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Ser niño en el siglo XXI

Lejos de ser un fenómeno “natural”, la infancia es una construcción social que se transforma histórica y culturalmente
en las relaciones adultos-niños. Hoy se encuentra dividida entre una imagen tradicional que enfatiza su dependencia

y necesidad de protección y otra más moderna que ofrece posibilidades y exige responsabilidades. El reto es

construir una sociedad que tenga en cuenta las capacidades de todos.

A
pesar de que el siglo XXI ya está si lo asociamos al término niño o infancia.
LOURDES GAITÁN a punto de culminar el recorrido La infancia, la niñez, en la imaginación de
Profesora de Sociología de la Infancia, en la de su primera década, en el ima- un adulto siempre es pasado –recuerdos
Universidad Pontificia de Comillas. ginario colectivo parece que todavía evo- idealizados del niño “que nunca fuimos”–
Correo-e: lourdesgaitan22@gmail.com ca el futuro, lo que está por venir. Más aún o futuro –lo que pensamos que llegarán

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a ser los niños–. Por el contrario, para los gonistas en el proceso continuo de crear tido por el cual se dota a la infancia de un
niños, la infancia es presente, “su” pre- y re-crear la infancia, cuestión que se hace significado que se percibe como si fuera
sente; ser niño en el siglo XXI es ser niño evidente al observar sus conductas, pero un hecho objetivo, que primero se inter-
hoy, es vivir la infancia hoy. En este artícu- que es poco reconocida por parte de los naliza por medio de la socialización, y des-
lo se ofrece un conjunto de reflexiones adultos que tienden constantemente a re- pués se reproduce, aunque ya no de la
sobre lo que significa esto último. conducir la infancia al orden, a su orden. misma manera, sino transformado por la
Para empezar, podemos hablar de la in- La cuestión de las relaciones entre las conciencia. Así la infancia se experimenta
fancia no tanto como etapa vital sino como generaciones infantil y adulta es uno de como una realidad objetiva e incluso “na-
el espacio social reservado a los niños. Un los puntos clave en la concepción de la tural”, como una etapa vital a la que se
espacio en el que se define la forma de ser infancia. Ambas generaciones se necesi- atribuyen unas determinadas propiedades
niño en un momento histórico y en un con- tan, aunque más la primera a la segunda. que conocen los adultos y que van apren-
texto geográfico, socioeconómico y cultu- Ésta última tiene la tarea de enseñar a los diendo los niños, que señala la forma es-
ral determinado. Es por eso por lo que no nuevos miembros de la sociedad las pau- perada de ser niño, las formas de conduc-
significa lo mismo ser niño, niña o adoles- tas y normas que hacen a los seres hu- ta que corresponden a los adultos con
cente hoy, que serlo hace veinte, cincuen- manos en seres sociales. Por este camino respecto a los niños y, asimismo, lo que
ta, cien o doscientos años. Tampoco es lo el colectivo adulto puede lograr su prin- éstos deben hacer para llegar a ser y tener
mismo ser niño hoy en un país europeo cipal finalidad que no es otra que asegu- la consideración de adultos, constituyen-
que en un país latinoamericano, asiático o rar el futuro de la especie. Pero si en esta do todo ello un conjunto de indicadores
africano. Sin embargo, los llamados “niños” tarea se limitara simplemente a reprodu- o señales de las distintas formas de vida
tienen en común, tanto histórica como co- cir lo ya vivido, estaría negando cualquier social. Pero el orden social que rige y se
yunturalmente, su dependencia frente al posibilidad de avance en la condición hu- nos presenta como realidad no forma par-
colectivo adulto. Esta dependencia se ma- mana. Por el contrario, con la contribución te de la naturaleza de las cosas, existe
nifiesta en una serie de limitaciones im- de todos (hombres, mujeres, niños), re- solamente como producto de la actividad
puestas sobre su ser y su actuar que si bien conocida o no, es como se producen los cognitiva humana, como resultado de la
tienen una base biológica evidente, ya que cambios. Un ejemplo muy actual del cam- constante interacción entre el ser humano
los seres humanos nacemos al mundo bas- bio en las relaciones intergeneracionales productor y el mundo social –su produc-
tante incompletos, se hace más y más so- es la aparición, amplitud y generalización to– y, como ya se ha señalado, presenta
cial a medida que transcurren los años de de las nuevas Tecnologías de la Informa- variaciones históricas y diferencias basadas
la niñez (Gaitán, 2006). Con los niños se ción y la Comunicación (TIC). Aquí, los en las culturas particulares de los lugares
mantiene la ficción, que no se sostiene con llamados “nativos digitales”, es decir, los en los que se produce (Gaitán, 2006).
carácter general, de que aparezcan como miembros de las generaciones que ya han La imagen de infancia, que se compar-
un producto acabado, cuando alcanzan la nacido en la era de estas nuevas tecno- te actualmente de modo mayoritario –al
mayoría de edad, mientras que lo que está logías van muy por delante de los adultos, menos en los países que todavía confor-
generalmente aceptado y demostrado es especialmente de los más mayores, tan- man el bloque de pensamiento dominan-
que los humanos aprendemos, nos adap- to en su comprensión como en la habili- te–, está representada por una etapa de
tamos y nos hacemos a nosotros mismos dad que tienen para usarlas. Las TIC han preparación y aprendizaje, de dependen-
a lo largo de toda nuestra vida. La infancia acabado con el monopolio de los adultos cia y también de cierta irresponsabilidad,
se concibe como un tiempo de espera como referencia y principal fuente de in- por lo que necesita ser protegida de los
(“cuando seas padre, comerás huevos”, formación para los más pequeños, ya que demás y también, en cierto modo, de sí
dice el viejo refrán castellano), como una éstos pueden obtenerla a través de ca- misma. Esa imagen, socialmente construi-
clase de moratoria vital, una “reserva” para nales múltiples e incorporarla a su acervo da, se ha ido amasando lentamente y de
una especie que se supone en peligro de particular en un proceso de “reproduc- modo especial a lo largo del pasado siglo
extinción y con ella lo que de bello, ino- ción interpretativa” (Corsaro, 1997). Las XX. A ello ha contribuido, por un lado, el
cente, espontáneo, no reglado, libre de TIC alteran la jerarquía tradicional que desarrollo de las ciencias sociales que se
responsabilidades y obligaciones puede atribuía la posesión de todo el conoci- han ocupado del niño (la pedagogía, la
tener la vida del ser humano. miento o del conocimiento de nivel su- psicología, el psicoanálisis, la sociología
Frente a una concepción de la infancia perior a los adultos. Ahora, al menos en o la antropología social) así como de la
eterna, intemporal, proyectada hacia el fu- este campo, el conocimiento es como medicina (especialmente la pediatría clí-
turo, mantenida en general por los adultos, mínimo compartido. nica y la pediatría social) e incluso de la
la infancia es el tiempo en el que se es niño historia (el historiador francés Ariès pro-
y se vive como niño, a los ojos de sus pro- pone que la infancia es un producto de
tagonistas. Pero, ¿quién define el conteni- De cómo ha venido la infancia a la modernidad). El conocimiento científi-
do y los límites de lo que es infancia? Lo ser lo que es hoy co ha traspasado el ámbito académico y
definen todos, adultos y niños, si bien la el del saber especializado para llegar a
concepción que se impone es la de aque- La propia idea de infancia puede en- formar parte del saber común de la gen-
llos que detentan el poder para hacerlo, tenderse como una construcción social te corriente. Las ventajas de estos desa-
es decir, los adultos. Los niños (según la (Qvortrup, 1993; James y Prout, 1997), rrollos han sido evidentes, en general, para
Convención de Naciones Unidas, todo ser esto es, como el resultado de un proceso el bienestar de los niños. Pero también
humano menor de 18 años) son los prota- dialéctico continuo de producción de sen- han contribuido a consolidar una imagen

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de aquellos derechos y a la promoción
del bienestar de los niños. La virtud más
notable de la Convención reside en la ex-
presa y reiterada atribución de derechos
a los niños per se, a los niños como per-
sonas, mientras que los defectos más se-
ñalados derivan de una concepción adul-
tocéntrica de las relaciones niño-sociedad
y de una visión basada en la cultura occi-
dental dominante, latentes ambas cosas
en el propio texto de la Convención. La
existencia de este instrumento legal y la
amplia difusión del mismo ha repercutido,
indudablemente y a escala universal, en
beneficio de los niños, quienes han en-
trado de hecho en la agenda política.
Aunque también se puede pensar que ha
contribuido a consolidar la idea de que
existe un mundo aparte para ellos en el
que todo son derechos y no hay obliga-
ciones, idea que a veces es perceptible
en el discurso corriente.
El hecho de que la infancia haya encon-
trado acomodo en el espacio social y la
situación de los niños, tanto desde el pun-
to de vista sanitario, educativo o de su
del niño que se define no tanto por un Declaración, trataron de que Naciones estatuto legal, haya mejorado notable-
“ser” como por un “aún-no-ser” adulto. Unidas ratificara la Declaración de Gine- mente a lo largo del último siglo no sig-
De hecho, la imagen y el contenido de la bra, cosa que se produjo en 1948. Once nifica que sus problemas se hayan supe-
infancia se construyen como una imagen años más tarde, el 20 de noviembre de rado ni que hayan mermado los riesgos
en negativo de la adultez (Rabello de Cas- 1959, se aprobó una Declaración amplia- que los amenazan. Actualmente, el riesgo
tro, 2004): el niño es lo que el adulto ya da sobre los Derechos del Niño. Casi otros de pobreza es mayor para todos los niños
fue y ha superado felizmente. Para entrar veinte años después, en 1978, el Gobier- del mundo –incluidos los que viven en los
en el mundo social, para ser considerado no de Polonia propuso aprobar nueva- países ricos– que para el resto de la po-
competente para actuar como sujeto, el mente la Declaración de los Derechos del blación; su participación efectiva en la vida
niño debe negarse a sí mismo, debe su- Niño de 1959, pero esta vez como acuer- social (que es uno de los derechos que
perar su naturaleza inicial –salvaje– y adop- do vinculante. El complejo proceso de tienen reconocido) se encuentra limitada
tar otra más “civilizada”; debe sustituir negociación y consenso, necesario para no sólo porque el derecho a la participa-
gradualmente las cualidades y atributos que el nuevo documento obtuviera el be- ción política les está vedado, sino porque
de niño, por las de adulto. neplácito de todos los países del mundo la desconfianza hacia su capacidad y su
La otra contribución importante a la y para que éstos se comprometieran a competencia impide una ampliación pro-
construcción de la infancia ha venido de ratificarlo y a incorporar sus mandatos a gresiva del ejercicio de las libertades para
la mano de la idea y la puesta en práctica su legislación interna, retrasó la aproba- ellos y así, tanto en lo que concierne a la
de los derechos humanos universales, lo ción de la Convención sobre los Derechos ciudadanía como a su autonomía como
que ha llevado a extender el ámbito de del Niño hasta noviembre de 1989. Si se sujetos, los niños, niñas y adolescentes
estos derechos a los colectivos que se observa este recorrido, puede decirse que también se enfrentan al “aún no”. Por úl-
consideran más necesitados de protección el siglo XX ha sido “el siglo del niño”. timo, algunos de los avances tecnológicos
por su especial vulnerabilidad, entre ellos, El documento que finalmente fue apro- a la vez que amplían su campo de inter-
el conformado por los niños, niñas y ado- bado por la Asamblea de las Naciones cambio y conocimiento aumentan la vul-
lescentes. La actual Convención de los Unidas representa, para algunos, la sínte- nerabilidad de la infancia de un modo que
Derechos del Niño, de las Naciones Uni- sis más acabada de un nuevo paradigma lleva a plantearse la necesidad de rein-
das, cuenta con antecedentes situados ya para interpretar y enfrentar la realidad de ventar su protección.
en el primer cuarto del siglo XX, cuando la infancia. Los Estados que suscriben la
la Sociedad de Naciones aprobó la De- Convención sobre los Derechos del Niño
claración de Ginebra sobre los Derechos adquieren el compromiso de velar por su Ser niño en la sociedad del riesgo
del Niño. Transcurridos los años, una vez cumplimiento y por el establecimiento de
finalizada la II Guerra Mundial, los movi- un sistema para el seguimiento de los El término “sociedad del riesgo” acu-
mientos a favor de los derechos de los avances que se van logrando en los dis- ñado a partir de la obra de Ulrich Beck
niños, que habían impulsado la primera tintos países con respecto a la protección también ha entrado a formar parte del

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discurso común desde su no muy lejana mensaje se transmite así a los niños. Los
aparición y se podría decir que incluso ha niños están envueltos, como los adultos,
cobrado mayor sentido en los últimos en un conjunto de decisiones que afectan
tiempos, marcados por una crisis que no a sus intereses y a sus vidas, y de hecho
parece que vaya a ser sólo económica. La se muestran capaces de hacer ajustes con-
sociedad del riesgo se caracteriza por un tinuos y flexibles, desplegando continua-
alto grado de incertidumbre y por la ex- mente habilidades para relacionarse con
tensa presencia de una gran variedad de otros; de integrar distintas experiencias
riesgos que se experimentan tanto a es- en un todo coherente y comprensible; de
cala personal como global. La incertidum- comunicar deseos y opiniones de forma
bre o la desorientación que sentimos pro- eficaz; de autocontrolarse; de tomar ini-
viene de “la sensación que muchos de ciativas y de tener confianza en sí mismos
nosotros tenemos de haber sido atrapa- (Gaitán, 2010). En buena medida, a los
dos en un universo de acontecimientos niños, niñas y adolescentes modernos se
que no logramos entender del todo y que, les ofrece la oportunidad de decidir indi-
en gran medida, parece escapar a nuestro vidualmente sus actividades sociales, de
control” (Giddens, 2004:16). Al hilo de seleccionar y configurar sus actividades
esta afirmación de Giddens, podríamos lúdicas, de planificar y gestionar su tiem-
preguntarnos hasta qué punto no es el po y, por supuesto, de manifestar sus gus-
de la infancia actual, uno de esos aconte- tos personales. Sin embargo, esa relativa
cimientos que los adultos no logramos independencia no significa plena autono-
entender y que escapa a nuestro control. mía. Las decisiones que toman están de-
Y también: cómo afectan los rasgos ca- finidas en esferas en las que conviven ele-
racterísticos de la sociedad postmoderna mentos de la tradición con otros más
a los niños, niñas y adolescentes de modo abiertos a la negociación entre “socios”
particular y cómo repercute en sus vidas individuales, lo que da lugar a múltiples
la sensación de riesgo percibida por la variantes, lejos tanto de un modelo único
sociedad adulta. de apropiación del mundo por parte del
El interés responsable hacia los niños, niño, como de un solo modelo de rela-
desde los distintos ámbitos que acabamos ciones en las instituciones sociales.
de describir, lleva a una nueva infancia que La percepción social del riesgo con re-
contiene en su definición y en su práctica lación a los niños presenta dos caras: por
muchos de los rasgos de la modernidad, un lado, hay los riesgos a los que están
como no podría ser de otra manera. Entre expuestos los niños, niñas y adolescentes,
estos rasgos se cuenta la emancipación y, por otro, los riesgos que ellos mismos
con respecto a cualquier tipo de autoridad. causan y con los que nos amenazan. En
Cada vez más el individuo se enfrenta a el primer caso se demanda a las institu-
la toma de decisiones, porque éstas dejan ciones sociales encargadas de su cuidado
de estar señaladas o impuestas por algún una mayor protección, aunque vaya a cos-
tipo de instancia o poder superior. De la ta de aumentar su dependencia y restrin-
exigencia de ser reflexivamente respon- gir su autorresponsabilidad; en el segun-
sables de sus vidas no quedan excluidos do se produce el endurecimiento de todo
los niños, niñas y adolescentes que viven tipo de medidas reeducativas y la resu-
en la postmodernidad. Por su parte, la fa- rrección de las de carácter punitivo que
milia y la escuela, instituciones que tradi- parecían haber quedado superadas con
cionalmente han educado a la infancia, no el advenimiento de la modernización al
pueden utilizar la experiencia de tiempos ámbito de la infancia.
pasados como modelo frente a los cam- Como resultado de los cambios suce-
bios que se han producido en la sociedad didos en la posición social de la infancia,
y en la propia infancia; por el contrario, las actitudes hacia los niños, niñas y ado-
para apoyar los procesos de socialización lescentes son de una gran ambigüedad
de los nuevos miembros de la sociedad porque al tiempo que se les ofrecen más
tienen que aprender a funcionar en con- posibilidades, se restringen más sus mo-
textos de incertidumbre, de un modo des- vimientos; y a la vez que se les exige res-
conocido, por lo nuevo, y que tiene ade- ponsabilidad y control de sí mismos, se
más efectos impredecibles. les protege en exceso y se les mantiene
Actualmente se considera que cada per- apartados, excluidos, del discurrir normal
sona es responsable de sí misma y que de la vida, sin permitirles, por tanto, actuar
su deber es realizarse en la vida. Y ese responsablemente. Podría decirse que la

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modernización de la infancia ha dado gociar los espacios de convivencia entre
como resultado un niño nuevo, cuya iden- las dos generaciones. Es cierto que la po- para saber más
tidad no es aceptada porque contrasta sición de la infancia y la adolescencia ha
con una cierta forma tradicional de ser cambiado de forma positiva, pero las ac-
niño que parece permanecer intacta en titudes hacia ellas están llenas de contra- X Corsaro, William (1997): The Sociology
el imaginario colectivo adulto. A nuestro dicciones que difícilmente permiten a los of Childhood. Thousand Oaks, CA: Pine
modo de ver, el conflicto reside actual- niños o adolescentes orientarse, saber por Forge Press.
mente en una voluntad de ser y hacer por anticipado lo que pueden o no pueden X Gaitán, Lourdes (2006): Sociología de
parte de los niños que contrasta con el hacer, y por qué unas cosas sí y otras no. la infancia. Madrid: Síntesis.
afán de conseguir una “vuelta al orden” La incertidumbre les afecta, como al res- X Gaitán, Lourdes (2006): “Sociedad, in-
por parte de los adultos (Gaitán, 2006). to, cuando se enfrentan a la posibilidad fancia y adolescencia ¿de quién es la difi-
de actuar, con el margen de libertad que cultad?” Pedagogía social. Revista Inter-
manejan, porque tienen que conseguir universitaria, 17, pp. 29-42.
Construir una sociedad los mejores resultados para sí y para ser X Giddens, Anthony (2004): Consecuencias
que incluya a todo el mundo aceptados por los demás; la tradición tam- de la modernidad. Barcelona: Alianza
poco para ellos constituye una pauta ni Editorial.
Actualmente los hechos desafían la vi- un camino de certeza, y la variedad de X James, Alison y Prout, Alan (1997):
sión convencional de la infancia, funda- fuentes que ofrecen conocimiento espe- Constructing and Reconstructing Child-
mentada en percepciones idealizadas de cializado no resultan del todo fiables o hood. Londres: Falmer Press.
la propia infancia y en el deseo de pre- seguras. X Qvortrup, Jens (1993): “Nine theses
servar la esencia más pura del ser humano. El camino para incluir a la infancia y a about Childhood as a Social Phenomenon”.
Los niños van cambiando el sentido y el la adolescencia en un mundo de todos y Eurosocial Report, 47. Viena: European
contenido de la infancia, y su forma activa para todos pasa por compartir riesgos, Center.
de vivir el presente entra en conflicto, a pero también por negociar juntos opcio- X Rabello de Castro, Lucía (2004): “Otherness
veces, con la visión cristalizada de la in- nes alternativas con el fin de rebajar las in me otherness in others. Children’s and
fancia que parece encontrarse firmemen- incertidumbres que afrontan tanto niños youth’s constructions of self and other”.
te instalada en el imaginario adulto. Por como adultos, en un entorno de relacio- Childhood, 11(4), pp. 469-493.
ello se hace cada vez más necesario ne- nes abierto y complejo.

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