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ESPIRITUALIDAD SISTEMATICA
Entre estos términos hay que considerar ascética y mística. Son complementarios
o correlativos, expresan dos aspectos de la vida espiritual.
Ascética significa el esfuerzo y los medios con que el hombre se dispone a
acoger la gracia divina y a colaborar en su desarrollo.
Mística significa la comunicación divina y el modo pasivo en que el hombre
recibe y actúa bajo su impulso.
Reflexión teológica y experiencia vivida son dos elementos que deben ir juntos,
dado que responden al contenido mismo de la revelación de Dios, que es verdad y vida,
conocimiento y praxis, comunión y servicio. La teología debe tener en cuenta esta
exigencia que le viene de su mismo origen y destino. La vida se alimenta de reflexión, y
la reflexión de vida
La reflexión nace espontánea, como brote de la fe en busca de comprensión,
como exigencia de la caridad para más amar. La vida cristiana necesita alimentarse
constantemente de verdad. Con las luces que la revelación misma ofrece, y otros
recursos de la cultura, la teología trata de esclarecer aspecto más oscuros del misterio.
Siempre mirando, como a supremo valor, a la vida.
2.- Teología
La espiritualidad se enfrenta directamente con el dato revelado, con los misterios
en sí mismos, tratando de extraer su jugo con la reflexión apropiada y una experiencia
apropiada. Pero, la espiritualidad no actúa de manera independiente, vive y trabaja en el
ámbito de la teología, por eso la llamamos teología espiritual. Sin embargo, la creciente
especialización de objetos, perspectivas, métodos, ha hecho inevitable una cierta
especialización de la teología espiritual dentro de la teología.
En este sentido, decimos que la teología espiritual debe tener en cuenta a las
otras ramas, como ha sucedido con frecuencia en la historia. Una determinada línea
dogmática da origen a una espiritualidad afín. Y una determinada experiencia y
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4.- Mistagogía
Palabra rara y poco utilizada en la vida espiritual hasta hace pocos años. Indica
la pedagogía e iniciación al misterio. Pone de relieve una función importantísima de la
espiritualidad y el modo de realizarla.
Naturaleza. La mistagogía se ocupa y preocupa de la transmisión y de la
asimilación del Misterio. Ayuda a saberlo proponer y a saberlo acoger en la propia
experiencia. No se trata de un método, sino de una sensibilidad espiritual peculiar que
acompaña todo el proceso de comunión de vida y los elementos que lo integran: don
gratuito y personal de Dios, mediaciones, experiencia y participación personal del
hombre. Estos componentes actúan orgánicamente conformados al que es fuente de todo
el proceso: El Misterio de Dios. Comunicándose gratuitamente, crea las mediaciones y
la experiencia del sujeto, como momentos interiores al misterio mismo. No se trata de
temas sino de relaciones interpersonales totales. Esto es un don que se da y se recibe, no
se aprende ni se enseña.
Origen. Nace de dos percepciones simultáneas: Exigencias del Misterio,
carencias en la corriente formación espiritual. La mistagogía ha puesto de relieve dos
carencias en la experiencia espiritual. La primera es que levamos dentro una gran
cantidad de verdades no integradas en la persona, verdades esenciales, de ser o n ser
cristianos. La segunda es la escasez de verdaderos maestros y mistagogos. Escasean
hombres que envuelven las verdades de la fe en la verificación de la propia vida y la
verdad de la propia vida en los contenidos precisos de la fe. Son capaces de comunicar y
de provocar experiencia.
Componentes. Son tres: El misterio de Dios, la asimilación de sujeto y los
medios de comunicación personificados en el maestro.
Proceso. La pedagogía espiritual es lenta, gradual. Como la pedagogía de Dios
en la historia de la salvación. La transformación personal del sujeto necesita el ejercicio
de la libertad, y éste tiene lugar en el tiempo. No hay asimilación honda sin proceso.
Eliminar éste equivales a reducir las realidades divinas a una información intelectual o a
una decisión de la voluntad, vías de comunicación muy superficiales para los graves
contenidos de misterio que ahora tenemos entre manos.
Pero si cuidas los detalles de respeto y adoración ante el Santísimo, si comulgas cada
día como si fuera el primero, tu fe se robustecerá, y con ella abundarán en ti esperanza y
caridad. o presupuesto de la actividad humana. La actividad teologal del cristiano es una
respuesta de persona a persona, encuadrada y mantenida por el diálogo presente de
Dios.
La persona de Dios y su donación al hombre es una misma en las varias
manifestaciones:
- Palabra de la Verdad
- Amor es el motor y el contenido de la palabra
- Promesa de mayor plenitud
Estas son las formas o aspectos englobados en el acercamiento de Dios al
hombre. Se interpretan: la revelación es amor y por amor, es promesa de luz y verdad
completas. El amor es revelación.
La iniciativa de Dios tiene carácter provocativo, está hecha para despertar
reacción en el hombre, le obliga a responder en el mismo lenguaje: a palabra, fe; a amor,
amor; a promesa, esperanza.
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c) Respuesta múltiple
Creer, amar y esperar es la reacción lógica del hombre a la conducta que Dios
tiene hacia él. Lógica sobrenatural, fruto de una gracia que le hace capaz de percibir y
corresponder. La iniciativa es siempre de Dios.
Las virtudes teologales siguen, por parte del hombre, una largo proceso de
crecimiento, asimilación. Aunque aceptadas como don de Dios, requieren mucho tiempo
para convertirse en criterios, motivos, dinamismo del hombre. Con nuevas gracias,
mucho tiempo y ejercicio, fe, amor y esperanza se apoderan de la libertad y del
psiquismo humano.
En este proceso de transformación, ponen a prueba la fidelidad del creyente:
creer en la total oscuridad, amar en el abandono y la aridez, esperar contra toda
esperanza.
los hechos de los apóstoles. El Espíritu anima, empuja, guía a Jesús, a los apóstoles, a la
comunidad primitiva.
Por urgencias apologéticas, la teología posterior se fijó preferentemente en temas
especulativos. Se hizo necesario desarrollar estas cuestiones para hacer frente a las
herejías, por exigencia normal de la comprensión d la fe. Pero este desarrollo unilateral
del aspecto especulativo originó una carencia en la teología que se ha dejado sentir
negativamente en la espiritualidad. El Espíritu ha quedado desdibujado, sin encarnar en
la historia, in presencia definida y sentida en la piedad, en comparación con la otras dos
personas de la Trinidad.
La experiencia comunitaria, la doctrina del concilio y la teología renovada han
despertado y sensibilizado de nuevo a la persona, la presencia y la acción del Espíritu
Santo en la salvación, en la vida cristiana, en los signos de los tiempos, y es en esa
presencia y acción concreta donde mejor se revela su Persona divina.
b) Presencia activa
En la revelación y en la teología reciente está muy acentuada la acción del Espíritu
Santo en el organismo eclesial, en la comunidad, y no solamente en cada uno de sus
miembros. El concilio lo afirma constantemente, pero cuida de afirmar al mismo tiempo
el carácter personalizado de sus elaciones con la comunidad creyente.
Es importante notar que la presencia activa del Espíritu en la Iglesia y en el
cristiano se extiende a la totalidad de su existencia y de sus manifestaciones y no se
puede limitar a un tipo de personas u ocupaciones.
c) Funciones
Sintetizando la doctrina cristiana y las enseñanzas del concilio Vaticano II,
podemos determinar algunas de las funciones en que se concretiza la acción universal y
omnipresente del Espíritu de Jesús:
Vivifica
Unifica y diversifica
Santifica
Evangeliza
Estas cuatro líneas pueden agrupar de algún modo las múltiples funciones que el
Espíritu realiza en la Iglesia y en cada uno de los creyentes. Con todas las funciones que
pide la gracia, la función, el ser de cada uno y sus circunstancias.
La inspiración tiene un campo muy amplio de alcance. Puede referirse a cosas obligadas
o prescritas; y puede también el Espíritu inspirar ciertas acciones en terreno libre, donde
ninguna ley determina.
Actúan insertadas en la actividad Psicológica humana, y no resultan perceptibles como
especialmente sobrenaturales. Vienen normalmente con ocasión de un estímulo natural.
Requieren discernimiento, y luego docilidad.
gustamos, sino como acogida de una Persona divina que se nos revela en su ser, cercano
y trascendente, unas veces causando gusto y oras disgusto; es Dios.
Hambre de experiencia
Con el sentido que hemos encontrado en la experiencia cristiana, nada tiene de extraño
que los cristianos la sientan como una exigencia. Es la aspiración elemental a ser y
sentirse cristiano, es decir, una persona a quien Dios dirige su palabra y su amor
electivos e interpelantes, una persona que al orar, servir y amar, está dialogando con
alguien y no haciendo proyectos de vida individual.
Esta experiencia y necesidad de ella se aplica a todas las realidades divinas y humanas
de la existencia cristiana. Todo son mediaciones de encuentro, formas y lugares de la
experiencia. Se habla con mayor énfasis y frecuencia de la experiencia de Dios en la
oración, el hermano, la cruz, etc. Pero se da igualmente en tantos otros campos.
Qué experiencia
Distingamos ahora los grados de calidad de la experiencia que hemos presentado:
Experiencia-impresión. Es aquella en que se busca la reacción subjetiva en el contacto
con el objeto o persona. El objeto sirve de pretexto o estímulo.
Experiencias, en plural. Son momentos privilegiados de la existencia en que la persona
capta con particular hondura e inmediatez e sentido de la vida y la presencia de Dios en
ella, el valor de trascendencia y eternidad que encierra la historia, la naturaleza.
La experiencia, en singular. Es el resultado y la decantación de varias experiencias. La
experiencia se pega a la persona y la transforma convirtiéndose en un modo de ser y
fuente de vida: sabiduría, intuición, amor, prudencia etc.
a) Antiguo Testamento
En el AT. se describe bien la santidad de Dios, sus derivaciones hacia el hombre,
los lugares, los objetos y las diferentes mediaciones.
Dios es el Santo por excelencia. Es santificado y santificador. Es santificado
cuando su Santidad es reconocida y adorada por el hombre. Es santificador porque hace
partícipes a los hombres, purificándolos de toda indignidad y transformándolos
progresivamente en imagen de su santidad divina. La santificación tiene
correspondencia libre y cumple misión de testimonio. La santidad es un misterio,
además de exigencia personal, que se traduce en conducta fiel.
Comunicando su propia bondad trascendente, Dios suscita un pueblo fiel. El
destinatario de la obra santificadora de Dios es un pueblo; un pueblo escogido para el
culto y para ser testigo ante los demás pueblos de su bondad: Ex 19, 56.
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b) Nuevo Testamento
El NT. nos permite captar la santidad de Dios en sus momentos culminantes: Ef
1, 3-14.
Se trata de una iniciativa divina que hace de la santidad un don. Estamos en el
plano de la comunicación personal: santificar al hombre es transformarlo, elevándolo en
Cristo a la condición de hijo, ejerciendo para con él su divina Paternidad.
Los textos neotestamentarios llevan siempre implícitos o explícitos los diversos
aspectos del misterio de la santidad: ser de Dios, acción de Dios sobre el hombre,
conformación de éste a la imagen de Cristo, renovación moral. Si se comienza por la
santidad de Dios, concluye en el compromiso de vida cristiana santa; si empieza por las
exigencias de vida cristiana, lo justifica recurriendo a la santidad de Dios.
En el mismo sentido, la santidad como respuesta del hombre, es conformidad a
la imagen de Cristo Hijo, asimilándose por medio de él a la santidad y a los designios
eternos de Dios: Rom 8, 29-30.
Jesucristo es el santo de Dios por excelencia. Por la unión de Dios y hombre en
su persona, por la grandeza de su propia existencia como reflejo de Dios Padre, por la
misión recibida y cumplida en el Espíritu Santo de llevar a cabo el plan salvífico.
c) Definiciones
Cfr. Manual, pp. 119-120.
a) Don y tarea
Cfr. Manual, pp. 120-121.
b) Multiforme
Cfr. Manual, p. 122.
a) Variedad de perspectivas
Dada la variedad de elementos y fases que integran la santidad cristiana, no es
extraño que exista un pluralismo a la hora de hacer una presentación global. En la
práctica, las varias expresiones designan todas ellas la perfección en su totalidad,
aunque acentúe uno u otro de sus varios componentes.
Cfr. Manual, pp. 124-125.
b) Norma canónica
Esa norma está integrada por dos puntos de referencia, que podríamos
denominar: extensión e intensidad, cantidad y calidad. El primero se refiere a la materia
del examen, el segundo al grado o calidad de la respuesta.
Virtudes cristianas
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c) El ideal
Se trata de recoger las mejores esencias de la santidad cristiana y establecer entre
ellas orden y jerarquía.
Unión teologal
Es la primera y más importante. La santidad viene de Dios y a él se ordena en
último término. En el santo prevalece la experiencia de la comunión con Dios. No se
hace santo por cumplir un programa teórico de perfección, sino por virtud de un
encuentro con Dios por Jesucristo. ese encuentro da sentido nuevo a su ser, vivir y
obrar.
Comunión eclesial
El santo no lo es para sí mismo, es un don de Dios a su Iglesia. Por eso, tiene
tanta importancia que se desarrolle, al mismo tiempo que la unión con Dios, la
comunión y la solidaridad con los hermanos.
Perfección moral
La santidad evangélica conlleva una larga serie de virtudes bien arraigadas, que
expresan los dones y las exigencias de la vida teologal, de la conformación a Cristo, en
consecuencia con la salvación recibida. Virtudes auténticas, personales, completas que
incluyan los tres planos de la "espiritualización": convicción, amor y praxis.
Equilibrio psicológico
La gracia se desarrolla en las en las condiciones psíquicas del sujeto. Por tanto,
el psiquismo cuenta para la santidad, como presupuesto y como fruto o expresión. Las
exigencias de Jesús a los que se acercan a él son: cree, ama, confía. Pero estas mismas
actitudes teológicas requieren cierto grado de conciencia y libertad que pueden no
existir.
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a) Teología
La Iglesia posee una forma especial de reconocimiento a la que se llama
canonización. Se trata meramente de un reconocimiento oficial de la Iglesia militante y
válido para ella.
En el santo logrado se reconoce la santidad de Dios y la imagen de Cristo en
grado eminente y visible, eso es lo primero que proclama la canonización. Muestran, asl
mismo tiempo, la santidad de la Iglesia encarnada en vidas consagradas a la adoración y
al servicio de la caridad. Y ponen de manifiesto innumerables gracias personales y la
propia generosidad personal. En el santo confluyen la sanidad de Dios, la santidad de la
Iglesia y el ideal de perfección cristiana.
b) Finalidad
Cfr. LG 50.
Cfr. Manual, pp. 128-129
c) Selección
Enumeramos los tres criterios que han influido en la preferencia por unos
cristianos antes que por otros, a la hora de canonizar: relevancia histórica, universalidad
y herencia.
d) Modelos espirituales
Al lado de los santos canonizados podemos colocar a un tipo determinado de
cristianos, que realizan valores evangélicos y humanos con particular fuerza y atracción.
No es necesario que gocen del reconocimiento oficial de una santidad canonizada; tal
vez incluso el conjunto de su vida no sea para una canonización. En cambio, poseen una
representatividad, una capacidad eminente de realizar los valores que arrastran a
muchos contemporáneos, en grado muy superior a los santos canonizados.
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2.- El orante
a) Cristiano orante
El orante es quien entra en comunión y diálogo con Dios. es más que su persona,
su yo alcanza valor multipersonal: en él oran Cristo y es Espíritu, en él se expresa la
Iglesia, y en él se encarnan y hacen oración las ansias, las alegrías, los proyectos y las
necesidades de todos los hombres. Pero al mismo tiempo, el yo responde a un orante
personal, responsable.
Sorprende la poca atención y el poco cuidado que se pone en la vitalidad
oracional del cristiano. Después de Dios, el orante constituye el valor supremo en todo
el ámbito de la oración. El orante es una persona de experiencia de Dios, una
experiencia concreta.
b) Los participantes
Cuando el cristiano ora, en él y en torno a él actúan Jesucristo, el Espíritu Santo,
la Iglesia y todos los hombres. El orante no ora de manera aislada.
c) Compromiso total
El orante no limita su identidad a los momentos de oración. El ser orante supone
y exige un modo de ser de la persona, un modo total de vivir. O se es habitualmente, o
no se es por decisión repentina en momentos especiales.
La vida de oración implica el desarrollo de una vida teologal hasta su madurez.
Cuando se emprende una vida de oración hay que cuidar que toda la vida cristiana se
desarrolle de forma paralela. Lo grave no son las distracciones que se puedan tener en el
momento de la oración, sino el no vivir la relación con Dios como esencia de la vida.
1.- Evangelizar
El evangelio es por su misma naturaleza evangelización, anuncio, palabra de fe
para la salvación de todos. Nos afecta en un doble sentido: tenemos que anunciarlo y
necesitamos recibirlo.
a) Nociones: Cfr. Manual, p. 210.
b) Funciones varias
- obra de salvación
- proceso de salvación
- mediaciones de salvación
c) Agentes
- Obra del Espíritu
- Misión de la Iglesia
d) Contenido y formas
Se trata de llevar el evangelio a todos los ambientes de la humanidad y
transformarla desde dentro, con la novedad del bautismo y la vida según el evangelio.
En cuanto a formas podemos señalar tres:
- Actividad misionera
- Actividad pastoral
- Actividad ecuménica
norma de vida para la ascesis cristiana. Entra también el factor antropológico ante el
hecho del pecado, la condición pecadora de la humanidad, con todas sus implicaciones
y consecuencias. Es de mucha importancia e influencia. La vida cristiana percibe con
mayor fuerza el contraste y se compromete en la lucha contra el pecado y sus
consecuencias en el hombre y en el mundo.
c) Formas
El amor-opción que motiva la ascesis puede asumir las más diversas formas,
según el punto de referencia que influya en su configuración:
- valor religioso, directamente teológico o cristológico.
- finalidad vocacional, tiene en cuenta la orientación de cada vida.
- antropológico, según el concepto que tenga del hombre y de su condición real.
- cultural, en consonancia con los valores o contravalores ambientales.
Si hemos de establecer prioridades podemos hacer las siguientes afirmaciones:
En primer lugar, que la ascesis brote de un amor totalizante que siente la necesidad de
unificarse, centrarse en una persona o un valor. Y luego, que se cultiven ante todo y
sobre todo aquellas formas de ascesis que más contribuyan a la coherencia de la
vocación escogida y a la maduración espiritual de la persona.
4.- Virtudes
La ascesis cristiana tiene una doble orientación: virtudes y abnegación. La
virtudes son disposición, medio, fruto y reflejo de la vida divina, de la comunión con
Dios.
a) Cuáles
Si quisiéramos enumerarlas por separado, tendríamos una lista interminable.
Según la distribución tradicional, podemos establecer tres categorías:
- Teologales.
- Morales.
- Humanas.
b) Creativas y valientes
El sentido y la función primordiales de la virtud es asegurar a la persona
capacidades y firmeza para llevar a cabo la gran tarea de la santificación personal y de
la propagación del Reino.
c) Síntesis
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5.- Abnegación
Algunos reaccionan con desprecio frente a cualquier forma de abnegación o
mortificación, tachándola de crueldad inútil y nociva. Dejando de lado la historia de la
mortificación y de sus formas, presentaremos algunos principios de su actual valor y
función.
a) Sentido cristiano
La abnegación se refiere a la disposición interior, mientras que mortificación
señala gestos y prácticas concretas. Jesús habla de renuncias interiores y privaciones
exteriores. Las motivaciones son la fidelidad al Padre y la dedicación total a su misión.
En Pablo también encontramos esta realidad: 1Cor 9, 27; Col 3, 1-9. El crecimiento
comporta renuncias, pérdidas parciales, mortificación de un modo de ser para dar lugar
a otro.
b) Revitalización
La primera tarea es renovar el espíritu, despertar la sensibilidad, comprender el
sentido. Esto no es fruto de la investigación histórica o psicológica. Ha sido un toque de
gracia, una invasión de Dios, una conversión lo que ha provocado gestos concretos de
mortificación. Entre las penitencias más valiosas y eficaces, hay que contar las que
vienen impuestas por la condición humana, las penalidades de los tiempos y de los
hombres, la fidelidad perseverante a todas las exigencias de la propia vocación, esto se
realiza en el ámbito de lo cotidiano. Para la penitencia voluntaria, las penitencias
deberían empezar por el espíritu y por las facultades superiores, para modificar su
espontaneidad humana en criterios y valores evangélicos.
c) La mortificación corporal
Una de las prácticas ascéticas más antiguas y más difundidas atañe a la relación
cuerpo-espíritu: podemos decir que el sentido más común del término "ascesis"
contempla la disciplina corporal que el hombre quiere imponerse. La psicología actual
manifiesta reservas frente a la concepción que se tiene del cuerpo. En la teología y en la
espiritualidad actuales, al cuerpo, como condición del hombre, se le asignan valores y
funciones de manera explícita: la palabra, el gesto, la mirada, el tacto, la presencia
sensible. Se mantiene el principio de que también el cuerpo, como los sentidos y el
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espíritu, todos tienen que reeducarse para la creación de un "yo" integrado, y esto se
logra a base de crecimiento y renuncias parciales.
b) Santidad comunitaria
En la Sagrada Escritura, la santidad se presenta como un hecho comunitario. La
Iglesia, en cuanto comunidad, realiza un proceso largo y penoso de transformación y de
crecimiento, se trata del camino de santificación. La Iglesia no está hecha y acabada;
debe acoger el don divino, construir su santidad, convertirse de sus pecados, sufrir
conflictos internos y externos. La santidad de la Iglesia consiste en la confirmación
creciente con Cristo, en la misión evangelizadorza y en la cohesión interna de sus
miembros.
c) Exodo
Se trata de una categoría fundamental de la espiritualidad. La palabra "éxodo"
tiene tres significados:
- Hecho histórico
- Libro inspirado
- Categoría: se aplica a los hechos o experiencias que presentan alguna
semejanza con la salida de Egipto.
Se utiliza la expresión "espiritualidad del éxodo" para explicar la evolución
sociorreligiosa de grupos étnicos, pueblos, iglesias, hacia una nueva forma de vida, de
pensamiento, de acción.
Para entender su significado, hay que considerar los tres momentos que
constituyen el hecho primitivo: ruptura y abandono, camino por el desierto y llegada a
la tierra prometida. Son los tres momentos de la acción salvífica.
d) Noche colectiva
Es la expresión utilizada por Juan de la Cruz para expresar una experiencia
espiritual particularmente dolorosa y desconcertante. La experiencia de "noche" se
caracteriza por varias impresiones que se imponen con fuerza, y podríamos clasificar en
cuatro planos:
- Oscuridad en el conocimiento
- Aridez y desgana en el afecto
- Desesperanza
- Sufrimiento profundo y envolvente
Pero el contenido real de la noche es todo lo contrario cuando se vive en la
fidelidad, se trata de un proceso de purificación de sentido y motivación, de una vida
espiritual depurada que se vive de solo Dios, de una presencia de Dios que toca al
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de los escritos del NT. Podemos resumir su enseñanza al respecto en algunas grandes
líneas:
La santificación es un don gratuito que se recibe en el bautismo (1Cor 6, 11). Ese don es
acogido y respondido por medio de la fe.
Se da un crecimiento que consiste en la conformación a Cristo, inserción en la Iglesia y
maduración en fe y amor (Ef 4, 11-16).
Este crecimiento se produce por la acción del Espíritu Santo que enseña y ayuda a orar,
a servir a la Iglesia, a soportar las tribulaciones, a combatir las malas tendencias,
mortificar el egoísmo de la carne.
La teología
La teología ha tratado el tema del “aumento” de la gracia y las virtudes, aunque quizá lo
ha visto en un sentido menos integrado en la totalidad de la persona y en un proceso
evolutivo de crecimiento.
Cfr. Manual, p.283.
La espiritualidad
Aunque todas las ciencias de la fe se han interesado por el tema, es la espiritualidad la
que lo ha hecho de manera más explícita y sistemática.
Aunque se hable de crecimiento unitario, conviene destacar los varios aspectos que
integran ese movimiento. En el fondo se trata de las mismas cinco dimensiones que
tiene la santidad cristiana: Teologal, moral, eclesial, psicológica y social.
Cfr. Manual, pp. 283-284
Terminología
Iniciamos recordando los varios términos con que se expresa esta dinámica del
crecimiento espiritual.
Cfr. Manual, p. 284-285.
Comunión teologal
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Entre los cinco aspectos citados y las cuatro expresiones que acabamos de indicar,
ocupa el primer lugar la dimensión teologal, la comunión de Dios con el hombre. De
ésta dependen las otras.
Para el cristiano, la santidad y la santificación tienen un carácter marcadamente
personal; consisten en la comunión-conformación, receptiva, libre y activa con Dios en
Cristo. Esa comunión se convierte en búsqueda, en aspiración afectiva y efectiva a
mayor conformación, docilidad, presencia captada en fe y en amor, en experiencia de
mayor intensidad y calidad.
Don y esfuerzo
El don de la gracia está hecho a la libertad responsable de la persona, que debe
convertirlo en proyecto personal y en esfuerzo. Quizá por reacción a las exageraciones
ascéticas de épocas anteriores, existe hoy una cierta negligencia negativa frente al
esfuerzo y a la disciplina necesarios en el desarrollo de la vida espiritual. La verdad es
que el esfuerzo no está reñido con la gracia ni con la mística, se trata de una exigencia y
de un complemento. El esfuerzo es la colaboración suscitada por el don de la gracia, que
transforma la vitalidad espiritual del hombre, la potencia, la canaliza.
Crecimiento integral
El programa y proyecto de desarrollo espiritual, basado y centrado en la madurez
teologal, se extiende a la totalidad de la persona con su vida y vocación, evitando
parcialidades peligrosas y deformaciones: cultivar solo la piedad o la actividad
apostólica.
Cfr. OT 8, en Manual, p. 286.
Entorpecimientos
Comprensión equivocada.
Indecisión
Cansancio
La vida espiritual nace de una relación especial, y al mismo tiempo la fomenta. Esa
relación es solo puente pero influye decisivamente en los contenidos que se comunican
por medio de ella. La tradición cristiana mantiene una gama amplia de posibilidades de
relación cristiana; pero el fondo y la raíz de todas ellas es la fraternidad (Mt 23, 8-10).
La fraternidad es la actitud fundamental y el titulo supremo para comprenderse, amarse,
tolerarse, ayudarse entre cristianos. El peligro de olvidarlo o posponerlo amenaza, sobre
todo, a quienes ejercen formas jerárquicas de ayuda.
Base teologal
La sencillez con que se desarrollan estas relaciones entre cristianos, no debe hacer
olvidar su profundo sentido teologal.
La comunicación fraterna lleva esencia de evangelio, es presencia de Cristo y acción del
Espíritu (Mt 18, 20).
Contenidos formales
De la ayuda fraterna no esperamos la gracia misma, que viene siempre de Dios por
medio de Jesucristo. Lo que hace el hombre es crear disposiciones favorables a su
acogida y desarrollo, quitar obstáculos, concentrar y orientar las fuerzas del sujeto, darle
salida en proyecto de santidad personal y de apostolado. Podemos fijar las siguientes
cuatro funciones:
Iluminación
Impulso
Discernimiento
Corrección
Ayudas informales
Cfr. Manual, p. 300.
Organismos
Comunidades
Grupos espontáneos
Componentes
El grupo espiritual tiene asignadas determinadas funciones, si las cumple, será un grupo
de formación eclesial y espiritual.
Están en primer lugar las personas y su relación.
Su propósito es crear, vivir la experiencia del misterio cristiano.
En la reunión, lo que se hace son tareas de formación cristiana y espiritual.
Requiere individualidades y madurez personal Necesita animador, organización, que
polarice sus fuerzas y avive los temas y proyectos. El grupo respeta la dimensión
privada de cada miembro, los limites de su comunicación espiritual. No todo se puede
decir y comentar en grupo.
Revisión de vida
Es una de las formas de grupo que antes y mejor se han caracterizado. Recibe nombre y
estructura hacia 1940, en los ambientes de la Acción Católica.
Su preocupación primordial es la evangelización del ambiente en que uno realiza su
trabajo. Esto se consigue a través de una lectura de los acontecimientos en clave
evangélica, con la actuación consiguiente.
Se funda en una teología de la historia, que hace ver la acción de Dios de los diferentes
planos: crea, gobierna, redime y santifica. Una teología de los signos: signos de la
presencia de Dios en la historia, en la situación particular, en el acontecimiento que el
grupo tiene delante e interpela.
Y tiene una espiritualidad: atención al Espíritu Santo, que mueve a la Iglesia y
distribuye los carismas. Espiritualidad del acontecimiento, como portador de la voluntad
divina, de una llamada para el grupo, de una intención histórico salvífica.
La actuación se concreta en tres puntos:
contemplar en grupo el hecho en su totalidad.
qué piensa el grupo de ese hecho a la luz del evangelio
cuál es la llamada del Señor al grupo a través de ese hecho, cómo actuar.
síntesis de los elementos que integran la santidad y los enclava en conjunto de dinámica
espiritual. Intervienen el cristiano con toda su vida y experiencia, el hermano que ayuda,
y en ellos la mediación de la Iglesia y la acción del Espíritu.
Nociones
Pudiera seguir como definición la siguiente: Es la ayuda espiritual prolongada, que una
persona capaz, libremente elegida, presta a otra, que se le confía para ser guiada en el
desarrollo pleno de su vida cristiana.:
En esta descripción, la orientación espiritual se mira del lado del dirigido, que quiere
orientar su vida y para ello busca la ayuda de una persona competente. Se trata de una
labor íntimamente eclesial: educar la fe en la vida, llevarla a su plena conformidad con
Cristo, hacer al sujeto dócil a la inspiración del Espíritu en su vida y en su apostolado.
Finalidad y contenidos
Como principio, debemos decir que se trata de vida, de un encuentro de vida. Todo lo
que interviene con valor de doctrina y enseñanza, tiene que arrancar de la vida
ordenarse a ella. No es un diálogo doctrinal, se trata de una situación personal, de una
experiencia, de una necesidad; y en orden a su potenciación o remedio, se aporta a
elementos de varios tipos. Señalamos algunos:
Cimentación humana.
Vida teologal.
Misterio de la cruz.
Realismo cristiano.
Las personas
Determinemos las competencias respectivas del sujeto y del director.
El sujeto o dirigido toma la iniciativa de dinamismo en su vida y de elegir un orientador
que le ayude a ello. Sobre esta base viene la elección del director. Sigue la confianza y
la manifestación, pero manteniendo siempre la libertad, la iniciativa personal
inalienable.
El director da el tono a la relación, organiza los contenidos y las modalidades del
encuentro. Goza de autoridad y competencia, posee normalmente larga experiencia.
Debe tener ciencia, prudencia y experiencia, y mucha humildad y respeto frente al
Espíritu Santo, que es el principal agente; y frente al sujeto libre y responsable de la
propia vida.
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UNIDAD QUINTA
Tema: Espiritualidades
santificarse por cumplir el "deber de estado", es la asunción plena de esa tarea concreta
como forma de existencia cristiana santificante.
En la valoración de los estados resaltan tres elementos:
- La situación incluye las condiciones de vida: matrimonio, profesión, vínculos
familiares y sociales, como factores de su existencia cristiana y de su vida espiritual en
su propio ser.
- La misión se fija en las actividades propias de cada estado, sean religiosas o
profanas, que adquieren significado de misión y de presencia evangelizadora.
- El sacramento: bautismo, confirmación, ordenación y profesión. Se insiste en
ellos como fuentes de gracia y programas de vida entera.
b) Mutua edificación
Cada uno de los estados de vida realiza de una forma determinada ciertos valores
evangélicos que son de todos y para todos. Y los ofrece a los demás cristianos y al
mundo como testimonio.
Los diversos estados asumen formas y dimensiones de la existencia cristiana,
convirtiéndolas en fuentes de gracia, de salvación y de santificación. Se intercomunican,
dado que los valores que los caracterizan suelen pertenecer al fondo común cristiano,
aunque con matices diferentes.
c) Insuficiencias
Esta división, resulta confusa cuando, desde ella, se intenta construir
espiritualidades. Se introdujo por motivo de clases y jerarquías que no responden a la
espiritualidad. Los rasgos de situación, misión y sacramento, con que se trate de
caracterizar a uno u otro son frecuentemente comunes. Hay iglesias en que los
sacerdotes se casan; hay religiosos implicados en tareas técnicas con los seglares; etc.
Los planteamientos exclusivistas han provocado exclusivismos, tensiones,
luchas por los primeros puestos; en definitiva, posturas nada evangélicas, eclesiales ni
cristianas.
d) Ambito de espiritualidades
Mantienen su valor teologal y en este sentido los cita la espiritualidad conciliar.
Además, son el ámbito donde nacen y se desarrollan varias espiritualidades dentro de
cada uno.
Hasta hace poco, ésta ha sido la forma corriente y casi la única en la división de
espiritualidades. Por lo general, las escuelas coinciden con las órdenes religiosas, lo que
da a esas escuelas el aspecto de ser subdivisiones internas de la espiritualidad propia del
estado religioso. De hecho, no es así, dado que de sus aportaciones han vivido amplios
sectores de la Iglesia y esas mismas escuelas han elaborado una Espiritualidad
sistemática general. Han realizado y siguen realizando una obra de carácter universal.
a) Componentes
Las diversas escuelas, por haberse desarrollado en ambientes de vida religiosa,
llevan prácticamente los mismos elementos de base de una espiritualidad religiosa:
- Experiencia de un fundador o carisma, en torno a un misterio o valor de la vida
cristiana.
- Articulación en torno a ese foco de toda una vida cristiana, formando una
síntesis de elementos y medios que conducen a la santidad.
- Capacidad de esa experiencia personal para convertirse en proyecto de grupo y
el hecho efectivo de que un fundador la transmita personalmente a los primeros
discípulos.
Sobre ese esquema podemos determinar los rasgos de una escuela de
espiritualidad. los tres componentes señalados anteriormente, son modificados y
potenciados en el caso de una escuela.
Marcada originalidad en la experiencia del fundador, por la amplitud, o or la
fuerza de la intuición con que penetra un punto central. Si falta esta base, las
elaboraciones doctrinales posteriores no le dan carácter de escuela.
- Síntesis doctrinal sólida, que apoya o explica la articulación de la experiencia.
Hablamos de escuela en sentido de elaboración discursiva, que determina: los
fundamentos, la cohesión, las derivaciones de la visión original.
- Discípulos, que estudian y elaboran la experiencia del fundador y la doctrina
original y su evolución sucesiva, construyendo un cierto sistema de pensamiento, de
vida y de acción. Si la creación primera es genial, peno no tiene discípulos, no se puede
hablar de escuela.
b) En concreto
Se trata de ver qué grupos o comunidades manifiestan poseer esos rasgos de
experiencia y doctrina. Hay un cierto margen de apreciación subjetiva en la
determinación de las escuelas, lo que se debe evitar es convertir la categoría de escuela
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a) El fenómeno
Partimos de que existe un hecho anterior a toda eventual interpretación. Estos
movimientos han empezado a surgir, afirmarse, crecer, irradiar con un vigor y rapidez
insospechados.
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concreto son las culturas. Hemos de responder también a la siguiente cuestión: los
elementos culturales, ¿pueden constituir un criterio caracterizante y diferenciante de una
espiritualidad?.
La vivencia de la propia cultura suscita el entusiasmo, no solamente por su valor
cristiano y espiritual, sino también porque da el apoyo y el gusto de la propia identidad
en el plano humano.
Si queremos conservar vivos y sentidos los diversos carismas en cada iglesia
local o en cada ambiente cultural, tenemos que mantener en pie, en primer lugar, la
espiritualidad por criterios de estado de vida, de fundador, de movimientos, que hemos
presentado en números anteriores, como espiritualidades constitutivas; y la cultural
como modificante de todas ellas. Poniendo la cultural como base, se produce una
nivelación empobrecedora para la Iglesia general y para la comunidad; y se pierde la
conexión de los carismas con otros similares que actúan en distintos lugares de la Iglesia
universal.