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IAN SVENONIUS: Un héroe que triunfa por ingenio y no a la fuerza.

Finales de 1990, tengo 19 años y escribo una carta después de leer la revista Puncture,
la envío una dirección en un lugar llamado Olympia, Washington para suscribirme a un catálogo
de discos en 33 y 45 rpm y cassettes. Recibo el catálogo, incluyen postales y stickers de
bandas de rock con un “no look” aunque en realidad todo está integrado con una estética naive
como bandera.

Entonces no se les llamaba “jipsters”, ni siquiera “indie” (porque eso era una idea de las
revistas inglesas) creo que aún se les pudo haber llamado “nerds” con guitarras. En realidad
eran “college radio kids”, no se drogaban, contaba Kurt Cobain en sus diarios años después,
por eso le aburrían, pero le mostraron el camino del neo-punk que tan bien aprendió y explotó.

Aquella gente se juntaba a tocar en patios, cafés, librerías y gimnasios de escuela


desde los años ‘80 en torno a la letra K dentro de un escudo, para promover a sus propias
bandas y las bandas de sus amigos y amigas...y Kurt se hizo entonces un tatuaje del símbolo y
lo enseñaba en el MTV.

Les compré discos y entre ellos un cassette: The Nation Of Ulysses, Plays Pretty For
Baby...me pasmé.

Marzo del 2018, tengo casi 47 años. Recuerdo lo anterior mientras le marco a Ian
Svenonius a Washington, él era el cantante de La Nación de Ulysses, me contesta un poco
parco. Conversamos un rato, al principio me dice cosas que ya he leído antes sobre él. No
quiero hablar de sus libros o sus discos específicamente sino bordear al rocker intelectual más
preciso de las últimas décadas:

Svenonius: ​Para mí más que política The Nation Of Ulysses era algo sobre comunicación.
Incluso Public Enemy tienen canciones que son más bien sobre sus experiencias vitales, era lo
mismo para nosotros, comunicación, parte de estar vivos...sí somos políticos pero también lo es
Elvis Presley.

Con una pinta de rompe piernas, pandilla de mods que con un atuendo de sindicalistas
ácratas elaboran los 13 Puntos Para Destruir América, como titulan el primer disco de La
Nación de Ulises, Ian Svenonius salpica de Ye-Yé devastante, e inicia una Odisea que retorna
a la fuentes de los ídolos juveniles.

¿Es posible volver a comenzarlo todo desde el principio? Svenonius me reconecta con
el día de hoy:

El rock se ha vuelto completamente corporativo y de hecho la cultura internet es un


poco lo mismo. Se ha alentado a las personas a convertirse en productos. En Instagram y
Facebook te estás mercantilizando a tí mismo para que puedas venderte. En Tinder todos son
esencialmente prostitutos que trabajan gratis.

Los chicos y chicas K no se subieron al barco de sus amigos Grunge, esa mezcla de
Neil Young con Ramones y Venom; antes bien, desglosaron el híbrido, desconectaron las
ataduras, buscaron abarcar los fragmentos: pop infantil (no pueril) con sacudidas punk con
ruido con amateurismo con feminismo con comida naturista, con actitud anti-star, etc. : viéndolo
casi 30 años después: ¿no tienen también un poco de culpa en haber comenzado algo que
terminó siendo una parodia, eso del D.I.Y?

Svenonius: ​Hoy es diferente,​ ​los magnates de Internet están valiéndose de una fuerza
de trabajo masiva que es la misma gente que maneja Uber o que pone su casa en Airbnb,
somos víctimas de ellos que nos usan como trabajo gratis; y el rock sí se ve afectado por esto
como todo lo demás. Pero a fin de cuentas el rock todavía, como entonces, es un espacio
democrático porque seguimos estando en la situación de que cualquiera puede hacer una
banda.

Soy un infiel a la conversación; Ian Svenonius y la figura de Ulises me obligan a la


referencia pedante; de pronto estoy imaginándome al Nietzsche joven cuando se quejaba de
que los griegos habían inventado la metafísica, es decir, explicarse las cosas como
trascendentes en base a un orígen y destinadas a un fin, y añoraba los tiempos en que la
música y el pensamiento eran uno sólo, pensamiento y misterio, sin meta final.

Nietzsche advertía que era imposible retornar a aquella unidad, a partir de entonces
decía Don Federico, nos íbamos a tener que conformar con un optimismo hueco, de que todo
progresa, que es otra cara del nihilismo: desde Eurípides la música se convertía en puro
pinche teatro, en personajes con papeles que cumplir...empezando por el del héroe que se
pretende el único, el invencible.

Ulises-Svenonius: ​Es curioso pero hacer rock no requiere aún de un millón de dólares
como para hacer tu especial de Netflix o tu película en Hollywood; es extraño pero incluso en el
arte, tienes que entrar a una galería para que a alguien le importe una mierda tu obra, pero la
música todavía está en el plano de lo que es posible hacer, abordar por quien quiera.

Hay una frase en un poema de Borges sobre el antiguo héroe griego, que era algo así
como: “​Ulises aquel cuyo nombre también es nadie”​ . Cito sin exactitud . Hay dos ideas aquí,
Ulises como un rey de ingenio y no de fuerza, es decir con un poder como el de cualquiera y
Ulises que es nadie, o sea, podría ser nombrado como cualquiera.

Una figura hecha para diferir no para triunfar, para llevar a cuento el cuento, no para
conquistarlo todo. Nuestro héroe Svenonius habla:
​ uede que no seas Jay Z o Rhianna, esa gente se parece más a los Corn Flakes, y sí,
P
ahí en esa música no encuentras ese elemento democrático del que hablo antes. Parece que la
música underground ya no existe pero de hecho sí, y existe porque ahí reside el potencial
democrático.

Flashback de nuevo a los ‘90 y retome de la queja nietzscheana: Calvin Johnson es el


Esquilo en el Oeste -Washington el Estado- y tiene a su Sófocles en el Este -Washington
D.C.-, Ian Mackay de Dischord Records y la banda Fugazi. Eurípides, ya sabemos, es el
negocio de la música actual: el triunfo del optimismo-nihilista del dinero por sobre el
pensamiento trágico que sabía cómo soportar el peso de los opuestos.

Ian ¿Dónde están ahora los cualesquiera héroes que aún pueden contar el cuento
abierto del rock sin querer ser los ganones del juego?:

Hay que entender el rock and roll en el sentido amplio del término. Cuando uno se
pregunta ¿Qué es el rock? Resulta que no tiene definición, sólo quizás que es la expresión de
una música eléctrica, pero claro, puede ser Judas Priest o los Sex Pistols pero también Brian
Eno, de tal forma que se desdibuja la definición porque no hay parámetros como en el
Cha-Cha-Chá o la Salsa. Esa libertad de que el rock puede ser otra cosa es lo que está aún
abierta, el rock como...expresión.

Después de The Nation Of Ulysses, Svenonius y Brendan Canty (miembro original de


Fugazi) a los que se unen Michelle Mae y Steve Gamboa, se embarcan en The Make-Up, una
banda que siempre he pensado como un artefacto Nouvelle-Vague (el movimiento fílmico
francés y no la banda) una mezcla de teoría filosófica con expresión cotidiana, crítica política y
sinsentido del día a día.

Ian: ​The Make-Up siempre ha estado influido por la música Gospel -​remarca Ian- ​y de igual
manera por cómo esa música estaba destinada a crear sentido a una comunidad. Ser
comunicativos dentro de una comunidad en particular, en nuestro caso dentro un grupo subcultural,
entonces hemos sido comunicación subcultural y desde ese punto de vista no queremos gustarle a
todos.

Continuidad de la estasis situacionista, ​στάσις (party, company, band; party formed for
sedition, faction…discord) que prevalece y se amplifica, el espectáculo reinante es combatido
desde la puesta en escena de los modos de la propia falsificación; el mismo título de los discos
dice mucho, la primera entrega ​Destination: Love - Live! At Cold Rice es un falso disco en vivo,
grabaciones de gente aplaudiendo mientras Ian se decanta entre los gestitos vacuos del Rock Star
(let me hear you say yeah ! ) y un Reverendo disparatado en un Gospel marxistoide que no es para
nada una apuesta política directa sino una forma más de representar también un show.
Svenonius: ​Pero esa comunicación como en el Gospel, tiene que ser en tiempo real, y eso
significa que es al momento, sin pensar en las reglas de lo que tiene que ser, por ejemplo, eso de
hacer de la música algo atemporal o convertirse en algo clásico; abordar la situación dentro de la
música donde la comunicación se torna en poesía….donde haya emoción.

Hay una religión-comercial llamada Rock la cual es desmentida por un acercamiento más
personal al espíritu del rock, individual, que en The Make-Up es como un trasvase; el héroe cuyo
nombre también era nadie ahora se parece a los actores que protagonizan las B Movies; la
espiritualidad se canta y se baila como afrenta contra la prefabricación.

Ian: ​Así lo hacen ahora en los festivales que controlan cómo debe la gente consumir música,
los programadores de los festivales son como los nuevos Top 40; por eso hay que restituir la fuerza
a los clubs, que sirvan como opciones de elección, por eso la misma noción de festival es
antidemocrática, claro, lo define la publicidad. Eso también acontece porque hay ya poco
compromiso de gente dedicada a la subcultura, lo tribal filosófico-ideológico, vaya hoy en día ya ni
siquiera un heavy metalero tiene demasiada noción de lo que significa serlo.

El triunfo de la novedad es el de la banalidad de lo nuevo y nadie se detiene en conocer de


dónde vienen las cosas, incluso las banalidades pasadas. Sound Verité, el segundo disco de The
Make-Up comienza ese ataque a la indiferencia sobre lo histórico emulando el melting de las caras
del disco Forever Changes de Love (ya antes grabaron el single Free Arthur Lee).

Según yo, es su trabajo más logrado, y de hecho si lo vemos desde la misma perspectiva
histórica en singular y en pequeño, la apuesta de Svenonius se enmarcaba en el margen mismo de
las últimas posibilidades del artefacto sónico del siglo XX: Referencial, fracturadamente
revolucionario, el testimonio de una Odisea en la que el Vencedor es a la vez el Vencido.

Svenonius: ​No me pasa eso de experimentar nostalgia por los tiempos en que por ejemplo,
el DJ local ponía la música en la radio que todos en una comunidad específica disfrutaban, si es
cierto que en los ‘60 sucedió eso pero ahora el algoritmo que programa en las estaciones de radio
es lo más uncool que pueda haber, porque la radio lleva corrompida mucho tiempo, al menos en
Estados Unidos. Pero también pasa que ahora con la internet la gente está más relacionada con la
historia de la música, y de hecho es algo que la gente que vivió antes de esta no tuvo; y es
verdaderamente salvaje que ahora la música más oscura esté a disposición de cualquiera.

En el Siglo XXI Ian Svenonius se divide en bandas posteriores que de una u otra manera
reivindican la multiplicad de los héroes varios que ahora tiene que impersonar él mismo; a falta de
apuestas que actualicen lo que antes hicieron K y Dischord Records, Ian asume hoy la tarea de
cantar con la voz de muchos nombres: Weird War, Cupid Car Club, Chain & The Gang. Los otros
proyectos que le han dado forma a una especie de desdoble en varias carreras a la vez.
¿Es quizás la única forma de comportarse hoy en este mundo musical, multiplicándose de
forma esquizoide?

Ian: ​Pero es que también se pierde el la medición de la escala, por ejemplo estamos en el
tiempo en que los Beatles son lo mismo que cualquier extraño sencillo 45 de una banda super
oscura. Para nosotros una banda de rock es el lugar en donde tiene que haber la potencia de que
se convierta en teatro, poesía, es arte, es catarsis, y bueno sí...es comunicación política. Del modo
en que Wagner se plantea la ópera: G ​ esamtkunstwerk, la obra de arte total.

Ian Svenonius, un Ulises en plural como fantasma de los héroes ya muertos que se
enfrentaron en ​πολύτροπος = Polítropos, muchos lugares (much turned, much traveled, much
wandering) a ejércitos de chicas gritando y bailando histéricas, héroe que re-edita en tiempo real,
como ahogado al que le pasa toda su vida frente a los ojos antes de morir, la película del rock and
roll en blanco y negro y también en Technicolor:

“​En Arte ya no es necesario hacer una cuenta del pasado de sensaciones. Puede
convertirse en la organización directa de sensaciones más evolucionadas​.”; aparece diciendo
Guy Debord al final como conductor de The Price Is Right.

The End.

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