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Adolescencia, posmodernidad y escuela.

La implicancia del
Aprender a Elegir en la construcción de un proyecto educativo,
laboral y personal.
Lic. Cecilia Suárez

En los tiempos de la posmodernidad, es todo un desafío recuperar la capacidad


de soñar, de elaborar proyectos y llevarlos a cabo desde un rol protagónico.
Asistimos a una hiperestimulación que alienta el consumo, algunos púberes y
adolescentes intentan escapar a la vorágine de estímulos con un abierto rechazo,
manifestando impotencia o inhibición, otros se sienten presionados a elegir entre
determinadas áreas del conocimiento como único modo de subsistir en la
sociedad. Pareciera que se estimula permanentemente el deseo de acumular
conocimientos como herramientas, pero...para qué?, se preguntan. No se tiene en
cuenta que es necesario conocerse a sí mismos (intereses, aptitudes,
motivaciones, miedos, fantasías, expectativas personales y familiares, etc.) y al
mundo en que viven (oferta y demanda educativa y laboral), para luego pensar el
proyecto, la meta hacia la cual se dirigen, y trazar su hoja de ruta para lograrlo.
Ante un sistema educativo con fracturas en cada uno de los ciclos de formación,
con diplomas que remiten a calidades de aprendizajes muy diferentes según qué
institución los haya otorgado, mercado laboral con escasos puestos de trabajo,
oferta educativa amplia y en general desconocida, nos preguntamos: los estamos
acompañando y preparando para la transición, para el crecimiento y desarrollo
hacia el mundo adulto?
La Dra. Marina Müller plantea que debido a la devaluación de las credenciales
educativas, se requieren niveles superiores de formación para el empleo y para la
carrera laboral. Por otro lado, las condiciones de empleabilidad requieren
actualmente una formación polivalente, con capacidad de seguir aprendiendo a lo
largo de la vida con periódicas reinserciones en ciclos formativos formales o
informales. Quien aspira a un trabajo en el mercado laboral actual debe
demostrar, además de los conocimientos específicos de su oficio/profesión, las
siguientes aptitudes:
 Posibilidad de expresión, en la comunicación oral y lectoescrita.
 Pensamiento formal, en razonamiento y resolución de problemas, en
afrontar creativamente la complejidad, la incertidumbre y el conflicto.
 Reconocimiento de su propio valor, autocontrol, autocrítica.
 Adaptación a las relaciones y las normas de las organizaciones
productivas, con posibilidad de trabajar en equipo, responsabilidad,
administración de recursos disponibles.
 Integridad y honestidad.
 Empleo de tecnologías.
 Transferencia y aplicación de conocimientos a situaciones reales.
 Actitud investigativa y de búsqueda de resultados.
 Evaluar la información económica y laboral.
 Aprender a buscar trabajo, solicitarlo o generarlo.
 Aprender a desenvolverse en entrevistas de selección de personal.
 Aprender a elegir y a sostener opciones de estudio y trabajo.
Vemos entonces, al púber o adolescente avasallado por múltiples mensajes que lo
saturan y confunden generando dependencia de las propuestas ajenas (pares,
familiares, docentes, etc.) para la toma de decisiones. Esto constituye un
obstáculo en la posibilidad de conocerse y de elaborar con autonomía proyectos
significativos.
A continuación, comparto con Uds. Algunas viñetas clínicas acerca de entrevistas
de orientación vocacional realizadas en el Servicio de Salud Mental del Hospital
Tornú:
Analía (15 años): “A mí ni me interesa que mis padres me entiendan, quiero que
me dejen hacer lo que yo quiero”.
Julián (12 años): “No sé qué seguir, técnico, comercial o bachiller, mi tío dice que
siga técnico porque lo único que va a seguir progresando es la tecnología”. Su
madre de 40 años expresa: “El quería seguir bachiller o comercial por medicina,
pero a nosotros nos parece mejor que siga una escuela técnica por la salida
laboral. Hoy en día no hay tiempo de equivocarse, lo mejor es la tecnología, el
futuro es eso...en realidad queremos que haga lo que a él le guste”.
Julieta (17 años, cursando 5° año de bachiller en informática) manifiesta: “ Me
gustan un montón de cosas: turismo, fotografía, diseño de indumentaria, entre
otras, pero mi vieja no lo toma como algo importante...ella quiere que yo sea algo
más importante, por ejemplo abogada o médica, que es lo que a ella le hubiera
gustado hacer (...) En mi casa no hay término medio: te va bien o sos un fracaso.
Me recuerda al programa de radio donde en un reportaje Any Ventura dijo que
tenía el título de socióloga pero colgado en el baño... Yo tengo parte de decisión
pero mi mamá dice algo y si yo pienso lo opuesto soy como una ovejita y pienso
que me va a ir mal. La frase de mi mamá es “hacé lo que quieras”, pero tengo
miedo de empezar una carrera, que me vaya mal y mi mamá me diga que soy un
fracaso”.
Generalmente se sitúa la pubertad como el período entre los 11 y 13 años en el
cual se dan modificaciones morfológicas, sexuales y endócrinas, hay un
crecimiento del tamaño corporal, cambios en las proporciones del cuerpo,
desarrollo de las características sexuales primarias y secundarias.
La adolescencia podría definirse como la etapa evolutiva cuyo patrón psicológico
es desencadenado a partir de la pubertad somática. En lugar de las antiguas
identificaciones, irá adquiriendo nuevas, las cuales tomarán el aspecto de algo
prestado: sus ropas, sus opiniones, su ideología, sus gustos, sus objetos, cosas
pedidas en préstamos a los adultos y a otros pares. Se da la desidentificación con
el niño ideal que fue, con su cuerpo infantil y la apertura a la problemática de la
identidad sexual, a la inserción en el mundo adulto extrafamiliar. A veces piensan
y actúan como niños, y otras, intentan conductas más adultas. Alternan entre el
amor y el odio, manifestando sus ambivalencias en el mundo externo. A veces
sorprenden con sus racionalizaciones científicas y otras abruman con su falta de
comprensión frente a un problema sencillo. En la adolescencia el pensamiento
formal hipotético-deductivo incluye problemas que exceden el aquí y ahora,
pudiendo reemplazar la búsqueda de soluciones inmediatas por otras que pueden
desplazarse en el tiempo y en el espacio.
Emilio Tenti Fanfani plantea que el adolescente cuestiona el sistema de
referencias que ha heredado de la familia. En la niñez, la familia funciona como la
primera matriz de sentido en la que se elabora una representación del sí mismo y
del mundo social. La adolescencia comienza en lo corporal con la madurez sexual
y en lo psicosocial con el cuestionamiento de esta herencia recibida. La familia
otorga una historia en la que es individualizado, y la adolescencia supone el
primer paso en la construcción autónoma de esa nueva historia que constituirá
la nueva identidad. El adolescente actual, no tendría a qué oponerse, al menos no
claramente, en la medida en que no habría ideologías fuertes con las que elaborar
el contraste, de este modo no vemos brecha generacional, sino simplemente
huída, sin choques, indiferencia. Esto genera confusión entre los mundos juvenil
y adulto. Históricamente el adulto era enérgico y claro en sus objetivos y modos
de socialización, pero actualmente en muchos casos, está abrumado por la
incertidumbre, y las indefiniciones propias del mundo adolescente, convertido
éste en modelo para el mundo adulto, la etapa adolescente se va convirtiendo en
un estado. La adolescencia, poco a poco, se va convirtiendo en un modelo social a
imitar que se extiende cada vez más por la acción del mercado, los medios
masivos y la publicidad, que difunden como generalizable las características de
su imagen con lo que va dejando de ser una etapa para convertirse en un estado
permanente.

Obiols y Di Segni, plantean la diferenciación entre adolescencia y juventud: “Un


adolescente es un ser humano que pasó la pubertad y que todavía se encuentra
en etapa de formación, ya sea en lo referente a su capacitación profesional, a la
estructura de su personalidad o a la identidad sexual. En cambio joven, cuando
este término se refiere al adulto joven, designa a alguien que ya ha adquirido
responsabilidades y cierta cuota de poder, que ha madurado su personalidad y
tiene establecida su identidad sexual, más allá de que no tenga una pareja
estable o no sea totalmente autosuficiente en lo económico.
En la actualidad nos encontramos con personas que a los 30 años no han
conseguido la independencia mínima, la estabilidad afectiva e incluso la
sensación de tener una identidad clara, por lo que suelen consultar manifestando
conflictos claramente adolescentes.

Francoise Doltó, ya en 1980, describía el fenómeno de postadolescencia, como un


alargamiento de la adolescencia que no permite fijar sus límites con mucha
precisión. “El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los
jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como límites
de exploración. Los adultos están ahí para ayudar a un joven a entrar en las
responsabilidades. Lo que más hace sufrir a los adolescentes es ver que los
padres tratan de vivir a imagen de sus hijos y quieren hacerles la competencia. Es
el mundo al revés. Los adolescentes se ven obligados a ser padres de sí mismos,
situación que les da más libertad pero para la que no cuentan con elementos
suficientes. El conflicto generacional ya no es lo que era. Los jóvenes huyen de los
adultos, pero no se enfrentan con ellos. El problema es más bien la neutralización
de las relaciones, el no-intercambio. Y lo que se hace es cohabitar. Se habla, sí,
pero no se comprende, o se piensa que no se puede comprender y que nada
puede hacerse por los demás. Ya no hay deseos de comunicarse”.
Los padres viven junto a sus hijos diferentes crisis: duelo a una edad, a una etapa
de la vida, crecimiento y paulatina independencia de los hijos. En estos
momentos de crisis social y económica, muchos padres se identifican con sus
hijos, sobrecargándolos con su propia incertidumbre laboral y económica,
priorizando lo económico por sobre el deseo y acrecentando la angustia en la
elección vocacional. En la medida en que puedan diferenciar su propia historia de
la de sus hijos es que favorecerán la construcción de una identidad vocacional y
ocupacional en ellos.
A esta realidad, se suma el actual cambio del modelo tradicional familiar,
ocupando muchas madres el lugar de jefas de familia, modificándose su rol de
pasivo al necesariamente activo, con el consecuente aprendizaje de una
experiencia no incorporada a través de los modelos de sus antecesores. Esto a su
vez genera que su rol se diversifique: esposa, ama de casa, madre, equilibradora
de la economía familiar. Si bien, por distintas motivaciones (vocación, necesidad
de generar ingresos económicos, deseo de autorrealización personal, laboral, etc.),
esta diversificación de roles es una elección de la mujer, para ponerlos en
práctica, necesitaría compartir algunas responsabilidades. En muchos casos se
acude a una ayuda externa, pocas veces puede contar con su pareja, la mujer
corre las 24 horas, restándole tiempo a su descanso y energía al tiempo
compartido con sus hijos y pareja, repercutiendo en el vínculo de comunicación
familiar. Paralelamente, se dan en el hombre cambios en su posicionamiento en el
contexto social, comparte y a veces compite con mujeres en la inserción o ascenso
laboral, en el ámbito familiar debe ocuparse de actividades que históricamente
eran exclusivamente femeninas (tareas domésticas, cuidado y educación de los
hijos) aunque en la actualidad sean pocos los hombres que asumen este nuevo
rol.
Durante la adolescencia, la familia es convocada a adaptarse a la cambiante
capacidad funcional y al estado emocional de la persona que está entrando en
esta nueva etapa del desarrollo. Los problemas surgen cuando una parte de la
familia trata de impedir la crisis, retardar o aún penalizar y evitar el cambio, o
quieren que los cambios se produzcan más rápido o de acuerdo a sus
expectativas. Por ejemplo, Clara (13 años) manifiesta en la consulta interés por
estudiar en una Escuela de Bellas Artes, posibilidad que es descartada por la
madre por temor a que su hija no pudiera sostener el largo viaje durante los años
de escolaridad.
En la Educación General Básica, nos encontramos trabajando en octavo y noveno
grados, con adolescentes entre trece y quince años. Teniendo en cuenta que en
esta etapa la palabra es el instrumento del pensar reflexivo, ya no sólo como
medio de expresión, es que pueden instalarse espacios de reflexión sobre
temáticas que los preocupan. Con los púberes utilizamos juegos grupales
facilitadores para la emergencia de temáticas que generan inquietudes, en cambio
con los adolescentes los temas pueden abordarse en forma más directa, desde la
misma reflexión.
Los púberes y adolescentes atraviesan una doble crisis, la propia de la etapa
evolutiva y el cambio de ciclo en su escolaridad que le exige una decisión. Por
crisis se entiende la idea de pasaje, de cambio hacia otra nueva forma, de
desestructuración y reestructuración de las relaciones consigo mismo y con los
otros.
El espacio de Orientación Vocacional Ocupacional y Educativa favorece el
despliegue de la conflictiva en torno a la elección y a los recursos con que se
cuenta para atravesar ese camino.

La doctora Marina Müller sostiene:


“Para dialogar con las personas en crecimiento, para acompañarlos en sus
aprendizajes y en la construcción de sus proyectos de vida, de estudio y trabajo,
precisamos incorporar en nuestra formación profesional los criterios de sociólogos
y antropólogos, de psicólogos y psicopedagogos, y atravesando todo ese complejo
bagaje, conectarnos con nuestras propias adolescencias, con nuestras zonas
dolientes, pasionales, ilusionadas, cuestionadoras, ávidas de reconocimiento, de
esperanza, de afecto, de comunicación y presencia, de equidad y justicia, de
encontrar y sostener un lugar digno –nosotros y ellos- en el mundo de hoy y de
mañana.
El lugar en el mundo- lugar ambiguo y difícil- se lo damos a los adolescentes
desde nuestras expectativas y demandas. La adolescencia no es sólo un
fenómeno marcado por los cambios biológicos, sino el contexto histórico, cultural
y de poder socioeconómico que sitúa a quienes transitan por esa etapa vital en
moratoria psicosocial, en marginalidad familiar y social, y aún en exclusión, como
ocurre (no exclusivamente) en los sectores carenciados, por falta de
oportunidades educativas y laborales, por represión de conductas de
enfrentamiento con las normas sociales, o por hostigamiento y violencia hacia los
adolescentes y jóvenes, quienes muchas veces padecen la criminalidad de los
adultos o de otros jóvenes.
Nuestra definición de adolescente o joven está marcada por nuestra pertenencia a
esta época, por nuestros criterios contemporáneos acerca de esa etapa de la vida,
por los imaginarios sociales y culturales vigentes.
¿Cómo son los adolescentes y jóvenes de hoy? No existe “una” sino “múltiples”
formas de ser adolescente, joven o adulto: según el género, la clase social, las
oportunidades educativas, los recorridos laborales, las preferencias estéticas,
musicales y de esparcimiento, factor este último que influye enormemente en lo
que podríamos llamar la cultura juvenil actual.
Existen condiciones socioeconómicas y culturales en las cuales la adolescencia no
aparece, debido a la pronta exigencia de cumplimiento de un rol productivo o
reproductivo que anula la posibilidad de moratoria en la asunción de roles
adultos”.
De acuerdo a una investigación realizada por la Dra. Marina Müller, los rasgos
adolescentes y juveniles que se reiteran en las consultas de orientación vocacional
son los siguientes:
Desde lo socio-cultural:
 Adhesión a ídolos de la música y del deporte, el individualismo
narcisista en lo corporal, lo alimentario y las formas estéticas musicales, de
indumentaria y de estilos expresivos (fenómenos culturales posmodernos).
 La caída de ideales, el grupo de edad como sustituto de los modelos
adultos, la “adolescentización social”.
 El surgimiento de valores postmaterialistas (ecología, derechos de
grupos minoritarios o marginados, pacifismo, neoespiritualismos), la
participación en agrupamientos humanitarios o religiosos.
Desde lo psicológico personal:
 Anhelo de libertad personal para elegir y realizar sus experiencias.
 Ansia por disfrutar grupalmente del tiempo libre.
 Contraposición conflictiva entre el orden laboral-educativo
“disciplinario” y el orden consumista placentero del tiempo libre.
 Dificultad para expresar sus ideas y opiniones.
 Dificultad para definir y lograr metas.
 Características narcisistas: predominio impulsivo, signos depresivos
difusos (aburrimiento, vacío), tendencia a hiperestimularse y acelerarse.
 Angustia e insatisfacción frecuentes en ámbitos tanto laborales como
de estudio.
 Dificultad para desidentificarse de los mandatos familiares y
considerase protagonistas de sus propios proyectos.
 Identidad tipo “collage”: fragmentaria, múltiple y contradictoria, con
multiplicidad de tendencias heterogéneas sin conciencia de conflicto.
 Conflicto de roles en el género femenino, entre la vida privada
(matrimonio, maternidad) y la vida profesional-ocupacional.
 Frecuentes dificultades en la inserción educativa y en el rendimiento
académico.
Desde lo escolar, en el curso de la Educación Media o del EGB3 y Polimodal:
 Duelos o desprendimientos de la adolescencia (por las
transformaciones corporales con abandono del cuerpo infantil, por la
transformación de las relaciones infantiles con los padres, por abandonar los
roles y el status infantiles-adolescentes donde prevalece el principio del placer).
 Inhibiciones, rechazo o abandono del aprendizaje escolar, en sectores
populares y de clase media.
 Fracaso y deserción escolar, particularmente en sectores populares.
 Desorientación vocacional.
 Sobreadaptación a las expectativas de éxito y excelencia,
particularmente en sectores de clase media y media-alta.
 Fobias (miedo al cambio, miedo a distintas situaciones escolares,
evitación de las decisiones por miedo al fracaso, o a equivocarse en la elección.
 Estados depresivos leves.
 Manifestaciones suicidas o autoagresiones (tendencia a los accidentes,
ideas y tentativas de suicidio).
 Drogas y alcoholismo como episodios ocasionales (usuarios) o como
adicción compulsiva.
 Violencia individual y grupal que produce conflictos de convivencia,
tanto escolar como familiar y social.

La Dra. Marina Müller se refiere a la situación de la escuela en la actualidad:


“Escuela, hoy es escuela en crisis. “Crisis” como momento de evaluación,
cuestionamiento y transformación. Escuela transmisora de contenidos cognitivos
y culturales, convocada a brindar formación desde la transversalización e
interdisciplinariedad de los contenidos educativos, escuela que suple funciones
asistenciales, y aún familiares, escuela que sigue recibiendo a prácticamente toda
la población, aunque aún no encuentre medios efectivos para retenerla hasta
completar, al menos, la escolaridad ahora obligatoria.
Actualmente, la escuela es una condición indispensable, aunque no suficiente,
para sostener el lugar social y obtener la inserción laboral.
Con propuestas culturales facilistas, crisis económica, crisis laboral, de
credibilidad y gestión de la función pública, adolescentes y jóvenes de sectores
populares y medios con frecuencia dudan del valor del estudio y del trabajo como
medios de inserción social adulta. No ocurre así con los jóvenes de medios
socioeconómicos pudientes, quienes son preparados para desempeñar liderazgos,
disponer de bienes y gestionarlos, en una formación exigente en todos los niveles
educativos, la cual proporciona posibilidades de inserción laboral, acompañada
por redes sociales familiares que aseguran la formación selecta y continua, junto
con as habilidades sociales y personales requeridas por el mundo laboral
contemporáneo.
Por otra parte, la profesión docente se encuentra devaluada simbólica, social y
económicamente. Los docentes enfrentamos transformaciones socioculturales y
económicas turbulentas que inciden en nuestra subjetividad y en la de nuestros
alumnos y alumnas”.
La Dra. Marina Müller nos invita a reflexionar acerca de la escuela que esperan
nuestros alumnos y alumnas:
“Una escuela más democrática, donde acompañemos a alumnos y alumnas en
sus aprendizajes, éxitos, dificultades y fracasos, donde aportemos recursos para
su formación no sólo intelectual y tecnológica, sino humanista, ética, ciudadana,
social y personal. Una escuela que brinde conocimientos instrumentales y que
forme como ciudadanos participativos, para convivir en la diversidad.
Una escuela que incorpore la cotidianeidad mediante los temas y ejes
transversales: valores, convivencia, diversidad cultural, exclusión, empleo y
desempleo, delincuencia, procreación responsable, salud reproductiva y sexual,
formación ciudadana, educación para el consumo inteligente, educación vial, etc.
Que enseñe procedimientos: saber expresarse verbalmente y por escrito, aprender
a escuchar y a participar grupalmente, respetar las normas de convivencia”.
Obiols y Di Segni proponen una educación general, “polivalente” con una triple
finalidad: que prepare simultáneamente para continuar estudios superiores, que
posibilite una participación activa en la vida social y capacitación para
comprender y participar activamente en el mundo del trabajo.
Una escuela centrada en la transmisión del conocimiento socialmente válido en el
plano de las ciencias, las humanidades y los sistemas normativos. Tendrá que
rechazar las pedagogías “light” que promueven el facilismo, y exigir a profesores y
alumnos el cumplimiento de sus tareas específicas.
Al enseñar el saber socialmente válido desarrollará en los alumnos hábitos,
actitudes y valores capaces de conformar una personalidad autónoma que
constituirá la base para ulteriores desarrollos personales en la esfera de las
opciones entre valores.
Los autores nos convocan a un ejercicio de visualización de condiciones ideales
para la tarea educativa:
Imagina

Imagina que los adolescentes conserven su capacidad creativa, pero que sean
capaces de esfuerzo para incorporar aprendizajes que así lo exigen.
Imagina que fuera posible mantener la fantasía y desarrollar la capacidad de
análisis.
Imagina que se recuperara el respeto al otro en la comunicación, sin caer en
rituales vacíos.
Imagina que hubiera normas de convivencia sin que eso fuera un resabio
autoritario.
Imagina que los padres mantuvieran la cercanía con sus hijos sin que quisieran ser
adolescentes eternos.
Imagina que la sociedad volviera a considerar al docente y a la institución escolar
como válidas para su crecimiento.
Imagina que la sociedad respaldara modelos posibles de ser imitados y valiosos.
Imagina una escuela donde se encuentren distintos sectores sociales.
Imagina que las humanidades recuperaran el lugar que merecen junto a la
tecnología.

La Dra. Marina Müller propone una de las estrategias que nos permitirá una
docencia más integral, desburocratizada y eficaz: la orientación educativa , la
tutoría y la orientación vocacional ocupacional. No como acciones puntuales,
desconectadas ante circunstancias críticas, sino como estrategia, planeamiento
de conjunto, con posibilidad anticipatoria, con revisiones y replanteamientos a
medida que se desarrolla la tarea.

Bibliografía

- Chohuy, Ricardo. “Función paterna y familia monoparental: ¿cuál es el costo de


prescindir del padre?” Revista Perspectivas Psicológicas.
- Doltó, Francoise. “La causa de los adolescentes”.Editorial Seix Barral, Barcelona, 1990.
- Gullco, Adriana y di Paola, Gloria. “Orientación Vocacional. Una estrategia preventiva.
Editora Vocación, Buenos Aires, Julio 1993.
- Müller, Marina. “Orientar para un mundo en transformación. Jóvenes entre la
educación y el trabajo”. Editorial Bonum, Buenos Aires, 1998.
- Müller, Marina. “Adolescencia y Escuela. El papel de la Orientación Educativa y los
docentes tutores”. Revista Aprendizaje Hoy, Año XXI, N°49 , Buenos Aires, Julio 2001.
- Müller, Marina. “Orientación educativa, vocacional y profesional”. Revista Aprendizaje
Hoy, Año XX, N°46, Buenos Aires, Agosto 2000.
- Obiols, Guillermo y Di Segni de Obiols, Silvia. “Adolescencia, posmodernidad y escuela
secundaria”. Editorial Kapelusz, Buenos Aires, Julio, 1994.
- Pittman, Frank. “Una teoría de la crisis familiar. Revista Sistemas Familiares. Buenos
Aires, AñoV, N°1, Abril 1989.
- Suárez, Cecilia (y otros). “Preparándonos para el tercer milenio. Orientándonos para
orientar”. Publicación interna en la II Jornada de Orientación Vocacional del Hospital
Tornú, 24 de Noviembre de 1999.
- Tenti Fanfani, Emilio. “Una escuela para los adolescentes”. Editorial UNICEF/ LOSADA.
- Uriel, Fabiana y Costa, Cristina. “Orientación Vocacional-Ocupacional con jóvenes de
11 a 15 años. Lugar Editorial, Buenos Aires, Febrero 1998.

Suárez, Cecilia - “Adolescencia, posmodernidad y escuela. La implicancia


del Aprender a Elegir en la construcción de un proyecto educativo, laboral y
personal”. Ficha de cátedra.
Caracterizá al adolescente de hoy, teniendo en cuenta los múltiples factores que
lo atraviesan influyendo o determinando sus proyectos educativos, laborales y
personales.

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