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“…para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Rom 12:2, RVR 1960)
“…para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y
perfecto.” (Rom 12:2, LBLA)
Conferencias:
1ª Conf - Conociendo Su voluntad y nuestra responsabilidad
1ª Conf – Comprometidos con Su voluntad
3ª Conf - Haciendo Su voluntad: Servicio
4ª Conf – Perseverando en Su voluntad
Bosquejos:
1ª Conf. - Conociendo Su voluntad y nuestra responsabilidad
I. LA VOLUNTAD DE DIOS
A. Su voluntad decretada (no revelada)
B. Su voluntad preceptiva (revelada)
II. LA RESPONSABILIDAD HUMANA
III. REFLEXIÓN Y EXHORTACIÓN FINAL:
Quizá alguna vez, en determinada situación, nos hemos preguntado ¿Cuál es el propósito
de Dios para mi vida?
El propósito de Dios es el plan que Él hizo para cumplir Su voluntad. De modo que para
conocer acerca de ese plan debemos empezar por conocer qué es la Voluntad de Dios.
¿Sabemos cuál es la voluntad de Dios?
A través de la Biblia entendemos que se trata del deseo propio de Dios respecto
a Su creación, para beneplácito y gloria de Él mismo (Col 1:16; Isa 43:7). Quizá cuando
falleció un ser querido, nos hayan dicho “Esa fue la voluntad de Dios”, y nos hayamos
preguntado por dentro ¿Será cierto? O cuando tomamos una decisión equivocada nos
hayan dicho “La voluntad de Dios era que NO hicieras eso”. A eso podemos preguntarnos
¿Se cumple siempre la voluntad de Dios?
Si bien sabemos que Dios en Su Soberanía y Providencia tiene el control de las
cosas, y que por ende Él siempre hace que se cumpla Su voluntad, también debemos
recordar que existe en nosotros la responsabilidad humana de cumplir esa voluntad. Así
que conoceremos las nociones acerca de estas interrogantes y lo que implica nuestra
responsabilidad personal.
I. LA VOLUNTAD DE DIOS
Existen dos aspectos de lo que llamamos “voluntad de Dios”. Uno de ellos es lo
que la teología llama “voluntad decretiva o decretada” y lo otro es la “La voluntad
preceptiva”.
La ley y los mandamientos (Deut 30:41). Por estos preceptos conocemos lo que
Dios quiere que hagamos y lo que debemos evitar, su pueblo primeramente y por
extensión toda la humanidad (aunque sabemos que no todos han de obedecer)
En conocer y creer el Evangelio (Hechos 17:30; Mrc 1:15). Dios quiere que se
dé a conocer Su Evangelio a todas las personas, dando el precepto de que deben
arrepentirse y creer en el evangelio.
Para los creyentes hay preceptos que cumplir con el fin de glorificar a Dios:
Vivir en santidad (1ª Pedro 1:16;.1ª Tes 4:3). Tanto la ley como el evangelio
expresan esa voluntad de Dios a toda la humanidad, y solo los creyentes pueden
cumplirla, aunque no perfectamente.
Anunciar la Verdad de Dios (Sus virtudes y Su Evangelio (1ª Pedro 2:9. Hch 1:8).
Dios quiere que su pueblo sea quien proclame quién es Él, lo que hizo y lo que
hará, todo lo que haya sido revelado en las Santas Escrituras.
Glorificar a Dios en todo (1ª Corintios 10:31; 1 Pe 4:11). Dios quiere que le
glorifiquemos a Él en todo lo que hagamos, que nuestra obediencia sea motivada
con la intensión de darle la gloria a Él y no ha nosotros ni a nadie más.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Rom
12:1, RVR 1960)
“Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis
vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto
racional” (Rom 12:1)
“…para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Rom 12:2, RVR 1960)
La voluntad de Dios es, en términos sencillos, lo que Dios quiere que suceda, es lo
que Dios desea. Aprendimos también que hay dos aspectos de lo que llamamos “la
voluntad de Dios”: una voluntad decretada (no revelada a todos) y una voluntad
preceptiva (Revelada, pública), que los hombres en su responsabilidad deben cumplir.
También la importancia en nosotros de la responsabilidad humana al cumplir Su
voluntad revelada y de vivir en su Propósito (Flp 2:12,13). La Voluntad revelada por Dios
está en la Biblia, y la voluntad aún no conocida la conoce solamente Él (Deut 29:29). Así
que nos corresponde hacer lo que está ya revelado.
Romanos 10:17 nos dice que la fe viene por el oir y qu el oir por la Palabra. Esto
ya nos dice que si hay algo que podemos y debemos hacer es, en otros términos, poner
atención a Su Palabras. Si nos preocupa por qué no vemos resultados espirituales en la
iglesia, en especial en elos jóvenes, debemos preguntarnos ¿cuénto tiempo le estamos
dedicando a enseñar la Palabra de Dios? Y cada uno ¿realizamos diariamente nuestra
lectura devocional?
Romanos 12 comienza con la frase “Así que” o en otras versiones “Por
consiguiente” (LBLA), dándonos a entender que esas exhortaciones son en base a lo ha
sido proclamado en los capítulos anteriores.
En los primerós versículos del cap 1 hallamos una breve proclamación del
Evangelio (1:15-17). Desde el cv. 18 hasta el cap 3 v. 20 denuncia la caida del hombre,
dándole a entender su necesidad de un salvador. De 3:21 en adelante enseña lo que
implica la obra de Dios en Cristo y el medio por el cual ser beneficiado de esa obra
salvadora: la fe. También explica su sustento en el A.T. Desde el 5:1 habla de uno de los
beneficios que incluye la salvcación: la justificación. Desde cap 6 al 7 explica la
implicancia que tiene el pecado en la hombre y su relación con el creyente. El cap 8 habla
de la libertad cristiana y el llevar la vida en el Espíritu, aclarando quiénes la viven
realmente. Desde el cap 9 al 11, trata lo que sucedía realmente con Israel en cuanto a su
respuesta al evangelio. Pablo aclara que no todo Israel es incrédulo sino que hay un
remanente por gracia. Com vemos, todo es contenido doctrinal que proclama al Dios
Justo y a la vez misericordioso y salvador.
Las exigencias del cap 12 al 15 deben ser un resultado de haber conocido y
aceptado el evangelio de salvación.
Vivo – Es ahora que estás vivo que debes entregarte a Dios; pero la
mayoría espera poder hacerlo un minuto antes de morir (Ecles.
12:1-3), Literalmente el Texto dice “viviente”, dándonos a entender
que, aunque tiene un comienzo, nuestro sacrificio es por toda
nuestra vida que Dios nos dé.
Santo – Dios es Santo y demanda de Su pueblo SANTIDAD (1 Pe
1:16). Nuestra adoración debe ser en santidad.
y Agradable – como debía serlo toda ofrenda del A.T. y esto se
daba siempre que seguía las instrucciones de Dios.
Aunque podemos comprobar cuál sea la voluntad de Dios, hay en la vida situaciones
difíciles de resolver. ¿Cómo podemos recibir ayuda?
1ª Pedro 4:1,2 dice: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne,
vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne,
terminó con el pecado, para NO vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las
concupiscencias de los hombres, sino CONFORME A LA VOLUNTAD DE DIOS”
¿Cuál es nuestra motivación para que cumplamos lo que es Su voluntad? ¿Por qué razón
o motivación hemos venido a Jesús? Hay una razón principal por la que debemos honrar
a Dios en Cristo Jesús: Porque Cristo se sacrificó por nosotros, padeciendo,
muriendo en la cruz y resucitando al tercer día.
Si otras son las motivaciones que tienes para tratar de hacer la voluntad de Dios,
tal vez compruebes que no es posible, o que no hay un sentido real que agrade a Dios.
Considera esto: Si estás en Cristo, empieza desde hoy a honrar a Jesús y al Padre
motivado solo por la gran obra en la cruz. Pero si vez que no estás aún de verdad en
Cristo, recirre a Él, en arrepentimiento y fe. En Jesús hay salvación
3ª Conf.
Haciendo su voluntad – Servir
Rom 12:3-11
La actitud del servidor es importante. No servimos solo por mera obligación ni solo
por cumplir con los deberes en la congregación, sino que le servimos en respuesta a lo
que Dios hizo. Por eso Pablo antes de instruir sobre el servicio ministerial, hace el llamado
tomar seriamente estas actitudes:
Para dar esta exhortación Pablo hace mención de “la Gracia que le fue dada”.
Todo servidor de Dios es conciente y agradecido de haber sido salvo por la gracia y la
misericordia de Dios (1ª Tim 1:14,15; Tito 3:5). Eso es fundamental en el servicio. Así no
podrás sentirte “dueño” del ministerio, ni te darán ganas de decir “mi ministerio” o “mi
iglesia”. Por la gracia de Dios somos lo que somos (1ª Cor 15:10).
Muchos abandonan el ministerio porque su motivación de servir no era la cruz sino
un interés muy personal. Pero si su motor es lo que Cristo hizo en la cruz, pase lo que
pase, perseverará.
Si somos siervos por gracia nuestro servicio debe ser también en gracia,
considerando a los demás con gracia. No servimos en un régimen legalista, donde se
impongan normas y restricciones que no se enseñen en la Biblia. No pongamos cargas
que ni nosotros podamos sobrellevar (Mat 23:4). Y esto no es libertinaje porque tenemos
la Biblia para guiarnos cómo debemos de servirle.
Pablo dice a los Filipenses, para evitar contiendas, “considerando a los demás
como superiores a nosotros mismos” (Flp 2:3) y nos pone a Cristo como quien mostró
ejemplo de humildad, pues siendo igual a Dios Padre, se hizo un ser humano en
condición de siervo (“esclavo”). Pablo dice que haya ese sentir (o pensar) en nosotros (Flp
2:5-8), pues al ver a Jesús, el siervo sufriente y fiel, tenemos la suficiente motivación para
nuestro servicio a Dios.
Dios nos ha dado diversas capacidades llamadas “dones” para poder servirle
conforme a Su propósito. Recordemos esto: los creyentes somos iguales pero las
funciones son distintas, y como las funciones son distintas, esas capacidades para el
servicio son distintas también.
Se han conocido varias maneras de clasificar los dones espirituales, pero aquí
Pablo no nos da una lista completa de todos los dones hallados en la Biblia. Pero aquí se
menciona los más usados en la iglesia local (pues no se menciona “apóstol”)
Una de las clasificaciones que podríamos dar es, dones de fundación (temporales)
y los de ministerio (permanentes hasta la venida de Cristo), los cuales se mencionan en
este pasaje. Podemos agruparlos de la siguiente manera:
A. Nuestra preparación.
En cuanto a nuestra preparación, debemos conocer el evangelio en un sentido
básico y, como dice la Escritura “fervientes en espíritu” (v. 11) y “constantes en la oración”
(v.12). No podemos pensar que nuestro servicio sea solo una obra material. Necesitamos
prepararnos en nuestro momento diario en meditar la Palabra y en orar.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28)
La mayoría hemos leído y oído este versículo, pero no todos nos hemos fijado en
un detalle: ¿Quiénes los que aman a Dios y quiénes aquellos a quienes todas las cosas
les ayudan a bién? El Texto dice “los que conforme a Su propósito son llamados”.
Generalmente el verso 28 se usa solo con fines de motivar emocionalmente a las
personas (digo “personas” porque hasta a los no creyentes se les dedica este verso). Sin
embargo este Texto es el preludio de la proclamación de una misteriosa pero poderosa
verdad: Que Dios tiene un plan y lo ejecuta a la perfección. De modo que peseverarán
hasta el fin aquellos que están en ese plan de Dios. Veamos lo que dicen los versos que
siguen:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Rom 8:29,30)
Pablo nos resume el plan para nuestra salvación que Dios decidió desde antes de
la fundación del mundo. Él nos eligió para ser hijos suyos (cp. Efe 1:4,5). El v. 28 nos dice
que nos predestinó (fijó un destino para nosotros) para que seamos hechos conforme a la
imagen de Su Hijo. ¿Esto no es suficiente garantía de que vamos a perseverar si estamos
en su plan (o propósito)? Claro que sí.
El v. 29 nos muestra el plan de salvación de comienzo a fin. Esto nos conmueve
porque Dios cumplió y cumplirá cada etapa de ese plan en nuestra vida. En la tierra nos
llamó poderosamente por Su Espíritu a través del evangelio (1ª Pe 1:2,22), y por la obra
de Cristo somos justificados, y Dios terminará ese plan cuando Cristo vuelva y seamos
glorificados (Flp 1:6).
Esta verdad nos puede generar muchas preguntas obviamente. Uno dirá por ej, “lo
que he de vivir en el futuro o con quién me casaré, etc, ¿está predestinado también?”. Es
natural que surjan esas preguntas. Pero ante todo debemos aclarar que esto no afecta
nuestra responsabilidad personal ante Dios. Los detalles de nuestra futura vida aún en la
tierra solo lo sabe Dios. A nosotros nos corresponde hacer su voluntad revelada (lo que
Dios ha dejado en la Biblia). La voluntad decretada de Dios es secreta. Pero confiamos en
Su bondad hacia nosotros.
La parábola del sembrador es muy reveladora de esta verdad (Lea Lucas 8:4-15).
Nos presenta 4 terrenos donde se puede sembrar la semilla (el evangelio). Cada terreno
representa a cada tipo de persona que de algún modo oye el evangelio. De los cuatro
terrenos solo uno representa el verdadero cristiano. Los anteriores solo tuvieron una
distante o cercana respuesta al evangelio, pero no se convirtieron. Solo el cuarto terreno
(buena tierra) representa a los que de verdad han experimentado la conversión. “éstos
son los que con corazón bueno y recto retienen la Palabra oída, y dan fruto con
perseverancia” (Lc 8:15).
No obstante, debemos considerar que mientras tengan vida, no podemos darles
por destinados a eterna condenación. Como difimos, el plan de Dios es secreto, sólo Él
sabe quiénes se salvan. Por eso, nos queda orsar por los que están extraviados y con la
enseñanza de la Palabra buscar convertirlos a Dios (2ª Tim 2:25; Stg 5:19,20)..