Вы находитесь на странице: 1из 34

África recuperada: el código Changó.

Saberes, historias y culturas de matriz africana en la literatura colombiana.


Propuestas para un programa de investigación afroLatinoamericano.

EL CÓDIGO CHANGÓ: LOS MISTERIOS DEL MUNTU

Por Darío Henao Restrepo1


Profesor Titular
Escuela de Estudios Literarios

Resumen
Este trabajo rastrea y sitúa la cosmovisión mito-poética de matriz africana en la novela del
colombiano Manuel Zapata Olivella: Changó, el gran putas. El objetivo es hacer un
análisis del código poético, aquí denominado “código Changó”, con el fin de mostrar como
el autor elabora una singular y renovadora representación de la diáspora africana en la
literatura latinoamericana, poetizando el Muntu desde la cosmovisión de las religiones de
origen africano: el candomblé, la santería y el vodú. Inédito proyecto creativo en la novela
afroamericana a través del cual Zapata Olivella reivindica la contribución de los
esclavizados al mundo y replantea el papel de África en la conformación de la modernidad,
del sistema-mundo capitalista. Diáspora, memoria, travesía, malungaje, resistencia,
negociaciones, cimarronaje, coexistencia, desplazamientos, libertad, luchas y derechos
civiles son los temas que emergen en la representación poética de Changó, el gran putas,
novela afro-diaspórica, transnacional, hibrida, que apuesta por una visión descolonizadora,
crítica del eurocentrismo y los viejos paradigmas del colonialismo y los prejuicios de raza,
abriendo campo para nuevas formas de pensar la diáspora africana e su aporte a la
humanidad.

Palabras claves: Literatura hispano-americana; Literatura afrocolombiana; Manuel Zapata


Olivella; Changó, el gran putas; Literatura, historia, mito y religiosidades afroamericanas.

1Profesor Titular de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle.


Doctor en Literatura Latinoamericana de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
La visión del mundo inspiradora de Manuel Zapata Olivella

En África decimos que el viaje más largo es el que hacemos del mundo de afuera hacia dentro de
nosotros mismos.
Sotigui Kouyaté, Griot de Mali2

“¡Oídos del Muntu, oíd!”. Con este llamado, de principio a fin, el poemario La
tierra de los ancestros irriga el ritual mito-poético de Changó, el Gran Putas. Los 11 cantos
que lo componen animan la dimensión espiritual de la lucha por la libertad en las historias
narradas por el babalao Ngafúa, una especie de alter ego del autor. Estos poemas – Orichas.
Deja que cante la kora; Sombra de mis mayores; Ngafúa rememora el irrompible nudo de
los vivos con los muertos; Invocación a los grandes orichas; La maldición de Changó;
Ngafúa, en sueños, entreoye la maldición de Changó; Canto a Changó, oricha fecundo;
¡Changó! ¡Changó! ¡Buscaste fuera de África la Loba Blanca!; La despedida. Bienvenida a
Elegba abridor de puertas, Orúnla, vigila tus tablas, Despedida de las cien mil tribus – le
otorgan desde su inicio el tono épico al relato y expresan los códigos de las religiones
afroamericanas que lo sustentan. Códigos a través de los cuales se han mantenido durante
varios siglos los nexos más profundos entre África y América. 3 Diálogo cultural que
nunca se rompió pese a todas las barreras impuestas por los amos esclavistas y la visión
convencional sobre África, habitualmente basada en la historiografía de la etapa colonial
sobre la cultura y la historia africana para pasar entonces a demostrar las etapas por las
cuales evolucionó la cultura afroamericana a lo largo del tiempo a partir de aquel original
africano. Sin caer en ningún tipo de esencialismo, la novela se construye a partir de la
metáfora del diálogo, de la mirada mutua entre africanos y afroamericanos, cocción variada
y compleja a lo largo del tiempo y al mismo tiempo, como lo comprendió Zapata para
configurar una poética de la relación con otras vertientes de las culturas humanas; poética
presente en la representación de la triada América/África/Europa, con los intercambios

2 Documentário: Sotigui Kouyaté: um griot no Brasil. https://www.youtube.com/watch?v=sJd1te_3pjI


3 Ver (MATORY, 2015). El libro de este antropólogo afroamericano analiza lo que él denomina como “la
religión del Atlántico negro” como signo central del diálogo e intercambio permanente entre los africanos y
los afroamericanos.
fraguados durante varios siglos de difícil, conflictiva y no pocas veces violenta
convivencia. De esta convivencia Zapata le confiere centralidad a las vertientes
invisibilizadas - afro e indígena –, lugar desde el cual elabora la saga de las luchas de los
afroamericanos por la libertad.

La comprensión de los nexos y el continuo diálogo entre África y América presiden


el rescate y la reelaboración literaria de la cosmovisión de las religiones de origen africano
– el candomblé, la santería y el vodú-, perspectiva pionera en América Latina para poetizar
el sentido más profundo y revolucionario de la diáspora africana. De estos códigos emana
la poderosa y renovadora fuerza literaria y cognitiva de la novela; su configuración
narrativa - poema, mito, canción, historia y filosofía - se arma con la diversidad de
elementos de la religiosidad. Profecía, redención, plegaria y sanación, se nutren de todas
las tradiciones – africanas y afroamericanas, en primer lugar, e indígenas y europeas - para
burilar el universo poético de la epopeya vivida por los africanos en sus luchas para
alcanzar la libertad. La novela metaforiza el viaje de no retorno de la diáspora para los
africanos. Viaje realizado en los barcos negreros de la infame trata, travesía a la cual se
invita al lector, para que viva esta aventura espiritual al fondo mismo de la humanidad de
quienes nunca aceptaron su condición y siempre anhelaron cambiarla. El sentido político
profundo de la novela deviene de la rebeldía y la lucha por la libertad. Zapata escribe la
saga con la convicción de ser la lucha el aporte más significativo de los esclavizados a la
historia de las Américas.

Como en Pedro Páramo de Juan Rulfo, Gran sertón: veredas de Joao Guimaraes
Rosa, Macunaíma de Mario de Andrade, Los ríos profundos de José María Arguedas, Yo,
El supremo de Augusto Roa Bastos, El reino de este mundo de Alejo Carpentier, Cien
años de soledad de Gabriel García Márquez, modelos emulados por Zapata en el rescate de
las tradiciones y mitologías de las Américas, nos encontramos en el interior de una
experiencia mitológica, artística e intelectual. Como señala Eduardo Subirats en su análisis
de varias de las obras mencionadas,
Estamos en el centro de un proceso creador de formas, símbolos y mitos. Nos
hallamos en el medio de una reflexión esclarecedora sobre memorias destruidas y
palabras falsas. En el corazón emocional y espiritual de las culturas latinoamericanas.
(…) Pero existe todavía otro aspecto más relevante en estas novelas: no sólo asumen
una nueva forma a partir de la oralidad, a partir de mitologías soterradas, y a partir de
las lenguas y memorias originales de América. Todas estas novelas han alimentado y
han sido integradas socialmente como la forma, la conciencia y el espíritu de una
comunidad nacional y latinoamericana, y de su resistencia a su disolución lingüística,
ecológica y política. (SUBIRATS, 2014: 31)

Changó, el gran putas podría agregarse a las cinco novelas analizadas por Subirats
en Mito y Literatura4 por poseer la misma estatura literaria, y por tanto, una obra a la cual
le cabe en toda su extensión la valoración como creadora de formas, símbolos y mitos. Y
con mayor razón, porque rescata esas mitologías soterradas del aporte de la diáspora
africana a las Américas. Con las mitologías africanas Zapata elabora su epopeya, en la que
poesía y prosa se confunden en una misma potencia creadora, transcienden las fronteras
entre las distintas facetas de la condición humana. Todo se constituye en la totalidad del
Muntu. Como lo expresa Zapata:
El fundamento de toda esta novela es el concepto del Muntu, que es un concepto
bantú que alude a la familia, pero no en el sentido tradicional de la cultura occidental,
sino la familia de los hombres vivos y sus difuntos, hermanados con los animales y
los vegetales y los minerales. En otras palabras, ese gran problema que hoy en día se
está planteando la humanidad, de reconocer esa biodiversidad a través de una
fraternidad y no a través de una lucha a muerte. (ZAPATA, 1990: 345)

El Muntu permite amalgamar poesía, música, literatura, filosofía, realidad y ficción;


diversidad de facetas tejidas como ramificaciones del árbol brujo de la libertad, el baobab
sagrado de las milenarias culturas africanas. La mitología y el pensamiento africano, su
concepción de la vida y la muerte, su pervivencia en América fluyen como realismo mítico,
definición que el propio Zapata daba a la forma de representación de la novela. El primer
poema – Orichas. Deja que cante la kora – le imprime el carácter mítico a todo lo que será
relatado en adelante por Ngafúa, el babalao-narrador:

¡Oídos del Muntu, oíd!

¡Oíd! ¡Oíd! ¡Oíd!

¡Oídos del Muntu, oíd!

(La kora ríe


lloraba la kora,


4Subirats no se ocupa de la obra de Carpentier, ni de García Márquez, obras que considero, junto con
Changó, de la misma dimensión de las seleccionadas por este filósofo catalán.
sus cuerdas hermanas

narrarán un solo canto


la historia de Nagó


el trágico viaje del Muntu


al continente exilio de Changó).

(ZAPATA, 2010: 42 )

A la Humanidad se dirige la epopeya narrada. El Muntu la metaforiza. El canto


anuncia el indisoluble destino de los africanos junto con sus dioses, de esa prolongación
que nunca abandonó del todo África: la diáspora que aún en la lejanía de tierras extrañas
sobrelleva su destino con la sabiduría de los Ancestros y la protección de los orichas,
destino escrito en las Tablas de Ifá. En la interpretación mítica de la novela, la diáspora se
da por un castigo de Changó que la envía al “continente exilio”. Exilio forzado que será
protagonista de la resistencia y las luchas libertarias con la protección de Changó y los
demás orichas. Ngafúa canta la epopeya de la diáspora a las Américas acompañado por la
kora, especie de arpa o laúd tocada por los djelis (los griots), bardos profesionales
encargados de conservar las tradiciones e historias épicas orales, y así perdurar la sabiduría
viva de los pueblos africanos.

En los viajes de Zapata al África, tuvo la oportunidad de conocer a los griots,


inspiradores del personaje Ngafúa, el consejero y guía de Nagó, que al tañer de la kora
relata la epopeya de la diáspora. De esta manera se define el lugar desde donde narra, desde
adentro de la cosmología de las Tablas de Ifá. La función de Ngafúa se asemeja a la de los
griots, al mismo tiempo que es un babalawó de Ifá. El papel y la significación del babalawó
en las religiones africanas y afroamericanas, según un diccionario de religiones
afrocubanas:

Babalawó. De las religiones de origen Yoruba. De babá (padre) y awó (adivino,


sacerdote o mano de Ifá). Máxima jerarquía en el sistema de Ifá. Hijos del oricha
Orula (oricha mayor que rige el Ifá), quienes deben poseer una integridad moral y
sexual absoluta. Están investidos de autoridad ritual que les permite determinados
trabajos exclusivos de su dignidad. Los babalawós solo pueden ser hombres. Además
de adivinar mediante Ifá, pueden hacer entrega de los llamados Orichas guerreros:
Ogún portador de fuerza y tenacidad; Elegguá, capaz de abrir y despejar los caminos,
y Osaín que aporta los beneficios de las yerbas. También de Olokun, oricha que sólo
puede ser entregado por estos, aunque en la actualidad existen santeros que hacen
entrega de esta misteriosa oricha. Como parte del ritual, los babalawós cada día
saludan a Olorum de pie ante el sol naciente (el este) con los brazos extendidos y las
palmas de la mano abiertas hacia arriba, con un pensamiento de reconocimiento y
petición. Después se enjuagan la boca y van al pie de sus santos para preguntar con el
ekuele (cadena para la adivinación) cómo será el día. Los babalawós tienen
diferentes categorías según sus poderes, antigüedad y conocimiento en el sacerdocio:
alawó, omo-fá, omo kalaba y olúo. (RAMIREZ, 2014: 57)

Ngafúa se presenta como babalao de Ifá. Esto es, como padre del secreto que recibe
los mensajes por medio de los signos (odús) de las Tablas de Ifá. El babalao, entre los
yorubas, detecta esos odús por medio de los caroços de Ifa o tirando el rosario de Ifa (opele
Ifa), siguiendo ciertas reglas. El papel del babalao Ngafúa está poetizada como la de un
visionario que guía a Nagó y a la diáspora en su nuevo destino, como un sacerdote,
guardián, sabio y profeta bendecido por los Orichas, las supremas deidades protectoras, las
fuerzas supremas de la naturaleza y las potencias creadoras también conocidas como
Vodús, Ogúns, Loas, Guedes y Zakas. Él conoce los misterios de la vida y la muerte porque
su sabiduría proviene de la sombra protectora de los Ancestros. Ngafúa es el chamán y el
bardo, el curandero y el juglar. Cuando invoca a su padre, Kissi-Kama, su voz se vincula al
canto épico de héroe malinke Soundjata:

Dame, padre, tu palabra,

la palabra evocadora de la espada de Soundjata

la sangrienta espada cantada por tu kora


la que bañó en sangre el suelo de Kirina


solo para que Changó-Sol


todas las tardes
 allí manchara su máscara roja.

(ZAPATA, 2010: 43)

Detrás de estos versos hay una larga historia y la geografía de una civilización: la
del pueblo Manden (Mandenka o Mandingo), los pobladores de imperio Mali. (HGA IV,
2010). El canto se refiere a los héroes del Mandingo, cuyas historias Ngafúa escuchaba de
niño, en los brazos de su padre, a la sombra del baobab de profundas raíces. Ahora la
invoca para que estas sabias historia iluminen la suya. “La palabra evocadora de la espada
de Sundjata” alude al legendario héroe de la unidad del imperio Mali en el siglo XIII –
Sundiata Keita - y a la memorable batalla de Kirina, al norte de la moderna Bamako, por
vuelta de 1230, en la cual Sundjata vence a Sumaoro Kante el jefe de los sossos, el pueblo
enemigo de los mandingas.5 Esta victoria unifica a todos los clanes malinquês y sella la
fidelidad a Sundjata, proclamado como rey de reyes del nuevo imperio que se creó: el de
Mali. (DA COSTA E SILVA,1996). Las historias de este imperio han sido trasmitidas por
una rica tradición oral de generación en generación por los griots,

A saga do herói é declamada com o acompanhamento de árias bem definidas; essa


epopeia, ou Sundiata fassa, foi composta por Bala Fasseke Kuyate, griot do
conquistador. O canto conhecido como Boloba (a Grande Música), composto pelos
griots de Sumaoro Kante, foi adotado por Sundiata Keita como a música de todo
guerreiro mandenka; isto significa que qualquer Maninka pode solicitar a um griot
que o execute, seja para ouvi-lo, seja para dançá-lo. (HGA IV, 2010: 164)

Estos relatos fueron recopilados en la publicación Soundjata ou l’épopée mandingue


(1960), por la editorial Presence Africaine, y objeto de varios coloquios internacionales
según se referencia en la Historia General de África. (HGA IV, 2010: 148). Por esta edición
Zapata tuvo acceso al canto épico del legendario héroe malinke Soundjta Keita, que
muchos años después había de entroncar con la narración de Ngafúa para imprimirle el
mismo carácter.

Dame, padre, tu voz creadora de imágenes

tu voz tantas veces escuchada a la sombra del baobab.


(ZAPATA, 2010: 43)

La invocación de Ngafúa a su padre Kissi-Kama vincula su relato a la tradición de


los ancestros trasmitida bajo la sombra del legendario árbol africano.

Sob a copa do Baobá se reúne o conselho dos anciãos, atuam os contadores de


história, as pessoas fofocam e os namorados se encontram. A árvore é o palco de
acertos e desacertos, onde as pessoas se unem e se separam. Seja lá o que for, o
Baobá testemunha tudo o que de importante acontece na aldeia. Cenário por
excelência dos eventos marcantes da comunidade, o Baobá se torna eixo da vida

5 Los relatos de la tradición oral sobre Sondjata Ketia fueron recopilados por el eminente historiador del
África del Norte, Djibril Tamsir Niane, se pueden consultar en internet:
http://www.webmande.net/bibliotheque/dtniane/sunjata/tdm.html
social. Exatamente por isso ele é, acima de tudo, a árvore da aldeia. (WALDMAN,
2012: 22)

Los Baobás le confieren al relato de Ngafúa un mandato repasado por generaciones


que habitan el reino de los antepasados. Así el Baobad simboliza al guardián de sentidos y
significados de las tradicones, modos de ser y religisodad de los pueblos de África; esa es la
forma como Zapata poetiza ese pasado que acompaña a la diáspora africana a las Américas.
Veamos su explicación:

A la entrada de las aldeas sudanesas y subsaharianas, en el territorio que fuera


asiento de los antiguos reinos del Bornu, Malí, Ghana y el Songhai, se haya plantado
indefectiblemente un frondoso y amigo baobab. Afirma la tradición yoruba que en
sus ramas duermen los difuntos.

Cada vez que la comunidad delibera sobre decisiones trascendentales, los ancianos se
congregan allí para que los Ancestros iluminen sus palabras con la sabiduría
milenaria.

El mito agrega que el árbol sagrado reúne simbólicamente en sus hojas, los mil y más
idiomas africanos conformados en su larga evolución de millones de años; sus raíces
son tan profundas que no ha podido ser destroncado por la cacería de sus hablantes,
perpetrada desde tiempos inmemoriales por griegos, romanos, persas, chinos y
árabes. (ZAPATA, 2011: 34)

En la epopeya de Sundjata Keita los Baobabs y otros árboles gigantescos aparecen


siempre mencionados como puntos de referencia de las comunidades y sobrevivientes de
las ciudades desaparecidas. Situar la narración a la sombra del Baobab dota la saga de un
símbolo de la africanidad, con las múltiples prefiguraciones que tiene en las culturas de los
pueblos africanos, a más de sus cualidades naturales intrínsecas. Virtudes que expresan, en
el campo intelectual de las reivindicaciones de los movimientos de las negritudes del siglo
XX de los cuales participó Zapata, la aspiración de los africanos y afrodescendientes en
mantener sus raíces y resistir a las fuerzas que pretenden descalificarla, inferiorizarla y
oprimirla.

Desde su paso por Harlem y su contacto con los artista e intelectuales afroamericanos
-Langston Hughes, Paul Robeson, Claude Mackay y Richard Wright -, y años antes con el
afrocubanismo de Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, el
indigenismo haitiano de Jean Price-Mars y la negritud de Aimé Césaire (Marinica), Léon
Damas (Guiana Francesa) e Léopold Sédar Senghor (Senegal), Zapata asume los ideales de
estos movimientos para darle forma a su saga. Bajo la sombra del Baobab se propone la
recuperación de la cultura africana, la valorización del pasado que trajeron y continua
alimentando a la diáspora en el Nuevo Mundo. La negritud se volvió sinónimo del amplio
proceso de toma de conciencia racial, de valorización de los símbolos culturales de origen
africano, la lucha anti-racista, la liberación nacional, y quizás lo que Zapata resaltó en
medio de todo: las religiones de matriz africana. Un concepto como el Muntu, una función
religiosa como la de los babalaos, el simbolismo del Baobab y los hilos de los orichas,
sintetizan ese espíritu de la negritud en la creación narrativa de Zapata. El Baobab es un
baluarte de la memoria africana, abrigo de las esperanzas del babalao Ngafúa.

De esta forma, el inicio ritual y cultural de Changó son los poemas que canta el
Babalao Ngafúa. Este personaje mítico y literario está presente a lo largo de toda la
narración, junto a Nagó, Olugbala, Kanuri “Mai” y Sosa Illamba. Ngafúa es el Ancestro de
los Babalaos y Nagó el de los guerreros. Olugbala es la prudencia de la hormiga con la
fuerza del elefante. Sosa Illamba es la madre Yemayá de cuyo vientre nace el Muntú
Americano. Kanuri “Mai” es la luz del arte que redime la tragedia de la esclavitud y la
enfermedad. Estos cinco africanos arrancados de sus familias y culturas, encadenados en las
naos negreras, partieron hacia América como mensajeros de los Orichas para liberar al
Muntú. Ellos son los Ancestros que inspiran y protegen la redención de la libertad con la
sabiduría milenaria. Por esto, las primeras palabras de la novela, después del título y la
dedicatoria a Rosa, son: “Los Orígenes”, “La tierra de los Ancestros” y “Los Orichas”.

En esta primera parte de Changó, el Gran Putas se encuentra la concepción de la


palabra poética como creadora de imágenes, invocadora de las divinidades, narradora de la
sabiduría y canto ritual del Muntú. La poesía en Zapata Olivella es mitológica y totalizante,
por esto se encarna en el baobab como metáfora del árbol de la palabra. En el baobab
africano moran los Ancestros y descienden los Orichas. Sus raíces son los templos donde se
realizan los rituales y los Wemileres (bailes sagrados a los Vodús). Para los yorubas, el
baobab es el árbol de la palabra, encarnación del ser espiritual y poético que contiene el
legado vital de los Ancestros. Zapata afirma en relación a esta mitología ancestral la visión
americana, porque para él la Ceiba es El Árbol Brujo de la Libertad, bajo el cuál los
ancestros esclavizados se refugiaron, lucharon y revivieron su palabra milenaria. En el arte
y la tradición oral se inmortalizan los héroes de la liberación, con la misma fuerza creadora
que permite brotar de la semilla el árbol gigantesco. Esta palabra es la que permite alcanzar
la redención del dolor más trágico. Porque para Zapata, la etnia más sufrida de la
humanidad fue la diáspora africana, arrancados con cadenas de su tierra, familia, cultura y
cosmovisión. Pero los siglos de opresión nunca impedirán el surgimiento de la plegaria del
Babalao y la liberación del arte en la tierra americana. Changó, el gran Putas es la palabra
poética que redime al Muntú y lo sana con el bálsamo del arte. La novela es el árbol brujo
que narra en las voces de sus ramas la lucha y la vida de la libertad. Como Elegba, el
Babalao es el gran portador de la vida del Muntú al comunicar el mundo divino con el
terrenal. Es el chamán que posee el poder de la profecía y la curación, que conoce su
tradición y la perpetúa en su pueblo. De igual manera, el Babalao también es el Homero de
la mitología africana, el poeta y cantor que plasma la historia de sus divinidades en la
belleza verdadera del arte. Su semilla es la memoria y la naturaleza creadora de la palabra.
El mismo Zapata Olivella es un Babalao que se ha nutrido de todas las facetas del ser
humano con su visión ecuménica de la vida. Por esto, su escritura es canto, cuento,
pensamiento, plegaria, lucha, redención y poesía. Su literatura es filosofía antropológica. Su
compromiso social es redención estética. Su tradición histórica es el legado inmortal de los
Ancestros. De allí surge el mensaje libertario y espiritual de Changó, que como el baobab
seguirá creciendo en las sequías y los inviernos con la vitalidad de la palabra.

El Baobab africano, el árbol de la palabra, morada de los Orichas y Ancestros.

Esse pasado, por ter sido deles, é nosso, que os continuamos – um pasado em que é
difícil deslindar mito e realidade, sobretudo no amplo espaço dos séculos em que a
história era ainda poesía. A imaginaçao foi sempre o húmus do jardín de Clio. No
caso da África, antes do século XVII, é particularmente válido o definir-se a história
como adivinhar o pasado. (SILVA, 1996: 15)

Estas palabras del gran africanista brasilero, a quien Zapata tuvo la oportunidad de
conocer en Bogotá, en los años 90s, cuando era el embajador del Brasil en Colombia y le
compartió Changó, aplicarían en su profunda significación al espíritu que anima esta saga,
al código de representación con la cual está tejida. 6 Olodum, Xangó, Yemayá, Elegba,

6 En agosto del 2014, cuando realizaba mi pesquisa en Rio de Janeiro, visité en su casa en Laranjeiras, a este
ilustre historiador, poeta y diplomático, para hablar de África, el Brasil y las Américas, y por supuesto de
Zapata y su novela, a la cual me confesó tiene en el más alto concepto por su valor literario y su importancia
para la cultura latinoamericana. Esa conversación fue decisiva para la perspectiva del presente trabajo.
Ogún – me comentó el poeta Da Costa e Silva – hacen parte de mi libro acerca de la
historia del África antes de la llegada de los portugueses – A enxada e a lança – porque
pertenecen ineludiblemente a la realidad de los yorubas. Y como un sabio babalao se
explicó: ellos están como Enéas y su viaje de Troya al Lácio, y como Reia Sílvia, la loba,
Rômulo y Remo, en los compendios sobre historia romana, cuyos autores los saben mitos,
pero no ignoran que fecundaron un destino. Esa misma comprensión tenía Zapata. Como
novelista echó mano de la imaginación para adentrarse en la historia de África, pues como
Da Costa e Silva tenía la convicción que ese pasado era también de las Américas
fecundadas por la diáspora africana. Por eso el hilo conductor de Changó es la dimensión
mitológica que engloba al África histórica y utópica. Zapata comprendió, como novelista,
el camino señalado por Da Costa e Silva, como historiador, en relación a la historia del
África:

Se é verdade que toda narrativa histórica é uma aproximaçao hipotética de


acontecimentos que o autor nao viveu – o papel escrito, embora pareça neutro, é
quase sempre parcial e, como as tradiçoes que a memoria coletiva guarda e adultera,
também mente, dissimula, cala e ilude, além de ser lido de modo distinto de geraçao
em geraçao - , ese relativismo se acrescenta, ao tratar-se da África, pois os menos
obscuros dos testemunhos de sua antiguidade sao os objetos e as imagens de
cerámica, bronze, latao, madeira ou pedra, a indicarem o alto nível de mestría técnica
e a agudeza de sensibilidade e inteligência que lhes deu origen. (SILVA, 1996: 16).

Zapata se adentró en esa memoria colectiva a través de la tradición viva de la


oralidad recreada por Ngafúa, el babalao narrador de Changó. Esta estrategia sustenta el
códido de representación de la saga, define la recreación de un mundo mítico prefigurado
en las Tablas de Ifá. Como él mismo cuenta:

Fui apenas a agulha dos ancestrais para tecer a trama com as vidas e as mortes de
cem milhões ou mais de africanos, removidos de sua terra, caçados e atados por
correntes, para serem transplantados nas Américas. (...) Medi minhas forças, meu
passado de andarilho, minhas viagens por culturas tão variadas, meus sofrimentos
por pertencer à dita raça indigna, e, de repente, compreendi – foi o momento do
imponderável hantu – que toda essa peregrinação, sofrimentos e assombros estavam
escritos nas Tábuas de Ifá há milhões de anos antes de eu nascer para servir de
escriba para a palavra sem alfabeto do povo negro. (ZAPATA, 1990, 344).

Estos argumentos dejan en claro la procedencia y el papel de Ngafúa, como alter ego
de Zapata en la recreación de la diáspora africana. De ahí el código mitológico que ordena
la novela. El imponderable hantu - junto con Muntu, Kintu y Kuntu -, uno de los cuatro
conceptos básicos de la ontología bantú, indica lugar y tiempo, que para lo que está
queriendo expresar Zapata se trata del espacio en el cual se conjugan todos los tiempos y
lugares. (KAGAME, 1976). Desde ese lugar mítico se rescata la tradición viva de la
oralidad, función que en las diferentes culturas africanas le compete a los babalaos, a los
viejos iniciados, dentro de una visión religiosa del mundo como señala Hampaté-Ba:
Deve-se ter em mente que, de maneira geral, todas as tradições africanas postulam
uma visão religiosa do mundo. O universo visível é concebido e sentido como o
sinal, a concretização ou o envoltório de um universo invisível e vivo, constituído de
forças em perpétuo movimento. No interior dessa vasta unidade cósmica, tudo se
liga, tudo é solidário, e o comportamento do homem em relação a si mesmo e em
relação ao mundo que o cerca (mundo mineral, vegetal, animal e a sociedade
humana) será objeto de uma regulamentação ritual muito precisa cuja forma pode
variar segundo as etnias ou regiões. (HAMPATÉ, 2010:173)

El conjunto de fuerzas en perpetuo movimiento configura el universo representado


en Changó, construido como una totalidad, como multiplicidad de voces de vivos y
muertos, como si se estuviera desplegando ante el lector una versión del Muntu en la voz
de Ngafúa, quien como babalao asume las milenarias funciones de los griots o djelis de la
tradición africana. En ellos la palabra se vivifica de fuerza cósmica, divina; al escucharla se
puede ver, oir, oler, saborear, tocar y sentir. Se trata de una percepción total, de un
conocimiento de todo cuanto existe. Así conciben el conocimiento las culturas africanas,
trasmitido a través de la tradición oral, de la boca al oído, del maestro al discípulo, a lo
largo de los siglos. Eso lo pudo apreciar Zapata en sus viajes al África al escuchar a los
griots en los pueblos y aldeas que visitó. Comprobó que esa herencia no se había perdido,
aún estaba en la memoria de la última generación de grandes depositarios, quienes lo
llevaron a pensar: “En toda cultura, ágrafa o letrada, y en la suma de la civilización
universal, subyace el pensamiento del Homo sapiens africano. No existe otro antecedente
en la historia.” (ZAPATA, 2012b: 23). Esa oralidad milenaria, desparramada por todos los
rincones de la tierra, la consideraba como los viejos griots que escuchó maravillado, la
memoria viva del África. Su pensamiento compartía el razonamiento de Hampaté-Ba:
Os primeiros arquivos ou bibliotecas do mundo foram o cérebro dos homens. Antes
de colocar seus pensamentos no papel, o escritor ou o estudioso mantém um diálogo
secreto consigo mesmo. Antes de escrever um relato, o homem recorda os fatos tal
como lhe foram narrados ou, no caso de experiência própria, tal como ele mesmo os
narra. . (HAMPATÉ, 2010:168)

Esta perspectiva, que no significa para nada desdeñar la tradición letrada, la


incorporó a la configuración del relato en Changó. La oralidad está presente porque se
aviene con la historia de los africanos y con las formas de llevar su vida material, social y
religiosa. Visión apuntalaba por Zapata, junto con el conjunto de las civilizaciones
africanas, en el su ensayo, “Omnipresencia africana en la civilización universal”:

Desde luego, los prisioneros africanos, y no esclavos, llevados por primera vez a
Grecia, Roma y luego a la América, a pesar de estar desnudos y encadenados, eran
hombres que no procedían de las junglas, ni mucho menos de las cuevas del
Neandertal. Eran células violentamente arrancadas de su constelación cultural, ya
procedieran de aldeas campesinas o de las capitales de los esplendorosos reinos de
Mali, Ghana, Songhai, Manicongo y Monomotapa. Poseían veinte o más siglos de
haber iniciado en su propio continente las primeras civilizaciones de Egipto, Axum y
Meroe. (ZAPATA, 2012b: 23).

La conjunción de lo oral y lo letrado, como la encontramos en la configuración


narrativa de Changó, hace parte de “la idea de la cultura americana como espacio de
junción de lo heterogéneo, de síntesis anuladora de las contradicciones, de fusión de razas y
culturas díspares”, señalada por la crítica brasilera Irlemar Chiampi. (CHIAMPI,
1980:133). En el caso de Zapata su obra asume a partir de la oralidad, de las mitologías
Yoruba y Bantú, y de las memorias de la diáspora africana en las Américas, una forma
integrada a la conciencia y el espíritu de la comunidad nacional y latinoamericana, como
aporte integrador de su utopía humanista por un sociedad sin distinciones de ningún tipo.
(MINA, 2006).

África recuperada: mito, memoria y utopía

Tivemos que inventar uma África mítica para resistir durante 400 anos. Não foi fácil
atravessar 400 anos sem nenhuma referência positiva sobre você, sobre a raça negra.
Tivemos que inventar uma África para servir de apoio moral e espiritual. Uma África
que nos dissesse, que nos informasse constantemente que éramos seres humanos,
vivendo 400 anos em um sistema que diz que você não é humano. Em que o branco é
o único que é referência do que é humano, do que é belo, do que é bom, do que é
justo, do que é limpo, e você... é somente sujeira. Quem resiste a isso? Então tivemos
que inventar uma África que mantivemos em segredo, como as religiões. As religiões
também tiveram esse papel de nos dar essas referências, de que não éramos sujeira...
lixo.

Carlos Moore. (MOORE, 2015)


¿Qué significó África para la humanidad? ¿Cuáles fueron sus civilizaciones y
culturas? ¿Qué legó ese continente al Nuevo Mundo? ¿Cómo y de qué manera
contribuyeron los millones de esclavizados a la construcción de las sociedades donde les
tocó integrarse? ¿Cuál fue el valor de esos aportes y de las culturas de los africanos
esclavizados, tan útiles al sistema colonial que forjó el sistema-mundo capitalista, pero tan
vilipendiados y excluidos? ¿Cómo fue su convivencia entre ellos y con los indígenas y
europeos? ¿Cuál fue el papel de la religiosidad de matriz africana en la resistencia y el
cimarronaje? ¿Cómo operó su resistencia y lucha a través de varios siglos?

Estos interrogantes gravitaron en el proceso creativo de Changó, el gran putas.


Novelar la historia de la diáspora de los esclavizados llegados a las Américas - entre los
siglos XVI y XX -, una apuesta inédita en la literatura latinoamericana, fue el propósito de
Manuel Zapata Olivella para hilvanar su interpretación mito-poética, labor a la cual dedicó
muchos años de paciente búsqueda en bibliotecas, viajes y diálogos con mucha gente,
empeño culminado con la escritura de Changó. Durante las dos décadas dedicadas a
recoger materiales siempre lo movió un asunto de fondo como novelista: ¿Desde dónde
narrar esas historias? Zapata sabía que para lograrlo era ineludible la recuperación de la
historia del continente de las grandes civilizaciones, tal como la había emprendido el
movimiento intelectual de las negritudes 7 en el siglo XX, un verdadero Renacimiento
africano, con pioneros como el senegalés Cheikh Anta Diop,8 en contravía de los prejuicios
heredados de la colonialidad de los saberes, de las exclusiones del eurocentrismo. Colocar
en su debido lugar las civilizaciones africanas fue tarea ardua y muchas veces encarnizada
en los escenarios de la academia europea, como sucedió con la confirmación de Egipto
como la cuna de una gran civilización negroafricana, batalla intelectual ganada por Diop
cuando defendió su tesis doctoral en Francia en 1954, Nations négres et cultures. Esta
monumental investigación del sabio senegalés tuvo impacto transcendental para la
recuperación de la historia de África, para develar verdades dejadas de lado y rescatar las

7 Usamos aquí el término en el sentido general de valorización de todas las manifestaciones culturales de
matriz africana, de ruptura con la visión eurocéntrica y de afirmación del orgullo racial. Este término encierra
muchos usos y sentidos y tiene una evolución a lo largo del siglo XX. Ver (MUNANGA, 2012) y
(DOMINGUES, 2005).
8 Cheikh Anta Diop nasceu em Caytou, no distrito Diourbel, Senegal, em 1923, e faleceu en Dacar, capital do
mesmo país, em 1986.À época de sua norte, era amplamente considerado o maior intelectual producido pela
África no século XX.
historias ocultas de esas culturas que tanto aportaron a la Humanidad. El asunto no era
apenas investigar el periodo de la Trata, justificada con infinidad de distorsiones, sino
contemplar el conjunto de sociedades y culturas de donde fueron arrancados los
esclavizados. Hondas reflexiones animaron a Zapata cuando emprendió su cometido por
rescatar y recrear esa tragedia humana y su dimensión épica, partiendo de ineludibles
cuestionamientos:

¿Por qué esta historia, la más grande, persistente y múltiple fusión de hombres de
todas las razas permaneció oculta a la mirada de los poetas y de los novelistas?

¿No era acaso mucho más humana y dramática esta epopeya que la de los griegos
diseminando su semilla por el mar Egeo contada por Homero?

Sin menoscabar la hazaña de los lusitanos, ¿no es más heroica que la historia de
Os Lusiadas que inmortalizó el gran Camoens?

¿La vida privada de los italianos no tuvo a su Dante aunque el poeta nos diera su
visión de ultratumba del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso?

¿Qué obnubilaba a los escritores de América para no narrar su gran epopeya?


(ZAPATA, 1990, 343)

Buscar respuestas a estas preguntas marcaron el rumbo intelectual y artístico de


Zapata; dilucidarlas cimentó la escritura de Changó, el gran putas. Visibilizar la historia
marginada de la esclavitud desde adentro y en el contexto de grandes culturas y
civilizaciones implicaba un esfuerzo titánico, tanto en el internacional con el cual se
relacionó, y mucho más en el ambiente nacional donde el tema era mucho más desconocido
y marginal, pues las barreras de las visiones hegemónicas no eran para nada alentadoras;
contra las visiones dominantes, con mucha dedicación y coraje Zapara forjó en luminosa
contravía su obra:

El presentimiento de que había muchos motivos de ocultamiento de esta tragedia del


hombre negro en la máquina de tormento llamada esclavitud, me obligó a mirar la
historia descuadernada que aparecía en los apuntes de los traficantes de seres
humanos; en los cuadernos de bitácora de los capitanes y médicos en las naves
negreras; en las memorias de religiosos y cronistas; en los relatos de todos aquellos
que de una u otra forma hicieron parte del séquito de los conquistadores, esclavistas
y colonizadores. La visión de estos Píndaros era a todas luces mentirosa, ocultadora y
deformante de la verdad. El negro africano siempre aparecía como bárbaro, feroz,
amoral y caníbal. Por tanto, carente de alma, inteligencia y creatividad; se les
denominó piezas de indias, bozales, mulecos, muleconas, etc. Los testigos más
consecuentes con la razón del cristianismo los denominaron esclavos, cuando eran
simples prisioneros de una guerra no declarada por los bárbaros. (ZAPATA, 1990,
344)

El estudio de los problemas de la esclavitud en la cultura occidental le brindaron a


Zapata el conocimiento necesario para la elaboración literaria de un mundo merecedor de
su debido lugar como espejo de la condición humana; reinventarlo a partir del gran drama
de la esclavitud, desde su propia intimidad, cautivó su interés desde sus primeros relatos:

Comencé entonces a intuir que esta historia no podía ser escrita por alguien que no
llevar en su piel la huella de quienes habían padecido tal indignidad. Pero negros
talentosos escribieron poemas y novelas que bien habían podido acometer la odisea
de su pueblo. Concluí que no se trataba de poseer el don narrativo, sino de abarcar en
una mirada las múltiples culturas africanas refundidas en la esclavitud. La tarea
provocaba desfallecimientos antes de intentarla. (ZAPATA, 1990, 344)

¿Cómo representar esa gran amalgama de culturas africanas refundidas en la


esclavitud? Asunto bien complejo para su tiempo, cuando apenas comenzaban los estudios
especializados, marginales aún, si se quiere, en sociedades donde la norma era la
exclusión, el desprecio por las culturas de origen africano y el racismo en todas las formas.
El punto más álgido de contacto con estas realidades lo vivió Zapata en carne propia
durante su peregrinaje por los Estados Unidos en 1946 y sus viajes posteriores a lo largo de
las décadas de los 60s y 70s. La conciencia sobre la historia de los afroamericanos le brindó
herramientas claves para novelar la diáspora africana en las Américas. Adquirió una visión
transnacional del asunto, y anticipándose a muchos estudiosos posteriores, se dio a la tarea
de escribir una novela de la diáspora, es decir, tratando de abarcar la historia de los
africanos llegados a los lugares más significativos de las Américas, por su peso
demográfico: Brasil, el Caribe y los Estados Unidos. Focalización comprensible por la
dimensión histórica y social de la presencia africana en cada una de estas geografías. Esta
dimensión histórica define el sentido interpretativo de la novela, el universo narrativo,
desde la salida del puerto de embarque de los esclavizados en Nembe, hasta concluir en
las luchas de los negros de los Estados Unidos por los derechos civiles. Detrás del universo
narrado está África, cuya invención mítica, pero también histórica y utópica, cumple un
papel clave para la resistencia y la libertad de los esclavizados. De esa África histórica y
sus religiones proviene la fuerza espiritual de los esclavizados, los ancestros protectores y
los dioses de la mitología Yoruba cifrada en los “owe”, los proverbios de las Tablas de Ifá
donde aparecen prefigurados el destino de ese peregrinaje, sufrimientos y asombros de
tantos millones de esclavizados. En África, el culto a los Orichas y a Ifá están
interrelacionados. En ellos se adentró Zapata para expresar la intimidad espiritual de la
cultura de los esclavizados. Una manera de desvirtuar las concepciones abismalmente
equivocadas sobre la espiritualidad africana que existen en Occidente. Ifá es el cimiento de
un sistema muy elaborado, basado en una amplia variedad de iniciaciones en Misterios muy
específicos que tienen que ver con los funcionamientos interiores de la Naturaleza.

De esa África mitológica surgen los códigos de representación de Changó, el


gran putas. Sobre la circularidad mítica de su cosmovisión está organizada la trama de la
saga. África y su llegada a las Américas a través de la diáspora esclavista configuran el
tema de fondo de la novela. La compresión de esta historia preocupó desde muy joven a
Zapata, empezando por su Caribe natal – de Lorica a Cartagena –; luego sus viajes por el
Pacífico colombiano y demás regiones del país; para continuar a Centroamérica, los
Estados Unidos, Cuba y las islas del Caribe, y por supuesto Brasil y varios países africanos:
Senegal, Benin, Nigeria y Angola. Esas geografías aparecen en los miles de nombres
referenciados en el viaje por la historia abarcada en las cinco novelas que conforman la
saga, relacionadas por las costuras de los hilos míticos. Esta clave de composición la
explicita Zapata en la breve entrada a la novela como bienvenida al lector, Al compañero
de viaje,

Estás nadando en una saga, esto es, en mares distintos, en cinco novelas diferentes
—«Los orígenes», «El muntu americano», «La rebelión de los vodús», «Las sangres
encontradas» y «Los ancestros combatientes»—. Todas ellas con unidad,
protagonistas, estilo y lenguaje propios. Su única ligazón son los orichas africanos y
los difuntos padres nacidos o muertos en América que no reconocen los límites de
los siglos, ni de las geografías o de la muerte.

Ahora embárcate en la lectura y deja que Elegba, el abridor de caminos, te revele tus
futuros pasos ya escritos en las Tablas de Ifá, desde antes de nacer. Tarde o temprano
tenías que enfrentarte a esta verdad: la historia del hombre negro en América es tan
tuya como la del indio o la del blanco que lo acompañarán a la conquista de la
libertad de todos. (ZAPATA, 2010: 35)

De ahí surge lo que denomino código Changó de representación, cuyo análisis


muestra su dimensión central: la concreción poética en la historia relatada desde las
ritualidades y la cosmovisión de los pueblos Yoruba y Bantú. Esta elección tiene soportes
históricos a los cuales accedió Zapata, definidos por los viajes y las lecturas realizadas, y
por el horizonte de conocimiento e interpretación sobre el papel de los esclavizados y de
África, tan vilipendiada y distorsionada por la mirada dominante de los colonizadores
europeos. Por supuesto, tratándose de una representación literaria las ritualidades
predominantes como el candomblé brasilero, la santería cubana y el vodú haitiano aparecen
reelaboradas y muchas veces entremezcladas. A estas religiones, me acerqué con mucho
respecto, más a través de bibliografía especializada, y menos, lo confieso como limitación,
de la observación y acercamiento profundo a estas ritualidades, comprensión y
conocimiento imprescindibles para abordar la dimensión central de Changó, el gran putas.
No por acaso Zapata hizo énfasis en la metafísica y en los dioses africanos para armar la
visión e interpretación de varios siglos de resistencia y lucha por la libertad de los ekobios
en las Américas. Camino arduo para un escritor colombiano en los años 50s y 60s, cuando
aún prevalecían los prejuicios, exclusiones y fuertes formas de racismo, en medio de los
movimientos panafricanos en ascenso, y cuando Colombia por fin, en medio de marchas y
contramarchas, iniciaba su azaroso y violento ingreso al mundo contemporáneo con los
avances de la industrialización y la configuración de importantes centros urbanos.

Zapata tuvo conciencia, desde la lectura del libro del sacerdote jesuita Alonso
Sandoval, Tractatus de instauranda aethiopum salute (1627), el compañero de
evangelización de Pedro Claver en la Cartagena de los tiempos de la Inquisición, del
proceso infame de despedazamiento de África a causa del comercio negrero, dispersada a
través de la tierra para nunca más volver a ser la misma en su diversidad, y ser otra más rica
e influyente a pesar de las dolorosas pruebas a las cuales fueron sometidos sus pueblos y
sus culturas. Como sostiene el historiador burkinés Joseph Ki-Zerbo: “África es como
Osiris. Fue despedazada y nuestra responsabilidad es recomponerla” (KI-ZERBO, 2001,
entrevista). Osiris era un rey benéfico del antiguo Egipto. Su rival, Seth, que quería el trono
para si, le tendió una trampa. Mató al rey y despedazó su cuerpo, dispersando los pedazos a
lo largo y ancho de la tierra. La reina Isis, consorte del rey muerto, utilizó sus poderes
divinos para descubrir cada pedazo. Osiris se convirtió en el rey de la resurrección: una
excelente metáfora para novelar la diáspora africana. Tarea que implicó despejar el camino
de todas las visiones negativas acerca de África, complejo entramado de representaciones
orquestadas desde las metrópolis europeas, animadas por pensadores de la talla G.W.F.
Hegel, tan profusamente citado cuando se trata de mostrar las negaciones y omisiones del
pensamiento eurocéntrico. Ki-Zerbo y Zapata critican las ideas del filósofo alemán para
fundamentar, el uno como historiador y el otro como novelista, su perspectiva
descolonizadora. El africano y el colombiano compartieron ideales panafricanistas en los
años 60s, cuando estaban en ascenso los movimientos de liberación nacional en África y el
resto del Tercer Mundo y el despliegue de movimientos artísticos e intelectuales que venían
configurándose desde inicios del siglo XX. En 1961 apareció el libro de Frantz Fanon, Los
condenados de la tierra, con el prólogo de Jean Paul Sartre, de gran impacto en el
pensamiento descolonizador que se abría paso; allí se subvirtieron a fondo las ideas de
Hegel declaradas en su famoso Curso de Filosofía de la Historia, en 1830,

África no es una porción histórica del mundo. No tiene movimientos, ni desarrollos


que pueda mostrarnos, ni movimientos históricos en ella. Es decir, su parte
septentrional pertenece al mundo europeo o asiático; lo que nosotros entendemos
precisamente por África es el espíritu ahistórico, el espíritu no desarrollado, aún
envuelto en las condiciones de lo natural y que debe ser presentado aquí tan sólo
como algo situado en el umbral de la historia del mundo. (HEGEL, 2001: 47)

La batalla política e intelectual librada por el médico martiniqués, su compromiso


con la causa de la independencia de Argelia, país donde trabajó en un hospital siquiátrico,
desmontaba la visión eurocéntrica del otro no-europeo abriendo caminos para la
descolonización, a tono con lo cambios radicales de su tiempo. Sartre lo constató en su
famoso prólogo al referirse a las consecuencias del desmonte del sistema colonial francés, a
propósito de la independencia de Argelia:

Lo que es peor: puesto que los otros se hacen hombres en contra nuestra, se
demuestra que somos los enemigos del género humano; la élite descubre su
verdadera naturaleza: la de una pandilla. Nuestros caros valores pierden sus alas; si
los contemplamos de cerca, no encontraremos uno solo que no esté manchado de
sangre. (…) En fin, como verán ustedes: Europa hace agua por todas partes. ¿Qué ha
sucedido? Simplemente, que éramos los sujetos de la historia y ahora somos sus
objetos. La relación de fuerzas se ha invertido, la descolonización está en camino; lo
único que pueden intentar nuestros mercenarios es retrasar su realización. (FANON,
2001: 25)

Como lo advierte Fanon, la descolonización es siempre un fenómeno violento.


(FANON, 2001: 30). En el centro de estos cambios, reales y de paradigmas, se forjó la obra
de hombres como Cheikh, Ki-Zerbo y Zapata, animados por la causa común de la
descolonización. Causa dentro de la cual África era parte fundamental de la triada
Europa/América/África a pesar de toda la brutalidad, saqueo y despedazamiento a los que
fuera sometida. Había que recomponerla y darle su merecido estatus en la historia de la
humanidad.

Recomponer ese descomunal rompecabezas ha sido tarea de los africanos, de la


comunidad diaspórica, de sus gentes y de sus intelectuales y artistas, de mil formas, para
así recolocar los pedazos para representar a una África recompuesta en ultramar, con
elementos fusionados a elementos culturales escogidos e impuestos en el Nuevo Mundo.
Sin duda alguna la aparición de la Historia General de África de la UNESCO, en 8
volúmenes, un trabajo monumental realizado por 350 especialistas, 2/3 partes de ellos
africanos, aporta en forma definitiva a esta recomposición. Como advierte el poeta trinitario
Derek Walcott, en su luminoso ensayo, Las Antillas: Fragmentos de la memoria épica:

Es la restauración de nuestras historias rotas, nuestros fragmentos de vocabulario, y


nuestro archipiélago se convierte en sinónimo de fragmentos desgajados de su
continente original.

He aquí el proceso exacto de la creación poética, o de lo que tal vez debería llamarse
no su “creación” sino su recreación: la memoria fragmentada, la estructura que
enmarca al dios, incluso el rito que los entrega a la pira final; el dios tejido caña a
caña, junco a junco, línea a línea, como los artesanos de Felicity erigían su eco
sagrado. (WALCOTT, 2000: 92)

Los fragmentos de esta memoria épica se recomponen en Changó, el gran putas,


vasto rompecabezas armado a través de un código de representación que permite hablar
“desde adentro” de la humanidad de los africanos y afro-descendientes.

De mil maneras, África aparece de principio a fin en Changó, el gran putas, como
un tributo a ese continente. Infinidad de palabras traen consigo ese mundo que irrigó a otro
bordeado por el mismo océano. Basta ver los mapas de los siglos del comercio de esclavos
para visualizar las miles de rutas y destinos de la mayor travesía forzada de seres humanos
de la historia humana. A Nagó lo despiden las cien mil tribus de África, metáfora
espléndida del Muntu africano que dará origen al Muntu americano. Este concepto de
Muntu, como lo señaló en diversas oportunidades Zapata, constituye el fundamento
metafísico de la novela, le otorga su filiación profunda con la cosmovisión de la filosofía
Bantú. La familia de los hombres vivos y sus difuntos, hermanados con los animales y los
vegetales y los minerales, contemplada en el concepto Muntu, reconoce a través de la
fraternidad el aporte de los esclavizados y la cultura que trajeron consigo a la humanidad.
De ahí surge la épica de las negritudes de América recreadas. Bello ejemplo apreciamos en
la novela con la despedida, revestida en su significación profunda de la grandiosidad
histórica de la diáspora, de la dimensión épica del acontecimiento que está detrás de la
partida de Nagó. Vale detenernos con detalle en este canto.
Despedida de las mil cien tribus

Aquí están Nagó,
 /hijo de Jalunga,
 /las voces despiertas de los desaparecidos
Ancestros /los vivos
 /los muertos /
 los sagrados mensajeros /
 del remoto Kush


 / los de Ghana / 
 Mali
 / y el Songhai / 
 los que llegan de Kanem y el Bornu



 / de los polvorientos reinos / 
 a las orillas del Chad.

Traen la palabra viva de los catorce Orichas / alimento de las tribus /
 bajadas por
el Nilo / 
 los ribereños del Lualaba/ y el Zambeze
 / por el Níger y el Gambia /
difundidos.

Los Hombres Manatíes
 / pescadores del ritmo en la escondida selva,/ saltaron de

los ríos y las ciénagas / 
 las aletas en brazos convertidas /
 la cola en plantas

caminantes / 
 con la herida abierta de su risa / 
 la cantadora paloma de su lengua /



 ¡Ki-Kongo! iBa-Lunda! ¡U-Mbunda!
 / por la ancha cintura de África
 / ola
negra de los mares / 
 de una costa a otra trashumantes.
 / Aquí están sus
emperadores Ñgola / 
 que sembraron la semilla con arados de hierro.

Se oyen los repiqueteantes lingas de Oeste a Este, / los ceramistas Nok / 
 los
forjadores del bronce de la esplendorosa Benín./ Se escuchan las lentas pisadas de
los elefantes / sobre sus lomos

Los emperadores Monomatapas / de la Gran Zimbabwe.
 / Los cálidos olores / los

aromas del Índico. Mozambique /
 Zanzíbar / 
 Mombasa y Sofala. / 
 Los llamitas


etíopes / sangre catarata del Nilo / sus llanuras húmedas / sus pétreas pirámides. /

La primera semilla / 
 los Hombres-Bosques / 
 Hotentotes y Papúas /
 nutridos de


raíces /
 nubes y pájaros /
 su corazón preserva la inocencia de los primeros
Orichas en la tierra.
 /Aquí reposan las flechas y los arcos de los invencibles /
Zulúes / cazadores de tormenta /
 en las sureñas costas. /
 Senegal /
 Sudán
 /

limo apaciguado del Islam / 
 murallas de Cristianos / 
 traen la palabra viva del
desierto
 / la selva y los océanos. /

Estamos aquí convocados
 / para darte adiós en la partida
 /unidos por la palabra /
por los hilos de Elegba / abridor de las tumbas / 
 llave de los pactos y las puertas

/ solo él sabe el punto / donde se cruzan la hora y el camino / el magara y el buzima

 / de los vivos y los muertos. /
 ¡Escucha la despedida, / las ofrendas, los himnos /
de las mil cien tribus / para despedirte unidas! (ZAPATA, 2010, 80)

Detrás de los esclavizados está ese pasado milenario. Tantos años dedicados por
Zapata al conocimiento de África se condensan en este poema lleno de referencias a las
cosas, artes, lenguas, geografía, pueblos, reinos y dioses de ese continente, metaforizado
como una unidad diversa en las cien mil tribus que salen a despedir a Nagó y a sus
compañeros prisioneros en el Nova India. Para nada se trata del África miserable
representada por los saberes coloniales, sino de un continente rico y complejo, diverso,
aherrojado por los poderes coloniales del naciente capitalismo europeo. Esta mirada no
sólo desmonta todos los prejuicios sobre África, sino que constituye la condición sine
quanon para valorar los siglos de la ignominiosa esclavitud, no por ello fecunda, con
extraordinarios aportes a la humanidad. Esos seres legaron al mundo muchas cosas. El
poema recupera con altivez la historia de los grandes reinos y civilizaciones del continente
donde surgió por primera vez el ser humano. Esta óptica cambia a fondo la mirada sobre el
África. Nagó, Ngafúa, Sosa Illamba, Kanury “May” y Olugbala, no solo vienen de este rico
universo de culturas y civilizaciones como mantienen sus nexos indestructibles con ellas a
través de los dioses y los ancestros. De ahí proviene la magnificencia poética de Changó, el
gran putas, pues su narrador, alter ego del novelista - el Babalao Ngafúa -, lo hace desde el
África más profunda, la expresada en las cosmovisiones contenidas en las Tablas de Ifá.
Durante casi cuatro siglos, para reemplazar la agotada mano de obra de los pueblos
indígenas, África fue despojada de buena parte de su población. Las cifras oscilan entre los
12 y 15 millones de personas, según las investigaciones de las últimas décadas, tenidas en
cuenta en The Trans-Atlantic Slave Trade Data Base (Base de datos de la trata negrera
transatlántica)9 censo realizado por Davis Eltis y Philip Curtin a partir del registro de casi
35.000 viajes de barcos negreros “legítimos” (los de contrabando será imposible
calcularlos, así como saber cuantos morían en las feroces cacerías dentro de África).
(CURTIN, 1969). Zapata llegó a hablar de 100 millones, una cifra descomunal, explicable en
el contexto de los años 60s y 70s, cuando los movimientos panafricanistas querían llamar la
atención sobre la brutalidad del tráfico de africanos y la expoliación de África, el origen
del subdesarrollo, sacándole millones de brazos y cerebros para el progreso y la riqueza de
los imperios coloniales europeos. 10 De un proceso de tamaña magnitud, hoy podemos
saber de qué puerto africano salieron cuántos hombres, mujeres y niños, y cuántos llegaron
en qué fecha y a qué puertos. Según el censo de Eltis y Curtin, antes de 1820, tres veces
más africanos esclavizados que europeos atravesaron el Atlántico. Ante estas realidades
demográficas, conocidas por Zapata y constatadas en sus viajes por las Américas, su
cuestionamiento como novelista giró alrededor de ¿Cómo contar esa historia? Y se propuso
escribirla teniendo en cuenta a la mayor parte de la población y al continente de donde
vinieron. Zapata apostó a contarla desde la perspectiva cultural africana, en su caso desde la
Yoruba y Bantú de los pueblos del África occidental, en franco contraste con la visión
hegemónica, tanto sobre el papel de los esclavizados en las Américas, cómo de África y su
legado histórico y cultural. Algo inédito en la literatura latinoamericana de su tiempo,
incluso en obras que incluyen representaciones de lo afroamericano.
La metafísica africana, como denominaba Zapata a la cosmovisión Yoruba y Bantú,
constituye el eje central de la interpretación de la historia de la diáspora africana en las
Américas en Changó, le da sentido a todos los hechos históricos de la epopeya de los
negros en el continente americano. Lo épico se conjuga con una filosofía y un protocolo de
representación de matriz religiosa africana, allí reside el código Changó; su comprensión
reclama ahondar en la dimensión ritual de los ceremoniales del candomblé brasileño, la
santería cubana y el vudú haitiano. Cultos conocidos en profundidad por Zapata, apropiados
y entremezclados en la lógica poética de la novela. De estas ritualidades deviene el código
Changó de representación. El “terreiro” del candomblé brasilero, el “hounfort” del vodú
haitiano o el “monte” en la santería cubana son sinónimos de asociación y de lugar donde

9 http:// www.slavevoyages.org (consultada en el 2015).


10 Ver (RODNEY, 1974) y su detallado análisis sobre como operó el proceso de acumulación capitalista
europeo y el proceso de desmantelamiento de las economías africanas.
se practican las religiones de matriz africana. Estos lugares de culto ultrapasan los limites
materiales para proyectarse y permear la sociedad global como una comunidad “fluctuante”
que concentra y expresa su propia estructura en los templos. Como explica Juana Elbein
dos Santos para el caso del candomblé en Os Nagó e a morte:
Na diáspora, o espaço geográfico da Africa genitora e seus conteúdos culturais foram
transferidos e restituidos no “terreiro”. Fundamentalmente, a utilizaçao do espaço e a
estrutura social dos “terreiros” tradicionais Nagô mantiveran-se sem grandes
mudanças. (ELBEIN DOS SANTOS,1986: 33)

Esta lógica mítica la transfirió Zapata, como mecanismo de representación poética, a


la configuración de la trama de Changó, el gran putas, armada en sus coordenadas espacio-
temporales como si se tratase de un gran templo, de la celebración de las ritualidades como
el tamiz para interpretar los hechos históricos. Este código mito-poético sustenta la
presencia omnímoda de África en la novela, el movimiento del Muntu africano al Muntu
americano, dos universos intercomunicados de mil maneras y en continua transformación.
África no es un punto de referencia fijo, una sustancia única; al contrario, Zapata la
concebía como un rico, incesante y complejo proceso de intercambios interculturales en
medio de los cuales la herencia africana se transformó en las Américas; sus innúmeras
investigaciones de campo, muchas focalizadas en el aspecto socio-racial, le permitieron
construir su propia teorización: la configuración triétnica de la nación colombiana.
Configuración en la cual se propuso el rescate del aporte del indio y el negro,
invisibilizados - ninguneados se dice en Colombia -, por las teorías del mestizaje
homogenizante impuesto por las élites criollas que hicieron la independencia en el siglo
XIX. El encuentro del indio y el negro, en la senda destacada por Roger Bastide en Las
Américas negras (1967), constituyó un aspecto esencial de los ensayos y relatos de Zapata,
siempre crítico del falso mito de la oposición negro-indio y la desvalorización de sus
fructíferas relaciones y tantísimas alianzas contra los blancos esclavistas. Las múltiples
relaciones entre indios y negros atraviesan Changó, el gran putas haciéndole justicia a los
intercambios entres las culturas aborígenes y las africanas: vertiente poderosa e
interminable de las culturas en las Américas.
Mucho antes de las reflexiones teóricas sobre la diáspora de un pensador como Stuart
Hall, coincidiendo con ellas, Zapata había iniciado sus propias indagaciones y el proyecto
creativo de poetizar al África llegada a las Américas. Con la misma perspectiva del
jamaicano:
A “África” é o significante, a metáfora para aquela dimensao de nossa sociedade e
historia que foi maciçamente suprimida, sistemáticamente desonrada e
incesantemente negada e isso, a pesar de tudo que ocorreu, permanece assim. Essa
dimensao constitui aquilo que Frantz Fanon denominou “o fato da negritude”. A raça
permanece, a pesar de tudo, o segredo culposo, o código oculto, o trauma indizíbel,
no Caribe. É a “África” que a tem tornado pronunciável, enquanto condiçao social e
cultural de nossa existencia. (HALL, 2009: 40)

Ese código oculto, como refiere Hall, también captó los esfuerzos de Zapata desde
sus primeras obras, tema profundizado con sus viajes y pesquisas; con el correr del tiempo
fue entendiendo la importancia de la religiosidad para la cultura, comprensión que lo fue
llevando a una de las “sobrevivencias” más importantes del legado africano. Los
esclavizados llegaron desnudos pero traían en sus espíritus sus dioses, creencias, prácticas
y saberes; con todo lo que trajeron contribuyeron de mil formas a las nuevas sociedades
colonial-esclavistas en América, en conflicto y negociación permanente con los amos y en
resistencia a los discursos religiosos, científicos, políticos y jurídicos que justificaron la
deshumanización, la racialización y la esclavización de las personas africanas durante
cuatro siglos. En la historiografía reciente, el libro de Joao José Reis, Negociaçao e
conflito. A resistencia negra no Brasil escravista, ofrece una visión muy rica de cómo se
relacionaron esclavos y señores en la sociedad colonial, (REIS, 2005). La comprensión
cabal de estos procesos condujo a Zapata a la escritura de Changó, el gran putas como
una visión alternativa a estos discursos hegemónicos; el ideario político de la
descolonización animó tanto su proyecto intelectual de investigaciones como el de
creador de novelas. En sus reflexiones ensayísticas lo delinea con meridiana claridad,

¿Qué significa para América Latina el ideario estético político de la Negritud?

La respuesta se planteó desde distintos ángulos: étnico, geográfico, histórico,


político, social y cultural. El africano, enucleado de su ámbito ancestral, debió
configurar por fuerza su propia expresión cultural. A pesar del estrecho marco que le
deparaba la esclavitud, no solo fecundó a la América sino al mundo. Hoy no es
posible juzgar su eco dentro de los ámbitos restringidos de la colonización hispana,
portuguesa, sajona, francesa u holandesa en nuestro continente. El bumerang afro,
después de saltar por las sangres de América, se revierte con violencia sobre Europa
y África a través de su etnia, música, poesía y ritmo. (ZAPATA, 2011: 43)
La perspectiva de su ideario dialoga con la de los diversos movimientos de las
negritudes en el mundo, sobre los cuales hace un breve histórico en el ensayo citado junto
a otros recogidos en el volumen Africanidad, Indianidad, multiculturalidad (ZAPATA,
2011); este conjunto de ensayos da cuenta del horizonte intelectual del cual Zapata se
siente participe, de su comprensión de los contextos históricos de la colonización y la
esclavitud dentro del sistema-mundo moderno definido por Wallerstein (1979, 1984); en
fin, de una mirada de la modernidad, del capitalismo, con todos sus esplendores pero
también de su lado oscuro de violencia, barbarie, miseria y grandes conflictos políticos y
sociales; como diría Marx, el capitalismo surgió: “chorreando sangre por todos los poros
de la piel” (MARX, 1996: 443). En ese amplio marco sitúa Zapata su mirada de África y
su legado en las Américas; era consciente de los retos a enfrentar para abrirse paso en
medio de los discursos hegemónicos:
Los mecanismos de la alienación y desalienación del afro en el contexto cultural de
América y del mundo no han sido totalmente esclarecidos. Mientras hay una
aquiescencia en admitir el influjo de Grecia en la raíz de nuestra civilización; del
racionalismo francés en el pensamiento contemporáneo; de la filosofía alemana en el
dominio de la abstracción pura; de la praxis rusa en la revolución marxista mundial,
se soslaya el impacto emocional y religioso de África en la civilización
contemporánea. (ZAPATA, 2011: 43)

Rescatar, valorizar y recrear la dimensión religiosa africana hizo parte del ideario
estético-político de Zapata; a su conocimiento se aplicó a lo largo de su vida, a tener
intimidad con sus ritualidades, reivindicando sus principios, valores y la historia y las
culturas de las diversas civilizaciones. África en su compleja diversidad fue objeto de
muchas lecturas, algunos viajes y relaciones con importantes intelectuales; sin duda, la
más importante de esas relaciones fue su amistad con el senegalés Cheikh Anta Diop,
gran precursor de la conciencia histórica de África. Con él se inició la corriente
historiográfica que luego se denominará “afrocentrismo”. Su activismo en los grupos
estudiantiles africanos en Francia, que militaban en pos de la independencia de las
colonias, lo condujo a asumir la necesidad de completar una notoria carencia de las
naciones colonizadas:
Outra exigência imperativa é de que a história (e a cultura) da África devem pelo
menos ser vistas de dentro, não sendo medidas por réguas de valores estranhos... Mas
essas conexões têm que ser analisadas nos termos de trocas mútuas, e influências
multilaterais em que algo seja ouvido da contribuição africana para o
desenvolvimento da espécie humana. (HGA, vol. I, 2010: p. LII).
Cuando Zapata escribe los ensayos sobre África y la diáspora, recopilados en El
árbol brujo de la libertad, acude al libro de Diop Nations nègres et culture, sin duda, la
investigación que más luces le dio para armar su propia visión del África. Su afán
consistió en recuperar la historia imaginaria de los africanos para no olvidar su antigua
filosofía, reinventando otra cultura en su nueva casa. El sabio africano, casi en solitario,
fue el pionero del “cambio de paradigma” en la manera como África era estudiada,
creando nuevos modos de investigación y especialidades disciplinarias en la producción
académica africanista. Zapata no sólo leyó su obra como tuvo la oportunidad de compartir
ideas con Diop en varias oportunidades. Esta relación significó mucho para su obra en
proceso, le dio los fundamentos para pensar la historia africana, para diseñar un código
propio de representación de la diáspora en América. Propósito, hoy lo podemos colegir,
que hacía parte de la idea proclamada por Diop en 1948 cuando publicó su ensayo
titulado ¿Cuándo hablaremos de un Renacimiento Africano? motivado por los
movimientos de independencia africana y por la revaloración y reconstrucción del pasado
africano. Para muchas personas de origen africano, de ambos lados del Atlántico, Diop era
un genio como científico y un gran líder cultural. Veamos las tesis paradigmáticas para
hacernos una idea de su pensamiento y sus aportes, según el investigador Charles S. Finch
III:
A humanidade começou na África; o antigo Egipto foi uma civilizaçao negro-
africana; a origem dos povos da África Ocidental remonta ao vale do rio Nilo; o
mundo semita é uma fusao de imigrantes caucasoides ou arianos com negros
autóctones já estabelecidos na Ásia Ocidental; houve dois berços do
desenvolvimento humano nos tempos pré-históricos: o berço do sul e o berço do
norte; a ciencia, a medicina, a filosofía, a arquitetura, a engenharia e a arte civilizada
surgiram primeiro no vale do rio Nilo; os reinos pre-coloniais da África Ocidental
desenvolveram sistemas de governo e formas de organizaçao social altamente
sofisticados; ha uma unidade cultural em toda a África Negra a pesar de diferenças y
variaçoes superficiais entre as diferentes sociedades. (FINCH, 2009: pp.76-77)

Las investigaciones de Diop hicieron una contribución original y definitiva a los


estudios africanistas. Junto al intelectual yoruba nigeriano J. Olumide Lucas demostró las
estrechas relaciones entre la antigua civilización egipcia y las culturas del África
Occidental, en particular con la de los yorubas de Nigeria occidental. Lucas lo hizo en el
terreno de las ideas religiosas en su libro The religions of the Yorubas (1948) (LUCAS,
1996), en el cual propone que los orígenes del pueblo y la cultura Yoruba se remontaban al
valle del río Nilo. Diop, por su parte, estableció estas relaciones a partir de los hallazgos
arqueológicos y las lenguas en Nations nègres et culture y Relación genética entre el
egipcio faraónico y las lenguas del África negra (1977). En este último detalló
sistemáticamente las correspondencias morfológicas, fonéticas y sintácticas entre la antigua
lengua egipcia y el wolof, la lengua nacional de Senegal.
Diop produziu um vocabulario comparativo com mais de três mil palavras nas duas
línguas, realçando suas correspodências. Trata-se de um tour de force, e demoliu
totalmente os argumentos que situavam a língua egipcia na família semítica (árabe,
hebraico, aramaico). Trabalhos corroborativos semelhantes, acerca de outras línguas
africanas, tem sido produzidos desde entao por pesquisadores. . (FINCH, 2009: p.
88)

Siguiendo a Diop, Zapata escribe su ensayo, Génesis de las culturas africanas. Iniciación
a la mitología africana, en el cual hace un panorama de los orígenes de las culturas del
continente negro hasta desembocar en su mitología. Abre su texto con la tesis de África
como la cuna de la Humanidad:

Hace cien mil años, ayer, el primer Homo sapiens, solitario en la planicie de
Oldoway (Kenya), al mirar la gran noche del firmamento, debió preguntarse qué
querían decirle las estrellas con su rutilante espabilar desde las alturas. Y apenas hace
30.000 años, ya dibujaba su respuesta en cientos de cavernas repartidas en las
montañas y valles de todo África. (Diop). (ZAPATA, 2011: 24)

Zapata reconstruye un panorama general de la historia de África, destacando que


allí florecieron civilizaciones y culturas, gran variedad de lenguas, cosmovisiones y
tradiciones religiosas, expresiones artísticas, en una inmensa y variada geografía. La
fabulosa Timbuctú, el gran Zimabwe, las pirámides de Egipto y su civilización, la
esplendorosa arquitectura de los reinos sudanenes, Mali, Ghana y Nubia, le sirven para
adentrarse en la tradición Yoruba y Bantú, como la originaria de lo que el denomina: los
babalaos de la resistencia. Esa tradición es la que viaja en los barcos de la trata, la metáfora
central de Changó, de ahí que las llame “las bodegas iluminadas” pues en medio de la
inhumana travesía viajan en los espíritus de los africanos la cultura Bantú, Yoruba,
Carabalí-Bantú, Ewe-Fon, Fanti-Ashanti, Berberisca, Guineana y Morisca. A estas culturas
les dedica breves reseñas histórico-culturales. Elementos que luego utiliza para la
reconstrucción de la travesía del Nueva India, nombre con el cual ironiza la errónea idea de
Colón de haber llegado al lejano país del Oriente.
En la síntesis de la mitología Yoruba resuenan, según Zapata,

los tambores lingas de Ilé-Ifé, la Ciudad Sagrada, donde los Dioses crearon el
universo, la tierra, los orichas inmortales y los hombres perecederos.

Invocan a los Orichas, grandes protectores del Muntu Africano, para que no los
abandonen en el exilio y nutran su rebeldía para alcanzar la libertad.

Convocan a los sacerdotes de todos los pueblos de África, perseguidos por los
cazadores de hombres libres para esclavizarlos en América...

No claman por milagros ni misericordia, sino que les hagan fuertes en la «nueva casa
americana», donde quiera que los arrastre el yugo de las cadenas; los ríos calmen su
sed; en las montañas abunden árboles, barro y cal para construir su casa; la tierra sea
fértil para el grano y sus muertos.

¡Ante todo pedirán a los Orichas de la Vida, les conceda mujer, compañera y esposa,
para multiplicar su estirpe y perpetuarse en el océano de todas las sangres!
(ZAPATA, 2011:34).

La gran utopía de perpetuarse en todas las sangres tiene su aliento espiritual en la


mitología Yoruba. En sus viajes al África tuvo la oportunidad de conocer de cerca las
ritualidades que había presenciado en el Caribe y el Brasil, además de dialogar con algunos
griots y sacerdotes de los cultos africanos, afirmando con estas experiencias su visión sobre
este continente y el papel de la religiosidad y la oralidad como sustento de la vida social y
material. Las soluciones narrativas concretadas en Changó provienen de esta comprensión,
de sus experiencias directas con estas manifestaciones de la cultura africana que nunca
fueron del todo abandonadas por los africanos empujados por la diáspora a las Américas.
La apretada síntesis poética de la cosmogonía yoruba de la primera parte de El árbol brujo
de la libertad puede asumirse como el primer borrador de los cantos con los que abre la
novela y anticipan la imagen histórica, mítica y utópica del África. Ngafúa, el babalao-
narrador de la saga, conecta la mitología africana con las Tablas de Ifá, siempre está
consultándolas a través de las conchas para saber el destino previsto y las expresa a través
de los proverbios que perviven en la oralidad yoruba de generación en generación.

Establecida la conexión profunda entre el continente africano y la diáspora, El árbol


brujo hace un extenso recorrido de su historia en las Américas: los africanos en las
conquistas y primeras fundaciones; los africanos mártires de la Inquisición; el papel de los
misioneros jesuitas, Alonso de Sandoval y Pedro Claver; la Corona y la iglesia en relación a
la esclavitud; el cimarronaje y el establecimiento del Palenque de San Basilio y su líder
Benkos Biojó; la herencia del rey Benkos; las alianzas y los alzamientos afroindígenas; la
dispersión de la diáspora; las luchas cimarronas en el siglo XVIII y XIX; el colonialismo y
la guerras de independencia con el apoyo de los esclavizados; la revolución haitiana y su
repercusiones en el continente; y los movimientos políticos y culturales de los
afrocolombianos. Este inmenso trabajo historiográfico, hecho más con mirada de novelista,
será material precioso para la creación de los contextos en los cuales se moverán sus
personajes. Funcionan como el cuaderno de notas de novelista, de sus preocupaciones
temáticas, su cuestionamiento de la historia oficial y su crítica del colonialismo y su
estereotipada, deformada y pobre visión del África. Si algo se propuso Zapata fue hacerle
justicia poética al continente de los africanos que llegaron encadenados a las Américas.

Anticipándose una década al luminoso ensayo del jamaiquino Stuart Hall, “The west
and the rest” (HALL, [1992], 2013), Zapata desmontó en Changó con arrasadora fuerza
poética las categorías “Occidente”, “occidental” o “Europa”, sacándolas de su ensimismado
y falso pedestal, mostrando que no podrían existir sin el aporte de ese “Otro”, las llamadas
sociedades del “Resto”. De ahí que los ensayos preparatorios de su novela, escritos durante
los años 60s y 70s, El árbol brujo de la libertad, 11 con un subtítulo que encierra su
meridiano propósito - África en Colombia: orígenes, transculturación, presencia -, impugna
todas las implicaciones negativas vinculadas a las nociones de “salvaje”, “incivilizado”,
“irracional” y “subdesarrollado” derivadas de la mirada del proyecto de modernidad
occidental, autoproclamado como producto supremo de la civilización humana. Los
esclavizados se humanizan y sus orígenes ganan el estatus de pertenecer a importantes e
influyentes culturas y tradiciones en el universo analizado en El árbol brujo de la libertad y
poetizado en Changó, el gran putas.

11 Esta recopilación la hizo Zapata en vida, con el concurso del investigador William Mina, con el orden
temático ideado por Zapata, pero sin ningún tipo de indicación sobre el año de escritura de cada uno de los
textos.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS

BASTIDE, Roger. As Religiões Africanas no Brasil. São Paulo: Livraria Pioneira, 1971.

________. Las Américas negras. Madrid: Alianza editorial, 1969.

COSTA E SILVA, Alberto da. A África explicada aos meus filhos. Rio de Janeiro: Agir, 2012.

________. A enxada e a lança. A África antes dos portugueses. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1996.

CURTIN, Philip D. “Tendências recentes das pesquisas históricas africanas e contribuição à história em
geral”. In: (HGA I, pp. 37-58), 2010a.

CURTIN, Philip D. The Atlantic Slave Trade: A Census. Madison/ London: University of Wisconsin Press,
1969.

CHIAMPI, Irlemar. O realismo maravilhoso. São Paulo: Perspectiva, 1980

DIOP, Cheikh Anta. African Origin of Civilization. Westport: Lawrence Hill and Co., 1967

________. L´antériorité des civilisations nègres: mythe ou vérité historique? Paris: Présence Africaine, 1993
[1967].

________. L’Unité culturelle de l’Afrique noire. Paris: Présence Africaine, 1959.

________. Naciones negras y cultura. Barcelona: Editions Bellaterra, 2012 [1954].

________. Nation négres et culture. Paris: Présence Africaine, 2003 [1954].

DOMINGUES, Petrônio José. “Movimiento da negritude: uma breve reconstruçao histórica”. São Paulo:
Revista de Estudos Africanos, 24-25-26: pp.193-210, 2005.

ELBEIN DOS SANTOS, Juana. Os Nagô e a Morte. Petrópoliis, RJ: Vozes, 1993 [1975].

FANÓN, Frantz. Los Condenados de la Tierra, México: Fondo de Cultura Económica, 2007.

________. Pele negra máscaras brancas. Salvador: Edufba, 2008.

HALL, Stuart. Da diaspora. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2003.

HAMPÂTÉ, Ba, A. “A memória africana”. In: (HGA, I, 2010a, pp.167-212)


HEGEL, G.W.F. Fenomenología del espíritu. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1996 [1807].

________. Lecciones de Filosofía de la Historia universal. Madrid: Alianza editorial, 2001.

HENAO RESTREPO, Darío. “África está aquí. No llegué ahora mismo”. In: (BURGOS, 2010: pp. 341-361).

________. “El mundo de Nay y Ester”. Cali: Poligramas. n. 23: junio, 2005.

________. “La diáspora poética en Manuel Zapata Olivella”. In: (MINA, 2015: pp. 226-249).

________. “La marca de África: el negro en la novela colombiana”. In: Miradas Oblicuas. Cali: Programa
editorial Univalle, pp. 177-192, 2015a.

________. “Los hijos de Changó, la epopeya de la negritud en América”. (Prólogo). In: ZAPATA
OLIVELLA, Manuel. Changó, el gran putas. Bogotá: Ministerio de Cultura/Biblioteca
Afrocolombiana, pp. 11-29, 2010.

________. “Los retos de la crítica literaria en Colombia”. Cali: Poligramas n.18 diciembre, 2002.

________. Manuel Zapata Olivella habla del Pacífico” In: Revista Pacífico Sur # 1. Cali: Facultad de
Humanidades de Univalle, 2002, pp 5-8.

HISTORIA GERAL DA ÁFRICA, I. Metodologia e pré-história da África / editado por Joseph Ki-Zerbo. –
2.ed. rev. – Brasília: UNESCO, 2010a.

HISTORIA GERAL DA ÁFRICA, IV. África do século XII ao XVI / editado por Djibril Tamsir Niane. –
2.ed. rev. – Brasília: UNESCO, 2010b.

HISTORIA GERAL DA ÁFRICA,V. África do século XVI ao XVIII / editado por Bethwell Allan Ogot. –
Brasília: UNESCO, 2010c

KI-ZERBO, Joseph. Historia del África negra. De los orígenes al siglo XIX. Madrid: Alianza editorial, 1980.

MARX, Carlos. El capital. México: Grijalbo, 1970.

MATORY LORAND, J. (2015). La religión del Atlántico negro. Santiago de Cuba: Casa del Caribe/Editorial
Oriente.

MINA ARAGÓN, William (org.). Manuel Zapata Olivella: un legado intercultural. Congreso en Homenaje a
Zapata Olivella: Entrecruzamiento de saberes. Popayán: Editorial UniCauca, 2015.

________. Dialogando con Manuel Zapata Olivella. Mito, Historia, Cultura, Novela y Etnoeducación. In:
Manuel Zapata Olivella: pensador y humanista. (MINA, 2006: pp. 149-241).

MOORE, Carlos. “Un negro en eterno exilio”. Entrevista concedida a Eliane Brum. Brasilia: País Brasil, 31
de agosto, 2015.

________. A África que incomoda. Sobre a problematização do legado africano no quotidiano brasileiro.
Belo Horizonte: Nandyata, 2010.
________. O marxismo e a questão racial. Karl Marx e Friedrich Engels frente ao racismo e à escravidão.
Belo Horizonte: Nandyata, 2010 a.

MUNANGA, Kabengele. Negritude: usos e sentidos. Belo Horizonte: Autêntica Editora. Belo Horizonte:
Nandyata, 2012.

________. Racismo & Sociedade. Belo Horizonte: Maza edições, 2007.

OLUMIDE, Lucas J. The religión of the Yorubas. New York: Athelia Henrietta Press, 1996.

RODNEY, Walter. Como a Europa subdesenvolveu a África. Lisboa: Seara Nova, 1975.

SUBIRATS, Eduardo. Mito y Literatura. México: Siglo XXI, 2014.

SOYINKA, Wole. Myth, Literature and African world. Londres: University Press, 1976.

WALCOTT, Derek. El testamento de Arkansas. Barcelona: Visor, 2008.

________. La voz del crepúsculo. Madrid: Alianza, 2000, tradução de Catalina Martínez.

________. Omeros. Trad. José Luis Rivas. Barcelona: Anagrama, 1994.

WALDMAN, Mauricio. “O Baobá na paisagem africana: singularidades de uma conjugaçao entre natural e
artificial”. São Paulo: Revista do Centro de Estudos Africanos.USP: pp. 223-236, 2012

ZAPATA OLIVELLA, Manuel. China, 6 a.m. Bogotá: Ediciones S.L.B., 1955a.

________. “María: testimonio vigente del romanticismo americano”. Bogotá: Revista Letras Nacionales, nº
14, 1966, pp. 15-44.

________. Africanidad, indianidad, multiculturalidad. Cali: Facultad de Humanidades de Univalle, 2012b.

________. Cuentos de muerte y libertad. Bogotá: Editorial Iqueima, 1961.

________. Chambacú, corral de negros. Edição, introdução, notas, comentários e apêndice de José Luis
Díaz-Granados. Bogotá: Rei-Andes, 1990b.

________. Chambacú, corral de negros. La Habana: Casa de las Américas, 1963a.

________. Changó, ce sacre dius. Paris: Editions Miroirs, 1991, tradução de Dorita Piquero de Nouhaud.

________. Changó, el gran putas. Bogotá, Rei-Andes, 1992.

________. Changó, el gran putas. Bogotá: La Oveja Negra, 1983, 1ª edição.

________. Changó, el gran putas. Bogotá: Ministerio de Cultura/Biblioteca Afrocolombiana, 2010, prólogo
de Darío Henao Restrepo.

________. Changó, The Baddest Dude. Texas: Texas University Press, 2007, tradução de Jonathan Tittler e
introdução de William Luis Lubbock.

________. Deslumbramientos. Cali: Facultad de Humanidades de Univalle, 2012a.


________. Detrás del rostro. Madrid: Ediciones Aguilar, 1963.

________. El árbol brujo de la libertad. Buenaventura: Universidad del Pacífico, 2002a.

________. El árbol brujo de la libertad. Cali: Artes Gráficas, 2002.

________. El árbol brujo de la libertad. Cali: Facultad de Humanidades de Univalle, 2012.

________. El folclor en los puertos colombianos. Bogotá: Fundación Colombiana de investigaciones


folclóricas, 1974a.

________. El fusilamiento del diablo. Bogotá: Plaza y Janés, 1986.

________. El hombre colombiano. Bogotá: Antares, 1974.

________. En Chimá nace un santo. Barcelona: Seix Barral, 1963b.

________. Fábulas de Tamalameque. Bogotá: Editorial Rei-Andes, 1990a.

________. He visto la noche. Medellín: Editorial Bedout 1974, [1949].

________. Hemingway, el cazador de la muerte. Bogotá: Arango, 1993.

________. Hotel de vagabundos. Bogotá: Ediciones Espiral, 1955.

________. La calle 10. Bogotá: Casa de la Cultura,1960.

________. La Rebelión de los genes. Bogotá: Altamira, 1997.

________. Manuel Las claves mágicas de América. Bogotá: Plaza y Janés, 1989.

________. Levántate mulato: por mi raza hablará mi espíritu. Bogotá: Rei-Andes,1990.

________. Léve-toi, Mulátre. L´esprit parlera á travers ma race. París: Editorial Payot, 1987a.

________. Manuel Zapata Olivella, por los senderos de sus ancestros. Bogotá: MinCultura, 2010a, textos
escolhidos por Alfonso Múnera.

________. Nuestra voz. Aportes del habla popular latinoamericana al idioma español. Bogotá: ECOE
Ediciones, 1987.

________. Pasión vagabunda. Bogotá: MinCultura, 2000 [1949].

________. Tradición oral y conducta en Córdoba. Bogotá: INCORA, 1972.

Вам также может понравиться