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TESTIMONIOS DE LOS SANTOS Y HOMBRES Y MUJERES DE DIOS

POBREZA

Amaba la pobreza tanto como el mundo ordinariamente la huye. Desde que se


dedicó al seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo, no quiso tener para su uso más
que 10 indispensable, las cosas más ordinarias. las más usadas, las menos cómodas
de la casa. Todos los muebles de su pieza consistían en un mal lecho sin cortinas,
una mesa, dos sillas, un reclinatorio, un breviario, una Biblia, tres o cuatro libros
que necesitaba urgentemente. Era un gusto para él carecer de algo, para estar en un
constante ejercicio de la pobreza; ocultando sus necesidades y sus pequeñas
incomodidades con más cuidado que con el que guarda el avaro sus tesoros, por
temor que la caridad de los superiores o de sus ministros. le quitara la ocasión de
sufrirlas. Pero la idea que él tenía de la pobreza evangélica, no se limitaba al despojo
de las cosas exteriores, Lo llevaba hasta el más alto grado, cual es el
desprendimiento de todas las creaturas, y esta perfecta pobreza de espíritu se elevaba
sobre las gracias y dones de Dios: buscando sólo a Dios, no contempla más que a Él
y sólo con Él se une. Era este uno de los más sublimes puntos de su doctrina, con la
práctica de la cual llegó al más puro amor… (Sobre el P. Luis Lallemant 1578-
1635)

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