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economía política

Instituto de Estudios Políticos


y Relaciones Internacionales.
Universidad Nacional de Colombia

Grandes Ten1as/ 11
N azih Richani

La economía política del conflicto en Colombia

Prólogo de Álvaro Camacho Guizado


Universidad de los Andes

Instituto de Estudios Políticos


y Relaciones Internacionales.
Universidad Nacional de Colombia

temas 'de hoy.


ÍNDICE

PRÓLOGO............................................................................................ 11
AGRADECIMIENTOS ........................................................... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

CAPÍTULO UNO: INTRODUCCIÓN ........................................................... . 21


Metodología .............................................................................. . 26
Mapa del libro ......................................................................... .. 30
El contenido de este libro no podrá ser reproducido, ni total ni Notas ......................................................................................... . 33
parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor.
Todos los derechos reservados. CAPÍTULO DOS: FRACASO INSTITUCIONAL: GÉNESIS DEL SISTEMA DE GUERRA 37
Revueltas campesinas y resistencia terrateniente ................... . 38
Systems of Violen ce. The Politi cal Economy of War and Peace in Colombia
Nazih Richani
Leyes de tierra, hegemonía y conflicto .................................. .. 42
© 2002 State University of New York Ley_l 00 de 1944: «La revancha» .............................................. . 48
La Violencia ( 1945-1958) ......................................................... . 52
Traducción: María Mercedes Moreno
María Victoria Mejía La Ley 135 de 1961 y el Instituto Colombiano
de Reforrna Agraria (Incora) .................................................. .. 56
Colección: Grandes Temas El Acuerdo de Chicoral: antirreformismo .............................. . 62
Primera edición en español: marzo de 2003
La Reforma agraria en los años ochenta y noventa
© Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI, 2003
©Editorial Planeta Colombiana, S. A., 2003 y la emergente economía rentista ........................................... . 65
Calle 21 No. 69-53 -Bogotá, D.C. Notas ......................................................................................... . 69
CAPíTULO TRES: Los MILITARES Y EL cóMoDo IJVIPASSE .. .. .. .. . . .. . .. . . .. . . . .. . .. 75
Armada electrónica: Editorial Planeta Colombiana, S. A. La autonomía de los militares ................................................ .. 76
Diseño de la cubierta: Leonardo Pérez Contención, guerra de baja intensidad y el cómodo impasse .. 81
Contención militar y el có1nodo impasse................................ 88
ISBN: 958-42-0539-0 Los militares y las e1npresas de seguridad ............................. .. 90
Impresión y encuadernación: Quebecor World Bogotá S. A. Los n1ilitares y las empresas 1nultinacionales de seguridad ... . 93
Militares, para1nilitares y terratenientes ................................ .. 95
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Col1Cl1lSÍÓ11 ........... ········· ................ ····· ....................................... . 99
Notas .......................................................................................... 101
8
' Sistemas de guerra Índice 9

CAPÍTULO CUATRO: Los GRUPOS GUERRILLEROS Y EL IMPASSE . . . . . . .. . . . . . . .. . . 107 Crecüniento económico ........................................................... 215
Las FARC, de Marquetalia (1964) a Caquetá (1998) .............. 108 Hegemonía contra el siste1na de guerra.................................. 234
Con1posición de clase y de género de las FARC ...................... 111 Reflexiones finales . .. . ... . .. . . . . .. .. .. .. . . .. .. . . .. . . . . . . . . . . . . .. . ... . ... .. ... . .. .. . .. . 235
Las FARC, los colonos y el desarrollo capitalista..................... 115 Notas.......................................................................................... 241
Las FARC y los cultivos ilícitos.................................................. 120
CAPÍTULO SIETE: LA GUERRA CIVIL COLOMBIANA DENTRO
Las capacidades de las FARC para construir Estado
DE UNA PERSPECTIVA COMPARADA..................................................... 249
y su economía política.......................................................... 124
Italia: Un sistema de guerra abortado ..................................... 250
Los activos económicos y militares de las FARC ...................... 126
El ciclo del sistema de guerra en el Líbano............................. 255
La construcción del poder político local de la guerrilla ..... ... 133
El sistema de guerra de Angola......................... .... . . . ... . . . .. .. . ... .. 262
Génesis y trayectoria del ELN........ .. .. . .. .. .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. .. . ... .. . . . 135
Notas.......................................................................................... 269
Composición de clase y de género del ELN .. .. . .. . .. . .. .... . ........... 136
Extracción de renta y capacidades del ELN ............................ 139
APÉNDICE: SELECCIÓN DE PERSONAS PARA LAS ENTREVISTAS .. .. . . . .. .. . . .. .. . .. .. 273
Ejército Popular de Liberación (EPL) ................................ .... 142
Co11clusión .................................................................................. 142
BIBLIOGRAFÍA .. .. . .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. .. . . . . . .. .. . .. .. .. ... . . . . .. .. . . .. . . . . ... .. . .. .. . . .. .. .. ... .. . 277
Notas.......................................................................................... 147
CAPÍTULO CINCO: Los PARAMILITARES, EL CRIMEN ORGANIZADO
DINÁMICA DE LA GUERRA ..........................................................
Y LA 153 ·
Contexto sociohistórico ............................................................ 153
La crisis de hege1nonía estatal y el narcotráfico .. .. .. . .... . .. .. . .. .. . 155
La economía política del narcotráfico
y la retirada del Estado......................................................... 161
El papel político de la narcoburguesía y del Estado............... 164
Los nexos narcoburguesía-paramilitares y sus aliados............ 166 ·
Las guerrillas y los paramilitares: anatomía del conflicto........ 173
Corporaciones multinacionales, empresas nacionales
y paramilitares....................................................................... 179
~ La concentración de la tierra en los años noventa................. 183
La economía política de las masacres...................................... 186
Los paran1ilitares y el sistema de guerra .. .. .. . . . .. . . ... . . .. .. . ... .. . . . .. . 189
Los paramilitares y la búsqueda rentista.................................. 192
Notas .......................................................................................... 203

CAPÍTULO SEIS: LAs CLASES DOMINANTES


Y LAS PERSPECTIVAS DE PAZ............................................................... 211
Los costos de la guerra contra los costos
de las reforr11as . . . . . .. .. . .. . . .. .. . . . . . . . . .. . . . . .. . . . .. . .. . . .. .. . . . .. . . . ... . . .. .. . . . . . . 212
PRÓLOGO

Este libro del politólogo Nazih Richani sin duda no pasará inadverti-
do. Como todo estudio que trate el tema de la violencia y la situación
política colombiana, despertará polémicas, producirá revires y rectifica-
ciones, y enriquecerá así el debate sobre nuestra situación. Al fin y al
cabo, de eso se trata cuando se ofrece al público una interpretación parti-
cular de.una sociedad permeada por múltiples conflictos. Escrito por un
analista extranjero pero hondamente involucrado con Colombia, visitan-
te permanente de algunas de nuestras universidades, el libro, además,
deja ver la empatía del autor con los colombianos víctimas de esas violen-
cias y conflictos. En ese sentido, pues, no es un libro neutral.
El autor se aproxima a su tema a partir de una concepción sistémica,
es decir, una constelación de partes anudadas entre sí y que le aportan
sentido al conjunto. Además, en un sistema una parte no hace sentido si
no se inserta en ese conjunto. En el caso colombiano, el modelo se uti-
liza para examinar la larga condición de la violencia. En efecto, el argu-
mento central del autor sostiene que un sistema de guerra se forma
bajo tres condiciones clave, todas tres presentes en Colombia. Éstas son:
la precariedad o el fracaso de los dispositivos institucionales adecuados
para la tramitación de conflictos; las perspectivas de éxito de las partes,
representadas en una "econon1ía política positiva", es decir, la conjun-
ción de activos que hacen que la guerra sea la mejor opción disponible
frente a los costos de la paz; y el establecüniento de un equilibrio de
12 Sistemas de guerra Prólogo 13

fuerzas entre los contendores, lo que construye lo que el autor denomi- problema de "orden público", cuyo tratamiento podría ser reducido a
na un có1nodo impasse. prácticas militares y políticas puntuales y de contención.
En lo metodológico, el libro se basa en dos tipos de información: En este contexto es paradigmático el caso de los militares: las Fuer-
entrevistas estructuradas y revisión de fuentes primarias complementa- zas Armadas colombianas, por diversas razones, optaron por convivir
das con otras posteriores. Doscientas entrevistas formales y docenas con el cómo impasse. Entre tales razones sobresalen la actitud global de
informales se llevaron a cabo en diferentes regiones de Colombia en- Estados U nidos hacia América Latina, que optó por una política de con-
tre 1994 y 1998. Los entrevistados son parte del sector e1npresarial, tención y de manejo de conflictos de baja intensidad antes que costosas
comandantes guerrilleros, oficiales del Ejército, funcionarios estata- guerras; la limitación presupuesta!, la baja capacidad de combate, y la
les, analistas políticos colombianos, líderes campesinos, líderes sindi- práctica de beneficiar a los oficiales con ascensos en los que se privile-
cales e informantes paramilitares. El autor maneja con habilidad una giaba la gestión no co1nbativa. Un factor fundamental en apoyo de estas
prolija información y va descomponiendo el modelo a través de la cons- consideraciones ha sido el hecho de que las guerrillas han operado his-
trucción variables significativas e indicadores con los que las hace ope- tóricamente en zonas geográficas marginales y no han amenazado se-
racionalizables y mesurables. riamente los centros neurálgicos del país. Aún así, el servir de guardianes
Al recorrer la historia política colombiana reciente, Richani encuen- del sistema les otorgó elevados niveles de autonomía, que se tradujo en
tra fundamentos para sustentar su hipótesis, y es así como va mostrando que crecientemente fueran ellas las encargadas de definir las políticas
los procesos que por una parte engendran los conflictos y la guerra, y por de seguridad Nacional y de manejo de los conflictos bélicos, papel que
otra las condiciones que producen el acomodo de las partes a la situa- las autoridades civiles les fueron delegando.
ción. Otros autores, desde distintas perspectivas, han acuñado la expre- El panorama cambia radicalmente a partir del surgimiento y desa-
sión "empate negativo" para referirse al có1nodo impasse de Richani. n-ollo de un nuevo componente del sistema: el crimen organizado, ac-
En el corazón del conflicto se encuentra el ya largamente larvado tivad<;> por el narcotráfico y el desarrollo del paramilitarismo. En efecto,
problema de la inequitativa distribución de la tierra y el fracaso consue- el sistema se hace más complejo, los nuevos actores alteran la econo-
tudinario del Estado colombiano en su solución. Desde las medidas del n'lía política positiva y el impasse deja de ser cómodo. Los ingentes in-
presidente López Pumarejo y la Ley 200/36, pasando por la Ley 100/ 44y gresos del narcotráfico se han convertido en el combustible para el
la Ley 135/61 de Reforma Agraria hasta el Pacto de Chicoral (1972), el desarrollo de dos nuevos actores: los traficantes y los paramilitares.
Estado colombiano ha actuado de manera que, especialmente desde la Ambos se constituyen en nuevos elementos desestabilizantes en tanto
década de los setenta, no se afecten las bases de poder y privilegio de los penetran en la guerra de manera directa. Los narcotraficantes, en efec-
grandes propietarios de tierras. A este respecto Richani sostiene que las to, introdujeron elementos de una aguda perturbación en su carácter
FARC-EP encarnan las luchas campesinas por el acceso a la tierra; que el de empresarios ilegales: le abrieron un frente de guerra al Estado. Los
nacimiento de esta organización, y del ELN no son una mera casualidad, paramilitares se desarrollaron como su ejército particular, en alianza
y que a pesar de sus grandes diferencias, a1nbas constituyen una respuesta con grandes propietarios de tierras, y abrieron por su cuenta otro fren-
a las políticas estatales frente al problema agrario colombiano. te de guerra, esta vez a la insurgencia armada.
Ahora bien, según Richani la conflictividad política colombiana se Los recursos prevenientes de la producción y exportación de coca y
mantuvo históricamente en el terreno del cómodo impasse en la lnedi- amapola se constituyen en una poderosa fuente de financiación para
da en que las partes -Estado y guerrillas-, podían convivir en 1nedio los dos extremos de la guerra: los para1nilitares perciben ingresos de los
del conflicto, desarrollando esa economía política positiva. Ello era grandes traficantes, mientras las guerrillas, en particular las FARC-EP,
posible porque los gobiernos colmnbianos no percibían que la an1ena- incrementan sus ingresos de guerra a partir de la convivencia física con
za guerrillera llegara a generar una dimensión suficiente para poner en los ca1npesinos productores directos, a quienes se les cobran t1ibutos
peligro el orden institucional. Eran, por decirlo de alguna manera, un para la guerra.
Sistemas de guerra Prólogo 15
14

Se eleva así el nivel de la confrontación, y el Estado responde con un de insubordinación militar es testigo de este aserto. En 1944 se abortó
incremento correspondiente, representado en mayor tributación para una intentona de golpe contra el presidente López Pumarejo, por parte
la guerra y, muy especialn1ente, en el Plan Colombia, mediante el cual del coronel Diógenes Gil, quien no contó con un apoyo significativo de
el gobierno de Estados Unidos se introduce de manera directa en el sus colegas y por ello fracasó. Y en 1953 el golpe del general Gustavo
conflicto colombiano, tanto a través de la financiación, como de lacre- Rojas Pinilla, que contó con considerable apoyo popular y del Partido
ciente injerencia en los diseúos y conducción de la política antinarcóti- Liberal y una fracción de Conservador, se constituyó en el único perío-
do de régimen 1nilitar en nuestra historia reciente. Cuando se compara
cos y contrainsurgente.
El irnpasse, pues, deja de ser cómodo, la guerra se hace especialmen- esta historia con la de otros países de la región, este rasgo de subordina-
te costosa y la economía política se vuelve negativa. La violencia tiende ción se hace evidente.
a dejar de ser útil como mecanismo de solución del conflicto armado, y Desde luego, diferentes presidentes han _tenido contradicciones y
esta nueva situación puede abrir la puerta para futuras negociaciones tensiones con algunos miembros de la cúpula militar, y que han tenido
de paz. Esto no significa, sin embargo, que en Colombia estemos en como consecuencia mayores prebendas al estamento castrense, pero
vísperas de la construcción de un nuevo sistema político, dotado de ins- tales incidentes no han tenido la jerarquía de amenazas al orden consti-
tituciones y dispositivos eficaces para el arbitraje y resolución de conflic- tucional. De hecho, en la gran mayoría de los casos el resultado ha sido
el reemplazo de las jerarquías críticas. Es cierto, por lo tanto, que los
tos. En palabras de Richani:
militares colombianos han obtenido privilegios del poder civil, pero és-
.. .la construcción de este nuevo sistema y de instituciones en Colombia tos no se podrían entender por fuera de la confrontación armada en
dependerá de la colaboración de clase entre los campesinos y la burguesía que los sectores castrenses se han visto involucrados. En una situación
y de su capacidad para formular un acuerdo que pueda consolidar la auto-
de agudo conflicto guerrillero, los militares adquieren una preeminen-
ridad y la legitimidad del Estado. Más aún, el éxito de su colaboración de
cia indiscutible, pero ello no se traduce en conatos de golpe de Estado,
clase también depende de la participación de los terratenientes (incluso
los narcotraficantes) que están debilitados y resquebrajados -en términos ni en cambios fuertes en el régimen político, y mucho menos en dicta-
de su organización- pero no vencidos. Para estas últimas fuerzas, la iner- duras militares. Y también es cierto que el poder militar ha tenido una
cia del sistema de guerra y los intereses creados de los diversos grupos so- enorme capacidad de decisión en temas cruciales del orden público,
ciales (como pandillas urbanas, algunos sectores de los militares y el crimen debido a la tradicional renuncia o debilidad del poder civil~ afron-
organizado) está de su lado. Por lo tanto, la firma de un acuerdo de paz no tar las perturbaciones del orden público. /
significa automáticamente el desmantelamiento del sistema de guerra. Más Sin duda, los temas que 1nás han teñido las relaciones entre el poder
bien, tal vez se requieran varios años para reducir los índices de violencia a civil y los militares han sido el de los derechos hu1nanos y el del parami-
los niveles internacionales. No obstante, éstos son los contornos de un arre-
litarismo. Respecto del primero, es innegable la lentitud con que las
glo posible, si se discute en términos del equilibrio de poder, configura-
Fuerzas Armadas han reaccionado ante las acusaciones de organismos
ción de clase y condiciones internacionales actuales.
internacionales y de la opinión pública nacional acerca de las violacio-
Planteados así brevemente los argumentos centrales libro, vale nes documentadas. Hay que reconoce1~ sin embargo, que se han logra-
la pena que resaltemos algunos de los temas que sin duda suscitarán do algunos avances, los cuales ta1nbién han sido documentados. En
controversia. Uno de los más notables es la afirmación de Richani acer- cuanto al segundo punto, las vinculaciones con el paramilitarismo, pue-
ca de la autonomía de los nülitares. JVIás de un lector podrá argüir que de decirse algo semejante: lentitud en la respuesta, pero avances tanto
al comparar a Colombia con una buena porción de países de América en el rompin1iento de relaciones co1no en la captura de algunos inte-
Latina se hará evidente que los militares colombianos han mostrado grantes de las bandas para1nilitares.
una sorprendente subordinación al poder civil. En efecto, el sólo hecho Otro ten1a de aguda controversia será, sin duda, el silencio del au-
de que durante el siglo pasado solan1cnte haya habido dos casos claros tor frente a algunas de las ejecutorias de las guerrillas colon1bianas. La
16 Sistemas de guerra

naturaleza prolongada del conflicto armado se ha convertido en el eje AGRADECIMIENTOS


que puede explicar las evidentes desviaciones de lo que se podría supo-
ner es la ética de quienes luchan por la liberación nacional y pretenden
representar a los sectores subalternos, explotados y excluidos en nues-
tra sociedad. El autor no oculta su spnpatía por la lucha reivindicativa
de las FARC-EP y del ELN; pero est(a actitud no se puede convertir en
base para omitir en la narrativa y análisis del conflicto el conjunto de
excesos cometidos por las guerrillas. Los ataques a poblaciones, los se-
cuestros indiscriminados, las llamadas pescas milagrosas, los abusos con-
tra algunos sectores de la población civil y otras violaciones permanentes
al Derecho Internacional Humanitario no se pueden ocultar. Tampoco
se puede correr un velo de silencio sobre la injustificada actitud de asu-
mirse como los representantes del pueblo, lo que les justifica el ejerci-
cio de la violencia sobre civiles que no comparten sus orientaciones. Ni
las FARC-EP ni el ELN pueden ocultar que su política es impositiva y
descansa sobre las armas, sobre la virtualidad o realidad de la violencia.
Estos desarrollos tienden a desdibujar los principios fundacionales de Mis sobrinos y sobrinas solían preguntarme sobre qué estaba es-
estas organizaciones, y explican su creciente desprestigio. cribiendo, y yo les decía que estaba escribiendo la historia de los niños
Finalmente, una nota de cautela ante las conclusiones de Richani: de Colombia. Ahora ya puedo decir a Ryan y Yasmine, Yara y Nadine
es cierto que el sistema de guerra en Colombia ha dejado de constituir -ya c;asi adolescentes- que concluí mi historia, y ellos se alegrarán al
un impasse cómodo, y que los costos crecientes están llevando la con- saber que terminó con una nota esperanzadora o, por lo menos, espero
tienda a un punto en que la economía política se vuelve negativa. Pero que así sea.
de allí a aceptar con algún optimismo que se abren las puertas para una Mi recorrido con este proyecto comenzó a inicios de los años noven-
negociación de paz hay un largo trecho. Una cosa es negociar para bus- ta con una carta dirigida al profesor Gabriel Murrillo -entonces direc-
car la paz; otra, más cercana a la realidad, al menos desde la perspectiva tor del Departamento de Ciencia Politica de la Universidad de los
de las FRAC-EP, es negociar para conquistar posiciones políticas. U na Andes-, quien generosamente me extendió una invitación indicando
cosa es la vocación de paz, otra la astucia guerrera. su interés en mi propuesta de investigación, la cual sometí al Programa
Éstos son, de nuevo, temas de controversia; sin embargo, lejos de Fullbright para Investigadores. Estoy muy agradecido con Gabriel, así
producir en el lector un ánimo pesimista sobre el texto que se apresta a como con Dora Rothlisberger y Gary Hoskin, también del Departamen-
leer, estas notas se pretenden como una invitación a adentrarse en la to de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, por su apoyo en
lectura a partir de una actitud de controversia y apertura a un debate los años subsiguientes. Así mismo, estoy agradecido con el Instituto de
más que necesario en nuestra situación actual. Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universi-
dad Nacional de Colo1nbia y con Colciencias por brindarme el apoyo
financiero e institucional sin el cual no hubiera sido posible la realiza-
Álvaro Camacho Guizado ción de este proyecto. En eliEPRI, tuve la suerte de encontrar un grupo
Universidad de los Andes sobresaliente de acadé1nicos que luego se convirtieron en colegas y
Mayo de 2003 an1igos: Gonzalo Sánchez, Álvaro Ca1nacho, Orlando Fals, Francisco Leal,
Eduardo Pizarra, Luis Alberto Res trepo, Jain1e Zuluaga, Ricardo Peii.a-
18 Sistemas de guerra Agradecinúentos 19

randa, Francisco Gutiérrez, Gloria Inés Muñoz y el resto de sus colabora- Deseo también agradecer a Michael Rinella, Susan Geraghty y Canü-
dores. Todos ellos, con su respaldo en distintas etapas, se convirtieron lle Hale, de SUNY Press, por el tiempo y esfuerzo invertidos en la con-
en artífices de mi investigación. Estas personas, adernás, contribuye- formación del formato para la edición en inglés de mi manuscrito.
ron a que mi estadía de cuatro años en Colombia fuera lo más fructífera También agradezco a mi querida amiga Ida Audio, quien con stuna pa-
y placentera posible, considerando las circunstancias del país. Las re- ciencia editó el primer borrador. Finalmente, unas palabras de reco-
uniones en el1narco del Gólgota del IEPRI -su encuentro semanal de nocimiento a los comentarios y críticas de los dos lectores anónimos
intercambio intelectual- rne aportaron elementos muy significativos que me ayudaron a enfocar mis argumentos con mayor precisión.
para profundizar mi conocimiento sobre Colombia. El personal de la Una palabra para mi querida abuela, Bahía Haidar, cuyo amor por
Comisión Fullbright en Bogotá fue, y aún es, como parte de mi familia. el conocimiento y empatía con los excluidos han sido para mí una fuen-
Su apoyo se extendió más allá del período de financiación y contribuyó te constante de inspiración y admiración. A su memoria, doy las gracias.
a que mi estadía en Colombia fuera cómoda y segura. En especial, quie-
ro extender mis agradecimientos a Consuelo Valdivieso por sus cuida- ***
dos y generosidad.·
Destacamos en la presente edición el invaluable trabajo de revisión
Mi trabajo de campo fue posible gracias una serie de personas que
del texto de Nazih Richani, efectuado por el profesor Álvaro Camacho
me ayudaron a viajar a zonas que, por razones de seguridad, se en-
Guizado, director del Centro de Estudios Sociales (CESO), de la Uni-
cuentran fuera del alcance de la mayoría de los colombianos. Agradezco
versidad de los Andes. (N. del E.)
muy especialmente a Santiago Martínez, el estudiante que se desern-
peñó como mi asistente, y a sus parientes (Gordis y Jorge), quienes me
abrieron sus puertas varias veces en Barrancabermeja, asurniendo así
los riesgos acarreados por darme albergue en una cuidad propensa al
conflicto.
Los trabajadores, mineros y campesinos que entrevisté también co-
rrieron un riesgo considerable, y a ellos deseo expresar mi sentimiento
de deuda por permitirme con1partir sus vidas. Sus historias permanece-
rán grabadas en mi memoria y lo único que espero es que la narrativa
presentada en este libro sea fiel testimonio de las realidades de su lucha
cotidiana y contribuya a traer la paz y la justicia a su maltrecho país.
También agradezco a todas aquellas personas que me concedieron en-
trevistas para esta investigación: guerrilleros, representantes sectoriales,
políticos y militares.
Adicionalmente, estoy en deuda con el profesor James Rosenau, por
su fe en mí y por su generoso apoyo y estúnulo. Con su ayuda, este
proyecto dio su fruto final.
Personalmente, entre las personas con las que estoy 1nás agradeci-
do está n1i esposa, Mona Kaidbey, quien de 1nanera considerada y pa-
ciente sobrellevó sus preocupaciones y ten1ores con n1i investigación
de catnpo en Colo1nbia y respaldó n1i proyecto. Ella tiene un profundo
an1or por Colmnbia y sus gentes, y por rní.
CAPÍTULO UNO
INTRODUCCIÓN

Colombia es el cuarto país más poblado de América Latina después


de Brasil, México y Argentina, y su producto interno bruto (PIB) es el
quinto más grande, después del de Venezuela. Así mismo, fue uno de los
pocos países de la región que, desde casi mediados de los años cuarenta
del siglo pasado, tuvo un crecimiento económico positivo. Desde enton-
ces, ha sido muy común en Colombia la frase que señala que este «es un
país sin quiebras y sin milagros económicos». Al tiempo, este crecimiento
permitió al país esquivar el impacto de la «década pérdida» y las crisis de
la deuda de los años setenta y ochenta, que afligieron a gran parte de la
región. Sin embargo, la estabilidad del rendimiento económico contrasta
claramente con la historia política colombiana -desfigurada por sus gue-
rras dilatadas y por el narcotráfico- a tal punto que algunos políticos y
científicos sociales han llegado a afirmar que existe un cierto rasgo cultu-
ral inherente que ha contribuido a un desenlace tan violento.
Dicha creencia se basa en el hecho de que Colombia es uno de los
países más violentos del mundo, dados sus altos niveles de violencia
política y de criminalidad, que se reflejan en las altas tasas de homici-
dio. Para el año 2000, esta tasa alcanzó a ser de 63,7 homicidios por
cada 100.000 habitantes 1• La violencia colombiana ha generado una
enonne bibliografía, principalmente en espai1ol, que explica sus oríge-
nes a partir, sobre todo, de sus raíces socioeconómicas y políticas. Los
violentólogos, con1o se denonünan los estudiosos de la violencia en Co-
Sistemas de guerra Intmducción 23

lmnbia, han ernpleado enfoques n1ultidisciplinarios en sus análisis de la historia del país y de América Latina. Sin embargo, la dilatación de la
este fenómeno que, en la últüna década, ha causado más de 350.000 guerra civil en Colombia no es única hoy en día, ya que existen otros 49
n1uertes y el desplazamiento interno de aproximadamente dos millones conflictos similares que están devastando Asia y África, lo que cual justi-
de personas, amenazando así el tejido social y la propia existencia del fica aún más la urgencia de este estudio. De acuerdo con un grupo de
país~. En los últin1os aúos, la violencia colo1nbiana ha llegado a niveles investigación de la Universidad de Hamburgo, del total de las 49 guerras
aún mayores, traspasando las fronteras nacionales con Venezuela, Ecua- y conflictos armados vigentes, 26 tuvieron sus orígenes durante los años
.dor, Brasil, y Panamá, y convirtiendo a Colombia en una amenaza noventa; otros 8 durante los años ochenta; 8 durante los aúos setenta; 5
para la seguridad regional e internacional. Las incursiones 1nilitares trans- durante los años sesenta; y uno comenzó a finales de los años cuarenta
fronterizas, el contrabando de armas y el narcotráfico son sucesos casi del siglo pasado 3 . Este libro enfoca dos temas clave: por qué los conflictos
uu.A<.u.•~" que extienden el radio del conflicto involucrando a un cre- se dilatan -cuando lo hacen- y cuál es el tipo de configuraciones so-
ciente número de actores día a día. cioeconómicas y políticas estructurales que dificultan su resolución pací-
Adicionalmente, el narcotráfico y su economía política agravaron el fica. El análisis de estos dos temas ( issues) tan1bién puede ser útil para
problema ligando la «guerra contra las drogas» de Estados Unidos al guiar estudios sobre otras guerras interestatales dilatadas.
conflicto interno. En el aúo 2000, el conflicto colombiano se encontra- Por lo general, la mayoría de estudios sobre las revoluciones y sobre
ba más enredado que nunca, gracias a la competencia entre los intere- la violencia política guardan silencio sobre las causas que llevan a la
ses de las diferentes organizaciones gubernamentales estadounidenses, dilatación de las guerras civiles, al tiempo que le prestan poca atención
sus agencias, sus corporaciones multinacionales y sus políticos. Cada a las funciones de la violencia en los casos en que éstas se prolongan en
uno de estos grupos encontrado en Colo1nbia algo sobre lo que pue- el tiempo. Durante las últimas tres décadas, la academia ha estudiado
de capitalizar, en particular después de que este país se convirtió en el de manera extensa las causas y los desenlaces de las revoluciones y se ha
tercer receptor de ayuda extranjera después de Israel y de Egipto. En generado un corpus impresionante de bibliografía al respecto. Estudios
consecuencia, Colombia quedó candidatizada para ocupar una posición comparativos sobre las revoluciones -como el de Barrington Moore
predilecta en la política extranjera de las subsiguientes administracio- Jr., Social Origins of Dictatorship and Democracy; el de Eric Wolf, Peasant
nes estadounidenses. Wars of the Twentieth Century; el de Ted Gurr, VVhy M en Rebel; el de Cha-
Sería lógico asumir que todo lo anterior habría estimulado más inves- les Tilly, From Mobilization to Revolution, y el de Theda Skocpol, States
tigaciones y estudios sobre este maltratado país, pero no fue el caso. Hay and Social Revolutions- exploran las causas de la violencia política a
una escasez de análisis tan grande, que casi todos los textos escritos sobre partir del análisis de las estructuras agrarias, de las motivaciones sicoló,.
Colombia comienzan por mencionar la carencia de estudios exhaustivos gi~as, de las condiciones de privación relativa, de la interacción entre
como los que se dan en Perú, Argentina, Brasil, Venezuela, México o los contextos internos e internacionales que afectan el derrumbe de los
el resto de América Central. Esta falta de interés tiene múltiples cau- Estados surgidos del Ancient Regimey de la construcción y fortalecimien-
sas e incide incluso en en las orientaciones y en las prioridades to de organizaciones revolucionarias 4 • Sin duda, estos estudios hacen
de los programas estudios latinoamericanos de las prin- contribuciones 1nuy significativas a las teorías generales y a las hipótesis
universidades, Colombia ocupe un lugar secundario, en conse-
..... L.J<-U''-''-' para estudios comparativos, pero resultan inadecuados para expÍicar
cuencia con el débil papel que ha desempeúado en la política extranjera por qué algunos conflictos sociales se dilatan y qué tipo de transforma-
y en las consideraciones estratégicas estadounidenses. Mi estudio es un ciones sociales ocurren en dichos conflictos 5 .
intento por llenar una parte de este vacío acadé1nico y avanzar en nues- Las teorías sobre conflictos dilatados exploran la relación entre cua-
tro conociiniento de Colon1bía. tro grupos de variables -los contextos con1unita1ios, las necesidades, el
El enfoque que propongo en este libro aborda el conflicto que so- acto de gobernar y el papel del Estado y de los entramajes internaciona-
brevino desde los aí1os sesenta y que se ha convertido en el más largo en les-, todas ellas son condiciones previas a los conflictos sociales dilata-
24 Sistemas de guerra Introducción 25

dos 6 • Según Edward Azar, lo\que detennina el inicio de un conflicto son grupos sociales y políticos antagónicos; (b) el nivel de éxito de los anta-
las acciones y estrategias comunitarias, las acciones del Estado y las pro- gonistas para adaptarse al conflicto 1nediante el establecimiento de una
piedades inherentes a la conflictividad. Este autor sostiene que la mayo- «economía política positiva», a través de la acumulación de activos polí-
ría de los conflictos in terestatales llevan a desenlaces de sumatoria cero, ticos y económicos que hacen que la guerra sea la mejor opción dispo-
en los cuales los ganadores y perdedores se pueden diferenciar. Sin em- nible, dados el equilibrio de poder y los altos costos de la paz; y (e) un
bargo, los conflictos sociales dilatados resultan en desenlaces de suma- equilibrio de fuerzas entre los grupos o actores en conflicto que resulta
toria negativa, debido a las propiedades inherentes a su comportamiento: en un impasse cómodo 10 •
la dilatación, la fluctuación y la propagación. Dentro de este esquema Mi tesis principal es la siguiente: la convergencia de las tres variables
no hay ganadores, porque todas las partes tienden a ser victimizadas por lleva al establecimiento de un sistema de guerra que tiende a autoper-
el proceso. petuarse; allí donde alguna de estas tres condiciones está ausente, los
Esta noción binaria de ganadores y perdedores ha sido retada por conflictos tenderán a terminar con mayor prontitud. Si seguimos el ca-
nuevos enfoques que se basan en teorías acerca de la utilidad económi- J mino emprendidopor Kenneth Waltz y RobertJervis y aplicamos algu-

ca, del análisis de costos-beneficios, de la elección racional y de la eco- nos de sus conceptos explicativos de las dinámicas de la violencia interna,
nomía política, para enfocar las diferentes dimensiones del conflicto podemos asumir que los atributos del sistema de guerra son determina-
prolongado 7 . Este libro entra en estas perspectivas de análisis. en expan- dos por la forma como sus unidades principales (grupos guerrilleros, el
sión y parte de los avances logrados por ellas para revisar el. modelo Estado y el crimen organizado) se posicionan uno con respecto· al otro
planteado de Edward Azar, con el fin de explicar por qué y cómo ciertas en el espectro del poder 11 . Por consiguiente, la relación de poder se
estructuras de clase y arreglos institucionales contribuyen á la perpetua- convierte en un aspecto central de mi modelo teórico.
ción de la violencia durante largos períodos. Se procede a hacer una No es posible analizar las relaciones de poder entre actores sin desa-
evaluación de los desenlaces funcionales que la violencia organizada rrollar una apreciación de los recursos que éstos consiguen a través de
1

tiende a generar en detenninadas estructuras sociales y acuerdos políti- la guerra (política y económica) y a los cuales no podrían acceder en
cos, así como en la economía política internacional. Finalmente, se bus- condiciones de paz. Este aspecto se explora mediante una evaluación
ca analizar la retracción de los conflictos en términos del mejor acuerdo de la economía política de la escala de violencia. Es decir, se parte de
disponible, considerando la interacción dinámica entre el equilibrio de que un aumento X en el insumo de violencia aplicado por el actor Z
las fuerzas (estructura) y de los objetivos y estrategias de los actores (agen- puede incrementar los activos políticos y económicos de Z por XY. Aquí
ciamiento). el modelo teórico del sistema de guerra nos guía en la exploración de la
Por sistema se entiende un conjunto de unidades o componentes rela- dinámica y de la dialéctica entre las relaciones de poder y la economía
cionados entre sí por sus características o cualidades comunes. El patrón política, o sea, entre los atributos del sistema y sus unidades correspon-
de interacción entre las unidades constituye el hilo que los une en una dientes.
relación sistémica8 ,de tal manera que un sistema es un conjunto de uni- La violencia asociada con conflictos dilatados puede evolucionar
dades interactuantes 9 . En un sistema de guerra, el hilo común entre los hacia un sistema único imposible de explicar dentro del marco de las·
actores es el ejercicio que éstos hacen de la violencia, y esta actividad teorías sobre revoluciones y guerras civiles dilatadas, ya que dichas teo-
los une en una relación sisté1nica que, a su vez, conforma su propia rías se centran en las causas y desenlaces 12 • El período interino que se
dinámica. presenta después del inicio de un conflicto violento y antes de su con-
Este libro argumenta que un sistema de guerra se forma bajo tres clusión definitiva, se convierte en una «caja negra» que pasa inadvertida
condiciones clave, todas presentes en Colombia. Estas condiciones son: para la mayoría de los estudios. Este período interino merece una aten-
(a) el fracaso de las instituciones, de los canales y de los n1ecanisn1os ción especial debido, en particular, al nún1ero de conflictos prolonga-
políticos prevalecientes para rnediar, arbitrar o tra1nitar conflictos entre dos que aún no han sido resueltos en Angola, Mganistán, Sudán, Ruanda,
26 Sistemas de guerra Introducción 27

Somalia, Burundi, Argelia y Congo, entre otros muchos. En consecuen- ción añadiría que el paso del umbral entre antagonismo de clase y vio-
cia, con todo lo planteado anteriormente, mi objetivo principal es escla- lencia de clase es algo que también se ve -en gran medida- detenni-
recer una dimensión de la violencia que ha recibido poca atención nado por el papel que desempeñan las instituciones del Estado en la
académica, reco1nendar políticas y diseñar nuevas estrategias para la mitigación o en la exacerbación del conflicto. Este estudio se centra en
resolución de conflictos. la fuente más sobresaliente de conflicto en Colombia: la lucha por la
tierra.
METODOLOGÍA El análisis de la eficacia de las instituciones del Estado en la resolu-
ción de las disputas sociales, lleva a esta investigación a estudiar las es-
Este libro se basa en dos tipos de información: entrevistas estructu-
trategias de reforma implementadas antes y durante las guerras civiles.
radas y revisión de fuentes prünarias complementadas con otras poste-
En este contexto, la investigación analiza en q·ué grado las clases domi-
riores. Doscientas entrevistas formales y docenas informales se llevaron
nantes (o sectores de una clase) bloquearon estas reformas. Al ser la
a cabo en diferentes regiones de Colombia entre 1994 y 1998. Los en-
lucha por el derecho a la propiedad un factor explicativo central, el
trevistados son del sector guerrilleros, oficia-
análisis se centra en la función del Ministerio de Agricultura y particu-
les del Ejército, funcionarios estatales, analistas políticos colombianos, larmente del Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora), la
líderes campesinos, lideres sindicales e informantes paramilitares. El entidad del Estado encargada de la implementación de programas de
objetivo de estas entrevistas fue explorar diversos puntos de vista políti- reforma agraria. La efectividad de las instituciones del Estado se eva-
cos sobre las causas del conflicto, las percepciones de sus actores y las lúa mediante la exploración del número de disputas territoriales que
opiniones sobre su posible resolución. Estas entrevistas me ayudaron a logró tramitar el Estado durante las últimas cuatro décadas; del núme-
conformar una evaluación relativamente acertada sobre cómo los gru- ro y tamaño de las tierras tituladas a los campesinos sin tierra, compa-
pos en mención los costos y los beneficios de la guerra y de la rado con el total de la tierra fértil disponible durante el mismo período;
paz (véase Apéndice). y del grado al cual estas medidas mitigaron los conflictos entre campe-
Al explorar la tres variables clave del modelo de Slstema de guerra, sinos y terratenientes.
el libro examina: (a) la incapacidad de las instituciones del Estado para El segundo componente del sistema de guerra es la exploración de
arbitrar, mediar y tra1nitar las fuentes principales del conflicto social; los activos políticos, económicos y militares que acumulan o pierden los
(b) si los actores antagónicos lograron adaptarse a una situación de gue- grupos en conflicto en el transcurso de las guerras civiles; exploración
rra -en su calidad de mejor alternativa disponible dadas las relaciones que ayudará a evaluar la economía del conflicto. En términos
de poder y los mayores costos de la paz- y si consiguieron establecer generales, se pueden esbozar tres escenarios a partir de experiencias en
una economía política positiva (EPP), y (e) si el equilibrio de fuerzas otras guerras civiles:
entre los grupos o actores en conflicto no permite ni a unos ni a otros el l. Si la economía política de una de las partes es negativa para la
establecimiento de una hegemonía. guerrilla, entonces el otro campo, el Est~ tiene menos incentivos para
Al explorar la eficacia de las instituciones del Estado para mediar, negociar (aparte de los términos de la rendición), pues tiene mayores
arbitrar y trmnitar conflictos sociales, viene al caso invocar la afinnación posibilidades de prevalecer. De hecho, la mayoría de las guerras civiles
de Barrington Moore según la cual, para las ciencias sociales es impres- (80%) co1nbatidas entre 1945 y 1990 terminaron con la capitulación de
cindible detenninar por omisión ( default) el alrededor del cual se una de las partes. En casos en los que una de las fuerzas en conflicto
organizaría el conflicto social en una determinada sociedad. Un ejem- registra una economía política negativa, los sistemas de guerra se ven,
plo de esto son las estructuras agrarias, que prmnueven tendencias la- por lo general, abortados tempranan1ente 13 •
borales represivas y autoritarias por de la oligarquía terrateniente, 2. Si las fuerzas en conflicto, sin e1nbargo, registran una economía
generando resistencias entre ca1npesinos y jornaleros. A esta concep- política positiva -así sea asünétrica-, existen rnayores posibilidades
28 Sistemas de guerra Intmducción 29

de que el conflicto se dilate, especialmente si el equilibrio de poder no cimiento político nacional e internacional debido a su ejercicio de una
pennite a ninguna de las partes derrotar de manera decisiva al contrin- violencia política.
cante. Es en esta fase donde aumentan las posibilidades de consolida- Los activos econÓinicos son los ingresos que obtienen los grupos en
\
ción del sistema de guerra 14 • Pienso que la guerra civil colombiana ha contienda a través de la extracción de rentas por la protección de las
estado en esta fase desde los aúos ochenta. Bajo una EPP, el precio de la poblaciones que controlan. El Estado, los grupos guerrilleros y el cri-
paz aumenta en comparación con los costos políticos, econó1nicos, so- men organizado tienen, cada uno, su propia estrategia de extracción, y
ciales y militares de la guerra, ya que la paz puede ilnplicar reformas los cálculos sobre sus respectivos ingresos se pueden calcular a partir
radicales (como una fórmula para compartir el poder y unas fuerzas de los incrementos en el gasto militar y en el presupuesto durante los
armadas unificadas y reformadas) para las clases dominantes. Y, dado el aúos de la guerra civil, así con1o mediante los incrementos salariales
equilibrio de las fuerzas, la oposición posiblemente no esté dispuesta a para soldados y para los oficiales activos en las zonas de combate, los
aceptar un arreglo que no consolide los logros económicos y políticos ingresos anuales de los grupos guerrilleros y los ingresos del crimen
ganados durante la guerra. organizado por concepto de narcotráfico y venta de armas.
3. Si la escalada del conflicto ocasiona mayores costos (bajas, recur- Este libro evalúa la interdependencia entre el crimen organizado, el
sos y pérdida de activos políticos, medidos estos últimos en términos de Estado y la oposición. Esta evaluación se basa en una serie de indicado-'
disensión y erosión de sus bases de apoyo) para los principales actores res: los cálculos que existen sobre los ingresos anuales del crimen orga-
del conflicto, esto puede llevar a una economía política negativa, lo que nizado, el impacto económico -a escala macro y micro- de dichos
podría crear las condiciones favorables para la mediación y el arreglo ingresos, los cálculos disponibles sobre los ingresos extraídos por los
negociado. opositores del crimen organizado y el grado de penetración de éste en
Estos tres escenarios deben ser vistos como un espectro continuo y las instituciones del Estado (incluso en el estamento militar), medi-
entendidos como una modalidad dinámica, ya que la mayoría de las do en t~nninos del número de funcionarios públicos sentenciados o
guerras civiles recubren una combinación de las tres fases menciona- investigados por recibir prebendas del crimen organizado.
das. Por consiguiente, nuestra evaluación de la economía política es Con el fin de evaluar las relaciones de poder entre los grupos guerri-
esencial para comprender las diferentes etapas por las que atraviesan lleros y el Estado, la investigación depende de los siguientes indicado-
las guerras y el ciclo de vida del sistema de guerra (nacimiento, madura- res: (a) el número de enfrentamientos militares mayores -que hayan
ción y declive). Así, que el sistema de guerra es una función de involucrado más de cien co1nbatientes de cada campo- y los cambios
la economía política de la guerra y de las relaciones de poder entre las en la proporción de bajas de uno u otro grupo en el transcurso de los
unidades. últimos 1.5 aúos; (b) el número de municipalidades bajo el control de
A fin de medir los activos políticos de los participantes en un conflic- los grupos guerrilleros durante esos mismos aúos 15 ; (e) la capacidad del
to, sería necesario tomar como punto de referencia la influencia política Estado para recuperar el territorio perdido; ( d) los cambios en la capa-
que ejerce un grupo dado antes del desencadenamiento de las hostili- cidad política de los grupos guerrilleros para influir en la elección de
dades y compararlo con el estatus político del grupo a lo largo de las funcionarios locales, alcaldes y gobernadores; (e) los cambios en la es-
diferentes fases del conflicto. Los indicadores utilizados para 1nedir la trategia militar de los dos campos; y (f) los cambios en el tipo de arma-
influencia política surgen de: (a) contrastar las áreas, municipalidades y mento utilizado.
distritos que estaban bajo el control de las fuerzas de oposición antes de Al ser las relaciones de poder un atributo del siste1na, la investiga-
que se iniciaran las hostilidades, las que controlaban posteriormente; ción explora la distribución de poder entre los grupos en conflicto, en
(b) detenninar el incremento o disminución de la capacidad de la opo- un intento por captar si el cambio de esta distribución afecta la dinátni-
sición para influir sobre las políticas públicas, la refonna política y las ca y dialéctica del sistema de guerra y su estabilidad, y cón1o el catnbio
políticas electorales; y (e) evaluar si la oposición ganó o perdió 1"econo- estructural afecta el cotnportan1iento de los actores -en aspectos rela-
Sistemas de guerra Introducción 31
30

cionados con sus estrategias de extracción de renta- y sus activos polí- lleras -en particular las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colom-
ticos, por ejemplo su economía política. Adicionalmente, al partir de bia (FARC)-, en su calidad de grupos insurgentes de bases y de lideraz-
que la relación entre el sistema y sus unidades no es unilineal y es inte- go campesinos, encarnan la lucha histórica del campesinado por acceder
ractiva, la investigación examina cómo los cambios en las estrategias, en a la tierra. Sin embargo, las estrategias políticas de las FARC y del Ejér-
las metas y en los activos de los actores pueden alterar la dinámica del cito de Liberación Nacional (ELN) por construir poder local en lugar
sistema. Dicho de manera más sencilla, se estudia la dinámica del sis- de tomarse el poder político, han contribuido al establecimiento del
tema de guerra en términos de cambios simétricos y complementarios. sistema de guerra. Por lo anterior, es particularmente interesante anali-
El primer cambio lleva a una espiral de conflicto, en la cual los actores zar la economía política construida por la guerrilla bajo el cómodo im-
incrementan su agresividad y sus armas (como sucede actuahnente en passe que consolidó su poder local, así como el sistema de guerra.
Colombia, Angola y Mganistán), o a un contexto complementario, don- El Capítulo 5 aborda el papel desempeñado por el crimen organi-
de una de las partes se torna más apaciguante frente al creciente' pode- zado en el sistema de guerra. Este capítulo se centra en los narcotra-
río de la otra (las etapas finales de las guerras civiles en Camboya y el ficantes y sus fuerzas armadas paramilitares. Demuestra que desde la
Líbano encajan dentro de este 1nodelo). El segundo implica la desacti- consolidación de los paramilitares a mediados de los años noventa,
vación del sistema de guerra, mientras que el primero lo desestabiliza y la dinámica del sistema de guerra ha cambiado, abriendo paso a una
su prolongación se convierte en un cuestionamiento sin fin, dependiendo nueva fase en el ciclo de vida del sistema. El capítulo argumenta que la
del caso. fase posterior a 1995 se caracteriza por una guerra de mayor intensidad,
por lo cual la economía política positiva -obtenida bajo el cómodo
MAPA DEL LIBRO impasse-- se está erosionanado.
El Capítulo 2 ofrece una breve reseña histórica de los conflictos te- El Capítulo 6 investiga las implicaciones económicas y políticas del
rritoriales desde la Conquista española y del fracaso institucional del sistema de guerra para los intereses de la clase dominante, en particular
Estado republicano para resolver los conflictos entre terratenientes y para los conglomerados económicos. Este capítulo postula que la con-
campesinos. Se destaca cómo este fracaso ha sido agravado por las dispu- junción·-especialmente después de 1995- de un incremento en los
tas intestinas de la élite que generaron una perpetua crisis hegemónica costos de mantenimiento del sistema de guerra, de una nueva configu-
del Estado a lo largo de la mayor parte del siglo XX. ración de la clase dominante y del creciente ímpetu de la globalización
El Capítulo 3 introduce la institución militar como categoría con puede ser el punto de apoyo para la reconstitución de una nueva hege-
intereses propios y señala la virtud de discutirla como rubro aparte y no monía que podría desmantelar el sistema de guerra. El capítulo, ade-
como «Estado». La amplia autonomía de los militares en el manejo de lnás, sostiene que los elementos de un «compromiso histórico» entre el
la guerra civil con una mínima veeduría ciudadana ha llevado al desa- campesinado y la burguesía ya están dados.
rrollo hipertrofiado de la burocracia militar y de nuevas estrategias Finalmente, el Capítulo 7 analiza otras tres zonas de violencia pro-
Inilitares e intereses propios, lo que contribuye a reforzar el cómodo longada: Italia, el Líbano y Angola. Los objetivos de este último capí-
impasse con los grupos guerrilleros. Este capítulo atribuye la casi total tulo son situar el caso colombiano dentro de un contexto más amplio,
autonomía y el amplio margen de maniobra del estamento militar a la examinar la validez de la teoría del sistema de guerra y generar cuestio-
crisis hegemónica del Estado y a la falta de consenso entre la clase nalnientos para futuras investigaciones sobre conflictos prolongados.
dirigente.
El Capítulo 4 discute el segundo actor en el sistema de guerra, los
grupos guerrilleros. Presenta una breve historia social y la sociología de
ele los grupos guerrilleros colo1nbianos e identifica sus principales bases
y la composición social de su dirigencia. Asevera que los grupos guerri-
NOTAS

l. Esta tasa de homicidios expresada en cientos de miles está basada en 25.505 homi-
cidios registrados en el año 2000 en un país con una población de 40 millones de habi-
tantes. La gráfica de homicidios fue publicada en Medicina Legal, Reporte anual, Bogotá,
Colombia, enero de 2001.
2. Com? Gonzalo Sánchez, Guerra y jJolítica en la sociedad colombiana (Bogotá: El Ánco-
ra Editores, 1991); Charles Bergquist, Ricardo Peñaranda y Gonzalo Sánchez, l'iolence in
Colombia: The ContemjJorary Crisis in Historical PersjJective (Wellington, Delaware: SR Bo-
oks, 1992); Gonzalo Sánchez, Bandoleros, gamonales y camjJesinos (Bogotá: El Áncora Edi-
tores, 1992); Eduardo Pizarro, Insurgencia sin revolución: La guerrilla en Colombia en una
jJersjJectiva comjJarada (Bogotá: Tercer Mundo-IEPRI, 1996); Alfredo Molano, Trochas y
fusiles (Bogotá: El Áncora, 1994); Álvaro Camacho y Álvaro Guzmán Barney, Colombia:
Ciudad y violencia (Bogotá: Ediciones Foro Nacional, 1990); Francisco Leal Buitrago, El
oficio de la guerra (Bogotá: Tercer Mundo-IEPRI, 1994); Daniel Pécaut, «Presente, 'pasa-
do y futuro de la violencia>>, en Análisis Político, núm. 30, 1997, pp. 3-36; Germán Guz-
mán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia (Bogotá:
Punta de Lanza, 1977); Malcom Deas y Fernando Gaitán, Dos ensayos sobre la violencia en
Colombia, (Bogotá: Fonade-DNP, 1995). David Bushnell hace una distinción importante
entre la violencia en el último siglo y la violencia de los años cuarenta. Para este autor, la
violencia de los años ochenta y de los noventa hace parte de una <<tercera ola>> que
puede distinguirse del período anterior (1946-1966) y de sus ramificaciones. Véase Da-
vid Bushnell, <<Politics and Violence in Nineteenth Century in Colombia>>, en Charles
Bergquist, Ricardo Peilaranda y Gonzalo Sánchez, Violence in Colombia: The ConternjJorar_11
Oisis in Historical PersjJective CWellington, Delaware: SR Books, 1992), p. 12.
3. Michael Renner et al., Vital Signs 1999: TheEnvironrnental Trends that are Shaping Ou:r
Future (Nueva York: W.W. Norton and Company, 1999), pp. 112-114.
4. Theda Skocpol, StatPs and Social Revolutions: A ComjHtrative Analysis of Fmnce, Russia
and China (Cambridge: Cambridge University Press, 1979), p. 5. Véase también Skocpol,
Social Revolution in t!ze Modan World (Cambridge: Cambridge University Press, 1994);
34 Sistemas de guerra
Introducción
35
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bndge Umversity Press, 1979). ' a a m n ge: Cam-
5. Nazih Richani, «The Political Economy of Víolence: The War System in Colom-
13. Vale la pena anotar que la mayoría de guerras intern
bia», en Journal of Interamerican Studies and World Affairs, 39, núm. 2 (Verano, 1997): 37- términos porcentuales) finalizaron con el exte . . 1 as ent~: 1945 y 1990 (en
81, y <<Política! Economy ofRent Extraction: The Crisis ofthe \Nar System in Colombia>>, ¡ ·~ " rmm10 con a expuls10n o ¡ ·
acwn de la parte perdedora. Véanse Barbara \tValter :,The Critica] Ba . con a_ c_apltu-
en journal o f Conflict Studies ( otoí'io, 2001).
6. Véase Edward Azar, The Management of Protracted Social Conjlicts: The-ory and Cases
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(Dartmouth: Dartmouth Publishing, 1990), p. 7. AsjJect ofCivil Strzifie (Princeto . p -· Uat.S>>, e_nJames Rossenau (ed.), International
7. Véanse Louis Kriesberg, Ten-el A. Mothrup, StuartJ Thorson, Intractable Conflicts . .~ n. rmceton mvers1ty Pres 1964) s· b _ .
vestigaoon intenta explorar casos como el de C l b" s, ~· _m em ~tgo, esta In-
and Their Transformation, (Syracuse, NY: Syracuse University Press, 1989); William Zart- Líbano y Angola, donde el balance d d o om ~~ ~· en el ~tltnno capitulo, los del

h~',~:~;:;: ,:;'~~:r;::nar al otro. Asim~~~. ::,:~i~~~~~;~i¿~:c:~~~~~addeel~:c~~: ~~~:


man (ed.), Elusive Peace: Negotiating and End to Civil v%n (vVashington, DC: The Broo-
kings Institutions, 1995); Roy Lick1ider (ed.), StojJjJing the Killing: How Civil Wars End
(Nueva York: New York University Press, 1993); Barbara F. Walter, <<The Critica! Barrier
to Civil War Settlement>> en International Organization. 51, núm. 3, (1997): pp. 335-64;
para e~plorarcómo ~~::~~:;:sn~~o:~:~~~ne~ ~~~~~s:~r~evl:let~~:~mía fol_ítica es esencial
das que construyen unos con otros. , e re aoones entrelaza-
David Keen, The Econornic Functions of Violence Í'n Civil Wars (London: IISS, Adelphi pa-
per, 320, 1998); Mats Berdal y David Keen, <<Violence and Economic Agendas in Civil }¡~· La capaci~ad de los actores para establecer una economía política positiva od ~
Wars: Some Policy Implications>>, en lHillenniurn:Journal oflnternational Studies, 26, núm. explicar por que, lue~o del período de inicio de las hostilidades el conflicto se p rdia
pro ongar durante anos E t T . . . ' pue e
3, (1997): pp. 795-818; Fron<;;oisJean y Jean Christophe Rufin (eds.), Economie des Gue- Hoeffler's y S d b . ~se ana ISIS contnbuye a Ilustrar la afirmación de Collier
rres Civiles (París: Foundacion pour les Etudes de Defense, 1996); Paul Collier y Anke dad d ?m
o er segun la cual después del primer aí'io de conflicto, la probabili~
Hoeffler, «Ün the Economic Causes of Civil War», en Oxford Economic Papers (1998); e paz se ve radiCalmente reducida. Véase Collier Ho f . . ..
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coln P. Bloomfield and Allen Moulton, Managing International Conflict: From Theory to
Policy (Nueva York: St. Martin's Press, 1997); Michel Bensem andjacek Kugler, <<Power
Parity, Democracy and the Severity oflnternal Violence>> journal o f Conflict Resolution 42.
núm. 2 (abril de 1998): pp.196-209; Richani, ojJ. cit.
8. David Berlinski, On S)1stems Analysis (Cambridge: MIT Press, 1976), p. 3; Richard A.
Falk y Samuel S. Kim, The War Systern: An InterdiscijJlinary AjJjJroach (Bonlder, Colorado:
Westview, 1980).
9. Véase Kenneth Waltz, Theory of International Politics (Nueva York: McGraw Hill,
Inc., 1979), p. 40.
10. El concepto de <<impasse cómodo» que desarrollé a lo largo de este libro es la
antítesis de la <<teoría del jaque mate, que lastima a ambas partes>> ( mutual(-y hurting
stalemate). Dada la asimetría entre las partes en conflicto, la teoría del <<ÍrnjJasse cómodo>>
esclarece un componente clave que puede explicar los conflictos prolongados y que no
fue lo suficientemente desarrollado por Zartman. Véase \1\Tilliam Zartman, <<The Unifi-
nished Agenda: Negotiating Interna! Conflicts», en Roy Licklider (e d.), StojJjJing the Ki-
lling: How Civil VVars End (Nueva York: NewYork University Press, 1993), pp. 20-34.
11. Véase \t\laltz, Theory of International Politics; Robert Jervis, System Effects: ComjJlexi('V
in Political and Social Lije (Princeton, N].: Princeton University Press, 1999); véase tam-
bién John \Veltman, Systems Theories in International Relations (Lexington, Mass: D. C. Heath,
1973).
12. Véanse Barrington Moore, Social Origins of DictatorshijJ and Democracy: Lord and
Peasant in the Mahing of the Modnn Horld (Boston: Beacon, 1966); Jeffrey Paige, Coffee
and Power: Revolution and lhe Risc oj1h~lllonacy in Central /i111erica (Cambridge, Mass: Har·-
CAPÍTULO DOS
FRACASO INSTITUCIONAL: GÉNESIS DEL
SISTEMA GUERRA

Una teoría del Estado o de la revolución debe aceptar


que un escenario de guerra es normal.
Antonio Negri, La política de la subversión

Según lo afirma Negri 1 , mientras las divisiones de clases y de otro


tipo no se puedan resolver por medios pacíficos, las teorías del Estado y
de la revolución deben aceptar que la guerra es algo normal. La historia de
Colombia de los siglos XIX y XX constituye un ejemplo pertinente: las
diversas oleadas de guerras civiles en que el país se ha visto sumido
miten apreciar las continuidades y discontinuidades históricas. La pre-
sente investigación demuestra que las continuidades y discontinuidades
son los principal~s polos dialécticos del proceso histórico, que constan-
temente rehacen el presente y moldean el futuro del país. Como afirma
Gollobin 2, el desarrollo ininterru1npido o totalmente interrumpido es
una mera fantasía. En este capítulo se presentan los antecedentes histó-
ricos -los factores institucionales en particular- que contribuyeron al
surgimiento del sistema de guerra en Colo1nbia, y se analiza el1nodo en
que éste ha llegado a representar una discontinuidad con patrones an..:
teriores, o una síntesis histórica en términos dialécticos.
Este capítulo explora en qué medida la incapacidad de las institu-
ciones del Estado para resolver los conflictos por los derechos de pro-
piedad y distribución de la tierra generó una nueva serie de nonnas
que, en su 1nayor parte, ratificaron los actores estatales y no guberna-
38 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 39

mentales. Las instituciones, ya sea en su calidad de normas formales de tema de explotación minera -1nita- era de apropiación forzosa de
escenarios políticos, canales de co1nunicación, códigos de lenguaje o la esclavos, indígenas primero y poste1iormente africanos, para trabajar en
lógica de situaciones estratégicas, actúan como filtros que, de manera las 1ninas. Además de otros factores económicos, el descenso de la pobla-
selectiva, favorecen interpretaciones particulares, bien sea de las metas ción indígena llevó a la reducción periódica de estos resguardos, cuyas
que los actores políticos intentan alcanzar o de la mejor manera para tierras fueron transferidas a terratenientes. Ya en el siglo los res-
lograr estos objetivos~. En este capítulo se busca explicar por qué los acto- guardos no estaban en condiciones de proveer mano de obra ni produc-
res sociales, como colonos y terratenientes, se percataron de que las insti- ción excedentarias. Por esta razón, durante el Virreinato de la Nueva
tuciones estatales reinantes invariablemente no ven con buenos ojos sus Granada (1718-1810) se abolieron las encomiendas que aún quedaban y
intereses de clase. En consecuencia, esos actores crearon instituciones el sisten1a de concierto, y se introdujo el sistema de la hacienda.
violentas paralelas en su lucha por lograr sus objetivos antagónicos. El sistema de hacienda funcionaba como una unidad autosuficien-
En la esfera econón1ica, cuando las instituciones que organizan el te de producción que proveía las necesidades de carne y demás alimen-
proceso productivo y los derechos de propiedad y que regulan la pro- tos de los pueblos de provincia y respondía a impulsos comerciales. El
tección de los intereses de los participantes se muestran ineficaces para sistema de producción de la hacienda se basaba en el trabajo de siervos
proteger los intereses de los participantes en el proceso productivo, a y en el acceso limitado a la tierra. La hacienda incorporaba a los mestizos
los actores no les queda otra alternativa que construir sus propios recur- -cuya mezcla étnica no los hacía elegibles al derecho a las tierras de los
sos para defender sus intereses. Desde co1nienzos del siglo XX, la vio- resguardos indígenas- en calidad de agregados, una categoría que in-
lencia en Colombia puede, en parte, explicarse en términos del fracaso cluía diferentes tipos de arrendatarios, aparceros y peones atados por
del Estado (definido como un conjunto de instituciones)' para juzgar y lazos de endeudamiento. En 1780, las reformas que introdujeron los
resolver los conflictos sociales, en particular en lo que se refiere a la Barbones erradicaron los resguardos y decretaron su privatización y, en
distribución del ingreso y de los recursos, especialmente en el sector 1820, un decreto republicano ordenó la repartición de las tierras comu-
a grano. nitarias entre los miembros de la comunidad, lo que motivó una fuerte
presión pür parte de los terratenientes para hacerse a las tierras de los
REVUELTAS CAMPESINAS Y RESISTENCIA TERRATENIENTE resguardos. Algunas comunidades indígenas, como las del Cauca, Cal-
En Colombia, cmno en la mayoría de los países de América Latina, das y Tolima, rechazaron la parcelación y conservaron sus tierras comu-
la formación de la hacienda y el surgimiento del campesinado han sido nitarias intactas en gran parte.
procesos de larga duración cuyos orígenes se remontan a la evolución En la cordillera oriental de los Andes, algunos mestizos aceptaron la
del régimen colonial4 . Durante el período del Nuevo Reino de Granada privatización, pero lograron resistir las presiones de los terratenientes y
(1564-1718), la encomienda, el concierto y la mita fueron los sistemas mantuvieron el control sobre sus tierras 5 . Mientras rigió el sistema de
originales que introdujeron los españoles para explotar a la población hacienda, la configuración de clase en las zonas rurales se distribuyó
indígena. A cambio de protección y educación religiosa de las comuni- entre terratenientes, campesinos en servidumbre y un campesinado li-
dades indígenas, los encomenderos les exigían un tributo en especie. bre que se resistía a su incorporación al sistema de hacienda. Paralelo al
Bajo el sistema de encomienda, los campesinos indígenas eran los pro- sistema de hacienda, ocurría un proceso de colonización de tierras y de
pietarios de la tierra. El concierto era un tipo de trabajo forzado por deserción en el cual los ca1npesinos libres, los negros que huían de la
1nedio del cual los funcionarios de la Corona asignaban los trabajadores esclavitud, aquellos que escapaban de las haciendas y los colonos po-
a los colonizadores españoles vecinos que habían recibido la tierra en bres trataban de conseguir tierras en las laderas y llanos de los Andes.
arriendo, o 1nerced de tierra. Posteriorn1ente, a la población indígena Para todos ellos, la posesión de la tierra constituía el camino a la li-
se le otorgaron tierras colntuütarias en calidad de resguardos, n1ientras bertad.
que las tierras en arriendo se convirtieron en propiedad privada. El sis-

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40 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de g¡..wrra 41

El gobierno otorgó muchas de estas tierras públicas a los terrate- de Caldas. En 1801, la Corona otorgó a José Aranzazu amplias extensio-
nientes como recompensa por su participación en la guerra de Inde- nes de tierra entre el río Buey (al Norte) y La Vieja (al Sur); una zona
pendencia, o bien fueron adquiridas por ellos por medio de la que sólo consistía en dos asentamientos, el antiguo pueblo de Arma y el
especulación. Estas condiciones sentaron las bases del conflicto agrario más recientemente establecido pueblo de Sonsón. Los dueños de las
del siglo XIX y parte del siglo XX entre los can1pesinos libres que inten- propiedades adyacentes recibieron orden de evacuar estas tierras. En
taban colonizar las tierras y los terratenientes que se resistían a este pro- 1824, cuando el juez del Distrito de Ríonegro decretó que la tierra per-
ceso. La colonización de la tierra y el surgimiento de los colonos fueron tenecía a la familia Aranzazu, los ciudadanos de Arma se opusieron. El
síntomas de la descomposición del sistema de hacienda. Éste creó sus asunto quedó en suspenso hasta 1828, cuando la Suprema Corte dicta-
propios sepultureros: los colonos, los ocupantes sin tierra. minó en favor de los demandantes. En 1829 los ciudadanos de Arma
El resultado de esta fase de la lucha fue una estructura de clases basa- cerraron una negociación que los convirtió en propietarios de la tierra
da en la extensión de la tierra poseída que, a comienzos del siglo se entre San Lorenzo y Honda.
configuraba así: rninifundio en las tierras altas; un sistema mixto de pro- En 1833, Aranzazu cedió a los ciudadanos de Salamina algunas de
ducción en las laderas, y latifundios en las llanuras6 . Estos patrones de las tierras que le pertenecían, pero conservó para sí las más valiosas. Sin
producción todavía caracterizan el sistema de producción rural del país. embargo, en 1843 los campesinos demandaron los derechos de propie-
Las contradicciones dentro y fuera de estos distintos modos. de produc- dad del donante, llevando el caso ante los tribunales. El litigio duró
ción, sus estructuras de clase y sus respuestas al desarrollo capitalista en catorce años y condujo a la intervención del gobierno y a la imposición
general (incluso su relación con los mercados mundiales) y su respectiva de un «compro1niso» que no fue aceptado por los campesinos. Uno de
interacción, apuntalaron los conflictos de clase en las zonas rurales. La los demandantes fue asesinado en 1853. Asesinatos, incendios, encarce-
coexistencia de estos tres 1nodos principales no fue fácil y se caracterizó lamientos y despojo de propiedades marcaron este litigio 8 .
por una violencia manifiesta. Aunque León Zamosc sostiene que no hay Casos similares se registraron en Tolima ( 1906), Sucre ( 1906) y
evidencia de revueltas campesinas, Catherine LeGrand, en su estudio
Majagual (Bolívar). En Majagual, en 1907, los cultivadores estableci-
sobre el proceso de colonización campesina, enumeraba más de 450
dos en aquellos territorios que el gobierno designa como baldíos ( tie-
enfrentamientos importantes entre colonos y terratenientes de 1875 a
rras públicas) se percataron de que las tierras eran Ílnpugnadas por
1930. Esta nueva evidencia nos lleva a cuestionar la conclusión de 'Za-
un pretendido propietario y por el juez municipal. Uno de l@s cultiva-
mosc en el sentido de que los terratenientes pudieron controlar a los
dores advirtió al presidente Rafael Reyes: «Los habitante·s, quienes es-
· campesinos y así salvaguardaron las estructuras de propiedad 7 .
tán furiosos, están pensando en hacer justicia por sus propias manos».
LeGrand ofrece evidencia no sólo sobre el fracaso del sistema legal,
La respuesta del Estado fue el uso de la Policía para detener a los colo-
sino también sobre cómo, durante el período estudiado, la mayoría de
nos que amenazaban con alterar lo que consideraban un procedimien-
las veces el conflicto era resuelto por medios violentos. La violencia era
to ilegal perpetrado por los supues~os propietarios, los señores Leiva .
9
utilizada no solamente para reprimir a los campesinos en conflictos de
Colonos de Margarita (Bolívar) expresaron claramente las opciones a
clase, sino asilnismo por los terrat~·nientes en sus conflictos intestinos.
las cuales se enfrentaban, dadas las relaciones de poder y ordenamien-
La violencia, por consiguiente, fue utilizada para resolver las disputas
tos institucionales: «Si la Ley no va a proteger nuestros derechos de pro-:-
entre la clase terrateniente y entre los campesinos, corno sucedió du-
piedad, si por ser pobres y débiles y no podernos defender, si no se
rante La Violencia (1948-1958), cuando la clase terrateniente sufrió di-
respeta el trabajo honesto, sabernos bien qué camino debemos tomar:
visiones políticas, ideológicas y regionales.
Un eje1nplo de cómo la incapacidad del sisten1ajudicial para resolver bien el camino del crin1en o el de la enügración» ](). Durante la mayor
los conflictos de tierra llevó al uso de la violencia es el caso de Salamina, parte del siglo XX, colonos y carnpesinos optaron por una con1binación
en la región de Antioquia que luego se convertiría en el Departan1ento de estos dos ca1ninos.
Sistemas de guer·ra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 43
42

Los colonos sí intentaron seguir la vía legal para protestar o impug- llevó a la transfonnación radical de la economía campesina de subsis-
nar los reclamos ilegales de los terratenientes. Sin embargo, este enfo- tencia, en particular en las zonas rurales de Antioquia Caldas Valle
' ' '
que partía de la presunción de que el gobierno central los respaldaría Tolima, Cundinamarca y Santander, zonas donde se concentraba la pro-
siempre y cuando estuviera al tanto de la situación. Esta «lógica cam- ducción cafetera. Las exportaciones de café durante las primeras tres
pesina» concordaba no sólo con la historia latinoamericana, como cree décadas del siglo XX sentaron las bases para la industria nacional yace-
leraron la acumulación capitalista 1s. Las consecuencias sociopolíticas de
LeGrand, sino también con la historia del campesinado en el mundo
la expansión cafetera y el subsiguiente surgimiento de un sector agroin-
entero: lleva sus protestas a instancias gubernamentales con la expecta-
dustrial se manifestaron en una nueva configuración de clase represen-
tiva de que sean resueltas en su favor 11 • En Colombia, de manera cada
tada por dos partidos políticos: el Conservador y el Liberal. Las facciones
vez más marcada, este enfoque ha sido sustituido por la violencia como
burguesas reformistas se inspiraron en las ideas socialdemócratas del
medio de resistencia y contrarresistencia empleado por las fuerzas so-
Estado benefactor que cogió vuelo luego de la Gran Depresión que azo-
ciales en contienda. Los siguientes apartes de este escrito analizan por
tó a Europa y a Estados Unidos. Alfonso López Ptnnarejo, un banquero
qué esto ha sido así.
pudiente elegido a la Presidencia en 1934, quien representaba en ese
entonces esta corriente dentro del Partido Liberal, comenzó a «coque-
LEYES DE HEGEMONÍA Y CONFLICTO
tear» con el concepto benefactor del Estado. Algunos han señalado la
Las leyes no son neutrales, más bien encarnan los intereses ideoló- influencia que tuvo el «Nuevo Pacto» de Franklin D. Roosevelt sobre la
gicos, políticos y de clase predominantes en una estructura social y un visión de López Pumarejo 16 .
contexto histórico dados. Unas leyes diseñadas para organizar un siste- Según López Pumarejo, el abandono de los pobres por parte del
ma de gobierno de manera consistente con el poder y la estructura so- Estado no sólo significó un error, sino también un peligro, pues, tarde o
cial reinantes difícilmente s~ pueden aplicar de manera eficaz en ausencia temprano, las masas exigirían una participación mayor en la riqueza
12
de lo que Antonio Gramsci llamó «el ejercicio de la hegemonÍa» . La nacional. López creía que el Partido Liberal debía tomar la iniciativa y
hegemonía se convierte en pieza central del rompecabezas de conser- defender·las demandas de las clases desfavorecidas a fin de evitar una
var la paz social en sociedades diferenciadas con estructuras discrimina- revolución social, así sólo fuera por esta razón. La huelga bananera de
torias de poder. Dicho de manera sencilla, las leyes y sus instituciones se 1928 contra la United Fruit Company, que culminó en la masacre de los
vuelven disfuncionales cuando carecen de una hegemonía efectiva ejer- trabajadores y un incremento del malestar en las zonas rurales, contri-
cida por una clase dominante -o de un sector de clase- que proyecte buyó a darles un sentido de urgencia a las preocupaciones de López
una autoridad moral y liderazgo aceptados tanto por el grupo dominan- Pumarejo.
te como por los grupos subordinados 13 . El ala reformista de la burguesía fue impulsada no solamente por la
Las leyes de tierras promulgadas durante el siglo XX no fueron im- pujante burguesía comercial cafetera y exportadora, sino, asimismo, y lo
pugnadas únicamente por los campesinos, sino también por algunos sec- rnás importante, por el sector industrial, que incrementó su participación
tores de las clases dominantes 14 . Se argumentará que la disfunción de las en el PIB de 8,9% en 1930 a 16,5% en 1945. El período de mayor incre-
instituciones (en este caso el marco legal) en Colombia surgió, en parte, mento fue entre 1931 y 1939 17 • Esta expansión industrial fue estimulada
a raíz de una carencia endémica de hegemonía. En general, las leyes so- en buena parte por la Gran Depresión que, al aumentar los precios de
bre derechos de propiedad, en particular las de tierras, reflejan en gran los productos importados, los había puesto por fuera del alcance de la
medida el nivel socioeconómico de desarrollo y el ritmo al que las institu- 1nayoría de los consu1nidores y estünuló así la demanda de productos
ciones evolucionan para acmnodarse y facilitar este desarrollo. locales, disponibles a precios mucho más b~jos. Es de anotar que el Par-
El advenin1iento del café co1no rubro de exportación y su rápida tido Conservador ejercía un proteccionisn1o con1ercial que rigió entre
expansión de 150.000 sacos en 1894 a dos nlillones de sacos en ] 920, 1886 y 1930, período conocido con1o la «l-Iegemonía Conservadora».
44 Sistemas de guerm Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 45

La elección de López Pumarejo fue producto de alianzas políticas ción con el voto 1nayoritario de las dos terceras partes. Este último re-
tácticas dentro del Partido Liberal, y no significó la derrota de la fuer- quisito prácticamente imposibilitó la expropiación de tierras sin indem-
te facción terrateniente dentro del partido. Hay que tener en cuenta nización. Esto fue producto de un acto de equilibrismo dada la amplia
que el Partido Liberal estuvo en la oposición durante el largo período representación de los terratenientes en el Congreso.
de la «República Conservadora» y poco a poco se fue alineando con Los objetivos de López Pumarejo quedaron claramente estipulados
las aspiraciones y exigencias de la creciente clase media urbana y la en su mensaje presidencial de 1935 al Congreso:
clase obrera. El Partido Liberal incorporó en sus filas a una facción radi-
Técnicamente, entonces, nos enfrentamos a las alternativas jurídicas
cal de estudiantes, a la clase media urbana y a miembros de la burguesía
de convertir a la nación a una orientación socialista o de revalidar los títu-
industrial y comercial, ade1nás de su tradicional clase terrateniente. Así, los legales a la propiedad privada purificándolos de toda imperfección. El
el Partido Liberal se convirtió en un escenario de alianzas de clase que gobierno ha optado por la segunda alternativa. El proyecto de la ley de
dependía de las condiciones políticas y de las percepciones de las fac- tierras no tiene otro propósito que fortalecer los derechos a la propiedad,
ciones del gobernante sobre la manera de vincular sus aspiraciones per- ordenándolos sobre la base de principios de justicia y resolver los conflic-
sonales a un programa político más amplio sin antagonizar los bloques tos que han surgido de la vaguedad de los títulos existentes.
de clase tradicionales. Sin embargo, la incorporación de estos grupos Cuando se han visto confrontados con la agitación, a veces justificada,
sociales, no significó de ninguna manera que sus intereses políticos y a veces injusta pero comprensible, algunos terratenientes han solicitado al
de clase estuvieran reconciliados o incorporados en el programa del Estado la presencia de fuerzas armadas de mantenimiento del orden públi-
partido. co con el fin de sanear los títulos de propiedad o aun la tierra misma de
Los esfuerzos del Partido Liberal por reconciliar intereses contra- ideas peligrosas. La ley estipula que esto se haga en consonancia con las
dictorios se dificultaron aún más con su ascenso al poder político. Ló- decisiones de los jueces y convierte al alcalde en agente de la reacción. El
aviso de desalojo debería ser seguido por las armas para impedir la resis-
pez Pumarejo lanzó el programa que había proclamado -la Revolución
tencia. Mi gobierno notifica que no son sus criterios, ya sea respecto del
en Marcha-, el cual, en esencia, intentó acomodar los intereses del
campesino desalojado o respecto del colono que ha invadido tierras incul-
campesinado y la clase media urbana sin quebrantar los intereses de la tas, pensando que son de propiedad pública [ ... ] la propiedad de la tierra
burguesía y los grandes terratenientes. debe ser adquirida por medio de dos títulos, cuyas disposiciones deben ser
El proceso de industrialización, unido a una rápida urbanización, establecidas pot ley: trabajo y escrituras públicas, aunque sin que estas últi-
optimó el poder de la clase obrera y de la clase media urbana. El surgi- mas otorguen derecho perenne de posesión de tierras incúltas. El gobier-
miento de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), como no pretende que la ley defina cómo, cuándo y por qué uno es un
sindicato unificado bajo el liderazgo de los comunistas y radicales del terrateniente, con el fin de evitar que la propiedad sea ocupada por usur-
Partido Liberal, ejerció, sin embargo, una presión que puso en peligro padores, y establecer así la validez de los títulos de los grandes terratenien-
la alianza precaria que había llevado a López Pumarejo al poder. Duran- tes que explotan sus propiedades y asimismo aclarar los títulos de los colonos
te 1934 y 1935, hubo un incremento en el número de huelgas en las quienes, con enorme energía, le arrancan a la selva un pedazo de tierra
donde construir su hogar y criar a sus hijosu>.
zonas urbanas y en el ritmo de organización sindical de trabajadores
rurales y de ligas campesinas. En 1936, el gobierno presentó dos pro- La Ley 200 o ley de tierras se concibió para modernizar las estructuras
puestas de ley: la reforma constitucional y la reforma agraria. agradas, eliminando, en particular, los latifundios improductivos y pro-
La primera refonna contenía un artículo en el cual el Estado consa- poniendo que se diera un uso más eficiente a la tierra. El objetivo princi-
graba la función social de la propiedad privada y otorgaba al Estado el pal de este progran1a fue ordenar los títulos de propiedad de la tierra y
derecho a expropiar tierras para fines públicos o sociales, con el debido poner fin a sus condiciones caóticas, que habían caracterizado las zonas
proceso legal e inden1nización. Esta propuesta incluía la expropiación rurales desde épocas coloniales. Los objetivos políticos del presidente fue-
sin inden1nización si las dos cán1aras del Congreso aprobaban la mo- ron eliminar los sectores n1ás atrasados de la oligarquía agraria y respon-
46 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del siste11w de guerra 47

der a las presiones surgidas de la base 19 . El progra1na no exigía la aboli- La Ley 200 fue de importancia particular, pues estipulaba la crea-
ción de los latifundios, sino, n1ás bien, la sincronización entre el uso de la ción de jueces de tierras con la competencia para dirimir los conflictos.
tierra y el desarrollo capitalista del país. Entre 1937 y 1943los jueces actuaron de manera expedita y, de acuerdo
Dicho de manera más sencilla, el intento de López Pumarejo era un con el Ministerio de Industrias, más del 80% de las disputas se resolvie-
proyecto capitalista modernizador, pero el Estado también tenía que res- ron hacia finales de 1938 21 . LeGrand, sin embargo, no encontró eviden-
ponder a otros in1pulsos y antagonis1nos sociales desencadenados por el cia concreta en los anales de los juzgados de tierras para sustentar esta
mismo proceso. En varias ocasiones, el Estado tomó partido con los huel- aseveración, pero las pruebas que recopiló muestran que los jueces de
guistas contra los empresarios, y con los colonos contra los terratenientes. tierras, en su interpretación de la ley, solían tomar partido por los grandes
Algunos episodios efímeros de «autonomía» estatal reflejaron cierta im-
terratenientes. Después de 1936, los jueces de tierras solicitaron el desa-
parcialidad en los conflictos por la tierra, en particular por parte del Eje-
lojo de los colonos de las haciendas que habían ocupado en varias re~
cutivo, y encontraron fuerte oposición de los grandes terratenientes y
giones del país. Otros colonos lograron permanecer en las tierras que
opositores políticos Esta oposición se tornó aún más
habían trabajado, pero bajo condiciones que no son del todo claras 22 .
vociferante cuando unió fuerzas con la Iglesia, agraviada por los intentos
En algunos lugares, los terratenientes sencillamente no expulsaron a
de López de circunsoibir su dentro del sistema educati-
los colonos de tierras cuyo estatus legal seguía sin definirse. Los terrate-
vo. Por una facción del
nientes también consiguieron arrebatar tierras a los colonos, apoyados
intentando detener el programa de López
por estipulaciones de la Ley 200, en especial en aquellos casos en que
En otro plano, la clase obrera se convirtió en una fuerza política
los colonos no lograron adquirir su parte de la tierra.
activa. En 1938, estaba compuesta por 753.000 trabajado~es, quienes
La Ley 200 -un intento bastante restringido para resolver los con-
movilizaron sus fuerzas en apoyo a las reformas de López Pumarejo 20 .
Frente a tal polarización social y política, la Ley 200 fue promulgada flictos de tierras- puso de manifiesto la incapacidad de las institucio-
el Congreso, no sin antes hacerle una enmienda que otorgaba a los te- nes del Estado para hacer cumplir la ley. Los terratenientes locales, que
rratenientes plazo hasta 1946 para cultivar las tierras, de lo contrario sus ejercían el poder político a través de los gobiernos municipales, de la
tierras serían expropiadas. Aunque la Ley 200 no afectó las relaciones Policía y de. los jueces de distrito, pudieron burlar la ley y hasta ofrecer
de propiedad de manera fundamental, su propósito fue rectificar los una interpretación diferente de sus disposiciones. Cuando los terratenien-
«defectos» de la ley anterio1~ exigía títulos de propiedad a los terra- tes locales eran también los dirigentes políticos, los jueces de tierras difí-
tenientes en caso de un litigio sobre la propiedad. La 200 eliminó cilmente dirimían los conflictos en favor de los colonos y arrendatarios.
este requisito con la condición de que la tierra que no fuera utilizada Los campesinos interpretaron erradamente la Ley 200 como concor-
durante un período de diez años, sería transferida al dominio público. dante con el Proyecto de de 1933, que otorgaba el derecho a la
Ninguna de estas tierras llegó a ser propiedad pública sin indeinniza- tierra a quien la cultivaba. Paradójicamente, la interpretación de los
ción. La Ley 200 estipulaba en su Artículo que quien ocupara l_a tie- campesinos coincidía con la de los terratenientes que se oponían a la
rra durante un período de cinco años podía recla1narla como suya. La Ley 200 y hacían hincapié en las disposiciones referentes a la función
Ley 200 también otorgó a los colonos desalojados el derecho a una in- social de la propiedad y a la protección de los colonos 23 . El resultado fue
demnización por las mejoras que hubieran hecho a la tierra. El Artículo que, en efecto, dos clases políticas opuestas cooperaron en el resque-
12 abrió una caja de Pandora de la cual terratenientes y ca1npesinos brajamiento de la Ley 200. En general, las diversas interpretaciones sig-
trataron de sacar títulos de propiedad de la tierra. Para evitar perder sus nificaron que los jueces de distrito y de tierras se vieran so1netidos a
tierras, los terratenientes con1enzaron a expulsar a sus aparceros y arren- presiones por parte de clases sociales locales, 1nientras sus modalidades
datarios. En la n1ayoría de los casos esta expulsión se llevó a cabo por de acljudicación dependían en gran medida del equilibrio de poder lo-
1nedios violentos. cal entre can1pesinos, colonos y terratenientes.
48 Sistenws de guer'ra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 49

En términos más generales, la ineficacia del Estado para imponer su Aunque la Ley 200 no afectó los latifundios, y los grandes terratenientes
interpretación y vigilar su aplicación revela un indicio de la crisis en lograron sortear el impacto negativo que hubiera causado a sus Íntere-
su hegemonía. Con1o resultado de los fracasos del Estado, se abrió ses de clase, no estaban satisfechos y buscaron «la revancha».
paso a diferentes interpretaciones de la Ley 200 y a varias modalidades Esta revancha fue posible gracias a la convergencia de varios facto-
de aplicación negociadas por actores locales. En la mayoría de los casos, res. El primero fue la incapacidad del Partido Liberal para reconciliar
los grandes terratenientes se salieron con su propia aplicación de la ley. los intereses encontrados de los grupos do1ninantes con las reclamacio-
Allí donde no estaban presentes los grandes terratenientes o donde eran nes de las clases subordinadas. López Ptunarejo estaba en desventaja
débiles, los colonos y campesinos pobres lograron prevalecer, en parti- frente a un grupo populista de izquierda liderado porJorge Eliécer Gaitán,
cular en las laderas y tierras altas andinas, que constituyen por lo gene- un grupo de derecha dirigido por Santos dentro de su partido, y Lau-
rallas tierras menos productivas. reano Gómez,jefe del Partido Conservador. Los grandes terratenientes
Al final, la Ley 200 dejó intactos los latifundios, pero en algunas en ningún momento dejaron de sospechar o manifestar una animosi-
zonas aceleró la conversión de los arrendatarios en jornaleros. La estra- dad abierta hacia las inclinaciones reformistas de López Pumarejo. Adi-
tegia de los grandes terratenientes fue la de librarse de los arrendatarios cionalmente, la creciente movilización de la clase obrera alarmaba a
y aparceros para evitar las reclamaciones de tierras. Algunos arrendata- sectores de la burguesía industrial que tenlÍa los avances políticos de la
rios y aparceros intentaron afirmar sus derechos a la propiedad en algu- izquierda en los sindicatos obreros. Entre 1940 y 1945 se registraron
nos latifundios, lo que generó conflictos con los terratenientes. Así, la aproximadamente 20 huelgas por año. Esto representó un incremento
compra de la parte de los aparceros u obligarlos a vender se convirtió significativo frente al número de huelgas que se dieron entre 1920 y 1930.
en un mecanismo de violencia institucionalizado que prefiguraría las Entre la clase obrera, en especial los sindicatos petroleros, la lucha asu-
reglas básicas del sistema de guerra de los años setenta y posteriores. mió un tono antiimperialista contra multinacionales estadounidenses,
Los conflictos de tierras condujeron a la conversión de grandes pro- como Tropical Oil, y contra de las inversiones de Estados Unidos en Co-
piedades en potreros y fincas ganaderas, con menor intensidad de mano lonlbia. Est~ coincidió con el comienzo de la guerra fría, que creó un
de obra, generando perturbaciones en la producción, disminución de clima favorable para que la derecha lanzara una contraofensiva política.
los productos alimenticios e incrementos en los precios de la tierra, jus- Entre 1940 y 1945, la situación económica del país se caracterizó por
tamente algunos de los desenlaces que la ley había querido evitar. En las elevadas tasas de inflación. En Bogotá, por eje1nplo, el costo de vida
regiones cafeteras, la tenencia de la tierra no fue afectada de manera subió en un 82% y en Medellín en un 88%; los precios de los productos
significativa, y el país pasó a una mayor dependencia de este cultivo de la canasta familiar aumentaron en un 108% y los sueldos de los
comercial para la importación de productos alimenticios. trabajadores bajaron en un 50% entre 1939 y 1942 24 • La producción
agrícola también disminuyó; por ejemplo, la producción de trigo se
LEY100DE 1944: «LAREVANCHA» redujo de 146.000 toneladas en 1942 a 68.000 toneladas en 1943. Esta
disminución se puede explicar en parte por la crisis en el sistema de
Los tímidos intentos de reforma del presidente López Pumarejo ya
hacienda y por el paso dado por los terratenientes, que convirtieron
estaban agotados para finales de su primer mandato (1934-1938). Su
las tierras de cultivo generadoras de trabajo en potreros ganaderos, en
sucesor, Eduardo Santos (1938-1942), a pesar de pertenecer a la misma
un intento por evitar que se presentaran reclamaciones de arrendata-
facción burguesa del Partido Liberal, tenía un enfoque más conserva-
nos y aparceros.
dor. No ca1nbió el curso de las reformas introducidas por López Puma-
Dadas estas condiciones, el Partido Liberal fue incapaz de continuar
rejo, pero sí les bajó el tono para cmnplacer a la oposición terrateniente.
manteniendo bajo control sus contradicciones internas. En 1943, por
Cuando López Ptunarejo fue reelegido, en 1942, sus devaneos con el
eje1nplo, el Partido no logró presentar una lista unificada para la elec-
«Estado benefactor» se volvieron demasiado costosos y lo obligaron a
ción 1nunicipal en Bogotá. En su lugar, se presentaron doce listas. Natu-
abandonar las posiciones que había asmnido en su prin1er mandato.
Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 51
50

ralmente, Laurean o Gómez, el jefe del Partido Conservador, no des- para los grupos sociales antagónicos) y cuál fue el tipo de relación entre
aprovechó la oportunidad para explotar la discordia e/n su vehe~e~te el Estado y los grupos en contienda? Dos grupos, la Asociación Patronal
campaña contra López Pumarejo. Así, en efecto, no solo se debilito el Econó1nica Nacional (APEN) y la Sociedad de Agricultores de Colom-
programa de López Pumarejo de manera significativa, sin.o que t~In­ bia (SAC), que aglutina a los grandes terratenientes, con la ayuda de la
bién se vio sometido a López a presiones enormes para que Introdujera Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafe), lograron, en 1944, hacer
una serie de propuestas de ley que favorecían a los grandes terratenien- promulgar la Ley 100, que negaba a arrendatarios y aparceros el derecho
tes y a la burguesía industrial. El resultado fue la Ley 100, adem~s de a convertirse en propietarios. La Ley 100 garantizaba la protección de los
unas reformas laborales que restringían los derechos de los trabaJado- contratos y de las propiedades de los terratenientes; prohibía los cultivos
res a la huelga2 5 . Es importante observar que López Pumarejo también permanentes; restringía el uso ele la tierra por parte de los arrendatarios
se vio enfrentado a un golpe militar fallido en 1944. Finalmente, en y aparceros dentro de las parcelas que se les y sentaba
1945, desistió de la lucha y renunció a la Presidencia un año antes del un marco legal rígido para la evicción de los arrendatarios y colonos,
final de su mandato. Con su renuncia se dio sepultura al intento de una una vez evaluadas las mejoras hechas por ellos en las tierras habían
revolución democrática liderada por la burguesía con el apoyo de los ocupado y que eran objeto de disputa.
campesinos y, con ello, se puso en jaque por largo tiempo la perspectiva La Ley 100 reflejó dos desarrollos centrales. Mostró la de
de una hegemonía basada más en la persuasión que en la coerción. los terratenientes para reagruparse y llegar a una alianza con la élite
En consecuencia, la Ley 100 fue promulgada dentro de un contexto agroindustrial, representada por los cafeteros, inclinó la balanza en
de debilidad de la burguesía reformista y de intensas divis,iones inter- su favor, en particular en lo que se refirió al mantenimiento de un
nas dentro del Partido Liberal. Se comenzó a dar un realineamiento orden laboral sociopolítico represivo el cual se mantienen
político entre las facciones derechistas de los dos partidos. E~ int_e/rés de modalidades de explotación externas a la economía, como la aparcería.
estos grupos era la remoción de López Pumarejo y la restltuoon El segundo factor que repercutió fue la debilidad del1novimiento cam-
equilibrio en el conflicto rural. Este realineamiento ~e la derecha ~a.m­ pesino, disminuido por fracturas internas y carente de una fuerza políti-
bién fue impulsado por la ideología de la guerra~fna y por la pohtica ca unificadora. Considerando el equilibrio de el Estado
regional, que pregonaba el control de trabajadores y campesinos: las ante los deseos de la alianza de los terratenientes y el sector agroin-
dustrial.
bases sociales de los partidos comunistas.
El propósitode la Ley 100 era corregir las falencias de la Ley 200. La nueva ley representó un revés mayor la lucha campesina
Mientras que la Ley 200 buscaba crear una clase de agricultores dentro contra la hacienda como modalidad de producción y, lo es más
de los modelos occidentales del desarrollo agrario capitalista importante aún, demostró el gran peso que tenía la élite agraria y
transformando las relaciones agrarias de tenencia en trabajo asalariado, agroindustrial en la formulación de las políticas de Estado. La Ley 100
los objetivos de la Ley 100 fueron reorganizar las relaciones ent~e los también reflejó el peso de las élites agrarias dentro de la clase domi-
terratenientes y los arrendatarios, en particular con aquellos que Inten- nante. Los demás segmentos de la clase
taban convertirse en colonos con el fin de reclamar un pedazo de tierra las élites industrial, financiera y comercial, fueron
y mantener la aparcería como forma viable de explotaci~n y _produc- debido a su crecimiento respectivo en el período que siguió a la de-
ción agraria. La Ley 100 también definió los derechos y obhgaoones de presión de 1929, pero en esa época no eran lo suficienternente fuertes
los arrendatarios, de manera que quedara asegurado el control de los como para imponer su proyecto hegemónico de desarrollo capitalista.
En retrospectiva, la Ley 100 no contribuyó de manera significativa a
terratenientes sobre la tierra.
¿Qué condiciones y actores condt~eron a la pr01nulgación ~el~ Ley revertir la tendencia hacia un desarrollo capitalista ni a evitar la transi-
100 y a sus resultados (es decir, proveer un rnarco legal inst1tuo~nal ción entre aparcería y trab~jo asalariado, así con1o tampoco prodl~O
adecuado para n1ediar, arbitrar o decidir el conflicto rural aprop1aclo un orclenan1iento nonnativo institucional capaz de reducir la intensi-
52 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del siste11w de guerra 53

dad de los conflictos agrarios. De hecho, los grandes terratenientes de de las diferentes facciones de una clase do1ninante decidida a repri-
las zonas en conflicto en Tolüna, Canea y Cundinamarca lanzaron una lnir los movünientos campesinos, obreros y de clase media.
guerra feroz contra los aparceros y arrendatarios, en apariencia con el Cuando se comparan los objetivos de la guerra civil con las conse-
fin de evitar cualquier recla1no una vez transcurridos diez años, lapso cuencias, se puede concluir que las clases dominantes tuvieron un éxito
estipulado por la Ley 200 para la expropiación de los latifundios no parcial. Los cambios que impulsó la guerra civil fueron contradictorios
explotados. y no correspondieron a una lógica ni a una interpretación uniforme.
Finalmente, aunque el Estado, durante el primer gobierno de Ló- La guerra civil no aceleró la transforrnación capitalista, no restableció
pez Pum arejo ( 1934-1938) y debido a una serie de condiciones in terna- el sistema feudal de la hacienda ni acentuó la hegemonía del Estado.
cionales y nacionales, había logrado adoptar una posición relativamente El desenlace sociopolítico varió entre los diferentes departamentos y
autónoma frente a los grandes terratenientes, esta relativa autonomía de una región a otra, dependiendo de una serie de variables, como la
duró poco. Los grandes terratenientes lograron cambiar las líneas de correlación de fuerzas entre los terratenientes y los campesinos, el nivel
batalla para inclinar la correlación de fuerzas a su favor y luego aprove- de organización política, el grado de influencia de los partidos políticos
char el faccionalismo del Partido Liberal explotando los temores de la tradicionales, el dese1npeí1o económico de la hacienda antes de la irrup-
burguesía hacia los trabajadores radicales; esto ocurrió con el trasfondo ción de la violencia y el peso de las políticas de Estado inclinar la
de una guerra fría en marcha entre los Estados Unidos y la Unión Sovié- balanza hacia uno u otro lado. De esta manera, los resultados netos de
tica; guerra que rediseñó las alianzas políticas locales. Así, dada la inca- los diferentes departamentos o regiones para el período entre el1948 y
pacidad del Estado para construir instituciones aceptables que tuvieran 1965 fueron con tradictorios 26 .
el respaldo de un «consenso hegemónico» que resolviera la problemáti- Gonzalo Sánchez analiza cinco resultados diferentes de La Violen-
ca agraria a finales de los años cuarenta, quedaba montado el escenario cia en términos de cambios en las estructuras de propiedad y las rela-
de mayor conflicto y violencia. ciones de producción. La primera consecuencia puso de manifiesto la
continuidad estructural en las zonas del occidente del Quindío, don-
LA VIOLENCIA (1945-1958) de las haciendas escaparon a los estragos de La Violencia. Allí los te-
rratenientes establecieron ordenamientos informales con las fuerzas
Tres años después de la renuncia de López Pumarejo, en 1948, locales y regionales, o tuvieron diversas fuentes de ingresos de otras
Jorge Eliécer Gaitán, líder de la facción radical del Partido Liberal y el inversiones que les permitieron evitar la ruina económica. Se trataba,
candidato presidencial con mayor opción en las elecciones de 1950, en su mayoría, de haciendas cafeteras con un sistema de aparcería que
fue asesinado. Los índices de violencia política se habían incrementa- capitalizaba los altos precios del café, los bajos costos de la mano de
do de manera notoria desde mediados de los años cuarenta; sin em- obra y las oportunidades que brindaba la guerra 27 • El segundo resultado
bargo, éstos llegaron a nuevos topes a raíz de la muerte de Gaitán, fue la transformación regresiva, que se manifestó en el norte del Toli-
trayendo lo que la historiografía colombiana ha denominado «La Vio- ma, donde el sistema de hacienda fue restituido después de haber sido
lencia», una guerra civil entre los miembros del Partido Liberal y los prácticamente disuelto por los cambios socioeconómicos que se dieron
del Partido Conservador. La guerra se libró casi en su totalidad en las durante el primer mandato de López Pumarejo. Pero el Tolima tam-
zonas rurales, donde campesinos combatían contra otros campesinos bién vivió una transformación capitalista a través de una inversión di-
en una lucha sectaria exacerbada por venganzas personales e intere- recta de parte de su burguesía urbana.
ses parroquiales. Más de 200.000 personas perecieron entre 1945 y En el tercer desenlace -la transfonnación progresiva-, el desarrollo
1958. La Violencia era el desenlace predecible de la crisis sociopolíti- del capital agroindustrial vino acc)lnpaii.ado de violencia, como en el
ca y de la incapacidad del ordena1niento institucional reinante para caso del Departamento del Valle y particularn1ente en el Alto Cauca.
contenerla. Ta1nbién era la 1nanifestación del realineanüento político El cuarto resultado, según Sánchez, fue lo que sucedió en el Sun1apaz.
54 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 55

En este caso en particular, la alternativa campesina, en oposición a la por medios electorales constitucionales pudo haber entrañado una re-
capitalista, prevaleció durante un tiempo 28 . El quinto y último fue la trans- volución populista que habría podido socavar los intereses de las clases
formación expansiva, que se instauró en el sur del Tolima y del Departa- dominantes. En retrospectiva, el Frente Nacional eliminó esa posibili-
mento del Canea, y mediante la cual grandes ganaderos extendieron dad al limitar la sucesión y la alternancia del Ejecutivo exclusiva1nente a
sus propiedades a costa de los campesinos y de la población indígena. algunos mien1bros escogidos de su bancada, convirtiéndose así en la
Las relaciones de producción bajo la modalid;:.d de transformación ex- institución a través de la cual la clase dominante negociaba y resolvía sus
pansiva no variaron durante La Violencia, pero los hacendados ob- diferencias.
tuvieron un poder político considerable gracias a su expansión Este mecanismo demostró su eficacia para resolver los conflictos en-
territoriaF 9 • tre élites y para controlar el Estado, pero no logró proyectar su hegemo-
Este esquema capta las diversas modalidades de desarrollo capitalis- nía sobre las clases subordinadas. El Frente Nacional no visualizó
ta inducidas por La Violencia, pero deja tres preguntas sin responder. instituciones similares igual de efectivas para resolver una importante fuen-
¿Cómo afectaron estos diversos desenlaces en la configuración de las te de conflicto, es decir, el problema agrario. Por una parte, esta limita-
fuerzas y alia~zas de clase en las zonas rurales y el desarrollo capitalista ción llevó a una creciente institucionalización de la violencia para
en general? ¿Cuál era la configuración de la clase dominante dentro del comple1nentar el carácter excluyente del sistema político y, por otra, la
Estado después de La Violencia? Y, finalmente, ¿sentó La Violencia las violencia comenzó a asumir funciones diferentes, incorporando nuevas
bases institucionales para encarar el conflicto social, es decir, un sistema dimensiones y actores, como una función de los cambios y virajes socioeco-
de guerra? nómicos y políticos que se fueron presentando de ahí en adelante 31 •
Si bien las respuestas a las primeras dos preguntas están por fuera La cuestión es cómo definir la relación entre instituciones de violen-
del alcance de este libro, se puede hacer algunas observaciones. Al final cia y otros tipos de instituciones políticas, sociales y económicas; y cómo
de la guerra civil, las mis1nas clases dominantes seguían ejerciendo el éstas interactúan de manera complementaria dentro de unas estructu-
control y se había revivido el sistema bipartidista. Los grandes terrate- ras sociales y bajo unas circunstancias históricas dadas. Las instituciones
1
nientes y otras facciones de la clase dominante con formaron una alian- son, por lo general, consideradas como ordenamientos, patrones de
za política, el Frente Nacional, ostensiblemente para poner al Estado interacción que regulan diferentes esferas de la vida social, política, cul-
bajo su control y evitar «vacíos de autono1nía», aunque fuera efímera y tural y de mercado. No obstante, rara vez asumimos la violencia como
de corto alcance, como la que se dio en el primer n1andato de López una institución con sus funciones dentro de la estructura social global y
Pumarejo. Durante el Frente Nacional, el Estado inhibió toda expre- los ordenamientos institucionales 32 . El Frente Nacional es el ejemplo de
sión del conflicto social y excluyó de la política a las clases subordina- una institución que regulaba algunos aspectos de la vida política (las
das. Otra consecuencia de la guerra civil fue que bloqueó el camino al relaciones dentro de la élite), complementada por «niveles aceptables»
populismo en Colombia con la eliminación de la opción populista de de violencia sociopolítica dentro de la cual los excluidos y los incluidos
Jorge Eliécer Gaitán. del proceso político, interactuaban para producir una institución com-
La guerra civil fue una expresión de diversas contradicciones entre plementaria.
. la clase dominante y la élite política, y entre éstas y las clases subordina- En este marco analítico, los apartes restantes de este capítulo exami-
das. Asimismo, reveló que el ordenamiento institucional reinante (la nan cómo el éxito que tuvo la élite para resolver sus diferencias políticas
democracia electoral) se encontraba sometido a fuertes tensiones resul- dentro de un 1narco legal constitucional nacido del Frente Nacional,
tantes de la creciente polarización política entre miembros de la élite contrasta de manera marcada con la incapacidad de esta misma élite
política, co1no corolario de las presiones c:jercidas por las movilizacio- para establecer los canales institucionales apropiados para dirimir en
nes can1pesinas y de trabéljadores y por las tendencias populistas (repre- fonna pacífica los antagonis1nos .con las clases subordinadas. El Frente
sentadas por Gaitán)"' 0 • De esta rr1anera, la contienda por el poder político Nacional involuntarian1ente inauguró una nueva fase en la historia ins-
Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 57
56 Sistemas de guerra

titucional del país al permitir a dos instituciones (la violencia y la deino- Durante La Violencia, la ANDI y Fedecafe se alinearon con la solu-
o-acia restringida) y a dos modalidades políticas (elección y represión ción autoritaria y respaldaron a la extrema derecha del Partido Conser-
excesiva) interactuar y coexistir en el marco del mismo sistema político vador, es decir, a Ospina Pérez ( 1946-1950) y a Laurean o Gómez
socioeconómico. Ahora nuestra tarea es definir las diferentes condicio- (1950-1954). Estos dos dirigentes conservadores fueron fuertes antago-
nes históricas bajo las cuales la evolución de tal dualidad institucional se nistas de los sindicatos de trab;;~adores y de la oposición de izquierda,
fue integrando dentro de la estructura socioeconómica permitiendo la aunque diferían sobre la política econón1ica proteccionista33 . La ANDI y
sostenibilidad de una «de1nocracia electoral» a partir de 1958. En ese Fedecafe no compartían la 1nisma posición frente al proteccionismo co-
entonces, la exclusión política y la incapacidad del Estado para encar- mercial, puesto que el café, en su de cultivo de exportación,
garse de la problemática agraria impulsaron la institucionalización de dependía del grado de apertura de los mercados internacionales, en
1~ violencia, en particular con el surgimiento de una oposición armada.
particular del de Estados Unidos. Por consiguiente, una de las primeras
Este es el tema de los siguientes capítulos. consideraciones era que el proteccionismo del gobierno colombiano
no socavara el acceso de Fedecafe al mercado estadounidense. Este con-
flicto de intereses entre Fedecafe y la ANDI fue largo y contencioso,
LA LEY 135 DE 1961 YEL INSTITUTO COLOMBIANO
DE REFORMA AGRARIA (INCORA) pero la ANDI asumió la posición dominante desde mediados de los años
cuarenta34 .
Durante la conformación del Frente Nacional y en los años posterio- La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), que representaba a
res, ninguna de las facciones de la clase dominante gozaba de una posi- la oligarquía terrateniente y a los industriales del agro, consideraba que
ción hegemónica que le hubiera permitido construir un consenso en el proteccionismo afectaba de manera negativa sus importaciones pri-
torno a un conjunto de «ideas» para solucionar problemas básicos en lo marias, como las de fertilizantes y maquinaria, lo a su vez aumenta-
relativo al modelo de desarrollo capitalista del país. Su efecto más visi- ba los precios internos de los productos alimenticios. El Estado implantó
ble se da sobre el sector agrario. Las ideas reformistas burguesas del una políti~a con un grado de proteccionismo que respondía a las nece-
presidente Carlos Lleras Restrepo, casi tres décadas después, no tuvie- sidades de la burguesía industrial y daba a Fedecafe un amplio margen
ron una acogida mejor que las de López. El equilibrio interno de fuer- para que determinara las estrategias de mercadeo del café, a la vez que
zas en el que se basaba el Frente Nacional, hizo que la burguesía industrial dejaba en manos de la SAC las decisiones referentes a la reforma agra-
y agroindustrial se viera abocada a fortalecer su representación de clase ria. Un ejemplo de cómo el Estado gestionaba la política de tierras du-
mediante sus asociaciones respectivas para poder tomar la iniciativa en rante el Frente Nacional fue la aprobación de la ley de reforma agraria
la representación y defensa de sus intereses.
(Ley 135) en 1961, que sólo fue promulgada después de que se llegó a
Por ejemplo, durante la bonanza cafetera y mientras el café consti-
un consenso entre las clases dominantes representadas por los grupos
tuyó la columna vertebral de la economía, no cabía lugar a dudas sobre
anteriormente mencionados 35 . Cuando la ley fue sometida a un Congre-
la influencia política de la Federación Nacional de Cafeteros de Colom-
so dividido entre liberales y conservadores, sólo unos cuantos conserva-
bia (Fedecafe), el grupo que representa a los cafeteros más pudientes.
dores se opusieron. La ley se promulgó únicamente cuando los grandes
Sin embargo, el crecimiento del sector industrial en los años cuarenta y
terratenientes moderaron los criterios para la expropiación de tierras e
cincuenta, de un 14,8% del PIB entre 1945-1949 a 21,1% del PIB para
instituyeron adecuados procedimientos de indemnización y sistemas de
1965-1969, disminuyó la importancia del sector cafetero y del sector
pagos.
agrario en general. La contribución del sector agrario al PIB (café in-
La Ley 135 tuvo co1no finalidad beneficiar a los minifundios y a los
cluido), pasó de un 40,5% entre 1945-1949 al 26,6% para el período
n1ovimientos de colonización, n1~jorar su productividad 1nediante asis-
1965-1969. Este can1bio estructural se vio acompaíiado por una crecien-
tencia técnica, incren1entar el nivel de ingresos mediante el fomento de
te afirmación de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), que se
cooperativas ca1npesinas y prestar un n1ejor servicio. Estas metas altruis-
convirtió en la expresión de los intereses industriales de la burguesía.
58 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 59

tas, que no se cun1plieron en su totalidad, buscaban reesta- de importaciones al mercado nacional. El mercado de bienes de consu-
blecer la autoridad las clases dominantes en las zonas rurales, la cual mo se saturó desde los años cincuenta y la industlia cumplía un progra-
había sido desestabilizada durante la guerra civil. Sin embargo, algunos ma de sustitución de ünportaciones de bienes intermedios y de capital 40 .
proyectos bajo el recién fundado Incora se emprendieron en zonas de La baja de los precios internacionales del café, en esa época, contribuyó
conflicto, como los departamentos del Tolima, Huila, Cundinamarca, a la disminución de las reservas internacionales que tanta falta hacían
Santander, Norte de Santander y Antioquia y en nuevas zonas de colo- para comprar equipos en el exterior41 • Estas condiciones condujeron al
nización en Ariari (Meta) y Sarare (Meta) 36 . En las zonas de estancamiento del sector industrial y al incremento del desernpleo ur-
latifundio fue muy lo que se hizo, aun en aquellas zonas donde se bano, que llegó all3% en 1967, un aumento del 4,9% con respecto al
debería haber introducido la reforma agraria. Los latifundios, en particu- registrado en 196442 . Dadas las condiciones económicas tan difíciles, la
lar los de la costa y con la excepción de los de los Llanos Orienta- lucha de clases se volvió inevitable, tanto dentro del contexto regional
les, se libraron en buena de La Violencia37 • Esto se debió a que la como del internacional, caracterizado por rnovimientos revolucionarios
mayoría de los grandes terratenientes la costa atlántica eran liberales, al y por el marco político de la guerra fría, que internacionalizaba más y
hecho de que esta región se encuentra de Santander y del inte- más los conflictos locales.
rior del país una cadena de 1nontaúas y llanuras y a la baja densi- Es en este contexto donde el dictador militar populista Rojas Pinilla
dad de población aún más el de la guerra ganó terreno político y amenazó con socavar el régimen del Frente Na-
Los términos la distribución de tierra eran tan ambiguos que el cional. A finales de los años cuarenta, Jorge Eliécer Gaitán había plantea-
Ministerio Agricultura tuvo la determinar tierras do la misma amenaza, y las clases dominantes habían sumido al país en
podían ser Se llegó a este después de el una guerra civil para evitar ese camino. Posteriormente, las clases domi-
Estado cedió ante las exigencias de y otros empresarios para nantes decidieron cerrar filas en torno a Carlos Lleras Res trepo ( 1967-
que las tierras bajo su tutela por fuera de toda posibilidad de 1971) -un burgués reformista muy parecido a López Pumarejo-, quien
expropiación 39 . En 1971, menos del1% de las tierras sujetas a la expro- gobernó una Colombia muy distinta. Algunos segmentos de la clase do-
fueron distribuidas, y de éstas la eran baldías. Más aún, minante consideraron que la solución de la crisis económica era la clave
la distribución de estas tierras se vio obstaculizada por una serie de requi- para ponerle coto al encanto político de Rojas Pinilla y de su movimien-
sitos que tenían que los colonos tener derecho al crédito y to Alianza Nacional Popular (Anapo). Se tomaron muchas medidas para
establecer legalmente los linderos de sus tierras. Estos requisitos fueron manejar la crisis económica, tema que no abordaré en este escrito, con
óbice avance de la reforma y las excepción de uno de los principales componentes de estas medidas: la
mejores tierras de los latifundios quedaban por fuera del alcance de la reforma agraria. Carlos Lleras propuso que, a fin de solucio-
ley. En consecuencia, la 135 no era que las leyes y nar el problema del desempleo, era necesario resolver la crisis de la
el fracaso institucional exacerbó de nuevo conflictos de tierras. economía campesina de subsistencia, que estaba impulsando la rnigra-
Durante los años sesenta, la econon1ía de subsistencia '-....... u'-''-'•JAAJLU. ción rural hacia las ciudades (es 1nencionar aquí Carlos
entró en un marcado una creciente lnoviliza- Lleras Restrepo también fue uno de los principales arquitectos de la
ción del campesinado bajo el liderazgo de la Asociación Nacional de Ley 135 de 1961 y una de las fuerzas apoyaron su promulgación por
Usuarios Can1pesinos (ANUC), en y de otros grupos po- parte del Congreso).
líticos de como las Fuerzas Annadas de Co- El gobierno de Carlos Lleras Restrepo propuso una serie de leyes
lombia (FARC), fundadas en y el Ejército de Liberación Nacional que planteaban la distribución obligatoria de las tierras de las hacien-
(ELN), fundado en 1965. Para mediados de los aüos sesenta, la econo- das en las que la norma de tenencia era el arrendamiento y la aparcería,
lnía colombiana había entrado en v el sector industrial había
/
corno se ha rnencionado en este 1nisn1o capítulo. Los terratenientes,
alcanzado los lúnites de lo que podía ofrecer la política de sustitución que ya habían logrado abortar todos los intentos de refonna anteriores
60 Sistemas de guerrá Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 61

a través de una oposición política directa en el Congreso o n1ediante el Las ca1npaüas militares del gobierno de Guillermo León Valencia
uso de su poder local para sabotear la implantación de reformas opusie- para erradicar las ligas de defensa ca1npesina -o las llamadas «repúbli-
ron resistencia. Por medio de los partidos Conservador y Liberal, los cas independientes» establecidas en Marquetalia, El Pato, Guayabera, y
terratenientes se las arreglaron en el Congreso para modificar el decre- Riochiquito entre 1964 y 1965- quebrantaron los esfuerzos de la fac-
to conocido cmno la Ley 1a. de 1968, la cual reconocía los derechos de ción burguesa-reformista para atraer a los ca1npesinos hacia su proyecto
los aparceros y arrendatarios a la tierra; introdujeron tantas restriccio- burgués y apartarlos de una revuelta campesina en ciernes 46 . Estas cam-
nes que imposibilitaron virtualmente su aplicación. Como respuesta, paüas militares radicalizaron a los ca1npesinos y configuraron el telón
Carlos Lleras buscó el apoyo del campesinado mediante el establecilnien- de fondo para las divisiones entre una facción radical y una facción con-
to de laANUC como entidad parcialmente gubernamental, con el objeti- servadora, que sacudieron a la ANUC en los aüos setenta. La dinámica
vo de vencer la resistencia de los terratenientes mediante la creación de del conflicto de clase llegó a tal punto que ni el marco institucional
nuevas realidades sociales en el terreno. Se tr:-:1taba de una nueva adapta- (leyes de tierras) ni el mecanismo organizativo (ANUC) pudieron apa-
ción de la alianza de la facción burguesa reformista de López Pumarejo ciguarlo. Esto llevó a la derrota del programa de Carlos Lleras Restrepo
con el campesinado, pero esta vez con una base organizativa: la ANUC. y a la subsiguiente represión violenta por parte del Estado instituciona-
La principal función de la ANUC era la coordinación de una ~~refor­ lizada en 1978 a través del Estatuto de Seguridad, que complementó la
ma agraria masiva» 43 . Esto constituía una violación directa de los acuer- legalización de los grupos paramilitares de 1962 (Ley 48 de 1968) como
dos del Frente Nacional y generó preocupación entre los grandes herramientas para combatir la radicalización del campesinado y de los
terratenientes y otros sectores de la clase dominante. Según Zamosc, la grupos armados de base campesina. Más aún, en las regiones en las que
función de la facción reformista fue «crear presiones externas para so- la ANUC registró sus movilizaciones 1nás importantes, su posterior de-
cavar la posición de la clase terrateniente, cambiando así el equilibrio clive otorgó validez al movimiento guerrillero como una alternativa po-
de fuerzas dentro del Frente Nacional y creando un clima más favorable lítica. Esto sucedió a lo largo de la costa atlántica (Sucre, Bolívar) y en el
para la implantación de la reforma agraria» 44 . En este análisis, el campe- Magdalen~ Medio y los Llanos Orientales 47 .
sinado era la única fuerza social y el aliado obvio de la facción burguesa En los aüos noventa, casi todas las regiones donde los movimientos
reformista. Pero Zamosc subestima la importancia de las presiones de campesinos disputaban la tenencia de la tierra, se convirtieron en esce-
las bases, que se originaban en la insurgencia armada y en las persisten- narios de batalla entre la insurgencia armada y los grupos paramilitares
tes luchas campesinas de los aüos cincuenta y sesenta que se dieron en con la participación ocasional de las fuerzas del Estado 48 .· Esta situación
varios departamentos por el acceso a la tierra. Una interpretación más provee evidencia significativa a mi argumento central en el sentido de
razonable puede ser que la facción burguesa de Carlos Lleras Restrepo, que, históricamente, los ordenamientos institucionales y organizativos
en una tentativa por desestabilizar a la derecha y a la izquierda, aprove- no lograron contener los antagonismos sociales y, a su vez, su fracaso
chó el conflicto agra1io para atraer al campesinado hacia su proyecto exacerbó el conflicto. Para contextualizar el conflicto social que se pro-
burgués. Por lo tanto, el fracaso de Carlos Lleras Restrepo para ganarse longó a lo largo de las tres décadas siguientes, comprender su desarro-
el campesinado no sólo dependió de terratenientes y campesinos, sino llo dentro de las estructuras departan1entales y por qué la estructura
también de una dinámica de lucha de clase y de su gravitación hacia institucional quedó postrada ante la posición recalcitrante de los terra-
una solución armada en vista de la incapacidad de las instituciones del tenientes y la radicalización del campesinado, es necesario examinar el
Estado para contener el conflicto. Las «repúblicas campesinas» de los contexto en el cual ocurrió el conflicto.
aüos cincuenta y sesenta tuvieron un impacto significativo sobre el dis- Aproximadan1ente 76,9% de los conflictos de tierras en 1971 ocu-
curso político de las clases do1ninantes y, por consiguiente, sobre las rrieron en los latifundios de la costa atlántica, en los valles interandinos
políticas del Estado, pocos meses antes de la elección de Carlos Lleras y en los Llanos Orientales, donde se desarrollaban los grandes latifun-
Restrepo 4:). dios ganaderos y el capitalisrno agrario 49 . Los restantes conflictos terri-
62 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistenw de guerra 63

toriales se dieron en las zonas de minifundio, en los departamentos an- do de sitio, de los tribunales militares, además de los llamados de siempre
dinos. En los ai1os ochenta y noventa, el desarrollo capitalista se vio ace- pidiendo tierra, crédito, mejores mercados y un transporte interurbano
lerado por la llegada de los cultivos industriales de palma africana y más económico 50 .
cultivos ilícitos. Es importante resaltar que los perfiles de la Ley 135 y de Un mes después, otro comunicado del consulado de los Estados
las leyes de 1968 no estipulaban un mecanismo eficaz para la distribu- U nidos en Cali describía la intensificación del conflicto de tierras en
ción de la tierra, ni el Incora tenía la capacidad para responder a la de- estos términos:
manda creciente de tierra. Todo esto ocurría en un contexto caracterizado
por una rápida transformación capitalista de la economía rural expresa- En horas de la mañana del14 de noviembre, aproximadamente 50 fa-
da en una mayor concentración de la tierra, un menor uso de mano de milias invadieron seis acres de tierra de propiedad de la azucarera Papayal
en Palmira, Valle, a unos 30 kilómetros de Cali. Las familias son campesi-
obra y un estancado sector industrial incapaz de absorber la Inano de obra
nos pobres sin tierra que sobreviven como carroñeros económicos, traba-
excedente. Para empeorar las cosas, ahí estaba el Frente Nacional, un sis-
jando cuando hay trabajo, comiendo cuando logran conseguir qué comer.
tema de consociación rígido y excluyente que no daba respiro a la disen- Se envió policía y tropas para remover a los ocupantes. Se generó una bata-
sión. Cuando sí permitió la disensión y se intentaron algunas reformas, lla intensa, varios soldados salieron quemados con agua hirviendo. Uno de
como se hizo bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, no se tuvo éxito, los ocupantes murió de un tiro. Finalmente se pudo expulsar a los invaso-
pues las ideas de reforma del presidente, tendientes a introducir m.edidas res y los líderes de la banda fueron arrestados 51 •
de reforma agraria, no lograron conformar una base de apoyo en la bur-
En estas condiciones, en enero de 1972, el gobierno de Misael Pas-
guesía industrial ni en la agroindustria.
trana llamó a los represen tan tes de los dos partidos, así como de los
grupos empresariales, a una reunión en Chicoral. El desenlace de la
EL ACUERDO DE CHICORAL: ANTIRREFORMISMO
reunión fue un pacto para echar atrás la reforma agraria del gobierno
El presidente Misael Pastrana emprendió el camino de la contrarre- de Carlos Lleras Restrepo. A cambio del pago de impuestos sobre sus
forma con el apoyo de las burguesías industrial, agroindustrial, terrate- propiedades, los terratenientes recibían la garantía de que la distribu-
niente y ganadera. Las invasiones de tierras de 197l, patrocinadas por ción de tierras al campesinado sería limitada y de la aprobación de unas
la facción radical de la ANUC-Línea Sincelejo, alertaron a estos grupos políticas de crédito supremamente favorables como medida de apoyo al
sobre las dificultades, si no las imposibilidades, de contener -dentro sector agroindustrial. Por consiguiente, la 135 modificada para
de los contornos sociopolíticos de la política de partido tradicional- a asegurar la indemnización por expropiación basándose en el precio del
un campesinado movilizado, como era la intención original de Carlos mercado y no en el avalúo catastral; la mayor se pagaría en efecti-
Lleras Restrepo. Cada vez fue más difícil contener la lucha y los antago- vo y el restante con intereses más altos. Las 4 y 5 de 1973 y la
nismos de clase en el marco de las reformas agrarias promovidas por el 6 de 1975 atenuaron más los patrones de subexplotación, lo que dificul-
presidente. Las organizaciones del Estado, como el Incora y la ANUC, tó aún más la expropiación.
se vieron abrumadas por los acontecimientos. La Ley 6, o de Aparcería, puso fin a la posibilidad de que los
Un telegra1na de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá descri- aparceros pudieran cobrar una inde1nnización por las mejoras hechas
bía los acontecimientos así: por ellos durante la tenencia. La Caja Agraria, creada para prestar servi-
cios financieros a la agroindustli.a, complementaría las 4 y 5. Estas
Una oleada de invasiones de tierras que comenzó el8 de octubre [ 1971],
leyes de1nostraron, por un lado, el co1npromiso del gobierno con el
continúa sin aminorar; el12 de octubre trajo nuevas invasiones de miles de
campesinos en Boyacá, Huila y Tolima; no se han seii.alado actos violentos
desarrollo capitalista del agro y, por otro, una indiferencia total hacia
pe1~o sí algunas detenciones. La ANUC, un grupo campesino infiltrado por los intereses 1nás básicos del can1pesinado. Esto ünplicó la adopción de
los comunistas y originalmente creado por el gobierno, expidió un mani- un camino n1uy claro de supresión brutal funda1nentado en la violencia
fiesto el 13 de octubre reclamando la libertad de asociación, el fin del Esta- estatal. Ta1nbién den1ostró que cuando las clases dominantes y la élite
64 Sistemas de guena Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 65

política consideran que sus intereses están a1nenazados, cierran filas. igualitaria de la tierra, los ingresos y el poder político52 • El resultado fue
Esto fue lo que sucedió durante el segundo 1nandato de López Pumare- que el Frente Nacional aseguró a las clases dmninantes un control firme
jo y nuevamente bajo el gobierno de Carlos Lleras Res trepo. El realinea- de las instituciones del Estado y de sus políticas mediante un complejo
miento de clase y político de los años cuarenta-al igual que el de finales proceso de co1npron1isos políticos y económicos que favorecieron a los
de los aúos sesenta- demostró que en el seno de las clases dominantes, terratenientes.
las «facciones reformistas» eran anomalías que nunca conseguían sufi-
ciente respaldo dentro de la burguesía como para inclinar la balanza en LA REFOR:MA AGRARIA EN LOS AÑOS OCHENTA Y NOVENTA
favor de sus políticas. Y LA EMERGENTE ECONOMÍA RENTISTA
Los latifundistas de la costa atlántica, némesis de cualquier medida El Incora otorga los títulos y administra la refonna agraria, incluso
de reforma agraria, se declararon satisfechos con el nuevo pacto; la
la adquisición, distribución y prestación de servicios de asesoría. En 1990,
amenaza que representaban los ca1npesinos, sin e1nbargo, todavía no había adquirido 1,3 millones de hectáreas por compra o expropiación,
estaba superada. Durante la colonización de tierras y conflicto de 1971, y otros 4,8 millones de hectáreas a través de la anulación de los tít_ulos
principalmente en el territorio de latifundios, la respuesta de los lati- de propiedad de tierras subutilizadas o abandonadas. El Incora tiene
fundistas fue tomar las cosas.en sus manos y emplear una violencia orga- dos programas de distribución de tierras: uno funciona en zonas de refor-
nizada dirigida en contra de los líderes campesinos, los organizadores y ma agraria y está dirigido a los campesinos pobres con tierras inadecua-
las figuras de la izquierda. Este comportamiento represivo fue aceptado das, y el otro, a los c~mpesinos y finqueros pudientes. Entre 1961 y 1990,
por el Estado y con frecuencia coordinado por sus aparatos coercitivos, el Incora distribuyó 1,07 millones de hectáreas a unas 60.000 fan1ilias en
principalmente el militar. Esto marcó otra fase en el proceso de una las zonas rurales y registró más de 300.000 títulos que abarcaban tnás de
violencia institucionalizada, que llegó a mayores niveles de instituciona- 9,2 millones de hectáreas de tierras públicas. Adicionalmente, estable-
lización en los años ochenta y noventa con el surginliento de una narco- ció más de 256 reservas, que cubren 25 millones de hectáreas y benefi-
burguesía agraria. Los grandes terratenientes crearon su propia fuerza ciaron a unas 37.000 familias indígenas 5 ~. Sin embargo, la distribución
paramilitar, especialmente después de 1961. Para 1965, los grupos para- de tierras por el Incora fue mínima en comparación con la «contrarre-
militares fueron reconocidos legalmente por el Estado para combatir el forma» agraria resultante de ajustes presupuestarios y de las fuerzas del
entonces naciente movimiento guerrillero radical de base campesina.
mercado.
En consecuencia, el fracaso de las instituciones creó el escenario de un Tal vez la fuerza más notoria que motivó la contrarreforma fue el nue-
sistema de guerra que se convirtió en la modalidad principal de nego- vo estrato terrateniente que amasó su fortuna a través del narcotráfico y
ciación y resolución de los conflictos sociales. del tráfico de esmeraldas y que adquirió grandes extensiones de tierras
. La incapacidad de las clases dominantes para producir una facción fértiles, en su mayoría en zonas de conflicto, como Magdalena Medio,
hegemónica -para bien o para mal- generó un ordenamiento de poder Cesar, Urabá, Putumayo, Meta, Córdoba, Bolívar y Boyacá. Se calcula que
consensual que restringía la autonomía política del Estado. Se esperaría la narcoburguesía adquirió en muy pocos aíi.os más tierra de la que distri-
que el Estado fuera más autónomo si un equilibrio de poder dentro de buyó el Incora durante un período de treinta aíi.os54 . En los aú.os ochenta
la clase dominante ünpidiera el surgimiento de un poder hegemónico. y noventa, los narcotraficantes adquirieron aproximadamente 4,4 millo-
No obstante la autonomía de corta duración del primer 1nandato de nes de hectáreas con un valor aproxiinado de 2.400 millones de dólares .
55

López Pumarejo, éste no fue el caso de Colombia en particular, porque Por consiguiente, la narcoburguesía aceleró un desarrollo capitalista ren-
las alianzas entre catnpesinos, clase obrera y clase media eran débiles y tista del sector agrario, en particular 1T1ediante ganadería extensiva y es-
su resistencia no era lo suficientemente vigorosa co1no para representar peculación de tierras (véase Capítulo 5). En este tipo de desarrollo
un poder que sirviera de contrapeso a las clases donlinantes y otorgara económico rentista resalta el valor especulativo de la tierra antes que su
n1ayor autonon1ía al Estado en la irnplantación de una distribución Inás productividad, lo que, en parte, explica el decreciente uso de la tierra
66 Sistemas de guerra FTacaso institucional: génesis del sistema de guerra 67

para fines agrícolas. Algunos eje1nplos de esto son las grandes propieda- También es importante tener presente que durante los aúos ocll.en-
des que constituyen el43% de la tierra productiva del país, de la cual sólo ta se hicieron grandes descubrimientos de petróleo, carbón y oro, con
el 9% se encuentra cultivada; las tierras restantes (de las cuales más de 5 lo cual se incrementaron las inversiones de las 1nultinacionales en las
millones de hectáreas son tierras cultivables) están inutilizadas o subutili- zonas rurales. Este factor, junto con la liberalización económica, generó
zadas; y unas 800.000 hectáreas de medianos y pequeños campesinos se una serie de cambios significativos en las funciones social y económica
quedaron sin cultivar en los aúos noventa (véase Tabla 2.1) 56 . de la tierra. Con la creciente integración de la economía nacional a los
Esta tendencia rentista está convirtiendo a Colombia en importador mercados globales, la configuración de los conflictos de tierras también
neto de los principales productos de consumo alimenticio y está arrui- comenzó a experimentar cambios importantes. La nueva fractura del con-
nando los cultivos comerciales tradicionales. A partir de comienzos de flicto que comenzó a configurarse en los años ochenta se da entre la
los aúos noventa, esta tendencia recibió un impulso importante gracias economía rentista y una economía de subsistencia campesina repre-
a las políticas de liberalización económica implantadas por gobiernos sentada por campesinos pobres, colonos y comunidades indígenas y
sucesivos, que redujeron las tarifas y los gravá1nenes sobre los productos negras cuyas tierras se convirtieron en blanco de los especuladores
importados a precios con los cuales los productores locales no estaban (narcotraficantes, compañías de finca raíz y personas pudientes) y de
en condiciones de competir. Un ejemplo es el algodón, que hasta fina- las compañías multinacionales 57 . La oligarquía terrateniente tradicio-
les de los años ochenta era uno de los principales cultivos comerciales, nal, que había liderado el conflicto desde los años veinte, comenzó a
vital para la industria de textiles nacional y que perdió terreno frente a ceder ante las nuevas fuerzas sociales: los especuladores de tierras, los
importaciones más económicas. Como consecuencia, de las 350.000 hec- agroindustriales, las corporaciones multinacionales (de petróleo, oro y
táreas sembradas de algodón en 1980, en el año 2001 sólo' quedaban carbón) y ante la narcoburguesía. En los capítulos 5 y 6 se exa1ninarán
35.000. Por consiguiente, la liberalización económica apoyó el viraje de en detalle las implicaciones de este cambio en la dinámica del conflicto.
la economía hacia el uso especulativo y extractivo de la tierra a expensas Por ahora, sin embargo, es importante hacer hincapié en que ni
de la producción, ya que esta última función dejó de ser competitiva las cambiantes funciones económicas de la tierra ni la configuración
para finales de los años noventa. de las fúerzas sociales en conflicto frenaron el proceso de concentra-
ción de la tierra (la llamada «contrarreforma») que comenzó a raíz de
TABLA 2.1 Porcentaje de fincas (1988-1996) los acuerdos de Chicoral. Más bien, contribuyeron a su aceleración. La
concentración de la tierra había llegado a nuevos topes para finales de
Porcentaje Porcentaje de Porcentaje de
de fincas tierra cultivable tierra cultivada
los aí1os noventa: los grandes terratenientes incrementaron sus propie-
dades de 32,5% de la tierra agrícola del país en 1984 a 35,7% en 1988;
1988 1996 1988 1996 1988 1996 llegaron al43,1% en 1996 y al45% en 1997 (véase Tabla 2.1) 58 .
Muy pequeñas 3,7 49,4 32,8
48,5 50,2 3,7
0-5 ha

Pequeñas 9,9 32,9 19,8


28,5 27,8 11,4
5-20 ha
Medianas 18,3 11,2
11,6 11,8 14,4 14,0
20-50 ha

Grandes 10,6 7,3


9,4 8,0 34,8 28,2
50-200 ha

Fuente: Datos del Ministerio de Hacienda para el período entre 1988 y 1996, Bogotá,
Colombia.
NOTAS

l. Antonio Negri, ThePolitics oJSubversion: A Manifestoforthe Twenty-First Century (Cam-


bridge: Polity Press, 1999), p. 172.
2. Ira Gollobin, Dialectical Materialism: Its Laws, Categories and Practice (Nueva York:
Petra, 1986), p. 164.
3. Ellen Immergut, «The Theoretical Core of the New Institutionalism>>, en Poli-
tics and Society 26, núm. 1 (marzo de 1998): 20 (5-34).
4. Leon Zamosc, The Agrarian Question and the Peasant Movement in Colombia (Londres:
Cambridge University Press, 1986), p. 9.
5. Gonzalo Sánchez, Ensayos de historia social y política del siglo XX (Bogotá: El Áncora
Editores, 1984), p. 130.
6. !bid.
7. Zamosc, ojJ. cit., p. 11.
8. Véase T. Lynn Smith, Colombia: Social Structure and the Process ofDevelopment ( Gaines-
ville: University ofFlorida Press, 1967); véase también Orlando Fals Borda, Historia de la
cuestión agraria en Colombia (Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1985), pp. 83-84.
9. Catherine LeGrand, Frontier ExjJansion and Peasant Protest in Colombia 1850-1936
(Albuquerque: University ofNew Mexico Press, 1986), p. 68.
10. !bid., p. 63
11. !bid.
12. David Forgacs (ed.), The Antonio Gramsci Reader: Selected Writings, 1916-1935 (Nue-
va York: New York University Press, 2000), pp. 204-209.
13. !bid., p. 205. Gramsci articuló tres momentos en el desarrollo histórico de una
fuerza hegemónica que tienen pertinencia para nuestro estudio. El primer -y más
rudimentario- momento se da en el campo económico corporativo: un comerciante
se solidariza con su colega comerciante, un fabricante con otro fabricante y así sucesiva-
mente. Sin embargo, el comerciante no se solidariza con el fabricante. En otras pala-
bras, quienes forman parte de un sector de profesionales son conscientes de su unidad
y homogeneidad y de la necesidad ele organizarse, pero no en términos ele un grupo
70 SisteJTWS de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 71

más amplio. Un segundo momento es cuando se alcanza una conciencia sobre la solida- 25. Para documentarse sobre la posición de la burguesía industrial contra López
ridad de intereses entre todos los miembros del grupo social, pero únicamente en la Pumarejo, véase Eduardo Sáenz Rovener, La ofensiva emjJresarial: Industriales, jJolí:icos y
esfera económica. Durante este segundo momento ya se ha suscitado el problema del violencia en los añ.os 40 eli Colombia (Bogotá: Tercer Mundo, 1992).
Estado, pero sólo en lo que se refiere a permitir una igualdad político-jurídica con los 26. Para una tipología de las condiciones socioeconómicas ele La Violencia, véase
grupos dirigentes: se reclama el derecho a participar en la legislación y administración, Gonzalo Sánchez, Guerra y jJolítica en la sociedad colombiana (Bogotá: El Áncora, 1991),
y hasta de reformarlas sin alterar radicalmente las estructuras. Un tercer momento es pp. 121-228.
aquél en el que se genera una conciencia sobre los propios intereses corporativos -su 27. Durante La Violencia, los intermediarios locales tomaron ventaja del terror para
condición presente y desarrollo futuro- transcendiendo los límites corporativistas de acumular tierra y capital a expensas de pequefi.os y graneles propietarios de tierra. Véan-
un grupo meramente económico, y convirtiéndose a los intereses de otros grupos su- se Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, «The Business of the Violence: The Quinclío in the
bordinados. Ésta es la fase más política, la fase en que las ideologías que habían germi- 1950s and 1960s>>, en Bergquist, Peúaranda y Sánchez, op. cit., pp. 125-154, y Sánchez,
nado con antelación se convierten en «partido», entran en conflicto hasta que una de ojJ. cit., p. 125.
ellas -o como mínimo una única combinación entre ellas- prevalece, se lleva la de- 28. Leon Zamosc esboza dos caminos del desarrollo capitalista que puntearon la
lantera, se propaga a toda la esfera social y trae así unión en los campos moral e intelec- problemática agraria: uno es el terrateniente, que comporta la concentración de tierra
tual, así como en los campos económico y político, suscitando el cuestionamiento sobre que favorece las condiciones de una agricultura capitalista basada en la mano de obra
cuál es la lucha que se libra en el plano universal, no en el ámbito corporativista. De esta asalariada y la producción a gran escala. El otro es el campesino, que se caracteriza por
manera se crea la hegemonía de un grupo social fundamental por encima de una serie pequeúas tenencias de tierra basadas en el trabajo familiar. Leon Zamosc, ojJ. cit., p. 7.
de grupos subordinados. Los grupos sociales dominantes en Colombia en el siglo XX se 29. Sánchez, ojJ. cit., pp. 125-27.
sitúan básicamente en el segundo momento identificado por Gramsci; pero no fue sino 30. Véanse Nazih Richani, Dilemmas oj Denwcmcy and Political Parties in Sectarian Socie-
hasta finales de siglo cuando surgió una fuerza hegemónica potencial, tema discutido ties: The Case ojthe PSP in Lebanon (Nueva York: St. Martin's, 1998); Arendt Lijphart, The
en el Capítulo 6. Politics of Accomodation: Plumlism and Dernocmcy in the Netherlands (Berkeley: U niversity of
14. Clases dominantes es un término utilizado en esta investigación para designar la California Press, 1968); Lijphart, Democmcy in Plural Societies: A ComjJamtive ExjJlomtion
posición estratégica ocupada por grupos sociales en una serie de diferentes jerarquías (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1977). El argumento central planteado en
institucionales, aunque sin constreúirse a la organización de la produ~ción. La clase estos tres libros es que las sociedade; divididas por cuestiones regionales, étnicas, reli-
terrateniente, por ejemplo, controlaba no sólo una parte importante de la economía giosas, de lenguaje y de clase podrían ser o bien atemperadas por un comportamiento
rural, sino también posiciones políticas, profesionales y sociales, al igual que sectores concilatorio de las élites o bien exacerbadas, llevando a guerras civiles. La guerra civil
externos a la economía rural. En este libro empleo el término en su forma plural debi- libanesa (1975-1989) y las guerras civiles colombianas del siglo XIX y de la época de La
do a que ninguna de las facciones de la clase dominante en Colombia ejerció la hege- Violencia (1948-1958) son ejemplos de conflictos entre élites, agravados por la interac-
monía en el sentido gramsciano durante el transcurso del sigLo XX. Esta definición ha ción de divisiones sociales basadas en religión, región y clase. Aunque en Colombia la
sido usada por Ronald Chilcotte en «Book Review Coffee, Class, and Power in Central mayor parte de la población es católica, el conflicto laico contra el sectario, encarnado
America», en Latin American PersjJective 26, núm. 2 (marzo de 1999), pp. 169-171. en los partidos Conservador y Liberal, fue el equivalente funcional de los conflictos
15. Véase Jesús Antonio Bejarano, «El despegue cafetero, 1900-1928» en José Anto- intersectarios, como el del Líbano, debido a la motivación ideológica de quienes parti-
nio Ocampo, HiStoria económica de Colombia (Bogotá: Tercer Mundo, 1994), pp. 173-207. cipan en este tipo de conflictos. Por ejemplo, muchos liberales fueron asesinados por-
El incremento en la producción de café llevó al desarrollo de un mercado interno con- que eran percibidos como ateos y personas que estaban en contra de Dios y, por
solidado por nuevas redes de transporte terrestre y vías férreas. Por ejemplo, en 1898 consiguiente, se consideraban menos humanos que los conservadores.
existían 593 kilómetros de vías férreas, de las cuales 71,4% eran usados para transportar 31. Véase Daniel Pecaut, Crónicas de dos décadas de jJolítica colombiana (Bogotá: Siglo
café; en 1914las vías de este tipo se incrementaron a 1.143 kilómetros, de los cuales el Veintiuno).
80,4% eran usados para el transporte de café; en 1922 ya existían 1.571 kilómetros, y la 32. Este análisis recurre a la perspectiva de Lewis Coser, The Functions of Social Conflict
proporción ascendía al 89%. (Nueva York: Free Press, 1956) y Georg Simmel, Conflict (Glencoe, III: Free Press, 1955).
16. Véase David Bushnell, The Making of Modern Colombia: A Nation in SjJite oj ltseif 33. Esta observación soporta la visión de Rueschemeyer, Stephens y Stephens, CajJita-
(Berkeley: University of California Press, 1993), p. 185. list Develojmzent and Democracy ( Chicago: U niversity of Chicago Press, 1992).
17. José Antonio Ocampo, en Ocampo, ojJ. cit., p. 239. 34. Jorge Cárdenas, presidente de Fedecafé, entrevista con el autor, Bogotá, 1996.
18. Citado en Smith, ojJ. cit., pp. 248-249. Jorge Cárdenas reflexionó sobre cómo el poder pasó de manos de la élite cafetera a la
19. Medófilo Meclina, La jJTotesta urbana en Colombia en el siglo XX (Bogotá: Ediciones burguesía industrial, de forma consecuente con la decreciente influencia de Fedecafé
Aurora, 1984), pp. 45-59. dentro del Estado, mientras la ANDI y los conglomerados ganaban espacio en los aii.os
20. !bid., p. 49. ochenta y noventa~
21. Citado por LeGrand, ojJ. cit., p. 156. 35. Véase Miguel Urrutia, «Gremios, política económica y democracia>>, inédito, 1981.
22. !bid. Urrutia afirma que el papel de los grupos empresariales en la articulación ele las políti-
23. !bid., p. 160. cas públicas se sobreestima, pero él tiende a sobreestimar el papel ele los presidentes.
24. Medina, ojJ. cit., p. S4. Para una perspectiva contraria a la ele Urrutia y más consistente con mi análisis, véase
72 Sistemas de guerra Fracaso institucional: génesis del sistema de guerra 73

Bruce Bagley, «Political Power, Public _Policy and the State in Colombia>>, disertación dentes de los campesinos, de los trab~adores asalariados y de aquellos que trabajan en
doctoral, University of California, Los Angeles, 1979. las plantas procesadoras. La naturaleza ilícita de su actividad económica afecta su com-
36. Zamosc, ojJ. cit., p. 36. portamiento y sus objetivos. Un ejemplo es su lucha contra la extradición de los turco-
37. !bid. traficantes capturados en los Estados Unidos, y su apoyo incondicional a los grupos
38. Marco Palacio, Entre la legitimidad y la violencia, Colombia 1875-1994 (Bogotá: Edi- paramilitares de extrema derecha (véase Capítulo 5). La riqueza de los narcotraficantes
torial Norma, 1995), p. 194. clave es aproximadamente de 76.000 millones de dólares, cifra que equivale a cerca del
39. !bid., p. 254. 30% de la riqueza total del país. Éstos son cálculos de Salomón Kalmanovitz, economis-
40. Zamosc, ojJ. cit., p. 46. ta y miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, véase http:/ /wwvv.
41. !bid. unam.mx/cronica/1996/a8096/int006.htm1.
42. !bid. 55. Basado en el estudio de la UNDCP citado en El TiemjJo, 28 de abril de 2000. Se
43. !bid. calcula que el ingreso de los narcotraficantes constituye del 2% al 3% del PIB del país.
44. Zamosc, ojJ. cit., p. 50. 56. Coordinador Nacional Agrario y Consejo Nacional Campesino, Programas agra-
45. Es notable que la relación de Carlos Lleras Restrepo con los militares también rios conservador y liberal (documento de trabajo), Cartagena, Colombia, 22 de septiembre
fuera tensa. En 1969, cuando el comandante Guillermo Pinzón Caicedo fue llama- de 1999. Colombia era autosuficiente en la producción de arroz al inicio de los años
do a calificar servicios, los 20 comandantes de brigada fueron preparados para derrocar ochenta, pero en 1998 se importaron 275.000 toneladas. Aunque se reportaron algunas
a Lleras, pero Pinzón les dijo claramente que él no quería que un gobierno fuera cierro~ /mejoras en la producción en el año 2000 y las importaciones se redttieron, es prematuro
cado por su causa. Este incidente revela que el gobierno de Lleras se encontraba sitiado, concluir que la tendencia fue revertida. Tendencias similares en el incremento de las
y que sus esfuerzos de reforma generaron una fuerte oposición, no sólo entre los milita- importaciones se observan en productos como algodón, azúcar y leche. Véase Ol~yza
res, sino también entre los grandes terratenientes y las fuerzas políticas conservadoras. Market Rejwrt, Colombia, 13 de marzo de 2000.
Una constelación similar de fuerzas había encarado a López Pumarejo algunas décadas 57. A Occidental PetroJeum, por ejemplo, el gobierno le otorgó una licencia para
antes. El recuento del golpe militar se basó en el aerograma A-19, 19 de enero de 1973, excavar en sitios ubicados aproximadamente a 500 metros del resguardo indígena de la
Embajada de Estados Unidos en Bogotá, Department of S tate Bureau ofinteramerican comunidad U'wa (conformado por una población de entre 5.000 y 7.000 personas), lo
Affairs, National Archives. cual generó un fuerte enfrentamiento y amenazó con contaminar las fuentes de alimen-
46. Véase José Jairo González Arias, El estigma de la rejJúblicas indejJendientes 1955-1965 to de toda la comunidad. Más importante, sin embargo, es que su tierra podría ser
(Bogotá: CINEP, 1992). entonces blanco de la apropiación. El Decreto 1122 de 1999 provee al gobierno un
47. Departamento Nacional de Planeación, La jJaz: El desafío jJara el desarrollo (Bogotá: mecanismo legal para «redefinir>> las funciones de las tierras asignadas a las comunida-
Tercer Mundo, 1998), p. 122. De 1970 a 1975, ANUC dirigió una vigorosa lucha por la des indígenas, lo cual podría comprometer los derechos legales en los que se basaba la
tierra que culminó en la redistribución de cerca de 24.000 de las 40.000 hectáreas que comunidad U'wa para luchar contra la Occidental Petroleum. Los campesinos que te-
eran propiedad de terratenientes, pero pronto las bandas paramilitares -como la de nían sus tierras localizadas cerca del oleoducto de Caño Limón-Coveúas las perdieron
Los Pájaros y otros grupos armados de origen familiar, como los Méndez, los Meza y los porque la Ley 160 de 1994 y la Ley de Orden Público requerían el despeje de cinco
Rodríguez, en alianza con las Fuerzas Armadas- lanzaron una campaña de asesinatos kilómetros de radio alrededor de fuentes de petróleo y de minas. Estas leyes condttie-
contra los campesinos y los organizadores de la ANUC. Estas masacres -la más famosa ron a la expropiación de cientos de campesinos que tenían sus terrenos cerca de estas
ocurrió en Ovejas (Sucre)- facilitaron el surgimiento de guerrillas en estas áreas. En minas, oleoductos o fuentes.
Ovejas y en la región de Montes de María fue donde la llamada facción radical de Since- 58. !bid.
lejo de la ANUC surgió en los años setenta. En febrero del año 2000, 78 campesinos
fueron asesinados por paramilitares en la región.
48. !bid.
49. Zamosc, ojJ. cit. p. 74.
50. Embajada de Estados Unidos en Bogotá, octubre de 1971, Department of Sta te
(telegrama), National Archives.
51. Consulado de Estados Unidos en Cali, 1"9 de noviembre de 1971, Department of
State, aerog-rama A-26, National Archives.
52. Véase Dietrich Rueschemeyer, Evelyne Huber Stephens yJohn Stephens, CajJita-
list DevelojJ1nent and Democracy (Chicago: University of Chicago Press, 1992).
53. Banco Mundial, Poverty in Colombia (\tVashington, D. C.: The \Norld Bank, 1994),
pp. 127-128.
54. !bid. El término narcolnu~guesía hace referencia a la fracción de la burguesía que
ocupa posiciones económicas de importancia en la industria de la droga. Los narcobur-
gueses son los propietarios de los medios de producción v los extractores de los exce-
Este capítulo presenta a los militares como una de las organizacio-
nes que ayudaron a crear y perpetuar el sistema de guerra. El capítulo
se ocupa de tres cuestionamientos principales: (a) ¿Por qué los milita-
res escogieron una estrategia de contención militar en cambio de una
política diseñada para eliminar a la guerrilla? (b) ¿Cómo esta estrategia
de contención contribuyó a la formación y consolidación de un cómo-
do impasse? Y, finalmente, (e) ¿qué tipo de intereses institucionales for-
maron los militares bajo este únpasse que contlibuyeron a la emergencia
y consolidación del sistema de guerra?
Mi decisión de discutir sobre las instituciones militares colombia-
nas, particularmente sobre sus Fuerzas Armadas, está basada en el pos-
tulado de Theda Skocpol, según el cual las personas que se encuentran
en las entidades e instituciones del Estado pueden articular sus propias
metas, y en ocasiones realizarlas 1• El asunto clave es determinar las con-
diciones bajo las cuales esto se hace posible y cómo los objetivos e inte-
reses posibles de una de las organizaciones del Estado se cruzan con los
intereses y objetivos de otros grupos y clases sociales. Antes de abordar
los objetivos centrales de este capítulo, es importante retomar algunos
antecedentes acerca de los nülitares y su relación con otros sectores del
Estado, co1nplementando así la discusión sobre la crisis hegemónica
del Estado desarrollada en el capítulo anterior.
76 Sistemas de guerra Los militares)' el cómodo in1passe 77

LA AUTONOMÍA DE LOS MILITARES pronunciada. Este hecho dio pie para que los militares colombianos
tuvieran una autonomía se1nejante a la de sus contrapartes en el resto
A partir de los dos gobiernos militares -el de Rojas Pinilla ( 1953-
de Latinoamérica. Lo irónico es que el amplio margen de maniobra
1957) y el de la junta Militar (1957-1958)-, los militares fueron ganan-
que tenían para manejar sus propios asuntos, los temas de defensa y la
do margen de maniobra en el manejo de dos áreas cruciales: la defensa
política de orden público, puede explicar la renuencia de los militares
del Estado y la del orden público. Estas dos áreas se unieron a la doctri-
colo1nbianos a tomarse el poder político. Se cosecharon los beneficios
na de seguridad nacional adoptada por los militares. Ellos consolidaron
de este orden político sin necesidad de asumir los costes políticos. Apren-
su integración al sistema de seguridad regional a través de sus vínculos
dieron la lección a partir de la experiencia de las dictaduras de Brasil y
con Estados Unidos, país que proveía entrena1niento, asistencia técnica
Argentina, donde los 1nilitares sufrieron graves pérdidas de prestigio,
y adoctrinamiento político. Sin embargo, paradójicamente, mientras que
poder y recursos económicos durante sus pasos por el poder y se vieron
los militares se integraban dentro del sistema de seguridad regional
forzados a regresar a los cuarteles. Posiblemente, la mejor explicación
hemisférica, incrementaban su autonon1Ía respecto de las ramas Ejecu-
para entender la reticencia de los militares colombianos a tomarse el
tiva y Legislativa del gobierno nacionaF. Esto se produjo por las profun-
poder fue la presentada por el ex fiscal, Alfonso Valdivieso, quien dijo:
das divisiones entre los sectores principales de la élite política que, desde
«Los militares siempre han adoptado medidas menos drásticas que la
1958 con el Frente Nacional, acordó mantener el ten1a de seguridad
aplicación de la estrategia de 'ruido de sables'» 3 . De esta manera, las
nacional por fuera de sus disputas políticas.
amenazas de golpe eran tan eficaces y tenían el mismo efecto que el
El acuerdo entre las élites de dejar a los militares por fuéra de sus
golpe mismo y eran menos costosas, explicó Val divieso. Por consiguien-
disputas políticas, como requisito para el manteni¡;niento de una estabi- • .
te, los «rumores de golpe» que Clrcularon durante la era Samper, al
lidad política después de La Violencia (1948-1958), se convirtió en uno
de los legados más perdurables del Frente Nacional (1958-1974); este igual que durante los períodos anteriores, pueden entenderse mejor a
acuerdo sobrevivió hasta 1978. El pacto nacional y el retorno a un régi- partir de la ;;¡nalogía de «ruido de sables» de Valdivieso 4 •
men civil fueron el resultado de un acuerdo con la Junta Militar en el En las causas de la creciente autonomía de los militares se encuen-
poder. Los militares aceptaron la persecución contra Rojas Pinilla a cam- tran dos procesos entrelazados. Por un lado, la carencia de una política
bio de un mayor margen de maniobra en el manejo de sus recursos y coherente decidida por las autoridades civiles que definiera claramente
del orden público. En consecuencia, los militares se convirtieron en los las reglas básicas de una relación entre lo civil y lo militar. Por parte de las
únicos garantes de la estabilidad política, debido a que la Policía se ali- autoridades civiles esto se puede explicar por la falta de un consenso
neó con el Partido Conservador durante la guerra civil. Este acuerdo político de la élite en el poder, todavía atormentada por los sectarismos po-
intraélite, considerado como una necesidad política y puesto en mar- líticos sumados a la guerra entre élites. El segundo proceso entrelazado
cha durante el régimen consensual del Frente Nacional, comenzó a dar es la inercia por el patró? de delegar los asuntos de seguridad frente a
frutos en los años setenta y ochenta, cuando la hegemonía del Estado cualquier carnbio en el futuro si no era del interés de los militares. Si los
encontró un nuevo reto en el poder creciente de la insurgencia y en la intereses militares se veían amenazados, la primera reacción era el rui-
amenaza del crimen organizado. Fueron los militares quienes respon- do de sables, que en la mayoría de los casos favorecía la expansión de su
dieron a estas amenazas, ya que los temas de defensa y seguridad resi- poder-5.
den básicamente en su con1petencia casi exclusiva. El desenlace fueron dos dominios institucionalizados de política
La relativa autonomía de los milita~:es no es exclusiva de Colombia pública, dentro de la cual los rq.ilitares fonnulan y determinan, casi ex-
' clusivamente, las estrategias de seguridad nacional, el orden público y
como tampoco de Latinoamérica, ya que la 1nayoría de los militares goza
de cierta independencia dentro del orden constitucional de1nocrático. el diseúo y la <:jecución de los presupuestos militares. Esto pennitió a
No obstante, en Colon1bia esta condición adquirió un carácter especial los rnilitares articular e ir tras sus intereses con relativa facilidad y sin
debido a la debilidad inherente del Estado con una crisis heae1nónica escrutinio público. La bifurcación de la política pública llevó a una di-
b
78 Sistemas de guerra Los núlitares )1 el cómodo Impasse 79

vergencia de intereses entre las entidades estatales, lo que en ocasiones p~r.tante es que el ataque llevó a la prolongación del conflicto, y los
generó conflictos. El espacio en el que más se notaba esto era en los m1htares retomaron la iniciativa política a causa de la escalada de la
intentos de negociación de paz llevados a cabo por los respectivos go- guerra civil que le siguió 11 . Pardo, quien también fue consejero de paz
biernos durante los aúos ochenta y noventa con los diferentes grupos en 1989, describió en los siguientes términos el tipo de relación que el
guerrilleros. gobierno de Virgilio Barco (1 986-1 990) estableció con los militares a fin
Cuando los presidentes estaban co1nprometidos con un proceso de de evitar los percances enfrentados por Betancurt: «[Las relaciones fue-
paz, los militares tenían una agenda concurrente que buscaban poner ron] siempre fuertes, y nosotros buscábamos mantenerlas cerca del di-
en marcha. Hay tres ejemplos que sustentan este argumento. Uno es el seño de las políticas públicas, pero también buscábamos acuerdos en
ataque en 1985 contra el Palacio de Justicia en el centro de Bogotá, a los detalles operativos, aun en los casos más triviales» 12 . Pardo aiiadió:
pocos metros de la Casa de Nariño, el palacio presidencial. El M-1 9, «El proceso de paz requirió articulación y decisiones que involucraron
militarmente activo en esa época, se tomó el edificio y tuvo como rehe- los tres niveles: con1ando alto, medio y bajo, los cuales eran necesarios
nes a los magistrados y a algunos visitantes 6 . Los militares, que no pare- para salvaguardar el proceso». Las negociaciones de paz son asuntos
cían estar muy entusiasmados con las negociaciones de paz del presidente complejos que involucran un gran número de entidades, instituciones
Belisario Betancur (1 982-1 986) con el M-1 9 ni con su política en el tema y grupos de interés. De esta forma, Pardo insinuó que en Colombia los
de seguridad, decidieron atacar7. Según diferentes fuentes, no fue el militares, debido al poder acumulado por su autonomía, se con:virtie-
presidente quien ordenó el ataque y el desenlace de semejante aconte- ron en los agentes de hacer y deshacer la paz 13 •
cimiento -que causó la 1nuerte de prácticamente todos l<¡:>s ocupantes Durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), el conflicto se
del edificio incluido los jueces y guerrilleros-, el cual prácticamente hizo más evidente, y los militares ganaron en el terreno político. Debido
conllevó un cuasigolpe de Estado. Los militares recuperaron el terreno al escándalo de la financiación de la campaña presidencial de Ernesto
en la definición de las políticas de defensa y seguridad y de su antitesis, Samper por parte de los narcotraficantes y a la incapacidad del Congre-
una negociación de paz8 . Betancur terminó su mandato, y su iniciativa so para removerlo de su cargo, los militares emergieron como el símbo-
de paz quedó enterrada en las ruinas del Palacio de Justicia. lo más importante que le quedaba a la «legitimidad del Estado». Esta
Otro caso importante que ilustra la divergencia entre las autorida- noción fue reforzada por la política estadounidense de la época, que
des militares y civiles fue el ataque de 1991 a Casa Verde, en Uribe (Meta) mantenía relaciones con los militares mientras condenaba al presiden-
-el centro de mando de las FARC desde 1984-, en medio de una ne- te al ostracismo, incluso llegó a negarle la visa de ent1·ada a Estados
gociación de paz y el mismo día de la elección de la Asamblea Nacional U nidos. Como resultado, los militares se volvieron más osados en su
Constituyente, que se había delegado para que •diseñara una nueva cons- enfrentamiento contra é'l «deslegitimado» presidente, como lo demos-
titución. Este ataque, naturalmente, desencarriló la negociación a pesar tró la pugna entre éste y las FARC con respecto a la exigencia del grupo
de dos intentos que se hicieron por salvarla: en Caracas (Venezuela) y armado de que el Ejército Nacional se retirara de Uribe (Meta) como
en Tlaxcala (México) 9 . La explicación más factible de los acontecimien- condición para cualquier negociación. Los militares expresaron su ve-
tos es la presentada por el entonces ministro de De,~nsa, Rafael Pardo, hemente oposición a esta condición, lo que a su vez llevó al presidente
quien sostenía que d ataque no había sido autorizado por el presidente Samper a cuestionlrse quién realmente estaba gobernando el país cuan-
ni por él, sino que fue llevado a cabo por los militares gracias al amplio do en uno de sus discursos manifestó: «Aquí mando yo». El gobierno
margen del que disponían para el cumplimiento de su deber constitucio- Samper consideró la desmilita1ización, la cual fue llevada a cabo por la
nal en el área de defensa y seguridad 10 • En este contexto, según Rafael siguiente administración, pero sin enfrentamientos.
Pardo, los militares no tenían la obligación de pedir el visto bueno del Alfonso Valdivieso, fiscal general durante el gobierno Samper, ex-
poder Ejecutivo para todas su operaciones, ya que la decisión de atacar plicó que la escisión entre el gobierno y los 1nilit_ares asumía unas di-
figuraba dentro de sus «deberes constitucionales». Lo que es más ün- n1ensiones peligrosas que an1enazaban el orden constitucional del país.
80 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo impasse 81

El presidente y Harold Bedoya, el general al mando de los militares, un golpe muy grave para la endeble democracia colombiana y lo que
trazaron dos políticas paralelas que, en su mayor parte, eran irreconci- queda de sus derechos civiles y libertades. ·
liables. Valdivieso a1l.adió que el general se negaba a renunciar a pesar
de estar en desacuerdo con el presidente, y este últin1o no contaba con CONTENCIÓN, GUERRA DE INTENSIDAD
el respaldo político requerido para remover al generaP 4 • Valdivieso YEL L'1PASSE
concluyó que este período tensionó la división de trabajo institucional
Entre 1958 y 1990, se nombraba a un militar en servicio activo en
y condt~o a una crisis que no se resolvió sino hasta el final del manda-
este cargo. Esta práctica cesó en 1991 y fue reforzada por la nueva
to de Sam per 15 •
Constitución, del mismo año en que un civil fue nombrado en ese
Por último, y no menos importante, es la tensión evidente entre el
cargo luego de consultas previas con los nlilitares. Antes de 1991, los
presidente Andrés Pastrana ( 1998-2002) y los militares, la cual alcanzó
mandos militares articulaban los intereses institucionales del estableci-
su nivel más alto cuando la mayoría de los altos mandos del Ejército (16
miento militar, y el ministro de Defensa cumplía con estos objetivos sin
generales, 30 coroneles y numerosos oficiales) amenazaron con renun-
fiscalización alguna por parte de las demás ramas del gobierno.
ciar a sus cargos en respaldo al ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, Bajo condiciones de guerra civil, dicho arreglo facilitaba a los milita-
quien discutía la estrategia de negociación de paz del gobierno 16 • El des-
res un amplio margen de acción para articular una estrategia contrain-
enlace de este «ruido de sables» fue la renuncia de Lloreda en 1999,
surgente que catalogaba a la mayoría de la oposición bajo el título de
mientras que el presidente, a su turno, prometía reconsiderar el plan «enemigo del Estado~>, sujetándola así a la supresión y hasta a la liquida-
gubernamental que preveía la reducción de los beneficios de retiro de ción física. Sin embargo, esta estrategia contrainsurgente era primor-
los militares, las reservas pensionales, la revisión del sistema de justicia diahnente de contención más que de guerra total. Se basaba en mantener
militar (bajo el cual los militares sólo se ven sometidos a su propia justi- a los grupos guerrilleros por fuera de las áreas económicas y de los cen-
cia) y la implantación de una consulta más cercana con los militares en tros políticos, y sus principios eran tomados de la doctrina de guerra de
lo que se refería a las negociaciones de paz con los grupos guerrille- baja intensidad. Se centraba en mantener un rígido control sobre áreas
ros17. Posiblemente, el aspecto más revelador de esta crisis fue que los urbanas vitales por medio de la eliminación de líderes sindicales, activis-
militares no limitaron sus preocupaciones a la política de paz del go- tas, aliados de las guerrillas y opositores políticos en general. En parte,
bierno, sino que llegaron a ~barcar aspectos que también hacían parte esta estrategia se vio afectada por tres factores principales: (a) recursos
de sus propios intereses institucionales, es decir, la asignación guberna- limitados y equipos insuficientes a disposición de los militares; (b) res-
mental de los recursos 18 • paldo estadounidense a una estrategia de contención por encima de
En el año 2001, los militares, envalentonados por el paquete antidro- una costosa guerra de alta intensidad; e) percepción de que la guerrilla
g(;ls estadounidense de 1.300 millones de dólares -en su mayoría en equi- no constituía una amenaza contundente a la seguridad del Estado ni a
pos militares-, lograron someter a votación en el Congreso un proyecto la base económica del país, ya que en gran parte la actividad insurgente
de ley de seguridad que buscaba incrementar su libertad de acción legal, tenía lugar en las zonas rurales.
disminuir el escrutinio externo sobre sus actos, limitar la competencia de La estrategia de contención y la guerra de baja intensidad impulsa-
las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos a la rama ban los in te reses pragmáticos de los militares, como ejercer presión so-
militar de la Fiscalía y aumentar el poder judicial para retener a civiles bre los civiles para que se mantenga el flujo de recursos sin afectar el
cuando los fiscales se vean impedidos para acompañar las operaciones presupuesto del Estado pero lo suficiente como para satisfacer los incre-
militares; también exin1ir a los militares de las reducciones presupuesta- mentos salariales y pensionales de los militares. Más del 60% de la fuer-
les del gobierno. Este proyecto de1nuestra nuevan1ente que los 1nilitares za 1nilitar está dedicada a la protección de sectores clave de la economía,
no cesan en sus intentos por extender su influencia e intereses. De ser y casi el 70% del presupuesto de defensa se invierte en salarios y otros
aprobado por el presidente Pastrana, este estatuto habría representado beneficios; el resto, en la modernización de sus annamentos. Este sesgo
82 Sistemas de guerra Los militares _'V el cómodo impasse 83

en la estructura de gastos militares inhibió el desarrollo de una estrate- cionales para mantener sus privilegios 20 . En suma, las medidas de segu-
gia proactiva de combate contra la insurgencia. En su lugar, los intere- ridad de emergencia tomadas por Barco y Gaviria complementaban el
ses institucionales de los militares se fueron articulando alrededor de Decreto Legislativo 1923 (Estatuto de Seguridad), introducido durante
una estrategia de guerra de baja intensidad, pennitiendo así una moles- el gobierno de Turbay Ayala (1978-1982). Dicho gobierno fue uno de
ta convivencia con los grupos guerrilleros. los más represivos que tuvo el país en el siglo XX. Todas estas medidas
La Constitución de 1991 no efectuó cambios sustanciales en la defi- de seguridad fortalecieron el poderío de los militares.
nición o reestructuración de las relaciones entre lo civil y lo militar. So- Uno de los aspectos más relevantes para mi investigación es que
lamente se modificó uno de los artículos de la Constitución de 1886, sin los militares no sólo mantuvieron su autonomía en la conducción del
cambiar su espíritu. La razón tras esta reticencia fue la presión ejercida aspecto militar de la guerra civil, sino que también ejercieron mucha
por los militares sobre quienes diseñaron esta nueva constitución 19 . Los influencia en la Jetenninación del presupuesto. Este importante fac-
militares aceptaron el cambio constitucional con la condición de que tor fue protegido por el decreto 1314 de 1988, que permitió a la Direc-
sus privilegios y poder quedaran intactos; una promesa que la Asamblea ción Nacional del Presupuesto y al Departamento Nacional de
Nacional Constituyente, en la que participaron algunos miembros del Planeación especificar a los militares los topes asignados a gastos opera-
antiguo grupo guerrillero M-19, supo cu1nplir. Esencialmente, el gobier- cionales, inversión y crédito externo. Los militares tenían derecho a asig-
no de César Gaviria dejó papel de los militares intacto asumiendo nar estos fondos como consideraran conveniente, sin veeduría civil y sin
una actitud de negociación, como siempre. Éste fue el cambio constitu- rendir cuentas a las autoridades civiles. Por lo menos en una ocasión los
cional más importante desde la Constitución de 1886; por lo tanto, se militares estuvieron a punto de derrocar un gobierno civil, esto princi-
dejó escapar una oportunidad histórica. ' palmente por causa de la interferencia civil en la toma de decisiones
No obstante, el gobierno Gaviria introdujo medidas con1o la crea- sobre el presupuesto militar. Esto fue en 1973, cuando el general Gui-
ción del Consejo de Seguridad y Defensa de la Presidencia y el nombra- llermo Pinzón Caicedo criticó al presidente en un artículo por inmis-
miento, por primera vez en 40 años, de un civil en el cargo de ministro cuirse en el presupuesto de defensa, lo que llevó a su remoción por
de Defensa. También creó la Unidad de Justicia y1Seguridad dentro del parte del presidente Carlos Lleras. Sin embargo, como resultado de su
Departamento Nacional de Planeación, encargada de la planeación es- remoción -:-de acuerdo con una carta de la Embajada de Estados Uni-
tratégica, estudios de factibilidad y evaluación y recomendaciones sobre dos de la época- «los comandantes de brigada de la zona de Bogotá
políticas relativas a la seguridad y la defensa. Finalmente, nombró a un estaban listos para precipitar la caída de [Carlos] Lleras; sin embargo,
civil en el cargo de director del Departamento Administrativo de Segu- Pinzón les dijo de modo terminante que él no deseaba que se cayera un
ri~ad (DAS). Estos intentos por reestructurar las relaciones cívico-mili- gobierno por cuenta suya. No obstante, los generales sí fueron a ver a
tares se vieron opacados por la escalada del conflicto en los años Lleras y le exigieron [y lograron] una carta de disculpa de Lleras a Pin-
siguientes. zón»21. Este documento revela la vehemencia con la que los militares
Retrospectivamente, estas de haberse puesto en práctica, defendían su papel privilegiado en la detern1inación de su propio pre-
tenían su potencia. En particular, en lo que se refiere a establecer que supuesto. En 1999, 26 años más tarde, se presentó una crisis similar, en
los temas de «seguridad y orden público» eran, en última instancia, pre- parte debido al plan del gobierno Pastrana de reducir los gastos milita-
rrogativa presidencial dentro de un siste1na democrático. Estas nuevas res y pensiones, como discutíamos anteriormente.
instituciones fueron creadas sin alterar en lo fundamental la domina- La postura defensiva de los 1nilitares ya mencionada se debió en par-
ción política que <:;jercían los militares sobre los temas de seguridad y te a factores estructurales y a opciones del mando militar. Por el lado
orden público. Sin embargo, cuando Gaviria tenninó su ultimo all.o de estructural, podemos subrayar la limitación de los recursos que el Esta-
gobierno con la declaración de una «guerra total» -contra la insurgen- do desviaba hacia la defensa, lo que se atribuía a la incapacidad de la
cia y el narcotráfico-, los 1nilitares pudieron obviar los cambios institu- élite política para proyectar un liderazgo, es decir, hege1nonía. En par-
84 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo impasse 85

ticular, en la articulación de una estrategia contrainsurgente proactiva y los beneficios y pensiones recibidos por los militares durante las últimas
en la captación de los recursos necesarios para su aplicación exitosa. dos décadas, entonces se puede lograr una mejor comprensión.
Ahora, sin embargo, es ünportante analizar las opciones tomadas por el Los gastos n1ilitares se vieron incrementados de 1,2% del PIB en
mando militar y su impacto en la prolongación del conflicto y en la 1985 a 2,16% en 1996 y a 3,5% en 1999. En pesos, el incremento fue tres
formación del sistema de guerra. veces superior al de 1985. A esto se suma una deuda de más de 600
La primera escogencia, y la más importante, fue asumir una posi- millones de dólares, que correspondía a n1ás de una tercera parte de la
ción defensiva, lo que significó que algunas áreas estratégicas fueron deuda pública incurrida en 199725 . No obstante, estos incrementos no
mantenidas bajo protección del Ejército y la Policía, dedicando poca mejoraron las capacidades de combate de las Fuerzas Militares, así lo
atención y recursos a la modernización de la capacidad ofensiva del afirmó el entonces coordinador de la Conüsión de Racionalización del
Ejército 22 . De tal manera, la capacidad de las guenillas para construir Gasto Público, Gabriel Rosas. Opinión compartida por el antiguo direc-
Estado se vio prácticamente libre de cualquier impedimento, con la ex- tor de Planeación Nacional, Armando Montenegro, quien añade que
cepción de una que otra operación militar intermitente. La estructura los intentos por racionalizar los gastos militares por medio de una vee-
de las Fuerzas Militares en los años setenta y a lo largo de la primera duría civil (como en el caso de la U ni dad de Seguridad de Planeación
mitad de los años noventa se basaba en brigadas y batallones distribuidos Nacional) se fueron a pique debido a la falta de cooperación de los
en algunos departamentos considerados estratégicos y con poca capaci- militares 26 . En cambio, los militares, lograron incrementar sus gastos sin
dad móvil para la lucha contrainsurgente. En 1997, el númer() total de rendir muchas cuentas, lo que también abrió paso a la corrupción 27 .
soldados (Ejército, Fuerza Aérea y Armada) sumaba 131.000, de los cua- Desde el gobierno Gaviria, cuyo ministro de Defensa fue el primer
les menos del 20% (aproximadamente 22.000) eran soldados profesio- civil en ocupar este cargo, los salarios y otros beneficios de los militares
nales desplegados para fines defensivos o incursiones ocasionales contra fueron multiplicados por una cifra entre 2,2 y 3,4 dependiendo del ran-
los grupos guerrilleros. Los soldados restantes eran asignados a labores go28. Estos il}crementos también se aplicaban a los 90.000 miembros del
administrativas y posiciones de apoyo logístico. La proporción del per- personal en retiro. La introducción por el gobierno Gaviria de la Ley 4
sonal dedicado a funciones administrativas es muy alta, comparada con llevó a la duplicación anual en los gastos por cada efectivo entre 1991 y
la de los ejércitos nacionales de otros países. En Colombia, la relación 1996 (desde aproximadamente 5.000 dólares por persona hasta 10.000
de apoyo logístico administrativo es de 6:1 contra soldados en combate, dólares en 1996) 29 . Recordemos que la mayor parte de los gastos de
mientras que la proporción internacional es de 3:1 23 . defensa, más del 70%, se invierten en salarios, pensiones, mantenimen-
Éste no es el aspecto más importante de la temática que estamos to, logística, servicios medicos y vivienda, y menos del 20% en la moder-
trabajando. Por el contrario, actúa más bien en función de la importan- nización y en armamentos 30 . En 1991, por ejemplo, los salarios de los
cia de los cargos administrativos en la carrera ascendente del personal. militares y de la Policía constituían aproximadamente el 1% del
Los cargos administrativos tienden a ser los más codiciados y favoreci- para 1996 habían aumentado al1,5% del PIB, y representaban más del
dos dentro de la institución. Los co1nandantes militares distinguidos en 53% de la nómina total del gobierno 31 • Estos incrementos en los salarios
combate son premiados con cargos administrativos. De tal manera, los de los. militares afectaban de manera negativa los salarios de los demás
cargos administrativos se convierten en la clave del ascenso en la jerar- empleados del Estado, incluso los que trabajaban en las áreas de salud y
quía 1nilitar, ya que es allí donde se establecen las redes políticas 24 . Bajo educación 32 •
esta modalidad, pode1nos inferir que el conflicto de baja intensidad ha El hecho de que la mayor proporción de los incrementos en los re-
permitido a los militares desarrollar un montaje institucional relativa- cursos militares se invirtiera en lo ad1ninistrativo explica por qué el des-
tnente cómodo dentro de un contexto de guerra civil. Los colnponen- empeúo de los 1nilitares en su combate contra la insurgencia no ha
tes clave de este n1ontaje son una postura defensiva reforzada con un cambiado desde los aii.os ochenta. La proporción entre las bajas del Ejér-
cuerpo ad1ninistrativo hinchado. Si co1nplementan1os este hallazgo con
cito y las de la guerrilla sirve de indicador para calcular si los incren1en-
86 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo impasse 87

tos en asignaciones presupuestales llevaron a mejorar la actuación en


los combates. Si acaso, esta proporción cambió en favor de la guerrilla
hacia finales de los años noventa; en 1984 pasó de 1:1,52 en favor de los
militares a 1:1,21 en 1999 (véase Tabla 3.1). Se observa el éxito de
·la guerrilla en cerrar la brecha de fatalidad en su favor. La razón
detrás de esta desmejora en el desempeño de los militares yace en la
estructura de las Fuerzas Militares, que no cambió frente al poder cre-
ciente de la guerrilla a finales de los años noventa.

TABLA 3.1 Muertes: Fuerzas Armadas contra guerrilla

Año 1'986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1998 1999

Fuerzas Armadas 219 285 65 205 . 541 656 521 363 383 409 4 78 581 505

Guerrillas 335 457 49 464 727 1.460 1.404 1.210 909 696 740 '704 806

Proporción de
muertes, Fuerzas 1:1,52 1:1,60 1:1,33 1:2,2 1:1,34 1:2,22 1:2,69 1:3,3 1:2,37 1:1,70 b1,54 1:1,21 1:1,59
Armadas:
guerrilla

Fuente: Las cifras de muertes fueron obtenidas del Estado Mayor de las Fuerzas Mili-
tares, Ministerio de Defensa. Los cálculos de la proporción de1muertes son del autor. No
había datos disponibles para 1997,

El Ejército sólo tiene aproximadamente 23.000 soldados profesio-


nales (de una institución con una nómina de 179.000 personas) com-
batiendo frente a una insurgencia que ha duplicado sus efectivos de
10.000 rebeldes a finales de los años ochenta hasta llegar a tener más o 00 o
:::: O'l 11')
de 20.000 a finales de los aüos noventa33 .
Si tenemos en cuenta el número de enfrentamientos entre los gru-
pos guerrilleros y los militares, nos resulta más claro el balance militar.
En 1986 se reportaron 85 enfrentamientos. (véase Tabla 3.2), mientras
que en 1992 el número de enfrenta1nientos se elevó a 552, nivel aproxi-
mado en el cual pennaneció durante el resto de la década. La probabi-
lidad de sufrir un mayor número de bajas aumenta proporcionalmente
con el número de enfrentmnientos; por lo tanto, aunque en 1996 los
grupos guerrilleros co1nbatieron a los 1nilitares en 584 ocasiones, la pro-
porción de insurgentes dados de baja siguió siendo de 1:1,54, tasa que
88 Sistenws de guerra Los militares y el cómodo impasse 89

se acerca a la cifra 1:1,52 de 1986, all.o en el que sola1nente se llevaron a considerar] (a) la actual efectividad de la insurgencia, incluso su impac-
cabo 147 combates entre grupos guerrilleros y Fuerzas Militares. to en el gobierno establecido y (b) el potencial de la insurgencia». Se
Esta tendencia en las proporciones de fatalidad revela la con-ela- concluyó que las guerrillas no constituían una amenaza contundente
ción existente entre las capacidades militares de los combatientes e in- en los all.os setenta. Por consiguiente, este informe de 1972 del Departa-
dica un 1nejor desempeúo de los grupos guerrilleros entre 1986 y 1999. mento de Estado recomendaba que se continuara con la misma política
Esto tiene como trasfondo la renuencia de los militares a modificar su y afirmaba: «Estas consideraciones todavía son válidas hoy, y limitan el
estructura, estrategia, doctrina y armamento para responder al creci- objetivo viable tanto para el gobierno colombiano como estadouniden-
miento de los grupos guerrilleros, lo cual no se hizo sino hasta finales se a la contención en lugar de la eliminación. La combinación de recursos
de los aüos noventa, cuando can1bió la dinámica de la guerra civil debi- colombianos y estadounidenses está disell.ada para lograr este objetivo,
do al surgimiento de los grupos paramilitares (véase Capítulo 5). mientras que la eliminación requeriría enormes recursos que serían
Las opciones estratégicas to1nadas por los militares para invertir más mejor utilizados para otros fines» 34 •
en administración que en el incremento de sus capacidades de combate Por consiguiente, detrás de la reticencia de Estados Unidos a com-
ha contribuido a un impasse'militar con la insurgencia. Este impasse fue prometer mayores recursos para la guerra, estaba la suposición de que
lo suficientemente c?modo para permitir a los militares desarrollar su la amenaza guerrillera era mínima (menos de 700 insurgentes a comien-
institución -la tercera del país; por su tamall.o se sitúa sólo después de zos de los all.os setenta). Por lo tanto, en cuanto a costos sería más efec-
los conglomerados de negocios más grandes del país, el Sindicato Antio- tivo invertir la ayuda en proyectos sociales que fortalecerían el poder
quell.o y el Grupo Santo Domingo- mediante el abultamiento de su bu- político del Estado 35 . La política de contención diseñada por Estados
Unidos ha ejercido una fuerte influencia en la doctrina de seguridad y
rocracia, incrementos salariales, pensionales y otros beneficios.
su correspondiente estructura, considerando que la mayoría de los miem-
Sencillamente, el cómodo impasse permitió a los militares acumular re-
bros del esG}blecimiento militar fueron entrenados en Estados Unidos
cursos significativos que no hubieran podido conseguir bajo condiciones
o en la base de Panamá, donde las doctrinas de «contención y guerra de
de paz o en medio de un conflicto de alta intensidad. Esto explica los
baja intensidad» eran el eje de los prOgramas estudiados 36 .
intereses institucionales que tienen los militares en la perpetuación de
Este hallazgo sugiere una revisión de la mayor parte de los trabajos
un conflicto de baja intensidad que se caracteriza por la contención y
elaborados sobre los militares colombianos, que parten del impacto de
no por una guerra abierta, que resulta más costosa. De esta forma, la
las doctrinas estadounidenses de seguridad nacional y de las elaboradas
postura defensiva de las Fuerzas Militares, su estructura y sus intereses
por los modelos burocráticos del Cono Sur sobre las relaciones entre lo
contribuyeron al surgimiento y a la consolidación del sistema de guerra.
civil y lo militar37 . Pocos, sin embargo, hicieron la relación analítica en-
S_urge aquí una pregunta pertinente: ¿adoptaron los militares una gue-
tre la doctrina de seguridad nacional y la estrategia militar de conten-
rra de baja intensidad y una estrategia de contención co1no respuestas
ción, que es la preocupación central de este capítulo. Mientras que la
pragmáticas frente a la carencia de recursos del Estado, o también se
doctrina de seguridad nacional definía la ideología de los militares en
estaba respondiendo a otros factores?
su calidad de guardianes del orden sociopolítico y constitucional, su
pertinencia frente a la estrategia militar formulada era limitada38 . En mi
CONTENCIÓN MILITAR YEL CÓMODO IMPASSE
opinión, los militares reaccionaban más bien basándose en la capacidad.
Documentos recientemente desclasificados por el Departamento de y en los recursos reales a su disposición (meramente adecuados a una
Estado de Estados U nidos pueden ser útiles para responder a esa pre- estrategia de contención) y no a partir de ünpulsos ideológicos de segu-
gunta. En una de sus evaluaciones por país, un informe de 1972 que se ridad nacionaP 9 .
titula «Las razones para descartar el o~jetivo de eliminar a la insurgen- Los militares difícihnente podían ganar la guerra irregular de gue-
cia» se afinna: «Al1nedir el nivel de insurgencia en Colo1nbia [se debe n-illas que libraban si no reducían su exagerado cuerpo adn1inistrativo,
90 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo iln pass e 91

efectuaban cambios costosos en sus mandos, controles y sistema de co- crónica en la hegemonía del Estado, que se manifiesta en su incapaci-
rnunicacíones, y si no creaban fuerzas terrestres móviles con la logística dad para extender su autoridad a lo largo de su territorio nacional. Se
requerida y respaldadas por unas fuerzas aérea y marítima efectivas. Ni calcula que aproximadamente un 40% del territorio está en manos de
Colombia ni Estados U nidos estaban dispuestos a asumir estos costos. los grupos guerrilleros y de otros ejércitos privados.
Adicionalmente, la resistencia institucional de los militares al cambio La proliferación de estas empresas comenzó entre finales de 1993 e
fue una de las variables para impedir cualquier reestructuración de sus inicios de 1994, cuando el entonces presidente César Gaviria introdujo
fuerzas. Las malas mañas no se eliminan fácilmente, y la estrategia de dos decretos: el Decreto 2535 sobre armas, 1nuniciones y explosivos y el
contención -que rigió el discurso de los militares a lo largo de tres Decreto 356 sobre seguridad privada y vigilancia. Aunque el gobierno
décadas- no iba a ser abandonada sin que los individuos, las prácticas Gaviria disei1ó estos dos decretos para controlar el porte y tenencia de
corrientes y las burocracias que prosperaron con ellas se resistieran. armas, la dinámica de la "guerra integral" debilitó su efectividad. De
De tal manera, la incapacidad del Estado para comprometer mayo- hecho, como sostienen Francisco Leal y Eduardo Pizarro, el gobierno
res recursos, la prevaleciente guerra de guerrillas y la política estadouni- Gaviria sucumbió ante los tambores de guerra que hicieron sonar los
dense moldearon en gran parte las alternativas al alcance de los militares. militares sacándoles el cuerpo a las reformas propuestas en los prime-
En este contexto, la estrategia militar de contención llegó a ser la mejor ros años 41 . El aspecto que más intriga de este proliferante negocio de
opción dadas las limitaciones estructurales ya mencionadas. La doctri- seguridad privada es que muchos militares retirados encuentran en él
na de seguridad nacional, a su vez, se convirtió en la herramienta ideo- una fuente de ingresos para complementar sus sueldos e incrementar
lógica desplegada a fin de mantener y extender la autonomía de los sus salarios y pensiones de jubilación. Sobra decir que la situación de
militares en el manejo del orden público, de la seguridad y de su presu- guerra civil y la consecuente violencia criminal hacen de este sector uno
puesto. Dentro de este contexto, podemos entender las restricciones, de los que más prosperan en el país. En los ai1os noventa, se fundaron
aproximadamente 300 compañías, con cerca de 104 sucursales esparci-
así como el conjunto de prácticas e intereses desarrollados por los mi-
das en 627 municipios; hay siete empresas especializadas en la protec-
litares en condiciones de guerra de baja intensidad. Todos estos facto-
1
ción de ágencias financieras (por ejemplo bancos), que disponen de 49
res contribuyeron a la prolongación de la guerra civil y a la
sucursales. En 1997, el personal de estas empresas sumaba 89.159 em-
conformación y consolidación del sistema de guerra.
pleados en labores de seguridad, más 5.2l O personas en cargos adminis-
trativos42.
LOS Y LAS EMPRESAS DE SEGURIDAD
Un alto porcentaje de los dueños, empleados y entrenadores de es-
Uno de los desenlaces más importantes del cómodo impasse de la tas empresas son nülitares retirados, y las empresas son reguladas por la
guerra civil que ilustran el tipo de intereses políticos y económicos que Superintendencia de Seguridad y Vigilancia del Ministerio de Defensa,
se fueron conformando es el auge y expansión de las compai1ías de se- que se encarga de emitír las licencias de funcionamiento. Con creciente
guridad privada contratadas para proteger empresas, bancos e indivi- frecuencia, estas empresas se convierten en puertas giratorias para el
duos. Estas empresas de seguridad extienden sus servicios a la gran personal militar que busca complementar pensiones, o bien sus sala-
mayoría de edificios residenciales en los barrios de las clases media y rios, cuando han sido contratados mientras están en servicio activo. Se
alta en las ciudades colombianas. Esta actividad no es exclusivamente calcula que en 1998 el sector privado (tanto empresas como individuos)
colombiana, ya que la seguridad -una función previamente de cornpe- gastó aproximadamente 150 millones de dólares (0,3 del PIB) para pro-
tencia del Estado- se está convirtiendo en un lugar común en buena teger sus propiedades y garantizar su seguridad personal. La tendencia
parte del mundo industriaP 0 . Sin embargo, en Colombia el proceso de de empresas e individuos a contratar los servicios de compañías de se-
privatización adquiere una dimensión diferente, ya que se ha desen- guridad privadas revela que el Estado no está en condiciones de cum-
vuelto dentro de un contexto de guerra civil subyacente a una crisis plir una de sus principales funciones básicas: la protección de los
92 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo impasse 93

ciudadanos de los grupos dominantes y la seguridad de su personal en el control de hacendados y narcotraficantes, sus dos principales patro-
una sociedad fragmentada por clases 43 • Esta ineficiencia del Estado en cinadores; además, sirvieron de cubierta legal a sus para1nilitares. El
la protección de sus principales clientes y sus respectivos intereses legiti- Estado aún no ha recuperado las armas y municiones distribuidas a es-
nla la reticencia de los individuos a pagar impuestos al Estado para me- tos grupos antes de que fueran prohibidos. Si algo debe aprenderse del
didas de protección. Por el contrario, estos individuos sí pagan a experimento con las Convivir, es que exacerbó tanto la crisis hegemóni-
compañías privadas en las zonas urbanas, o a grupos guerrilleros o para- ca del Estado como los niveles de violencia al despojar aún más las pre-
militares en las zonas rurales. rrogativas y funciones estatales y militares 46 •
La ironía de esta situación es que el Estado (representado por las El experimento con las Con'irivir aún no había sido clausurado cuan-
ramas Ejecutiva y Legislativa, que legalizaron estas compañías) y los mili- do, en 1999, el Ministerio de la Defensa introdujo un plan piloto para
tares (quienes no sólo aplaudieron las medidas, sino que además tienen Antioquia: la crezción de unidades de «soldados campesinos». Su lega-
intereses directos en su adjudicación) contribuyeron al debilitamiento lidad parte de la Ley 48 de 1993, que permite a los campesinos prestar
de un Estado ya de por sí débil. En términos económicos, los casi 150 su servicio militar en sus zonas de residencia, en lugar de 1novilizarlos a
millones de dólares gastados en protección privada por la clase media y otras ciudades. Los «soldados campesinos'> llevarían a cabo actividades
la clase dominante son una transferencia de ingresos a aproximadamente civiles, labores de inteligencia y participarían en combate. El plan se
100.000 empleados de las compañías de seguridad, lo cual convierte a implementó en octubre del año 2000. Este plan no es otra cosa que un
este sector en una fuente viable de empleo, inversión y formación de refrito; sin embargo,~ está vez el objetivo era crear organizaciones cam-
pesinas ligadas orgánicamente a los militares, a semejanza de las auto-
capital del que se beneficia el personal militar. Este sector también está
defensas campesinas del Perú -la Rondas Campesinas- y de Guatemala
vinculado a otras compañías de seguridad y de seguros multinacionales
para las cuales Colombia representa un mercado lucrativo debido a las durante la guerra ci\ril.
altas primas que cobran por los riesgos 44 • En términos políticos, estas
compañías permiten a miembros de las Fuerzas Militares (por terceros LOS MILITARES Y LAS EMPRESAS
MULTINACIONALES DE SEGURIDAD
a través de militares en retiro) penetrar aún más profundamente en las
estructuras de las sociedad civil dándoles así un mayor margen y autori- Otra área crítica para la comprensión del alcance de los intereses
dad en el manejo del lado privatizado del «orden público» para así be- desarrollados por los militares bajo la guerra de baja intensidad es la de
neficiarse de una condición que ayudaron a crear. las corporaciones multinacionales de seguridad que actúan en Colom-
Además de la privatización de la seguridad, en 1996, durante el go- bia. La guerra de baja intensidad no perturbó la economía del país de
bierno de Ernesto Samper (1994-1998) se impulsó la creación de los n'lanera fundamental, ya que ésta continuó creciendo imperturbable
grupos de vigilancia privada Convivir, una decisión que fue revocada desde el surgimiento de la insurgencia en los años sesenta hasta media-
dos años después bajo presiones políticas. Las Convivir actuaban bajo la dos de los aíi.os noventa47 . La política de apertura económica de los años
Superintendencia Nacional de Seguridad y Vigilancia del Ministerio de ochenta e inicios de los noventa y el ímpetu de los nuevos descubri-
la Defensa. Las bases legales de estas organizaciones se encuentran en mientos de petróleo, oro, carbón, esmeraldas y otros minerales llevó al
los decretos 2535 y 356, mencionados anteriormente. El objetivo de las incre1nento de las inversiones de capital por parte de compaíi.ías ex-
Convivir era brindar apoyo logístico y de inteligencia a las Fuerzas Mili- tranjeras.
tares. En menos de un año, se fundaron más de 500 Convivir con aproxi- La llegada de un número creciente de compaíi.ías lntlltinacionales
madamente 9.633 hombres annados. El costo total de las Convivir se \rino acompaúada de la entrada al país de un buen número de compa-
calculó en 32 millones de dólares 45 • ñías de seguridad y de seguros. El Capítulo 5 se centra en los aspectos
Aún después de haber sido declaradas ilegales en 1999, algunas Con- relacionados con el funcionan1iento de estas compaiiías en Colon1bia y
vivir siguen funcionando, principaln1ente en aquellas zonas rurales b~jo los riesgos que astu11en cuando interfieren con los actores de la guerra
94 Sistemas de guerra Los militaTes y el cómodo impasse 95

en las zonas de conflicto. Aquí, sin ~mbargo, el análisis se centra en el les de la IV Brigada acampada en las afueras de El Bagre·- y su protec-
personal 1nilitar, en particular los oficiales retirados, cuya experiencia ción a la Consolidated Gold Dredging Limited sobre el río N echí en el
previa y relaciones personales con los altos mandos del Ejército le per- noreste antioqueño 52 . Esta multinacional pagaba aproximadamente unos
miten crearse un espacio privilegiado dentro de las multinacionales de 80.000 dólares mensuales al batallón, lo que equivalía a los gastos men-
la seguridad en Colombia. suales en alimentación de sus miembros. Tres décadas después, la Bri-
Un que viene al caso es el de un ex oficial tish Petroleum (BP) y la Oxy (una subsidiaria de Occidental Oil) también
colombiano que actualmente ocupa el cargo de presidente de !ajunta financiaron la creación y mantenimiento de un batallón y dos contin-
Directiva de un comité de seguridad de 65 de las empresas de seguri- gentes (cerca de 1.000 soldados y oficiales), gracias al pago de unos 70
dad más importantes en Colombia, la mayoría de ellas estadouniden- millones de dólares anuales para asegurar la protección de sus opera-
ses. U rrea es, asim¡smo, el encargado de dirigir las operaciones de ciones en Colo1nhia. Es factible que existan otros casos que aún no ha-
seguridad de Esso, la subsidiaria colombiana de Exxon. Según Urrea, la yan salido a la luz pública.
mayoría de los altos jefes de seguridad trabajan en el sector privado En otro ámbito, pero también digno de ser notado, figura la incapa-
son, al igual que él, militares retirados que tienen acceso a los mandos cidad de los militares colombianos -dados sus poder político, recursos
más altos del Ejército colombiano 48 • Por un lado, este acceso permite financieros y autonomía- para construir un complejo industrial mili-
compartir información y colaborar con las agencias de seguridad del tar semejante al logrado en Brasil, Argentina y Chile. Los militares co-
Estado. Por otro, estas empresas están interesadas en reclutar rnilitares lombianos sólo poseen unas 13 instituciones y empresas, las cuales son
retirados que tengan cierta influencia y puedan facilitar operacio- modestas en términos regionales. Esto puede ser atribuido al nivel de
nes y ayudar a sus partes de mercado. Cuanto mejores sean desarrollo industrial del país, que clasifica después del de los países
los contactos del oficial en será su acceso a información mencionados, así como a los limitados recursos asignados a defensa en
un país con altos niveles de violencia53 . Estos dos factores pueden expli-
de seguridad, lo que mejorará la prestación del servido de
car en parte el porqué los militares tendieron a buscar fuentes privadas
la empresa, sus tarifas y sus posibilidades de contratación y expedición
de ingresos (empresas de seguridad) y subcontratación de servicios de
de licencias de funcionamiento.
seguridad (como en el caso de BP y Oxy).
El estudio de estas empresas multinacionales de seguridad tam-
bién revela un del modus operandi de las compa-
en el que la gama de buscan lucrarse MILITARES, PARAMILITARES Y TERRATENIENTES
sobre la abarca desde empresas Antes de concluir este capítulo es esclarecer la extrac-
multinacionales hasta paramilitares y grupos guerrilleros 49 , ción de clase de los subalternos y oficiales militares y la manera como
lo que contribuye a una competencia exacerbada en el mercado de la esta variable se relaciona con las que ya hemos discutido. Los militares
protección y a la agudización de los conflictos violentos entre actores provienen predominantemente de áreas rurales medianas o pequeñas.
locales e internacionales 50 . Este nos brinda otra mirada sobre El reclutamiento en estas zonas del país no es accidental, sino más bien
el tipo de intereses desarrollados por los militares (retirados o en vía de parte de una política diseñada por Estados Unidos y aceptada por el
retiro) en la guerra de baja intensidad y las complejidades sistémicas Ejército. Las bases políticas e ideológicas de esta política nacían de la
del sistema de guerra51 . creencia de que el reclutamiento de suboficiales y oficiales de la clase
Una 1nodalidad diferente de renta por concepto de protección era media urbana podría conllevar riesgos de seguridad, ya que los centros
la que se extraía directamente a las multinacionales que operaban en urbanos están más politizados y sujetos a una n1ayor incidencia de las
Colombia. Es bastante dificil evaluar la 1nagnitud de las su1nas cobradas ideologías de izquierda. De esta manera, fueron conformando las Fuer-
por concepto de protección; hay evidencias que sugieren que esta prác- zas Armadas predmninanten1ente con el pequeli.o y n1ediano campesi-
tica cmnenzó desde 1973 con el Batallón 18-12.000 soldados y oficia- nado. Esta 1nodalidad de reclutan1iento fue apuntalada por los requisitos
96 Sistemas de guerra Los uúlitares y el cómodo impasse 97

financieros y educativos que determinaban si se era soldado, suboficial ideológica de esta fuerza 55 . Más aún, este hallazgo también revela el tipo
u oficial. Es esta última categoría la que conformaban los altos mandos de relaciones que se dan entre algunos de los actores (militares, parami-
armados. Por lo general, no había una gran diferencia de clase entre los litares, narcoburguesía y terratenientes) bajo las circunstancias particu-
altos man~os y los soldados, ya que todos surgían del campesinado pobre lares del sistema de guerra en Colombia.
o del med1ano. Los hijos de la oligarquía terrateniente, así como de la La creciente importancia de estas organizaciones paramilitares en
burguesía urbana, se mantenían alejados de una institución que ellos no los años ochenta y noventa se dio en función de la amenaza «real o
necesitaban ni para su ascenso político ni social. Estas clases miraban a los percibida» de las fuerzas opositoras. En los años ochenta, por ejemplo,
oficiales con cierta condescendencia, lo que dificultaba la integración de los grupos paramilitares cumplieron un papel decisivo en la extermina-
los altos mandos dentro de las clases dominantes tradicionales. ción de la Unión Patriótica (UP), una organización de izquierda com-
L~s F~erzas Armadas eran un medio de ascenso para los pequeños puesta por comunistas, líderes sindicales, independientes y guerrilleros,
prop1etanos rurales que dispusieran de los medios para pagar los costos considerados como una grave amenaza política56 . Después de que estas
Ycum~lieran ci~rtos requ~sitos educativos. Estos requisitos financieros y organizaciones paramilitares fueron declaradas fuera de la ley en 1989,
educativos atra1an a un Cierto estrato social que es políticamente con- los militares no deshicieron sus lazos. Al contrario, los lazos se mantu-
servador y constante en el mantenimiento de los privilegios que tanto le vieron tan estrechos como siempre17 .
han costado. Este cariz de clase de los mandos militares, más los nuevos La relación de los militares con los narcotraficantes está basada en
intereses e ideologías adquiridos por el camino del ascenso dentro del la creencia de que és~os no constituyen una amenaza para el orden so-
Ejército, facilitaron la construcción de vínculos más cercanos y alianzas cial, cosa que sí sucede con la guerrilla. Los grupos guerrilleros amena-
políticas con la oligarquía terrateniente. Estos lazos adquieren aún más zan las bases mismas del orden social que permite el ascenso político y
importancia en un país encerrado en una lucha por la tierra durante social a los mandos militares. Más aún, el proyecto social de la guerrilla
buena parte del siglo XX. · reclama un cambio radical de la institución militar en términos de su
Por lo tanto, cuando la clase terrateniente construyó sus milicias de papel-defensa nacional y no fuerza policiaca, como sucede ahora bajo
aut~~efensa o cuando la narcoburguesía construyó su organización pa- la doctrina de seguridad nacional-, de su orientación y de su tamaño,
ramilitar en las zonas rurales, el Ejército no tuvo inconveniente en aliar- como cmnentábamos ante1iormente.
se con estos grupos para combatir al principal enemigo del orden social: No es sorprendente que los grupos guerrilleros (FARC y ELN) vean
la guerrilla. De hecho, los militares han sido decisivos en la promoción en la reforma de la institución militar una de sus metas principales en
de estos grupos desde los años sesenta como parte integral de su doctri- cualquier proceso de negociación, lo que añade un elemento impor-
na contrainsurgente. Oficiales activos y reservistas han desempeñado tante en la definición de la naturaleza del antagonismo institucional
papeles protagónicos en la formación de los grupos paramilitares. En entre estas fuerzas 58 .
1999, un grupo paramilitar, conocido como el Frente Calima, fue fun- La reticencia de los militares para co1nbatir a las organizaciones nar-
dado en el Valle del Cauca con la participación de militares en servicio cotraficantes tiene fundamentos sociales, políticos, ideológicos y prag-
activo, reservistas y militares retirados vinculados a la III Brigada en con- lnáticos. La base social de esta afinidad se relaciona con los orígenes de
junto con paramil~tares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y clase de los narcotraficantes, la mayoría de los cuales proviene de las cla-
Urabá (ACCU) 54 . Este no es un caso único, ya que muchos de estos gru- ses populares urbanas (con la única excepción del Cartel de Cali) 59 .
pos se formaron con la participación activa de los comandantes locales La visión que tienen los militares, y que tiene resonancia dentro de los
incluso los de Puerto Boyacá y Córdoba, como se discutirá en el Capí~ sectores populares, ha sido como una especie de simpatía por estos «Ro-
tulo 5. No es sorprendente que la mitad de los oficiales del Ejército hin Hoods». A esta noción no le faltan fundamentos, ya que retoma el
colo1nbiano sean investigados en este 1non1ento por supuestos vínculos discurso «populista» de algunos narcotraficantes, co1no Gonzalo Rodrí-
con los grupos paramilitares, dada la composición de social de clase e guez Gacha y Pablo Escobar, quienes patrocinaron proyectos de utili-
98 Sistemas de guerra Los militaTes y el cómodo 99

dad pública en sectores necesitados, construyeron escuelas, hospitales, coordina las funciones de seguridad de los militares y policías; el mayor
campos deportivos y dieron oportunidades de empleo en las organiza- Luis Eduardo Pedraza, jefe de la Unidad de Contrainteligencia, y Ro-
ciones que les servían de frente legal 60 . Rodríguez Gacha y Escobar-entre mer Salazar Sánchez, coordinador de las operaciones de seguridad, fue-
otros de los narcotraficantes colombianos- eran percibidos en algunos ron implicados en una operación de tráfico de armas y de malversación
sectores sociales como «hombres generosos, buenos y sencillos que eran de fondos públicos, entre otros cargos. Este incidente no es un hecho
perseguidos por sus orígenes humildes y porque ayudaban a los pobres» 51• aislado. En Cali y Medellín, algunos comandantes militares estaban -
Asimismo, la renuencia de los militares a combatir a los narcotrafican- probablemente todavía están- en la nómina de los narcotraficantes.
tes se puede atribuir en parte a una cultura política complaciente que La corrupción es, por lo tanto, una de las dimensiones importantes de la
acepta el contrabando y el lavado de dinero como asunto normal y co- interdependencia de intereses entre el crimen organizado y algunos
rriente62. sectores militares.
No obstante, lo más importante es que los militares también encon-
traron en la narcoburguesía ascendente unos aliados sociales que po- CONCLUSIÓN
drían fortalecer su lucha contrainsurgente gracias a su amplia capacidad
La discusión anterior establece una relación causal entre los recur-
financiera. Es un matrimonio de conveniencia, como se observa en los
sos disponibles y la opción militar de una de contención
casos de Puerto Boyacá, Córdoba, Mapiripán y, en últimas, Calima, en-
apuntalada por una guerra de baja intensidad. Esta estrategia, no obs-
tre muchos otros casos que atestiguan la validez de este argumento 63 .
tante, no frenó el crecimiento de la institución militar. afec-
Los lazos entre militares, narcotraficantes y paramilitares corresponden
tó sus prerrogativas en el manejo del orden público y de la seguridad, ni
asimismo a la doctrina de seguridad nacional de contencion de la ame-
sus incrementos presupuestales y salariales, ni la expansión de sus esfe-
naza guerrillera mediante la persecución de sus bases can1pesinas y de
ras de interés al campo de empresas de seguridad privadas. Todo lleva a
sus seguidores urbanos. Es obra y parte de una guerra de baja intensi-
pensar que el impasse entre las Fuerzas Armadas y la guerrilla era lo
dad apuntalada por las restricciones discutidas anteriormente: los re-
suficientemente cómodo como para pennitir la acumulación de activos
cursos disponibles y una estructura militar inefica.z. Es el tipo de guerra
políticos y económicos de otra manera inaccesibles bajo condiciones de
que conviene, ya que no irnplica costos ni para los militares ni para el
paz y guerra de alta intensidad. Dicho de 1nanera sucinta, el cómodo
Estado; éstos corren, de todas maneras, por cuenta de los narcotrafican-
impasse entonces permitió la formación de una economía política positi-
tes y grandes terratenientes. va que define los intereses institucionales de los militares en la fonna-
Finalmente, existe una extensa red de relaciones entre narcotrafi- ción de un sistema de guerra.
cantes y militares que exige cambios drásticos en épocas tan recientes Sin embargo, dado que las guerras prologadas son sisten1as dinámi-
como 1998, cuando se relevó del cargo a varios oficiales de la Fuerza cos abiertos, la situación de cómodo impasse y los activos acumulados en
Aérea Colombiana (FAC) por su implicación en el tráfico de narcóticos una fase podrían verse erosionados bajo una agudización del conflicto.
en el llamado caso del «Cartel Azul», en referencia al color del unifor- Durante la segunda mitad de los años noventa se un agudo esca-
me de los implicados 64 . Oficiales de la FAC se vieron involucrados en lamiento de la guerra, lo que afectó la economía política de la guerra y la
dos fracasados intentos de tráfico de narcóticos, uno de los cuales impli- dinámica del sistema de guerra (discutidos en los capítulos 5 y 6). Por
có la utilización del avión presidencial, mientras que en el otro se utilizó ahora, basta con decir que, a partir de 1995, la civil se deslizó de
un avión de la Fuerza Aérea en misión de entrena1niento en Estados una guerra de baja intensidad hacia una guerra más intensa subyacente
Unidos. La influencia corruptora de los in1nensamente ricos narcotrafi- a mayores niveles de violencia en el país. La respuesta de los militares
cantes, y del crin1en organizado en general, no se debe subestimar en fue la adopción de una nueva estrategia nülitar n1ás adecuada a las nue-
nuestro análisis de esta relación. En marzo del año 2000, por ejemplo, vas condiciones.
el coronel Luis Alberto Alvarán, director de Inteligencia del DAS, que
100 Sistemas de guerra

Esta nueva estrategia se basó en la reducción del número de efecti- NOTAS


vos no profesionales, el incre1nento de las unidades móviles, la moder-
nización del mando, control y comunicaciones militares y la actualización
del papel de la Fuerza Aérea y de la Armada. Nuevamente, este cambio de
estrategia se vio precipi~'ldo no sólo por la nueva dinámica interna de la
guerra, sino también en respuesta a un giro en la política de Estados
U nidos, decidido a invertir mayores recursos y efectivos a la guerra de
las drogas. La ironía es que Estados Unidos -que había sido decisivo en
la promoción de la estrategia militar de contención en los años seten-
ta- bajo el te1nor de una guerra abierta, tres décadas más tarde está
promoviendo una postura militar más agresiva, bastante más costosa65 •
Los costos calculados de la modernización de las Fuerzas Militares se
elevan a más de 400 millones de dólares entre 1999 y 2002, con un in-
cremento en el pie de fuerza profesional de 34.831 soldados en 1999 a
60.835. Estos soldados profesionales están respaldados por una fuerza
adicional de 60.000 voluntarios, para un total de 120.000 efectivos. De 1
l. Peter Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol, Bringing the State Back in
esta manera, los militares no redujeron su tamaño dentro de este nuevo (Cambridge: Cambridge University Press, 1985). .
plan, sólo reestructuraron su composición. El sueldo de los soldados 2. Los sistemas de seguridad regionales y nacionales construidos por Estad?s ~md_os
hicieron a los militares finalmente más dependientes del Estado que algunas mstltuoo-
bajo este nuevo plan pasó de un mínimo de 300 dólares a aproximada-
nes y, a la vez, más autónomos que otras. Esta condición puede explicar la rápida pro~a­
mente 600 dólares entre 1999 y 2002 66 . Éste es un incremento muy signi- gación de los golpes de Estado militares en la región durante_ la era de la Guerra Fna.
ficativo en un país que sufre una de sus peores crisis econó1nicas desde 3. Alfonso Valdivieso, antiguo fiscal general durante el gobierno de Ernesto Samper,
la Gran Depresión de los años treinta, con unos niveles de desempleo entrevista con el autor, Nueva York, 23 de mayo de 2000.
4. !bid.
que se dispararon a más del 20% de la población a finales de 1999 y un 5. Véase Francisco Leal Buitrago, El oficio de la guerra, la seguridad nacional en Colombia
crecimiento negativo del orden del 6%. (Bogotá: Tercer Mundo Editores-IEPRI, 1994); Véase también Francisco Leal Buitrag~
Basándose en lo anterior, hasta ahora no parece que los plivilegios y León Zamosc (eds.), Al filo del caos, crisis jJolítica en la Colombia de los a·ños 80 (Bogota:
de los militares se hayan visto afectados de manera negativa por el esca- Tercer Mundo Editores-IEPRI, 1991).
6. M-19 es el acrónimo del Movimiento 19 de Abril, el cuál surgió después del pre-
lamiento del conflicto a raíz de la desestabilización del sistema de gue- sunto arreglo de las elecciones presidenciales de 1970, en las cuales Rojas Pinilla perdió
rra. Esto podría atribuirse en buena parte al incremento del paquete de contra Misael Pastrana.
asistencia 1nilitar estadounidense que mitigaría algunos de los costos 7. B;:Uo el gobierno de Julio César Turbay, los militares aumentaron su ~oder de
manera considerable con el Estatuto de Seguridad. Betancur, su sucesor, coarto algunos
económicos negativos de la guerra. La pregunta central es: ¿cuánto tiem- de estos poderes mediante el nombramiento de un general de la Fue~~a ~érea Colom-
po más seguirá Estados Unidos involucrado? Dado el grado de partici- biana (FAC) como ministro de Defensa. Esto fue considerado por el Ejercito como una
pación actual de los Estados, el cuestionamiento giraría alrededor de si afronta. Betancur también tuvo choques con los militares al intentar disminuir su in-
fluencia sobre la Policía. Finalmente, el presidente quería investigar la participación de
la nueva dinámica del conflicto socavará, o no, los privilegios militares
las Fuerzas Armadas en la conformación de los grupos paramilitares, como el grupo
obtenidos bajo el cómodo i1npasse y un sistema de guerra estable. En el «Muerte a los Secuestradores>> (MAS). Véase Buitrago, ojJ. cit., pp. 109-110.
corto plazo, la respuesta es obvia1nente negativa -co1no lo indica lo 8. Leal Buitrago, ojJ. cit., p. 112. El análisis se basa también en información proveída
argtunentado anteriorn1ente-, lo que no es tan claro es lo que sucede- por un informante. . .
9. Francisco Leal Buitrago, <<Defensa y seguridad nacional en Colombia>>, en Franos-
rá en el n1ediano y largo plazo. Los capítulos siguientes deben contri- co Leal Buitrago y Juan Gabriel Tokatlian (ecls.) Orden mundial y segurirlarl, Nuevos desa-
buir a unas respuestas 1nás concluyentes. fíos jHtra Colo111lJia y América (Bogot<Í: Tercer Mundo Editores-IEPRI, 1994), pp. 162-172.
102 Sistemas de guerra Los militares y el cómodo impasse 103

10. Rafael Pardo, De jJrirnera mano: Colombia 1986-1994 (Bogotá: CEREC-Grupo Edito- ron a un cambio en la estructura general o en la estrategia de las Fuerzas Armadas. En
rial Colombia, 1996), pp. 355-356. Alfonso Valdivieso, entonces ministro de Educación, 1973, los militares también llevaron una fuerte ofensiva en la que participaron cerca
me presentó otra versión en la cuál él pensó que el ataque fue autorizado por Gaviria de 30.000 efectivos contra 150 combatientes del ELN en Anorí, Antioquia; esta ofensi-
porque unos días antes de este incidente circulaba un rumor entre los ministros acerca va es considerada como uno de los grandes logros militares de todos los tiempos desde
de que «algo grande era inminente». Alfonso Valdivieso, embajador de Colombia ante su contrainsurgencia. La Operación de Anorí de 1973 diezmó al ELN en el noreste
las Naciones Unidas, entrevista con el autor, Nueva York, 23 de mayo de 2000. Se cree antioqueño, y le llevó al ELN cerca de una década para recuperarse. Existía un denomi-
que antes del ataque los militares le dieron a Gaviria la seguridad de su habilidad para nador común en estas operaciones: donde sea que las guerrillas amenazaran los intere-
capturar o asesinar a los líderes de las FARC, entonces ubicados en Casa Verde. ses de las élites y las clases locales dominantes, como los negocios agrícolas del banano
11. Según lo señalado por Rafael Pardo, entonces ministro de Defensa, ni él ni el y el azúcar en Urabá y Cauca, o a los grupos dominantes de Antioquia, el presidente se
presidente dieron la orden de ataque, puesto que ésta había sido delegada a los mili- veía presionado a actuar y poner en acción a las Fuerzas Armadas. Pero estos recrudeci-
tares. Así, los militares mantuvieron sus privilegios para conducir la contrainsurgen- mientos fueron intermitentes y no amenazaron la dinámica general del sistema de gue-
cia como consideraran necesario. Véase Pardo, ojJ. cit., p. 21. Pardo enumera otras rra, así como tampoco alteraron el cómodo imjJasse.
fuentes de fricción entre el presidente Betancur y los militares: la amnistía general 23. En términos internacionales, la proporción entre personal operativo y personal
que Betancourt declaró para los miembros de las guerrillas, bajo la cual los líderes del administrativo es de 1:3. Colombia tiene una de las relaciones más altas del mundo, 1:6.
M-19 que estaban presos fueron liberados; la tregua que trataba a las guerrillas de igual Véase El TiemjJo, 9 de abril de 2000.
forma que a las Fuerzas Militares; la violación de la tregua, cuya culpa, aunque recae 24. Véase revista PoderyDinero,junio de 1997. p. 35.
sobre el Ejérdto, no fue señalada por el gobierno. 25. El TiemjJo, 31 de agosto de 1997, p. 8A.
12. Pardo, ojJ. cit., p. 133. 26. !bid.
13. Según el informante y los expertos consultados por este autor, las Fuerzas Milita- 27. Por ejemplo, durante 1992 y 1997 se perdieron cerca de 12 millones de dólares,
res aceptaron el tratado de paz con el M-19, el cual abrió paso a la Asamblea Nacional posiblemente desviados a bolsillos privados. En 1997, otro caso salió a la luz, donde 6,7
Constituyente de 1991, después de que se garantizó que sus privilegios, como el manejo millones de dólares fueron utilizados para comprar equipo de campaña que nunca fue
de su presupuesto, sistemajudicial e institución fueran dejados intactos. entregado. Como resultado, 25 oficiales, incluidos seis generales, fueron investigados
1
14. Valdivieso, ojJ. cit. por corrupción. Muchos otros casos fueron reportados, como uno sobre vivienda mili-
15. Es importante resaltar que durante el gobierno de Ernesto Samper existieron tar que involucraba comisiones y sobornos por 33.000 dólares. Véase El TiernjJo, 8 de
rumores de un golpe de Estado que nunca se materializó. Cierto número de reuniones octubre de 1998, p. 3A.
se llevaron a cabo entre políticos oponentes de Samper y personal militar, quienes tam- 28. Durante 1991 y 1994, los salarios de los generales se incrementaron en un 400,7
bién consultaron con la Embajada de Estados Unidos en Bogotá para probar las posibi- %, y los de los tenientes, en un 200%. El personal ubicado en áreas clasificadas como
lidades del golpe. Los golpistas no lograron suficiente soRorte dentro de las Fuerzas «rojas» recibió un incremento del 35%, según el riesgo. Véase Richani, op. cit.
Militares ni fuera de ellas. Esta explicación se basa en varias entrevistas hechas en Bogo- 29. Poder y Dinero (junio de 1997), p. 29.
tá durante ese período. 30. Véase Alternativa, núm. 8 (15 de marzo-15 de abril de 1997), pp. 32-33. Posible-
16. Algunas pruebas muestran que los militares planeaban un golpe que fue aborta- mente el gobierno de César Gaviria estaba tratando de apaciguar a los militares para
do porque la Armada falló en obtener el apoyo del general Rosso José Serrano, véase facilitar los cambios que planeaba introducie en las relaciones cívico-militares, teniendo
Alirio Fernando Bustos, Los secretos del general Serrano (Bogotá: Intermedio Editores, Li- en cuenta que la mayor parte de este dinero no estaba destinada a actualizar el arma-
bro Virtual, 2000). De nuevo, la pregunta es si este episodio no fue más que un «ruido mento ni a cambiar la postura defensiva de las fuerzas armadas. Estados Unidos, Depar-
de sables» para proteger los privilegios institucionales de las Fuerzas Militares. tamento de Estado, 19 de enero de 1973.
17. Entrevista con un informante de la V Brigada, noviembre de 1999. 31. !bid.
18. En algunos aspectos, esta crisis nos recuerda la crisis que llevó a la destitución del 32. !bid.
general Pinzón durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, la cual fue causada por 33. Poder y Dinero, op. cit., p. 28.
la intromisión de los civiles en el presupuesto militar. 34. Estados Unidos, Departamento de Estado, Suplemento anexo al FY 1972 Colom-
19. Esta información se basa en entrevistas con un miembro de la Asamblea Consti- bia CASP, National Archives, NND 969035 (cursivas mías).
tuyente, Bogotá, octubr~ de 1997. 35. !bid., p. 3.
20. Véase Eduardo Pizarro, «Reforma militar y democratización política,, en Francis- 36. En otro documento (un telegrama), también recientemente desclasificado por el
co Leal Buitrago, En busca de la estábilidad jJerdida (Bogotá: Tercer Mundo Editores-IE- Departamento de Estado, desde la Embajada de los Estados Unidos en Bogotá se expre-
PRI, 1995), p. 205. saba elocuentemente el grado de influencia de Estados Unidos sobre los militares: «Pienso
21. Embajada de Estados Unidos en Bogotá, carta de 1973, A-19. Archivos del Depar- que se ha ejercido una gran influencia en la milicia colombiana en términos de actitud
tamento de Estado, NND969035. hacia los objetivos de las políticas de Estados Unidos, a través de cursos de entrenamien-
22. Existen pocas excepciones, como cuando las Fuerzas Militares se embarcaron en to en Estados Unidos y Panamá. Hasta el momento, de 9 oficiales de dos estrellas (inclu-
una ofensiva sostenida durante varios meses en Cauca y Urabá contra el M-1 9 y el EPL, yendo fuerzas armadas, aéreas, navales y policía), seis tomaron cursos en los Estados
respectivamente. Ambas campa1ias fueron exitosas, pero no duplicadas; tampoco lleva- Unidos. De 31 oficiales de una estrella, 22 estudiaron en Estados Unidos, 4 en Panamá
104 Sistemas de guerra Los militares y el cónwdo impasse 105

y sólo 2 no lo han hecho>>. Review of U. S. Military Presence in Latín America, Secret Section, formación a la guerrilla sobre las instalaciones de la compúi.ía. Entrevista con el autor,
16 de diciembre de 1970, Bogotá, 5767. Bogotá, septiembre de 1998.
37. Véanse, por ejemplo, Francisco Leal Buitrago, El oficio de la guerra; Eduardo Piza- 52. Información basada en los comunicados de prensa del cónsul de Estados Unidos
rra Leongómez, La jJrojesionalización militaren Colombia, núms. 1, 2, y 3, 1987-1988; An- en Medellín,James Cooper. Medellín, 28 de agosto de 1973. Amb/DCM1 Def. Att, pol.
drés Dávila Ladrón de Guevara, <<El Ejército colombiano: un actor mas de la violencia», 2. National Archives.
en Jaime Arocha, Fernando Cubides, y MyriamJimeno, Las violencias: Inclusión creciente 53. En términos comparativos, los porcentajes que el gobierno Colombiano desti-
(Bogotá: CES, 1998), pp. 92-118. nó para defensa fueron menores que en Perú, Guatemala y El Salvador durante los
38. Para una revisión de la bibliografía sobre Doctrina de Seguridad Nacional, véase años de auge de su respectiva actividad insurgente: Perú dedicó 21% de su presupues-
César Torres del Río, Fuerzas Armadas y Seguridad Nacional (Bogotá: Planeta, 2000). to nacional a defensa en 1980 y 11,2% en 1990; Guatemala, 10,6% en 1980 y 15,2% en
39. Por ejemplo, véase Alfredo Rangel Suárez, Colombia: Guerra en el fin de siglo (Bogo- 1995 (un año antes de la firma del tratado de paz); El Salvador, 8,8% en 1980 y 24,5%
tá: Tercer Mundo y Universidad de Los Andes, 1998), pp. 81-94. Rangel Suárez argu- en 1990 (un ai1o antes del acuerdo de paz). Colombia sólo destinó 6,7% en 1980 y 8,7%
menta que la estrategia militar es de eliminación. en 1995.
40. La privatización de la seguridad es parte de la tendencia global de subcontratar el 54. Human Rights Watch <<The Ties That Bind: Colombia and the Military-Paramili-
mantenimiento del <<orden público>> con compañías privadas. Pero en Colombia, como tary Links», en Human Rights Watch 2000, p. 6. Lo que es notable en el caso de los
el país se encuentra en las tinieblas de una guerra civil, este proceso adquiere un carác- paramilitares de Calima es el paralelismo que tienen con Muerte a los Secuestradores
ter propio y peculiar, al estar atado al sistema de guerra. En Estados Unidos, por ejem- (MAS), los cuales fueron decisivos en la formación de los paramilitares en Puerto Boya-
plo, hasta 1970 existía más policía pública que privada. La proporción era de 1,4:1. A cá. El paralelismo es que el grupo Calima fue formado después de que el ELN secuestró
mediados de los años noventa, existía más de tres veces policía privada que pública. La a 140 feligreses de la iglesia de La María, en Cali. Dentro de los secuestrados existían
General Motors tiene una fuerza de 4.200 policías privados. En Gran Bretaña, el núme- presuntos narcotraficantes probablemente asociados a los negocios establecidos por los
líderes encarcelados del Cprtel de Cali. La exigencia de dinero por la liberación de
ro de guardias privados ha aumentado de 80.000 en 1971 a 300.000 en 1997,.aproxima-
algunos secuestrados evoca el caso de la hermana de los narcotraficantes Ochoa y el M-
damente el doble de la policía pública. Tendencias similares se observan en Canadá y
Austria, donde la proporción es de 1:2. Véase TheEconornist, 19 de abril de 1997. 19, que impulso la creación del MAS.
55. <<The Ties That Bind>>.
41. Véase Leal, ojJ. cit., p. 202.
56. Se calcula que más de 3.000 miembros de la Unión Patriótica (UP) fueron asesi-
42. Véase Richani, op. cit., p. 56.
nados desde mediados de los años ochenta. La UP se convirtió en liD movimiento polí-
43. Véase Charles Tilly, <<War Making and State Making as Organized Crime», en
tico oficial de izquierda en 1985, durante el gobierno de Betancur.
Pe ter Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol, (eds.), Bringing the State Back in
57. <<The Ties That Bind».
(Cambridge: Cambridge University Press, 1985), p. 181.
58. Entrevistas con comandantes del ELN y de las FARC hechas por el autor. Bogotá
44. Richani, op. cit.; véase también Capítulo 5 de este libro.
e Itagüí, noviembre de 1997 y noviembre de 1998.
45. Alternativa, núm. 8 (15 de marzo-15 de abril de 1997), pp. 10-16.
59. Francisco Thoumi, Poltical Economy and !llega! Drugs in Colombia (Boulder, Colora-
46. La crisis hegemónica del Estado alcanzó nuevos niveles cuando el general Néstor
do: Lynne Reinner, 1995).
Ramírez alegó que algunos empleados en la oficina del fiscal general Jaime Bernal Cué- 60. Pablo Escobar, por ejemplo, estableció en Medellín en 1982 un movimiento polí-
llar eran guerrilleros, por conducir investigaciones de los abusos de los derechos huma- tico llamado Civismo en Marcha, bajo el cual logró ganar una silla en el Congreso.
nos de las Fuerzas Armadas y sus posibles nexos con los grupos paramilitares. Éste no es Gonzalo Rodríguez Gacha, por su parte, estableció una base política a través de su orga-
un caso aislado, sino un patrón que refleja profundas disputas interinstitucionales re- nización en el Magdalena Medio, Meta y los Llanos Orientales. Pablo Escobar se hizo
presentando la fragmentación del aparato de Estado. Véase El TiemjJo, 14 de diciembre conocer en sus círculos y en los barrios populares de Medellín como <<el Doctor», míen-
de 1999. Véase también Leal, ojJ. cit. tras Rodríguez Gacha fue conocido como <·~el Mexicano>> o <<Don», ambos títulos gana-
47.Los efectos económicos negativos de la guerra civil serán discutidos en el Capítu- dos por la admiración que producía entre sus seguidores y benefactores.
lo 7, pero por ahora es importante resaltar que en 1997la economía estaba creciendo a 61. Darío Betancourt y Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos: Historia
un ritmo más bajo y que en 1999 alcanzó un crecimiento negativo de 5%. social de la mafia colombiana 1965-1992 (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1994), p. 191.
48. Véase TheNew York Times (6 de noviembre 6 de 1998). 62. Francisco Thoumi, << CorrttjJtion and Drug-Trajficlúng: General Considerations and Re-
49. Véase Capítulo 5 de este libro. ferences to Colombia,_, ponencia presentada en The U nited Sta tes vVar College Conferen-
50. Se calcula que la seguridad de las compañías multinacionales cuesta, en prome- ce on Colombia, Pennsylvania Carlisle, diciembre de 1998, p. 15.
dio, un 4% de sus costes operativos en los países en desarrollo. En Colombia este costo 63. Para un acercamiento detallado de cómo los militares ayudaron a establecer un
es sustancialmente mayor: 10%. Este dinero es el elemento de competencia entre los grupo paramilitar en Mapiripán, véase ElEsjJeC:tador, <<Reporte Especial», 10 de marzo de
actores locales y los internacionales. Esta gráfica es tomada de The New Yor/{ Times (6 de 2000.
noviembre de 1998), p. C3. 64. La Fuerza Aérea estuvo envuelta en una sede de operaciones encubiertas de
51. Un informante de la'seguridad de la BP reveló al autor otra faceta de un caso en tr<-í..fico a Estados Unidos, incluyendo una c¡ue involucro al avión presidencial.
el cual un oficial de seguridad de una compai1ía multinacional estaba vendiendo in-
106 Sistemas de guerra

65. A principios del año 2000, la administración de Bill Clinton estuvo gestionando CAPÍTULO CUATRO
para obtener 1.600 millones de dólares de ayuda (1.300 millones fueron aprobados ese
año) para Colombia, de los cuáles más del 70% es destinado a propósitos militares. LOS GRUPOS GUERRILLEROS IMPASSE
Estados Unidos está activamente involucrado en la creación de unidades móviles del
Ejército y entrenamiento de personal, lo cual, en efecto, es la reinvención de una nueva
y más moderna fuerza armada para acomodarse a los intereses de seguridad regional de
Estados Unidos. Se cree también que el personal militar de Estados Unidos -incluyen-
do fuerzas especiales, subcontratistas y mercenarios- directamente envuelto en el con-
flicto puede alcanzar los 2.000 efectivos.
66. El EsjJectador, 20 de noviembre de 1998, p. 4A.

Este capítulo se basa en mis entrevistas con líderes guerrilleros e


informantes, así como en otra serie de fuentes primarias y secundarias.
Las entrevistas, llevadas a cabo en 1997 y 1998, buscaron recopilar infor-
mación sobre la con1posición social de los grupos guerrilleros y sobre
sus actuales metas políticas. Otro conjunto de entrevistas fue llevado a
cabo enÚ-e 1994 y 1996. Ésas fueron principalmente exploratorias y di-
señadas para familiarizarme con el tema de estudio y con los actores
involucrados, para establecer los contactos necesarios y evaluar la facti-
bilidad de la presente investigación. Este capítulo tiene dos objetivos
principales. El primero es presentar una breve historia de los dos princi-
pales grupos guerrilleros actualmente activos en Colombia, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Libera-
ción Nacional (ELN), y de un pequeño grupo, el Ejército Popular de
Liberación (EPL), dentro del contexto de las crisis de la economía cam-
pesina y de los fracasos de las instituciones estatales para resolver el con-
flicto generado por esas crisis. El argumento principal de este capítulo
es que la firma del pacto de Chicoral en 1972 y el establecimiento for-
mal de las FARC (1964-1966) y del ELN (1965) no fueron coinciden-
cias. El pacto de Chicoral y los movimientos guerrilleros representan
dos respuestas diametrahnente opuestas a la misma crisis institucional
cuya génesis yace en las luchas por la tierra en los ail.os veinte, como se
discutió en el Capítulo 2.
108 Sistemas de guerra Los grujJos guerrilleros )1 el impasse 109

El segundo objetivo de este capítulo es analizar de qué forma un Pocos meses antes de la elección de 1950, el presidente Ospina Pérez
cómodo impasse con el Estado permitió a la guerrilla lograr una eco- (1946-1950) declaró el «estado de emergencia» en un esfuerzo por
nomía política positiva (EPP), dotándola de unos activos políticos, mi- controlar los levantamientos de protesta por el asesinato de Gaitán. El
litares y económicos lo suficientemente importantes como para motivar Partido Liberal, a su vez, declaró que sabotearía las elecciones presiden-
una búsqueda por 1nantener el statu quo en lugar de una victoria defi- ciales y llamó a una huelga general. En respuesta, el Ejército ocupó Vi-
nitiva o un arreglo negociado. La búsqueda de una victoria 1nilitar llavicencio (capital del Meta) y Puerto López (Meta), y los seguidores
definitiva o de un arreglo negociado implicó riesgos que pesaron más armados del gobierno ocuparon San Vicente de Chucurí, en Santan-
que los beneficios del statu quo. Hay que tener en mente que esta der, el día de las elecciones. La resistencia armada se diseminó por va-
posición por parte de la guerrilla se basa en las experiencias pasadas de rios departamentos, especialrnente en los Llanos Orientales. Los
grupos guerrilleros que acordaron entregar sus armas y participar en partidarios del Partido Liberal, muchos de los cuales estaban emparen-
los procesos políticos para luego verse sometidos a una campaña de tados -los Parra, los Bautista, los Fonseca, los Villamarín, los Calderón
liquidación sistemática por parte de grupos paramilitares aprobados y otros- unieron fuerzas con líderes campesinos, como Elíseo Velás-
hasta 1987 por el Estado, pero que continuaron con el apoyo de secto- quez, Franco Isaza y Guadalupe Salcedo, en su lucha contra el gobierno
res de las Fuerzas Armadas 1• En los análisis de siste1nas, los resultados en conservador. En el suroccidente antioqueño, el símbolo de resistencia
la mayoría de los casos divergen de los intereses y metas iniciales de los fue Juan de Jesús Franco; en el SD;r de Córdoba la resistencia fue liderada
actores. En consecuencia, este capítulo argumenta que las organizacio- por José Guerra, y por1 Saúl Fajardo en el nororiente de Cundinamarca.
En el sur del Tolima las guerrillas surgían de entre los miembros del
nes guerrilleras se prestaron de manera inadvertida a la dinámica de un
Partido Comunista y del Partido Liberal. Los comunistas eran liderados
sistema de guerra. Analizo los grupos guerrilleros en cuanto a su com-
por Isauro Yosa (alias Mayor Líster) y Jacobo Prías Alape (alias Charro
posición social, sus estrategias, su fuerza militar, ya que sostengo que el
Negro), todos campesinos. Fue en este último grupo donde el actual
sistema de guerra se ve impulsado por los incentivos, metas, intereses y
líder legendario de las FARC, Manuel Marulanda Vélez ( Tirofijo), co-
cálculos de los actores. Sin embargo, el comportamiento de un actor
menzó su carrera revolucionaria. Durante cuatro años, las guerrillas
solo se puede evaluar en relación con su impacto sobre los comporta-
liberales combatieron contra el Ejército y los partidistas conservado-
mientos e incentivos de otros actores.
res. En 1953, el general Rojas Pinilla lideró con éxito un golpe militar.
Ordenó el cese de la ofensiva militar y prometió una amnistía general
LAS FARC, DE MARQUETALIA (1964) A CAQUETÁ (1998)
a quienes rindieran sus armas. Como resultado, un buen número de los
Las FARC evolucionaron de organizaciones de defensa confor- guerrilleros liberales de los llanos, Antioquia y Santander entregaron sus
madas por colonos y campesinos pobres con el fin de defender sus armas al gobierno; algunos de ellos fueron enseguida asesinados, inclu-
parcelas de las invasiones de los grandes terratenientes y del Estado. Las yendo al líder guerrillero Guadalupe Salcedo. Las guerrillas de Cundi-
regiones del Suma paz y Tequendama (zonas de fuerte presencia comu- namarca y el Tolima, en particular las comunistas, se rehusaron a entregar
nista) en la parte oriental del Departamento del Tolima y en el surocci- sus armas, y como consecuencia el Estado continuó la campaña militar
dente de Cundinamarca, en las que se encontraban grandes haciendas en su contra.
cafeteras, constituyeron los cünientos de las FARC. Estas zonas fueron En 1955, Rojas Pinilla declaró objetivos militares al Sumapaz y al
testigo de una lucha por la tierra desde los años treinta. Después del oriente del Tolima. Por ese entonces, Manuel Marulanda Vélez y Ciro
asesinato del líder del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, el Trujillo Castaúo organizaban a los can1pesinos en el sur del Tolüna y en
Partido Comunista instruyó la formación de ligas de autodefensa en Tierradentro (Cauca). Decidieron 1novilizar sus fuerzas, que incluían a
estas zonas. sus familias, y se 1nudaron desde Bejucales, El Doa y Galilea hacia El
Pato en el Caquetá y Guayabera en el Meta, y algunos fueron al Alto
110 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros _'Y el impasse 111

Sumapaz. Como resultado, estas zonas se convirtieron en bastiones de fue asesinado un año más tarde en Riochiquito:~. Las fuerzas del go-
las fuerzas guerrilleras a lo largo del siglo. bierno desplazaron a los campesinos armados, quienes a su vez deci-
En 1958, después del colapso del régimen de Rojas Pinilla, el nuevo dieron cambiar de estrategia militar. Desde los años cincuenta habían
gobierno del Frente Nacional emitió el Plan de Rehabilitación, que ofre- actuado a través de «ligas de autodefensa» en localidades fijas; a me-
cía una amnistía general a los campesinos armados que entregaran sus diados de los años sesenta las ligas fueron convertidas en un movimien-
armas. Las guerrillas del Sumapaz declararon un cese de hostilidades y to armado que combinaba las e:xperiencias de reforma agraria del liberal
suspendieron sus operaciones 1nilitares, pero decidieron conservar sus radical Juan de la Cruz Varela, y las experiencias organizativas y lnilita-
armas y mantener las estructuras organizativas de las Ligas de Autode- res del Partido Comunista4 . Después de esta ofensiva militar, los cam-
fensa. (Muchos de los campesinos del Sumapaz eran veteranos o hijos pesinos armados se reagruparon en el sur del Tolima y sostuvieron
de veteranos de las luchas por la tierra de los años veinte.) una asamblea en 1965 en la cual adoptaron una estrategia móvil de
A pesar del cese el fuego, muchos de los líderes campesinos eran el guerra de guerrillas en lugar de su posición defensiva, y un plan de
blanco de campañas de liquidación: Silvestre Bermúdez, Hermógenes reforma agraria (Programa Agrario de las Guerrillas), que luego fue
Vargas y Jacobo Prías Alape fueron asesinados. De 1958 a 1963, las mili- incorporado en el programa político de las FARC. La fecha oficial de la
cias armadas que trabajaban para terratenientes locales o para el Estado fundación de las FARC fue 1966, cuando se llevó a cabo la Segunda
llevaron a cabo campañas terroristas contra los líderes campesinos y sus Conferencia de este grupo guerrillero para discutir la estrategia milítar
defensores en un intento por desalticular la resistencia. Por consiguien- y su plan político y agrario. La Primera Conferencia fue llevada a cabo
te ello sentó las bases de un conflicto en el cual los grupos paramilitares en 1965, cuando las ligas de defensa campesina se retiraron de sus pue-
' i

y los campesinos armados libraron batallas en diferentes localidades, blos y se reagruparon en el sur del Tolima.
como Gaitania y Planada. En 1964, esto llevó a un reinicio de la campa-
ña militar del Estado bajo el pretexto de luchar contra las «repúblicas COMPOSICIÓN DE CLASE Y DE GÉNERO DE LAS FARC
independientes» de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y Guayabera, re-
giones tradicionalmente de colonización campesina. Los comandantes de las FARC de ese entonces eran Manuel Maru-
Esta vez, sin embargo, la lucha contra los campesinos «comunistas» landa Vélez,Jacobo Arenas, Rigoberto Lozada (Joselo), Carmelo López,
tuvo una mayor resonancia internacional y regional, ya que ocurrió tras Rogelio Díaz,José de Jesús Rivas ( Cartagena) y Ciro Trujillo. Todos eran
la crisis de bahía de Cochinos y con el creciente «espectro» del marxis- de origen campesino, excepto Jacobo Arenas, que era de clase obrera
mo sobre la región. 2 La doctrina de seguridad nacional de Estados Uni- urbana. La base social de las FARC no ha cambiado de manera significa-
dos enseñada a los ejércitos latinoamericanos dominaba el discurso del tiva desde ese entonces: su composición de clase social continúa siendo
Ejército colombiano y sus estrategias. El precepto guía de esta doctrina predominantemente campesina y sus bastiones están en zonas de colo-
en Colombia favoreció la lucha contra las guerrillas campesinas y con- nización campesina5 . Sólo el 30% de los combatientes reclutados en los
tra el comunismo. En 1964, el Ejército lanzó una ofensiva contra las all.os noventa provenía de ciudades grandes y de una clase media baja
«repúblicas campesinas independientes» con la asistencia militar y apo- (véase Tabla 4.1). Desde los all.os setenta, el número de mujeres comba-
yo político de Estados Unidos. Anticipando un ataque, los campesinos tientes ha aumentado: pasó de menos del 20% a ser casi el 30% de los
sacaron a los niños, ancianos y mujeres que no podían luchar. Cuaren- miembros de las FARC6 .
ta y cuatro n1ujeres y hombres combatientes se quedaron. En una La composición de las tropas de las FARC es consecuente con su
muestra de su respaldo y para coordinar las defensas de los campesi- jefatura, si no fuera por el hecho de que no hay representación femeni-
nos, el Partido Co1nunista despachó a un miembro de su Comité Cen- na en su cúpula (véase Tabla 4.2) 7 . La composición de clase en la jefatu-
tral,Jacobo Arenas, y a un estudiante de la Universidad Libre y miembro ra de las FARC las distingue de los otros grupos guerrilleros en América
de la organización juventudes Comunistas, Hernando González, quien Latina, en los cuales el co1nponente intelectual de clase Inedia era 1nás
112 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 113

TABLA 4.1 Composición social básica de las FARC (1998) tral (la autoridad máxima del ELN), en el cual los intelectuales urbanos
de clase 1nedia son 1nás numerosos que los campesinos y que los otros
Clase Lugar de origen Género
miembros de clase popular. Sin en1bargo, como en el caso de las FARC,
Rural Urbano Mujer Hombre los comandantes de los frentes y de las columnas son de origen campe-
sino10.
Campesinos (principalmente %
70 90% 10% 30% 70%
trabajadores del agro) Mientras que la mayoría de los movünientos revolucionarios ha ob-
Clase trabajadora, tenido un respaldo considerable de intelectuales urbanos, las FARC han
estudiantes y profesores de 20% sido una de las excepciones. Las FARC continuaron siendo un movi-
escuela
miento predominantemente campesino por una serie de razones. Pri-
Intelectuales de clase media 10% mero están las condiciones históricas bajo las cuales se formaron las
FARC y la composición de la clase social de sus fundadores. Los líderes
Fuente:YezidArteta, miembro del Estado Mayor del Bloque Oriental de las FARC, en
entrevista, Bogotá, 1998; también se basa en recuentos personales de los líderes urba- campesinos de las ligas de defensa, quienes luego constituyeron el gru-
nos de las FARC en entrevista con el autor, Bogotá, diciembre de 1997. po eje de las FARC, ayudaron a cimentar estas raíces cmnpesinas. No es
ninguna coincidencia, por lo tanto, que allí donde alguna vez existieron
las «repúblicas independientes» las FARC hayan logrado mantener una
TABLA 4.2 Composición social del Secretariado 8 de las F_ARC
base de respaldo sólido a lo largo de tres décadas (véase Tabla 4.3).
Nombre Lugar de o-rigen Clase social (padre) Posteriormente, las zonas de colonización se han convertido en las prin-
Manuel Marulanda Pueblo Campesino con pequeña propiedad cipales áreas sobre las cuales las FARC ejercen su mayor influencia.
Raúl Reyes Pueblo Campesino con pequeña propiedad
El segundo factor son las divisiones organizativas entre el Partido Co-
munista, y lo que una vez fue su brazo militar, las FARC. El Partido incor-
Alfonso Cano Ciudad Clase media (profesional)
poró en su mayoría a intelectuales urbanos, estudiantes y miembros de
Ciudad pequeña
Iván Márquez
(Florencia)
Clase baja la clase trabajadora, mientras que las FARC, debido a que actuaban en
zonas rurales, atraían a los que vivían en las zonas rurales. Esta división
Jaime Guaracas Pueblo Campesino con pequeña propiedad
funcional de trabajo organizativo-político se vio exacerbada cuando las
Monojojoy Pueblo (Nariño) Campesino con pequeña propiedad
relaciones entre el Partido Comunista y las FARC se rompieron, a fina-
Timo león Jiménez Pueblo Campesino con pequeña propiedad

Fuente: Entrevista con un informante de las FARC, Bogotá, diciembre de 1997. La TABLA 4.3 Extracción de rentas por las guerrillas (1998-1999)
categoría social «campesino con pequeña propiedad» se refi.ere a. ~quellos ~t~e p~seen (millones de dólares, tasa de cambio: US$1=1.800 pesos)
menos de 20 hectáreas. Esta investigación se guía por la clas1ficaoon del Mm1steno de
Agricultura de Colombia. FARC ELN
Gramaje a narcotraficantes 180 30
pronunciado. Tal fue el caso del movimiento 26 de Julio, en Cuba; del Secuestro por dinero y extorsión 198 40
FMLN (y sus partidos), en El Salvador; de los sandinistas, en Nicaragua; Desviación de recursos e inversiones gubernamentales 40 60
de Sendero Luminoso, en Perú, y de la URNG (y sus partidos), en Gua- Atracos a bancos y a otras instituciones financieras 30 20
temala9. En contraste, en Colombia el ELN -el segundo grupo guerri- Total 448 150
llero 1nás ünportante actuahnente activo- tiene una composición
Fuente: Consejería de Seguridad de la Presidencia, cálculos de la Policía Nacional y
campesina 1nucho 1nenos n1arcada, en particular en su Comando Cen- del EJército. Véase Camilo Granada y Leonardo Rojas, «Los costos del conflicto arma-
do», P!rmearión yDesarrollo26(4) (Octubre-Diciembre, 1995), pp. 119-151.
114 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 115

les de los años ochenta. El Partido Comunista continuó con una base na manera entre ciertos sectores de la clase trabajadora y de la clase
social predominantemente urbana y las FARC con una base campesina. media urbana. A mediados de los años noventa, las FARC nuevamente
El tercer factor es que el programa político y las tácticas políticas revisaron sus estrategias organizativas en los centros urbanos. Una de
empleadas por las FARC no correspondían a las preocupaciones políti- sus labores clave era romper su aislamiento en relación con las clases
cas y de clase de los sectores medios urbanos, en particular a partir del urbanas. Con este fin, crearon el Movimiento Bolivariano por una Nue-
colapso de la Unión Soviética en 1989, lo que desacreditó la ideología va Colombia, un movimiento democrático amplio con una vasta agenda
guerrillera y la lucha armada con algunos sectores de los intelectuales basada en principios democráticos y de justicia social. Según Iván Ríos,
de izquierda 11 • El diálogo entre las guerrillas y la mayoría de los inte- el coordinador político de las FARC en San Vicente del Caguán (Caque-
lectuales de izquierda se vio prácticamente interrumpido en los años tá), el nuevo movimiento busca atraer diversos sectores de la academia
noventa. De esta manera, la guerrilla perdió un canal político impor- '
artistas e intelectuales, y no está asociado co_n el Partido Comunista,
tante en los centros urbanos, lo que debilitó sus capacidades de movi- como lo estaba la UP. Hasta ahora, este frente ha recibido un respaldo
lización en las ciudades. indiferente entre los círculos intelectuales de la clase media.
El cuarto factor que encerró a las FARC en las zonas rurales está
relacionado con las campañas de liquidación sistemática desplegadas LAS FARC, LOS COLONOS Y EL DESARROLLO CAPITALISTA
por los paramilitares de derecha en alianza con los militares en contra
de importantes líderes y activistas de izquierda, en particular en los cen- Para entender el proceso de colonización, es imperativo identifi-
tros urbanos. Estas campañas han cobrado más de 4.000 vidas desde car las tendencias principales en las relaciones de economía agraria y
mediados de los años ochenta, y han dejado a las FARC, así como a cómo éstas correspondieron a los impulsos de los mercados naciona-
buena parte de los grupos insurgentes, sin cubrimiento político urba- les e internacionales. Sostengo que la colonización y los movimientos
no. Las tácticas contrainsurgentes del Estado y los grupos paramilitares guerrilleros son dos formas de resistencia campesina frente a la trans-
han probado su eficacia al impedir a las FARC un anclaje en los centros formación capitalista de las relaciones de producción en el agro. Los
urbanos, allí donde se concentra el poder polítíco y económico. Esta niveles y la magnitud de esta resistencia dependieron, asimismo, del
«limpieza política» en los principales centros económicos urbanos per- tipo de relaciones de producción que caracterizaban a cada región:
mitió la adaptación de las clases dominantes y de la élite política a una relaciones y estructura de clase, contingencia política, ritmo de inte-
guerra civil librada principalmente en las zonas rurales, y les permitió gración de la región al sistema capitalista global y función de las insti-
ahorrarse los costos de cualquier reforma económica y política real si se tuciones del Estado.
buscara la paz. Esto explica por qué el impasse militar era cómodo para Colombia experimentó tres oleadas principales de colonización en
sectores clave de la sociedad colombiana, principalmente la clase domi- los siglos XIX y XX. En la primera oleada (desde mediados del siglo
nante, así como para los militares. XIX hasta comienzos del siglo XX), los campesinos sin tierra escapaban
La mayor parte de los intelectuales de clase media pertenecientes a de las haciendas en búsqueda de tierras. La segunda oleada ocurrió du-
las FARC proviene de áreas urbanas, y la mayoría probablemente co- rante La Violencia, cuando los campesinos, escapando de la persecu-
menzó su vida política con el Partido Comunista para luego pasar a los ción del Estado y de las fuerzas conservadoras, huyeron de El Pato,
grupos guerrilleros a causa de la represión o por otras razones 12 • A me- Riochiquito y Marquetalia, en el Meta, y buscaron refugio en zonas peri-
diados de los años ochenta, las FARC comenzaron un esfuerzo concer- féricas, como Guaviare, Caquetá y Norte de Santander. Esto n1arcó el
tado para organizarse en centros urbanos a través de la UP, pero, como comienzo de la lucha campesina: sus primeros proponentes eran parti-
se mencionó anteriormente, la UP fue blanco de la represión del Esta- darios liberales, pero el Partido Co1nunista gradualm_ente fue ganando
do y de los grupos paran1ilitares. Sin en1bargo, la UP permitió a las FARC influencia, propagando sus ideas revolucionarias entre los ca1npesinos y
extender su activis1no político en los centros urbanos y anclarse de algu- construyendo las bases de lo que luego sería conocido co1no las FARC.
116 Sistemas de guerra Los grujJos guerrilleros y el impasse 117

La tercera oleada comenzó durante los aúos setenta, y extendió el Ayudaron a movilizar a los pequeños campesinos sin tierra permitiéndo-
proceso de colonización en el Guaviare, Putumayo, Caquetá, Sur de les adquirir tierras, en desafío a la lógica del desarrollo capitalista, el cual
Bolívar, Norte de Santander y Meta, con el auge de la economía ilegal requiere que éstos se transformen en mano de obra asalariada. Las gue-
de la droga (marihuana y coca, además de amapola para producir opio) rrillas ta1nbién protegieron las propiedades cmnunales de los pueblos
y con los descubrimientos de petróleo en el Putumayo y de oro en el Sur indígenas y de las neg1itudes en sus áreas de operaciones 15 .
del Bolívar. Los procesos de desarrollo capitalista y el ritmo de integra- Durante los aúos treinta surgieron dos patrones de conflicto de cla-
ción de los mercados colombianos a la economía mundial invariable- se. En regiones como el Tequendama, donde las relaciones de propie-
mente fueron propulsando estas tres oleadas. Aunque las oleadas de dad se volvieron capitalistas en cuanto a que los derechos de propiedad
colonización se vieron precipitadas por diversas condiciones sociopolí- fueron definidos y consolidados, los conflictos que se produjeron eran
ticas y económicas, se pueden considerar como un mecanismo de de- típicamente sobre salarios, trabajo y condiciones de renta. En el Tolima
fensa empleado por los campesinos para salvaguardar un economía de y Cundinamarca se produjeron conflictos entre los terratenientes y los
subsistencia frente a la expansión de la modalidad capitalista de pro- aparceros que trabajaban en las haciendas cafeteras. Los aparceros lu-
ducción y a la acumulación de capital a costa del campesinado. charon por el derecho a cultivar el café en sus propias parcelas, a ven-
La acumulación de capital requería la introducción de cambios en derlo en el mercado y a moverse libremente dentro de la hacienda.
las modalidades de producción (como trabajo asalariado, concentra- También exigían que se les pagara con dinero, no con participacio-
ción de la tierra y mecanización) y, por consiguiente, nuevas estructuras nes. Los aparceros estaban, en efecto, tratando de desmontar las rela-
de clase. Así, por ejemplo, la aparcería, el sistema de remuneración de la ciones económicas precapitalistas y suplantarlas con una modalidad
hacienda13 y la colonización de tierras eran obstáculos para el avance de capitalista. Las ligas agrarias de los aúos treinta desempel1aron un pa-
sistemas más eficientes de producción. Karl Marx escribió: pel primordial en la organización de los campesinos y en la articula-
ción de sus it;Itereses. Estas ligas, constituidas por campesinos pobres a
Uno de los requisitos del trabajo asalariado y una de las condiciones
partir de las experiencias de reforma del radicalliberalJuan de la Cruz
históricas para el capital es el trabajo libre y el valor de cambio de la mano
de obra libre frente al dinero, a fin de reproducir el dinero y convertirlo en Varela y del Partido Comunista, gradualmente se convirtieron en un
valores, para que sea consumido por el dinero, no como valor de uso para movimiento armado. Luego, de estas ligas surgieron las FARC con la
el disfrute, sino como valor de uso para el dinero. Otro requisito es la sepa- capacidad para consolidar una base social y mantener una tradición de
ración del trabajo libre de las condiciones objetivas de su comprensión y de resistencia en el oriente del Tolima y el suroccidente de Cundinamarca
los medios y componentes del trabajo [ ... ].Esto, por encilna de todo, signi- durante la mayor parte del siglo XX 16 .
fica que el trabajador debe estar separado de la tierra [ ... ]. Esto significa la El conflicto de clase asumió una nueva dimensión en el Sumapaz.
disolución de los pequeños latifundios libres y de la propiedad comunal Los derechos de propiedad aún no habían sido definidos, y los baldíos
terrateniente 14 •
estaban sujetos a disputas entre colonos, aparceros, campesinos pobres
Los campesinos en algunas regiones de Colombia desarrollaron estra- y terratenientes que estaban incorporando estas tierras a sus propieda-
tegias de resistencia hacia los procesos de transformación capitalista des- des. Esto llevó a conflictos y a una reconfiguración de las relaciones de
critos aquí por Marx. Así, la colonización armada de nuevas tierras ha clases, y contribuyó al surgimiento de un pequeúo campesinado con
sido una herramienta importante de resistencia que ha afectado profun- tierra co1no obstáculo a la expansión capitalista. En esta zona, la resis-
damente el desarrollo socioeconómico y político del país en el transcurso tencia armada nació como una táctica empleada por los campesinos
de los últimos 40 al1os. Las comunidades negras e indígenas, ambas con para negociar la tenencia de la tierra y su derecho a la propiedad. Los
propiedades comunitarias, también resistieron a las invasiones de capital ca1npesinos de algunas zonas del Stunapaz y del Tequendama conver-
y a la privatización de sus propiedades. A este respecto, los gn1pos guerri- gieron con los ca1npesinos que habían sido expulsados de Chaparral, el
lleros se convirtieron en agentes cruciales en este proceso de resistencia. Líbano y Rovira en el centro del Tolin1a y que habían perdido sus tierras
118 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 119

a manos de terratenientes; todo ello contribuyó a constituir el núcleo


de las FARC.
Los procesos colonizadores en Guaviare, Caquetá y Putumayo co-
menzaron durante el período de la violencia en los años cincuenta. Las
guerrillas liberales y comunistas buscaron refugio en estas zonas en su
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huida de los Llanos Orientales. Las guerrillas generalmente venían acoin- t...o:l

paúadas de sus familias; en ocasiones, pueblos enteros que buscaban


escapar de la persecución migraban hacia estas zonas. Mucho después
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de la pacificación de los llanos, algunos campesinos decidieron quedar-


se y comenzar una nueva vida alejados de las presiones económicas y ~ ~ ~ ~ ~
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políticas de los latifundios y «por fuera de la lógica» del desarrollo capi- ..,¡< C<") ...... C<") C<")

talista17. Estas zonas estaban escasamente habitadas y disponían de abun-


dantes tierras baldías para colonizar.
Hay dos formas colonización: una se dirige hacia baldíos o tie-
rras de propiedad privada (colonización interna), y la otra, a las zonas
aledañas al bosque tropical (colonización de frontera). Los conflictos
por la tierra en las zonas de colonización in terna comenz~ron en 1920
y adquirieron nuevas dimensiones en las décadas siguientes. En 1985,
las FARC estaban militarmente activas en el 62% de los municipios
clasificados como procesos de colonización interna y en el 44% de los
municipios de colonización de fronteras. En 1995, los grupos guerri- C<")
1 t--
lleros extendieron su presencia militar al 93% de las zonas de coloni- ......

zación interna y al81% de las zonas de colonización de fronteras (véase


Tabla 4.4) 18 .
La colonización en los departamentos fronterizos con Perú, Ecuador,
Panamá y Venezuela sí avanzó sin conflictos, ya. que la posesión de la tie-
rra no estaba en disputa. Sin embargo, a partir de los años ochenta, la
colonización se convirtió en un proceso violento con el auge de los cul-
tivos comerciales de droga, la inversión los narcodólares en la tierra
y el descubrimiento de reservas de petróleo, carbón y oro. Por ejemplo,
el Casanare era una zona tranquila hasta que las perspectivas de pro-
ducción petrolera se vieron acompañadas de un conflicto armado. En-
tre 1987 y 1989, se registraron 33 enfrentamientos y entre 1993
y 1995, se presentaron 103 enfrentamientos armados entre las guerri-
llas, las Fuerzas Armadas del Estado y los paramilitares. Las FARC esta-
blecieron una presencia militar en Arauca desde 1982, cuando ésta se
convirtió en una de las principales regiones de producción petrolera.
120 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 121

En 1998, las FARC habían triplicado sus frentes con el respaldo de Las FARC incitan a los ca1npesinos a consagrar parte de sus parcelas
una fuerza n1óviJ 19 . Posteriormente, Arauca se convirtió en zona en con- a cultivos de pancoger y a mantener sólo una parte para el cultivo de la
tienda donde las Fuerzas Militares y los paramilitares competían para coca. Finalmente, las FARC vigilan sus áreas de influencia frenando las
embargar a las guerrillas la renta que cobraban por concepto de protec- actividades crüninales y delincuenciales y la posesión de armas, y resol-
ción a las multinacionales e impedir su influencia política entre el cam- viendo los conflictos sociales y disputas entre individuos, como pro-
pesinado. Entre 1989 y 1994, 1.115 personas fueron asesinadas por blemas maritales y violencia doméstica. A cambio de esos servicios, las
motivos políticos (los índices más altos de la región). La mayoría de las FARC han desarrollado un sistema progresivo de gravámenes a los in-
víctimas eran colonos, pequeños campesinos e indígenas, sometidos a gresos. Los campesinos pobres se ven por lo general exentos de este
desplazamiento forzado o asesinados en vista de la creciente importan- impuesto. Las FARC, por ejemplo, han fJjado un impuesto a la cerveza,
cia económica de la región y la subsiguiente revalorización de sus tie- cuyos fondos se utilizan para apoyar el sistema educativo local y otros
rras. El creciente valor especulativo de la tierra a partir de los años proyectos. Por lo general un cornité local elegido determina los desem-
ochenta trajo consigo un capitalismo rentista (descrito por algunos como bolsos y la asignación de los impuestos así recolectados. En Remolinos
capitalismo salvaje) como una de las fuerzas propulsoras del rediseño del Caguán, una localidad en la cual se cobra este impuesto a la cerveza,
de las estructuras agrarias, generando conflictos de clase y cambiando se estableció un comité elegido de estudiantes y de profesores para re-
la dinámica del sistema de guerra. colectar este impuesto y desembolsado para la construcción de una es-
cuela local. Los miembros de las FARC se encargan de los cobros si los
LAS FARC Y LOS CULTIVOS ILÍCITOS pagos son irregulares 22 •
Según Yezid Arteta, comandante de las FARC en la zona del Caguán,
La colonización del Guaviare y del Putumayo se vio acelerada a co-
su movimiento desempeña el papel de un gobierno en aquellas zonas
mienzos de los años ochenta con la llegada de los cultivos de coca. Esta
bajo su influ~ncia y exige una renta de protección por este servicio a los
nueva oleada se llevó a cabo bajo circunstancias políticas diferentes de
comerciantes locales, los narcotraficantes, los grandes y medianos terra-
las de los años cincuenta y los años sesenta, pero dentro de la órbita del
tenientes y los ganaderos. Desde 1996, un código escrito de impuestos
mismo proceso histórico: el constante declive económico del sector agra-
ha facilitado las cuentas 23 • En algunos municipios del Guaviare, Caque-
rio. Este sector contribuía con un 40,5% de la economía nacional entre
tá y Putumayo, zonas en las cuales las FARC ejercen su mayor influencia,
1945 y 1949; entre 1950 y 1954, esta cifra disminuyó a 33,6%, y se vio
reducida al22,5% en 1984:w. El movimiento guerrillero en general y las este grupo logra proteger la economía de subsistencia campesina impi-
diendo la expansión de los grandes terratenientes, ganaderos y narco-
FARC en particular (en razón de su base predominantemente campesi-
na) cumplieron múltiple_s funciones en las áreas rurales. Primero, y ante burgueses que se apropian de la tierra a costa de los colonos y de los
todo, defendieron a los colonos y a sus zonas de colonización e intenta- pequeños can1pesinos 24 • Al garantizar la estabilidad del mercado y la
ron proteger la economía de subsistencia campesina21 . protección de los cultivos de coca campesinos, las FARC han hecho po-
En Putumayo, Caquetá y Guaviare las FARC lograron asegurar una sible la incorporación de la economía de subsistencia en los mercados
base económica estable para los colonos y pequeli.os campesinos me- internacionales con un mínimo de ((ajustes estructurales» y de disloca-
diante la regulación de las relaciones de mercado y los precios, y sumi- ción económica, contrario a lo que les sucede a los pequeli.os campesi-
nistrando asistencia técnica y financiera a los campesinos y protección a nos, que se ven sujetos a las fuerzas de mercado en la economía legal. ·
los colonos. En estas regiones, el pequeli.o campesinado depende prin- Un campesino de Monterrey (Sur de Bolívar), una zona controlada por
cipalmente de los cultivos de coca para complementar sus indigentes la guerrilla, explicaba por qué los cultivos de coca (que se iniciaron en
ingresos. Las FARC obligan a los narcotraficantes a pagar a los carnpesi- esta región hace aproximadamente diez aúos) son lucrativos: ((Llevar al
nos y raspachines (recolectores de hoja de coca) los precios estableci- n1ercado un bulto de papas o de yuca le cuesta al can1pesino entre 3.000
dos del n1ercado por la h~ja de coca y su n1ano de obra. y 5.000 pesos [alrededor de 3,50 dólares] y se vende en eln1ercado a un
122 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 123

precio de 10.000 a 12.000 pesos, dependiendo de la demanda. Entre- verse cada vez más sujeto a los ca1nbios surtidos en las economías globa-
tanto, la coca es mucho más fácil de sembrar y procesar, y no necesita les de la droga, así como de los cultivos comerciales legales. Estos son
transporte, ya que los narcotraficantes la compran en el pueblo a algunos ejemplos (discutidos en el Capítulo 5) de cómo funciona un
1.500.000 pesos por kilo de pasta y la exportan hacia otros destinos» 2E). sistema complejo de guerra y cómo la acción de un actor puede generar
Al proteger su base campesina, las FARC estaban obligadas a aceptar repercusiones difíciles de predecir que sólo podemos entender mediante
la reconversión de los campesinos a los cultivos ilícitos como fuente de un análisis sistémico.
ingresos complementaria. La coca y otros sembrados de cultivos ilícitos La coca y otros sembrados de usos ilícitos generaron un progreso de
extendían la vida de la economía de subsistencia campesina en particu- migración inverso: los desempleados emigraron desde las ciudades ha-
lar, dado que las políticas de apertura económica redujeron la protec- cia las zonas de colonización. Las implicaciones sociopolíticas de dichos
ción aduanera; como resultado, los cultivos de pancoger se veían procesos han sido polifacéticas y han afectado el tejido social de estas
imposibilitados para competir en el mercado nacional con productos zonas de tal manera que los asentamientos campesinos relativamente
de importación más baratos. La coca y los otros sembrados ilícitos se estables -de veinte o más años de antigüedad- se mezclan de forma
convirtieron en la única alternativa económica viable bajo estas nue- incómoda con el impulso de nuevos migrantes en búsqueda del «em-
vas condiciones de mercado. Otros factores coincidieron con las políti- brujo de la coca». Los códigos culturales, valores, cultura política y leal-
cas de apertura económica y comercial para hacer de Colombia una tades se tornan extremamente volátiles e inestables bajo tales
alternativa viable para la producción de ilícitos: (a) los cultivos tradicio- condiciones. En el Putumayo, Guaviare, Magdalena Medio, Bolívar y
nales de coca en Bolivia y Perú se vieron sometidos a presiones crecien- Meta, esta inestabilidad ha permitido la penetración político-militar de
tes por las políticas antinarcóticos de Estados Unidos mediante medidas los grupos paramilitares a expensas de los grupos guerrilleros. En Mon-
de erradicación, fumigación e interdicción de las rutas aéreas de los terrey, San Pablo, Simití, Puerto Asís y Mapiripán, las fuerzas paramilita-
narcotraficantes; (b) la guerra civil prolongada en Colombia con un res lograron establecer enlaces de apoyo local entre los desertores de la
equilibrio de fuerzas favorable para los narcotraficantes. Hay que tener guerrilla, los soldados retirados, los campesinos in conformes y los jóve-
presente que ni la guerrilla ni el Estado ejercen un control total sobre el nes desempleados.
territorio nacional. Abordaremos estos dos factores en el capítulo sobre La «cultura de la coca» vive en tensión con las ideas revolucionarias
crimen organizado, pero por ahora es importante resaltar que el proce- se basan en el sacrificio en nombre de una causa que aboga por un
so de apertura del gobierno, dado el equilibrio de fuerzas, produjo un cambio radical. Esta cultura se basa en una forma cruda de capitalismo;
desenlace inesperado: el paso de un segmento del campesinado a la el «dinero fácil» es la meta, y los medios son irrelevantes estas
sie1nbra de cultivos ilícitos. prácticas por definición caen dentro de los contornos de lo ilegal y de lo
Limitadas por el equilibrio de fuerzas y los recursos a su disposición, amoral. Así, las guerrillas se enfrentan a su antítesis -la cultura de la
las FARC no podían brindar a los campesinos una alternativa económi- coca- cuando tratan de reclutar a sus miembros y extender su base polí-
ca viable distinta de los cultivos ilícitos, y a su vez tenían que enfrentar tica. La economía política de la coca presenta otro reto, los econo-
las repercusiones de las medidas de apertura económica sobre el cam- mistas llaman «Costo y beneficio de la oportunidad». Un recluta potencial
pesinado pobre y los colonos en las zonas bajo su control. Por consi- sabe que como raspachín podría ganar 300 dólares mensuales en un país
guiente, la política de las FARC de proteger y regular las relaciones de en el cual el sueldo urbano mínimo está por debajo de los 100 dólares,
mercado entre los campesinos cultivadores de coca y los narcotrafican- cifra que excede en mucho lo que podría ganar como efectivo de la gue-
tes y sus intermediarios comerciantes generó a su vez una amplia gama rrilla26. Naturalmente, hay otros factores que influyen en las opciones y
de efectos sistémicos, con1o el can1bio en la dinán1ica del conflicto ar- decisiones individuales, por ejemplo, la historia política de la fa1nilia, las
lnado entre la guerrilla, el Estado y el crin1en organizado. El conflicto rencillas y venganzas familiares, las presiones ejercidas por la guerrilla y el
annado se tornó rnás violento y se extendió a nuevas zonas, ade1nás de
124 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 125

prestigio y estatus que ofrece el verse asociado con la guerrilla, lo que ni como la manera en que los actores locales articulan sus respuestas a
la cultura de la coca ni su economía pueden ofrecer. éstos 29 . De esta manera, las instituciones políticas nacionales se convier-
La economía ilegal ha propiciado riesgos y oportunidades con los ten en elementos cruciales para la investigación de las articulaciones
que el movimiento guerrillero ha tenido que lidiar en una interacción antagónicas y la negociación, con el fin de evitar conflictos sociales vio-
dinámica. Uno de los desenlaces principales de esta interrelación fue la lentos30. Los registros históricos ofrecen una amplia evidencia tanto so-
habilidad de los paramilitares para consolidar su presencia militar en bre los fracasos como sobre los éxitos institucionales; sin embargo, aquí
zonas en las que se desarrolló un proceso de diferencia de clases a través nos referimos los fracasos institucionales . Enfocaremos ahora la respuesta
de la adquisición y la concentración de tierras. En los aúos ochenta, y de la guerrilla, en cuanto a la construcción del Estado, a los giros en la
más aún en los aúos noventa, los narcotraficantes y sus asociados del economía política internacional, incluso la economía ilícita, y a la crisis
crimen organizado, particularmente los reyes de las esmeraldas, adqui- institucional del Estado. Charles Tilly, quien sostenía que los agentes
rieron más del lO% de las tierras más fértiles del país 27 . Los narcotrafi- del Estado llevan a cabo cuatro tipos de actividades interrelacionadas,
cantes y la economía de la coca aceleraron el proceso de diferencia de introdujo el concepto capacidad de construcción estatal:
clase, lo que produjo una clase terrateniente (comerciantes, campesi- l. Librar una guerra: eliminar o neutralizar a sus rivales fuera de los
nado con ciertos recursos y ganaderos) en algunas regiones, como el territorios en los cuales tienen una prioridad clara y continua como
Magdalena Medio, Bolívar, Antioquia, Urabá, Casanare y Cesar. Estas detentares de la fuerza.
nuevas estructuras de clase y la consolidación de la burguesía e:p nuevas 2. Construir Estado: 1eliminar o neutralizar a sus rivales dentro de esos
regiones llevaron a una contraofensiva patrocinada por segmentos de la territorios.
burguesía y de la clase media ruraF 8 . En el Capítulo 5 discutimos con 3. Proteger: eliminar o neutralizar a los enemigos de sus clientes.
mayor detalle las implicaciones de estos cambios sociales y su impacto 4. Extracción: adquirir los medios para llevar a cabo las primeras tres
en el equilibrio frágil entre la guerrilla y el Estado. actividades: librar la guerra, construir Estado y desplegar pro-
tección31.
LAS CAPACIDADES DE LAS FARC PARA CONSTRUIR ESTADO Para fines de esta investigación, las funciones de librar la guerra y
Y SU ECONOMÍA POLÍTICA construir Estado se pueden combinar, ya que se trata de un conflicto
Las FARC surgieron en 1964, pero sólo alcanzaron su cenit a finales interestatal que involucra la extracción de recursos al ofrecer protec-
de los aúos noventa, aunque podría parecer contraevidente que una ción a los clientes con el fin de eliminar a sus rivales dentro del territo-
fuerza rebelde pudiera fortalecerse después del colapso de la Unión rio. En ese marco teórico, la lucha de la guerrilla colombiana contra el
Soviética y del efecto desmoralizan te que tuvo ese colapso sobre el pen- Estado es una lucha por la hegemonía entre dos procesos de construc-
samiento socialista. Aunque el conflicto colombiano -como muchas ción estatal opuestos, y con ese fin ambos actores buscaron ingresos por
otras guerras intraestatales- coincidió con los aúos de la Guerra Fría, concepto de protección a fin de consolidar sus capacidades para hacer
realmente nunca correspondió a políticas de ésta, lo que explica por la guerra32 .
qué no se acabó cuando terminó ésta. Conflictos sociales como los de Cualquier lucha por la hegemonía puede terminar con el predomi-
Colombia, Angola, Sudán, Mganistán y Somalia sobrevivieron al final nio de una de las fuerzas o con un compromiso correlativo al poder
de la guerra fría y algunos nuevos estallaron, como en México, Ruanda, respectivo de los actores en conflicto, o puede prolongarse, convirtién-
Burundi, Argelia, Yugoslavia y en la antigua Unión Soviética. Corres- dose en un sistema de guerra. Nuestra labor aquí es identificar las con-
ponden a dos fenómenos: el giro en la economía política internacional diciones que determinan la constitución de un siste1na de guerra. Al
que continuamente moldea sus mercados nacionales, sus estructuras de respecto, la capacidad para extraer rentas de protección se convierte en
clase, su contestación del poder político y la identidad de grupo, así un indicador clave sobre las perspectivas del sisten1a de guerra y sobre la
126 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros _y el impasse 127

economía política. La evaluación de la economía política incluye lo colonos. Las guerrillas, a su vez, protegían a los campesinos que trabaja-
material (por ejemplo las capacidades económicas y militares) y los acti- ban en sus zonas de operaciones y de influencia. La interacción entre
vos intangibles (como las capacidades políticas) que cada uno de los esas variables permitió el crecimiento de los grupos guerrilleros. La bo-
actores acumula bajo condiciones de un sistema de guerra. nanza coquera también l?rindó a las FARC una oportunidad para forta-
lecer sus capacidades de construcción estatal, uno de los indicadores
LOS ACTIVOS ECONÓMICOS Y MILITARES DE LAS FARC importantes de la economía política positiva (EPP) que sustentaba un
sistema de guerra. Las FARC cobraban a los comerciantes de droga y a
Las FARC nacen de un grupúsculo guerrillero de 44 combatientes
los traficantes un impuesto (gramaje) que oscilaba entre el 7% y ellO%
en 1964 para convertirse en una fuerza militar formidable de más de
del valor en el mercado de un kilo de pasta de coca. El valor de la coca
18.000 combatientes, mientras que su homólogo en Guatemala recla-
en el mercado fluctúa con los cambios en los mercados internacionales,
maba ser una fuerza de 6.000 hombres durante su momento cúspide a
con las estructuras de los mercados locales, la calidad, los riesgos en la
comienzos de los años ochenta; el FMLN de El Salvador tenía 8.000
producción y los costos en el transporte. Como resultado, los cálculos
hombres, y Sendero Lu1ninoso, 10.000 en 198933 . Ese crecimiento con-
sobre los ingresos de las FARC por concepto de impuestos a la econo-
vierte a las FARC en el movimiento guerrillero más grande que ha exis-
mía ilícita fluctúan entre 60 y 100 millones de dólares anuales, en parti-
tido en América Latina. Esta sección explica las causas de dicho éxito,
cular para finales de los años noventa (véase Tabla 4.3).
comenzando con las explicaciones más simples para luego pasar a las
más complejas. Según un estudio llevado a cabo por el Departamento de Planea-
El Frente Nacional(l958-1974) fue un acuerdo que excluía del pro- ción Nacional (institución estatal), las FARC y el ELN extrajeron a los
ceso político a las clases trabajadoras, a la. clase media y al campesinado. narcotraficantes casi 600 millones de dólares en rentas por concepto de
A dicha exclusión se sumaba la incapacidad del Estado para brindar protección en 1996, y por lo menos 200 millones de dólares anuales
protección a unos de sus principales clientes: los grandes terratenien- tanto en 1997 como en 1998 35 . Otras fuentes de ingresos incluyen pagos
tes. Este fracaso se puede atribuir a la incapacidad de cualquier segmen- por secuestro, impuestos a los grandes terratenientes, ganaderos, indus-
1
to de la clase dominante para establecer una hegemonía y a la triales del agro y de multinacionales y atracos a bancos (especialmente a
incapacidad de las instituciones del Estado para resolver los conflictos la Caja Agraria, desaparecida en 1999) 36 . Los grupos guerrilleros tam-
entre los ca1npesinos y los terratenientes. El campesinado, en particular bién tenían inversiones en compañías de transporte, en proyectos de
los colonos que necesitaban proteger sus parcelas recién adquiridas, vivienda, restaurantes, servicios, minas de oro y otros (véase Tabla 4.3).
encontraron que las ligas de defensa y posteriormente los grupos gue- Los ingresos totales de las FARC podrían elevarse a 300 millones de
rrilleros eran una opción viable para su supervivencia económica. Esto dólares al año. De hecho, el gobierno calcula que son mucho más altos,
a su vez se vio exacerbado por las invasiones de los terratenientes y las alrededor de 500 millones de dólares, de los cuales 200 millones ( 40%)
políticas del Estado hacia los colonos, los campesinos pobres y los apar- se derivan del gramaje sobre los cultivos y el procesamiento de drogas y
ceros. La degradación de la econonlÍa campesina sirvió de terreno fértil las operaciones de transporte 37 •
para una estrategia de reclutamiento de las guerrillas, en calidad de Entre 1964 y 1980, las actividades militares de las FARC se concen-
protector del campesinado; en particular cuando coincidió con el fra- traron en las áreas rurales, particularmente en las zonas de coloniza-
caso del proceso de paz del gobierno Betancur. ción y de producción a base de pequeñas propiedades en las que
Durante el período entre 1978 y 1995 el índice Gini sobre la distri- predomina la aparcería. Sin en1bargo, sus actividades militares fueron
bución de ingresos entre los pobres del carnpo permaneció estable en mínimas durante esa fase, ya que la guerra era de baja intensidad y no
0,34, mientras en las áreas urbanas se redujo de 0,30 a 0,25 34 . Los cultivos implicaba enfrentamientos de envergadura contra las Fuerzas Annadas.
de coca gradualmente se convirtieron en una fuente ilnportante para la Las circunstancias en1pezaron a ca1nbiar con la conferencia de las FARC
supervivencia econón1ica de n1ás de un n1illón de can1pesinos pobres y en 1982, que tuvo repercusiones de vasto alcance sobre el desarrollo y la
128 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 129

consolidación del siste1na de guerra en Colombia. La conferencia tuvo FIGURA 4.1


lugar en un momento en el que el país estaba viviendo una creciente
penetración de los cultivos de amapola y de coca, en lo que Thoumi ha
llamado «la bonanza coquera»; debido al incremento de su precio en
1982 y 198338 • Como 1nencionamos anteriormente, las políticas de in-
terdicción aplicadas en Perú y en Bolivia convirtieron a Colombia en un
sustituto para compensar la pérdida de producción frente a las deman-
das del mercado internacionaP 9 •
La conferencia fue llevada a cabo cuando el gobierno Betancur
estaba negociando con los grupos guerrilleros. Las disposiciones de la
conferencia se centraron en el desarrollo de la capacidad de lucha de
las FARC mediante la modernización de sus fuerzas guerrilleras, con-
virtiéndolas en un ejército revolucionario irregular. Su personal mili-
tar fue enviado a la Unión Soviética y a Vietnam para ser en trenado y
se estableció una academia militar para preparar a las fuerzas guerri-
lleras para una estructura de mando comparable a la de un· ejército
regular. El paso hacia un ejército irregular exigía el desarrollo por
parte de las FARC de su armamento y de sus sistemas de comando, de
control y de comunicaciones (C3), lo que no era posible sin incremen-
tar sus ingresos por concepto de cobro de protección. En su Séptima
Conferencia, las FARC decidieron duplicar el número de sus frentes y
acercarse a las ciudades intermedias y a las zonas estratégicas con re-
cursos naturales como petróleo, oro, esmeraldas y carbón 40 • El objeti-
vo era crear una infraestructura económica sólida. Ya para cuando
convocaron su plenaria en 1989, las FARC tenían 44 frentes, un incre- Yezid Arteta, Comandante del Bloque Oriental de las FARC, entrevista con el autor,
Bogotá, noviembre de 1998. Diagrama hecho por Arteta, en el cual muestra la estructu-
mento de 27 frentes en 1984, y proyectaban tener 60 frentes en 1992
ra organizativa de las FARC, compuesta desde arriba: el Secretariado (cinco miembros
con una fuerza calculada de 18.000 combatientes (300 efectivos por permanentes y dos suplentes); le sigue el Estado Mayor Central (25 miembros); después
frente) y 80 frentes en 1994 ( 400 combatientes por frente, para un vienen los bloques, distribuidos a lo largo de las divisiones geográficas del país: sur,
total de 32.000 combatientes) 41 • No está claro si se logró este último centro, oriente, occidente, Magdalena Medio, el Caribe y Cesar. Los bloques, a su vez, se
conforman con frentes.
objetivo. Lo que es casi seguro, sin embargo, es que a finales de 1999
las FARC tenían al menos 18.000 hombres distribuidos en aproxima-
damente 60 frentes. (véase Figura 4.1) tégica móvil (durante 1994-1995), lo que requería la compra de seis
El presupuesto calculado para incre1nentar sus fuerzas -de 18.000 aviones pequeños, dos botes, diez lanchas, una estación de radio, 480 ·
miembros en 1992 a 32.200 en 1999- era de aproximadamente 56 mi- radioteléfonos y la construcción de cuatro aeropuertos. Los costos tota-
llones de dólares (calculados a la tasa de cambio de 1989 de 380 pesos les se calcularon en 156 millones de dólares 42 • A medíados de los años
por dólar), invertidos en armamento, entrena1niento y modernización noventa, las FARC demostraron su recién adquirido poderío 1nilitar me-
de sus sistemas de n1ando, control y comunicaciones. En su plan de diante una serie de operaciones de envergadura que involucraron entre
1989, las FARC consideran la creación de un.a unidad guerrillera estra- 300 y 600 combatientes y en las cuales se capturaron posiciones clave del
130 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 131

Ejército, en Las Delicias, Patascoy, San Miguel y Puerres, entre otras (véa- las fuerzas coercitivas del Estado, sí generó efectos sistémicos. El sistema
se Capítulo 3). De esta manera, las capacidades de las FARC para cons- de guerra se volvió más inestable debido a que la expansión de las FARC
truir Estado alcanzaron niveles más altos durante los años noventa, requería extraer más rentas de protección a los grandes terratenientes,
reforzando y siendo reforzados por un equilibrio de fuerzas entre el Esta- ganaderos, corporaciones multinacionales y narcotraficantes, quienes a
do y las guerrillas, lo que había permitido esta situación en primer lugar. su vez respondieron mediante la contratación de grupos de seguridad
El incremento de las capacidades de las FARC para construir Estado privada y paramilitar. Esto desencadenó un proceso con un conjunto de
tuvo grandes repercusiones en sus zonas de influencia, como el Putu- dinámicas nuevas que contribuyeron a la consolidación de los grupos
mayo, Guaviare, Meta y Caquetá. Este impacto no sólo se puede evaluar paramilitares en la segunda mitad de los años noventa, socavando la
en términos de su papel como Estado, con un casi indiscutible control estructura bipolar del sistema de guerra. Así, comportamientos y desen-
territorial y su monopolio del uso de la fuerza, sino asimismo en térmi- laces iniciales surtieron su influencia sobre los _comportamientos y des-
nos del papel de las FARC en la expansión del comercio; la provisión de enlaces posteriores, lo que con el tiempo llevó a un cambio sistémico,
medios de transporte (como lanchas rápidas), la construcción de pistas tema que exploraremos en el Capítulo 5 44 .
de aterrizaje y el arbitraje y resolución de los conflictos sociales y perso- La Tabla 4.4 muestra importantes tendencias en la actividad militar
nales. A esto se suma el hecho de brindar servicios de salud y educa- de los grupos guerrilleros. La primera tendencia notable es la consoli-
ción. En muchos municipios de estas zonas la única autoridad, más dación de la base militar de los grupos guerrilleros en las zonas de colo-
allá de la estación de policía simbólica en las cabeceras de municipio, nización interna, que pasa de 36 a 54 municipios. Esas zonas son
es la de las y es la única que brinda los servicios públicos bá-
1
conflictivas, ya que la colonización involucró la ocupación de propiedad
sicos43. privada o de baldíos. Esa tendencia también confirma que la principal
Durante los años ochenta, las FARC decidieron extender su radio base social de la guerrilla son los colonos campesinos. En ese contexto,
de operaciones más allá de sus zonas de colonización tradicionales, como los grupos guerrilleros aumentaron su actividad en las zonas de coloni-
las del Sarare (Arauca), el noroccidente de Boyacá, el Norte de Santan- zación d~ fronteras. La fuerte presencia militar de los grupos guerrille-
der, el Magdalena Medio santandereano, el sur del Cesar y la región del ros en las zonas de colonización revela un crecimiento de los lazos
Catatumbo. Con el incremento de los ingresos por concepto de protec- orgánicos entre colonos y grupos guerrilleros.
ción extraídos al tráfico de drogas ilícitas, las FARC consolidaron su Esta Tabla también muestra nuevas tendencias en el activismo de
fuerza militar en el Caquetá, Putumayo, Cauca, Santan- los grupos guerrilleros, particulannente en las zonas de latifundio, en
der y en la sierra nevada de Santa Marta. El cambio más notorio durante las cuales pasa de 9 municipios a 53 en la zona de la costa del Caribe,
el período de finales de los años ochenta y los noventa fue el movimien- que representa 59% del total de esta categoría. Éste fue un incremen-
to de las FARC hacia zonas que se caracterizan por estructuras de pro-
to significativo que tréljo consigo un escalamiento del conflicto en es-
piedad de tipo terrateniente y por actividades económicas centradas en
tos municipios. El grupo guerrillero también incrementó su actividad
la agroindustria. Dicho giro corresponde a consideraciones geoestraté-
militar en las zonas rurales en las que se desarrollaban las empresas
gicas y a intereses políticos y socioeconómicos (véase Tabla 4.4).
agrícolas: de 6 a 32 municipios. Este últin1o hecho refleja el éxito com-
Las consideraciones de orden geopolítico detrás de esta expansión
parativo de la guerrilla para penetrar zonas en las que el capital de la
yacen en la estrategia de las FARC de rodear la capital, Bogotá, y otras
agroindustria había establecido una base y en las que se estaba trans-
ciudades principales mediante la consolidación de su base de poder en la
formando la economía ca1npesina. En estas zonas, la guerrilla se ha
cordillera Oriental. Con ese objetivo en mente, las FARC extendieron su
beneficiado de las querellas entre el capital y el trabajo, poniéndose
presencia militar en nueve municipios de Cundinamarca, principalmen-
del lado de los sindicatos obreros para negociar 1nejores salarios y be-
te en los adyacentes a la zona del Meta, un bastión tradicional de las FARC,
neficios. Los grupos guerrilleros ejercen presión sobre estas e1npresas
y en Boyacá. Aunque esto no alteró el equilibrio estratégico de poder con
132 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el irn pass e 133

para que inviertan en estos municipios en un intento por amortiguar En los ali.os noventa, las también se extendieron hacia zonas
el proceso de transfonnación económica. Finalmente, las guerrillas estratégicas clave que figuraban por fuera de su despliegue estratégico en
extraen rentas por concepto de protección de la agroindustria. Un caso las estribaciones de la cordillera Oriental. Co1no se ve en la Tabla 4.4,
similar se da con respecto a las agroindustrias ubicadas en zonas ur- esas zonas son más urbanas, desarrolladas, latifundistas, con empresas
banas, en las cuales las guerrillas aumentaron su presencia de 8 a 18 capitalistas y ricas en recursos naturales. Según los comandantes de las
municipios. Finalmente, otra tendencia es la creciente presencia mili- FARC, esta expansión fue propulsada por dos consideraciones principa-
tar de las guerrillas en las ciudades secundarias (de una ciudad en les: acercar la guerra a los centros urbanos y ciudades intermedias y
ejercer una mayor presión política sobre el Estado y la clase dominante
1985 a 26 en 1995). Este salto se debe al interés de los grupos guerri-
lleros en acabar con su aislamiento en las zonas rurales remotas y a su y aumentar su extracción de renta49 •
creciente capacidad organizativa45 .
LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER POLÍTICO
Las FARC buscan mejorar su posicionamiento en las negociaciones
LOCAL DE LA
en caso de que se dé un arreglo. Al situar sus fuerzas en las goteras de
Bogotá y en otras ciudades principales, cumplen el propósito estipula- Aunque el cobro de impuestos es prerrogativa de los gobiernos, los
do en su Programa de Diez Puntos, adoptado en su Octava Conferen- grupos guerrilleros en muchos pueblos, municipios y regiones asumie-
cia, para la resolución del conflicto armado, que incluía la participación ron esa función gube~namental 50 . Los ejemplos que ofrecen1os a conti-
de :a~ FARC en un gobierno de reconciliación nacional. Esa estrategia nuación demuestran que la guerrilla diseñó su proyecto de construcción
pohtlca de las FARC también generó una consecuencia política no de- estatal a través de la inversión de fondos en obras públicas. Los grupos
seada: un incremento del apoyo a los paramilitares por parte de los gran- guerrilleros tienen dos fuentes principales de financiación: co1npañías
des terratenientes y ganaderos, que temían que en la eventualidad de privadas, como corporaciones multinacionales, compañías nacionales y
un arreglo, una fuerza guerrillera fortalecida impondría una reforma empresas públicas, y recursos estatales destinados a los municipios. La
agraria a sus expensas 46 . n1ayoría de esos dineros se terminan invirtiendo en proyectos públicos
Las FARC tuvieron éxito en la construcción de una base urbana de como institutos de capacitación, pavimentación de carreteras, salud pú-
apoyo en los barrios marginales de Cartagena, Barranquilla, Medellín, blica y protección del medio ambiente además de la financiación de sus
Barrancabermeja, Bogotá, Bucaramanga y Cali. Los residentes son in- propias necesidades militares y de supervivencia. Los mecanismos que
migrantes recientes de primera generación que vienen de áreas rurales utilizan las Et\RC para cobrar impuestos, que fueron desarrollados y me-
o sus hijos. Según fuentes militares, el número de los miembros de esas jorados en los años noventa, son complejos, porque involucran interme-
milicias urbanas en Bogotá se calcula entre 2.000 y 2.500 47 . Las cifras diarios, como las juntas de acción comunal (JAC), subcontratistas y los
nacionales podrían alcanzar los 4.000 a 6.000 miembros en las milicias
consejos municipales.
urbanas. El papel político-militar de estas estructuras urbanas es múl- La manera como funciona este sistema se ve más claramente a partir
ti.ple: facilitar el movimiento de las guerrillas desde las ciudades y ha-
de un ejemplo. En Barrancabermeja, las compañías Westinghouse, Merie-
Cia el~as; ofrecer apoyo logístico, suministros médicos, municiones y
lectric y TPL (una empresa italiana) tenían un proyecto para construir
refug1o para los combatientes y heridos, así como armamento, y ex-
una planta eléctrica en 1997. A través de intermediarios de los sectores
traer rentas de protección (impuesto de guerra) a comerciantes, in-
donde estaba construyendo la planta, los grupos guerrilleros efectua-
cluso a aquellos del centro de Bogotá48 • Desde el año 2000, las FARC
ron una serie de de1nandas, las cuales incluían la construcción de un
han utilizado estas redes urbanas para cobrar un impuesto del 1O%
instituto de capacitación cuyo costo ascendía a dos millones de dólares
(Ley 002 de las FARC) a aquellos individuos cuyos ingresos superen el
para fonnar a los jóvenes de los barrios populares y un proyecto de
millón de dólares anuales. ·
150.000 dólares para generar 200 empleos. La guerrilla se encargó de la
134 Sistemas de guerra 135

negociación a través de lasJAC, un comité elegido localmente. Lo inte- de los contratos. Esto mininüza los costos de transacción y reduce los
resante es que la comunidad participó activamente en el manejo de las riesgos, asegurando el cumplimiento de los acuerdos.
negociaciones entre la guerrilla y las compañías correspondientes. En Los grupos guerrilleros desempeñan otro papel importante en las
este caso, la guerrilla no extrajo un impuesto directo de protección, zonas donde pueden proyectar su influencia: convocan a los empleados
sino que consiguió el apoyo político de un sector popular. Ahora las públicos acusados de corrupción y los obligan a reinvertir en obras pú-
compaí1ías tienen la protección de la guerrilla. blicas. Gobernadores, miembros de consejos locales, alcaldes y hasta
Los acon tecin1ien tos en Puerto Wilches (Magdalena Medio) nos brin- senadores se han visto sometidos a la justicia guerrillera, la cual puede
dan otro ejemplo. Las FARC secuestraron a ocho ingenieros que traba- llegar al asesinato (ejecución revolucionaria) de la persona implicada.
jaban en la producción de palma de aceite bajo el pretexto de que su La citación a empleados públicos por corrupción de parte de los mucha-
empresa estaba financiando a los paramilitares en Sabana de Torres y chos, como se llama cariñosamente a la guerrilla, es por lo general bien

San Alberto (Magdalena Medio). Las FARC exigieron renta de pro- vista por las comunidades 52 • Sin embargo, dichas prácticas también po-
drían acarrear críticas si el caso contra el ernpleado público no está bien
tección para la producción de palma de aceite, pero fueron rechazadas.
documentado y publicitado.
A continuación se llevó a cabo un proceso de negociación pron1ovido
por una organización no gubernamental (ONG) local. El desenlace de
GÉNESIS Y DELELN
la negociación fue que, en lugar de pagar impuestos a las FARC, la firma
prometió invertir en el desarrollo local de la zona y permitir a los pro- Las raíces del ELN se pueden hallar en San Vicente de Chucurí y
ductores pequeños de palma una mayor participación y1voz en el mer- Simacota, en Santander, en 1965. A diferencia de las FARC, que es un
cado locafi 1 . grupo marxista leninista, el ELN se considera a sí mismo un movimien-
Esos ejemplos representan modalidades que se reproducen en otras to de liberación nacional inspirado por la Revolución cubana y su ideo-
partes, como en Casanare y Arauca, donde hay multinacionales del logía, y se funda en un híbrido entre el marxismo leninismo y la teología
petróleo y del carbón. La British Petroleum, por ejemplo, fue obligada a de la liberación cristiana53 . Un buen número de sus fundadores eran
1

reinvertir en los colegios locales, en la capacitación técnica y en proyectos personas de la clase trabajadora, campesina y clase media que habían
locales a fin de evitar los ataques guerrilleros. La negociación fue llevada participado en las luchas sociales regionales y nacionales. La composi-
a cabo a través de canales indirectos para evitar el escrutinio del Estado y ción de clase del ELN reflejaba las estructuras de clases predominantes
las represalias de los paramilitares. Las FARC, al igual que el ELN, actua- en Santander, Norte de Santander, Sur del Bolívar y sur del Cesar, de
ban para imponer -en sus zonas de su influencia o allí donde pudieran donde proviene la principal base de apoyo del ELN.
El ELN enfocaba sus actividades en los centros urbanos, los movi-
proyectar su poder- el cumplimiento de una distribución del ingreso y
rnientos estudiantiles y los sindicatos obreros. Ya en 1987, el ELN había
la canalización de inversiones en proyectos públicos.
pensado construir sus milicias urbanas, un proyecto adoptado poste-
Bolívar, en la serranía de San Lucas, ofrece un ejemplo de otra mo-
riormente por las FARC y el EPL. El ELN manifestaba la de un
dalidad de impuestos. Allí quienes pagan no son las corporaciones ni
«foco revolucionario», propugnado por el Che Guevara y Régis Debray,
las multinacionales, sino los pequeños mineros. Según los mineros que
según el cual la revolución podría ser liderada y promovida por un foco
entrevisté, la guerrilla, principalmente el ELN, les cobra 13 dólares men-
político-militar sin necesidad de establecer un partido político. La orga-
suales por gramo, y también cobra a los intermediarios que venden el 54
nización política podía ser posterior a la guerra de guerrillas . Las FARC
oro al Banco de la República. Se rumora que el ELN y las FARC tienen
no adoptaron este modelo, sino que asun1ieron la del Parti-
empresas de fachada que comercian oro. Lo que hacen los grupos gue- do Con1unista en el liderazgo de la lucha. Para el
rrilleros es organizar las relaciones de rnercado entre los rrlineros y los Medio es 1nedular en su proyecto de construcción estatal debido a la
con1erciantes y estabilizar los precios para garantizar el cumplilniento itnportancia geopolítica y econónüca de una región que abriga terre-
136 Sistemas de guerra
Los grupos guerrilleros y el ün pass e 137

nos montañosos, selváticos y dos de los ríos 1nás importantes del país distingue de la de las FARC. A finales de la década de los noventa, el
(Magdalena y Cauca) y la troncal del Caribe. Es región fronteriza con liderazgo del ELN seguía siendo predominantemente de origen clase
Venezuela y con los recursos naturales de la región (petróleo, carbón y
media urbana (véase Tabla 4.5).
oro). Estas ventajas hacen del Magdalena Medio el corazón de Colom-
La máxima autoridad en la estructura organizativa del ELN es el
bia. De ahí que el control de esta región sea clave en la política nacional
Comando Central, que está compuesto por un 80% de origen campesi-
e internacional.
no y 20% proveniente de la clase media. En la conferencia de 1989 del
ELN, el delegado promedio tenía 33 años, llevaba nueve años militando
COMPOSICIÓN DE CLASE Y DE GÉNERO DEL ELN y había cursado el bachillerato; sólo el 8% eran mujeres 56 . Aproximada-
El grupo fundador ELN estaba compuesto por 16 miembros, mente el 80% del liderazgo del ELN proviene de la clase media urbana,
todos de origen de clase media urbana, con excepción de José Ayala, un mi en tras que sólo un 20% es de origen campesino, como lo es su actual
campesino con una pequeña propiedad, oriundo de San Vicente de jefe máximo, Nicolás Bautista ( Gabino), hijo de un líder campesino.
55
Chucurí • Lo más notable es que la composición de clase del liderazgo En la Dirección de Frente de Guerra, que es el segundo nivel en la
del ELN concuerda más con la de los otros grupos de la región y se escala organizativa, hay un 50% de representación campesina, de la cual
un 20% son mujeres. La Dirección Regional, la Dirección de Frentes y

TABLA 4.5 Grupo fundador del ELN (cerca de 1965)


FIGURA 4.2
Nombre Origen social Ocupación
Fabio Vásquez Castaño Clase media baja Cajero bancario

José Ayala Campesino con pequeña


propiedad Campesino

Ricardo Lara Parada Clase media urbana Estudiante universitario


Heliodoro Ochoa Clase media urbana Estudiante universitario
Víctor Medina Morón Clase media urbana Ingeniero
Julio César Cortés Clase media urbana Médico

Camilo Torres Restrepo Clase alta urbana (familia Profesor universitario y


distinguida) sacerdote
Pedro Vásquez Rendón Clase media urbana Estudiante

Heriberto Espitia Campesino con pequeña


propiedad Campesino

Julio Portocarrero Clase media urbana Estudiante

Domingo Laín Clase media urbana


(España) Sacerdote
Este dibtüo ilustra la estrategia del ELN, la cual está dividida en tres fases que reflejan
Luis Rovira Clase media urbana Estudiante la evolución de esta organización guerrillera. La primera fase (1965-1980) fue cuando
Mario Hernández Clase media urbana el ELN se concentró en las altas montañas, construyendo sus cuadros y sus redes (cm-di-
Estudiante
llera). La segunda fase (1980-1985) fue cuando el ELN comenzó a descender por las
José Merchán Sin datos Sin datos laderas de las montailas hasta los pequei1os poblados. La tercera fase (1990-presente)
comenzó cuando el ELN alcanzó los centros de mediana población que bordeaban las
Fuente: Felipe Torres y Francisco Galán, comandantes del ELN, entrevista con el au-
carreteras críticas (vía carretera, río). El clibt~o fue hecho por el comandante del ELN
tor, Itagüí (Antioquia), 28 de noviembre ele 1998.
Felipe Torres.
138 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 139

la Dirección de Frentes en Construcción representan el tercer nivel en EXTRACCIÓN DE RENTA Y CAPACIDADES DEL ELN
la estructura organizativa. Los miembros de la Dirección Regional son
en su mayoría de origen urbano, mientras que los miembros de las otras El ELN quedó prácticamente derrotado en 1973 en Anorí (Antia-
direcciones son casi todos de origen campesino57 . La mayoría de los guia) luego de que el Estado le asestó una serie de golpes fuertes que
miembros del ELN de origen urbano provienen de ciudades regionales redujeron su capacidad militar. Sin embargo, el ELN se recuperó, y de
pequeí1as o de tamaño mediano, como Bucara1nanga, Barrancaberme- menos de 500 hombres en 1979 pasó a tener más de 5.000 combatientes
ja, Cúcuta, Valledupar y otras (véase Tabla 4.6). en 1998. Este crecimiento fue facilitado gracias a la resolución de la
La distinción urbana/rural se proyecta en la visión que se tiene de disputa política urbana/rural y a la extracción de pagos de renta de las
los temas ideológicos y políticos y abarca desde el papel de la clase obre- compañías petroleras en sus zonas de influencia. La construcción del
ra en las sociedades campesinas, en los procesos revolucionarios y sobre oleoducto Caño Limón-Coveñas sirvió de salvavidas al movimiento. Co-
la naturaleza de la revolución. Los comandantes del ELN Felipe Torres menzando en 1983 con la reunión del Frente Héroes y Mártires de Ano-
y Francisco Galán explicaron: rí, el ELN se fúó como estrategia la duplicación de sus frentes. En 1984,
el Frente Norte se había establecido en el Magdalena Medio (serranía
Durante el período 1964 a 1978 esas diferencias asumieron una forma de San Lucas), y el Frente Suroccidental en el Cauca y en el sur del
violenta, llevando a purgas y a la liquidación de los «elementos urbanos» Huila; un año más tarde, el Frente Nororiental estaba en Norte de San-
que incorporaban ideas y normas burguesas en la organización. Como re-
tander y en el norte de Boyacá. En 1986, el Frente Nororiental fue cons-
sultado, algunos de los mejores líderes del ELN, como Heliodoro Ochoa,
tituido para actuar entre Barrancabermeja y Bucaramanga, en Santander.
Víctor Medina Morón, Julio César Cortés, Ricardo Lara Parada y varios otros
perdieron la vida en mezquinas disputas políticas que en otras circunstan- El Frente Suroccidental, en Antioquia, se vio reforzado con la forma-
cias podrían haber sido resueltas sin recurrir a pelotones de fusilamiento. ción de otro frente en la zona.
~as disputas ideológicas entre el liderazgo urbano/rural y obrero/ campe- Las compañías petroleras en Arauca le sirvieron al ELN de excelen-
smo comenzaron a disminuir hacia la mitad de los años ochenta, aunque te fuente de renta de protección, en particular a su unidad Domingo
todavía perduran rasgos de este conflicto dentro 1del ELN58 . Laín, que se convirtió en unos de sus frentes más fuertes financiera y
militarmente. Tanto el ELN como las FARC negocian la implantación
de obras públicas y de proyectos financiados por multinacionales, los
cuales generan empleo en sus zonas de influencia, como Arauca, Casa-
TABLA 4.6 Composición de clase y género del
nare, Norte de Santander y Santander. Dichas prácticas consolidan el
Directorio Central del ELN, 1998
respaldo a la guerrilla y su poder político en las comunidades.
El Frente Nororiental cubre un corredor estratégico cuyo centro se
Orígenes campesinos 20% comunica con el norte del país a través de ferrovías y carreteras y ejerce
Trabajadores Ninguno su influencia en las zonas fronterizas con Venezuela. El Frente Noroc-
Clase media 80% cident.al, que despliega más del 20% de las operaciones armadas, de-
Hombres pende para sus finanzas de la extracción de rentas de protección de la
100%
Ml~eres
minería de oro de la zona y de las corporaciones que utilizan la autopis-
Ninguna
ta Medellín-Bogotá. Se calcula que este frente extrae aproximadamente
un 30% de las rentas del ELN 59 . El ELN tiene ahora una fuerza calcula-
Fuente: Felipe Torres y Francisco Galán, comandantes del ELN, en entrevista con el
da entre 5.000 y 6.000 combatientes, con unos ingresos anuales entre
autor, Prisión de Máxima Seguridad de Itagüí (Antioquia), 28 de noviembre de 1997.
150 y 200 millones de dólares (véase Tabla 4.3) 60 . Con1o las FARC, el
ELN con trola una serie de corporaciones e invierte una parte de sus
ingresos dentro del país y en n1ercados internacionales. En este sentido,
140 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 141

la economía política de los grupos guerrilleros se ha ido entrelazando En ténninos militares y económicos, tanto el ELN como las FARC
con variables socioeconó1nicas y políticas que afectan las fuentes de sub- construyeron una máquina de guerra impresionante, la cual logró per-
sistencia de miles de familias en sus zonas de influencia. Las empresas mear la mayoría de los municipios y regiones del país, y en ese sentido
que han sido fundadas con capital de la guerrilla, que subcontratan con acumularon una econo1nía política positiva. Esta condición permite a
empresas estatales, como Ecopetrol, o con empresas multinacionales, los dos movimientos insurgentes crecer si otros factores permanecen
son una fuente de empleo para los obreros y empresarios locales. Adi- constantes. Sin embargo, éste nunca es el caso en los sistemas; la diná-
cionalmente, el ELN protege de 2.000 a 3.000 cultivadores de coca en el mica de los conflictos y los cambios en el ambiente de los actores, pro-
Sur de Bolívar y en Norte de Santander -principalmente colonos y ducidos bien sea por sus actos o contingencias exógenas, como
aparceros- y la economía de subsistencia campesina, la cual es una cambios en los precios internacionales del petróleo o de la coca, pue-
fuente vital de ingresos nacionales para más de 300.000 familias (más de den afectar a los campesinos locales, a los narcotraficantes y las rentas
un millón de personas) 61 . En ese sentido, el sistema de guerra se va ins- de las guerrillas. Esto altera la dinámica y la dialéctica global del conflic-
titucionalizando como una modalidad para la asignación y distribución to y desestabiliza el sistema de guerra.
de recursos económicos, de empleo y un patrón de desarrollo y de inte- Un ejen1plo de esta nueva dinámica es la que se introdujo en 1997,
gración en los mercados internacionales. La economía de la coca ilustra cuando el ELN sufrió reveses importantes. Perdió aproximadamente
este último punto: los pequeños cultivadores de coca, con el apoyo de 477 combatientes (casi el tamaño de un comando de área o de un bata-
una resistencia armada, son capaces de negociar su reincorporación en llón en una estructura de ejército regular) y cientos fueron captura-
la economía global legal. dos62. Perdió áreas estratégicas como San Vicente de Chucurí en
La prolongación del conflicto y su baja intensidad permitieron a las Santander, partes del noreste antioqueño y del Sur de Bolívar y la serra-
guerrillas establecer su control político y social sobre amplias zonas en nía de San Lucas, una zona que buscan ocupar los paramilitares de Car-
las cuales la única autoridad era la suya. Las incursiones del Estado son los Castaño 63 . Desde mediados de los años sesenta, estas zonas fueron
1

intermitentes y no desestabilizan la hegemonía de la guerrilla. El ELN refugios in discutidos del ELN. La dinámica de la guerra está cambian-
ejerció esa autoridad de manera casi ininterrumpida sobre la serranía do, y el ELN aún debe tomar la iniciativa militar. Esta dinámica y las
de San Lucas, en el Sur de Bolívar, desde mediados de los años ochenta fuerzas que la propulsan son tema de discusión en el Capítulo 5.
hasta finales de los años noventa, época en la que militares y paramilita-
res incursionaron en la zona. Lo mismo se puede decir de las regiones
TABLA 4.7 Combatientes y presencia del ELN
de Norte de Santander, como el Catatumbo.
por municipios (1986-1996)
A partir de la Tercera Conferencia del ELN, que se reunió en 1996
en Simití (Sur de Bolívar), la organización decidió reestructurar su or-
ganización militar, incorporando sus columnas de 40 a 50 combatientes 1986 1990 1994 1996

en comandos de área que podían abarcar hasta 600 combatientes. Esa Combatientes 800 1.800 2.800 4.000-5.000
reestructuración se dio en respuesta a dos cambios: la introducción de Presencia en municipios
(de un total de 1.071 180 250 280 350
brigadas móviles del Ejército, que comenzaron a acosar a las guerrillas
municipios)
en Norte de Santander, Sur de Bolívar y Cesar, y el creciente volumen
de ingresos económicos, materiales y humanos a disposición del ELN. Fuente: Consejería de Seguridad de la Presidencia, Bogotá, Colombia.
En 1996, el ELN y las FARC registraban altos ingresos que les permitían
modernizar su poderío 1nilitar, así como reclutar 1nás combatientes (véan-
se tablas 4.3 y 4. 7).
142 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 143

EJÉRCITO DE LIBERACIÓN (EPL) cmnbio radical de esta situación. Las arremetidas ocasionales, con1o las
operaciones militares contra el ELN en 1973 en Anorí (Antioquia) o el
El Ejército Popular de Liberación (EPL), de 400 hombres, el más
ataque del Ejército en 1990 contra Casa Verde (centro de operaciones
pequeño de los grupos insurgentes en Colombia, fue fundado en 1967
de las FARC en el Meta), eran anomalías dentro de la situación de gue-
co1no el brazo armado del Partido Comunista Marxista Leninista
rra de baja intensidad y el equilibrio relativamente estable del sistema
(PCML), un partido político maoísta que tuvo sus orígenes en el Parti-
de guerra. Ninguna de estas grandes operaciones logró alterar significa-
do Comunista. En los años ochenta, el EPL rompió con las doctrinas
tivamente el balance del sistema de guerra.
tradicionales maoístas de guerra prolongada y con el papel de liderazgo
Las FARC y el ELN capitalizaron el impasse mediante la consolida-
del campesinado, y restableció sus lazos con los intelectuales. El EPL
ción de su poder político municipal, desempeñando prácticamente la
comenzó sus actividades militares en las fronteras entre los departamen-
función de un Estado de facto; dispensando justicia, regulando las re-
tos de Córdoba y An tioquia, un refugio tradicional de las guerrillas libe-
laciones de mercado y protegiendo el medio ambiente con la aplicación
rales durante La Violencia. En los años setenta, la organización logró
de lo que las FARC llaman «reglas de convivencia». Las normas estipulan
desarrollar una base de apoyo dentro de la clase obrera en las plantacio-
leyes y castigos sobre temas como el porte de armas, la pesca, la caza, las
nes bananeras y entre los colonos campesinos.
horas de trabajo, el consumo de licor, la prostitución, la violencia intra-
En su mejor momento, el EPL reclutó aproximadamente a 2.000
familiar, el abuso de drogas y la tala de bosques. El impasse ofrecía una
combatientes, la mayoría de ellos campesinos y estudiantes 64 . En térmi-
estabilidad al sistema de guerra y permitía a los grupos guerrilleros y al
nos de su concentración regional, el EPL era predominantemente oriun-
Estado coexistir y acomodar sus estrategias a esas condiciones.
do de Antioquia, lo que llevó a la percepción errada de que era un
Los grupos guerrilleros redimensionaron sus estrategias para corto
grupo guerrillero regional 65 • En 1984, el EPL aceptó la iniciativa de paz
y mediano plazo. En lugar de tomar el poder político mediante la toma
del presidente Belisario Betancur, y en 1994la gran mayoría de los com-
de los aparatos e instituciones del Estado central, decidieron decons-
batientes del EPL habían abandonado la lucha armada, con excepción
truir el poder del Estado en pueblos y municipios, y desde ahí ascender.
de un grupo disidente liderado por Francisco Caraballo. Su actividad
Los grupos guerrilleros responden a los fracasos del Estado para
militar se concentra principalmente en Antioquia, Norte de Santander
mitigar los conflictos rurales y llenan un vacío hegemónico dejado por
y La Guajira, y se despliega en coordinación con las FARC. Algunos de
el Estado. Estos grupos lograron, con relativa facilidad, establecer su
sus antiguos miembros han comenzado a participar en actividades cri-
hegemonía en partes del país durante prácticamente dos décadas. En
minales y paramilitarismo. La contribución del EPL a la construcción
muchos casos, coexistieron con una presencia mínima del Estado, por
estatal de las guerrillas es muy limitada, comparada con la de las FARC y
ejemplo una estación de policía, con el entendimiento de que la guerri-
el ELN, y depende en buena parte del secuestro extorsivo como princi-
lla detentaba el poder.
pal fuente de ingresos. No hay información sobre las rentas generadas
En municipios de Norte de Santander, Casanare, Sur del Bolívar,
por esta organización.
Caquetá, Putumayo y Cesar, el poder de la guerrilla se ejerce a través de
la elección de concejos municipales locales y de alcaldes y del desem-
CONCLUSIÓN
bolso de fondos públicos 66 . Según algunos testimonios, las FARC no im-
¿Qué tan adelantado está el proceso de construcción estatal de los ponen sus candidatos, sino que, como en los casos de las elecciones
grupos guenilleros? Durante los años noventa el poder de las guerrillas municipales a 1998 en Yondó, Cantagallo y San Pablo (todos en el Mag-
llegó a.su cúspide, extendiendo su influencia a unas nuevas zonas estra- dalena Medio), organizaban reuniones en los pueblos en las cuales se
tégicas y centros poblados. Esto ocurrió debido al cómodo equilibrio escogía libremente a los candidatos y se procedía a una elecci~n g~~e­
militár que regía entre los grupos guerrilleros y las fuerzas del Estado ralm. En Yondó, los candidatos de las FARC no ganaron, pero silo hlcie-
desde los aüos ochenta. Ni el Estado ni las guerrillas han intentado un ron en los otros dos pueblos. En Mogotes (Norte de Santander), el ELN
144 Sistemas de guerra Los grupos guerrilleros y el impasse 145

hizo algo semejante que llamaron «Asamblea Constituyente Pública», siderable de la guerra, desestabilizando la dinámica del sistema de gue-
en la cual los candidatos fueron escogidos por elección general 68 . Lo rra y el cómodo impasse ( détente) sobre el cual había reposado durante
irónico es que los candidatos incluso podían ser de afiliación liberal o casi una década ( 1985-1995). Ambos procesos fueron generados por el
conservadora pero, al aceptar las reglas del juego ftiadas por las guerri- mismo fenómeno: la economía de la droga. Esto, a su vez, llevó a una
llas, calificaban para ser elegidos. Éstos son ejemplos de cómo las gue- lucha constante por el poder para organizar las relaciones de mercado
rrillas construían su poder hegemónico a escala local con medios entre los vendedores y compradores de cultivos ilícitos, es decir, entre
democráticos, como las elecciones populares. los campesinos y los narcotraficantes. Los narcotraficantes, en un co-
La guerrilla, en ocasiones, adoptaba una estrategia más notoria para mienzo, aceptaron las reglas de la guerrilla, incluso los impuestos que
desafiar la autoridad del Estado: lanzaba ataques militares contra los ésta les impuso; pero grupos narcoparamilitares, surgidos a finales de
candidatos de los partidos tradicionales y llamaba al boicoteo de un los años ochenta en diversas zonas (Santander, Norte de San-
«proceso sin sentido», ya que reproducía a la élite tradicional y legitima- tander, Cesar, Meta, Cauca, Casanare, Huila, Boyacá, Caquetá, Putumayo,
ba un sistema corrupto. Esta práctica se convirtió en una prueba de Urabá y Córdoba), querían eliminar la interferencia de la guerrilla en
fuego de las limitaciones y fuerzas de cada uno de los dos proyectos el negocio de la droga. Este aspecto será comentado en el Capítulo 5.
hegemónicos, el de la guerrilla y el del Estado. En 1985, la guerrilla Finalmente, el éxito de las FARC al obtener del Estado una zona des-
estaba presente en 437 municipios ( 40% de un total de 1.071), pero hoy militarizada de 42.000 kilómetros cuadrados (dos veces el tamaño de El
en día ejercen su influencia en 622 (58%), de los cuales en 255 (25%) Salvador), habitada por una población de aproximadamente 100.000
tienen un alto grado de autoridad, según la Federación Nacional de personas, ha logrado que este grupo se aproxime más que nunca al
Municipios 69 • Éste es un buen ejemplo de la creciente capacidad de cons- logro de su proclamado estatus de beligerancia, acelerando así su pro-
trucción estatal de las guerrillas que complementa su poderío militar y ceso de construcción estatal. A finales de 1998, el Estado aceptó la des-
económico 70 . Podemos deducir, por lo tanto, que la guerrilla pudo acu- militarización de esta zona para llevar a cabo los diálogos de paz con las
mular el suficiente poderío militar, poder político y recursos económi- FARC. La ince~ante exigencia de las FARC por una zona desmilitarizada
cos como para estar interesada en prolongar la guerra dada su desde la pérdida de Casa Verde (Uribe, Meta) finalmente dio fruto en
incapacidad hasta el momento para vencer a sus enemigos: el Estado y, 1990. Éste es indudablemente el punto culminante de los 40 años de
como discutiremos más tarde, el crimen organizado. combate de las FARC, lo que confirma nuestro análisis de que la lucha
Mediante la consolidación victoriosa de su poder en zonas locales, de las FARC. por consolidar su control en una serie de departamentos
la guerrilla pudo lograr una base de apoyo importante para la lucha cae dentro de su proyecto de construcción estatal. El autoproclamado
armada. Estos pasos en búsqueda del poder político local tomaron im- estatus de beligerancia ganó espacio, como fue el caso de la carta de los
pulso en los años noventa y tuvieron repercusiones sistémicas, pertur- 25 intelectuales europeos, hombres políticos y activistas que solicitaron
bando el cómodo impasse del sistema de guerra, en particular cuando al presidente Pastrana el reconocimiento de beligerancia para las FARC,
los grandes terratenientes, la incipiente narcoburguesía y las mafias es- así como el caso de Venezuela, que ha considerado esta opción sin rati-
meralderas dirigidas por Víctor Carranza y Rodríguez Gacha se vieron ficarla oficialmente 71 . Por consiguiente, podemos concluir que el cómo-
afectadas. Durante el mismo período, habían amasado tierras para lavar do impasse no sólo le ha permitido a la guerrilla consolidar sus logros
sus dineros, lo cual chocaba con las metas de las guerrillas. En un siste- políticos y ganancias económicas para llegar a una economía política
ma complejo, como lo es el sistema de guerra, esto llevaba a desenlaces positiva, sino que también ha con tribuido a la prolongación del conflic-
que posiblemente ninguno de los actores pudo haber anticipado. to. Esto último, sin embargo, debe ser analizado en co~unto con las
Dos procesos -los intentos de la guerrilla por construir un poder economías políticas de los demás actores del sisten1a de guerra, es decir,
local y la estrategia de adquisición de tierras del crünen organizado- el Estado y el crünen organizado.
tonlaron impulso en los años noventa, llevando a un escalamiento con-
NOTAS

l. Esta información se basa en mis entrevistas con líderes guerrilleros del ELN y de
las FARC.
2. Tomando prestada la expresión de Jacques Derrida, Specters of Marx: The State ofthe
Debt, the Work of Mourning a·nd the New International (Londres: Routledge, 1994).
3. Este recuento histórico se basa en bibliografía de las FARC. Véase Jacobo Arenas,
Cese el fuego: Una histo-ria jJolítica de las FARC (Bogotá: Oveja Negra, 1985); Declaración
política de la· Octava Conferencia Nacional FARC-EP, 1993.
4. !bid.
5. Yezid Arteta, comandante de las FARC, entrevista con el autor, Bogotá, noviembre
de 1998. Véase también Alfredo Molano, Trochas _y fusiles (Bogotá: IEPRI-El Áncora Edi-
tores, 1994).
6. Arteta, ojJ. cit.
7. El único desarrollo notable es que en abril del año 2000, las FARC designaron a
una comandante mujer en el Comité Temático a cargo de las negociaciones en San
Vicente del Caguán.
8. El Secretariado es la posición más alta en la estructura organizacional de las FARC,
seguido por el Estado Mayor Central. Este último se compone de 25 comandantes de
bloque. La mayoría de ellos son de origen campesino. En los cuadros más bajos, casi
todos los líderes son de origen campesino. Yezid Arteta, ojJ. cit.
9. Timothy P. Wickman-Crowley, Guer-rillas and Revolutions in. Latín Ammca: A Compa-
rative Study of Insurgents and Regimes Since 1956 (Princen-ton, NJ: Princeton University
Press), pp. 327-339; Véase también Cynthia McClintock, Revolutionary Movements in La-
tín America: El Salvador's FMLN and Peru's Sbining Path (Washington, D.C.: USIP, 1998),
capítulo 6.
10. Felipe Torres y Francisco Galán, entrevista con el autor.
11. Basado en entrevistas con ex guerrilleros del M-19 y del EPL.
12. Miembro del Comité Central del Partido Comunista, entrevista con el autor, Bo-
gotá, diciembre ele 1998.
148 Sistemas de guena Los grupos guerrilleros y el impasse 149

13. El sistema de remuneración de la hacienda estaba basado en el pago de la mano 28. En este contexto es importante notar que Carlos Castaño presenta su grupo para-
de obra mediante la apropiación de una parte del valor de uso de su trab<úo (jHoduct-use militar como representativo de la «clase media», y en su defensa articula los objetivos de
value). El trab<Uo no recibía remuneración monetaria. su grupo. Carlos Castaño, Semana, 6 de marzo de 2000. Esta observación también se
14. Karl Marx, Pre-CajJitalist Economic Formations (Nueva York: International, 1989), basa en los estudios conducidos por el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
p. 67. Medio.
15. El papel de las FARC en relación con la población indígena de Marquetalia y con 29. Véase Nazih Richani, Dilernmas ofDemocracy and Política! Parties in Sectaáan Societies:
los U'wa en Casanare ha producido resultados mixtos. Mientras la sola presencia militar The CaseofthePSP, 1949-1996 (Nueva York: St. Martin's Press, 1998).
de las FARC en las áreas actuó como freno o disuasivo para las intervenciones extranje- 30. !bid.
ras y permitió a las comunidades salvaguardar su forma de vida, el reclutamiento de los 31. Charles Tilly, «War Making and State Making as Organized Crime>>, en Peter
miembros de estas comunidades y el intento de ejercer autoridad sobre ellas generó Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol, Brínging the State Back In (Cambridge:
conflictos que frecuentemente se tornaron violentos. En Marquetalia, por ejemplo, donde Cambridge University Press, 1985), p. 181.
las FARC se originaron, la relación fue conflictiva hasta 1997, cuando las FARC y los 32. Véase Thomas Biersteker y Cynthia \'Veber (eds.), The State Sovereignty as Social
paeces firmaron un acuerdo de paz. El conflicto había comenzado en 1964, cuando Construct (Cambridge: Cambridge University Press, 1996).
algunos paeces actuaron como guías para las fuerzas militares durante la operación 33. Para estadísticas sobre Sendero Luminoso y el FMLN véase Cynthia McClintock,
contra las ligas campesinas armadas, denominadas «Repúblicas Independientes>>. Para RevolutionaTy Movements in Latín America: El Salavador's FMLN and Peru ~s Shining Path
más detalles sobre el pacto de 1997, véase María Cristina Caballero, «El pacto>>, Carn- (Washington, D.C.: USIP, 1998), p. 73.
bio16, núm. 218 (18-25 de agosto de 1997), pp. 18-23. Un caso similar ocurrió con los 34. Informe de Desarrollo Hurnano jxtra Colombia, 1998 (Bogotá: Departamento Nacio-
U'wa en Arauca; ellos, sin embrago, tienen una mejor relación con el ELN, dado que nal de Planeación yPNUD, 1998), p. 143.
este grupo ha sido percibido como menos entrometido y no ha desafiado la estructura 35. El TiernjJo, 11 de mayo, 1999.
de poder de la comunidad. En el caso de las comunidades afrocolombianas las relacio- 36. La Caja Agraria simqoliza la propensión del Estado por favorecer a los terrate-
nes eran menos conflictivas, y las FARC se las arreglaron para establecer ~aíces en el nientes y por esto se convirtió en blanco favorito de la guerrilla.
Chocó, un lugar de especial concentración de esta comunidad. 37. Véase Semana, «Informe Especial», 8 de marzo de 1999. Información basada en
16. Alfredo Molano, «Violence and Land Colonization>), en Charles Berquist, Ricar- datos proporcionados por las Fuerzas Armadas.
do Peñaranda y Gonzalo Sanchez, ojJ. cit., p. 198. 38. Véase Thoumi, op. cit. En 1987 la producción de coca alcanzó las 24.000 hectá-
17. !bid. reas, y en 1989 se incrementó a 42.000 hectáreas; bajó a 40.000 hectáreas en 1990 y se
18. Jesús Bejarano Ávila et al., Colombia: inseguridad, violencia y desempeñ.o económico en incrementó de nuevo a 79.500 hectáreas en 1997. World Wide Statistics.
las áreas rurales (Bogotá: FONADE y Universidad Externado de Colombia, 1997), p. 134. 39. Para un resumen detallado de la historia de los cultivos de drogas ilícitas en
19. El Frente Décimo era el único en Arauca durante los años ochenta; se supone Colombia véase Francisco Thoumi, Economía jJolítica y narcotráfico (Bogotá: Tercer Mun-
que obtuvieron 5 millones de pesos. FARC, memorando, 1989. do, 1994), capítulo 4.
20. Ocampo, op. cit., p. 253. 40. Información basada en la Séptima Conferencia de las FARC y en entrevistas con
21. El soporte de los colonos a las FARC puede explicarse usando el argumento de informan tes de las FARC.
Samuel Popkin, según el cual los campesinos son maximizadores utilitarios racionales 41. FARC, Pleno 1989: Conclusiones sobre Plan Militar Estratégico de 8 añ.os, ·Organización,
que responden a incentivos individuales ofrecidos por la insurgencia; la guerrilla les Escuela Nacional y Finanzas, documento de trabajo.
ofrece protección, seguridad, empleo y servicio. Véase Popkin, The Rational Peasant: The 42. !bid.
PoliticalEconorny ofRural Society in Vietnam (Berkeley: U niversity of Califor-nia Press, 1979). 43. Ricardo Vargas (e d.), Drogas, jJoder y regioón en Colombia, vols. 1 y 2 (Bogotá: CI-
22. Yazíd Arteta, op. cit. NEP, 1994).
23. Arteta explicó que antes de 1996 existían leyes comunes no escritas que regula- 44. Véase Robert Jervis, System Effects ComjJlexity in Política! and Social Lije (Princeton:
ban las esferas sociales y económicas, así como un código penal. En el caso del río Princeton University Press, 1999), p. 48.
Caguán, las leyes escritas fueron introducidas por las FARC bajo el nombre de «Normas 45. Yezid Arteta, comandante de las FARC, entrevista con el autor; Felipe Torres y
de Convivencia Ciudadana>>. Estas normas son aplicadas en todas las áreas donde ac- Francisco Galán, comandantes del ELN, entrevista con el autor.
túan las FARC. 46. Observación basada en mis entrevistas con Jorge Visbal, presidente de la Federa-
24. Véase José González, Roberto Ramírez, Alberto Valencia y Reinaldo Barbosa, Con- ción Nacional de Ganaderos (Fedegan), Bogotá, diciembre de 1998, y con el presidente
flictos Regionales: Amazonia_¡¡ Orinoquia (Bogotá: Fescol- IEPRI, 1998). de la SAC, Jesús Antonio Bejarano. Estas dos organizaciones y sus asociados a escala
25. El TiemjJo, (1 O de mayo de 1999). municipal y regional representan los intereses centrales de los grandes terratenientes.
26. José Romero, campesino-minero de la serranía de San Lucas (Sur de Bolívar) y 47. Informante de alto rango militar, Bogotá, septiembre de 1998.
representante durante una protesta en Bogotá, entrevista con el autor, Bogotá, septiem- 48. Informante de las FARC que actúa en Bogotá, entrevista con el autor, Bogotá,
bre de 1998. Véase también Capítulo 5 de este libro. octubre de 1998.
27. Este cálculo de compra de tierras está basado en datos de Alejandro Reyes. 49. Basado en entrevistas con informantes de las FARC, Barrancabermeja y Bogotá,
noviembre de 1998.
CAPÍTULO TRES
LOS MILITARES Y EL CÓMODO IMPASSE

Este capítulo presenta a los militares como una de las organizacio-


nes que ayudaron a crear y perpetuar el sistema de guerra. El capítulo
se ocupa de tres cuestionamientos principales: (a) ¿Por qué los milita-
res escogieron una estrategia de contención militar en cambio de una
política diseñada para eliminar a la guerrilla? (b) ¿Cómo esta estrategia
de contención contribuyó a la formación y consolidación de un cómo-
do impasse? Y, tlnalmente, (e) ¿qué tipo de intereses institucionales for-
maron los militares bajo este impasse que contribuyeron a la emergencia
y consolidación del sistema de guerra?
Mi decisión de discutir sobre las instituciones militares colombia-
nas, particularmente sobre sus 'Fuerzas Armadas, está basada en el pos-
tulado de Theda Skocpol, según el cual las personas que se encuentran
en las entidades e instituciones del Estado pueden articular sus propias
metas, y en ocasiones realizarlas 1• El asunto clave es determinar las con-
diciones bajo las cuales esto se hace posible y cómo los objetivos e inte-
reses posibles de una de las organizaciones del Estado se cruzan con los
intereses y objetivos de otros grupos y clases sociales. Antes de abordar
los objetivos centrales de este capítulo, es importante reto1nar algunos
antecedentes acerca de los 1nilitares y su relación con otros sectores del
Estado, co1nplementando así la discusión sobre la crisis hegemónica
del Estado desarrollada en el capítulo anterior.
150 Sistemas de guerra 151

50. Por primera vez en la historia, las FARC declararon en abril del aúo 2000 que obtenidos al cobrar impuesto a los traficantes de droga en el Valle del Alto Huallaga.
cada colombiano con un capital de un millón de dólares o más debía pagar un 10% Cantidades adicionales eran obtenidas de impuestos a negocios y ciudadanos; cantida-
de tributo a la guerrilla. Este es un paso adicional de las FARC para consolidar su esta tus des más pequeúas provenían probablemente de varios grupos de soporte. Véase Cyn-
de beligerancia, en competencia con la autoridad del Estado. Esto fue complementado thia McClintock, ojJ. cit., p. 63.
con un brazo armado guerrillero similar en estructura de comandancia a las Fuerzas 61. El ELN niega cualquier renta obtenida del cobro de impuesto de protección a
Armadas regulares que controla parte del territorio nacional, particularmente el cedi- narcotraficantes, pero en áreas de su control-como el sur de Bolívar y el Catatumbo
do por el gobierno para iniciar las conversaciones de paz en 1998 (un territorio de (Norte de Santander)- existen cultivos de coca de 2.800 hectáreas en la serranía de
42.000 kilómetros cuadrados, el doble del tamaúo de El Salvador, y con una población San Lucas (sur de Bolívar) y también de 2.800 hectáreas en La Gabarra (Norte de San-
de 100.000 habitantes); con la declaración de un sistemajudicial independiente en los tander), según los cálculos de la CIA hechos en 1999. La cifra de cultivadores de coca
municipios bajo su control (253), y con el incremento del reconocimiento regional e está basada en un estudio del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio,
internacional de las FARC como una fuerza beligerante de facto. Vale la pena mencio- sobre el cual se calcula que cerca de mil campesinos estaban involucrados en el cultivo
nar que el gobierno de Venezuela se ha inclinado por reconocer el estatus de beligeran- de coca. De la gráfica, infiero un número similar de campesinos en La Gabarra debido
cia a las FARC. Véase El Tiempo, 2 de mayo 2 de 2000. a la similitud del terreno y de la estructura de propiedad. En estas áreas también actúan
51. Juan Dios Castilla Amel, quien participo en las negociaciones en ambos casos, frentes de las FARC.
entrevista con el autor, Barrancabermeja, 25 de agosto de 1998. 62. El Ejército afirma que entre 1997 y 1999 capturó alrededor de mil guerrilleros
52. Observación basada en 15 entrevistas con cinco campesinos, tres profesores uni- del ELN, incluidos algunos comandantes, y cerca de cien desertaron. Estas cifras, sin
versitarios, dos estudiantes y cinco trabajadores, llevadas a cabo por el autor en Rucara- embargo, han sido deliberadamente aumentadas pero existe un consenso entre los ex-
manga, San Gil, Barichara y Barrancabermeja entre agosto de 1997 y septiembre de pertos acerca de que el ELN ha sido debilitado en la última mitad de los aúos noventa.
1998. En términos de distribución de género, cinco nllueres fueron entrevistadas. Véase El Tiempo, febrero de 1999.
53. Dentro de sus líderes se encontraban tres sacerdotes -Domingo Laín, Camilo 63. El TiemjJo, 18 de abril de 1997, p. 3A.
Torres y Manuel Pérez-. Este ultimo fue su máximo líder hasta su muerte, en diciem- 64. Carlos Fuente, ex comandante y miembro del Estado Mayor del EPL, entrevista
bre de 1997. con el autor, Bogotá, noviembre de 1994.
54. Véase Ernesto Che Guevara, Guerrilla Warfare (Lincoln y Londres: University of 65. María Victoria U ribe, Ni canto de gloria ni canto fúnebre (Bogotá: CINEP, 1994), p.
Nebraska Press, 1985). 35.
55. En San Vicente de Chucurí, un área de colonización, el ELN encontró la forma 66. Las FARC imponen un 10% de impuesto a las comunidades locales, que deben
de construir una base de soporte social después de los aúos sesenta. José Ayala y Helio- pagar en diversas formas, por ejemplo suministrando provisiones como pasta de dien-
doro Ochoa eran de San Vicente. San Vicente es bien conocido por la rebelión bolche- tes, botas y comida. Las municipalidades bajo la influencia guerrillera también se ven
vique de 1929 y su posterior apoyo a Gaitán. El padre de Nicolás Rodríguez Bautista, presionadás a subcontratar trabajos públicos a compaúías de propiedad de simpatizan-
actual líder del ELN, era un partidario liberal de Gaitán que posteriormente apoyó al tes de la guerrilla o de propiedad de ésta.
ELN, y también era de San Vicente. Véase Nicolás Rodríguez Bautista, entrevista, en 67. Este descubrimiento se apoya en entrevistas conducidas con campesinos del Nor-
ELN: una historia contada a dos voces (Bogotá: Rodríguez Quito Editores, 1996), pp. 27- te de Santander, sur de Bolívar y Putumayo.
59. 68. Juvenal Duque, oficial del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio,
56. Carta Militante núm. 15, 9/12, Segundo Congreso del ELN, diciembre 1989. entrevista con el autor, Barrancabermeja, 27 de noviembre de 1998.
57. Felipe Torres y Francisco Galán, comandantes del ELN, entrevista grabada con el 69. En términos comparativos, el FMLN de El Salvador controlaba en su punto más
autor, 28 de noviembre de 1997. alto (1989) cerca del 15% de los 262 municipios; y Sendero Luminoso en su cumbre
58. !bid. Otros factores que podrían haber desempeúado un papel sobre la forma controlaba el 28% de los municipios del Perú. Las gráficas para El Salvador y Perú son
como las diferencias político-ideológicas fueron resueltas son el carácter altamente au- tomadas de McClintock, ojJ. cit., p. 73.
toritario del entonces líder del ELN, Fabio Vásquez, y la falta de confianza en sus cama- 70. El EsjJectador, 16 de noviembre de 1998, p. 6-A.
radas en armas. Véase Walter J. Broderick, El guerrillero invisible (Bogotá: Intermedio 71. El TiemjJo, 20 de mayo 20 de 1999.
Editores, 2000).
59. El TiemjJo, 19 de mayo de 1999.
60. Camilo Granada y Leonardo Rojas, «Los costes del conflicto armado 1990-1994»
en Planeación y Desarrollo, núm. 4 (octubre-diciembre de 1995), pp. 119-151; El TiemjJo, 6
de enero, 1999. En términos comparativos, el ingreso anual del ELN es muy superior al
del FMLN, cuyos ingresos oscilaban entre 50 millones y 65 millones de dólares, prove-
nientes principalmente del secuestro de industriales adinerados y con un presupuesto
anual ele 5 millones ele dólares; los costes de funcionamiento del ELN están calculados
en 16 millones de dólares por ailo. Según Cynthia McClintock, Sendero Luminoso citó
cifras que se encuentran entre los 20 millones y los 500 millones ele dólares por ailo,
LOS PARAMILITARES,
LA

El argumento central de este capítulo es que uno de los principa-


les desenlaces del cómodo impasse entre el Estado y las guerrillas fue el
desarrollo acelerado de más de 110.000 hectáreas de cultivos ilícitos en
menos de una década . Esto trajo unos nuevos actores que desestabiliza-
ron, y consolidaron, el sistema de guerra: los narcotraficantes y sus orga-
nizaciones paramilitares. Este capítulo trata sobre la relación de los
narcotraficantes con los demás actores del sistema de guerra, con el
Estado y con las guerrillas, así como su impacto sobre la dinámica y las
perspectivas del siste1na de guerra.

CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO

La posición geográfica de Colombia, a la entrada de América del


Sur, ha sido más una maldición que una bendición, como lo atestigua la
historia más reciente del país. Desde la Conquista espaiiola, las costas
caribeiias colo1nbianas han servido de corredor para el contrabando y
el tránsito de esclavos, oro y mercancías. Después de la independencia
de Panamá en 1903, estas rutas fueron mantenidas principalmente por
sucesivas generaciones de contrabandistas y posteriormente por narco-
traficantes. Se encuentra una extensa evidencia de que, entre 1968 y
1970, los prin1eros contactos con los traficantes estadounidenses para el
transporte de la 1narihuana desde el la sierra nevada de Santa Marta
154 Sisteuws de guerra Los paramilitares, el crimen organizado )1 la dinámica de la guerra 155

sobre la costa atlántica fueron contrabandistas colombianos que cono- las minas de esmeraldas de Boyacá. Las regiones fronterizas con Vene-
cían las nttas tradicionales desde los puertos libres Colón (Panamá) zuela, que dependían de su comercio con este país, se vieron afectadas
y las Antillas 1• por la devaluación del bolívar. Esto contribuyó al incremento del con-
La actividad de contrabando se daba principalmente en función de trabando y a la disminución de los intercambios comerciales entre los
las tarifas que imponían los respectivos gobiernos sobre los bienes im- dos países. Todas las regiones mencionadas se convirtieron en territo-
portados. Cuando esas tarifas eran altas, el aumentaba rios para el cultivo de marihuana, coca y, posteriormente, en los años
proporcionalmente, por ejen1plo bajo el gobierno de Lleras Restrepo y noventa, de amapola para el opio.
luego bajo el de Ambos gobiernos aumentaron las tarifas La marihuana se convirtió en uno de los principales cultivos de ex-
sobre bienes importados, y el contrabando aumentó igualmente. Los portación en los años setenta, en lo que se ha llamado la era de oro
llamados sanandresitos, en los cuales se venden productos de contra- marimbera, que se dio tras la crisis que golpeó los cultivos y la produc-
bando, florecieron en las ciudades del país. Las mercancías ción de algodón debido, como decíamos, a la importación de produc-
abarcaban desde electrodomésticos, whisky, cosméticos y cigarrillos, hasta tos sintéticos más baratos, en su mayoría mercancía de contrabando.
armas. Los· contrabandistas, con su larga experiencia y redes bien esta- Los cultivos de marihuana fueron impulsados y respaldados por trafi-
blecidas con los ofrecían una infraestructura cantes de los Estados U nidos que apreciaban el alto valor de la marihua-
na tropical en el mercado. Estos cultivos recibieron apoyo técnico de
logística la de ma1ihuana en los años setenta, y de
expertos agrónomos estadounidenses 3 . Como resultado de la crisis eco-
coca y opio en los años ochenta y es un factor importante
nómica del agro, algunos terratenientes y ganaderos se reconvirtieron a
que contribuyó a convertir a Colombia en uno de los principales expor-
la producción de marihuana en la sierra nevada de Santa Marta, La
tadores de ilícitas.
Guajira, Cesar y el Magdalena Medio. En 1974, aproximadamente 80%
La y casi de la economía agríco-
de los finqueros en La Guajira sembraban marihuana. Esa bonanza eco-
la desde los años sesenta fomentó el desarrollo de actividades económi-
nómica pronto se vio afectada por una quiebra a comienzos de los años
cas alternativas, como los cultivos ilícitos y el contrabando. Ambas
ochenta,. cuando el precio de la marihuana colombiana empezó a caer
actividades a los diferentes impulsos y contradicciones
con el surgimiento de una variedad más potente y más barata en Esta-
generados por la crisis del modelo de desarrollo económico y por las
dos Unidos y con la llega~a de otros competidores a los mercados mun-
dislocaciones socioeconómicas generó esa crisis en un país en el
diales. Esa caída en la demanda de la marihuana colombiana provocó
cual, en 1960, el60% de su población aún vivía en áreas rurales, y no fue
una reconversión hacia los cultivos de coca en varias zonas favorables
sino hasta los años setenta el 57% migró a áreas El al-
para dicho cultivo.
godón, cultivado en la costa atlántica (La Guajira, Cesar y
Magdalena) estaba en descenso debido a la importación de productos
LA CRISIS DE HEGEMONÍA ESTATAL Y EL NARCOTRÁFICO
sintéticqs más económicos. Esto, a su turno, afectó los principales cen-
tros de producción textilera en Estas zonas posteriormente En vista de lo anterior, surge una pregunta central: ¿por qué Colom-
se conVIrtieron en centros las organizaciones del narcotráfico. De bia ofrecía terrenos fértiles para el contrabando y el narcotráfico? Se
manera semejante, las exportaciones de azúcar también estaban enfren- podría argumentar que muchos otros países en el mundo se vieron so-
tando el establecimiento de cuotas internacionales f~adas por los Esta- metidos a caídas similares de sus economías rurales y, sin embargo, no
dos Unidos, lo que afectó a la industria azucarera concentrada en el se convirtieron en productores de cultivos ilícitos de exportación, ni sus
Valle del Cauca. Las exportaciones de esmeraldas también sufrieron una mercados fueron invadidos por actividades económicas ilegales. La res-
caída en su productividad debido a la necesidad de equipos más sofisti- puesta obvia al porqué Colombia se convirtió en uno de los principales
cados para su extracción, a la caída de los precios internacionales y a la teatros de contrabando y narcotráfico se halla en la incapacidad del
violencia entre los grupos de mafiosos en competencia por el control de Estado para extender su auto1idad sobre todo el tenitorio nacional. De ahí
156 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la din.ámica de la guerra 157

mi tesis de que el incremento de la actividad económica ilegal se da no Sin embargo, el aspecto más revelador y relevante para este capítulo
sólo en función de condiciones económicas críticas, sino asimismo como es la tendencia, desde los ali.os ochenta, al crecinüento de los cultivos
resultado de la crisis hegemónica del Estado, exacerbada por una insur- ilícitos. Éstos aumentaron en 400% entre 1978 y 1998, llegando a cubrir
gencia armada que ha ido recortando la autoridad del Estado desde los un área calculada de 100.600 hectáreas (véase Tabla 5.2) 5 . Este drástico
años sesenta. Una mirada preliminar a las zonas en las cuales se concen- incremento coincidió con el cambiante equilibrio militar entre las gue-
tran los cultivos de coca en Colombia sirve de apoyo a mi argumento. rrillas y el Estado, como se evidencia en la tasa de fatalidad decreciente
Los cinco departamentos con mayor concentración de cultivos de coca en favor de la guerrilla (desde una relación de 1:1,52 en 1988 hasta
(véase Tabla 5.1) cuentan con una muy endeble presencia estatal, si es 1:1,35 en 1999, véase Capítulo 3). No obstante, si consideramos el nú-
que existe esa presencia más allá de una pequeña fuerza de policía (en mero creciente de municipios bajo control guerrillero, p9demos tener
ocasiones menos de quince efectivos) estacionada en los principales cen- una imagen más clara para respaldar este argumento. En 1993, los gru-
tros urbanos del departamento. En la mayoría de los casos, los policías ni pos guerrilleros controlaban sólo 173 municipios, lo que equivale al13%
siquiera se atreven a salir de estos centros. El control por fuera de las del país. En 1998, las guerrillas habían extendido su control a 622 muni-
cabeceras de municipio de los departamentos que figuran en la Tabla 5.1 cipios, o sea un 61% del total. En la mayoría de los municipios con cul-
fluctuó de manos de la guerrilla a las de los narcotraficantes entre tivos ilícitos, la guerrilla tiene presencia militar o control. Por ejemplo,
1980 y 2001. Lo que sí ha sido constante es la débil presencia estatal. los cultivos de amapola se observan en 174 municipios, y en 123 de ellos
Los productores de coca de estos departamentos recalcan que la úni-
(70%) la guerrilla tiene presencia militar. Los paramilitares de derecha,
ca autoridad que ellos conocieron (antes de la introducción de la coca)
en alianza con los narcotraficantes, controlan 46 municipios, o sea aproxi-
fue la de las guenillas 4 . La llegada de la coca agudizó la necesidad de
madamente 26% del total 6 . Todos estos municipios son prácticamente
una autoridad para controlar los problemas generados por la bonanza
inaccesibles al Estado.
coquera, como conflictos entre cultivadores y compradores, violacio-
nes de contrato, prostitución, crimen, alcoholismo y daños descontro-
TABLA 5.2 Plantaciones de coca (hectáreas)
lados al medio ambiente. Esta autoridad era bien acogida por los
habitantes de estos departamentos. Por consigui,ente, estas zonas se
convirtieron en baluartes de los grupos guerrilleros a partir de los años País 1995 1999
setenta. . Perú 115.300 38.700
Bolivia 48.600 21.800
TABLA 5.1 Cultivos de coca en 1999
Colombia 50.900 100.600
DejJartamento Hectáreas
Puturnayo 37.000 Fuente: Departamento de Estado de Estados Unidos, 1995 y 1999. En 1973, Colombia
Caquetá 30.000 exportó cerca de 6 toneladas de cocaína a Estados Unidos, en 1999 exportaba cerca de
500 toneladas. Los datos sobre 1973 están basados en Colombia CASP Report 1974-
Guaviare 28.000 1975, Airgran, Embajada de Estados Unidos en Bogotá, Departamento de Estado, Ar-
Norte de Santander (Gabarra) 2.800 chivos Nacionales, p. 4.

Bolívar (serranía de San Lucas) 2.800


Total 100.600
Esta observación apoya mi tesis central según la cual el surgimiento
del narcotráfico y su consolidación se vieron facilitados por la incapa-
cidad del Estado para mantener su hegemonía en a1nplias áreas del
Fuente: Departamento de Estado de Estados Unidos, 1999, Informe. En el aii.o 2000 .
se calculaban aproximadamente 110.000 hectáreas. país, más allá de unas incursiones o expediciones 1nilitares ocasionales.
158 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 159

No obstante la crisis en la subsistencia de la economía campesina, la vos alternativos. Esta estrategia depende principalmente de controles
ausencia de la autoridad estatal, y su incapacidad para producir una al- policivos y niega a los campe~inos la posibilidad de negociar los térmi-
ternativa económica viable a los cultivos de coca, la posición de las guerri- nos de su reincorporación en la economía mundial legal. En ese senti-
llas facilitó la sustitución por parte de los colonos y de los campesinos do, en Colombia, el equilibrio militar entre el Estado y las guerrillas
pobres de sus cultivos legales de bajo rendimiento por cultivos ilegales 7 • pesa más para explicar el incremento exponencial en la producción de
El cómodo impasse entre los grupos guerrilleros y el Estado ofreció drogas que las explicaciones puramente económicas. Esto se debe a
una ventana de oportunidad para los campesinos (particularmente para el Estado y sus apoyos internacionales no han tenido éxito en incremen-
los colonos) y hasta para algunas haciendas comerciales, para pasar a tar los costos de producción a los campesinos, para que este negocio no
cultivos ilícitos sin temer la acción policiva del Estado ni giros en las sea rentable.
tácticas de las guerrillas. Esta última observación se basa en las políticas Hasta ahora, el equilibrio de poder entre las guerrillas y el Estado ha
de las guerrillas hacia los cultivos ilícitos, consistente desde que estos impedido la limitación de la producción de drogas ilícitas, abriendo así
cultivos aparecieron por primera vez, en los años setenta. La política de una perspectiva para que los cultivadores de ilícitos negocien un arre-
la guerrilla ofrecía un marco institucional -dada la naturaleza inesta- glo que tenga en cuenta sus intereses; en si considerarnos
ble de los mercados de cultivos ilícitos que actúan dentro un contex- que los campesinos de Bolivia y Perú -países en los que sus Estados
to de guerra civil- lo suficientemente estable como para incentivar a pudieron proyectar sus hegemonías sin verse amenazados por insurgen-
los campesinos para asumir los riesgos. cias- no han lograr las concesiones requeridas por sus Estados
A pesar de la fluctuación en los precios mundiales, el hecho de que respectivos y por los,_ actores internacionales (como los Estados Unidos y
los cultivos ilícitos sean más rentables que los cultivos tradicionales lleva las Naciones Unidas) para asegurar la· supervivencia de sus economías
a que entre 400.000 y 500.000 campesinos los siembren y a asumir el de subsistencia.
riesgo que implica esa opción económica8 . La fluctuación en los precios En después de 1995, luego de la captura de su líder Abimael
de la hoja de coca entre 1978 y 2001 no afectó de manera significativa Guzmán con la mayoría de los cuadros, un Sendero Luminoso debilita-
los incrementos en los cultivos ilícitos, ya que éstos siguen siendo más do fue incapaz de contener la política del Estado en sus zonas tradicio-
rentables que los cultivos tradicionales. Los ciclos económicos de pro- nales de control en Ayacucho; esto ha facilitado los esfuerzos de
ducción de cultivos ilícitos en sí no afectan la decisión de los campesi- erradicación del Estado, complementados por una política de interdic-
nos pobres de pasar a cultivos alternativos, ya que muy pocos cultivos ción aérea. Estos factores llevaron a una baja del 60%, entre abril y agos-
comerciales permiten cosechar tanto como tres veces al año -como en to de 1995, en precios de la hoja de coca en el mercado peruano,
el caso de algunas variedades de coca-, lo que aumenta la probabili- luego de la demanda cayó debido a la dificultad del transporte de la
dad de recuperar pérdidas anteriores. Lo más probable es que los cam- pasta de coca hacia Colombia para su transformación en cocaína 10 • No
pesinos puedan recuperar sus costos de inversión al año o a los dos obstante, entre los años 2000 y 2001, los precios de la de coca au-
años 9 . pocos cultivos de exportación ofrecen tales ventajas econó- mentaron para alcanzar dos tercios de sus niveles de
micas para los campesinos pobres. Por consiguiente, la explicación de 1995, y algunos campesinos están volviendo al cultivo de la coca. Sin
los cambios en la producción de coca y en los cultivos ilícitos en general embargo, este no fue lo suficientemente significativo, como se
yace del lado de la ecuación que concierne a las políticas coercitivas y puede ver por el tamaño de las áreas se1nbradas en coca (véase Tabla
en lo que éstas contribuyen a aumentar los costos. 5.2). Aunque la habilidad de los narcotraficantes para reinventar nue-
Esto explica por qué los Estados U nidos y algunos otros países de- vas rutas y nuevos métodos de tráfico sí afectó la demanda de la coca y
fienden una estrategia que combina un incre1nento de los costos de su precio local, la política del Estado y ·su capacidad para imponerla
producción con el incre1nento de los riesgos: ftunigación, erradicación, logró controlar la oferta. En ese sentido, el Estado peruano fue capaz
persecución e interdicción de las rutas de transporte, aden1ás de culti- de reducir los cultivos de coca.
160 Sistemas de guena Los paramilita-res, el crimen o-rganizado y la dinámica de la guer-ra 161

Bolivia representa un caso un poco diferente, lo que en gran medi- briegas, a través de la reducción en los pagos por sus productos. En 1990,
da refuerza nuestro argumento. Bolivia cultiva aproximadamente 28.330 por ejemplo, Colombia sólo tenía 40.100 hectáreas sembradas de coca, lo
hectáreas de coca, que generan aproximadamente tres millones de dó- que sólo constituía el18,8% de lo que se sembraba en los países andinos
lares al año 11 . Los incrementos en los precios de la coca y las limitacio- y ell3,7% de la producción de hoja de coca; en 1999, el área de cultivos
nes del mercado de los cultivos alternativos llevaron nuevamente a un alcanzaba rnás de 100.000 hectáreas 13 •
leve resurgimiento en los cultivos de coca entre 1997 y 1999. Dicho de- El incremento en los cultivos ilícitos en Colombia, a pesar de la agre-
sarrollo, sin embargo, se enfrentó a la represión estatal con el apoyo de siva política estatal de fun1igación, también se puede atribuir a las estra-
los Estados Unidos. Los campesinos intentaron resistir formando «ligas tegias de supervivencia económica desarrolladas por los campesinos
de defensa» y llevando a cabo operaciones relámpago contra el Ejérci- mitigar los efectos negativos de las fumigaciones. U na de las formas que
to, pero pronto su movimiento fue reprimido y los líderes campesinos asume dicha estrategia es incrementar la extensión de las tierras sem-
tuvieron que huir, tal vez para reorganizarse y pelear nuevamente algún bradas con cultivos ilícitos en cooperación con otros cultivadores, a fin
día. La resistencia campesina, no obstante, alcanzó a frenar los esfuer- de aumentar la fuerza labr>ral, reducir los costos de producción y disn1i-
zos de erradicación durante 1998 y 1999; pero poco después de que la nuir las posibles pérdidas debidas a la fumigación. Al incren1entar las
rebelión fuera reprimida, el Estado reasumió la política de garrote y áreas sembradas, los colonos garantizan la supervivencia a la ~~--~~~,...­
zanahoria, frenando el aumento de los cultivos. Como resultado, los ción de por lo menos parte de sus cultivos, cubriendo así sus costos y
campesinos siguieron con poca ventaja política para renegociar los tér- asegurándose algunos excedentes para poder subsistir14 . Esta estrategia
minos de los programas de sustitución de cultivos, por ejemplo con re- de supervivencia de los campesinos, sin embargo, no sería factible sin el
ferencia a los precios para sus nuevos cultivos, subsidios, mercadeo y apoyo (tácito o implícito) de la guerrilla, que es lo que inhibe al Estado
entrenamiento técnico. Tampoco pudieron incitar al Estado a mejorar en el desarrollo de una sostenida y más fuerte política coercitiva.
sus servicios sociales, sanitarios y educativos en sus zonas.
De esta manera, los casos de Bolivia y Perú ilustran que la capacidad LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL NARCOTRÁFICO
del Estado para extender su hegemonía y su control es una variable Y LA RETIRADA DEL ESTADO
crítica en nuestro estudio de la economía política de los cultivos ilícitos. Hacia mediados de los años ochenta, estaba surgiendo un nuevo
Estos éxitos contrastan fuertemente con el fracaso del Estado colom- estrato social en Colombia que construyó su fortuna sobre la bonanza
biano. marimbera y, posteriormente, capitalizando la producción ·de coca. Las
Esto no quiere decir que las guerrillas hayan incentivado los cultivos consecuencias de este desarrollo fueron multifacétic;:as. A un nivel, agra-
ilícitos, pues no existe evidencia para respaldar dicha afirmación, senci- vó la crisis hegemónica del Estado, en particular en lo que se refiere a
llamente indica que las guerrillas no detuvieron el proceso y que el Esta- sus políticas de control fiscal, la disponibilidad de dinero, las tasas
do, a su turno, no fue capaz o no quiso resolver las carencias de los interés y los gravámenes, reduciendo así el papel del Estado en la eco-
campesinos pobres 12 • Sin embargo, hay algo, según los testimonios de nornía. Esto se dio con el trasfondo de un sector público relativamente
los cocaleros y de los expertos en el t~ma, que sí ofrecieron las guerri- pequeño. En los años noventa, los gastos del sector público colombiano
llas: «seguridad» y estabilidad en algunas de las zonas de cultivos ilícitos. figuraban en un noveno lugar en comparación con los otros 26 países
Las guerrillas proyectaron poder y frenaron los abusos de los narcotrafi- latinoamericanos, y el sector público constituía sólo 14% del PIB, mien-
cantes y sus intermediarios. Esto redujo los costos de transacción, en par- tras que la media regional era de 28% del PIB. El tamaño modesto del
ticular los riesgos que asumiría el campesino pobre bajo condiciones sector público colombiano ha sido una pauta recurrente desde 1987
económicas inciertas, y sirvió de 1narco institucional, incentivando la pro- hasta 1996 1!'¡. En contraste, el rendüniento del dinero de las drogas ilíci-
ducción de drogas ilícitas e impidiendo el traspaso -por parte de los tas se calcula en 4,2% del PIB en 1980 hasta un tope de 10,9% en 1984,
capitalistas- de los costos de producción (incluso los riesgos) a los la- y 3,5% en 1995 16 • Este monto considerable de dineros hizo que el dise-
162 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 163

úo y la implantación de políticas monetarias y fiscales fuera una tarea tro del contexto de la lucha por la hegemonía entre las guerrillas y el
supremamente difícil para el Estado. Estado? Si la hegemonía del Estado, como se argumenta, ha,sufrido una
Como resultado, el Estado se vio obligado a dejar de aplicar un im- «crisis perpetua» desde la Independencia -impidiendo la formación y
puesto sobre el valor agregado y a recircular los dineros de la droga la consolidación del Estado-, entonces ¿cuál es la importancia de este
. (principalmente dólares) transfiriéndolos a sus reservas internaciona- nuevo momento? Si tomamos las dos coyunturas históricas bajo las cua-
les a fin de evitar la dolarización de la economía. El gobierno se vio les surgieron los grupos guerrilleros y los narcotraficantes, y las analiza-
asimismo forzado a devaluar el peso en 1991 y desde entonces lamo- mos en una modalidad dialéctica en lugar de yuxtaponerlas o hacer un
neda se ha ido devaluando. Más aún, los dólares del narcotráfico y su análisis cronológico, encontramos que las guerrillas desafiaron la hege-
conversión en dinero local incrementaron la oferta de dinero y en con- monía del Estado en las esferas político-militares, y a su turno el narco-
secuencia a·Jmentó la demanda marginal de bienes y servicios, lo que a tráfico limitó su injerencia en las esferas económicas. Desde esta
su turno aumentó la presión inflacionaria sobre la economía. modalidad dialéctica podemos desarrollar una mejor apreciación de las
El narcotráfico también tuvo un impacto sobre la política fiscal y relaciones dinámicas entre esos tres actores y situar la crisis del Estado
monetaria del Estado a través del contrabando de bienes, que se convir- dentro de su contexto histórico. Lo más importante es que esta modali-
tió en uno de los mecanismos más frecuentes de lavado de dinero. Una dad nos ayudará a definir los principales antagonismos sociales que esta
de las más recientes sobre el fracaso del Estado para contro- nueva dialéctica (Estado, guerrillas y narcotráfico) trae al sistema de
lar el afectaba el balance de pagos del país y sus guerra.
políticas fiscales- fue por directora de la Los narcotraficantes son liberales por excelencia en materia econó-
Dirección de y Aduanas Nacionales (DIAN). ex- mica, y agentes de la globalización. Su negocio clandestino internacio-
presó la grave crisis del Estado al revelar: nal va en contra de las reglamentaciones de algunos Estados (sobre
Las autoridades son impotentes e incapaces de derrotar el contraban- narcóticos), pero no en contra del sistema de la libre empresa, de los
do [ ... ] en Colombia hay sectores e1iminales que son protegidos por algu- mercados abiertos ni de las tan apreciadas leyes sobre derechos de pro-
nas autoridades [ ... ] en tanto que haya narcotráfico y la importación de piedad, que, en últimas, son las que protegen sus intereses. Sus acti-
bienes ilegales sea la manera más efectiva de lavar dinero, el contrabando vidades económicas a lo largo de los aii.os ochenta, aceleraron, en efecto,
seguirá [ ... ]. la famosa «apertura» económica. Los proteccionismos y las tarifas adua-
grupos poderosos que protegen el contrabando y eso incluye a
neras perdieron sentido bajo el creciente ataque del contrabando, que
miembros del Congreso que se lucran de ese negocio y obstruyen la justi-
en 1988 (justo antes de la apertura) se elevaba aproximadamente a 1.000
cia, políticos que importantan bienes como las famosas camisetas que se
usaron en campañas electorales, grupos de empresarios que ignoran los millones de dólares y constituía aproxünadamente 22% de las importa-
requerimientos legales, y finalmente y lo más importante, corporaciones ciones totales del país. Las tarifas del gobierno se volvieron obsoletas, ya
multinacionales, coreanas y japonesas, en especial, que suministran bienes que la evasión de impuestos se hizo flagrante entre la mayoría de los
para el contrabando 17 . importadores a través de una reducción de la facturación y otros méto-
Kertzman ilustra un aspecto central de la crisis institucional del Es- dos de evasión. De esta manera, la «apertura» fue un fait accompli aii.os
tado: al ser incapaz de restringir los efectos económicos negativos del antes de que fuera institucionalizada formalmente por el gobierno de
narcotráfico y del contrabando, deja de percibir miles de millones de César Gaviria (1990-1994). Lo que sí hizo el gobierno, no obstante, ade-
dólares en impuestos directos para sus arcas. Esto, a su vez, reduce la más aceptar el fait accompli, fue reformar el arcaico sistema de inlpues-
capacidad del gobierno para gobernar, ya que la gobernabilidad y la capaci- tos a las ilnportaciones, que tenía más de 23 1nétodos para aplicar los
dad para implementar un siste1na de in1puestos efectivos están entrela- gravá1nenes 1R.
zadas y esta últin1a es una de las funciones fundan1entales de un Estado. Sin e1nbargo, los cambios en los Ílnpuestos no pusieron fin al con-
Aquí cabe una pregunta: ¿qué representa el reto del narcotráfico den- trabando. Éste continuó su ca1nino sin control durante los gobiernos de
164 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado .Y la dinámica de la guerra 165

Ernesto Samper (1994-1998) y Andrés Pastrana (1998-2002). En 1999, Estado y unos sectores políticos ünportantes aceptaron la exigencia de
por ejemplo, el valor de los bienes de contrabando se elevó a 2.200 mi- «no extradición» de los narcotraficantes en 199f2J.
llones de dólares (más del doble en el transcurso de una década), esto La penetración política de las instituciones del Estado se dio parale-
es aproximadamente 25% del total de bienes importados y casi 50% de lamente a la penetración del sector financiero a través de la famosa «ven-
las exportaciones colombianas 19 , lo cual genera serias dudas sobre la tanilla siniestra» del Banco de la República de Colombia, que permitió a
habilidad o capacidad del gobierno para manejar un problema de tal los narcotraficantes «legalizar» sus dineros de la droga. Esta política, dise-
alcance sin generar graves dislocaciones económicas e inestabilidad po- ñada en 1975 por el gobierno López Michelsen (1 974-1978), eximía a los
lítica. El problema involucra no sólo a los dueños de las empresas de narcotraficantes del pago de impuestos y los protegía contra acciones
narcotráfico, sino también a más de 400.000 productores de cultivos punitivas. Esta oscilación en las relaciones entre el Estado y el narcotráfi-
.
ilícitos y a miles de pequeños empresarios de los sanandresitos. Por lo
tanto, este asunto tiene que ver con la cuestión más amplia de la guerra
co pasa por tres fases. La primera en 1983-1989, cuando la coca se
convirtió en uno de los más importantes cultivos de exportación, su-
civil, a su vez la solución del contrabando y del narcotráfico. plantando a la marihuana, que predominó en los años setenta. Duran-
te esta primera fase, los narcotraficantes prosiguieron con la
EL PAPEL POLÍTICO DE LA NARCOBURGUESÍA Y DEL ESTADO consolidación de su base política y el control de las zonas donde se
concentraba la producción de drogas ilícitas. Este control explicó el
La trayectoria de las relaciones de la narcoburguesía con e.l Estado establecimiento de sa hegemonía sobre el proceso de producción de
y otros sectores de la clase dominante osciló entre coexistencia, alian- coca. Durante esta fase, la narcoburguesía también construyó una rela-
za y conflicto en el transcurso de las últimas dos décadas 20 • Este vaivén se ción de trabajo con el Estado, en particular con la institución militar en
ha dado en función de tres factores interrelacionados. Primero, la necesi- regiones como Urabá, Magdalena Medio y los valles del Este; todas zo-
dad táctica del Estado, particularmente de sus Fuerzas Armadas, de esta-
nas de prod~cción cocalera.
blecer grupos narcoparamilitares para luchar contra la guerrilla, el
La manifestación más notoria de las alianzas entre narcotraficantes,
movimiento de la clase trabajadora, y en gran medida contra la oposición
grandes terratenientes, corporaciones multinacionales, empresarios y
política. Así podemos explicar la falta de determinación del Estado para
el Estado fue en 1983 en Puerto Boyacá, en el Magdalena Medio, donde
encarar a la narcoburguesía y sus milicias armadas. Segundo, la necesi-
una organización paramilitar (Autodefensas Campesinas) se formó con
dad de divisas por parte del Estado afectó su política hacia el capital de los
financiación de los mencionados grupos en un esfuerzo por combatir la
narcotraficantes. La «repatriación» de los narcodólares procedentes del
creciente influencia de las FARC en la zona. Como resultado, las
lavado de dinero fue crucial durante los años setenta y ochenta, cuando
y los grupos de izquierda fueron liquidados en Puerto Boyacá. Este acon-
el Banco de la República-necesitaba divisas para respaldar el peso colom-
tecimiento inauguró una poco santa alianza que todavía sigue en a
biano y para ofrecer liquidez con el fin de estimular las inversiones 21 • Esta
pesar de la guerra abierta que libraron en la segunda fase (l 989-1993)
necesidad se incrementó durante la crisis del sistema bancario en 1982, y
el Cartel de Medellín y el Estado y que terminó con la muerte de Pablo
luego a finales de los años ochenta22 • Finalmente, los vastos recursos eco-
Escobar, el más notorio de todos los narcotraficantes 24 .
nómicos de la narcoburguesía permitieron la con1pra de influencia polí-
La guerra que involucró al Estado, sectores de la élite política y el
tica gracias a su penetración en el Congreso mediante la financiación de
Cartel de Medellín no alteró radicalmente la relación del Estado con las
las campañas de los políticos, y la corrupción e intimidación de jueces y
organizaciones del narcotráfico, así como tampoco afectó los entrelaza-
oficiales del Ejército. El epítome de este fenómeno de corrupción-coope-
dos intereses políticos y de clase entre sectores de la narcoburguesía y
ración llegó a su apogeo cuando Pablo Escobar, el líder del mal afamado
de la clase dominante; enlace de intereses que se notaba particularmen-
Cartel de Medellín, llegó a ser parte del Congreso en 1982, y cuando el
te en regiones como el Magdalena Medio, Urabá, Norte de Santander,
Bolívar, Puttunayo, Antioquia, Canea y Caquetá, en las su hegen1o-
166 Sistenws de guerra Los paramilitares, el crimen organizado _'Y la dinámica de la guerra 167

nía era disputada por la resistencia y las guerrillas. En estas de la violencia, aunque desencadenada por las inefectivas instituciones
regiones, si acaso, lo se vio fue cómo las alianzas entre sectores de la estatales -encarnaciones de las crisis hegemónicas del Estado- to1nó
élite política, el Ejército, ganaderos y narcotraficantes quedaron firme- diversas formas a lo largo de los años, dependiendo del desarrollo de
mente cimentadas. la dialéctica del conflicto, de sus actores, de los intereses de clase, de su
El conflicto entre el Estado y los narcotraficantes no era una guerra realineamiento político y de la economía política internacional. Por
abierta; mientras se estaba dando la lucha contra el Cartel de Medellín, esto cada una de las fases de la ·violencia es diferente de la otra, mas
el Estado era complaciente y colaboraba con el Cartel de Cali. Este últi- trae en sí algunos elementos de la antigua violencia. Nuestra labor es
mo suministró información crítica sobre Pablo Escobar y sobre el lugar de revelar continuidades y rupturas en las funciones de la violencia
en que se encontraba cuando se fugó de la cárcel en 1993. A cambio, los dentro del contexto sociohistórico de este estudio.
hermanos del Cartel de Cali, se beneficiarían de la cle- La trayectoria formal de los grupos paranülitares data de 1965 y
mencia del Estado si se rendían. A este vale la pena mencionar 1968, cuando el Decreto 3398 y la subsiguiente 48 sientan los fun-
a Los un acrónüno los con Pablo Escobar, damentos legales para la creación de organizaciones de defensa civil
uno de los cuales era Fidel '-"«-"'-aJ.J. por decreto presidencial. Estas a su vez, nacen de las doctrinas
U ni das de Córdoba y U rabá a me- contrainsurgentes de la guerra fría, utilizadas Estados Unidos en
diados de los años noventa, en la sus programas de entrenamiento en la Escuela Militar de las Américas;
tante del es decir, nacen de la doctrina de seguridad nacional. El eje de este pro-
Durante la tercera fase , la colaboración entre las grama reclamaba el despliegue de una combinación de medios milita-
fuerzas coercitivas del Estado (Ejército) y los grupos fue res, paramilitares, políticos, psicológicos y económicos a fin de vencer
un hecho establecido. Muchos de los altos mandos del Ejército estaban las insurgencias. Los militares colombianos, como la mayoría de sus ho-
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'U.'V y fomentando el Uno de los altos mandos mólogos latinoamericanos, esta doctrina a sus estrategias
me explicó la racionalidad obvia detrás de la colaboración implícita y nacionales y a su socialización política. En 1987, es decir casi dos déca-
tácita del Ejército con los diciendo: «Mientras están lu- das después de la introducción de las leyes mencionadas, el entonces
chando contra nuestros enemigos, no tenemos ningún interés en comba- 1ninistro de Defensa, general Rafael Samudio, afirmó las premisas de la
tirlos»25. Está visión se oye dentro de los círculos más altos de los mandos doctrina seguridad nacional en su defensa de los grupos paramilita-
militares 26 . De esta manera, las relaciones entre el Estado y los grupos res, diciendo que «los comités de autodefensa son legítimos si
son de colaboración en las zonas es en estas con1unidades se organizan sus propiedades y sus
el terreno, mientras el mantiene un discurso vidas» 27 . Cuando Samudio hizo esa afirmación, se estaban conforman-
tar. Este análisis se a toda la década de los años noventa. do tres diferentes de las mafias de las esmeraldas,
los paramilitares de los narcotraficantes y los financiados
los ganaderos y la élite terrateniente (a los usualmente se hace
LOS NEXOS
Y SUS ALIADOS referencia como «autodefensas»). La de estos grupos paramili-
tares convergieron en los años noventa bajo un liderazgo unificado y
Los capítulos 2 y 3 establecen la violencia como método reso- con un programa político conservador para a las Fuerzas Arma-
lución de conflictos ha sido una constante en desde el siglo das del Estado . 28
y uno de los conflictos sociales más crónicos de este país se Así, estas medidas, se introdujeron en 1965-1968, fueron pro-
origina en la lucha por los derechos de propiedad y la titularización de mulgadas después del surgimiento de las FARC ( 1964) y del ELN ( 1965).
la tierra. Sin e1nbargo, después de 1920, la violencia se volvió más pro- Desde ese entonces, los grupos paramilitares se han encarnado de di-
nunciada y alcanzó nuevos picos con la introducción de ejércitos priva- versas formas en diferentes zonas del país 2l). La 48 abrió el can1ino
dos que se convirtieron en los defensores del «orden social». La evolución
168 Sistemas de guerra Los paramilitaTes, el crimen oTganizado y la dinámica de la guerra 169

para el surgimiento de ejércitos privados y, por consiguiente, se convir- to Malina, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha en Puerto Boyacá
tió en parte inherente de la seguridad del orden social y en una parte y en el Magdalena Medio.
integral de la estrategia contrainsurgente del Estado. Estos grupos, como El negocio de la minería era dirigido a partir de una estructura fa-
lo atestigua su historia, fueron constituidos antes que todo para defen- Iniliar de clan que reproducía en buena medida el sistema de hacienda, en
der los intereses de un grupo central de la clase terrateniente, de las el cual la lealtad hacia el jefe es absoluta, aunque se base en una rela-
mafias esmeralderas y de los narcotraficantes, que se convirtieron en ción de trabajo asalariado. Es un híbrido entre las relaciones de produc-
una parte de la estrategia contrainsurgente del Estado, a pesar de su ción precapitalistas y capitalistas, construida en un ambiente netamente
declaratoria de ilegalidad en 1987 y de que habían sido reiteradamente rural en el cual los minifundios coexisten penosamente con la agricul-
denunciados tanto por el procurador general, Carlos Jiméaez Gómez, tura extensiva, con todos los antagonismos sociales que esto puede ge-
como por el director del DAS, general Maza Márquez, además del pro- nerar allí donde no existen mecanismos de resolución de conflictos
pio Gaviria cuando era ministro de Gobierno. distintos de la violencia. Las familias Carranza y Gacha son muy conoci-
La mafia de las esmeraldas y las autodefensas de Boyacá son ejem- das entre la mafia esmeraldera, aden1ás de los clanes Malina, Silva y
plos que ilustran esa afirmación. En 1973, la privatización de la explota- Murcia. Víctor Carranza y Gonzalo Rodríguez Gacha se convirtieron en
ción de las 1ninas de esmeraldas en Boyacá confiere la conformación de los negociantes de esmeraldas más importantes del país.
ejércitos o milicias privadas, que serán tolerados por el Estado. En el Uno de los factores más pertinentes para nuestra investigación es que
origen de la tolerancia del Estado en las zonas mineras de Boyacá estaba los grupos paramilitares esmeralderos nacen de la inhabilidad del Estado
su incapacidad para controlar las operaciones mineras que eran llevadas para generar y aplicar una ley minera. En 1947 el Estado trató de hacerlo
a cabo en su gran mayoría a pequeña escala y tiempo parcial por los al otorgar al Banco de la República el derecho exclusivo de explotar las
campesinos, lo que dificultaba su ordenamiento y control. Más aún, es- minas en las ricas zonas esmeraldíferas de Boyacá. Sin embargo, esto no
tas operaciones de pequeña escala se caracterizaban por una compe- interrumpió ~~ desarrollo de la minería clandestina en zonas como Pe-
tencia fuerte en un medio en el que no había derechos de propiedad ñas Blancas. De 1947 a 1969, los conflictos sociales aumentaron en estas
claramente definidos ni títulos de los yacimientos, y las concesiones zonas, y el Estado se vio forzado a revisar su política. En 1969, las minas
mineras del Estado eran cuestionables. A esto se sumaba la falta de fueron transferidas a inversionistas privados, lo cual, en efecto, convir-
instituciones del Estado para mediar, arbitrar y resolver los conflictos tió un recurso público en propiedad privada.
entre estos grupos. Los mineros eran dejados a su suerte para resolver A la privatización del sector esmeraldero sin las herramientas insti-
sus disputas, principahnente mediante guerras entre bandas. tucionales apropiadas para mediar conflictos y adjudicar la distribución
Las zonas de mayor producción de esmeraldas se situaban en el río de recursos rnineros se sumó un ambiente nacional polarizado como
Minero, que atraviesa centros mineros esmeraldiferos como Buena Vis- resultado de La Violencia ( 1949-1958) y de la insurgencia ( 1964-). En
ta, l\.1aripí, Muzo, Patina y San Pablo de Borbur. Este último está locali- los años siguientes, la guerra ~e convirtió en el principal mecanismo a
zado en el municipio de Puerto Boyacá, que diez años después se través del cual se dividían las zonas y se definían el liderazgo y la hegemo-
convirtió en la vitrina del paramilitarismo. Los mineros de Barbour es- nía sobre la producción esmeraldera30 . Desde un comienzo, el proceso
taban en conflicto con los mineros de Coscuez, quienes interceptaron de otorgar concesiones estatales a grupos se vio empantanado
las rutas de mercadeo hacia Chiquinquirá, pasando por Pauna y obli- por problemas judiciales e irregularidades que, en 1988, culminaron en
gando a los mineros de Barbour a conseguir rutas alternativas sobre la la llamada «Guerra Verde» entre los poderosos grupos es1neralderos,
principal ruta fluvial del país, el río Magdalena. Esto sentó las bases de cuyo objetivo central era controlar las zonas mineras.
una relación entre los mineros de Barbour y unas élites de negocios: Víctor Carranza salió victorioso de las guerras entre esmeralderos.
Henry de Jesús Pérez y sus grupos para1nilitares financiados por Gilber- Él sostenía un grupo paranülitar activo con relaciones cercanas con los
grupos narcoparan1ilitares. En los aúos noventa, Carranza se convirtió
170 Sistemas de guer·ra Los jJa·ramilita-res, el crimen organizado JI la dinámica de la

en una de las figuras nacionales más ricas, con extensas propiedades en del gobierno. El divorcio entre la política gubernamental y la práctica
el Magdalena Medio, el Cesar y otros lugares del país. La lucha de poder militar en el terreno con tribuyó al fracaso del diseii.o de un acuerdo con
entre los clanes esmeralderos convergió con otra lucha que estaba sur- las FARC y el ELN. Los otros tres grupos que habían firmado un acuer-
giendo entre las guerrillas y sus aliados, la emergente narcoburguesía y do de paz (M-19, EPL y Quintín Lame) fueron prácticamente derrota-
. sus grandes terratenientes y los ganaderos en Puerto Boyacá. Las dos dos por la alianza militar-paramilitar.
luchas se entremezclaron en esta zona en los años subsiguientes, cuan- Más aún, los grupos paramilitares no sólo se beneficiaron del
do estos grupos sociales comenzaron a disputarse el control territorial y entrenamiento de fuerzas armadas y de mercenarios internacionales
ejercido por las guerrillas sobre aquellas zonas en las que habían adqui- venidos de Israel y Estados Unidos, sino que -lo cual es más im-
rido tierra y fincas ganaderas. El surgimiento del movimiento Muerte a portan te- contaban con los enormes recursos económicos de los nar-
Secuestradores (MAS) en 1981 marca un hito en la evolución del con- cotraficantes. Los paramilitares respaldados los narcotraficantes
flicto en Colombia, llevando el antagonisn1o social a mayores niveles de gozaban de una mayor autonomía en el diseii.o de sus estrategias, ya que
violencia. no financieramente del A finales de los años noven-
En noviembre 1981, el M-19 (una organización guerrillera des- ta, esta condición se daba en zonas como Magdalena
movilizada en 1990) secuestró a Marta Nieves Ochoa, hermana de los Medio, Cesar y Putumayo. En todos estos casos, numerosos efectivos del
narcotraficantes Ochoa, de Medellín, y pidió dinero su rescate. Unos Ejército, oficiales de la Policía y oficiales locales trabajaron de manera
días rnás tarde, la familia Ochoa convocó una reunión en Medellín, a la cercana con grupos narcoparamilitares, figurando algunas veces en la
cual asistió un número desconocido personas, principalmente nar- nómina de estos últimos 32 •
cotraficantes cartel Medellín 31 • Otra fue la versió~ sobre la re- En 1981, en Segovia (Antioquia) otro fue consti-
unión presentada por las FARC al gobierno Pastrana en 1999: tuido por Fidel y Carlos Castaño, cuyo padre había sido secuestrado y
luego asesinado por las FARC. El secuestro y asesinato del llevó a
El 14 de febrero de 1983, el procurador general, Carlos Jiménez Gó-
los dos hermanos y a algunos de sus parientes a establecer un grupo
mez, denunció ante el Congreso que en la creación del MAS participaron
163 personas, 59 de las cuales eran militares en s~rvicio activo, represen- armado éon el plan de una venganza contra la insurgencia33 • Los
tantes de la Texas Petroleum Company, ganaderos y políticos, cuyas activi- Castaño, quienes eran terratenientes de clase media alta, ofrecieron sus
dades se concentraban en Puerto Boyacá, en el Magdalena Medio. Los servicios al batallón militar Bomboná, en Segovia, particu-
militares han -generalizado su sanguinaria costtnnbre de utilizar a grupos larmente en el campo de servicios de inteligencia. Gradualmente co-
privados para llevar a cabo su estrategia de contrainsurgencia. menzaron a actuar en conjunto con el Ejército y comenzaron a
Dos observaciones vienen al caso. Una es que los narco- construir una cierta autonomía organizativa. El Ejército fue también
traficantes, grandes terratenientes, ganaderos y gamonales políticos, decisivo en vincularlos con los paramilitares de Puerto Boyacá,
además de los comenzaron a implantar una estrategia con- sentados por Gonzalo Rodríguez Gacha y Pérez. Esto se en el
trainsurgente cuando el gobierno de Belisario Betancur empezó a ne- momento en que algunos altos mandos del
gociar una solución pacífica con las guerrillas. Este acontecimiento sus alrededores comenzaron a invertir en la rentabilidad económica de
también demostró las nuevas formas ton1adas por la crisis hegemónica una estrategia contrainsurgente exitosa, en particular al adquirir tierras
del Estado y el nivel de fragmentación institucional, en particular entre a un preoo cuando la estaba """''""""'n-
la autoridad civil del Ejecutivo y la institución militar. te, valorizándolas después de la alianza lograba
Los militares cornenzaron una nueva fase en su estrategia políti- liquidar su base de apoyo .34

co-militar que se puede contextualizar fácilmente dentro de las doc- Para 1988, los hennanos Castaii.o estaban ya tierras en
trinas militares regionales y las estrategias contrainsurgentes utilizadas Córdoba, Urabá, el suroeste antioqueíi.o y el ~ ....."-A<-to, y constituyen-
en la Escuela Militar de las A1néricas, 1nás que dentro de las políticas do una fortuna principaln1ente por 1nedio de la extorsión y el narcotrá-
172 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 173

fico. Sus vínculos, primero con el Cartel de Medellín y posteriormente Este descublimiento confirma la tesis de que las AUC se están con-
con el de Cali, consolidaron sus lazos con los narcotraficantes. Hoy en virtiendo en una organización de narcotráfico con su participación en
/ 'lCJ y / .
día los grupos paramilitares actúan a escala nacional bajo un liderazgo el procesamiento, empaque y mercadeo de la coca1na· ·. mas Impor-
coordinado, con Carlos Castaño como máximo jefe. Las Autodefensas tante aún, las AUC están llenando el vacío dejado por el afamado narco-
Unidas de Colombia (AUC) están constituidas por el Bloque Occidental, traficante Rodríguez Gacha, que una vez dirigió un poderoso grupo
que con1prende Chocó y Urabá; el Bloque Norte, que tiene frentes en paramilitar en la misma zona donde las AUC acüÍan hoy en el Meta.
Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar y la serranía de San Lucas; el Bloque Rodríguez Gacha murió en 1989 en un enfrentamiento contra las Fuer-
de los Llanos, con frentes en Ariari, Guaviare y Piedemonte, y el Blo- zas Armadas. Ramón Isaza, quien es parte del co1nando de las AUC y
que Centro, que incluye frentes del sureste, oeste, este y noreste de An- encargado del Magdalena Medio, actuaba en estas instalaciones con-
tioquia. Sus principales fortines están en el nudo de Paramillo, Antioquia juntamente con miembros de los carteles de Medellín y Cali. Las AUC
y el Departamento de Córdoba, donde las Autodefensas Campesinas de también controlan el corredor estratégico que va de Santander, pasan-
Córdoba y Urabá (ACCU) surgieron en los años ochenta. do por el Magdalena Medio, hasta la frontera con Panamá en el golfo
El liderazgo de las AUC es una coalición suelta de diferentes ejérci- de U rabá, lo que permite traficar con relativa facilidad a través de la
tos privados con intereses políticos y de clase comunes, interesados en frontera porosa con Panamá. De hecho, en una entrevista llevada a cabo
defender el orden socÍoeconómico en su lucha en contra no sólo de la a comienzos del año fOOO, Carlos Castaño confirmaba la dependencia
insurgencia armada, sino también de los grupos políticos de izquierda, de su organización del narcotráfico al revelar que las ganancias de la
y en general contra las fuerzas democráticas y los grupos de derechos coca en la región del Catatumbo (Norte de Santander) financiaban ellas
humanos. Se calcula las AUC se componen de 8.000 hombres3 \ la solas casi el 40% de su ejército de 8.000 hombres. Se calcula que los
mayoría de los cuales son: militares retirados (aproximadamente 1.000), ingresos anuales de las AUC por concepto de narcotráfico son de aproxi-
ex oficiales (150) y los efectivos restantes son ex guerrilleros y delin- n1ada1nente 75 millones de dólares, lo cual representa aproximadamente
cuentes comunes oriundos de ciudades grandes e intermedias y perte- 80% de los ingresos totales del grupo 40 (véase también nota 85).
necientes a los sectores lumpen de la pequeii.a burguesía36 .
Los paramilitares dependen de dos fuentes de financiación: impues- LAS GUERRILLAS Y LOS PARAMILITARES:
tos a los pequeños negocios, contratistas, subcontratistas y corporaciones ANATOMÍA DEL CONFLICTO
multinacionales que los contratan para protección, y de las contribucio- La industlia de las drogas ilegales, como en la mayoría de los
nes de grandes terratenientes y ganaderos. Desde los años ochenta, sin casos de producción de materia prima agrícola, es llevada a cabo por un
embargo, los paramilitares han dependido cada vez más del narcotráfi- número considerable de campesinos y trabajadores del agro dentro de
co para financiar su ejército. A mediados de 1999, las fuerzas del gobier- un mercado muy competitivo. En estos procesos con fuertes tendencias
no descubrieron una de las más grandes instalaciones de procesamiento oligopolísticas, el número de participantes se va reduciendo en cada
de cocaína cerca de Puerto Boyacá, un fortín importante de los parami- una de sus fases a medida que se va subiendo en el proceso de produc-
~

litares, lo confirma que estos grupos dependen principalmente del ción41. En la venta al por mayor del producto final, el nún1ero de vende-
narcotráfico para su supervivencia. Este complejo operado por las AUC dores se reduce. En la fase de distribución, los 1nercados se tornan más
tenía una capacidad de producción de ocho toneladas de cocaína men- co1npetitivos. Nosotros enfocamos aquí los productores de la 1nateria
suales, y ocupaba un área de 10 kilómetros cuadrados:~ 7 • Según cálculos prima: colonos, campesinos pobres y trabajadores del agro, así como
de la Policía, los costos para construir una planta de estas dimensiones sus relaciones con las guerrillas y, por consiguiente, cómo la relación
eran de aproxilnadan1ente cinco millones de dólares y en ella se podía entre guerrilla y campesinos impactó la relación entre guerrilla y narco-
e1nplear a tnás de l 00 personas 3R. traficantes. En térn1inos muy sencillos, el conflicto entre narcotraficantes
174 Sistemas de guer'ra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 175

y gueniJleros se analiza aquí como parte de los antagonismos sociales que Tres factores determinantes han definido el curso del conflicto en-
surgen del proceso de producción que se está llevando a cabo dentro de tre las guerrillas y los narcotraficantes. Uno fue la presencia de los gru-
los contornos institucionales del sistema de guerra. Este conflicto, sin pos guerrilleros en las zonas de producción de ilícitos, lo que constituyó
e1nbargo, forma parte, en un ámbito más general, de las contradicciones una fuerza de contrapeso en el mercado gracias a la cual el precio del
generadas entre el capital y el trabajo. Francisco Thoumi, uno de los trabajo no se definía solamente por las fuerzas del mercado o el mono-
especialistas en narcotráfico, define elocuentemente la naturaleza del polio de los narcotraficantes 43 • En las zonas donde la presencia de las
antagonismo cuando escribe que los narcotraficantes representan una guerrillas es débil o inexistente, el precio de la mano de obra es más
forma cruda de capitalismo, mientras que las guenillas se originaron en bajo que en aquéllas donde existe fuerte presencia militar guerrillera.
la lucha contra el capitalismo y forman parte de esta lucha; razón por la El segundo factor corresponde a los impuestos -la introducción de un
cual sus intereses son irreconciliables a largo plazo 42. gramaje sobre los productos ilícitos que oscila entre 7% y 1 O% por kilo
En la definición de las causas originarias del conflicto de los narco- del valor en el mercado local de estas drogas ilícitas- que la guerrilla
traficantes con las guerrillas, la primera que viene a la mente es el cobraba a los narcotraficantes y a los intermediarios. Estos impuestos
interés primordial de los narcotraficantes en ejercer un control sobre afectaron de manera negativa la acumulación de capital e incrementa-
el mercado. Los narcotraficantes actúan como un monopsonio que ron los costos de producción. El tercer factor se refiere al capital exce-
intenta f~ar el precio de las hojas de coca, de la pasta de coca y de los den te acumulado por los narcotraficantes, que era invertido en la
salarios. Esta tendencia monopsónica llevó incluso a fuertes conflictos compra de tierra, llevando a una rápida concentración, sin preceden-
entre las principales organizaciones de narcotraficantes Medellín y tes, de la propiedad, principalmente a costa de los pequeños campesi-
de Cali. Estos conflictos asumieron una naturaleza violenta ya que éste nos y de los colonos. El Sur de Bolívar es un caso típico, y por lo tanto la
es uno de los principales mecanismos de resolución de conflictos a discusión de este ejemplo en algún detalle ayudará a ilustrar esos tres
disposición de los grupos que actúan por fuera de la ley cuando no factores y la economía política del sistema de guerra, con sus diferentes
pueden definir sus partes del mercado de manera amigable. Sin embar- actores y complejidades.
go, la naturaleza del conflicto entre las organizaciones del narcotráfico La producción de coca en el Sur de Bolívar se basa principalmente en
es cualitativamente diferente de la relación entre narcotraficantes y gue- pequeñas propiedades de tres o menos hectáreas, aunque también hay
rrillas, quienes representan intereses de clase diametralmente opues- propiedades de diez o más hectáreas; estas últimas no son las que predo-
tos. Los primeros son miembros de la misma facción de clase, y la minan. A comienzos de los años noventa, se calculaba que la superficie
resolución su conflicto no necesariamente requiere un cambio en total de producción de coca ocupaba aproximadamente 2.200 hectá-
el orden socioeconómico, sino sencillamente un ajuste del mercado reas, lo que podría dividirse en 2,5 hectáreas en promedio por familia.
para aco1nodar sus intereses, como sucedió después del colapso del Por consiguiente, había aproximadamente mil productores de coca con
Cartel de Medellín y su reemplazo por el Cartel de Cali a finales de los un grado de desarrollo técnico relativamente bueno. En el año 2000,
años ochenta. En el caso de los segundos, se trata de una manifesta- fuentes gubernamentales calcularon el área total de cultivos de coca
ción de antagonismo entre capital y trabajo, en el cual las guerrillas entre 6.500 y 10.000 hectáreas, lo que incrementa de manera significa-
objetivamente representan los intereses de los productores en un sen- tiva el número de campesinos involucrados en su producción 44 •
tido amplio; por lo tanto, la resolución de este tipo conflicto re- Los campesinos son predominantemente colonos que en muchos
quiere cambios fundamentales en la esfera socioeconómica, como casos alquilan sus tierras a cambio de dinero o de una participación en
arguye Thoumi. La naturaleza y orientación de estos can1bios se deci- la producción. Este tipo de relación se llama en la región «acompaiia-
den a través de la correlación de las fuerzas entre las dos partes en miento». En este contexto, los productores de coca son de dos tipos, los
con tienda y dependen de sus capacidades para traducir su poderío que producen y venden las hojas para ser convertidas en pasta en la
nülitar en ganancias sociales, econó1nicas y políticas. misma zona y aquéllos que producen y procesan por sí mismos las hojas.
176 Sistemas de guerra Los paramilitares, el criJnen organizado y la dinámica de la guerra 177

Los comerciantes compran la coca procesada. El salario diario es de Medellín y Cali. La reducción en la cadena de productores y distribui-
6.000 pesos (3 dólares a la tasa de cambio del dólar por 2.000 pesos). dores significó bajar los costos y riesgos de la operación. Sin embargo la
Este salario no incluye la comida. El salario diario para otras actividades reducción de costos no se tradujo en mejores precios o mejores salarios
económicas en la región es de 3.000 pesos, es decir la mitad de lo que para los colonos, ca1npesinos y raspachines, sino que permitió a
ganan los trabajadores de la coca.
los narcotraficantes acumular adicionales.
Algunos raspachines, recolectores de coca, deciden fijar el precio Una de las principales consecuencias de la toma paramilitar y de la
de sus jornales de acuerdo con la cantidad producida, que puede arro- eliminación de los intermediarios en el Sur fue un declive
jar entre seis y ocho arrobas diarias (1 arroba= 12,5 kilos), lo que marcado en el precio la pasta de coca. En mayo 1999, pocos meses
constituiría su jornal en 15.000 pesos con comida gratis y un sitio para antes de la ocupación paramilitar, la de coca se vendía a 2'200.000
dormir. Una temporada de cosecha genera aproximadamente 1.100 pesos por kilo (aproximadamente 1.100 con una tasa de cam-
empleos en el Sur de Bolívar, o el equivalente de aproximadamente bio de 2.000 pesos por dólar). En febrero del año la del coca
300.000 jornales. Los cultivadores cosechan un promedio de 150 a 200 había caído a 1 '400.000 pesos por kilo, es una disminución de
arrobas por hectárea por temporada (cuatro al año), extraen tres kilos más de 40% en menos de cinco meses 46 . Esta caída fuerte en
con un valor en el mercado de 1 '200.000 pesos (600 dólares) sin contar de la pasta de coca ocurrió debido a que Jos se convirtie-
los costos de producción. En promedio, el ingreso neto mensual pro- ron en el único mercado, distorsionando la relación entre oferta y de-
medio de un campesino constituye aproximadamente tres a cuatro ve- manda. Bajo un «monopolio de comprador» sancionado por la
ces el salario mínimo.
los cultivadores de coca quedaron sin ningún poder negociación en
Se calcula que la coca generaba aproximadamente 350.000 dólares el mercado.
por semana en el Sur de Bolívar, de los cuales sólo 40% se quedaba en el Los cultivadores de coca se sentían los
área. Paradójicamente, de acuerdo con un estudio, tales ingresos no cantes después de perder un importante apoyo con el desplazamiento
llevaban una mejora significativa del nivel de vida de la población o de de las guerriÚas, hasta ese momento habían impedido el monopo-
su vivienda. Este mismo estudio concluye que en el análisis final, en la lio de los narcotraficantes 47 . Al en este tema, los campesi-
región los gastos se hacen en bares, discotecas y trabajadoras sexuales, y nos (principalmente los colonos) expresaron pocos días de la
no en factores de producción. La mayor parte del capital que genera la ocupación paramilitar que este cambio de poder
producción de coca se invierte en finca raíz en lugares como Piedecues- de manera desproporcionada los riesgos de producción, si los precios
ta, Bucaramanga, Aguachica y otros 45 • de la coca llegaran a caer; lo que efectivamente sucedió unos meses
San Pablo, como la mayor parte del Sur de Bolívar, estuvo hasta después. Puede decirse que esta transferencia de costos no habría sido
mediados de 1998 bajo el control del ELN; sin embargo, en octubre de posible si las guerrillas todavía estuvieran en la región. Mientras la
ese mismo año, grupos paramilitares bajo el comando de Carlos Casta- insurgencia controlaba estas zonas, obligaba a los comerciantes e in-
ño lograron adjudicarse el control de la zona. Un cambio en el control termediarios a cumplir con los términos acordados, los pagos valor
llevó a un cambio en las relaciones de producción de la coca. Bajo las del mercado a los campesinos y la reducción de transferencia de los
guerrillas, la pasta de coca era comprada por comerciantes, quienes a su costos en tiempos de quiebra48 •
turno la transportaban a los carteles de la droga ubicados en las ciuda- La otra cara de la moneda es que el capital acumulado por los jefes
des principales donde se procesaba y desde donde se exportaba a los paramilitares es a su vez invertido en finca raíz en otras zonas, aumen-
n1ercados internacionales. Los paramilitares, sin embargo, compran el tando los precios inflacionarios de la tierra, lo que a su turno agrava la
producto y lo transportan sin intermediarios a los mercados internacio- lucha por la tierra. Esa tendencia a comprar tierra con narcodólares
nales ~n colaboración con los carteles nuevos, n1enos centralizados, que co1nenzó en los años ochenta, y en 1994 las tierras con1pradas por esa
vinieron a reemplazar los carteles tradicionales ya desarticulados de clase emergente sumaban 4,4 millones de hectáreas, concentradas en
178 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crúnen organizado _y la dinámica de la guerra

las zonas más productivas del Magdalena Medio, U rabá, Córdoba y los principales contradicciones sociales de la economía rural, se están te-
Llanos Orientales 49 . Según algunos cálculos, esto equivale a aproxima- jiendo entre una modalidad de producción capitalista rentista -aban-
damente un 10% de las tierras más fértiles de Colombia50 . Una acumu- derada por los grandes ganaderos, los especuladores de tierra (incluso
lación tan rápida de la tierra en una década generó un proceso de los narcotraficantes), los cultivos comerciales de coca52 y las compa-
«contrarreforma» y la mayoría de esas tierras fueron compradas en áreas ñías mineras y petroleras- por un lado, y una economía de subsisten-
de contienda donde los títulos de la tierra estaban en duda, llevando a cia campesina respaldada por la guerrilla, otro 53 . La economía de
nuevos picos el conflicto con los colonos y los campesinos pobres. subsistencia, sin embargo, está totalmente integrada en los mercados glo-
Los cultivos de coca son lucrativos para los campesinos por razones bales, y no se puede caracterizar como precapitalista, ya que los campesi-
económicas sencillas. Como lo explica un campesino de Monterrey, la nos son en su mayor parte jornaleros sin tierra que producen para los
producción y el transporte de un bulto de plátano o de yuca cuesta en mercados internacionales. Por consiguiente, la contradicción entre
promedio el equivalente entre 1,5 y 2,5 dólares y se vende a 7 u 8 dóla- estos dos modos de producción se puede entender y definir mejor
res, mientras la pasta de coca se vende a 750 dólares 51 . Es, por lo tanto, como un producto de la interrelación entre un desarrollo capitalista y
claro los campesinos ven en la coca un cultivo alternativo, y que no las fuerzas sociales y políticas que a él se oponen.
tienen que preocuparse por el transporte de sus cosechas a los mercados
regionales, desde zonas que carecen de infraestructuras básicas de comu- CORPORACIONES MULTINACIONALES,
nicación o de sistemas de transporte. De esta manera, los mercados glo- EMPRESAS NACIONALES Y PARAMILITARES
bales, bien sean legales o ilegales, contribuyen a la articulación de la Hasta ahora, el análisis se ha centrado en la interrelación entre los
economía rural y su creciente integración, y a una exacerbación de los tres factores que alimentaron el conflicto entre las guerrillas y los narco-
conflictos sociales. El conflicto social más notorio es la lucha entre guerri- traficantes: (a) la amenaza guerrillera al monopolio de los narcotrafi-
llas, clases dominantes, el Estado y los narcotraficantes por apropiarse del cantes sobre el mercado de las drogas ilícitas, en particular en la fijación
superávit de la economía de las drogas ilícitas. de los salarios en los cultivos ilícitos; (b) los impuestos, «el gramaje»,
La adaptabilidad de segmentos de la economía de subsistencia a cobrado ·por las guerrillas a los narcotraficantes y sus intermediarios, y
los cambios de la economía global, en regiones como el Magdalena (e) el capital excedente de los narcotraficantes invertido principalmen-
Medio, Putumayo, Guaviare y Norte de Santander se debió a la dispo- te en la compra de tierras, intensificando la concentración de la tierra a
nibilidad de tierras vírgenes en las planicies y altiplanicies amazóni- expensas de los campesinos pobres y de los colonos.
cas. La colonización de nuevas tierras se convirtió en una válvula de Otra variante más compleja del conflicto se presenta también en el
seguridad para la economía campesina de subsistencia, que se vio su- Sur de Bolívar, una zona importante de minería de oro, e involucra a las
plementada por la siembra de cultivos ilícitos que sirvieron de salvavi- guerrillas, los grupos paramilitares y las empresas multinacionales y na-
das a su subsistencia. El segundo factor importante que ha ayudado a cionales. Según el Ministerio de Minas y Energía, el Sur de Bolívar re-
la economía de subsistencia fue la incapacidad del Estado para pro- presenta el principal potencial de minería de oro del país. Allí más de
yectar su autoridad en zonas bajo la autoridad de la guerrilla. Por con- 32.000 mineros de subsistencia extraen 42,01% del oro producido en
siguiente, la supervivencia de la economía de subsistencia ha dependido Colombia. Algunos sostienen que el Sur de Bolívar es la segunda reser-
de dos factores entrelazados: la insurgencia y los cultivos. En términos va de oro más importante en A1nérica Latina. La producción de oro en
más precisos, la suerte de la econornía de subsistencia campesina de- el Sur de Bolívar fue de aproximadamente 18 toneladas en 1998. La
pende del equilibrio de fuerzas entre las guerrillas y el Estado, que mayoría de los mineros son colonos ca1npesinos de Boyacá y Santander
paradójicamente creó su propia antítesis dialéctica: la narcoburgue- que se reconvirtieron a la minería desde comienzos de los a1l.os ochen-
sía, ün aliado objetivo de la clase dorninante en general y del Estado. ta, cuando el oro parecía una alternativa viable a sus cultivos de subsis-
Dentro de este entra1nado, las relaciones de producción, una de las tencia. Esa actividad no liberó a los recién llegados a la actividad 1ninera
180 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 181

de una modalidad de producción de subsistencia, ya que su actividad un incremento de las actividades de las AUC en la región. Es difícil sa-
económica se basa en la familia, y sus posibilidades de acumulación han car conclusiones a ese respecto, pero podemos sencillamente sugerir
sido muy limitadas. Los modos rudimentarios de extracción y los méto- una posible relación entre los dos fenó1nenos.
dos primitivos utilizados han contribuido a la perpetuación de estas con- La ausencia de leyes mineras protejan los intereses de los mine-
diciones de subsistencia. ros de subsistencia y que resguarden su futuro frente a la penetración
Este potencial aurífero y la buena calidad del oro atrajeron a em- por parte de capital extranjero y nacional ha generado una inseguridad
presas locales e internacionales. Ésta es una dimensión significativa social, trayendo nuevamente a colación el tema de la lucha por los dere-
del sistema de guerra, ya que involucra un número de actores nacio- chos a la tierra, particularmente desde que las AUC declararon que esta
nales e internacionales que influyen en la dinámica local del conflic- zona es su objetivo militar primario y que, por consiguiente, cientos de
to. Es muy difícil evaluar el papel de las corporaciones multinacionales mineros y colonos han sido 1nasacrados y expulsados de sus pueblos,
en el conflicto en el Sur de Bolívar. Sin embargo, a partir de la infor- dificultando aún más sus reclamaciones de lotes cuyos títulos no po-
mación disponible y a través de entrevistas con los mineros locales, se seen. La estrategia contrainsurgente en este contexto está intrincada-
presenta evidencia según la cual corporaciones multinacionales (como mente relacionada con los intereses del capital rentista en búsqueda de
Corona Goldfields S. A.) pueden tener intereses mineros en la región, la extracción de materia prima y especulación con la tierra.
en particular en zonas de conflicto como la serranía de San Lucas. El balance final aquí es que si los grupos paramilitares fueran exito-
Desde 1998 todos los municipios en los que se concentra la produc-
sos en expulsar a las guerrillas y establecer su hegemonía sobre el Sur de
ción de oro -como Rioviejo (195.783,10 onzas troy al año), Santa
Bolívar, esto podría traducirse en mayores inversiones por parte de las
Rosa (34. 729,29 onzas troy), San Pablo (5.676 onzas troy), Pinillos
empresas a las cuales se otorgaron derechos mineros. Vale la pena ano-
(3.880,24 onzas troy), Tisquisio-Puerto Rico (1.111,17 onzas troy),
tar que, en mi revisión del número de concesiones otorgadas entre 1996
Montecristo (75,48 onzas troy) y Achi (63,67 onzas troy)-54 han sido
y 1998, un número sustancial de las e1npresas eran de Antioquia y de
sometidos a ataques por parte de los paramilitares y las Fuerzas Arma-
Cali, lo que suscita la posibilidad de que por lo menos algunas de ellas
das. Esto lleva a los campesinos y mineros locales a sospechar que exis-
tengan vínculos con el capital del narcotráfico 58 .
ten lazos entre el interés repentino de los paramilitares en esta zona y la
La movilización de los mineros en 1998, en protesta por la política
posibilidad de que el gobierno otorgue concesiones mineras a empre-
minera del gobierno, y su éxodo masivo durante el mismo año, causado
sas extranjeras y locales a costa de ellos, ya que ellos no poseen los títu~
y propulsado por los grupos paramilitares de Castaño, son dicientes a
los de la tierra55 . (Una onza troy equivale a 31,103 gramos.)
ese respecto. El objetivo del grupo paramilitar ha sido subyugar la re-
En Simití, una zona que cayó bajo control de los paramilitares en
gión entera y hacerla sucumbir al proyecto «modernizante» del capital
1998, una empresa canadiense, Compañía Minera Archangel S. A., tie-
local e internacional en un esfuerzo por consolidar el desarrollo de la
ne el mayor contrato de la zona con una concesión de 13.764 hectáreas.
economía rentista59 . Este objetivo paramilitar chocaba con el modo de
En Santa Rosa del Sur, la Sociedad Ordinaria de Minas Cali (SOM),
producción de subsistencia que mantenían los pequeños productores,
tiene tres solicitudes de licencias diferentes por un total de 2.903 hectá- mineros, campesinos pobres y pescadores (en particular en zonas cerca-
reas, a la cual sigue Mineros de Antioquia S. A., que solicitó concesiones nas al río Magdalena). Tal choque no ha sido mitigado por las institu-
por un total de 2.624 hectáreas 56 . En Achí, Mineros de Antioquia tiene ciones llamadas a negociar, arbitrar y resolver las disputas sociales
la mayor parte de las concesiones otorgadas, con más de 14.828 hectá- causadas por la dislocación económica nacida de tales transformacio-
reas. Hay que tener presente que estamos hablando de licencias en es- nes. La ausencia de instituciones estatales en el Sur de Bolívar desembo-
pera de la fase de explotación, lo que dependerá de la evolución del có en la creación de la institución de sistema de guerra que determina
conflicto hacia el futuro 57 . La 1nayoría de estas solicitudes fueron pre- la asignación de los recursos, su distribución y la articulación de una
sentadas en la segunda parte de los ali.os noventa, lo que coincidió con n1odalidad rentista de producción. El aspecto más pertinente del caso
182 Sistemas de guerra Los pa-ramilitares, el cri1nen organizado y la dinámica de la guerra 183

del Sur de Bolívar es la interacción entre el capital local e internacional, les ofrecen una oportunidad para la extracción de rentas de protec-
las exportaciones legales e ilegales y los narcotraficantes, el Estado y las ción, exacerbando una competencia entre las compañías de seguridad
guerrillas: una amplia gama de interrelaciones que capta diversos refle- multinacionales y los actores locales del sistema de guerra. Esto consoli-
jos del complejo funcionamiento del sistema de guerra. dó el sistema de guerra como una modalidad de distribución de rentas
Otros casos de la participación de las corporaciones multinaciona- de protección entre las fuerzas en contienda53 . La relación entre BP y el
les en el sistema de guerra son los de la British Petroleum (BP) y otra Ejército está regida por acuerdos bajo los cuales BP se compromete a
serie de compañías como la empresa francesa Total y la norteamericana pagar por el mantenimiento de las fuerzas públicas que protegen sus
Triton, que están asociadas con la construcción y mantenimiento de los instalaciones 64 (véase Capítulo 3).
oleoductos que corren desde los campos petrolíferos de Cusiana y
Cupiagua, en el Departamento de Casanare, hasta Coveñas en la costa
LA CONCENTRACIÓN DE LA TIERRA EN LOS AÑOS NOVENTA
atlántica.
Los paramilitares de Víctor Carranza y Carlos Castaño (AUC) con- En los aíi.os ochenta y noventa, los narcotraficantes de Medellín y
trolan una porción importante de las zonas atravesadas por los oleoduc- Cali compraron grandes propiedades en la zona del Magdalena Medio.
tos. En los últimos años, el objetivo primario, tanto de Carranza como De igual manera, el zar de las esmeraldas, Víctor Carranza, quien descu-
de Castaño, ha sido el establecimiento y consolidación de una zona de brió las ganancias podría generarle la finca raíz, ha comprado tie-
amortiguación (buffer zone) que pueda disminuir la influencia de la gue- rras en el Magdalena Medio, Putumayo y Meta. Es interesante observar
nilla en las áreas aledañas a los oleoductos. La meta más obvia de esa que Carranza, por ejemplo, ha comprado tierras en los municipios de
estrategia es desalojar a las guerrillas de los pueblos locilizados en las La Gloria y Aguachica utilizando el grupo paramilitar Los Masetos para
zonas atravesadas por los oleoductos y negarles la extracción de rentas liquidar la resistencia campesina y obligar a los campesinos a vender sus
de protección que solían obtener de las compañías petroleras. propiedades. En el sur del Cesar, los traficantes de marihuana compra-
Esta estrategia paramilitar coincidió con la contratación por parte ron propiedades en Aguachica, San Alberto y San Martín durante los
de la BP de Defense Systems Limited, una ernpresa de seguridad britá- años setenta.
nica, y de Silver Shadow, una empresa israelí60 . Defense Systems Limited En la parte antioqueña del Magdalena Medio, los narcotraficantes
y Silver Shadow (de propiedad de Asaf Nadel, ex agregado militar de de Cali han comprado tierras en Puerto Berrío, Cáceres y Caucasia; en
Israel en Colombia) diseñaron una estrategia de seguridad a fin de prote- esta última, el precio por hectárea pasó de 700.000 pesos (aproximada-
ger el tramo de 115 kilómetros entre Segovia y Ren1edios, en Antioquia61 • mente 350 dólares) a 1 '700.000 pesos (850 dólares) en muy corto plazo.
Su plan incluía operaciones militares, «psicológicas y de inteligencia» En las zonas cercanas a la carretera Panamericana, une los merca-
contra la base social de las guerrillas en los pueblos de Segovia y Reme- dos locales con las Américas, los precios de la tierra se valorizaron aún
dios. Esto ocurría en un momento en que los paramilitares estaban co- más, pasando de 1O dólares por hectárea a 1.000 dólares por hectárea
metiendo masacres en ambos lugares, lo cual suscitaba custionamientos en los últimos años 65 . Actualmente, en medio de los
insistentes sobre la naturaleza de la relación entre sus empresas de más violentos, la compra de tierra sigue su curso sin interrupción. Entre
seguridad, el Ejército y las AUC. 3.000 y 4.000 hectáreas fueron compradas cerca de Simití con capitales
El Ejército tiene una brigada y dos batallones en la zona, y algunos oriundos de las regiones cafeteras. Algunas de estas inversiones se trans-
de sus oficiales se vieron implicados en masacres perpetradas contra fieren a la ganadería y la mejora de las tierras de pastoreo.
«simpatizantes de la guerrilla» en colaboración con los paramilitares 62 . Ha habido cambios en las configuraciones sociopolíticas de los pa-
Lo anterior representa un caso de cón1o los intereses de las corporaciones ramilitares en Puerto Boyacá después de la desaparición de Pablo Esco-
multinacionales se intersectan con los de los actores locales del sistema bar y Rodríguez Gacha. El sociólogo Alejandro Reyes afinna que el
de guerra en sus zonas de operación. Las corporaciones 1nultinaciona- control ha sido transferido a los grandes terratenientes, incluso milita-
184 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crúnen organizado y la dinámica de la guerra 185

res en retiro y zares de las esmeraldas, como Víctor Carranza, quien está reas distribuidas en 409 municipios, lo que constituye aproximadamente
expandiendo sus compras de tierra desde Playón en el norte hacia el 37% del total de las tierras en Colo1nbia69 .
sur del Cesar con la ayuda de los paramilitares que le brindan seguridad Antioquia es el lugar preferido por los narcotraficantes para la com-
y, por ende, colaboración para incrementar su superávit por la revalori- pra de tierras, ya que era el centro de operaciones del ahora difunto
zación de la tierra66 . En mi opinión, el cambio no alteró el carácter po- Cartel de Medellín. Los narcotraficantes compraron tierra en 66 de
lítico y de clase de la alianza, sino que agregó un «viejo grupo» que los 124 municipios de este departa1nento. Otras regiones en las que los ·
adquirió un nuevo estatus: los militares en retiro con tierras. Es un viejo narcotraficantes hicieron grandes adquisiciones de tierra son el bajo
grupo porque los militares de alto rango, estando en servicio activo, se Cauca, Urabá, los Llanos Orientales y las zonas cafeteras del sur70 •
han visto involucrados desde finales de los años setenta, en el entrena- La creciente compra de tierras por los narcotraficantes en las zonas
miento y soporte logístico de grupos de autodefensa y paramilitares. en las que se han dado conflictos por la tierra desde los años veinte y
Ahora se observa un creciente número de militares retirados que han treinta, como el Magdalena Medio, Bolívar, Meta y Norte de San-
adquirido tierras en las zonas de conflicto67 . • tander, no constituye una mera coincidencia. Estas tierras son las más
Más aún, en la parte santandereana del Magdalena Medio, los nar- fértiles del país y están muy bien ubicadas geográficamente, cerca de
cotraficantes, paramilitares (MAS) y Los Masetos de Carranza, así como vías de comunicación regionales y nacionales, lo que completa la dünen-
los socios de Rodríguez Gacha que quedan, colaboran en el proceso de sión especulativa que los narcotraficantes trajeron a colación. No obs-
adquisición de tierras en cada uno de los siguientes municipios: Rione- tante, el proceso de adquisición de tierras por parte de la narcoburguesía
gro, Barrancabermeija, Cimitarra, Puerto vVilches, Puerto Parra, El Car- debe analizarse dentro del contexto de la perenne contienda por la
men y Sabana de Torres. Esta tendencia a adquirir tierras en el Magdalena tierra entre campesinos y terratenientes, en la cual estos últimos recu-
Medio demuestra cómo el proceso de concentración de la tierra, pro- rrieron a la construcción de sus propios ejércitos privados, sus autode-
pulsado por los narcotraficantes y entrelazado con la estrategia fensas. De manera semejante, la narcoburguesía prosiguió con este viejo
contrainsurgente de los militares, está desviando amplias extensiones patrón de construcción de ejércitos privados para desposeer a los pe-
de tierra de vocación agrícola hacia usos especulativos, consolidando queños campesinos, a los colonos y a sus aliados guerrilleros, y luego
así la base de un desarrollo capitalista rentista en el cual el capital se para «proteger» sus nuevas adquisiciones, ya que las instituciones del
acumula basándose en la especulación en tierras. Estado eran incapaces de hacerlo.
En las otras regiones, la concentración de la tierra es consistente con En 1994, los grupos guerrilleros y narcopara1nilitares coincidían en
nuestros hallazgos en el Magdalena Medio. Esta tendencia a adquirir tie- los departamentos de Antioquia, Boyacá, Santander, Huila, Caquetá,
rras se expande gracias a la afluencia de los exceden tes de los narcotrafi- Valle, Putumayo, Casanare, Cesar y Chocó, entre otros. Los grupos gue-
cantes. En un período de menos de diez años ( 1980-1988), de un total de rrilleros están presentes en aproximadamente 48% de los municipios
4.000 millones de dólares, 45% fueron invertidos en tierras, especialmente de la costa caribeña donde se concentra el latifundio, mientras que los
en fincas ganaderas (principalmente utilizadas para especular con los pre- grupos paramilitares están presentes en 43,9% de ellos 71 • Esto concuer-
cios de la tierra). El resto fue invertido como se indica a continuación: da con una tendencia más amplia: los grupos guerrilleros y paramilita-
20% en comercio, 15% en construcción, 10% en el sector de servicios y res coinciden en aproximadamente 200 municipios (de un total de
10% en negocios de recreación 68 • Es difícil evaluar el monto total de las 1.071). De éstos, 25% son zonas de colonización; 47% se encuentran
tierras adquiridas por los narcotraficantes en Colombia pero, si trabaja- subdesarrollados y en ellos predominan los latifundios y las grandes fin-
mos sobre los cálculos de los expertos y del Instituto Colombiano para la cas ganaderas; 1O% están situados en zonas en las cuales los negocios
Reforma Agraria (Incora), podemos establecer un punto de referencia del agro están desarrollados; 13% en zonas en las que predominan las
de entre 3 millones y 4,4 1nillones de hectáreas. Alejandro Reyes calcula fincas ~e ta1naúo tnediano, y finalmente 5% coinciden en los centros
que, en 1995, los narcotraficantes habían comprado 4 millones de hectá- 1nunicipales urbanos.
186 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen oTganizado y la dinámica de la guerTa 187

La mayoría de los de municipios en los que coinciden los actores De acuerdo con un informe de 1999 de la Comisión Andina de Ju-
del sistema de guerra se encuentran situados en zonas en las que pre- ristas, los paramilitares son responsables de aproximadamente 40% de
dominan los latifundios y las grandes fincas ganaderas y prospera la las masacres y de 78,69% de las violaciones al Derecho Internacional
economía rentista. Este hallazgo valida el argumento de que hay una Humanitario (DIH) registradas en 1999, mientras que las guerrillas fue-
continuidad en la historia de la lucha por la tierra, y que el narcotráfico ron culpables de 16% de las masacres, y de 17 casos de abuso al DIH; los
no representa una ruptura sino más bien una agudización de la crisis. casos restantes se atribuyen a las Fuerzas Armadas o a actores no identí-
La crisis se ve exacerbada por la continua expansión de grandes propie- ficados72. Según este mismo estudio, se observa la avanzada paramilitar
dades, propulsada por una afluencia de narcodólares, a expensas de los en el noroeste del país (Antioquia) y en zonas del Valle del Cauca.
colonos y pequeños campesinos (véase Tabla 5.1). El segundo sector Adicionalmente, se observa que en 1999, la mayoría de las masacres
más importante (25%) donde los actores coinciden, es en las zonas de fueron cometidas en zonas donde avanzaba la concentración de la tie-
colonización. Esto se puede explicar por el modo tradicional de desa- rra, como el noroeste antioqueño y sus vecindades -ubicación de la
rrollo capitalista en Colombia desde los años veinte: los colonos llegan y base de Castaño- (108 masacres),, seguido por Norte de Santander (30
preparan la tierra para su cultivo; esto aumenta su valor, por lo que masacres), Valle del Cauca (28 masacres) y Sur del Bolívar (25 masacres).
llegan los inversionistas y especuladores y bien compran la tierra o bien Descomponiendo los departamentos en municipios, estas zonas efecti-
vamente sufrieron un proceso de concentración de tierras impulsado
expulsan a los colonos. De esta manera, los colonos han sido la punta de
por los narcotraficantes, los grandes ganaderos y otros tipos de inversio-
lanza del desarrollo capitalista, abriendo nuevas fronteras con unas con-
nistas, como en el caso de los intereses mineros en la zona del Sur de
secuencias ambientales nefastas. Así, las zonas de latifunqios y de colo-
Bolívar.
nización representan el principal eje por omisión ( default axis) del
En el noroeste antioqueño, principalmente en el nudo de Parami-
conflicto social, para citar a Barrington Moore.
llo, donde Castaño había establecido su base principal, sus fuerzas se
apropiaron de numerosas propiedades, lo cual llevó a la expulsión de
LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LAS MASACRES
un gran ·número de campesinos bajo el pretexto de que eran simpati-
Es importante analizar la economía política de las expulsiones y de zantes de la guerrilla. El nudo de Paramillo fue territorio de las FARC
las masacres, que ha convertido a Colombia en uno de los países más hasta 1998 y representa un corredor estratégico hacia Urabá, en la cos-
violentos del mundo. Ya que los títulos de tierra están en disputa en ta. En el norte de Santander, en particular en el municipio de Gamarra,
las zonas donde se concentra el conflicto, la expulsión de los campesi- una zona estratégica de la región del Catatumbo -en la cual se calcula-
nos pobres y de los colonos ha significado una transferencia de los ba que se cultivaban aproximadamente 40.000 hectáreas de coca y que
reclamos sobre la tierra. Los campesinos expulsados no tenían ningún era un bastión del ELN- los paramilitares mataron a 250 personas en
derecho legal a regresar a sus tierras antes de la introducción de la Ley el transcurso del año 1999 y expulsaron a cientos de campesinos de sus
387 en 1997. De esta manera, la propiedad podía cambiar de manos, y hogares 73 . Nuevamente, se podrían resumir los objetivos de estas ma-
la violencia se convirtió en un vehículo rentable como medio para este sacres como sigue: (a) controlar las regiones cocaleras y eliminar la in-
fin. Frente a los vacíos institucionales sobre los derechos de propiedad, terferencia de las guerrillas con el mercado de la coca, como lo
las masacres se convirtieron en una herramienta eficaz en el proceso de discutimos en la sección anterior; (b) impedir que las guerrillas (en
concentración de la tierra. Las masacres (definidas como crímenes que particular el ELN y también las cuyas fuerzas operan en la región
causan la pérdida de la vida de tres o más personas) se emplean tam- desde los años noventa) cobraran gramaje a los intermediarios de los
bién para elilninar la base de apoyo de las guerrillas. Estos dos objetivos narcotraficantes y los negociantes de coca 74 ; (e) controlar el territorio
apuútalaron la econo1nía política de este fenómeno. donde están ubicados los oleoductos, lo que a su turno podría intercep-
tar una fuente de ingresos del ELN y, lo que es 1nás importante, debili-
188 Sistemas de guer·ra Los paramilitares, el cri tnen organizado y la dinámica de la guerra 189

tar las ventajas políticas potenciales de este grupo guerrillero para in- Bolívar, Putumayo, Cesar y Valle. El impacto psicológico de las masacres
fluir en las políticas del Estado hacia las corporaciones petroleras multi- .ha sido inmenso, logrando uno de los objetivos primarios de los parami-
nacionales75; y finalmente, (d) facilitar la concentración de la tierra en litares y de los militares. Un estudio encontró que la mayoría de las
manos de los narcotraficantes. personas desplazadas abandonaron sus pueblos y ciudades a causa de
Los municipios de San Pablo y Simití son ejemplos de aquellas zonas las amenazas (39%), y por miedo a las acciones punitivas de los parami-
donde la adquisición de grandes extensiones de tierra por especulado- litares (23%) 79 •
res en finca raíz formó parte de la mayor concentración de tierra que se La Ley 387 de 1997 busca regular las consecuencias de los despla-
dio en 27 municipios del Magdalena Medio. En el norte y el centro del zamientos forzados, obligando al Incora a registrar las parcelas que
Valle (Buga, San Pedro, Andalucía, Tuluá y Bugalagrande) hay eviden- han sido abandonadas por los desplazados, a fin de impedir la expro-
cia de que los narcotraficantes compraron tierras 76 . En todos estos mu- piación forzada. Esta misma ley brinda al Incora los instrumentos le-
nicipios, los campesinos fueron expulsados, y se cometieron masacres gales para la «titulación de tierras, en las zonas de expulsión y de
entre 1997 y 1999, lo cual confirmaría una tendencia global a escala recepción de la población afectada por el desplazamiento forzado». Esta
nacional. ley, sin embargo, no enfoca el drama de los que fueron desplazados
Las estadísticas de la Consultoría para los Derechos Humanos y el antes de 1997 y cuyas tierras han sido expropiadas; así como tampoco
Desplazamiento (Codhes) demuestran que el65% de las personas que frena el proceso de desplazamiento forzado, dejando a miles de campe-
fueron forzadas a abandonar sus tierras y hogares como resultado di- sinos en el limbo. Se calcula que 1,7 millones de personas fueron expul-
recto de las masacres y de las amenazas de muerte perdieron sus dere- sadas de sus hogares entre 1985 y 199980 • La aplicación de la Ley 387, y
chos a la propiedad. Antes de 1997, no existía una ley que protegiera su efectividad, entre 1998 y 2001 no pasa de ser un tímido intento por
los derechos de los campesinos desplazados, particulannente cuando compensar las injusticias que han sido cometidas. La pregunta princi-
sus terrenos estaban ocupados por grupos paramilitares o por sus sim- pal sigue siendo: ¿cómo puede el Estado garantizar el retorno de los
patizantes. En el transcurso de los años noventa, 2' 500.000 campesinos campesinos que no poseen títulos de sus tierras, cuando ni siquiera puede
pobres tuvieron que abandonar cerca de 1 '700.000 hectáreas, que hoy garantizar el retorno de los que sí tienen títulos de propiedad?
por hoy están ocupadas o bien por los actores armados o por sus clien-
tes77. La manera como se llevó a cabo este proceso la describe mejor que
LOS PARAMILITARES Y EL SISTEMA DE GUERRA
nadie un campesino desplazado:·
Hasta ahora, los argumentos centrales que he presentado son
... primero llegan los paramilitares, que les recomiendan a los campesi- los dos actores principales del sistema de guerra -Estado y grupos gue-
nos que abandonen la zona en un lapso determinado. Si no obedecen,
rrilleros- han contribuido a generar un tercer factor, el crimen organi-
entonces algunos miembros de la población objetivo son asesinados frente
zado y sus organizaciones paramilitares. Ya he discutido la dinámica de
a los habitantes para forzar a los demás a marcharse. Luego se trae a simpa-
tizantes de los paramilitares, por lo general desde otras regiones, como este proceso, en particular el apoyo tácito e implícito de las guerrillas a
aparceros o arrendatarios, y al mismo tiempo como integrantes de las fuer- los campesinos pobres y de los colonos en su paso a los cultivos ilícitos.
zas paramilitares, para que ocupen las parcelas abandonadas. Entretanto Analicé cómo algunos sectores del Estado (militares) y la oligarquía te-
se inicia una disputa por la tierra con los colonos anteriores, pues el úni- rrateniente apoyaron, a su turno, a grupos paramilitares con el fin de
co derecho a la tierra que hay es la ocupación física del lugar en el mo- responder al reto de las guerrillas. La interacción entre los actores men-
mento de la adjudicación. Si existe un título de propiedad sobre la tierra, cionados se llevó a cabo bajo un impasse militar entre las fuerzas que
obligan a los campesinos a vender 7R. estaban inicialmente en contienda (Estado-guerrillas), lo que facilitó
Esta descripción, capta grosso modo el proceso en marcha que ha en primer lugar la introducción y luego la propagación de los cultivos
caracterizado diferentes zonas, con1o el nudo de Paran1illo, el Sur de ilícitos en los aüos ochenta y noventa, una condición que a su vez llevó
190 Sistemas de guerra Los paramilitares) el crimen organizado y la dinámica de la guerra 191

al surgimiento de una nueva fuerza social: el crimen organizado (narco- términos de armamento y entrenamiento. Su 1nisión era sencillamente
traficantes y mafia de la esmeraldas) y sus organizaciones paramilitares. la de liquidar a los líderes de izquierda y activistas de los sindicatos, y a
Bajo esta modalidad de análisis, podemos captar los efectos sistémi- líderes campesinos; en otras palabras, llevar a cabo la «guerra sucia»
cos (equilibrio de poder, lo que en nuestro caso es un impasse militar) que las Fuerzas Armadas no querían librar para evitar el escrutinio de
sobre los actores y los desenlaces sisténücos producidos por el compor- los grupos de derechos humanos nacionales e internacionales.
tamiento y las estrategias de los actores, como en el caso del apoyo de Las finanzas de estos grupos dependían p1incipalmente de los nar-
los grupos guerrilleros a los campesinos; o el apoyo de los militares, la cotraficantes y de las donaciones de la oligarquía terrateniente en sus
oligarquía terrateniente y el crimen organizado a los paramilitares. Más zonas de operación. Las credenciales de los paramilitares como fuerzas
aún, dentro del análisis de sistemas, los desenlaces -como el impacto contrarrevolucionarias también se vieron n1ejoradas considerablemen-
del surgimiento de la unión narcoburguesía-paramilitares sobre el siste- te gracias a sus éxitos en la represión de los sindicatos obreros en las
ma de guerras- no se pueden explicar, ni predecir, ni evaluar median- plantaciones bananeras de Urabá, y por razón del desarraigo de las or-
te la exploración de los insumos aislados de cada uno de los actores al ganizaciones campesinas de izquierda- en los latifundios de la costa cari-
sistema de guerra. Más bien es necesario evaluar la manera como las beña, por ejemplo en Sincelejo. Estos éxitos dieron paso al comienzo, a
orientaciones estratégicas de uno de los actores dependen de las de los partir de de 1995, de la segunda fase, bajo la cual los paramilitares se
demás y cómo los actores y su ambiente se uno al otro81 ; y convirtieron en una fuerza de 4.000 a 5.000 hombres bien armados y
evaluar, finalmente, la manera como cada uno de los actores afecta al entrenados que actuaban en varios frentes. En el año 2000, el Ministe-
sistema. rio de Defensa calculó que el número de efectivos de las AUC ascendía
En la discusión anterior he mostrado el comportan1ient6 de los acto- a 8.000 combatientes82 •
res y su interacción durante los años ochenta y noventa. El resto de este Su armamento también se vio acrecentado durante esa segunda fase
capítulo evalúa el impacto de los paramilitares sobre el sistema de guerra. en la que añadieron a su arsenal herramientas pesadas como morteros,
Para este fin, dividiré el desarrollo de los grupos paramilitares en dos misiles antiaéreos y algunos helicópteros fabricados en Estados Unidos83 .
fases principales. En la fase, de 1984 a 1994 (diciembre de 1994 Su radio ·de operaciones militares comenzó a desplazarse hacia el Sur
fue la fecha en la que se llevó a cabo el primer congreso nacional de (Putumayo, Meta y Guaviare), el Norte (Santander, Norte de Santan-
paramilitares), los paramilitares actuaron a escala local, principalmente der) y el Este (Casanare y Arauca). De esta manera, Castaño tomó los
en respuesta a necesidades regionales y locales de los grandes terra- pasos concretos hacia la formación de una estrategia nacional para la
tenientes y de la narcoburguesía para proteger sus inversiones. Ésta fue cual los modelos de Puerto Boyacá y Urabá sirvieron como prototipos.
una fase formativa durante la cual los paramilitares carecían de una ¿Cuál es la fuerza propulsora detrás de este incremento exponencial en
estructura de mando unificado y de una estrategia nacional antisubver- el poderío paramilitar en el transcurso de unos pocos años?
siva articulada. Sus principales zonas de operación se situaban en el norte Una serie de factores contribuyeron a que las AUC se convirtieran en
de Antioquia (Segovia y más tarde en Córdoba y Urabá), Puerto Boyacá una fuerza política y militar de gran envergadura. Uno fue el vacío políti-
y el Meta. co dejado por la derecha polítíca armada a raíz de la muerte de Rodrí-
Durante esta fase, se forjó una alianza entre narcotraficantes, oligar- guez Gacha en 1989, y el desmantelamiento de los carteles de Medellín
quía grupos de la agroindustria, ganaderos, líderes políti- y Cali en los años noventa. El segundo factor fueron los éxitos de los
cos conservadores y sectores de los sentando así las bases para hennanos Castaño (Fidel, asesinado en 1990, y Carlos) en Urabá y Cór-
una segunda fase en el desarrollo de este grupo. Los paramilitares sólo doba con la posibilidad que les brindó esto para desempeñar un papel
contaban con unos cien hombres (de acuerdo con el Ministerio de central en cualquier estrategia nacional de contrainsurgencia. Finalmen-
Defensa, la ACCU tenía 93 hon1bres en 1986) durante esta prin1era te, el control ejercido por los Castaii.o sobre el Urabá y otras zonas fron-
fase y dependían en buena parte del apoyo logístico del Ejército en terizas con Panamá -una ruta importante de contrabando- les dio
192 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 193

una ventaja comparativa para desempeñar ese papel protagónico. Eso, rencia significativa que podría explicar por qué los grandes y medianos
a su turno, les brindó la posibilidad de heredar las redes y contactos del propietarios encuentran con los paramilitares una manera más racio-
narcotráfico en los mercados nacionales e internacionales. El control nal, más barata, para salvaguardar sus intereses de clase. Sin embargo,
del negocio del narcotráfico y otras actividades de contrabando les han según el testimonio de un campesino, los campesinos pobres en las zo-
aportado sumas considerables de dinero para construir un ejército de nas donde actúan los paramilitares se ven obligados a trabajar un día a
mercenarios 84 • la semana en la siembra o en la limpieza de los armamentos. Es una
El reclutamiento de entrenadores extranjeros israelíes y estadouni- forma de «esclavitud a medio tiempo» donde se utiliza la mano de obra
denses permitió a las AUC profesionalizar sus fuerzas, convirtiendo un sin ninguna remuneración.
grupo de sicarios en una fuerza más profesional que puede sostener Los negocios del agro en el Magdalena Medio, por ejemplo el sector
combates contra la insurgencia. Para finales de los años noventa, las de la palma africana -una industria próspera en la región-, se ven
AUC habían adquirido aproximadamente 30 aviones, de los cuales once gravados por los paramilitares a razón de 4 dólares mensuales por hec-
eran Cessna, cuatro aviones de carga, 14 helicópteros con equipamien- tárea. Hay aproximadamente 54.000 hectáreas sembradas con palma
to 1nilitar (incluyendo Black Hawk) y otro helicóptero militar sofistica- africana, que podrían generar 210.000 dólares mensuales; aproximada-
do y equipado con moderna tecnología para operaciones de emergencia. mente 2' 520.000 dólares al año 88 . Si miramos la distribución de las plan-
Además de esto, varios barcos utilizados para el transporte .fluvial. Los taciones de palma por municipio, vemos que se encuentran en San Pablo,
costos totales son difíciles de precisar, pero un cálculo informado po- Aguachica, Río de ÜFo, San Alberto, San Martín, Barrancabermeja, El
dría situar los costos operativos de las AUC en una cifra que oscila entre Cannen, Puerto Wilches, Rionegro, Sabana de Torres, San Vicente de
80 y 100 .millones de dólares anuales. Ésta es la suma considerable de Chucurí y Simacota89 . Con.siderando que la gran mayoría de estos muni-
dinero que las AUC necesitan extorsionar a fin de mantener sus opera- cipios cayeron bajo control de los paramilitares en los años noventa, se
ciones85.
podría inferi,r que los paramilitares están cobrando impuestos a lama-
yor parte de la industria de la palma africana. Esta inferencia se ve co-
LOS PARAMILITARES Y LA BÚSQUEDA RENTISTA rroborada por las informaciones de un buen número de expertos que
No obstante su fuerte dependencia del narcotráfico, las AUC tam- trabajan en la región 90 .
bién cuentan con las rentas 'de protección que extraen a ganaderos, Los paramilitares también cobran renta de protección a las corpora-
grandes terratenientes, empresas agrícolas y comerciantes. Han desa- ciones multinacionales, pero es difícil determinar cuánto· captan por
rrollado un sistema de gravámenes paralelo al de las guerrillas y al del este concepto. En palabras de Castaño: «Cobramos impuestos a las mul-
Estado. Hay unas diferencias notables, sin embargo, entre el sistema de tinacionales, al igual que la guerrilla» 91 . Añade un ejemplo: «Descubri-
imposición de los paramilitares y de las guerrillas. Mientras que el blan- mos que una corporación multinacional que tiene negocios en una isla
co de las guerrillas son los grupos de ingresos medianos y altos en sus del Caribe le estaba pagando a la guerrilla 15 millones de dólares, de
zonas de operación (con un sistema de impuestos progresivos depen- modo que le pedimos a la multinacional que también nos diera dinero
diendo del ingreso), los grupos paramilitares no son tan discriminato- a nosotros» 92 . Castaño no reveló las cifras. Este ejemplo ilustra cómo
rios. En el Magdalena Medio, por ejemplo, cobran un impuesto a los algunas compañías extranjeras se ven sometidas a pagar renta de pro-
vendedores callejeros pobres (25 centavos de dólar por lata de gaseo- tección, al igual que negocios locales que están en zonas que no se ven
sa), así como a los pequeños contratistas y grandes subcontratistas86 . directamente impactadas por la guerra civil. El eje1nplo ta1nbién mues-
Los terratenientes con propiedades de 70 hectáreas con 100 a 200 tra la manera en que el siste1na de guerra contlibuye a la redistribución
cabezas de ganado pagan un impuesto de 150 dólares al mes (con una de ingresos entre varios grupos 93 . El caso de las corporaciones petrole-
tasa de cambio de 2.000 pesos por dólar); en contraste, los grupos gue- ras y 1nineras con sus intrincadas relaciones con los actores del sistema
n-illeros les cobrarían aproxünada1nente 500 dólares 87 . Ésta es una dife- de guerra es más complejo, ya que la rnayoría de los campos petroleros
194 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 195

y de las minas se encuentran en zonas que están bajo el dominio de la de las rutas de abastecimiento de las FARC desde Ecuador y (b) el
insurgencia, o en disputa con las fuerzas del Estado y los paramilitares, control de las zonas económicas estratégicas -petróleo, oro, esmeral-
como se ha discutido anteriormente. das, coca, a1napola y ganadería- para interceptar el cobro de rentas
En Córdoba, las AUC cobran aproximadamente 144.000 dólares por por protección extorsionista por parte de las guerrillas. Los grupos
año, según Castaño 94 . Él explicó que esta suma es relativamente baja ramilitares aspiran a ganar una ventaja estratégica sobre las guerrillas
porque Córdoba es una «zona liberada» y no hay allí costos militares mediante su control de zonas económicas clave, y le impiden o disputan
importantes 95 . Castaño aii.adió que éste no es el caso de las zonas afecta- su renta por protección extorsionista con el fin de reducir la «capaci-
das por la guerrilla; allí la renta de protección es considerablemente dad de guerra» y el «potencial de construcción estatal» de la insurgen-
más alta, y se espera que los grupos locales afectados por la insurgencia cia, para parafrasear a Charles Tilly.
carguen con la responsabilidad financiera. Este comportamiento de En el terreno, los grupos paramilitares han logrado limitar la renta
búsqueda de rentas de los paramilitares ha asumido varias modalidades de protección cobrada por las guerrillas (ELN) en algunas zonas como
ingeniosas, dependiendo en buena medida de las estructuras y condi- el Sur de Bolívar (cuyo monto por gravámenes a los comerciantes del
ciones socioeconómicas en sus regiones de operación. Una de las mo- oro asciende aproximadamente 9 miÜones de dólares anuales) 97 y en
dalidades es la subcontratación de empresas privadas o guberna1nentales. algunas zonas de Cesar, Putumayo y Guaviare. Esta acción paramilitar
De esa forma, emplean a sus simpatizantes y consolidan su base de apoyo ha desencadenado, a su turno, feroces enfrentamientos en varias zonas
social, y generan ingresos paralelos, pues a éstos también les están cobran- entre estos grupos y las guerrillas, y entre éstas y el Ejército. De esta mane-
do renta de protección96 . Este 'doble uso' se está convirtiendo en un ra, las acciones paramilitares han generado una nueva dinámica del con-
lugar común y también se está aplicando por parte de los gn1pos guerrille- flicto que tácticas militares más agresivas tanto por parte de las
ros. De hecho, los paramilitares tomaron ejemplo de las guerrillas. guerrillas como de las Fuerzas Armadas del Estado. se invierten ma-
Los grupos paramilitares se fueron reinventando en los años noven- yores recursos en la guerra, como lo muestra un incremento en los gas-
ta: de un simple satélite del Ejército y de sus servicios de inteligencia, se tos militares y, lo que es más importante, una creciente implicación de
fueron convirtiendo en una fuerza con su propio 1impulso, con su pro- los Estados Unidos en el conflicto, entre otras formas, a través de incre-
pia necesidad de expansión y con su propia agenda política. Esto es una mentos en su apoyo militar (de 289 milloHes de dólares a 1.300 millones
condición cualitativa reciente que está afectando la constitución y diná- de dólares para los años fiscales 2000-2003).
mica del sistema de guerra. Los costos crecientes de mantener una fuer- Lo que yo sostengo, sin embargo, es que el cómodo impasse sobre el
za de combate son una consideración importante dentro de la estrategia cual el sistema de guerra a partir de los aii.os ochenta se estaba
paramilitar controlar zonas económicas vitales como el Sur deBo- erosionando a finales de los años noventa. El conflicto se ha ido intensi-
lívar, Magdalena Medio, Casanare, Putumayo, Arauca y Urabá, las cua- ficando, ha ido involucrando un mayor número de fuerzas y armanlen-
les son ricas en coca, petróleo, oro, plata y esmeraldas. La extracción de tos, incrementando de manera sustancial los costos de la guerra y
renta en estas zonas es capital para la consolidación del poderío militar generando una nueva fase en el ciclo de vida del sistema de guerra.
y de los intereses económicos de los paramilitares. Surgen dos preguntas esenciales a este respecto: (a) ¿cuáles son las ca-
Los grupos paramilitares de Castaño y los de los valles del Este (nar- racterísticas esta nueva fase? y (b) ¿estas condiciones aumentan la posi-
cotraficantes y mafia esmeraldera) perpetuaron operaciones militares y bilidad de resquebrajar el sistema de guerra, abriendo las posibilidades
masacres en Mapiripán (Puerto Alvira, 1997), San José del Guaviare, a una salida negociada?
San Carlos de Guaroa, Miraflores y Puerto Trujillo, zonas que hasta 1996 Tres indicadores sirven para validar mi tesis central de el surgi-
estaban bajo la hegemonía de las FARC. Dos objetivos principales dicta- miento de los grupos paramilitares sí desestabilizó el impasse cómodo
ban estas estrategias paramilitares: (a) el control de los corredores estra- del sistema de guerra bipolar. Estos indicadores son: (a) el número de de
tégicos utilizados para el contrabando de annas con el fin de apropiarse n1uertes violentas y de 1nasacres; (b) el n{unero de bajas por enfrenta-
196 Sistemas de guerra Los paramilita-res, el crimen o-rganizado y la dinámica de la guer-ra 197

mientos, y (e) los costos económicos de la guerra. Las tendencias de los N are y Remedios en la parte antioqueúa del Magdalena Medio. En Urabá
cambios en estos indicadores se examinan para el período de 1988 a también los municipios más violentos son aquéllos en los cuales coinci-
2000 (véase Tabla 5.5). den paramilitares y guerrilla, como en Apartadó, Carepa, Turbo, Chigo-
La Tabla 5.1 muestra una clara tendencia en el incremento de homici- rodó, Mutatá, Dabeiba y Necoclí, así como el norte de Urabá99 •
dios a partir de 1985 que coincide con el surgimiento del narcotráfico y En los municipios situados en las zonas de colonización de fronte-
el crecimiento de grupos paramilitares como el MAS y las Autodefensas ras, como en los llanos, Caquetá, Putumayo, Meta, Guaviare y Casanare,
en Boyacá, Córdoba y Urabá. A mediados de los años noventa, cuando las altas tasas de homicidio se atribuyen a los riesgos y oportunidades
estos grupos se unificaron y se convirtieron en un ejército organizado, económicos creados por los cultivos ilícitos y por la descomposición so-
la tasa de homicidio en el país se había visto incrementada de manera cial que genera este tipo de economía rentista. Sin embargo, estas con-
significativa. Es difícil atribuir el incremento en las tasas de homicidios diciones han sido agravadas por los esfuerzos de los paramilitares por
solamente al impacto de los grupos paramilitares sobre la dinámica de controlar el proceso de producción, principalmente n1ediante el uso de
la guerra civil, pero cuando miramos a la distribución de los homicidios violencia. Por consiguiente, es posible inferir que en los municipios
a escala municipal, emerge un patrón claro. De los 297 municipios en mencionados los paramilitares han contribuido al incremento en las
los cuales la tasa de homicidio excede los niveles nacionales, 80% están tasas de homicidios.
concentrados en diez departamentos: Antioquia (70), Cundimarca (31 ), El número de masacres también ha aumentado en el país, lo cual
Valle (28), Boyacá (21), Santander (18), Meta (17), Caquetá (14), Cal- revela una tendencia1 constante. En 1994, 505 personas fueron víctimas
das (13), Risaralda (12) y Quindío (10). Mientras que 93% de ellos son de masacres, 531 en 1995, 370 en 1996, 660 en 1997, 899 en 1998 y 847
rurales, 7% corresponden a las zonas urbanas. en 1999. En el año 2000, el número de masacres aumentó en un 22%
En términos de la estructura de clase, 72% de los municipios más con respecto al año anterior, alcanzando la cifra de 205 masacres, en las
violentos corresponden a regiones cafeteras de campesinado medio y cuales murieron 1.226 personas (véanse Figura 5.1 y Tabla 5.5). Desde
56% son municipios de colonos de fronteras. De esta manera, podemos 1996, el número de masacres se incrementó de manera significativa:
observar que las tasas de homicidio se incrementaron en los años ochenta llegó a su punto más alto desde 1988. Esto no debe sorprendernos, ya
y noventa, específicamente en los municipios en los cuales había una que, con1o lo discutimos en la sección sobre masacres, la mayoría han
clara diferenciación de clase (región cafetera). En estos municipios se sido cometidas porparamilitares.
da una distribución de ingresos supremamente inequitativa acentuada El tercer indicador de una nueva fase en el sistema de· guerra es la
por la falta de instituciones que resuelvan los conflictos98 • Las disputas cantidad creciente de recursos invertidos en la guerra, como lo indican
laborales sobre salarios, el rompimiento de contratos, las querellas per- los gastos de defensa de los militares y de las guerrillas. Los gastos en
sonales y los derechos sobre la propiedad privada se resuelven con fre-
cuencia por medios violentos. Durante los años noventa, la región FIGURA 5.1 Número de víctimas de masacres (1988-2000)
cafetera sufrió unos reveses económicos importantes al verse afectada
por la disminución en las ganancias del café y el aumento del desem-
1
pleo en esta región. Esta situación se ve exacerbada por un incremento
de la presencia guerrillera y paramilitar, lo que elevó la tasa de homici- ~ -~ .oo~ li;ffi!f~tll~fi11!í!l~!4;lllfr~li~
dios, así como de crímenes políticos. ,§ ~ i 985 i 990 i 995 2000
En Antioquia, los municipios más afectados por las altas tasas de ;z ~
-e
homicidios están ubicados en las regiones de Montana y del Magdalena
Medio, en las cuales están activos tanto paramilitares como guerrilleros.
Se trata de 1nunicipios cmno Argelia, Caracolí, Puerto Berrío, Puerto Fuente: Policía Nacional, Bogotá, Colombia.
198 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 199

TABLA 5.3 Gastos militares (1988-1999) TABLA 5.5 Indicadores de aumento de la violencia (1988-1999)
(Miles de millones de pesos)
1988 1990 1994 1999
1988 714 1,8 Sin datos 3.871 2.384* 4.014**
Muertes por guerra civil
1989 801 2,0 Número de personas asesinadas en las
700 400 504 847
1990 836 2,3 n1asacres***

1991 790 2,6 Gastos militares, % PIB 1,8 1,3 1,8 3,7

1992 850 2,3 Número de enfrentamientos entre 1.374 1.252


866 690
guerrillas y Fuerzas Armadas****
1993 1.069 2,5
1994 1.160 1,8
Fuentes: * Camilo Granada y Leonardo Rojas, «Los costos del conflicto armado 1990-
1995 1.272 2,6 1994», Planeación & Desarrollo, Vol. XXVI, No. 4 (octl!bre-diciembre 1995), p. 143.
1996 1.846 3,0 ** Comisión Colombiana de Juristas, Panorama de los derechos humanos y del derecho
humanitario en Colombia 1999 (Bogotá: Comisión Colombiana de Juristas, 1999).
1997 2.000 3,2 *** En el año 2000, 1.226 personas murieron en masacres, la cifra más alta desde
1998 3.350 3,5 1988.
****Jesús Antonio Bejarano Ávila, Camilo Echandía, Rodolfo Escobedo y Enrique
1999 4.580 3,7 Queruz ( eds.), Colombia: inseguridad, violencia y desempe,ñ,o económico e'n las áreas rurales
(Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Fonade, 1997), p. 52.
Fuente: Ministerio de Defensa, Bogotá, Colombia.

TABLA 5.4 defensa aumentaron notablemente durante los años noventa, a una tasa
de 15%, alcanzando 3,5% del la suma más alta registrada. En 19~8,
Núm. de los gastos militares fueron de 335.000 millones de pesos (aproximada-
Año Lugar FARC Ejército
combatientes
mente 186 millones a una tasa de cambio de 1.800 pesos por dólar), y
1996 Puerres 300 (FARC) Sin datos 31 bajas
en 1999 aumentó en 37%, para alcanzar la suma de 485.000 millones de
1996 Caguán 1.000 (FARC) Sin datos 62 bajas, 43 prisioneros pesos (269 millones de dólares) 100 • Estos incrementos reforzaron el es-
1997 Delicias 400 (FARC) Sin datos 27 bajas, 60 prisioneros calamiento del conflicto, lo que una vez más coincidió con una nueva
1997 SanJuanito 300 12 16 bajas dinámica de guerra precipitada por la actividad creciente de las AUC
1997 Patascoy 400 Sin datos 17 bajas, 18 prisioneros en la segunda parte de los años noventa (véase Tabla 5.3).
1998 Juan José 300 15 35 bajas El rápido incremento en los gastos de defensa, especialmente des-
1999 Gutiérrez 500 35 37 bajas pués de 1996, es una respuesta clara al cambio en la dinámica del siste-
1999 Casan are 300 50 No hubo bcUas
ma de guerra. Esa dinámica aceleró el ritmo de incremento en los costos.
La dinámica de la guerra se acelera a un ritmo que ejerce una presión
Fuente: Ministerio de Defensa para varios años e Informes de fxtz, Oficina del Alto Co- sobre los recursos de los que dispone el Estado en tiempos de crisis
misionado para la Paz, 1997 y 1998, económica, erosionando asf la economía política positiva que los milita-
res habían acumulado en la fase del cómodo impasse. Un ejemplo que
viene al caso: los militares se vieron confrontados a un déficit presu-
puesta! en el año 2000 que causó una baja en sus operaciones 101 . De esta
1nanera, los incre1nentos en los presupuestos n1ilitares coincidieron con
200 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 201

la consolidación de los paramilitares, sugiriendo que se está entrando las muertes relacionadas con la guerra alcanzaron un tope de 3.871. Esto
en una nueva fase del sistema de guerra. se debe al escalamiento de la guerra a raíz del ataque del Ejército contra
Las guerrillas también respondieron y contribuyeron a esta nueva el centro de comando de las FARC en Casa Verde, y la escalada del te-
dinámica del sistema de guerra. Las FARC, por ejemplo, lanzaron la que rrorismo de los narcotraficantes. Después de 1990, el número de muer-
ha sido su más grande operación militar en contra del Ejército. En los años tes relacionadas con la guerra se redujo; para nuevamente comenzar a
1996-1999, fuerzas de entre 300 y l.OOOcombatientes de las FARC des- aumentar después de 1995, alcanzado su tope en 1999.
plegaron una serie de ataques bien coordinados y obtuvieron victorias En términos económicos, el país está atravesando la peor crisis econó-
1nilitares importantes. mica desde la Gran Depresión de los años treinta. Estos factores están
Los ataques lanzados por las FARC en Puerres ( 1996), el Caguán ( 1996), suscitando un malestar con la guerra, lo cual afectará de manera negati-
Las Delicias (1997), Patascoy ( 1997), San J uani to ( 1997) San José ( 1998) va el atractivo, la imagen y popularidad de la guerrilla y sus estrategias
y Gutiérrez ( 1999) no tienen precedentes -en términos de su magni- de reclutamiento. Todo lo anterior sugiere que el conflicto, a fines de los
tud, el número de combatientes involucrados, los armamentos y la coor- años noventa, ha entrado en una nueva fase en la cual los homicidios, las
dinación de las fuerzas- desde el surgimiento de la insurgencia armada masacres, las muertes debidas a la guerra y los costos de la guerra se
a inicios de los años sesenta. Los costos de dichos ataques en términos están incrementando, lo que válida mi tesis según la cual los grupos
de entrenamiento, equipos, armamentos y municiones no bajaban del paramilitares han provocado una nueva dinámica de conflicto.
millón de dólares por ataque, lo cual constituye una cifra considerable La estrategia de los grupos paramilitares, respaldada por narcotrafi-
para un grupo insurgente. Los costos anuales totales incurridos por las cantes, sectores reaccionarios de la oligarquía terrateniente, militares y
1

FARC, con un promedio de cuatro o más ataques contra las principales élite política, entró en colisión con la estrategia de los grupos guerrille-
bases militares, sin contar los ataques contra las estaciones de policía en ros, en particular en zonas económicamente estratégicas, lo que generó
pueblos y ciudades, serían de aproximadamente 4 a 5 millones de dóla- una reacción en cadena que ninguno de los actores es capaz de contro-
res. Los costos operativos de mantener un ejército de 18.000 combatien- lar. En vista de dicho escalamiento, el Ejército también se vio obligado a
tes, con las correspondientes municiones, arma1nento, comunicaciones y responder a esta nueva dinámica, ejerciendo presión para obtener ma-
apoyo logístico, serían de aproximadamente 80 a 100 millones anua- yores rentas destinadas a modernizar y reestructurar sus fuerzas con el
les102. Se calcula que los ingresos anuales de las FARC eran del orden de fin de poder conservar sus privilegios. Los grupos paramilitares, en su
300 millones de dólares 103 • Es altamente improbable que las FARC pue- calidad de tercera fuerza, también están buscando espacios políticos y
dan mantener el impulso de la guerra debido a los crecientes costos rentas, socavando el sistema de guerra bipolar e introduciendo el co-
económicos, así como a los costos políticos en los que podrían incurrir m.ienzo de un sistema multipolar. El sistema multipolar de guerra es por
en términos de bajas, muertes de civiles y deserción de sus rangos (véase el momento inestable, y dicha inestabilidad está aumentando los costos
Capítulo 6). En 1999, las FARC perdieron aproximadamente 775 com- de la guerra, disminuyendo la economía política positiva para sus acto-
batientes, la cifra más alta desde el comienzo de la lucha armada en res y, por lo tanto, ofreciendo una ventana de oportunidad para la paz.
1964104 • Las muertes de civiles también se están incrementando rápida- Posiblemente, los actores y la comunidad internacional sabrán aprove-
mente: sólo en 1999, 24.358 personas perecieron por muerte violenta, char esa oportunidad.
un promedio mensual de 2.029 personas 105 • Esta cifra es una de las más
altas registradas en la década de los noventa. En el año 2000, el número
de muertes violentas se ha incrementado en un 5% en comparación
con 1999, para alcanzar las 25.660 personas, un promedio de 2.135 men-
suales106. Las muertes relacionadas con la guerra también se han visto
incre1nentadas de manera significativa: de 2.384 a 4.024 en 1999; En 1990,
l. Darío Betancourt y Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos (Bogotá:
Tercer Mundo, 1994), p. 48.
2. !bid.
3. !bid., p. 54.
4. Representantes de los cocaleros de Caquetá y Putumayo, entrevista con el autor,
Bogotá, 1997.
5. El TiemjJo 7 de septiembre de 1997, p. 4-E. Véanse también ElEsjJectador29 de mayo
de 1995, p. 10-A; Agencia de Noticias Nueva Colombia, «Farmers are Victims in Colom-
bian Drug War>>, 23 de septiembre de 1998, p. 2.
6. Camilo Echandía, «La amapola en el marco de las economías del ciclo corto», en
Análisis Político, núm. 27 (Enero-abril de 1996).
7. !bid.
8. En Caquetá se calcula que 135.000 habitantes (del total de los 230.000 habitantes,
casi un 60%) vive de la economía de la coca. Jorge Devia, gobernador del Putumayo,
Semana, 14 de diciembre de 1999. Sergio Uribe Ramírez, en un estudio basado en datos
sobre producción de coca para 1994, calcula que oscilan entre 70 y 80 hectáreas y que
de los cultivos de coca dependen unas 38.200 familias. Sergio Uribe Ramírez «Los culti-
vos ilícitos en Colombia», en Franciso Thoumi et al., (eds.), Drogas ilícitas en Colombia: Su
impacto económico, jJolítico )1 social (Bogotá: PNUD, 1997), p. 97; Álvaro Camacho, basán-
dose en cálculos de la Policía, da la cifra de 550.000 personas involucradas en la produc-
ción de coca, incluyendo a terratenientes, colonos, raspachines yjornaleros, véase Álvaro
Camacho y Francisco Leal Buitrago, Armar la jJaz es desarmar la guerra: Herramientas jJara
logmr la jJaz (Bogotá: Fescol-IEPRI-CEREC, 1999), p. 272. Entonces, si sumamos los pro-
ductores de coca, los cultivadores de amapola y de marihuana y los negociantes de los
insumos necesarios para la transformación de la coca en cocaína, la cifra se acercará a
un millón de colonos, pequeños campesinos, y trabajadores del agro que dependen
parcial o totalmente de los cultivos ilícitos.
9. Este hallazgo se basa en una serie de estudios de campo en el Magdalena Medio,
sur del Bolívar, Putumayo y Guaviare que pude consultar. En particular, los estudios del
204 Sistemas de guerra Los paramilitares, el crimen organizado y la dinánúca de la guerra 205

Programa Desarrollo y Paz y el estudio sobre el Guaviare de Óscar Arcila y Adriana 23. Han aparecido pruebas de que en el <<Congresito», el cuerpo legislativo constitui-
Rodríguez, ?el Instituto de Estudios Amazónicos. El precio de la pasta de coca ha baja- do después de la Constituyente en 1991, por lo menos dos miembros influyentes, Mar-
do de 1,2 millones de pesos (aproximadamente 600 dólares) a 900.000 pesos ( 450 dóla- tha Montoya y Álvaro Villarraga, estuvieron involucrados con el ex controlador del Cartel
res) en ~ 999, de tal manera que el campesino necesitará cerca de dos años para generar de Cali, Guillermo Pallomari, y actuaban como representantes de los narcotraficantes.
beneficios (esto se basa en el estudio sobre el Putumayo). Posteriormente, los causados fueron exonerados de toda responsabilidad.
10. Clifford Kraus, «Peru's Drug Success Erode as Traffickers Adapt», The New York 24. Grandes ganaderos representados por Acdegam, organización regional presun-
Times, 19 de agosto de 1999, p. A3. tamente vinculada a la formación de grupos paramilitares en su zona de influencia.
. 11. Clifford Kraus, «Bolivia at Risk of Some Unrests, Is Making Big Gains in Eradica- 25. Por razones de seguridad, el nombre del oficial de alto rango está omitido. En
tmg Coca», en The Ner.v York Times, 9 de mayo de 1999, p. A-6. noviembre de 1998, emprendí un viaje al Magdalena Medio para entrevistar a uno de
12. Esta observación se basa en mi trabajo de campo y en entrevistas con cocaleros los líderes paramilitares locales, y me sorprendí al ver que el lugar de la reunión estaba
del Putumayo, Norte de Santander y sur del Bolívar. De hecho, en una zona encontré enmarcado entre dos posiciones del Ejército y que sus patrullas en la zona no molestan
evidencia de que las guerrillas incitaron al campesino a sustituir cultivos ilegales culti- a estos grupos. Cuando pregunté sobre este aspecto, se me informó que un buen núme-
vos legales. Este caso se dio en Micoahumado (Magdalena Medio). ro de paramilitares viven y trabajan en la empresa estatal de petróleo, Ecopetrol, en
13. Francisco Thoumi, ojJ. cit., p. 133. particular en sus plantas de perforación, bajo los ojos «atentos» de las fuerzas militares.
. 14. Entrevistas con cocaleros; véase también Óscar Arcila y Adriana Rodríguez, inves- 26. Entrevista con un oficial del Ejército colombiano, Bogotá, agosto de 1998.
tigadores del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) sobre el Gua- 27. Citado por William Ramírez Tobón, Uraba: los inciertos coP.jines de una crisis (Bogo-
viare. En este estudio, los investigadores hallaron que los crecientes costos de producción tá: Tercer Mundo, 1997), p. 126.
de los cocaleros, debidos a la fumigación y a otras causas, hicieron que los ingresos de su 28. En los años noventa, los paramilitares organizaron por lo menos tres cumbres a
economía de subsistencia fueran comparables con los que obtenfan con cultivos tradi- las que asistieron representantes de las distintas regiones. Una junta de trece miembros
cionales. actuaba como consejo d<f coordinación bajo el mando de Carlos Castaño. En 1995, la
~ 5. Véas: Latin America after a Decade ofReforms. Economic And Social Progress in cumbre se llevó a cabo en territorios controlados por los paramilitares de Víctor Carran-
Latm Amenca: 1997 Report (vVashington, D.C.: Interamerican Develpoment Bank, 1997), za, y se publicó un manifiesto en el cual declaraban su apoyo a los militares en su lucha
p. 232. contra la insurgencia y constituían una fuerza política armada de derecha, formada
. , 16. Roberto St:i_n~r Sampedro, <~Los ingresos de colombia producto de la exporta- para defender el orden socioeconómico dominante. En este ~~smo docume~t~, las
oon de la drogas IhCitas», en Coyuntura Económica, núm. 16, vol. 4 (diciembre de 1996), Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) indicaban que reob1an apoyo log1stico Y
pp. 73-106. material de las Fuerzas Armadas y que grandes terratenientes, ganaderos y algunos gru-
17. Fanny Kertzman, citada en El TiernjJo, 17 de diciembre de 1999. pos de negocios les ayudaban con la financiación de su proyecto. . .
. 18. Basado en entrevistas con María Mercedes de Cuéllar, miembro de la Junta Direc- 29. Esto depende en buena medida del tipo de diferenciación de clase en el mumct-
tiva del Banco de la República, septiembre de 1997. pio que permita el surgimiento de grupos sociales opuestos en el campo político e ideo-
19. !bid. lógico a las guerrillas, y que habían sido afectados por la extracción de renta qt~e
20. Mi decisión de definir a los narcotraficantes como narcoburguesía intenta denotar practicaban las guerrillas por concepto de protección. Mauricio Romero, en su estudio
que este grupo social emergente no sólo ha logrado acumular grandes recursos econó- sobre el Magdalena Medio, anotó que cuatro variables críticas han participado en_ 1~
micos -los cuales están invertidos principalmente en la «economía legal»-, sino que formación de una base política para los paramilitares en un buen número de mumCI-
también luchó por conseguir legitimidad a través del campo político. Es decir, su com- pios: existencia de bases del Ejército y estaCiones de la Policía, de una élite política _bien
portamiento ha cambiado de una clase por sí misma a una clase para sí misma, cons- formada y de una estructura de clase diferenciada y definida por la misma guernlla a
ciente de sus intereses políticos y de clase. Por ello, el comportamiento de sus miembros partir de su extorsión a las clases pudientes. Vienen al caso los ejemplos de Santa Rosa
merece un tratamiento como un estrato distinto dentro de la burguesía. En el transcur- del Sur, Morales y Cimitarra.
so de este libro, los dos términos, narcotraficantes y narcoburguesía, se utilizan de manera 30. María Victoria Uribe Alarcón, LimjJiar la tierra: Guerra y jJoder entre esrneralderos
indiferenciada. Véase también nota 54 del capítulo 2 de este libro. (Bogotá: CINEP, 1992), pp. 92-93.
21. Thoumi, ojJ. cit., pp. 165, 215-223. 31. Véase Thoumi, ojJ. cit., p. 147.
22. !bid., pp. 48-49. La política del gobierno en relación con los narcodólares fue 32. Este hallazgo está basado en testimonios de grupos campesinos de las zonas ~en­
apoyada por la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), que argumentaba que los cionadas que se corroboraron con información de grupos de derechos humanos. Vease
narcotraficantes y sus fortunas debían ser amnistiados, como lo habían sido las guerri- también Comisión de Superación de la Violencia, Pacificar la jJaz (Bogotá: IEPRI-CI-
llas durante el gobierno de Betancur. La posición de la ANDI fue apoyada por la Socie- NEP-Comisión de Juristas, 1992), p. 136-137. En el Putumayo, Los Masetos, de Gonzalo
dad ?e -~gricultores de Colombia (SAC), la Corporación Financiera del Valle, y la Rodríguez Gacha, establecieron nexos cercanos con las fuerzas de policía locales, de la_s
~ociacion Colombiana de Pequeños Industriales (Acopi). Esto demuestra que la polí- cuales muchos afirman que actuaban bajo el mando de Rodríguez Gacha. Eso fue posi-
tiCa estatal sobre las drogas durante los años ochenta recibió el apoyo de sectores clave ble gracias a los grandes beneficios económicos del tráfico de cocaína que sus hombres
de la clase dominante. controlaban. Además, el informe del año 2001 de Human Rights Vótch confirma que
algunos oficiales están en la nómina de las AUC y que los salarios están basados en el
206 Sistemas de guerTa Los paTamilitaTes, el crimen oTganizado y la dinámica de la guerra 207

rango. Cada capitán recibe entre 2.000 y 3.000 dólares me"nsuales; los mayores, 2.500 la tecnología utilizada en estos cultivos, es posible extraer entre 18 y 22 gramos por
ció lares, y un suboficial recibe 1.500 dólares (Human Rights Watch, septiembre de 2001). arroba de coca. Uribe calculó que e-n 1994 estos cultivos comerciales constituían aproxi-
33. Para un recuento de la formación de las Autodefensas de Córdoba y Urabá, véan- madamente 48% de los cultivos del país. El 52% restante era cultivado, principalmente,
se vVilliam Ramírez Tobón, Los inciertos confines de una crisis, (Bogotá: Planeta, 1997), y por pequeños campesinos. Véase Sergio Uribe Ramírez, «Los Cultivos ilícitos en Co-
Clara Inés García, Urabá: región, actores y conflicto 1960-1990 (Bogotá: CEREC, 1996). lombia», en Thoumi, ojJ. cit., pp. 69-70. En zonas de conflicto, como Putumayo, Caque-
34. Alejandro Reyes Posada y entrevistas. tá, Guaviare y Meta, los cultivos comerciales grandes aumentaron en los años noventa, y
35. Esta cifra se está usando ampliamente por parte fuentes militares y expertos. están a menudo operados por grupos paramilitares.
36. En una entrevista televisiva, Carlos Castaño aceptó que 70% de la financiación 53. Una economía rentista es aquélla en la cual la formación de capital está basada
de su grupo proviene de los narcotraficantes, y también declaró que tenía una fuerza de principalmente en la extracción de recursos naturales y en la especulación sobre la
11.000 hombres, lo que en opinión de muchos expertos es una cifra exagerada. Yo tierra asociada con este proceso y con el desarrollo general de la infraestructura de
utilizo el cálculo comúnmente aceptado de entre 5.000 y 8.000 hombres. negocios, por oposición a una economía diversificada basada en la producción de bie-
37. Informes de la Policía citados en El Tiempo, 6 de mayo de 1999. nes. El comercio libre y el proceso de incorporación en los mercados globales facilitan
38. Los grupos paramilitares de Castaño y sus aliados operan plantas de proceso de el surgimiento de economías rentistas.
cocaína en Aguachica, Ríonegro, Cimitarra y Puerto Parra, todos ubicados en el Magda- 54. Estadísticas para 1996 y 1998 del Ministerio de Minas y Energía.
lena Medio, segúnjuvencel Duque, director para del Programa de Desarrollo y Paz del 55. Entrevista hecha por el autor con dos representantes de la Asociación Agromine-
Magdalena Medio, en una conferencia dictada en la George Washington University, 3 ra del Sur de Bolívar (Asoagromisbol), Bogotá, noviembre de 1998.
de mayo de 2000. 56. Se reporta que Carlos Castaño ha comprado tierras en Santa Rosa del Sur y las
39. A finales de diciembre de 1999, la PolicíaAntinarcóticos descubrió otro laborato- registró bajo un nombre prestado. Esta información es muy difícil de corroborar.
rio importante de procesamiento de coca en Tarazá (Antioquia), con un valor calcu- 57. Basado en el cálculo hecho por el autor a partir de las licencias otorgadas por el
lado en 2 millones dólares y una capacidad de producción semanal de una tonelada Ministerio de Minas y Energía en los años noventa.
de cocaína. Este laboratorio era manejado por paramilitares vinculados con los grupos de 58. Varias multinacionales están involucradas en la región: Corona Goldfield (Cana-
Castaño que actúan en la región. dá), Oronorte en asociación con Greenstone (Estado Unidos), Knchanlgel (Canadá).
40. Carlos Castaño, entrevista televisiva, febrero del2000; según cálc~los de la Policía 59. Entrevistas con mineros del sur de Bolívar, Bogotá, septiembre de 1998.
citados en El TiemjJo, «Coca divide [a] las autodefensas», 2 de diciembre de 2001. 60. Defense Systems es una empresa que emplea a ex agentes británicos con contra-
41. Thoumi, op. cit., p. 134. tos para proteger los campos petroleros de Kuwait y las minas de diamante del Congo.
42. !bid., p. 163. 61. Las compañías y los mercenarios israelíes han brindado entrenamiento a los gru-
43. Entrevistas con campesinos del Guaviare, Putumayo y Magdalena Medio. pos paramilitares desde los años ochenta, y su embajada en Bogotá ha sido activa al
44. Cifra de la Dirección Nacional de Estupefacientes, Bogotá, 2000. respecto. Véase El Espectador, 18 de octubre de 1998. La longitud total del oleoducto es
45. La producción de coca en el sur del Bolívar ha suplantado a la marihuana gracias de 480 kilómetros, de los cuales sólo un tramo de aproximadamente 115 kilómetros no
a suelos y un clima más adaptados para la primera. Este proceso comenzó a mediados está seguro. El resto pasó en años recientes bajo control de los grupos paramilitares y de
de los años setenta, y desde esta fecha la coca se ha convertido en uno de los principales los militares, con la asistencia de compañías de seguridad.
cultivos comerciales en la zona. Por ejemplo, en San Pablo 75% de los ingresos depen- 62. !bid.
den de la producción de coca. 63. Entrevista hecha por el autor con un informante del servicio de seguridad de la
46. Semana (29 de febrero de 2000). El cálculo de los precios de la pasta de coca para British Petroleum (BP), Bogotá, octubre de 1998. BP negocia indirectamente con las
1998 está basado en mis entrevistas con cultivadores de coca de la región, septiembre de guerrillas a través de la población local al proveer asistencia financiera a las escuelas
1998. locales, cierta cantidad de computadores o la construcción de una cancha de juegos.
47. Cultivadores de coca del sur de Bolívar, entrevista con el autor, Bucaramanga, Las guerrillas, a su turno, pasan sus requisitos a través de los representantes de la comu-
septiembre de 1998. nidad local. Se trata de un modus operandi implícito.
48. !bid. 64. Además de los ya mencionados grupos de seguridad multinacionales que prestan
49. Véase Ricardo Vargas (ed.), Drogas y región en Colombia: Impactos locales y conflictos, sus servicios en Colombia, está en Ackerman Group, de Miami, y Kroll-O'Gara, con sede
vol. 2 (Bogotá: CINEP, 1995), p. 196. en Nueva York. Estos últimos trajeron a Colombia una planta de fabricación de carros
50. !bid.; según un estudio reciente del UNDCP, la cifra es de 4,4 millones de hectá- blindados. Las relaciones entremezcladas que sostienen estas empresas y los militares,
reas de propiedad de los narcotraficantes, con un valor calculado en 2.400 millones de que consisten en intercambiar informaciones de inteligencia y en una cooperación, son
dólares, citado en El TiemjJo, 28 de abril de 2000. descritas perfectamente por Enrique Urrea, jefe del Comité de Seguridad de las 65
51. El TiemjJo, 1O de mayo de 1999. compañías multinacionales más grandes que hay en Colombia, en su mayoría estado-
52. Según Sergio Uribe, uno de los mejores expertos en producción de coca en Co- unidenses. Urrea dijo: <<Los militares colombianos envían diariamente informes de inte-
lombia, los cultivos comerciales de coca son los que tienen una extensión de dos hectá- licrencia v otras informaciones al Comité, mientras que la Policía suministra perfiles
reas o más, con una capacidad de producción de entre 1.6 y 2,8 kilos de pasta de coca fi~ancie;os de los empleados actuales o potenciales>>, véase The New Yorh Times, 6 de
por hectárea en cada cosecha, con un promedio de cinco cosechas al año. Además, con noviembre de 1998, p C-3.
Los paramilitaTes, el crimen organizado y la dinámica de la guerra 209
208 Sistemas de guerra

65. Juvencel Duque, director para el Magdalena Medio del Programa Desarrollo y 79. El TiernjJo, 30 de diciembre de 1999. .
Paz, entrevista con el autor, noviembre de 1998; también basado en su conferencia en la 80. ElEsjJectador, 2 de septiembre de 2000. , . . .. .
81. El análisis se refiere a Robertjervis, System Effects: ComjJlexzty zn Polztzcal and Soeza!
George Washington University, 3 de mayo de 2000.
66. Alejandro Reyes Posada, «Compras de tierras por narcotraficantes», en Drogas Life, P· 39 · d 2001
82. Esta cifra fue citada en Cambio, «Quién para [a] los paras», 26 de enero e . . ·
ilícitas en Colombia, su impacto económico, político y social (Bogotá: PNUD-DNE, Ariel
83. Desde 1995, los grupos paramilitares formaron las AUC como estructt~r_a n:Ihtar
Ciencia Política, 1997).
67. Entrevista hecha por el autor con un informante de las Fuerzas Armadas activo unificada; así comenzó la segunda fase del desarrollo institucional del parannhtans~o.
en la región, Bogotá, agosto de 1997, y también entrevistas hechas por el autor con Véase Departamento Nacional de Planeación, ojJ. _c~t., p. 79. Desde enton:es ha habido
informantes en Bucaramanga y Barrancabermeja, octubre de 1997 y septiembre de 1998, un incremento notable de las operaciones paramilitares en el sur del pa1s, _c?mo en el
caso de Mapiripán, lo cual revela la nueva estrategia nacional de los_ paramilitares, que
respectivamente.
68. Betancourt y García, ojJ. cit., pp. 115-116; los cálculos de la cantidad de narcodine- consiste en disputar la hegemonía guerrillera en el sur de Colombia y :n
los ~eparta­
ros son en gran medida especulativos. Carlos Medina Gallego, utilizando un documen- mentos de Norte de Santander, Bolívar (en el sur) y Santander. Castano consideraba
to de Semana, cita una cifra de 5.500 millones de dólares invertidos en tierras en Córdoba, que el ataque a Mapiripán en 1997 era el mojón inaugural d~ esta nuevafase, ya que era
Sucre, Antioquia, Meta y Magdalena Medio, todas ellas son las que también presencia- el mayor ataque en la historia de los paramilitares a un ~~rtm de las FARC. Este ataque
ron un incremento de la violencia paramilitar contra los campesinos locales. Véase Au- fue facilitado por las Fuerzas· Armadas, quienes permitier?n el transporte. de tropas
todifensas, jJaramilitares y narcotráfico en Colombia, p. 260. El Incora reportó en 1994 que desde el aeropuerto local. Carlos Castaño, citado en El TzemjJo, 28 de septiembre de
aproximadamente 3 millones de hectáreas fueron compradas por narcotraficantes; Be- 1997,p.8-A. . b
tancourt y García reportaron 13 millones de hectáreas, p. 120. 84. Carlos Castaiío, líder de las AUC, aceptó en una entrevista que su grupo co ra
69. Reyes Posada, ojJ. cit. 60% del valor de la coca en el mercado.
70. !bid. 85. Este cálculo se basa en lo siguiente: los paramilitares pagaban a sus hombres
71. Fernando Cubides, «Los paramilitares y su estrategia», documento de trabajo 8 entre 160.000 y 180.000 pesos mensuales en 1997 (106 a 120 dólares a una tasa de _cam-
(Bogotá: Programa de Estudios sobre Seguridad ,Justicia y Violencia, Universidad de los bio de 1.500 pesos por dólar). Según el rango y la antigüedad, ~os da un pr~~1ed10 de
Andes, 1997), p. 37. 113 dólares mensuales por hombre. Esto significa que en un ano los paramilltar~s pa-
72. Esta cifra se basa en un estudio de la ANUC en 2001; este estudio también afirma gan aproximadamente 6,78 millones de dól~~es sólo en salarios. El costo promediO ~~
que más de 2'500.000 campesinos abandonaron sus tierras en los años noventa, dejan- entrenamiento, alimentación, equipos, mumoones y armamento por hombre es aprox1
do 1 '700.000 hectáreas bajo control de los actores armados, principalmente. El TiemjJo, madamente de'250 dólares mensuales, es decir 25 millones de dólares para todas las
5 de agosto de 2001; véase también Comisión Colombiana de Juristas, Panorama de los tropas. Luego los costos operacionales para los 5.000 combatientes ~e las AUC ~urna­
derechos humanos y de/Derecho Internacional Humanitario en Colombia, 1999, p. 3. Aproxima- rían 31,78 millones de dólares anuales o, aproximadamente, 5~ ~111lones de dolares
damente 1.863 personas perdieron la vida en un total de 402 masacres (en promedio de para 8.000 hombres. Estos cálculos ~e basaron en la~ cifras smmmstrada~ por Carlt~i~
34 masacres mensuales). Castaño, en una entrevista con El TzemjJo, 28 de septiembre de 1997' P· 8 A. Lo~ eq
pos materiales y de comunicaciones pueden llevar esa cifra a u~ ,total d: 100
1111
73. La cifra de 40.000 hectáreas para la zona de cultivos de coca en el Catatumbo l:o~es
( 1999), suministrada por la gobernación de Norte de Santander, sobrepasa ampliamen- de dólares por aiío (este último cálculo es mío). Véanse tambien La Nota Econornzca,
te las cifras más conservadoras suministradas por la CIA y el gobierno colombiano. «Los paras ganan la guerra», núm. 4 (17 de noviembre d~ _1997); Depa~tamento
74. Carlos Castaño reveló en una entrevista televisiva en abril del2000 que en el Cata- Nacional de Planeación, ojJ. cit., p. 79, y El Tiempo, «Coca dlVlde [a] los paiaS», 2 de
tumbo aproximadamente 30.000 hectáreas estaban cultivadas con coca, lo que permitía diciembre de 2001. . .
financiar a 3.200 hombres (de una fuerza total de entre 5.000 y 8.000 hombres), lo que 86. Trabajador en los campos petroleros de Ecopetrol y ex m1embro del ELN, entre-
significa que esta zona se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación. vista con el autor, Barrancabermeja, septiembre de 1997.
75. Las multinacionales del petróleo están obligadas a pagar renta de protección a la 87. !bid. 11 p
guerrilla. Estos pagos se transfieren, en su mayoría, a través de intermediarios, como 88. Juvencel Duque y Amel Castilla trabajan en el Program~ de D:sarro o y az para
subcontratistas que ejecutan algún trabajo para la compañía. el Magdalena Medio, entrevista con el autor, Ba~rancabermeJa, noviembre de 1998.
76. Reyes Posada, ojJ. cit. 89. La superficie total plantada con palma afncana ~~ el sur del Cesar en 1994 erad;
77. Citado en Departamento Nacional de Planeación, La jJaz: el desafío jJara el desarro- 10.619 hectáreas, lo cual representa el 38% de la regwn; en Santander era de 16.~9
llo (Bogotá: Departamento Nacional de Planeación, 1998), pp. 133-134. Los cálculos hectáreas (60,8% de la región); el 2% restante, en Norte de Santander y en Bohvar
son los de la ANUC, citados en El TiemjJo, «Campesinos, una especie en vía de extin- (Morales). . . . _ _, __
ción», 5 de agosto de 2001. El mencionado estudio de laANUC hacía hincapié en que la 90. Entrevista conjuvencel Duque y con un mformante, mgemeiO_agncola que tia
estructura de la tenencia de tierras cambió tan sólo en los aiíos noventa en la misma baja en el proyecto de palma africana de Puerto Wilches, Bogotá, nmriembre de 1998.
proporción en que cambió durante las primeras nueve décadas del siglo XX. 91. Carlos Castai1o, citado en El TiemjJo, 15 de marzo de 1999.
78. Este recuento está basado en mis entrevistas con campesinos desplazados del sur 92. !bid.
de Bolívar, Bogot<:'í, noviembre de 1998.
210 Sistemas de guerra

93. Al respecto es importante mencionar que en los distritos comerciales de ciudades CAPÍTULO SEIS
como Bogotá, Cali, Medellín, Barrancabermeja o Bucaramanga, los grandes almacenes
sí pagan renta por protección a alguno de los grupos, bien sea las guerrillas, los parami- LAS CLASES DOMINANTES
litares u otro sector del crimen organizado. El sistema de guerra tiene un efecto conta- Y LAS PERSPECTIVAS DE
gioso que alimenta el comportamiento criminal.
94. Carlos Castaño citado en El TiemjJo, 28 de septiembre de 1997, p. 8-A.
95. !bid.
96. En uno de mis viajes al Magdalena Medio, para reunirme con uno de los líderes
paramilitares locales conocido con el alias de «Nicolás», encontré que sus hombres tam-
bién trabajan en los campos petroleros de Ecopetrol. Al investigar el resto, hallé que esa
práctica es muy difundida. Casos similares se pueden observar en Cesar, Santander,
Putumayo, Córdoba y otras regiones. Este hallazgo indica que los actores del sistema de
guerra están influidos no sólo por la transferencia de capital (por medio de impuestos),
sino también por la asignación de recursos y de empleo en sus zonas.
97. Las guerrillas cobraban a los negociantes 2% del valor del oro en el mercado, y a
los mineros, aproximadamente 8 dólares por mes y por gramo. Manuel Romero, inge-
niero que trabajaba en el sur del Bolívar, entrevista con el autor, Bogotá, octubre de
1998. Se calcula que en 1998 (un año después de que estas zonas cayeran en su control)
las AUC obtuvieron cerca de 9 millones de dólares por impuestos a los mineros y al
mercado del oro, que también está utilizado para operaciones de lavado de dinero vía
Panamá.
98. Informes de Paz,juniojulio de 1997, núm. 9. En el capítulo anterior analicé la nueva dinámica del sistema de gue-
99. !bid.
1OO. El Tiempo, 30 de enero de 2000.
rra precipitada por el surgimiento del crimen organizado y de los gru-
101. En el año 2000, el déficit militar era de 130 millones de dólares (cálculo), lo cual pos paramilitares. En la última sección del capítulo quedaron, asimismo,
llevó a: un congelamiento del plan 10.000, que buscaba reemplazar 10.000 reclutas ba- demostrados los principales indicadores de esta nueva dinámica, es de-
chilleres por 10.000 soldados profesionales; una disminución de entre 15 y 20 horas de
cir, el incremento marcado de los gastos de defensa del Estado, los cre-
la duración de los vuelos de combate, que duraban 50 horas; una reducción del consu-
mo de combustibles, de los costos de servicios básicos -agua, teléfono, energía- y del cientes costos de los grupos guerrilleros y paramilitares (humanos y
50% de los trabajos de inteligencia por medio de informantes o de equipos de intersec- materiales) y el incremento en el número de masacres y homicidios. En
ción de las comunicaciones. Estos recortes podían afectar las pensiones de jubilación.
este capítulo se examina el impacto macroeconómico de la nueva diná-
Véase El TiemjJo; 30 de enero de 2000. La ayuda militar de Estados Unidos que llegó
unos meses después puede haber salvado a los militares de estos recortes. mica del sistema de guerra y se explica cómo, en los años noventa, la
102. La línea de base estas cifras es el cálculo hecho por las FARC en 1989 del costo economía del sistema de guerra comenzó a agobiar el crecimiento eco-
de mantenimiento de una fuerza de aproximadamente 18.000 combatientes, dividi- nómico del país y las tasas de ahorro, y a aumentar el costo de la inver-
dos en 60 frentes, que era de 56 millones de dólares. Ahora bien, a esto se debe añadir
las operaciones militares importantes, que involucran 300 combatientes o más, y de las sión privada. Se evalúa la forma en que esos indicadores econón1icos
cuales ha habido en promedio diez por año desde 1996, con un costo aproximado de negativos impulsaron un viraje dentro de importantes sectores de la cla-
un millón de dólares cada una, lo que nos da un total de 66 millones de dólares por año. se dominante -en particular en su facción internacionalizada- frente
FARC Pleno de 1989, Conclusiones sobre Plan Militar Estratégico de 8 a'ños, Organización,
Escuela Nacional y Finanzas, documento de trabajo.
al proceso de negociación de paz con los grupos guerrilleros. El argu-
103. Los militares calculan un ingreso anual para las FARC de 450 millones de dóla- mento principal es que, desde finales de los años noventa, se ha obser-
res, con costos de 50 millones de dólares, cifras que en mi opinión sobrevaloran los vado un can1bio de actitud política entre un importante segmento de la
ingresos y subestiman los costos. Véase Semana (8 de marzo de 1999), núm. 879.
clase dominante, en favor de un arreglo negociado del conflicto, princi-
104. Semana (6 de septiembre de 1999), núm. 905.
105. El TiemjJo, 22 de agosto de 2000. palmente debido a los costos crecientes de la guerra, que están ponien-
106. El TiemjJo, 29 de diciembre de 2000. do en peligro el crecimiento econó1nico del país y su ingreso a los
mercados globales.
212 Sistemas de guerra
Las clases dominantes _'V las perspectivas de paz 213

LOS COSTOS DE LA GUERRA CONTRA LOS COSTOS


20% Inás alto hoy en día 3 . Las decisiones de invertir se ven afectadas de
DE LAS REFORMAS
manera negativa por un entorno político inseguro, con un marco insti-
TASAS DE INVERSIÓN Y VIOLENCIA tucional precario, agravado por las tasas de homicidios, secuestros y ro-
bos, todas ellas notoriamente altas en Colombia desde los años noventa.
A fi~~l~~ de los _años noventa, los impactos del sistema de guerra, En el siglo más que nunca, el capital necesita instituciones estables
que se IniCIO a mediados de los años sesenta, en1pezaron a sentirse en para reducir lo que Oliver Williamson denominó los «costos de transac-
toda su ma~nitud en la economía del país. Obviamente, se debió a que ción», que significan la verificación y de los contratos. La
~~~ actores Involucrados se fortalecieron y extendieron su radio de ac- expansión de los mercados globales, del financiero, de las leyes
Cion, y a que surgieron otros actores que se incorporaron al sistema de sobre derechos de autor y del mercado de patentes requiere mecanis-
guerra. A lo largo de este libro se ha planteado que este sistema no fue mos para asegurar su cumplimiento. Al respecto, la violencia incremen-
una opción óptima para los actores, sino que las estrategias de conflicto ta los riesgos de incumplimiento de los contratos y los costos de las
ad~ptadas por ellos en una situación de impasse militar lo impusieron. transacciones económicas, desalentando las inversiones de capital,
Es un?ortan~e. recordar que los orígenes del sistema de guerra radican las cuales buscan mercados más estables y seguros.
en la 1nestab1hdad ~e los ~erechos de propiedad en las zonas rurales, y La violencia crónica es sintomática de las crisis institucionales cróni-
que el recurso a la VIolenCia fue el mecanismo para resolver los conflic- cas puestas al descubierto por la incapacidad de las instituciones del
tos ~e _tierras, ac.elerar la concentración de la propiedad de tierra y el Estado para hacer cumplir las reglas del capital «legal». En este mismo
cap1~ahsmo rentista. En nuestro análisis de los aílos noventa debemos tenor, comienza a surgir un consenso entre algunos científicos sociales
c/o.nsiderar dos pregun.tas significativas: ¿cuáles son las implicaciones po- acerca de la función crítica de la «confianza social» como integral
htlcas del peso decreCiente de la oligarquía terrateniente -como uno del «capital social» en el fortalecimiento del crecimiento económico. El
d.e/ los prin/ci~ales propulsores del sistema de guerra- en la configura- capital social ,se refiere a organizaciones sociales, como normas, confian-
non econom1ca del país? y ¿cuánto tiempo están dispuestos los otros za y redes, pueden mejorar el desempeño económico en una socie-
segmentos d: ~a das~ dominante a subsidiar la prolongación de una dad dada facilitando transacciones coordinadas. Con sus expresiones
guerra de baJa Intensidad, con una clara tendencia a su intensificación políticas y criminales, la violencia debilita la evolución del capital social
desde la segunda mitad de los años noventa? (es decir, el proceso de inclusión de las relaciones sociales en las necesi-
Para completar la evaluación del funcionamiento de un sistema de dades del capital global) e incrementa el entorno incierto. de las tran-
este tipo, es importante analizar la interacción del sistema de guerra sacciones de mercado 4 •
con su entorno. Uno de los efectos macroeconómicos 0 de los costos de Mancur Olson, por su parte, analizó con mayor claridad los riesgos
la guerra civil fue el decrecimiento de la inversión privada. Se calculó que implican las transacciones económicas en los países en desarrollo.
que la vi~lencia -política y no política-, afectó la inversión privada en En su opinión, los Inercados de los países más pobres, por lo general,
Colombia con coeficientes de 0,2 y de 0,3, que no son muy altos· sin llevan a cabo transacciones de aplicación inmediata, con el intercambio
embargo, si se re~ujera en 75% la tasa actual de honlicidio del país' por de bienes por otros bienes o por dinero efectivo de manera instantánea.
cada 10/0._000 ha~Itantes (63,7 por 100.000), para igualar los promedios Las transacciones que implican tiempo y distancias con promesas para
de Amenca Latina, la inversión privada podría aumentar de 9,45% a pagar la semana siguiente los bienes recibidos esta semana, representan
cerca del 13,5% del PIB 1• Según un estudio del Ministerio de Justicia un contrato riesgoso para el vendedor. Si estos contratos no se pueden
ca~a au~ento de 10 por 100.000 en la tasa de ho1nicidios puede afecta; llevar a cabo con confianza, entonces se perderá todo un mercado, una
la 1nv:rs1on hasta en u~1 ~~ de su valor2• Algunos han llegado a plantear característica que comparte la mayoría de los países en desarrollo, ade-
q~e SI las tasas de homiCidio en Colo1nbia hubieran permanecido en su más de contratos poco fidedignos y derechos de propiedad de débil
nivel de 1960, el total de la inversión anual en Colo 1nbia habría sido cumplin1iento, los cuales, según Olson, son esenciales para el desarrollo
214 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 215

capitalista. El autor atribuye esta falla, en parte, a la ausencia de «siste- Los crecientes niveles de violencia también han tenido un impacto en
mas democráticos incluyentes» 5 . Las aseveraciones de Olson no son con- las tasas y en la estructura de inversión extranjera en el país. U na encues-
vincentes a la luz de nuestro estudio de Colombia, ya que ambos ta sobre 134 compaiiías extranjeras que funcionan en Colombia, reali-
-derechos de propiedad precarios y un Estado débil-, son de las prin- zada por el Ministerio de Comercio Exterior, encontró que 32,9%
cipales características del país. consideraba la inseguridad y la violencia como la mayor desventaja para
Adicionalmente, algunos conjeturan que en sociedades donde se res- invertir en Colombia; 19,4% del total de encuestados consideraban el
petan las leyes y los derechos de propiedad, las economías crecen en pro- principal freno eran la inestabilidad política y económica; 14,5% consi-
medio 1% a 2% más rápidamente que en aquellos países donde no están deraban que los elevados aranceles eran la barrera a la inversión, y 8,1%
protegidos 6 • En Colombia, donde el Estado es incapaz de hacer cumplir pensaban que los trámites burocráticos eran los culpables 11 . Se interro-
la ley y proteger la propiedad privada, la inversión privada disminuyó de gó a las compañías exportadoras multinacionales sobre cuáles factores
12,5% del PIB registrado en 1964 a 5,7% en 19977 . Esta marcada disminu- impedían aumentar sus ventas en los mercados externos. Sus respuestas
ción no se puede atribuir únicamente a los crecientes niveles de violencia fueron: los altos costos y la inseguridad del transporte, 21 ,8%; los eleva-
registrados en el período postelior a 1995, aunque, por supuesto, este fue dos aranceles, 20%; el complejo sistema de licencias de exportación,14%;
el principal factor que contribuyó al fenómeno 8 . la inseguridad, 13,9% 12 • En consecuencia, la inseguridad es una de las
Las inversiones de capital extranjero en Colombia han sufrido el preocupaciones principales de las compañías extranjeras, que afecta de
impacto negativo los costos crecientes de las inversiones de capital, manera negativa sus inversiones en el mercado local y sus ventas en los
como los costos en que han incurrido las corporaciones petroleras mul- mercados internacionales, ya que aumenta los costos de oportunidad,
tinacionales. Éstas pagan un impuesto de guerra crecient~, que era de las transacciones, el transporte y, por tanto, la producción.
37 centavos de dólar por barril (1,8% de un barril de 20 dólares), y en
1998 este impuesto había aumentado al 7% de un barril de petróleo CRECIMIENTO ECONÓMICO
liviano. A estos costos debemos añadir los de seguridad, así como la
renta cobrada por los grupos guerrilleros, el Estado y los grupos para- En este estudio, el costo de la guerra civil se calcula como los gastos
militares. Esto no significa que las multinacionales estén arrojando en los que incurren los sectores público y privado por concepto de da-
pérdidas en Colombia, sino sólo que sus márgenes de ganancias son ños a la propiedad causados por el conflicto armado; la pérdida de capi-
menores que en otros mercados donde no se están librando guerras tal humano y gastos médicos para el tratamiento de los heridos en la
civiles. Se calcula que los costos de seguridad de las compaii.ías multi- guerra civil; la pérdida de productividad de las víctimas y los refugiados;
nacionales equivalen a un promedio del 4% de los costos de opera- los gastos militares, las extorsiones y los robos 13 • Estos costos se vieron
ción de las compañías en el mundo en desarrollo. En Colombia, los incre1nentados de manera significativa desde 1994 y se triplicaron entre
costos son sustancialmente más altos: un 10%. Las cifras globales de la 1996 y 1997: de 1.000 n1illones a más de 3.000 millones de dólares. Este
inversión extrapjera directa sí reflejaron un incre1nento significativo incremento se atribuye, en parte, al incremento significativo de los gas-
entre 1990 y 1997, pasando de 345 millones a 4.500 millones de dólares tos de defensa (de 2.6% del PIB en 1995 a 3,5% en 1998) y al aumento
en 1998, reduciéndose a 4.200 millones de dólares en 19999 . La mayoría en el número de robos, extorsiones y secuestros por dinero, particular-
de estas inversiones se hicieron en los sectores del petróleo, minerales, mente a partir de 1993 (véase Figura 6.1).
servicios, finanzas, seguridad privada y seguros. Pero este incremento Las extorsiones, robos y pagos por secuestros son transferencia de
de la inversión extranjera directa no revirtió la cuenta de capital en capital de un grupo a otro, principalmente de los ricos a los pobres 14 .
contracción, la cual mostró un declive en la afluencia de inversiones, de Se argumenta que la su1na transferida anualmente del sector producti-
4.600 millones en 1998 a 1.800 millones de dólares en 1999 10 • vo a la guerrilla y el crimen organizado es de aproximadamente 15%
del PIB 15 •
216 Sistemas de guerra Las clases dominantes )1 las perspectivas de jJaz 217

Funcionarios públicos calculan que los costos directos e indirectos 88.000 millones de dólares, cuando en 1998 era de 91.000 millones de
de la guerra afectaron de manera negativa el crecimiento económico del dólares. Esto significa una reducción per cápita de 2.465 dólares en 1998
país por lo menos en tres puntos en 1998 16 . Los cálculos para años ante- a 2.192 dólares en 1999, lo que equivale a una reducción per cápita del
riores eran de dos o menos puntos porcentuales. Los costos anuales de 11% en sólo un año. En el año 2000, la tendencia descendiente del PIB
la guerra, como porcentaje del PIB han variado de 1,61% en 1991, re- continuó: llegó a 82.000 millones de dólares. A lo anterior debemos
duciéndose a0,97% en 1994, aumentado nuevamente a 1,64% en 1995, agregar el declive significativo de los valores de propiedad en 30%, des-
2,8% en 1996 y 3,1% en 1997. Estos cálculos comprueban una vez más contando el incremento en los precios 18 •
la validez de la tesis que planteo en el sentido de que, a partir de 1995, el Lo que tiene implicaciones significativas sobre la dialéctica de la
sistema de guerra de Colombia entró en una fase sin precedentes en la guerra y la paz es el cambio en la trayectoria de los principales conglo-
historia del conflicto. merados colombianos a finales de los años noventa. En 1998, Julio
Montenegro y Posada observaron que los mayores índices de homi- Mario Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento y Carlos Ardila Lülle,
cidios afectan los niveles de crecimiento económico a partir de cierto que aparecían tradicionalmente en la lista Forbes 200, perdieron su
punto. Esa relación no es lineal, sino más bien parabólica, es decir, cuan- puesto. La explicación yace en la devaluación del peso colombiano y
do el crecimiento económico aumenta, los homicidios tienden a au- en la caída de los precios en la bolsa colombiana, que llevó a una pérdi-
mentar, pero cuando los homicidios aumentan más allá de cierto punto, da de 30% de su valor. Forbes calcula que durante 1998, el capital de
el crecimiento económico tiende a decrecer 17 . Para finales deJos años Sarmiento se vio reducido en 36%: pasó de 2.500 millones a 1.600 millo-
noventa, Colombia alcanzó el punto en el cual se registró un crecimien- nes de dólares; Ardila Lülle, en 38%, de 2.100 millones a 1.300 millones
to económico negativo en 1998, 1999 y 2000, por primera vez desde la de dólares, y Santo Domingo, en 27%: de 1.500 millones a 1.100 millo-
Gran Depresión de los años treinta. Sería una exageración afirmar que nes de dólares. Todos estos conglomerados tienen inversiones impor-
el crecimiento económico negativo sólo es causado por la violencia, pero tantes en Col9mbia. Estas pérdidas son significativas, dado que Colombia,
ciertamente lo que han aseverado los economistas es que en 1998, el principalmente desde los años cuarenta, registró un crecimiento eco-
declive económico de tres puntos fue causado por los costos relaciona- nómico estable sin cambios desfavorables. Este crecimiento se dio mien-
dos con el sistema de guerra: aproximadamente el equivalente al creci- tras los demás países de América Latina soportaban la crisis de la deuda,
rniento negativo que se registró. El PIB en 1999 fue de aproximadamente y la economía colombiana mantenía un crecimiento estable.
Frente a este trasfondo, podemos apreciar mejor el impacto de la
violencia «real y percibida» sobre el declive económico de las clases do-
FIGURA 6.1 Costos totales de la guerra civil (1992-1998) minantes, sus conglomerados en particular. Nicanor Restrepo, repre-
sentante del Sindicato Antioqueño -miembro importante de los cacaos,
co1no se conoce familiarmente a este grupo- explicaba con elocuencia
las causas que sustentan el interés actual del conglomerado por conse-
guir un arreglo negociado con la guerrilla. Restrepo comentó: «La gue-
rra civil cuesta alrededor de 3.000 millones de dólares al año (cerca de
5.400 millones de pesos en actividades directamente relacionadas con
la guerra, dinero que podríamos utilizar para consolidar la seguridad
Año del Estado, el sistema judicial, el sistema carcelario, financiar a la Policía
y aumentar nuestros desembolsos en educación y en el sector de la sa-
Fuente: Datos suministrados por el Departamento de Planeación Nacional; informe lud». Agregó: «Si Colombia estuviera en paz, su crecimiento económico
Racionalización del gasto y de las finanzas jJúblicas, 1996, 1997 y 1998, Bogotá, Colombia. habría sido del10% anual». Por últüno, Restrepo concluyó: «Pensemos
218 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectívas de paz 219

cuál es el impacto de la guerra civil en los costos de oportunidad que tor bancario. Hay catorce conglomerados principales (compañías y
estamos perdiendo en términos de inversión de capital extranjero e in- grupos) que tienen una participación del 25% del PIB 23 • Estos nego-
terno, nuestra incapacidad para desarrollar el sector turístico y nuestra cios los ubican a la vanguardia como agentes globalizantes en Colom-
agroindustria» 19 . bia, que ayudan a integrar al país en los mercados globales. Esa posición
La opinión de Restrepo ofrece una buena perspectiva de las moti- estratégica co1no guardianes con capital global, sin duda alguna, les
vaciones de los conglomerados en la búsqueda de un arreglo pacífico brinda una ventaja política dentro de la clase dominante y de la élite
de la guerra. Esta actitud, aunada a las reuniones que se llevaron a política por igual.
cabo entre los represen tan tes de los cacaos y la guerrilla en 1998, 1999 Si evaluamos la capitalización de mercado cambiario, que equivale a
y 2000 no tienen precedente en este sentido 20 . Los conglomerados to- la suma de las capitalizaciones de mercado de todas las compañías regis-
maron la iniciativa de reunirse con representantes de los grupos gue- tradas en las bolsas nacionales, como indicador del proceso de integra-
rrilleros en Costa Rica y posteriormente en San Vicente del Caguán, ción de Colombia en los mercados financieros globales, encontraremos
conocido familiarmente como «FARClandia», lugar donde se desarro- que hay un incremento notable durante los años noventa de 1.416 mi-
llan las negociaciones de paz. Posteriormente, Restrepo se convirtió llones de dólares en 1990 a 13.356 millones en 1998. En términos regio-
en representante de los conglomerados en el equipo de negociación nales, Colombia ocupa el cuarto lugar en capitalización bursátil, después
del gobierno. El comportamiento político de los cacaos constituye un de Brasil, Chile y Argentina, lo que significa que el país se está integran-
salto cualitativo que acerca a Colombia como nunca antes a la paz. Cier- do rápidamente con los mercados financieros globales 24 • Por supuesto,
tamente, los costos económicos de la guerra y la disminu ción del po- los conglomerados colombianos poseen la mayor participación en el
1

der económico de los conglomerados los están obligando a redefinir mercado bursátil.
su papel político con la misma fuerza con la que ellos ajustan sus estra- Otro indicador clave de la integración de Colombia en los mercados
tegias políticas para dar cabida a las fuerzas del capitalismo global. mundiales es el volumen de su comercio global. Las exportaciones de
Esta última es una tarea virtualmente imposible de lograr sin reducir mercancías del país pasaron de 3.001 millones de dólares en 1983 a
los índices de violencia, estabilizar los derechos tle propiedad y cons- 10.890 millones en 1998, y en el mismo período las importaciones de
truir instituciones estatales eficaces. Para lograr estas metas, los gru- mercancías pasaron de 4.963 millones de dólares a 15.840 millones 25 .
pos guerrilleros son el puerto de entrada para el establecimiento de En una comparación regional, Colombia ocupa el sexto lugar en impor-
un sistema político «más incluyente» 21 • Esto es un requisito para insti- taciones después de México, Brasil, Chile, Argentina y Venezuela26 • De
tuciones estatales eficaces, basadas en una nueva hegemonía. El éxito nuevo es evidente que la tendencia en la integración global del país
de los conglomerados y de sus aliados depende de la capacidad del aumentó a un ritmo muy significativo, triplicando sus exportaciones y
«grupo líder» para trascender sus intereses corporativos y proyectar quintuplicando sus importaciones. Las consecuencias políticas de esa
una autoridad moral de amplia aceptación por parte de las demás fac- tendencia son los intereses crecientes de los «sectores más integrados»
ciones de las clases dominantes y de los grupos subordinados 22 • de la clase dominante para mantener este impulso.
La consolidación de los conglomerados económicos en Colombia Varias preguntas centrales se pueden plantear: ¿qué significa la con-
es algo relativamente nuevo dentro de la clase dominante. La confor- solidación de los conglomerados?, ¿cuál es su impacto sobre la sosteni-
mación de estos grupos se demoró varias décadas y se benefició del pro- bilidad del sistema de guerra, considerando los efectos económicos
teccionismo económico del Estado, y no fue sino hasta los años ochenta negativos discutidos antes?, ¿significa la consolidación de los conglome-
cuando estos grupos alcanzaron la madurez y fortaleza necesarias para rados una ruptura política con la élite terrateniente y ganadera, los más
involucrarse con el capitalismo global. Durante las últimas dos décadas, acerbos oponentes a la reforma agraria? Finalmente, ¿cuentan los con-
sus e1npresas incluían áreas cruciales como la tecnología de informa- gloinerados con los ele1nentos políticos necesa1ios para construir una
ción, los medios 1nasivos, las telecomunicaciones, los seguros y el sec- nueva hege1nonía? El peso econó1nico y la posición en la estructura de
220 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las persjJectivas de jJaz 221

mercado no son de por sí suficientes si no los complementan los meca- dado en 1991, constituye un hito en la historia de la burguesía colom-
nislnos y la articulación de una serie de ideas suficientemente atractivas biana en términos de su composición y articulación de intereses. El
para otros segmentos de la clase dominante, así como de los grupos Consejo sirve como un vehículo importante para la agregación de inte-
subordinados. Al respecto, los conglomerados decidieron crear su pro- reses de los diferentes segrnentos de la burguesía y sectores medios, que
pio grupo de expertos, la Fundación Ideas para la Paz, para articular sus lo utilizan para propugnar y reconciliar sus puntos dé vista. Desde su
ideas. Éste es un desarrollo notable, ya que puede ofrecer a los conglo- fundación, el Consejo ha f~ado como su prioridad encontrar una solu-
merados una ventaja intelectual sobre sus oponentes dentro de la clase ción pacífica a la guerra civiP 0 • Sobra decir que el éxito del Consejo es la
dominante, así como dentro de los grupos subordinados. Por este moti- prueba de fuego para la habilidad que tienen los conglomerados de
vo, es digno de apreciación que la primera actividad fuera presentar la liderar y trazar un nuevo camino político para Colombia.
Fundación Ideas para la Paz al líder de las FARC, Manuel Marulanda, En este mismo contexto, una reciente encuesta de opinión reveló
sólo un mes después de su creación 27 • Este nuevo grupo de expertos las actitudes cambiantes de la élite económica, indicando la preocupa-
debe agregarse al arsenal de medios de comunicaciones masivas de pro- ción de sus miembros por la continuación de la guerra como una dilapi-
piedad de los conglomerados. La mayoría de las más importantes cade- dación creciente de los recursos del país y las cada vez menores
nas de televisión, emisoras de radio y periódicos son de propiedad de posibilidades de una victoria militar por parte del Estado'n. En febrero
estos conglomerados. Sin duda, este hecho permite la «masificación» de 1999, El Tiempo y la revista Semana, dos de las más importantes publi-
de sus ideas y valores y proyecta un sentido de unidad política, económi- caciones en Colo1nbi.a, hicieron una encuesta de opinión conjunta a
ca y moral. 538 ejecutivos de las 5.000 principales empresas comerciales, financie-
En el pasado lejano, el «proceso de masificación» de las ideas y de ras e industriales del país. La encuesta reflejó que 84% de ellos favore-
los dirigentes era relativamente más fácil, ya que los emperadores, re- cían una salida negociada con la guerrilla, y 86% preferirían pagar los
yes, califas y sultanes constituían su autoridad en nombre de Dios y su costos de la paz en lugar de financiar la guerra. Sólo 11% de los entrevis-
reinado era divino 28 • Esa ideología era efectiva en términos de costos, tados estaban en favor de la continuación de la guerra32 • Sin embargo,
en una época en la que la gente aceptaba la «voluntad de Dios», porque entre los que favorecían la paz, 28% no estaban dispuestos a pagar de
requería una erogación menor por parte de los Estados en el aparato sus propios ingresos personales, 25% estaban dispuestos a pagar sólo
coercitivo o en medios masivos. En tiempos más recientes, sin embargo, 1%, y 5% estaban dispuestos a asignar 20% de sus ingresos a la financia-
el establecimiento de la hegemonía es un proceso complejo, negociado ción del proceso de paz 33 .
y mediado por instituciones, partidos políticos, clases sociales y grupos Lo que vale la pena anotar es que sólo 16% de los entrevistados no
de interés, facilitado por los medios masivos de comunicación y la tec- estaban de acuerdo con una redistribución de tierras de las grandes
nología de la información. Queda por verse si los conglomerados ten- haciendas de 200 hectáreas o más. Esta actitud, por supuesto, la rechaza
drán la capacidad para lograr un consenso y abrirse camino a través de la élite terrateniente y valida sus temores en el sentido de que los costos
las instituciones del Estado, los militares en particular, y persuadir a los de un arreglo final posiblemente corran por su cuenta, como lo expre-
ganaderos y a la oligarquía terrateniente de seguir su ejemplo. Lo que sí só el presidente de Fedegan 34 • La encuesta también reveló que la mayo-
es cierto, es que la rama Ejecutiva del gobierno está sincronizando su ría no se opone a la participación de la guerrilla en el Congreso y los
estrategia de paz con la de los conglomerados 29 . ministerios, tampoco a la reforma de las Fuerzas Militares para permitir
Lo que obra en favor de los conglo1nerados es el ánimo cambiante la incorporación de las fuerzas de la guerrilla35 . Luego, el reto que les
dentro de los demás negocios comerciales e industriales medianos, re- queda a los conglomerados es ampliar su liderazgo más allá de los secto-
presentados por el Consejo Gremial Nacional, que incluye a los más res financieros, industriales, de servicios y comerciales, a fin de persua-
importantes grupos industriales, agroindustrias, grupos comerciales, dir una insurgencia de base campesina y a la élite agraria para que se
terratenientes y bancos en el país. Este Consejo Gre1nial Nacional, fun- unan al proceso de paz" 6 .
222 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 223

LA DECADENCIA Y LA RESISTENCIA DE LA ÉLITE AGRARIA gando impuestos (1.500 dólares) al afio a la guerrilla39 • Se trata princi-
palmente de ganaderos grandes y medianos, que tienen sus fincas en
En contraste abrupto con el poder creciente de los conglomerados,
zonas de influencia de la guerrilla 40 • A cambio, la guerrilla les ofrece
el decrecimiento económico de la élite agraria representada por los ca-
protección contra el robo de ganado. La guerrilla no puede extender
feteros, ganaderos, agroindustrias y grandes terratenientes se refleja en
estos servicios de protección a los que están por fuera de su influencia
su participación decreciente en el PIB durante los años ochenta y no-
directa, donde también impusieron la exacción de un impuesto de pro-
venta. Mientras la participación del sector de los servicios aumentaba
tección. Este segundo grupo de ganaderos y grandes terratenientes tien-
de 43% en 1980 a 49% en 1998, el sector agrícola tuvo una baja de 22%
de a desertar hacia el bando de los grupos paramilitares y de las fuerzas
del PIB a 13% en 1998. El sector industrial tuvo un aumento del35% del
del Estado.
PIB hasta 38% en el mismo período 37 • Estas cifras, complementadas con
Sólo durante 1998, aproximadamente 472 ganaderos pagaron por
las del rnercado financiero, revelan una incipiente estructura económi-
secuestros sumas equivalentes a 150.000 dólares por persona. Esto se
ca y una nueva configuración social de la clase dominante. Esta configu-
suma al ganado confiscado por la guerrilla o robado por abigeos. Las
ración se inclina claramente hacia el segmento internacionalista
pérdidas totales de capital de los ganaderos son principalmente una
representado por catorce compañías y grupos, principalmente del sec-
transferencia de capital (bajo la forma de impuestos, pago por secues-
tor de los servicios.
tro y confiscación de ganado) que se calculó en 650 millones de dólares
¿Hasta qué punto esta nueva configuración de clase está dispuesta a
por año 41 . Lo anterior nos da una idea de algunos aspectos del conflicto
desmantelar el sistema de guerra y reemplazarlo con un instrumento de de los ganaderos con la guerrilla y con su base social campesina. Las dos
solución de conflictos más reactivo a las necesidades expresadas por el opciones principales de este sector han sido pagar renta de protección
capitalismo? La respuesta radica en la capacidad de los conglomerados a la guerrilla o constituir sus propios grupos paramilitares. Ellos opta-
y de la burguesía industrial para romper los vínculos con los sectores ron por la segunda opción. La opción paramilitar fue impulsada por un
tradicionales y conservadores de la clase de terratenientes, ganaderos, análisis costo-beneficio en un intento por recuperar el terreno perdido
agroindustrias y sus aliados narcotraficantes. en manás de la insurgencia. En este aspecto tuvieron algunos éxitos en
Al respecto, resulta imperativo evaluar la posición política, y el peso la recuperación de territorios a la guerrilla (a un costo humano suprema-
político-económico relativo de tres de los grupos más conservadores que mente alto para la guerrilla y para su base de apoyo campesino), redu-
representan los.intereses de los ganaderos, agroindustrias y grandes ca- ciendo así la transferencia de rentas, o por lo menos ahorrando algo de
feteros: la Federación de Ganaderos (Fedegan), la Sociedad de Agricul- las transferencias, ya tienen que financiar a los paramilitares. Se-
tores de Colombia (SAC) y la Federación de Cafeteros (Fedecafe), gundo, los grupos paramilitares han logrado salvaguardar sus derechos
respectivamente. a la propiedad y su poder político que están en disputa.
Las posiciones de los ganaderos y de los grupos agroindustriales no En ese intento, los grandes terratenientes y ganaderos recibieron
difieren mucho cuando se trata de la manera como el Estado debería ayuda de la narcoburguesía en1ergente, la cual les a convertir el
lidiar con la insurgencia. Los presidentes de Fedegan, Fedecafe y SAC paramilitarismo en una opción viable y económicamente sostenible,
opinaban que el Estado debía fortalecer sus capacidades militares para considerando que los narcotraficantes prefieren invertir en tierras, fin-
obligar la guerrilla a la negociación. Diferían, sin embargo, sobre la tácti- cas y centros de vacaciones en zonas rurales 42 . La finca raíz ha sido un
ca. Mientras el presidente de la SAC respaldaba la estrategia del presiden- mecanismo efectivo de lavado de dinero, con el resultado de que 4,4
te Pastrana, el presidente Fedegan tenía una posición más crítica38 . millones de hectáreas han pasado a manos de los narcotraficantes, con
Pero antes de abordar estas preguntas, es pertinente examinar algu- un valor calculado en 2.400 millones de dólares 43 . Las sucursales locales
nos antecedentes al respecto. De acuerdo con Fedegan, a finales de 1998, de Fedegan en el Magdalena Medio, Cesar, Bolívar, Santander y Córdo-
había 300.000 ganaderos. De éstos, aproxin1ada1nente 41.689 están pa- ba, entre otros, están fuerte1nente infiltradas por los narcotraficantes, y
224 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las persjJectivas de paz 225

este hecho se traduce en mayores ingresos para los grupos paramilitares Por último, es importante anotar que las propiedades de los ganade-
en su calidad de «estabilizadores» de los derechos de propiedad, dismi- ros y de los grandes terratenientes se están valorizando, en particular
nuyendo la transferencia de renta a los colonos y a la guerrilla44 . porque la mayoría de sus tierras se concentran en puntos cotnerciales
Los 650 millones de dólares que los ganaderos han perdido ( transfe- centrales (Bolívar, Magdalena Medio, Córdoba, Cesar, Antioquia y Ri-
rido) cada año no han alterado la posición de este sector por varias razo- saralda, para mencionar sólo algunos). De esta manera, la cesión de
nes, importantes para mi evaluación de las perspectivas de paz si este partes de estas propiedades a los campesinos sin tierra depende de
sector decide oponerse a ella45 . En primer lugar, los ganaderos, así como concesiones difíciles de evaluar en este momento. Pero lo que impor-
los grandes terratenientes, son los grandes perdedores de la integra- ta para nuestro estudio es resaltar que la predominancia económica
ción económica de Colombia en los mercados mundiales. Así, su trans- de los conglomerados, teniendo en cuenta su poder internacional y
ferencia de rentas a la guerrilla se entrelaza con un proceso más amplio nacional, no se traduce automáticamente en hegemonía política. La
de transformación económica propulsado por la apertura económica actitud de los ganaderos y grandes terratenientes es resistir. Y en esta
que se inició en los años noventa. En este contexto pode1nos compren- posición, cuentan con el apoyo de sectores de los militares activos, mili-
der a estos sectores: mayor inseguridad a pesar del plan de paz del pre- tares en retiro con tierras y fuerzas políticas conservadoras, como la que
sidente Pastrana apoyado por los conglomerados. Su temor compartido encabezaron Álvaro Uribe Vélez (ex gobernador de Antioquia) [N. del
es que, a sus expensas, un compromiso histórico se esté estropeando: la E.: actual presidente de la República] Harold Bedoya (ex comandante
reforma agraria. general de las Fuerzas Armadas) y sectores del narcotráfico y del para-
Desde esta perspectiva, tal vez podríamos entender mejor la preocu- militarismo.
pación de Visbal en el sentido de que «una paz a nuestras expensas no es Los derechos de propiedad de la tierra continúan siendo el princi-
ninguna paz». Su afirmación de1nuestra la inseguridad de este sector, así pal obstáculo, como sucedió hace casi 80 años, ya que la propiedad de la
como la tensión que existe entre los ganaderos y los conglomerados. Vis- tierra continúa siendo una fuente de riqueza, aun con los cambios en
bal continúa diciendo: «¿Por qué los monopolios [los conglomerados] la economía política global. El cambio, en esta nueva fase del capitalis-
están planificando una reforma agrafia? ¿Por qué no contemplan un plan mo, es que buena parte del capital se podría constituir y acumular sin la
para redistribuir a Avianca o al Banco de Bogotá [ambos de propiedad de apropiación directa de la plusvalía del trabajo campesino, sino, más bien,
los conglomerados]?» 46 . En consecuencia, el apoyo de los ganaderos a los a través de la especulación sobre la tierra y la valorización de ésta (un
grupos paramilitares no sólo responde a intereses inmediatos (proteger aspecto integral del capitalismo rentista), inducidos por el·incentivo de
sus rentas y propiedades), sino que también está vinculado a la renegocia- una economía más globalizada. Sin embargo, esa clase terrateniente
ción de su posición dentro de las estructuras económicas del país en una todavía constituye una parte integral del capital o, como sostenía Karl
economía más globalizada. Este sector, así como el de la agroindustria 1\!Iarx, es parte del trabajo social materializado. «En el sentido de que,
(con pocas excepciones, como los exportadores de flores, banano y café) para el capitalista, el capital es una máquina de bombeo perpetua para
se vieron afectados negativamente por la política de mercados abiertos, y, la plusvalía del trabajo, la tierra para el terrateniente es un imán perma-
de hecho, estaban a favor de proteger sus productos y de que el proceso nente para atraer parte de la plusvalía que se bombea al capital» 49 . Luego
fuera gradual, lo que les permitiría acomodarse a las nuevas circunstan- la pregunta es si el análisis que hizo Marx hace 140 años sobre la renta de
cias47. Lo que contribuye a agravar su situación es que an1bos sectores tierras como parte de la formación de capital y como generador de con-
consideran que no cosecharon beneficios económicos de la apertura eco- flictos de clase continúa siendo pertinente en la economía globaL Es po-
nómica de los años noventa. Ahora tienen que luchar también con la sible que la definición de la actual economía política del conflicto por la
perspectiva de un compro1niso histórico, a sus expensas, entre el Estado, tierra en Colo1nbia nos ayude a encontrar una respuesta.
los conglo1nerados y la guenilla de base can1pesina4R. Para esclarecer este punto: en Colo1nbia el aumento esperado en la
renta y el valor de la tierra aun1enta los intereses en el conflicto, y tan1-
226 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 227

bién com.plica su posible solución. En ese sentido, es importante Inen- la tierra y de presencia militar de la guerrilla, como Urabá, Cauca, Ce-
cionar algunos de los proyectos del Estado, están desencadenando sar, Bolívar, Sucre y Magdalena Medio.
una especulación en espiral del valor de la tierra (y del conflicto) en las Pocos meses después de mi entrevista con Jesús Bejarano, la junta
zonas donde estos proyectos tienen un mayor impacto, como las si- directiva de la SAC lo obligó a renunciar a la presidencia, debido a su
guientes: posición irreconciliable hacia la estrategia de paz de Pastrana. Bejara-
El canal seco Caribe-Pacífico (Atrato-Truandó) y sus interconexio- no, contrario a la Junta Directiva, apoyaba al proceso. Fue remplazado
nes con el ferrocarril Medellín-Buenaventura y con las carreteras por Fernando Devis, quien representaba uno de los sectores más con-
que unen el Pacífico con Medellín y Pereira. servadores de la SAC, las plantaciones de banano de Urabá (era el pre-
~ La autopista U rabá sidente de Augura), y se opuso a la iniciativa de paz de Pastrana52 . La
La conexión río Orinoco-río Meta-Buenaventura. posición política de Fernando Devis se acercaba más a la de Fedegan
La conexión río La Plata-Amazonas-Napo-Putumayo-Tuma- que la de Bejarano 53 .
co, con en Puerto Asís. El café representó en una época el pilar de la economía. En 1996, la
El sistema de del Magdalena Medio y otros proyectos de producción de café significó aproxin1adamente el3% del PIB y el16,2%
de las exportaciones totales del país. En la economía agraria, la partici-
Estos sistemas viales y de comunicación m.ercados pación de la producción de café en el PIB rural sólo era de 10% 54 • El
locales colombianos con los de Perú y Panamá se- peso decreciente del café en la economía colombiana ha dejado al es-
rán las arterias a través de cuales la globalización se e(Cpande y se trato cafetero de la elite rural con una menor ventaja política. El declive
consolida. De este modo, el por la tierra y los derechos a la de las fortunas de las exportaciones de café ha sido un proceso de tres
propiedad no son un remanente modo de produc- décadas. Jorge Cárdenas, presidente de Fedecafe, explicó elocuentemen-
ción, sino más bien de nodales en la economía te este proceso y sus implicaciones más amplias para los grandes cafete-
del futuro. En ese sentido, las tierras estratégicas ubicadas cerca de pozos ros, «la menor participación del café en la economía ha reducido la
petroleros y de minas de carbón, cobre y oro, como lo función política de la élite cafetera en general y disminuido su capaci-
analizamos en el 5, forman parte de ese diagrama de conflicto dad para influir en las políticas públicas» 55 . Cárdenas añadió, «en com-
por la tierra, en el terratenientes están tratando de expandir y paración, otros sectores, como el financiero y el industrial, han obtenido
consolidar sus a la con la y ayuda de los más poder y ventaja política en los años ochenta y noventa» 56 . Cárdenas
50
y de los militares . Como consecuencia de esta también hincapié en el papel de los cacaos y su «acceso» más fácil al
"-'-'--'--U'uca. casi 1, 7 millones en su presiden te de la República que el que ellos tenían.
mayoría campesinos, han de tierras localizadas En otro plano, y en contraste con los demás sectores de la élite agra-
palmente en estas zonas. ria, hasta los años noventa, los principales centros de producción cafetera
El estrato de la agroindustria., la sigue siendo se mantuvieron relativamente al margen de los conflictos por la tierra y,
políticamente conservador en su orientación ideológica, sus por consiguiente, de las actividades militares de la guerrilla y del cobro de
empresas están más integradas con los mercados globales que las de impuestos por parte de esta. En las zonas cafeteras, los derechos a la pro-
Fedegan -en los principales negocios de de la piedad eran más consolidados y estables que en las zonas de coloniza-
SAC, como aceite de y azúcar-. Esto se atribuye ción. Sin embargo, la creciente presencia de la guerrilla en el eje cafetero
a la gran importancia de las agroindustrias del banano, la palma y el coincidió con la creciente crisis de los pequeños productores de café, el
azúcar, todas las cuales tienen nexos con grupos políticos de derecha, aumento de las tasas de desempleo y la estrategia de expansión político-
con los militares y con para1nilitares51 • Es necesario recordar Inilitar de la insurgencia. Estos ca1nbios acercaron a los cafeteros con sus
que la mayoría de estas se localizan en zonas de conflicto por
228 Sistemas de guerra Las clases dominantes _'Y las perspectivas de paz 229

contrapartes -los ganaderos y los agroindustriales- afectados de mane- En otro plano, si bien las FARC y el ELN han construido fuerzas de
ra negativa por el expansionismo de la guerrilla. · combate apreciables en las últimas dos décadas, enfrentan los costos
/ En el plano ideológico-político, el presidente de Fedecafé compar- de mantener el ímpetu, dados los escasos recursos a los que ambas fuer-
tla con el resto de la élite agraria de la SAC y Fedegan, bases ideológicas zas podrían recurrir. La posibilidad de extraer recursos de la narcobur-
comunes, como su apoyo a un «ejército fuerte» y a una «solución militar guesía y sus redes (intermediarios comerciales), de los ganaderos,
7
al :o_nflicto»r> . Esa afinidad ideológica compartida por los tres grupos terratenientes y otros grupos industriales disminuye debido al auge de
mas Importantes que representan los intereses de la élite agraria consti- poderosas organizaciones paramilitares, cuya razón de ser es la defensa
tuye otro obstáculo que enfrenta la constitución de una hegemonía. de estos sectores. Al respecto, los paramilitares han logrado disminuir
Por eso es razonable llegar a la conclusión de que el éxito de los cacaos el tamaño de los potenciales «contribuyentes» de la guerrilla, negándo-
y de sus aliados en lograr una solución negociada a la guerra dependerá les de esta manera unos ingresos críticos para mantener el ímpetu de
de un compromiso que no pase por alto los intereses de los principales su crecimiento y para compensar los crecientes costos del conflicto. La
sectores de la élite agraria y que brinde a los campesinos los medios eco- imposición de «impuestos revolucionarios» a la clase media y alta tam-
nómicos suficientes para subsistir en la economía global. bién se está también volviendo onerosa y afecta el prestigio de la guerrilla
y su atracción política dentro de estos sectores, así como entre las fuerzas
HEGEMONÍA Y CONTRAHEGEMONÍA: INCENTIVOS Y DISUASIVOS progresistas 60... Los secuestros por dinero, que aportan entre 20% y 30%
DE LA GUERRILLA
del ingreso anual de las FARC y del ELN, son un método que ha sido
Para 1999, la guerrilla había llegado a un punto de rendimientos objeto de fuertes críticas61 . Los costos políticos del secuestro pesan más
decrecientes sobre la aplicación de la violencia como medio para obte- que sus beneficios económicos, sobre todo porque este método es cada
ner ganancias políticas. La utilidad marginal de la lucha armada ha al- vez más criticado por los grupos de derechos humanos y por las organi-
canzado sus límites, debido al creciente poder de los grupos paramilitares zaciones in~ernacionales, lo que hace que la posición de la guerrilla sea
y a la mayor participación militar de los Estados Unidos en el conflicto aún más difícil de defender62 .
lo.~ue hace que la continuación de la guerra sea más costosa. La ayud~ En otro plano, como proyecto revolucionario, la guerrilla enfrenta
m1htar de los Estados Unidos a Colombia pasó de 66 millones de dóla- la inmensa tarea de reunir reclutas y formarlos políticamente, en un
res en 1996 a 287 millones en 1998 y aumentó a 860 millones -de un en torno cada vez más cargado con los efectos ideológicos del consumis-
paquete de 1.300 millones de dólares- en el año 2000.58 . Este notable mo y ganancias inmediatas que un desertor podría obtener al pasar al
incremento en la asistencia militar estadounidense está lista para agudi- campo opuesto. Ya que la guerrilla condena a muerte a los que desean
zar la guerra civil, aumentando los costos de su continuación. abandonar sus filas, estos individuos se ven obligados a desertar, y cuan-
Aunque la relación de bajas mejoró en favor de la guerrilla en los do lo hacen, pueden unirse a las fuerzas gubernamentales co1no infor-
años noventa, como lo demostramos en el Capítulo 3, la base campesi- mantes o como guías, o sumarse a los grupos paramilitares. El gobierno
na de la guerrilla ha sufrido enormes pérdidas en las masacres cometi- no ofrece a los desertores otras opciones, los recicla como actores del
das por las Fuerzas Armadas y los grupos paramilitaress9 . Pueblos sistema de guerra.
enteros sufren la destrucción en zonas estratégicas para bloquear el Las AUC se están convirtiendo en un imán para los posibles deserto-
refugio a la guerrilla e impedir su acceso a fuentes de reclutamiento y res, ya que ofrecen protección y mejores salarios que la guerrilla o el
de información sobre los movimientos y los recursos económicos del Ejército. Según Felipe Torres, comandante del ELN, la guerrilla no ofrece
enemigo. Estas pérdidas son coyunturas importantes que tendrán re- salarios a los combatientes, sino más bien compensaciones «irregula-
percusiones significativas sobre la decisión de la guerrilla de buscar res» para ayudar a sus familias. Las FARC y el ELN ofrecen aproxilnada-
un arreglo negociado. mente 90 dólares mensuales (cifra calculada con una tasa de ca1nbio de
2.000 pesos por dólar), n1ientras que los paramilitares son un ejército a
230 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 231

sueldo, que ofrece salarios más altos que el salario mínimo de un traba- ochenta y noventa progresivamente se van agotando un conflicto
jador en el sector industrial (150 dólares). Los sueldos de las AUC osci- que se agudiza, ofreciendo a la guerrilla una opción de ahora
lan entre 250 y 1.000 dólares, según el rango, y los combatientes reciben o de esperar, con el riesgo de padecer graves pérdidas. En mi opinión,
una prin1a de 10 dólares por cada «guerrillero» muerto 63 . Es obvio que la guerrilla de Colombia tiene una oportunidad histórica para renego-
los salarios más altos de los paramilitares aumentan los incentivos para ciar la reintegración de los cultivadores de coca en la economía capita-
desertar. De hecho, en su propaganda, los paramilitares ofrecen a los lista internacional «legal», ya que cuenta con dos cartas de negociación
posibles desertores salarios más altos (entre 500 y 1.500 dólares según el importantes: las armas y los cultivos de drogas ilícitos. Sobra decir la
rango) que los sueldos que reciben los sold'ados paramilitares regulares guerrilla está capitalizando en estos dos aspectos de negociación y tam-
de lasAUC. bién se están dando cuenta de que la situación actual es la mejor posi-
Según fuentes de inteligencia militar, durante 1997 y 1999, las deser- y saben que lo más probable es no en el futuro 66 . Esto
ciones en la guerrilla aumentaron en 47%. Si esta cifra es exacta, enton- puede explicar por qué las FARC propusieron su Programa de 10 Pun-
ces es un factor importante que se debe tener en cuenta en la discusión tos para un Reconciliación Nacional, y también se mostra-
de los incentivos y disuasivos de la guerrilla para una solución pacífica del ron interesadas en apoyar la candidatura de Pastrana, quien basó su
conflicto. Es la crisis económica del país tam- campaña presidencial en una plataforma de La paradoja es
está incentivos a la deserción de algunos de los miem- tanto las FARC como los conglomerados apoyaron a Pastrana. Esta coin-
bros de la guerrilla, se ven obligados a contribuir a los ingresos cidencia de intereses políticos respalda mi argumento central en el sen-
de sus familias 64, ya de sí bajos y decrecientes. Además, Fn este con- tido de que la guerrilla, así como importantes sectores de la clase
texto, la deserción se convierte en una función de la crisis econó1nica y y la élite política, se están cuenta de los costos
de la de protección y de mejores sueldos. Los económicos y sociales) del sistema de guerra se vuelto
67
res ofrecen ambas cosas. para de los años noventa .
Si evaluamos el equilibrio militar a comienzos del año 2000, no cabe Más las plantaciones de drogas ilícitas, permitieron a los
duda de que el eje paramilitar-militar, al menos por el momento, ha colonos·y a los campesinos pobres y pequeños durante las últi-
detenido el avance y la consolidación de la autoridad de la guerrilla en mas tres décadas a pesar del desarrollo capitalista aunado a un proceso
regiones como el sur de Norte de Santander (región del Cata- violento de concentración de la tierra, también constituyen una flecha
tumbo), Putumayo, Casan are, Cesar, U rabá y Chocó. Según fu en tes importante en el carcaj de la guerrilla. En últimas, es posible que la
militares, entre noviembre de 1998 y octubre de 1999, las FARC perdie- insurgencia ayudar a construir un «camino campesino» de desa-
ron 775 combatientes. Si esta cifra es acertada, es la cifra más alta desde rrollo después de que la ANUC no logró hacerlo en los años setenta68 •
el nacimiento de las FARC, en 196465 • Los grupos paramilitares han he- Según Leon Zamosc, el camino campesino «Se caracteriza por la distri-
cho incursiones militares en regiones que durante años fueron refugio bución de tierras entre un gran número de minifundistas, lo que lleva a
de la guerrilla. El sur del Bolívar:, Putumayo y Catatumbo son ejemplos una agricultura campesina basada en el trabajo de la familia» 69 .
pertinentes. Estas regiones son importantes para fines militares estraté- Intentaré una hipótesis en el sentido de en Colombia,
gicos (tráfico de armas para la guerrilla desde Venezuela, Ecuador y a diferencia de Nicaragua y El Salvador, el modelo neoliberal será restrin-
Perú) y para la imposición de impuestos a los negociantes de oro y nar- gido probablemente y el sistema político será más incluyente. En este
cotraficantes. contexto, viene al caso ajeffery Paige, argumenta en
Lo anterior describe las condiciones generales que obran contra la los aii.os ochenta, A1nérica Central encontró una nueva ruta hacia la
guerrilla; de ahí sus incentivos para buscar una salida pacífica al conflic- transición de1nocrática a través de una revolución socialista desde la base.
to armado. Estas condiciones sugieren que los activos econó1nicos, polí- Siguiendo a Barrington Paige argtunenta que era necesa1io que-
ticos y militares acumulados duran te el cómodo imjJasse de los años brantar el poder de los terratenientes para que triunfara la den1ocracia.
232 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 233

A diferencia de Moore, Paige plantea que la burguesía agroindustrial ceder ante las demandas sociales del campesinado y de la guerrilla. Más
no pudo desarrollar esa labor por sí misma: ella y los terratenientes eran aún, los especuladores de la tierra, como la facción terrateniente tradi-
dos facciones de la misma élite 70 . Las acciones de la izquierda armada cional, han preferido utilizar la violencia como mecanismo de control
en El Salvador y Nicaragua fueron necesarias para romper la alianza y político y de concentración de la tierra, ya que la especulación de la
debilitar el poder de los terratenientes. Sin embargo, Paige llega a la tierra y la renta de finca raíz siguen siendo su principal fuente de acu-
conclusión de el resultado de sus esfuerzos, irónicamente, fue el triunfo mulación de riqueza. De este modo, el cambio en la configuración de
de la burguesía agroindustrial y del neoliberalismo. ¿Cómo se aplican clase de la élite terrateniente no condujo a una alteración política de su
esas conclusiones teóricas de Paige y Moore al caso de Colombia? comportamiento como colectividad; todas las facciones de la élite terra-
La tesis de Moore, basada en.su estudio de las revoluciones campesi- teniente, con algunas variaciones, siguieron ideológicamente aliadas con
nas en Francia en el siglo XVIII y en Rusia y China en el siglo XX, tiene las fuerzas políticas conservadoras, los militares y los grupos paramilita-
amplia cabida en Colombia. El autor sostiene que «Un movimiento re- res, todos los cuales han contribuido a la creación y mantenimiento del
volucionario tiene mucha más probabilidad de desarrollarse y conver- sistema de guerra como mecanismo efectivo en costos para la defensa
tirse en una amenaza grave allí donde la aristocracia terrateniente es de sus intereses.
incapaz de desarrollar un poderoso impulso comercial dentro de sus Al igual que en Nicaragua y El Salvador, la guerrilla colombiana ha
propias filas. Entonces es posible que deje como secuela una sociedad ayudado gradualmente a desmantelar el poder conservador de la clase
campesina maltrecha pero intacta, con la cual tiene pocos nexos. Entre- terrateniente sobre el sistema político, brindando así a otros sectores de
tanto, es probable que mantenga su estilo de vida en un mpndo cam- la burguesía, cuya visión global e intereses de clase no están atados a la
biante, extrayendo una mayor plusvalía del campesinado» 71 • renta o a la especulación de la tierra, una oportunidad histórica para
La única diferencia con la tesis de Moore es que en las últimas cuatro escindirse y buscar una alternativa institucional al sistema de guerra74 •
décadas, la economía agraria de Colombia ha experimentado un tipo de Considerando que, a comienzos del año 2001, el sistema de guerra se
transformación capitalista basado más en la especulación en tierra (capi- convirtió en un «trabajo de alto mantenimiento», debido a sus costos y
1
talismo rentista) que en la productividad; este proceSO ha sido propulsa- al urgente ímpetu de la integración económica global y que los cambios
do por la ganadería intensiva, la extracción de hidrocarburos, y la institucionales requeridos (como proteger los derechos a la propiedad)
economía de las drogas ilícitas, creando un sector importante de la clase que corresponden a este proceso no se pueden lograr en un entorno
terrateniente que mientras extrae plusvalía del campesinado en una re- violento, entonces, la violencia, ha agotado su utilidad, o por lo menos
gión, también trata de hacerse a las tierras de los campesinos (en zonas así parece.
económicamente estratégicas), cuyo valor lo determinan los mercados Si la violencia se ha agotado como mecanismo de solución del con-
globales y no la productividad72 • flicto, esto no se traduce automáticamente en la construcción de un
Sin embargo, los intentos de esta nueva facción de la burguesía te- nueva sistema político, con instituciones eficaces que pudieran arbitrar
rrateniente para hacerse a las m~jores tierras, han encontrado la resis- y resolver los conflictos sociales. La construcción de este nuevo sistema y
tencia de los campesinos, cuyas bases sociales y económicas han sufrido de instituciones en Colombia dependerá de la colaboración de clase
daño por causa de la transformación capitalista, aunque no lo suficiente entre los campesinos y la burguesía y de su capacidad para formular un
como para afectar su capacidad de producir respuestas organizadas73 • acuerdo que pueda consolidar la autoridad y la legitimidad del Estado.
Los nuevos especuladores de la tierra (narcoburguesía y otros indivi- Más aún, el éxito de su colaboración de clase también depende de la
duos pudientes), los agroindustriales, los terratenientes tradicionales y participación de los terratenientes (incluso los narcotraficantes) que
los ganaderos son facciones de la misma clase social, y sus intereses po- están debilitados y resquebrajados -en términos de su organización-
líticos (en particular de los que tienen sus tierras y negocios en zonas de pero no vencidos. Para estas últimas fuerzas, la inercia del sistema de
actividad y de influencia de la guerrilla) coinciden en su oposición a guerra y los intereses creados de los diversos grupos sociales ( co1no pan-
234 Sistemas de guerra Las clases dominantes y las perspectivas de paz 235

dillas urbanas, algunos sectores de los 1nilitares y el crimen organizado) REFLEXIONES FINALES
está de/ s~ lado. Por lo tanto, la firma de un acuerdo de paz no significa Los capítulos anteriores han señalado que en Colombia estaban pre-
automatlcamente el desmantelamiento del sistema de guerra75 . Más bien, sentes las tres causas principales conducentes a la formación y consoli-
tal vez se requieran varios años para reducir los índices de violencia a los dación del sistema de guerra. En el Capítulo 2 se demostró que los
niveles internacionales. No obstante, éstos son los contornos de un arre- fracasos de las instituciones del Estado para resolver, arbitrar y mediar
g~~ posible, si se discute en términos del equilibrio de poder, configura- los antagonismos sociales resultantes de los conflictos por la tierra des-
oon de clase y condiciones internacionales actuales. de comienzos del siglo XX sentaron la base para la evolución subsiguiente
sistema de guerra. Esta primera condición fue complementada por
HEGEMONÍA CONTRA EL SISTEMA DE GUERRA las capacidades de actores sociales antagónicos -campesinos y grandes
terratenientes- para ajustarse a una condición de conflicto violento,
. / Para recap~t/ular, una hegemonía exitosa de equiparar coer-
en la que estaban mejor que en las condiciones iniciales en las que esta-
oon y persuas1on, como señaló Gramsci. La adaptación a nuevos méto-
ban. También he demostrado que los militares, la guerrilla y el crimen
d:/trabaj<;:> no llega solamente a través de la coerción: el aparato de
organizado (como representantes y mutaciones del conflicto entre cam-
coeroon de Estado necesario para obtener ese resultado sería, sin duda,
pesinos y terratenientes) han acumulado invariablemente activos políti-
más costoso que elevados salarios. La clave es combinar la coerción con
cos y económicos (una economía política positiva) que no se podían
la persuasión en formas adecuadas a la sociedad en cuestión 76 . En este
obtener antes del inicio de las hostilidades o dentro de un conflicto de
contexto, la de las democracias de cómo
alta intensidad.
lograr el entre coerción y persuasión, considerar1do las divi-
Una de las principales conclusiones a que he llegado en esta investi-
siones de clase, raza, región y género. En Colombia, los conglomerados
gación es que la prolongación de la guerra civil en Colombia, durante
empresariales, como están cuestionando si el precio de la
aproximadamente 40 años, resulta imposible de entender sin explorar la
coerción, o sea los costos de mantener el sistema de guerra como meca-
intercon~xión entre sus principales actores -el Estado, la guerrilla y el
nismo de solución de se está volviendo :mayor que pagar
crimen organizado- y sin evaluar variables como eventualidades, estruc-
vados salarios, es decir, la reforma agraria y una distribución más
turas sociales y mecanismos que moldean los entornos de los actores y, a
equitativa de los ingresos y del poder político77 • En otros términos, algu- su vez, afectan su co1nportamiento. La suma total de estas variables es el
nos sectores de clase dominante están contemplando el desmantela- sistema de guerra, que presenta propiedades diferentes de las de sus par-
miento de la hegemonía rebelde, el sistema de guerra, y la reconstrucción tes. El sistema de guerra es un resultado del comportamiento de sus
e~ su lugar de una «hegemonía más incluyente», persuadiendo a la gue-
actores, y no es necesariamente su meta óptima, considerando que la
r~1lla de base campesina otorgándoles alguna concesión, como un pre- mejor opción de la guerrilla y del Estado es prevalecer sobre el otro y
CIO para que acepten una nueva base de autoridad y estabilizando los
establecer su hegemonía. Pero ya que el equilibrio de poder no permi-
derechos a la propiedad. El precio de mantener el sistema de guerra ha tió que esto sucediera, los actores ajustaron sus metas y estrategias.
llegado a ser demasiado alto y no está a la altura de las oportunidades Por eje1nplo, el resultado no intencional del apoyo de la guerrilla o
que la paz podría ofrecer a importantes sectores de la clase dominante. de su indecisión respecto del viraje de colonos y campesinos pobres
La estabilización de los derechos a la propiedad y la reducción de los hacia el cultivo de drogas, introdt~o nuevos actores al conflicto -los
costos de transacción, elementos fundamentales para el avance del ca- narcotraficantes y sus grupos paramilitares-. La narcoeconomía brin-
pi~alismo, no se pueden lograr bajo un sistema de guerra que afecte los dó a la guerrilla riesgos y oportunidades. U no de los riesgos fue la posi-
pnmeros y au1nente los costos de los segundos 78 . ble generación de un nuevo actor social con intereses de clase y políticos
diametrahnente opuestos a los de la guerrilla. Los cultivos de droga ofre-
cieron una oportunidad para au1nentar los recursos financieros de la
236 Sistemas de guerra Las clases do-minantes y las persjJectivas de paz 237

guerrilla mediante los gravámenes a los narcotraficantes. Por el lado del do. La competencia se lleva a cabo en un contexto de un sistema anár-
Estado, la narcoeconomía también ofreció riesgos y oportunidades. Los quico no regulado, porque si la competencia se regulara, entonces esto
r~~sgos fuer~n 1~ po~ible erosión de la autoridad del Estado, la corrup- podría significar la división de un país (defacto o de jure) o a la concep-
non de sus Instituciones, y la amenaza de una reacción fuerte en el ción de una fórmula para compartir el poder, transformando así un
ám~ito internaci~nal. Los narcotraficantes también ofrecieron una opor- sistema de guerra en un sistema de paz.
tunidad como ahados en la lucha del Estado contra la insurgencia, pues La con1petencia de los actores por los recursos, entonces, es una de
constituyeron una valiosa fuente de liquidez, que buena falta hacía en las principales fuentes que suponen la inestabilidad del sistema de gue-
los mercados financieros, por lo menos de forma temporal, antes de rra. En térnünos de la teoría de los juegos, los actores del sistema de
ejercer presiones inflacionarias en los años noventa79 • Los efectos de las guerra colombiano participan principalmente en un juego del «dilema
acciones de la guerrilla y del Estado respecto del narcotráfico genera- del prisionero», en el cual la defección, antes que la cooperación, ha
ron _un desenlace imprevisto, como el paso de un conflicto de baja in- sido el principio ordenador de los actores. Desde mediados de los años
tensidad a uno de alta intensidad, causando una erosión en la economía noventa, los actores en las estrategias militares agresivas y no cooperati-
política positiva que habían desarrollado antesso.
vas del sistema de guerra colombiano (en particular las estrategias de
. Sin embargo, la pregunta central que requiere una respuesta es: ¿el los grupos narcoparamilitares) afectaron negativamente el cómodo im-
Sistema de guerra es una consecuencia imprevista del comportamiento passe y el entorno del sistema, es decir, el desempeño económico del
de los actores? La respuesta es positiva, pero sólo en parte. Los actores país, los intereses de dase de importantes sectores dominantes y las vi-
re~pondieron ~~un equilibrio de fuerzas fuera de su control, ya que re- das de la mayoría de las clases subordinadas, en particular los campe-
fleJa una relanon de poder con un adversario y, en consecuencia, los sinos81.
actores ~e.sar.rollaron estrategias alternativas que les ayudaron a ajustar- Si mi análisis es válido, la guerra civil colombiana seguramente se-
se al equ1hbno de fuerzas predominante y a capitalizarlo. Los militares guirá el ca~ino libanés, que analizaremos en el siguiente capítulo. En
por ejemplo, desarrollaron una estrategia militar de contención en lu~ el Líbano, los costos exorbitantes de la guerra civil erosionaron la eco-
gar de intentar eliminar la amenaza de la guerrilla, y los grupos guerri- nomía política positiva, cuya coincidencia con unas condiciones inter-
llero~ ~ecidieron consolidar su poder político en el ámbito local y nacionales favorables contribuyó a la firma del Acuerdo de Taif, que
municipal, en vez de tratar de obtener una victoria militar total. En este puso fin a la guerra en 1989 (véase Capítulo 7). De manera semejante,
sentid~, las unid~des fundamentales de análisis social -estructura y en Colombia estamos viendo un incremento de los costos .de la guerra
mecanismos- se Incorporan en el análisis del sistema de guerra. civil y un efecto externo en Venezuela, Ecuador, Panamá, Perú y Bra-
Como plantea Jervis, en el análisis de sistemas no es posible inferir a sil, que está preocupando a estos países y haciendo que se interesen más
partir de los deseos o expectativas de los actores y viceversa, porque los que nunca en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto. En po-
actores tratan de sacar ventaja y de tener una mejor estrategia que el cas palabras, el conflicto se está convirtiendo en un factor desestabiliza-
otro, sorprendiendo a algunos de ellos, si no a todos. La razón más dor en la región, y también, debido a su componente de narcotráfico,
obvia es la competencia; ya que mi preocupación principal es el siste- se está convirtiendo en un tema de preocupación internacional. Euro-
ma de violencia que se construye en el transcurso de una guerra civil, pa y Japón, con sus intereses vitales en la región, están mostrando tam-
la competencia adquiere todavía más peso en determinar la estabili- bién mayor firmeza en la búsqueda de un acuerdo pacífico. Todo lo
dad ~e un siste~a inherentemente inestable. El Estado, la guerrilla y anterior demuestra que un sistema de guerra en descomposición fo-
el cnmen organizado compiten de manera violenta en el mercado de menta los elementos de un nuevo sistema (ojalá uno más pacífico) y sus
rent~~ de p~-otección. Esto se debe a que quienquiera que se haga a la fuerzas sociales. La pregunta es: ¿los principales actores sociales y políti-
pornon 1nas grande de los dineros de protección, tiene más recursos cos sabrán capitalizar la madurez del1nomento?, o ¿la creciente in ter-
para invertir en sus capacidades para hacer la guerra o construir el Esta-
238 Sistemas de guerra Las clases dmninantes y las perspectivas de paz

vención militar de Estados U nidos nuevas condiciones la el y el gobierno de los Estados Unidos en el
prolongación de un sistema de guerra U-¡;;;_'JJ.J..lL<U,u
plazo. Lo es más importante, sin embargo, es que este de
La consecuencia más obvia de la política actual de Estados Unidos, otorga a los cultivadores de ilícitos un ga-
de comprometer más recursos y para apoyar a los militares rantizado durante un período de diez años, lo que equivale a sus ganan-
(1.300 millones de 80% para fines militares) es de perturbar cias actuales, estabiliza la economía campesina de subsistencia y desactiva
aún más el sistema de la guerra civil. En efecto, la los conflictos sociales y políticos. Durante el de diez años pro-
política estadounidense, impulsada por la «guerra a las drogas», podría puesto en el plan, los más tiempo para experimen-
demorar, si no descarrilar y prolongar el colapso del sistema de guerra. tar con otros cultivos, aprender sobre desarrollar nuevas estrategias
Esto se debe a que esta principalmente subsidia los cos- de mercadeo y el soporte técnico necesario para un desarrollo
tos de la (que de otra manera las élites locales tendrían pa- sostenible con un rostro más humano.
Los aplicados en Perú y
gar) y, consiguiente, fortalece los sectores más conservadores de las
"''""""""'""'.._. diseñados bases ad hoc a cor-
clases dominantes -el y la élite a costa de los demás
sectores (como los económicos) que creen que éste es to sin ningún esfuerzo serio
el La negociación largo plazo (digamos diez años),
en jor oportunidad nuevas .~.u. . ""'--''"U
u> ......H.....

cuando encuentra hemos rnencio- encontrar mercados estables. Por eso los antiguos
nado. Lo que menos necesita este """"·"'"'" es una intrusión
0
r.
que han experimentado por unos pocos años (en menos de
tud de la que la militar cinco años) con café, cacao, arroz, palma africana y piña, muy pronto se
sería incentivar a las fuerzas de sus ingresos no sólo eran menores que los
tes para a un acuerdo "'"''""'--... ""'~ ... u . ofreciendo la zanahoria de su obtenían con los cultivos de coca, sino empeorando
buena disposición a recursos para el desarrollo de culti- con la de los precios en los En estas
vos alternativos suficientes """-U-'-".L"-'"'"' la subsistencia de los cam-
circunstancias económicas, algunos en y Perú están
pesinos (comprometidos en cultivos ilícitos), de llegarse a un regresando a la coca, a pesar de las acciones punitivas de sus Estados
compromiso. respectivos, ya los costos de los riesgos son vez menores que
Al Y'C><''Y""'''"'"''" el proyecto que el Esta- la oportunidad que podría ofrecer la coca, dado el incremento actual
do de a sus cultivadores de tabaco de de sus precios 83 . los costos del plan recomendado (proto-
sustituir sus cultivos comerciales flores de inver- plan de Maryland) serán considerablemente inferiores a los 23.000 mi-
nadero y otros cultivos. Según este de desarrollo de cultivos alter- llones de dólares que el gobierno de Estados y los gobiernos
nativos, ofrece ingresos garantizados durante una década, locales están gastando en ejecución forzosa de la ley de la «guerra de las
basándose en el volumen de las cosechas de cada agricultor 1998, a drogas», sin contar los costes médicos de la adicción, la pérdida de capi-
un de tres años de los recientes del mercado (un dó- tal social, los costos de la y de las cárceles y otros costos
lar por libra). también brindará el apoyo y la asistencia técni- relacionados incurridos en una batalla con un enemigo imaginario y
ca hacer la transición y sostenible 82 • Creo que la elusivo 84 .
ejecución de un similar en Colombia (y en Perú y El siguiente capítulo de este libro hace un y se enfoca en
dría ser 1nás fructífera a largo el actual «enfoque militarista» situar el sistema de guerra colombiano en de un contexto más amplio,
que ha demostrado su futilidad y miopía en el pasado. Un progra1na de analizando las experiencias de Italia, Líbano y Angola, en un intento
cultivos alternativos de tal índole podría ofrecer grandes incentivos a la por captar los centrales de la de una violencia
guerrilla y a los campesinos, y también podría ser efectivo en costos para longada.
NOTAS

l. Datos suministrados por el Departamento Nacional de Planeación, La jJaz: el desa-


fío para el desarrollo (Bogotá: Departamento Nacional de Planeación, 1998), p. 62.
2. Citado enJesúsAntonio Bejarano, Colombia: inseguridad, violencia y desemjJeño econó-
mico en las áreas rurales (Bogotá: Fonade, 1997), p. 30.
3. Myra Buvinic y Andrew Morrison, «Living in a More Violent World» en Foreign
Policy, núm. 118 (primavera 2000), pp. 58-72.
4. Robert Putnam, Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy (Princeton,
NJ.: Princeton University Press, 1993).
5. Mancur Olson, Power and Prosperity: Outgrowing Communist and Capitalist Dic-
tatorships (Nueva York: Basic Books, 2000)
6. Los derechos de propiedad no están en disputa es sólo en las zonas rurales, pero
también en los centros urbanos y las ciudades medianas, hacia donde emigran las fami-
lias que buscan mejores oportunidades lo que huyen de la persecución; un gran núme-
ro de días ocupa tierras públicas o privadas. Uno de los últimos incidentes tuvo lugar en
Montería (Córdoba), donde 3.000 familias ocuparon 22 hectáreas de propiedad de Mario
Giraldo, un constructor. Los ocupantes fueron desalojados después de la intervención
de la Policía y de las Fuerzas Armadas, con ayuda de los grupos paramilitares, quienes
asesinaron a varias personas y amenazaron a las restantes. En otras ciudades, como Me-
dellín, 250.000 personas ocupan ilegalmente tierras públicas y privadas, y en Cali anual-
mente 6.000 personas ocupan tierras. En Bucaramanga existen 79 barrios de invasión
con una población de 49.000 personas, y en Neiva esa población es de 15.000. En Bogo-
tá, los barrios de invasión se expanden aproximadamente 180 hectáreas por año, es
decir 3,5 hectáreas por semana. La población de estos barrios pasa de 2 millones de
personas. A comienzos de los años setenta, 46% de los residentes de vuelta vivían en
hogares construidos ilegalmente. Un procedimiento legal de desalojo, con el retraso y
la ineficiencia judicial, puede tomar hasta doce años, para un proceso que normalmen-
te no necesitaría más de seis meses. Nuevamente, para nuestro propósito, el uso de
violencia en Montería para desalojar a los invasores revela que la violencia del Estado y
242 Sistemas de guena
Las clases dominantes y las perspectivas de paz 243

de los grupos privados (paramilitares) suple la carencia de un mecanismo más demo-


cacaos, formaba parte del equipo de negociación del gobierno. Nuevamente, en marzo
crático y de procesos para resolver las disputas sobre la propiedad privada o pública. Lo
2000, el conglomerado se encontró con Manuel Marulanda Vélez, el líder de las FARC.
más importante es qtie los conflictos sobre la tierra rural se transportan hacia áreas
21. Los cacaos y la burguesía industrial han llegado a esta conclusión, como es eviden-
urbanas, lo que hace aún más urgente la necesidad de instaurar mecanismos de resolu- te en sus discursos políticos.
ción de conflictos distintos de la mera violencia. En este contexto, las guerrillas, en los
22. Esto se basa en la concepción de hegemonía de Antonio Gramsci. Véase Prison
barrios de invasión, asumen la tarea de proteger a los invasores, como en Medellín, Notebook, vol. 2 (Nueva York: Columbia University Press, 1996).
Bogotá, Barrancabermeja y Bucaramanga, y eso a su turno alimenta el sistema de guerra 23. Véase Semana (20 de marzo de 2000).
como una modalidad de resolución de conflictos similar a su funcionamiento en las 24. Véase Entering the 21st Centur_11 World DevelojJment RejJort, 1999/2000, vVorld Bank
zonas rurales de colonización. Véase El Tiempo, 8 de marzo de 2000, y Francisco Thoumi, 2000 (Nueva York: Oxford University Press, 1999), pp. 260-1.
Derechos de jJropiedad en Colombia: Debilidad, ilegitimidad y algunas imjJlicaciones económicas 25. Ibid., p. 268.
(Bogotá: CEI, Universidad de los Andes, 1995).
26. Ibid., pp. 268-269.
7. Mauricio Rubio «Crimen y crecimiento en Colombia» en Conyuntura Económica 27. Luis Carlos Sarmiento, del Grupo Aval; Edmundo Esquenazi, del Group Sanford,
(marzo de 1995). pp. 101-125.
y Andres Obregón, del Grupo Bavaria, son algunos de los fundadores de la Fundación
8. Racionalización del gasto y de las finanzas públicas, Bogotá, 1999. Ideas para la Paz.
9. Estas cifras fueron obtenidas de dos fuentes, TheEconomist Conferences Round table 28. Idea influenciada por Michelle Garfinkel y Stergio Skaperdas, «Contract or War?
with the Government ofColombia, documento final, Colombia, 14-15 de abril de On The Consequences of a Broader View of Self-Interest in Economics» ponencia pre-
1997 y Marta Lucía Ramírez, ministra de Comercio Exterior, citada en El TiemjJo, 5 de sentada en la Conference ofEconomics ofViolence, Princeton, enero de 2000.
octubre de 2000.
29. El Espectador, 17 de marzo de 2000. Este periódico es propiedad de Julio Mario
1O. Economist Intelligence Report, febrero de 2000. Santo Domingo, uno de los cacaos.
11. El TiemjJo, 30 de abril de 1999, p. l. 30. Véase Consejo Gremial Nacional, Hacia una jJolítica de desarrollo colombiano, (Bogo-
12. Ibid.
tá: Consejo Gremial Nacional, 1994).
13. Éstos son los costos tangibles. Los intangibles son más difíciles de evaluar y de 31. Por ejemplo, entrevisté al presidente de la ANDI en 1995. Estaba a favor de
cuantificar, como cuánto debe pagar la gente para evitar la inseguridad asociada con la una estrategia militar más agresiva contra las guerrillas. Unos años después (1998),
guerra civil, o los costos de huir del país o de cambiar de residencia. la ANDI estaba a favor de una solución negociada, como se ha mencionado antes. Véa-
14. Una encuesta de 1993 encontró que para el4% de los entrevistados que pertene- se Richani, <<The Política! Economy ofViolence: The vVar System in Colombia».
cían a la clase alta, había un incidente de secuestro en la familia, mientras que la cifra 32. Estos hallazgos se publicaron en El TiemjJo, 7 de febrero de 1999, p. 1.
era de sólo 2% en la clase baja; en el caso de extorsión, el porcentaje aumenta a 11% en 33. Ibid.
la clase alta y 4% en la clase baja. Véase Juan Luis Londoño ele la Cuesta, «Violencia, 34. Jorge Visbal, Presidente de la Federación de Ganaderos (Fedegan), entrevista
psiquis y capital social», en Revista Consigna (núm. 450, cuarto semestre, 1996), pp. 7-8. con el autor, Bogotá, 3 de diciembre de 1998
15. Rubio, ojJ. cit. 35. El TiemjJo, 7 de febrero de 1999, p. 1.
16. Este hallazgo soporta el de Paul Collier, basado en todas las guerras civiles que 36. El presidente de Analdex, el grupo que incluye a los negocios de exportación de
tuvieron lugar durante el período 1960-1992. El PIB per cápita se reduce a una tasa líderes, expresó su convicción de que, hoy más que nunca, están convencidos de que la
anual de 2,6%. Ver Paul Collier, «Ün the Economic Consequences of Civil War», en búsqueda de una solución negociada tiene una prioridad aún más alta que la negocia-
OxfordEconomicPaj;ers, núm. 51 (1999), pp. 168-183. ción de planes económicos regionales, ya que, después de todo, quién va a invertir en
17. Montenegro y C. Posada, «Criminalidad en Colombia», en Coy'untura Economica Colombia si el conflicto continúa. Citado en El TiemjJo, 5 de octubre de 2000.
(marzo de 1995), pp. 82-95. 37. World Bank 2000, ojJ. cit., p. 252.
18. Para los indicadores de PIB, véase nota 1O, Economic Intelligence RejJort 1998, 1999, 38. Entrevisté a Jorge Visbal, presidente de Fedegan, en diciembre de 1998, y al pre-
y 2000. Es importante anotar que antes de 1998, los efectos de la guerra civil no se sidente de la SAC,Jesús Antonio Bejarano, en noviembre del mismo año (asesinado en
notaban porque el país se beneficiaba de un crecimiento económico continuo. Sin 1999). También entrevisté a representativos de la SAC en agosto de 1996.Jorge Cárde-
embargo, cuando el crecimiento económico empezó a reducirse, la guerra civil y su nas, el presidente de Fedecafé, fue entrevistado un año antes, en agosto de 1995. Estas
exacerbación empezaron á tener un efecto multiplicador sobre la economía. Un decli- entrevistas buscaban definir las posiciones de Fedegan, SAC y Fedecafé sobre una posi-
ve agudo del PIB, de 102.900 millones en 1998 a 86.600 millones en 1999, está reporta- ble solución negociada y sobre las concesiones que estarían dispuestos a hacer en el
do en Human Development Report, 2001, UNDP (Nueva York: Oxford University Press, campo de la reforma agraria.
2001), p. 179. 39. Datos suministrados por Fedegan.
19. Citado en El E>jJectador, 22 de marzo de 1999. 40. Visbal, entrevista con el autor, ojJ. cit.
2.0. Un representante del Grupo Santo Domingo se encontró con las FARC en Costa 41. Basado en cálculos de Fedegan para 1998.
Rica en 1998; en 1999, Nicanor Restrepo, del Sindicato Antioque!lo, miembro de los 42. Véase Carlos Medina Gallego, Autodejensas, jxrrmnilitarrs y narcotráfico en Colmnbia:
Origen, desarrollo)' consolidación del wso Puerto Boyacií (Bogotá: Editorial Documentos Pe-
riodísticos, 1990).
Las clases dominantes y las perspectivas de paz 245
244 Sistemas de guerra

43. Basado en el estudio de PNUD citado en El TiemjJo, 28 de abril de 2000. Los dirigente tradicional. Este sector es muy conservador, a pesar de sus intereses orienta-
ingresos de los narcotraficantes están calculados en el equivalente al2% o al3% del PIB dos hacia la exportación y sus nexos con el capital global.
del país. 52. Fernando Devis viene de Augura (grupo que representa aproximadamente a 300
44. Es importante anotar que los grupos guerrilleros incrementaron su presencia plantaciones bananeras en el Urabá). Augura es famosa por sus tendencias derechistas
militar en municipios donde dominan los latifundios y las grandes fincas ganaderas, y por sus nexos con los paramilitares de Castaño. La SAC incluye representantes de ~O
como en la costa caribeña: de nueve municipios (8%) en 1985 a 63 municipios (59%) grupos de negocios, incluyendo a la Asociación de Exportadores de Flores, la Asocia-
en 1995. ción de Cultivadores de Caña de Azúcar, los productores de ahorros, los productores de
45. Es posible que esas cifras hayan sido infladas por motivos políticos. algodón, los productores de pollo (Fenavi) y la Federación del Aceite de Palma. .
46. Entrevista con Visbal, ojJ. cit. El Banco de Bogotá es propiedad del Grupo Aval. 53. Fernando Devis afirmó: "Nunca he creído en las intenciones de paz de la guern-
4 7. Por ejemplo, los ganaderos exportaban menos de 0,6% de carne, principalmente lla [ ... ]y me opongo firmemente a la creación de una zona desmilitarizada", El Tiempo,
hacia Venezuela y Ecuador. El pico de exportación de carne fue alcanzado en 1975, 2 de octubre de 2000.
cuando representaba 10,11%. Desde entonces, la tendencia ha sido constantemente 54. Cifras suministradas por Fedecafé, Estudios EsjJeciales, lO de marzo de 1997.
decreciente. Paradójicamente, y debido al levantamiento de las barreras comerciales, 55. Jorge Cárdenas, presidente de Fedecafé, entrevista con el autor, Bogotá, agosto
Colombia empezó a importar leche y otros productos lácteos, afectando de manera de 1995.
negativa su producción local. Fedegan, La ganaderia bovina en Colombia 1997-1998 (Bo- 56. !bid.
gotá: Fedegan, 1998), pp. 52-64; 201-204. 57. !bid.
48. Entrevista con Visbal, op. cit.; Jesús Bejarano, entrevista con el autor, Bogotá, 24 58. La ayuda militar estadounidense conocida como «Plan Colombia>> con~iste en
de noviembre de 1998. 860,3 millones de dólares para Colombia, 170 millones de dólares para los ~ecmos de
49. Marx definió el trabajo objetivado como «la condición y ios medios constante- Colombia y 270,8 millones de dólares para las bases estadounide~~es en ~raba, Curazao
mente autorrenovados por los que el trabajador obtiene una parte del valor que él ha y Ecuador. Más del 70% de esa asistencia está destinada a pro~ositos rmhtares. ..
producido y, por ende, una porción del producto social medido por esa porción de 59. Entre 1997 y 1999, cerca de 550 masacres fueron cometidas por grupos para~1lh­
valor. Sus medios de subsistencia necesarios (ganancia por capital, renta por tierra y tares contra la base campesina de las guerrillas, y esto costó la vida a 600 personas. Vease
salario por trabajo) también son fuentes de ingreso, en la medida en que el capitalista Semana (27 de marzo de 2000). Véase también el Capítulo 6 de este libro, en particular
ftia una porción del valor del trabajo de un año y por consiguiente de su producto a la sección sobre masacres.
manera de ganancia. La propiedad territorial ftia otra parte a manera de renta y el 60. En abril del año 2000, las FARC promulgaron su Ley 002, que requiere que cual-
trabajo asalariado una tercera porción a manera de salario. Las tres son trabajo social quier individu~ con unos ingresos de un millón dólares o más debe pagar un impuesto
objetivado». Marx, Capital, vol. 3 (Londres: Penguin Classics, 1991), p. 961. de 1O% a la organización guerrillera.
50. Esto es parte de una tendencia andina. En la región de Chapare, en Bolivia, por 61. En 1998, los actos de secuestro alcanzaron un récord de 2.609 casos, lo cual supo-
ejemplo, los campesinos y los cultivadores de coca también están siendo expulsados de ne un incremento de 31% con relación a 1997. Las guerrillas (FARC y ELN) fueron los
tierras «de primera» que son ricas en hidrocarburos y en las cuales las multinacionales principales responsables. El crimen organizado cometió 857 de sus secuestros. Antia-
están invirtiendo. En Ecuador, en particular en la región petrolífera fronteriza con Colom- quía y Cesar son los departamentos donde se cometió el más alt? númer~ d_e secuestros.
bia, las autoridades, en colaboración con las multinacionales y los militares estadouni- El incremento es motivado por los costos crecientes del conflicto, preCipitados por la
denses, están desarrollando un sistema de seguridad complementario al que se encuentra desestabilización del sistema de guerra a finales de los años noventa. Es importante
en el Putumayo y en el Caquetá en Colombia, lo cual, a su vez, hace presión sobre la mencionar que en 1996 el ELN, las FARC y el EPL cometieron 651 secuest~os, Y esa
economía de los campesinos y causa trastornos en sus comunidades. El Putumayo, por práctica aumento significativamente en 1998: pasó a 1.752 secuestros, e_s_ deCI~ u~ au-
ejemplo, abundante en petróleo, coca y con importantes reservas de oro y de cobre, se mento del 24%. Datos suministrados por la Policía Nacional y la FundaciOn Pais Libre.
ha convertido también en un punto importante de la guerra, con participación militar El récord precedente fue en 1991, cuando las guerrillas secuestraron a 854 personas.
activa de los Estados Unidos a partir de sus bases en Ecuador y Colombia. El Ministerio País Libre calcula que 50% de los ingresos de las guerrillas en 1999 fueron por secues-
de Minas ha descubierto importantes reservas de oro y cobre en el Putumayo. Véase El tros.
TiemjJo, 6 de marzo de 200 l. 62. Véase Richani, «The Political Economy ofViolence», ojJ. cit., p. 46.
51. Las plantaciones bananeras en Urabá eran fuertes seguidoras de los grupos para- 63. El EsjJectador, 2 de septiembre de 1999. . .
militares de Castaño desde comienzos de los años ochenta, cuando las guerrillas y sus 64. La información suministrada en este párrafo está basada en entrevista con mfor~
seguidores sindicalistas tuvieron un poder político significativo. Los paramilitares ven- mantes de la guerrilla, fuentes militares, y también en El Espectador, 13 de septiembre de
cieron al EPL y a las FARC y debilitaron considerablemente a los sindicatos en las bana- 1999, y El TiemjJO, 6 de enero de 1999.
neras. Un caso similar se presenta en las plantaciones de palma, que también dependen 65. Semana (6 de septiembre de 1999). . .
de sus nexos con los grupos paramilitares de derecha para «defenderse>> de las guerri- 66. Si mi análisis es correcto, entonces confirma el sumario que hace Roy LICkhder
llas y sus simpatizantes e izquierdistas en los sindicatos. Los negocios de flores, que están de siete casos de soluciones negociadas, en su volnmen editado StojJjJing the Killing, en el
principalmente concentrados en las planicies de Bogotá, son en su mayoría propiedad cual argnmenta que un «Ímjxtsse mutuamente hiriente» no es suficiente para una solu-
de las familias ricas tradicionales de la capital, que forman una parte integral de la élite
Las clases dominantes y las perspectivas de paz 247
246 Sistemas de guerra

<<Perverse Effects and Social Contradictions: Analytícal Vindication of Dialectics?», en


ción negociada. Pero lo que importa es la percepción de las partes beligerantes de que
British Review of Sociology, núm. 33 (diciembre de 1982), pp. 589-603.
la situación actual es insostenible y que es poco probable que mejore en el futuro. Roy
81. El entorno de un sistema es <<el conjunto de todas las cosas que no sean compo-
Licklider ( ed.), StojJjJing the Killing: How Civil Wars End, ojJ. cit., p. 309. Para un argumen-
nentes del sistema, que actúan o sobre las cuales actúan los componentes del sistema»,
to similar, véase Cynthia Arnson (e d.), Compamtive Peace Processes in Latín America (Was-
véase Alicia Juarrero, Dynamics in Action, Intentional Behavior as a CornjJlex System ( Cam-
hington, D.C.:-The WoodrowvVilson Center Press, 1999), pp. 1-28.
bridge, Mass.: MIT Press, 1999), p. 110.
. 67. Esta condición es parecida a la que alcanzaron las élites de El Salvador y Guate-
82. Véase Francis Clines, «Maryland Farmers Turn from Tobacco to Flowers», en The
mala antes de firmar el acuerdo de paz de 1991 y 1996, respectivamente. Véase Arnson
New York Times, 25 de febrero de 2001, p. A-12.
(ed.), ojJ. cit. El análisis de Arnson, sin embargo, no atrae la atención sobre los impor-
83. Clifford Kraus, «Desperate Farmers Imperil Peru's Fight on Coca» en The New
tantes efectos del secuestro y de las tasas de homicidio sobre las clases dominantes y su
York Times, 3 de febrero de 2001, p. A-4. Los precios de la coca pasaron de 8 dólares por
decisión de comprometerse en un proceso de paz. En Guatemala, por ejemplo, cada
25libras de hoja de coca en 1997, a 18 dólares a comienzos de 1999 y 40 dólares a finales
mes se cometían de tres a cuatro secuestros de individuos pudientes, lo que represen-
del año 2000. El incremento del precio se atribuye a un número de factores, incluyendo
ta entre 36 y 48 personas secuestradas por año. En 1994, el resultado fue de aproxima-
mejores rutas de tráfico por la vía fluvial, terrestre y marítima, y también mejores comu-
damente 35 millones de dólares en transferencias de dinero hacia las guerrillas o el
nicaciones aéreas.
crimen organizado. Los efectos político-económicos y psicológicos de todo esto sobre
84. La cifra de 23.000 millones aparece en Francisco Thoumi «Las drogas ilegales y
las clases sociales dominantes no son difíciles de imaginar. Los datos sobre Guatemala
relaciones exteriores de Colombia: una visión desde el exterior», en Álvaro Camacho,
provienen de Steve Macko, «Security Problems in Latín America», en ENN Dai('Y RejJort, Andres López y Francisco Thoumi, Las drogas: una guerra fallida: Visiones criticas (Bogotá:
vol. 2, núm. 237, (24 de agosto de 1996).
Tercer Mundo, 1999), p. 120.
68. Para una referencia a la tesis de Zamosc, véase Capítulo 2 de este libro.
69. Zamosc, op. cit., p. 7.
70. Paige, Coffee and Power, ojJ. cit., pp. 1-10, 315-361.
71. Moore, Social Origins of DictatorshijJ and Democmcy, ojJ. cit., p. 460.
72. Mi hipótesis de que la creciente importancia de las inversiones en tierras rurales
por motivos de especulación constituye un nuevo aspecto de los conflictos de la tierra,
no niega que la extracción de plusvalía de los campesinos y de los trabajadores agrícolas
empleados por grandes plantaciones (coca y otros cultivos ilícitos) y por la industria del
agro (como las empresas de aceite de palma, de cultivos de flores y de producción de
lácteos) también hacen parte de la formación de capital y de 9tra fuente de conflictos
sobre la tierra. Los narcotraficantes, por ejemplo, extraen la plusvalía de los cultivado-
res de coca, y al mismo tiempo invierten su plusvalía en tierras con propósito especula-
tivo. En esta conexión, es importante tener presente que la compra de tierra es una
modalidad de lavado de dinero utilizada por los narcotraficantes. '
73. Organizaciones como ANUC y las de cultivadores de coca y las guerrillas suminis-
traron a los campesinos vehículos para organizar su respuesta a las invasiones por parte
del capital rentista.
74. La reforma constitucional de 1991, que resultaba del proceso de paz con el M-19
y el Quintín Lame podría interpretarse en el contexto de una izquierda armada que se
abre espacios políticos en un sistema político excluyente.
75. E~ ~a.sos como los de El Salvador, Nicaragua y Guatemala, la violencia criminal y
los hmmCidiOs aumentaron después de la firma de los acuerdos de paz. En El Salvador,
las tasas de homicidios excedieron a las de Colombia a finales de los años noventa.
76. Gramsci, ojJ. cit., p. 219.
77. Luis Carlos Villegas (presidente de la ANDI), Agenda EmjJresarial jJor Colombia, El
Primer Paso es la Paz, núm. 151 (marzo-abril de 1998), pp. 4-6.
78. !bid.
79. Édgar Reveiz, economista, entrevista con el autor, Bogotá, agosto de 1995.
80. Véase Patríck Baert, <<Unintended Consequences: A Typology and Examples>>, en
International Sociology, núm 6 Uunio ele 1991), pp. 201-210; Also Philippe Van Parijes,
CAPÍTULO SIETE
LA COLOMBIANA DENTRO
COMPARADA

En análisis comparativo empleamos, en primer lugar, el método de


acuerdos y diferencias mediante la identificación de similitudes en las
variables dependientes asociadas con un desenlace común, como suce-
de en aquellos casos en que termina consolidándose un sistema de gue-
rra; y en segundo lugar, el método de identificación de variables
independientes que producen desenlaces diferentes, que corresponde
a aquellos casos en los que la violencia política y la criminal no llevan a
la conformación de sistemas de guerra. Este capítulo estudia tres casos
diferentes: Italia, el Líbano y Angola. Se escogió Italia porque, a pesar
de su violenta historia del siglo XIX y comienzos del siglo XX, no desa-
rrolló un sistema de guerra. La meta aquí es explicar por qué este des-
enlace fue posible en Italia, pero no en el Líbano, Angola y Colombia.
En el Líbano, la violencia se institucionalizó en un sistema de guerra
que colapsó luego de un ciclo de 15 años. El sistema de guerra de Ango-
la continúa tres décadas después de su guerra de independencia.
La mayor parte de la bibliografía sobre la violencia colombiana ha
enfocado la particularidad histórica de sus luchas sectarias entre los par-
tidos Liberal y Conservador. Esta interpretación se basa en las numero-
sas guerras civiles que estallaron en Colombia durante el siglo XIX:
1830-1831, 1839-1842, 1851, 1854, 1860-1862, 1876-1877,1895-1902, y
no menos de 34 rebeliones, según Malcom Deas 1. Este capítulo discute
algunos casos de violencia que den1uestran que la violencia política y la
250 Sistemas de guerra La guerra civil colombiana dentm de una perspectiva comparada 251

criminal colombianas no son SI com- bles 4 • Cuando el débil Estado tomaba medidas represivas -como la ocu-
parativos, como sostiene Deas. pación militar de Milán (que desembocó en la muerte de 80 personas y
450 heridos) o las medidas adoptadas por Crispi, inspiradas por la ame-
ITALIA: UN ABORTADO naza anarquista y que resultaron en la casi total eliminación de la oposi-
ción-, la reacción suscitada obligaba al Estado a abandonar dichas
En el siglo XIX y comienzos sufría típi-
medidas 5 .
cos de construcción estatal aún afectan a la mayoría de las naciones
El aparato de la Policía italiana era corrupto; no disfrutaba de la
del Sur en el siglo XXI. La debilidad Estado italiano, sus mafias y
confianza de las clases dominantes y aún 1nenos de los grupos subordi-
sicarios son bien conocidos su mala fama. Esta fama da pie a análisis
comparativos con como el adelantado por Malcom Deas. Este nados, el blanco principal de su represión. La debilidad del Estado na-
ejercicio comparativo es importante para disipar la idea de que los paí- cía de la carencia de un «hegemón» que se desempeñara como grupo
ses están encerrados en sus propias historias y, por lo tanto, condenados líder transcendiendo sus propios intereses corporativistas y proyectan-
a un ciclo de como sugieren algunos estudios. Con- do una autoridad moral ampliamente aceptada por otras facciones de
cuerdo con ht visión de Deas según la cual Colombia no era un país la clase dominante y los grupos subordinados. Para alcanzar ese objeti-
en el siglo XIX en cuenta los están- vo, el estableciemiento de una hegemonía requeriría aparatos políticos
.._.._'-'·'-'"'·'-'-H'"''"'''· El caso Italia es particularmente y judiciales eficaces y funcionales que permitieran la mediación, el arbi-
no cabe de comparativos que limi- traje y la resolución de los conflictos sociales, evitando así el recurso de
tan el ejercicio a esquemas regionales o a un concepto glob~l de subde- la salida violenta a los conflictos. En estas circunstancias, las violencias
sarrollo. En el y comienzos del el Estado italiano era «débil» política y no política florecieron en Italia.
en el sentido de la élite era de producir un «hegemón», Uno de los paralelismos más importantes con Colombia es el fraca-
acuerdo con los términos de Gramsci, y persuadir a sus súbdi- so del liberalismo del «Risorgimento» italiano, especialmente en los años
tos a aceptar la lógica sobre la cual se basa el sistema político. La élite posteriores a 1878, para resolver el asunto agrario cuando éste alcanzó
italiana de finales del siglo XIX no cumplía aún con la condición más su máxima crisis. De hecho, la violencia política y criminal convergió en
avanzada de hegemonía que Gramsci denomina el «tercer momento» Sicilia y en el Mezzogiorno debido al tipo de estructuras agrarias (grandes
(véase Capítulo 3). terratenientes ausentistas) y a una débil p1 esencia estatal. Los terrate-
El estudio Davis sobre la Italia del siglo XIX describe un nientes sicilianos conformaban una fuerza compacta a la cual, según
Estado cuya en un sistema judicial ineficiente, Davis, no era fácil resistirse ni dividir, lo que dificultaba al Estado el
una Policía y mal y la acción de grupos armados arbitraje o solución de los conflictos con los campesinos6 • Davis obser-
vigilancia privada y paramilitares2 • Para finales del siglo esta situa- vó que una de las variables clave, además de las estructuras económi-
ción desembocó en un alto nivel de violencia, cuyo número de víctimas cas que determinan las diferentes formas de violencia rural en Sicilia y
ascendía a más de 4.000 anuales (16 veces más que la tasa de en el Mezzogiorno, fue la relativa debilidad del . Con creciente
Gran Bretaña), al un superior al 40% de todos frecuencia, los grandes terratenientes dependían de los paramilitares
los crímenes quedaban impunes 3 • En muchas partes del país la legitimi- de la Mafia para ejercer el control social y salvaguardar sus grandes
dad del Estado era se sentían alienados, re- extensiones de tierra. La revueltas campesinas y la violencia criminal
probaban las del Estado principio y obstruían a sus se dieron a causa de la relativa debilidad del Estado para resolver los
representantes. La de dichos notables, sin embargo, se esta- conflictos sociales.
ba viendo simultáneamente erosionada por ca1nbios económicos. La El mafioso, según Anton Blok, era un e1npresa1io violento especiali-
impresión que se tenía era que, aun si dichos notables hubieran consti- zado en la mediación econó1nica y política entre las clases sociales tradi-
tuido las bases de clase del nuevo Estado, habrían sido pilares ende- cionales, y entre el ca1npo y el rnundo exterior"'. El mafioso desempeñaba
252 Sistemas de gueTra La guerra civil colombiana dentro de una jJe1:()jJectiva co1njJarada 253

un papel clave en el manejo de los procesos conflictivos y en la acomo- Es interesante observar que la Mafia siciliana ta1nbién colaboró con
dación entre el Estado, la clase terrateniente y los campesinos, en la las Fuerzas Aliadas. Los servicios de inteligencia estadounidenses ha-
medida en que monopolizaba los principales puntos de articulación bían establecido contactos con los jefes de la Mafia estadounidense y,
políticos, coercitivos y económicos entre el campo y los sistemas ecQnó- por su intermedio, con los mafiosos italianos para facilitar la invasión.
micos y políticos más vastos. Por ende, la Mafia italiana del siglo XIX Posterionnente, muchos mafiosos fueron cornpensados con cargos po-
cumplía el papel de mediador económico. La similitud más significativa líticos en las ad1ninistraciones locales. A partir de 1947 se estaba bos-
entre los grupos paramilitares en Colombia y la Mafia en Italia (hasta quejando la Guerra Fría, lo que llevó a la expulsión de los grupos de
1922) está en la relación que mantuvieron con las instituciones políticas izquierda del gobierno nacional. La tendencia derechista de la Demo-
y en la legitimidad que obtuvieron a partir de esa relación. cracia Cristiana (DC) persuadió a los terratenientes y a la Mafia -los
En Italia, la unificación del país se basaba en la alianza táctica entre abanderados del Movimiento Separatista- a cerrar filas en contra de la
la burguesía industrial del Norte y la élite terrateniente del Sur; alianza izquierda 12 . Desde ese entonces, la De1nocracia Cristiana atunentó su
que moldeó el sistema político hasta 1922, cuando llegaron los fascistas dependencia de la Mafia local.
al poder. Los términos de la alianza fueron la perpetuación del orden En 1950, se introd1.~o una reform_a agraria bajo la cual el 20% de la
social y económico en el Sur, total libertad de acción para las élites do- tierra agrícola en Sicilia y dos terceras partes ele la tierra ocupada por
minantes a escala local y acceso a los recursos por parte de los diputados latifundios pasaron a manos de pequeúos ca1npesinos. Como resulta-
del Sur a cambio de un respaldo incondicional en el Parlamento a cual- do, la Mafia -en su calidad de guardián armado de las clases terr-ate-
quier mayoría gubernamental, independientemente de su programa. Por nientes y de «intermediario privilegiado» entre los campesinos y la élite
consiguiente, el Estado delegó en las élites locales el poder para gober- terrateniente- sufrió una transformación 1g. La Mafia se adaptó a las
nar a nombre suyo, y éstas, a su turno, asumieron las funciones de man- nuevas condiciones del mercado en Sicilia, en el resto del país y en el
tenimiento del orden y estabilidad social en el campo. 1nundo, co~1stituyéndose en una fuerza forn1idable con una relación
Como argumenta Judith Chubb, en ausencia de una autoridad del simbiótica con el Estado y sus instituciones.
Estado central y de la 1nayoría de la clase terrateniente (que en su ma- El sociólogo Pino Arlacchi, especialista en crimen organizado, es quien
yor parte vivía en los centros urbanos), la élite local se convirtió en la n1ejor ha descrito este proceso de transforn1ación. Él argumenta que du-
otra cara de la Mafia o, como mínimo, en su protectora. La Mafia tam- rante los aúos sesenta y setenta «aprovechando las alteraciones en el cli-
bién sirvió de agente armado del Estado en la represión de la oposición ma económico e institucional de los años setenta, los 1nafiosos de tipo
9
política • Esto se observó entre 1943 y 1950 en Sicilia, un período mar- gánster desarrollaron sus actividades económicas a un grado tan espect:'l-
cado por revueltas campesinas y ocupaciones masivas de grandes 'ha- cular que hoy por hoy habría que incluirlas dentro de las empresas más
ciendas'; hechos liderados por los partidos Comunista y Socialista, que poderosas». A lo que aúade: «El Estado logró establecer un monopolio
exigían una reforma agraria. Durante este período, la Mafia se alió en de la fuerza durante las dos décadas precedentes [años sesenta y setenta]
un comienzo con el Movimiento Separatista Siciliano (dominado por contribuyendo así, al cerrarles cualquier otra alternativa, a la conversión
los grandes terratenientes que temían la creciente influencia de la iz- de los mafiosos a actividades criminales». Este autor concluye que se per-
quierda) e incorporó muchos bandidos al Movimiento Separatista para lnitió al Estado poner el repertorio cornpleto de comportamientos vio-
formar una fuerza armada destinada a hostigar a campesinos y partidos lentos y agresivos -que tipifican el cornponente cotidiano del hombre
10
de izquierda . La amenaza de un movimiento campesino en conjunto de honor de los aúos treinta-, al servicio de la acumulación de 1iquezas
con las crecientes tensiones nacidas de la Guerra Fría reforzó los lazos por 1nedios legales e ilegales 14 . El resultado de esta compleja relación en-
entre los demócratas cristianos y la Mafia, ambos claramente anticomu- tre la Mafia y el Estado y de sus n1utaciones -correspondientes a caln-
nistas11.
bios políticos, sociales, culturales y econónücos-, fue una sin1biosis en
la cual la l\1afia actuaba cmno «hegernón» en el n1ercado del crimen
254 Sistemas de gue1Ta La guerra civil colombiana dentro de una perspectiva comparada 255

controlando los niveles de crÍlnenes violentos, con lo cual complen1en- a 1993 entre la Mafia, la Policía italiana y el establecin1iento judicial no
taba en buena parte las funciones del Estado. Esto puede explicar par- afectaron sus lazos con el establecüniento político 20 • Como puede apre-
cialmente la disminución del número de hon1icidios relacionados con ciarse en el estudio de Savona sobre los contratos públicos, lo que forta-
el oimen organizado desde los aúos cincuenta. leció esta relación fueron los intereses económicos y políticos comunes.
Otro factor ünportante que contribuyó a la reducción de la violen- Jefes de la Mafia con inmensos recursos a su disposición fueron capaces
cia fue la renuncia del Partido Co1nunista (PC) al uso de la violencia de financiarcan1paúas políticas y suministrar el apoyo logístico a aspi-
política como medio para tomarse el poder, y su aceptación de las reglas rantes políticos, y los políticos cosecharon las ganancias económicas
del juego político. Esta posición del PC negó a grupos revolucionarios obvias de sus relaciones con la Mafia.
más pequeños, como las Brigadas Rojas, con sus tácticas violentas, la opor- El ejercicio de la violencia por parte del crimen organizado ha sido
tunidad de convertirse en un verdadero reto a la hegemonía del Estado y selectivo, enfocado únicamente en contra de sus oponentes dentro de
de lograr un respaldo significativo entre las clases trabajadoras y los can1- organizaciones estatales, en particular la rama judicial y la Policía. Se trata
pesinos. Esto evidencia que los instnunentos de colaboración entre clases de una estrategia de garrote y zanahoria, en la cual la violencia sólo se
institucionalizados bajo el Estado Providencia ampliaron la base social utiliza como último recurso y en contra de servidores públicos que no
del Estado y consolidaron su posición hegemónica sociaP 5 . colaboren, para elüninar la competencia en el1nercado del crin1en y
De esta manera, la violencia en Italia no se arraigó tanto como en para asegurar la sumisión del mercado. Las tasas de criminalidad rela-
Colombia y no se convirtió en un sistema de guerra. La fortaleza contra- tivamente bajas de Italia a finales de los años noventa atestiguan la
hegemónica opuesta al Estado (la izquierda) no dispuso de la fuerza base social de apoyo al Estado y de la efectividad de la fórmula política
suficiente para constituirse en un verdadero oponente en terminas po- de 1948 en la reducción de crímenes violentos sin destruir la simbiosis
lítico-Inilitares; y las clases dominantes y élites políticas lograron cons- con organizaciones criminales más «pacificadas» y globalizadas. Que-
truir un nuevo consenso hegemónico que incluyó un modus vivendi con da por ver cuándo y cómo la simbiosis entre la Mafia y el Estado se verá
el crimen organizado. La amigable relación entre el Partido Social De- transfonnada o desmantelada y si esto afectará los niveles de crünina-
mócrata, que dominó el escenario político durante la mayor parte del lidad.
siglo XX, y la Mafia apoya este argumento 16 • De hecho, algunos de los
dirigentes más pron1inentes del Partido De1nócrata Cristiano, incluso EL CICLO DEL SISTEMA DE GUERRA EN EL LÍBANO
Giulio Andreotti han tenido vínculos con el crimen organizado desde
7
Se pueden apreciar paralelos históricos entre el Líbano, Colombia e
1947. El estudio de Ernesto Savona sobre la Cámara de Diputados brin- Italia. En el Líbano del siglo XIX sucedieron varias revueltas campesi-
da evidencia de la manipulación por parte del crimen organizado del nas y conflictos sectarios (1820, 1830, 1845 y 1860), liderados por caci-
sistema de contratación pública y sus repercusiones sobre la asignación ques feudales 21 . Después de obtener su independencia en 1943, el
de recursos y políticas públicas 17 . El estudio de Savona y el caso Andreo- gobierno del país se estableció sobre la base de un arreglo consensual
tti son ejemplos de la simbiosis que surgió desde 1947 entre el crimen que dividía el poder entre los líderes de sectas (el equivalente funcio-
organizado y el Estado 18 • nal de liberales y conservadores en Colo1nbia). La distribución del
La violencia presente en las etapas previas de la historia de Italia no poder político se basaba en el censo de población de 1932 (único censo
moldeó la histo1ia posterior a la Segunda Guerra Mundial, en parte oficial desde esa época), en el cual la relación de musulmanes a cristia-
porque el PC italiano, la fuerza más ilnportante de la izquierda, aban- nos era de 5:6.
donó las tácticas de luch.a armada con1o n1edio para llegar al poder En 1975 comenzó la guerra civil, causada en parte por la incapaci-
político, y en parte debido a la sünbiosis Estado-Mafia. La tasa de hmni- dad de la estructura política consensual del Estado para adaptarse a
cidios registrada en Italia en 1994 ( 4,7 por 100.000) figura entre las 1nás los ca1nbios. El surgilnien to de nueyas fuerzas sociales, la creciente
b~as del mundo industriaP~ • Los enfrentan1ientos internütentes de 1983
1
polarización de clase, la desigual distribución de ingresos, así con1o
256 Sistemas de guer-ra La guerra civil colombiana dentro de una perspectiva comparada 257

diferencias regionales, exacerbaron la necesidad apre1niante de una la simple existencia de altos índices de violencia no es un indicador de
representación política n1ás igualitaria entre musuln1anes y cristianos que un sistema de guerra esté funcionando. Lo que es más importante
después del can1bio demográfico en favor de los primeros. Otro catali- para nuestro propósito en este caso es la violencia derivada de la crisis
zador importante fue el desbordamiento del conflicto árabe-israelí, que hegemónica del Estado, exacerbada por una oposición armada con cre-
interfirió con los conflictos internos del Líbano, en particular su divi- dibilidad, lo que produce un impasse.
sión sectaria. Israel y Estados U nidos tomaron parte con los partidos Las partes en conflicto en el Líbano comenzaron adaptándose a una
políticos cristianos de derecha, y la entonces Unión Soviética y algu- guerra de baja intensidad, interrumpida por estallidos ocasionales, que les
nos Estados árabes apoyaron a la alianza n1usuhnana de izquierda. permitió acumular activos políticos, económicos y culturales que exce-
Justo antes de la guerra civil de 1975, el Líbano tenía una élite polí- dían los costos de la guerra. En consecuencia, una condición de «cómo-
tica fragn1entada y una sociedad polarizada a lo largo de líneas políti- do impasse>> se instauró durante la mayor parte del período de 1977 a
cas, de clase y sectarias. La base social del Estado estaba profundamente 1990. La guerra era institucionalizada, y se establecieron algunas reglas
afectada por conflictos intraélite y por el surgimiento de una fuerza con- básicas, como la creación del Comité de Cese el Fuego, para regular la
trahegemónica con suficiente fuerza para desafiar la autoridad del Esta- guerra. Acuerdos tácitos e implícitos se lograron para coordinar la im-
do en la mayor parte del tenitorio nacional, con el apoyo de las guerrillas posición de gravámenes a los bienes importados que transitaban entre
palestinas. La oposición armada logró establecer su control sobre aln- las distintas zonas de dominación, las transferencias de capital y de títu-
plias regiones del país, y tenía la fuerza suficiente para ganar.si no hu- los de tierra y la protección de la propiedad privada. Estos acuerdos se
biera sido por las condiciones regionales e internacionales que hacían entre los líderes de las milicias en sus propias localidades. La
impidieron una victoria n1ilitar co1npleta. La intervención militar siria cantidad total de dinero que circulaba en la economía de guerra era
en 1976, con el apoyo de Estados Unidos y el consentüniento de Israel, aproximadamente de 900 millones de dólares anuales (cerca de 25%
venció a la alianza izquierdista-palestina e ünpidió que la izquierda de- del PIB) eqtre 1978 y 1982 22 • Estas sumas se repartían así: la Organiza-
rrocara los últimos bastiones del Ejército del Estado y de sus aliados, las ción para la Liberación de Palestina ( OLP) aportaba 400 millones, las
milicias de derecha. fuerzas extranjeras donaban 300 millones a las distintas milicias y los
Estas condiciones internacionales y el consecutivo realinea1niento 200 millones restantes provenían de fuentes libanesas internas, por con-
de fuerzas precipitaron un imjJasse n1ilitar que duró 1nás de quince años, cepto de renta de protección 23 •
durante los cuales las partes en conflicto can1biaron en términos de li- El sistema de guerra generó nuevas fuerzas sociales y políticas. Una
derazgo, composición de clase y programas políticos. Pero, lo que es nueva clase de empresarios de guerra surgió, capitalizando los recursos
Inás ünportante, alcanzaron a ajustarse a unas condiciones de guerra de provenientes de la importación de bienes de contrabando, de armas y
baja intensidad y a establecer una econo1nía política positiva, en térmi- del narcotrá±1co 24 . Esa nueva clase acumuló recursos económicos signi-
nos de las ganancias económicas y políticas que este impasse les permitió ficativos, y pronto se hizo candidata a una reincorporación a la clase
acumular. En contraste con Italia, la violencia en el Líbano evolucionó dominante. Esta situación es muy similar a la que ocurrió en Colon1bia
hacia un sisten1a de guerra donde la oposición armada logró sostener con la narcoburguesía y los líderes paramilitares (Pablo Escobar, los
una guerra por más de quince años. Esto sucedió en el Líbano y no en hermanos Rodríguez y Carlos Castaiio), que intentaron asimilarse den-
Italia porque el Estado italiano logró establecer una base de colaboración tro de la burguesía y la élite política tradicional. En el Líbano, los líde~
de clase y política, que se 1nanifestó en el corporativisrno bajo Mussolini, res de las milicias buscaron el poder político, y en 1990 se volvieron
y posterionnente se expandió bajo el Estado Providencia de la Delnocra- partícipes de la nueva élite en el poder; tal es el caso de Nabih Berri,
cia C1istiana. En contraste, la élite política y las clases donünantes del líder de la milicia chiita Amal; Ily Hubaika, líder de una facción de las
Líbano fueron incapaces de rediseii.ar fórnnllas políticas aceptables que Fuerzas Libanesas, un grupo maronita de derecha, y Samirjaja, líder de
pudieran servir de base para reconstruir la hegen1onía. De esta fonna,
258 Sistemas de guerra La gueTra civil colombiana dentro de una perspectiva comparada 259

las Fuerzas Libanesas. La mayoría de los nuevos miembros de la élite intergrupales e intragrupos. Uno de esos conflictos, que fue una causa
política venían de la pequeña burguesía o de las zonas rurales. crítica de la dinámica sistémica que llevó al colapso del sistema de gue-
Por consiguiente, aun si el sistema de guerra era el producto de un rra en 1990, fue la llegada de un nuevo jefe del Ejército, Michel Oun,
i1npasse militar, la dinárnica de sistema generó nuevas fuerzas sociales quien en búsqueda de suprernacía cambió las reglas de juego del siste-
que se volvieron parte del sistema de paz establecido desde 1990. Los Ina de guerra, en su intento por rediseñar las líneas de batalla institucio-
líderes del sistema de guerra tomaron parte en los elementos constituti- nalizadas desde 1977.
vos de la hegemonía restaurada sobre la base del Acuerdo Taif. Los ca- Ese intento generó una reacción en cadena que propulsó la guerra
sos del Líbano y de Colombia invitan a una revisión del muy citado dictum hacia niveles sin precedentes. El precio de los daños causados por esta
de Clausewitz, según el cual la guerra es una continuación de la política nueva fase de la guerra (que duró menos de dos años) fue calculado en
por otros medios. Una descripción más acertada podría ser que la políti- 2.000 millones de dólares en daños a propiedades, es decir, aproxima-
ca es la continuación de la guerra por otros medios. Esto se aplicaría mejor damente 8% de los 25.000 rnillones de dólares que el Líbano perdió
a las sociedades caracterizadas por agudas divisiones políticas, sectarias, durante la guerra civil en términos de infraestructura e instalaciones de
étnicas, raciales y de clase, y por crisis crónicas de la hegemonía del Esta- producción. El costo militar de la «guerra de liberación» de Oun contra
do. La guerra, en estos casos, no se debe concebir o analizar como una las fuerzas de paz sirias y sus aliados libaneses fue cercano a 150 millones
anomalía o una aberración de los procesos históricos, sino como una par- de dólares mensuales, para alcanzar un total de 1.000 millones de dóla-
te integral de ellos. res. Estos costos incluyen los salarios de los soldados, el precio de armas y
Una pregunta importante viene al caso: ¿cómo puede un sistema de n1uniciones, insumos y gastos médicos 26 • Esta fase de la guerra, de hecho,
guerra transformarse en un sistema de paz? El caso del Líbano podría destruyó las bases económicas del sisterna de guerra. El costo de la gue-
dar elementos de respuesta. El sistema de guerra en el Líbano alcanzó rra se volvió exorbitante, excedió de lejos las capacidades de extracción
un alto nivel de institucionalización, y su economía sobrepasó los secto- de renta de los actores locales. La economía de guerra sencillamente no
res tradicionales de la economía -de hecho, los absorbió-. El sector se podía mantener, especialn1ente con el apaciguamiento de la Guerra
de la banca y de las finanzas, por ejemplo, floreció durante el influjo y la Fría, lo que hacía aún más remota la posibilidad de una asistencia mili-
circulación de los dineros de la economía de guerra25 • El hecho de que tar extranjera.
ese sector sufriera una caída económica cuando se terminó la guerra no En términos de la teoría de sistemas, el sistema de guerra libanés fue
constituye una sorpresa. Algunos sectores de la clase comercial también principalmente bipolar hasta 1988, y se componía de una fuerza hege-
fueron incorporados a la economía de la guerra, con la ayuda de la mónica en el campo cristiano de derecha y una coalición hegemónica
descentralización del comercio que fue impulsada por la guerra. El dis- por el lado musulmán izquierdista. El ejército libanés se fragmentó en
trito comercial de Beirut fue un teatro importante de la guerra, lo que distintas facciones, pero el corazón de la fuerza combatiente se quedó
obligó tanto a los viejos comerciantes como a los nuevos a desplazar sus bajo la tutela hegemónica maronita de derecha, hasta la llegada del
actividades hacia nuevas zonas. Entonces, ¿cómo pudo ocurrir el des- general Michel Oun como comandante de las Fuerzas Annadas, y poste-
mantelamiento de un sistema tan institucionalizado y dominante? riormente co1no primer ministro interino de 1988 a 1990. Oun trató de
La dinámica de sistemas nos da la respuesta. Los sistemas son gene- monopolizar el liderazgo de la coalición rnaronita cristiana y de utilizar-
ralmente impredecibles, ya que las causas y los efectos no son lineales la para «liberar» al Líbano entero. Intentó can1biar las reglas del cón1o-
en el sentido de que unas entradas X producen invariablemente una do impasse en su «guerra de liberación» contra las fuerzas sirias y sus
cantidad igual de salidas Y. Pero lo que nos enseílan los sistemas com- aliados, y en la «guerra de liquidación» contra las milicias de derecha
plejos es que unas entradas X podrían producir desenlaces impredeci- -las Fuerzas Libanesas- que buscaban carnbiar las líneas de batalla y
bles Z. En el Líbano, el sisterna de guerra generó nuevas fuerzas y élites conquistar territorios ocupados por otros actores annados. El «nuevo
políticas, pero este proceso estuvo acornpailado de violentos conflictos juego» del general Oun nunca se institucionalizó, porque coincidía con
260 Sistemas de guerra La guer·ra civil colombiana dentro de -;u/rW persjJectiva comparada 261

cambios regionales e internacionales (Guerra del Golfo, Perestroika y ral. El conjunto interno de reglas tácitas puede ser afectado en cualquier
colapso de la Unión Soviética), que no estaban en coherencia con las mo1nento, llevando a su colapso o, con1o dice Zartman, a una «situación
reglas del nuevo juego, lo que exigió un escalamiento del conflicto en el 1nutuamente hiriente» 29 • Tales momentos son generalmente los más opor-
Líbano. Éste quedó envuelto en un clima internacional bajo el cual se tunos para la mediación de terceros, con1o lo demostraron los eventos en
produjo la aproximación entre Siria y Rusia con Estados Unidos, desa- el Líbano. En 1990, las facciones en guerra estaban agotadas por el dra-
rrollos que modificaron el contorno del conflicto libanés. mático auge en los niveles de violencia, lo que permitió que la mediación
La guerra de 1989-1990 entre Michel Oun y las Fuerzas Libanesas regional e internacional fuera efectiva en encontrar una solución al con-
llevó al debilitamiento de estas últimas en los planos militar y político. flicto, con la firma del Acuerdo Taif en Arabia Saudita.
La guerra también significó la pérdida de aproximadamente 55% de los El Líbano es un buen ejemplo del ciclo de vida del sistema de guerra,
recursos n1ensuales de las Fuerzas Libanesas, debido a que sectores im- desde su nacimiento, pasando por una etapa de n1adurez, hasta su colap-
portantes pasaron bajo control de Oun, como el puerto de Beirut so. Si una economía política positiva se desarrolla bajo un impasse militar,
(200.000 dólares), el catastro (800.000 dólares) y los impuestos sobre y si este impasse se vuelve cómodo, el sistema de guerra se puede mante-
áreas residenciales, casinos, restaurantes y distritos comerciales (250.000 ner por un período largo 30 • En el Líbano, el sistema de guerra no sólo
27
dólares) . En este enfrentamiento, la destrucción alcanzó niveles de- dependía del comportamiento, objetivos e incentivos de los actores, sino
vastadores. Las Naciones Unidas calculan que de enero a marzo de 1990, que también estaba moldeado por los efectos sistémicos de todos aqué-
aproximadamente 1.500 personas murieron, 3.500 resultaron heridas, llos, cuando entraban en competencia con los objetivos de otros acto-
100.000 emigraron y más de 32.000 se convirtieron en refugiados. El res. Ni Michel Oun, ni sus opositores podían anticipar los efectos
daño n1aterial a la infraestructura del país fue de aproximadamente 500 sistémicos de sus propias acciones. Oun fue tildado de «mentalmente
millones de dólares, y el ingreso per cápita cayó de 1.150 dólares en inestable» sólo porque violó las «reglas estándares» del sistema de gue-
1987 a 800 en 198928 •
rra en un, intento por cambiar los límites del sistema, lo que llevó la
La rápida caída del PIB per cápita y la concomitante inflación del violencia a proporciones sin precedentes. No se puede decir aquí si Oun
100% no sólo afectaron a las clases medias y pobres, sino también a realmente era inestable, pero lo más importante es que Oun cayó vícti-
sectores importantes de la burguesía industrial y comercial. Segmentos ma de una dinámica de sistemas que él ayudó a desencadenar, al equi-
de esta última, que fueron decisivos en la financiación de las milicias de de- vocarse en el cálculo de probabilidades y al fallar en la previsión de la
recha, pagaron un precio aún más alto cuando surgió un conflicto in- serie de consecuencias de sus estrategias agresivas.
terno dentro de los mismos grupos políticos de derecha. Muchas de sus El caso del Líbano apoya la tesis según la cual las sociedades fraccio-
industrias y de sus centros comerciales fueron destruidos; el conflicto nadas tienden a padecer guerras más largas que aquellas sociedades con
puso de relieve la gravedad de las fracturas políticas internas dentro de menos fraccionamiento, en particular cuando los actores locales se be-
los grupos de derecha, subrayadas por una lucha de poderes entre líde- nefician del apoyo financiero de fuentes extranjeras. Esta comproba-
res ambiciosos, y dejó al descubierto las profundas diferencias dentro ción contradice los resultados de Paul Collier y sus colegas, que sugieren
de los sectores de la burguesía que los apoyaban. U nos miembros de que las sociedades hom_ogéneas y las altamente fraccionadas tienen gue-
esta clase tomaron parte con el general Oun, otros siguieron leales a las rras civiles más cortas que aquellas que son moderadamente fracciona-
Fuerzas Libanesas, otro sector apoyó a un grupo disidente de las Fuer- das31. De hecho, el Líbano es altamente fraccionado, y Colombia es una
zas Libanesas y algunos tomaron una posición neutral. El desenlace, sin sociedad 1nás homogénea en términos de su composición social, étnica
embargo, fue la erosión de la unidad política que había permitido man- y religiosa (80% de los colon1bianos son mestizos y católicos). Ambos
tener una guerra de baja intensidad durante 1nás de quince años. · países, sin e1nbargo, han presenciado guerras duraderas. La guerra del
De esta manera, cambios en la dinámica interna del sistema, o en su Líbano duró más de 15 años, y la guerra civil en Colombia lleva más de 35
entorno, ilustran la naturaleza preca1ia de los sisten1as violentos en gene- aii.os. Explicar estos dos casos, así con1o la guerra civil en Angola, por las
La guerra civil col01nbiana dentro de una perspectiva comjJa'rada 263
262 Sistemas de guerra

idiosincrasias es evitar la pregunta central: ¿por qué tienden algunos emprender la guerra de guerrillas, con el apoyo de su base étnica y
conflictos a ser 1nás largos que otros? He argumentado en otros trabajos aprovechando las alianzas políticas regionales con el ex dictador Mobu-
que estas «ano1nalías» se pueden explicar en términos de la cor~junción tu Se se Seko de Zaire (hoy República Den1ocrática del Congo). Pero lo
de los tres factores que llevan a la formación del sistema de guerra, y que realmente impidió que las fuerzas guberna1nentales tuvieran una
que hemos discutido antesg 2 • Los capítulos anteriores trataban el caso victoria decisiva fue el control de la UNITA sobre las regiones diamantí-
colombiano demostrando que, de hecho, estos tres factores coincidie- feras, lo que le permitió construir un ejército convencional con tan-
ron, lo cual explica la larga duración del conflicto. ques, aviones y otros armamentos pesados. Tales adquisiciones han
ayudado a mantener un equilibrio de fuerzas y un i1npasse que ninguno
EL SISTEMA DE GUERRA DE ANGOLA de los dos lados ha logrado quebrantar hasta la fecha.
Desde la ruptura del acuerdo de 1992, la UNITA ha recibido entre
Angola logró su independencia de Portugal en 1975, y antes de poder 3.000 m.illones y 4.000 millones de dólares por ventas de diamantesg .
4

consolidarse el poder del Estado se desató un conflicto entre las gueni- Esto equivale a un promedio de 300 millones de dólares por año, y cons-
llas que habían, combatido por la independencia. La lucha de poder en- tituye un porcentaje representativo de los 3.000 millones de dólares del
tre el Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) y la Unión PIB en 1998g5 . Con el control del negocio de los diamantes, la UNITA
Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA) llevaron a ha podido desarrollar una economía política positiva. La guerra de baja
una división del poder, donde el MPLA (la facción más fuerte) domi- intensidad aún no ha erosionado sus fuerzas, bien sea en términos polí-
naba el Estado y controlaba amplias partes del territorio nacional, y la ticos (disidencia interna o fragmentación) o militares (muertes en com-
UNITA controlaba las otras regiones y se beneficiaba del apoyo de Su- bates)g6. La extracción de diamantes y los in1puestos por concepto de
dáfrica, entonces bajo el régimen de apartheid, y de Estados Unidosg'1. El protección a las e1npresas y a los miles de mineros (garimpeiro) le permi-
caso de Angola difiere del caso italiano, pero se acerca al caso libanés, tió fortalecer sus capacidades para la guerra y la construcción del Esta-
cuyo conflicto intraélite dañó la independencia del país en 1943, y si- do. Esto fue posible en el período 1994-1998, durante el cual se produjo
guió ininterrumpido durante el resto del siglo, culminando en una gue- una caída significativa de la intensidad de la guerra, lo que permitió
rra civil. También los conflictos intraélite han sido abundantes en
tanto a la UNITA como al Estado reagruparse y volver a armarse. Duran-
Colombia desde la independencia del país en 1819, y han debilitado la
te este período la UNITA fortaleció su base de poder en la región orien-
capacidad de hegemonía del Estado.
tal y mejoró tanto su capacidad administrativa como su maquinaria
La guerra civil en Angola ha pasado por altibajos desde 1975, culmi-
guerrera, es decir, consolidó su fuerza antihegemónica para el enfrenta-
nando en el acuerdo de 1992, que fue facilitado por los cambios interna-
miento contra el Estado. En consecuencia, retrospectivamente, la gue-
cionales que siguieron al final de la Guerra Fría y al derrocamiento del
rra de baja intensidad que dominó durante el período de 1992 a 1997
régimen de apartheid en Sudáfrica. El acuerdo hubiera convertido a la
pennitió el desarrollo del siste1na de guerra, ya que ambas partes, dado
UNITA en fuerza de oposición, con su líder,Jonás Savimbi en el puesto
el equilibrio de fuerzas y los costos de la guerra, se ajustaron a estas
de vicepresidente. Pero este acuerdo se derrumbó pronto, y la UNITA
condiciones. En Angola, como en el Líbano y en Colombia, un cómodo
terminó controlando las regiones diamantíferas de Lunda Sul y Lunda
impasse se instauró durante la mayor parte de los años noventa.
Norte. El fracaso institucional del Estado, que no logró convencer a la
El sistema de guerra no es lineal; es un sistema abierto, sensible a los
UNITA de aceptar un arreglo permanente, y tampoco pudo vencerla,
cambios de su entorno. El derroca1niento en 1998 del régimen de lVIo-
constituye las dos primeras condiciones de un sistema de guerra, que
butu Sese Seko, que apoyaba a la UNITA, can1bió la dinámica del siste-
hasta la fecha ha causado la muerte de 500.000 angoleños.
n1a de guerra en Angola y convirtió la guerra de baja inténsidad en una
En el transcurso de la guerra civil, el equilibrio del poder ha cam-
de alta intensidad, donde las dos partes libraron largas batallas. El Esta-
biado de un lado para otro, sin que ninguno logre una victoria rnilitar
do, capitalizando sobre la caída de l\1obutu, buscó asestarle un golpe
decisiva. Luego de cada derrota, la UNITA pudo reagruparse y volver a
La guerra civil colombiana dentro de una penpectiva comparada 265
264 Sistemas de guerra

decisivo a la UNITA expulsándola de las regiones diamantíferas. Pero el territorial (muy similar a las guerras de las esmeraldas en Colombia a
intento fracasó, porque los ataques a Kabila, sucesor de Mobutu en Zai- finales de los años ochenta) entre intermediarios: generales del Ejérci-
re obligaron a Angola a salir en su apoyo. La UNITA capitalizó la crisis to, mercenarios de Sudáfrica, negociantes de África occidental, gendar-
de Kabila aliándose con las milicias hutu de Ruanda, y recuperó exitosa- mes zaireños en exilio, policías antimotines, compañías mineras y
mente el terreno perdido, lo que pennitió que el sistema de guerra con- co1nbatientes de la UNITA38 . En los siguientes años, sin embargo, UNI-
tinuara con sus altibajos. A comienzos del año 2000, la UNITA perdió TA llegó a convertirse en la mayor fuerza de esas dos regiones (Lundas),
39
una parte del territorio diamantífero contra las fuerzas gubernamenta- al regular el comercio de diamantes .
les, lo cual, aunado con el agota1niento de viejos sitios mineros, provocó La UNITA temía las consecuencias militares, políticas y económicas
una caída de 50% de sus ingresos, que pasaron de 300 millones a aproxi- de una posible pérdida de la región de Lundas, y consideró que el Pro-
madamente 150 millones de dólares anuales 37 . Esa caída de los ingresos tocolo de Lusaka y el Acuerdo de 1998 no cumplían con la definición
disminuyó las capacidades guerreras de la UNITA, pero sería prematu- de sus privilegios en la región ni estipulaban cómo legitimar estos privi-
ro que el gobierno se regocijara, ya que el tesoro de guerra de la UNITA legios en un acuerdo futuro. Esto se volvió un obstáculo que hizo más
está calculado en varios miles de millones de dólares, lo que es suficien- complicada la aplicación del acuerdo. Para empeorar todo, la guerra
te para mantener una fuerza 1nilitar amenazante por muchos años, si las civil angoleña se entremezcló con los realineamientos políticos conse-
otras condiciones permanecen. Los sisten1as de guerra de Angola y el cutivos a la caída de Mobutu en Zaire y con el mercado de los diaman-
Líbano tienen una característica en común: el impasse militar subsiste a tes, un negocio de 40.000 millones de dólares que involucra a Angola,
pesar de los altibajos causados por la dinámica del sistema de guerra, lo Congo, Sierra Leona y Liberia. La UNITA es un actor de primer rango
que facilita el acomodo de las facciones en conflicto. Esta misma carac- en este mercado, así como lo son los proveedores de armas estadouni-
terística, como lo hemos discutido en los capítulos anteriores, se puede denses y las multinacionales del diamante (como De-Beers, la compa-
notar en el caso colombiano. ñía sudafrtcana) 40 • Los sistemas de guerra son, pues, sistemas abiertos
El proceso de construcción de Estado en Angola ha quedado atra- con fronteras porosas.
pado en el entorno político de la Guerra Fría, aprovechado por las Existen similitudes y diferencias importantes en las guerras civiles de
dos partes en conflicto para consolidar su lucha por el poder. El parti- Angola, el Líbano y Colombia. Los grupos en guerra dependen de apo-
do en el poder (MPLA) estaba apoyado por la Unión Soviética y Cuba, yos financieros y militares externos durante la primera fase (Líbano, 1975-
y la UNITA, por Sudáfrica y Estados Unidos. Ese equilibrio hizo difícil la 1980; Angola, 1975-1989; Colombia, 1964-1980). Los Estados respectivos
resolución del conflicto, ya que faltaban los elementos básicos para un también dependían de la ayuda extranjera, así como de la consecución
arreglo exhaustivo, es decir, una fórmula de repartición del poder que de sus propios recursos en la primera fase de la guerra civil. Sin embargo,
permitiera el ejercicio de la hegemonía del Estado. El fin de la Guerra durante la segunda fase, los actores (incluyendo el Estado, en particu-
Fría y el derrocamiento del apartheid en Sudáfrica significó una nueva lar sus fuerzas armadas) lograron establecer sus estrategias de cobran-
fase en la guerra civil, en la que ambos actores ajustaron sus metas y za de rentas y pudieron encontrar suficientes recursos para acumular
estrategias para una guerra de baja intensidad con explosiones ocasio- una economía política positiva. En esta segunda fase, los actores capi-
nales. Anote1nos que el rechazo por parte de la UNITA del acuerdo de talizaron sobre la extracción de recursos a partir de múltiples fuentes.
paz de 1992 estuvo fundado en su control de las regiones diamantíferas. En el Líbano, por ejemplo, los principales actores armados contaban
En consecuencia, la UNITA rediseñó su estrategia política y militar en con impuestos, inversiones, contrabando de armas y de bienes y nar-
vista de la buena perspectiva de obtener un acuerdo mejor en el futuro. cotráfico. En Colo1nbia el Estado contaba con los impuestos y las ren-
En ese momento, el Estado promulgó una ley que permitía a individuos tas provenientes de la protección de las zonas auríferas y mineras, mientras
la posesión y la venta de diamantes, lo que desencadenó una guerra que los rebeldes y el crin1en organizado contaban con el secuestro, la
La guerra civil colombiana dentro de una perspectiva c01nparada 267
266 Sistemas de guerra

extorsión y el narcotráfico. En Angola, la UNITA y el Estado contaban completo. Estos tres trayectos capturan algunos de los principales tipos
con la extracción de rentas a partir de recursos naturales (diamantes y de sistemas de guerra en el mundo, de los cuales las otras guerras pro-
petróleo). longadas son variantes. Esos bosquejos comparativos intentan darle un
La capacidad de los actores de acumular recursos para mantener el enfoque más agudo al sistema de guerra colombiano y generar más pre-
sistema de guerra no representa una garantía para su perpetuación inde- guntas sobre las guerras prolongadas, y nos parecen dignos de profun-
finida, ya que los sistemas padecer contingencias y cambios en su dizar rigurosamente en estudios futuros.
entorno. En el caso libanés, por ejemplo, la aparición de un nuevo actor
cambió la dinámica del sistema de guerra, llevando a la desestabilización
del sistema y posteriormente a su colapso. Aquí la adopción de estrategias
agresivas por un nuevo actor suscitó contraestrategias por de sus
oponentes, lo que a su turno provocó desenlaces no deseados. Éste es un
caso típico que ilustra el «dilema del prisionero», donde los actores no
logran moderar sus estrategias de conflicto, lo cual afecta sus propios
intereses en mantener el sistema de guerra a largo plazo.
En contraste, el sistema de guerra de Angola es, en esencia, un
sisten1a bipolar, ha logrado reequilibrarse a pesar de estallidos
ocasionales. Se acerca más a la condición de «cómodo imjJasse» teori-
zada en este libro, al modelo propuesto Zartman 'de un ~~ ún-
passe fluctuante» 41 . El sistema de guerra en Angola ha tenido períodos
largos (en comparación con el ciclo de vida de las guerras civiles) de
estabilidad, como 1992-1997, donde hubo pocos combates. A pesar de
esas fluctuaciones en la intensidad de la guerra, el impasse militar permi-
tió a las fuerzas en contienda adaptarse, reagruparse, consolidar sus
posiciones, acumular recursos económicos significativos y, por ende,
prolongar la guerra.
Desde 1995, el caso colombiano se aproxima a la variante libanesa,
donde la aparción de un nuevo y poderoso actor -en este caso los para-
militares, liderados por Carlos Castaño- amenaza con romper el balan-
ce del sistema de guerra, generando nuevas dinámicas y estimulando un
escalamiento sin preceden des en la intensidad conflicto (como lo
señalamos en los capítulos 5 y 6). En el Líbano o en Colombia, el desen-
lace no depende tanto del carácter bipolar o multipolar del sistema de
guerra, sino fundamentahnente de la capacidad de los actores para desa-
n-ollar nuevas estrategias que conduzcan a salidas . . . . . ,. __ . u'-'La.:>.
JB __.'-' ...

Si las crisis hegen1ónicas de los Estados constituyen la génesis de los


sistemas de guerra, cada uno de los casos discutidos aquí adquiere sus
propiedades y trayectos en la institucionalización de su sistema de gue-
rra respectivo, con la sola excepción de Italia, que evitó ese trayecto por
NOTAS

1
l. Malcom Deas, «Reflections on Political Violence: Colombia», en DavidApter, (ed.),
The Legitimatization of Violence (Nueva York: New York University Press, 1997), p. 352.
2. John A. Davis, Conflict and Control: Law and Order in Nineteenth Century Italy
(Londres: Macmillan Education LTD, 1988).
3. !bid., p. 314.
4. Deas, op. cit., p. 386.
5. !bid.
6. Ibéd., p. 51.
7. !bid., p. 55.
8. Judith Chubb, The Mafia and Politics: The Italian State under Siege, vVestern Societies
Program, documento de trabajo núm. 23, Center for International Studies, Cornell
University, 1989, p. 14.
9. !bid.
10. !bid., p. 16
11. !bid.
12. !bid., p. 25.
13. !bid., p. 26.
14. Pino Arlacchi, «The Mafioso: From Man of Honour to Entrepreneur>>, en The
New Left Revietv, núm. 118 (noviembre-diciembre de 1979), pp. 53-72.
15. Peter Gran, Beyond Eurocentrism: A Netv Vietv of Modern World History (Syracuse:
Syracuse University Press, 1996), PP: 94-95. Para las relaciones del crimen organizado
con la coalición antifascista durante la II Guerra Mundial y después de ésta, véase Vitto-
franco Pisano, The Dynamics of Subversion and Violence in ContemjJorary Jtaly (Stanford, CA:
Hoover Institution Press, 1987), pp. 92-96. El desembarque de los Aliados en Nápoles
fue facilitado por la Mafia, y ésta, por haber resistido a los fascistas, cosechó varios pues-
tos municipales clave.
16. Véase Pino Arlacchi, Mafia Business: The N!afia Ethic and the SjJirit of CajJitalism
(Londres: Verso, 1986); Commissione Parlamatare sul Fenomeno della Mafia, Relazio-
ne di Maggioranza (Roma: C;:-í.mara de Deputados, Senado de la República).
Sistenws de guerra La gueTra civil colombiana dentro de una jJerspectiva comj;arada 271
270

17. Ernesto Savona ( ed.), Mafia lssues: Anaz¡,sis and ProjJosals for Combating the Mafia 32. Véase Richani, The jJolitical Economy of Violence y «How Can a War System Break
Today (Milan, Italy: International Scientific and Professional Advisory Council of the Down?>> documento de trabajo presentado ante United States War College, Carlisle Penn.,
United Nations Crime Prevention and Criminaljustice Programme, 1993); Ernesto Savo- diciembre de 1998.
na y Phi! \t\rilliams, The UnitedNations and Transzzational Organized Crime (Londres: Frank 33. Es importante anotar que la UNITA recluta a la mayoría de sus seguidores en la
Cass, 1996). región de origen de su líderjonas Savimbi Ovimbundu y entre los chokwe, lunda, ngan-
18. Véase Emanuele Maca luso, Giulio Andreotti TraS tato e Mafia (Messina, Italia: Rubet- guala y otros grupos del sur de Angola que buscan salvaguardar elementos de sus pro-
tino Editore). pias culturas. Algunos de los sureúos mantenían una desconfianza heredada desde hace
19. Ésta es la cifra más reciente sobre las tasas de homicidios. Véase Human DevelojJ- siglos hacia los grupos étnicos del Norte. Esto permite una mejor apreciación de algu-
men.t Report 1999 (Nueva York: Oxford University Press, 1999), p. 221. Canadá tenía ese nos aspectos étnicos del conflicto. Véase Thomas Collelo ( ed.), Angola: A Country Stu-
mismo año una tasa de 1,9 homicidos por cada 100.000 habitantes, y Francia, 4, 7 por dy (\t\7ashington, D.C.: Library ofCongress, 1991), pp. 187-188. . ,
cada 100.000; mientras que en Colombia era de 75,9 por cada 100.000. 34. Cálculo del Comité de las Naciones Unidas sobre las sanoones a Angola. Vease
20. \t\rilliams y Savona, ojJ. cit., p. 14. The New York Times, <<Sunday>>, 8 de agosto de 1999, p. 3.
21. Richani, Dilemmas of Democracy, op. cit., en particular el capítulo 2. 35. Human Development Report 1999 (Nueva York: Oxford University Press, 1999),
22. Samir Tanir, «Al-Iktisad al-Lubnani bain Harbain», en Assa Fir, 31 de mayo de p. 183. . .
1993. 36. A finales de 1998, surgieron dos facciones separatistas, una baJO Abel Chikumu-
23. Nazih Richani, <<Comparative Protracted \t\Tars, Lebanon and Colom-bia>> ponen- vu, líder de la delegación parlamentaria de la UNITA, formada después del Protocolo
cia presentada en el International Institute of International Studies Con-ference on de Lusaka en 1994, y la otra es la UNITA-Renovada. Ninguna de estas dos facciones
Civil-Military Relations, Beirut, septiembre de 1998; Nazih Richani, <<The Política] Eco- ganó apoyo considerable entre las fuerzas duras de la UNITA, y el liderazgo de Jonas
nomies ofthe War System in Lebanon and Colombia>>, ponencia presentada en el \t\Torld Savimbi parecía firme. Véase Donald Rothchild y Caroline Hartzell, «lnterstate and In-
Bank and Peace Research Institute Oslo (PRIG) Conference on the Economics of Civil trastate Negotiations in Angola» en Zartman, ojJ. cit., pp. 175-203.
Wars, Oslo, Norway, 11-12 de junio de 2001. 37. The Financia[ Times, 30 de marzo de 2000, p. 4.
24. La producción local de hashish y de opio sumaba 1.000 millones qe dólares en 38. The Financíal Times, 3 de mayo de 1996, p. 4.
1987, un tercio del PIB. En este sentido, el Líbano tomó el segundo lugar, después de 39. Un negociante de diamantes de origen libanés, que tenía negocios en las áreas
Colombia, en el mercado internacional de drogas. El crack también era producido en el controladas por la UNITA, me explicó que la UNITA tenía un control total sobre el co-
Líbano con materia prima importada de Colombia, en particular durante la intensifica- mercio de los diamantes hasta la fecha de la entrevista, a finales de 1998. Entrevista con el
ción de los enfrentamientos con los narcotraficantes. Foreign Broadcast International autor, Beirut, septiembre de 1999.
Service (FBIS), Near East Service, 9 de febrero de 1990, p. 48. 40. Véase African Business, núm. 249 ( dciembre de 1999), pp. 8-11.
25. Se calculaba que cerca de 2.000 millones de dólares relacionados con la econo- 41. Zaitman argumenta que la condición de imjJassemutuamente hiriente es difícil
mía de la guerra circulaban a través del sistema bancario, brindando liquidez y reser- de encontrar por la dinámica del conflicto. Explica que en el momento en que el
vas suficientes de divisas para impedir la devaluación de la lira libanesa (LL). Esta gobierno ve una pequeí1a mejora en su favor para restablecer su au~ori~~d ~ob~e el
última fue fuertemente devaluada, pasó de una tasa de cambio de 5 LL por dólar a país, la insurgencia puede verla como el principio de una autodeterm~naoon~ustifica­
2000 LL por dólar en la segunda mitad de los años ochenta. Esta devaluación fue preci- da. Si la insurgencia se debilita, se retira a las colinas, al monte, y s1 el gobierno se
pitada por el retiro de fondos de la OLP y por la disminución de la ayuda extranjera a debilita, se retira a la capital, de donde puede ejercer su soberanía sobre una porción
las facciones en guerra a mediados de los años ochenta. La OLP se retiró del Líbano del país algo más pequeña; sin embargo, ninguna de las dos partes tiene el pode~ de
después de la invasión israelí, en 1982. desalojar a la otra completamente: un imjJasse fluctuante se convierte en modo de v1da.
26. AlHayat, 4 de febrero de 1990. Zartman, en Licklider, StojJjJing the Killing, p. 26. Pero en los casos del Líbano, Angola
27. Alhayat, <<Hukum al Milishiat», 31 de enero de 1990. y Colombia hay fuerzas militares con una potencia de fuego significativa, una ampl~a
28. Harb al Sharkiya fi Takdirat aJ-Uman al Mutahida, AnNahar, 11 de noviembre de base de apoyo y acceso a recursos económicos importantes, lo que en consecuenCia
1990. aumenta el precio de la paz, con la ayuda de una cómoda guerra de baja intensidad.
29.1. \Nilliam Zartman, <<The Unfinished Agenda: Negotiatíng Interna! Conflícts>> en La importancia de los desincentivas para un arreglo pacífico es minimizada en el
Licklider, pp. 20-34. modelo de Zartman.
30. Richani, Dilemmas of Democracy, op. cit., capítulo 6. Líderes de las Fuerzas Libane-
sas, por ejemplo, pensaban que la guerra de b~a intensidad podía servir mejor a sus
intereses políticos e ideológicos, y era mejor que aceptar un compromiso, que podría
conllevar concesiones políticas y económicas al otro bando. Kareem Pakradouni, miem-
bro del Consejo Central de las Fuerzas Libanesas, entrevista con el autor, Beirut, 1996.
31. Paul Collier, Anke Hoeff1er y Mans Soderbom, «Ün the Duration of Civil \t\rar»,
documento de trab::uo (\Vashington, D.C.: 't\'orld Bank, Development Economic Re-
search Group, 1999).
APÉNDICE
SELECCIÓN DE PERSONAS PARA LAS ENTREVISTAS

El plan de estudio para este libro exigía entrevistas con los principa-
les actores involucrados en la guerra civil colombiana. Entre 1994y 1999
se llevaron a cabo más de 200 entrevistas, y en algunos casos reentrevis-
tas, y docenas de conversaciones informales. Estas entrevistas comenza-
ron cuando yo era becario Fulbright en el Departamento de Ciencia
Política de la Universidad de Los Andes en 1994, y posteriormente pro-
fesor visitante en 1995, 1996, 1997 y 1998, en la misma universidad y en
el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)
de la Universidad Nacional. Algunas entrevistas se llevaron a cabo con
el compromiso de que los nombres serían cambiados u omitidos por
razones de seguridad.
Se utilizaron las entrevistas para obtener información sobre cuatro
temas fundamentales: las percepciones sobre las causas de la prolonga-
da guerra civil, la reforma agraria, los costos de la guerra y de la paz y la
posibilidad de un arreglo negociado. Muchas de las entrevistas se citan
a lo largo del libro. La elección de la muestra se basó en consultas con
expertos locales y en una revisión completa de la bibliografía pertinen-
te. Se definieron ocho grupos principales: negocios, sindicatos, cultiva-
dores de coca, mineros, guerrillas, oficiales para1nilitares, personal militar
y oficiales del Estado involucrados en las negociaciones de paz.
Después de identificar las organizaciones de negocios 1nás in1por-
tantes del país, se hicieron arreglos para entrevistar a los presidentes de
274 Sistemas de guerra Apéndice 275

dichas organizaciones. Aceptaron los presidentes de la Asociación Na- to de los grupos paramilitares que actúan en la zona. Otras entrevistas
cional de Industriales (ANDI), la Sociedad de Agricultores de Colom- fueron llevadas a cabo con grandes terratenientes que tienen nexos con
bia (SAC), la Federación de Ganaderos (Fedegan), la Asociación los grupos paramilitares de derecha.
Nacional de Exportadores (Analdex), la Asociación Nacional de Insti- Se hicieron entrevistas tan1bién con cinco oficiales militares en ser-
tuciones Financieras (ANIF), la Asociación Bancaria (Asobancaria) y la vicio activo, en Bogotá y Bucara1nanga, cuyos nombres no se publican
Federación de Cafeteros (Fedecafé). Las entrevistas se desarrollaron por petición suya. El entonces alto comisionado para la paz, Daniel Gar-
usualmente en las oficinas de los ejecutivos y duraron en promedio dos cía-Peña ( 1994-1998) fue entrevistado dos veces. El ex fiscal general Al-
horas. Todas se hicieron en español, el autor tomaba notas y no se utili- fonso Valdivieso (1994-1998) fue entrevistado también. Además,
zó grabadora (excepto en un caso), debido a la naturaleza sensitiva de entrevisté al presidente del Banco de la República, Miguel Urrutia, y a
las preguntas y para permitir comparaciones entre todos los entrevista- otros dos 1niembros de la Junta Directiva del Banco para el propósito de
dos. Los voceros de las organizaciones de negocios representan sectores la investigación.
clave de la economía: sector industrial, sector financiero, cafeteros, ga- Finalmente, una anotación acerca de las otras tres guerras civiles
naderos, grandes terratenientes y empresas pequeñas. discutidas en el Capítulo 7. La sección sobre el Líbano está basada prin-
La opinión del movin1iento laboral también fue consultada mediante cipalmente en datos que recogí durante mis visitas intermitentes a este
la entrevista con los de los dos sindicatos más importantes, país en 1996, 1997 y 1998. Estas visitas 1ne permitieron llevar a cabo
la Confederación General de Trabajadores De1nocráticos ( CGTD) y la entrevistas con varios líderes políticos que dese'npeñaron un papel crí-
Central Unitaria de Trabajadores (CUT), y de representantes de 1la Unión tico en la guerra civil de 1975-1990. Y añadí a estas entrevistas otro mate-
Sindical Obrera (USO), de los cultivadores de coca y de la Asociación de rial de fuente primaria. La información sobre Italia y Angola está basada
Agricultores y Mineros del Sur de Bolívar (Asoagron1isbol). en fuentes secundarias.
Las entrevistas con las guerrillas fueron las más difíciles de concertar
y de llevar a cabo debido a la naturaleza clandestina de las redes guerrille-
ras en los centros urbanos. Un total de cinco informantes de las FARC
fueron entrevistados en Bogotá y Bucaramanga, incluyendo a Yezid Arte-
ta, el oficial de más alto rango de las FARC actualn1ente preso. También
obtuve dos entrevistas grabadas, una con el Mono Jojoy, comandante mi-
litar en jefe de las FARC, y otra con Andrés París, miembro del Estado
Mayor de las FARC, el segundo escalón 1nás importante en la organiza-
ción; ambas entrevistas fueron llevadas a cabo por estudiantes de la Uni-
versidad de Los Andes en 1997. Yo entrevisté a los dos comandantes de
más alto rango del ELN, Francisco Galán y Felipe Torres, ambos en la
cárcel de máxima seguridad de Itagüí, en entrevistas grabadas que abar-
can un total de más de tres horas. Cinco infonnantes del ELN también
fueron entrevistados en Bogotá, Bucaran1anga y Barrancabermeja, así
como algunos ex mie1nbros del M-19 y del EPL (tres comandantes).
Busqué entrevistar al comandante de los grupos paramilitares en
Barrancabenneja, alias «Nicolás», pero no se presentó. «Nicolás» está
involucrado supuestan1ente en varias n1asacres. En su lugar, entrevisté a
varios infonnantes paramilitares con nexos cercanos o con conocimien-
BIBLIOGRAFÍA

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