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JULIO COTLER
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Hoy en día, es evidente que Perú enfrenta un déficit institucional que le impide solucionar
sus problemas y origina malestar social y desafección al régimen democrático y al Estado.
Esta situación confirma la sentencia de Linz y Stepan: “Sin Estado no hay democracia” ( no
state, no democracy).
La imposición del régimen autoritario en 1992 y el apoyo de las instituciones financieras
internacionales facilitaron la implementación de las reformas neoliberales, permitiendo a los
tecnócratas sanear y fortalecer las finanzas públicas y generar, a espaldas de la ciudadanía,
un orden institucional que concentra las decisiones económicas en el ejecutivo y privilegia la
actuación empresarial y la inversión privada.
Pero también la ausencia de una sólida oposición ayudó a cambiar el perfil económico y
social del país; previamente la izquierda se había dividido y su presencia en la escena
pública se había reducido considerablemente, al igual que la de las organizaciones de los
trabajadores y los frentes regionales, a causa de los efectos perversos de la década
“perdida” de los años ochenta.
A pesar de que esas instancias no han podido recuperarse hasta hoy, cerca de l a mitad de la
población se muestra insatisfecha con el diseño neoliberal aduciendo que desnacionaliza y
privatiza la economía en beneficio de pocos y en perjuicio de muchos peruanos. Pero esta
opinión no tiene consecuencias políticas.
Es decir, los tecnócratas pudieron llevar a cabo su cometido por el respaldo que
recibieron de las instituciones financieras y la influencia que tuvieron sobre los gobernantes,
en medio de un cuadro de fragmentación social y política.
Para no remontarnos más atrás, la “década perdida” de los años ochenta y el catastrófico
gobierno de Alan García (1985-90) postraron al Estado, las organizaciones sociales y los
partidos políticos. En esas condiciones, la imposición del régimen autoritario recuperó
parcialmente la autoridad estatal y recortó las atribuciones económicas del Estado,
adjudicándolas a la iniciativa privada.
Vastos espacios del territorio están en poder de grupos dedicados a actividades ilegales que
involucran a la población local, al tiempo que amenazan o corrompen a las autoridades para
desenvolverse libremente.
A pesar de que el Estado prioriza los intereses empresariales y mantiene una fluida
comunicación con sus representantes y voceros, no pasa un día que no se quejen, privada o
públicamente, por los obstáculos burocráticos que enfrentan, sin que las autoridades se
decidan a hacer algo al respecto.
El Estado tiene lazos muy débiles e insatisfactorios con los segmentos populares, en
especial con el sector informal que comprende el 70% de la población económicamente
activa. Que Perú es uno de los países de la región con más elevada proporción de la
población en informalidad constituye una prueba definitiva de la distancia y extrañeza del
Estado con los segmentos populares, entre otras razones, porque sus intereses no se
encuentran entre los prioritarios de los tecnócratas; de ahí que la inversión pública en
educación, salud y seguridad se encuentre ente las más bajas de América Latina.
Este tipo de relación determina que los segmentos populares ignoren las normas oficiales y
desconozcan a autoridades que no les permiten alcanzar sus propósitos individuales y
colectivos, por lo que cruzan las difusas líneas que separan la legalidad de la ilegalidad. La
situación se agrava debido a que el Estado no cuenta con los medios institucionales para
atender las demandas sociales, ni para arbitrar los conflictos sociales; en consecuencia, los
reclamos derivan con frecuencia en protestas violentas, propias del “desborde popular”, con
fatales consecuencias.
El incumplimiento del Estado con sus atribuciones básicas involucra, pues, al conjunto de la
sociedad, y la población consultada señala la inseguridad ciudadana y la corrupción como
las cuestiones más graves que enfrenta el país, sin atisbo de s olución. Desde luego, la
frecuencia y la intensidad de estos fenómenos, así como la posibilidad de evadirlos o
contrarrestarlos, dependen de la posición que en la jerarquía social ostentan individuos y
grupos sociales y de su consecuente capacidad de acced er al poder.
Causas de la desafección
9.- Medios de comunicación independientes. Para asegurar la independencia de los medios de comunicación y reducir
la manipulación informativa proponemos dos medidas. Por un lado, que se despolitice la concesión de licencias audiovisuales, de modo
a última encuesta nacional urbano-rural de El
que el gobierno de turno no pueda conceder
Comercio-Ipsos muestra que la corrupción es el principal problema del país en
la actualidad: un 57% de entrevistados lo considera así. Este primer lugar no se
repetía desde el 2010, durante el segundo gobierno de Alan García.
Subrayó que si bien ha habido algunos indicadores positivos en los últimos meses
sobre seguridad, es un problema que se arrastra desde hace muchos años.
Entre las más recientes, están las 100 recomendaciones que la Comisión
Presidencial de Integridad entregó a Pedro Pablo Kuczynski en el 2016. Sin
embargo, un 70% de estas recomendaciones no se ha implementado, según el
seguimiento realizado después de un año por el Observatorio de Integridad,
mecanismo creado por Transparencia, Proética y las universidades del Pacífico y
la Pontificia Universidad Católica del Perú para hacer seguimiento al informe.
licencias a grupos afines y negárselas a otros. Por otro lado, que los cargos de los medios públicos sean independientes en lugar de
estar designados por el poder político.
10.- Regulación de la actividad de lobby. Los grupos de presión a favor de determinados intereses deberían atenerse a unas
reglas de conducta claras, acreditarse y hacer públicos sus objetivos y destinatarios de su actividad. Especialmente en nuestro país, en
el que las relaciones entre grandes empresas y sector público son más que evidentes. Por no hablar de los estrechos vínculos entre
entidades financieras y partidos políticos, financiadoras las primeras de los segundos. Qué es Democracia:
La democracia es una forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo,
mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas.
El mecanismo fundamental de participación de la ciudadanía es el sufragio universal, libre, igual,
directo y secreto, a través del cual elige a sus dirigentes o representantes para un período
determinado. Las elecciones se llevan a cabo por los sistemas de mayoría o representación
proporcional, o combinación de ambos.
La democracia, por otro lado, puede ser entendida como una doctrina política y una forma de vida en
sociedad, y su principal función es el respeto por los derechos humanos, consagrados por la
Organización de las Nacionales Unidas, la protección de las libertades civiles y de los derechos
individuales, y la igualdad de oportunidades en la participación en la vida política, económica y cultural
de la sociedad.
Como democracias son también designados los países que cuentan con esta forma de gobierno: “Las
democracias del mundo piden justicia”. La mayoría de las democracias cuentan con una Carta Magna
o Ley Suprema como guía para los legisladores y como garantía para los ciudadanos con el objetivo
de hacer valer sus derechos y la actuación del gobierno actual.
El término democracia es extensivo a las comunidades o grupos de personas donde todos los
individuos participan en la toma de decisiones: “Aquí se decide qué programa de televisión vamos a
ver como en una democracia”.
Tomando en cuenta, lo dicho por Platón y Aristóteles, se puede considerar como democracia al
gobierno de la multitud o de la mayoría.
Democracia directa
Se dice que existe una democracia directa o pura cuando son los mismos ciudadanos, sin
intermediación de representantes, participan directamente en la toma de decisiones de carácter
político a través del voto directo.
En la democracia directa, se lleva a cabo ciertos mecanismos por medio del cual el pueblo participa
de manera continua en el ejercicio directo de poder, como en el caso de la participación ciudadana,
plebiscito, referéndum, iniciativa popular, entre otros.
Democracia participativa
La democracia participativa es un modelo de organización política que otorga a los ciudadanos una
mayor, más activa y más directa, capacidad de intervención e influencia en la toma de decisiones de
carácter público.
La democracia participativa incorpora activamente al ciudadano en la vigilancia y control de la
aplicación de las políticas públicas, procura que los ciudadanos estén organizados y preparados para
proponer iniciativas o para expresarse a favor o en contra de una medida, y no limita su papel dentro
del sistema democrático al ejercicio del voto, tal como se observa en Venezuela.
De acuerdo a los dos casos vistos, la siguiente lista incluirá ejemplos de ocasiones en las que la
democracia se explicita en la vida cotidiana.
1. Previo a la sanción de una Ley, el Congreso ofrece un espacio en el que las personas pueden ir a
sugerir modificaciones.
2. Una empresa modificó su esquema de organización, y se han abierto canales de comunicación
fluido entre los empleados y los jefes.
3. El espacio de recursos humanos de una empresa permite a los empleados expedirse con libertad
sobre sus jefes, sin temor a sufrir represalias por ello.
4. El padre lleva dos películas a la casa, y entre los miembros de la familia seleccionarán una para ver
esta noche.
5. Dando un diagnóstico objetivo, en vez de elegir el camino a seguir discrecionalmente, el médico le
explica al paciente la situación en la que está y entre los dos pueden consensuar el tratamiento,
cuando existen múltiples opciones.
6. La administración del edificio es pésima, y el consorcio convocó a una reunión para cambiar a la
empresa encargada.
7. El centro de estudiantes consiguió una reunión con el rector para presentar una queja por el estado
de los baños en la escuela.
8. Finalizado el baile, los asistentes elegirán a la reina que recibirá una condecoración.
9. Una reunión vecinal será encargada de decidir en cuál de dos esquinas se colocará un semáforo.
10. La convocatoria por parte del gobierno a reuniones paritarias, en las que trabajadores y
empresarios discuten condiciones de trabajo.
La medida se haría a través de una enmienda constitucional. Consideran que la medida será eficaz para luchar
contra la corrupción.
Redacción
24 de octubre del 2016 - 8:42 PM
Valoración: 5/5
El presidente y su gabinete propusieron la imprescriptibilidad de los delitos por corrupción. | Fuente: EFE
El Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski ha propuesto un proyecto de ley para modificar el artículo 41 de la
Constitución e incorporar la medida de imprescriptibilidad de delitos por corrupción de funcionarios y servidores del
Estado. Buscan evitar que los que incurren en estas graves faltas no vuelvan a trabajar en el sector público.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus) explicó que la medida es necesaria y sería eficaz para la
lucha contra la corrupción. Se agregaría al mencionado artículo una precisión: "La ley establece los casos en los
que, los delitos contra la administración pública cometidos por funcionarios o servidores públicos son
imprescriptibles".
Para conseguir la aprobación se necesitan como mínimo 87 votos en dos legislaturas consecutivas del Pleno del
Congreso. Este proyecto se suma a otras iniciativas que se encuentran pendientes de discusión en la Comisión de
Constitución.
Esta reforma constitucional abre espacio para que después se pueda modificar el Código Penal y se establezcan los
delitos. Según la Encuesta Nacional sobre Corrupción, hecha por Proética, la corrupción es uno de los problemas
más graves del país y que genera pérdidas millonarias.
La Contraloría General de la República ha estimado que en el Perú el dinero público perdido en actos de corrupción
durante el 2015 bordea los 12,500 millones de soles
Comprende el debate y aprobación de leyes ordinarias, leyes orgánicas, leyes autoritativas para
ejercer la legislación delegada, leyes presupuestales y financieras, leyes de demarcación
territorial, leyes de reforma de la Constitución Política, del Reglamento del Congreso y de
resoluciones legislativas.
a. Iniciativa legislativa
b. Estudio en comisiones
c. Debate en el Pleno
d. Aprobación y promulgación.
Por el derecho de iniciativa legislativa, los ciudadanos y las instituciones señaladas por la
Constitución Política tienen capacidad para presentar proposiciones de ley ante el Congreso.
Las proposiciones de ley deben contener una exposición de motivos donde se expresen sus
fundamentos, el efecto de la vigencia de la norma que se propone sobre la legislación
nacional, el análisis costo-beneficio de la futura norma legal incluido, cuando corresponda, un
comentario sobre su incidencia ambiental. De ser el caso, la fórmula legal respectiva que
estará dividida en títulos, capítulos, secciones y artículos. Estos requisitos sólo pueden ser
dispensados por motivos excepcionales.
Las proposiciones de resolución legislativa se sujetarán a los mismos requisitos que los de
ley, en lo que fuera aplicable.
Las Comisiones tienen un máximo de treinta días útiles para expedir el dictamen
respectivo. En primer término verificará que se cumpla con los requisitos señalados en el
párrafo precedente y luego calificará el fondo de la proposición, estando facultada para
rechazarla de plano y archivarla. Si son varias las Comisiones, pueden presentar dictamen
conjunto.
Debate y aprobación
No se puede debatir ninguna proposición de ley que no tenga dictamen, salvo que lo dispense
la mitad más uno del número de los Representantes presentes en el Congreso, previa
fundamentación por escrito del Congresista o los Congresistas que soliciten la dispensa.
Si el Presidente de la República tiene observaciones que hacer sobre el todo o una parte de
la proposición aprobada, las presenta al Congreso en el mencionado término de quince
días útiles.
La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición
distinta de la misma ley que establezca un mayor período de “vacatio legis” en todo o en parte.
Las resoluciones legislativas según correspondan son promulgadas por el Presidente del
Congreso y un Vicepresidente.
Reglas especiales
Ley de Presupuesto; dentro de las 48 horas de presentados al Congreso los proyectos de ley
de Presupuesto, de Endeudamiento y Ley de Equilibrio Financiero, el Presidente del Congreso
convoca a una sesión extraordinaria destinada a la sustentación de las referidas iniciativas por
el Presidente del Consejo de Ministros y el Ministro de Economía y Finanzas.
Concluido el debate a que se refiere el artículo anterior, los referidos proyectos son publicados
en el Diario Oficial El Peruano y derivados a la Comisión de Presupuesto, que los analiza en
sesiones públicas.
El Presidente dará la palabra en primer término al Presidente del Consejo de Ministros quien
manifestará sus puntos de vista respecto del Dictamen de la Comisión de Presupuesto;
Harán uso de la palabra cada uno de los Ministros, lo mismo que el Presidente de la Corte
Suprema, el Fiscal de la Nación, el Presidente del Jurado Nacional de Elecciones y el Defensor
del Pueblo para que sustenten sus pliegos de egresos.
Ley de la Cuenta General de la República; debe ser revisada y dictaminada dentro de los
noventa días útiles siguientes a su presentación. Una vez revisada y dictaminada por la
Comisión respectiva, el Pleno se pronunciará dentro de los siguientes treinta días útiles; de lo
contrario, se envía el dictamen de la Comisión Revisora al Presidente de la República para que
la promulgue mediante decreto legislativo.
Leyes autoritativas de legislación delegada; pueden ser aprobadas para autorizar el ejercicio
de la función legislativa al Gobierno mediante decretos legislativos o a la Comisión Permanente
mediante la aprobación de proposiciones de ley, con las limitaciones establecidas en el segundo
párrafo del inciso 4) del artículo 101° y en el segundo párrafo del artículo 104° de la Constitución
Política. Deben indicarse la materia específica de la delegación y el plazo de la misma.
Es difícil que una sentencia satisfaga a todas las partes. Lo máximo que podrá es satisfacer al vencedor y lo más
probable es que deje de satisfacer, en el integro de su pretensión, a todas las partes. Eso es natural en toda
controversia. Por ello, el servicio de justicia nunca tendrá una apreciación positiva unánime. Sin embargo, ciertos
aspectos de ella pueden ser universalmente valorados por todos como positivos. Celeridad y predictibilidad, por
ejemplo. En un sistema judicial en donde me pueden o no dar la razón, pero lo harán en un plazo razonable y la
sentencia será coherente con cientos de sentencias realizadas en el mismo sistema ¿puedo quejarme menos?
Sospecho que si.
Lamentablemente, ni esos valores mínimos tiene el Poder Judicial peruano. Ni hay celeridad. ni hay predictibilidad.
Lo que vemos en la justicia penal es a miles de reos sin sentencia (casi el 70% de los encarcelados) esperando por
años y a un 30% con sentencia que termina siendo liberado ya no por un indulto o una conmutación de pena (como
en tiempos de García) sino por sentencias que en apelación son de un benignidad digna de las Hermanitas de la
Caridad y no de un sistema de justicia punitivo. Digamos que para quien “la mueve” (aunque hay excepciones) no
hay prisión preventiva, cuando lo sentencian entra a la cárcel, pero no será por mucho tiempo. En apelación, sale.
Veamos los fallos del momento. Miguel Facundo Chinguel, condenado a 13 años. Pues resulta que no es culpable
de asociación ilícita para delinquir, y por tanto se le reduce la condena. Es decir, según los jueces, él solito nomás
conmutaba penas e indultaba indebidamente. Nadie fue su cómplice. Sus abogados han vuelto ha apelar para ver si
lo logran exonerar del todo. ¿Por qué no? Lo mas probable es que salga libre pronto y que en un futuro gobierno del
Apra ocupe algún puesto de importancia dado que el ex Presidente García lo calificó de “hombre probo”.
¿Recuerdan? Y no, no creo que los 73 congresistas fujimoristas aprueben la ley de muerte civil para sentenciados
por delitos contra la administración pública. Bien difícil, ¿no? Nada menos que la actual Presidenta de la Comisión
de Presupuesto fue sentenciada por enriquecimiento ilícito y el Presidente de la Comisión de Educación tiene una
denuncia por plagio. Así, que nada de “muerte civil” o “imprescriptibilidad de delitos de corrupción”. No, por lo menos
en cinco años, olvídense.
¿A alguien sorprende el fallo de la Corte Suprema sobre diarios chichas? A nadie. Y ahí si habría que felicitar al
vocal Villa Stein por su predictibilidad. Su simpatía por el fujimorismo y la calidad de insultos que depara a los que
luchan contra la corrupción – pueden ver su cuenta de twitter, yo tuve que bloquearlo, luego de recibir
varios desatinos, porque no quiero contribuir a la falta de decoro de un magistrado. ¿Existe esa norma que les pedía
decoro a los jueces en la Ley Orgánica del Poder Judicial? Leyendo a Villa Stein supongo que la han derogado, en
fin – no podían sino tener el resultado de la exoneración de Alberto Fujimori, el hombre que según estos jueces, no
sabía nada de nada, sobre el aparato que se montó para reelegirlo utilizando, entre otros medios, a la prensa chicha
que colgaba a la vista de todo el país. Lo curioso es que los compinches del caso ya purgaron sus penas, pero el
beneficiario del delito ¡sale limpio!
Es verdad que la sentencia Villa Stein es una victoria pírrica para Fujimori dado que ya ha cumplido 10 años de los
25 años de condena impuesta por los Casos La Cantuta, Barrios Altos y el secuestro agravado de Gustavo Gorriti y
Samuel Dyer. Le faltan 15 años. Las condenas por corrupción – en las que se allanó – fueron de 7 años y ya están
cumplidas. Es decir, este fallo no lo saca de la Diroes, pero queda la marca ¿no? ¿Cuál marca? La de la impunidad
que era la que había estado ausente en todo el proceso anticorrupción post fujimorismo.
Las sentencias sobre “lesiones leves” aplicadas con escándalo a tremendos salvajes (disculpen pero no se como
llamar a un hombre que secuestra y desfigura a su pareja u a otro que desnudo, arrastra por el piso a una mujer,
ante cámaras) movilizaron a miles de mujeres, yo entre ellas, a las calles a gritar por justicia. Yo estuve cuando la
multitud le gritaba a los vocales supremos “Poder Judicial, vergüenza nacional”. ¿No escuchan? ¿No entienden que
están,con estos fallos, en su peor hora? ¿No se dan cuenta que para la mayoría de peruanos la sanción es para el
pobre y la impunidad para el que tiene poder, sea un hombre, un ex funcionario o un ex Presidente?
Para terminar, la vía constitucional, no va mejor. ¿Qué clase de acción de amparo es una que va a cumplir 3 años
sin moverse de primera instancia? Leyó bien. La acción diseñada para administrar justicia con celeridad por tratarse
de derechos fundamentales, esa misma. En noviembre serán 3 largos años esperando una sentencia sobre
acaparamiento de prensa escrita por parte de los accionistas del grupo El Comercio en violación del artículo 61 de la
Constitución. 7 periodistas contra una corporación. ¿Cuál es la respuesta? No resolver, para que no podamos apelar
y no podamos llegar nunca a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos donde toda la jurisprudencia es
favorable a nuestra causa. ¿Esa es la justicia constitucional del Perú? Si. Esa es.
Entonces pues, señores jueces, no se quejen por los gritos de un pueblo. Si no van a cumplir con lo mínimo que se
espera de un sistema judicial, seguirán siendo la vergüenza nacional
Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo
Kuczynski tienen en común dos cosas: fueron presidentes de Perú y salieron todos
por la puerta de atrás. Una tendencia que el recién posesionado presidente Martín
Vizcarra esperará romper.
24 de Marzo de 2018, 17:38
Lima. La renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) el pasado miércoles escribió la más reciente página de la
historia de inestabilidad política e institucional que se ha vivido en el Perú en los últimos veinte años, desde la caída
de Alberto Fujimori. Y aunque salvo Kuczynski todos terminaron sus mandatos, lo hicieron altamente cuestionados.
Han pasado ya 18 años dese que Fujimori fuese destituido y la esperanza de que el país se recompusiera se ha ido
diluyendo con los años. En este periodo, por la Casa de Pizarro de Lima han pasado cuatro gobernantes, que no
han terminado sus mandatos en los mejores términos, acusados de diferentes actos de corrupción.
La situación de los presidentes peruanos es compleja. Lavado de dinero, recibimiento de sobornos e incluso cargos
de homicidio y secuestro les han sido imputados. Una tendencia que el recién posesionado presidente Martín
Vizcarra esperará romper.
El Espectador le explica cuáles son los cargos que se les acusan a los expresidentes peruanos y en qué va cada
uno de sus procesos.
Alberto Fujimori
El político de origen japonés fue presidente desde 1990 hasta el 2001, cuando fue destituido luego de que se
declarara su “incapacidad moral”. Fujimori renunció tras el escándalo de los “vladivideos”, en los que se veía a su
cercano colaborador Vladimiro Montesinos sobornando a congresistas para apoyar al presidente. Ante la presión
política, Fujimori viajó a Japón y desde allí presentó su renuncia. Sin embargo, la razón por la que está en la cárcel
es otra.
¿De qué se lo acusa? En 2005, fue detenido por las autoridades chinas durante un viaje a ese país y fue
extraditado a Perú. En 2009 fue condenado a 25 años de prisión acusado de homicidio con alevosía, lesiones
graves y secuestro agravado, tras ser hallado culpable intelectual de dos matanzas de un escuadrón del Ejército, así
como por los secuestros del empresario Samuel Dyer y el periodista Gustavo Gorriti, durante el autogolpe de 1992,
un evento propiciado desde el Gobierno con el objetivo de disolver el Congreso y hacerse con el poder judicial.
Estado actual. Fujimori cumplió ocho de los 25 años de prisión a los que fue sentenciado, hasta que el pasado mes
de diciembre fue indultado por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, debido a sus problemas de salud.
¿De qué se lo acusa? El expresidente peruano habría recibido US$20 millones de la constructora brasileña
Odebrecht para la adjudicación de la licitación de la carretera Interoceánica del Sur, que atraviesa Perú desde el
Océano Pacífico hasta la frontera con Brasil, por lo que un juez de su país ordenó medidas preventivas de
encarcelamiento.
Estado actual. El ‘Cholo’, como se le conocía popularmente en el Perú, se encuentra prófugo de la justicia y su
paradero es desconocido. Lo último que supo de él es que estaba en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos,
dictando algunas conferencias universitarias. Insiste en su inocencia y dice que es perseguido por su pasado
“humilde”. Alan García
alan_garcia_alberto_fujimori_kucyznski_indulto.jpg
Fue presidente entre 1985 y 1990 antes que Alberto Fujimori. Triunfó en las elecciones de 2006 y su segundo
gobierno se caracterizó por el inicio de proyectos económicos y la reestructuración de las relaciones diplomáticas.
Sin embargo, tras el escándalo de Odebrecht, también fue acusado de actos de corrupción.
¿De qué se lo acusa? Actualmente es objeto de una investigación judicial, señalado de utilizar la fundación Rayitos
de Sol –constituida con la que era su esposa en 1985– como una fachada para canalizar dinero obtenido
ilegalmente.
Además de esto, ante las revelaciones de la constructora brasileña Odebrecht de haber entregado más de US$29
millones en sobornos entre los años 2001 – 2009 en Perú, García ha sido llamado a declarar, junto con cinco de sus
ministros.
Estado actual. García se ha mantenido políticamente activo después de culminar su gobierno en 2011.
En 2016 postuló en las elecciones presidenciales del Perú en búsqueda de un tercer mandato, pero quedó tercero
en los comicios que serían ganados por Pedro Pablo Kuczynski.Ollanta Humala foto-4-1-1.jpg
El político de origen ayacuchano ofició como presidente del Perú entre 2011 y 2016. Así como sus antecesores fue
acusado por Marcelo Odebrecht de haber recibido sobornos por parte de la constructora brasileña para otorgar
contratos en su país.
¿De qué se le acusa? Humala y su esposa Nadine Heredia fueron acusados por lavado de activos y asociación
ilícita para delinquir, luego de recibir, en 2011, unos US$3 millones para la campaña del Partido Nacionalista por la
presidencia, según la declaración ofrecida en un tribunal por Marcelo Odebrecht. Ante la gravedad de las
acusaciones, Humala y su esposa se entregaron voluntariamente a la justicia.
Estado actual. El expresidente fue condenado a 18 meses de prisión preventiva. El juez que dictaminó la medida
argumentó una "alta probabilidad" de poder comprobar los delitos que se les imputa. Lleva ocho meses preso.
El hasta hace poco presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski alcanzó la jefatura de estado de su país en 2016 tras
una reñida elección que lo enfrentó a Keiko Fujimori, hija del expresidente peruano. La polarización con la que
arrancó su gobierno se agravó una vez se involucró al presidente en el escándalo de Odebrecht, cuando se supo
que una de las empresas del mandatario habría recibido dinero por parte de la constructora.
¿De qué se le acusa? Kuczynski es acusado de haber recibido dinero de la constructora brasileña a través de la
firma Westfield Capital, empresa que se dedica a la asesoría de banca de inversión y que era de su propiedad. En
ese periodo se realizaron siete consultorías firmadas por esa compañía entre 2004 y 2007, años en los que
Kuczynski fue ministro de Economía y jefe de gabinete.
Estado actual. Ante la presión política que se vivió en los últimos meses de su gobierno, impulsados por el polémico
indulto al expresidente Alberto Fujimori, Kuczynski renunció el pasado miércoles a la presidencia. Será reemplazado
por su vicepresidente Martín Vizcarra.