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DERECHO PRIVADO I
Persona humana
Los derechos personalísimos son los que recaen sobre ciertos aspectos o
manifestaciones de la personalidad del hombre para proteger su libre desenvolvimiento:
derecho al honor, a la intimidad, a la libertad, a la integridad física, etc.
Estos derechos subjetivos no sólo tienen reconocimiento expreso en el Código Civil y
Comercial; el derecho supranacional de derechos humanos constitucionalizado (art. 75
inc. 22 CN) establece las bases fundacionales del régimen de los derechos
personalísimos, toda vez que la dignidad personal como sus emanaciones (intimidad,
imagen, identidad, honor y derechos sobre el propio cuerpo) son reconocidos de manera
explícita en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en otros instrumentos
supranacionales.
Caracteres
La persona, en tanto tal, posee ciertos atributos que son sus cualidades esenciales.
Éstas son inherentes y consideradas a priori de la persona, es decir que comienzan con
su existencia.
Estos atributos de la persona humana son: capacidad, nombre, estado y domicilio. A
toda persona individual le es inherente la capacidad, cualidad que la distingue como
sujeto potencial de derechos y deberes; el nombre que la individualiza, el estado que la
sitúa en el medio familiar en el que se desenvuelve y el domicilio que la sitúa
jurídicamente en un lugar determinado.
Naturaleza
Caracteres
Son únicos: una misma persona no puede poseer más de un atributo de cada clase en
un momento determinado. Así, la persona humana no puede ser capaz
e incapaz a la vez de adquirir un derecho, no puede tener más estados civiles familiares
del mismo orden, por ejemplo soltero-casado.
Son indisponibles: no pueden ser transferidos, pues están fuera del comercio. Son
inmutables: sólo se modifican cuando se verifica el supuesto normativo que así lo
prevé.
Son imprescriptibles: por cuanto no se adquieren ni pierden por el transcurso
del tiempo.
Nombre
Noción
Régimen legal
El prenombre
Apellido de los hijos.
Es dable señalar que el apellido, nombre familiar o patronímico, es la designación común
a todos los miembros de una misma familia, que, unido al prenombre, identifica a la
persona física, conformando su nombre propiamente dicho. Así, el apellido designa el
grupo familiar, pues cada individuo lleva el apellido que le corresponde en razón de su
pertenencia a dicho grupo.
El art. 64 del CCCN prevé que el hijo matrimonial lleva el primer apellido de alguno de
los cónyuges; en caso de no haber acuerdo, se determina por sorteo realizado en el
Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas. A pedido de los padres, o del
interesado con edad y madurez suficiente, se puede agregar el apellido del otro.
Asimismo, dispone que, en caso de que un mismo matrimonio tuviera muchos hijos,
todos deben llevar el mismo que se haya decidido para el primero.
Ahora bien, en el caso del hijo extramatrimonial con un solo vínculo filial, éste lleva el
apellido de ese progenitor.
Si la filiación de ambos padres se determina simultáneamente, se sigue la regla
establecida para los hijos matrimoniales en cuanto a que llevarán el primer apellido de
alguno de los cónyuges.
Si la segunda filiación se determina después, ambos padres deberán acordar el orden
de los apellidos. A falta de acuerdo, será determinado por el juez según sea el interés
superior del niño.
Para el supuesto de la persona menor de edad sin filiación determinada, se establece
que debe ser anotada por el oficial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas con el apellido que esté usando o, en su defecto, con un apellido común (art.
65) o bien, si la persona tiene edad y grado de madurez suficiente, puede solicitar la
inscripción del apellido que esté usando (art. 66).
Cualquiera de los cónyuges puede optar por usar el apellido del otro, con la preposición
“de” o sin ella.
La persona divorciada o cuyo matrimonio ha sido declarado nulo no puede usar el
apellido del otro cónyuge, excepto que, por motivos razonables, el juez la autorice a
conservarlo.
El cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no contraiga
nuevas nupcias, ni constituya unión convivencial18.
El cambio de nombre tramitará “por el proceso más abreviado que prevea la ley local,
con intervención del Ministerio Público”22, debiendo “publicarse en el diario oficial una
vez por mes en el lapso de dos meses”, a fin de que presenten las oposiciones y se
soliciten informes respecto de “las medidas precautorias que existieren con relación al
interesado”23.
Una vez inscrita en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas, será
oponible a terceros.
Acciones de protección
Por último y en orden a quiénes pueden interponer estas acciones, se establece que el
titular exclusivo es el interesado y, si éste ha fallecido, podrá ser ejercida por sus
descendientes, cónyuge o conviviente, y a falta de éstos, por los ascendientes o
hermanos.
Seudónimo
Domicilio
Noción. Caracteres
El domicilio real, definido en el art. 73 del CCCN, es donde la persona humana tiene
su residencia habitual. Ahora bien, si ejerce actividad profesional o económica, lo tiene
en el lugar donde la desempeña para el cumplimiento de las obligaciones emergentes
de dicha actividad.
Como podemos ver, la ley contempla la residencia como un elemento del domicilio,
dado que el mismo se determina en función de la residencia habitual, entendida como el
lugar en el que habitual y permanentemente habita una persona.
Por último y en relación al domicilio especial, cabe poner de relieve que éste no es un
atributo de la persona, sólo lo es el general en todas sus clasificaciones.
El domicilio especial es el que las partes de un contrato eligen para el ejercicio de los
derechos y obligaciones que de él emanan (art. 75).
Este domicilio produce sus efectos limitados a una o varias relaciones jurídicas
determinadas, es decir, tiene eficacia sólo para aquellas relaciones jurídicas para las que
ha sido instituido. Es elegido libremente por las partes y el domicilio convenido tiene
fuerza de ley para los contratantes, es decir que tiene efecto vinculante, salvo que, por
acuerdo común de partes, lo modifiquen.
Capacidad
Noción.
Clases. Caracteres
Así, la capacidad de derecho se define como la aptitud de que goza toda persona
humana para ser titular de derechos y deberes jurídicos. Esta aptitud se vincula muy
directamente con la personalidad humana; por ello, todas las personas son capaces de
derecho y no puede concebirse una incapacidad de derecho absoluta, es decir, que
comprenda todos los derechos y obligaciones, porque sería contrario al orden natural.
Capacidad de ejercicio
Por su parte, el artículo 23 define la capacidad de ejercicio o de hecho, y prevé
“Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus
derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una
sentencia judicial”
La capacidad de ejercicio es la aptitud para ejercer derechos por sí mismo. Así, el
principio general es la capacidad, con las limitaciones que prevé el Código en su
artículo 24, al referir a las personas incapaces de ejercicio y las que determine en una
sentencia judicial, referencia que alude al supuesto de restricción al ejercicio de la
capacidad en relación a los mayores de edad, en las condiciones establecidas por la
legislación en el art. 24 inc. “c” y 31 y ss. del CCCN.
Estado civil
Definición
El estado es un atributo propio de las personas físicas y hace referencia a la posición o
rol que ocupa una persona en la sociedad, por ejemplo estado civil, o en una familia, por
ejemplo estado de padre, de hijo, etc.
Caracteres
Efectos
Prueba
Los datos concernientes a la existencia y estado civil de las personas deben recogerse
de modo fidedigno y ser custodiados en archivos oficiales, en beneficio no sólo del
interesado, sino también del Estado y de los terceros que puedan tener interés en
obtener información útil.
El código establece el medio de prueba del nacimiento, matrimonio, muerte de las
personas físicas, estableciendo que se prueba con las partidas del Registro del Estado
Civil y Capacidad de las Personas, conocido como Registro Civil (arts. 96 y 420 del
CCCN).
En primer lugar cabe distinguir entre persona y vida humana. Tal como señalamos
anteriormente, la noción de persona es una categoría jurídica, pues se trata de ser
portador de derechos, mientras que la vida humana es un suceso de la naturaleza, es
su asiento natural.
tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en
general, a partir del momento de la concepción…”.
El dispositivo de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 CN) asigna tutela jurídica a la
vida humana desde este momento de la concepción. Así se visualiza con claridad que,
bajo el enfoque de la jerarquía normativa, de conformidad a la pauta del art. 31 de la CN,
la asignación de personalidad al ente natural no puede ser ubicada por nuestra
legislación común, en momento posterior a éste.
Lo propio puede afirmarse sobre la Convención de los Derechos del Niño, que, en su
art. 1°, establece que “niño” es todo ser humano menor de dieciocho años de edad. Con
respecto al comienzo de la vida, la Convención nada aclara, pero sí lo hace la ley
23.849 –la de ratificación del Tratado– en su art. 2, el cual declara que, con relación al
artículo 1º de la Convención sobre los Derechos del Niño, la República Argentina
entiendo por niño a todo ser humano desde el momento de la concepción y hasta los 18
años. Repárese que lo que goza de jerarquía constitucional es el texto de la Convención
junto a la ley de ratificación porque, como bien lo señala el art. 75 inc. 22 de la carta
magna, cada Tratado adquiere jerarquía constitucional “en las condiciones de su
vigencia”, incluyendo así a la ratificación como una unidad que debe ser considerada de
ese modo a la hora de valorar las disposiciones con jerarquía constitucional.
Ausencia de la persona
Definición
El Código Civil y Comercial contempla en seis artículos (79 a 84) las normas sustantivas
y procedimentales correspondientes a la simple ausencia y al procedimiento previsto a
los fines de obtener tal declaración. El fin último de esta regulación es la protección del
patrimonio del ausente, pues lo que se pretende es la designación de un curador
especial a los bienes para que estos puedan ser administrados en debida forma
mientras dure el estado de ausencia.
Como se advierte, la ley no exige que haya transcurrido plazo alguno para peticionar
ante el juez competente la declaración de ausencia simple, ni que la desaparición se
vincule con un hecho extremo del cual se presuma la muerte del ausente; sólo se
impone que existan bienes para cuidar, de manera tal que se adopten aquellas medidas
necesarias para proteger el patrimonio del ausente.
Procedimiento
Los artículos 80, 81, 82, 83 y 84 regulan el procedimiento para obtener la declaración de
ausencia.
El Ministerio Público
Toda persona que tenga interés legítimo respecto de
los bienes del ausente.
“En caso de urgencia, el juez puede designar un administrador provisional o adoptar las
medidas que las circunstancias aconsejan”39 a fin de la preservación del patrimonio.
Una vez oído el defensor y producida la prueba correspondiente, que tendrá por fin
acreditar la desaparición del ausente y que podrá rendirse por cualquier medio, si
concurren los extremos legales, el juez estará en condiciones de dictar la sentencia de
declaración de ausencia simple y designar al curador.
Efectos
Dictada la sentencia de simple ausencia, se designará un curador a fin de que realice
los actos de conservación y administración ordinaria de los bienes. Para el supuesto de
que deba realizar un acto que exceda la administración ordinaria, deberá requerir
autorización al juez, la que debe ser otorgada sólo en caso de necesidad evidente e
impostergable.
Muerte presunta
Régimen legal. Casos y términos
La presunción de fallecimiento, al igual que la muerte, constituyen supuestos jurídicos
extintivos de la persona humana. Así, los efectos de la sentencia judicial que declara el
fallecimiento presunto son idénticos a los de la muerte, pero la ley establece diferencias
fundadas en la eventual reaparición del declarado muerto presunto y en la necesidad de
proteger sus intereses.
Caso ordinario. La ausencia de una persona de su domicilio sin que se tenga noticia
de ella por el término de tres años, causa la presunción de su fallecimiento aunque haya
dejado apoderado.
El artículo 88 prescribe el procedimiento que debe seguir el juez en orden al trámite del
pedido de declaración de fallecimiento presunto.
Así las cosas, pasados los seis meses –tiempo en que se publican los edictos–, recibida
la prueba que acredite que la búsqueda del ausente dio resultado negativo y oído el
defensor, el juez debe declarar el fallecimiento presuntivo si están acreditados los
extremos legales, fijar el día presuntivo del fallecimiento y disponer la inscripción de la
sentencia en el Registro Civil.
Por su parte, el art. 90 dispone qué día debe fijare como el presuntivo del fallecimiento.
Día presuntivo de fallecimiento. Deberá fijarse como día presuntivo del fallecimiento:
Efectos de la declaración
Efectos sobre el matrimonio: según el art. 435 inc. “b”, la declaración de ausencia con
presunción de fallecimiento es una causal de disolución del matrimonio, por lo que el otro
cónyuge podrá contraer nuevo matrimonio.
La incapacidad
Noción. Clasificación
El art. 24 del Código Civil y Comercial establece quiénes son las personas incapaces de
ejercicio, tema sobre el que volveremos más adelante.
La incapacidad de derecho
Definición. Caracteres
La incapacidad de ejercicio
Definición. Caracteres
Las incapacidades de hecho –de ejercicio o de obrar– han sido establecidas en interés
mismo del incapaz y por ello la ley ha procedido con un criterio tutelar.
Enumeración legal
También son considerados incapaces de obrar las personas mayores de edad que no
cuenten con madurez suficiente, pues el artículo utiliza la conjunción copulativa “y”,
requiriéndose ambos requisitos para que alguien sea considerado capaz.
Definición
De conformidad al art. 25 del Código Civil y Comercial, menor de edad es la persona
que no ha cumplido dieciocho años y adolescente, la persona menor de edad que
cumplió trece años.
Es decir que todas las personas, desde su nacimiento hasta que cumplen dieciocho
años, son “menores de edad”, especificando la denominación de “adolescente” a la
persona menor de edad que ha cumplido la edad de trece años.
La Real Academia Española define adolescencia como la “Edad que sucede a la niñez y
que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo del organismo”
a) Tratamientos no invasivos
El artículo 26 del código unificado establece una presunción de que el adolescente de
entre trece y dieciséis años puede y se considera facultado para aceptar y consentir por
sí mismo ciertos tratamientos, siempre que estos no resulten invasivos ni comprometan
su estado de salud o provoquen un riesgo grave en su vida o integridad física.
Esta presunción funcionará siempre que el adolescente pueda comprender los aspectos
esenciales relativos a la práctica propuesta, aunque, de ser necesario, una última
determinación siempre quedará en manos de los tribunales, la lex artis y la costumbre, y,
por lo general, será el médico tratante quien decida acerca de la aptitud del tratamiento,
con base en criterios que desde el ámbito médico se van pautando.
De esta manera, se reconoce una anticipación de la capacidad de los menores para dar
consentimiento o asentimiento para ciertos actos de intrusión en su cuerpo.
Así, dispone:
Estas reglas generales que se agrupan en la norma rigen todo lo referido a las
restricciones al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas, y son producto
especialmente de la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (ley 26.378) y de la Ley Nacional de Salud Mental (ley
26.557).
De la lectura del art. 32 del Código se advierte que, a partir de los trece años se puede
restringir judicialmente la capacidad de una persona cuando ésta padece una adicción
o alteración mental permanente o prolongada de entidad suficiente
– elemento biológico- y se estime que de no restringirle la capacidad pueda ocasionar
un daño a su persona o a sus bienes – elemento jurídico; o excepcionalmente declarar
la incapacidad “cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de
interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o
formato adecuado y el sistema de apoyos resulte ineficaz”.
La persona con capacidad restringida es, por regla, una persona capaz y sólo no
podrá ejercer por sí sola determinados actos que se especifiquen en la sentencia (art. 24
inc. “c”).
El o los apoyos que se designen no tienen por misión sustituir la voluntad del sujeto,
sino todo lo contrario; promueven la libertad, la autonomía, “la comunicación, la
comprensión y la manifestación de la voluntad de la persona para el ejercicio de sus
derechos”.
Tal como hemos señalado anteriormente, los medios de protección de la persona que
padece de alguna discapacidad, son: a) la declaración de capacidad restringida; b) la
incapacidad, cuando la persona padece una incapacidad absoluta, es decir que no
puede accionar con el medio que la circunda y los medios de apoyo son ineficaces y c)
como veremos más adelante, la declaración de inhabilitación en el caso del pródigo.
El artículo 33 del Código Civil y Comercial establece quiénes son las personas
legitimadas y, en primer lugar, autoriza al propio interesado a iniciar la acción. De ser éste
quien lo solicite, deberá presentarse con abogado; de no hacerlo, se le deberá nombrar
un asesor que lo represente.
Asimismo, están legitimados los parientes dentro del cuarto grado, sea que se trate de
un parentesco por naturaleza, por métodos de reproducción humana asistida o por
adopción, en línea recta o colateral y, si fueran por afinidad, sólo hasta el segundo
grado.
Sentencia. Alcances
Luego de la valoración del dictamen interdisciplinario, el juez debe resolver con relación
al ejercicio de la capacidad jurídica, considerando especialmente la voluntad, deseos y
preferencias de la persona, y procurando que la afectación de la autonomía personal sea
la menor posible.
La sentencia que limite o restrinja la capacidad debe señalar los actos y funciones
que la persona no puede realizar por sí misma y, a fin de que tome las decisiones
pertinentes, le designará los apoyos que considere necesarios e indicará la modalidad
de actuación, es decir, si la función debe ser cumplida por dos o más personas, si la
actuación debe ser conjunta o indistinta, o si la validez de los actos jurídicos requieren
del asentimiento otorgado por el apoyo.
Asimismo, la sentencia que disponga la incapacidad deberá indicar los curadores que
se designan (puede ser una o más personas), permitiendo que la persona capaz pueda
designar quién ejercerá su curatela, ya sea mediante una directiva anticipada (art. 60),
ya sea descubriendo su verdadera voluntad por alguna manifestación (art. 43). En una
palabra, la sentencia que limite la capacidad, ya sea en forma total o parcial, es un
verdadero estatuto de cómo debe actuar la persona del incapaz.
Revisión
El plazo de los tres años es un plazo máximo; es posible instar su revisión con
anterioridad si las circunstancias del caso así lo aconsejan.
Inhabilitados
El mencionado artículo define a la persona del pródigo como aquélla que padece una
alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que, en relación a su
edad y medio social, implica desventajas considerables para su integración familiar,
social, educacional o laboral.
Lo que la ley pretende es justamente proteger al grupo familiar –es decir a las personas
del cónyuge, conviviente, hijos menores de edad o con discapacidad– de la pérdida del
patrimonio, legitimando a promover la inhabilitación al cónyuge, conviviente,
ascendientes y descendientes.
Efectos de la declaración
La figura del apoyo es necesaria a fin de evitar que el inhabilitado realice actos de
otorgamiento que puedan perjudicar la integridad del patrimonio y perjudicar así a las
personas del cónyuge, conviviente e hijos menores o con discapacidad.
Persona Jurídica
Persona jurídica
Noción
El artículo 141 del Código Civil y Comercial precisa el concepto de persona jurídica.
Dispone que “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento
jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.”19
Según Buteler Cáceres (2000), las personas de existencia ideal son abstracciones que
se originan en la realidad social y representan la posibilidad de los hombres de unir sus
esfuerzos en pos de un fin común; por ello, estos entes se encuentran provistos de
personalidad jurídica y están dotados de capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones.
Naturaleza jurídica
Tal como hemos señalado, cuando hablamos de persona jurídica hacemos referencia a
un ente ideal distinto de los socios que lo componen. Este ente cuenta con capacidad
jurídica plena para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación y, por ende,
puede adquirir compromisos propios frente a los terceros y constituye un centro de
imputación distinto del patrimonio de los socios.
Este principio sólo se puede dejar de lado ante circunstancias excepcionales previstas
en el Código Civil y Comercial o en otras leyes especiales o generales, como la Ley
19.550 de Sociedades o la Ley 24.522 de Concursos y Quiebras. (Rivera y Medina,
2014).
Clasificación
La distinción de las personas jurídicas en públicas y privadas tiene gran interés práctico.
Lloveras de Resk (1995) entiende que son personas jurídicas públicas aquellas que son
titulares de poderes o prerrogativas públicas. Mientras que son personas jurídicas
privadas las que no los poseen, lo cual determina que las personas públicas sean
reguladas principalmente por el derecho público, y que las personas jurídicas privadas
lo sean por el derecho privado respectivo, sobre todo en orden a su creación,
organización y funcionamiento (Lloveras de Resk, 1995, p. 302). Esta afirmación no
importa desconocer que las personas jurídicas públicas pueden desarrollar parte de su
actividad en el ámbito del derecho privado y las personas jurídicas privadas pueden
hacerlo en el campo del derecho público, con lo cual cada una de estas personas se
regirá por la rama del derecho que corresponda a esa actividad.
Noción
Hemos señalado que la persona jurídica tiene personalidad jurídica y que, por ende,
posee atributos: el nombre para individualizarse, el domicilio para determinar la ley
aplicable y la jurisdicción donde puede demandar o ser demandada, la capacidad
siempre de derecho y limitada al objeto para el que se constituyó y el patrimonio, a los
fines del cumplimiento de sus fines.
El nombre o razón social es un atributo de las personas jurídicas, toda vez que es
necesario a los fines de su individualización y designación que permita distinguirlas.
De acuerdo a lo normado en el art. 151 del Código, el nombre debe reunir los siguientes
requisitos:
En primer lugar, cabe distinguir entre domicilio y sede social. El término “domicilio”
remite a la indicación genérica de la ciudad, localidad o región donde se ha constituido la
sociedad, mientras que el término “sede” alude al lugar geográfico concreto (dirección)
donde se ha instalado la persona jurídica. Por ejemplo, Córdoba capital es el domicilio y
Bv. San Juan 710 es la sede.
Por otro lado, el precepto establece que la persona jurídica que posee muchos
establecimientos o sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos
establecimientos, pero sólo para la ejecución de las obligaciones allí contraídas.
Por último, prevé que, para el caso que se quiera cambiar el domicilio, debe modificarse
el estatuto, y, si se quiere cambiar la sede, puede ser resuelto por el órgano de
administración.
Patrimonio
Es por ello que el artículo 154 del código de fondo estatuye: “la persona jurídica debe
tener un patrimonio”.
Así, el patrimonio comienza a formarse desde el mismo momento en que los socios se
comprometen a realizar aportes y es el conjunto de bienes de la persona jurídica con el
cual la sociedad actúa y afronta el pasivo que lo integra.
creación, pero ello no significa que no puedan ejecutar los que son convenientes o
necesarios para la mejor obtención de aquél.
b) Limitaciones impuestas por la naturaleza de las
cosas: las personas jurídicas no pueden ser titulares, por ejemplo, de los
derechos potestativos.
Representación
El deber de obrar con lealtad tiene por fundamento la obligación de fidelidad del
mandatario (art. 1324 CCCN), que se extiende a todos los casos de representación de
intereses ajenos, y el deber de buena fe (art. 9 CCCN).
El administrador se debe conducir con la corrección de un hombre honrado, en defensa
de los intereses cuya administración se le ha confiado, por encima de cualquier otra
consideración, evitando obtener un beneficio particular a expensas de la persona
jurídica. Tiene prohibido contratar con ésta, salvo que se trate de contratos referidos a su
actividad ordinaria y en las mismas condiciones en que el ente lo hubiera hecho con
terceros. Deberá abstenerse de intervenir en la toma de decisiones en las que tenga un
interés contrario a la persona jurídica y no podrá competir con ella. (Roitman, 2006).
Responderán ilimitadamente con todo su patrimonio por los daños que produzcan a la
persona jurídica, pues quien causa un daño debe repararlo, y solidariamente entre los
administradores que faltaren a sus obligaciones de lealtad y diligencia en los casos de
administración plural.
Para que surja la responsabilidad, es necesario que hayan ocasionado un daño
causado ya sea por dolo o culpa, en el ejercicio o con ocasión de sus funciones.
Así, en las relaciones que tienen por contenido los derechos personalísimos o los
derechos humanos, el objeto está dado por las diversas manifestaciones o
proyecciones que integran la personalidad de la persona física, como su honor,
libertad, integridad física o espiritual; en las que tienen por contenido los derechos
subjetivos potestativos, el objeto está dado por el conjunto de deberes y
prerrogativas de los padres para la educación y pleno desarrollo de la
personalidad de sus hijos. En las que tienen por contenido los derechos reales, el
objeto es la cosa, objeto material susceptible de valor, sobre las que se ejercen las
facultades o prerrogativas del titular.
Por otro lado, en las relaciones jurídicas que recaen sobre derechos personales o
de crédito, el objeto se proyecta sobre la conducta del deudor, denominada
prestación y por último, en los derechos intelectuales el objeto es la obra
científica, literaria o artística, la expresión de ideas, procedimientos, es decir, el
producto del intelecto humano.
En una palabra, objeto de las relaciones jurídicas puede ser: cosas, hechos u
objetos inmateriales. (Tagle, 2002).
Se explica allí que, para este fin, no es determinante si son materiales (cosas) o
inmateriales, porque lo que interesa es que tengan valor, y este elemento es
económico y no afectivo. Así, la noción de bien está estrechamente vinculada al
enfoque económico y, por lo tanto, no podría aplicarse a los bienes ambientales, o
al cuerpo, o partes del cadáver.
En relación a las cosas, se las define como los objetos materiales susceptibles de
tener un valor. Desde el punto de vista físico, cosa es todo lo que existe; no sólo
los objetos que pueden ser propiedad del hombre, sino también todo lo que en la
naturaleza escapa a esta apropiación exclusiva: el mar, el aire, el sol, etc. Desde el
punto de vista jurídico, esta noción se ha circunscripto para no abarcar toda la
materialidad ni la utilidad, y por ello “debemos limitar la extensión de esta palabra
a todo lo que tiene un valor entre los bienes de los particulares”.
El artículo 16 del código único prevé que los derechos individuales pueden recaer
sobre bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman
cosas y las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las
fuerzas naturales susceptibles de ser puestas al servicio del hombre.
Distintas clasificaciones
Criterios de distinción
El precepto mencionado (art. 226) establece la regla general de que “los muebles
forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho separado sin
la voluntad”, por lo que, celebrado un negocio jurídico sobre el inmueble, todo lo que
esté en él, adherido e inmovilizado con carácter perdurable, forma parte de la
contratación, salvo acuerdo en contrario.
Cosas divisibles. Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones
reales sin ser destruidas, cada de las cuales forma un todo homogéneo y análogo
tanto a las otras partes como a la cosa misma.
Las cosas no pueden ser divididas si su fraccionamiento convierte en
antieconómico su uso y aprovechamiento. En materia de inmuebles, la
reglamentación del fraccionamiento parcelario corresponde a las autoridades
locales.
Así las cosas, para que una cosa sea divisible deben darse los siguientes
presupuestos:
Ahora bien, las cosas no podrán ser divididas, aunque se den todos los requisitos
desarrollados anteriormente, si su división convierte en antieconómico su uso.
Esto puede ocurrir con una colección de monedas, por ejemplo, o con la división
de la tierra en parcelas que impidan su adecuado aprovechamiento (en tal caso,
ello dependerá de las características del suelo, pues puede influir, para determinar
si es divisible o no, cuán fértil sea la tierra o la extensión del terreno o el clima).
Es por ello que, en materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento
parcelario les corresponde a las autoridades locales, pues es un problema de
política económica agraria.
Cosas principales y accesorias
El artículo 229 dispone: “Cosas principales. Son cosas principales las que pueden
existir por sí mismas”. Por su parte el art. 230 prevé:
Así, son cosas principales las que tienen una existencia propia e independiente
de cualquier otra (por ejemplo un auto); y accesorias las que jurídicamente
carecen de existencia propia por depender de otras, por ello siguen la suerte de la
principal.
a) Las cosas que se extinguen con el uso que de ellas se haga, como los
alimentos.
b) Las que dejan de existir para su propietario, como el dinero.
Art. 232: “Cosas fungibles. Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de
la especie equivale a otro individuo de la misma especie, y pueden sustituirse por
otras de la misma calidad y en igual cantidad”.
De la definición legal resulta que la expresión “fungibles” significa “equivalentes”,
“sustituibles”, con lo que las cosas fungibles presentan dos características
esenciales: cada cosa es perfectamente equivalente a otra y pueden ser
sustituidas las unas por las otras, siendo de la misma especie y calidad. Así, una
tonelada de arroz o diez kilos de azúcar de determinada marca son fungibles.
Ahora bien, este carácter no sólo está dado por la naturaleza de la cosa, sino
también depende de la voluntad del sujeto, pues un libro nuevo es equivalente a
otro de iguales características, pero no lo es si se trata de un ejemplar con una
especial dedicatoria.
Por el contrario, no son fungibles aquellas cosas que tienen características que
las hacen únicas y, por ende, no pueden ser sustituidas por otras de
características exactamente idénticas, como ser un caballo de carrera, puesto que
éste tiene particularidades.
Frutos y productos
Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien produce, de modo
renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la cultura
de la tierra.
Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles. Productos son los
objetos no renovables que separados o sacados de la cosa alteran o disminuyen
su sustancia.
Los frutos naturales o industriales y los productos forman un todo con la cosa, si
no son separados.
Los frutos y los productos son cosas que produce la cosa, pero entre ambas
categorías existen diferencias sustanciales: a) los frutos se producen y reproducen
en forma periódica y regular; los productos no se reproducen; b) la extracción de
los frutos no altera ni disminuye la sustancia de la cosa, que continúa siendo la
misma; la extracción de los productos, por el contrario, trae como consecuencia la
extinción paulatina de la cosa (Tagle, 2002, p. 67).
Por ejemplo, una vaca produce leche como fruto y carne como producto. La
norma clasifica los frutos en:
Frutos naturales: son los que la cosa produce espontáneamente, como las crías
de ganado, la leche de los animales.
Frutos industriales: son los que se producen por la industria del hombre o de la
cultura de la tierra, como ser la soja o el trigo que se obtienen de una cosecha.
Frutos civiles: las rentas de una cosa, como el alquiler de un inmueble.
Por último, debe señalarse que los frutos naturales e industriales y los productos
no son accesorios de la cosa, sino que forman un todo con ella mientras estén
unidos, pero, una vez separados, adquieren existencia propia e independiente y
deben ser considerados cosas principales.
El patrimonio
Definición. Caracteres
Por otro lado, los patrimonios especiales son conjuntos de bienes que están
afectados a un fin determinado y sujetos a un especial régimen legal. En cuanto a
sus caracteres, podemos decir:
Su existencia depende de la ley: la voluntad del titular de los bienes no es
suficiente por sí sola para crear un patrimonio especial, sino que se trata de
supuestos previstos por la ley.
Está sujeto a un régimen legal especial: el patrimonio especial es independiente
del patrimonio general, los bienes que lo integran sólo responden por
determinadas deudas. (Tagle, 2014).
Definición
La voluntad jurídica
Definición. Importancia
El discernimiento. Definición
Respecto a la privación de razón, ésta puede ser de dos clases según la falta de
razón refleje alguna clase de patología más o menos permanente o bien un
oscurecimiento del intelecto temporal o accidental y sólo relacionado con el acto en
cuestión; circunstancias que incidirán en los extremos a acreditar en un eventual
juicio y, todo ello, debiendo tener en cuenta los alcances concretos de la
inhabilidad del sujeto en caso de que hubiera sido objeto de una declaración
(Rivera y Medina, 2014).
En el caso de actos ilícitos, la ley ha entendido que el ser humano capta antes la
noción de lo bueno y de lo malo que la apreciación de lo que para él puede ser
conveniente o inconveniente y, por ello, presume, sin admitir prueba en contrario,
que los menores mayores de diez años tienen discernimiento para ejecutar actos
ilícitos y por ende habrán de responder por sus consecuencias, es decir que
responderán civilmente con su propio patrimonio. Esto, sin perjuicio de la
responsabilidad de los padres y del derecho de repetición que, en razón de este
discernimiento, estos tienen contra sus hijos (art. 1754 CCCN).
La libertad. Definición
La libertad consiste en el imperio de sí, en la posibilidad de elección sin coacción,
en la determinación propia, la independencia de la voluntad. Consiste en la
posibilidad de elegir entre distintas opciones sin presiones de ninguna naturaleza.
Este concepto comprende dos aspectos: la libertad física y la libertad moral o libre
albedrío.
Así, la libertad moral es la espontaneidad en la determinación adoptada por la
persona, sin ningún influjo extraño que pueda torcerla o desvirtuarla.
La libertad física es el poder material de hacer lo que de antemano se ha resuelto
hacer, o bien, abstenerse de hacer lo que de antemano se ha resuelto no hacer.
Elemento externo
La manifestación de la voluntad: noción
De tal modo, las teorías intermedias, partiendo de uno u otro punto, elaboran
soluciones que combinan la necesidad de respetar la real intención de las partes
con la seguridad y confianza que deben prevalecer en las relaciones jurídicas. Así,
la teoría de la responsabilidad considera que debe respetarse la voluntad
interna, a menos que la divergencia entre la manifestación y la voluntad real sea
producto de la negligencia del declarante, en cuyo caso, éste deberá soportar las
consecuencias. Por otro lado, la teoría de la confianza afirma que la declaración
debe prevalecer sobre la voluntad interna cuando haya suscitado legítima
expectativa en el destinatario, y siempre que éste no haya obrado culposamente al
no poner la debida atención que le habría permitido captar los elementos objetivos
que indicaban la falta de voluntad.
Ahora bien, descrito el debate, debemos preguntarnos ¿qué ocurre en el Código
Civil y Comercial Argentino?
Así, por ejemplo, en diversas normas, la ley hace prevalecer la buena fe, la
confianza o la responsabilidad a fin de proteger al destinatario de la declaración.
Ello sucede en la adopción del error reconocible (arts. 265 y 266), en la
preeminencia de la buena fe en el ejercicio de los derechos –como en la ejecución e
interpretación de las relaciones jurídicas (arts. 9, 10) –, así como en el no amparo
del dolo recíproco (art. 272) ni de la simulación dirigida a perjudicar terceros (Arts.
333 y 334). (Rivera y Medina, 2015).
El error. Noción
El error de hecho, tal como ya referimos, es la falsa noción que recae sobre los
elementos o circunstancias fácticas vinculadas al negocio o a la relación jurídica
de que se trate. Éste puede recaer en el contenido o presupuesto del acto, así
como en la identidad de las personas, en la naturaleza o características de las
cosas o los hechos materiales constitutivos de la conducta.
El error de hecho que vicia la voluntad debe ser espontáneo y esencial, ello de
acuerdo lo prescribe el art. 265 del código único, que prevé “Error de hecho. El
error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es
bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el
destinatario para causar la nulidad”.
Así las cosas, para que el error de hecho pueda ser invocado por quien lo ha
sufrido, debe tratarse de un error esencial, espontáneo y además reconocible.
El error es esencial si recae sobre la naturaleza del acto, sobre un bien o un hecho
diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o una calidad,
extensión o suma diversa a la querida; sobre la cualidad sustancial del bien que
haya sido determinante de la voluntad jurídica según la apreciación común o las
circunstancias del caso; sobre los motivos personales relevantes que hayan sido
incorporados expresa o tácitamente; sobre la persona con la cual se celebró o a la
cual se refiere el acto si ella fue determinante para su celebración (art. 267 del
CCCN); en una palabra, sobre los aspectos primordiales del acto.
Lo que la ley pretende es que ambas partes sean diligentes al celebrar un negocio y
leales la una con la otra: al emisor se le exige que no declare cualquier cosa sin
medir las expectativas que genera y al receptor, que, de percibir que se está
incurriendo en error, se lo advierta a la otra parte para que pueda rectificar, so
pena de poder incurrir en reticencia dolosa (art. 271 CCCN). (Rivera y Medina,
2014).
Ahora bien, dentro del error de hecho caben dos categorías: error esencial y
error accidental.
El error esencial, regulado en el art. 267 del Código Civil y Comercial, es el que
afecta los aspectos primordiales del acto. El precepto contempla distintos
supuestos.
Por otro lado, el art. 270 del Código prevé el error en la declaración y el error en
la transmisión. El primero consiste en que lo querido queda desvirtuado en su
manifestación externa por distracción, apresuramiento o inadvertencia. Esta
categoría tiene dos variantes: la primera, cuando hay una divergencia entre la
voluntad interna y la declaración, que puede darse al haber escrito algo incorrecto
(lapsus calami) o empleado palabras no queridas (lapsus linguae), por ejemplo, si
escribo “compro” cuando, en realidad, quiero decir “vendo”. La segunda variante
se da cuando ni siquiera tenía la intención de manifestar algo, por ejemplo: si
alguien ingresa a una sala de remate y levanta la mano para saludar, y se
interpreta que está ofertando.
Ahora bien, si la otra persona afectada por el acto acepta realizarlo en la manera
en que la entendió el otro, el error en la práctica desaparece y el negocio deviene
exactamente lo que la víctima del yerro pensaba celebrar desde un principio. Así
las cosas, desaparecido el error, desaparece la causa que da origen a la anulación
y el consecuente derecho a reclamarla por parte de quien antes se veía afectado,
todo ello de conformidad al art. 269 del código único.
Por otro lado, está el error accidental, que es el que recae sobre las cualidades
no sustanciales de las cosas o sobre los motivos no determinantes del acto, por lo
que no acarrea la nulidad.
El artículo 268 del Código Civil y Comercial prevé “Error de cálculo. El error de
cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino solamente a su rectificación, excepto
que sea determinante del consentimiento”.28
El régimen legal aplicable al dolo como vicio que afecta la intención en los actos
voluntarios está contenido en los arts. 271 a 275 del Código Civil y Comercial.
El art. 271 expresa:
Para que el dolo provoque la invalidez del negocio jurídico, será imprescindible
que concurran las siguientes circunstancias:
a) Que el dolo haya sido esencial, es decir grave, determinante de la
voluntad.
b) Que haya ocasionado un daño importante.
c) Que no haya habido dolo recíproco, es decir de ambas partes.
El artículo 272 del Código prevé “Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la
nulidad del acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño
importante y no ha habido dolo por ambas partes”.
Que sea grave: la gravedad del dolo alude a la entidad del engaño, astucia o ardid.
La conducta o maniobra empleada debe ser apta para inducir a engaño a una
persona que pone la diligencia necesaria en los asuntos, calidad que ha de ser
Por su parte, el dolo incidental es aquel en el que le faltan uno o más requisitos
que exige el art. 272 para que el dolo sea apto para actuar como vicio. El dolo
incidental no afecta la celebración del acto, sino sus condiciones. Es decir, la parte
que lo sufre lo habría celebrado aun de no haber mediado el engaño, aunque en
condiciones distintas; por ende, no es causa de invalidez del acto, aunque quien
lo comete debe resarcir los daños causados de conformidad al art. 275 del Código
Civil y Comercial.
Finalmente, debemos señalar que el dolo esencial y el dolo incidental pueden ser
directo, si es cometido por una de las partes del acto jurídico, su dependiente o
representante; o indirecto, si proviene de la conducta de un tercero ajeno a la
relación de que se trata para beneficiar a alguna de las partes. Una y otra clase de
dolo afectan la validez del acto (art. 274 del CCCN).
La violencia. Noción
Clases. Efectos
Por otro lado, tenemos la violencia moral o intimidación, que consiste en inspirar
temor por medio de amenazas para infundir miedo, alterando el ánimo y la libertad
de obrar para que el amenazado ceda en perjuicio de sus propios intereses.
Estas amenazas deben ser graves, es decir, deben tener aptitud para crear el
temor racionalmente fundado, lo que se valorará de acuerdo a la situación del
amenazado y las demás circunstancias del caso (art. 276 del CCCN).
La gravedad se valorará teniendo en cuenta los bienes jurídicos –que pueden ser
de naturaleza patrimonial o no; la vida, la salud, la honra, la reputación, la
intimidad, etc.– del propio amenazado, así como de cualquier otro sujeto en tanto
y en cuanto se demuestren aptos para alterar la conducta del afectado.
Asimismo, el mal amenazado ha de ser inminente, no necesariamente presente o
actual, pero sí de realización en un lapso más o menos próximo, de modo que no
pueda evitarse a tiempo ni reclamarse el auxilio de la autoridad pública para
impedir la amenaza o defenderse de ella.
Tanto la fuerza irresistible como las amenazas pueden provenir de una de las
partes del acto o de un tercero (art. 277 del CCCN) y el autor debe reparar los
daños (art. 278 del CCCN).
Acto jurídico
Definición. Caracteres
El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los siguientes
términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”.
Elementos esenciales
En relación al sujeto: voluntad, capacidad, parte otorgante y
representante
Las partes: son las personas o sujetos que, con la declaración de voluntad,
ejercen una prerrogativa jurídica que les es propia, por repercutir directamente
en su esfera de interés patrimonial o extrapatrimonial. Es decir, son los sujetos a
quienes se imputan las relaciones jurídicas que el acto tiene por fin establecer,
aquellos cuyos derechos se crean, modifican, transfieren, extinguen, etc.
Ahora bien, la validez del acto jurídico en relación a los sujetos depende de dos
requisitos: a) la capacidad; b) la voluntariedad.
Elementos accidentales
Concepto
Clases de condición
Por su parte, el art. 344 del CCCN prevé las condiciones prohibidas, disponiendo
la nulidad del acto jurídico cuando se haya establecido el acto sujeto a un hecho
imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por el
ordenamiento jurídico o que dependa exclusivamente de la voluntad del
obligado.
Finalmente, la norma prevé que se tendrán por no escritas las condiciones que
afecten de modo grave las libertades de la persona, como la de elegir domicilio o
religión, o decidir sobre su estado civil; debiendo entender que el dispositivo es
meramente enunciativo y por lo tanto comprensivo de otros casuismos que
impliquen afectar las libertades individuales.
Efectos
De acuerdo al art. 346 del CCCN, la regla general es que, cumplida la condición,
sea ésta suspensiva o resolutoria, produce efectos hacia el futuro, lo que implica
que el acto jurídico bajo la modalidad suspensiva cobrará eficacia el día del
suceso previsto como condición; en el caso del negocio jurídico bajo condición
resolutoria, producido el acontecimiento, se extinguirán los efectos a partir de
ese momento.
La buena fe es un principio general del derecho (art. 9 del CCCN) que veda el
ejercicio abusivo de los derechos y sustenta nuestro ordenamiento jurídico
positivo. Como derivación de este principio, se impone a los sujetos el deber de
actuar de manera leal, recta, honesta, con una actitud de cooperación y
generación de confianza en las propias declaraciones.
De este modo, los vicios de los actos jurídicos son defectos, imperfecciones o
anomalías susceptibles de provocar la ineficacia del negocio, por atentar contra
la licitud, la buena fe o perjudicar los intereses de terceros.
La lesión
El elemento objetivo
Además, se exige que esa ventaja excesiva se obtenga sin justificación, lo que
implica efectuar una indagación acerca de la causa fin del negocio, pues, si quien
celebró el negocio pretendió efectuar una liberalidad, dicho acto jurídico
escapará a la teoría de la lesión.
El elemento subjetivo
Prueba. Presunción
El artículo 332 del Código establece una presunción iuris tantum de la explotación
en caso de “notable desproporción”. Es decir que, probada la notable
desproporción de las prestaciones, se genera una presunción iuris tantum sobre
la existencia del vicio, es decir que quedan acreditados o presumidos los dos
elementos subjetivos que figuran en el articulado, el aprovechamiento y la
situación de inferioridad de la víctima. La carga de la prueba para sostener la
ausencia de esos requisitos incumbe al que sostenga lo contrario.
El vicio de lesión subjetiva origina en cabeza del lesionado o sus herederos dos
acciones. Ninguna otra persona puede ejercer esta acción; ello resulta así del art.
332 del Código Civil y Comercial. Es decir que los sucesores singulares no
pueden accionar por acto entre vivos, porque la acción es de carácter
personalísima. La intransmisibilidad se funda en que la parte lesionada es la
única que puede saber si se dan las circunstancias subjetivas necesarias para la
configuración del vicio de lesión.
Así, los legitimados activos tendrán la posibilidad de entablar, tanto por vía de
acción como de excepción, la nulidad (“nulidad relativa” en los términos de los
arts. 386 y 388 del Código Civil y Comercial, que más adelante veremos) como la
modificación del acto lesivo, es decir, un reajuste equitativo del convenio. Si el
lesionado opta por esta segunda opción, el litigio queda “trabado” en ese aspecto y
el demandado no puede reconvenir por nulidad.
La simulación
Definición. Elementos
Es decir, hay simulación cuando los contratantes crean, con su declaración, sólo
la apariencia exterior de un contrato del que no quieren los efectos, o cuando
crean la apariencia exterior de un contrato diverso del querido por ellos.
Clases de simulación
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que nada
tiene de real; el acto es completamente ficticio, irreal. Es decir, las partes no
quieren en realidad celebrar ningún negocio jurídico, sino que quieren modificar
la apariencia de una disminución del activo o un amento ficticio del pasivo de una
de las partes, en perjuicio de los acreedores; aunque a veces puede ser una
simulación lícita.
Por otro lado, la simulación se clasifica en lícita e ilícita, que tendrá que ver con
la causa determinante que dio origen al acto.
Por último, la simulación puede ser total o parcial. Es total cuando abarca
íntegramente al negocio, viciándolo en su esencia; y es parcial cuando sólo recae
sobre una parte del acto, sin que sea necesario que destruya los aspectos reales
del acto.
El artículo 335 del Código Civil y Comercial regula esta cuestión. Así prevé:
Acción entre las partes. Contradocumento. Los que otorgan un acto simulado
ilícito o que perjudica a terceros no pueden ejercer acción alguna el uno contra el
otro sobre la simulación, excepto que las partes no puedan obtener beneficio
alguno de las resultas del ejercicio de la acción de simulación.
La simulación alegada por las partes debe probarse mediante el respectivo
contradocumento. Puede prescindirse de él, cuando la parte justifica las razones
por las cuales no existe o no puede ser presentado y median circunstancias que
hacen inequívoca la simulación. 28
El principio general es que los simuladores del negocio jurídico carecen de toda
acción entre ellos.
Ello es así, toda vez que las partes se pusieron de acuerdo en eludir una
prohibición legal o perjudicar a terceros, por lo que pierden, en principio, el
derecho de impugnar el acto por el vicio de simulación.
Efectos
Todo tercero que se ha visto perjudicado por la simulación tiene derecho a ser
resarcido del daño sufrido.
El fraude
Noción
El concepto de fraude a los acreedores hace referencia a los actos otorgados por
el deudor, que tienen como nota común una afectación de su patrimonio de tal
magnitud que provoca o agrava su insolvencia, impidiendo así la satisfacción de
los créditos concedidos con anterioridad a aquéllos y con evidente perjuicio para
los mismos. Es decir que el fraude a los acreedores es la provocación o
agravación de la insolvencia del deudor mediante actos u omisiones del deudor
en perjuicio de sus acreedores, sustrayendo bienes de su patrimonio.
La acción de inoponibilidad
Seguidamente veremos cuándo procede esta acción, es decir contra qué tipo de
actos, cuáles son los requisitos de procedencia y quiénes pueden solicitar la
declaración de inoponibilidad
Titulares de la acción
Requisitos de procedencia
El artículo 339 del código unificado establece las condiciones generales para la
procedencia de la acción de inoponibilidad. Dispone:
Requisitos. Son requisitos de procedencia de la acción de declaración de
inoponibilidad:
a) que el crédito sea de causa anterior al
acto impugnado, excepto que el deudor haya actuado con el propósito de
defraudar a futuros acreedores;
b) que el acto haya causado o agravado
la insolvencia del deudor;
c) que quien contrató con el deudor a
título oneroso haya conocido o debido conocer que el acto provocaba o
agravaba la insolvencia. 31
La razón de ser de este primer recaudo es que los acreedores de fecha posterior
al acto del deudor no podrían invocar fraude en su perjuicio, pues, cuando
llegaron a constituirse en acreedores, sea por contrato, sea por disposición de la
ley, los bienes habían salido del patrimonio del deudor y, por ende, no
conformaban parte de su garantía patrimonial.
Distinto será el supuesto del tercero que contrató a título gratuito, en cuyo caso
no interesa la buena o mala fe del adquirente, pues se prefiere el interés de los
acreedores por sobre el del adquirente y, por ende, sólo habrá que acreditar que
el acto fue a título gratuito.
De esta manera, se advierte que cuando nos referimos a la ineficacia de los actos
jurídicos hacemos referencia a un concepto con significado amplio, que
comprende a todos aquellos supuestos en los cuales el negocio jurídico carece
de fuerza o eficacia para producir los efectos normales, propios, que las partes
tuvieron en cuenta al tiempo de su celebración, ya sea por un vicio existente al
momento de la celebración del acto, referido a la estructura del acto jurídico
(ineficacia estructural) o por circunstancias extrínsecas aparecidas con
posterioridad a su celebración (ineficacia funcional).
Así las cosas, la ineficacia como noción genérica, comprende por un lado la
invalidez de los actos jurídicos, es decir la nulidad o ineficacia estructural y
también la de inoponibilidad o ineficacia funcional, que es la que priva al acto de
efectos sólo respecto de determinadas personas.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, comentado por especialistas, Julio César Rivera (dir.),
Graciela Medina (coord.), VV.AA., La Ley, Buenos Aires, 2014.