberano del cielo». Nicanor replicó
entonces: «Y yo soy soberano de la tierra, que ordeno empuñar las armas y
servir los intereses del rey».27 Según parece, fueron obligados a atacar, pero no
tuvieron éxito.
23. Tcherikover, op. cit., 1:29.
24. Ibíd., p. 44; véase también el Papiro 10 en las pp. 136,137.
25. Josefo, Antigüedades judías 14.10.12.
26. Tcherikover, op. cit., pp. 11,12,52.
27. 2 Mac. 15: 1-4. (Si no se indica otra cosa, todas las referencias de los apócrifos
serán de la Biblia del Peregrino).
66 El sábado en las E scrituras y en la historia
Sin embargo, ¿qué relación tenían con el sábado cuando luchaban por sí
mismos, cuando podían controlar lo que hacían el sábado (al menos por su
parte)? La primera situación tal de la que tenemos constancia tuvo lugar
cuando Ptolomeo Sóter entró sin oposición en Jerusalén un sábado y «se
adueñó de la ciudad sin dificultad y la gobernó con severidad».28
Después, hacia 168 a. C., Antíoco envió a Apolonio a Jerusalén, donde
permaneció pacíficamente hasta el sábado, cuando ordenó a sus hombres
desfilar armados, dado que los judíos estaban inactivos. Cuando la gente acu
dió a ver a los soldados, se les dio muerte. También destruyó los muros de la
ciudad y edificó el Acra, ciudadela fortificada ocupada por tropas.29
En la siguiente ocasión de esa naturaleza durante el reinado de Antíoco
Epífanes, cuando se añadió a la conquista un decidido plan de helenización,
hubo una reacción diferente. Muchos judíos se sometieron a ofrecer sacrifi
cios a los ídolos y a profanar el sábado.30 Pero algunos se negaron y huyeron
a los montes. El enemigo los persiguió e intencionalmente los atacó en sába
do. Matatías y sus seguidores se negaron a defenderse, diciendo: «“¡Muramos
todos con la conciencia limpia!”». El resultado fue el desastre. Ante el dilema
de luchar en sábado o sufrir la aniquilación, los supervivientes escogieron lo
primero. Decidieron: «“Si todos nos comportamos como nuestros hermanos,
y no luchamos contra los paganos por nuestra vida y nuestra ley, muy pronto
nos harán desaparecer de la tierra”. Aquel mismo día celebraron consejo y
acordaron lo siguiente: “Al que nos ataque en sábado le responderemos lu
chando; así no pereceremos todos, como nuestros hermanos en las cuevas”».31
Josefo añade: «Mantenemos la práctica de luchar incluso en sábado siempre
que se hace necesario».32 El libro de Jubileos, escrito poco después de este
acontecimiento, prohíbe la guerra en sábado. Quizá represente a un grupo
que mantuvo con rigidez la estricta observancia del sábado aunque significa
se la aniquilación. En cualquier caso, debe de haberse escrito con consciencia
expresa del problema de la observancia del sábado en tiempo de guerra.
Durante el período macabeo parece haberse seguido esta práctica de de
fenderse cuando los israelitas eran atacados en sábado, pero sin luchar ofen
sivamente ese día. Judas luchó contra Nicanor cuando este lo atacó en
sábado,33y Jonatán obró de igual manera cuando Báquides lo atacó en el día
28. Antigüedadesjudías 12.1.1.
29. 2 Mac. 5: 24-26; 1 Mac. 1:30-33.
30. 1 Mac. 1:43.
31. 2:32-41.
32. Antigüedadesjudías 12.6.2.
33. 2 Mac. 15: 1-4.
El sábado en el período intertestamentario 67
habrían evitado; porque la ley nos permite defendernos de los que inician la
batalla y nos atacan, pero no nos permite luchar contra un enemigo que haga
otra cosa.
»De este hecho los romanos eran plenamente conscientes, y en esos días
que llamamos sábado, no disparaban a los judíos ni se enfrentaban a ellos en
combate cuerpo a cuerpo, sino que, en vez de ello, levantaban terraplenes y
torres y montaban sus máquinas de asedio para que estos pudieran ponerse
en funcionamiento al día siguiente».41
Bajo el gobierno romano, los judíos tuvieron mucha libertad de practicar
su religión, incluida la observancia del sábado. Ya hemos mencionado la car
ta de Dolabela a Efeso que eximía a los judíos del servicio militar para que
no tuvieran conflictos por el sábado y por problemas relativos a su alimenta
ción. Josefo enumera varios decretos y cartas adicionales que concedían per
miso a los judíos para observar sus sábados.42 Sus conflictos se centraban en
el asunto de las imágenes, no en el sábado.
No obstante, hubo incidentes que estaban relacionados con el sábado.
Filón menciona un caso tal, aunque su interés está más en señalar un ejemplo
de vanagloria. Menciona a «uno de la clase gobernante» que quería acabar
con el sábado. Ordenó que los judíos hicieran cosas prohibidas en sábado,
«creyendo que si podía destruir la regla ancestral del sábado, ello abriría el
camino a la irregularidad en todos los demás asuntos y a una apostasía gene
ral». Pero los judíos se negaron, de modo que intentó convencerlos mediante
razones:
«“Suponed”», dijo, «“que hubiera una incursión repentina del enemigo o
una inundación causada por la crecida del río y la ruptura del embalse, o un
gran incendio abrasador o un rayo o una hambruna, o peste o un terremoto,
o cualquier otro problema, ya sea de factura humana o-divina. ¿Os quedaréis
en casa perfectamente impertérritos? ¿Apareceréis en público con vuestra
guisa habitual, con la mano derecha metida dentro, y la izquierda mantenida
cerca del costado bajo el manto, no vaya a ser que aun inconscientemente
fuerais a hacer algo que pudiera contribuir a salvaros? ¿Os sentaréis en vues
tros conciliábulos y convocaréis a vuestra camarilla habitual, leyendo tan
tranquilos vuestros libros sagrados, hablando largo y tendido de cualquier
punto oscuro y debatiendo con detalle en ociosa molicie vuestra ancestral
filosofía? No, desecharéis todas estas cosas y os aprestaréis a vuestra propia
asistencia, a la de vuestros padres y de vuestros hijos, y de las demás personas
41. Ibíd., 14.4.2,3; véase también Guerrajudaica 1.7.3.
42. Antigüedades judías 14.10.20,21,23,25; 16.6.2,4.
El sábado en el período intertestamentario 69
De las numerosas sectas judías existentes antes del año 70 d. C., solo dos
sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén y el templo.1Una de estas fue el
cristianismo y la otra fue el farisaísmo.2 Privado del templo y encontrando
necesario adaptarse a los resultados devastadores de una guerra trágica y de
unas perspectivas radicalmente alteradas, el farisaísmo cambió inevitable
mente. Esta continuidad del farisaísmo con posterioridad al año 70 d. C. es
denominada judaismo rabínico, y de él descienden casi todas las formas mo
dernas de judaismo. El presente capítulo presenta un breve esbozo del sábado
según es considerado y observado en el judaismo rabínico clásico.3
Uno de los rasgos distintivos del farisaísmo había sido su alta considera
ción hacia la tradición oral. Los fariseos reivindicaban ser herederos del es
criba Esdras y su tribunal, conocido como la Gran Asamblea, el germen del
1. Esta afirmación no considera a los samaritanos, a los que hacía muchas generacio
nes que no se los consideraba del todo judíos. Hoy quedan menos de mil. Muchos
grupos de judíos de la diáspora (fuera de la tierra de Israel) quedaron aislados de la
corriente principal de la historia judía, como los falashas, judíos negros de Etiopía,
de los cuales hoy solo quedan unos treinta mil. En la historia judía posterior sur
gieron otros grupos que pueden ser considerados atavismos a formas prerrabínicas
del judaismo, siendo los más notables el movimiento caraíta, que surgió en el siglo
VIII d. C., y el judaismo reformista de la Norteamérica contemporánea.
2. Los nazoreanos (cristianos judíos) sobrevivieron huyendo en el momento oportu
no a Pella, al otro lado del Jordán. El farisaísmo sobrevivió gracias a la extraordi
naria huida de Jerusalén que protagonizó el rabí Johanán ben Zakai, quien recibió
permiso de los romanos para fundar una escuela en Jabneh (Jamnia), a poco dis
tancia de la costa palestina. Los saduceos no pudieron sobrevivir sin el templo y
sus sacrificios, pero los fariseos contaban con las sinagogas como centros religiosos
alternativos. Aunque los esenios tenían poco que ver con el templo, parecen haber
sido barridos como grupo en otras actuaciones militares romanas durante la de
sastrosa guerra. Muchos de ellos pueden haberse hecho cristianos o gnósticos.
3. Por «judaismo rabínico clásico» se quiere decir fundamentalmente la religión del
Talmud; pero esta, según se explica más abajo, fue objeto de elaboración ulterior y
codificada finalmente por rabíes posteriores.
76 El sábado en las E scrituras y en la historia
número de eruditos de primera fila en las grandes guerras judías de los siglos
I y II (66-70 y 132-135 d. C.) y la persecución que siguió a la segunda guerra
pusieran de manifiesto que la memoria de los seres humanos era un registro
demasiado frágil. ¡La cabeza de un maestro separada de su cuerpo es un libro
que ya no puede leerse! Por eso, la tradición oral dio en ponerse por escrito.
Algún tiempo después de 135 d. C., el rabí Meir efectuó una compilación
de leyes que le eran conocidas. A esa colección se añadieron más y, al comienzo
del siglo III, el rabí Judá el Príncipe creó la codificación básica de la ley rabíni-
ca denominada Misná, que sigue siendo la guía fundamental para la vida judía
ortodoxa hasta nuestros días. La Misná consiste en sesenta y tres libros o “tra
tados”, cada uno de los cuales aborda un asunto diferente. Los tratados que más
abordan las leyes del sábado se titulan Sabaty EruvínJ Se puede entender tan
poco la religión judía sin un conocimiento de la Misná como se puede entender
el cristianismo siendo ignorante del Nuevo Testamento.78
Sin embargo, la interpretación y la legislación rabínicas no terminaron, y
prosiguió el proceso de amplificación. Esto produjo una enorme elaboración
de los tratados misnaicos denominada Guemárá. Los textos de la Misná
básica junto con sus expansiones en la Guemará se denominan Talmud.9
Hay en realidad dos talmudes: el Palestino (o “de Jerusalén”), compilado ha
cia 400 d. C.,y el más normativo Talmud de Babilonia, compilado aproxima
damente cien años después. Estas son las fuentes más importantes para nues
tro estudio del sábado rabínico.
7. Las referencias a la Misná suelen hacerse citando el tratado particular en forma
análoga a las referencias bíblicas; por ejemplo, Sabat 8: 2. Las referencias al Tal
mud Palestino se efectúan anteponiendo «J.» a la Misná objeto de elaboración;
así, J. Sabat 8: 2. Las referencias al Talmud de Babilonia se suelen realizar según
la enumeración de folios; así, Sabat 73a (cada folio en hebreo tenía dos caras,
designadas «a» y «b»). Así el lector puede darse cuenta de qué obra se está citando
mediante la forma de la referencia, aunque el tratado tenga el mismo título en
todas. En las sucesivas notas a pie de página, Sabat se abreviará Sab., y Eruvín
se abreviará Eruv. Los nombres de los demás tratados no serán abreviados. En
la medida de lo posible, solo se citarán las obras rabínicas que están disponibles
en inglés. La traducción más práctica de la Misná es la de Herbert Danby; la
traducción estándar del Talmud de Babilonia es la editada por Isidore Epstein (la
edición de Soncino), que hemos seguido habitualmente, aunque no siempre.
8. Los rabíes citados en la Misná son denominados tanaim o tanaítas; fueron con
temporáneos de los autores del Nuevo Testamento y de los primeros Padres de la
iglesia.
9. Los rabíes citados en la Guemará de los talmudes son denominados amoraim o
amoraítas. El período amoraítico acabó hacia 550 d. C. Los toques finales del Tal
mud de Babilonia los pusieron eruditos denominados saboraim o saboraítas, cuyo
período acabó hacia 600 d. C.
78 El sábado en las E scrituras y en la historia
Grosso modo, las obras mencionadas hasta ahora tienen una disposición
temática. Además de estas obras rabínicas, que están ordenadas por temas,
hay otras obras en forma de comentario continuo de los textos bíblicos; estas
son denominadas midrasim (singular, midrás). Los midrasim son de diversos
tipos: halájico (legal; estos son el tipo más antiguo), expositivo y homilético.
En este capítulo se hará referencia a la Mejilta del rabí Ismael, a la Midrás
Rabá, a la Midrás sobre los Salmos y a la Pesikta Rabati.10
Aun después de que se completara el Talmud, los rabíes siguieron pro
mulgando decisiones legales sobre el sábado, igual que sobre todos los demás
asuntos importantes de la vida judía. Las opiniones son conocidas como res-
ponsa. Se han realizado tentativas de incluir todos estos vastos materiales en
un digesto para poder hacer referencia a los mismos con facilidad. Quizá el
más legible digesto de ese tipo fuera el realizado por Maimónides (Moisés
ben Maimón), en el siglo XII, pero el digesto más normativo de la ley judía
de la actualidad es el SuljánAruj, preparado por Yosef Caro en el siglo XVI.11
A continuación veremos qué nos dicen estas fuentes sobre el sábado.
La importancia del sábado
No hay ninguna institución más importante para el judaismo que el sá
bado, y sok> la circuncisión se aproxima a equipararse con ella. Los rabinos
consideraban que el sábado tenía una importancia equiparable a la de todos
los demás preceptos de laTorá combinados.12 Se dijo: «Quien observa el sá
bado se aleja del pecado».13 En un sermón, el Señor declara: «Oh, pueblo
mío, he aquí que habéis anulado los Diez Mandamientos en su totalidad. No
10. Mejilta es un comentario sobre las porciones legales del Éxodo; las referencias a
la misma son por tratado y capítulo; así, Mej. Bajodés 2. La Midrás Rabá es una
serie de comentarios sobre los Cinco Libros de Moisés y los Cinco Megilot (Rut,
Lamentaciones, Eclesiastés, Ester y Cantar de los Cantares), los rollos que se leían
en las fiestas judías. Las referencias a la Midrás Rabá en lo sucesivo, se realizan de
este modo: Gén. R. 97: 2. Las referencias a los otros midrasim no emplearán abre
viaturas, sino que usarán los sistemas de capítulo y versión normalizados de esas
obras. Además de las obras mencionadas, se hará referencia a lo que se denomina
Tratados Menores, que a veces son considerados apéndices al Talmud; en este
artículo sus títulos estarán precedidos de «T. M.».
11. El Código de Maimónides (Misné Tora) aborda el sábado en el Libro Tres, «El
libro de las estaciones». Se hará referencia a la traducción al inglés (ed. Yale Uni
versity Press, Nueva York, 1961) como Maimónides, Código. Se ha traducido un
compendio del Sulján Aruj (Goldin, Nueva York, 1961); en lo sucesivo se hará
referencia a él como Ganzfried, Code.
12. Julin 5a; J. Berakot 1: 5; J. Nedarim 3:14; Éxo. R. 25:12; Deut. R. 4: 4.
13. Mej.Vayasa6.
El sábado rabínico 79
y seis días para mí”. No es así con el Santo, bendito sea. Esto dice a Israel el
Santo, bendito sea: “Hijos míos, guardad seis días para vosotros y guardad un
solo día para mí”».21
Es característico de la Hagadá que esté repleta de parábolas, leyendas y
animados diálogos imaginarios como este, que depende del hecho de que el
séptimo día, a diferencia de los demás días de la semana, no va seguido por
un día par, y del hecho de que en el hebreo tardío la palabra qiddas significa
ba tanto “santificar” como “prometer en matrimonio”:22 «El sábado dio
su opinión directamente al Santo, bendito sea: Cada uno de los días tiene su
pareja, pero yo no tengo pareja. El Santo, bendito sea, replicó: La congrega
ción de Israel será tu pareja. Y cuando Israel estuvo de pie en el monte Sinaí,
Dios dijo: Acuérdate de lo especial que le dije al sábado, concretamente que
la congregación de Israel ha de ser tu pareja, según se dice: “Acuérdate del
sábado para santificarlo” [Exo. 20: 8]».23
Llegó a ser costumbre de muchos judíos seguir el ejemplo atribuido al rabí
Hanina, del siglo I, quien se ponía su mejor toga y se ponía de pie a la puesta
del sol al comienzo del sábado exclamando: «Venid y vayamos a dar la bien
venida a la reina sábado», y el ejemplo del rabí Janai, quien se ataviaba de
forma similar y recibía al sábado con las palabras: «¡Ven, oh, esposa! ¡Ven, oh,
esposa!».24 La noche del viernes era un momento de consumación connubial.
Alterando la metáfora, Israel es la esposa, Dios su marido y el sábado el
momento de su unión.25 Estas figuras implican que el sábado es el privilegio
exclusivo de Israel, porque es como la esposa de otro para un gentil. El rabí
Johanán lo expresó así: «En los asuntos mundanos, cuando un rey y su con
sorte están sentados y conversando entre sí, en el supuesto caso de que se
presente alguien a interrumpirlos, ¿no se hace reo de pena de muerte? Así
también, el sábado es una reunión entre Israel y Dios, como se dice: Es una
señal entre mí y los hijos de Israel [Exo. 31: 17]; por ló tanto, cualquier no
judío que, siendo incircunciso, se interponga entre ellos incurre en la pena
de muerte».26
21. Pesikta Rabati 23: 2.
22. Tras ambas acepciones se encuentra el significado básico de «apartar o consagrar».
La forma sustantiva qidcKxs se usa tanto para la oración de santificación del sábado
como para la ceremonia de boda.
23. Pesikta Rabati 23: 6.
24. Sab. 119a. Para otras costumbres y leyendas relacionadas con la idea del sábado
como esposa de Israel, véase Abraham Joshua Heschel, The Sabbath (Nueva York,
1966), pp. 45-62,124-128.
25. Deut. R. 1: 21; cf. Éxo. R. 33: 7.
26. Deut. R. 1:21.
El sábado rabínico 81
sábado.34 Sanedrín 56b razona que los mandamientos cuarto y quinto forma
ron parte de una revelación especial a los israelitas en Mara (Exo. 15: 25)
antes de la promulgación de la ley en Sinaí, o incluso antes de la caída del
maná (Exodo 16); los rabíes reconocieron que «el Señor tu Dios te lo ha or
denado» (Deut. 5:15,16, NVI) tiene que referirse a mandamientos presinaí-
ticos. Pero en ningún sitio se sugiere que nadie antes de Abraham guardase
el sábado, salvo Adán y Dios, y posiblemente otros seres celestiales.35
Si estos eran los puntos de vista rabínicos sobre el pasado del sábado,
¿cuáles eran los de su futuro? Se entiende que el sábado es una isla de eterni
dad en el tiempo, un anticipo del mundo venidero. Tamid 7: 4 declara que el
Salmo 92, salmo cantado por los levitas en el templo el sábado, es «un canto
para el tiempo que ha de venir, para el día que será todo él sábado y el reposo
en la vida eterna».36
Estrechamente relacionada con este concepto estaba la enseñanza sobre
la semana cósmica, deducida del Salmo 90:44, según la cual seis mil años
de la historia de la tierra serían seguidos por mil años de desolación, lo que se
corresponde también con el año sabático de manumisión, cuando los escla
vos eran liberados y se dejaba la tierra en barbecho (Exo. 21: 2; 23:11; etc.).
Este concepto, que puede ser rastreado al menos hasta los escritos pseudoe-
pigráficos intertestamentarios,37 también está relacionado con el Salmo 92 y
con la idea del sábado escatológico de Sanedrín 97a, b. El Pirke del rabí
Eliezer, capítulo 19, presenta la doctrina de manera concisa: «El Santo, ben
dito sea, creó siete milenios [ olamin\yy de ellos escogió únicamente el sép
timo milenio; los seis milenios son para entrar y salir para la guerra y para la
paz. El séptimo milenio es enteramente sábado y descanso en la vida eterna».38
34. Éxo. R. 1: 28; 5:18.
35. Había una doctrina rabí nica denominada ley de Noé, Según la cual los santos
antediluvianos tenían seis leyes que debían obedecer: prohibición contra la adora
ción de otros dioses, blasfemar el nombre de Dios, maldecir a los jueces, el homi
cidio, el incesto y el atraco; a Noé se le dio la prohibición adicional de comer carne
con la sangre de la vida en ella (Sanedrín 56a, b; Gén. R. 16:6). La exigencia moral
sobre los gentiles no iba más allá de estas siete leyes, que no incluían el sábado.
36. Cf.T. M. Soferim 42a.
37. Véase el Libro de los secretos de Enoc 33:1-2, que puede reflejar una redacción cris
tiana de la misma mentalidad que produjo Bernabé 15: 4-9; pero véase la nota en
APOTy2:451. Cf. también Vida de Adán y Eva 51: 2, donde el séptimo día es «la
señal de la resurrección y del reposo del mundo venidero», lo que es muy difícil
que pudiera haber sido dicho por un cristiano, para quien la resurrección está
asociada con el domingo.
38. Sobre todo este asunto, véanseTheodore Friedman, «The Sabbath: Anticipation of
Redcmption»,/w¿¿7/.fw 16 (1967):443-452; George Wesley Buchanan,«Sabbatical
El sábado rabínico 83
los rollos del Mar Muerto, pero también en las prácticas documentadas
de los esenios, los samaritanos y los falashas.45
Las prácticas rabínicas representan una mitigación de las reglas más es
trictas, lograda ya sea contradiciéndolas de plano o, de forma más caracterís
tica, elaborando más reglas que permitan la elusión excepcional o general de
reglas anteriores. Hay varias ilustraciones llamativas de esta tendencia. Lo
que ha dado en llamarse Halajá “más antigua”interpretaba Jeremías 17:22 de
forma muy literal como una prohibición de transportar nada fuera de una
casa o a su interior; pero Sabat 1:1 elude esto al permitir que dos personas,
mediante un procedimiento minuciosamente detallado, se pasen el objeto del
exterior al interior o al revés. Los samaritanos, los falashas y los caraítas in
terpretaban Exodo 16: 29 de forma muy estricta, y nunca salían de su mora
da en sábado; pero los fariseos establecieron límites dentro de los cuales una
persona podía moverse legalmente en sábado: el «camino de sábado» (PER),
de dos mil codos, mencionado en Hechos 1:12. De hecho, la Misná contiene
un tratado completo, Eruvim, que describe una ficción legal por medio de la
cual estos límites podían unirse entre sí para ampliar la libertad de movi
miento aún más.
En algunos casos las reglas rabínicas parecen haber contravenido delibe
radamente las reglas de sectas anteriores y las contravenciones van por lo
general en la dirección de mayor comodidad o humanitarismo. Esta relaja
ción ya había comenzado en la época de Jesús. Entre sus reglas sabáticas, el
Documento Sadoquita establece: «Ningún hombre ayudará a un animal en
su parto. Y si [la cría] cae en un pozo o una acequia, no la sacará en sába
do [...]. Y si cualquier persona cae en un lugar de agua o en un lugar de
oscuridad, no la sacará con una escalera o una cuerda o un instrumento».46
45. Sobre esta cuestión general, véanse, en especial, S.T. Kimbrough, Jr. «The Concept
of Sabbath at Qumran», Revue de Qumran 5 (1964—1966):486-501; y Judah Ro
senthal, «The Sabbath Laws of the Qumranites or the Damascus Covenanters»,
Biblical Research 6 (1961): 10-17. Desgraciadamente, estos dos artículos tienden a
minimizar las diferencias entre las reglas rabínicas y las de los demás; esto resul
ta de pasar por alto algunas de las ilustraciones dadas en lo que sigue. Cf. tam
bién dos artículos de Louis Finkelstein: «The Book of Jubilees and the Rabbinic
Halaka», Harvard Theological Review 16 (1923):39-61; y «Some Examples of the
Maccabean Halaka», JBL 49 (1930):20-42. Sobre las diferencias en cuanto a las
lámparas del sábado, véase Lauterbach, op. cit.ypp. 458-461.
46. 13: 22, 23, 26. Gaster, op. cit.y p. 78, enmienda esta regla, haciendo que, de una
prohibición, se convierta en un mandato positivo, porque «esto iría en contra de la
regla universal judía de que las leyes del sábado pueden quebrantarse en casos de
vida o muerte». Página 104. Pero tal enmienda no llega a tener en cuenta el tenor
general de las reglas sabáticas en este y otros documentos afines en contraposición
8 6 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y en la h is t o r ia
Que tales reglas ya habían sido objeto de una marcha atrás o de repudio por
parte de los fariseos en la época de Jesús puede verse por Lucas 14:5, que está
en armonía con los principios rabínicos, según se presentará más abajo.
Hay otros dos ejemplos aún más llamativos. El libro de Jubileos 50: 8
declaró que «quienquiera se acueste con su esposa» profana el sábado y «mo
rirá», lo que coincide con los principios de los samaritanos, los falashas y los
caraítas; pero las relaciones conyugales el viernes de noche eran alentadas por
los rabinos, según se verá en lo que sigue.47 Por último, los samaritanos, los
esenios, los falashas y los caraítas entendían que Exodo 35: 3 prohíbe todo
tipo de fuego en sábado. De ahí que estos grupos pasaran la noche del viernes
a oscuras. Pero los rabinos entendían que la prohibición se aplicaba única
mente a prender un fuego (o a apagarlo) en sábado; si una lámpara se encen
día antes del comienzo del sábado, podía dejarse ardiendo. De hecho, el en
cendido de las lámparas del sábado era, según veremos, un auténtico deber en
cada hogar.48
La multiplicación rabínica de las reglas buscaba en gran medida hacer
que la ley resultase más fácil de obedecer, explicar con detalle las excepciones
y explicar las contravenciones.49
Actividades que tienen precedencia
sobre el reposo sabático
Según se ilustrará en lo que sigue, la esencia de la interpretación rabínica
de las prohibiciones sabáticas era la evitación del trabajo intencional produc
tivo. Sin embargo, se reconocían ciertas circunstancias en las que la ley del
sábado podía ser suspendida para permitir actividades que, si no, se habría
considerado que quebrantaban el sábado. En gran parte, estas actividades que
tenían precedencia sobre el reposo sabático estaban relacionadas con deberes
ceremoniales, corí la acción militar y el salvamento de vidas.
El ritual más notable que desbancaba al sábado era la circuncisión, que
normalmente tenía que realizarse el octavo día después del nacimiento.
«El r. José el Galileo dice: Grande es la circuncisión, porque relega al sába
con las reglas rabínicas. Es ilegítimo transferir los principios rabínicos al grupo
que produjo esta obra. La enmienda es aún más improbable por razones formales,
porque el mandato aparece en medio de otros veinticinco mandatos, cada uno de
los cuales es una prohibición.
47. Véase la nota en APOT\ 2:81, 82.
48. Véase Lauterbach, op. cit., pp. 454-458.
49. Cf. White, op. cit., pp. 20,21,219-221.
El sábado rabínico 87
por el rabí Akiva por el hecho de que la pena capital por homicidio desbanca
el ritual del templo (el cual, a su vez, desbanca al sábado, ¡y salvar la vida es,
sin duda, mejor que quitarla!).64 El rabí Natán defendía que Exodo 31: 16
implica «que deberíamos dejar de observar un sábado por el bien de la salva
ción de la vida de una persona para que esa persona pueda observar muchos
sábados».65
Más problemática fue una decisión alcanzada por la mayoría de los sabios
en una reunión secreta celebrada en el aposento alto de una casa de Lida
después de la guerra del año 135 d. C., cuando la práctica del judaismo quedó
ilegalizada y muchos sufrieron el martirio por guardar el sábado. Se decidió:
«En cada ley de la Torá, si a un hombre se le ordena: "Transgrede y no mue-
ras”, puede transgredir y no morir, salvo en la idolatría, el incesto [incluyendo
el adulterio] y el homicidio».66 El rabí Ismael justificó esta resolución basán
dose en Levítico 18: 4: «Habréis de cumplir mis leyes y guardaréis mis esta
tutos para vivir según ellos» (LBA), no para morir por ellos.67 Sin embargo,
estas racionalizaciones no eran universalmente aceptadas, y el rabí Dimi,
64. Mej. Sabeta 1.
65. Ibíd. Se verá de inmediato que dos de estos argumentos son casi idénticos a los
usados por Jesús. La argumentación del rabí Eleazar según aparece en Mejilta es
casi idéntica a la encontrada en Juan 7: 23. En Yoma 85b está un tanto ampliado:
«El r. Eleazar respondió y dijo: Si la circuncisión, que está vinculada únicamente
con uno de los doscientos cuarenta y ocho miembros del cuerpo humano, suspen
de el sábado, jcuánto más la salvación de todo el cuerpo suspenderá el sábado!». El
dicho de Simón ben Menasía es muy similar a Marcos 2: 27. Dadas estas similitu
des, algunos eruditos judíos han insistido en que Jesús no decía nada nuevo, sino
meramente haciéndose eco del humanitarismo normal de los fariseos. Este punto
de vista encalla en una dificultad cronológica, porque tanto el rabí Eleazar como
el rabí Simón ben Menasía enseñaron dos o más generaciones después que Jesús.
I. Abrahams, Studies in Pharisaism and the Gospels, primera serie (Londres, 1917),
p. 130, intenta soslayar esta dificultad observando que, en Yoma 85b, el dicho de
Simón es atribuido a Jonatán ben José, y que «la variación en la autoría asignada
sugiere que el dicho no se originó en ninguno de los dos, sino que se trataba de
una tradición más antigua»; retrotrae la enseñanza en último término a la decisión
de Matatías en 1 Macabeos 2: 39. A esto yo contestaría: Abrahams tiene mucha
razón en decir que el dicho no se originó con ninguno de los dos rabíes, sino
que es más antiguo: el desconocido originador de la enseñanza fue Jesús, cuyos
chocantes dichos deben de haber pasado al acervo común incluso entre los no
seguidores, quienes no habrían tenido ninguna razón para recordar la fuente y,
de hecho, las tenían todas para no recordarla. No hay ningún paralelo verbal con
1 Macabeos, ni ninguna formulación de principio general alguno.
66. Sanedrín 74a; Yoma 85a; y otros pasajes.
67. Sanedrín 74a. La máxima del rabí Ismael es atribuida al rabí Samuel en Yoma 85b,
donde se presenta en el mismo contexto que el dicho del rabí Eleazar y el dicho
90 El sábado en las E scrituras y en la historia
haciendo una acotación, dijo: «Esto se enseñó solo si no hay ningún decreto
real, pero si hay un decreto real, uno debe incurrir en el martirio antes que
transgredir tan siquiera un precepto secundario». El rabí Johanán lo acotó
aún más: «Incluso sin un decreto real, se permitió solo en privado; pero en
público uno debe ser martirizado incluso por un precepto secundario antes
que violarlo».68
Los rabíes consideraban que había que considerar el motivo del persegui
dor: si ordenaba al judío que quebrantase el sábado solo por su placer perso
nal, el judío podría transgredir; pero si el mandato tenía motivación religiosa,
debía escogerse el martirio: «Porque Rabá dijo: Si un gentil dijera a un judío:
“Siega pasto el sábado para el ganado; si no, te mataré”, debe preferir la muer
te a cortarlo. ¿Por qué? Porque su intención es obligarlo a violar su religión».69
No era preciso que el peligro para la vida tuviese absoluta certeza. «Siem
pre que haya duda de que la vida está en peligro, ello invalida el sábado». En
ciertos casos podía tomarse medicación en sábado. Incluso podía calentarse
agua para una persona enferma: «Ni decimos: Aguardemos, porque quizá se
ponga bien, sino que calentamos el agua para él inmediatamente».70 La aten
ción de parturientas era legítima en sábado, y la partera podía transgredir I q s
límites del sábado si era necesario para acudir a donde se la necesitase. Sin
embargo, una enfermedad crónica cuyo tratamiento pudiese ser pospuesto
no podía ser tratada en sábado, porque no involucraba el principio de piqqíPlj,
nepés.71
Podía hacerse sonar el sopar de alarma en sábado para una ciudad rodea
da por gentiles o una inundación, o para un navio en peligro.72 Se podría
rescatar a un niño que cayera en el mar o que quedara encerrado en una ha
bitación por accidente, y «uno debe retirar escombros para salvar una vida en
sábado, y cuanto más empeño se ponga, más digno de alabanza se es; y no e9
preciso obtener permiso del tribunal».73 También se podían apagar y aislar
llamas en caso de incendio, y podían rescatarse de ellas ciertas cosas.74
Estas actividades no serían permitidas en sábado salvo para salvar vidas.
Solo la emergencia perentoria las legitimaba.
atribuido allí a Jonatán ben José, pero en Mejilta a Simón ben Menasía. El dicha
que Mejilta atribuye al rabí Natán se asigna en Yoma 85b a Simón ben Menasía.
68. Ibíd.
69. Sanedrín 74b. i
70. Yoma 8: 6; 84a, b. j
71. Sab. 18: 3; 22:6..
72.
73.
74.
Taanit 3: 7.
Yoma 84b.
Ibíd.\ pero véase también Sab. 16:1-6.
\
■i
El sábado rabínico 91
Prohibiciones sabáticas
Quizá sea arbitrario distinguir tajantemente entre circunstancias que per
mitían la suspensión de las leyes del sábado por completo y las cosas que eran
permitidas de forma regular. ¿Era la guerra una actividad permitida o una
suspensión del sábado? No obstante, la distinción es conveniente. Pasamos
ahora al rasgo más característico del sábado rabínico: las numerosísimas leyes
que estipulaban lo que se prohibía y lo que se permitía.
En el Antiguo Testamento, solo se mencionan específicamente algunas
actividades prohibidas en sábado: realizar trabajo, encender una hoguera y
comerciar. Además, los rabíes entendían que Exodo 16: 29 prohibía viajar
más allá de ciertos límites y que Jeremías 17:21,22 prohibía el transporte de
cargas del propio domicilio al dominio público o viceversa.
Sin embargo, ¿qué se considera trabajo? En sentido científico, levantar un
brazo es trabajo y era obvio que los rabíes necesitaban una definición diferen
te de la usada por los físicos modernos. La palabra bíblica usada en el cuarto
mandamiento y en otros pasajes era nflakat1: tarea, proyecto, empleo y lo
esencial de ella no era la cantidad de esfuerzo implicado, sino el propósito.75
M^lakst era algo realizado intencionalmente para lograr o producir un bene
ficio temporal, concebido en el sentido más amplio de la palabra.
Pero eso es una abstracción, y los rabíes preferían pensar en términos muy
concretos, creando no definiciones, sino listas. Obtenían su lista básica a par
tir de una exégesis de Exodo 35, pasaje en el que Moisés prohíbe solemne
mente el trabajo y prender hogueras bajo pena de muerte y luego pasa a de
tallar las tareas para construir el tabernáculo. Aquí, entonces, estaba la clave:
todas las diferentes actividades que deben de haber contribuido a la edifica
ción del tabernáculo tienen que estar incluidas en la categoría de “trabajo”.
Mediante un proceso de deducción del que no es preciso que nos ocupemos,
también decidieron, basándose en Deuteronomio 25: 3, que el número de
tareas básicas prohibidas era treinta y nueve: «Las clases principales de traba
jo son cuarenta menos una: sembrar, arar, segar, atar gavillas, trillar, aventar,
limpiar cosechas, moler, tamizar, amasar, cocer, esquilar lana, lavarla, varearla
o teñirla, hilar, tejer, hacer dos lazos, tejer dos lazos, separar dos hilos, atar,
desatar, dar dos puntadas, rasgar para dar dos puntadas, cazar una gacela,
matarla, desollarla, salarla o curtir su piel, rasparla o cortarla, escribir dos le
tras, borrar para escribir dos letras, edificar, derribar, apagar una hoguera,
75. I. Grunfeld, The Sabbath: A Guide to Its Understanding and Observance (Jerusalén,
1972), p. 19, llega a la conclusión de definir melükahcomo «un acto que demuestra
el dominio del hombre sobre el mundo mediante el ejercicio constructivo de su
inteligencia y su pericia».
92 El sábado en las E scrituras y en la historia
prender una hoguera, dar golpes con un martillo y sacar cualquier cosa de
un dominio a otro. Estas son las principales clases de trabajo: cuarenta
menos una».76
Se entendía que esta lista constituía las categorías básicas de trabajo, que
podían ser subdivididas y extrapoladas hasta el infinito. La propia Misná
contiene una exposición considerablemente detallada de muchas de ellas. De
cientos de ejemplos, aquí solo podemos citar algunos. «No pueden estrujar
frutos para sacarles eljugo,y aunque eljugo salga por sí mismo está prohibido».77
Estrujar se encontraba en la categoría de trillar. La regla también ilustra el
principio de que no se debe recibir beneficio personal de la producción invo
luntaria o inevitable que tenga lugar en sábado.78 Por ejemplo, no se podía
comer en sábado fruta que hubiese caído bajo el árbol, porque podía haber
caído el propio sábado.79 Se produjo un prolongado debate sobre cómo y cuán
do un huevo puesto en sábado podía ser comido, manteniendo algunos que
se había formado el día anterior. Se llegó a la conclusión de que tal huevo no
podía ser retirado del nido, pero podía ser protegido hasta la terminación del
sábado, cuando por fin podría ser comido.80
La categoría de «dar golpes con un martillo» se amplió de modo que in
cluyera cualquier acto necesario para terminar un trabajo o completar un
artículo. Por esta causa, «el que quita hilos de prendas en sábado es punible
por razón de dar golpes con el martillo; pero eso es únicamente cuando les
pone objeciones».81 Por el mismo motivo, la música instrumental estaba pro
hibida en sábado. Tampoco podía prepararse comida.82
La prohibición de encender fuego en sábado era explícita en Exodo 35:2,
3 y la lista misnaica añadió la extinción del fuego. Qué hacer en caso de un
incendio en una casa era un asunto espinoso. Se entendía que esto podría
hacerse para salvar la vida, según se ha señalado más arriba, pero no para
salvar las propiedades.83 La severidad de esta regla fue paliada mediante cier
tas elusiones. Así, «Si un gentil viniese a apagar el fuego, no pueden decirle
“Apágalo” ni “No lo apagues”, ya que no son responsables de que él guarde el
sábado. Pero si era un judío menor de edad que viniera a apagarlo, no pueden
76. Sab. 7: 2. Cf. Mej. Sabeta 2; Sab. 97b.
77. Sab. 22:1.
78. Por esta razón, los judíos ortodoxos que encuentran necesario ordeñar a las vacas
en sábado tiran la leche obtenido antes que recibir ningún beneficio de ella.
79. Pesahim 4: 8.
80. Betzá 1:1; Betzá 2a-4b; Sab. 43a.
81. Sab. 75b.
82. Eruv. 104a; Mej. Pisja 6.
83. Maimónides, Código, Sábado 12: 3.
El sábado rabínico 93
permitírselo, dado que son responsables de que guarde el sábado». «Todos los
libros sagrados deben ser salvados de arder», así como suficiente comida
y bebida para las restantes comidas del sábado y otras cosas absolutamen
te básicas.84
Los rabinos entendían que era su deber poner un seto en torno a la san
tidad del sábado (según el principio encontrado en Abot 1:1) prohibiendo
no solo cosas que profanaban claramente el sábado, sino también cosas que
podrían aumentar el peligro de profanar el sábado. Inclinar una lámpara para
hacer que acudiera más aceite a la mecha y hacer así que ardiera con más
brillo era como encender un fuego, una transgresión cardinal. Por lo tanto, los
rabíes prohibían cualquier cosa que pudiera tener ese sentido. No se permitía
buscar piojos en las prendas ni leer a la luz de una lámpara en sábado.85 Hubo
un debate erudito por otras razones en cuanto a si estaba bien matar piojos
en sábado, y un rabí declaró: «Si uno mata piojos en sábado, es como si ma
tara un camello».86 Pero se establecía una clara distinción entre una transgre
sión cardinal y la violación de meramente un decreto rabínico.
Las leyes sabáticas eran de diversos tipos. Las treinta y nueve formas
prohibidas de trabajo eran fundamentales. También había leyes muqseh sobre
cosas que tenían que dejarse a un lado y no manipularse en sábado, aunque
no hubiera involucrado trabajo alguno: cosas sucias y cosas como fruta que
cayera o huevos que se pusieran en sábado. Según estas leyes, un hombre, por
cuestión de apariencias, no podía tocar dinero ni ninguna de las herramientas
de su oficio, aunque no tuviera la intención de trabajar con ellas.
Luego estaban las leyes fbüt del descanso sabático, que prohibían cosas
que no se consideraban trabajo en sí mismas, pero que se creía que menosca
baban la calidad del descanso y la santidad del sábado. Se halla una lista de
actos tales en Betzá 5: 2: subirse a un árbol, nadar, aplaudir, entrechocar los
muslos y dar pisotones. También estaban prohibidos los «actos de elección»,
como juzgar, acordar un compromiso matrimonial, realizar la ¡flisá* (Deut.
25: 9) o contraer un matrimonio de levirato. La pena capital, el enterramien
to y las bodas no podían tener lugar en sábado.87 Muchos de estos actos lle
vaban a escribir algún documento, y escribir estaba prohibido en sábado.
La culpabilidad de las actividades en sábado dependía de la intención el
propósito y de si se recibía beneficio,88así como de las apariencias.89Se distinguía
84. Sab. 16: 6,1; 117b.
85. Sab. 1:3.
86. Sab. 12a.
87. Betzá 5: 2; Mej. Sabeta 2; Sab. 23: 4,5.
88. Sab. 12: 1-6; Sab. 73b; Suká 3: 14; ef Maimónidcs, Código, Sábado 1: 6.
89. Sab. 22: 3-5.
94 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
¿Difiere lanzar un objeto de cargar con él? Sí y no. Los rabíes debatieron la
pregunta: ¿Qué pasa si alguien intentara lanzar un objeto dos codos, pero lo
lanzaba cuatro? No pudieron dar con mejor respuesta que la que equivale a
decir “depende’'. Los rabíes también dijeron: «Si un hombre lanzase cualquier
cosa desde un dominio privado al dominio público, [...] es culpable; pero si [lo
lanzase] desde un dominio privado a otro dominio privado, con el dominio
público en medio [...] no [es] culpable»13013. ¡Convenía tener buena puntería!
Sin embargo, la elusión más importante de los límites del sábado era el
eruv, institución que probablemente surgió en el siglo I de nuestra era, pero
que Sabat 14b atribuye a Salomón, sin duda por el ingenio del propio tratado.
Había muchos tipos de eruv,nx pero la idea básica de todos ellos era la fusión
o la agrupación de los límites del sábado. Para mitigar el límite de dos mil
codos, solo es preciso depositar suficientes alimentos para dos comidas a una
distancia de dos mil codos y declarar el lugar su morada temporal; este arti
ficio le daba el doble de autonomía de la que habría tenido en otro caso.
Para paliar los límites sobre el transporte, los residentes de moradas co
lindantes con un patio común aportaban su parte de un plato que podía po
nerse en el patio o en una de las viviendas; mediante este artificio se conside
raba que todas las viviendas eran comunes a todos, y todos tenían acceso
irrestricto a todas ellas, de modo que cualquier cosa que pudiera transportar
se dentro del domicilio privado de cada cual podía transportarse entonces a
cualquier lugar dentro del común. El segundo tipo de eruv también se deno
minaba sittüp~ (asociación). Ni que decir tiene, los rabíes formularon reglas
meticulosas sobre el asunto. Por ejemplo, la entrada al patio no podía estar a
una elevación mayor de veinte codos ni tener una anchura mayor de diez
codos,132 pero esta acotación podía ser satisfecha, en caso necesario, median
te la instalación de unas vigas temporales. Ni que decir tiene también, el eruv
debía estar preparado antes de que comenzase el sábado;133 de ahí la pregun
ta formulada antes de la puesta de sol: «¿Habéis preparado el eruv}».
Profanación punible del sábado
Hemos visto que varias de las prohibiciones sabáticas enumeradas se bar
' i
montañas que cuelgan de un pelo, porque los textos sagrados sobre las mis
mas son escasos y las reglas muchas».135Pero los rabíes creían que, cuando las
Escrituras guardaban silencio, ellos tenían el poder de atar y desatar, por así
decirlo, para salvaguardar la santidad del sábado. «El r. Simeón dice: Doquier
los sabios te hayan permitido cualquier cosa, no han hecho más que darte lo
que ya es tuyo, porque lo que te han permitido es únicamente lo que ya ha
bían negado en virtud de la santidad del reposo del sábado».136 Si tenían el
poder de estipular un límite, tenían el poder de modificarlo con excepciones
y elusiones. Por ello, los rabíes ordenaban a los judíos no solo a abstenerse de
actividades consideradas trabajo (m'lak(P), sino que prohibían también in
cluso las actividades que únicamente menoscababan la calidad del descanso
(,sebüt) del sábado.137
Sin embargo, aunque se hacía una clara distinción entre una orden bíblica,
como la prohibición de encender hogueras (que conllevaba la pena de muerte),
y un precepto puramente rabínico, como quitarse las filacterias el sábado,138esto
no significa que los piadosos se tomaran a la ligera las enseñanzas rabínicas. «El
r. Aibu dijo: Descansa incluso del pensamiento del trabajo. Se cuenta una histo
ria, dijo el r. Berequía, de un hombre piadoso que daba un paseo por su viñedo
para descubrir qué requería. Cuando vio una grieta en [su vallado], decidió re
pararla cuando terminase el sábado. Pero luego dijo: Dado que la idea de repa
rarla me vino en sábado, la dejaré para siempre sin reparar. ¿Cómo lo recompen
só el Santo, bendito sea? Una alcaparrera que creció en el viñedo tapó la grieta,
y con el fruto del arbusto se mantuvo el resto de su vida».139
El principio de la calidad del descanso (Fbüt) del sábado no siempre se
articulaba en las reglas, pero era respetado: «Cuando la madre del r. Simeón
ben Yohai solía hablar demasiado en sábado, él le decía: “Es sábado”, y ella
guardaba silencio».140 Aunque, en virtud de sus responsabilidades domésti
cas, las mujeres estaban exentas de muchas de las reglas rabínicas, no se dife
renciaba entre hombres y mujeres en cuanto al sábado.141
Quizá la diferencia más crucial entre los preceptos sabáticos bíblicos y
rabínicos estuviera en la cuestión de los castigos. Había tres niveles de castigo
por el quebrantamiento del sábado: (a) muerte por lapidación, (b) káret y (c)
multa en forma de una ofrenda por el pecado.
1.15. Hagigá 1: 8.
116. Eruv.10: 15.
117. Mej. Sabeta 1.
118. Cf. T. M. Abot del rabí Natán 27a.
119. Pcsikta Rabati 23: 3.
140. Lev. R. 34: 16; Pesikta Rabati 23: 3.
141. Mej. Bajodés 8.
10 0 El sábado en las E scrituras y en la historia
La profanación del sábado está enumerada entre los delitos punibles por
lapidación, que era la segunda forma más grave de castigo capital, tras la muer
te en la hoguera, y seguida por la decapitación y el estrangulamiento, penas
todas que el Sanedrín tenía el poder de infligir.142 La lapidación se infligía
únicamente para delitos cardinales contra el sábado, como prender una hogue
ra, ordenado en las Escrituras (Exo. 35:3). Pero tal castigo estaba indicado solo
si había dos testigos del acto, y si el infractor había sido advertido.143 En otras
palabras, tenía que haber una intencionalidad descarada y pertinaz.
Ksirtt (corte), traducido a menudo “extirpación”, es un castigo al que el
Antiguo Testamento alude con frecuencia («será eliminado de su pueblo»).
Keritot 1:1 enumera treinta y seis transgresiones para las que la Biblia orde
na káret. Con independencia de lo que pueda haber significado en origen, los
rabíes entendían que significaba castigo divino, al parecer muerte prematura;
ya en la época de Maimónides, al menos, se creía que una persona que incu
rría en káret no tendría vida alguna en el mundo venidero. La flagelación o el
arrepentimiento podían anular la káret.144 La profanación deliberada del sá
bado para la que no había testigos incurría en káret.145
Si la profanación del sábado no era intencional y el infractor se daba
cuenta de su error, era multado con una ofrenda por el pecado. «“El que pro
fane el sábado” [Núm. 15:32-36], tras advertencia, es reo de muerte por lapi
dación si cometió un acto que lo hace reo de extirpación si actuó a propósito,
o de una ofrenda por el pecado si actuó por error».146 Sin embargo, no es reo
«a no ser que el comienzo y el final» del acto «se realizaran por error».147 El
rabí Akiva mantenía que «si un hombre realizaba muchos actos de trabajo de
tipo parecido muchos sábados durante un ataque de olvido, es reo de una
ofrenda por el pecado por todos ellos».148 Pero si los muchos actos eran de
tipos diferentes, o si el acto implicaba muchas clases diferentes de profana
ción del sábado (según las treinta y nueve categorías), se requería una ofren
da por el pecado para cada tipo.149 Si un hombre «realizó un acto de trabajo
ya sea un sábado o un día de la semana, pero no se sabe qué día realizó el acto,
debe traer una ofrenda suspensiva de culpa [Lev. 5:17-19]».150
142. Sanedrín 7: 4,1.
143. Mej. Sabeta 1; Sanedrín 7: 4, 8.
144. Makot 13 a, b.
145. Keritot 1:1.
146. Sanedrín 7: 8.
147. Sab. 11: 6.
148. Keritot 3:10.
149. Sab. 72b.
150. Keritot 4:1.
El sábado rabínico 10 1
tras volver a casa, ponía las manos sobre cada hijo, uno por uno, y lo bendecía,
saludaba a los ángeles del sábado y luego recitaba a su esposa el capítulo 31
de Proverbios, y después de esto venían el qiddúsy\%. cena. El rabí José infor
ma de que se enseñó: «Dos ángeles ministradores acompañan al hombre la
víspera del sábado desde la sinagoga hasta su hogar, un ángel bueno y un
ángel malo. Y cuando llega a casa y encuentra la lámpara encendida, la mesa
puesta y la cama cubierta con una colcha, el ángel bueno exclama: “Que así
sea también otro sábado”, y el ángel malo, a regañadientes, responde: “Amén”.
Pero, si no, el ángel malo exclama: “Que así sea también otro sábado”, y el
ángel bueno, a regañadientes, responde: “Amén”».175
El sábado por la mañana la familia se levantaba algo más tarde de lo ha
bitual y acudía a la sinagoga si se encontraba dentro de los límites del sábado
para ella. Allí el ritual difería del de otros días, sobre todo porque las Diecio
cho Bendiciones se reducían en número a siete, porque se omitían todas las
oraciones con referencia a la enfermedad y a otros infortunios.176
Hacia el mediodía tenía lugar la segunda comida del sábado. Se decía que
lo s platos del sábado eran más sabrosos que los de los otros días, aunque es
tuvieran fríos.177 Se contaba a menudo la historia siguiente: «Dios bendijo el
sábado con platos sabrosos. Nuestro maestro [Judá el Príncipe] hizo una
comida para Antonino el sábado. Pusieron delante de él platos fríos; los co
mió y los encontró deliciosos. [En otra ocasión] hizo una comida para él
durante la semana, cuando pusieron ante él platos calientes. Le dijo: “Aque
llo s otros me gustaron más”. Respondió: “A estos les falta cierto condimento”.
Exclamó: “¿Carece de algo, entonces, la despensa real?”. “Le falta el sábado”,
contestó; “¿posees el sábado verdaderamente?”».178
Tras la comida de mediodía había un período de esparcimiento. Después,
por la tarde se iba a la Bet ha Midrás, o escuela de la sinagoga. Se creía que
rr a mejor asistir a los sermones del sábado de tarde que leer las Escrituras en
privado a esa hora. Ese tiempo de estudio, comentario y sermón era seguido
por los oficios de la minha*’ de la tarde. «No se permite leer los hagiógrafos
|cn sábado] salvo a partir del momento de la minhá*ypero uno puede recitar
los de memoria y presentar exposiciones sobre ellos, y si, con algún fin, se
rrt |uiere hacer una comprobación,uno puede tomar [una copia] y examinarla».1
En la antigüedad, después del oficio de la m in h á la familia se reunía
Untes de la puesta de sol para participar de la tercera comida del sábado, que
J7*>. Sal>. 119b.
176. Midrás sobre el Salmo 29: 2.
177. IVsikta Rabati 23: 8.
17H. Ct'-n.R. 11:4; Sab. 119a.
179 |.,-v. R.15:4.
106 El sábado en las E scrituras y en la historia
era más ligera que las otras. Al oscurecer, el sacristán volvía a. dar un bocinazo
con el soparyy la familia realizaba la ceremonia de habdiztí (separación), que
marcaba el límite entre el sábado y el tiempo secular que seguía. Se encen
dían las lámparas, se metían en la casa y se olían especias sobre brasas y se
recitaba una bendición después de la comida sobre una copa de vino. La
habdalá!3 no terminaba hasta después de un intervalo tras la puesta de sol,
porque a la gente no le gustaba que el sábado terminase; de hecho, se consi
deraba que la costumbre de oler especias era un consuelo por la terminación
del sábado.
La mayoría de los judíos anhelaba la llegada del sábado con expectación
de placer, se fuera rabino o jornalero: «El r. Berequía enseñó en nombre
del r. Hiya bar Abba: El sábado fue dado exclusivamente para el disfrute.
El r. Hagai dijo en nombre del r. Samuel bar Najman: El sábado fue dado
exclusivamente para el estudio de la Torá. Y los dos no difieren. Lo que el r.
Berequía dijo en nombre del r. Hiya bar Abba sobre que el sábado fuera dado
para el disfrute se aplica a los discípulos de los sabios, que se agotan en el
estudio de la Torá durante los días de la semana, pero en el sábado vienen y
disfrutan. Lo que el r. Hagai dijo en nombre del r. Samuel bar Najman sobre
que el sábado fuera dado para el estudio de la Torá se aplica a los trabaja
dores que están ocupados con su trabajo durante los días de la semana, pero
en el sábado vienen y se ocupan con la Torá».180
Para los judíos el sábado era un templo en el tiempo, un lugar inamovible
de encuentro con Dios, el punto de reunión inalienable de todos los judíos.
Leían Exodo 31:17,«Para siempre será una señal [...]»,y declaraban: «Esto
dice que el sábado nunca será abolido en Israel. Y así descubres que cualquier
cosa a la que los israelitas fueran devotos con toda su alma ha sido preservada
entre ellos».181 Es digno de nota que, en la medida en que han preservado el
sábado, el sábado también los ha preservado a ellos.
correr de los años. «Jesús no rechazaba la institución del sábado como tal,
sino únicamente la tradición de los ancianos en cuanto a la observancia del
s;ibado».14 Se negó a acatar las normas humanas de los rabinos sobre la ob
servancia del sábado, por causa de las cuales el sábado había llegado a ser una
carga en vez de una bendición.
Solo hay que leer el tratado Sabat de la Misná para captar el alcance de
aquellas normas.15 Parece que Jesús recusaba deliberadamente estas tradicio
nes orales. Quería liberar el sábado de pesadas restricciones y convertirlo en
un día de libertad y gozo espirituales.
Los evangelistas consideraron que estos conflictos tuvieron suficiente im
portancia para la iglesia como para incluirlos en sus relatos evangélicos. La
iglesia no había de observar el sábado según aquellas reglas, sino más bien
como un día de servicio útil siguiendo el modelo del Maestro. Es lícito hacer
el bien ese día. Quien observa el sábado meramente como un requisito lega
lista jamás recibirá la bendición que Dios deseaba que aportara. Así, la iglesia
no rechazó la institución como tal, pero sí rechazó las reglas humanas relati
vas a su observancia.
El conflicto por el cereal arrancado en sábado. El primer conflicto sobre
el sábado que se consigna en los tres sinópticos (Mat. 12:1-8; Mar. 2:23-28;
Luc. 6: 1-5) se refería a la legalidad del acto de los discípulos de arrancar
espigas de trigo el día sagrado. Jesús y sus discípulos pasaban un sábado por
unos campos con cultivo de cereal. Los discípulos tenían hambre (Mat. 12:
1) y arrancaron espigas de trigo y, tras desgranarlas con las manos (Luc. 6:1),
se comieron el cereal. Inmediatamente después, los fariseos los acusaron de
un acto ilícito. No se discutía la legitimidad de arrancar espigas de cereal del
campo de alguien. La ley del Antiguo Testamento estipulaba: «Cuando en
tres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano, pero no
aplicarás la hoz a la mies de tu prójimo» (Deut. 23: 25). Pero los fariseos ca
lificaron su acción de ilícita porque se enzarzaron en trabajar en sábado.
La ley del Antiguo Testamento prohibía las actividades agrícolas el día de
reposo: «Seis días trabajarás, pero en el séptimo día descansarás; aun en tiem
po de siembra y de cosecha, descansarás» (Exo. 34:21). Según se señaló en el
capítulo 4, la Misná especificaba treinta y nueve categorías de trabajo que
estaban prohibidas en sábado.16 Estas incluían segar, trillar, aventar y moler.
Evidentemente, los fariseos interpretaban que arrancar era segar, desgranar
las espigas con las manos era trillar y quitar la paja soplando era aventar.
14. JewettJoc.cit.
15. En el capítulo 4 de este libro pueden verse algunos de los detalles.
16. Misná Sabat 7: 2 (Danby).
11 2 El sábado en las E scrituras y en la historia
Por lo tanto, los discípulos estaban trabajando aunque solo se tratase de una
cantidad muy pequeña de cereal. La Misná declara que la persona que recoja
«espigas de cereal iguales a un bocado de cordero»17 es culpable.
«Entre los escribas se daba por sentado que un maestro era responsable
del comportamiento de sus discípulos».18 Por ello, los fariseos se enfrentaron
a Jesús con el desafío: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
(Mar. 2:24).
Mateo presenta el reto en forma de afirmación: «Tus discípulos hacen lo
que no está permitido hacer en sábado» (Mat. 12:2). En Lucas el desafío se
presenta a los discípulos: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sába
do?» (Luc. 6:2).
Sin embargo, Jesús declaró que eran inocentes (Mat. 12: 7) al saciar su
hambre. En su defensa, citó, antes que nada, el ejemplo de David: «¿Nunca
leisteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que
con él estaban [...]?» (Mar. 2: 25). En su huida de Saúl, David acudió al sa
cerdote Ahimelec,19 quien accedió a su solicitud y le dio los sagrados «panes
de la proposición» (1 Sam. 21: 1-6), que solo los sacerdotes debían comer
(Lev. 24: 9). El quid del asunto parece estar en que David era el ungido del
Señor, con todo lo que ello implicaba. Si estaba bien que el ungido David y
sus hambrientos camaradas comieran el pan consagrado perteneciente a los
sacerdotes, ¡cuánto más podían los hambrientos discípulos del Hijo de David
violar las reglas de los escribas sobre el santo sábado!
Lo más probable es que el pan que David recibió no fuera el colocado en
presencia de Dios en la mesa del lugar santo, sino más bien el que había sido
retirado al ser sustituido por panes recién horneados (1 Sam. 21: 6). El sába
do era el día en que se realizaba el cambio del nuevo por el viejo. Al parecer
de algunos rabíes, el día en que David recibió los panes era sábado.20 Las
Escrituras no especifican el día de la semana, pero, si de verdad era sábado, el
ejemplo de David sería incluso más pertinente.
Según el Evangelio de Mateo, Jesús también citó el ejemplo délos sacer
dotes según la propia ley como un precedente para la acción de los discípulos:
«¿O no habéis leído en la ley cómo en sábado los sacerdotes en el templo
17. Sabat 7: 4.
18. William L. Lane, The GospelAccording to Mark, NIC (Grand Rapids, 1974), p. 115.
19. Marcos 2: 26 llama Abiatar al sacerdote, pero 1 Samuel 21: 1, 2 le da el nombre
de Ahimelc. Tras la muerte de Ahimelec, su hijo Abiatar lo sucedió en el cargo
(1 Sam. 22: 20-23).
20. Hermann L. Strack y Paul Billerbeck, Das Evangelium nach Matthäus Erläutert
aus Talmud und Midrasch, Kommentar zum Neuen Testament (Munich, 1922),
1:619; Eduard Lohse, «aaßßarov», TDNT,\ 7:22, n. 170.
El sábado en el Nuevo Testamento 11 3
I>iotiinan el sábado, y son sin culpa?» (Mat. 12: 5). Según se ha señalado ya, el
sábado se retiraban los viejos «panes de la proposición» y se ponían los nue-
v<>s sobre la mesa. En sábado se ofrecía incienso y se duplicaban las ofrendas
de holocausto (Núm. 28: 9,10). Por ende, se mataban animales, había que
preparar leña y ponerla sobre el altar, etcétera. Así, según lo expresó Maimó-
nides siglos después no había «ningún sabatismo en el templo».21 En reali
dad, los sacerdotes trabajaban más el sábado que cualquier otro día de la se
mana. Pero su trabajo no era pecaminoso, pues era al servicio de Dios. Su
labor sacerdotal era trabajo justificable, porque era sagrado, no secular.
El argumento basado en este ejemplo reposa en un famoso principio de
hermenéutica denominado qal wahomeryo sea, “lo ligero y lo de peso”, apli
cado a un precepto real de la ley.22 La declaración cristológica de Mateo 12: 6
es, ciertamente, significativa: «Pues os digo que uno mayor que el templo está
aquí». Es una afirmación de que nuestro Señor es superior a las normas israe
litas de culto. Es mayor que el templo y sus ritos. Los ritos del templo lo
prefiguraban precisamente a él y también a su obra. Vino a la Tierra como
Redentor del mundo. Sus discípulos estaban asociados con él en la gran obra
de redimir a la humanidad, una labor que era sagrada, no secular. Por ende,
estaba bien que satisficieran su hambre física para recibir fuerza para prose
guir su tarea.
La naturaleza real del sábado era malentendida a menudo. La esencia del
sábado no estaba en el mero cese del trabajo. Jamás fue intención de Dios que
el sábado se convirtiera en un día de inactividad inútil. El sábado había de ser
un día en que el hombre abandonase sus ocupaciones seculares y dedicase el
día a la adoración y al servicio de Dios.
Según Mateo, Jesús también se refirió a unas palabras muy conocidas del
profeta Oseas: «Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrifi
cios”, no condenaríais a los inocentes» (Mat. 12: 7). Jesús había venido a es
tablecer el gobierno del reino de Dios. A los ojos de un Dios misericordioso,
la misericordia es de mucha mayor importancia que una obediencia legalista
de la ley. De aquí que, en otra ocasión, nuestro Señor acusara a los escribas y
los fariseos de descuidar los asuntos de mayor peso, como «la justicia, la mi
sericordia y la fe» mientras diezmaban con toda meticulosidad «la menta, el
anís y el comino» (23: 23).
21. Maimónides Pesaj 1, citado en Frederick W. Farrar, 7he Life of Christ (Portland,
Oregon, 1960), p. 333. Para afirmaciones rabínicas anteriores que expresaban el
mismo punto de vista, véase Strack y Billerbeck, op. cit.ypp. 620-622.
22. W. D. Davies, The Setting of the Sermon on the Mount (Cambridge, 1964), pp. 103,
104; David Daube, The New Testament and Rabbinic Judaism (Nueva York, 1956),
p. 68.
11 4 E l sábado en las E scrituras y en l a historia
En el relato de Marcos (2: 27), Jesús suscitó entonces el asanto del pro
pósito del sábado. El sábado no era un fin en sí mismo. «El sábado fue hecho
por causa del hombre,y no el hombre por causa del sábado». Estaba diseñado
para ser una bendición para el hombre, un día de descanso físico, pero tam
bién un día dedicado a ejercicios espirituales. Los fariseos trataban el día
como si el hombre hubiese sido creado para servir al sábado, y no para que el
sábado satisficiera las necesidades del hombre. El r. Simón ben Menasía de
claró algo similar hacia 180 d. C.: «El sábado os es entregado, pero vosotros
no estáis rendidos al sábado».23 E. Lohse afirma: «Sin embargo, en tales pro
nunciamientos, los rabíes no están atacando en modo alguno el mandamien
to del sábado. Dicen, simplemente, que, en casos excepcionales, puede violar
se el sábado para salvar la vida humana. Sin embargo, en Marcos 2:27 se dice
que el hombre y sus necesidades son de mayor valor que el mandamiento».24
Los tres Evangelios sinópticos documentan la afirmación final «Por tan
to, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado» (Mar. 2:28; Mat. 12: 8; Luc.
6:5). Esta declaración afirma la soberanía de Cristo sobre el sábado. Después
de todo, estaba con nuestro Padre celestial cuando se creó el sábado (Juan
1: 1-3). Por lo tanto, él, no los escribas ni los fariseos, tiene la autoridad de
decir qué es lícito y qué no es lícito hacer el día de reposo. Los discípulos
de Jesús no habían violado la propia ley del sábado, sino las normas de factu
ra humana de los fariseos relativas a la observancia del sábado. En más de una
ocasión Jesús ignoró por completo la ley oral tan querida para los fariseos.
El texto del Códice de Beza, representante más destacado de lo que se
denomina tipo de texto “occidental”, varía llamativamente del de la mayoría
de los manuscritos del Nuevo Testamento. El dicho relativo al señorío de
Cristo sobre el sábado (Luc. 6:5) está colocado detrás del versículo 10. Entre
los versículos 4 y 6, este manuscrito pone: «El mismo día, viendo a uno que
trabajaba en sábado, le dijo: “Hombre, si sabes lo que estás haciendo, eres
bienaventurado; pero si no lo sabes, estás maldito y eres un transgresor de la
ley”». Así, este manuscrito añade otro incidente sabático a la colección. Aun
que este versículo tiene escasa legitimidad para que lo consideremos parte del
texto original de Lucas, Bruce Metzger cree que «bien puede plasmar una
tradición del siglo I».25
Curaciones en sábado. Marcos y Lucas describen la curación de un en
demoniado que interrumpió el oficio de la sinagoga deCapeinaúm un sába
do (Mar. 1: 21-28; Luc. 4: 31-37). jesús enseñaba en la sinagoga y la gente
23. Mejilta Éxo. 31:12-17; tratado Sabeta (Lauterbach); cf. Lohse, op. cif. ,p .l4 .
24. Ibid., p. 22.
25. Bruce M. Metzger, The Text of thelSezu Testament ÇNwervtYoik, 1968), p. 50.
El sábado en el Nuevo Testamento 11 5
saca?» (Mat. 12: 11). Aunque había rabíes que no permitían rescatar a un
animal en sábado, al menos permitían que se hiciese cómoda su estancia en
el hoyo.28 ¿Había que tener más consideración por un animal que por un ser
humano? «¡Cuánto más vale un hombre que una oveja!» (vers. 12, NVI).
Según los relatos de Marcos y Lucas, Jesús se enfrentó a los fariseos con
la pregunta «¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal,
salvar una vida o matar?» (Mar. 3: 4, NVI).29 Naturalmente, no podían decir
que era lícito hacer el mal, y no querían decir que era lícito hacer el bien. De
ahí que permaneciesen callados. C. E. B. Cranfield está en lo cierto cuando
afirma: «Dejar de hacer el bien que se podría hacer a alguien necesitado es
hacer el mal».30 Dejar a un hombre con una mano seca «en su condición
deforme era destruirlo en lo que respecta a una vida plena y completa [...].
Por ello, simplemente no hacer nada por el pobre hombre era destruirlo, ha
cer el mal».31
Entonces Jesús «los miró indignado, aunque dolorido por su obstinación»
(vers. 5, PER). Gustav Stáhlin da dos razones para esa indignación: «Es, en
primer lugar, la ira del Señor misericordioso contra los legalistas que se nie
gan a aceptar el nuevo camino de misericordia y de salvación y que, así, per
miten verse arrastrados por la falta de compasión e incluso por la enemistad
a muerte (vers. 6). En segundo lugar, es la ira del amor, que busca ganar in
cluso a los fariseos para el reino de la misericordia y que encuentra solo odio,
porque quieren ley, no amor. Así, hay, mezclada con una ira santa, una divina
compasión por su piedad, que está tan alejada de Dios».32
Acto seguido, Jesús pidió al hombre que alargara la mano. Cuando lo
hizo, estaba restaurada. Esto llevó a los fariseos a conspirar con los herodia-
nos en cuanto a la manera de eliminar a Jesús. Así, aunque no estaban dis
puestos a ver a un hombre con una mano deforme sanado en sábado, no te
nían el menor reparo en tramar la muerte del que odiaban. Con ello, dieron
su respuesta a la pregunta: «¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el
bien o el mal, salvar una vida o destruirla?». Por otro lado, Jesús enunció el prin
cipio «[E]stá permitido hacer el bien en sábado» (Mat. 12: 12). F. F. Bruce
resume la posición de Jesús:
«En vez de seguir la ley del sábado como era explicada por las escuelas de
Hilel o Samai, Jesús insistía en que, dado que el sábado fue dado a los hom-
28. Lohse, op. cit., p. 25, n. 198.
29. En la última oración, Lucas 6: 9 pone «¿[...] salvar una vida o destruirla?» (NVI).
30. C. E. B. Cranfield, The GospelAccording to Saint Mark (Cambridge, 1959), p. 120.
31. Herschel H. Hobbs, The Exposition of the Gospel ofLuke (Grand Rapids, 1966),
p. 112.
32. Gustav Stáhlin, «ópy>]» (E), TDNTy5: 428.
El sábado en el Nuevo Testamento 11 7
bres para su desahogo y bienestar, cualquier acción que promoviese ese fin era
especialmente apropiada al sábado. Los rabíes habrían coincidido en que, en
un caso urgente de vida o muerte, en sábado podía prestarse atención médica,
pero si el paciente podía aguardar sin peligro hasta el día siguiente, entonces
la acción de curación debía posponerse. Jesús defendía, al contrario, que el
sábado era un día preeminentemente adecuado para la realización de tales
obras de misericordia, fuese el caso urgente o no, dado que tales obras estaban
completamente en consonancia con el propósito de Dios al dar el día. Por
otro lado, cualquier cosa que tendiera a hacer gravosa la ley del sábado estaba
reñida con ese propósito».33
Curaciones en sábado peculiares a Lucas. El Evangelio de Lucas con
signa otras dos curaciones en sábado, que también causaron conflicto. Una de
ellas, dada en Lucas 13:10-17, fue la curación de «una mujer que desde hacía
dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada y en nin
guna manera se podía enderezar». La afirmación de que tenía un «espíritu de
enfermedad» sugiere que su enfermedad era consecuencia del poder de los
demonios. Jesús la curó de inmediato anunciándole que estaba curada y po
niendo las manos sobre ella. A diferencia del conflicto anterior, en este caso
la curación se produjo primero y luego siguió el debate.
La oposición se originó en el «alto dignatario de la sinagoga», que estaba
enojado con Jesús pero, en vez de reprenderlo a él, reprendió a la congrega
ción: «Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sana
dos, y no en sábado» (vers. 14). Jesús tachó de hipócritas a este hombre y a
cuantos aceptaban su interpretación. Procedió a demostrar que se preocupa
ban del bienestar de los animales en sábado, pero no tenían preocupación
genuina por el bienestar de la gente. ¿Son los animales más importantes que
las personas? Los valores de una institución como el sábado no habían de
situarse por encima de los valores humanos. T. W. Manson interpreta: «De
satáis las ataduras de vuestros animales de tiro para refrescarlos y entendéis
que ello no es ninguna violación del día sagrado, ¡pero protestáis contra la
liberación de una criatura humana, de una hija de Abraham, a la que Satanás
—el origen del espíritu maligno— tenía atada no un día, sino dieciocho
años!».34
La enfermedad de la mujer no era voluntad de Dios. Estaba atada por
Satanás. ¿Debía Dios darle libertad incluso en sábado? W. F. Arndt llama la
atención sobre la impactante antítesis en la argumentación final afortiori de
Jesús: «una hija de Abraham—animales; dieciocho años de sufrimiento—sed
33. F. F. Bruce, New Testament History (Londres, 1969), pp. 173,174.
34. T. W. Manson, rIhe Gospel of Luke (Nueva York, 1930), pp. 164,165.
11 8 El sábado en las E scrituras y en la historia
prolongaba treinta y ocho años— acostado en uno de los pórticos que rodea
ban el estanque, aguardando la agitación del agua. Según parece, el estanque
era alimentado por un manantial intermitente. Una superstición popular ex
plicaba este fenómeno natural como una agitación sobrenatural del agua por
parte de un ángel.40 Jesús preguntó al desdichado: «¿Quieres ser sano?». A
continuación, le dio la orden: «Levántate, toma tu camilla y anda». Por la fe,
el hombre puso su voluntad en obedecer la orden y, al hacerlo, recibió la cu
ración y la restauración. Demostró la realidad y la integridad de su curación
caminando y llevándose a casa el camastro en el que había estado tumbado.
Solo en la conclusión del relato del milagro nos informa Juan de que
ocurrió en sábado (vers. 9b). Fue un desafío en toda regla a las normas rabí-
nicas sobre la observancia del sábado. El hombre que fue curado no estaba en
peligro inminente de perder la vida y, por lo tanto, podría haber aguardado a
ser sanado hasta que acabase el sábado.41
Además, al transportar su camastro, el hombre curado violó uno de los
treinta y nueve tipos principales de trabajo prohibidos en sábado.42 Los ju
díos no perdieron tiempo a la hora de recordarle que, al llevar aquella esteri
lla, estaba haciendo algo ilegal en sábado. Sin embargo, el hombre, con la
salud recién hallada, no sentía ningún remordimiento de conciencia al obe
decer la orden de Cristo. Dado que Jesús era la fuente de la vida y de la
completitud de las que gozaba, ¿por qué no habría de ser también la fuente
de las debidas leyes? Cuando los judíos supieron que el sanador era, en efec
to, según sospechaban, Jesús, empezaron a tomar medidas hostiles contra él
(vers. 16). El griego sugiere que esto no se debía a una única violación, sino a
que se había convertido en un hábito. La Nueva Versión Internacional lo ex
presa así: «Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía
tales cosas en sábado».
La defensa que Jesús presentó de su acción descansa en dos premisas
básicas: (1) su íntima relación con Dios Padre; y (2) el hecho, admitido por
40. I va mayoría de los críticos textuales coincide en que Juan 5: 3b, 4, que dice que un
ángel agitaba el agua, no forma parte original del Evangelio de Juan, sino que pro
bablemente se trató de una glosa marginal que logró introducirse en el texto. No
se encuentra en los manuscritos mejores y más antiguos de los Evangelios (P66,7S
ABC* DWsup 33). Tampoco está presente en varios manuscritos latinos antiguos,
el auténtico texto de la Vulgata ni en las versiones siríaca curetoniana o copta. Más
de veinte manuscritos que sí lo contienen lo marcan con asteriscos y dagas por ser
dudoso. Además, contiene varias palabras y expresiones no joaninas, tres de las
cuales se encuentran solo aquí en todo el Nuevo Testamento.
41. Véanse Yoma 8: 6; Strack y Billerbeck, op. rrV., 1:623-639; 3:533ss.
42. Sabat 7: 2; Strack y Billerbeck, op. cit.%2:454-461.
120 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
los judíos, de que Dios siguió trabajando en sábado. «Mi Padre hasta ahora
trabaja, y yo trabajo» (vers. 17). Así, reivindicó el ejemplo de su Padre para
realizar estos milagros de misericordia. C. H. Dodd observa con agudeza:
«Esto sitúa el debate de inmediato en el plano teológico más elevado».43 La
designación «mi Padre» señala significativamente a la conciencia que Jesús te
nía de una relación especial con Dios. La actividad continua e incesante de
Dios en el universo constituye un ejemplo para Jesús. El trabaja como el Padre.
Los exégetas judíos más dados a la reflexión encontraban difícil entender
el reposo divino al que alude Génesis 2: 2. Cómo interpretar el reposo de
Dios era tema de mucho debate. Generalmente se reconocía que Dios no
podría reposar ni un momento de la gobernanza moral del universo. Llega
ron a la conclusión de que Dios sigue dando vida y juzgando a los hombres
incluso en sábado.
Sería verdaderamente trágico para el universo y para el hombre que Dios
dejase de gobernar el universo aunque fuera un instante. Dios trabaja ince
santemente en el funcionamiento del mundo natural. También está constan
temente ocupado en la obra de la redención. De tal trabajo no hay descanso,
no hay sábado que valga. Los sábados nunca han entorpecido el trabajo de
Dios. Tampoco deben entorpecer, afirmó Jesús, el trabajo del Hijo de Dios.
Consideraba su trabajo igual de sagrado y del mismo carácter que el trabajo
del Padre.
Juan 5: 18 indica que los judíos entendieron perfectamente las elevadas
reivindicaciones que Jesús hacía de sí mismo, pero que ellos rechazaron esas
reivindicaciones como injustificadas. Consideraban que su reivindicación a
una relación excepcional con Dios era, ni más ni menos, una blasfemia. Sin
embargo, Jesús respondió (vers. 19) que no obraba independientemente de
Dios. No solo hacía las cosas que veía a su Padre hacer. Obraba no solo como
el Padre, sino con el Padre. Hacía las mismas obras porque era de la misma
naturaleza que el Padre. El hecho de que su afirmación sea introducida con
las palabras 'de cierto, de cierto’implica una finalidad y una autoridad para su
dicho. Habla en nombre de Dios y con la autoridad de Dios. El resto del
capítulo se ocupa de la cuestión de esa autoridad.
La disputa se reanuda en Juan 7: 19-24. Desde la curación del inválido
junto al estanque, los judíos de Jerusalén tenían el propósito de destruir a
Jesús (5:18; 7:1). ¿Cómo podían reivindicar guardar la ley mosaica mientras
acariciaban el odio y el asesinato en su corazón? ¿Cómo podían justificar sus
interpretaciones de que la circuncisión invalida el sábado mientras que con
sideraban que las curaciones lo violaban?
43. C. H. Dodd, The Interpretation of the Fourth Gospel (Cambridge, 1953), p. 320.
El sábado en el Nuevo Testamento 1 21
Jesús pronunciara estas palabras.S2 Sin embargo, no cabe duda de que for
maban parte del texto original de Mateo.53 ¿Las insertó sin más el autor del
primer Evangelio en armonía con sus predilecciones judías, según han con
cluido algunos?54W. C. Alien sugirió que bien pueden proceder de los logia
de Jesús y que eran conocidas por el autor del primer Evangelio a partir de
fuentes judías.55 Somos incapaces de ver ninguna razón válida para recha
zar que formen parte genuina del logion. Aceptándolas como tales, ¿cuál es
su significación?
En la interpretación de muchos comentaristas, ha de entenderse que la
orden «Orad [...] que vuestra huida no sea [...] en sábado» es una referencia
a la prohibición de viajar más allá de un «camino de sábado», que medía
aproximadamente un kilómetro. Está claro que a los israelitas, durante sus
andanzas por el desierto, se les prohibió recorrer largas distancias el séptimo
día. El mandamiento decía: «Quédese [...] cada uno en su lugar, y nadie
salga de él en el séptimo día» (Exo. 16: 29). Este mandato hacía referencia
específica a salir del campamento en sábado a recoger maná, que estaba tira
do «sobre la faz del desierto» «alrededor del campamento» seis días de la se
mana (vers. 13,14,26,27). Sin embargo, «su lugar» estaba sujeto a diversas
interpretaciones. Lo más probable, según acaba de sugerirse, es que significa
se el campamento de los israelitas.56 Por otra parte, los traductores de la
Septuaginta interpretaron que significaba la casa de cada cual, y esta idea se
ve reflejada en varias traducciones modernas, como Dios Habla Hoy. «El sép
timo día cada uno debe quedarse en su casa y no salir de ella». Sin embargo,
esta interpretación no armonizaría con la designación del sábado, según dis
tintas traducciones, como «santa convocación», «asamblea sagrada» o «en
cuentro religioso» (Lev. 23:2-4).
La prohibición relativa a no desplazarse más de un «camino de sábado» era
una norma postexñica. En vista de que Jesús ignoraba otras reglas humanas de
ese tipo sobre la observancia del sábado, es dudoso que hubiese respaldado esta.
52. Véase Alexander Balmain Bruce, «The Synoptic Gospels», en The Expositors Greek
Testamenta ed. W. Robertson Nicoll (Grand Rapids [¿1942?]), 1:293.
53. Las únicas variantes enumeradas para el versículo en el aparato crítico de la Sy-
nopsis Quattuor Evangeliorum de Kurt Aland (Stuttgart, 1964) son la sustitución
del genitivo de singular (DLQ04711) o de plural (094 e) en lugar del caso dativo
de ‘sábado’y la adición de év (en) delante de ‘sábado’ (EFGH 565 1424).
54. Por ejemplo, J. C. Fenton, The Cospel ofSt. Matthew , Pelican Cospel Commentaries
(Baltimore, 1963), p. 387.
55. Willoughby C. Alien, A CriticalandExegetical Commentary on the CospelAccording
to S. Matthew , ICC (Edimburgo, 1912), pp. lv (n. 1), 256.
56. Lohse, op. cit., p. 13.
124 El sábado en l a s E s c r it u r a s y e n l a h is t o r ia
mina, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían prepara
do, y algunas otras mujeres con ellas» (Luc. 23: 55 - 24: l).80
El reconocimiento de la relación de estas mujeres con Jesús y su ministe
rio mesiánico hace que este simple relato resulte muy significativo. Después
de los doce apóstoles, ellas figuraban entre los seguidores más estrechos y
devotos de Jesús. Arriesgaron su vida al seguirlo hasta la cruz. Su devoción se
demuestra por su apresurada compra de especias y perfumes para ungir el
cuerpo de su Señor.
Aun así, creyeron que no podían violar el sábado ni para honrar a su
Maestro difunto. Compraron las especias y los perfumes para su uso una vez
acabado el sábado. La puesta de sol estaba demasiado cerca como para pensar
en usarlos el día de preparación. «Descansaron el sábado, conforme al man
damiento». Si preguntamos ¿Conforme a qué mandamiento?, la respuesta es
<>bvia: Descansaron conforme al mandamiento que tiene que ver con el sába
do. Descansaron en obediencia al mandamiento.81 El acusativo to sabbaton
indica que descansaron «todo el sábado» (Goodspeed). La partícula conjun
tiva men antes de sabbaton en la última oración de Lucas 23:56 se correspon
de con la conjunción adversativa de de 24:1, lo que indica que 23: 56 y 24:1
son una sola frase. Al final del capítulo 23 debería haber una coma, porque el
de continúa el relato sin ruptura.82 Descansaron toda la duración del sábado,
pero al comienzo de la madrugada del primer día de la semana, acudieron a
la tumba a proseguir su trabajo.83
Se sintieron sumamente turbadas cuando encontraron la tumba vacía.
Pero un ángel las informó: «“No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a
Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo.
Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor”» (Mat. 28: 5, 6). También
Jesús había reposado de su gran obra de redención, pero ahora estaba vivo
por los siglos de los siglos.84
Lucas se refiere con claridad a tres días distintos en este relato de la Pa
sión: el día de preparación, el sábado y el primer día de la semana. En el
SO. Epefósken, según Robertson (Grammar, p. 885) es un conativo imperfecto.
Kl. Luc. 23: 55-24: 1.
82. El caso acusativo en expresiones de tiempo indica la cantidad o la duración del
tiempo. A. T. Robertson y W. Hersey Davis, A New Short Grammar of the Greek
Testament (Nueva York, 1933), párr. 345(c); Robertson, Grammar, p. 495; William
Webster, Syntax and Synonyms of the Greek Testament (s.l., 1864), p. 63, citado en
H. E. Dana y Julius R. Mantey, A Manual Grammar of the Greek New Testament
(Nueva York, 1955), p. 91.
83. Henry Alford, The Greek Testament, 6a ed. (Boston, 1872), 1:664.
84. Apoc. 1:18.
128 E l sábado en las E scrituras y en la historia
seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios no#
llamaba para que les anunciáramos el evangelio» (vers. 10). Debe señalarse
que, al contar el relato, Lucas cambia de la tercera persona a la primera per
sona del plural, lo que sugiere que se incorporó al grupo de misioneros en
Troas y que los acompañó a Filipos.989
Los misioneros reconocieron la urgencia del llamamiento y respondieron
de inmediato. Zarparon de Troas con dirección a la isla de Samotracia y de
allí zarparon para Neápolis, puerto marítimo de Filipos, en Macedonia. Cuan
do llegaron a Filipos, pasaron unos días en esta «primera ciudad de la provin
cia de Macedonia, colonia romana» (vers. 1 2 , PER). Cuando llegó el sábado,
encontraron el lugar en el que un grupo de judías devotas y de personas te
merosas de Dios se reunían para adorar y se unieron a ellas. La versión Reina-
Valera afirma: «Un sábado salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía
hacerse la oración» (vers. 13). La palabra traducida “oración” (proseujé) puede
significar no solo el acto de orar, sino también un lugar de oración. De aquí
que otra traducción posible, como en la Biblia de las Américas, sea «donde
pensábamos que habría un lugar de oración».
No existe consenso entre los estudiosos del Nuevo Testamento sobre lo
que era ese lugar de oración. Algunos sostienen que era una sinagoga." Pero
el hecho de que se mencione que solo acudieron mujeres al oficio, además de
los misioneros, hace que tal interpretación sea sumamente dudosa. Puede
haber sido una casa,100 o quizá un lugar de reunión informal al aire libre.101
Allí los misioneros se sentaron y hablaron «a las mujeres que se habían reu
nido» (vers. 13).
La primera conversa de Pablo en Europa fue Lidia, originaria deTiatira,
vendedora de género de lana teñida de púrpura. Se dice de ella que «adoraba
a Dios», lo que sugiere que era una gentil temerosa de Dios. Ella y su casa (lo
que probablemente incluía a sus empleados y a sus criados) se bautizaron,
insistió en alojar a los misioneros en su hogar. Es posible que Evodia y Sín-
tique, mencionadas en Filipenses 4: 2 , también puedan haberse convertido en
esa ocasión. Vuelve a ser digno de mención que los gentiles se unieran a los
judíos en la adoración en sábado.
Tres sábados enTesalónica. Saliendo de Filipos,Pablo y Silas siguieron
la Via Egnatia, gran calzada militar, camino de Tesalónica,«donde había una
98. La lectura del «texto occidental», según la da el Códice de Beza, es: «Habiendo
despertado, nos relató entonces la visión y reconocimos que el Señor nos había
llamado a evangelizar a los habitantes de Macedonia».
99. Heinrich Greeven, «TTQOOCÚxopai», TDNT\ 2:808.
100. Karl Heinrich Rengstorf, «nota^ióg», TDNTy 6:602.
101. Bauer, Arndt y Gingrich, op. cit., p. 720.
El sábado en el Nuevo Testamento 13 3
mmiio escrita (vers. 5; Gál. 5: 3). Sin embargo, Pablo y Bernabé mantenían
<|iir no había por qué encasquetar a los gentiles el yugo de la ley israelita.107
El Concilio de Jerusalén fue convocado para considerar el asunto y tomar
im.i división. Representantes de las iglesias gentiles subieron con Bernabé y
l\il>lo a los apóstoles y los ancianos en Jerusalén (Hech. 15: 2). Tras un debate
i <msidcrable, Pedro presentó el argumento de que el principio fundamental ya
Ii.il >in sido zanjado por el Espíritu Santo, que había venido con igual poder sobre
lo*, gentiles incircuncisos y los judíos circuncidados, indicando que estaban al
miMiio nivel. Dios había aceptado a los gentiles y purificado su corazón por
medio del Espíritu Santo tan pronto como pusieron su fe en Jesús. ¿Debía la
»i »munidad cristiana ir más allá de lo que Dios requería (vers. 7-11) ? 108
Bernabé y Pablo repitieron entonces el relato de las señales milagrosas y los
prodigios que Dios obraba entre los gentiles (vers. 12). Estos milagros eran tes
timonio de la aceptación de la misión entre los gentiles por parte de Dios. Por
nli imo, Santiago, dirigente de la iglesia de Jerusalén, propuso la decisión siguien
te: «|C]onsidero que debemos dejar de ponerles trabas a los gentiles que se
ron vierten a Dios. Más bien debemos escribirles que se abstengan de lo conta
minado por los ídolos, de la inmoralidad sexual, de la carne de animales estran
gulados y de sangre» (vers. 19-20, NVI). Esta solución fue aceptada por «los
apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia» (vers. 22, NVI).
¿Cómo cabe considerar estas propuestas del Concilio para los conversos
gentiles? ¿Hemos de llegar a la conclusión de que estas eran las únicas nor
mas morales requeridas de los cristianos gentiles? W. Gutbrod señaló con
acierto que «no debiera considerarse que el decreto en ningún sentido como
una ética mínima, como un compendio de la ley que, en una especie de com
promiso, intente hacer obligatorio al menos lo fundamental de la ley en lugar
de la ley entera» .109 El Concilio de Jerusalén sentó los términos de la comu
nión entre cristianos judíos y gentiles.110 «Estos requisitos no proporcionaban
la base de la salvación ni de la pertenencia a la iglesia, sino que eran un acuer
do de trabajo para los conversos gentiles y judíos» .111
Se señalan prácticas que escandalizarían a los judíos. Se establecieron
prohibiciones que el mundo judío sostenía que eran vinculantes para todos
107. El texto occidental del versículo 2, después de las palabras «una discusión y con
tienda no pequeña con ellos», añade: «porque Pablo insistía en que debían quedar
se tal como estaban cuando creyeron».
108. El versículo 12, en el texto occidental, comienza: «Y cuando los ancianos accedie
ron a las palabras habladas por Pedro [...]».
109. W. Gutbrod, «vópog», TDNT> 4:1067.
110. Johannes Weiss, Earliest Christianity (Nueva York, 1959), 1:312.
111. George Eldon Ladd, The Young Church (Londres y Nueva York, 1964), p. 61.
136 El sábado en las E scrituras y en la historia
118. A. C. Hervey, Acts of the Apostles, The Pulpit Commentary (Londres y Nueva York
[1 9 1 3 ], 2 :4 .
Capítulo VI
El domingo en el Nuevo Testamento
Walter F. Specht
Muchos cristianos creen con toda sinceridad que Jesús o sus apóstoles
cambiaron el día de reposo del sábado, séptimo día de la semana, al primer
día de la semana, o sea, al domingo. De aquí que, tras examinar los pasajes
en los que aparece el término ‘sábado' en los Evangelios y en Hechos, la
justicia demanda que también nos fijemos en los pasajes del Nuevo Testa
mento que hablan sobre el primer día de la semana. Obviamente, en el
Nuevo Testamento no se usa la designación ‘domingo’. En cambio, los días
son designados por número al estilo del judaismo.
Hay ocho pasajes en el Nuevo Testamento que hablan del primer día de
la semana. Con la excepción de dos,1 todos los pasajes que mencionan el
primer día de la semana se encuentran en los Evangelios y se refieren al
mismo primer día: concretamente, al día en que nuestro Señor resucitó
de entre los muertos.
Según el testimonio de los cuatro Evangelios, las devotas galileas que
acompañaron a Jesús a Jerusalén fueron las primeras en recibir la buena
nueva de la resurrección. C. E. B. Cranfield señala que la prominencia de las
mujeres en los cuatro Evangelios «hace mucho por autenticar el relato en su
conjunto [...]; porque esta es una característica que no sería probable que
la iglesia primitiva inventase» .2 En la cultura judía, las mujeres eran inelegi
bles para dar un testimonio creíble.3
El primer día de la semana en Marcos
Dado que suele considerarse que el de Marcos es el más antiguo de los
Evangelios, parece lógico empezar con su relato de la tumba vacía (Mar. 16:1-8).
En cuanto a este relato, Cranfield señala: «La naturalidad de la primera
1. Las excepciones son Hechos 20: 7 y 1 Corintios 16:1,2.
2. C. E. B. Cranfield, The GospelAccording to Saint Mark (Cambridge, 1959), p. 463.
3. Misná Ros hasaná, 1.8 (Danby).
140 El sábado en las E scrituras y en la historia
la olida del sol» . 15 Esto resultaba aún más esencial en viernes, cuando el
libado estaba a punto de empezar.
José de Arimatea, «hombre rico» (Mat. 27:57) y «miembro noble del Con-
i ilio» (Mar. 15: 43), obtuvo permiso de Pilato para llevar a cabo este servicio
para Jesús. Siguió la costumbre judía, propia del siglo I, de enterramiento en
mi sudario blanco.16 Jesús fue enterrado en la tumba del propio José, excavada
ni la roca y que no había sido usada con anterioridad, y la entrada se cerró
luciendo rodar una gran piedra delante de la misma. De todo esto María
M agdalena y la otra María fueron testigos. No caben, entonces, dudas sobre su
i apucidad de identificar la debida tumba dos días después. Como expresión de
su dolor, estaban «sentadas delante del sepulcro» (Mat. 27: 61).17
El relato del sellamiento de la tumba y de la colocación de una guardia
es peculiar de Mateo (27: 62-66). El permiso para hacer esto fue concedido
por Pilato a los «los principales sacerdotes y los fariseos» al día siguiente,
«que es después de la preparación», es decir, el sábado. La delegación del
Sanedrín recordó de repente que Jesús había predicho que, después de su
ejecución, resucitaría «después de tres días». Por lo tanto, expresaron su deseo
de que se pusiese una guardia en la tumba «hasta el tercer día». Expresaron
temor de que los discípulos robaran el cuerpo de Jesús y que luego reivindi
casen que había resucitado de entre los muertos.
Pilato contestó escueta e imperiosamente: «Ahí tenéis una guardia [es
decir, de soldados romanos, no mera policía del templo] ; 18 id, aseguradlo
como sabéis». Así que sellaron la tumba y pusieron una guardia de soldados
romanos. Sin embargo, las precauciones que tomaron únicamente sirvieron
para evidenciar adicionalmente la resurrección de nuestro Señor.
En Mateo 28 se describen, en conexión con la resurrección, el terremo
to y el descenso de un ángel para rodar la piedra. El momento de estos
acontecimientos aparece en el versículo 1 . Sin embargo, desgraciadamente
no todos los estudiosos de la Biblia coinciden en la interpretación de las
expresiones temporales dadas en el versículo. La principal dificultad estriba
en armonizar la fórmula opse sabbatón (“tarde en el sábado”) con la expre
sión que sigue 'al amanecer hacia el primer día de la semana. Podría enten
derse que lo primero signifique hacia la puesta de sol de la noche del sába
do, mientras que lo segundo sugiere hacia la salida de sol el domingo por
la mañana.
15. Josefo, Guerrajudaica 4.5.2 (Whiston).
16. W. Michaelis, «Xsuxog», TDNT, 4:244,245.
17. Carl Schneider, «xaOqpai», TDNT, 3:443.
1N. Robertson, Word Pictures in the New Testament (Nashville, 1930-1933), 1:239.
144 E l sábad o en l a s E s c r it u r a s y e n l a h is t o r ia
jetes la predicción del propio Jesús, reiterada tres veces,29 de que no solo
mi!Viría y sería crucificado, sino que resucitaría de entre los muertos «“al
icreer día”» (24: 4-8, LBA). Los seguidores de Jesús deberían haberse afe
rrado a sus palabras y haber esperado una resurrección: «Acordaos de lo que
ns habló». Estas mujeres devotas fueron no solo conducidas a recordar las
palabras del Maestro, sino también a aferrarse a ellas con fe, y fueron aprisa
.i llevar la buena nueva a los apóstoles y a otros seguidores de Jesús. Pero
los apóstoles consideraron el informe una locura y se negaron a aceptarlo
(vers. 9-11).
Sigue un relato bellísimo, peculiar de Lucas; recalca la verdad de que la
muerte de Jesús no fue una tragedia sin sentido, sino el cumplimiento de los
planes y los propósitos de Dios. El mismo día mencionado en el versículo 1 ,
ilos discípulos iban caminando a Emaús, un pueblo situado a unos once
kilómetros de Jerusalén. Mientras caminaban y charlaban sobre los aconte
cimientos sorprendentes que habían transcurrido en Jerusalén, el Señor
resucitado, presentándose como un forastero, se unió a ellos y preguntó:
«¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando? » .30 En respuesta a
su pregunta, hablaron de Jesús Nazareno, que era reconocido por sus mila
gros y sus enseñanzas como un profeta, pero que había sufrido una muerte
violenta a manos de los principales sacerdotes y los gobernantes. Sus segui
dores habían esperado que se demostrase que era más que un profeta —el
Mesías, quien libraría a Israel del yugo de Roma—, pero ahora sus esperan
zas parecían estar condenadas a la desilusión.
A la vez, estas dos personas parecen haber sido conscientes de la predic
ción de Jesús relativa a una resurrección al tercer día, porque añadieron:
«Van ya tres días desde que esto ha sucedido» (vers. 2 1 , JER ) .31 Además,
«occidentales» (el Códice de Beza y los manuscritos latinos antiguos) y, por lo
tanto, son consideradas, por usar una designación de Westcott y Hort, una «no
interpolación occidental». Sean o no genuinas, la pregunta «¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive?» implica claramente la resurrección.
29. Lucas 9: 22,44; 18: 31-33; y los paralelos en Mateo y Marcos.
30. Luc. 24: 17, JER; véase A. T. Robertson, A Translation of Lukes Cospel (Nueva
York, 1923), p. 133.
31. El griego de esta frase contiene un modismo que es difícil de verter al español.
No existe acuerdo general entre los filólogos en cuanto a su traducción. Se ha ver
tido el significado del verbo agei de formas diversas, como «guardar», «pasar» (G.
Abbott-Smith, A Manual Greek Lexicón of the New Testamenta 3a ed. [Edimbur
go, 1937], p. 8; Joseph Henry Thayer, A Greek-English Lexicón of New Testament
[Nueva York, 1889], pp. 9, 10); «observar», «dedicar» (Henry George Liddell y
Robert Scott, A Greek-English Lexicón [Oxford, 1940], p. 18); «llevar a cabo» o
«completar» (Hermann Cremer, Biblico-Theological Lexicón, 4a ed. [Edimburgo,
148 E l sábad o en la s E s c r it u r a s y en la h is t o r ia
conocían el informe de las mujeres de que la tamba estaba vacía y de que los
ángeles habían declarado que Jesús estaba vivo. Algunos de su grupo incLu-
so habían comprobado el informe de que la tumba estaba vacía y descubrie
ron que era exacto (vers. 22-24).
Entonces el divino Maestro, presentándose aún como un forastero, cri
ticó su torpeza espiritual. Los sufrimientos del Mesías eran un necesario
cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento (vers. 25ss): «Y,
comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuan
to a él se refería en todas las Escrituras» (vers. 27, NC). Sintieron que el
corazón les ardía de forma extraña mientras el forastero exponía las Escri
turas. Entonces, al final de su caminata, le insistieron que se quedara con
ellos. Cuando se sentó a la mesa con ellos, asumió la posición de anfitrión:
bendijo el pan, lo partió y se lo ofreció. De repente, los ojos de los discípu
los fueron abiertos. Lo reconocieron, pero se desvaneció de su vista de
inmediato.
Más tarde aquella misma noche los apóstoles y otros cristianos sintieron
un sobresalto y se asustaron por la súbita aparición del Cristo resucitado en
su medio. Cómo llegó allí o de dónde vino nadie lo sabía. Tuvo que darles
garantías de que realmente era su amado Maestro. «Mirad mis manos y mis
pies, que yo mismo soy». «Palpad y ved» (vers. 39,40). Pero incluso esto fue
insuficiente para aquietar sus dudas y temores. De ahí que pidiera comida y
que le dieran una ración de pescado asado, que él consumió ante ellos (vers.
42,43).32Jesús intentó entonces enseñarles la significación de pasajes bíbli
cos del Antiguo Testamento interpretados a la luz de la cruz y de la resu-
1895], p. 61). Pero la cuestión principal de desacuerdo está en si habría que atri
buir un significado impersonal a este verbo (Plummer,op, 554;John Martin
Creed, The GospelAccording to St. Luke [Londres, 1960],p. 296; C.F. D. JMoule,y4rc
Idiom Book ofNew Testament Greek [Cambridge, 1953], p. 27), es decir, «se pasa»
o «se guarda» este tercer día o «estamos en el tercer día»; o si habría que suplir
«Jesús» o «él» como sujeto, es decir, «Jesús está pasando el tercer día» (Batier, Arndt
y Gingrich, op. cit.y p. 14) o «ya está pasando el tercer día» (F. Blassy A. Debrunner,
A Greek Grammar of the New Testamenty trad. y ed. por Robert VY Funk [Chicago,
1961], párr. 129) o «ya ha dejado que pasen tres días» (James Hope M oultony
NigelTumer, A Grammar of the New Testament Greek [Edimburgo, 1963], 3:291).
32. La adición «y un panal de miel» se encuentra en manuscritos posteriores. Es du
doso que esto formase parte del texto original. IMetzger lo explica como una inter
polación: «Puesto que en partes de la iglesia antigua se usaba la mielen la celebra
ción de la eucaristía y en la liturgia bautismal, los copistas pueden haber añadido
la referencia aquí para proporcionar sanción bíblica a la práctica litúrgica», Bruce
M. Metzger,yí Textual Commentary (Londres y Nueva York, 1971), p. 1$8.
El domingo en el Nuevo Testamento 149
mvción. Les dijo: «Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo pade
ciera y resucitara de los muertos al tercer día» (vers. 46).
Es un relato maravilloso y está repleto de profunda significación. Pero
.mnque Lucas escribió varias décadas después de los acontecimientos pre
sentados y escribió su Evangelio específicamente para enseñar a Teófilo
sobre la fe cristiana (1: 4), no conseguimos detectar ni un indicio de que el
s;ibado hubiera de ser ahora dejado a un lado y que los cristianos hubieran
de observar el primer día de la semana.
El primer día de la semana en Juan
El testimonio del Evangelio de Juan relativo al sábado y al primer día de
la semana resulta de especial interés por dos razones: ( 1 ) lo tardío de su
composición y (2 ) su autoridad apostólica. Aunque este Evangelio no pue
de ser datado de forma precisa, la mayoría de eruditos neotestamentarios
optan por una fecha en torno al fin del siglo I. No hay ninguna prueba con
cluyente de que así sea, pero tal fecha armonizaría con el testimonio de
autores cristianos primitivos.33 Si el Evangelio es realmente tan tardío, su
testimonio relativo al día cristiano de culto es muy significativo.34
Además, aunque el Evangelio, según nos ha llegado, es anónimo, hay
buenas razones para considerar que su testimonio se originó en el apóstol
Juan, testigo ocular de Jesús. Este punto de vista tiene el apoyo de autores
cristianos primitivos, y el propio Evangelio parece afirmarlo. El penúltimo
versículo de la posdata (capítulo 21) declara: «Este es el discípulo que da
testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimo
nio es verdadero» (vers. 24). La primera persona del plural de este versículo
alude a un grupo no identificado, quizá consistente en dirigentes contem
33. Por ejemplo, Ireneo, Contra las herejías 3.1; Clemente de Alejandría según Euse-
bio, Historia eclesiástica 6.14.5-7; y los Prólogos antimarcionitas.
34. La evidencia arqueológica muestra que resulta insostenible una fecha a finales del
siglo II, que fue defendida por F. C. Baur y otros. El Papiro Edgerton n° 2, fecha
do en 140-160 d. C., contiene relatos evangélicos que tomaban textos de todos
los Evangelios, incluido el de Juan. El Papiro Rylands 457 (P52) es un pequeño
fragmento del Evangelio procedente del Egipto central fechado hacia 125 d. C.,
lo que indica que el Evangelio era conocido allí en esa época. El descubrimiento
de una biblioteca gnóstica en Nag Hammadi y de los rollos de Qumrán ha arro
jado luz sobre el lenguaje y el entorno. Albright y otros también han demostrado
que el autor de Juan estaba muy familiarizado con la topografía de Israel, con las
costumbres judías, etcétera. Véase W. F. Albright, «Recent Discoveries in Palestine
and the Gospel of St. John», en The Backgroundofthe New Testament andIts Escha-
tology, ed. por W. D. Davies y D. Daube (Cambridge, 1956), pp. 153-171.
150 El sábado en las E scrituras y en la historia
tHu* (‘I domingo ya había adquirido una significación religiosa. León Morris
i <nncnta: «Esta es la primera evidencia que muestra que los cristianos obser
vaban habitualmente ese día».55 Ralph Martin escribe: «Esta es, sin duda, una
alusión al día santo de la iglesia, el día de la comunión cristiana en conmemo-
iación de la resurrección del Señor [...] y el día de la Cena».56 Steven Barabas
dcvlara: «Pablo dio instrucciones a los cristianos corintios para que llevaran
•ais of rendas semanales al cepillo de la iglesia el primer día de la semana».57
Si ti embargo, un examen meticuloso del pasaje nos lleva a preguntarnos
m (ales conclusiones son inherentes al texto o si simplemente inyectan en la
lectura del Nuevo Testamento cambios que se produjeron más tarde. En
e s te texto, el apóstol no atribuye carácter sagrado de ningún tipo al primer
día de la semana. El pasaje tampoco dice nada de acudir a la iglesia ni de
llevar una ofrenda semana al cepillo de la iglesia ese día.
Se habla del primer día de la semana, más bien, como un momento
adecuado para un arqueo de cuentas y para apartar fondos de las ganancias
de la semana. Grosheide admite: «No se hace referencia a los oficios de la
iglesia, sino a una asignación personal que cada cual tenía que realizar».58
I ,a instrucción es: «[C]ada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya
prosperado».
I /a Nueva Versión Internacional da una traducción casi literal: «Cada
uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos».
«Aparte y guarde» {par heautói titheto) significa apartar en casa.59 Grosheide
comenta: «Pablo confía en los corintios: No les pide que entreguen su co
lecta de forma semanal; se les permite que guarden el dinero recogido y, así,
poco a poco, se ahorrará una cantidad significativa».60Y Craig explica: «La
exhortación de Pablo demandaba regularidad en el ahorro más que la fiel
asistencia a las reuniones».61 Si aquellos cristianos se reunían en adoración
publica el primer día, bien podemos preguntarnos por qué recibieron la
instrucción de apartar fondos de manera privada en casa ese día.
55. León Morris, The First Epistle of Paul to the Corinthians (Grand Rapids, 1958),
p. 238; cf. Oscar Cullmann, Early Christian Worship (Londres, 1953), pp. 10,11.
Sí>. Ralph P. Martin, Worship in the Early Church (Londres, 1964), p. 79.
57. Steven Barabas, «Sabbath», The Zondervan Pictorial Bible Dictionary (Grand Ra
pids, 1963), p. 736.
58. F. W. Grosheide, Commentary on the First Epistle to the Corinthians, NIC (Grand
Rapids, 1953), p. 398.
59. Bauer, Arndt y Gingrich, op. cit., pp. 823, 615.
í>0. Grosheide, op. cit., p. 398.
M. Clarence Tucker Craig, «Exegesis of “The First Epistle to the Corinthians”»,
IB, 10:256.
158 El sábado en las E s c r it u r a s y en la h is t o r ia
du de reposo para honrar al Señor tu Dios» (Éxo. 20: lOss, NVI). En el libro
Je Isaías Dios lo llama «mi día santo» y «día santo del Señor» (Isa. 58: 13,
NVI). Los tres Evangelios sinópticos citan a Jesús diciendo: «El Hijo del
hombre es Señor aun del sábado» (Mar. 2: 28; cf. Mat. 12: 8; Luc. 6: 5).
Este punto de vista también puede contar con el apoyo de una intere-
..m iie referencia al día del Señor en los Hechos de Juan, obra apócrifa: «Y el
séptimo día, siendo el día del Señor [...]». No es posible tener la seguridad
Je que el autor se refiera al séptimo día de la semana. Posiblemente quiera
decir el séptimo día de un viaje, pero lo primero parece probable.
Sin embargo, si Juan quiere decir sábado en Apocalipsis 1: 10, ¿por qué
iba a referirse a él como «el día del Señor»? El libro de Apocalipsis tiene
i ni no trasfondo el conflicto entre el “Señor César” y el “Señor Cristo”. Los
cristianos afrontaban persecución y la amenaza del martirio por su negativa
a reconocer al César como señor. Para ellos, solo había un Señor: Jesucristo
(I Cor. 8: 5,6). Deissmann demostró que había días especiales dedicados al
emperador romano. ¿No sería apropiado en tales circunstancias exaltar a
Jesucristo como «el soberano de los reyes de la tierra» (Apoc. 1: 5) y referir
se al sábado como el auténtico «día del Señor»?
En conclusión, puede decirse que el libro de Apocalipsis no aporta sufi
cientes datos para estar seguros de la interpretación correcta de la expresión
Mía del Señor’en Apocalipsis 1: 10. El popular empeño de equipararla con
el domingo no se apoya en evidencia aportada por las Escrituras, sino en el
uso postapostólico de la frase, mucho después de la época de Juan. El pun
ió de vista de que la frase se refiera al día escatológico del juicio resulta
dudoso. Debería prestarse más atención a la posibilidad de que la expresión
se refiera a una celebración anual de la resurrección. Y también podría estu
diarse la idea de que lo que se quiera decir sea, en realidad, el sábado, sépti
mo día de la semana.
El s á b a d o y e l d o m in g o
EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA
Parte II
Capítulo VII
£1 surgimiento del domingo
en el cristianismo primitivo
Samuele Bacchiocchi
(I Icch. 18: 4,19; 13: 5,14,42, 44; 14: 1; 17: 1,10,17; 19: 10). Apolo, asi
mismo, cuando llegó a Efeso, se encontró con los creyentes en la sinagoga
(18: 24-26).10
El estrecho apego a las tradiciones y los oficios religiosos judíos es par-
I¡cularmente notable en la iglesia primitiva de Jerusalén. Su feligresía estaba
compuesta fundamentalmente de judíos conversos (2:41; 4:4; 5:14), de los
que se dice que eran «celosos por la ley» (21: 20). Lucas documenta (en
I lechos) que «muchos de los sacerdotes obedecían a la fe» (6: 7). Presumi
blemente, aquellos sacerdotes convertidos se convirtieron en los «ancianos»
que, junto con Santiago, administraban la iglesia de Jerusalén.11 La propia
elección de Santiago, «el hermano del Señor» (Gál. 1:19), no de un apóstol,
como dirigente de la iglesia indica lo acusado de la tendencia judía del
nuevo liderazgo y del “sacerdocio cristiano” de Jerusalén, al hacer hincapié
en la consanguinidad con Cristo. Varias obras de origen judeocristiano re
velan más explícitamente que el Nuevo Testamento que, en la elección de
los dirigentes de la iglesia, se consideraba que la consanguinidad era más
importante que cualquier otro tipo de relación previa con Cristo.12
Ciertos acontecimientos documentados en Hechos corroboran esta con
clusión. Por ejemplo, la persecución judía consignada en Hechos 6-8 se diri
gió, según parece, contra los “helenistas”, un grupo inconformista. Según
Hechos 8:1, «todos, salvo los apóstoles, fueron esparcidos». Que se permitie
ra que los apóstoles permaneciesen en la ciudad sugiere que no compartían
las ideas radicales de los helenistas, sino que mantenían su lealtad a las
tradiciones básicas judías.13
10. Para un estudio del sábado y el domingo en el Nuevo Testamento, véanse los dos
capítulos precedentes.
.11. B. Bagatti sugiere que los sacerdotes conversos, naturalmente, «siguieron ejer
ciendo su ministerio» (The Church From the Circumcision [Jerusalén, 1971], p. 67).
Bien puede ser que su ministerio fuese necesitado, dado que, según Lucas, había
«decenas de miles de judíos» que se habían convertido (Hech. 21: 20, PER). F. F.
Bruce presenta la hipótesis de que «bien puede haber habido setenta de ellos [o
sea, ancianos], que constituirían una especie de Sanedrín nazareno, siendo San
tiago su presidente», Commentary on the Book ofActs (Grand Rapids, 1954), p. 429.
Comparten el mismo punto de vista Charles W. Cárter y Ralph Earle, The Acts of
theApostles (Grand Rapids, 1959), p. 322.
12. Para un estudio conciso de la exaltación de Santiago en la literatura judeocristiana,
véanse Bagatti, op. cit., pp. 70-78; cf. Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday,
pp. 142-145.
13. Este punto de vista es defendido convincentemente por O. Cullmann, «Courants
múltiples dans la communauté primitive», en Jude'o-christianisme (París, 1972),
p. 58; ídem, «Dissensions Within the Early Church», Union Seminary Quarterly
1 6 8 El sábado en las E scrituras y en la historia
de Pablo había pasado «los días de los Panes sin levadura» en Filipos (vers. 6)
•.unieren que los cristianos aún regulaban su vida por el calendario litúrgico
judío normativo.
Por último, más esclarecedor aún es el relato de lo que ocurrió en la
propia Jerusalén. Santiago y los ancianos no solo informaron a Pablo de que
n nichos miles de judíos conversos eran «todos [...] celosospor la ley» (21: 20),
sino que aquellos dirigentes incluso se encararon con el apóstol por el ru
mor de que disuadía a los creyentes judíos de practicar costumbres ancestra
les como la de la circuncisión.15 Para desacreditar la maliciosa acusación y
demostrar que él mismo vivía «en obediencia a la ley» (vers. 24, NVI), Pablo
se sometió a un rito de purificación en el templo.
En tal clima de profundo apego a las observancias religiosas judías, ¿es
concebible que una costumbre inmemorial y apreciada, como la observan
cia del sábado, hubiese sido abrogada y que un nuevo día de culto hubiese
sido introducido en su lugar? ¡Difícilmente!
La iglesia de Jerusalén después de 70 d. C. Debido a indicaciones
como las precedentes, algunos eruditos prefieren situar el comienzo de la
observancia del domingo con posterioridad a 70 d. C.16 Se postula que
la huida de los cristianos de Jerusalén a Pela y la destrucción del templo
podrían haber animado a los cristianos de Palestina a alejarse de la obser
vancia del sábado en ese momento.
Sin duda, el éxodo desde Jerusalén y la destrucción de la misma tuvieron
efectos decisivos en la relación entre el cristianismo y el judaismo. Sin em
bargo, hay significativas indicaciones históricas que excluyen la posibilidad
de que los judeocristianos de Palestina introdujeran la observancia del do
mingo ya en el año 70 d. C. o poco después.
Los historiadores Eusebio (c. 260-340 d. C.) y Epifanio (c. 315-403
d. C.) nos informan que la iglesia de Jerusalén, hasta el sitio de Adriano
(135 d. C.), estuvo compuesta de judíos conversos y administrada por los
15. Es posible, como sugirió R. C. H. Lenski, que «estos creyentes judíos de Palestina
sufrieran por los falsos rumores relativos a Pablo», The Interpretation of the Acts
of theApostles (Columbus, Ohio, 1944), p. 878. La inquietud de los dirigentes de
la iglesia por ver a Pablo demostrar públicamente su respeto por las costumbres
ancestrales revela, según afirmó Lenski, que «mantenían su forma de vida judía,
circuncidaban a sus hijos, comían kósher, guardaban el sábado, etc», ibíd.
16. Esta hipótesis es propuesta por Regan cuando escribe: «¿Puede señalarse algún
acontecimiento concreto en particular en el que se produjese la ruptura decisiva
entre el sábado y el día que ahora llamamos domingo? Una fecha sumamente
probable sería posiblemente el año 70 d. C., con la destrucción del templo de
Jerusalén».— Op. cit.yp. 18.
1 7 0 El sábado en las E scrituras y en la historia
Solo a partir del año 135 d. C. tuvo lugar un cambio radical en la iglesia
de Jerusalén. En esa época el emperador Adriano destruyó la ciudad, expul
só tanto a los judíos como a los cristianos judíos y prohibió categóricamen
te la práctica de la religión judía, en especial la observancia del sábado y la
circuncisión.24 Según el edicto del emperador, la ciudad fue repoblada con
extranjeros, y en ella se permitía que entrasen cristianos únicamente de
origen gentil.25 Estos diferían de los cristianos judíos no solo racialmente,
sino, presumiblemente, también teológicamente, dado que Epifanio sugiere
que provocaron un conflicto al introducir el domingo de Pascua.26 Según
parece, una minoría significativa de cristianos se negó a aceptar la innova
ción ocasionada por las nuevas medidas imperiales represoras tomadas con
tra las prácticas religiosas judías.27
judeocristianos aún frecuentaban la sinagoga», 1he Conflict of the Church and the
Synagogue (Londres, 1934), p. 78.
24. Lo que sigue es una muestra de afirmaciones encontradas a menudo en el Talmud
en cuanto a las directrices antijudías de Adriano: «El gobierno de Roma ha pro
mulgado un decreto para que no estudien la torá y para que no circunciden a sus
hijos y para que profanen el sábado» (Talmud B., Ros hasaná 19a [Soncino]). J.
Derenbourg, quien facilita un estudio bien documentado de la guerra y las direc
trices de Adriano, escribe: «El gobierno de Roma prohibió, bajo pena de muerte, la
circuncisión, la observancia del sábado y el estudio de la ley».— Essai sur Vhistoire
et la géographie de la Palestine (París, 1867), p. 430.
25. Eusebio documenta: «Cuando la ciudad se hubo vaciado de la nación judía y hubo
sufrido la total destrucción de sus antiguos habitantes, fue colonizada por una raza
diferente [...]. Y, dado que la iglesia de allí estaba ahora compuesta por gentiles,
el primero en asumir el gobierno de ella después de los obispos de la circuncisión
file Marco».— Historia de la iglesia 4.6.4 (NPNF/2 1:177,178).
26. Adversus haereses 70.10 (PG 42:355, 356): «Surgió la controversia [éxaQÓxOil?
literalmente, “se suscitó”] después del éxodo de los obispos de la circuncisión
[135 d. C.] y ha seguido hasta nuestro tiempo». El obispo hace referencia especí
fica a quince obispos judeocristianos que, hasta 135 d. C., observaron la Pascua
cuartodecimana. Para un análisis del texto de Epifanio, véanse Bacchiocchi, From
Sabbath to Sunday> pp. 161,162 e ídem, Anti-Judaism and the Origin ofSunday ,
pp. 45-52.
27. Bagatti (op. cit.yp. 10) es de la opinión que el conflicto sobre la Pascua en Jerusalén
fue provocado por el regreso de judeocristianos a la ciudad, dado que sesenta años
después Narciso, obispo de Jerusalén, afrontando la oposición de los cuartodeci-
manos, apeló el auxilio de su maestro Clemente de Alejandría (PG 9:1480). Esta
hipótesis no excluye la posibilidad de que incluso entre la nueva feligresía gentil
algunos se negaran a aceptar la nueva fecha del domingo de Pascua, dado que esta
no era aceptada universalmente en modo alguno por todos. Sobre el grado de la
observancia del domingo de Pascua, véase el detallado estudio de Bacchiocchi,
From Sabbath to Sundayypp. 198-204, especialmente nn. 97,101,102.
172 E l sábado en las E scrituras y en la historia
por la muerte de Cristo, sino también, según afirma el papa Silvestre recal
cándolo, para mostrar «desprecio por los judíos» {extcratione judaeorurn) y
por su «comilona» (destructiones ciborum) sabática.43
¿Cómo servía el ayuno sabático para evitar que «parezca que observa
mos el sábado con los judíos», por usar las palabras de Victorino de Petovio
(fallecido c. 304 d. C.)?44 La respuesta se encuentra en el hecho de que para
los judíos el sábado no era, desde luego, un día de ayuno ni de luto. Hasta
las sectas judías más estrictas se oponían a ayunar el sábado. Aunque dife
rían en sus puntos de vista sobre el momento y el número de comidas en
sábado, los rabíes coincidían en que el sábado la comida debía ser abundan
te y buena.45
Que los primeros cristianos adoptaron esta costumbre judía está impli
cado, por ejemplo, en la observación retórica de Agustín en la que, cuando
se refiere al sábado, dice: «¿No prohibía la tradición de los ancianos el ayuno
por una parte y, por otra, ordenaba el descanso?».46 Puede verse apoyo adi
cional en la oposición al ayuno sabático por parte de los cristianos de
Oriente y en algunas zonas importantes de Occidente, como Milán en la
época de Ambrosio (fallecido en 397 d. C.) y en ciertas iglesias y zonas del
norte de África.47
del trigo, de las uvas y del aceite» {Le Líber Pontificalis, text, introduction etcommen-
taire, ed. por L. Duchesne [París, 1955], tomo 1, p. 141). Para mayor información
sobre la relación de la iglesia romana con el ayuno sabático, véase Bacchiocchi,
From Sabbath to Sunday, pp. 185-198, donde se citan fuentes antiguas.
43. S. R. E. Humbert Adversusgraecorum calumnias 6 {PL 143:937). El texto es citado
y analizado en Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, pp. 194,195.
44. Victorino, Defabrica mundi 5 {CSEL 49:5). El pasaje completo dice: «En el sép
timo día, descansó de todas sus obras. En este día acostumbramos ayunar rigu
rosamente para que en el día del Señor podamos ir a nuestro pan con acción de
gracias. Debemos ayunar incluso en viernes para que no parezca que observaprms
el sábado con los judíos, de los que el propio Señor del sábado, el Cristo, dice por
sus profetas que su alma detesta».
45. Para un buen estudio de las comidas en sábado, véase Nathan A.Barack,^ History
ofthe Sabbath (Nueva York, 1965), pp. 100,101,182, n. 70; cfTalmud J., Sabat 15:3;
Judit 8: 6; Jubileos 50:10,13; CD 11:4,5; Hermann L. Strack yPaul Billerbeclc,
Kommentar zum Neuen Testament (Múnich, 1 922), 1:611,612.
46. Epístola a Casulano 36.6 (NPNFA 1:267).
47. El hecho de que en Milán los cristianos no ayunasen el sábado está atestiguado
por el consejo que Ambrosio dio a Mónica, madre de .Agustín: «Cuando estoy
aquí [o sea, en Milán], no ayuno el sábado, pero cuando estoy en Roma sí ayu
no».— Agustín, Epístola a Casulano 36.32 [NPNFA 1:270]; c í ídem, Epístola<z
Januario 54.3; Paulino, Vita Ambrosii3%. Existía un a dicotomía similar en el norte
de Africa en la época de Agustín. De hecho, el obispo escribe: «Ocurre,especial
El surgimiento del domingo en el cristianismo primitivo .1 7 7
los cristianos ayunaban.50 Este punto de vista parece del todo posible, dado
que, por ejemplo, Tertuliano y Agustín asociaron ambos. Tertuliano apro
baba específicamente el ayuno sabático pascual y condenaba el ayuno sabá
tico semanal que Roma y algunas iglesias de Occidente practicaban. «A
veces seguís vuestra estación [o sea, el ayuno] incluso en el sábado, un día
que nunca debe observarse como ayuno salvo en la estación de la Pascua».51
Una indicación adicional de una conexión entre las dos costumbres la pro
porciona el hecho de que el ayuno anual del sábado pascual, como el sema
nal, estaba concebido para expresar no solo el dolor por la muerte de Cristo,
sino también desprecio hacia los perpetradores de su muerte, o sea, los ju
díos. Por ejemplo, la Didascalia apostolorum (c. 250 d. C.) manda a los cris
tianos ayudar el viernes y el sábado de Pascua «debido a la desobediencia de
nuestros hermanos [es decir, de los judíos] [...] porque, por ella, el pueblo
se mató a sí mismo al crucificar a nuestro Salvador».52
Hasta aquí, nuestra investigación ha establecido que el cambio en el día
de culto parece haber sido alentado, por una parte, por las directrices impe
riales sociales, políticas, militares y literarias contrarias a los judíos, y, por
otra, por el propio conflicto existente entre judíos y cristianos. La iglesia de
Roma, cuyos miembros, fundamentalmente de extracción gentil, experi
mentaron un alejamiento de los judíos antes que en Oriente, en la que la
impopularidad de los judíos se hacía sentir de forma particular, parece ha-
50. Rordorf observa que, dado que «toda la cristiandad occidental ayunaba por en
tonces [o sea, en la época de Tertuliano] el Sábado Santo, [...] habría sido fácil
dar con la idea de ayunar cada sábado (como si cada domingo fuese una pequeña
Pascua)» op. cit., p. 143.
51. Sobre el ayuno 14 (ANF Agustín asocia asimismo el ayuno del sábado
semanal con el ayuno del sábado pascual, explicando que aunque el primero
se observaba únicamente por parte de «la iglesia de Roma y algunas iglesias
de Occidente, [...] una vez al año, concretamente en Pascua, todos los cristia
nos observan el séptimo día de la semana ayunando», Epístola a Casulano 36.31
{NPNFA 1:270). La misma prohibición de ayunar e n sábado, con excepción
del ayuno anual del sábado pascual, se encuentra en las Constituciones apostólicas
5.15,18 y en los Cánones apostólicos 64.
52. Didascalia apostolorum 5.14.19 (Connolly, pp. 184,190). En las Constituciones
apostólicas, documento relacionado con el anterior, con una tónica similar, se or
dena a los cristianos que ayunen el viernes y el sábado d e Pascua porque «en esos
días [...] él nos fue quitado por los judíos, falsamente así llamados, y lo clavaron
en la cruz», 5.18 (ANF1‘AA1)\ cf. 5.15 (ANF1:445). Ipifaniotarrdbién se refiere a
un supuesto mandato apostólico que estableció: «Cuando ellos [o sea, los judíos]
hacen jolgorio, deberíamos hacer luto por ellos con ayuno,poique con ese jolgorio
clavaron a Cristo en la cruz». Adversas haereses 70.11 (P(S:42:359-360).
El surgimiento del domingo en el cristianismo primitivo 1 7 9
fiesto con claridad por los indices nundinarii y por ks inscripciones murales
encontradas en Pompeya y Herculano, donde los días de la semana apare
cen horizontalmente empezando con el día de Saturno), fue suplantado
con el tiempo por el día del sol, que pasó del segundo lugar al primero de
la semana.
Resulta difícil determinar el momento exacto en que la primacía y el
prestigio del día de Saturno fueron transferidos al del sol. Que esto ya había
ocurrido para mediados del siglo II es claramente indicado por el famoso
astrólogo Vedo Valente. En su Antología, compuesta entre 154 y 174 d. C.,
afirma explícitamente: «Y esta es la secuencia de las estrellas planetarias en
relación con los días de la semana: Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter,
Venus, Saturno».60 Declaraciones de Justino Mártir y Tertuliano, así como
varios mitreos y dos constituciones de Constantino (7 de marzo y 3 de julio
de 321 d. C.) confirman que el día del sol ocupaba el lugar dominante en la
secuencia de los días de la semana.61
Dado que la preeminencia del día del sol con respecto al de Saturno
ocurrió, según parece, en la primera parte del siglo II en concomitancia con
la adopción cristiana del domingo en lugar del sábado, cabe preguntarse si
esto está relacionado con aquello. ¿Pudo influir la promoción del día del sol
60. Anthologiarum 5.10 (Kroll). La fecha es establecida por Otto Neugebauer y Henry B.
Van Hoesen, Greek Horoscopes (Filadelfia, 1949), p. 177. Robert L. Odom, «Vettius
Valens and the Planetary Week», AUSS 3 (1965): 110-138, proporciona un pe
netrante análisis de las calendaciones usadas por Vecio Valente y demuestra con
vincentemente que «Vecio Valente, quien era indudablemente era pagano, usaba
la semana de siete días [y] consideraba que la semana de siete días empezaba el
día del sol (domingo) y que terminaba con «el día sabático» (sábado)» (p. 134); H.
Dumaine, «Dimanche», DACL 4:912 defiende el mismo punto de vista basándo
se en pruebas diferentes; cf. W. H. Roscher, «Plañeten», Allgemeines Lexikon der
griech. und rom. Mythologie (1909), col. 2538.
61. Justino Mártir insinúa la preeminencia del domingo por su triple referencia a él en
su I apología 67; Tertuliano replica a la burla de que los cristianos eran adoradores
del sol porque hicieron del «domingo un día de fiesta» con estas palabras: «Sois
vosotros, en cualquier caso, los que habéis admitido incluso al sol en el calendario
de la semana; y habéis seleccionado su día [el domingo] en preferencia al día
anterior [el sábado], como el más adecuado de la semana ya sea para una total
abstinencia del baño, o para su aplazamiento hasta la noche, o para descansar y
la celebración de banquetes», Ad nationes 1.13 (/Í2VF 3:123). Sobre la posición
dominante del sol en los mitreos de los Siete Portales, de las Siete Esferas yen
el relieve de Bolonia, véase Leroy A. Campbell, Aditfcmic Iconogra¡>hy and Ideohgy
(Leiden, 1968), pp. 300-307, figuras 19,20; cf Cumont, of>. cit.yp. 167;el texto de
la ley dominical de Constantino del 7 de marzo de 321 se encuentra en el Cciex
Justinianus 3.12.3, y el del 3 de julio de 321 enel Codex Iheodosiams 2.8.1.
El surgimiento del domingo en el cristianismo primitivo 1 8 3
tal con mucho gusto, dado que precisamente este día apareció la fuz deJ
mundo y en este día se levantó el Sol de Justida».73
Sin duda, la existencia de una rica tradición judeocristiana asociada
que asociaba a la Deidad con el sol y la luz facilitó y alentó tal amalgama
de ideas.74 Por lo tanto, parece que los ingredientes necesarios para influir
en la elección cristiana del día pagano del sol ya estaban presentes cuando
este hizo su aparición en Roma. Varios cultos solares eran dominantes en
la antigua Roma en la primera parte del siglo II, y su simbología pronto
encontró homólogos en la literatura, el arte y la literatura cristianos. Ade
más, la valorización del día del sol con respecto al de Saturno (que encon
tramos que era concomitante con la adopción cristiana de la observancia
del domingo en lugar del sábado) influyó, al parecer, en la elección cristia
na del mismo día, dado que su rica simbología era conducente a la adora
ción del verdadero Sol de Justicia, quien en el día de la creación «separó
la luz de las tinieblas y en el día de la resurrección separó la fe de la
infidelidad».75
La teología primitiva del domingo
Una breve visión de conjunto de las motivaciones teológicas básicas
propuestas por los primeros Padres para justificar tanto la elección como la
observancia del domingo nos permitirá comprobar la validez de las conclu
siones que emergen de nuestro estudio.
La resurrección. Antes señalamos que el Nuevo Testamento no da nin
gún indicio de que los apóstoles instituyeran una conmemoración semanal
ni anual de la resurrección en domingo. De hecho, es digno de nota que
tanto Bernabé como Justino, que vivieron en la misma época en que surgía
el culto dominical, presenten la resurrección como la segunda de las razo-
73. In die dominica Paschae homilía corpus christianorum, Series latina (Turnholti: Typo-
graphi Brepols Editores Pontificii, 1953-) 78.550.1.52; lo mismo en Agustín,
Contra Faustum 18.5 (PL 42:346); en Sermo 276 (PL 38:1099), Agustín explica
que el domingo es el día de la luz porque en el primer día de la creación «Dios
dijo: «Sea la luz». Y fue la luz. Y Dios separó la luz de las tinieblas. Y Dios llamó
a la luz día y a las tinieblas noche».
74. Por ejemplo, Malaquías predijo que «nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá
salvación» (4: 2). Zacarías, padre de Juan el Bautista, anunció la venida de Cristo
diciendo que «nos visitará desde el cielo el sol naciente (avenoÁ.í|], para dar luz
a los que viven en tinieblas» (Luc. 1: 78, 79, NVI); cf.Sal.84:11; 72: 17; Isa. 2;
60: 1-3; Sof. 3: 8; Juan 1: 4,5,9; 5: 35; 8: 12; 9:4, 5; 12: 34; A poc.22:4, 5.
75. Dionisio de Alejandría, Analecta sacra spicikgiosolesmenúparata 4 (ed. por J. 13.
Pitra, 1883, p. 421).
El surgimiento del domingo en el cristianismo primitivo 1 8 7
del Antiguo Testamento, como el octavo día para la crircuncisión; las ocho
almas salvadas del diluvio; los quince codos (siete más ocho) de las aguas
del diluvio sobre los montes;87 el título de los Salmos 6 y 11 («para el octa
vo día»);88 los quince (siete más ocho) salmos graduales;89 el dicho de Ecle-
siastés 11: 2 de repartir «a siete, y aun a ocho»;90 el octavo día en que Job
ofreció sacrificios, y otras.91 Investido de tal autoridad “profética”, el octavo
día podría representar “legítimamente” el cumplimiento del reinado de la
ley, presuntamente tipificado por el sábado, y la inauguración del reino de
la gracia, supuestamente ejemplificado por el domingo. Jerónimo expresó
este punto de vista diciendo que «habiéndose cumplido el número siete,
ahora nos alzamos al evangelio a través del octavo».92
El uso polémico del simbolismo del octavo día que se desarrolló de fuen
tes apocalípticas, gnósticas y bíblicas para demostrar la superioridad del
domingo sobre el sábado vuelve a corroborar que el culto en domingo sur
gió como una innovación en medio de disputas y no como una institución
indiscutiblemente apostólica. De hecho, cuando amainó el conflicto sábado-
domingo, la propia expresión octavo día y su significado escatológico inhe
rente (usado por vez primera por Bernabé y después por numerosos Padres)
¡fueron formal y explícitamente repudiados como designación y motivación
de la observancia del domingo! Juan Crisóstomo (c 347-407 d. C.), obispo
87. Justino interpreta arbitrariamente el octavo día de la circuncisión, las ocho per
sonas salvadas del diluvio y posiblemente los quince codos (siete más ocho) de las
aguas del diluvio que se alzaron por encima de los montes (véase Danielou, «Le
Dimanche comme huitième jour», p. 64) como prefiguración y justificación para
la observancia del domingo (Diálogo con Trifón 41; 138; Asterio de Amasea, Ho
milía 20 (PG 40:444,445,448,449): «Por cuanto la primera resurrección de la raza
después del diluvio ocurrió a ocho personas, el Señor ha comenzado en el octavo
día la resurrección de los muertos»; cf. Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, Orado 8
(PG 44:1292); Hilario de Poitiers, Epístola 26 (PL 16:1088, 895, 896).
88. Victorino, Sobre la creación del mundo (ANF7:342).
89. Hilario interpreta los quince salmos graduales como «la continuación del séptimo
día del Antiguo Testamento y el octavo día del evangelio, por el cual ascendemos
a las cosas santas y espirituales» (Tractatus super Psalmci [CSEL 22:14]). Véase
también Epístola!6.10 (PL 16:1088).
90. Véase Epístola 26.8 (PL 16:1088); Gregorio Magno, Morahum 35.8.17 (PL 76:759);
Jerónimo, Commentarius in Ecclesiasten 11.2 (PL 23:1157).
91. Refiriéndose al octavo día en que Job ofreció siete sacrificios tras el festejo desús
hijos, Gregorio Magno explica: «El relato indica, verdaderamente, que el bien
aventurado Job, cuando ofreció sacrificios en el octavo día, estaba celebrando el
misterio de la resurrección».— Moralium 1.8.12 (PL 75:532).
92. Commentarius in Ecclesiasten 11.2 (PL 23:1157). Véase también Hilario de Poi
tiers, Epístola 26.9 (PL 16:1088).
El surgimiento del domingo en el cristianismo primitivo 191
del judaismo como una religión lícita. Sin embargo, las leyes también esta
blecían que los judíos no debían insultar al patriarca (396),28 ni mofarse de la
cruz en Purim (408).29 La posesión de esclavos cristianos por parte de judíos
en principio fue regulada (417)30 y después prohibida (siglo VI).31 El empe
rador León el Isaurio (c. 680-741) reiteró que los judíos no podían poseer
esclavos cristianos.32 No podía construirse ninguna sinagoga nueva (423,
438).33 Los judíos habían de ir al exilio por circuncidar a no judíos (423) y
sufrir la pena de muerte por hacer proselitismo (438).34 Justiniano I (483-
365) revisó una ley de Honorio (409 o 412) que ordenaba que se dejase en
paz a los judíos los sábados y los días de fiesta, añadiendo que en sus fiestas
los judíos no estaban autorizados a convocar a cristianos.35 León el Isaurio,
entre dos y tres décadas después, insistió en que el proselitismo por parte del
judaismo y la apostasía en favor del judaismo debían ser castigados.36
El canon 11 del Concilio Quinisexto (692) advierte a los cristianos:
«Que nadie de la orden sacerdotal ni ningún seglar coma del pan sin leva
dura de los judíos, ni tenga ningún trato familiar con ellos, ni los convoque
en la enfermedad, ni reciba medicinas de ellos, ni se bañe con ellos; pero si
cualquiera se obstina en hacerlo, si es un clérigo, sea depuesto, pero si es un
seglar, sea excomulgado».37
La literatura cristiana antijudía de los siglos IV a XV
A las anteriores pruebas de antijudaísmo cristiano habría que añadir el
hecho de que entre los siglos IV y IX más de veinte autores cristianos orien
tales prepararon una o más obras contra los judíos.38 Algunas de estas obras
28. CT 16.8.11, del 24 de abril de 396 (Pharr, op. cit, p. 380); cf. CT 16.8.22, de 20 de
octubre de 415 (Pharr, op. cit., p. 381).
29. CT 16.8.18, de 29 de mayo de 408 (Pharr, op. cit., p. 381).
30. CT 16.9.4, de 10 de abril de 417 (Pharr, op. cit., p. 381).
31. CJ 1.3.54 y 1.10.2 (Schaff, op. cit, p. 387).
32. Écloga, Ap. 6.26 (p. 388).
33. CT 16.8.25, de 15 de febrero de 423; CT 16.8.27, de 8 de junio de 423; Novela 3
de Teodosio II, de 31 de enero de 438 (p. 381).
34. Ibid.; cf. Ecloga, Ap. 6.30 de León el Isaurio, que afirmaba que la circuncisión de
un cristiano debía ser castigada (p. 388).
35. CJ 1.9.13 (Schaff, op. cit., p. 387).
36. Écloga, Ap. 4.24,16 (p. 388).
37. The Canons of the Council in Trullo (NPNF/2 14:370).
38. La siguiente lista incompleta ha sido compilada basándose de A. Lukyn Williams,
Adversas judaeos (Cambridge, 1935), pp. 93-203; Parkes, op. cit., pp. 271-306; Si
mon, op. cit.; y A. R Hayman, trad., The Disputation of Sergius the Stylite against a
200 El sábado en las E scrituras y en la historia
según todas las apariencias, «para aportar argumentos a los cristianos con
los que combatir a los judíos y para reforzar la fe de los cristianos que fla
queaban ante los ataques judíos».4748Su decimotercera homilía aborda espe
cíficamente el sábado (De sabbato).A%
Afraates sugiere que los judíos se jactan de que viven por el sábado y
replica que el sábado no se dio para distinguir entre la vida y la muerte, la
justicia y el pecado. Su propósito, dice, no era ser el gran criterio de obe
diencia a Dios, sino proporcionar descanso físico; y su observancia es útil
para la salud, pero no para la salvación. Si no, prosigue, habría sido estable
cido desde el principio del mundo, y para todas las criaturas, mientras que
los patriarcas, pese al hecho de que estaban entre los elegidos de Dios, no
guardaron el sábado. Plantea además que los animales domésticos observan
el sábado igual que los hombres a pesar del hecho de que no hay ningún
mandamiento ni ninguna remuneración divina para ellos; y, así, está claro
que el sábado corresponde a una necesidad física, no a un deber religioso.
En vista de esto, Afraates llega a la conclusión de que ha sido y sigue siendo
permisible, cuando se estime necesario, no observar el sábado, por ejemplo
en tiempo de guerra, como en los casos de Josué y los macabeos. Además,
los judíos no deberían enorgullecerse en su observancia; no les da ningún
mérito. Sin embargo, la institución es buena, pese a todo, deseada por Dios.
Si él descansó, ¡cuánto más deberíamos hacerlo nosotros! El sábado debería
ser observado a la manera de Dios, y por no hacerlo debidamente los judíos
fueron esparcidos fuera de su país.
Parece claro que en la comunidad de Afraates49 se guardaba el sábado
junto con el domingo, tal como ordenan las Constituciones apostólicas. Algu
nos de los creyentes guardaban el sábado de la misma manera que los ju
díos. El propio Afraates no osa eliminar la observancia del sábado por com
pleto, pero intenta eliminar lo que considera su carácter judío, lo que, para
él, vacía al sábado de significación religiosa.50
Un autor algo posterior, Pseudo Gregorio de Nisa,en sus Testimonios
selectos del Antiguo Testamento contra losjudíos (c. 400), declara que el sábado
47. Hayman, op. cit.ypp. 75, 76, basado en Jacob Neusner, Aphrahat andJudaism (Lei-
den, 1971), pp. 124,125,144,149,168,171; cf. Williams, op. cit.y p. 102.
48. Afraates, De sabbato, en Patrología syriaca [abreviada PS en lo sucesivo], ed.por R.
Graffin, parte 1 (París, 1894), 1:540-571.
49. Durante varios años, Afraates fue obispo y abad del monasterio de Mar Mateo,en
la margen oriental del Tigris (bajo dominio persa), unos kilómetros al noreste de
Mosul. Falleció c. 350.
50. Simón, op. cit.y pp. 375, 376; cf. Williams, op. cit., pp. 97, 98; Afraates, D ejide,tn
PS 1:43; ídem, De caritate, en PS 1:78, 962,1019.
El sábado en Asia 2 0 3
fue dado a los judíos para contrarrestar su deseo de dinero. Dice que cuando
salieron de Egipto no tenían nada salvo lo que los egipcios les habían dado,
y estaban ansiosos de hacer dinero mediante un trabajo duro continuo. Por
lo tanto, Dios limitó su trabajo únicamente a seis días.51
Hay también cierta evidencia documental que muestra que se requería
de los judíos conversos un abandono total de su observancia del sábado. En
una larga profesión de fe de origen oriental incierto, unida a los Reconocí-
mientos clementinoSy un judío converso afirma, en parte: «Renuncio a todo el
culto de los hebreos, a la circuncisión, a todos sus legalismos, al pan sin le
vadura, a la Pascua, al sacrificio de corderos, a las fiestas de las Semanas, a
los Jubileos, a las Trompetas, a la Expiación, a los Tabernáculos y a todas las
demás fiestas hebreas, a sus sacrificios, a oraciones, aspersiones, purificacio
nes, expiaciones, fiestas, sábados, novilunios, comidas y bebidas. Y renuncio
por completo a toda costumbre e institución de las leyes judías».52 Una
profesión de fe similar, pero más corta, de la iglesia de Constantinopla tam
bién especifica el abandono del sábado.53
El emperador bizantino Heraclio (610-641), como parte de sus esfuer
zos por unificar su imperio cuando estaba amenazado por invasores musul
manes y por otras fuerzas, obligó a muchos judíos a bautizarse «por temor,
o incluso por coacción física directa».54 La iglesia, sabiendo que los recién
llegados no habían sido instruidos, redactó tratados con ese fin. Uno de
estos tratados es La enseñanza deJacob (634),55 que declara que los israelitas,
antes de Moisés, no tenían ni mandamientos ni observancia del sábado. Sin
embargo, una vez que vino la ley de Moisés, se les dijo que guardaran el
sábado y todos los mandamientos. Después de la venida de Jesucristo, el Sol
de Justicia, nadie debía abandonarlo andando por la senda del sábado.56 La
sección se titula, con acierto, “La inutilidad del sábado”.
Si, según parece, La enseñanza de Jacob refleja la posición oficial de la
Iglesia Ortodoxa en el Imperio bizantino, allá por 634 (y quizá algo antes)
el sábado había dejado de tener significado alguno para esa iglesia como día
de descanso físico. No obstante, por la fuerza de la tradición, el sábado si
guió manteniendo un pequeño grado de importancia litúrgica.
51 .Delecta testimonia adversusjudaeos 13 (PG 46:222); Williams, op. cit., pp. 125,128,129.
52. PG 1:1456, trad. en Parkes, op. cit.yp. 398.
53. Giuseppe Luigi Assemani, Codex liturgicus 1.105, citado en Parkes, op. cit.yp. 397.
54. Williams, op. cit.ypp. 151,152.
55. La traducción del nombre griego es La enseñanza deJacob. En etíope, el nombre es
Sargis d'Aberga (Williams, op. cit.yp. 152). El texto etíope con traducción al francés
aparece en PO 3:555-643 y 13:5-109.
56. PO 3:612.
204 E l sábado en las E scrituras y en la historia
Puede añadirse que bajo los emperadores mongoles del siglo XIII, Ra-
bán Sauma, monje nestoriano, realizó el recorrido compLeto desde Pekín a.
Europa occidental, y que en todo el libro que registra su vida y sus viajes, el
domingo parece ser el día normal de culto. En el detallado relato de sus
contactos con la Iglesia Católica Romana no hay ni asomo de tensión entre
sábado y domingo. En Roma celebró la eucaristía un domingo, con plena
aprobación papal, y el papa incluso lo invitó a hospedarse con él en Roma.9()
Así, en China, durante este período, no encontramos evidencia alguna
de observancia cristiana del sábado. Hay varios documentos que, por el
contrario, sugieren que ya en el siglo VII el domingo era el único día de
reposo semanal entre los cristianos de allí.9091
La India
No se sabe cuándo llegó el cristianismo a la India en un primer momen
to. Los primeros posibles vestigios de su existencia allí se remontan al siglo
III,92y la evidencia clara comienza con el siglo V.93 La iglesia cristiana de la
India estaba subordinada al patriarcado nestoriano de Seleucia-Ctesifonte
y el siríaco era su lengua litúrgica. Aunque el cristianismo acabó extendién
dose ampliamente por toda la India,94 cuando Vasco de Gama llegó a la
India en 1498 descubrió que la gran mayoría de los cristianos que quedaban
vivían en la costa malabar, en la India suroccidental. Según una fuente nes-
toriana india contemporánea, allí vivían treinta mil familias.95
90. Budge, op. city pp. 190,191,209,216,226,232,254,268. Cf. pp. 267,269, donde
se menciona el sábado en el contexto de actividades no religiosas (tensión local y
una masacre) en las que hubo cristianos implicados.
91. La rebelión Taiping (1848-c. 1864), que incorporaba la observancia del sábado
«por la estricta suspensión del trabajo y los negocios y por tres oficios religiosos»
(Latourette, Chinayp. 297), no pertenece a nuestro período. Su observancia del sá
bado se basaba en la Biblia, como varias de sus restantes prácticas, pero su teología
era sincretista. No hay conexión histórica alguna entre los rebeldes y las iglesias
cristianas que trabajaron en China en siglos anteriores (ibíd.> pp. 295-299. Cf.
Franz Michael, The TaipingRebellion [Seattle, 1966], 1:24-34).
92. Mingana, op. cit.ypp. 8,9,16,18,26,21 y63,64; Stewart, op. cit.y pp. 85 -88; L. W.
Brown, The Indian Christians ofSt. Thomas (Cambridge, 1956), pp. 66-68.
93. Mingana, op. cit.y pp. 27-30; Stewart, op. cit.y pp. 88, 89; Latourette, Expandan,
1:231-233; Stephen Neill, The story ofthe Ghrhtian Chvrch in India and Pakistán
(Grand Rapids, 1970), pp. 17,18; Brown, op. cit. pp.68,69.
94. Mingana, op. cit.y pp. 53-56.
95. Documento nestoriano, escrito en siríaco, en ihti.y p. 38; cf.p. 55. €eorge Marlt
Moraes, A History of Christianity in India (Bomlay, 1964), p. 175, habla de cien
mil cristianos en esa zona en esa época.
El sábado en Asia 21 3
El sínodo decidió que estaba mal comer carne los sábados, haciendo del
sábado, igual que el viernes, un día de ayuno.108También estaba mal ayunar
o guardar las fiestas de puesta a puesta de sol. Había que hacerlo de media
noche a media noche para estar en armonía con la «Santa Madre Iglesia».10910
Así, «la obligación de dejar de trabajar comienza a la medianoche de dicho
día [el domingo], y termina a la medianoche del lunes»}™ No se menciona
al domingo muchas veces como único día de descanso semanal.111 No se
detecta ninguna tensión entre sábado y domingo en ninguno de los muchos
decretos.112
Sin embargo, hay cierta evidencia relativa a la observancia del sábado
hacia finales del siglo XVII. Hacia 1673, C. Dellon, un francés, fue encar
celado por la Inquisición mientras viajaba por la India. Tras su liberación,
unos dos años después, escribió un libro, La Inquisición de Goayy en su rela
to se refiere a personas acusadas ante la Inquisición de «asistir al sábado
judío».113 La acusación de judaizar incluía haberse «avenido a las ceremo
nias de le ley mosaica, como no comer cerdo, liebre, pescado sin escamas,
etcétera, de haber asistido a la celebración del sábado, haber comido el cor
dero pascual, etcétera».114
108. Geddes, op. cit.yp. 357 (resolución 8, decretos 15,16). No deja de ser curioso que se
levantase la obligación de ayunar los miércoles (decreto 15); cf. p. 351 (resolución
8, decreto 10).
109. Ibíd.y pp. 357,358 (resolución 8, decreto 16).
110. Ibíd. Obsérvese que la noche, siguiendo el uso bíblico, precede al día.
111. Ibíd., pp. 253-255 (res. 5, dec. 11-13), 297,298 (res. 7, dec. 6, 8), 323 (res. 8, dec.
3), 331 (res. 8, dec. 9), 347 (res. 8, dec. 9), 352 (res. 8, dec. 10), 354 (res. 8, dec. 11),
357-359 (res. 8, dec. 16,17), 367 (res. 8, dec. 24), 393 (res. 9, dec. 5), 413 (res. 9,
dec. 25), 418, 420 (conclusión).
112. En uno de los varios encuentros no excesivamente amistosos entre el arzobispo
(católico romano) Aleixo de Menezes y el arcediano Jorge (cristiano de Santo
Tomás) en los meses que precedieron al sínodo de Diamper, el arcediano retó al
arzobispo a que los convenciera de que «nadie puede ser salvo fuera de la obe
diencia a la Iglesia Romana». Luego mencionó una carta del papa Cayo en la que
afirmaba que «no tenía nada que ver con la iglesia» nestoriana «de Babilonia», y
otra carta «en la que se afirmaba la misma verdad». Esta carta «es denominada en
nuestros libros la Carta del día del Señor, porque se dice que cayó del cielo ese día»
(Geddes, op. cit.y pp. 69,70). El título de esta carta sugeriría que los cristianos de
Santo Tomás tenían una consideración especial por el domingo, y no parecían
sentir ninguna contradicción en su observancia de ese día y su deseo de permane
cer independientes de Roma.
113. Dellons Account of the Inquisition at Goa (Hull, 1812), p. 53.
114. Ibíd.y p. 56; cf. también las pp. 57-60,64,67.
21 6 E l sábado en las E scrituras y en la historia
Resumen y conclusiones
La observancia del sábado junto con el domingo era generalizada en el
Asia cristiana durante la segunda mitad del siglo IV, y siguió siéndolo du
rante aproximadamente un siglo más. Sin embargo, no hay ninguna prueba
documental clara de que después del año 500 d. C. el sábado y el domingo
fueran observados conjuntamente por las principales iglesias cristianas de
Asia, siendo la única excepción la Iglesia Armenia, más algunos ‘cristianos
nuevos” de la India, que también observaban el sábado en el séptimo día de
la semana. No obstante, se mostraba (y sigue mostrándose) cierto respeto
por el sábado por parte de las iglesias orientales en general, mediante su
negativa a hacer del sábado un día de ayuno. Pero incluso este vestigio de la
condición anterior del sábado se perdió entre cristianos como los maronitas
y los armenios unidos cuando alcanzaron la comunión con Roma.
Como en la historia cristiana anterior, el antijudaísmo siguió siendo, del
siglo VI en adelante, uno de los factores más importantes en la aceleración
del proceso de abandono de la observancia del sábado. La iglesia se sentía a
menudo amenazada por la sinagoga y varios predicadores y autores cristia
nos hicieron cuanto pudieron por demostrar que la observancia del sábado
era únicamente una práctica judía más, carente de valor alguno para los
cristianos, si no claramente anticristiana. Sin embargo, su propia preocupa
ción en su empeño por desalentar la observancia del sábado demuestra que
la práctica persistió o reapareció durante siglos con distinta intensidad, en
diferentes zonas del Próximo Oriente Asiático, y en abierto desafío a la ense
ñanza oficial de las iglesias ortodoxa, nestoriana y jacobita.
días de la semana; las comuniones son más frecuentes; y en los oficios diarios,
como veremos, los troparia, etc., son variados, como para un día de solemnidad pe
culiar». La equiparación que Neale hace de la observancia del sábado por parte de
los armenios con la observancia del sábado por parte de los griegos (cf. Fortescue,
op. cit.y p. 53) nos ayuda a entender que el sábado recibía cierta consideración es
pecial, particularmente marcada por mayor actividad litúrgica. Sin embargo, como
sugiere la cita de Ricaut, el domingo era el gran día en que toda la congregación
acudía a la iglesia. Aun hoy se dice una misa especial el sábado en algunas iglesias
armenias (cf. la catedral de Santiago, en Jerusalén, según documenta A. Terian).
Pero hoy el domingo parece ser el único día semanal de reposo y adoración para el
pueblo. Sin embargo, tal como parecen implicar algunas de las citas anteriores, la
observancia del sábado (con el domingo) seguía siendo una experiencia significa
tiva entre los armenios del siglo XIX.
Capítulo IX
£1 sábado en Egipto y Etiopía
Werner Vyhmeister
Egipto en los que, al contrario del uso establecido en los demás lugares, la
gente se reúne los sábados de noche y, aunque hayan cenado previamente,
participan de los misterios».19
Unos años antes, Casiano había escrito que en Egipto la comunión se
celebraba en la hora tercera (las 9 de la mañana) el sábado y el domingo.
Sócrates el Escolástico y Sozomeno mencionan ahora una celebración de la
eucaristía el sábado de noche, después de la cena. Consideran esta práctica
contraria al «uso establecido en los demás lugares» por los cristianos. ¿Po
dría ser que, desde los viajes de Casiano por Egipto hacia 400 d. C., la ce
lebración del sábado se hubiese reducido, en cuestión de tres a cuatro déca
das, a este oficio vespertino de comunión en el país y que hubiese sido
completamente eliminado en Alejandría?
En los relatos de Sócrates el Escolástico y de Sozomeno resulta llama
tiva su mención de Roma y de Alejandría como lugares en los que los cris
tianos no se reunían los sábados. No dan las razones con claridad. Sócrates
hace referencia a una «tradición antigua». Es bien sabido que Roma había
comenzado a observar el domingo en el siglo II. Uno de los factores de más
peso que motivaron la decisión de Roma fue el deseo de los cristianos de
separarse del judaismo. De hecho, la iglesia de Roma llegó al extremo
de convertir el sábado en un día de ayuno.20
También el cristianismo alejandrino había adoptado la observancia del
domingo. Sin embargo, en armonía con la cristiandad oriental, también
guardaba el sábado como día de culto y de fiesta. ¿Tuvo algún peso la nu
merosa población judía de Alejandría en la decisión adoptada por la iglesia
de esa gran ciudad en el abandono final y completo de la observancia
del sábado?
Es un hecho perfectamente conocido de que, al menos desde la Epístola
dé Bernabé (comienzo del siglo II) hubo tensión entre el cristianismo y el
judaismo en Alejandría. Sócrates el Escolástico, exponiendo la historia de
Alejandría, dice que los judíos «siempre son hostiles hacia los cristianos».21
También menciona que los judíos alejandrinos, «estando desvinculados de
los negocios el sábado, y pasando su tiempo no en oír la ley, sino en entre
tenimientos teatrales»,22 aumentaron la tensión existente en la época de
Cirilo, arzobispo de Alejandría (412-444). Los judíos quemaron una iglesia
19. Sozomeno, Historia de la iglesia 7.19 (NPNF/1 2:390).
20. Véase, en el capítulo 7, la p. 137.
21. Sócrates el Escolástico, Historia de la iglesia 7.13 (NPNF/1 2:159); cf. Marcel
Simón, Versus Israel (París, 1964), p. 382.
22. Ibíd.
226 E l sábado en las E scrituras y en la historia
siquiera está bien ayudar a los pobres con su trabajo los domingos. Esclavos,
asalariados, bueyes, todos necesitan el descanso del domingo.30
Un fragmento copto, probablemente del siglo VI,31 es muy similar a las
instrucciones de Eusebio sobre la forma de guardar el domingo: «Te instru
yo que no hagas nada el santo domingo, y que no te enzarces en diputas ni
pleitos, ni en actos de violencia, sino que des tu atención a las Santas Escri-
turas, y des pan a los necesitados [...]. Maldito sea aquel que haga algo el
santo domingo, salvo lo que beneficie al alma o lo que sea necesario para
cuidar de los animales».32 Este parece ser el primer caso en que se pronun
ció una maldición por trabajar en domingo.33
Zacarías el Escolástico (c. 465-después de 536), historiador de la iglesia
y obispo de Mitilene, en su Vida de Severo, patriarca de Antioquía, mencio
na que los domingos, en Alejandría, la gente se consagraba en el momento
de la celebración de la eucaristía, y se refiere al domingo como el día de la
resurrección de Cristo.34
A partir del siglo VI, no hay ninguna referencia conocida a la observan
cia del sábado entre los cristianos coptos egipcios.35 El paso de la observancia
del sábado y el domingo a la de solo el domingo llevó a algunas tensiones
entre la Iglesia Etíope y Alejandría, como se mostrará después en este capí
tulo. Además, si nos fiamos de Alexander Ross (1590-1654), en el siglo
XVII los coptos egipcios ya no guardaban «ni el día del Señor ni fiestas,
salvo en las ciudades».36
Sin embargo, también debería mencionarse que algunos aspectos de la
doble observancia anterior del sábado y el domingo fueron recordados
U). Ibíd.y columnas 420,421.
31. Rordorf, op. cit.y p. 219, n. 3, explica que el fragmento ha sido atribuido a Pedro de
. Alejandría (fallecido en 311). Pero Rordorf argumenta que la «legislación domi
nical» del fragmento «parece imposible a comienzos del siglo IV [...]». Por otro
lado, el contenido es muy similar al de la Homilía 16 de Eusebio de Alejandría.
32. (Pseudo) Pedro de Alejandría, Fragmentumyen Texte und Untersuchungen zur Ges-
chichte der altchristlichen Literatur; tomo 20, ed. por C. Schmidt (1901), citado en
Rordorf, op. cit.y pp. 219-221.
33. Rordorf, op. cit.y p. 211, n. 1.
34. Zacarías el Escolástico, Vida de Severo (PO 2:32).
35. Véase, en PO 14:344, una referencia a «la santa noche del día del Señor» en La
vida del abba Juan Khamé. Juan Khamé fue un sirio que vivió en Egipto en algún
momento entre 700 y 860. Hay referencias a varias consagraciones efectuadas en
domingo en el siglo XIII, en Moufazzal Ibn Abil-Fazail, Histoire des Sultans Ma-
mlouksy PO 14:447-451.
3í>. Alexander Ross, Pansebeia: or, A View ofAllReligions in the World (Londres, 1655),
p. 494.
228 El sábado en las E scrituras y en la historia
durante siglos en Egipto por los copistas y los lectores de lo que dio en llamar
se Constitución de la Iglesia Egipcia y otras obras similares. Se identifica a la
Constitución de la Iglesia Egipcia como una versión de la Tradición apostólica
de Hipólito. El texto griego de la Tradición apostólica, fue traducido al sahí-
dico (un dialecto copto) probable no antes de la última parte del siglo V.37
Después fue traducido al árabe.38 En la versión sahídica se encuentra la si
guiente ordenanza: «Que los siervos (del Señor) trabajen cinco días; el sá
bado (sabbaton) y el día del Señor (kyriake), descansen para la iglesia, para
que puedan ser instruidos en la piedad. El sábado porque el propio Dios
descansó en él cuando completó toda la creación. El día del Señor porque
es el día de la resurrección del Señor».39
Entre Los 127 cánones apostólicos, encontrados en varios manuscritos
árabes,40 hay un canon que prohíbe estrictamente ayunar en sábado y do
mingo, con la excepción del sábado de Pascua.41 Hay otro canon que afirma
que habría que animar incluso a las personas enfermas a que participasen
del ayuno del sábado de Pascua.42
Así, el sábado no fue olvidado completamente. Sin embargo, no se dis
pone de prueba alguna que muestre que el estatuto del descanso en sábado
y domingo para los siervos (esclavos) fuera obedecido en el Egipto medie
val.43 El domingo parece haber sido el único día de descanso semanal en el
Egipto cristiano después del año 500.
Etiopía
La Etiopía precristiana. El cristianismo llegó al reino de Aksum, pre
decesor de la Etiopía actual, en la primera mitad del siglo IV. Antes de eso,
el país llevaba siglos recibiendo comerciantes y navegantes procedentes de
37. Gregory Dix, ed., The Treatise on the Apostolic Tradition ofSt Hippolytus of Home
(Londres, 1968), p. lviii.
38. Ibíd.y p. lix.
39. Wilson B. Bishai, «Sabbath Observance from Coptic Sources»,^[/&S 1 (1963):27;
cf. un texto paralelo en Les «127 Canons des apotres», 1:65, trad. del árabe al francés
por Jean Périer y Augustin Périer, en PO 8:649.
40. La versión árabe se realizó a partir del copto antes de 1295. Hay varios manuscri
tos. En PO 8:567-570, se mencionan manuscritos de los años 1339,1348, 1353,
1641,1664 y 1730.
41. lbíd., 2.45 (PO 8:684).
42. Ibíd., 1.40 (PO 8:612).
43. Cf. la p. 175 en este mismo capítulo sobre el impacto que tuvo en Etiopía la Co
lección de cánones (1238) de Ibn al-Assal preparó en beneficio délos cristianos de
Egipto.
El sábado en Egipto y Etiopía 2 2 9
a los obispos [egipcios] de Etiopía que vinieron antes que ellos [...].Y
nuestros padres el abba Mikael y el abba Gabriel [...] coincidieron con
nosotros en la observancia de los dos sábados, y lo declararon de su propio
puño y letra».79
Habiéndose logrado la unificación religiosa del país, se aprobaron nu
merosos decretos para regular la conducta religiosa del pueblo. Los cristia
nos no debían realizar «en sábado ni domingo ningún tipo de trabajo», sino
que debían reunirse «en las iglesias para el estudio del servicio de Dios y del
Espíritu Santo».80 Si algunos cristianos vivían demasiado lejos de una igle
sia, había que enviarles un sacerdote el viernes y que pasara allí el fin de
semana, dando instrucción religiosa.81
A la época de Zara Yaqob corresponde la redacción final del Mashafa
Berhán (“Libro de la luz”), cuya mayor inquietud es la observancia del sába
do. La autoría de este libro ha sido generalmente atribuida al propio rey
Zara Yaqob. Sin embargo, más recientemente, Ephraim Isaac ha llegado a
la conclusión de que el libro «es una obra combinada basada en un discurso
homilético original anterior al siglo XV compuesto en honor al sábado».82
El Mashafa Berhán (MB) ordena encarecidamente la observancia tanto
del sábado como del domingo. Para evitar la confusión, el séptimo día de la
semana es llamado a menudo «el primer sábado». El primer libro del MB
consiste en seis lecturas para «el primer sábado». «La segunda lectura inclu
ye una lista muy larga de trabajos que no deberían hacerse «en sábado ni en
domingo»: «trabajo agrícola (labranza), arar, cortar mieses o hierba, cortar
madera, moler, fermentar cerveza, fermentar uvas o hidromiel, segar o tri
llar cereal maduro, cortar verdura (cerca o lejos) y talar árboles, regar tierra
de labranza y [árboles] y verduras de huertos, lavar ropa, cazar animales
salvajes, atrapar pájaros, pescar, cubrir [techos de] casas, estar en una carre
tera, recoger gavillas [de cereal] para formar un montón, meter grano en las
casas proveniente del campo, construir una cerca, escribir un libro, curtir la
vitela, trabajar en la forja con hierro, hacer trabajo alfarero, tejer cestos de
mimbre para alimentos, tejer tela, coser tela, tejer algodón o lana (hilar),
tejer cestos y similares, hacer [sombreros de] hojas de palma y similares,
castigar a siervos y siervas, atar a todos los hombres, no dejarles hacer nin
gún trabajo mundanal y todo lo que sea de ese estilo; y acercarse a una
mujer [...]. Y sacar agua es profanar el sábado».83
79. M B 1.2, en Tamrat, op. cit., p. 230.
80. M B 1.1 (traducción anotada por Isaac, op. c i t p. 83).
81. Tamrat, op. cit., p. 238; cf. Hammerschmidt, op. cit, pp. 3 0 ,3 1 .
82. Isaac, op. cit., p. 27.
83. M B 1.2 (Isaac, op. cit., pp. 90, 91).
El sábado en Egipto y Etiopía 2 3 7
Esparcidas entre varios de los otros cinco libros del MB hay más refe
rencias a la ley y el sábado. En el libro dos «encontramos un empeño espe
cial que se tomó de criticar a los que quebrantan el sábado. En una elabo
rada sección se recurre a los relatos evangélicos para demostrar que Jesús no
profanó el primer sábado [...]».89
En sus esfuerzos a favor de la observancia del sábado y el domingo, Zara
Yaqob fue ayudado por algunos escritos pseudoapostólicos y otras obras
que habían sido traducidos al geez, según parece durante el siglo XIV,
como parte del renacimiento literario que acompañó a la renovación mo
nástica. Algunas de ellas, como la Didascalia, eran conocidas anteriormente
en traducción árabe.
En la Didascalia etíope, se ordena encarecidamente la observancia del
sábado y el domingo, según demuestran claramente los fragmentos si
guientes: Capítulo 29: «No debería ayunar en sábado, excepto el (sábado)
de la Pasión [...]. Pero honremos los otros sábados, porque el Señor reposó
de su trabajo en el sábado». Capítulo 30: «[...] y honrad el sábado reunién
doos en la iglesia con gozo y alegría». Capítulo 38: «Oh, Señor todopode
roso, que [...] designaste el sábado para que te pudieran dar gracias humil
demente y estar a salvo de todo mal [...]. Por lo que nos ha mandado que
descansemos cada sábado, porque el sábado nuestro Señor descansó de toda
su obra [...]. Y mayor que todos estos es (el día de) su santa resurrección,
que nuestro Señor y Salvador y Creador, Dios la Palabra, nos han enseñado
(a observar)».90
Otra obra que parece haber influido en las órdenes de Zara Yaqob sobre
prácticas relacionadas con la observancia del sábado es lo que ha dado en
llamarse Constitución de la Iglesia Egipcia. Esta obra se basa en la Tradición
apostólica de Hipólito, encontrada, con muchas adaptaciones, como parte
del libro 8 de las Constituciones apostólicas (c 375 d. C.). Uno de sus cánones,
en la versión etíope, ordena: «[Y el sábado y] el primer día de la semana, el
obispo, si fuera posible, lo repartirá con su propia mano a toda la gente,
mientras los diáconos parten el pan». Unas líneas después queda perfecta
mente de manifiesto que se consideraba que el sábado y el domingo eran
diferentes de los «otros días».91
89. Isaac, op. cit.> p. 34.
90. J. M . Harden, 7he Ethiopie D idascalia , Translations oí Christian Literature, Series 4:
Oriental Texts (Londres, 1920), citado en Hammerschnnicit, op. cit.t pp. 37, 38.
91. Dix, op. c it, pp. 43, 44. Véanse también Hammeischtnidt, op. cit.y pp. 42-47; J.
Quasten, «Apostolic Constitutions», N C E , tomo l,p p.68^ , 690. Debería señalar
se que la frase y el sábado y no aparece en el correspondiente texto de los Cánones
de H ipólito , refundición drástica realizada en Egipto e n el siglo V o en el VI de la
El sábado en Egipto y Etiopía. 2 3 9
Athanasius anaphora etíope (una glorificación deL «santo sábado de los cris
tianos», es decir, el domingo), oraciones para el sábado y una homilía sobre
el sábado.98
El cronista de Zara Yaqob nos da probablemente el mejor resumen de los
esfuerzos del rey por restaurar la observancia del sábado cuando escribe: «El
pueblo etíope había [...] descuidado los preceptos de su fe y la manera de la
observancia del sábado y los días festivos. Yo mismo he sido testigo, en mi
juventud, de que el sábado era profanado y todo el mundo trabajaba ese día.
»Únicamente a partir de la hora novena (es decir, las tres de la tarde),
cuando sonaba la trompeta, cesaba toda actividad y la gente, empezando su
descanso, decía: “Ahora empieza el sábado”. Otros días festivos no se obser
vaban mejor. El rey los restableció y mandó que el sábado fuera tan santo
como el domingo, sin distinción alguna, según las órdenes de los santos
apóstoles [...]. Todas estas creencias y estas prácticas, así como otras de
naturaleza similar, fueron expuestas por nuestro rey, que ordenó que fueran
enseñadas a todos los hombres y a todas las mujeres congregándolos en
cada localidad cada sábado y día festivo».99
Primeros contactos con Roma y Portugal (c . 1482-1600). Francisco
Alvares (fallecido c. 1540), en su Relato de la embajada portuguesa aAbisinia,
da testimonio de la observancia tanto del sábado como del domingo. En un
pasaje que parece referirse a la disputa sobre el sábado en torno al año 1400,
se refiere a un rey «que ordenó que no se observase el sábado»; ese monarca
encontró la oposición del abba Felipe y sus frailes, que se propusieron «de
mostrar que Dios había ordenado que se guardara el sábado [...] y [Felipe]
lo logró ante el rey. Por eso dicen que fue santo: por hacer que se guardara
el sábado».100
Más avanzado el siglo, probablemente en 1482, en tiempos del rey Es-
kender (1478-1494), el monje franciscano Ioane de Calabria llegó a Etiopía
con un compañero laico, Giovanni de Imola. En esa época había muchos
europeos en el país.101Tras años de espera, parece que se permitió a Ioane de
Calabria que viera al joven rey. Cuando el propio Francisco Alvares visitó
Etiopía (1520-^1526?), el obispo egipcio Marqosle dijo que el rey Eskender
98. Ibíd .t p. 62, n. 322.
99. Richard K. P. Pankhurst, ed., The E th iopian R oy a l C hronides (Adís Abeba, 1967),
pp. 3 9,40.
100. Francisco Alvares, N a rra tive o f the Portuguese Embassy to A byssin ia (1520-1527)
(Londres, 1861), pp. 2 3 ,3 4 , citado en S D A B S S B , N° 146 2.
101. Tamrat, op. cit ., pp. 290,291.
El sábado en Egipto y Etiopía 2 4 1
había intentado, por ese tiempo, cambiar las prácticas tradicionales de los
etíopes, especialmente relativas al sábado y a las leyes alimentarias.102
Alvares fue uno de los miembros de la misión preliminar enviada por el
rey de Portugal en respuesta a una solicitud de ayuda enviada por la reina
Helena de Etiopía en 1507. Etiopía se sentía amenazada en esa época por
los musulmanes del litoral del Mar Rojo.103 La misión llegó en 1520. Según
parece, Alvares logró ganarse la confianza del rey Lebna Dengel (1508-1540)
y del abuna, hasta el punto de estudiar la posibilidad de acabar con la ob
servancia del sábado y de las leyes alimentarias.104
Después de unos seis años de estancia en Etiopía, la misión partió para
Portugal, llevando consigo a un enviado etíope, Saga za Ab (Zaga Zabo) y
dejando tras de sí al médico Joáo Bermudes.105
Está documentado que en algún momento entre 1527 y 1534,106 Saga
za Ab dio la siguiente explicación en Lisboa sobre la observancia del sábado
en Etiopía (en el contexto de un informe también sobre otras creencias y
prácticas): «Estamos obligados por las instituciones de los apóstoles a ob
servar dos días; concretamente, el sábado y el día del Señor, en lo que no nos
es lícito hacer obra alguna; no, ni siquiera la más pequeña. El sábado, por
que Dios, después de que hubo concluido la creación del mundo, descansó
en él; día que, dado que Dios querría que fuese llamado el Santo de los San-
toSy de modo que la falta de su celebración con gran honor y devoción parece
ser palmariamente contraria a la voluntad y el precepto de Dios, que permi
tirá que pasen el cielo y la tierra antes que su palabra; y ello especialmente,
dado que Cristo no vino a disolver la ley, sino a cumplirla. Por lo tanto,
observamos ese día no en imitación de losjudíos, sino en obediencia a Cristo y
sus santos apóstoles, transfiriéndose a nosotros, los cristianos, el favor que fue
mostrado en esto a los judíos [...]. Sí observamos el día del Señor según
todos los demás cristianos en memoria de la resurrección de Cristo».107
102. Ibíd.y p. 291; cf. Ullendoríf, E th iopian s, pp. 3 ,4 ,7 1 ,7 2 .
103. Ullendoríf, E thiopians, p. 71; Budge, op. cit.y pp. 330,331.
104. A . H . M . Jones y Elizabeth M on roe,^ H istory o f E th iopia (Oxford, 1960), pp. 76,
77. Véase tam bién B ekele H eye, «T he Sabbath in E thiopia» (m onografía,
Andrews University [1970]), pp. 24 ,2 5 .
105. Ullendoríf, E thiopians , p. 4; Budge, op. cit.y pp. 331,332.
106. Según Budge (op. cit.y p. 332), en 1527 o 1533; según S D A B S S B , N ° 1463, c. 1532;
y en 1534 según A. H . Lewis, A C ritical H istory o f the Sabbath a n d the Sunday in
the C hristian Churchy 2a ed. (Plainfield, Nueva Jersey, 1903), p. 212.
107. M ichael G eddes, Church H istory o f E th iopia (Londres, 1696), pp. 34 ,3 5 , citado en
Lewis, op. cit.y pp. 212, 213. Véanse también S D A B SSB , N ° 1463; Jean Vuilleu-
mier, L e jo u r du repos à travers les âges (Dam m arie-les-Lys, 1936), p. 165.
242 El sábado en las E scrituras y en la historia
tado por sus victorias, en 1662 dictó una proclama a sus súbditos dando las
razones por las que había abandonado la fe alejandrina y aceptado la roma
na. Los instó a seguir su ejemplo. Pero la rebelión continuó.133
Habiendo recibido una respuesta de Pablo V, Susenyos contestó en una
carta fechada el 31 de enero de 1623, en la que prometía obedecerlo como
pastor universal de la iglesia y solicitaba un patriarca.134 En 1623 llegaron
más jesuitas. Después, en 1624 o 1625, llegó el nuevo patriarca, Afonso
Mendes. Se lo describe como «un hombre valiente y audaz, pero rígido, in
transigente, estrecho de miras e intolerante».135 Mendes «obligó a Süsenyós
y a sus hijos y funcionarios y sacerdotes a realizar una nueva confesión de la
fe romana en febrero de 1626 y a prestar solemnemente por el Evangelio un
juramente de obediencia a Su Santidad el papa», e introdujo cambios im
portantes.136 El sábado se convirtió en un día de ayuno.137
Los cambios tan abruptamente introducidos pronto empezaron a cam
biar la situación para peor para el rey, y se vio enfrentado a una creciente
oposición a la guerra civil religiosa que estaba arruinando el país. En res
puesta a la argumentación de los enemigos de los jesuitas, el rey Susenyos
cedió por fin ligeramente.138 Se publicó un edicto que permitía nuevamen
te el ejercicio de todas las ceremonias antiguas que no eran repugnantes a la
fe. Cuando Mendes protestó, sugiriendo que se publicase un nuevo edicto
con la ayuda de uno de los jesuitas, el rey accedió. Pero el nuevo edicto es
pecificaba en el artículo 2 que «las fiestas deben observarse según el antiguo
cálculo del tiempo» y en el artículo 3 que cualquiera que quisiera podía
ayunar el cuarto día de la semana en vez del sábado.139
Tras una nueva victoria militar contra los rebeldes, Susenyos, presiona
do por su hijo Fasilides y otros para que detuviera la carnicería de sus
propios súbditos, proclamó la libertad religiosa en junio de 1632.140 Así
terminó la tentativa más decidida de modificar la fe religiosa de Etiopía,
sábado incluido, desde que el cristianismo había entrado en el país en el
siglo IV d.C .
133. Ibid., p. 335; Budge, op. c i t 2:389.
134. Ludolf, op. cit.y p. 328. E l m etropolitano Sim eón había resultado muerto en una
confrontación armada. Ibid., p. 332; Budge, op. cit.y 2:389.
135. Budge, op. cit.y 2:390.
136. Ibid.; cf. Heye, op. cit.y pp. 57, 58; Ullendorff, E thiopians, p. 78.
137. Ludolf, op. eit., p. 351.
138. Para los argumentos usados, véase Ludolf, op. cit.y p. 350.
139. Ibid., p. 351.
140. Véase Budge, op. cit., 2:393, 395; cf. Ludolf, op. eit., p. 357; Ullendorff, E thiopians ,
p. 78.
248 E l sábado en las E scrituras y en la historia
Resumen y conclusiones
En el Egipto del siglo IV se observaban tanto el sábado como el domin
go. Sin embargo, el día preferido era el domingo. En Alejandría se adminis
traba la comunión {c. 385) solo esos dos días, y se suponía que el sábado nunca
era un día de ayuno, salvo el sábado de Pascua. Además, hasta c. 400 nunca había
oficios religiosos públicos en los monasterios egipcios —salvo para Víspe
ras y Maitines— salvo en sábado y domingo.
Parece que durante la primera mitad del siglo V, los cristianos de Ale
jandría dejaron de congregarse y de celebrar los «sagrados misterios» en
sábado. Sin embargo, las iglesias de las inmediaciones de Alejandría y de
otro lugar de Egipto participaban en los «misterios» el sábado por la noche.
Es posible que el cambio de postura de Alejandría pueda tener en su origen
el brote antijudío en tiempos del arzobispo Cirilo (412-444) que acabó en
la expulsión de los judíos de Alejandría. La cordialidad de las relaciones
entre cristianos y judíos en Alejandría venía dejando mucho que desear desde
el siglo II d. C.
Los documentos disponibles también sugieren que desde aproximada
mente el año 500 Egipto abandonó todo vestigio de observancia del sábado.
El cristianismo entró en el reino de Aksum en el siglo IV. Se da por
sentado que, desde el comienzo, allí se observaban el sábado y el domingo
como días de reposo, siguiendo la práctica de la iglesia de Alejandría, a la
que estaba estrechamente unida la iglesia del reino aksumita. A partir, se
gún parece, del siglo XI, la sede'alejandrina empezó a ejercer presión sobre
la Iglesia Etíope para que siguiera su ejemplo en el abandono de la obser
vancia del sábado. Ya en la segunda mitad del siglo XIII, Etiopía iba bien
encaminada siguiendo los pasos de Alejandría.
Eustacio y sus seguidores protagonizaron una reacción crecientemente
intensa a favor del sábado a partir de la primera mitad del siglo XIV. Cul
minó con la restauración plenamente legal del sábado como día de reposo
(junto con el domingo) por parte del rey Zara Yaqob durante la primera
mitad del siglo XV.
En el último cuarto del siglo XV entraron en Etiopía los primeros sa
cerdotes católicos romanos. En 1541 llegó un destacamento de cuatrocien
tos soldados portugueses en respuesta a la desesperada solicitud del rey
Lebna Dengel para enfrentarse a los invasores musulmanes. Tras la victoria,
Bermudes primero y De Oviedo unos años después, ejercieron presión, sin
éxito, sobre los reyes Claudio y Minas para que se sometieran a la Iglesia
romana y abandonaran, entre otras creencias y prácticas, la observancia del
sábado, séptimo día de la semana.
250 El sábado en las E scrituras y en la historia
hecho alusión. Apareció por vez primera en España, pero gozó de inmenso
éxito tanto en Occidente como en Oriente. En algunos lugares de Oriente,
sigue gozando de crédito en la actualidad.22
El texto de esta carta a la que se refería el obispo Liciniano no se ha
conservado; él menciona únicamente la prohibición de preparar comida y
de caminar. Sin embargo, es interesante ver lo que había incluido en versio
nes posteriores.23 La carta empezaba con un prefacio que contaba la histo
ria del documento: cómo se encontró en uno de los santuarios más famosos
de la cristiandad, en Jerusalén, o sobre el altar principal de San Pedro en
Roma, y cómo fue escrita no por un ángel, sino por el propio Cristo, con su
propia sangre, o con letras de oro.
La propia carta demandaba la más estricta observancia del día de repo
so: «No os sentéis en el foro en el día del Señor y juzguéis cuestiones ociosas
ni vayáis a cazar y juntar piezas cazadas en ese día. No ordeñéis al ganado
en ese día tampoco, sino ocupaos más bien con los pobres. No pongáis a
vuestros bueyes a trabajar ese día [...]. No debéis lavaros la ropa ni lavaros
22. En su artículo «Christ (lettre du) tombée du riel» (DACL 3/1:1534-1546), E.
Renoir da un excelente visión global de nuestro conocimiento de los manuscritos
y el paradero de esa carta en la cristiandad tanto oriental como occidental. La
carta tuvo un inmenso éxito en Oriente. Hay traducciones de la carta al griego, el
armenio, el siríaco, el árabe y el etíope. Pueden encontrarse diferentes textos de la
carta en Etienne Baluze, Capitularía regumfrancorum (París, 1780), 2:1369-1399;
Johann A. Febricius, Codex apocryphi Novi Testamenti (Hamburgo, 1719), pp. 310-
314; Priebsch, op. cit., pp. 36-39; y J. G. O’Keefe, «Cain Dommaig: fT he Epistle
Concerning Sunday», Eriuy 2 (1905):189-201, quien da el texto en una versión
irlandesa. Se proporcionan traducciones inglesas de la carta en el artículo de
O’Keefe, en Andrews y Conradi, op. cit., p. 497, y en C. Mervyn Maxwell, «Collec
tion of Papers for the Class on History of the Sabbath and Sunday» (Andrews
University, 1978), pp. 478-481. Véanse también J. Michl, «Briefe, apocryphe»,
Lexicónfiír Theologie und Kirche, 2a ed. (1958), 2:689; R. Kottje, Studien zum Ein
fluß des Alten Testaments auf Recht und Liturgie desfrühen Mittelalters (6-8 Jahr
hundert) (Bonn, 1964), pp. 52-56; A. de Santos Otero, «Der apocryphe sogennan-
te Sonntagsbrief», Studiapatrística (Berlin, 1961), 3:290-296. El texto de la carta
de Liciniano a Valentino se encuentra en PL 72:699-700. Sobre esa carta, véase
más en particular J. Madoz, Liciniano de Cartagena y sus cartas, Estudios onienses,
1/4 (Madrid, 1948). Renoir tiende a aceptar la creencia de C. Schmidt en un ori
gen oriental de la carta. «Fragment einer Schrift des Märtyrer Bishofs Petrus von
Alexandrien», Texte und Untersuchungen (Berlin, 1920), 20:4-46. Priebsch es muy
crítico de esa opinión. Cree (p. 33) que el texto de Baluze es muy cercano al texto
considerado en el Sínodo de Roma en 745. Kottje reivindica que el texto incluido
en el Cain Dommaig irlandés, que puede datarse en el inicio del siglo VIII, bien
puede ser nuestro texto latino más antiguo (p. 54).
23. Cito la traducción de Maxwell.
258 El sábado en las E scrituras y en la historia
sábado y el domingo?».27 Por lo tanto, al comienzo del siglo VII había gen
te en Roma que promovía el descanso total en el séptimo día, y es intere
sante que el papa llame a ese día “sábado”.
Encontrar gente en Roma que promoviera la observancia tanto del sá
bado como del domingo no debería ser una gran sorpresa, dado que tene
mos testimonios de esa práctica en otras partes del imperio. En las Consti
tuciones apostólicas (compiladas en la mitad posterior del siglo IV), por
ejemplo, se nos dice: «Pero guardad el sábado, y la fiesta del día del Señor,
porque aquel es el recordatorio de la creación y este de la resurrección [...].
Yo, Pedro, y yo, Pablo, hemos ordenado: Trabajen los esclavos cinco días;
pero en el sábado y el día del Señor, tengan tiempo libre para ir a la iglesia
para la instrucción en la piedad: en el sábado por consideración a la crea
ción; en el día del Señor por consideración a la resurrección».28 Gregorio de
Nisa (c. 330-r. 395) explica: «¿Con qué ojos podéis contemplar el domingo
si profanáis el sábado? ¿No sabéis que estos días son hermanos? El que es
tima a uno, ignora también al otro».29Juan Casiano (c. 360-435) afirma, re
firiéndose a los monjes egipcios, que, «salvo Vísperas y Maitines, no hay
entre ellos ningún oficio religioso público durante el día, salvo el sábado y
el domingo, cuando se congregan a la hora tercera con el propósito de la
Santa Comunión».30
Agustín observó gran flexibilidad hacia los requisitos del culto: «En al
gunos lugares, la comunión tiene lugar a diario, en algunos solo el sábado y
el día del Señor y en algunos solo el día del Señor».31 La tensión respecto a
la observancia tanto del sábado como del domingo se ve reflejada en una
homilía dada en una reunión un sábado, pero que se oponía a la ociosidad
sabática y proclamaba la superioridad del domingo con respecto al séptimo
día.32 Sócrates el Escolástico (fallecido en 445) describe precisamente esa
variedad de usos en su Historia de la iglesia: «Aunque casi todas las iglesias
27. Epist. 13.3 {PL 77:1253,1254; NPNF/2 13:92,93).
28. 7.23 {Didascalia et constitutiones apostolorum, ed. por F. X. Funk [Paderborn, 1905],
p. 409; ANF 7:469).
29. De castigatione {PG 46:310).
30. Juan Casiano, Instituciones de los cenobios 3.2 (CSEL 17:34); cf. 3.9 (CSEL 17:43,
44). Casiano añade sobre las Vísperas del sábado por la noche y el domingo por
la noche: «Se nos encarga que demos a ambos días —o sea, al séptimo y al octavo
por igual— el mismo reparto del oficio, como dice: “Reparte a siete, y aun a ocho”,
Ed. 11: 2». Sin embargo, el autor añade: «No debe entenderse que la dispensa del
ayuno sea una participación en fiestas judías por parte de aquellos, sobre todo, que
se demuestre que están libres de todas las supersticiones judías».
31. Epist. 54.2 {CSEL 24/2:160; Fathers ofthe Church 12:253).
32. De sementé (PG 23:144).
260 El sábado en las E scrituras y en la historia
del mundo entero celebran los sagrados misterios el sábado de cada semana,
los cristianos de Alejandría y Roma, no obstante, por razón de alguna tra
dición antigua, han dejado de hacerlo».33
El sábado en la iglesia celta
Ciertos eruditos han dado por sentado que la iglesia celta guardó el
séptimo día de la semana.34 Un estudio de las evidencias disponibles de
muestra en primer lugar que para los irlandeses el sábado estaba diferen
ciado del día del Señor. Según Adomnán (finales del siglo VII), biógrafo
de Columba, el santo dijo en su lecho de muerte: «Verdaderamente, este
día es para mí un sábado, porque es mi último día de esta laboriosa vida
presente. En él, tras mis arduos trabajos, guardo el sábado; y a la mediano
che de este venerado día del Señor, en el lenguaje de las Escrituras, seguiré
el camino de los antepasados».35 En la misma obra se nos dice que era
costumbre en Irlanda acudir a la iglesia a celebrar misa en el día del Señor:
«[Columba] obedeció su mandamiento y el día del Señor, según la cos
tumbre, entró en la iglesia, junto con ellos, tras la lectura del Evangelio
[...]. Mientras se celebraban los ritos de la misa en el día del Señor según
la costumbre [...]».36 Las Reglas de Columba para sus monjes (comienzos
del siglo VII) contienen referencias únicamente a un culto público en el
día del Señor.
El sábado parece haber recibido cierto reconocimiento especial. En las
direcciones de Columbano para el oficio coral, se ordenó el canto de más
salmos para las noches del sábado y el domingo que para las otras noches
33. Historia de la iglesia 5.22 (PG 67:635; NPNF/2 2:132). También Sozomeno de
clara en su historia: «La gente de Constantinopla, y casi en todas partes, se reúne
el sábado, así como también el primer día de la semana, costumbre que nunca el
observada en Roma ni en Alejandría», Historia de la iglesia 7.19 (PG 67:1478),
Véase Marcel Simón, Versus Israel (París, 1964), pp. 374-376.
34. W.T. Skene (Celtic Scotland [Edimburgo, 1876], 2:349,350) afirmó que la iglesia
celta guardaba el séptimo día, y su afirmación fue repetida por muchos autores
posteriores. G. A. Keough estudió la evidencia usada por Skeney demostró que S€
trató de una mala interpretación de los textos («An Inquiry irito the Days of thc
Weck Observed as Holy Days by the Celtic Church» [tesis de licenciatura, SDA
Theological Seminary, 1946],pp. 84-88). En su Celtic Church inBritain (Londres,
1972), Leslie Hardinge presente pruebas limitadas de cierta valoración del sépti-.
mo día en la iglesia celta.
35. Adomnans Life of Columba, ed. por A. O. Anderson y M. O. Anderson (Londres,
1961), p. 523.
36. Ibíd.y pp. 501,519.
El sábado y el día del Señor durante la Edad Media 2 6 1
de la semana. «En las noches más santas, concretamente las del día del Se
ñor y del sábado, por la mañana se realizan tres veces el mismo número, o
sea, tres veces dieciséis salmos».37 Los seguidores de San David «desde la
víspera del sábado hasta que brilla la luz en la primera hora tras el amanecer
del sábado se dedican a vigilias, oraciones y genuflexiones, salvo una hora
después del oficio matutino del sábado».38 Estas vigilias nos recuerdan las
prácticas ordenadas por Juan Casiano.39 La dieta de los monjes mejoraba el
sábado y el domingo. Esos días podían añadir a su escasa comida un poco
de queso hervido en agua.40
Bien puede ser que algunos textos indiquen cierto reconocimiento tam
bién del séptimo día. La antigua ley de Senchas Mor afirma que «cada
séptimo día del año» debía dedicarse al servicio del Señor.41 En una carta
atribuida a Columbano, pero cuya autoría real se desconoce, encontramos
un pasaje que podría indica una observancia espiritualizada del sábado. «Se
nos ordena trabajar seis días, pero en el séptimo, que es el sábado, se nos
impide todo trabajo servil. Ahora bien, con el número seis se da a entender
la totalidad de nuestro trabajo, ya que precisamente en seis días el Señor
hizo el cielo y la tierra. No obstante, se nos prohíbe trabajar el sábado en
ningún trabajo servil, es decir, pecado, dado que el que comete pecado es
esclavo del pecado, para que, cuando en esta era presente hayamos comple
tado nuestras labores, no endureciendo nuestro corazón, podamos merecer
alcanzar ese verdadero descanso».42
No está claro si en la iglesia celta el día del Señor se guardaba de forma
sabataria, o sea, según las leyes del Antiguo Testamento. En la Vida de Patricio
XI. Sancti Columbani opera, ed. por G. S. M. Walker (Dublín, 1957), p. 181; cf. p. 159.
38. Second Life of St. David\ en Lives of Saints from the Book of Lismore, ed. por W.
Stokes (Oxford, 1910), p. 430.
39. Véase la nota 30.
40. Life of Brendon of Clonfert, en Vita sanctorum Hibernia, ed. por Charles Plummer
(Oxford, 1910), 1:117; Book of St. David\ en Councils and Ecclesiastical Documents
Relating to Great Britain and Ireland, ed. por A. W. Haddan y William Stubbs, 3
tomos (Oxford, 1869—1878), 1:113. También había relatos de liberación de las
penas del infierno en sábado. Tripartite Life St. Patrick, ed. por W. Stokes, 2 tomos
(Londres, 1887), 1:117. Dom Louis Gougaud afirma que «en las iglesias celtas el sá
bado comportaba cierto carácter festivo, que se expresaba mediante mayor duración
y solemnidad en la liturgia y también, en los monasterios, por una dieta menos
rigurosa», Christianity in CelticLands (Londres, 1932), p. 323. Cf. W. Phillipp, ed.,
History of the Church in Ireland (Londres, 1933).
41. Ancient Laws of Ireland, ed. por W. N. Hancock y otros (Dublín, 1865-1901),
3:41.
42. Columbani opera, p. 203. Sobre el propio texto, véase Hardinge, op. cit., p. 83.
262 El sábado en las E scrituras y en la historia
de Muirchú se nos dice que San Patricio, reposando en el día del Señor, oyó
a obreros paganos construyendo terraplenes cerca. El santo les prohibió tra
bajar en el día del Señor. En otro pasaje de la misma obra se dice que «era
costumbre [de Patricio] no viajar entre la víspera de la noche del Señor y la
aurora del segundo día de la semana».43 Sin embargo, en la Vida de Colum
ba, de Adomnán, encontramos a ese santo ayudando a caminantes un do
mingo a cruzar el estrecho para llegar a la isla de lona. También se refiere a
un monje que pescaba con otros hombres un domingo.44 En esa Vida no
encontramos ninguna amenaza contra los violadores de las reglas domini
cales similares a las que abundan en documentos posteriores.
La «moda judaizante»
Esta actitud hacia el sábado y la sabatización del domingo debe ser
considerada en el marco más amplio de una fuerte corriente de interés por
el judaismo y el Antiguo Testamento y de reverencia hacia los mismos, que
Marcel Simón denomina «la moda judaizante».45Tenía raíces muy profun
das y antiguas, y su poderosa atracción se dejó sentir en particular entre los
cristianos de Siria. Juan Crisóstomo pronunció ocho homilías en Antioquía
en 386 y 387, probablemente para advertir a los fieles contra la seducción
de la sinagoga. Se sintió movido a actuar por el gran número de cristianos
que no tenían intención alguna de dejar la iglesia pero que acudían a los
oficios religiosos judíos no solo como observadores sino como participantes
entusiastas.46 El gran orador era especialmente experimentado porque las
grandes fiestas judías eran inminentes y sabía que los cristianos encontra
rían masivamente el camino a la sinagoga. Muchos acudían allí porque creían
43. Muirchüs Latin Life of Patrick, en el Libro de Armagh, 1.25; 2.3, citado en Hardin-
ge, op. cit., pp. 79,80.
44. Adomnans Life of Columba, pp. 271,535. Los editores de esa obra concluyen: «Pa
rece deducirse que el domingo sabático aún no había sido aceptado por Adomnán
ni en lona en la época en que Adomnán escribió», p. 29. Datan la composición
de Adomnans Life entre 688 y 692, aproximadamente una muerte después de la
muerte de Columba (p. 96).
45. «La polémique anti-juive de Saint Jean Chrysostome et le mouvement judaïsant
d’Antioche», en Marcel Simon, Recherches d'histoire judío-chrétienne (Paris, 1962),
p. 144.
46. Horn. 1 (PG 48:844). Estas homilías fueron traducidas y estudiadas por C. Mervyn
Maxwell, «Chrysostoms Homilies against the Jews», (tesis doctoral, University
of Chicago, 1966), y también aparecen en Discourses against Judaizing Christians,
trad. Paul W. Harkins (Washington, D.C., 1979).
El sábado y el día del Señor durante la Edad Medía 2 6 3
que las ceremonias judías eran solemnes y santas.47 De hecho, otro Padre de
la Iglesia, Jerónimo, habla de cristianos que creían que esos rituales eran
más santos que los de los cristianos.48
La misma corriente volvió a aparecer más tarde en algunas zonas de Oc
cidente, en las que encontramos núcleos de cristianos aislados en el tiempo
y el espacio que querían guardar el evangelio y observar preceptos judíos a
la vez. Muchos de ellos vivían en los dominios visigodos. Isidoro de Sevilla
habla de muchos que no eran ni judíos de verdad ni verdaderamente cris
tianos.49 Otro documento nos informa de que a finales del siglo VII en la
Septimania había una inquietante cantidad de «judaización».50 Los gober
nantes visigodos fueron llevados a imponer la pena de muerte para los cris
tianos que practicaran rituales judíos.51 Esto no debe de haberse ejecutado
con éxito, dado que el papa Adriano I, en 794, escribió una carta a los obispos
españoles para quejarse de que no se hacía nada con los cristianos que con
fraternizaban con los judíos en sus placeres y sus creencias.52 Los autores
cristianos hablan a menudo de cristianos que participan en los banquetes
judíos en sábado.53 La popularidad del judaismo puede haberse debido a
que muchos cristianos estaban convencidos de que los judíos predicaban
mucho mejor que los sacerdotes.54
47. Hom. 1 (PG 48:847).
48. In Ezech. 33: 33 (PL 25:326). Cf. la epístola de Agustín Ad asellicum de cavendo
judaismo 196.4 (PL 33:898,899). Marcel Simón analiza la popularidad del cande
labro de siete brazos en el arte cristiano antiguo y ve en él una manifestación de la
atracción del judaismo. «Le chandelier á sept branches», Recherches, pp. 181-187.
49. Quast. adv.judPraf. en Líber de variis qu¿estionibusy ed. por P. A. C. Vega y A. E.
Anspach (El Escorial, 1940), citado en B. Blumenkranz, Juifs et chrétiens dans le
monde occidental (París, 1960), p. 62. Gran parte de la información sobre los judai
zantes medievales está extraída de esa obra.
50. Julián de Toledo, Insult in tyr. gall 2 {PL 96:797).
51. El título de la ley es De iudaizantibus christianis> Leges visigothorum 12.2.16 {MGH
LL 1:424).
52. PL 98:385. Véase también P. A. C. Vega, «Una herejía judaizante de principio del
siglo VIII en España», Ciudad de Dios 153 (1941):57.
53. «Ociosos, y descansado el sábado, no aran, cosechan ni realizan ningún trabajo
habitual, sino que están de celebración y de banqueteo mientras sus siervos y su
ganado descansan».— Cardenal Humberto de Moyenmoutier, Adversus calumnias
gracorum, 6 {PL 143:936); Véase Blumenkranz, op. cit., pp. 172-175.
54. «Ha llegado al extremo de que los cristianos ignorantes dicen que los judíos les
predican mejor que nuestros sacerdotes».— Agobardo, De insoljud. 5 {PL 104:74,75).
«Así que dicen que [los judíos] predican mejor que nuestros sacerdotes, de modo
que sabatizan con ellos; trabajan en el día del Señor», Amolón, Lib. contra iud. 41
{PL 116:170). Este asunto se aborda en Blumenkranz, op. cit.yp. 5. Sobre los judaizantes
264 E l sábado en las E scrituras y en la historia
Dado que se consideraba que los gobernantes cristianos eran los legítimos
sucesores e imitadores de los reyes del Antiguo Testamento, se convirtió en
costumbre para los papas, por ejemplo, dirigirse a los reyes carolingios como
“Novus David”.69 Así, tanto la Iglesia como el Estado exaltaban el uso del
Antiguo Testamento.70
£1 Decálogo como base de la observancia
del domingo por los bárbaros
El declive del saber que acompañó a la victoria de los bárbaros condujo
a una mayor dependencia de la ley mosaica en general. A la hora de desa
rrollar su propia legislación, los nuevos conquistadores intentaban incluir
en sus códigos ideales bíblicos más que derecho romano. Verdam escribe
que «cuanto más se aparta una ley del derecho romano, más busca apoyo en
la ley mosaica, al menos en lo referente a los pueblos cristianizados».71 Esto
fue así hasta el resurgimiento del derecho romano en los siglos XII y XIII.
Con la gran influencia del modelo veterotestamentario, no sorprende
que la iglesia se volviera al Decálogo en su empeño de garantizar la obser
vancia del domingo por los bárbaros. Pedir que los nuevos conversos guar
daran un día especial para el cuitó no era un empeño fácil. Incluso en un
centro cristiano antiguo como Arlés en el siglo VI, la observancia del do
mingo dejaba mucho que desear si creemos los sermones de Cesáreo de
Arlés. Describe a gente que se iba antes de que acabase la misa; habla de otros
que seguían descansando en jueves en honor de Júpiter, pero que solían
hacer cualquier trabajo en el día del Señor.72 En la España de finales del
69. En una carta, el papa Esteban II escribe a Pipino: «¿Qué, si no, puedo llamados,
salvo Nuevo Moisés y espléndido rey David?», M G H £/>3:505; su sucesor, Pablo,
también llamó a Pipino «Nuevo Moisés y nuevo David», M GH Ep 3:552; véase
Chydenius, op. cit., p. 48.
70. Véanse E. Kantorowicz, The Kings Two Bodies (Princeton, Nueva Jersey, 1957), p.
77; K. F. Morrison, The Two Kingdoms: Ecclesiology in Carolingian Political Thought
(Princeton, Nueva Jersey, 1964), p. 26, n. 1; W. Uilmann, «The Bible and Principies
of Government in the Middle Ages», en La Bibbia neWalto medioevo (Spoleto,
1963), pp. 188-196; Percy E. Schram, «Das Alte und das Neue Testament in der
Staatslehre und Staatssymbolik des Mittelalters», en ibíd, pp. 229-255.
71. Verdam, op. cit., p. 19.
72. Serm. 135, en C. Morin, Etudes, textes et découvertes, Anécdota maredsolana 3/2
(Maredsous, 1897). Sobre los problemas de autoría de los sermones de Cesáreo,
véase Dumaine, op. cit., p. 940, n. 6.
El sábado y el día del Señor durante la Edad Medía. 2 6 7
siglo VI, Martín de Braga también contraponía el celo de los paganos por
el día de Júpiter con la indiferencia de los cristianos.73
Aunque las referencias a la observancia del domingo por parte de los
bárbaros son muy escasas, puede verse que la asistencia a la iglesia debe de
haber sido sumamente reducida por la pequeñez de los lugares de culto y los
reiterados lamentos de los autores eclesiásticos por la falta de asistencia, el
ruido y los constantes cuchicheos durante misa.74 Según señala Chélini, difí
cilmente podía echarse la culpa a los laicos: «Espectadores de un drama en el
que no desempeñaban ningún papel, testigos de un banquete del que no eran
invitados, su interés se disipa deprisa».75 Casi no había participación alguna
del pueblo. Apenas podían seguir el oficio religioso, dado que se celebraba en
una lengua extranjera y hasta se había perdido la costumbre de presentar
ofrendas. Muy poca gente tomaba la comunión. Bonifacio les aconsejó que
participasen «per témpora» (de vez en cuando).76 En Inglaterra, Egberto des
tacó la diferencia entre la iglesia oriental, en la que todo el mundo tenía que
reunirse los domingos so pena de excomunión, y la iglesia de Occidente, en
la que no se ponía ningún empeño en imponer la participación.77
Para imponer la observancia del domingo entre los bárbaros, la iglesia
usó diferentes métodos. Promulgó legislación eclesiástica derivada de las
leyes mosaicas, empleó el apoyo del Estado en sus esfuerzos e incluso apeló
a la superstición y a la credulidad de la grey. Es interesante observar que, en
consecuencia, se desarrolló gradualmente una nueva perspectiva que recal
caba la interrupción externa de las actividades físicas más que al primitivo
reposo espiritual de pecar. El cambio fundamental referente al día de repo
so en la Edad Media es que la marcada distinción entre el sábado y el día
del Señor se difixminó y el domingo se convirtió en el sábado cristiano que
debía guardarse según el cuarto mandamiento.78
La conexión entre la observancia del domingo y el decálogo fue clara
mente establecida en el Segundo Concilio de Mâcon en 585, que justificó
con el Antiguo Testamento un imperioso llamamiento a un cese completo
del trabajo en el día del Señor. En los cánones de ese concilio se exaltaba al
73. De correctione rusticorum, en Martini episcopi bracarensis opera omnia, ed. por C. W.
Von Barlow (Londres, 1950), pp. 202,203.
74. Jean Chélini, «La pratique dominicale dans l’église franque», Revue d'histoire de
l'église de France 42 (1956): 165.
75. Ibid., p. 173.
76. Serm. 5 (PL 89:854); Serm. 15 (PL 89:870).
77. Pœnitentiale, art. 35 (PL 89:410).
78. Véase M.-D. Chenu, Nature, Man and Society in the Twelftb Century, sel. y trad. de
J. Taylor y L. K. Little (Chicago, 1968), p. 160.
268 E l sábado en las E scrituras y en la historia
domingo como el día en que el Señor nos liberaba de todos los pecados, el
eterno día de reposo presagiado por el repaso del séptimo día de la ley y los
profetas. Por esa razón, los cristianos debían interrumpir sus actividades y
pasar el día en oración y llanto en la iglesia más cercana.79
Unos años después se amplió la prohibición del trabajo a todos: cristia
nos y no cristianos. En el Concilio de Narbona (589) se declaró que «todo
individuo, niño o esclavo, godo, romano, sirio, griego o judío, debe cesar de
todo trabajo en el día del Señor». Solo se contemplaba una excepción: un
viaje de emergencia que requiriera yuntar bueyes; pero, si no, cualquiera
sorprendido transgrediendo la ley sería castigado: los libres con una multa
de seis sólidos, el esclavo con cien golpes.80 Así, la profanación del domingo
se convirtió en una falta punible.
Resulta interesante notar que el apoyo civil para el domingo sabático no
se hizo esperar. Los cánones del Concilio de Macón fueron ratificados por
un edicto del rey Gontrán (10 de noviembre de 585), que afirmaba clara
mente que quienes no atendieran las exhortaciones sacerdotales tendrían
que afrontar la severidad de los jueces.81 Las decisiones de Narbona fueron
pronto respaldadas por una ley de Childeberto II que también prohibía
cualquier trabajo en domingo con la amenaza de fuertes multas.82
Junto con este empeño eclesiástico y civil en imponer la observancia
del domingo, no debemos olvidar el efecto en las tribus bárbaras de cuen
tos de castigos milagrosos por la transgresión del descanso dominical. Mu
chos de esos relatos ya fueron consignados por Gregorio de Tours (540-
594). Nos cuenta, por ejemplo, que en Lemosín un gran grupo de personas
que trabajaba los campos un domingo fue consumido por el fuego.83 Hubo
también un hombre que, insolentemente, se puso a arar un domingo pero
cuyas manos quedaron firmemente pegadas a la esteva del arado cuando la
tocó para efectuar un reglaje.84 Otro hombre que no respetaba ni tenía
temor del día de la resurrección fue a un molino. Tras moler su trigo, in
tentó sacar la mano del mango del molino, pero descubrió que su mano
estaba pegada al mismo.85 Y volvió a caer el mismo castigo sobre ese mis
mo hombre al año siguiente. Desgracias similares sobrevinieron sobre un
79. Canon 1 {MGH Corte. 1:165,166).
80. Canon 4 {Mansi 9:1015).
81. M GH Cap. 1:11,12.
82. Ibtd., 17.
83. Lib. history. 10.30 {MGH SS 1:525).
84. Lib. de virt 5. Iuliani 11 {MGH SS 1:569).
85. Lib. de virt. S. Martini 3.3 {MGHSS 1:633)
El sábado y el día del Señor durante la Edad Media 2 6 9
individuo que intentó instalar un poste, a una mujer que metía pan en el
horno y hasta a una muchacha que se peinaba el cabello.86
Gregorio de Tours nos cuenta que algunos quedaron lisiados al intentar
profanar el domingo. Los dedos de un obrero que estaba fabricando una
llave se contrajeron y nunca volvieron a abrirse.87 Las extremidades de
una mujer que cocía pan después de la puesta de sol en la noche del sábado
se atrofiaron. En Bourges hubo alguien cuyas manos se deformaron por
completo porque intentó vallar su campo en domingo.88 Ni siquiera las
emergencias lograban proteger a los transgresores. Un hombre de Bourges
que temía que la lluvia echara a perder su heno fue a cargarlo en su carro,
pero sintió que un fuego le quemaba la pierna. Tras volver a casa, intentó
reanudar su trabajo después de misa, solo para sentir los ojos golpeados por
punzantes espinas.89 Mediante cuentos de este tipo se imponía la santidad
del domingo entre la gente sencilla.
Casuística de la observancia dominical
y sabatismo exacerbado
En los siglos que siguieron se desarrolló una casuística siempre crecien
te relativa a la observancia del domingo. Las prohibiciones de volvieron
cada vez más abarcadoras. Se definieron con detalle cada vez mayor los ac
tos que estaban prohibidos y los que estaban permitidos. La tendencia se
aceleró mucho por la generalización de la confesión privada, que llevó al
uso de libros penitenciales en los que se catalogaban minuciosamente los
pecados y las penitencias.90
A estas alturas, el domingo se había convertido en una institución por
derecho propio, un deber requerido de todos, dado que la transgresión con
llevaba el peligro del castigo divino individual y colectivamente. De hecho,
la legislación dominical ocupó un lugar crecientemente importante en el
derecho de los Estados bárbaros. El derecho de todas las personas a gozar
del descanso dominical fue afirmado solemnemente y apoyado con severos
castigos para los que interfirieran en él. En ese día tenían que interrumpir
se incluso las tareas requeridas de los siervos de la gleba. Los señores feuda
H6. Undt 3:39; 3:56 {MGH SS 1:633). Líber vitapatrum 7.5 {MGH SS 1:690).
H7. Lib. de virt. S. Martini 3.7 (MGH SS 1:633).
KH. Ibíd, 3.45 {MGHSS 1:643).
K9. Ibíd. 4.45 {MGHSS 1:660).
90. Sobre esos libros, véanse G. I ieHras, «Pénitentiels», Dictionnaire de théologie catho-
liqiie 12/1:1160-1179; H. Leclercq, «Pénitentiels», DACL 14/1:215-251; C. Vo-
gel, Lepéchcur et lapénitence au Mayen Age (París, 1969).
2 7 0 El sábado en las E s c r i t u r a s y en la h is t o r ia .
les no podían obligarlos a trabajar en sus ca_mpos ni usar sus animales para
el acarreo de productos.91 En cuanto a los hombres libres que transgredie
ran el domingo de forma reiterada, en algunos lugares acababan perdiendo
su libertad y se convertían en siervos, pues, según estipulan las Leyes bávaras
(744): «Pierda su libertad y conviértase en siervo, dado que no quiso estar
libre en el día santo».92
El recurso al mandamiento del sábado del Decálogo fue cada vez más
evidente. En las Leyes de los alamanos (725) se nos dice que la ley humana y
la divina ordenan la abstención del trabajo físico.93 En las Leyes bávarasy la
debida forma de guardar el primer día de la semana, quizá por vez primera,
se derivaba directamente del Decálogo. Declaran que no debía cosecharse
en domingo ni viajar en carro ni en barca, porque el Señor dijo: «Ningún
trabajo harás, ni tú, ni tu criado, ni tu criado, ni tu buey, ni tu asno ni nin
guno que esté bajo tus órdenes».94 En el Concilio de Roma de 826, presidi
do por el papa Eugenio II, se acordó que era importante garantizar el des
canso dominical mediante amenazas, no fuera a ser que el pueblo, olvidándose
de la palabra de Dios, se ocupase de actividades seculares, ya que Dios hizo
los cielos y la tierra y cuanto hay en ellos.95
La Carta del cielo gozó de una inmensa influencia en esa época y circu
ló de forma generalizada. Se contaban relatos nuevos y más llamativos de
castigos celestiales para los profanadores del domingo. Las listas de consa
graciones que demostraban las glorias del domingo eran cada vez más lar
gas, ya no para persuadir a los judíos, sino para infundir en los cristianos el
deber de reposar en ese día. Pirminio, fundador del monasterio de Reiche-
nau, veía el domingo en todos los grandes acontecimientos de la historia
de la salvación: «En primer lugar fue creado el día del Señor. Precisamente
entonces se disiparon las tinieblas y brilló la luz. En ese día fueron creados
los elementos del mundo y los ángeles. El pueblo de Israel salió de Egipto
en domingo, como si hubiera, atravesado el bautismo por el Mar Rojo. El
mismo día se dio por vez primera el maná, la comida del cielo. Precisamen
te refiriéndose a ese día, el profeta exclama:“Este es el día que el Señor hft
hecho, regocijémonos en él”. Es también el día en que Cristo resucitó de
entre los muertos; en que el Espíritu Santo descendió del cielo sobre loi
apóstoles. Por lo tanto, recibe el nombre de día del Señor para que pudié*
91. P L 97:181.
92. L ex baiw ariorum 7.3 (M G H L 5:350).
93. Leges alam annorum [M G H L 5:98).
94. L ex baiw ariorum 7.4 { M G H L 5:350, 351).
95. M G H Conc. 2 /2 :5 5 7 .
El sábado y el día del Señor durante la Edad Media 2 7 1
117. P L 110:76-78. Rodolfo de Bourges escribió: «Conveniendum est sabbato die cum
luminaribus ad ecclesiam», M a n si 14:955, 956. El papa Nicolás I también ordenó
la observancia del día del Señor de puesta a puesta de sol. E pist. 63 {P L 119:1004).
Véanse también Kottje, op. c i t p. 46; Gaillard, op. cit ., pp. 961,962.
278 El sábado en las E scrituras y en la historia
Tomás está preocupado con el problema ya sea de por qué está incluida
en el Decálogo lo que parece ser una orden ceremonial o de por qué Dios
no enunció también otras órdenes relativas al culto, como la oración y la
devoción. Responde: «Tomado en su sentido literal, el mandamiento de
guardar el sábado es en parte moral y en parte ceremonial. Es moral porque
el hombre debe apartar algo de tiempo en su vida para concentrarse en las
cosas de Dios. Porque el hombre está predispuesto de forma innata a apar
tar parte de su tiempo para cada asunto de necesidad; por ejemplo, para el
refrigerio del cuerpo [...]. Por tanto, está de acuerdo con un dictado de la
razón natural que una persona reserve algún tiempo para la alimentación
espiritual [...]. Pero es un precepto ceremonial por cuanto en este manda
miento se determina un momento particular para significar la creación. Es
también ceremonial en su sentido alegórico, por cuanto fue una señal del
reposo de Cristo en la tumba en el séptimo día; asimismo en su sentido
moral, por cuanto simbolizaba desistir de todo acto de pecado y descansar
en Dios; también en este sentido es, en cierta manera, un precepto general.
Es también ceremonial en su sentido anagógico, por cuanto prefigura el
reposo en el disfrute de Dios en el cielo».122
En Tomás, las ideas de Agustín se habían unido a los cambios subsi
guientes de la observancia dominical. El valor espiritual del sábado se ligó
al requisito absoluto de descanso para el adorador. Mediante el uso de las
interpretaciones de las Escrituras con los “cuatro sentidos”, tan típica
mente medieval, el significado histórico literal del cuarto mandamiento
fue sustituido por los significados alegórico, moral y anagógico.123 Se afir
maba que el sábado debería llevar al cristiano a pensar en el reposo de
Cristo en la tumba, en el deber moral de desistir de pecar y en la futura
bienaventuranza del cielo. El vínculo con la creación se había perdido por
completo.
Mediante su distinción entre la forma en que se habían anulado los
mandatos judiciales y ceremoniales mosaicos, Tomás convirtió la obser
vancia literal del mandamiento del sábado en un pecado muy grave. Afir
maba que las provisiones judiciales están muertas, pero no son mortí
feras. Un gobernante podía reinstaurarlas perfectamente en sus territorios.
cismos católicos se om ite el segundo mandamiento) definen los deberes hacia el
Señor: fidelidad, reverencia y servicio.
122. Ibid,, 2a2ae.l22.4 ad 1.
123. Sobre el cuádruple sentido de las Escrituras, véase Summa theologiœ lalae.10. Véanse
también Henri de Lubac, Exégèse médiévale (París, 1961), 2a parte, 1:403-415;
Béryl Smalley, The Study of the Bible in the Middle Ages (1952; ed. reimpresa, Notre
D am e, Indiana, 1964), pp. 242-263.
2 8 2 El s á b a d o en las E s c r it u r a s y e n la h is t o r ia
El sábado
¿Cuál fue la suerte del sábado como día de reposo durante la Baja Edad
Media? En algunos documentos hay referencias a los insabbati> nombre
popular para los valdenses, que algunos han tomado como prueba de que
eran una secta observadora del sábado.134 Esta interpretación parece ser
incorrecta en lo que se refiere a la secta en general. Los documentos revelan
cuáles eran las quejas principales contra esa gente. Se tomaban la “conver-
satio apostólica” muy en serio. Creían que Jesús ordenó a sus seguidores
renunciar a sus posesiones e ir a predicar el evangelio. Cuando las autorida
des eclesiásticas les negaron el derecho de predicar el evangelio, entendie
ron que era cuestión de obedecer a Dios antes que a los hombres y desaca
taron la orden de la iglesia.
En su ataque contra los valdenses, Alain de Lille dice: «Se les llama
valdenses por su heresiarca, que se llamaba Valdo. Este, por iniciativa de su
propio espíritu, no enviado por Dios, inventó una nueva secta en la que,
sin la autoridad de un prelado, sin inspiración divina, sin conocimiento, sin
saber, suponía que predicaba; filósofo sin pensamiento, profeta sin visión,
apóstol sin misión, maestro sin tutor [...]. [Sus seguidores] osan predicar
para llenarse el vientre más que su mente y, dado que no desean trabajar con
sus propias manos para obtener alimento, adoptan la decisión malvada de
vivir sin empleo, predicando falsedades para poder comprar comida».135
Alain añadió la queja de que también se permitía que predicaran las
mujeres: «Estas personas resisten al apóstol, porque llevan a mujeres con
ellos y hacen que prediquen en las reuniones de los fieles, aunque el apóstol
dice en la Primera Epístola a los Corintios: “Que las mujeres guarden silen
cio en las iglesias”».136
134. En Europa han aparecido varios estudios excelentes sobre los valdenses, pero no
hay ningún trabajo erudito reciente en inglés; léanse, en especial, Jean G önnet y
A m edeo Molnar, Les vandois au Moyen Age (Turin [1974]); A. Molnar, Storia dei
valdesiy tom o 1: Dalle origini alVadesione alia Riforma (Turin, 1974); Kurt-Victor
Selge, Die ersten Waldenser (Berlin, 1967); R. M anselli, Studi sulle eresie del secolo
XII (Roma, 1953); E. Dupré-Theseider, Introduzione alle eresie medioevali (Bolo
nia, 1953). Para colecciones de textos fuente: J. G önnet, ed., Enchiridion fontium
valdensium (Torre Pellice, 1958); W alter L. W akefield y Austin P. Evans, Heresies
of the High Middle Ages: Selected Sources Translated and Annotated (Nueva York,
1969).
135. Defide catholica, en W akefield y Evans, op. cit.ypp. 217,218. Joaquín de Fiore pre
sentó la m ism a acusación en De articulisfidei. Véase G önnet y M olnar, op. cit.,
p. 51.
136. W akefield y Evans, op. cit.y p. 219. Cf. Esteban de Borbon, Tractatusy en ibtd.y
p. 209.
El sábado y el día del Señor durante la Edad Medía . 2 8 5
Bien puede ser que hayan sido el «nuevo tipo de judíos» al que aludió
Erasmo en su De amabili ecelessite concordia en 1533.149
En Inglaterra los lolardos también insistieron en el derecho de los laicos
de poseer y predicar la Palabra.150 Eran seguidores de John Wiclef, quien
proclamó la autoridad suprema de las Escrituras, muy por encima de los
papas, los Padres de la Iglesia o de los concilios. Su traducción de la Biblia
a la lengua vernácula, abriendo los escritos sagrados al pueblo común, fue
considerada por el clero una forma de blasfemia.151 Los lolardos no mani
festaron la mayor de las veneraciones por el domingo. Sir Lewis Clifford,
antiguo partidario suyo, presentó un informe al arzobispo Arundel de que
«no tenían ningún día por consagrado ni santo, ni siquiera el domingo, sino
que todos los días eran igualmente libres de trabajar, comer y beber».152
Incluso contamos con un informe de la retractación, en octubre de 1402, de
un hombre que ya había abjurado de varias herejías que aún mantenía que
debía observar el sábado del Antiguo Testamento hasta que se le mostrase
una buena razón de lo contrario.153
En esa época hay documentados observadores del sábado en tierras es
candinavas. En Noruega, el obispo Aslak Bolt, en el año 1435, convocó un
concilio provincial en Bergen para poner coto a la «observancia del sábado»
que, según dijo, se estaba practicando en varios sitios del territorio.154 El
obispo Bang, prelado danés, creía que el resurgimiento de la observancia del
sábado había sido consecuencia de la fraseología de los dos primeros cate
cismos escritos en los países nórdicos. En uno de ellos, el mandamiento se
redactó «Acuérdate de santificar el séptimo día» y, en el otro, «No te olvides
de santificar el séptimo día».155
149. En Opera omnia, ed. por J. Leclerc, 10 tomos (1703-1706; ed. reimpresa, Hildc-
sheim, 1962), 5:505. Lutero y Calvino también conocían la existencia de obser
vadores bohemios del sábado. Lutero, Lectures on Genesis, LW 2:361. Calvino, De
vera participatione in sacra coena, Corpus reformatorum 9:590. Sobre las actividades
de los observadores del sábado en las tierras de los Habsburgo, véase J. K. Zeman,
Anabaptists and the Czech Brethren i?i Moravia (La Haya, 1969, pássim.
150. Sobre los lolardos, véanse James Gardner, Loüardy and the Reformation in England\
4 tomos (Londres, 1908); J. A. T. Thompson, The Later Lollards, 1415-1520
(Oxford, 1965); Leff, op. cit., pp. 559-605; M .E. Aston, «Lollardy and Sedition,
1381-1431», Past and Present, № 17 (abril de 1960):l-44.
151. Para los lolardos y las Escrituras, véase Gardner, op. cit., 1:100-118.
152. Historia anglicana de Walsingham, ed. por H. T. Riley, 2 tomos (Londres, 1869),
2:252-253, citado en Gardner, op. cit., p. 48.
153. Gardner, op. cit., p. 54.
154. A C. Bang, Dokumenter og Studier vedrorende dm lutherske Katekismuses Historie itl
Nordens Kirker, 2 tomos (Cristiania, 1893-1899), 2:87.
155. Ibid.
El sábado y el día del Señor durante la Edad Media 2 8 9
I Sf>. | Icnry C. Huttcnbach, «lhe Judaizing Heresy and the Origins of the Muscovite
Anti-Semitism», en Studies in Medieval Culture, IV/3 (Kalamazoo, 1974),
PP. 496-506.
Capítulo XI
El sábado y el domingo
en la era de la Reforma
Kenneth A. Strand
Dice del domingo que es el día «que los hombres han establecido»; y, en
cuanto al séptimo día de la semana, el sábado, indica simplemente que se
trata de un asunto debatido.15
No deja de tener su interés que Lutero respondiera de la manera si
guiente a la breve y evasiva exposición sobre el día debido realizada por
Karlstadt: «Sí, si Karlstadt hubiera de escribir más sobre el sábado, hasta el
domingo tendría que ceder el paso, y se celebraría el sábado, o sea, el sépti
mo día de la semana. Verdaderamente, nos haría judíos en todas las cosas,
de modo que también tendríamos que circuncidarnos, etcétera».16
Lutero también exhibió este tipo de reacción hacia auténticos observa
dores del sábado que aparecieron en lugares tales como Moravia y Austria.
Dijo, por ejemplo: «En nuestro tiempo surgió en Moravia una clase insen
sata de personas, los observadores del sábado, que mantienen que hay que
observar el sábado a la manera de los judíos. Quizás insistirán también en
la circuncisión, por una razón similar».17De algún modo, el gran reformado
tendió a clasificar cualquier énfasis cristiano en la observancia del sábado
como parte de una reversión a un modo de vida judaico, ya fuera con res
pecto a grupos cristianos observadores del sábado de los que había oído, o
con respecto a sospechas relativas a su propio viejo excolega Karlstadt.
En Zúrich, al norte de Suiza, Ulrico Zuinglio (1484-1531) fomentó un
programa de reformas a partir de 1519. Su actitud hacia el domingo fue
muy similar a la de Lutero.18 En aproximadamente la misma época, Martín
Bucero (1491-1551), quien promovió la causa de la Reforma en Estrasbur
go, en la Alemania sudoccidental, con una actitud generalmente más tole
rante que la de otros reformadores contemporáneos, puso un énfasis extra
ño en la observancia estricta del domingo, énfasis que evocaba, de hecho, la
práctica católica romana en tal sentido.19
15. Texto en Hetzsch, op. cit., p. 41. En cuanto al domingo, Karlstadt declara que es
«vynheymlich» que los hombres lo han instituido. Wentland {op. cit., p. 33) traduce
esto: «uno se alarma de que los hombres lo hayan instituido», y Andrews y Conradi
{op. cit., p. 604) vierten la oración como «uno se siente incómodo, porque los hom
bres lo han instituido». En este contexto, vynheymlich sin duda comporta la idea de
«abrir», «aclarar», «saber» (cf. Hetzsch, op. cit., p. 100: «vynheymlich = bekannt»); así,
podríamos traducir: «Sobre el domingo, es sabido que los hombres lo instituyeron».
16. LW 40:94.
17. LW 2:361. Cf. Landeen, op. cit., p. 198.También son notables otras referencias de Lu
tero a observadores del sábado aportadas por Andrews y Conradi, op. cit., p. 640.
18. Augsburger, op. cit., p. 255, trata brevemente la posición de Zuinglio.
19. La posición de Bucero fue señalada cuidadosamente por Augsburger, op. cit.,
pp. 254,255, y la descripción presentada a continuación es un resumen del relato
dado en la referida tesiN.
296 El sábado en las E scrituras y en la historia
«pero la iglesia, por el poder que le fue dado, cambió el sábado al domingo
por la resurrección del Señor». Añadió que «celebramos el domingo por un
mandamiento y una ley de la iglesia, no por el mandamiento de Dios», y
que una persona que siguiera el mandamiento de Dios literalmente «debe
ría descansar el sábado».27 El predicador protestante contestó que todos los
días son sagrados por igual y que los cristianos descansan el domingo para
oír la Palabra de Dios y para dar reposo a su prójimo. A esto el monje do
minicano replicó que si la observancia de un día de cada siete fuera sufi
ciente, una persona podría descansar cualquier día de la semana, siendo el
resultado una tremenda confusión. Y, de nuevo, recalcó que la Biblia espe
cifica la observancia del sábado, basándose la observancia del domingo ex
clusivamente en la autoridad de la Iglesia Católica.28
Durante mayo y junio de 1535 se celebró otra disputa en la que los
portavoces católicos Pierre Caroli y Jean Chappuis debatieron con los diri
gentes protestantes Farel, Viret y Bernard.29 La línea de argumentación
relativa al sábado y el domingo fue básicamente similar a la usada en el
debate anterior, pero los protestantes introdujeron un punto adicional al
efecto de que descansar el séptimo día (con lo que en esta ocasión se refe
rían al domingo), por usar la paráfrasis de Augsburger, «no era un mandato
de la iglesia más de lo que lo son las palabras de alguien que diga a otra
persona que ayude a sü prójimo que atraviesa una gran necesidad».30 En
ambos casos, afirmaron, existía una necesidad humana; y, así, por tratarse
de cuestiones éticas, podía considerarse que ambos eran mandamientos de
Dios.3132Ni que decir tiene, tal analogía tuvo poco peso ante los portavoces
católicos, teniendo en cuenta el recurso de los reformadores, fuerte por lo
demás, al principio sola Scriptura.
En octubre de 1536, después de que Calvino se hubiese sumado a Farel
en la obra de la Reforma en Ginebra, se celebró en la ciudad de.Lausana
otra nueva disputa en la que se suscitó el asunto del sábado y el domingo.12
Farel volvió a desempeñar un papel preponderante en el debate desde el
bando protestante, y contó con el apoyo de Viret. Dominique de Monbou-
son, monje dominico, habló largo y tendido en representación de los cató
licos. En una parte del debate durante la que Viret representaba al bando
protestante, surgió la pregunta de por qué los protestantes observaban el
27. Según la traducción de Augsburger en ibíd.,p. 269.
28. Ibtd.y p. 270.
29. Ibtd.y pp. 270-272, da el relato de esta segunda disputa.
30. Ibtd.y p. 272.
31. Ibíd.
32. Ibtd.y pp. 273-276, da el relato de esta tercera disputa.
El sábado y el domingo en la era de la Reforma 2 9 9
Dios, «el hombre debería encontrarse con otros miembros de la iglesia, don
de debería ser una evidencia viviente de que él, junto con ellos, da tributo [a
Dios] con el mismo tipo de obediencia que la de ellos».59
Las referencias de Constantino específicamente al sábado provienen de
dos de sus obras a las que hace referencia Veloso. Las referencias son breves,
pero, no obstante, reveladoras. Parece que Constantino tenía planes de dar
más detalles sobre el sábado en una obra posterior, obra que, según parece,
nunca se llegó a hacer o a publicar.60
Al resumir la idea clave de los comentarios de Constantino sobre el sá
bado, Veloso ha afirmado acertadamente: «Estas referencias a la observan
cia del día de reposo en el séptimo día parecen ser únicas entre los teólogos
importantes de la Reforma e implican un concepto del sábado que no se
desarrolló en ningún grado importante hasta el surgimiento de los anabap
tistas observadores del sábado, de los bautistas del séptimo día y, en especial,
en el siglo XIX, de los adventistas del séptimo día».61
Otros observadores del sábado
en la era de la Reforma
Aunque el espacio no permite un estudio de todos los grupos europeos
observadores del sábado de los que existe constancia en la era de la Refor
ma, al menos debería reseñarse brevemente el hecho de que los observado
res del sábado brotaron de forma muy generalizada por todo el continente,
y se darán algunas ilustraciones relativas a tales grupos.62
Por ejemplo, en Transilvania, hacia finales del siglo XVI, András Eóssi,
noble acaudalado influido por enseñanzas judaicas de un tal Ferenc Dávid,
fundó un movimiento observador del sábado.63 Eóssi inició un intenso es
59. Ibídi, p. 145. La cita proviene de la Suma de Constantino.
60. Ibtd.y p. 143. Las obras dé Constantino que se refieren específicamente al sábado
son la Doctrina christiana y la Suma.
61. Ibtd, p.145.
62. El breve resumen aquí contenido está tomado en buena medida de Andrews y
Conradi, op. cit.y pp. 632-684, complementado con otras fuentes indicadas en las
notas más abajo.
63. Ibíd.y pp. 659-663. Se dan considerables detalles adicionales en József Pokoly,yíz
erdélyi református egyház tórténete (Historia de la Iglesia Reformada Transilvana),
3 tomos (Budapest, 1904), especialmente el tomo 2. También de cierto interés es
Ladislaus M. Pákozdy, Der siebenbürgische Sabbatistnus (El sabatismo transilva-
no) (Stuttgart, 1973). Estas obras fueron puestas en mi conocimiento por Lewis
Laszlo Szerecz, quien de seminarista en la Universidad Andrews presentó al pro
fesor Daniel Augsburger una monografía titulada «Sabbatarians in 16,h and I7rh
El sábado y el domingo en la era de la Reforma 3 0 7
En todo caso, sin embargo, las interrogaciones realizadas dos años después
revelaron solo seis ciudades en las que se observaba el sábado, una conside
rable reducción con respecto a tiempos pasados.67
Las persecuciones, especialmente las de 1638-1640, tuvieron el efecto
de difundir la influencia de la observancia transilvana del sábado más allá de
la propia Transilvania, ya que algunos observadores del sábado consiguieron
escapar y llevaron sus doctrinas y sus prácticas a lugares distantes, incluyen
do Constantinopla. Además, según parece, los escritos relativos a la obser
vancia del sábado de autores como Eóssi y Péchi se esparcieron por todas
partes. Por ejemplo, un ejemplar del comentario de 1634 de Péchi sobre el
Génesis había llegado a Marosvásárhely, en Hungría, donde fue visto por
Conradi en persona en el año 1890.68
En Noruega, Finlandia y Suecia hubo también nutridos grupos de ob
servadores del sábado, séptimo día de la semana.69 Hay evidencia disponi
ble de tales grupos durante la Edad Media por las medidas de los concilios
católicos contra ellos, incluyendo los concilios celebrados en Bergen, No
ruega, en 1435 y en Oslo (Cristianía), Noruega, el año siguiente. Esos con
cilios prohibieron la abstención del trabajo en sábado.70 Parece que en los
primeros años del siglo XVI, antes de que la Reforma protestante llegase a
Escandinavia, hubo dos tipos de observancia del sábado en Noruega: uno
en el que los sacerdotes católicos romanos hacían que la gente común san
tificase los sábados de forma similar a los domingos so pena de multa paga
dera al obispo, y otro tipo que estaba proscrito por la Iglesia Católica.71 Es
posible que la diferencia implicara distintas actitudes eclesiásticas en dife
rentes emplazamientos geográficos más que divergencias significativas en
la práctica, pero esto no podemos darlo por seguro a partir del documento
que estipula la observancia requerida del sábado. Por desgracia, ese docu
67. Los detalles relativos a la D ieta de Beszterce y los acontecim ientos subsiguientes
aparecen en Pokoly, op. cit., pp. 273-276.
68. Andrews y Conradi, op. cit., pp. 661,662.
69. Véanse Andrews y Conradi, op. cit., pp. 672-683; Roald M artin Guleng, «The
Marian and Sabbatarian Observance in Norway during the 15th and 16th C en
turies» (tesis de licenciatura, SD A Theological Seminary, 1951); Arne Sandström,
«D u temps où, en Suède, les observateurs du Sabbat étient exécutés», Revue ad
ventiste, julio~agosto de 1976, pp. 10,11. Samiström cita las útiles obras de L. A.
Anjou, Svenska Kyrkarts Historia ifrân Upsala Möte Kr 1593 till Slutet a f Sjuttondt
Arhundradet (Estocolm o, 1866), y Theodor Norlin, Svenska Kyrkans Historia efter
Reformationen (Lund, 1864), cuyos títulos y citas específicas faltan por desgracia
en la versión francesa recién mencionada del material de Sandström.
70. Andrews y Conradi, op. cit., pp. 672, 673.
71. Véase Guleng, op. cit., pp. 48, 49, 52.
El sábado y el domingo en la era de la Reforma 3 0 9
mentó solo es fragmentario y oscuro, pero al menos nos alerta del hecho
curioso de que en algún lugar de Noruega a comienzos del siglo XVI había
autoridades católicas romanas que ordenaban que se guardara el sábado, así
como el domingo.72
Evidencia adicional relativa a la observancia del sábado en Noruega
proviene del período posterior a la llegada del luteranismo a Escandinavia.
Existe, por ejemplo, un edicto de Christopher Huitfeldt, «señor de Bergen,
Stavenger y Vardo», datado en 1544, que, entre otras cosas, se refiere al hecho
de que «algunos de vosotros, especialmente en Ardal y Sogn, en contra de
la advertencia que se os dio el año pasado, guardáis el sábado». Su edicto im
ponía una multa de diez marcos a cualquiera hallado guardando el sábado.73
Una década después, en 1554, disponemos de pruebas de la observancia
del sábado en Finlandia por una carta del rey sueco Gustavo I Vasa, quien
había fomentado la Reforma luterana en sus tierras, que incluían Finlandia,
así como Suecia. En esa carta ordena con empeño que cualesquiera perso
nas de Finlandia que hayan caído en lo que él llama «tamaño error», lo
abandone inmediatamente.74
La evidencia fundamental relativa a la observancia del sábado, séptimo
día de la semana, en Suecia aflora algo más tarde, hacia finales del siglo XVI
y la primera parte del siglo XVII, con cierta evidencia que aparece todavía
en 1667.75 Parece que en Suecia en esa época había dos tipos de observancia
del sábado, como había ocurrido en Noruega aproximadamente un siglo an
tes. Pero mientras que los detalles específicos en Noruega son poco claros,
en Suecia los tipos son distinguidos con claridad como una observancia ju
daica del sábado (por parte de conversos al judaismo) y una observancia ge-
nuinamente cristiana del sábado. Esta conllevaba también con frecuencia,
pero no necesariamente siempre, una observancia continuada del domin
go.76 El rey Gustavo II Adolfo (fallecido en 1632) fue especialmente con
tundente en su actividad contra los observadores del sábado.77
Además de Transilvania y los países nórdicos, hay evidencias de la ob
servancia del sábado en los Países Bajos, Francia, Rusia y otros lugares de
Europa, según señalan Andrews y Conradi.78 Sin embargo, debería tenerse
72. Las partes pertinentes del docum ento están citadas en ibíd., pp. 48 ,4 9 .
73. Andrews y Conradi, op. cit., p. 675 (según la traducción de estos).
74. Ibíd., pp. 676-679.
75. Véase Sandstróm, loe. cit.
76. Véanse G uleng, op. cit., pp. 5 6 ,6 7 , y Sandstróm, op. cit., p. 10, col. 3.
77. Véase Sandstróm, op. cit., p. 11, col. 1.
78. Véase Andrews y Conradi, op. cit., pp. 632-672, especialm ente las pp. 649, 650
(Países Bajos y Francia) y 663-672 (Rusia). Aunque no aborda específicamente a
3 1 0 El sábado en las E scrituras y en la historia
en cuenta que, en algunos casos, la observancia del sábado puede haber sido
protagonizada por judíos o por conversos cristianos al judaismo, más que
por los propios cristianos. No obstante, parece claro por las fuentes que,
ciertamente, hubo una observancia cristiana del sábado por parte de grupos
ampliamente diseminados por todas partes de Europa. Y puede destacarse
que en Inglaterra, así como en el Continente, hubo algunos que observaron
ese día durante el siglo XVI, antes que los puritanos sabatistas, que serán
estudiados en el capítulo siguiente.79
Sin embargo, no debe suponerse que las personas que guardaban el sá
bado fuesen en modo alguno la mayoría de los cristianos ni que fueran tan
siquiera una gran minoría de estos. La tradición medieval del domingo
como día de culto cristiano continuó en toda la Europa cristiana como la
principal observada por los grupos protestantes, así como por los católicos
romanos. Sin embargo, resulta interesante observar que, en muchos lugares,
hubo comuniones numerosas de cristianos sinceros que habían estudiado
las Escrituras con fidelidad que decidieron honrar a su Señor el séptimo día
de la semana porque creían que este estaba en armonía con la orden de Dios.
Resumen
Ahora hemos delineado muy rápidamente la cuestión del sábado y el
domingo en la era de la Reforma. Básicamente, los reformadores protestan
tes más influyentes siguieron utilizando el día de adoración santificado por
la Iglesia Católica Romana durante toda la Edad Media. Sin embargo, en
su empeño por evitar el legalismo, y por su fuerte hincapié en la justifica
ción por la fe, los principales reformadores tendieron a mantenerse alejados
de cualquier cosa parecida a un enfoque “sabatizan te” de la observancia del
domingo. De hecho, la mayoría de ellos en Alemania y Suiza creía que
el domingo no era necesariamente el día que debía observarse, con la con
dición de que se apartase un día de cada siete para fines religiosos especia
les. Martín Bucero parece haber sido la excepción, porque tendió a dar un
énfasis “sabatizante” a la observancia del domingo. Tal énfasis no estuvo en
boga como práctica protestante generalizada adoptada en Inglaterra por
ciertos puritanos durante el siglo XVII, asunto tratado en el capítulo 12.
los observadores del sábado, una fuente muy útil de la que obtener discernimiento
adicional sobre los cambios históricos reflejados en las crónicas en cuanto al tra
tamiento de «herejes» y «cismáticos» en Rusia es Ned. P. M aletin, «Dissent and
Reform in Russian Orthodox Church History from the llt h through the 16th
Centuries», AUSS 8 (1970):51-64.
79. Andrews y Conradi, op. ci¿., p. 650.
El sábado y el domingo en la era de la Reforma 3 1 1
católicos romanos, los erastianos y los puritanos. Los puritanos, que ya con
taban con la reputación de propugnar la renovación y la reforma en el culto,
sometieron al rey la Súplica Milenaria, que plasmaba lo esencial de sus
medidas de reforma más inmediatas. Los puritanos ya llevaban más de
treinta años haciendo campaña en pro de una renovación de la vida ecle
siástica, tanto en culto como en disciplina. Expresaron sus quejas por la laxi
tud en la observancia del día de reposo y por el rigor con que se imponían
los ceremoniales. Instaban vehementemente a más y mejor predicación rea
lizada por ministros competentes e insistían en una simplificación del ritual
y las vestiduras.
No había carencia de hombres de suficiente habilidad para articular y
defender la posición de los puritanos relativa al día de reposo en contra de
la iglesia establecida. Pero sus exposiciones y sus expectativas no pusieron al
rey de su lado. En realidad, el propio Jacobo tenía poco afecto por los puri
tanos, principalmente por las especulaciones que realizaba en cuanto a las
convicciones políticas de ellos y al severo trato que él y su madre habían
recibido de los presbiterianos escoceses, con los que daba por sentado que
los puritanos compartían ahora una filosofía política similar.
Sin embargo, tampoco les fue mejor con el rey a los católicos romanos
que a sus rivales puritanos. Por supuesto, aquellos ansiaban un cambio de
actitud. Sin embargo, pronto habían de descubrir que, una vez que el
rey pudo gobernar desde una posición de fuera, ya no necesitaba a «los
papistas».10
Luego estaba el grupo que alcanzó el favor real al mostrar su disposición
a apoyar a la corona. Este grupo representa casi a la totalidad de la clase
funcionarial de Inglaterra, que reconoció el irrevocable derecho hereditario
de Jacobo I al trono de Inglaterra. El rey recurrió precisamente a esas per
sonas y, con ellas, reafirmó su intención de mantener el Acuerdo Isabelino.11
En la Cumbre de Hampton Court (1604), el rey se ocupó de los purita
nos con mucha cautela. John Reynolds, miembro del grupo puritano, expre
só en nombre de sus colegas su desilusión ante la proclamación del rey en
pro de la reforma de los abusos y la profanación del día de reposo.12 Supli
caron con empeño una reforma cabal en la observancia del domingo que
10. Maurice Ashley, The Seventeenth Century (Londres, 1958), p. 25.
11. En 1603 y aún en 1625 encontramos clara evidencia de la representación de obras
de teatro y otros entretenimientos públicos los domingos.
12. Peter Heylyn señala que el 7 de mayo de 1603Jacobo ya había cedido ante los pu
ritanos a realizar una proclama; no se trataba de «prohibirse a sí mismo los placeres
lícitos de ese día, sino de prohibir aquellos pasatiempos que fuesen desorganizados
e ilícitos con los que la gente común se apartaba de la congregación», Peter Heylyn»
El día de reposo en el puritanismo 3 1 9
La defensa por parte de los puritanos del día de reposo (el domingo) y
del cese de todo trabajo y toda actividad recreativa en ese día cobró impor
tancia y acabó adquiriendo una significación religiosa, además de política.
Esta fue, desde luego, una de las principales razones por las que tantos pu
ritanos fueron perseguidos bajo la prelatura laudiana. Tan intensa fue la
persecución que no es de extrañar que varios de los obispos hicieran públi
ca su opinión contra ella. Laúd había logrado que Carlos I renovase la de
claración del Book of Sports. Así, era un plan premeditado del arzobispo
contener cuanto fuese posible la influencia de las enseñanzas puritanas so
bre el día de reposo. Pero en menos de cinco años de reinado los puritanos
habían aumentado muchísimo su número y su influencia; y a la par de ese
aumento estuvieron las persecuciones contra ellos. Así, la separación y la
expulsión final de los puritanos de la Iglesia Anglicana durante los reinados
de Carlos I (1625-1649) y de su hijo Carlos II (1660-1685) resultaron
inevitables.
El concepto puritano de pacto y el conflicto
sobre el día de reposo
El vigor de la posición puritana que los precipitó al conflicto estaba
arraigado en su concepto del pacto y su evaluación de sí mismos como pue
blo elegido de Dios. Un erudito prominente ha señalado que «el pacto no
era, para los puritanos, una idea o un concepto entre otros. Era el motivo
fundamental que discurría en toda su vida dando forma a su interpretación
y a su percepción de la existencia. Impregnaba y aglutinaba sus opiniones de
religión, política y ética; conformaba todo su enfoque del matrimonio, la
iglesia y la sociedad».17
La articulación sistemática de esta condición fundamental de ta expe
riencia cristiana estaba en la ley de Dios. Esa ley, según declaró Richard
Baxter, es una significación de la voluntad de Dios y constituye el deber de
los súbditos. Por lo tanto, la obediencia a la ley de Dios no es una opción,
sino un deber que, cuando se realiza, refleja la gloria y la misericordia del
Señor.18
El punto hacia el que es preciso que llamemos la atención, punto que es
de peso considerable, no es solo que el día de reposo esté arraigado en la ley
17. Gordon Harland, «American Protestantism: Its Genius and Its Problem», The
Drew Gateway 34 (invierno de 1964):73, 74.
18. Richard Baxter, A Holy Commonwealth (Londres, 1659), p. 320, colección de Libros
raros, Archivos de la Universidad de Toronto.
El día de reposo en el puritanismo 3 21
<rl sábado) escrita por Brabourne.37 Este fue el inicio de una obra de casi
(oda una vida de estudio y de escritos sobre el sábado. En el transcurso de
11 cinta años, produjo cuatro tomos que defendían el sábado del cuarto man
damiento. Su segundo tomo, que fue dedicado a Carlos I, se tituló A Deferí-
ir' nfthat most ancient, and sacred Ordinance of Gods, the Sabbath day [Defen
sa de ese mandato antiquísimo y sagrado de Dios: el sábado].
En su Church History ofBritain [Historia eclesiástica de Gran Bretaña],
Iliornas Fuller asigna el comienzo del avivamiento del conflicto sobre el día
de reposo a 1632 y dice de Brabourne que «hizo sonar la primera trompeta
de esta lucha».38James Gilfillan declara que esa publicación «dio un boci-
nazo en la oreja de la propia realeza, demandando atención y provocó hos
tilidades inmediatas, amén de duraderas».39 Tras establecer que el cuarto
mandamiento es simple y enteramente moral, no conteniendo nada legal-
mente ceremonial en todo o en parte, Brabourne defiende la posición de
que el sábado, séptimo día de la semana, debe ser un eterno día santo en la
iglesia cristiana y que los cristianos están obligados a observarlo. «Estoy
obligado en conciencia», declara «a renunciar antes a la vida que a esta ver
dad; tan cautivada y fascinada está mi conciencia por la ley de mi Dios».40
Poco después de esta expresión de confianza en su visión del sábado,
Brabourne fue llevado ante el Tribunal del Alto Comisariado y allí se le
pidió que se retractara. Según el obispo Francis White, que escribió contra
Brabourne por petición de Laúd, «se le concedió una audiencia deliberada
mente paciente y completa, junto con una respuesta satisfactoria a todas sus
objeciones principales».41 Aunque parece que en esa ocasión Brabourne
volvió personalmente a la posición anglicana ortodoxa (aunque no todos
sus seguidores lo acompañaron en esto), una cosa destaca con claridad: Con
independencia de lo que pueda haber sucedido en la audiencia ante el tri
bunal, Brabourne creía y predicaba que si el día de reposo es verdaderamente
moral y perpetuamente vinculante, debería guardarse como sagrado el sépti
mo día. Desde su primera publicación de 1628 a la aparición de su último
tomo durante las negociaciones para la restauración de Carlos II (1660),
37. Theophilus Brabourne,^ Discourse upon the Sabbath Day (Londres, 1628).
38. Fuller, op. cit., p. 419.
39. Gilfillan, op. cit., p. 125.
40. Brabourne, A Defence ofthat most ancient, and sacred Ordinance of Gods, the Sabbath
day, p. [i].
41. Francis W h ite, A Treatise of the Sabbath-Day Containing a Defence of the Or-
thodoxall Doctrine of the Church of England Against Sabbatarian-Novelty (Londres,
1636), p. [xxiv], Sala del Patrimonio, Biblioteca Jaime W hite, Universidad A n
drews, Berrien Springs, M ichigan.
328 El sábado en las E scrituras y en la historia
pero que fue cambiado del séptimo día al primero, había de constituir
una desobediencia intencional de la ley de Dios.
Históricamente, los bautistas del séptimo día parecen haber sido el pri
mer grupo de puritanos ingleses que mantuvo la postura del día de reposo
en sábado en Norteamérica. Algunos de ellos habían llegado a Norteamé
rica en el Mayfiower,; De hecho, durante más de siglo y medio, tanto en
Inglaterra como en las colonias, los bautistas desempeñaron un papel im
portante en el desarrollo de la cristiandad norteamericana y en la enseñan
za del día de reposo. Dado que su historia se expondrá en el capitulo si
guiente, aquí solo se presentará un breve esbozo.
En 1664 Stephen Mumford llegó a Newport, Rhode Island, proceden
te de Inglaterra y «trajo consigo la opinión de que los Diez Mandamientos,
tal como fueron legados desde el monte Sinaí, eran morales e inmutables y
que un poder anticristiano cambó el día de reposo del séptimo al primer día
de la semana». Mumford pronto halló respuesta a la propagación de sus pun
tos de vista sobre el día de reposo entre la congregación bautista de Newport.
Muchos miembros de esa iglesia aceptaron su enseñanza, y ello llevó a cier
to grado de disensión. Por último, hubo una escisión en la congregación
cuando los seguidores de Mumford se separaron en 1671 para establecer la
primera Iglesia Bautista del Séptimo Día de Norteamérica.54
Durante muchos años después de su organización, la Iglesia Bautista
del Séptimo Día de Newport fiie el centro de casi todos los que observaban
el sábado en Rhode Island y Connecticut; y la iglesia creció tanto por la
llegada de bautistas del séptimo día desde Inglaterra como por conversio
nes al sábado en la colonia de Rhode Island.55 Entre sus miembros hubo
varias figuras públicas prominentes, una de las cuales fue Richard Ward,
gobernador de Rhode Island.
Los bautistas del séptimo día se convirtieron en los principales paladi
nes antiguos del sábado como día de reposo en el Nuevo Mundo., La se
gunda congregación de esa iglesia también fue implantada por la emigra
ción procedente de Inglaterra: En 1684, Abel Noble, pastor bautista del
séptimo día de Londres, asentado en Filadelfia, se convirtió en el principal
defensor de la observancia del día de reposo el séptimo día de la semana
en Pensilvania.56
54. Lewis, Sabbath and Sunday, p. 364.
55. L. A. Platts, «Seventh Day Baptists in America Previous to 1802», en Seventh Day
Baptists in Europe and America (Plainfield, Nueva Jersey, 1910), 1:126.
56. Arthur E. Main, «The Seventh Day Baptist General Conference, 1802 to 1902»,
en Seventh Day Baptists in Europe and America (Plainfield, Nueva Jersey, 1910),
1:149,150.
El día de reposo en el puritanismo 3 3 3
Resumen
La actitud de los puritanos norteamericanos hacia el día de reposo re
sulta instructiva para la actualidad, porque identifica los graves peligros in
herentes a que la autoridad civil intente dictar leyes para la protección y la
debida observancia del domingo. La dureza y la severidad con las que los
puritanos buscaron imponer la observancia del domingo evocaban la into
lerancia religiosa que ellos mismos habían sufrido bajo la prelatura laudia-
na. La vida resultaba incómoda no solo para los que no creían en ningún día
de reposo, sino también para los que, por «conciencia sensible», se sentían
obligados a guardar el sábado como verdadero día de reposo. El conflicto y
la intensidad con los que los puritanos batallaron por la santidad del do
mingo tienen un valor especial aun más allá de su época, puesto que nos dan
una revelación espontánea e inconsciente de la mentalidad puritana en su
lucha con sus problemas prácticos y teóricos, en un empeño no solo de
justificar un principio y de acallar la oposición, sino de llegar a la verdad y a
la coincidencia. Para la mentalidad puritana, había una relación directa en
tre la debida observancia del día de reposo y la obediencia civil. Defendían
que la santificación del domingo servía de correctivo contra la mundanali-
dad de las masas mientras que, a la vez, producía un ministerio capaz que
alentaba a las familias a criar a sus hijos de forma cristiana. Se evitaría una
multitud de pecados repugnantes y la disciplina que la observancia del do
mingo requería contribuiría a producir no solo buenos cristianos, sino tam
bién ciudadanos ejemplares.
Al resumir nuestra exposición, debe destacarse un punto central en cuan
to a la actitud de los puritanos hacia una interpretación del día de reposo.
Tanto en Inglaterra como en las primeras colonias norteamericanas, la rei
vindicación esencial planteada por los puritanos era que guardaban el día de
reposo no para ganar la salvación, sino para honrar y agradar a Dios y expe
rimentar las bendiciones que daba una relación de pacto con él. Hemos
intentado mostrar que, para ellos, sus creencias básicas encontraban su pun
to focal en su interpretación del pacto, la ley, la autoridad de la Palabra de
Dios y la piedad personal. Según los puritanos, todo ello tenía una relación
directa con el día de reposo.
Puede que no estemos de acuerdo con todas sus enseñanzas y sus prác
ticas relativas al día de reposo (hemos visto que no estaban de acuerdo entre
ellos en estas cuestiones), pero su sinceridad de propósito y su resolución en
dar relevancia a la orden del Dios de guardar el día de reposo deberían ser
tomados muy en serio. Para ellos era asunto de suprema importancia prác
tica, no un tema de mero debate filosófico o teológico.
Capítulo XU!
El sábado en el Nuevo Mundo
Raymond F. Cottrell
Showing that the Seventh Day Should Be Observed as the Sabbath [Tratado
que demuestra que el séptimo día debería ser observado como día de repo
so] tuvo gran importancia a la hora de llevar el sábado a los adventistas en
general.27 Unas semanas después, Joseph Bates leyó tanto el artículo como
el tratado, estudió el asunto meticulosamente por sí mismo, y luego visitó
específicamente a Frederick Wheeler para aprender más sobre el sábado.
Resultó que, precisamente, fundamentalmente por el testimonio dedicado
de Bates entre sus correligionarios adventistas, estos adoptaron el sábado.
Preguntado: «¿Hay alguna novedad?» por un amigo el día siguiente a su
visita al hogar de Frederick Wheeler, Bates contestó: «La novedad es que el
séptimo día es el día de reposo del Señor nuestro Dios». Bates dedicó
el resto de su vida a proclamar esa noticia. Un año después, en agosto de
1846, publicó su propio opúsculo, The Seventh-day Sabbath a Perpetual Sign
[El sábado, séptimo día de la semana, señal perpetua].28 También ese año
llamó la atención a Hiram Edson, Jaime White y Elena Harmon (quien
había de convertirse en poco tiempo en Elena G. de White) hacia el sábado,
allanando con ello el camino para la cristalización del adventismo ob
servador del sábado.29
Esto, que fue el primer encuentro de Elena Harmon con el sábado,
séptimo día de la semana, tuvo lugar en el curso de una visita a New Be-
dford, Massachusetts, en el verano de 1846 con el fin de alentar a los cre
yentes en el advenimiento radicados en esa ciudad. Bates le transmitió la
necesidad de guardar el sábado, pero en ese momento ella no vio su impor
tancia, pensado que erraba al dar más importancia al cuarto mandamiento
que a los demás. Unos días después, el 30 de agosto, ella y Jaime W hite
contrajeron matrimonio, y poco después estudiaron juntos el opúsculo de
Bates, y en otoño empezaron a observar el sábado.30
27. Spalding, op. cit., pp. 117-119. Un artículo de Hope of Israel, 28 de febrero de 1845
fue revisado e impreso en forma de opúsculo en marzo de 1845. Martinborough,
op. cit.ypp. 179-184, presenta una excelente comparación punto por punto del tra
tado de Preble con la bibliografía bautista del séptimo día existente y con el opúsculo
de Joseph Bates de 1846.
28. Spalding, op. cit., pp. 119-121,123-125.
29. El papel de Joseph Bates en la primera formulación de la distintiva teología sa
bática adventista fue especialmente importante. De ahí que en el Apéndice G se
dé atención adicional a sus aportaciones especiales, más una visión de conjunto de
tendencias posteriores.
30. Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White (Mountain Vie^v, Ca
lifornia, 1981), p. 103; ídem, Testimonios para la iglesia, 9 tomos (Miami, Florida,
2003), 1:76; ídem, Spiritual Gifts, 4 tomos (Battle Creek, Michigan, 1860), 2:83.
El sábado en el Nuevo Mundo 3 4 3
En una nota adjunta Andrews anunció que, para él, «el resultado de la
investigación es la firme convicción de que el inicio y el fin de cada día [y,
por ende, del sábado] están marcados por la puesta del sol». Explicó: «Los
bautistas del séptimo día siempre se han atenido a esta doctrina, pero suce
de que yo nunca me crucé con sus puntos de vista. De haberlo hecho, no
habría permanecido en el error en este asunto». «Además de esto, según sé
ahora, un número considerable de nuestros hermanos lleva tiempo conven
cido de que el sábado comienza a la puesta de sol».54
Contactos posteriores con los bautistas
del séptimo día
Durante los treinta y cinco años entre 1844 y 1879 prevaleció una rela
ción más o menos amistosa entre los adventistas del séptimo día y los bau
tistas del séptimo día. El primer contacto oficial entre los dos grupos se
produjo con una carta, fechada el 28 de julio de 1853, de J. C. Rogers, «se
cretario de correspondencia» de la «Asociación Central Bautista del Sépti
mo Día» a Jaime W hite como editor de la Review. Se le había encargado
que se pusiese «en contacto con el pueblo adventista del séptimo día y
aprendiese de su fe». Dos semanas después, Jaime White publicó en la Re
view su respuesta a la carga de Rogers.55
En 1869 una amistosa propuesta de la Asociación General Adventista
del Séptimo Día, por entonces en su sexto año, obtuvo «una respuesta fra
ternal» de su homologa bautista del séptimo día, la cual, a su vez, nombró a
uno de sus filas «delegado al siguiente congreso de esa organización». En
1870 Roswell F. Cottrell informó en la Review que había asistido al con
greso de la Asociación General de Little Genesee, Nueva York y que había
sido «cortésmente invitado por votación a tomar parte de sus deliberacio
nes». En el mismo congreso aprobaron la «cooperación con los adventistas
del séptimo día, pero sin comprometer los principios distintivos», pero pos
pusieron «una moción de enviar un delegado a la Asociación adventista».56
En los diez años que siguieron dirigentes adventistas del séptimo día como
John Nevins Andrews, Uriah Smith, Jaime White y J. H. Waggoner fueron
nombrados representantes ante los congresos anuales de la Asociación Ge
neral Bautista del Séptimo Día, en los que siempre recibían una cordial
bienvenida y en los que tomaban asiento como delegados. Los bautistas del
54. Ibíd.y2 de junio de 1851, p. 92; 4 de diciembre de 1855, pp. 76-78.
55. Ibid.y 11 de agosto de 1853, p. 52.
56. Main, op. cit.ypp. 198,199; Review, 20 de septiembre de 1870, p. 109.
350 El sábado en las E scrituras v en la historia
de poco más de 1.130 personas que tenía en 1801 alcanzó su punto más
alto de algo más de 9.30066 poco más de un siglo después: una ganancia
media de aproximadamente ocho miembros por año, muy por debajo de la
tasa de crecimiento de los Estados Unidos o del mundo. Desde comienzos
del siglo XX, su feligresía ha vuelto a disminuir hasta aproximadamente su
nivel de 1840.67 Quizá el éxito fundamental de sus más de tres siglos de
testimonio denominacional en el Nuevo Mundo fuera la aceptación del
sábado por algunos adventistas milleritas durante la década de 1840.
Otras sectas observadoras del sábado
Distintos tanto histórica como administrativamente de los bautistas del
séptimo día a secas, hay unos ciento cincuenta bautistas del séptimo día ale
manes, resto de un grupo organizado en 1728 (se establecieron en Ephrata,
Pensilvania, en 1732), con raíces en el Viejo Mundo. En creencia son simi
lares a los duncardos, con los que su fundador estuvo asociado antes de ese
momento. Practican la vida comunal y el celibato.68
Varias denominaciones o grupos cristianos pequeños observan el sép
timo día de la semana como día de reposo. Dos de estos surgieron del
movimiento del segundo advenimiento de 1844: la Iglesia de Dios
del Séptimo Día (Denver), con unos ocho mil miembros, y la Iglesia de
Dios (Salem, Virginia Occidental), con unos dos mil. Aquella se originó
hacia 1900 y esta en 1933. Está Relacionado con el grupo de Virginia
Occidental lo que ha dado en llamarse Sede Mundial de la Iglesia de Dios
de Jerusalén, Israel, dirigida por el desaparecido A. N. Dugger. La Iglesia
de Dios y los Santos en Cristo, con sede en Portsmouth, Virginia, fundada
en 1896, en 1980 tenía una feligresía de aproximadamente treinta y ocho
mil personas.69
La Iglesia de Dios Universal, de Herbert W. Armstrong, es un grupo
más reciente que observa el séptimo día de la semana como día de reposo.
Cuáquero en sus comienzos, Armstrong se unió a la Iglesia de Dios de
Oregón y en 1934 inició una emisión radiofónica, después registrada legal
mente con el nombre de Radio Church of God [Iglesia Radiofónica de
Dios]. En 1968 se cambió el nombre a Iglesia de Dios Universal. Con sede
en Pasadena, California, su feligresía ha sido estimada de marera diversa:
66. Main, op. cit.y p. 233«.
67. Hutchins, op. tit., p. 1312; cf. Mead, op. cit.y p. 38.
68. Mead, op. cit.y p. 39.
69. Ibid.y pp. 56,57; Jacquet, op. cit.y pp. 219,44,40,218.
El sábado en el Nuevo Mundo 3 5 3
o treinta mil o cien mil miembros. (En 1978, GarnerTed, hijo de Armstrong,
se separó para fundar la Iglesia de Dios Internacional).70
La Iglesia Strangita de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días,
organizada en Wisconsin en 1844, tenía en 1980 quizá trescientos miem
bros. Reivindica ser «la única Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ul
timos Días, la original» y que su fundador, James J. Strang, es el único suce
sor legítimo de Joseph Smith. En varios aspectos, incluyendo la observancia
del sábado, séptimo día de la semana, los strangitas difieren de otros mor-
mones.71 Según el Libro deMormón> el séptimo día es el día de reposo, pero
la iglesia mormona explica que resulta poco práctico observar el sábado en
el mundo moderno.
Por último, hay un grupo pentecostal sabático de aproximadamente
veinticinco mil personas con sede en Brasil denominado Iglesia Adventista
de la Promesa, organizado en 1932 y que consiste en unas quinientas con
gregaciones en diversos países de Sudamérica.72
Deuda adventista con los bautistas del séptimo día
El monto de la deuda adventista con los bautistas del séptimo día por la
interpretación del sábado resulta evidente por el uso constante realizado,
durante los primeros años de la iglesia, de publicaciones bautistas del sépti
mo día sobre el sábado, especialmente su colección de Tratados Sabáticos.
«Los escritos de los bautistas del séptimo día han sido un gran consuelo y
un refuerzo para nosotros», escribió Jaime White en 1853.73
En la página 7 del volumen 1, número 1 de The SecondAdvent Review and
Sabbath Herald (noviembre de 1850) apareció la nota editorial: «Llamamos la
atención especial de los hermanos hacia los artículos de este número que están
tomados de las publicaciones de los bautistas del séptimo día. Son claros, ex
haustivos e irrefutables. Nos proponemos enriquecer las columnas de la Re
view and Herald con extractos de sus excelentes obras sobre el sábado.
»También nos proponemos sacar un gran opúsculo que contenga el mis
mo material de sus publicaciones que sacamos a la luz en este periódico. Tal
obra, hecha circular juiciosamente, ciertamente hará mucho bien».74
70. William C. Martin, «Father, Son, and Mammón», The Atlantic Monthly, marzo de
1980, pp. 58, 61.
71. Mead, op. cit.> pp. 111,112.
72. Eugene Lincoln, en The Sabbath Sentinel\ abril de 1978, p. 6. Se trata de la publi
cación mensual oficial de la Bible Sabbath Association, Cleveland, Tennessee.
73. Review, 11 de agosto de 1853, p. 53; Martinborough, op. cit.ypp. 179-184; véase la
nota 52.
74. Review, noviembre de 1850, p. 7.
354 El sábado en las E scrituras y en la historia
disposición entre los años 1846 y 1849. Aquellos pioneros adventistas adop
taron la exposición bautista del séptimo día sobre el sábado in toto y reco
nocieron con gratitud su deuda con los bautistas del séptimo día. Pero el
concepto adventista observador del sábado de un advenimiento inminente
significaba que no podían contentarse con dejar que las cosas quedaran allí.
De hecho, la teología bautista del séptimo día sobre el sábado dedicó la
mayor parte de su tiempo investigando decididamente en el espejo retrovi
sor de la historia, mientras que la esperanza del advenimiento mantenía los
ojos adventistas fijos en la carretera que había por delante. La convicción
adventista con respecto a la validez fundamental de la experiencia de 1844
pese al desengaño, convicción que llegó como resultado de su estudio del
ministerio de Cristo en el santuario celestial, llevó a una teología abarcante
y coherente del sábado en relación con el advenimiento. Incorporaron esta
postura teológica de inmediato en el título escogido para su publicación,
The SecondAdvent Review andSabbath Herald [Revista del segundo adveni
miento y heraldo del sábado], y una década después en el nombre adventis
ta del séptimo día’.
El primer paso en el alejamiento teológico de los que habían de conver
tirse en adventistas del séptimo día con respecto al resto de sus hermanos
adventistas desengañados tuvo lugar la mañana siguiente al amargo desen
gaño del 22 de octubre de 1844. Como un intenso destello surgió en la
mente de Hiram Edson la noción de que el «santuario» que había de ser
«purificado» aquel día memorable no era esta Tierra, como habían supuesto
los milleritas, sino el santuario celestial, en el que Cristo, desde su ascen
sión, viene ministrando a su pueblo aquí en la Tierra los beneficios de su
infinito sacrificio de amor.85 Durante varios años después de 1844, los otros
adventistas trabajaron con la premisa de que la idea de que el acontecimien
to que habían previsto —la aparición literal de Cristo en las nubes del cic
lo— era correcta, pero que habían estado equivocados en el cálculo del as
pecto temporal de las profecías. En consecuencia, pusieron una fecha tras
otra para la venida de Cristo. Para Crosier y los que aceptaron su explica
ción relativa al santuario del cielo, los adventistas milleritas habían tenido
razón con respecto al momento, pero se habían equivocado en cuanto a la
naturaleza del acontecimiento, específicamente con respecto a la identidad
del «santuario» que había de ser «purificado». En ningún sitio de la Biblia
pudieron encontrar ninguna prueba que sugiriese que el santuario de Da
niel 8: 14 fuese esta Tierra, mientras que el Nuevo Testamento, y, sobre
85. Spalding, op. cit., p. 101. Martinborough, op. cit., pp. 95,121, presenta un buen aná
lisis de la formación de la teología adventista sobre el sábado.
358 El sábado en las E scrituras y en la historia
Esta unión del adviento y del sábado en el marco del evangelio eterno (Apoc.
14: 6) y la hora inminente del juicio divino (vers. 7) es la dinámica consti
tutiva de la teología adventista del séptimo día. Los adventistas dicen a
menudo de los que se convierten a la iglesia que «aceptan el mensaje del
tercer ángel» o que «aceptan el sábado»; se usan comúnmente ambas expre
siones para referirse a la conversión en adventista del séptimo día. Esta in
terpretación de las Escrituras hizo del sábado la «verdad presente» entre los
años 1846 y 1849 en un sentido de importancia suprema y le dio un valor
capital que nunca había tenido para los bautistas del séptimo día. También
es un factor importante en el fenomenal crecimiento de los adventistas del
séptimo día y en su alto grado de dedicación.
Este énfasis en la significación escatológica del sábado, séptimo día de
la semana, explica su papel fundamental en la teología adventista. Fue el
catalizador que aglutinó a todos los creyentes adventistas diseminados de la
época de los pioneros y que hoy aún trasciende todas las barreras sociales,
económicas, raciales y nacionales, uniendo a todos los adventistas del mun
do entero en un lazo de lealtad a Cristo y mutuo. El nombre ‘adventista del
séptimo día’expresa con acierto la razón de ser de la iglesia y la razón para
ser miembro de la misma.
La relevancia del sábado: Perspectiva positiva
Tradicionalmente, y casi de forma exclusiva hasta años recientes, ha sido
costumbre hacer hincapié en el sábado como la debida respuesta del hom
bre a un mandato divino, como una obligación. Dios ordena; es nuestro
deber obedecer. Sin embargo, la bibliografía contemporánea sobre el sábado
recalca su aspecto positivo, como una misericordiosa medida de un Creador
sabio diseñada para satisfacer una necesidad inherente de los seres creados,
incluso en un mundo perfecto. Desde esta perspectiva, el sábado es el mis
mo, y el deber del hombre con respecto a él es el mismo. Sin embargo, en
vez de una conformidad más o menos repetitiva, de guardarlo única, o fun
damentalmente, porque Dios lo requiere, se hace hincapié en el propósito
del Creador al dar el sábado al hombre, en su valor terapéutico intrínseco y
en una observancia inteligente y agradecida del mismo. El equilibrio de esta
nueva perspectiva ha sido expresado con acierto y lacónicamente por Ahva
J. C. Bond: «Es el sábado de Dios; él lo hizo [...]. Es el sábado del hombre;
él lo necesita».92
92. Ahva J. C. Bond, «The Sabbath: Gods and Mans», The Sabbath Recorder, 6 de enero
de 1947, p. 6.
El sábado en el Nuevo Mundo 3 61
en relación con la santificación, Kubo señala que «en nuestro mundo actual,
el sábado nos confronta con el reto de Dios a la seriedad de nuestra acepta
ción de Cristo. Dado que gran parte del mundo estructura su vida y su
economía en torno al domingo como día de reposo, la observancia hoy del
sábado, séptimo día de la semana, demanda una decisión radical, conscien
te y deliberada de seguir a Cristo. Alguna demanda tal siempre está presente
en la conversión cristiana».104
Kubo reconoce que la «prioridad de la justificación es fundamental»,
y afirma que «siempre hemos de tener presente que el hombre por sí solo y
con su propia fuerza no puede hacer nada por su salvación. Ninguna canti
dad de buenas obras por su parte puede producirla. No obstante, es igual de
importante que no concibamos al cristiano simplemente como materia
inerte en la cual y para la cual Dios lo haga todo. La iniciativa de Dios es
básica, pero, a menos que el hombre responda con fe, no tiene salvación
alguna. Y la vida de obediencia amante debe seguir a la respuesta».105
Sin embargo, la descripción que hace Baeck del día de reposo y del ju
daismo lo aparta, más que a Cohén, de su sociedad contemporánea. El
judío vive en el mundo, «pero, no obstante, es diferente». El judaismo
contribuye al bien de la sociedad y, sin embargo, «su papel histórico bien
puede ser ofrecer esta imagen del disidente, que disiente por bien de la
humanidad».28
Lo que Baeck llama la capacidad del judío «de ser diferente» es resulta
do de la educación —propiciada por el sábado— , de la capacidad del hom
bre de explorar «la profundidad de la vida». En un lenguaje que va más allá
de la identificación hecha por Cohén de la religión con la racionalidad y la
ética, Baeck también dice que el descanso sabático «es esencialmente reli
gioso, parte de la atmósfera de lo divino; nos conduce al misterio, a lo pro
fundo». Dice que «una vida sin el día de reposo carecería de la fuente de la
renovación, la que abre el pozo de lo profundo una y otra vez. En tal vida se
secaría un aspecto esencial y fructífero del judaismo; podría seguir siendo
una vida ética, pero carecería de lo que define la vida judía».29 Baeck no
restringe el judaismo a las profundidades de la religión, pero sí dice que lo
excepcional del judaismo se encuentra en esa área, y que la experiencia del
día de reposo nos lleva precisamente a tales ámbitos de misterio revivificante.
Existencia e historia
Para cuando Baeck y Cohén llegaron a Berlín, otro filósofo, Martin
Buber, ya había salido de la Universidad de Viena y de un intenso estudio
del hasidismo con ideas que llevarían la teología judía aún más en la direc
ción que indicaban los comentarios de Baeck sobre el misterio y la profun
didad. Sin embargo, no deja de tener su interés que los escritos de Buber
específicamente sobre el día de reposo versen sobre algunos de los temas en
los que Baeck mantuvo una continuidad con respecto a Cohén, concreta
mente la universalidad del día de reposo y la importancia ética del mismo.
Buber declara que el sábado no entra en escena en el Sinaí, sino que el
sábado está «arraigado en los mismísimos inicios del propio mundo». «La
creación del mundo [... fluye] hacia tal día de reposo». Con tal origen,
«la semana sabática es realmente para articular el tiempo universal». El día
de reposo, para Buber, no representa lo único, sino lo cotidiano. «El día de
reposo representa la medida equitativa, la articulación regular del año [...
Representa] lo que es válido en todo tiempo». Al haber puesto el origen del
28. Baeck, «Mystery and Commandment», p. 203.
29. Ibíd., pp. 203,202.
El sábado en la teología judía moderna 3 7 3
día de reposo en algo tan universal como la creación, Buber recalca, como
Cohén, que «el día de reposo es propiedad común de todos, y todos debe
rían disfrutar de él sin restricción».30
Para Buber, como para Cohén, el día de reposo divino es una justa paz.
Con que el sábado aparezca en el Decálogo entre los mandamientos inicia
les relativos a la adoración de Yahveh y los que tienen que ver con obliga
ciones éticas hacia el prójimo, está claro que, para Moisés, «el reinado de su
Dios y un orden justo entre los hombres son la misma cosa». En la llegada
del sábado semanal a los siervos, tanto como a los amos, y en la restauración
de los deudores y los esclavos a su condición plena durante el año sabático
puede verse que «wla idea de la igualdad de todas las criaturas” es ciertamen
te característica del año sabático, igual que del propio sábado».31
A pesar del hecho de que Franz Rosenzweig, como Buber, llevaría la
teología judía en una dirección muy diferente de la de Cohén, no asombra
que compartiese algunas de las mismas ideas sobre el día de reposo que
Buber tenía en común con Cohén. Después de todo, Rosenzweig era un
alumno admirador de Hermann Cohén. El mismo año que Baeck y Cohén
coincidieron en Berlín, Rosenzweig finalizó en Friburgo su tesis doctoral
sobre Hegel. Unos meses después, en una pequeña sinagoga ortodoxa de
Berlín, se volvió a comprometer radicalmente con el judaismo y de inme
diato se matriculó en los cursos de Cohén en la Academia Berlinesa para el
Estudio Científico del Judaismo. Siguió en contacto con Cohén hasta el fin
de su vida y, tras el fallecimiento de Cohén, escribió una extensa introduc
ción a las obras completas del gran hombre. Unos meses tras enrolarse en
las clases de Cohén, Rosenzweig conoció a Martin Buber. Este no tardó
en pedir a Rosenzweig que contribuyese a una colección de ensayos que
editaba, estableciéndose así una relación personal y profesional que había
de dar como resultado que Buber sustituyese al enfermo Rosenzweig (pri
mera opción de la Universidad de Fráncfort) como primer catedrático de
judaismo en una universidad alemana. Rosenzweig también colaboró con
Buber en la traducción de la Biblia hebrea al alemán.
Rosenzweig comienza su análisis del sábado relacionándolo con la crea
ción en términos que los lectores de Cohén y Buber encontrarían familiares.
El sábado representa lo que es fundamental y duradero: «La propia regulari
dad de la secuencia de los sábados, el hecho mismo de que [...] un sábado es
igual al otro, hace de ellos las piedras angulares del año [...]. En el sábado se
30. Martin Buber, M oses (Oxford, 1946), pp. 85,132,133,84.
31. Ibid .t pp. 84,85,178.
374 El sábado en las E scrituras y en la historia
crea el año, y, así, la significación principal del sábado estriba en el signifie ado
simbólico de su liturgia: es una fiesta que conmemora la creación».32
Sin embargo, el análisis de Rosenzweig sobre el sábado difiere del de sus
maestros y amigos en puntos en los que su teología generalmente se separa
de la de estos. Mientras que Cohen, Baeck y Buber recalcan la importancia
del día de reposo para la humanidad y su significación para una ética uni
versal, Rosenzweig organiza sus reflexiones sobre el sábado en torno a la
práctica litúrgica de la comunidad judía. Inicia sus observaciones sobre el
sábado hablando de la creación, porque cree que el comienzo del sábado
judío, la celebración doméstica la noche del viernes, con su uso tradicional
del pan y el vino, «los dones ennoblecidos de la tierra», conmemora particu
larmente la creación.33
Aunque la noche del viernes honra en particular la creación, «la mañana
celebra la revelación». Por la mañana, con la prolongada lectura de la Biblia,
«encontramos expresión de la conciencia del pueblo de ser elegido a través
del don de la tora». Con la oración de la tarde del sábado y las canciones y
los bailes de la «tercera comida», los judíos «hacemos corro arrobados con la
certeza de que el Mesías vendrá y lo hará pronto». Para Rosenzweig, quien
ve en la creación, la revelación y, especialmente, la redención los temas cen
trales del judaismo, el sábado es su epítome. Llegando en el punto culmi
nante de la semana, el sábado conmemora la meta de la creación: la reden
ción. «Al celebrarlo vamos, en medio de la creación, más allá de la creación
y la revelación». De hecho, «el sábado la congregación tiene la sensación de
estar ya redimida»34
Pero el mayor impacto tanto de Rosenzweig como de Buber en la inter
pretación del día de reposo no estuvo en sus declaraciones explícitas sobre
el día de reposo. Estuvo en trasladar la base de la teología judía de la razón
universal a la existencia personal. «El pensador», dijo Rosenzweig al lanzar
su ataque implacable contra el idealismo alemán, «debe proseguir con osa
día partiendo de su propia situación subjetiva».35 El año que Rosenzweig
pidió a Buber que ocupase su plaza de profesor en la Universidad de Fran
cfort apareció el libro de Buber Yoy tú. Su impacto fue tal que el idealismo
racional de la teología judía nunca se ha recuperado del todo.
Aunque el desarrollo por parte de Rosenzweig y de Buber de las pers
pectivas existencialistas de hombres como Kierkegaard y Nietzsche fue no
32. Franz Rosenzweig, The S tar o f R édem ption (Nueva York, 1971), pp. 310,311.
33. Ib íd .y p. 312.
34. Ibíd.y pp. 312-315.
35. Nahum Glatzer, F ra n z R o se n zw e ig : H is L ife a n d T hought (Nueva York, 1953),
p. 179.
El sábado en la teología judía moderna 3 7 5
table, su aprecio del hasidismo también fue significativo para su teología del
día de reposo. Rosenzweig, después de unirse a una congregación de hasi
dim de Varsovia en su celebración de la «tercera comida» se enfureció por
las murmuraciones contra ellos. «No creo en toda esa palabrería sobre la
“decadencia”; los que ahora encuentran todo esto decadente no habrían
visto sino decadencia incluso hace ciento cincuenta años», exclamó, aña
diendo luego que «nuestra cobarde sintonía con el coro de vituperio contra
los judíos polacos es la más vergonzosa de las muchas cosas vergonzosas
que constituyen la vida judía en Alemania».36
Por supuesto, Buber precisamente, que había estudiado en la Universi
dad de Berlín con profesores como Wilhelm Dilthey y Georg Simmel y
había escrito en Viena su tesis sobre el misticismo alemán, encontró en la
tradición hasídica dentro del judaismo las cualidades subjetivas personales
apreciadas por sus maestros y sus autores favoritos. Es verdad que el sábado
desempeñó un papel prominente en algunos de los relatos hasídicos que
contaba nuevamente, pero más significativa para el lugar del sábado en el
judaismo era la identificación de sus propias ideas de diálogo y relación con
la experiencia religiosa de los hasidim. Tras el descubrimiento de los hasidim
por parte de Buber, los judíos no ortodoxos de Europa oriental y los Esta
dos Unidos con formación tuvieron opciones distintas a la observancia ha-
lájica de la ley o la adopción de una especie de moral racional universal. Los
judíos podían identificarse con un gozo personal y comunitario de un Dios
amante y sensible. Era inevitable que la aceptación de los aspectos emocio
nales de la existencia como parte del judaismo genuino llevase a una atrac
ción renovada hacia lo que los judíos siempre habían identificado con el
gozo: el sábado.
Pasión y símbolo
En 1937, cuando finalmente se marchó de Alemania, Buber eligió como
sucesor suyo para dirigir tanto la Academia Judía de Fráncfort, establecida
por Rosenzweig, como el Departamento Central de Formación de Judíos
Adultos de Alemania, a Abraham Joshua Heschel, joven rabino polaco
arraigado en el hasidismo y formado en la Universidad de Berlín. Heschel
había de proporcionar al judaismo contemporáneo una teología que echaba
mano de todo el acervo del pensamiento judío y, de paso, había de escribir
el libro más importante sobre el sábado desde la Emancipación.
36. Glatzer, op. c i t pp. 75, 78.
376 E l sábado en las E scrituras y en la historia
para hacer posible la historia del pacto de Dios.29 La santificación del sábado
por parte de Dios da lugar al culto ritual, separado de la vida secular. En ter
cer lugar, el reposo sabático de Génesis 2 implica una promesa que señala
hacia el futuro, «a la meta perfecta de la creación, a la realización perfecta
del pacto. La señal se convierte en el presagio de lo que ha de venir».30
El Nuevo Testamento, dice Jenni, nos enseña que el sábado del Antiguo
Testamento, como «testigo de Cristo» tipológico ha sido cumplido en la
venida de Jesucristo (Mat. 11: 28; 2 Cor. 1:20), aunque, según Hebreos 4: 9,
Cristo garantiza ulteriormente un reposo perfecto que permanece. «En este
reposo se cumplirá la promesa del sábado terrenal».31
La teología de Jenni sobre el sábado permite el concepto crítico-radical
del origen del sábado, negando la exactitud y la fiabilidad histórica del rela
to de la creación de Génesis 1-2. Jenni razona que, en realidad, el sábado no
se inauguró en la creación del mundo, sino con posterioridad, por parte de
Moisés; y, después, en la Sagrada Escritura, los sacerdotes de Israel proyec
taron el sábado de Israel retrotrayéndolo a la creación del mundo. En con
secuencia, el sábado se convierte exclusivamente en la señal del pacto de
gracia de Dios con Israel, que implica la promesa de un reposo perfecto
como la meta de la creación al final de la historia.
Aunque tanto Barth como Jenni despliegan con hincapié la significa
ción redentora y escatológica del sábado, séptimo día de la semana, en el
Antiguo Testamento, cada teólogo tiene una interpretación radicalmente
diferente del sábado de la creación en Génesis 2. Mientras que Barth recal
ca el sábado de Génesis 2 como una ordenanza de la creación para la huma
nidad al comienzo, Jenni rechaza firmemente el sábado como una ordenan
za de la creación. Aceptando el “día de mercado” periódico de las naciones
gentiles como origen hipotético del sábado, Jenni cree que el sábado reli
gioso, séptimo día de la semana, es solo una institución de Moisés para la
nación de Israel.
En consecuencia, la justificación de la observancia del domingo por par
te de la iglesia cristiana también diverge sustancialmente en estos dos teó
logos neoortodoxos. Barth puede ver el domingo únicamente como un sá
bado desplazado. Jenni, por otro lado, cree en un sábado abrogado basándose
en la premisa de que el sábado es solo una institución judía.
29. Ibíd.y p. 5.
30. Ibíd.y p. 35.
31. Ibíd.y p. 39.
392 El sábado en las E scrituras y en la historia
decisión. Resultaría que para los protestantes y los católicos no sería escollo
teológico alguno: aparte del hecho de que nuestro Señor resucitó de entre
los muertos el primer día de la semana, no hay nada en las Escrituras que
requiera que guardemos el domingo en vez del sábado como día santo».43
James R Wesberry, editor de la revista Sunday, de la Lord’s Day Allian-
ce [Alianza del Día del Señor] de Estados Unidos, presenta otra interesan
te variación cuando afirma: «Jesús no abolió el antiguo sábado, sino que lo
amplió, lo ennobleció y lo fundió en el día del Señor» y «El antiguo sábado
judío fue enterrado en el sepulcro con Jesús y cuando se levantó adquirió
nuevas dimensiones».44 «Se perpetúa transfigurándose».45
Así, el editor Wesberry defiende un sábado desplazado, que fue transfor
mado por Cristo en el domingo como día del Señor. No obstante, reconoce
con franqueza: «No hay constancia alguna de una declaración por parte de
Jesús que autorice tal cambio, ni consta tal declaración por parte de los
apóstoles».46
Teología evangélica del sábado abrogado. El holandés Johannes
Cocceius, profesor de teología, durante el conflicto acerca del día de reposo
en Holanda en el siglo XVII, defendió una escuela básicamente diferente
de interpretación relativa al sábado, que goza del favor de la erudición evan
gélica contemporánea. Tomó la postura de que el sábado, séptimo día de la
semana, no era una ordenanza de la creación, sino únicamente una institu
ción ceremonial mosaica que fue abrogada por Cristo. Sostenía, además,
que la observancia del domingo era una institución puramente eclesiástica.
Centrándose en el punto más importante de debate, el origen y la autoridad
del domingo como día del Señor, Cocceius conmocionó a las iglesias obser
vadoras del domingo con esta penetrante consideración: «Si es moral des
cansar porque Dios descansó, también es moral descansar el día en que
descansó. Si transferimos el recuerdo del descanso de Dios a otro día de la
semana, quitamos lo que Dios ha dado e instituido. Si ha sido ceremonial
guardar el séptimo día, ¿por qué es moral guardar un día de cada siete?».47
J. L. Koole, erudito veterotestamentario evangélico reformado, hizo hin
capié en una consecuencia teológica inexorable si se acepta el sábado como
una ordenanza de la creación. Su argumentación puede parafrasearse así:
43. Harold Lindsell, «Consider the Case for Quiet Saturdays», Christianity Today,
5 de noviembre de 1976, p. 42.
44. James P. Wesberry, «Are We Compromising Ourselves?», Sunday, abril-junio de
1976, pp. 4,5.
45. James P. Wesberry, «The Case for Quiet Sundays», Sunday, enero de 1977, p. 3.
46. Wesberry, «Are We Compromising Ourselves?», p. 5.
47. Johannes Cocceius (1658), citado en Visser, op. cit., p. 129.
Teologías contemporáneas del día de reposo 3 9 7
Dios únicamente ha designado «el principio del día de reposo» y «ese prin
cipio es, siempre y simplemente, que ¡CADA SÉPTIMO DÍA PERTE
NECE A DIOS!».66
Purkiser llama incorrectamente mera tradición judía a la identificación
del día de reposo, séptimo día de la semana, con nuestro sábado. Del do
mingo afirma: «Es el memorial perpetuo de la resurrección del Señor Je
sucristo de entre los muertos» e intenta elevar el domingo convirtiéndolo
en un nuevo día de reposo traduciendo ilegítimamente Marcos 16: 2: «Y
muy temprano el primero de los días de reposo» (cf. también Mat. 28: 1).
Declara que estos textos, como poco, dan a entender «que una serie de
días de reposo había terminado y que empezaba una nueva serie».67
Esto, por supuesto, es una manipulación irresponsable del texto griego, y
desafía a la erudición neotestamentaria conjunta representada en las tra
ducciones de Reina-Valera, la Nueva Versión Internacional y las católicas
tradicionales.68
En la teología sabática de los bautistas del séptimo día entramos en
contacto con un enfoque básicamente diferente en el pensamiento contem
poráneo. Los escritos de A. H. Lewis, A. J. C. Bond y H. E. Saunders, pu
blicados por la Sociedad Norteamericana de Tratados del Sábado de Plain-
field, Nueva Jersey, representan un movimiento protestante de reforma en
pro del sábado que intenta devolver a los cristianos al sábado bíblico lleván
dolos a Cristo como Señor del sábado.
66. Ibíd., pp. 9,16.
67. Ibíd, pp.17,18.
68. La innovación sintáctica recibe un sonoro reproche de Wilbur Fietcher Steele,
«Must Syntax Die That the Sabbath May Live?», Methodist Review, mayo de
1899, pp. 401-409, reproducido en Russel J. Thomsen, Latter-day Saints and the
Sabbath (Mountain View, California, 1971), Apéndice. El autor afirma que esta
traducción particular de Mateo 28: 1 (como «el primero de los días de reposo»)
«descansa en la más profunda [...] ignorancia de una ley sintáctica» (p. 402). La
ley sintáctica establecida a la que se alude señala que cuando un sustantivo y un
adjetivo van justos (por ejemplo, ‘primero’y ‘días de reposo’), deben concordar en
género, número y caso. Dado que el adjetivo ‘primero’ (mian en Mat. 28: 1) es de
género femenino y el sustantivo ‘días de reposo’ (sabbaton) es de género neutro,
ambos no pertenecen a la misma categoría. Este hecho excluye definitivamente la
traducción «el primero de los días de reposo». Por lo tanto, la traducción correcta
sigue siendo «el primer (día) de la semana». Y la erudición neotestamentaria con
cluye unánimemente que los sustantivos sabbaton (singular) o sabbata (plural)
significan únicamente «semana» en algunos contextos: Marcos 16: 9; Lucas
18: 12; 1 Corintios 16: 2; Mateo 28: 1; Marcos 16: 2; Lucas 24: 1; Juan.20: 1,19;
Hechos 20: 7.
Teologías contemporáneas del día de reposo 4 0 3
textos neotestamentarios del “primer día”, admita que el cambio del día
de reposo por parte de Cristo o los apóstoles solo pueda calificarse de
«probable».80
Comprensiblemente, muchos mormones se han preguntado desde el
mismo comienzo si un retorno al día santo bíblico del Señor no será la
auténtica restauración del verdadero culto. Uno de estos fue Orson Pratt,
uno de los “doce apóstoles”, que en 1850 escribió: «Nuevamente, ¿debe ser
santo para el Señor el séptimo día o el primer día de la semana? El Nuevo
Testamento no responde esta pregunta con claridad. Hay bastante más evi
dencia en ese libro para santificar el día de reposo o sábado de la que hay
para guardar el primer día o domingo. El Nuevo Testamento es muy inde
finido en cuanto a este asunto y, por lo tanto, es una guía insuficiente».81
La Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia (testigos de
Jehová) ha desarrollado una peculiar interpretación del sábado de la Biblia.
Se calcula que el séptimo día original de la semana de la creación de Génesis
2: 2, el día del reposo de Dios, duró exactamente siete mil años. Estos se
dividen en seis mil años de la historia humana hasta Armagedón y mil años
del “sábado del reino”, bajo Cristo, en el futuro. En la publicación Sea Dios
veraz leemos: «Habiéndose creado al hombre hacia el final del sexto día, fue
puesto en la tierra hacia el final de los 42.000 años de preparación de la
tierra. Así, en el curso del tiempo, el gran ciclo de siete “días” llevará a
49.000 años».82
Dado que, según este grupo, el reposo de Dios prosigue, «todos los días
que los cristianos ejercen fe y obediencia a través de Jesucristo, guardan el
sábado, el sábado o el reposo de Dios».83 En consecuencia, no reconocen a
ningún día de la semana como día santo ni de reposo.
Resumen y conclusión
Es obvio que las modernas teologías del “sábado” dominical son muy
divergentes. Con el surgimiento de la crítica textual radical y el evolucionis
mo moderno, el sábado ha tenido una aceptación cada vez menor como
ordenanza de la creación, de modo que, para diversos eruditos, el manda
miento del sábado del Decálogo fue interpretado como un mero día festivo
judío y una sombra redentora del antiguo pacto. Rordorf, Cullmann y Jewett,
80. B. H. Roberts, «The Lord’s Day»,ImprovementEra 1 (noviembre de 1897):51.
81. Orson Pratts Works (Salt Lake City, 1945), p. 170 (publicado en su origen entre
1848 y 1851 en Liverpool, Inglaterra), citado enThomsen, op. c i t pp. 20,21.
82. Let God Be True> 2a ed. (Nueva York, 1946), p. 168.
83. Ibxd.t p.179.
406 El sábado en las E scrituras y en la historia
84. E l capítulo siguiente proporcionará una «teología del sábado» que evita este tipo
de dicotomía y aporta un enfoque positivo del asunto.
Capítulo XVI
Reflexiones sobre
una teología del sábado
Raoul Dederen
sas hipótesis sobre su origen,2 se ha añadido muy poca luz, pese a todo, al
registro bíblico que lo remonta a la creación del mundo.3 La ordenación de
la vida del hombre para que incluya el reposo en el séptimo día es, eviden
temente, un elemento único en el concepto del tiempo que tenía Israel4
El sábado, día mencionado con mayor frecuencia, con mucho, de todos
aquellos a los que alude el Antiguo Testamento,5 es un elemento funda
mental de la religión de la Biblia.6 Es mencionado tres veces en conexión
con la creación del universo: una vez en el relato de la creación en el Géne
sis7 y dos veces como base del mandamiento del sábado.8 Esto resulta muy
significativo cuando se tiene en cuenta que la doctrina de la creación afecta
a la relación fundamental entre Dios y el mundo, una relación que está en
el mismísimo corazón y en el centro del evangelio cristiano. La idea de que
Dios es creador es, verdaderamente, una de las afirmaciones básicas sobre Dios
que los autores bíblicos9 y los cristianos que los siguieron han considerado
fundamento indispensable sobre el que descansan sus demás creencias.10
No deja de tener su interés que precisamente en las primeras páginas de la
2. Para vistas de conjunto útiles, véanse D e Vaux, op. cit., pp. 475-479; N .-E . A . A n-
dreasen, The Old Testament Sabbath, SBL Diss. Ser. 7 (M issoula, M ontana, 1972),
pp. 1-16.
3. Gén. 1:1 - 2: 3.
4. «Je mehr man sich in die Literatur über den Ursprung des Sabbats vertieft, desto
eindrücklicher wird eine'm die Einzigartigkeit der israelitischen Institution des
Sabbats» [Cuanto más se profundiza en la bibliografía sobre el origen del sábado,
más impresionante resulta la singularidad de la institución israelita del sábado],
observa Jenni en Die theologische Begründung, p. 10. Véase también E. G. Kraeling,
«The Present Status o f the Sabbath Question», American Journal of Semitic Lan~
guages and Literatures, 49 (1932-1933):218-228.
5. Aparece unas cincuenta veces, según Ernst Jenni, Theologisches Handwöterbuch
zum Alten Testament (M únich, 1971), 1:710. Jenni precisa: «Das W ort ‘Sabbat'
begegnet im A lten Testam ent knapp über hundertmal» [La palabra ‘sábado’ se
encuentra en el Antiguo Testam ento poco más de cien veces].— Die theologische
Begründung.
6. La Biblia se ocupa más del tiem po que del espacio. Presta más atención a las
generaciones, a los acontecimientos, a los países, a las cosas y a la historia que a
la geografía. En la Biblia, el tiempo tiene una significación propia, al m enos igual
que la del espacio.
7. Gén. 2: 2 ,3 .
8. Éxo. 20:11; 31: 17.
9. Para la doctrina bíblica de la creación, véanse Sal. 33:6-9; 89:11,12; 90:1, 2; 146:
5-7; 148:1-6; Isa. 40:26-31; 44: 24-26; Juan 1: 1-12; H ech. 14:15-17; 17: 22-31;
Rom. 1:18-23; Col. 1:16-20.
10. Para una consideración más amplia del asunto, véase Langdon Gilkey Maker of
Heaven andEarth (Garden City, Nueva York, 1959), especialmente los capítulos 1 y 2.
Reflexiones sobre una teología del sábado 4 1 1
mundo».20 Fue «“hecho por causa del hombre”» y dado a este, como declaró
el propio Cristo.21 Gerhard von Rad señala con acierto que este reposo di
vino «es en todo sentido algo nuevo sumado al proceso de la creación».22
Dios ha entrado en el mundo del hombre y ha llegado para quedarse.
Está claro que, en las Escrituras, no se considera que la creación sea una
revelación intemporal que tuviera lugar en el curso ordenado de la natura
leza, sino una obra histórica de Dios que pone en marcha la historia, histo
ria que es entendida ella misma como un diálogo entre Dios y el hombre.
Esto apunta a una segunda implicación teológica del concepto bíblico
de un reposo divino al final del proceso de la creación: Al ser el Dios de la
historia, Dios también es el Dios del pacto y de las promesas. El hombre
es la meta de la creación; pero la creación, dado que significa comunión, es
también obediencia, asociación en un pacto. Esta relación contractual, en
la que tanto hincapié hacen las Escrituras, afirma de nuevo la asombrosa
proximidad de la criatura al Creador. Da testimonio, por una parte, del
poder soberano de Dios en la historia,23 de su bondad y su lealtad al pueblo
de su pacto,24 mientras que, por otra, exige la lealtad del hombre, lealtad
expresada, entre otras cosas, en su observancia agradecida del reposo sabá
tico, la «señal» de este pacto.25 Esto subraya el carácter religioso del sábado,
que ya no es meramente el don de Dios,26 sino también un día «dedicado al
Señor» (PER),27 el sábado «del Señor» (PER),28 un día «santo al S e ñ o r »
(LBA)2903y consagrado a él. Según lo expresó Elena G. de White, «su obser
vancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos
los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo sobe
rano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad».m
20. G . C. Berkouwer, The P r o v id e n c e o f G o d (Grand Rapids, 1952), p. 62.
21. Mar. 2: 27.
22. Gerhard von Rad, G énesis: A C o m m e n ta r y (Filadelfia, 1961), p. 60.
23. Jen 27: 5.
24. 31:35-37.
25. Isaías 56: 4 ,6 asocia el reposo sabático con el respeto del pacto, y Ezequiel 20:12,
20 lo distingue com o una «señal» entre D ios y su pueblo. En Exodo 3 1 :1 2 -1 7 se
denom ina al reposo sabático una «señal» para Israel de que el Señor es su Santifi-
cador. Q uien rechace esta señal violando el sábado, también ha rechazado a D ios
(vers. 14,15).
26. Éxo. 16:29.
27. Lev. 23: 3; cf. Éxo. 16: 23,25; 35: 2.
28. Lev. 23: 38.
29. Éxo. 31:15.
30. W hite, loe. cit.
414 El sábado en las E scrituras y en la historia
Esto no quiere decir que este día proporcione beneficios para Dios ni
que garantice sus derechos. Pero en este día, apartado por él, la presencia
de Dios es particularmente manifiesta. Pertenece a él por completo y se
encuentra por entero y de forma particular bajo su señorío.31 El sábado
debe ser entendido precisamente teniendo en cuenta esta relación entre
Dios y el hombre, entre Dios y su pueblo. Precisamente esta intimidad
insondable de Creador y criatura, de Padre e hijo, da a este día la plenitud
de su significación.
Motivaciones para la observancia del sábado
Pero volvamos ahora nuestra atención a la significación del reposo sabá
tico y al papel que ha de desempeñar en la creencia y la práctica de las
congregaciones cristianas. ¿Cuáles son las motivaciones básicas para obser
var el sábado?
Un día de reposo. Para contestar la pregunta, quiero considerar las dife
rentes formulaciones del mandamiento bíblico relativo a este día particular.
En Exodo 20 se relaciona el sábado con el reposo de la creación: «Acuérda
te del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás tus obras,
pero el séptimo día es día de descanso, consagrado a Yahvé, tu Dios, y no
harás en él trabajo alguno [...]; pues en seis días hizo Yahvé los cielos y la
tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, y el séptimo descansó; por eso
bendijo Yahvé el día del sábado y lo santificó» (NC).32
Entonces, según el cuarto mandamiento, el sábado es, en primer lugar,
un día de descanso. Ha de santificarse dejando a un lado expresamente todo
trabajo. Así el hombre recordará al menos una vez cada siete días su condi
ción de criatura y el hecho de que, apartado de Dios, es incapaz de enten
derse a sí mismo o de encontrar la debida relación con su trabajo. El sábado
es un momento durante el cual el hombre hace un alto en su trabajo, un día
en que cesa su afán por ganarse la vida y en que permite que la gracia de
Dios tenga la primera y la última palabra en su vida. Este es el día en que se
rinde por completo a Dios y se pone sin reservas e incondicionalmente a
disposición de Dios.33
31. Precisamente en referencia al sábado, el relato de la creación usa el término ‘santo’
por vez primera. De la tierra y los cielos se dice que eran buenos (Gén. 1: 12,18,
21,24), del hombre, «bueno en gran manera» (vers. 31), pero del sábado, séptimo
día de la semana, se dice que Dios «lo santificó», es decir, lo llamó «santo» (2: 3).
32. Éxo. 20: 8-11.
33. Las palabras de los profetas que denunciaban el comercio en sábado contradicen
las inclinaciones del hombre natural de dar seguridad a su vida o de acrecentar la
Reflexiones sobre una teología del sábado 41 5
Seis días de cada semana el mundo nos pertenece, por así decirlo. Seis
días ponemos nuestra impronta creadora sobre las cosas y las convertimos
en los agentes de nuestra voluntad. Pero el séptimo día hemos de dar testi
monio de que, después de todo, el mundo no es nuestro, sino de Dios, que
no somos su amo y señor, sino meramente vasallos de Dios. Nuestra obser
vancia del sábado da testimonios de los hechos de que vivimos y trabajamos
únicamente por la gracia de Dios, de que él es nuestro Amo y Señor y de
que lo reconocemos como tal. Nuestro reposo ese día es una demostración
de homenaje a Dios, proclamándolo Creador y Amo del mundo y de noso
tros mismos.
El hombre necesita un recordatorio constante de esta relación entre la
bondad y la soberanía trascendentes de Dios y su propia condición esencial
de criatura.34 Porque si Dios no es el centro de nuestra vida, nuestras nece
sidades de criatura nos llevarán a hacer de algo distinto el centro y, así, de
dicar nuestra fidelidad a una falsa lealtad.35 En correspondencia con el re
poso divino, el reposo sabático no denota la recuperación después de un
trabajo afanoso, sino un simple cese y una simple abstinencia de trabajo
ulterior. El sábado el hombre no pertenece a su trabajo; renuncia a su auto
nomía y afirma el dominio de Dios sobre él.
Sin embargo, aunque se ordena el cese del trabajo, esto no es en modo
alguno todo lo que se requiere. Consagrado a Dios como Creador, este día
se convierte en un “diezmo”del tiempo, igual que el diezmo de las ganancias
de cada cual, del primogénito del rebaño y de las primicias de la cosecha
eran un diezmo del trabajo de los otros días.36 El reposo sabático expresa,
abundancia de la vida mediante un trabajo incesante ininterrumpido. Véanse Exo.
33:14; Isa. 58:13,14; Jer. 17:19-27; Neh. 13:15-22.
. 34. Para Willy Rordorf, el día de reposo, en su origen, era una institución ético-social que
proporcionaba descanso y vigor renovado. Considera las dimensiones religiosas
una adición posterior. Véase su estudio Sunday (Filadelfia, 1968), pp. 15-18,45-54.
35. «Si siempre se hubiera guardado el sábado, los pensamientos y los afectos del
hombre se hubieran dirigido a su Hacedor como objeto de reverencia y adoración,
y nunca habría existido ni un idólatra, ni un ateo ni un infiel», comenta Elena G.
de White (La historia de la redención [Mountain View, California, 1980], p. 402).
36. Señalando que en el caso del sábado se consagra a Dios lo último y no lo primero,
A. M. Dubarle comenta: «La ofrenda del tiempo, realizada en el último día de la
semana, y no en el primero, como ocurría en la ofrenda de los bienes materiales,
tenía el efecto de consagrar todo el tiempo, en tanto en cuanto tendía hacia el día
de encuentro con Dios». «La signification religieuse du sabbat dans le Bible», en
Le Dimanche, Lex Orandi 39 (París, 1965), p. 52. Véase también Matitiahu Tsevat,
«The Basic Meaning of the Biblical Sabbath», Zeitschriftfür die Alttestamentliche
Wissenschaft 84 (1972):454.
4 1 6 El sábado en las E scrituras y en la historia
el día del Señor también es reunirse para oír y estudiar la Palabra de Dios,
confesar y compartir la fe cristiana, ofrecer oración y alabanza a Dios.
No obstante, no debe considerarse que el culto sabático sea un acto
aislado, un acto que quite al hombre de su mundo cotidiano. Al contrario,
es el centro del que cada día de la semana recibe su significado y su luz.
Ello es así de al menos dos maneras.
Relativización de la obra del hombre. Según se señaló antes, el sábado
implica descanso —el cese de la labor cotidiana del ser humano— y, por lo
tanto, también una relativización recurrente de su labor. Mediante esta ex
periencia, el hombre aprende de forma reiterada la lección de que Dios, y
no el propio trabajo, es el gran total de todo en su vida. El sábado, y el cese
del trabajo implícito en él, es el correctivo divino a la confianza suprema del
hombre en su propio esfuerzo. Es una advertencia contra la ebriedad poten
cial del ser humano al hacerse consciente de su propio poder y su propia
eficacia. El sábado sirve para poner la labor del hombre en la debida pers
pectiva, para que el hombre se vuelva a Dios como fuente única de su exis
tencia. Trascendiendo al trabajo humano, por impresionante que pueda ser
ese trabajo, el reposo sabático dice al hombre, de una manera muy concreta:
«No te salva tu trabajo ni tu actividad, sino la perfecta gracia de Dios. No te
inquietes por el mañana, ni te infatúes por tus logros. Dios concede todo
eso a sus amados mientras duermen. Busca primero el reino de Dios y su
justicia y todas estas cosas serán tuyas también».
Por lo tanto, una teología del sábado es una teología de moderación y
sobriedad. Invita al hombre a adoptar la debida perspectiva hacia sus logros
terrenales y lo persuade a que se abstenga de poner su confianza en su tra
bajo, o sea, en sí mismo. Es también una teología de gracia y libertad. Por
que cuando Dios ordena al hombre que descanse el séptimo día, restaura en
él la sensación de pertenecer a Dios, librándolo así de nuevo de las cosas del
mundo creado.66 Y al compartir el hombre con su Hacedor la experiencia
del reposo sabático al cesar su afán cotidiano, se hace más consciente de su
libertad espiritual. Descansando del trabajo y liberado de la rutina secular,
66. «Nada es tan difícil de suprimir como la voluntad de ser esclavo de la propia insig
nificancia», observa Abraham Joshua Heschel. «Galante, incesante, calladamente,
el hombre debe luchar por la libertad interior. La libertad interior depende de
estar exento de la dominación de las cosas, así como de la dominación de la gente.
Hay muchos que han adquirido un grado elevado de libertad política y social,
pero únicamente muy pocos no están esclavizados por las cosas. Este es nuestro
constante problema: cómo vivir con la gente y permanecer libres, cómo vivir con
las cosas y permanecer independientes», The Sabbath:Its Meaningfor Modern Man
(Nueva York, 1951), p. 89.
Reflexiones sobre una teología del sábado 4 2 3
Pero hay otras formas de negar el significado básico del sábado. Ata
reados y preocupados con los problemas de llevar una compleja vida coti
diana en una sociedad locamente apresurada y neurótica, algunos tienden
a encontrar en el reposo sabático únicamente aburrimiento y desasosiego.
Visto como en día en el que cuanto queda por desear es que sus horas
terminen, el sábado es para ellos una carga, una obligación y la observancia
del sábado se convierte en un «trabajo de religión».76 Esto tiene poco en
común con la institución bíblica, porque, en vez de ser vivido y experimen
tado como un tiempo de refrigerio y de renovación concedido por un
Creador amante, el sábado se ha convertido en una carga, un tiempo vacío
del que el hombre se apodera para llevar a cabo sus propios planes y sus
propias estratagemas. Así, para los que lo ven con esta actitud, ha degene
rado, verdaderamente, hasta convertirse en una negación del pacto de la
gracia de Dios.
La inflexible oposición de Cristo a la errónea comprensión que los fari
seos tenían de la observancia del sábado giraba precisamente en torno a este
factor decisivo.77 Dijo: «“El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el
hombre por causa del sábado”».78 En otras palabras, el sábado estaba conce
bido como una bendición para el hombre, no como una carga. No es un día
que Dios arrebata al hombre con un espíritu exigente, sino un día dado por
Dios al hombre con amor. Considerar el sábado como un día de pesar y
melancolía es una negación de su auténtico significado como día de gozo
y de deleite, que demanda la obediencia libre y agradecida del hombre
como resultado necesario de las bendiciones recibidas. Cristo afirma preci
samente esta libertad y este amor cuando nos recuerda que «“el Hijo del
hombre es Señor aun del sábado”».79
Conclusión
Estas pocas observaciones deben bastar para indicar que una auténtica
teología del sábado es una invitación a santificar el séptimo día en el espí
ritu de gozo y gratitud al Dios creador por su misericordiosa solicitud hacia
sus criaturas. El sábado ha de ser claramente distinguido de todos los días
76. Arthur W. Spalding, The Sabbath and the Sabbath Day (Mountain View, Califor
nia, 1937), p. 5. En el primer capítulo de su libro, Spalding analiza carias catego
rías de observadores negativos del sábado: los «agobiados por el sábado», los «ma
niatados por el sábado» y los «adictos al sábado».
77. Véase, por ejemplo, el episodio de Marcos 2: 23-28.
78. Marcos 2:27.
79. Versículo 28.
Reflexiones sobre una teología del sábado 4 2 7
días”.2 Dado que los clásicos nunca señalaron un nundinum de forma indi
vidualizada para indicar una unidad temporal, no puede afirmarse que este
fuese un ciclo semanal de ocho días.3
El historiador judío Flavio Josefo señaló con acierto a finales del siglo I
d. C. que la semana introducida en el Imperio romano lo fue en imitación
de la observancia del tiempo septenario judío. Según lo expresó, «no hay ni
una ciudad, griega o bárbara, ni una sola nación, a la que nuestra costumbre
[judía] de abstenernos del trabajo el séptimo día no se haya extendido».4De
hecho, nuestra semana moderna, observada en el mundo entero, que em
plea el sistema judío de enumeración, que cuenta los días hasta el sábado, se
remonta a la autoridad de las Escrituras hebreas y a la práctica judía.5
La semana astrológica y el mundo romano
Aunque los hebreos fueron los que llamaron la atención del mundo so
bre el ciclo semanal, este cobró popularidad gracias a la semana planetaria,
que surgió en tiempos helenísticos, hasta que el ciclo alcanzó una acepta
ción generalizada en todo el Imperio romano. Que la naturaleza de nuestra
semana actual tiene una dependencia secundaria de la semana astrológica
2. El cálculo inclusivo era usado generalmente por los pueblos antiguos, incluyendo
los autores bíblicos. Según este sistema de cálculo, cualquier parte de las unidades
de tiempo primera y última se calculaban como unidades completas. Van L. Jo
hnson, «The Primitive Basis of Our Calendar»,Archaeology 21 (1968): 15.
3. Siguiendo los comentarios de Alexander Adam, Román Antiquities (Filadelfia,
1872), p. 218. El hecho de que un día de mercado de una ciudad cayese en un día
diferente que el día de mercado de una ciudad vecina también milita contra la pre
misa de que el nundinum fuese tenido en general como una semana de ocho días.
Sin embargo, como la posterior semana de siete días, los días del nundinum eran
frecuentemente identificables en los escritos y la conversación. El día de mercado
se denominaba «la nundina»\ había «el día antes de la nundina», «dos días ^ntes de
la nundina»y etcétera. Véase J. P. V. D. Balsdon, Life and Leisure in Ancient Rome
(Nueva York, 1969), pp. 60,61.
4. Josefo, Contra Apión (LCL) 2.39. La afirmación de Josefo está bien respaldada
por la evidencia. Puede que basten dos ejemplos del siglo I d. C. El emperador
Augusto escribió a Tiberio que había realizado su ayu^io los sábados de forma
más estricta que un judío (Suetonio, Divus Augustus 76.2). El propio Tiberio, an
tes de convertirse en emperador, intentó oír la disquisición pública del gramático
griego Diógenes de Rodas, pero se le negó la entrada porque las disquisiciones se
celebraban únicamente el séptimo día, el sábado (Suetonio, Tiberius 32). Por regla
general, los romanos se mofaban del uso judío del sábado como día de reposo.
Véase Jack Lindsay, Origins ofAstrology (Londres, 1971), p. 234.
5. E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World(Ithaca, Nueva York, 1968), p. 59;
Eduard Lohse, «oá(3(3axov», TDNT, 7:32.
Apéndice A 4 3 1
cuatro años antes de la era cristiana, se forjó una reputación de ser entendi
do en la sabiduría de la antigüedad y de poseer poderes sobrenaturales.
Entre los cuarenta y cincuenta años de edad, Apolonio, interrumpiendo un
“retiro” pitagórico enA£gae, Cilicia, emprendió un viaje de cinco años a
tierras orientales. En Nínive conoció a Damis, futuro cronista de sus accio
nes. De allí siguió el camino hacia Babilonia y prosiguió hasta la India. En
Taxila, en el en Alto Punyab, conoció a Iarchas, jefe de los brahmanes. Como
regalo, Iarchas obsequió a su visitante siete anillos, que tenían el nombre de
«las siete estrellas». Se dice que Apolonio se ponía cada uno de ellos sucesi
vamente el día de la semana que llevaba su nombre.20
Aunque este relato se basa supuestamente en las memorias de Damis,
realmente fue preservado para la posteridad por Filóstrato, quien escribió
entre 210 y 220 d. C. De ahí que el relato del regalo de un brahmán que
conmemoraba los días de la semana planetaria resulte cuestionable, espe
cialmente dado que la narración de Filóstrato abunde en fábulas e incon
gruencias. Sin embargo, el hecho de que Apolonio fuera un filósofo pitagó
rico y de que estudiara en Cilicia es de gran interés. Ambos factores están
íntimamente relacionados con la difusión de la semana planetaria. En el
siglo I d. C., se decía que Pitágoras (que floreció en el siglo VI a. C.) había
descubierto la secuencia planetaria griega,21 afirmación que indica (junto
con otra evidencia) que los filósofos pitagóricos de Cilicia y de otros lugares
estaban interesados en la teología planetaria. La región de Cilicia, según se
señalará, estaba impregnada del saber astrológico popular oriental. En ella
habrían de encontrarse los adeptos del dios Mitra y sus ritos, un culto que
tenía al día del sol como el preeminente de la semana.22
En esta coyuntura estaría bien desviar nuestra atención para considerar
el surgimiento histórico de la astrología, particularmente su introducción
en Occidente. Porque no solo la semana planetaria es producto de la astro
logía oriental, sino que nunca podría haberse vuelto tan popular si no hu
biese sido por la cautivadora influencia en las tierras de Occidente de la
20. Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana 3.41.
21. Plinio, Historia natural 2.22.
22. Aunque los neopitagóricos del siglo I a. C. tenían predilección por la teología as
tral, la erudición moderna ha demostrado que el fundador, Pitágoras de Samos
(cuya carrera en la Italia meridional floreció entre 540 y 510 a. C.) no tuvo nada
que ver con la invención ni el establecimiento de la secuencia «espacial» griega de
los planetas (Neugebauer, «Babylonian Methods», p. 530). Precisamente la teolo
gía mitraica («persa») «contribuyó en gran medida a la adopción de la semana en
todo el Imperio romano», Franz Cumont,Astrology and Religión Arnong the Greeks
andRomans (Nueva York, 1960), p. 90; compárese Bickerman, op. cit.yp. 61.
Apéndice A 4 3 5
decir, las siete «viajeras». El orden secuencial de los cinco planetas en el pensa
miento babilónico comienza con las dos deidades benéficas Júpiter y Venus, pasa
al maligno Saturno y a la influencia dudosa de Mercurio, y termina con Marte,
gobernante del inframundo. Véase el estudio de Stadelmann, op. cit., pp. 91, 92.
(Debería destacarse que los textos seléucidas posteriores proporciona una secuen
cia diferente de los planetas). Aunque se desconoce la razón del orden normaliza
do de las siete bibbi, posiblemente la estructura del orden fuese de un tipo «envol
438 El sábado en las E scrituras y en la historia
Saturno (Amos 5: 26).49 Los dos componentes básicos que forman la base
de la semana astrológica estaban, así, presentes en la comunidad de los ju
díos alejandrinos. No solo poseían un ciclo temporal septenario único, sino
que su día «de gran solemnidad» (cf. Juan 19: 31) llevaba tiempo asociado
con el día gobernado por el planeta Saturno, y este hecho era aún más inte
resante para los astrólogos helenísticos.
Precisamente el erudito historiador romano Dion Casio, en un pasaje
datado entre 210 y 220 d. C., explica para la posteridad el origen de la se
mana astrológica. Según Dion, la semana planetaria, «encontrada ahora en
toda la humanidad», se instituyó en Egipto. Afirmó además que era una
innovación comparativamente reciente, una institución desconocida para
los antiguos griegos. Según lo explica Dion, el concepto de días goberna
dos por planetas se originó con el reconocimiento de que los planetas go
bernaban las veinticuatro horas del día. Empezando con el planeta más
elevado y el día de mayor solemnidad de la semana hebrea, Saturno y el
sábado, se seguía que tanto la hora inicial como el día inicial estaban adju
dicados a Saturno. A medida que cada uno de los siete planetas (asignados
en secuencia según su distancia de la Tierra) tomaba su respectivo turno
como gobernante de una hora, las horas primera, octava, decimoquinta y
vigesimosegunda del día de Saturno correspondían a la jurisdicción espe
cial de Saturno. Al acabar el día de Saturno, la hora veintitrés iba para
Júpiter y la veinticuatro para Marte. La primera hora del día siguiente iba
al cuarto en secuencia, el sol, que entonces recibía el encargo de gobernar
el día del sol. De esta manera, al ir rotando sus posiciones respectivas los
gobernantes horarios, cada día de la semana recibió el nombre del señor de
su primera hora.50
El interés en la avanzada astrología matemática alejandrina alcanzó
Roma en el siglo I a. C. Su recepción por las clases superiores romanas
queda ilustrada por el diagrama astrológico que se halló en el cadáver del
cónsul Octavio en 87 a. C.51 Cuando la semana planetaria empezaba a di
fundirse hacia occidente, llegando a Italia, el propio emperador Augusto
acuñó en sus monedas (en 24 a. C.) el signo zodiacal de su nacimiento,
Capricornio.52 Sin duda, quien preparó el camino para la difusión final de
49. Stadelmann, op. cit, p. 88.
50. Historia romana 37.18,19. La costumbre de dar a los días los nombres de los pla
netas también puede haber surgido, según dice Dion, al considerar que los dioses
presidían en su origen días separados asignados por el «principio del tetracordio»
(que se creía que constituía la base de la música).
51. Lindsay, op. cit, p. 217; véanse también las observaciones de Bram, op. cit., p. 5.
52. Johnson, op. cit., p. 21.
444 El SÁBADO EN LAS ESCRITURAS Y EN LA HISTORIA
Que la veneración prestada al día del sol estaba ligada a lo que Tertulia
no y Celso denominaban teología “persa” precisa clarificación. Aunque Mi
tra era, efectivamente, una deidad persa muy antigua, la forma tardía hele
nística de mitraísmo que se extendió a lo largo y ancho del Imperio romano
era, de hecho, desconocida en Persia. La religión mistérica astral del Mitra
occidental tenía sus raíces en un culto heterodoxo daévico del dios practi
cado en Caldea y Anatolia, y no en el culto del Mitra zoroastrizado de
Irán.61 Los antecedentes históricos de esta derivación “demoniaca” apóstata
de la religión iraní ortodoxa se remontan a acontecimientos que habían de
encontrar su desenlace en Asia Menor, donde se formuló por vez primera
el mitraísmo occidental como consecuencia de las relaciones entre ma
gos y caldeos.
El primero de estos acontecimientos se produjo en 539 a. C., con la caída
de Babilonia ante el Imperio medopersa. Los rústicos e iletrados magos per
sas se vieron sometidos de inmediato a la influencia más sofisticada de los
astrólogos caldeos, cuya impresionante literatura y cuyos templos urbanos
abundaban en emblemas místicos de los elementos, los signos del Zodiaco y
los símbolos de los planetas. Ocurrió un acontecimiento aún más trascen
dental en 521 a. C., cuando Darío I de Persia promulgó la pena de muerte, lo
que ha dado en llamarse magofonía, o “matanza de los magos”, que se propo
nía exterminar a toda la casta de magos daévicos (apóstatas) en un solo día.62
El sacerdocio mago contra el que Darío luchó implacablemente estaba
constituido por los politeístas iraníes que habían mezclado su culto con
creencias astrales caldeas.63 En agudo contraste estaban los verdaderos
censo del faraón difunto lo transformaría en una estrella o en un compañero del
dios solar. Cf. las observaciones de Kurt Mendelssohn, The Riddle of the Pyramids
(Nueva York, 1974), pp. 28,47. También Jacob vio en un sueño una escalera «que
estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo. Ángeles de Dios subían
y descendían por ella» (Gén. 28: 12). También aquí, la escalera comunica un pro
ceso de transformación. Esto lo recalca Jesús, quien afirmó ser la escalera que unía
el cielo y la tierra (Juan 1: 51). Sobre la escalera de Jacob, véanse las observaciones
de Harry A. Hoffner, Jr., «Second Millennium Antecedents to the Hebrew OB»,
JBL 86 (1967):397 y n. 30.
61. Richard N. Frye, The Heritage ofPersia (Nueva York, 1963), p. 185; I. Gershevitch,
The Avestan Hymn to Mithra (Londres, 1959), pp. 66 etpassim; reseña de Richard
T. Hallock del libro de Frye en Journal of Near Eastern Studies 25 (1966): 62,63.
62. Heródoto, Historias 3.79; Josefo, Antigüedadesjudaicas 11.3.1.
63. Véanse el breve comentario de W. F. Albright, From the Stone Age to Christianity,
2a ed. (Garden City, Nueva York, 1957), p. 360; Vermaseren, op. cit.f pp. 20,21.
La matanza de los magos por Darío I también se celebra en las rocas de Behistún.
448 El sábado en las E scrituras y en la historia
va parece la expresión ‘día de la luz y del sol'! ¿No eran los ejércitos de Roma
los que sostenían que Mitra era la luz deificada, retoño de Sol? Aunque se
mantenía que cada planeta era “señor” de un día particular, ¿quién, sino el
propio Mitra, era el señor del «día de la luz y del sol»?*85
El 7 de marzo de 321 d. C., Constantino promulgó su famoso edicto de
la “ley dominical”, que ordenaba que «todos los jueces, la gente de las ciu
dades y los artesanos descansen en el venerable día del sol. Pero los campe
sinos pueden ocuparse de la agricultura sin impedimentos».86 Con la pro
mulgación de ese decreto, el día del sol, en su dimensión paganizada como
día civil de la semana astrológica, fue aceptado oficialmente por lo que go
bernaban la cristiandad. De ahí en adelante, la semana de las deidades pla
netarias había de ser la unidad temporal septenaria “santificada” que el mun
do occidental había de heredar.87
Por otra parte, los esenios y los saduceos betusianos interpretaban que
«[e]l día siguiente al sábado» era el día que seguía al sábado semanal; por lo
tanto, siempre un domingo. El día de Pentecostés también caía siempre en
domingo: «el día siguiente al séptimo sábado», partiendo del día de la
ofrenda de las primicias de la cosecha de cebada (véase Lev. 23: 15,16).2U
Sería natural que los cristianos siguieran una celebración de las primi
cias. Sin embargo, no la mantendrían como una fiesta judía. Más bien, la
mantendrían en honor de la resurrección de Cristo. Después de todo, ¿no
era Cristo las primicias (1 Cor. 15: 20) y no fue su resurrección de impor
tancia suprema (véanse los vers. 14,17-19)?
Pero, ¿cuándo celebrarían los cristianos tal fiesta de resurrección? ¿Lo
harían cada semana? No. Lo harían, más bien, anualmente, como había sido
su costumbre en la celebración judía de las primicias.
Y, ¿cuál de los dos tipos de cálculo escogerían, el de los fariseos o el de
los esenios y los betusianos? Sin duda, ambos. Los que habían sido influidos
por los fariseos celebrarían su fiesta de Pascua en un día diferente de la se
mana año tras año, y los que habían sido influidos por los betusianos o por
los esenios celebrarían su fiesta de Pascua un domingo cada año.
Esto armoniza de forma precisa con la situación que existió en el con
flicto sobre la Pascua a finales del siglo II.2021 En esa época los cristianos
asiáticos (cristianos de la providencia romana de Asia, en el Asia Menor
occidental) recalcaban el 14 de nisán con independencia del día de la sema
na. Pero los cristianos de la mayor parte del resto del mundo cristiano —in
cluyendo Galia, Roma, Corinto, Ponto (en el Asia Menor septentrional),
Alejandría, Mesopotamia y Palestina (incluso la propia Jerusalén)— se ate
nía a una observancia de la Pascua en domingo. Las fuentes antiguas indi
can que ambas prácticas provenían de la tradición apostólica.22
20. En realidad, los esenios y los betusianos elegían domingos separados por una se
mana por una diferencia en su interpretación de si el sábado de Lev. 23: 11 era el
sábado durante o el sábado después de la Fiesta de los Panes sin levadura. También
parecen haber realizado su cálculo en función de un calendario solar, a diferencia
del calendario lunar usado por los fariseos.
21. Eusebio, Historia de la iglesia 5.23-25, proporciona los detalles {NPNF/1 1:241-
244). Véase mi análisis adicional en las publicaciones mencionadas en la nota 20.
22. Ibíd.y 5.23.1 {NPNF/1 1:241); también Sozomeno, Historia de la iglesia 7.19
{NPNF/1 2:390). Puede añadirse que este punto de vista relativo al origen de la
Pascua en domingo, en una época en que las influencias cristianas seguían movién
dose en gran medida de Oriente a Occidente más que viceversa es, ciertamente, más
realista que suponer que una Pascua en domingo de origen occidental hubiera sus
tituido tan pronto en la historia de la iglesia a la conmemoración en 14-15 de nisán
casi en todas partes del mundo cristiano, tanto en Oriente como en Occidente.
462 El sábado en las E scrituras y en la historia
Resumen
Resulta obvio que el desplazamiento del sábado por el domingo como
día de culto y reposo cristiano semanal fue un proceso largo y lento. Hasta
el siglo II no hay ninguna evidencia concreta de una celebración cristiana
semanal del domingo en lugar alguno. Las primeras referencias específicas
durante ese siglo provienen de Alejandría y Roma, lugares que también
rechazaron pronto la observancia del sábado, séptimo día de la semana.
Sin embargo, en esta sustitución temprana del sábado por el domingo,
las iglesias cristianas de Alejandría y Roma fueron excepcionales. La evi
dencia del siglo V indica que también en esa época tanto el sábado como el
domingo se observaban de forma generalizada en todo el mundo cristiano,
salvo en Roma y Alejandría.
Además, cuando apareció por vez primera el domingo semanal cristia
no, seguía siendo un día de trabajo, aunque incluía un oficio de culto en
honor de la resurrección de Cristo. Esta celebración semanal de la resurrec
ción de Cristo parece haber sido una extensión de una fiesta anual de la
resurrección del domingo de Pascua. Esta, a su vez, encontraba su antece
dente en la celebración judía de las primicias, mencionada en Levítico 23:11,
también un acontecimiento anual
Por último, del tiempo de Constantino en adelante, se desarrolló una
tendencia encaminada a hacer del domingo un sábado cristiano. Este pro
ceso produjo un conflicto generalizado con el sábado, séptimo día de la se
mana, y al final, en tiempos medievales, este “sábado” dominical llegó a
desplazar al sábado original de forma generalizada en toda Europa. En
Etiopía, en cambio, se consideraba que tanto el sábado como el domingo
eran “sábados”.
Adenda
Dado que la significativa referencia temprana al domingo de Justino
Mártir de Roma (IApología 67) no aparece citada completa en el texto prin
cipal de este volumen, es añadida aquí según aparece en AN F 1:186:
ca contraria al sábado, sin embargo, debería observarse también que Didascalia
apostolorum tuvo una evolución (especialmente en sus formas siríaca y latina) que,
sin duda, implicó la adición o la interpolación de materiales durante el siglo IV
e incluso después. En cualquier caso, el contexto de las observaciones contrarias
al sábado muestra una proclividad por «los romanos», grupo que, como ya hemos
visto, ya había sustituido el sábado por el domingo en el siglo II. Para la principal
polémica contraria al sábado en Didascalia y su contexto, véase R. Hugh Connolly,
trad., Didascalia apostolorum (Oxford, 1929), p. 238.
468 El sábado en las E scrituras y en la historia
«Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero
hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus
propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace
para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra
dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y tam
bién da gracias a Dios» (Rom. 14: 5,6, NVI).
¿Qué tenía Pablo en mente cuando indicó en el texto anterior la perfec
ta libertad del cristiano ya sea de estimar un día más que otro o de no hacer
en absoluto tal distinción entre ellos? ¿Estaba planteando objeciones a la
observancia del sábado y procurando demostrar que el “sábado judío” fue
“clavado en la cruz”, como sostendrían algunos? ¿Qué estaba diciendo a la
comunidad cristiana de Roma?
Se sabe poco en cuanto al inicio de esta comunidad cristiana. No obs
tante, parece cierto que había una numerosa iglesia en Roma hacia 58 d. C\
cuando Pablo escribió su epístola, una iglesia compuesta, como la mayoría
de las iglesias, de una feligresía mixta judía y gentil (véanse 1: 13-16; 2: 9,
10,17; 11: 13, 31). «Cuando se desató la persecución neroniana (c. 64)»,
escribe C. H. Dodd, «los cristianos de Roma eran “un gran cuerpo” (1 Clem.
6.1), “una inmensa multitud” (Tácito, Anales xv.44)».1
El pasaje objeto de estudio forma parte de la sección ética o práctica de
la epístola (capítulos 12-16). Lejos de ser un nuevo desarrollo en el guión
de Pablo, esta sección está arraigada, de hecho, en la primera parte de la
carta (capítulos 1-11). El tema recurrente en la primera parte es la justifi
cación por la fe, la pecaminosidad universal del hombre y la gracia universal
de Dios. La declaración que consideramos (14: 5, 6) se encuentra inmersa
en la gran sección de la epístola dedicada explícitamente a la aplicación de
verdades cristianas a la vida cristiana cotidiana.
£1 contexto inmediato
Será útil echar una mirada más estrecha al contexto inmediato:
«Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones. A
algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la
1. C. H. Dodd, The Epistle of Paul to the Romans (Londres, 1951), pp. xvii-xx.
470 El sábado en las E scrituras y en la historia
les” mencionados en este pasaje. Sin embargo, las tendencias ascéticas tam
bién existían en el paganismo igual que en el judaismo.4 Los que seguían el
culto mistérico órfico y los pitagóricos parecen haber sido vegetarianos.
También las tendencias gnósticas hacia el ascetismo pueden haber obteni
do cierto seguimiento en Roma.5 Pero esos grupos no satisfacen todas las
circunstancias. Los cristianos romanos tenían el hábito, según dice Pablo,
de observar escrupulosamente ciertos días; y esta costumbre, hasta donde
sepamos, no prevalecía entre ninguna secta pagana.
También parece difícil sostener la posibilidad de que Pablo estuviese
hablando de cristianos judíos que rechazaran el vino (vers. 21) y que tuvie
ran serios escrúpulos de comer carnes inmundas de las que participasen
otras personas de la congregación. El judaismo no rechazaba el vino, salvo
mientras durara un voto; y, en Roma, los hermanos “débiles” tenían objecio
nes al consumo de cualquier carne, objeción que no se fundaba en la ley de
Moisés, sino en motivos ascéticos ajenos al capítulo once de Levítico.6
Dado que se rechazaba cualquier carne, algunos han postulado que la
razón muy bien podría haber sido la misma que la dada en 1 Corintios, o
sea, la dificultad de obtener carne que no hubiese sido ofrecida previamen
te en sacrificio a las deidades.7 Hay, de hecho, una afinidad bastante estre
cha entre Romanos 14 por una parte y 1 Corintios 8 y 10 por la otra.8 Pero
el silencio de Pablo relativo a los ídolos y los demonios en Romanos 14, así
como la mención de la observancia de ciertos días, inclina a muchos a con
cluir que no hay ningún paralelo real entre las dos situaciones.9
Es igualmente posible que los que se abstenían de carne y vino pudieran
haber sido cristianos de origen judío influidos por el esenismo. Sabemos
que en esa época había una gran colonia judía en Roma, y que los esenios
4. Para una lista de los grupos principales, véase Otto Michel, Der Brief an die Ró-
mer, 10a ed. (Gotinga, 1955), p. 297.
5. Hans Joñas, 7he Gnostic Religión (Boston, 1958), p. 33.
6. En esos días, la mayoría de los vegetarianos se abstenían de carne debido a su
concepto metafísico del mundo. La mayor parte de los cristianos vegetarianos de
nuestros días lo hacen fundamentalmente buscando buena salud. En cuanto a la
significación de xoivóg, término usado en Romanos 14: 14, véase mi artículo
«On Esteeming One Day as Better Than Another»,vf£/SS 9 (enero de 1971):20,
nota 12.
7. Anders Nygren, Gommentary on the Romans (Filadelfia, 1949), p. 442. Cf. A. M.
Hunter, The Epistle to the Romans (Londres, 1957), p. 117.
8. Para una consideración más estrecha de esta afinidad, véase mi artículo (en la
nota 7),p. 21.
9. Cf. Adolf von Schlatter, Gottes Gerechtigkeit, 4a ed. (Stuttgart, 1965), pp. 364,368;
Michel, op. cit.y p. 146; Ernst Gaugler, Der Rómerbrief(Z,úúch> 1952), 2:326.
472 El sábado en las E scrituras y en la historia
fidelidad por los traductores. Pero, ¿es posible determinar qué días tenía
en mente Pablo cuando escribió que un cristiano tiene perfecta libertad
de estimar un día más que otro o de no hacer en absoluto tal distinción
entre ellos?
Algunos comentaristas han defendido que la distinción aquí tocada de
pasada se refiere al sábado, séptimo día de la semana. «¿Qué otro día juz
garía cualquier cristiano romano que estuviera por encima de otros días?»,
pregunta R. C. H. Lenski.12 En esta interpretación, Pablo considera que
toda distinción entre el sábado y los demás días ha sido abolida por el
cristianismo.
Ha de señalarse, sin embargo, que el intento de conectar el sábado del
Decálogo con los “días” mencionados en este pasaje no resulta convincente
para todo el mundo.13 ¿Quién puede tener ante sí un mandamiento divino
y decir a los demás: «Podéis tratar ese mandamiento como os parezca; en
realidad, es indiferente que lo guardéis o no»? Ningún apóstol podría pre
sentar semejante argumento. Y probablemente nadie se sorprendería más
de esa interpretación que el propio Pablo, que tenía un respeto supremo por
el Decálogo, la ley de Dios, que es santa, justa y buena (7:12). Cristo, norma
de toda la enseñanza paulina, era, sin duda, un observador del sábado. Y el
propio Pablo, quien, evidentemente, no puede ser contado entre los “débi
les”, adoraba en sábado «como acostumbraba» (Hech. 17: 2; cf. Luc. 4:16).
No hay ninguna evidencia concluyente de lo contrario. Pablo no tenía
duda alguna de la validez del sábado semanal. Así, suponer que cuando eran
convertidos al cristianismo por Pablo los gentiles o los judíos estarían an
siosos por abandonar el sábado “judío” para adoptar su “día propio” es poco
probable. Esto cabría esperarlo solo en algún momento posterior en la his
toria de la iglesia cristiana, y por otras razones.
Los sábados ceremoniales judíos
Se ha defendido con mucha plausibilidad que Pablo se estuviera refi
riendo simplemente a los días sagrados de la economía judía: los siete sába
dos ceremoniales anuales instituidos por Dios después de la liberación de
12. R. C. Lenski, The Interpretation of St. PauVs Epistle to the Romans (Columbus,
Ohio, 1945), p. 821.
13. Véanse, por ejemplo, Joseph Parker, Romans and Galatians, The People's Bible (Nue
va York, 1901), 26:123-125; A. Barnes, «Romans», Notes on the New Testament
(Londres, 1832), 4:299, 300; Wilber T. Dayton, Romans and Galatians, Wesleyan
Bible Commentary (Grand Rapids, Michigan, 1965), 5:85,86.
474 El sábado en las E scrituras y en la historia
17. Ibíd., pp. 62, 63. Cf. A. Jaubert, La date de la Cene, calendrier biblique et liturgie
chrétienne (Paris, 1957), pp. 51-56.
18. La Didajé (8:1) advierte a los cristianos que no ayunen con los hipócritas los días
segundo y quinto de la semana, sino, más bien, los días cuarto y sexto.
19. Véase F. J. Leenhardt, The Epistle to the Romans (Londres, 1961), pp. 348,349. M.
J. Lagrange declara: «Il est assez clair, d’après le contexte, qu’il s’agit d’abstinence»
[Es evidente por el contexto que se trata de la abstinencia], Saint Paul\ Èpitre aux
Romains (París, 1950), p. 325.
Apéndice D
Los «sábados» de Colosenses 2: 16 ,1 7
Kenneth H. Wood
de veces que se use una palabra con cierto sentido no determina su signi
ficado en todas las situaciones. El contexto resulta decisivo.
Por ejemplo, la palabra gato’ tiene una amplia variedad de significados.
Puede referirse a un pequeño felino doméstico de suave pelaje; puede
significar una herramienta utilizada para levantar objetos pesados a poca
altura, por ejemplo un automóvil en caso de pinchazo de un neumático;
puede referirse a cierta danza autóctona de Uruguay y Argentina; puede
referirse al juego de tres en raya; puede referirse a un criado; puede signi
ficar cierto pastel costarricense; puede referirse a un hombre nacido en
Madrid. También puede tener otros significados. Está claro que defender
que, porque cincuenta y nueve veces la palabra signifique un felino do
méstico, debe significar lo mismo en la frase ‘Elena sabe bailar el gato’es
absurdo. El significado siempre debe estar declarado por el contexto.
El principio es tan obvio que apenas precisa elaboración; no obstante,
dado que algunos intentan demostrar con Colosenses 2 que el sábado,
séptimo día de la semana, fue abolido en la cruz, deseamos añadir dos
ilustraciones adicionales. La palabra hebrea tóráh, por ejemplo, tiene mu
chos significados, la totalidad de los cuales debe determinarse por el con
texto. A veces tóráh se refiere al Pentateuco, a veces a los Diez Manda
mientos, a veces a toda la voluntad de Dios expresada, a veces a la instrucción
dada por un rey, un maestro, una madre, un padre, personas sabias, una
esposa sabia o un poeta.2
Asimismo, la palabra ‘día puede significar un período de veinticuatro ho
ras; o puede significar únicamente la parte diurna del período de veinti
cuatro horas; o puede significar un lapso prolongado pero indefinido (por
ejemplo, «El día en que vivimos es un día de tensiones internacionales» o
«El día antitípico de la expiación comenzó en 1844»). Está claro que
aunque la palabra ‘día' se use cincuenta y nueve veces con el significado de
período de veinticuatro horas, ello no obliga a que signifique veinticuatro
horas la sexagésima vez que se use.
Aunque muchos comentaristas sostienen lo contrario, varios de los co
mentaristas bíblicos más respetados declararon que, en Colosenses 2:16,
Pablo se refería a sábados ceremoniales, no al sábado, séptimo día de la
semana. Adam Clarke, autor metodista, dijo: «No aquí hay insinuación
alguna de que el sábado fuese eliminado, ni de que su uso moral fuese su
plantado, por el cristianismo [...]. Acuérdate del sábado para santificarlo
2. Véase CBASD , 1 :3 8 5 ,9 0 3 ,1 0 7 5 .
480 El sábado en las E scrituras y en la historia
los sacrificios rituales, las fiestas, las normas relativas a comidas y a bebi
das, los sábados ceremoniales, los días especiales gobernados por la luna
nueva e incluso las ceremonias que debían realizarse el sábado, séptimo
día de la semana.
En el uso de los cuatro argumentos reseñados en lo que antecede para
apoyar nuestra posición de que, en Colosenses 2, Pablo habla fundamental
mente de los sábados ceremoniales, los adventistas somos conscientes de
que la palabra sábado’ del versículo 16, aunque aparentemente plural en
forma, probablemente debería traducirse como singular. Pero creemos que
este hecho no socava nuestro punto de vista y que puede armonizarse con
él. Los estudiosos meticulosos han observado que en la mayoría de los pa
sajes en los que se usa la palabra griega traducida “sábado” con significado
singular, la forma es sabbaton , sustantivo neutro en singular, y que en algu
nos lugares se usa el nominativo neutro en plural — sabbata — para expresar
un significado singular. En Colosenses 2:16 se usa el genitivo de esta forma.
En la Septuaginta la forma plural con significado singular se encuentra
en numerosos lugares; por ejemplo, en Exodo 16:23,25; 20: 8; Deuterono-
mio 5: 12; Jeremías 17: 21, 22; y Ezequiel 46: 1. El Nuevo Testamento
contiene casos similares; por ejemplo, en Mateo 12:1; 28: 1; y Lucas 4:16.
Los adventistas creemos que A. T. Robertson, respetadísimo erudito del
Nuevo Testamento, ofreció la mejor explicación de por qué sa b b a ta y sabbaton,
aunque plurales en forma, a menudo equivalen al singular. La palabra ara-
mea para decir “sábado” es sa b b eta , transcrita al griego como sabbata. Pero
sucede que, aunque sabbata representa el singular sabbeta, se escribe como
un plural del griego sabbaton , “sábado”. Por lo tanto, en cualquier aparición
de sabbata (o de sus otras formas casuales, como sabbaton), cabe inquirir si
representa al arameo sabbeta, en cuyo caso es singular, o si es verdaderamen
te el plural de sabbaton, en cuyo caso es plural.6
La posición más defendible parece ser considerar el genitivo plural sabbaton
de Colosenses 2: 16 como singular. Esto resulta lógico no solo desde un
punto de vista lingüístico, sino por el contexto. Según parece, el apóstol
Pablo usó sábado’ genéricamente en singular, en correspondencia con las
otras cuatro palabras de la serie —comida, bebida, día de fiesta y luna nue
va—, cada una de las cuales es singular. Dado que algunas observancias ri
tuales ordenadas por las leyes de Moisés se celebraban en el sábado semanal
—por ejemplo, el holocausto diario se doblaba ese día—, quizá Pablo usó
sábado’genéricamente, pretendiendo incluir estas ceremonias junto con las
6. A . T. Robertson, A Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical
Research (Londres, s.f.), pp. 9 5 ,1 0 5 .
482 El sábado en las E scrituras y en la historia
Ningún estudio del tema del sábado en la Biblia estaría completo sin
una referencia a Hebreos 4: 4-9, específicamente al versículo 9, con su uso
del termino sabatism os. Una publicación adventista del séptimo día incluyó
la declaración de que ese texto «es, quizá, el argumento de más peso del Nue
vo Testamento para la observancia del sábado, séptimo día de la semana».1
Más generalmente, los adventistas del séptimo día entendemos que el
texto se refiere al aspecto simbólico contenido en el concepto del sábado
mediante el cual el memorial de la creación se convierte, por extensión, en
el memorial y el símbolo de la redención del hombre.2 Esta posición es re
suelta minuciosamente en el C om en tario bíblico a d v e n tista d el séptim o d ía en
frases como: «De modo que el sábado da testimonio tanto del poder crea
dor como del poder santificador de Dios, y su observancia es un reconoci
miento de fe en su poder para crear y volver a crear, o santificar la vida de
los seres humanos».3 Vuelve a afirmarse: «Es evidente que el “reposo” que
queda (vers. 9) es el mismo “reposo” del vers. 10, en el cual entra el creyente
cristiano».4 Resulta significativo que Elena G. de White, cuyos escritos son
considerados normativos en el adventismo del séptimo día, diga que el “re
poso”de Hebreos 4:9 es «el reposo de la gracia».5Más recientemente, Samue-
le Bacchiocchi, aunque haciendo hincapié en el «significado redentor del
sábado», ha defendido contundentemente ver la relación de la observancia
1. Sénior Sabbath School Lesson Quarterly (librito de lecciones de la Escuela Sabática
para adultos), 15 de mayo de 1948.
2. Véanse, por ejem plo, M . L. A ndreasen, The Sabbath , pp. 86-89; W . G . Johns-
son, InAbsolute Gonfidence (Nashville, Tennessee, 1979); Sakae Kubo, God Meets
Man (N ashville, Tennessee, 1978), pp. 6 5 -6 9 . (C f. Karl Barth, Ghurch Dogmatice
[Edim burgo, 1 9 5 6 ] ,/ / / 4, pp. 4 7 -7 2 ,4 7 0 -5 6 4 , especialm ente pp. 550-564).
3. CBASD, 7:435.
4. Ibíd.yp. 438. Puede verse en este un punto a m edio cam ino entre los d efen so
res del punto de vista tradicional m encionado más arriba y los que desearían
usar H ebreos 4: 9 para demostrar que en la dispensación cristiana debe seguir
observándose el sábado, séptim o día de la semana. Cf. D avid Louis Lin, «An In-
vestigation Into the M eaning o f Sabbatismos o f H eb. 4: 9» (tesina de licenciatura,
Andrews University, mayo de 1946). L in admite que puede significar observancia
del sábado ahora y tener una aplicación futura, pero niega que el autor de Hebreos
tuviera en m ente las dos ideas separadas.
5. CBASD, 7:940. Cf. Elena G . de W h ite, El discurso maestro deJesucristo (M ountain
View, California, 1956), p. 7.
484 El sábado en las E scrituras y en la historia
literal del sábado, séptimo día de la semana, dentro del contexto de su «autén
tico significado a la luz de la venida de Cristo».6
La discusión de la que es conclusión Hebreos 4: 9-11 comienza ante
riormente en la Epístola. Tras ensalzar la superioridad de Jesucristo, «após
tol y sumo sacerdote de nuestra profesión»,7 el autor explora el peregrinaje
por el desierto de los antepasados nacionales de aquellos a los que se dirigía.
Concluye que la razón del fracaso de quienes salieron de Egipto en la ex
periencia del éxodo en entrar en Canaán, tierra que les había sido prometi
da, fiie su incredulidad. En el capítulo 4, el autor apostólico intenta relacio
nar esa experiencia con la de los cristianos de su época. También ellos han
recibido una promesa de reposo: también ellos pueden dejar de gozar de su
cumplimiento por falta de fe. William G. Johnsson ha planteado los inte
rrogantes suscitados por el pasaje. Los formula como sigue: «(1) ¿Cuál es el
“reposo” que queda para el pueblo de Dios? (2) ¿Cuándo ha de entrarse en
él, ahora o en el futuro? Y (3), ¿qué pinta el sábado en el argumento?».8
El sustantivo usado para “reposo” en este pasaje es katapausis (3:11,18;
4: 1, 3 [dos veces], 5,10,11); el verbo afín katapau ó también es usado tres
veces (4: 4, 8,10). Solo en Hebreos 4: 9 se usa la palabra sa b b a tism o s para
“reposo”.9 Parece haber cuatro maneras en las que se usa aquí el térmi
no ‘reposo’. En 3: 11,18 y 4: 3, 5, es, evidentemente, una expresión para
describir cuál habría sido la experiencia de los que salieron de Egipto y que
proyectaban entrar en la tierra literal de Canaán; podría llamarse el “reposo
de Canaán”. Sin embargo, esta ocupación literal de Canaán aparece única
mente como parte de lo que Dios contemplaba para su pueblo. En Canaán
habían de ser una nación de sacerdotes, un medio de proclamación de la
salvación al mundo (cf. Exo. 19: 4-6). Este es un significado más profundo
del término reposo’, con el que el autor de Hebreos escoge investirlo. Así,
puede afirmar de la época de Josué y David —períodos en que la conquista
de la tierra tenía lugar o se había hecho realidad— que aún no satisfacían
los requisitos del reposo de Dios (véase Heb. 4: 6-8).También se aplica
“reposo” para el sábado, séptimo día de la semana, aunque de manera casi
casual, en 4: 5. Aquí, el sábado, séptimo día de la semana, aparece como una
ilustración de lo que es el “reposo” de Dios. Después, en los versículos 1,3,
10 y 11, se usa el término ‘reposo’para describir el reposo del cristiano de las
obras del pecado y de cualquier intento por ganar la salvación.
6. Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday (Rom a, 1977), pp. 63 -6 9 .
7. H eb. 3 :1 .
8. Johnsson, op. c i t
p. 130.
9. En la Septuaginta, katapauö se usa c o n referencia al sábado en G énesis 2: 2, 3;
Éxodo 34: 21; 31: 17.
Apéndice E 4 8 5
Por lo tanto, el énfasis parece estar en ese “reposo” que llega cuando la
vida se somete a Dios. Toda la exposición es reminiscente de las palabras de
Jesús registradas en Mateo 11:28: «Venid a mí [...], y yo os haré descansar».
Puede señalarse, además, que en este capítulo 4 de Hebreos las palabras
k a ta p a u sisy sabbatism os se usan de forma sinónima. Esto se ve especialmen
te en el contexto de los versículos 9 y 10. Se entiende que ambos se refieren
a esa experiencia que caracteriza la certidumbre cristiana, de la cual el sába
do, séptimo día de la semana, es a la vez símbolo y parte.10 Se lo considera,
según lo describían los rabíes, un tipo del mundo venidero (cf. 2 Mac. 15: 1).
Parecería apropiado seguir el argumento del autor de la Epístola de esta
manera: «Porque si Josué les hubiera dado reposo (evidentemente, la entra
da en Canaán no logró esto), él (es decir, el Espíritu Santo, cf. 3: 7) no ha
bría hablado después (por medio de David o en los días de David) de otro
día». El glorioso Estado de Israel era aún futuro, y, aunque otros “reposos”
que habían existido con anterioridad a los tiempos de David podrían ser
simbólicos de lo que había de venir, se estaba haciendo hincapié en el cum
plimiento último del plan de Dios para su pueblo. Dado que esto no se lo
gró por su incredulidad, el “reposo” era aún futuro. No obstante, por la ex
periencia de la salvación personal, el individuo podía disfrutar de ese “reposo”
aquí y ahora a través de la gracia mientras se preparaba para la experiencia
plena en último término en el reino de la gloria.
10. Cf. el enfoque de un autor más reciente: «El séptim o día de D io s no tiene estribi
llo de cierre com o los demás días: “Fue la tarde y la mañana”. Su reposo es sempi
terno y es santo, y en el m undo del hombre el sábado es la manera aportada para
“entrar en su reposo”», G eorge T. M ontague, The Holy Spirit: Growth of a Bthlical
Tradition (N ueva York, 1976), p. 64.
Apéndice F
El «día del Señor» en el siglo II
Kenneth A. Strand
Una referencia del “día del Señor”ligeramente anterior (hacia 180 o 185
d. C.) la hizo el obispo Ireneo de Galia, pero Ireneo parece haber estado
hablando del domingo de Pascua más que del domingo semanal: «Esta
[costumbre] de no doblar la rodilla en domingo es un símbolo de la resu
rrección, a través de la cual se nos ha dado liberación, por la gracia de Cris
to, de los pecados y de la muerte, que ha sido ejecutada bajo él. Ahora bien,
esta costumbre surgió de tiempos apostólicos, como el bendito Ireneo, már
tir y obispo de Lyon, declara en su tratado Sobre la Pascua , en el que también
hace mención de Pentecostés; [fiesta] en la que no doblamos la rodilla,
porque es de igual significación que el día del Señor, por la razón ya alegada
al respecto».3
Según observaron los editores de la colección A n te -N ic e n e F athers , esta
referencia debe de ser a la Pascua.4 Parece claro que se contemplan dos
acontecimientos anuales, porque Pentecostés, un acon tecim ien to a n u a l, es
puesto en comparación con el «día del Señor».
Algunas fuentes apócrifas
Ciertas fuentes apócrifas que quizá se escribieron hacia mediados del
siglo II también usan la designación “día del Señor”, pero no en clara refe
rencia al domingo semanal. El Evangelio de Pedro, por ejemplo, aplica dos
veces el término al díá mismo en que tuvo lugar la resurrección de Cristo.5
Y la Epístola de los apóstoles hace una curiosa referencia al “día del Señor”
como la «ogdóada».6
En los Hechos de Juan hay una referencia al “día del Señor” que parece
aludir al sá b a d o .7 Sin embargo, parecería que los fantasiosos H echos de
3. “Fragments from the L ost W ritings o f Irenaeus”, 7 (A N F 1:569, 570).
4. ANF 1.569, nota 9.
5. Evangelio de Pedro, 9 ,1 2 (ANF 8:8).
6. Epístola de los apóstoles (trad. inglesa en M . R. James, The Apocryphal Nevo Testa
menta ed. corr. [O xford, 1953], p. 491). N o está claro qué significa ‘ogdóada’en este
contexto.
7. Hechos deJuan (ANF 8 :5 6 0 ,5 6 1 ). El pasaje dice lo siguiente: «Y los soldados, ha
biendo tom ado los m edios de transporte públicos, viajaron aprisa, habiéndolo sen
tado [a Juan] en m edio de ellos. Y cuando llegaron al primer cambio, siendo la
hora del desayuno, le suplicaron que tuviera buen ánimo, tomara pan y comiera
con ellos. Y Juan dijo: Verdaderamente me regocijo en mi alma, pero entretanto no
deseo tomar ningún alim ento [ ...] . Y en el séptim o día, siendo e l día del Señor, les
dijo: A hora es el m om ento de que también yo comparta la comida». El «séptim o
día» puede referirse aquí específicamente al sábado, séptimo día de la sem ana, o
puede referirse al séptim o día del viaje. En este caso, evidentem ente, el día seguiría
Apéndice F 4 8 9
P edroy por otro lado, se refieren al domingo cristiano semanal en su uso del
término.*8 Sin embargo, la datación de los Hechos de P edro , así como de la
sección de los Hechos de Juan que menciona el wdía del Señor” resulta es
pecialmente difícil, y es posible que ambas referencias puedan ser posterio
res al siglo II.9
Bernabé de Alejandría y Justino Mártir en Roma
Estudios recientes han planteado la cuestión de si Bernabé de Alejan
dría (c. 130 d. C.) y Justino Mártir en Roma (c. 150 d. C.), sobre cuyas re
ferencias principales al domingo se ha llamado la atención anteriormente
en el capítulo 7 y el apéndice B, estaban familiarizados con la expresión 'día
del Señor' para el domingo semanal.10 El hecho es que ninguno de estos
Padres de la iglesia usa esta expresión en sus escritos que nos han llegado,
sino que usan, en su lugar, las designaciones «octavo día» y «día del sol» para
el primer día de la semana.11
Obviamente, este silencio descarta recurrir a estos dos Padres de la igle
sia como evidencia de que se llamase al domingo "día del Señor” en su época
y en su entorno. Por otra parte, no debería utilizarse el mismo silencio como
siendo sábado. Ello es así porque no se permitía el ayuno en sábado en la región a
la que se circunscribe el documento: la provincia romana de A sia, en el m undo
cristiano oriental, que no adoptó el ayuno en sábado, sobre el problema de la fecha,
véase la nota 9.
8. L os Hechos de Pedro contienen una extraña mezcla de hechos posibles y de obvia
ficción (en esta categoría, por ejemplo, ¡un perro que habla lleva mensajes entre
Sim ón Pedro y Sim ón el M ago!). Las referencias al “día del Señor” de interés
fundamental se encuentran en los párrafos 2 9 ,3 0 (James, op. cit.y
pp. 3 2 9 ,3 3 0 ).
9. A dem ás de los materiales introductorios de ANF y James {op. cit.)
citados en
las notas anteriores, véase Edgar H ennecke, New Testament Apocrypha (Filadelfia,
1963) (es decir, la traducción inglesa de la edición de W ilh elm Schneem elcher
de New Testament Apocrypha de H ennecke), especialmente 2:195, 196, para un
estudio relativo a los diecisiete capítulos introductorios de los Hechos de Juany en
los que aparece el material sobre el “día del Señor” (véase la nota 7). Sin embargo,
la propia referencia al “día del Señor” no recibe m ención alguna. Tam bién presta
breve atención a algunos apócrifos que hem os m encionado más arriba Jacques
H ervieux, The New Testament Apocrypha (N ueva York, 1960).
10. Véase, por ejemplo, Walter E. Straw,Origin of Sunday Obsérvame in the Christian
Church Sabbath and
(W ashington, D .C ., 1939), p. 35. A dem ás, Robert L. O d om ,
Sunday in Early Christianity que
(W ashington, D .C ., 1977), p. 130, menciona
“día
Justino no llama «ni una vez» al «primer día de la semana ni “día de reposo” ni
del Señor”».
11. «Octavo día» en Bernabé, cap. 15 y en Justino, Diálogo con Trifón,
cap. 41 {ANF
1:147,215); «día del sol» en Justino, 1 Apología
67 {ANF1:186).
490 El sábado en las E scrituras y en la historia
Los adventistas del séptimo día constituyen, por mucho, el grupo más
numeroso de los cristianos que observan el viernes de noche y el sábado
como día de reposo. Los aspectos generales de los antecedentes y el desa
rrollo de su teología sabática han sido objeto de estudio en el capítulo 13.
Las aportaciones vanguardistas de Joseph Bates a este desarrollo merecen
un análisis más estrecho.
Aunque, según se ha señalado en el capítulo 13, la teología sabática de
los adventistas del séptimo día debe mucho a los puntos de vista sostenidos
por los bautistas del séptimo día a comienzos del siglo XIX, los adventistas
del séptimo día hemos construido una teología sabática única tomando lo
que aprendimos de los bautistas del séptimo día y uniéndolo en una com
pleja escatología bíblica. Joseph Bates, junto con otros pioneros adventistas
del séptimo día,1fue guiado a esta teología sabática escatológica como con
secuencia, en parte, de su experiencia como defensor destacado del adven
tismo millerita. Sus aportaciones paulatinas al adventismo del séptimo día
se entenderán mejor tras un breve vistazo a algunas de las creencias de los
adventistas milleritas.2
£1 adventismo millerita
El movimiento adventista millerita, bajo el liderazgo de William Miller,
de Low Hampton, Nueva York, fue el aspecto estadounidense de un fenó
meno más o menos mundial de comienzos del siglo XIX al que a veces se
denomina Gran Despertar del Segundo Advenimiento. Tres temas que
identificaban en especial al millerismo fueron (1) que los “2300 días” de
Daniel 8: 14 acabarían con la segunda venida de Cristo hasta 1843 o 1844;
(2) que la purificación del santuario mencionada en el mismo versículo
había que equipararla con la segunda venida y con la escena de juicio de
octubre
aconte
1. E l n o m b re “A d v e n tis ta d e l S é p tim o D ía ” n o se a d o p tó o fic ia lm e n te h a sta
de 1 8 6 0 . P o r c o m o d id a d , s in e m b a rg o , este a p é n d ic e lo usa p a ra pe rso na s,
Nichol, Tht
c im ie n to s e ideas a p ro p ia d o s antes de esa fe ch a .
Maxwell,
2. E l m e jo r e s tu d io so b re W il lia m M i l l e r y lo s m ille r ita s es F ra n c is D .
Midnight Cry (W a s h in g to n , D .C . , 1 9 4 4 ). Véase ta m b ié n C . M e r v y n
TellIt to the World ( M o u n ta in V ie w , C a lifo r n ia , 1 9 7 6 ), c a p ítu lo s 1 -1 6 .
4 9 8 El sábado en las E scrituras y en la historia
Daniel 7: 9-14; y (3) que, por lo tanto, había llegado el momento de la pro
clamación del mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14: 6,7: «[L]a hora
de su juicio [de Dios] ha llegado».
Cuando, a regañadientes, Miller empezó a predicar en 1831, descubrió,
para su sorpresa, una cálida y entusiasta recepción entre los pastores protes
tantes. Aparte de entre 50.000 y 150.000 laicos, varios cientos de pastores
de diversas confesiones parecen haber aceptado sus puntos de vista. Sin
embargo, durante el verano de 1843 y especialmente en 1844, mientras los
milleritas se concentraban en su preparación espiritual final para el juicio y
la segunda venida, se produjo un cambio de actitud y muchos milleritas
fueron expulsados de sus iglesias presbiterianas, metodistas, congregaciona-
listas, bautistas y de otras confesiones.
El nuevo estudio de Apocalipsis 14 llevó a los milleritas a la interpreta
ción de que, antes de que pudiera tener lugar la segunda venida de Cristo,
el primer ángel debía ser seguido por un segundo ángel (vers. 8), que decla
ra: «Ha caído, ha caído Babilonia». Los milleritas llegaron a la conclusión
de que Babilonia era un símbolo de las iglesias que habían rechazado el men
saje del primer ángel sobre la hora del juicio y de que había llegado el mo
mento de predicar el mensaje del segundo ángel y de llamar al verdadero
pueblo de Dios (18: 4) a salir de sus iglesias caídas.
Este, brevemente, fue el núcleo de las doctrinas características sosteni
das por los milleritas —Joseph Bates entre ellos— cuando Bates se vio ex
puesto por vez primera al sábado, séptimo día de la semana.
La teología sabática inicial de Joseph Bates
En el capítulo 13 se ha contado el relato de la aceptación del sábado por
parte de Joseph Bates tras la lectura de las publicaciones de T. M. Preble en
marzo de 1845. Según se señaló también en ese capítulo, en agosto de 1846
Bates sacó a la luz la primera edición de su influyente opúsculo The S even th
D a y S abbath , a P erp etu a l Sign y F rom the B egin nin g, to the E n te rin g In to the
G ates o f the H o ly C ity , A ccording to the C o m m a n d m en t [El sábado, séptimo
día de la semana, señal perpetua, desde el comienzo hasta la entrada por la
puertas de la santa ciudad, según el mandamiento].3
Esta publicación inicial de la cuestión del sábado por parte de un pione
ro del movimiento adventista del séptimo día contenía muchos elementos
que era probable que resultasen familiares para sus lectores milleritas; sin
3. N e w B e d fo rd , M a s s a c h u s e tts .
Apéndice G 4 9 9
semanal y que, así, facilitó la propagación del adventismo del séptimo día.
Si a eso vamos, parece que el propio sábado, séptimo día de la semana, fue
objeto de interés generalizado entre los milleritas durante el verano de 1844,
para consternación de sus principales dirigentes.7
Así, cuando la gente leyó la primera edición de The S even th D a y S a b b a th ,
a P erpetu al Sign> de Bates — y la mayor parte de sus lectores fueron adven
tistas milleritas— , muchos descubrieron que coincidían con gran parte de
lo que decía, la mayoría sobresaltándose principalmente por su insistencia
en que el día de reposo había que santificarlo el sábado, no el domingo.
Sin embargo, además de su hincapié familiar y su presentación del sába
do bautista del séptimo día, el opúsculo de Bates también contenía una idea
totalmente nueva. Después de que Bates hubiera empezado a guardar el sá
bado en marzo de 1845, se fijó en algo que la mayoría de los milleritas había
pasado por alto; concretamente, que antes de la segunda venida de Cristo
los ángeles primero y segundo de Apocalipsis 14 habían de ser seguidos por
un tercer ángel con una advertencia contra la marca de la bestia. Bates tam
bién se fijó en que Apocalipsis 14: 12 describe a los santos de los últimos
días como un pueblo constituido por personas «que guardan los manda
mientos de Dios y la fe de Jesús».
La referencia a la observancia de los mandamientos contribuyó a con
firmar a Bates en su nueva convicción sobre el sábado. Le pareció que, en
un sentido especial, había llegado el momento en que el pueblo que había
proclamado los mensajes primero y segundo reconociese el mensaje del
tercer ángel y guardase el sábado de los Diez Mandamientos, y esto lo men
cionó de forma breve en su libro.8
La correlación por parte de Bates
entre el sábado y el santuario celestial
Ya cuando Bates estaba listo para preparar la segunda edición de The Re
, había añadido a su pensamiento dos
v e n tó D a y Sabbathy a P e rp e tu a l S ig n
conceptos adicionales que habían de convertirse en característica exclusiva
de la posición en desarrollo del adventismo del séptimo día. Para entender
los, resultará útil echar otro vistazo al adventismo millerita.
Hemos indicado que los milleritas dieron por sentado que existe un
paralelo entre la purificación del santuario de Daniel 8:14 (según la versión
7. V é a n s e lo s e d ito ria le s de The Midnight Cry, 2 2 d e a g o s to , 5 de s e p tie m b re y 15 de
s e p tie m b re d e 1 8 4 4 .
8. The Seventh Day Sabbathy a Perpetual Sign, p. 24.
Apéndice G 5 0 1
proporcionaron una base atractiva para una colaboración ulterior entre los
White y Bates en el desarrollo en curso del adventismo del séptimo día.
Un segundo acontecimiento históricamente significativo fue la visita
que Bates realizó hacia noviembre de 1846 a Edson, Hahn y Crosier en
Canandaigua y Port Gibson, Nueva York.15 Evidentemente, precisamente
en el transcurso de su conversación con estos creadores del número extraor
dinario del D a y -S ta r, periódico que tanto había influido en él tiempo atrás
el mismo año, Bates empezó a capar por vez primera una conexión entre el
sábado y la entrada de Cristo en el lugar santísimo del santuario celestial
en 1844.
En enero de 1847, tras su vuelta a casa, en Fairhaven, Massachusetts,
Bates puso en circulación una segunda edición ampliada16 de su S eventh D a y
Sabbathy a P erp etu a l Sign y tras haberse agotado la primera edición. Aprove
chó la ocasión para ampliar su exposición del mensaje del tercer ángel ofre
ciendo una identificación de la marca de la bestia a la que se alude en ese
mensaje y en Apocalipsis 13:16,17. Preguntaba: «¿No está claro que [guar
dar] el primer día de la semana como día de reposo o día sagrado es una
marca de la bestia?».17
En esta segunda edición, Bates también desarrolló, por vez primera de
forma impresa, la sugerencia de Edson, mencionada más arriba, sobre el
cumplimiento de Apocalipsis 11:15-19. Específicamente, Bates observó
que muchas personas (¿Preble? ¿J. B. Cook? ¿El mismo? ¿Otros?) habían
publicado recientemente material a favor del sábado, séptimo día de la se
mana.18 Como posible razón de este significativo aumento del interés en el
sábado, propuso que cuando el séptimo ángel (Apoc. 11:15) tocó su trom
peta y se abrió el templo del cielo y se reveló espiritualmente el arca del
testamento, el Espíritu de Dios «provocó una impresión indeleble» en la
mente de la gente para que escudriñase en «las Escrituras el Testimonio
de Dios».
Añadió con cautela: «No digo que esta visión del arca en el Apocalipsis
sea real, pero creo que la inferencia es incisiva. No veo a qué más puede
referirse».19
Esto ocurrió en enero de 1847. La vacilación de Bates quedó rápidamen
te despejada. El 6 de marzo, en Fairhaven, Massachusetts (posiblemente en
15. E dson, . op cit.y a lu d e a esta v is ita .
16. N e w B e d fo rd , M a s s a c h u s e tts .
17. 2 a e d ., p p . 5 8 ,5 9 .
18. Ibíd.y p p . i i i , iv.
19. Ibtd.
504 El sábado en las E scrituras y en la historia
Tras la visión, Elena G. de White indicó que creía que Dios quería que
su esposo pusiese en marcha un periódico y que Bates preparara una nueva
publicación (como habían sugerido algunos en el encuentro de Topsham).
Una vez que los asistentes quedaron satisfechos de que la Biblia apoya el
punto de vista de que el sello de Apocalipsis 7 es el sábado, Bates, en enero
de 1849, sacó a la luz un folleto titulado A S eal o fth e L iv in g God. A H u n d re d
F o rty-F o u r Thousand ' o f the S e rv a n ts o f G o d B ein g Sealedy in 1 8 4 9 [ Un sello
del Dios vivo. Ciento cuarenta y cuatro mil de los siervos de Dios que están
siendo sellados en 1849].37 En esta obra ligó explícitamente el sábado, sép
timo día de la semana, con el sello escatológico de Apocalipsis 7. También
asoció esta nueva interpretación del sello con su opinión anterior de que
representaba el desarrollo del carácter. Dijo que, a medida que Jesús purifi
ca el santuario celestial, sella y borra los pecados únicamente de las personas
que demuestran fuerza de convicción mediante una fiel observancia del
sábado.38También enseñó que los 144.000 que serán sellados por el sábado
son los santos, y únicamente los santos, que estén vivos en la segunda veni
da.39 ¡La perspectiva de que el mensaje del sábado se difundiera, partiendo
de algunas poblaciones estadounidenses, a todo el mundo cristianizado y de
que el número de sus partidarios aumentase de algunas docenas a 144.000
no aminoró en lo más mínimo la confianza de Bates en la significación de
su teología!
En julio de 1849 Jaime White puso en marcha 7he P resen t T ru th y y en
agosto de 1850 The A d v e n t R e v ie w . En noviembre de 1850 White fusionó
los elementos clave de ambos periódicos y los incorporó en la revista Second
A d v e n t R e v ie w y a n d S abbath H era ld y que sigue publicándose. El título de la
revista no tenía nada que ver con la futura segunda venida de Cristo. Más
bien, prometía al lector que la publicación se proponía seguir repasando la
evidencia de que Dios había estado en el despertar adventista que había
culminado en octubre de 1844 y que, por lo tanto, la nueva función de Cristo
en el santuario celestial desde esa fecha proporcionaba una significación
destacada a la teología y la práctica del sábado.
La Second A d v e n t R e v ie w a n d S abbath H e ra ld fue la sucesora directa de
la serie de publicaciones del propio Bates. Su cabecera llevaba los nombres
de Jaime White y J. N. Andrews. Con la comunicación ahora confiada a sus
colegas más jóvenes, Joseph Bates concluyó su servicio como principal pu-
blicador de la teología sabática adventista.
37 . V éanse las n o ta s 3 4 ,3 7 .
38 . Ibíd.y p p .2 0 ,3 7 .
39. Ibíd., p. 5 4 .
510 El sábado en las E scrituras y en la historia
53. Elena G . de W h ite, «The W ork o f the Minister», Review and Herald
' 11 de sep
tiembre de 1888, p. 578.
54. E d. rev.,The Religious Liberty Library, n° 14 (Battle C reek,M ichigan, 1893).
Apéndice H
£1 sábado en un mundo redondo
Raymond F. Cottrell y Lawrence T. Geraty
persona que cruza en dirección opuesta debe insertar un día natural adicio
nal repitiendo un día. Se hizo habitual que los barcos que atravesaban el
océano Pacífico realizaran este ajuste en su cálculo del calendario en medio
del océano, originalmente a mediodía, pero al final a medianoche, inmedia
tamente después de cruzar el meridiano 180.3
Los primeros viajeros que se dieron cuenta de la pérdida de un día na
tural al circunnavegar el globo de Este a Oeste fueron los que navegaron
con Magallanes en su famoso viaje de 1519 a 1522. Habiendo llevado una
cuenta minuciosa de los días de singladura, llegaron a las islas de Cabo
Verde en lo que, para ellos, era el miércoles 9 de julio 1522. ¡Imaginémonos
su consternación al descubrir que era el jueves 10 de julio, según el cómpu
to local, en las islas! Cuando llegaron a puerto en Sevilla, España, en lo que
pensaban que era el sábado 6 de septiembre, era ya, en realidad, domingo 7
de septiembre en Sevilla.4 Habían perdido un día natural entero de su cál
culo sin saberlo, aunque el tiempo real transcurrido era el mismo para ellos
que para los que se habían quedado en España.5
Asimismo, cuando Sir Francis Drake volvió a Plymouth, Inglaterra, des
pués de navegar alrededor del mundo en 1580, de nuevo de Este a Oeste,
era domingo 26 de septiembre a borde de su buque, pero lunes 27 de sep
tiembre en Plymouth.6
Si estos trotamundos pioneros hubiesen viajado en la dirección opuesta
—de Oeste a Este—, habrían gan ado un día de tiempo natural.
Durante el siglo XIX, la mayoría de los misioneros y los colonos proce
dentes de Europa a las islas del Pacífico navegaron hacia el Este, en torno
al cabo de Buena Esperanza. Muchos de ellos recalaron en islas al este del
meridiano 180 sin darse cuenta de la necesidad de añadir un día a su cálcu
lo repitiendo un día. Esto ocurrió con los que recalaron en la isla Pitcairn y
con los misioneros de las islas de la Sociedad, de Samoa,CookyTonga,por
ejemplo.7También ocurrió con los colonos rusos que se asentaron en Alas-
ka.8 En consecuencia, los cristianos de esas islas y de Alaska observaban, en
3. Señalado por Uriah Sm ith, «Tim e on a Round W orld» [El tiempo e n un m undo
redondo], Review,15 de octubre de 1889, p. 648.
4. Robert Leo O dom , The Lord’s Day on a Round World
(NashviUe,Tennessee, 1970),
p. 70.
5. Ibíd
6. Ibíd, p. 73.
7. Ibíd., pp. 1 0 5 ,1 1 8 ,1 3 9 ,1 4 5 ,1 6 4 .
8. Ibíd., p. 128. Tras la compra de Alaska por los Estados U nidos ea 1 8 6 7 ,lo s num e
rosos artículos de la Review que abordaron el problem a del sitad o y el dom ingo
incluyeron, por ejemplo, J. M . A ldrich, «Witty», 2 de julio de 1867, p -4 4 ; Uria-h
Apéndice H 5 1 9
realidad, el sábado pensando que era domingo (como lo era en realidad in
mediatamente al otro lado de la línea de cambio de fecha y en Europa).9
Décadas después, Alaska y todas esas islas, salvo Tonga, efectuaron el cam
bio oficial para coordinar los días de su calendario con su ubicación geográ
fica al este del meridiano 180.10
En cambio, las islas Filipinas fueron colonizadas por los españoles, que
navegaron hacia el Oeste cruzando el Atlántico y el Pacífico. Así, su domin
go caía en realidad en lunes, hasta que se realizó el ajuste oportuno.11
En Estados Unidos, el público general fue consciente de la realidad de
una “línea de cambio de fecha” con la compra de Alaska a Rusia en 1867.
Como se ha mencionado anteriormente, la ubicación de esta línea de cam
bio de fecha quedó establecida como el meridiano 180 por el Congreso
Internacional del Meridiano Cero de 1884.
En las décadas finales del siglo XIX, los viajes y el comercio pujantes
entre la costa occidental de Norteamérica y el Oriente intensificaron la
conciencia de la existencia de una línea de cambio de fecha, y los críticos del
sábado desinformados se aferraron al enigma de la línea de cambio de fe
cha, por entonces de todos conocido, como una estratagema conveniente
para confundir el tema del sábado, aunque al menos algunos de ellos es
taban, evidentemente, honestamente confundidos también en sus propios
pensamientos.12
Sm ith, «A Very Poor Joke», 17 de enero de 1871, p. 36; ídem , «The Facts o f the
Case», 21 de febrero de 1871, p. 76; J. N . Andrews, «The Advantages o f the Sun-
day-Sabbath in B ein g E asily K ept A ll O ver the G lobe», 22 de agosto de 1871,
pp. 73, 74.
9. Véase la nota 8.
10. O dom , op. cit Re-
., pp. 1 0 5 ,1 2 8 ,1 6 4 ; K. H . W ood, «From the E ditors’M ailbag»,
viewy 16 de mayo de 1968, p. 13; L. A . Sm ith, «It M akes a Difference», Review ,
18 de noviembre de 1902, p. 6.
11. Véase «D ate Boundary Line», Reviewy Scientific
10 de febrero de 1891, p. 87, de
American. Para un mapa que muestra la línea de cambio de fecha curvándose al
oeste de las islas Filipinas, véase Uriah Sm ith, «T im e on a Round W orld», Reviewy
1 de octubre de 1889, p. 616.
12. Num erosos artículos de la Review intentaban paliar los argumentos confusos y
poco claros presentados por los críticos del sábado, séptimo día de la semana. Por
ejemplo: Uriah Sm ith, «The Sabbath in the Arctic Regions», 9 de septiembre de
1862, pp. 117, 118; «D efen se o f the Truth in Saginaw C o., M ich .», 16 de julio
de 1867, p. 74; J. H . W aggoner, «A Day A ll Around the W orld», 28 de febrero de
1871, p. 85; F. J. Bidder, «Turning the W orld U pside D ow n», 21 de marzo de 1871,
p. I l l ; J. N . Andrews, «Solution o f Problems Relating to the D ay Line», 4 de julio
de 1871, pp. 17,18; C. W . Stone, «A Curious Fact», 10 de mayo de 1877, p. 148; Uriah
Sm ith, «Im potent O pposition», 4 de abril de 1878, p. 108; idem , «U ncalled-for
520 El sábado en las E scrituras y en la historia
Interesa señalar que mientras que con anterioridad a 18 67 solo había habi
do cuatro artículos sobre el sábado en ua mundo redoado en The A d v e n t R e
v ie w a n d Sabbath H erald, 13 en ese año concreto hubo tres.*
1314 La culminación se
produjo cuatro años después, en 1871, ¡con veintiún artículos sobre eL tema!15
El propósito de esa avalancha de artículos era aclarar el hecho de que
quitar o insertar un día natural al cruzar el Pacífico no tiene efecto alguno
en el tiempo real, a pesar del hecho de que los que realizan el viaje tienen
una semana de solo seis días naturales si su dirección de viaje es de Este a
Oeste, o una semana con ocho días naturales si van en la dirección opuesta.
La solución del problema, según los artículos, era que el requisito bíblico de
un sábado, séptimo día de la semana, puede guardarse en un mundo redon
do cuando se observa de puesta a puesta de sol, según la hora local, doquier
p u ed a ocurrir que se encuentre una perso n a .
Especialmente notable es la extensa serie de ocho largos artículos de
portada sobre el asunto escritos por J. N. Andrews entre el 30 de mayo y el
22 de agosto de 1871.16 Como otros autores, señaló que los críticos del día
de reposo en el séptimo día de la semana que sustituían este día, especifica
do por Dios, con el concepto más general de una séptima parte del tiempo
afrontaban exactamente el mismo dilema de tener una semana de solo seis
días si iban al Oeste, o una semana con ocho días yendo al Este.
En la tierra del sol de medianoche
Por encima del Círculo polar ártico (66° 33' de latitud norte) o por de
bajo del Círculo polar antártico (66° 33’ de latitud sur), la observancia del
Solicitude», 9 de agosto de 1887, p. 505; G. B.Thom pson, «The 144,000 o fR e v e -
lation 14», 8 de octubre de 1889, pp. 6 2 7 ,6 2 8 ; L. A . Smith, «The Sabbath and the
Calendar», 26 de abril de 1906, p. 5.
13. A . H . H utchins, «The Sabbath», Review, 6 de enero de 1 8 5 3 ,p. 134; Uriah Sm ith,
«The Sabbath in the Arctic Regions», Review, 9 de septiembre de 1862, pp. 117,
118; J. N . Loughborough, «The Sabbath on a Round World», Review, 11 de o c
tubre de 1864, pp. 157,158; Uriah Smith, « H o w Can the Sabbath Be Kept at the
N orth Pole?», Review >2 de abril de 1867, p . 201.
14. J. M . A ldrich, «W itty», Review , 2 de julio d e 1867, p. 44; «D efense o f theT ru th in
Saginaw C o., M ich.», Review, 16 de julio d e 1867, p. 74; J. M. A d r ic h ,« W itty » ,
Review, 2 de julio de 1867, p. 44; Uriah S m ith , « W h ereD ces th e D ayB egin ?»,
Review, 2 de abril de 1 8 67,p . 201.
15. D oce de J. N . Andrews, incluyendo una serie especial de ocho artículos, yn u eve de
otros autores.
16. Cada artículo de la serie tuvo un título diferente. La serie n o está acompañada de
explicación alguna, pero la longitud délos artículos y la posición de prominencia
que se les concedió refleja considerable inquietud por el tema.
Apéndice H 5 2 1
sábado se complica por el hecho de que durante un lapso cada verano el sol
permanece por encima del horizonte continuamente sin ponerse, mientras
que durante un período comparable cada invierno permanece por debajo
del horizonte sin salir durante varios días, semanas o meses (dependiendo
de la latitud).
La mayoría de los adventistas del séptimo día que residen en el Artico
comienzan el sábado durante estos períodos de luz u oscuridad perpetuas en
el momento que el sol alcanza su punto más bajo (es decir, su nadir) —siem
pre por encima del horizonte en verano y por debajo del horizonte en in
vierno17—. Dado que en invierno nunca se ve el sol, estas horas se calculan
y se imprimen en “tablas de puesta de sol” para sus respectivos emplaza
mientos. Otros comienzan el sábado a la hora de la última puesta visible de
sol (que es idéntica a la primera puesta visible de sol al final de estos períodos).18
Al hacerlo, aplican el requisito bíblico de tarde a tarde a la relación real
entre la Tierra y el Sol.
Dependiendo de la latitud, la última puesta visible de sol del invierno
ocurre hacia el mediodía del viernes y la última puesta visible de sol del
verano aproximadamente a medianoche del viernes.19Otros más, durante el
invierno, cuando el sol no es visible, emplean la “teoría del crepúsculo”.
Según esta práctica, el sábado está limitado por el tiempo entre el crepús
culo (la disminución de la luz) y la llegada de la oscuridad total.20
En años recientes, se ha sugerido una interpretación de una observancia
del sábado desde las 6 de la tarde hasta las 6 de la tarde siguiente.21 Para
promover una mayor unidad de práctica, la División Noreuropea Adventis
ta del Séptimo Día nombró una comisión de estudio para que repasara la
historia de la práctica, investigar los datos bíblicos y teológicos que tienen
incidencia en los límites del sábado e hiciera recomendaciones relativas a
17. C om unicación oral de Fmn H . Opsahl, secretario-tesorero, U nión-A sociación
N órdica O ccidental A dventista del Séptim o D ía, 28 de febrero de 1980. Esta
hora puede ser solo las 10:30 de la mañana el viernes por el intento, por parte de
Noruega, de mantener todo el país en una zona horaria pese a que se extiende a
lo largo de tres desde Bergen (longitud 5° este), al O este, hasta Kirkenes (longitud
30° este), al Este
18. O dom , op. cit.yp. 201.
19. Ibíd.
20. Este punto de vista, doquier fuese aplicable, fue defendido por la com isión de la
D ivisión Noreuropea el 18 de mayo de 1955 tras haber sido propuesto ya en 1951
por com isiones de asociaciones y uniones locales de Noruega.
21. Especialm ente un artículo de H . N ordnes en Advent-inform, noviembre de 1979.
5 2 2 El sábado en las E scrituras y en la historia
cas o relojes. Este acuerdo no ocasiona más dificultad a las personas acos
tumbradas a él que el procedimiento más convencional en el resto del mundo.2’
El principio fue formulado acertadamente por una autoridad adventista
del séptimo día: «Dios hizo su sábado para un mundo esférico; y cuando el
séptimo día nos llega en este mundo redondo, controlado por el sol que rige
el día, ese es el tiempo en todos los países para observar el sábado».2324
23. Este punto con respecto al m étodo de la «última puesta visible de sol» para el
cálculo de la hora en que empezar el sábado fue objeto de hincapié en numerosos
artículos de la Review: Uriah Sm ith, «The Sabbath in the Arctic Regions», 9 de
septiembre de 1862, pp. 117,118; S. N . Haskell, «The M id n igh t Sun», 27 de agos
to de 1889, pp. 5 3 7 ,5 3 8 ; Uriah Sm ith, «Sunset in Norway», 28 de mayo de 1901,
p. 344. T anto H askell com o Sm ith docum entaron conversaciones con residen
tes permanentes al norte del Círculo polar ártico que contaron cóm o llevaban la
cuenta de la «salida» y la «puesta de sol» y el inicio y el fin del día, y que expresaban
sorpresa de que nadie creyese que resultase difícil hacerlo.
24. Elena G . de W h ite, carta 1 6 7 ,1 9 0 0 .