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CRÓNICA

Era una mañana cotidiana, gente caminando, el sonido de los buses pasando a toda

velocidad, estudiantes camino al colegio, un sol deslumbrante, como solo en Quito se

puede apreciar. Sin embargo, en el parque El Arbolito, y no es la primera vez, se

encontraban dos grupos de individuos que gritaban consignas, preparaban carteleras y se

decidían cerrar las calles para marchar hacia la Corte Constitucional. Lo sé, porque me

encontré con Arturo Cervantes, representante de los ex empleados de Cervecería

Nacional, lo cual en la entrevista me supo explicar que van a presionar al Juez para que

se agilice una petición, que desde el 2008 no han podido conseguir.

Por otro lado, también se encontraba otro grupo de personas, similares a los otros

individuos, sin embargo, sus consignas y carteleras eran otros. Eran las 10 de la mañana

y gritaban en contra de la Corporación Chevrón. Desde el anterior gobierno, este caso se

hizo público, fue una sentencia dictada en Ecuador contra Chevron, por la que la petrolera

estadounidense tendría que pagar una indemnización de USD 9 500 millones por daños

ambientales en la Amazonía, y tal petición había fallado. Hoy se reabría nuevamente el

caso, porque la jueza María Viano dispuso en su resolución que no se puede aplicar ese

embargo en Argentina y dio dos razones: la causa es cosa juzgada y la falta de conexión

de Chevron Corporation con personas jurídicas en el país. Es decir, se abren nuevas

posibilidades para ganar el caso.

No obstante, éste reportaje no solo quiere destacar y socializar el conocimiento de estos

dos casos, sino también hacer un análisis profundo desde el punto de vista del gran

conocido historiador británico, Eric Hobsbawm. Miguel González, escribe un ensayo

llamado “Eric J. Hobsbawm, la Historia desde abajo y el análisis de los agentes

históricos”, el cual hace una crítica constructiva del trabajo de Hobsbawm y enfatiza otros

postulados que nos vendría bien relacionar con los dos casos antes propuestos.
Uno de los primeros términos que me llamó la atención fue la frase “desde abajo”, que

me supongo se refiere a todos los individuos que son del pueblo, a la clase trabajadora, a

los individuos que buscan sus derechos “de a pie”. Estos individuos para Hobsbawm son

los agentes históricos que hacen historia. Sin embargo, para entender mejor el

planteamiento de este historiador, González enfatiza en diferenciar claramente los

movimientos revolucionarios primitivos respecto a los modernos.

“Los primeros son los llamados milenaristas, a los que otorga un “espíritu revolucionario”

desperdiciado por su “ideología quiliástica” y por la vaguedad de su organización,

estrategia y acción revolucionarias. Por el contrario, los movimientos modernos, que

identifica con las organizaciones de clase socialistas y comunistas, no sólo poseerían un

espíritu revolucionario, sino también una organización y estrategia eficaces, además de

una ideología clara respecto a la transformación estructural de la sociedad. Los

milenaristas serían movimientos prepolíticos y, por ello, su ideología se expresaría en un

lenguaje principalmente religioso, mientras que los movimientos modernos serían

capaces de desarrollar una teoría moderna del traspaso revolucionario del poder”

(González, 2013, pág. 13).

Dejando al margen a los movimientos considerados arcaicos y no revolucionarios, como

los bandoleros sociales o la mafia.

Los individuos que se encontraban marchando el 27 de junio del 2018 desde el

parque El Arbolito, en Quito, son sujetos comunes que hacen historia. El caso Cervecería

Nacional, los ex trabajadores de la Cervecería Nacional empezaron a presionar a las

autoridades judiciales para que hagan cumplir el pago de sus utilidades atrasadas. A

palabras de un ex empleado decía “con lucha y perseverancia logramos ganar a una

grande empresa que trató a sus trabajadores sin ninguna ética alguna… que en 16 años

dejó de pagar 90 millones de dólares”. Desde los planteamientos de Hobsbawm este tipo
de relatos lo podemos interpretas a partir del momento en que la gente corriente se

convierte en un factor que toma grandes decisiones en acontecimientos importantes, de

interés general, aunque añade “no solo en momentos de excepcional movilización popular

como, por ejemplo, las revoluciones, sino en todo momento o durante la mayor parte del

tiempo”. (Hobsbawm, 2000. P. 206).

Sin embargo, ésta constante lucha de los individuos es distinta a las anteriores.

Las acciones revolucionarias eran variadas y modernas, la lucha sindical a la electoral

pasando por tácticas de lucha revolucionaria de barricada y guerrilla (Gonzáles, 2013,

pág. 15) y su ideología no se basaba en un lenguaje religioso y pre político, sino en una

cultura política demócrata-socialista acorde con las líneas federal-socialistas, refiriéndose

en al movimiento anarquista en España. Sus conclusiones demostraron que, a diferencia

de lo que se había mantenido desde el propio siglo XIX, los campesinos rebeldes de 1830

no eran desarraigados y criminales, sino hombres con arraigo, respetabilidad y relativa

estabilidad en sus comunidades aldeanas, hombres que no protestaban ciegamente, sino

que reclamaban lo que creían sus derechos (Gonzáles, 2013, pág. 15).

No obstante, es importante entender la necesidad de reflexionar sobre la protesta

social de hoy en día, y cómo todos los individuos comunes y corrientes, podemos

conseguir algún cambio significativo para el bien social. Hobsbawm reivindica con fuerza

la necesidad de integración de la metodología cuantitativa con el análisis cualitativo en la

praxis de la Historia social. Hoy los ex trabajadores de Cervecería Nacional podrán salir

victoriosos por una lucha que se hizo constante durante 11 años, y el Caso Chevrón, que

cumpla y pague los daños ocasionados en la Amazonía Ecuatoriana. No se debe permitir

que los derechos constitucionales sean violentados. Una vez que se ha asumido que la

historia desde abajo ha de reconstruir cómo pensaban, sentían y actuaban las clases

populares, ya no hay vuelta atrás y la reflexión teórica sobre ello lleva a Hobsbawm a
afirmar que el objetivo final que se debe alcanzar, con la construcción de modelos

interpretativos, es la explicación de las formas de comportamiento de acuerdo con algún

esquema de racionalidad (Gonzáles, 2013, pág. 15).

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