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TITULO I

ESTADOS FINANCIEROS Y APLICACIÓN DE UTILIDADES

1. CONCEPTO DE BALANCE:

Dado el carácter mercantil que ostenta, la sociedad anónima está sujeta al régimen
general sobre obligación de contabilidad que rige para los comerciantes. El balance o
estados financieros, la memoria y la propuesta de aplicación de las utilidades, en caso de
haberlas, tienen una especial importancia, pues indican con claridad y precisión, la
situación económica y financiera de la sociedad, el estado de sus negocios y los
resultados obtenidos en el ejercicio vencido.

El balance, que debe descansar, necesariamente, en el inventario y en las cuentas


saldadas y regularizadas del mayor, solo da una visión inmovilizada y descriptiva de la
situación del patrimonio en el instante de su confección lo que no permite ir más allá de
los datos en el que se contienen. De aquí, que sea necesario complementarlo con el
estado de pérdidas y ganancias para establecer los posibles beneficios y el origen de los
mismos; para tener una idea cabal y orgánica de la empresa, se requiere de la memoria,
en la que se contienen informes de la gestión social. Es conveniente precisar la
disposición y contenido de los documentos referidos, a fin de que se satisfaga la
finalidad de ofrecer una información representativa del estado del negocio. De otro lado,
en el balance se formula la discriminación de los beneficios obtenidos en el ejercicio, lo
que origina una serie de problemas.

Desde el punto de vista jurídico, lo que interesa del balance es la función informativa,
que reposa en los principios de la claridad, veracidad, unidad, continuidad y previsión o
prudencia, que permiten establecer si existen beneficios repartibles. Para los acreedores
sociales, el público en general y para el Estado, es de interés conocer la situación de la
sociedad, dado que ella solo responde con sus bienes y no con los de los socios para
satisfacer a sus acreedores y porque la sociedad puede ser un medio de atraer capitales
para fomentar el desarrollo del país, así como por su influencia en el campo de las
actividades económicas.
La obligación de presentar el balance impuesta por la ley al directorio no puede ser
delegada por este a ningún otro órgano o persona. La responsabilidad al respecto recae
sobre todos sus miembros si no se acreditase la falta de responsabilidad que
personalmente pudiese favorecer a alguno de ellos, o su discrepancia con las
indicaciones contenidas en los documentos presentados a la aprobación de la junta
general.

Finalizado el ejercicio económico, el directorio debe formular los estados financieros, la


memoria y la propuesta de aplicación de las utilidades.

La ley anterior señalaba que el directorio estaba obligado a formular en el plazo máximo
de ochenta días, contado a partir del cierre del ejercicio social, el balance con la cuenta
de ganancias y pérdidas, la propuesta de distribución de utilidades y la memoria. La ley
actual, en su artículo 116°, obliga a publicar el aviso a convocatoria de la junta general
obligatoria anual con una anticipación no menor de diez días al de la fecha fijada para
su celebración. Quieres decir entonces que la fecha máxima para la celebración de la
junta, puede ser el último día del tercer mes de terminado el ejercicio económico, pero
es indudable que desde la fecha de la convocatoria, es decir, diez días antes, la
información debe estar a disposición de los accionistas, y lo estará en la medida que el
directorio se haya pronunciado sobre la situación de la sociedad en su respectiva sesión.
Se puede deducir entonces que si bien no se ha indicado en la LGS que el directorio
tiene 80 días, como se hizo en la ley anterior para aprobar los estados financieros y el
balance, en esta oportunidad el plazo máximo es deducible de las fechas de
convocatoria para la junta de accionistas y del cómputo de la fecha en que los informes
deben estar a disposición de los accionistas. El artículo 130° señala que desde el día de
la publicación de la convocatoria, los documentos, mociones y proyectos relacionados
con el objeto de la junta general deben estar a disposición de los accionistas en las
oficinas de la sociedad o en el lugar de celebración de la junta general, durante el
horario de oficina de la sociedad.

Compete igualmente al directorio, además de formular la memoria, los estados


financieros y el estado de pérdidas y ganancias, presentar la propuesta para la
distribución de utilidades si la hubiera.

Los estados financieros se preparan y presentan de conformidad con las disposiciones


legales sobre la materia y con principios de contabilidad generalmente en el país.
El balance debe contener relación detallada de las partidas dentro de una nomenclatura
precisa, guardando la debida relación entre las cuentas del activo y del pasivo para el
efecto de su claridad y precisión.

La índole de los negocios puede determinar que no tengan porqué constar determinadas
partidas.

El Consejo Normativo de Contabilidad ha precisado en la Resolución N° 013-98-


EF/93.01 que los “principios de contabilidad generalmente aceptados” a que se refiere
el artículo 223° de la Ley General de Sociedades, comprende las Normas
Internacionales de Contabilidad (NICs) oficializadas mediante resoluciones del CNC, y
las normas establecidas por organismos de supervisión y control siempre que se
encuentren dentro del marco teórico en que se apoyan las NICs.

Las Normas Internacionales de Contabilidad recogen los principios básicos o


generalmente aceptados, tienen como objetivo la elaboración y presentación de los
estados financieros, los mismos que al ser sometidos a una Auditoría Externa, se espera
que cuenten con una opinión que concluya en que los Estados Financieros reflejan la
situación real de la empresa que muestran “razonablemente la situación financiera de la
empresa”.

Los principios de contabilidad son distintos a los principios tributarios. Así, los
principios tributarios están orientados a la recaudación de los recursos financieros que
permitan a los gobiernos cubrir anualmente sus gastos corrientes y sus inversiones
materia de un Presupuesto General.

Los principios contables deben respetarse para precisar la situación de la empresa, pero
desde un punto de vista tributario, puede suceder, como de hecho sucede, que esa
situación contable difiera de la realidad cuando aplicamos los principios o normas
tributarias. Esto obliga a que las diferencias temporales o permanentes establecidas por
la aplicación de los principios contables y tributarios se superarán con las declaraciones
juradas anuales que los contribuyentes del Impuesto a la Renta están obligados a
presentar.

2. ACTIVO

El balance, como equilibrio de valores, exige la contraposición de los asientos del


pasivo a los del activo. Por ello, para equilibrar ambas cuentas, debe agregarse al pasivo
el exceso del activo sobre él o sea, el resultado neto. De este modo, la utilidad viene a
situarse al mismo lado del pasivo, sin que pueda reputársele como tal.

Las partidas incluidas en el activo deben tener un título, entre los bienes registrados en
el activo se incluye bienes que por estar destinados a la explotación de la empresa según
su índole, no es su destino ser vendidos. Entre estos bienes se encuentran las máquinas,
los inmuebles, las instalaciones industriales, el mobiliario, los títulos valores y las
participaciones en otras empresas, propiedad industrial e intelectual y los demás
elementos del patrimonio de la sociedad.

Consideración especial merece lo referente a los créditos por acciones suscritas y no


pagadas, que representan un elemento del activo y con la contrapartida necesariamente
parcial de la cifra del capital escriturado, que debe figurar en el pasivo.

Debe considerarse que tiene el carácter de bienes inmovilizados los que están afectos
ala resera legal porque hay un mandato que impide la libre disponibilidad de esos
bienes.

Respecto a otro grupo de partidas quedan comprendidas dentro de lo que se denomina el


capital circulante, o sea el dinero efectivo en caja y bancos; los títulos cotizados en
bolsa y aquellos son cotización oficial que no pertenecen al activo fijo; las acciones
propias de la sociedad adquiridas de acuerdo a la Ley; los documentos de crédito y otros
títulos valores; las materias primas y mercaderías.

En referencia al dinero en caja o bancos, se toma en cuenta la disponibilidad de que


pueda gozar la sociedad. Los títulos cotizados o no en bolsa, no podría considerárseles
integrantes del capital circulante si no están destinados a servir de una manera
permanente a la explotación del negocio, como serían, por ejemplo, las adquisiciones
con fines de inversión de capital.

Las acciones propias de la sociedad integran el capital circulante cuando no deben ser
amortizadas, pues en este caso ya tienen su destino específico, que es su extinción. Si se
han adquirido a título oneroso o con cargo a reservas libres, las acciones deben ser
vendidas en el más breve plazo. Pero, si mientras la venta se realiza es necesario
formular el balance, deben llevarse el activo, aunque se trate de un activo transitorio.

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