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Resumen
Este trabajo rastrea y sitúa la cosmovisión mito-poética de matriz africana en la novela del
colombiano Manuel Zapata Olivella: Changó, el gran putas. El objetivo es hacer un
análisis del código poético, aquí denominado “código Changó”, con el fin de mostrar como
el autor elabora una singular y renovadora representación de la diáspora africana en la
literatura latinoamericana, poetizando el Muntu desde la cosmovisión de las religiones de
origen africano: el candomblé, la santería y el vodú. Inédito proyecto creativo en la novela
afroamericana a través del cual Zapata Olivella reivindica la contribución de los
esclavizados al mundo y replantea el papel de África en la conformación de la modernidad,
del sistema-mundo capitalista. Diáspora, memoria, travesía, malungaje, resistencia,
negociaciones, cimarronaje, coexistencia, desplazamientos, libertad, luchas y derechos
civiles son los temas que emergen en la representación poética de Changó, el gran putas,
novela afro-diaspórica, transnacional, hibrida, que apuesta por una visión descolonizadora,
crítica del eurocentrismo y los viejos paradigmas del colonialismo y los prejuicios de raza,
abriendo campo para nuevas formas de pensar la diáspora africana e su aporte a la
humanidad.
En África decimos que el viaje más largo es el que hacemos del mundo de afuera hacia dentro de
nosotros mismos.
Sotigui Kouyaté, Griot de Mali2
“¡Oídos del Muntu, oíd!”. Con este llamado, de principio a fin, el poemario La
tierra de los ancestros irriga el ritual mito-poético de Changó, el Gran Putas. Los 11 cantos
que lo componen animan la dimensión espiritual de la lucha por la libertad en las historias
narradas por el babalao Ngafúa, una especie de alter ego del autor. Estos poemas – Orichas.
Deja que cante la kora; Sombra de mis mayores; Ngafúa rememora el irrompible nudo de
los vivos con los muertos; Invocación a los grandes orichas; La maldición de Changó;
Ngafúa, en sueños, entreoye la maldición de Changó; Canto a Changó, oricha fecundo;
¡Changó! ¡Changó! ¡Buscaste fuera de África la Loba Blanca!; La despedida. Bienvenida a
Elegba abridor de puertas, Orúnla, vigila tus tablas, Despedida de las cien mil tribus – le
otorgan desde su inicio el tono épico al relato y expresan los códigos de las religiones
afroamericanas que lo sustentan. Códigos a través de los cuales se han mantenido durante
varios siglos los nexos más profundos entre África y América. 3 Diálogo cultural que
nunca se rompió pese a todas las barreras impuestas por los amos esclavistas y la visión
convencional sobre África, habitualmente basada en la historiografía de la etapa colonial
sobre la cultura y la historia africana para pasar entonces a demostrar las etapas por las
cuales evolucionó la cultura afroamericana a lo largo del tiempo a partir de aquel original
africano. Sin caer en ningún tipo de esencialismo, la novela se construye a partir de la
metáfora del diálogo, de la mirada mutua entre africanos y afroamericanos, cocción variada
y compleja a lo largo del tiempo y al mismo tiempo, como lo comprendió Zapata para
configurar una poética de la relación con otras vertientes de las culturas humanas; poética
presente en la representación de la triada América/África/Europa, con los intercambios
Como en Pedro Páramo de Juan Rulfo, Gran sertón: veredas de Joao Guimaraes
Rosa, Macunaíma de Mario de Andrade, Los ríos profundos de José María Arguedas, Yo,
El supremo de Augusto Roa Bastos, El reino de este mundo de Alejo Carpentier, Cien
años de soledad de Gabriel García Márquez, modelos emulados por Zapata en el rescate de
las tradiciones y mitologías de las Américas, nos encontramos en el interior de una
experiencia mitológica, artística e intelectual. Como señala Eduardo Subirats en su análisis
de varias de las obras mencionadas,
Estamos en el centro de un proceso creador de formas, símbolos y mitos. Nos
hallamos en el medio de una reflexión esclarecedora sobre memorias destruidas y
palabras falsas. En el corazón emocional y espiritual de las culturas latinoamericanas.
(…) Pero existe todavía otro aspecto más relevante en estas novelas: no sólo asumen
una nueva forma a partir de la oralidad, a partir de mitologías soterradas, y a partir de
las lenguas y memorias originales de América. Todas estas novelas han alimentado y
han sido integradas socialmente como la forma, la conciencia y el espíritu de una
comunidad nacional y latinoamericana, y de su resistencia a su disolución lingüística,
ecológica y política. (SUBIRATS, 2014: 31)
Changó, el gran putas podría agregarse a las cinco novelas analizadas por Subirats
en Mito y Literatura4 por poseer la misma estatura literaria, y por tanto, una obra a la cual
le cabe en toda su extensión la valoración como creadora de formas, símbolos y mitos. Y
con mayor razón, porque rescata esas mitologías soterradas del aporte de la diáspora
africana a las Américas. Con las mitologías africanas Zapata elabora su epopeya, en la que
poesía y prosa se confunden en una misma potencia creadora, transcienden las fronteras
entre las distintas facetas de la condición humana. Todo se constituye en la totalidad del
Muntu. Como lo expresa Zapata:
El fundamento de toda esta novela es el concepto del Muntu, que es un concepto
bantú que alude a la familia, pero no en el sentido tradicional de la cultura occidental,
sino la familia de los hombres vivos y sus difuntos, hermanados con los animales y
los vegetales y los minerales. En otras palabras, ese gran problema que hoy en día se
está planteando la humanidad, de reconocer esa biodiversidad a través de una
fraternidad y no a través de una lucha a muerte. (ZAPATA, 1990: 345)
lloraba la kora,
4Subirats no se ocupa de la obra de Carpentier, ni de García Márquez, obras que considero, junto con
Changó, de la misma dimensión de las seleccionadas por este filósofo catalán.
sus cuerdas hermanas
la historia de Nagó
(ZAPATA, 2010: 42 )
Ngafúa se presenta como babalao de Ifá. Esto es, como padre del secreto que recibe
los mensajes por medio de los signos (odús) de las Tablas de Ifá. El babalao, entre los
yorubas, detecta esos odús por medio de los caroços de Ifa o tirando el rosario de Ifa (opele
Ifa), siguiendo ciertas reglas. El papel del babalao Ngafúa está poetizada como la de un
visionario que guía a Nagó y a la diáspora en su nuevo destino, como un sacerdote,
guardián, sabio y profeta bendecido por los Orichas, las supremas deidades protectoras, las
fuerzas supremas de la naturaleza y las potencias creadoras también conocidas como
Vodús, Ogúns, Loas, Guedes y Zakas. Él conoce los misterios de la vida y la muerte porque
su sabiduría proviene de la sombra protectora de los Ancestros. Ngafúa es el chamán y el
bardo, el curandero y el juglar. Cuando invoca a su padre, Kissi-Kama, su voz se vincula al
canto épico de héroe malinke Soundjata:
Detrás de estos versos hay una larga historia y la geografía de una civilización: la
del pueblo Manden (Mandenka o Mandingo), los pobladores de imperio Mali. (HGA IV,
2010). El canto se refiere a los héroes del Mandingo, cuyas historias Ngafúa escuchaba de
niño, en los brazos de su padre, a la sombra del baobab de profundas raíces. Ahora la
invoca para que estas sabias historia iluminen la suya. “La palabra evocadora de la espada
de Sundjata” alude al legendario héroe de la unidad del imperio Mali en el siglo XIII –
Sundiata Keita - y a la memorable batalla de Kirina, al norte de la moderna Bamako, por
vuelta de 1230, en la cual Sundjata vence a Sumaoro Kante el jefe de los sossos, el pueblo
enemigo de los mandingas.5 Esta victoria unifica a todos los clanes malinquês y sella la
fidelidad a Sundjata, proclamado como rey de reyes del nuevo imperio que se creó: el de
Mali. (DA COSTA E SILVA,1996). Las historias de este imperio han sido trasmitidas por
una rica tradición oral de generación en generación por los griots,
5 Los relatos de la tradición oral sobre Sondjata Ketia fueron recopilados por el eminente historiador del
África del Norte, Djibril Tamsir Niane, se pueden consultar en internet:
http://www.webmande.net/bibliotheque/dtniane/sunjata/tdm.html
social. Exatamente por isso ele é, acima de tudo, a árvore da aldeia. (WALDMAN,
2012: 22)
Cada vez que la comunidad delibera sobre decisiones trascendentales, los ancianos se
congregan allí para que los Ancestros iluminen sus palabras con la sabiduría
milenaria.
El mito agrega que el árbol sagrado reúne simbólicamente en sus hojas, los mil y más
idiomas africanos conformados en su larga evolución de millones de años; sus raíces
son tan profundas que no ha podido ser destroncado por la cacería de sus hablantes,
perpetrada desde tiempos inmemoriales por griegos, romanos, persas, chinos y
árabes. (ZAPATA, 2011: 34)
Desde su paso por Harlem y su contacto con los artista e intelectuales afroamericanos
-Langston Hughes, Paul Robeson, Claude Mackay y Richard Wright -, y años antes con el
afrocubanismo de Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, el
indigenismo haitiano de Jean Price-Mars y la negritud de Aimé Césaire (Marinica), Léon
Damas (Guiana Francesa) e Léopold Sédar Senghor (Senegal), Zapata asume los ideales de
estos movimientos para darle forma a su saga. Bajo la sombra del Baobab se propone la
recuperación de la cultura africana, la valorización del pasado que trajeron y continua
alimentando a la diáspora en el Nuevo Mundo. La negritud se volvió sinónimo del amplio
proceso de toma de conciencia racial, de valorización de los símbolos culturales de origen
africano, la lucha anti-racista, la liberación nacional, y quizás lo que Zapata resaltó en
medio de todo: las religiones de matriz africana. Un concepto como el Muntu, una función
religiosa como la de los babalaos, el simbolismo del Baobab y los hilos de los orichas,
sintetizan ese espíritu de la negritud en la creación narrativa de Zapata. El Baobab es un
baluarte de la memoria africana, abrigo de las esperanzas del babalao Ngafúa.
De esta forma, el inicio ritual y cultural de Changó son los poemas que canta el
Babalao Ngafúa. Este personaje mítico y literario está presente a lo largo de toda la
narración, junto a Nagó, Olugbala, Kanuri “Mai” y Sosa Illamba. Ngafúa es el Ancestro de
los Babalaos y Nagó el de los guerreros. Olugbala es la prudencia de la hormiga con la
fuerza del elefante. Sosa Illamba es la madre Yemayá de cuyo vientre nace el Muntú
Americano. Kanuri “Mai” es la luz del arte que redime la tragedia de la esclavitud y la
enfermedad. Estos cinco africanos arrancados de sus familias y culturas, encadenados en las
naos negreras, partieron hacia América como mensajeros de los Orichas para liberar al
Muntú. Ellos son los Ancestros que inspiran y protegen la redención de la libertad con la
sabiduría milenaria. Por esto, las primeras palabras de la novela, después del título y la
dedicatoria a Rosa, son: “Los Orígenes”, “La tierra de los Ancestros” y “Los Orichas”.
Esse pasado, por ter sido deles, é nosso, que os continuamos – um pasado em que é
difícil deslindar mito e realidade, sobretudo no amplo espaço dos séculos em que a
história era ainda poesía. A imaginaçao foi sempre o húmus do jardín de Clio. No
caso da África, antes do século XVII, é particularmente válido o definir-se a história
como adivinhar o pasado. (SILVA, 1996: 15)
Estas palabras del gran africanista brasilero, a quien Zapata tuvo la oportunidad de
conocer en Bogotá, en los años 90s, cuando era el embajador del Brasil en Colombia y le
compartió Changó, aplicarían en su profunda significación al espíritu que anima esta saga,
al código de representación con la cual está tejida. 6 Olodum, Xangó, Yemayá, Elegba,
6 En agosto del 2014, cuando realizaba mi pesquisa en Rio de Janeiro, visité en su casa en Laranjeiras, a este
ilustre historiador, poeta y diplomático, para hablar de África, el Brasil y las Américas, y por supuesto de
Zapata y su novela, a la cual me confesó tiene en el más alto concepto por su valor literario y su importancia
para la cultura latinoamericana. Esa conversación fue decisiva para la perspectiva del presente trabajo.
Ogún – me comentó el poeta Da Costa e Silva – hacen parte de mi libro acerca de la
historia del África antes de la llegada de los portugueses – A enxada e a lança – porque
pertenecen ineludiblemente a la realidad de los yorubas. Y como un sabio babalao se
explicó: ellos están como Enéas y su viaje de Troya al Lácio, y como Reia Sílvia, la loba,
Rômulo y Remo, en los compendios sobre historia romana, cuyos autores los saben mitos,
pero no ignoran que fecundaron un destino. Esa misma comprensión tenía Zapata. Como
novelista echó mano de la imaginación para adentrarse en la historia de África, pues como
Da Costa e Silva tenía la convicción que ese pasado era también de las Américas
fecundadas por la diáspora africana. Por eso el hilo conductor de Changó es la dimensión
mitológica que engloba al África histórica y utópica. Zapata comprendió, como novelista,
el camino señalado por Da Costa e Silva, como historiador, en relación a la historia del
África:
Fui apenas a agulha dos ancestrais para tecer a trama com as vidas e as mortes de
cem milhões ou mais de africanos, removidos de sua terra, caçados e atados por
correntes, para serem transplantados nas Américas. (...) Medi minhas forças, meu
passado de andarilho, minhas viagens por culturas tão variadas, meus sofrimentos
por pertencer à dita raça indigna, e, de repente, compreendi – foi o momento do
imponderável hantu – que toda essa peregrinação, sofrimentos e assombros estavam
escritos nas Tábuas de Ifá há milhões de anos antes de eu nascer para servir de
escriba para a palavra sem alfabeto do povo negro. (ZAPATA, 1990, 344).
Estos argumentos dejan en claro la procedencia y el papel de Ngafúa, como alter ego
de Zapata en la recreación de la diáspora africana. De ahí el código mitológico que ordena
la novela. El imponderable hantu - junto con Muntu, Kintu y Kuntu -, uno de los cuatro
conceptos básicos de la ontología bantú, indica lugar y tiempo, que para lo que está
queriendo expresar Zapata se trata del espacio en el cual se conjugan todos los tiempos y
lugares. (KAGAME, 1976). Desde ese lugar mítico se rescata la tradición viva de la
oralidad, función que en las diferentes culturas africanas le compete a los babalaos, a los
viejos iniciados, dentro de una visión religiosa del mundo como señala Hampaté-Ba:
Deve-se ter em mente que, de maneira geral, todas as tradições africanas postulam
uma visão religiosa do mundo. O universo visível é concebido e sentido como o
sinal, a concretização ou o envoltório de um universo invisível e vivo, constituído de
forças em perpétuo movimento. No interior dessa vasta unidade cósmica, tudo se
liga, tudo é solidário, e o comportamento do homem em relação a si mesmo e em
relação ao mundo que o cerca (mundo mineral, vegetal, animal e a sociedade
humana) será objeto de uma regulamentação ritual muito precisa cuja forma pode
variar segundo as etnias ou regiões. (HAMPATÉ, 2010:173)
Desde luego, los prisioneros africanos, y no esclavos, llevados por primera vez a
Grecia, Roma y luego a la América, a pesar de estar desnudos y encadenados, eran
hombres que no procedían de las junglas, ni mucho menos de las cuevas del
Neandertal. Eran células violentamente arrancadas de su constelación cultural, ya
procedieran de aldeas campesinas o de las capitales de los esplendorosos reinos de
Mali, Ghana, Songhai, Manicongo y Monomotapa. Poseían veinte o más siglos de
haber iniciado en su propio continente las primeras civilizaciones de Egipto, Axum y
Meroe. (ZAPATA, 2012b: 23).
Tivemos que inventar uma África mítica para resistir durante 400 anos. Não foi fácil
atravessar 400 anos sem nenhuma referência positiva sobre você, sobre a raça negra.
Tivemos que inventar uma África para servir de apoio moral e espiritual. Uma África
que nos dissesse, que nos informasse constantemente que éramos seres humanos,
vivendo 400 anos em um sistema que diz que você não é humano. Em que o branco é
o único que é referência do que é humano, do que é belo, do que é bom, do que é
justo, do que é limpo, e você... é somente sujeira. Quem resiste a isso? Então tivemos
que inventar uma África que mantivemos em segredo, como as religiões. As religiões
também tiveram esse papel de nos dar essas referências, de que não éramos sujeira...
lixo.
7 Usamos aquí el término en el sentido general de valorización de todas las manifestaciones culturales de
matriz africana, de ruptura con la visión eurocéntrica y de afirmación del orgullo racial. Este término encierra
muchos usos y sentidos y tiene una evolución a lo largo del siglo XX. Ver (MUNANGA, 2012) y
(DOMINGUES, 2005).
8 Cheikh Anta Diop nasceu em Caytou, no distrito Diourbel, Senegal, em 1923, e faleceu en Dacar, capital do
mesmo país, em 1986.À época de sua norte, era amplamente considerado o maior intelectual producido pela
África no século XX.
historias ocultas de esas culturas que tanto aportaron a la Humanidad. El asunto no era
apenas investigar el periodo de la Trata, justificada con infinidad de distorsiones, sino
contemplar el conjunto de sociedades y culturas de donde fueron arrancados los
esclavizados. Hondas reflexiones animaron a Zapata cuando emprendió su cometido por
rescatar y recrear esa tragedia humana y su dimensión épica, partiendo de ineludibles
cuestionamientos:
¿Por qué esta historia, la más grande, persistente y múltiple fusión de hombres de
todas las razas permaneció oculta a la mirada de los poetas y de los novelistas?
¿No era acaso mucho más humana y dramática esta epopeya que la de los griegos
diseminando su semilla por el mar Egeo contada por Homero?
Sin menoscabar la hazaña de los lusitanos, ¿no es más heroica que la historia de
Os Lusiadas que inmortalizó el gran Camoens?
¿La vida privada de los italianos no tuvo a su Dante aunque el poeta nos diera su
visión de ultratumba del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso?
Comencé entonces a intuir que esta historia no podía ser escrita por alguien que no
llevar en su piel la huella de quienes habían padecido tal indignidad. Pero negros
talentosos escribieron poemas y novelas que bien habían podido acometer la odisea
de su pueblo. Concluí que no se trataba de poseer el don narrativo, sino de abarcar en
una mirada las múltiples culturas africanas refundidas en la esclavitud. La tarea
provocaba desfallecimientos antes de intentarla. (ZAPATA, 1990, 344)
Estás nadando en una saga, esto es, en mares distintos, en cinco novelas diferentes
—«Los orígenes», «El muntu americano», «La rebelión de los vodús», «Las sangres
encontradas» y «Los ancestros combatientes»—. Todas ellas con unidad,
protagonistas, estilo y lenguaje propios. Su única ligazón son los orichas africanos y
los difuntos padres nacidos o muertos en América que no reconocen los límites de
los siglos, ni de las geografías o de la muerte.
Ahora embárcate en la lectura y deja que Elegba, el abridor de caminos, te revele tus
futuros pasos ya escritos en las Tablas de Ifá, desde antes de nacer. Tarde o temprano
tenías que enfrentarte a esta verdad: la historia del hombre negro en América es tan
tuya como la del indio o la del blanco que lo acompañarán a la conquista de la
libertad de todos. (ZAPATA, 2010: 35)
Zapata tuvo conciencia, desde la lectura del libro del sacerdote jesuita Alonso
Sandoval, Tractatus de instauranda aethiopum salute (1627), el compañero de
evangelización de Pedro Claver en la Cartagena de los tiempos de la Inquisición, del
proceso infame de despedazamiento de África a causa del comercio negrero, dispersada a
través de la tierra para nunca más volver a ser la misma en su diversidad, y ser otra más rica
e influyente a pesar de las dolorosas pruebas a las cuales fueron sometidos sus pueblos y
sus culturas. Como sostiene el historiador burkinés Joseph Ki-Zerbo: “África es como
Osiris. Fue despedazada y nuestra responsabilidad es recomponerla” (KI-ZERBO, 2001,
entrevista). Osiris era un rey benéfico del antiguo Egipto. Su rival, Seth, que quería el trono
para si, le tendió una trampa. Mató al rey y despedazó su cuerpo, dispersando los pedazos a
lo largo y ancho de la tierra. La reina Isis, consorte del rey muerto, utilizó sus poderes
divinos para descubrir cada pedazo. Osiris se convirtió en el rey de la resurrección: una
excelente metáfora para novelar la diáspora africana. Tarea que implicó despejar el camino
de todas las visiones negativas acerca de África, complejo entramado de representaciones
orquestadas desde las metrópolis europeas, animadas por pensadores de la talla G.W.F.
Hegel, tan profusamente citado cuando se trata de mostrar las negaciones y omisiones del
pensamiento eurocéntrico. Ki-Zerbo y Zapata critican las ideas del filósofo alemán para
fundamentar, el uno como historiador y el otro como novelista, su perspectiva
descolonizadora. El africano y el colombiano compartieron ideales panafricanistas en los
años 60s, cuando estaban en ascenso los movimientos de liberación nacional en África y el
resto del Tercer Mundo y el despliegue de movimientos artísticos e intelectuales que venían
configurándose desde inicios del siglo XX. En 1961 apareció el libro de Frantz Fanon, Los
condenados de la tierra, con el prólogo de Jean Paul Sartre, de gran impacto en el
pensamiento descolonizador que se abría paso; allí se subvirtieron a fondo las ideas de
Hegel declaradas en su famoso Curso de Filosofía de la Historia, en 1830,
Lo que es peor: puesto que los otros se hacen hombres en contra nuestra, se
demuestra que somos los enemigos del género humano; la élite descubre su
verdadera naturaleza: la de una pandilla. Nuestros caros valores pierden sus alas; si
los contemplamos de cerca, no encontraremos uno solo que no esté manchado de
sangre. (…) En fin, como verán ustedes: Europa hace agua por todas partes. ¿Qué ha
sucedido? Simplemente, que éramos los sujetos de la historia y ahora somos sus
objetos. La relación de fuerzas se ha invertido, la descolonización está en camino; lo
único que pueden intentar nuestros mercenarios es retrasar su realización. (FANON,
2001: 25)
He aquí el proceso exacto de la creación poética, o de lo que tal vez debería llamarse
no su “creación” sino su recreación: la memoria fragmentada, la estructura que
enmarca al dios, incluso el rito que los entrega a la pira final; el dios tejido caña a
caña, junco a junco, línea a línea, como los artesanos de Felicity erigían su eco
sagrado. (WALCOTT, 2000: 92)
De mil maneras, África aparece de principio a fin en Changó, el gran putas, como
un tributo a ese continente. Infinidad de palabras traen consigo ese mundo que irrigó a otro
bordeado por el mismo océano. Basta ver los mapas de los siglos del comercio de esclavos
para visualizar las miles de rutas y destinos de la mayor travesía forzada de seres humanos
de la historia humana. A Nagó lo despiden las cien mil tribus de África, metáfora
espléndida del Muntu africano que dará origen al Muntu americano. Este concepto de
Muntu, como lo señaló en diversas oportunidades Zapata, constituye el fundamento
metafísico de la novela, le otorga su filiación profunda con la cosmovisión de la filosofía
Bantú. La familia de los hombres vivos y sus difuntos, hermanados con los animales y los
vegetales y los minerales, contemplada en el concepto Muntu, reconoce a través de la
fraternidad el aporte de los esclavizados y la cultura que trajeron consigo a la humanidad.
De ahí surge la épica de las negritudes de América recreadas. Bello ejemplo apreciamos en
la novela con la despedida, revestida en su significación profunda de la grandiosidad
histórica de la diáspora, de la dimensión épica del acontecimiento que está detrás de la
partida de Nagó. Vale detenernos con detalle en este canto.
Despedida de las mil cien tribus
Aquí están Nagó,
/hijo de Jalunga,
/las voces despiertas de los desaparecidos
Ancestros /los vivos
/los muertos /
los sagrados mensajeros /
del remoto Kush
Traen la palabra viva de los catorce Orichas / alimento de las tribus /
bajadas por
el Nilo /
los ribereños del Lualaba/ y el Zambeze
/ por el Níger y el Gambia /
difundidos.
los ríos y las ciénagas / las aletas en brazos convertidas / la cola en plantas
Se oyen los repiqueteantes lingas de Oeste a Este, / los ceramistas Nok /
los
forjadores del bronce de la esplendorosa Benín./ Se escuchan las lentas pisadas de
los elefantes / sobre sus lomos
limo apaciguado del Islam /
murallas de Cristianos /
traen la palabra viva del
desierto
/ la selva y los océanos. /
Estamos aquí convocados
/ para darte adiós en la partida
/unidos por la palabra /
por los hilos de Elegba / abridor de las tumbas /
llave de los pactos y las puertas
/ solo él sabe el punto / donde se cruzan la hora y el camino / el magara y el buzima
/ de los vivos y los muertos. /
¡Escucha la despedida, / las ofrendas, los himnos /
de las mil cien tribus / para despedirte unidas! (ZAPATA, 2010, 80)
Detrás de los esclavizados está ese pasado milenario. Tantos años dedicados por
Zapata al conocimiento de África se condensan en este poema lleno de referencias a las
cosas, artes, lenguas, geografía, pueblos, reinos y dioses de ese continente, metaforizado
como una unidad diversa en las cien mil tribus que salen a despedir a Nagó y a sus
compañeros prisioneros en el Nova India. Para nada se trata del África miserable
representada por los saberes coloniales, sino de un continente rico y complejo, diverso,
aherrojado por los poderes coloniales del naciente capitalismo europeo. Esta mirada no
sólo desmonta todos los prejuicios sobre África, sino que constituye la condición sine
quanon para valorar los siglos de la ignominiosa esclavitud, no por ello fecunda, con
extraordinarios aportes a la humanidad. Esos seres legaron al mundo muchas cosas. El
poema recupera con altivez la historia de los grandes reinos y civilizaciones del continente
donde surgió por primera vez el ser humano. Esta óptica cambia a fondo la mirada sobre el
África. Nagó, Ngafúa, Sosa Illamba, Kanury “May” y Olugbala, no solo vienen de este rico
universo de culturas y civilizaciones como mantienen sus nexos indestructibles con ellas a
través de los dioses y los ancestros. De ahí proviene la magnificencia poética de Changó, el
gran putas, pues su narrador, alter ego del novelista - el Babalao Ngafúa -, lo hace desde el
África más profunda, la expresada en las cosmovisiones contenidas en las Tablas de Ifá.
Durante casi cuatro siglos, para reemplazar la agotada mano de obra de los pueblos
indígenas, África fue despojada de buena parte de su población. Las cifras oscilan entre los
12 y 15 millones de personas, según las investigaciones de las últimas décadas, tenidas en
cuenta en The Trans-Atlantic Slave Trade Data Base (Base de datos de la trata negrera
transatlántica)9 censo realizado por Davis Eltis y Philip Curtin a partir del registro de casi
35.000 viajes de barcos negreros “legítimos” (los de contrabando será imposible
calcularlos, así como saber cuantos morían en las feroces cacerías dentro de África).
(CURTIN, 1969). Zapata llegó a hablar de 100 millones, una cifra descomunal, explicable en
el contexto de los años 60s y 70s, cuando los movimientos panafricanistas querían llamar la
atención sobre la brutalidad del tráfico de africanos y la expoliación de África, el origen
del subdesarrollo, sacándole millones de brazos y cerebros para el progreso y la riqueza de
los imperios coloniales europeos. 10 De un proceso de tamaña magnitud, hoy podemos
saber de qué puerto africano salieron cuántos hombres, mujeres y niños, y cuántos llegaron
en qué fecha y a qué puertos. Según el censo de Eltis y Curtin, antes de 1820, tres veces
más africanos esclavizados que europeos atravesaron el Atlántico. Ante estas realidades
demográficas, conocidas por Zapata y constatadas en sus viajes por las Américas, su
cuestionamiento como novelista giró alrededor de ¿Cómo contar esa historia? Y se propuso
escribirla teniendo en cuenta a la mayor parte de la población y al continente de donde
vinieron. Zapata apostó a contarla desde la perspectiva cultural africana, en su caso desde la
Yoruba y Bantú de los pueblos del África occidental, en franco contraste con la visión
hegemónica, tanto sobre el papel de los esclavizados en las Américas, cómo de África y su
legado histórico y cultural. Algo inédito en la literatura latinoamericana de su tiempo,
incluso en obras que incluyen representaciones de lo afroamericano.
La metafísica africana, como denominaba Zapata a la cosmovisión Yoruba y Bantú,
constituye el eje central de la interpretación de la historia de la diáspora africana en las
Américas en Changó, le da sentido a todos los hechos históricos de la epopeya de los
negros en el continente americano. Lo épico se conjuga con una filosofía y un protocolo de
representación de matriz religiosa africana, allí reside el código Changó; su comprensión
reclama ahondar en la dimensión ritual de los ceremoniales del candomblé brasileño, la
santería cubana y el vudú haitiano. Cultos conocidos en profundidad por Zapata, apropiados
y entremezclados en la lógica poética de la novela. De estas ritualidades deviene el código
Changó de representación. El “terreiro” del candomblé brasilero, el “hounfort” del vodú
haitiano o el “monte” en la santería cubana son sinónimos de asociación y de lugar donde
Ese código oculto, como refiere Hall, también captó los esfuerzos de Zapata desde
sus primeras obras, tema profundizado con sus viajes y pesquisas; con el correr del tiempo
fue entendiendo la importancia de la religiosidad para la cultura, comprensión que lo fue
llevando a una de las “sobrevivencias” más importantes del legado africano. Los
esclavizados llegaron desnudos pero traían en sus espíritus sus dioses, creencias, prácticas
y saberes; con todo lo que trajeron contribuyeron de mil formas a las nuevas sociedades
colonial-esclavistas en América, en conflicto y negociación permanente con los amos y en
resistencia a los discursos religiosos, científicos, políticos y jurídicos que justificaron la
deshumanización, la racialización y la esclavización de las personas africanas durante
cuatro siglos. En la historiografía reciente, el libro de Joao José Reis, Negociaçao e
conflito. A resistencia negra no Brasil escravista, ofrece una visión muy rica de cómo se
relacionaron esclavos y señores en la sociedad colonial, (REIS, 2005). La comprensión
cabal de estos procesos condujo a Zapata a la escritura de Changó, el gran putas como
una visión alternativa a estos discursos hegemónicos; el ideario político de la
descolonización animó tanto su proyecto intelectual de investigaciones como el de
creador de novelas. En sus reflexiones ensayísticas lo delinea con meridiana claridad,
Rescatar, valorizar y recrear la dimensión religiosa africana hizo parte del ideario
estético-político de Zapata; a su conocimiento se aplicó a lo largo de su vida, a tener
intimidad con sus ritualidades, reivindicando sus principios, valores y la historia y las
culturas de las diversas civilizaciones. África en su compleja diversidad fue objeto de
muchas lecturas, algunos viajes y relaciones con importantes intelectuales; sin duda, la
más importante de esas relaciones fue su amistad con el senegalés Cheikh Anta Diop,
gran precursor de la conciencia histórica de África. Con él se inició la corriente
historiográfica que luego se denominará “afrocentrismo”. Su activismo en los grupos
estudiantiles africanos en Francia, que militaban en pos de la independencia de las
colonias, lo condujo a asumir la necesidad de completar una notoria carencia de las
naciones colonizadas:
Outra exigência imperativa é de que a história (e a cultura) da África devem pelo
menos ser vistas de dentro, não sendo medidas por réguas de valores estranhos... Mas
essas conexões têm que ser analisadas nos termos de trocas mútuas, e influências
multilaterais em que algo seja ouvido da contribuição africana para o
desenvolvimento da espécie humana. (HGA, vol. I, 2010: p. LII).
Cuando Zapata escribe los ensayos sobre África y la diáspora, recopilados en El
árbol brujo de la libertad, acude al libro de Diop Nations nègres et culture, sin duda, la
investigación que más luces le dio para armar su propia visión del África. Su afán
consistió en recuperar la historia imaginaria de los africanos para no olvidar su antigua
filosofía, reinventando otra cultura en su nueva casa. El sabio africano, casi en solitario,
fue el pionero del “cambio de paradigma” en la manera como África era estudiada,
creando nuevos modos de investigación y especialidades disciplinarias en la producción
académica africanista. Zapata no sólo leyó su obra como tuvo la oportunidad de compartir
ideas con Diop en varias oportunidades. Esta relación significó mucho para su obra en
proceso, le dio los fundamentos para pensar la historia africana, para diseñar un código
propio de representación de la diáspora en América. Propósito, hoy lo podemos colegir,
que hacía parte de la idea proclamada por Diop en 1948 cuando publicó su ensayo
titulado ¿Cuándo hablaremos de un Renacimiento Africano? motivado por los
movimientos de independencia africana y por la revaloración y reconstrucción del pasado
africano. Para muchas personas de origen africano, de ambos lados del Atlántico, Diop era
un genio como científico y un gran líder cultural. Veamos las tesis paradigmáticas para
hacernos una idea de su pensamiento y sus aportes, según el investigador Charles S. Finch
III:
A humanidade começou na África; o antigo Egipto foi uma civilizaçao negro-
africana; a origem dos povos da África Ocidental remonta ao vale do rio Nilo; o
mundo semita é uma fusao de imigrantes caucasoides ou arianos com negros
autóctones já estabelecidos na Ásia Ocidental; houve dois berços do
desenvolvimento humano nos tempos pré-históricos: o berço do sul e o berço do
norte; a ciencia, a medicina, a filosofía, a arquitetura, a engenharia e a arte civilizada
surgiram primeiro no vale do rio Nilo; os reinos pre-coloniais da África Ocidental
desenvolveram sistemas de governo e formas de organizaçao social altamente
sofisticados; ha uma unidade cultural em toda a África Negra a pesar de diferenças y
variaçoes superficiais entre as diferentes sociedades. (FINCH, 2009: pp.76-77)
Siguiendo a Diop, Zapata escribe su ensayo, Génesis de las culturas africanas. Iniciación
a la mitología africana, en el cual hace un panorama de los orígenes de las culturas del
continente negro hasta desembocar en su mitología. Abre su texto con la tesis de África
como la cuna de la Humanidad:
Hace cien mil años, ayer, el primer Homo sapiens, solitario en la planicie de
Oldoway (Kenya), al mirar la gran noche del firmamento, debió preguntarse qué
querían decirle las estrellas con su rutilante espabilar desde las alturas. Y apenas hace
30.000 años, ya dibujaba su respuesta en cientos de cavernas repartidas en las
montañas y valles de todo África. (Diop). (ZAPATA, 2011: 24)
los tambores lingas de Ilé-Ifé, la Ciudad Sagrada, donde los Dioses crearon el
universo, la tierra, los orichas inmortales y los hombres perecederos.
Invocan a los Orichas, grandes protectores del Muntu Africano, para que no los
abandonen en el exilio y nutran su rebeldía para alcanzar la libertad.
Convocan a los sacerdotes de todos los pueblos de África, perseguidos por los
cazadores de hombres libres para esclavizarlos en América...
No claman por milagros ni misericordia, sino que les hagan fuertes en la «nueva casa
americana», donde quiera que los arrastre el yugo de las cadenas; los ríos calmen su
sed; en las montañas abunden árboles, barro y cal para construir su casa; la tierra sea
fértil para el grano y sus muertos.
¡Ante todo pedirán a los Orichas de la Vida, les conceda mujer, compañera y esposa,
para multiplicar su estirpe y perpetuarse en el océano de todas las sangres!
(ZAPATA, 2011:34).
Anticipándose una década al luminoso ensayo del jamaiquino Stuart Hall, “The west
and the rest” (HALL, [1992], 2013), Zapata desmontó en Changó con arrasadora fuerza
poética las categorías “Occidente”, “occidental” o “Europa”, sacándolas de su ensimismado
y falso pedestal, mostrando que no podrían existir sin el aporte de ese “Otro”, las llamadas
sociedades del “Resto”. De ahí que los ensayos preparatorios de su novela, escritos durante
los años 60s y 70s, El árbol brujo de la libertad, 11 con un subtítulo que encierra su
meridiano propósito - África en Colombia: orígenes, transculturación, presencia -, impugna
todas las implicaciones negativas vinculadas a las nociones de “salvaje”, “incivilizado”,
“irracional” y “subdesarrollado” derivadas de la mirada del proyecto de modernidad
occidental, autoproclamado como producto supremo de la civilización humana. Los
esclavizados se humanizan y sus orígenes ganan el estatus de pertenecer a importantes e
influyentes culturas y tradiciones en el universo analizado en El árbol brujo de la libertad y
poetizado en Changó, el gran putas.
11 Esta recopilación la hizo Zapata en vida, con el concurso del investigador William Mina, con el orden
temático ideado por Zapata, pero sin ningún tipo de indicación sobre el año de escritura de cada uno de los
textos.
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