Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
(Primera parte).
Si no aprendemos a manejar, disminuir y eliminar la angustia, acabamos siendo controlados por ella. La ansiedad o
angustia, puede deteriorar todas las áreas de nuestra vida.
¡Elimínala!
La angustia y los pensamientos.
La ansiedad o angustia, está provocada, mantenida y aumentada, por nuestras preocupaciones (pensamientos).
Mientras mantengamos dichos pensamientos, la ansiedad seguirá siendo parte de nuestra vida.
Pero este análisis, las conclusiones que resultan y las emociones que éstas provocan, pueden ser correctas o
incorrectas, verdaderas o falsas, dependiendo de nuestro estilo de pensamiento.
Cuando dichas conclusiones son falsas o incorrectas, nos provocan emociones negativas o desproporcionadas, que nos
hacen sufrir inútilmente.
Para modificar nuestras emociones negativas, necesitamos cambiar los pensamientos falsos o equivocados, que las
causan o las mantienen.
En este sentido, uno de los principales problemas, es que con frecuencia ni siquiera estamos conscientes de dichos
pensamientos, porque:
Sin embargo, nos demos cuenta o no, una parte de nuestra mente "habla" o piensa y la otra escucha y se lo cree.
Por eso es importante reconocerlos y trabajar en ellos, tal y como lo hago en mi libro.
Técnicas para manejar la angustia. 2
Con frecuencia nos es difícil trabajar para cambiar un hábito de conducta o de pensamiento.
O pensamos que nos sentimos tan mal que no podemos hacer el esfuerzo necesario.
Esto puede ser cierto, pero recuerda que es mejor esforzarse un poco más, durante un tiempo, para estar mejor el resto
de nuestras vidas, que buscar la "comodidad" momentánea y sufrir durante más tiempo y a la larga, con mayor
intensidad.
Algunas de las técnicas para trabajar con los pensamientos que nos angustian son:
Son varias las razones por las que nos cuesta trabajo aceptar nuestra angustia:
1. La negamos o ignoramos, debido a que creemos que no deberíamos estar angustiados, porque:
Pero si no reconocemos y aceptamos nuestra angustia, no sólo no va a disminuir, sino que va a aumentar.
Si nos cuesta trabajo detectarla o aceptarla, lo que podemos hacer, es llevar un diario con tres columnas, en donde
anotaremos:
Una vez anotados estos datos en las tres columnas, analízalas detenidamente, para que puedas encontrar que tipo de
situaciones o pensamientos disparan tu angustia y elegir la mejor solución.
Una buena lista de situaciones y pensamientos disparadores de nuestra ansiedad, nos permites detectar nuestros puntos
"débiles", es decir, aquellos en donde somos más sensibles y a los que tenemos que ponerle mayor atención.
Con frecuencia creemos que no pensamos nada o no nos acordamos de lo que pudimos haber pensado.
Pero es importante detectarlos, porque nos están haciendo sufrir.
1. Hacer una lista de los sentimientos que tenemos en ese momento o sobre los que queremos trabajar.
2. En una hoja aparte, escribir una de las emociones de la lista anterior y abajo, en diferentes renglones, escribir:
"Me sentí __________, porque...
Repetir esta frase por lo menos 5 o 6 veces.
3. Una vez hecho esto, completar estas frases rápidamente, sin detenernos a pensar en la respuesta que estamos
dando.
Otra forma de encontrar los pensamientos automáticos es escribir todo lo que creemos que pensarían otras personas en
esa situación y analizar cada uno de dichos pensamientos, para ver si en alguna ocasión hemos pensado así.
Si conoces los estilos de pensamiento equivocados que manejo en mi libro, puedes, tambié, identificar aquellos que son
comunes en tu forma de pensar.
La realidad es lo que sucede, es todo lo que existe y que puede ser verificado científicamente.
La realidad no es buena, mala, justa, injusta, etc., porque estas ya son valoraciones que dependen de las actitudes y
valores de cada persona y cada quién califica una misma situación, de manera diferente.
Por ejemplo:
El que una persona me hable, es un hecho real.
Si me hablo feo, fuerte, con cariño, etc., es mi interpretación de ese hecho.
Lo que para mí puede ser feo, para otra persona puede ser normal o asertivo.
El problema es que el ser humano, no puede dejar de percibir e interpretar de acuerdo a su forma de ser, por lo que
reacciona ante dichas interpretaciones.
Si piensa que le habló respetuosamente, probablemente responda de forma amable y tranquila.
Si cree que la otra persona fue agresiva, seguramente su respuesta será agresiva o por lo menos desagradable.
Esta interpretación, formada por nuestros pensamientos, es la que nos provoca muchas de las emociones negativas y de
los conflictos que vivimos con los demás.
Por eso es necesario analizar los pensamientos que me hacen sentir o actuar mal, para modificarlos cuando sea
necesario.
Una manera de checar la veracidad de nuestros pensamientos es preguntarnos:
"¿Que pruebas tengo para creer esto?" 4
"¿Puede haber otra explicación para esto que me está sucediendo?"
"¿Qué es lo que pensarían otras personas, de esta misma situación?"
Por ejemplo:
Si digo: "Me habló feo, porque está enojado conmigo".
Me puedo preguntar:
1. ¿Qué otras pruebas tengo, para comprobar que está enojado y que es conmigo?
Porque puede ser su forma de hablar, puede estar cansado o puede estar de mal humor, pero por algo que no tiene
nada que ver conmigo".
2. ¿Absolutamente todas las personas que lo escucharan, pensarían lo mismo que yo?
Si no es así, si conozco a alguien que no lo haría, quizás estoy interpretando su tono de voz de una manera
equivocada.
Si hacemos un análisis objetivo y estudiamos nuestro estilo de pensamiento y actitud (optimista o pesimista), podremos
reconocer si nuestros pensamientos pueden estar equivocados.
En tal caso, lo adecuado es modificarlos y nuestra angustia disminuirá.
El 75% de las cosas por las que nos preocupamos nunca suceden. Aprende a no preocuparte inútilmente por lo que no
va a suceder y actúa para evitar o solucionar lo que sí va a suceder.
¡Elimínala!
Algunas otras técnicas para manejar la ansiedad son:
Si alguna de las personas que está constantemente contigo, se pasara todo el tiempo criticándote, ¿cómo te sentirías?
¿Y qué sucedería si llevara meses o años haciéndolo?
O si se pasara todo el tiempo diciéndote: "¿y si no logras...?", "¿y si ...se enoja contigo?"
Bueno, muy probablemente es lo que haces contigo mismo, aunque puede ser que no lo hayas notado.
Todos estamos constantemente hablando con nosotros mismos, aun cuando no nos damos cuenta.
Cuando este diálogo interno es negativo, está formado por frases como:
"Soy…", "debería o no debería…", "no puedo", "no vale la pena", "qué caso tiene", "es inútil", "y si", etc., etc.
Son pensamientos que afectan nuestra autoestima, nos limitan y alimentan todas nuestras emociones negativas y por lo
tanto, debemos cambiarlos.
Están basados, principalmente, en lo que nos decían nuestros padres y otras personas importantes, durante nuestra
niñez.
No podemos dejar de tener un diálogo interno, pero podemos tenerlo basado en pensamientos positivos y motivantes.
Cuando detectes este diálogo negativo contigo mismo, no te critiques o sientas mal por ello, ya que es lo que aprendiste
desde pequeño.
A una edad en que no podías cuestionar la veracidad de sus palabras o ignorarlas.
Una vez que hemos detectado nuestros pensamientos automáticos o lo que nos decimos a nosotros mismos, es
importante reconocer los negativos y cambiarlos.
Cambia esas palabras negativas y habla contigo mismo, como lo harías con la persona que más quieres: con paciencia, 6
cariño y muy suavemente.
Enfocándote en lo positivo y en lo que sí puedes lograr o aprender.
Cambia las palabras que tienen una fuerte carga emocional, por otras más neutras o positivas.
En lugar de decir "no soporto", puedes decir "me molesta".
Si piensas en todo lo negativo que crees que te va a pasar y que te está angustiando, analiza qué tan probable es que
realmente te suceda.
Recuerda de que 75% de todas nuestras preocupaciones nunca suceden.
Aparentemente este cambio puede parecer superficial o poco importante, pero se han hecho estudios en los que se
demuestra que ciertas palabras por sí solas, influyen negativamente en nosotros.
Parar el pensamiento.
Cuando te des cuenta de que estás pensando negativamente, grita (mentalmente si estás con otras personas): "Alto".
Al mismo tiempo que tocas con tu lengua la parte interior de tus dientes frontales.
Si sientes que no puedes controlas las preocupaciones o pensamientos negativos, haz el siguiente ejercicio:
Primero lee las instrucciones y luego, con los ojos cerrados todo el tiempo, llévalo a cabo.
También puedes hacerlo, si alguna persona te va dando dichas instrucciones o si las grabas.
Ahora con los ojos aún cerrados y respirando suavemente, pon atención a lo que sucede en el lugar en el que te
encuentras.
¿Cuál es la temperatura?
¿Qué sonidos escuchas?
¿Qué olores puedes detectar?
Nuevamente, con los ojos siempre cerrados, regresa a los sonidos que escuchas a tu alrededor.
Piensa en alguna situación agradable, relacionada con alguno de esos sonidos.
Las primeras 5 afirmaciones, representan la manera de pensar de una persona que siente que ella es la que tiene el
control de su vida.
Las otras 10, muestran la manera de pensar de alguien que cree que la suerte, las circunstancias, las otras personas,
etc., son las que determinan sus éxitos o fracasos.
En el primer caso hablamos de personas que se responsabilizan de sus actos, de las consecuencias de los mismos y de
sus emociones.
Ellas reconocen ser la causa u origen de sus conductas y no culpan a los demás de sus sentimientos.
Valoran positivamente sus logros y esfuerzo, acepten sus errores, tienen metas y trabajan para alcanzarlas.
Esto se llama locus de control interno, porque es la persona quién tiene el control de sus pensamientos, sentimientos y
conductas y por lo tanto, de una gran parte de lo que les sucede.
En el segundo, las personas consideran que todo lo que les sucede es causado por algo externo a ellos: la suerte, el
comportamiento de los demás, lo que vivieron en su infancia, etc., por lo que no pueden hacer gran cosa para cambiar su
vida.
Esto se llama locus de control externo, porque sienten que no pueden controlar lo que sienten o lo que les pasa.
El control está fuera de ellos.
Cuando tenemos locus de control interno, sabemos que, aunque nos cueste trabajo o necesitemos buscar información o
ayuda, podemos mejorar nuestra vida.
Cuando tenemos locus de control externo, que es aprendido desde la niñez, no nos sentimos capaces de solucionar
nuestros problemas y terminamos, fácilmente, sintiéndonos víctimas, deprimiéndonos o viviendo enojados con el mundo,
la suerte, Dios, etc.
El creer que no tenemos control sobre lo que nos sucede, nos provoca ansiedad.
Mientras más ansiosos estamos, nos sentimos más incapaces y con menos control, estableciéndose un círculo vicioso.
8
Para modificar esta situación, es importante que conozcas la relación entre nuestros pensamientos y nuestros
sentimientos, reconozcas cómo el miedo al cambio y alfracaso nos limita, cuál es tu nivel de autoestima y la importancia
de ver las cosas con mayor optimismo.
Prácticos (relacionados con el manejo del hogar, el cuidado de los niños, el trabajo, situación económica),
físicos (dolores, enfermedades, cansancio, sueño, problemas sexuales; como resultado de drogas, alcohol, cigarro,
cafeína o ciertos medicamentos, la falta de oxigenación)
familiares (las relaciones de pareja, hijos, hermanos, padres).
emocionales (temores, preocupación, apatía y tristezas).
inquietudes espirituales o religiosas.
Nuestras emociones, no están provocadas únicamente por las situaciones que vivimos.
Si así fuera, todos nos sentiríamos exactamente igual ante un mismo hecho y no es así.
Nuestros sentimientos surgen de lo que pensamos, de ese hecho.
Si ante un problema pensamos: 9
"Ni modo, se complicaron las cosas, pero se que las puedo resolver", no nos angustiamos.
Pero si decimos: "¿Ahora qué voy a hacer?, no voy a poder salir adelante, es horrible, etc." seguramente nuestra
ansiedad va a ser enorme.
Nos angustiamos, cuando nuestro cerebro registra que estamos frente a un peligro importante o ante algún tipo de
amenaza.
La finalidad de esta respuesta emocional, es alertarnos para que podamos protegernos.
Sin embargo, nuestro cerebro puede interpretar una situación inofensiva, como peligrosa y disparar la ansiedad, igual
que si el peligro o la amenaza fuera real.
La angustia que vivimos ante una situación que realmente puede causarnos daño, es positiva, porque nos lleva a actuar
para:
Resolver la situación o
huir del peligro.
Pero la ansiedad que surge de nuestra percepción equivocada, nos daña innecesariamente.
El cerebro recibe información a través de nuestros sentidos, pensamientos o de nuestra imaginación y responde
provocando una emoción.
Si un aroma, música, sabor, etc., estuvieron relacionados con una situación que nos produjo una emoción fuerte, cada
vez que olemos, escuchamos, saboreamos, vemos, etc., ese mismo elemento, recordamos y sentimos la misma
emoción.
Lo importante es aprender a evitar o parar esos pensamientos repetitivos que nos angustian.
Y distinguir entre la información real y la irreal o exagerada, que está recibiendo nuestro cerebro.
El siguiente ejercicio te ayudará a ver cómo se da esta relación entre el cerebro y nuestra respuesta física y/o emocional.
¿Pudiste imaginártelo?
¿Qué sentiste?
Si pudiste hacerlo bien, seguramente aumentó la cantidad de saliva en tu boca, porque tu cerebro reaccionó ante tu
imaginación, como lo haría si el limón hubiera sido real y hubieras llevado a cabo las acciones descritas.
Con este ejercicio, podemos ver uno de los principales problemas para manejar la ansiedad:
El cerebro no distingue entre la información correcta y la errónea, la que es real y la que es creada por nuestros
pensamientos e imaginación. 10
Además, generalmente no nos damos cuenta del momento en que el cerebro responde y por eso muchas veces no
entendemos la razón o intensidad de cierta emoción.
Los calmantes no nos quitan la ansiedad, sólo disminuyen, momentáneamente, algunos de sus síntomas.
Para acabar con la ansiedad necesitamos cambiar nuestra manera de interpretar la realidad y nuestros pensamientos.
La angustia no sólo nos hace sufrir, puede llegar a paralizarnos, en el sentido de no poder hacer nada para solucionar
nuestros problemas.
Nos podemos sentir desesperados, sin voluntad para actuar y con la sensación de no tener control sobre lo que sucede.
¿Qué hacer?
Lo mismo sucede cuando no podemos dejar de pensar en algo que nos angustia.
Mientras más nos esforzamos en olvidar dichos pensamientos, más presentes se hacen.
Si tratamos de pensar en otra cosa, que no es importante, el pensamiento que nos angustia regresa una y otra vez,
porque nuestro cerebro le da prioridad a lo que considera más importante.
Por eso el primer paso es analizar lo que está sucediendo y darle a cada situación o persona, su valor e importancia real.
Por ejemplo:
Si creemos que alguién se va a enojar con nosotros o que nos van a criticar, generalmente nos angustiamos.
Mientras más angustiados estamos, más pensamos en las consecuencias negativas, más las exageramos y con ello,
incrementamos nuestra angustia.
Así, podemos pasar horas y horas, pensando qué decir, cómo hacerlo y qué hacer si se enoja o cómo evitar la crítica.
Y mientras, nuestra angustia sigue creciendo.
Aprende a manejar el estrés que surge ante las preocupaciones, por lo que puede suceder en el futuro, lo desconocido y
la falta de control. No te dejen vencer por la preocupación, actúa y resuelve los problemas.
Mientras más inseguros nos sentimos respecto a ese futuro, mayor el estrés, la angustia e incluso el temor que podemos
sentir.
Si eres "preocupón" o te estresas con frecuencia, trata de recordar todas las veces que te has preocupado por algo que
nunca sucedió.
Piensa que tu sufrimiento fue innecesario y no valió la pena.
Responsable es el que actúa cuando se puede actuar y se cuida y fortalece cuando no está en sus manos la solución.
Piensa cuántas veces te has preocupado por algo que crees que va a pasar y nunca sucede.
Si sumaras todos los minutos y horas que te has pasado hablando o pensando sobre algo que te preocupa y que nunca
sucede, ¿cuántas cosas podrías haber hecho en ese tiempo?
Cuando estés preocupado por el futuro, pregúntate que pruebas tienes que te garanticen, que lo que te preocupa, va a
pasar.
Aun si es algo que sí va a ocurrir, ¿está en tus manos evitarlo?
Haz lo que si está en tus manos y no permitas que la preocupación haga su nido sobre tu cabeza.
El dicho: "Si tiene solución ¿para qué te preocupas? y si no la tiene ¿para qué te preocupas?, es cierto.
No te desgastes inútilmente.
Si el problema no tiene solución, no ganamos nada con preocuparnos y si la tiene, actúa, no le des vueltas innecesarias
en tu mente.
Pregúntate: ¿en este instante, hay algo que me esté causando dolor?
¿Algo que no está funcionando?
No mañana, no dentro de 5 horas y no dentro de 10 minutos, en este instante.
Cuando te preocupas demasiado por algo, sin ocuparte, te desgastas tanto que aun si se presenta esa situación, no
estás en tu mejor momento para resolverla.
Disfruta del momento.
Descubre todas las pequeñas cosas que te rodean y que te pueden dar bienestar, si tú lo permites. 13
¿Qué hacer?
Cuando nos preocupamos sentimos que estamos haciendo algo para resolver nuestros problemas y eso nos hace sentir
bien con nosotros mismos.
Estamos siendo irresponsables cuando nos preocupamos por algo que no podemos solucionar, porque sólo nos
desgastamos física y emocionalmente.
Analiza la situación que te preocupa y responde a las siguientes preguntas (de preferencia por escrito).
Si respondes que no a cualquiera de las primeras dos preguntas, no vale la pena que te preocupes.
Sólo te estás desgastando y si sucede, no vas a estar en buena condición para resolverlo.
Si tu respuesta es negativa ante la tercera, el problema puede ser, sobre todo, de inseguridad.
Si es así, fortalece tu autoestima.
Quizás tu forma de ver las cosas no es muy objetiva o es un poco pesimista. 14
Revisa los artículos sobre creencias y estilo de pensamiento.
Si existe una solución, utiliza la técnica para establecer metas, detectar lor problemas, para resolverlos y dejar de
preocuparte.
Actúa.
Si hoy te ocupas por estar bien, sano, informado, resolviendo los problemas, sin dejar que crezcan, etc., estás
construyendo las bases de un buen futuro.
Por lo tanto no vas a tener que preocuparte por él.
"Posiblemente hay algún problema con las líneas. Si siguen llamando voy a descolgar por un rato el teléfono"
Muchos de nuestros pensamientos nos hacen sufrir innecesariamente o aumentan nuestros problemas.
Cuando esto sucede, es importante analizarlos y cambiarlos.
Nuestra forma de pensar o estilo de pensamiento es aprendida y por lo tanto, la podemos modificar o aprender una
manera que nos ayude a sentirnos mejor y obtener lo que deseamos.
Recuerda que sólo reconociendo aquello que nos causa problemas, podemos solucionarlo.
regresar al índice.
1. Extremista.
2. Alarmista.
3. Adivinador.
4. Detallista.
5. Egocéntrico.
6. Exagerado.
7. Modesto. 16
8. Juzgador.
9. Terco.
10. Etiquetador.
11. Justiciero.
12. Vidente.
13. Emotivo.
14. Iluso.
En el artículo "Estilos de pensamiento equivocados" puedes ver una descripción de cada uno de ellos.
El extremista.
En ocasiones nos inclinamos más hacia un extremo, por aprendizaje, temor, forma de pensar, etc. pero eso no quiere
decir que siempre hemos sido y vamos a seguir siendo o comportándonos de la misma manera.
Si piensas que tú o el otro "siempre" gritan, se enojan, deprimen o cualquier otra cosa, busca alguna ocasión en la que
eso no sucedió.
Si una vez no gritó, puede volver a pasar.
Puedes usar porcentajes. Decir el 90%..., pero el otro 10%... ¿Qué necesito hacer para disminuir ese 90 y aumentar ese
10, aunque sea un poquito.
El alarmista.
Pregúntate en que te estás basando para creer que los resultados van a ser negativos.
17
¿Qué tan probable es? y ¿qué es lo peor que te puede pasar, si sucede lo que crees que puede suceder?
Si crees que es muy probable, en lugar de preocuparte, ve que puedes hacer para evitarlo o solucionarlo.
Con frecuencia calificamos las situaciones o problemas como horribles y reaccionamos de acuerdo a esa calificación,
cuando en realidad sólo son molestas o desagradables.
Si tu estilo de pensamiento es extremista, recuérdatelo a ti mismo y plantea la situación como crees que la plantearía
algún amigo tuyo que no tiene este estilo.
El adivinador.
¿Cómo puedes estar tan seguro de lo que piensan los demás, si todos somos diferentes.
Aunque tengamos características parecidas, hemos tenido distintas experiencias y educación. Aún los hermanos, no son
exactamente iguales.
Posiblemente, porque conoces a alguien, puedes creer que sabes como piensa.
Pero existen muchos elementos que pueden estar influyendo en él en ese momento.
Desde su estado de ánimo y salud, hasta algún problema o éxito.
Mejor pregunta.
El detallista.
Observa a tú alrededor:
¿Cuantas personas perciben o califican una misma situación de manera diferente?
¿Todos están equivocados menos tú?
Piensa en tus padres, abuelos, maestros que tuviste ¿Dónde y de quién aprendiste a pensar así?
Cuando te des cuenta de que estás poniendo atención sólo o principalmente a los detalles o aspectos negativos, aun si
son importantes, busca los elementos positivos.
El egocéntrico.
Ten en cuenta que el valor de una persona no depende de unas cuantas características o conductas.
Somos mucho más que lo que hacemos o lo que mostramos y nuestro valor depende del potencial emocional,
psicológico y espiritual que tenemos como seres humanos.
El exagerado.
Aun cuando el hecho puede ser importante, es sólo una pequeña parte de la información necesaria para tener una visión
completa.
Este tipo de pensamiento está muy relacionado con el extremista, que acaba pensando que las cosas siempre van a ser
igual.
El modesto.
Recuerda que lo que recibimos o dejamos de recibir de pequeños, está más relacionado con las características de
aquellos que nos criaron, que con nosotros mismos.
Si sientes que tienes una autoestima baja, trabaja en ella. 19
El juzgador.
Piensa que una situación puede no gustarnos, pero nuestras preferencias no cambian las circunstancias.
El terco.
¿De donde crees que viene esa necesidad de demostrar que tienes la razón?
No existe la persona perfecta, solo existe aquella que trata de dar siempre una imagen y aun así no lo logra.
El etiquetador.
Si tiendes a etiquetarte o a calificar a los demás, haz una lista de todas las conductas que alguna vez has tenido y de
todas las que puedes hacer.
Así como de todas las características, cualidades y defectos que has mostrado a lo largo de tu vida.
¿Crees que se puede calificar a alguien tan complejo como el ser humano, por unas cuantos aspectos?
¿Califica tus conductas, para ver los errores y corregirlos, pero no te califiques como persona. 20
El justiciero.
Para el dueño de un negocio, correr a un empleado que le causa problemas es justo y para el empleado, es injusto.
En vez de enfocarte en el aspecto de la justicia, analiza las cosas en función de los resultados.
De cómo te sientes, de las reacciones de la gente importante para ti y de sus efectos, positivos y negativos.
El vidente.
El emotivo.
El iluso.
Rara vez las cosas cambian, para mejorar, simplemente con el paso del tiempo.
Poner nuestro bienestar en la suerte o en la esperanza de que algo suceda para que nuestros problemas se resuelvan,
es una actitud equivocada.
Te recomiendo leer el artículo sobre estilos de pensamiento, para que tengas una información más completa sobre este
tema.