El Coquena: Fotografía de Alejandro Ahuerma

El Pájaro Cultural
N° 117 Mayo Junio del 2018
Publicación del Noroeste $ 50

Poesía y Pensamiento: Poesía del Perú Pavel Ugarte Cáceres/ El color de

Sucre Javier Ramos Aldana /Editorial: Luis Albeza Ilustrado por Picatto/ Al
final Borges tenía razón J.A.S / ligent. Sediam quiaeperum Desde España:
Encuentro en Valladolid por Javier Dámaso / exeribe aquias sequi abo El
Juramento por Fernanda Agüero./ Itaes acepelit in nistiorecti El Salteñazo,
el cordobazo y la Revolución Mundial por Alejandra Soler y Carlos Abrahan
/ officto taturer ovitat El Maestro Lito Garay, semblanza de Graciela Salim /
El Tano Ariel Petrocelli, texto de Carlos Escaándar , fotografía de Alejandro
Ahuerma /verrum expliciis et andis quia sitatemque perovid que dolorio od
quibeatet qui ratur?/ Nam elles et laborpo remporestis dipis et fuga. /Uptur
adi venecab il et voloreh enducilique vollo consed molupti a nis et ut fugit,
Pavel Ugarte Céspedes
(La Convención, Cuzco, Perú, 1985). Antropólo-
go, escritor y Poeta peruano. Premio Regional de
Cultura Cuzco 2015.

Del libro: Familia Peruana.

“Mi familia no tiene médico

Ni sacerdote ni visitas
Y todos se tienden en la playa
Saludables bajo el sol del verano.”
José Watanabe

Campo Santo
Aquí se ofrendaron huesos sin nombre ni apellido.
Mis ancestros descansan para siempre en estos montes.
El Perfume : Pintura de Javier Ra-
Y todo es nuevo. El árbol que desde la tierra crece mos Aldana
mientras sus raíces arden por inercia, los brotes Po es ía y Pens a mient o
que nacen cuando muere el horizonte.
No tengo retratos familiares, el fiel retrato de los míos
Orquídea Negra
se esconde en las riberas de los ríos y sus aguas aluviales. Recordaré sus ojos de orquídea negra
Allí donde aplauden mariposas, allí donde dan sermón las aves. así no se repitan con ternura
Así, sufrí escarificaciones y aprendí los salmos del huerto. en el niño que nuestro amor no tuviera.
Se ofrendaron mis risas de lirio e inocencia. Cual árboles
Vi la realidad más fuerte que los secretos de familia acariciamos nuestros frutos
como la primera mujer que conocí, veía mis ojos
y no poder recogerlos nos lacera.
presintiendo la madurez viril de mi núbil cuerpo.
Nace el silencio del niño que duerme
Aprendí a besar como quien se entrega al río
el fuego que renace
y se desborda junto a él.
el río que no muere.
No la juzgo y nunca lo haré pues no sabe cuánto hizo por mí.
Estrategas del dolor nos aguarda otra estación
Conocí la poesía y otras marcas del cuerpo.
en el ombligo de la tierra.
El campo santo donde quiero también
reposen anónimos mis restos. Donde hubo amor, cenizas queman.
 Editorial
Historia de dos ciudades
Ilustración: Contra la pared, de Nicolás Picatto
Chocobar raspa los restos de locro pulsudo con un pedazo de bo-
llo que le mandó la Tía Azucena desde Cachi y que había prome-
tido descongelar para una ocasión especial que hace mucho no se
presentaba y que tampoco hoy se presentaría. Dos platos cenó
y sobre la mesa levitaban las facturas de servicios más una inti-
mación con aviso de corte del cable local porque hace 2 años que
renovaba bonificaciones trimestrales y ya no estaban disponibles
desde que asumió la nueva gerencia.
Era 7 de Diciembre y en la tele estaban pasando un documental
de la BBC donde mostraban las intervenciones de los yanquis en
distintos países y los ataques a civiles. Rarísimo pensó, la BBC
de Londres descalificando a los yanquis. De pronto la pantalla se
puso azul y apareció la irritante leyenda: “NO SIGNAL”.
-La gran puta- exclamó Chocobar.
Decidió guardar todo en la carpeta roja de las deudas y buscar
en su cuarto alguna película pirata en DVD para pasar el rato y
no pensar en nada. Solo encontró el Rey León 2 y la trilogía de
Batman dirigida por Christopher Nolan. Ante las opciones clara-
mente eligió ver Batman. Sacó de la mesa de luz una Ranitidina
300 y se sirvió una medida de Whisky barato para bajar los dos
platos de locro con bollos de la tía Azucena. Así inició la velada
cinematográfica.
Batman comparte similitudes con la leyenda medieval de Robín
Hood, quien trata de solucionar el mundo por su cuenta y termi-
nar con los abusos de los ricos sobre los pobres y las injusticias del
sheriff de Nottingham, fundador de los sistemas de impuestos
progresivos y prócer indiscutido del FMI.
Ciudad Gótica está entregada a la corrupción total. La bolsa ma-
neja al mundo y la pata clave es la justicia. Desde la justicia se
garantiza un régimen de licencias donde los criminales son libe-
rados sin juicio, los fiscales no acusan y el que se opone es entre-
gado a los sicarios del sistema para su aniquilación inmediata. La
esperanza esta pérdida y ciudad Gótica pertenece a las sombras y
a los cuervos, no es habitable para nadie con un poco de sentido
moral….
-Mierda que parecido a Buenos Aires che- vocifera Chocobar.
Chocobar es policía de la ciudad y al día siguiente no trabaja tem-
prano por lo que le alcanza el tiempo para completar la saga del
Batman de Nolan. Todo era mejor que pensar en la carpeta roja y
el cargo de re conexión de Telecentro para restablecer el servicio
de cable y sobre todo recuperar los partidos de los domingos que
permitían al menos la visita etílico-aficionada de algún compro-
vinciano sin cable codificado.
El locro había causado algunos gases y también un poco de fiebre
y sudoración. De a ratos el policía se dormía y alucinaba que era
Batman. Tenía una capa negra pero en vez de portar armas ex-
trañas de superhéroe, tenía una Magnum S&W con balas de 12,7
mm que no se acababan nunca y disparaba contra ladrones, viola-
dores, terroristas, asesinos comunes y sicarios. Chocobar dispara
contra el sistema mientras la fiebre ascendía y el Batman de Nolan
se reproducía en el DVD como la Invención de Morel en la Isla
imaginaria.
Más tarde, Chocobar se encontraría con Kukoc, otro Salteño en
ciudad Gótica, y el final de ese encuentro sería del todo lamenta-
ble para ambos. Kukoc se había criado en el Interior de la provin-
cia de Salta, su padre fue golpeador y alcohólico y su madre un
poco tosca y arisca.
Kukoc salió esa madrugada a buscar algún distraído para robar o
alguna víctima de la metrópoli. Él detestaba los 8 de diciembre y
prefería ese día salir a la calle, normalmente evadirse con un buen
saque de polvo y alguna mala muchacha. Su trauma tenía origen
en una vieja historia familiar ocurrida el mismo 8 de diciembre
pero al Kukoc de 12 años y en la vieja Salta.
Juancito (Juan Kukoc) soñó una vez con adornar un árbol de na-
vidad en su casa pero su padre no era aficionado a esas tonteras
de los árboles y los pesebres. Decidió escaparse la noche del 7 de
diciembre, aprovechando que los vecinos estarían de misachico
en el pueblo, para entrar en la casa de los Sarapura y robar el fla-
mante Pino Limón plantado por doña Berta esa primavera. Juan,
Por Luis Albeza
agarró en silencio la pala del fondo y se dirigió torpe por la bajada
que daba a los Sarapura. De un palazo seco arrancó de cuajo el
pino y se volvió excitado y sucio a su casa en el alto. Estaba oscuro
y pensó que su madre dormía y que su padre bebía en el pueblo
por el misachico con algún borracho de turno. Entró por la puerta
trasera arrastrando el ramerío con poco sigilo y de puro incauto.
Su padre, que del otro lado avivaba una macha galopante, lo de-
rribó de un trompazo que lo dejó tirado lagrimeando y desde el
suelo, medio atontado y pataleando, observó en el reflejo del es-
pejo como su padre le pegaba a su madre embarazada con el Pino
Limón de los Sarapura. Al día siguiente Juan, su madre y sus cua-
tro hermanos dejaron definitivamente la Salta de los golpes y se
fueron a la Buenos Aires que albergaba los sueños de los norteños
como una nueva América. Juan nunca más pensó en la navidad,
decía a menudo que la navidad es una excusa para comprar rega-
los con tarjeta de crédito y mentirse amor familiar.
Chocobar sudaba más y más y sufría pesadillas tontas de justicia
social y aniquilación. Abre o cree abrir sus ojos y le parece leer en
el aire como un panfleto la frase de Oscar Wilde, “Mis deseos son
órdenes para mí”. Decide entonces levantarse, no sabe porque
pero se viste para matar. Y es que hay cosas que se desean y otras
que el universo nos prepara. Hay encuentros destinados para la
gloria como el de San Martín y Belgrano y otros planeados para
el caos como el encuentro de Chocobar y Kukoc. Borges expresa
algo así en el cuento de Juan y John:
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en
una ciudad demasiado famosa, y cada uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La lluvia y la nieve y la
corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo
que no podemos entender.
Juan a su vez se prepara para morir porque es 8 de Diciembre y
Buenos Aires es ahora su enemiga tanto como su padre y la na-
vidad.
Es quizás la corrupción de Buenos Aires Gótica la que apresura el
destino de estos dos hombres casi como una tesis espeluznante.
En uno de los infinitos universos paralelos, Chocobar es policía en
Quijano (Salta) y espera ansioso que suene el teléfono de la depen-
dencia para que al menos lo manden a correr caballos de la ruta
provincial, o que alguna vecina se queje de los ruidos molestos de
alguna guitarreada para ir en el nuevo móvil a exigir el cumpli-
miento de la ordenanza municipal de ruidos molestos y satisfacer
un poco su deber público. El teléfono no suena en toda la guardia,
como pasa a menudo cuando se espera que el teléfono suene, y
Chocobar, al terminar su horario, se dirige en el colectivo interur-
bano a la fiesta del Tamal en Chicoana donde la cartelera promete
una alzada de las buenas.
Kukoc es limpia vidrio y trabaja en la Independencia e Irigoyen,
aprendió algunos malabares con naranjas y toca la guitarra. Le
aplica al rock nacional y al folklore. Por ahí le afana alguna que
otra zapatilla a los machados del cruce cuando se duermen y las
vende para comprar algunos “pecosos” en el bajo pero solo cuando
se da la oportunidad. Dice no ser adicto.
Esa noche a la salida se arma la batalla de los machados entre los
gauchos de Chicoana y el Carril y Kukoc termina, como siempre,
enredado a piñas con uno que lo miró fiero como le expresó en su
declaración a la policía. Chocobar lo demora una media hora hasta
que se le pase un poco la macha y lo suelta luego por falta de mérito
y espacio en la comisaría de Chicoana.
Más tarde ambos se encuentran en el “After” del festival del Ta-
mal, camino a Pulares en la guitarreada que arman los changos del
fortín. Ninguno habla del entredicho y, como una escena de otro
mundo, Kukoc saca una guitarra con el logo de la Renga y un dibu-
jo de una hoja de marihuana y empieza a tocar, todos cantan, hasta
Chocobar. El duende se asoma bajo la higuera como en todas las
escenas mágicas y ambos Chocobar y Kukoc, Kukoc y Chocobar
comparten un vino con Pepsi y cantan la Chacarera del Expediente
del Cuchi pero la versión del Dúo Salteño. Se escucha el chirrido
de una lechuza y se huelen azares en invierno porque Pulares es
mucho más espiritual que Buenos Aires y Ciudad Gótica.
 Oh! La Noble Sociedad

Al final Borges tenía Razón

Por Juan Ahuerma Salazar
Los últimos noticieros sobre el escarnio que aparece como inherente al universo futbolístico y futbolero argentino, al que tan
proclives son sus habitantes, entre bufones y cornutos, como en las páginas de Petronio, aparecen adolescentes empobrecidos
arrojados al mundo de la pedofilia que atraviesa al Jet Set de la ciudad más parisina de Sudamérica: Buenos Aires. No es ex-
traña la semejanza con los relatos de Petronio, ya que ese misógino deporte naciera en Inglaterra, cuando el conquistador, el
vil romano, se estancara durante varios años entre el mar y la fronda. De las legiones romanas y sin nada que hacer para matar
el tiempo, nació este deporte que hoy compite con el clero en el ejercicio de la abyección y el abuso sobre el más débil. Todo
esto me hizo recordar a la última entrevista de Cacho Fontana para la Televisión argentina.
Hacia el final de la entevista en B y N, Cacho Fontana le pregunta a Borges qué opina del amor. –El amor –balbuceó Borges-, es
una gran tragedia. –Pero cómo –replicó Fontana buscando confrontar a la cámara fija-, ¿cómo es eso? – Y sí –le contestó el viejo
literato-, un instante de felicidad y toda una vida de sufrimiento.
Después del estupor, dijo Fontana: bueno, ya me están haciendo señas desde los monitores, tenemos que cerrar. Pero no nos
vamos a ir sin pasar de nuevo el momento aquél en que Borges afirma que el amor es una tragedia, del mismo modo que el
fin de semana se pasan los mejores goles de la jornada. –No se lo voy a permitir, señor Fontana -le dijo un Borges ofuscado-. No
voy a permitir que me compare con el fútbol. ¿Por qué Maestro, qué opina Jorge Luis Borges del fútbol? –¿Y qué puedo opinar –sen-
tenció el Maestro- de un deporte donde veintidós hombres corren atrás de una pelota y los dirije un hombre de negro que se pasa todo el
tiempo tocando el pito? Anonadado, Fontana trató de reaccionar a como dé lugar y dijo: Maestro, Usted está sugiriendo que el
fútbol es homosexual? –Yo no lo dije –contestó el maestro-, Usted lo dijo.
A esa entrevista suelen pasarla de vez en cuando por el canal Encuentro, pueden remitirse a ella. En lo que a mí concierne, me inspiró
un capítulo de la Novela El Diario del Quijote, adonde el que entrevista es el mismo pero, por licencia literaria y con perdón
de la rima, el entrevistado ha sido trasmutado.
Último reportaje de de la ciencia antropológica. -Supongo que sería una insen- ria teníamos un compañe-
Cacho Fontana para -Nadie se escapa de su kar- satez que nos opusiéramos al ro cuadripléjico de apellido
la ma. capitalismo, sin considerar Galíndez, que algún día será
Televisión argentina -Es más, tengo un tío segun- que hay un capitalismo bueno reconocido como un gran
do, Jaime Campero Arana, y un capitalismo malo. poeta. Pancho, le decíamos,
-Comandante Néstor un estudiante de Tarija, que -¿Y cuál sería el bueno? y le costaba mucho articular
¿Cuál es su concepto de cayó con la columna del -El que no existe. las palabras. Decirme Ernes-
la burocracia? Che en Ñancahuazu. Parece -Ajhá. ¿Y el Poder? to era muy dificultoso para
-Perdón, Señor Fontana, que sí, nadie se escapa de su -Una ilusión circense donde él. Era más fácil llamarme
pero no le voy a permitir karma. los enanos se patean entre sí, y Néstor. Eso es todo. Mi nom-
que se refiera a mí de esa -Gracias por sacarme de no incitan a la risa. La pérdida bre viene de una dificultad.
manera. una equivocación. Pero, del humor es el primer sínto- Como todos los progresos
-Disculpe, no era mi in- volvamos a lo nuestro. Así ma del fascismo. del ser humano, vienen de
tención la de ofenderlo. como ha tenido la gentile- Podríamos decir que el Poder una dificultad.
No entiendo por qué re- za de aclarar su condición no es otra cosa que ilusionis- -Bueno, me ha dejado usted
acciona usted de esa ma- humana ¿Podría aclararnos mo, estafa, la realización y la verdaderamente pasmado.
nera. su concepto de esa enferme- instalación de la mentira. Por Ya estaba pensando que era
-Yo no soy comandan- dad del siglo que se deno- lo general quienes lo detentan un poco extraño que siguiera
te de nada. Lo único que mina burocracia? esconden una profunda y no usando un nombre de gue-
hice fue seguir el manda- -Burocracia es cuando los reconocida impotencia. rra, cuando ya han pasado
to de mis antepasados, en enanos toman el control en Donde hay Poder, están ex- más de cuarenta años de los
particular de uno: el Mar- el universo de la carpa, que cluidas la verdad, la belleza, y acontecimientos en los que
qués de Tojo, guerrero es la vida social y cultural la fragancia de la vida. se viera involucrado, allá por
de la causa Güemesiana de cualquier grupo huma- -Bien, bien. Qué profundas los setenta. Por ejemplo el
en las luchas de la Inde- no. Y oprimen a la ecuyere, sus palabras, qué bien nos Proceso ¿En qué año ha ter-
pendencia. Solamente he a los payasos, al elefante, y habla usted. No puedo evitar minado?
seguido el mandato del a los tigres. Y quedan ex- decirle que es un gusto, y más -No sé de dónde saca usted
Don. Me pude haber esca- presamente prohibidas la que un gusto es un honor el eso. El proceso nunca termi-
bullido de todo eso. Pero admiración, la sorpresa, la estar sentado frente a usted, el nó. El Proceso aún no ha ter-
he aprendido que, al que risa y la inocencia dentro ser su interlocutor. minado.
se escapa del Don, le cae del circo. -De nada, lo mismo digo de Fontana mira con gesto incré-
el cielo en la cabeza. El -Bien. Prosigamos: ¿Cuál es, mi parte, Señor Fontana. dulo hacia las cámaras y dice:
concepto no es mío, per- Maestro, su criterio sobre el -Bien, su nombre original es las cosas que aún tendremos
tenece a los fundadores Capitalismo? Ernesto Vizgarra Campero, que aprender. Después vuel-
¿Sí? ve en sí, revisa los papeles.
-Exactamente, no le han men- -Néstor, hummm… ¿Cuál
tido. es su opinión sobre las jerar-
-Entonces ¿Por qué le llaman quías como condición social?
Néstor? Se trataba de su nom- -Bueno, la jerarquía no es otra
bre de guerra, supongo. cosa que una alucinación bu-
-Se trata nada más que de una rocrática. Una cuestión de fe.
circunstancia. En la secunda- Y cada uno es dueño de creer

4 El PájaroCultural
en lo que quiera, o no quiera.
-Y sí, coincido con usted, por ahí
viene la cosa.
-Así parece.
(Largo silencio entre los dos)
-Veamos… Néstor, usted y la pro-
verbial columna Dientes de Sable
fueron conocidos a través de la
prensa escrita, cuando saliera a la
luz aquella nota sobre la hasta en-
tonces desconocida, y podríamos
decir también fallida, Operación Pi-
tecántropos Erectus, en los sucesos
dramáticos que transcurrieran en la
década de los setenta.
-Ajhá. Se trataba del escritor y pe-
riodista Ricardo Zelarayán, encar-
gado de la sección cultural del dia-
rio Clarín. Muy amigo del Profesor
Jamete Berenjen.
-Sí. Y creo que él mismo tuvo que
enfrentar dificultades durante la
dictadura, en esos tiempos.
-Sí, pero no fue por esa nota, sino
por una investigación que realiza-
ra. Trataba de la prohibición que el
régimen militar impusiera sobre el
coqueo en las provincias del norte.
-Lo recuerdo, un excelente trabajo.
Pero volviendo a lo nuestro ¿Qué
lección nos deja la Operación Pi-
tecántropos Erectus, si es que nos
deja alguna? Digo, teniendo en
cuenta que toda experiencia nos
deja una enseñanza, en particular
la del fracaso.
-Solamente el fracaso, el éxito nos
deslumbra. Y nadie aprende en el
deslumbramiento, salvo que seas
un místico, o una histérica. El fraca-
so, en cambio, nos enseña. Venimos
todos de la oscuridad, de la igno-
rancia. Y como la ameba, un bicho
unicelular, nos movemos hacia el
calor y hacia la luz. Pero una cosa
es la iluminación y otra es el des-
lumbramiento.
-Es extraño escucharlo hablar así,
en lenguaje búdico. En particular
por el hecho de que hace bastante
tiempo ha perdido usted la vista.
¿Y cómo hace para escribir, si es
como dice usted, que no ve nada?
-No se trata de ver, sino de saber es-
cuchar. El mundo nos dice cosas. El
universo nos habla.
-Es verdad, el universo nos habla.
Tal vez en este momento a través
suyo, pero nos habla. Entonces,
¿Qué nos quedó de aquella tal vez
lejana en el tiempo y, sin embargo,
tan próxima y mordiente experien-
cia?
-Y bueno, algunos conceptos han
quedado, un par quizá, tal vez un
poco más.
-Estamos ansiosos de escucharlo.
-No sé si estoy en lo correcto. Tal
vez pueda estar un poco equivoca-
do. O equivocado del todo. No se
olvide usted que está hablando con
un ciego de vocación, no profesional, di-
gamos.
-De todos modos, si de algo estoy seguro
es que de la ceguera de la que hablamos
no se refiere a la ignorancia.
-Tiene usted razón. Pero puede tratarse
del error. Nadie está seguro de estar a
salvo del error. No sería humano.
-Pero bueno, estamos hablando de lo que
quedó de esa experiencia.
-A ver. Tal vez pudiéramos expresarlo de
esta manera… Aquella historia nos dejó
a la vista que una guerrilla tiene cuatro o
cinco condiciones que son inherentes a su
naturaleza:
La primera de esas condiciones es la In-
visibilidad. Y es esencial. No se trata de
“La Mediocridad es un Fracaso de la
Imaginación”
Dibujo de Javier Ramos Aldana
Sucre, Bolivia
sacar la cabeza, se trata de tenerla. Y si
la tienes no se trata de perderla, sino de
usarla y preservarla. La invisibilidad tie-
ne que ver con la profundidad. Under,
cover, at night. Remember Al Pacino, en
El abogado del Diablo, diciéndole a Ke-
anuv Reeves: “Si eres bueno, que no te
vean venir”.
-¿Nos puede dar algo sólido, como para
fundamentar el concepto?
-Por supuesto, por ejemplo: Ojos que no
ven, corazón que no siente. Aunque el
sistema no tiene ojos, espías tiene. No tie-
ne sentidos, no tiene corazón. Tiene inte-
reses.
La segunda condición es la Movilidad:
que incluye la inmovilidad cuando fuera
necesario. Ni más ni menos como el sexo.
Tiene que ser sexual. Hay un momento
de moverse y otro de estarse quedo.
-Interesante, no había pensado en la re-
lación.
5 El PájaroCultural
-La tercera es la Intuición, que tie-
ne que ver con la creatividad y el
Arte. Sin la Gracia, ningún empren-
dimiento humano puede llegar a
buen puerto.
La cuarta es la Magia. Por eso siem-
pre se recomienda tener un Cha-
mán en los equipos. El origen es el
pensamiento, y las batallas se ga-
nan en el cielo. Se trata de una ac-
titud espiritual y opera en el plano
de un universo cultural. Todo lo
demás es pirotecnia, ruido, sober-
bia, o a veces mera consecuencia. Se
trata de una cierta vibración. No se
trata de artillería, ni de ser pesados.
No se olvide usted que, en aquella
proverbial operación que ha men-
cionado, lo único que no funcionó
fueron las armas.
-Es verdad, las batallas primero se
ganan en el cielo.
-La quinta, y la más importante, es
la Ingobernabilidad. Porque si se
politiza, el movimiento se paraliza
o es traicionado. Y muere.
-Excelente (mirando a la cámara).
Por si a alguno no le ha quedado
claro… Pero, perdón Maestro, usted
sabe que el tiempo de la televisión
es tirano. Ya me están haciendo se-
ñas desde los monitores y tenemos
que cortar. De todos modos estoy
seguro que vamos a tener una se-
gunda oportunidad, las puertas del
estudio están para usted siempre
abiertas.
Maestro, créame que esta entrevis-
ta, como ansiosamente lo esperaba,
ha superado mis expectativas.
-Le agradezco –dijo el viejo, con
su barbilla apoyada sobre las ma-
nos que aferraban el bastón, par-
padeando y con sus ojos inútiles
mirando al cielo-. En verdad, lo he
disfrutado: muchas gracias, Señor
Fontana.
-No, de ninguna manera: gracias a
usted Maestro, por habernos sor-
prendido.
 Desde España
Javier Dámaso y el
Encuentro de Valladolid
Jornadas de Poesía y Migraciones en Valladolid
Por segundo año consecutivo se desarrollan las jornadas “Poesía en
Valladolid”, auspiciadas por el Ayuntamiento de la Ciudad. La con-
tinuidad es un valor y de ello hay que alegrarse por lo relevante de
intentar trazar un camino, esta vez con el tramo que hemos llamado
“Poesía y migraciones”. Para hablar del poeta italiano Guiseppe Un-
garetti como migrante, decía Margherita Lollini que “la condición del
migrante es esencialmente aquella del que se encuentra en un esta-
do paradójicamente inestable, experimentando con esto una situación
contradictoria, donde la mutación se convierte en la norma constante”.
Las migraciones son uno de los factores que condicionan nuestras vi-
das. Sean nacionales o internacionales no es relevante, el desarraigo
puede ser igual. La experiencia del desplazamiento, de la ruptura con
los lazos del origen se produce del mismo modo. El desarraigo de las
migraciones del campo a la ciudad así como el de las migraciones in-
ternacionales afecta al proyecto vital y a la identidad del sujeto. Y esa
experiencia se proyecta poéticamente de múltiples maneras. Este era
el objetivo de estas jornadas. Ahondar en la vivencia poética de las
migraciones y el desarraigo. Mostrar el lado humano y poético de esa
realidad.
El inicio de las Jornadas sobre “Poesía y Migraciones” tuvo lugar el
10 de abril, martes, en de la Casa de Zorrilla de Valladolid, a las 19,30
horas, con el homenaje al poeta zamorano Justo Alejo, con la ponencia
de Antonio Piedra, director de la Fundación “Jorge Guillén” y respon-
sable de la edición de la Obra Completa de Justo Alejo (editada por la
propia Fundación, en 1997). A continuación tuvo lugar la entrega de
premios del V Premio de Poesía Experimental Francisco Pino, con la Mundo inmundo: Tinta de Nicolás Picatto
entrega de los premios a Jaime Peña García, ganador del Premio, por
su poema Teorema Glitch, y a José Carlos Sanz Belloso, primer accésit múltiples contrastes y contrapuntos.
por su conjunto de poemas Todo lo soporto y aguanto- Sólo para fu- Finalmente hay que decir que el día 13, viernes,
madores. por la mañana, en el Salón de Grados de la Fa-
Durante los tres días siguientes se desarrolló la lectura de “Poesía en cultad de Derecho, se desarrolló el programa
Vivo”, donde se oyeron las voces de 18 poetas que escriben en español y sobre “Derecho y Literatura”, que contó con la
viven en España, que también explicaron la incidencia de su experiencia presencia del Catedrático de filosofía del De-
migratoria en su poesía, presentados por seis poetas distintos. El día 11, recho de la Universidad de Málaga, José Calvo
miércoles, en la Casa Revilla, a las 19.30, intervinieron los poetas Álva- González, que habló sobre “Escritura jurídica.
ro Valverde (español), Zhivka Baltadzhieva (búlgara) y Mahmud Sobh La institución literaria del Derecho”, el Profe-
(palestino), haciendo de presentador Javier Dámaso. Ese mismo día, a sor de investigación de Antropología del CSIC,
las 10 de la noche, en la Casa de Zorrilla, presentándolos Carmen del Luis Díaz Viana que habló sobre “Retornos, mi-
Río, leyeron sus poemas Roger Wolfe (inglés), Elisabetta Bagli (italiana) graciones e identidad”, el Catedrático de Teoría
y Abdul Hadi Sadoum(Irak). El día 12, jueves, en la Casa Revilla, a las de la Literatura comparada en la Universidad de
19.30, leerían sus poemas Rafael Flores (argentino), Ioana Gruia (ruma- Valladolid, David Pujante, que habló sobre “De
na) y Juan Riochí Siafá (ecuatoguineano), presentados por el también la ‘narratio’ judicial a la narración literaria” y el
argentino Boris Rozas. En la sesión de las 10 de la noche, en la Casa Profesor de Derecho Internacional Privado de la
de Zorrilla, intervendrían los españoles Luis del Álamo y Rosa María Universidad de Valladolid, Dámaso Javier Vi-
Martín Alonso y el cubano Luis Enrique Valdés Duarte, presentados cente Blanco, que por su parte habló de “Inmi-
por la poeta Belén Artuñedo Guillen. Finalmente, el día 13, viernes, en gración, literatura y Derecho en España”.
la sesión de las 19.30, en la Casa de Zorrilla, leyeron sus poemas Yulino Un intenso programa que permitió una verda-
Dávila (peruano), Carlos Medrano (español) y Niall Binns (inglés), a los dera inmersión no sólo en la lectura poética,
que presentó Luis Díaz Viana. La sesión de las 10 de la noche, como se- sino también en una reflexión sobre el fenóme-
sión de cierre, también en Casa de Zorrilla, contó con los españoles José no migratorio y la relación entre el Derecho y la
Malvís, Elisa Martín Ortega y Luis Alonso, presentados por la también
española Sara Caviedes. Un programa intenso y variado que permitió Literatura.

6 El PájaroCultural
JAVIER DÁMASO (Valladolid, 1964), es poeta y profesor de Derecho en la Universidad de Valladolid (España).
Recibió el segundo accésit al “I Premio Francisco Pino de Poesía Experimental” en 2011. Ha publicado cuatro li-
bros de poemas; La Edad de Hierro (2014), Incluso sin palabras (2015) Viajero inmóvil (2017) y recientemente El
ángel de la tempestad (2018). Ha publicado además en colaboración: Tras el cercado (2016) y Frágil Refugio (libro
de autor, 2016). Recogido en la antología Sentados o de pie. Nueve poetas en su sitio (2013), ha sido organizador y
director de las “Primeras Jornadas de Poesía en la Universidad” (1988) y de las “Jornadas de Poesía en Valladolid.

trayecto y extraño
Córdoba, lejana y sola silencio en el conductor. Aquí,
La “valija” pesa fue aquí
Para Rafael Flores al bajarla del “baúl” donde te encerraron
del auto. y te laceraron,
“Y el recuerdo dolía, daba miedo recordar.” El taxi se aleja indiferente mi amigo.
a mi destino.
Otumba Reviso el número “Mantengamos viva
del portal la memoria…”
I en mi nota de papel.
De Rosario a Córdoba Releo “treinta y cinco”. Otumba.
el ómnibus transita la planicie El dígito en la fachada Aquí fue.
como una oruga no coincide: “ciento Los tiempos oscuros.
procesiona bajo el pino treinta y nueve”. Que nunca retornen.
su rutina. Diez “cuadras”
La velocidad es nada difieren del lugar.
ante la inmensa ruta plagada Debo desandar
de campos y ganado. lo andado. Monasterio de San Juan de
Córdoba, la pícara. los Reyes (Toledo)
Once horas Un lazarillo taxista
usé, días atrás, hizo una larga carrera
también en ómnibus, lejos de mi destino. Señor de las Cruzadas,
de Rosario a Santa Rosa Pesan los bultos. este es tu esplendor;
en La Pampa: Camino en el sentido decae ante la vida.
Pergamino, Junín, hacia la estación tanto aparato desmedido,
Lincoln, General de ómnibus. tanta pompa,
Pico… Nombres
que hoy me indican tanto boato.
el camino, hasta entonces III
no decían nada. Aquí, Tu magnificencia,
fue aquí. Señor de la muerte,
De Rosario a Córdoba: Cabildo de Córdoba.
Cañada de Gómez, Marcos es una paradoja,
Pasaje de Santa Catalina.
Juárez, Villa María… un sinsentido
Imaginariamente, Fue aquí, en que te convirtieron
este mismo itinerario tras esos muros tus sirvientes,
debí seguir blancos y nobles igualados a ti.
de niño, frente a la catedral.
leyendo Corazón, Tan católicos reyes
La placa no desmiente:
de Edmundo d’Amicis, “En este lugar,
pugnaron contigo
y luego acompañando a Marco, Cabildo histórico de Córdoba…” en su poder.
en la televisión.
Tantas historias legadas La tortura no huele,
que pueblan nuestras Permanece en tu
la muerte y el crimen
cabezas. catafalco,
no dejan más huella
Todo lo humano que que el vacío goza de esta opulencia
no nos es ajeno. y la memoria. terrenal
Aquí, aquí. y seguirás
siendo instrumento
II “…funcionó (…) un centro clandes-
Córdoba, la docta. de su afán.
tino
Doy al taxista de detención, Alabado,
el destino. Largo tortura y muerte…” alabado serás.

7 El PájaroCultural
 El juramento
Fernanda Agüero
Tío Eduardo siempre viene de
visita a casa, lo veo desde mi venta-
na, cruza el patio sombreado por los
árboles inmensos y con sus dedos
delgados tamborilea en la ventana
de la cocina. Mamá responde desde
algún lugar de la casa “pasá Eduar-
do, está abierto” y él aparece en el
marco de la puerta, pálido y sonrien-
te, como un muñeco de cera. Yo
siempre estoy con Catalina, mi mu-
ñeca. Tiene su largo cabello rubio
y los ojos bien azules. Tío Eduardo
siempre se queda mirándome mien-
tras yo visto y desvisto a mi muñe-
ca, hija de mentira digo yo, amiga
de la siesta larga en el patio, bajo el
duraznero.
Tío Eduardo aparece a toda hora
como un fantasma silencioso que de
repente toca la puerta, o la ventana.
Sonríe a veces sin motivo pero eso
parece agradarles a todos. Será por
eso que es recibido con tanta ale-
gría por mamá y la abuela. “Llegó
Tío Eduardo”, dicen y salimos a
saludarlo alborotando toda la casa.
Catalina, que me acompaña a to-
dos lados, mira la escena cuando él
me levanta en el aire y después me
aprieta contra su cuerpo, me besa y
yo quedo frente a su rostro de mu-
ñeco acerado, con su sonrisa dibuja-
da en una mueca graciosa. No se lo
conté a nadie pero cuando lo tengo
tan cerca veo unas sombras dando
vueltas por sus ojos, como si fueran
diminutas canicas que salen del fon-
do de un baúl oscuro y chocan una
y otra vez contra el cristal de su mi-
rada. Es un instante en que lo miro
extrañada cuando aparecen, pero él
en seguida me hace dar vueltas, fin-
ge que va a arrojarme al vacío como
un aeroplano de papel y yo me olvi-
do de todo y vuelvo a reír.
Cuando Catalina quiere tomar
el té conmigo, con mamá y con Tío
Eduardo la siento en una silla junto
a la mesa y me ubico siempre a su
lado arreglándole el vestido rojo, el
de cuadritos, alisándole el pelo duro
Fotografía de Rosana Flores
de tanto trajín, le ato y le desato
sus trenzas doradas y brillosas. El
té se enfría, le digo y Tío Eduardo
que conversa con mamá, de cuan-
do en cuando mira como juego
con ella. El también se divierte.
Sus ojos, siempre sus ojos, se van
transformando, se achican y pare-
ce que comienzan a trazar un ca-
mino hacia mí, mientras mamá le
cuenta cosas de la abuela, de papá
que pareciera que de tanta ausen-
cia no hubiese existido nunca y
solo fuera esa foto del álbum en
donde se lo ve con el traje de ca-
samiento con mamá. A veces Tío
Eduardo simula que toma el té en
mis tacitas de plástico y mamá lo
mira conmovida; me prometió un
juego de tazas de porcelana chi-
na para mi cumpleaños, como las
que tiene Paulina. Mercedes, me
dice, ya te las voy a comprar, es
un juramento, y se besa los dedos
con un chasquido.
Mientras espero que llegue mi
cumpleaños porque según dice
mamá, solo faltan dos semanas,
juego a fabricar una casa de mu-
ñecas, como la de Paulina. Ya
vas a tener tu casita de muñecas
vos también, dice mamá. Amon-
tono cajas y trapos y voy trans-
formando la nada en un castillo
en donde la pobre Catalina debe
permanecer muy quieta para que
nada se desplome.
Y es ahí, en nuestro cas-
tillo, cuando puedo conversar
con Catalina. Yo sé que ella me
entiende, que su boca rosada se
esfuerza por contestarme, por
decirme tantas cosas. Claro que
cuando está mamá también pode-
mos salir a jugar a la vereda, con
ella y con Paulina que tiene una
muñeca gigante con varios vesti-
dos y cintas de raso.
Pero hoy mamá no está.
Juego un rato largo en medio del
silencio, hago caminos en mi
cuarto, trazo días y años, edifi-
8 El PájaroCultural
cios, castillos de sábanas blancas en
donde Catalina es siempre la reina.
Hasta que alguien llama a la puerta,
tamborilea suavemente sobre el vi-
drio y marca en el silencio de la tarde
los pasos de duendes invisibles. Un
poco asustada miro a Catalina, en-
tonces recuerdo que mamá, antes de
salir, me dijo “tío Eduardo te cuida
hoy”, así que corro hasta la cocina
para hacerlo entrar. Allí está, con su
sonrisa dibujada como esos mani-
quíes de las tiendas, haciéndome mo-
risquetas para divertirme. Me levanta
en sus brazos y vuelo tan alto que pa-
rece que estoy cerca del cielo.
Tío Eduardo dice que va
a contarme un cuento y que para eso
debo estar en mi cama, lista para dor-
mir una siesta. Corro a mi cuarto y le
digo a Catalina que debemos acos-
tarnos de prisa. Tío Eduardo, con su
sonrisa estática, me observa desde la
puerta mientras desarmo mi castillo;
sabe que me gustan los cuentos, los
de niñas como yo que caminan por un
sendero y temen a lobos malignos y a
las brujas que pueden transformarme
en alimaña, hasta que aparecen casi-
tas de chocolate, bosques de miel, nu-
bes de azúcar. Mis ojos brillan cuan-
do tío Eduardo finalmente se recuesta
a mi lado. Corre las cortinas y el cuar-
to se vuelve penumbroso. Catalina
parece estar tan ansiosa como yo por
escuchar una historia, permanece ex-
pectante a los pies de mi cama. Al fin
tío Eduardo pone la cabeza sobre mi
almohada y comienza su relato con
voz entrecortada, temblando extraña-
mente entre palabra y silencio, entre
suspiro y suspiro. Respiro pausada-
mente cuando creo que tengo una
capa roja y sé que el lobo está detrás
de alguno de esos árboles gigantes y
que mamá está tan lejos que no puede
cuidarme. Y sin embargo sigo por
un sendero de flores. La voz de tío
Eduardo se vuelve cada vez más leja-
na. Sus dedos tamborilean sobre mi
brazo, alrededor de mi cuello como si
fueran pasos pequeños en la espesura
del bosque. Por el camino más largo
o por el más corto, no sé qué hacer.
Mi capa roja me cubre la cara mien-
tras huyo. La voz de tío Eduardo es
casi un susurro, un cuento en secreto
solo para mí, con un timbre diferente,
casi apagado. Parece que sus palabras
se deslizaran por un tubo largo y re-
botaran mientras caen, dan vueltas en
medio de su aliento y quedan en mi
pelo en el mismo instante en que la
capa roja deja de cubrirme y el cami-
no parece oscuro y frio; hay un lobo
cerca, dice. Un lobo de dientes de cu-
chillos y garras filosas.
De pronto no hay más pala-
bras, solo un silencio con manos de
monstruos. La mano de tío Eduardo
se esconde entre las sábanas. Tambo-
rilea y tamborilea como cuando toca
la ventana y mamá ya sabe que es él
y él sonríe y todos se ponen contentos
porque al fin llegó y salimos a recibir-
lo. Su mano está cálida, sube y baja,
me aprisiona y sigue por un sendero
que acaba de abrirse. Domina la dé-
bil fuerza que interpongo cuando mi
vestido parece resquebrajarse en mil
pedazos y desaparece en medio de la
bruma de un bosque inventado.
Tengo deseos de huir pero
todo mi cuerpo se vuelve pesado y
los senderos se han borrado. De re-
pente detrás de todos los árboles hay
un lobo esperándome con enormes
dientes. Ahora solo hay oscuridad;
las mariposas han huido. Mis ojos se
cierran y deambulo como una niña
ciega. Estoy perdida y mamá está tan
lejos para ayudarme.
Tío Eduardo respira en mi
cara y murmura cosas que no entien-
do, entonces abro los ojos y lo veo.
Allí están esas horribles canicas gol-
peando contra el cristal de su mirada,
enloquecidas, agitadas, a punto de es-
capar. Pero él esta vez no sonríe.
Tío Eduardo se levanta y me mira
con su rostro absurdo de maniquí.
Pienso en Catalina y sus hermosos
ojos azules; tapo los míos y quiero
estar así para siempre.
Tío Eduardo dice que ahora
tenemos un secreto entre los dos y
que nadie debe saberlo. Catalina lo
sabe, le digo, muy bajito porque aho-
ra mi voz se escucha tan débil. Cata-
lina lo ve todo y ella que siempre me
acompaña, ahora también conoce el
secreto. Pero él insiste en que no debo
hablar nunca, que debo jurárselo por
siempre jamás. Y así lo hago.
Cuando mamá vuelve está tan
cansada que no advierte que sigo en
la cama, con los ojos cerrados y los
labios sellados por el juramento de tío
Eduardo. Me he mordido tanto los la-
bios que temo que mi secreto escape
por las comisuras, como un hilo fino
y lento, que trepe las paredes, que
huya por la cerradura de la puerta,
se expanda y que mamá escuche su
murmullo. ¿Los secretos tienen voz?
Catalina, que todo lo sabe, está
frente a mí mirándome. Está así desde
que tío Eduardo saludó con su sonri-
sa de utilería, diciendo adiós con su
mano de dedos delgados como garras
filosas. Miro a Catalina otra vez; me
eriza su pasividad. No quiere hablar.
No sé si está triste o enojada. No pue-
do saber si será capaz de mantener
el secreto. Porque, dijo tío Eduardo,
cosas terribles ocurrirán si faltamos a
nuestro juramento. Un juramento es
así, para toda la vida.
Catalina parece haber enmu-
decido, no quiere hablar más conmi-
go, me mira desde sus ojos tan azules,
tan fríos y acusadores. No aparta de
mí su mirada. Ya no es como antes,
como ayer ni esta mañana, ya no es
más la reina del castillo de sábanas
blancas.
Me levanto silenciosamente. Bus-
co en el otro cuarto las tijeras de mamá
y regreso decidida a arrancar de una
buena vez los ojos azules de Catalina.
Arranco el azul de su cielo, arranco su
boca pequeña para que el secreto per-
manezca a salvo. Porque los juramen-
tos son por siempre jamás.-
 “El Salteñazo, el Cordobazo, y la Revolución
Mundial”
Hace 49 años, días antes de que
se iniciara el conocido “Cordo-
bazo” de mayo de 1969, hecho
que terminaría con el gobierno
del Gral. Onganía, se desarrolla-
ba en Salta una de las semanas
menos conocidas y más intensas
de su historia de luchas.
Ni en el caso de Salta ni en el de
Córdoba se trató de hechos inédi-
tos en su historia. Sin entrar a re-
latar la larga historia de lucha de
la clase obrera salteña (jalonada
por las huelgas de 1949, 1959, o
1965), detengámonos en los pri-
meros meses del 1969, cuando
diferentes gremios salteños de-
nunciaban la política salarial del
gobierno, como la Asociación de
Empleados y Obreros de la Ad-
ministración Pública, que reali-
zó la “Marcha de Hambre”, una
de las primeras manifestaciones
contra el gobierno de Onganía.
Meses después, se manifesta-
ban los trabajadores metalúrgi-
cos en rechazo a la aplicación de
las “quitas zonales” (significaba
salarios inferiores en las indus-
trias metalúrgicas del interior). Y
en abril, todos se sumaban a las
movilizaciones en repudio por
la represión y asesinato de los
estudiantes - obreros Juan José
Cabral, Adolfo Bello y Norberto
Blanco, participantes de las ma-
nifestaciones en Rosario y Co-
rrientes.
Ese caldo de represión y hambre
hizo estallar a la ciudad de Salta
el 21 de mayo. El enfrentamien-
to, iniciado por una “huelga es-
tudiantil”, abarcó todo el centro
de la ciudad, convertido en esos
días, según la prensa de la época,
en un “campo de batalla”.
A primera hora del 21 de mayo,
luego de clausurar con poxipol
las entradas del Colegio Nacio-
nal para hacer efectiva la adhe-
sión a la huelga, los estudiantes
iniciaron una marcha por Av.
Belgrano. Mientras, la Escuela
Normal era tomada por sus es-
Ilustración: Nicolás Picatto
tudiantes y otros salían por las
ventanas para participar de las
movilizaciones. Cientos de ma-
nifestantes provenientes del Na-
cional, la Plaza 9 de Julio y la
Normal, marchaban para encon-
trarse, previa provisión de pro-
yectiles en forma de naranjas de
los árboles de la Plaza Güemes.
Ya unida, la columna recorrió
todo el centro, escuela por es-
cuela, reagrupando estudiantes
y sorteando a la infantería, los
camiones de asalto, hidrantes,
los lanzagases y las armas lar-
gas. Al mediodía, lograron lle-
gar a la Casa de Gobierno, don-
de reclamaron por la renuncia
del gobernador Rovaletti.
Desde las tres de la tarde, los
manifestantes volvieron a con-
centrarse en distintas esquinas
céntricas, pero esta vez se vie-
ron envueltos en una verdadera
batalla que enfrentaron con tal
organización que lograron en-
cerrar a grupos policiales listos
para reprimir pero sin más sali-
da que huir en autos particula-
res o corriendo. Las barricadas
se multiplicaban acá y allá, las
bombas lacrimógenas se aca-
baron y las esquinas de la plaza
central eran controladas por los
manifestantes: el centro quedó
9 El PájaroCultural
Por Alejandra Soler y Carlos Abrahan
en sus manos.
Más tarde, una misa en la Iglesia
San Francisco por los estudian-
tes correntinos y rosarinos asesi-
nados, marcó una breve tregua.
Pero a su término, ya al anoche-
cer, una marcha de antorchas
de mil quinientos manifestantes
avanzaba de nuevo por la ciu-
dad. Entre la policía rearmada,
el humo, los autos y bancos de la
plaza volcados como barricadas,
el gas, el fuego de las antorchas
y varios manifestantes heridos,
la ciudad apareció como un cam-
po de batalla. Casi al finalizar la
jornada, dos grupos de manifes-
tantes decidieron encolumnar-
se hacia el Club 20 de Febrero,
símbolo del poder en Salta, don-
de se encontraba reunido el go-
bernador. Por poco fue tomado,
y el pánico de los asistentes a la
recepción sólo se aplacó con la
irrupción de la policía federal.
Luego de tres días de tensión,
los enfrentamientos y el domin-
go 25 de mayo finalizaba con
un acto obrero-estudiantil bajo
la consigna: “Universidad y go-
bierno para el pueblo”. Cuatro
días después estallaba el Cordo-
bazo en repudio a la supresión
del “sábado inglés”, a las quitas
zonales y al asesinato de los es-
tudiantes y obreros.
Tanto los hechos de Salta como
los de Córdoba representaron
insurrecciones resultado de una
acumulación de luchas, y de la
solidaridad y organización de
las clases explotadas. Marcaron
la apertura de un ciclo histórico
donde comienza a experimen-
tarse su acción independiente
respecto del peronismo, partido
que ha funcionado históricamen-
te como institucionalizador de
los conflictos, como movimien-
to nacionalista burgués que es.
Este ciclo comenzó a cerrarse
en 1973, cuando Perón volvió
al poder, e inició el descabeza-
miento y represión de las orga-
nizaciones de izquierda, de esa
generación de luchadores que
había surgido en 1969 concien-
tes de que el problema era Quién
debía gobernar, concientes del
problema del poder.
Planteo que no fue exclusivo
de los que protagonizaron estas
insurrecciones, sino que corres-
pondió a una situación interna-
cional. Ese mismo año tenía
lugar el “verano caliente” ita-
liano, un año antes había es-
tallado el “Mayo Francés”, y
en EE.UU. las manifestacio-
nes en contra de la guerra de
Vietnam tomaban forma vio-
lenta. En México, el ejército
asesinaba en la plaza Tlate-
lolco a miles de estudiantes
y docentes que protestaban
contra el recorte de la auto-
nomía universitaria. En Pra-
ga, la “primavera”, y en Boli-
via, la guerrilla del Che. Para
el reconocido historiador in-
glés Eric Hobsbawm, fue el
período histórico, junto a la
“primavera de los pueblos”
de 1848, durante el que más
cerca estuvimos de la Revo-
lución Mundial.
Y Salta no estuvo ausente.
Consejo Editorial
Juan Ahuerma Salazar
Embajador Itinerante
Aníbal Aguirre
Gráfica
Alejandro Ahuerma
Nicolás Picatto
Notas
Justo Salim
Luis Albeza
Miguel Rosales
Hugo Gaspar López
José Sajama
Facundo Vallejos
Emilio Fernando Martínez
Diego Ramos Cayón
Sebastian Diez
Corresponsal en Europa
Silvia Reina
Correo: Elpajaroedito-
rial@gmail.com
Tel: 3876089510
El Pájaro en la Web
Sttp://www.elpajaro-
cultural.com
 El Maestro Lito Garay
Santiagueño para empezar, escritor, Artista plástico y Dramaturgo.
Si te hubieran dicho antes de que queda- Ciudad de historias multiplicadas
rías sin cuerpo y que tu perro saltaría por
vos el séptimo peldaño; si hubieras levan- de Heracles y de Medeas
tado a tiempo al elefante que perdiste en de historias de colectivos, pollitos y
el último vagón de la estación abandona- amores furtivos.
da, entonces tal vez no te hubieras muerto Pollitos alimentados con ansiolíticos
de un ataque en el impávido despertar de para poder caminar cada día
los helechos.
................................... y el amor que no aparece,
que no me atraviesa las vísceras
El hombre que pasa todos los días por la hasta despedazarlas,
vereda del frente de mi casa, con su som- como para un festín dominical
brero y su traje gris y su paraguas abierto con mucho vino.
siempre- aunque no llueva ni esté solea- Colectivos que transportan
do- me tira una señal inequívoca de que
el eterno retorno de lo mismo es una de seres pequeños
las pocas certezas del principio de incer- hacia una muerte rápida y minúscula.
tidumbre. Funeral con cuotas de lágrimas a bajo
................................... interés
y recuerdos a corto plazo
¿Y qué pasa entonces cuando fracasa porque la historia corre hoy más de pri-
nuestro intento de hacer volar un barrilete sa
en un cielo electrificado, mientras nuestro
hijo se encuentra hipnotizado frente a su y nadie se acuerda del muerto de ayer.
video juego? Ciudad que invade el cielo
................................... Ángel Emilio Garay con su cemento y sus vidrios,
acariciar un perro bueno. Es el
privatizando el reino de los pájaros
Despues del horror y de todos sus pu- y jactándose de su victoria
ñales, después del héroe cibernético que tiempo de adormecer al niño
hace estallar en mil pedazos las cabezas que habita inocente en el senti- fotografiándose en el ciberespacio.
de los niños, vuelvo a la casa de mis pa- miento noble. Porque en el espa- Mientras tanto abajo,
dres, que es la única isla tranquila que aún cio se están arrojando piedras a el hambre devora las barrigas de los in-
me queda en el mundo. las palomas y el viento sin due- visibilizados.
................................... ño sigue soplando en contra. Por la vereda los atravieso
...................................
Las gaviotas se van y se van también cier- y no sé qué hacer,
tas actitudes. Suelen quedarse la idealiza-Una mujer me llama y tengo mas que desviar a los peatones
ción de los sueños y el cortejo de los sen-miedo de escucharla. Otra mu- para que no los pisen,
timientos. jer me extiende una mano y yo mientras que de un patrullero bajan a
................................... escondo las mías. Así regreso, golpes
siempre triste, hasta mi casa
a un infeliz que robó un celular
Cuando un hombre encuentra una mujer blanca con muebles blancos y
perdida, es como su reencuentro después pisos blancos y paredes aguje- y un canillita anuncia que soltaron
de muchos años con un juguete muy que- readas por llantos de ecos, para a los inculpados del crimen de la tra-
rido que extravió durante su infancia. colgar en la puerta de entrada vesti y la prostituta.
................................. las guirnaldas de mi soledad Imposibilidad de cambiar,
pintada de blanco. ya no hay espíritus contentos,
Los pinos ...................................
como muertos cercanos la ciudad se ha convertido
miran a los bucaneros del espacio. Ella llegó al barco para dilucidar en un bosque de imposibles hirientes.
Los duendes terrenales su pasado. El capitán la recibió Mas ahora
ululan en el vestido de la señora de luto. con cierta espectativa y el viejo que acabo de perder mi diario y mi reloj
Todo está en mi con prosaica desconfianza. El en el colectivo de los jardines encanta-
esta eternidad. capitán le indicó su habitación dos
El silencio pictórico y ella se dirigió hacia allí, pero y cruzo la calle hasta la parada opuesta
y el orgasmo de la música. al abrir la puerta se cayó al mar
Vagan porque la habitación no tenia para esperar a ese otro,
cargados de electricidad piso ni paredes. El capitán escu- de corta distancia,
los pájaros de las sensaciones intensas. chó el grito mientras se dirigía de asientos rotos
................................... para esperar a la próxima mujer lleno de polvo y telarañas
que llegaría para dilucidar su y luces de 40 vatios
Es el tiempo de amansar el miedo y de pasado. de melancólica resistencia.
hacerlo agradable como la sensación de AEG AEG

10 El PájaroCultural
 Obras de Teatro:
Arriba y abajo a la derecha: Escenas de ”El despertar
de los helechos.”
Lucia convertida en helecho al salir del Pozo de Var-
Ahora con Local en el gas, junto a Fronde, el helecho que la conducirá a la
Hiper Libertad
búsqueda de su verdadera identidad.
También ha escrito “El Jardín de la Memoria”.

Todos los pájaros son de los niños

A Lito Garay lo conocí en los años ‘70, cuando cursábamos las materias de la
Carrera de Artes en la Universidad Nacional de Tucumán, donde terminó su Licen-
ciatura en Artes (especialidad Grabado).
Años tan intensos, de tanta militancia y sueños compartidos, de mucha angustia y
dolor por nuestros compañeros desaparecidos.
Su compromiso social se plasma en su obra y trayectoria a nivel nacional. Ejerció
la docencia en Artes y actualmente trabaja como Coordinador de la Licenciatura en
Artes en Santiago del Estero.
Obtuvo premios en Pintura, grabado y dibujo en Salones provinciales y nacionales.
Realizó murales, escenografías, ilustraciones de libros de poesías.
Fue distinguido como Persona Ilustre en Sgo. del Estero y su Banda natal.
Fundó el Atelier Cultural y es Autor y Director teatral.
Sus obras se encuentran en Colecciones Privadas, museos y organismos oficiales.
...Y La lucha continúa, como él dice con tanta razón. “Pertenecemos a la última
generación de románticos del S.XX”.
Graciela Salim\Otoño de 2018.

La caverna virtual

11 El PájaroCultural

Un nuevo espacio para el libro
y el lector
Sorpresivamente llegaba
y entraba siempre con fuerza
preguntando si tomábamos
café, para nosotros una ale-
gría tremenda, más que verlo
saber que íbamos a disfrutar
de su creación, su ingenio, es-
cuchar la música que traía en
su portafolio.
El tema surgía espontánea-
mente, poesía, música, futbol
(era fanático de Boca), polí-
tica, siempre sensible y com-
prometido con la lucha acom-
pañando al pueblo, lo que se
reflejaba en sus composicio-
nes, por ej. Cuando tenga la
tierra, tema que una tarde es-
cuchamos juntos interpretado
por Mercedes Sosa en el festi-
val por la Paz, en Nicaragua en
1983. Terminamos abrazados
por la emoción; Un día entró
y sonaba en la radio un bolero
cantado por Cuco Sánchez, le
agarró un ataque y movien-
do las manos me decía “estos
mejicanos ladrones aparte de
adueñarse del bolero lo hacen
mierda, lo destruyen, el bole-
ro es cubano”, y hurgando en
su portafolio sacaba un casete
con grabaciones de un conjun-
to cubano Los Ases. Enton-
ces nos poníamos a escuchar,
mientras nos explicaba el por-
qué de su afirmación. En una
de las canciones de Ariel, una
estrofa dice: “nos volvemos
multitudes tras los ídolos de
barro, y siendo mucho más
libres somos mucho más es-
clavos”, refiriendodose a las
masas siguiendo a falsos ído-
los, creados por el mercado de
Ariel Petrocelli
Texto de Carlos Rubén Escándar
Fotografía de Alejandro Ahuerma
Una tarde hablando de Güe-
mes y los traidores, hoy adue-
ñados del prócer, se sentó y
me copió la letra de un poema
donde da a entender que fue
la oligarquía la que lo mató, y
hoy los enemigos del pueblo
son los mismos oligarcas que
asesinaron al héroe.
Otro día hablábamos del Che,
nuevamente se sentó y con
su buena letra copió una ana-
logía entre el Che y Güemes
llamada De las Higueras a La
higuerillas.
Solíamos jugar ajedrez, era un
apasionado que gustaba del
sacrificio y jugadas comple-
jas, tratando de sacar lo más
bello de este juego. Y en cada
“Dijo mi madre que cuando jugada lanzaba una estrofa,
la vida me lleve a la ruta del pan una frase o una broma hacia el
habrá un ser a mi espalda rival de turno: escribe El can-
con mi forma y con alas cionero del ajedrez, una obra
y que ángel se llama y es mi bien.” con mucho contenido social.
Nos conmovía escucharlo ha-
Zamba del Ángel blar de las madres, tema que
(Con música de Hugo Díaz) lo resume expresándolo todo
en esa joya poética que es la
Zamba Del Ángel.
Un buen día nos dejó física-
mente, pero su espíritu jamás
se fue. Por las noches, cuando
suelo quedarme solo en mi
consumo, que no expresan nada. vieja farmacia, siempre me
Solía leernos las coplas que componía para cada uno de los visita, como tantos otros ami-
pueblos y localidades de la provincia de Salta que creo que- gos que se fueron. Y así ama-
daron sin publicar nezco disfrutando de sus ocu-
Nunca paraba, o recitaba poesías, hablaba de tangos, contaba rrencias y canciones, y a veces
anécdotas, nos explicaba el significado del nombre de los ríos hasta jugamos una partida de
y distintos parajes (hablaba quechua). Recordando anécdo- ajedrez.
tas, Susana un día le preguntó para quien escribió esa zamba
tan bonita Para ir a buscarte, él mirándola a los ojos le dijo: Cuando son varios, los que vie-
“para el único amor de mi vida, Isamara”. nen, nos jugamos un truco.